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Ensamble José

Pablo Moncayo
Homenaje a José Pablo Moncayo
en el centenario de su nacimiento
Dir. Rodrigo Sierra Moncayo
México

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Ensamble José
Pablo Moncayo
Homenaje a José Pablo Moncayo
en el centenario de su nacimiento
Dir. Rodrigo Sierra Moncayo
México

El año 2012 marca una importante efeméride en el ámbito


de la música mexicana: el centenario del natalicio de José
Pablo Moncayo (1912 - 1958), autor de la más conocida
y difundida obra del repertorio sinfónico del país: su ubicuo
Huapango (1941). Con tal motivo, se reúne un selecto gru-
po de intérpretes mexicanos especializados en el trabajo
camerístico, para dar a conocer, en buena hora, una impor-
tante pero desconocida región del catálogo de composicio-
nes de Moncayo.

Este recital reviste una importancia insoslayable, ya que la


fama monumental y trascendente del Huapango es la que ha
impedido que el resto de la muy buena música de Moncayo
se escuche, se difunda, se grabe, se conozca y se aprecie.
Lo valioso del caso está en el hecho de que, estrictamente,
el Huapango es una obra atípica en la producción del com-
positor jalisciense, ya que el resto de su sólida producción
transitó por otras vías expresivas.

Así, en este sólido y bien articulado programa con música


de cámara de Moncayo, el oyente descubrirá, asombrado
y fascinado, un mundo sonoro que sin dejar de ser cabal-
mente mexicano, transita asimismo por territorios de un sutil
impresionismo más universal, hábilmente coloreado con de-
talles regionalistas decantados y depurados por una mano
maestra.

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Auditorio de Minas
Jueves 11
18:00 horas
Música de cámara
Duración: 80 min

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Programa

Amatzinac, para flauta y cuarteto de cuerdas (1935)


Trío para flauta, violín y piano (1935)
Sonata para violín y cello (1934)
1.- Poco aprisa y enérgico
2.- Despacio
3.- Scherzo. Muy aprisa
4.- Rondó. Poco aprisa y rubato
Sonata para violín y piano (1936)
1.- Tiempo moderado
2.- Despacio y muy cantado
3.- Muy aprisa
Intermedio

Tiempo de danza, de la Sonatina (1935)


Pieza para piano (1949)
Zarabanda*
Pequeño nocturno (1938)
Tres piezas para piano (1948)
Romanza, para violín, cello y piano (1935)
Aria, para violín, viola y cello (1935)
Muros Verdes (1951)
Sonata para viola y piano (1934)
Allegro moderato
Lento
Allegro
*No se conoce la fecha de composición de esta pieza, pero es muy probable
que haya sido escrita en los primeros años de la década de los 50.

Aníbal Robles Kelly, flauta


Érika y Karen Cano Magdaleno, violines
Patricia Oropeza Keresey, viola
Dominique Petrich, chelo
Mauricio Náder y Rodrigo Sierra Moncayo, piano

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Rodrigo Sierra Moncayo

En 2012 se celebra el 100 aniversario del nacimiento del


compositor jalisciense José Pablo Moncayo García (1912-
1958). La obra de Moncayo resulta una de las más signifi-
cativas en el repertorio nacional e internacional. Su legado
musical es prueba de un enorme talento impulsado por un
profundo amor por la música, su país y la vida. En esta
ocasión tan fortuita se dará cita en el Auditorio de Minas
un grupo de músicos de gran prestigio y que poseen vasta
experiencia en la música de Moncayo para presentar un
recital homenaje que constará del repertorio para piano
solo y para ensambles de cámara de dicho compositor.
Algunas de las obras que se escucharán son ya bastante
conocidas e incluso han sido grabadas en diversas ocasio-
nes como Muros Verdes, Tres piezas para piano ó Sonata
para violín y piano. Por otra parte, tendremos oportunidad
de apreciar distintos tipo de sonoridades que este compo-
sitor plasmó en obras como Sonata para violín y cello, Trío
para flauta, violín y piano y Pequeño Nocturno, que si bien
son obras de gran calidad, no han sido tan difundidas
como el resto. Este homenaje resulta necesario y justo para
un compositor de la talla de José Pablo Moncayo, quien
ha sido aplaudido alrededor del mundo por su obra más
popular: Huapango. Por ende, este evento representa un
gran esfuerzo por ampliar los horizontes sonoros de este
gran compositor y del público asistente.

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Tiempo de danza, de la Sonatina, 1935
El 25 de noviembre de 1935, cuatro jóvenes presentaron sus composicio-
nes en público por primera vez en la ciudad de México, ejecutándolas
ellos mismos con la ayuda de algunos colegas y amigos. En el ya desapa-
recido Teatro de Orientación de la Secretaría de Educación Pública, los
entonces alumnos del Conservatorio Nacional de Música Daniel Ayala,
Salvador Contreras, Blas Galindo y José Pablo Moncayo, al presentar
las obras que habían creado, generaron un nombre colectivo por el que
habrían de pasar a la historia: el Grupo de los Cuatro. De las dos obras
ofrecidas por Moncayo en esta presentación, él ejecutó al piano su propia
Sonatina, entonces recién compuesta. En julio de 1937 un maestro de
Moncayo, nada menos que Manuel María Ponce, publicó en la revista
que dirigía, Cultura Musical –órgano oficial del Conservatorio Nacional–,
dos páginas de partitura intituladas “Tiempo de Danza de la Sonatina I”,
debidamente atribuidas a Moncayo. Se puede inferir que es un movimien-
to completo de la obra, pero es imposible saber cuántos tenía la obra en
total y qué posición le correspondía en la obra a éste publicado. El número I
en la partitura es hoy irrelevante ya que, con toda seguridad, el compositor
no escribió ninguna otra obra de este género para el piano. Lo que sí es
relevante para mencionarse es lo que observó Rodrigo Sierra Moncayo al
revisar esta partitura: su ritmo es prácticamente el de una habanera, una

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forma de danza nada común en el catálogo de Moncayo, y que podría
sugerir por igual un acercamiento a las fuentes de la música de salón
mexicana que uno de los muchos homenajes que el jalisciense le rindió al
compositor que, con toda seguridad, más admiraba: el francés Maurice
Ravel, autor de varias piezas en forma de habanera.

Pequeño nocturno, 1938


En el catálogo elaborado por Raquel Plascencia que se publicó en el
libro La obra de José Pablo Moncayo (1975) de José Antonio Alcaraz, se
mencionan dos piezas con el título Pequeño nocturno: una para quinteto
de cuerda y piano, fechada en 1936, y otra para piano solo, fechada
el “19 de marzo de 1958”, es decir, el año mismo de la muerte del com-
positor. Otros autores que han publicado catálogos de Moncayo, como
José Kamuel Zepeda Moreno –en 2005– y Armando Torres-Chibrás –en
2009– han repetido estos datos. Sin embargo, es muy probable que deba
revisarse esta información sobre tal par de obras con el mismo título, pues-
to que ninguno de los autores citados ni nadie más ha ubicado la partitura
para quinteto de cuerda y piano, y lo único que hoy existe en los acervos
de Ediciones Mexicanas de Música es un manuscrito autógrafo de dos
páginas que, efectivamente, ostenta el título de Pequeño nocturno, y está
fechado el 19 de marzo, pero de 1938; si bien el rasgo del número 3

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puede confundirse con un 5 en el autógrafo, la forma de la firma del com-
positor al pie de la fecha no deja lugar a dudas sobre la fecha real, pues
corresponde a la manera de firmar de Moncayo en su juventud, y su firma
posterior a 1942 es muy diferente. La partitura en cuestión, pues, está
escrita con dos sistemas, casi por completo en clave de sol ambos, y sin
indicación alguna que los haga específicamente para piano; de hecho, no
sólo carecen de indicación pianística alguna: a lápiz, probablemente de
puño y letra del mismo compositor, están indicadas a lo largo de las pá-
ginas atribuciones para todos los instrumentos de una orquesta. Toda esta
información permite inferir una conclusión diferente a lo que hasta ahora se
ha manejado sobre esta obra: se trata de una especie de guión de trabajo
para lo que se habría convertido en una pequeña pieza orquestal, pues
la manera como están indicados los instrumentos sobre los dos sistemas
es similar a otros guiones, en los cuales Moncayo también bocetó primero
todas las líneas básicas de cada pieza, y después las orquestó; sobreviven
guiones de este tipo para el Homenaje a Cervantes, Tierra de temporal,
Cumbres y La potranca. Ahora bien: el hecho de que este Pequeño noctur-
no no haya sido concebido de origen para el piano no impide que hoy se
pueda ejecutar en dicho instrumento; más importante es mencionar que
la pieza se caracteriza por tener una forma tripartita, lento-alegre-lento,
con repeticiones para la parte central, y con un manejo interesante de
figuras repetidas casi como ostinato, un tipo de figura que no suele verse
en las obras de Moncayo.

Tres piezas, 1948


Las Tres piezas para piano fueron estrenadas el año mismo de su creación,
el 14 de diciembre de 1948, por Alicia Urreta, en la sala entonces recién
bautizada como Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Se trata de
una de las composiciones más cuidadas y finas que Moncayo le dedicó
al instrumento de su formación, para el cual no compuso mucho, lamenta-
blemente. Ordenadas en el típico esquema alegre-lento-alegre, condensan
todas las características del lenguaje de la madurez de su autor: un trabajo
armónico impresionista, sobre todo en la segunda pieza, y contrastes au-
daces de ritmos y acentos en las piezas primera y tercera, con exigencias
virtuosísticas que por momentos evocan incluso recursos del jazz. Otros
críticos han estudiado en estas piezas una propuesta neoclásica que las
emparentaría con el trabajo del francés Francis Poulenc.

Pieza para piano (Homenaje a Carlos Chávez), 1949


Se trata de una composición breve, con las características habituales
del lenguaje del compositor en cuanto a armonía impresionista, rítmica
dinámica y contrastada y organizada en tres partes: lento-alegre-lento; la
tercera parte se caracteriza por exponer una sucesión de acordes densos
como motivo principal.

Muros verdes, 1951


A pesar de que el piano fue el instrumento de la formación académica de
Moncayo, él le escribió muy pocas piezas; quizá la más famosa de ellas
sea, con mucho, Muros verdes. Según el testimonio de su esposa, Clara

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Elena Rodríguez del Campo, el título de esta obra está inspirado por unos
pasillos bordeados de cedros en los Viveros de Coyoacán, donde Monca-
yo y ella solían pasear. La pieza está firmada el 12 de julio de 1951, y en
la primera edición está dedicada “a Clarita”, es decir, la citada Rodríguez
del Campo, quien había sido alumna de armonía del compositor. Muy
pronto corrió la fama de la pieza, pues fue empleada para una coreogra-
fía de la Academia de la Danza en la temporada de 1952; fue grabada
por vez primera en 1963, y desde entonces no ha dejado de formar parte
esencial del repertorio de todos los pianistas mexicanos, grabada por lo
menos otras ocho veces en 40 años.

Dúo para violín y chelo, ca. 1931-1936


Entre los varios papeles conservados por los herederos de Moncayo, que
ya han empezado a dar más de una grata sorpresa a los investigadores y
músicos interesados en el compositor, Rodrigo Sierra Moncayo y Eduardo
Contreras Soto hallaron, a fines de 2011, unas páginas de música dentro
de unos apuntes de armonía del Conservatorio, agrupadas por el compo-
sitor bajo un título puesto por él mismo: Dúo para violín y chelo. Al parecer,
se trata de unas hojas desglosadas de una composición que pudo ser más
extensa, pero de la cual Moncayo sólo agrupó cuatro partes numeradas
del 6 al 9, y escribió el título a lápiz, con toda claridad, en la primera
página de la parte numerada como 6. Su escritura revela un lenguaje
todavía de prueba y experimento, no lejano al de la Pieza para orquesta
de cuerda –también de reciente descubrimiento–, es decir todavía en la
búsqueda del que terminó por ser su lenguaje sonoro más personal. Como
obra de inicios creativos tiene el valor, no sólo de ilustrar cómo fue des-
cubriendo el compositor esa identidad sonora tan suya, pero incluso de
mostrar cuánta seguridad, oficio y talento se manifestaban ya en un joven
que apenas bocetaba sus primeras partituras.

Sonata para violín y violonchelo, ca. 1934


La Sonata para violín y violonchelo permaneció extraviada durante déca-
das; José Antonio Alcaraz afirmaba haberla estudiado con el propio Mon-
cayo, pero este crítico ya la daba por perdida en 1960. Redescubierta
por los herederos del compositor apenas en los años recientes –entre los
documentos olvidados de su acervo personal–, ha vuelto a salir a la luz y
constituye una de las recuperaciones más felices de las obras moncayanas
inéditas. El manuscrito original, escrito a lápiz, presenta una obra breve
en cuatro movimientos, cuyas indicaciones de tempo combinan español e
italiano, algo no muy convencional en la época: I. Poco aprisa y enérgico.
II. Despacio. III. Scherzo. Muy aprisa. IV. Rondó. Poco aprisa y rubato. Por
lo demás, la caligrafía, el punto musical y el lenguaje sonoro empleado
permiten datar esta obra alrededor de 1934, en un momento importante
para la formación del compositor. En efecto, esta sonata contiene recursos
que revelan las influencias del joven Moncayo en sus primeros años de
estudiante conservatoriano, con un esquema notoriamente neoclásico: sus
sonatas posteriores a ésta son en tres movimientos, y prácticamente no
volverá a usar la forma del rondó.

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Sonata para viola y piano, 1934
La Sonata para viola y piano es una de las obras de Moncayo que habían
permanecido más olvidadas durante décadas, aunque ha sido revalorada
en fechas recientes hasta el grado de haberse vuelto en la actualidad una
de las obras de cámara más gustadas y requeridas de su autor. A su resca-
te ha contribuido en gran medida la reaparición de la partitura manuscrita
original, que se tenía por perdida pero que se recuperó en 2010, entre los
papeles en posesión de los herederos del compositor. No se cuenta con
datos precisos de la fecha exacta de composición –no la tiene el manus-
crito original– ni de su estreno, aunque se suele ubicarla como obra muy
temprana, tal vez de 1934, y la caligrafía y el punto musical del manus-
crito permiten suponerlo así. Pertenece, pues, al momento del Moncayo en
formación, entre la recién descubierta Pieza para orquesta de cuerda y la
primera versión de Amatzinac, cuando el compositor comienza a descubrir
y a organizar los elementos que le permiten configurar una personalidad
propia en su lenguaje musical, los cuales ya se manifiestan en esta sonata.
Su estructura es clásica, o mejor dicho neoclásica, como la tendencia
estilística vigente en su tiempo; se organiza en tres movimientos: un allegro
de sonata, una canción y un scherzo con trío.

Sonata para violín y piano, 1936


La Sonata para violín y piano tuvo su primera ejecución el 15 de octubre
de 1936 en la Sala de Conferencias –hoy Sala Manuel M. Ponce– del
Palacio de Bellas Artes, dentro del segundo programa presentado por el
Grupo de los Cuatro; los ejecutantes fueron Francisco Contreras al violín
–a quien está dedicada la obra– y el compositor al piano. Si bien la obra
fue anunciada como “Sonatina” en el programa del estreno, la evidencia
documental hace indudable que se trató de esta Sonata, pues se conservan
dos manuscritos autógrafos de la obra: uno a lápiz, con el título de “Sonati-
na”, y uno a tinta, evidentemente posterior y ya con el título de “Sonata”, sin
cambio alguno en la obra. No queda claro por qué el compositor cambió
la denominación de esta pieza en sus primeras ejecuciones, tanto la de su
estreno como la de su segunda presentación, el 23 de agosto de 1938;
sólo se le anunció con su título definitivo a partir de su tercera ejecución,
en un concierto para Radio Universidad Nacional Autónoma de México
transmitido el 7 de agosto de 1939. Escrita después de su hermana para
viola y piano, la Sonata para violín y piano ya contiene en plenitud las me-
jores cualidades del lenguaje moncayano, con una tendencia más audaz
que en obras posteriores en lo que se refiere a la construcción armónica,
pues por momentos parece que su cromatismo se diluirá en una propuesta
atonal, sobre todo en el primer movimiento. Por lo demás, la estructura de
la obra se apega en general a los preceptos clásicos de la forma, muy a
tono con las tendencias neoclásicas de la época, en sus tres movimientos:
un allegro de sonata, una canción y un scherzo con trío; por cierto, en esta
obra se indican los tempi de cada movimiento en español, un caso muy
poco frecuente en Moncayo.

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Aria para violín, viola y violonchelo, ca. 1931-1935 homog
Entre los papeles que los familiares de José Pablo Moncayo conservan, se silenci
encuentra la partitura de un Aria, así titulada por el autor, para violín, viola bios r
y violonchelo. Si bien es claramente de su puño y letra, no se puede fechar de su
con exactitud el manuscrito, aunque es evidentemente anterior a 1935,
por la caligrafía y el dibujo musical. Es una breve pieza de tres páginas, Ama
toda ella en tiempo lento, pensada en efecto como un aire cantable, que El río
le otorga una preeminencia a la parte del violín, a la cual se le pide que los alr
dé “muy sostenido el sonido”, mientras que prescribe el uso de sordina relos.
para la viola y el violonchelo. De líneas melódicas austeras, podría decir- su am
se intimistas, es interesante en esta Aria un cierto manejo contrapuntístico varias
de las voces, a pesar del protagonismo del violín, lo cual destaca por no de sus
asociarse mucho el trabajo del contrapunto al lenguaje más característico una m
de Moncayo. evoca
para fl
Romanza para violín, violonchelo y piano, 1936 primer
Aunque no puede precisarse su fecha exacta de composición, no es aven- de ese
turado suponer que la Romanza para violín, violonchelo y piano haya sido ción P
concluida por José Pablo Moncayo en un momento cercano a su estreno, Danie
el 15 de octubre de 1936 en la Sala de Conferencias –hoy Sala Manuel concie
M. Ponce– del Palacio de Bellas Artes, dentro del segundo programa pre- parte
sentado por el Grupo de los Cuatro; en dicho programa también se estre-
nó la Sonata para violín y piano de Moncayo. De la Romanza se hicieron Zara
cargo en ese concierto Francisco Contreras al violín, Guillermo Argote al Ésta e
violonchelo y el propio compositor al piano. La crítica de aquel concierto de un
le dedicó su principal atención a la Sonata de Moncayo y ninguna a su tar la
Romanza, lo cual es un poco injusto para esta obra, que no desmerece de escrita
otras de este periodo formativo y marcadamente neoclásico del composi- una de
tor. Escrita en un movimiento, se trata de una pieza en el esquema tripartito po, co
que terminó por hacerse habitual en Moncayo, con sus tempi contrastados, Proba
el primero y el segundo denominados en español: “Despacio y cantado” y época
“Poco aprisa”, para volver al “Tempo 1°”. Es interesante observar cómo el
compositor presenta sus ritmos y acentos cruzados, que también se acaba-
ron por hacer característicos, sin cambiar de compás en la escritura, salvo
en el paso del tiempo alegre al lento y de vuelta.

Trío para flauta, violín y piano, 1938


José Pablo Moncayo estrenó al piano su Trío, acompañado de Miguel
Preciado a la flauta y César Quirarte al violín, en el concierto del Grupo
de los Cuatro que se efectuó el 23 de agosto de 1938 en la Sala de
Conferencias –hoy Sala Manuel M. Ponce– del Palacio de Bellas Artes.
Los mismos músicos repitieron la ejecución de esta obra en un concierto
para Radio Universidad Nacional Autónoma de México, transmitido el 7
de agosto de 1939. En la actualidad sólo sobreviven las tres partes instru-
mentales de esta obra. Es una pieza en un movimiento, con tres secciones
bien definidas que corresponden al formato tripartito típico del autor: la
primera, allegro - allegro moderato; la segunda, lento, y la final, allegro
moderato. Como en otras obras de éste, su periodo formativo, Moncayo
presenta en este Trío una escritura de compases aparentemente formal y

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homogénea, aunque en realidad juega ya con el contraste de valores y
an, se silencios en las líneas melódicas de los instrumentos para obtener sus cam-
, viola bios rítmicos, irregulares y asimétricos, que terminaron por volverse parte
fechar de su sello característico.
1935,
ginas, Amatzinac, para flauta y cuarteto de cuerdas, 1935
e, que El río Amatzinac –en náhuatl “arroyo o riachuelo de papel”– corre por
e que los alrededores de la cuesta sur del Popocatépetl, en el estado de Mo-
ordina relos. Seguramente Moncayo conocía bien esta zona en detalle, dado
decir- su amor por la naturaleza y su afición por el montañismo, que le llevó en
ntístico varias ocasiones al ascenso del célebre volcán. Al denominar así a una
por no de sus primeras composiciones que vio la luz pública, el autor estableció
rístico una marca de estilo que reiteró en las varias piezas cuyos títulos también
evocan conceptos de la naturaleza. Amatzinac existe en dos versiones:
para flauta y cuarteto de cuerdas y para flauta y orquesta de cuerdas. La
primera de éstas, concluida en 1935, fue estrenada el 25 de noviembre
aven- de ese mismo año, en el Teatro de Orientación de la Secretaría de Educa-
a sido ción Pública, en el primer concierto en el que presentaron juntos sus obras
treno, Daniel Ayala, Salvador Contreras, Blas Galindo y Moncayo, ese célebre
Manuel concierto de donde surgió su denominación de el Grupo de los Cuatro; la
a pre- parte de flauta estuvo a cargo de Miguel Preciado.
estre-
cieron Zarabanda
ote al Ésta es una pieza breve para piano solo sin fecha, cuyo manuscrito consta
ncierto de una sola página. Moncayo escribe tempo lento como queriendo retra-
a a su tar la naturaleza calmada y contemplativa de la zarabanda barroca. Está
ece de escrita en re menor. El manuscrito presenta en su extremo superior izquierdo
mposi- una dedicatoria a “Clarita”, refiriéndose a Clara Elena Rodríguez del Cam-
partito po, con quien contrajera nupcias durante la década de los cincuentas.
ados, Probablemente por esto podríamos inferir que la pieza pertenece a esta
ado” y época.
ómo el
caba-
salvo
Eduardo Contreras Soto, investigador del Cenidim
Rodrigo Sierra Moncayo

Miguel
Grupo
ala de
Artes.
ncierto
o el 7
instru-
ciones
tor: la
allegro
ncayo
mal y

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Érika Cano Magdaleno
Inicia sus estudios musicales en la Escuela Superior de Música. En 1995
gana el primer premio del concurso “Tuvie Maziel” organizado por la
Escuela Superior de Música. Posteriormente ingresa a la Escuela Nacional
de Música y se hace acreedora a la medalla Gabino Barrreda en 2009
otorgada por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha tomado
clases magistrales con Arón Bitrán, Almita Vamos, Radú Blidar, Joaquín
Torre, Nicolà Dautricourt, Misha Vitenson, entre otros.

Karen Cano Magdaleno


Inicia sus estudios musicales formales y de violín a los 6 años en la Es-
cuela Superior de Música con Mario Góngora y posteriormente con Dina
Garibova. Estuvo en un programa piloto para alumnos avanzados; llevó
el medio superior de la ESM a los 11 años y paralelamente tomó los Aníb
cursos correspondientes a su edad en la Escuela Nacional de Música, Egresa
donde estudió violín con el maestro Ivo Valenti, luego con el profesor Ángel INBA;
González Jaín y finalmente con el maestro Konstantin Saksonskiy I. Fue sa en
miembro de la Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música y de oro
de la orquesta de cámara La Sinfonieta de la ENM. Bajo la dirección de servat
Jorge A. Casanova. Es miembro de la Orquesta Juvenil Eduardo Mata de en fla
la Universidad Nacional Autónoma de México. Pontoi
el Cen
France
Mauricio Náder del pr
A partir de sus actuaciones en España dentro las Semanas de Música concu
de la Fundación Príncipe de Asturias en 1994, la presencia del pianista (Franc
mexicano Mauricio Náder Schekaibán se ha hecho cada vez más nota-
ble en importantes escenarios de veinte países del Continente Americano,
Europa, Asia y Medio Oriente. A los diecinueve años de edad debutó en
el Palacio de Bellas Artes como solista de la Orquesta Sinfónica Nacio-
nal. Actualmente es becario del Fonca en la categoría de Intérpretes con
Trayectoria Destacada. Desde 2006 es director académico y profesor de
piano del Centro Mexicano de Posgrado en Música.

Patricia Oropeza Keresey


Realizó sus estudios musicales en la Escuela Nacional de Música de la
UNAM y en el Conservatorio de Música del Estado de México, en donde
concluye la licenciatura de Instrumentista Musical en Viola. En 2011 cursa
el Diplomado en Musicología Histórica que ofrece el Cenidim, y el curso
Maestros de Capilla, impartido en el Museo Nacional del Virreinato. Par-
ticipó en el diseño de Planes y Programas de Estudio del Centro de Inicia-
ción Musical Infantil del Comem. Colaboró con Ediciones Mexicanas de
la música y con Rodrigo Sierra Moncayo en la revisión de la edición de la
Sonata para violín y piano de José Pablo Moncayo. Desde 1995 se desem-
peña como docente en el Conservatorio de Música del Estado de México.

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Dominique Petrich
Nació en la Ciudad de México. Realizó su carrera de violoncellista en el
Conservatorio Nacional de Música y en la Escuela de Perfeccionamiento
Ollin Yoliztli. Paralelamente desarrolló estudios de didáctica y pedagogía
musical. Como maestra de iniciación musical y de violonchelo ha impar-
tido clases por más de treinta años en instituciones públicas y privadas,
como el Instituto Artene, el Instituto Cultural Cabañas, el Instituto Colimense
de Cultura, la Escuela de Iniciación a la Música Ollin Yoliztli y el Programa
de Coros y Orquestas Juveniles de México. Desde hace más de veinte
años es miembro de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, con la que
participa en las producciones de ópera y ballet.

Aníbal Robles Kelly


Egresado con mención honorífica de la Escuela Superior de Música del
INBA; medalla de oro nivel superior y perfeccionamiento en flauta transver-
sa en la Escuela Nacional de Música de Ville d’Avray, Francia; Medalla
de oro nivel superior y perfeccionamiento en flauta transversa en el Con-
servatorio Nacional de Saint-Maur, Francia; Premio de Perfeccionamiento
en flauta y música de cámara en el Conservatorio Nacional de Cergy-
Pontoise, Francia; Diplôme d’État en enseñanza musical especializada en
el Centre de Formation des Enseignants de la Musique (CEFEDEM) Ile-de-
France, Francia, único músico mexicano con dicha certificación. Ganador
del primer premio del Concurso Leopold Bellan (Francia); 2do premio del
concurso UFAM (Francia); Mención en el concurso Musique en Picardie
(Francia) y semifinalista del Young Artists Competition (Cracovia, Polonia).

Rodrigo Sierra Moncayo


Es originario de Ciudad de México. A temprana edad inició su formación
musical estudiando órgano. En la Escuela Nacional de Música estudió
la licenciatura de Piano con el maestro Aurelio León. Con la maestra Ni-
nowska Fernández-Britto concluyó la carrera y efectuó estudios de música
de cámara, graduándose con mención honorífica. Ha participado con la
Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música y también ha cola-
de la borado como pianista, percusionista y chelestista en diversos escenarios.
donde Ha participado en diversas agrupaciones vocales como cantante, director
cursa y acompañante, entre los que destaca el coro de Escuela Nacional de
curso Música del maestro José Antonio Ávila, el ensamble representativo Vox in
o. Par- Concordia de la Universidad La Salle y el coro de Christ Church Parish de
Inicia- la comunidad anglicana en México, siendo de éste último el barítono so-
nas de lista. Actualmente es uno de los becarios del Taller de Dirección Orquestal
n de la del Sistema Nacional de Fomento Musical. Funge como director musical del
desem- LIEM (Laboratorio de Investigaciones Escénico-Musicales), fundado por el
éxico. maestro Enrique García Barrios.

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