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Análisis: Así podremos garantizar una

revolución digital segura

¿Cómo tener certeza de que los componentes utilizados en las futuras


generaciones de la tecnología, y no solo la 5G, vayan a ser seguros? En este
texto, el comisionado para la seguridad de la Unión Europea ofrece algunas
pistas.

La persona que realiza una gran inversión en canales justo antes de que
empiece a funcionar el ferrocarril es digna de compasión. Se puede entender,
por ejemplo, que el gestor del Canal de Bridgewater (posiblemente el primer
canal de Inglaterra) se opusiese con vehemencia a los planes de la línea
ferroviaria Liverpool-Manchester.

Pero el avance de la tecnología no pudo detenerse, como tampoco los nuevos


retos que esta planteó. Lo mismo puede decirse hoy de las innovaciones digitales.
Cuando finalmente se inauguró la línea ferroviaria Liverpool-Manchester, en
1830, resultó ser un éxito revolucionario que puso en marcha la era del vapor y
cambió el mundo en modos totalmente imprevisibles.

Al tiempo que nos adentrábamos en la era del ferrocarril, con la propagación de


ramificaciones de vías férreas por todo el mundo en vías de industrialización, se
alcanzaba un nuevo nivel de conectividad que los delincuentes no tardaron en
aprovechar. En efecto, finalmente hubo que crear una nueva fuerza policial para
seguir el ritmo de los tiempos.

Ahora que el mundo está a las puertas de otra revolución de conectividad, sobre
todo en términos de infraestructuras que cambiarán radicalmente la manera en
que nos conectamos los unos con los otros, no deberíamos pasar por alto las
enseñanzas que nos dejó esta experiencia. Y a diferencia de la llegada del
ferrocarril, esta revolución no solo afectará al transporte.

Olvidémonos de la Internet de las Cosas. De lo que se está hablando aquí es de la


Internet de Todo: un futuro digital más descentralizado, que conecte a las
personas, los datos y las cosas como nunca antes.

En términos de seguridad, tenemos que evitar a toda costa quedarnos sentados,


por así decirlo, en una barcaza de carga que avanza lentamente por el canal,
mientras vemos pasar, a toda velocidad, el tren de las 8.15 con destino a
Manchester. Tenemos que examinar con lupa las vulnerabilidades estratégicas
que estas tecnologías traerán consigo y anticipar la manera en que agentes
malintencionados podrían tratar de explotar las nuevas infraestructuras digitales
en beneficio propio o de utilizarlas como si fuesen armas.

(Le puede interesar: ¡Cuidado! Estos son los ataques informáticos que serán
protagonistas en 2019)
Algunos retos están ya a la vista, como el uso indebido de las redes sociales para
difundir desinformación, incluso con herramientas de vanguardia, como los
vídeos falsificados de gran calidad y la inteligencia artificial.

Pero, sobre todo, hablamos también de las propias infraestructuras. El despliegue


de la quinta generación de la tecnología de las comunicaciones móviles, 5G,
plantea un reto particular, puesto que será la espina dorsal de la conectividad
global. Esto suscita dudas estratégicas y de seguridad sobre cuestiones como la
seguridad y la procedencia de la cadena de suministro.

¿Cómo podemos tener la certidumbre de que los componentes utilizados en las


futuras generaciones de la tecnología europea, y no solo la 5G, vayan a ser
seguros? La seguridad de la cadena de suministro digital ya dista mucho de ser
estanca (véanse, por ejemplo, los recientes informes de empresas que han
encontrado misteriosos chips en las placas madre de sus servidores, añadidos,
aparentemente, en el momento de su fabricación).

El Gobierno británico ha advertido a las empresas de telecomunicaciones que


elijan con mucho cuidado a sus proveedores, mientras que Estados Unidos ha
estado contemplando la posibilidad de limitar algunos tipos de inversiones
extranjeras directas en tecnologías clave, como las de los semiconductores y la
robótica.

Para asegurar la cadena de suministro de las infraestructuras digitales,


necesitamos una mayor transparencia por lo que respecta a la procedencia de los
componentes tecnológicos. Mantener una gran diversidad de proveedores es
también de crucial importancia.

Además, son necesarias normas y reglas comunes para establecer la fiabilidad de


los socios internacionales. Esta es la base de una reciente propuesta que el
presidente francés, Emmanuel Macron, presentó en el llamamiento de París a
favor de la confianza y la seguridad en el ciberespacio.

Internet, según Macron, se ha convertido en una zona de conflicto en la que


agentes malintencionados aprovechan las vulnerabilidades de los productos y
servicios digitales. Él propone que Europa cree una Internet de la Confianza,
basada en la legalidad y la cooperación. Y estoy de acuerdo. Los europeos deben
poder seguir disfrutando de su vida en línea con la seguridad de que sus derechos
y valores fundamentales, como la libertad de expresión, están protegidos.

Necesitamos una estrategia que equilibre la necesidad de aprovechar la


innovación tecnológica para proteger nuestro futuro económico y la necesidad de
evitar crear una enorme vulnerabilidad para la seguridad en el proceso.

La necesidad de acción es urgente, ya que el tren de la tecnología avanza ya por


la vía. Por tanto, tenemos que pensar en términos de reducción de los riesgos y
asegurarnos al mismo tiempo de que estamos sentando las bases para evitar que
en el futuro se repita la situación en la que nos encontramos en la actualidad.

(Puede complementar con este artículo: Foro de Davos 2019: por una
revolución industrial que subordine la tecnología)
Es cierto que para hacer frente a este enorme desafío tenemos que evitar
respuestas miopes, como el proteccionismo y otras medidas que frenan la
innovación. Afrontarlo significa medir la escala y el alcance del riesgo, y tomar
una decisión verdaderamente estratégica. Para Europa esto significa no solo
proteger las cadenas de suministro, sino perseguir inversiones coordinadas a gran
escala en nuestras industrias tecnológicas. La Comisión Europea ocupa una
posición excepcional para impulsar esta labor intersectorial.

Porque no es demasiado tarde para que Europa proteja su futuro digital. Incluso
el propietario del Canal de Bridgewater advirtió finalmente que los tiempos
estaban cambiando y realizó grandes inversiones en su rival, la compañía de
ferrocarril.

* Julian King es el comisionado de la UE para la Seguridad de la Unión. Fue


embajador británico ante Irlanda y Francia.
Project Syndicate 1995–2019

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