Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
La persona que realiza una gran inversión en canales justo antes de que
empiece a funcionar el ferrocarril es digna de compasión. Se puede entender,
por ejemplo, que el gestor del Canal de Bridgewater (posiblemente el primer
canal de Inglaterra) se opusiese con vehemencia a los planes de la línea
ferroviaria Liverpool-Manchester.
Ahora que el mundo está a las puertas de otra revolución de conectividad, sobre
todo en términos de infraestructuras que cambiarán radicalmente la manera en
que nos conectamos los unos con los otros, no deberíamos pasar por alto las
enseñanzas que nos dejó esta experiencia. Y a diferencia de la llegada del
ferrocarril, esta revolución no solo afectará al transporte.
(Le puede interesar: ¡Cuidado! Estos son los ataques informáticos que serán
protagonistas en 2019)
Algunos retos están ya a la vista, como el uso indebido de las redes sociales para
difundir desinformación, incluso con herramientas de vanguardia, como los
vídeos falsificados de gran calidad y la inteligencia artificial.
(Puede complementar con este artículo: Foro de Davos 2019: por una
revolución industrial que subordine la tecnología)
Es cierto que para hacer frente a este enorme desafío tenemos que evitar
respuestas miopes, como el proteccionismo y otras medidas que frenan la
innovación. Afrontarlo significa medir la escala y el alcance del riesgo, y tomar
una decisión verdaderamente estratégica. Para Europa esto significa no solo
proteger las cadenas de suministro, sino perseguir inversiones coordinadas a gran
escala en nuestras industrias tecnológicas. La Comisión Europea ocupa una
posición excepcional para impulsar esta labor intersectorial.
Porque no es demasiado tarde para que Europa proteja su futuro digital. Incluso
el propietario del Canal de Bridgewater advirtió finalmente que los tiempos
estaban cambiando y realizó grandes inversiones en su rival, la compañía de
ferrocarril.