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INSTITUTO TECNOLÓGICO PRIVADO

TUINEN STAR
CARRERA PROFESIONAL GUÍA OFICIAL DE TURISMO

TEMA

Los Borbones

ASIGNATURA: Historia del Cusco II

DOCENTE: Miguel Fernando Ucañani

ALUMNOS:
Luis Alberto Ojeda Davallo
Jhim Anderson Tumpay Huanca
Addler Aroni Choque Guevara
Jean Carlos Gutierrez Chipana
Jhon Kenny Chávez Aguirre

CUSCO-PERU

2019
Presentación

Este presente trabajo monográfico fue realizado con mucho esfuerzo y


perseverancia por parte de los integrantes del grupo designado, con el motivo
de dar a conocer la importancia sobre los Borbones.

En el transcurso de nuestra investigación pudimos descubrir muchas cosas


interesantes el cual daremos a conocer en este trabajo respectivo.
Introducción
Desde el siglo XVI, la casa reinante en España era de la familia Habsburgo,
de origen austriaco. En 1700 falleció el último rey de la dinastía, Carlos II,
sin dejar descendencia para el trono, lo que provocó el inicio de la llamada
Guerra de sucesión española. Luego de varios conflictos por el trono, Felipe
de Anjou, sobrino-nieto del difunto rey y quien estaba vinculado con la
dinastía francesa de los Borbones, hizo valer su derecho como legítimo
heredero de la corona española. Asumió el trono como Felipe V y
permaneció en él hasta 1746. Desde entonces, en España gobernaron los
Borbones, quienes en el siglo XVIII establecieron varias reformas con las
que se pretendió recuperar la hegemonía comercial y militar de España, así
como explotar y defender mejor sus recursos coloniales. Las reformas fueron
iniciadas por Felipe V (1700-1746), continuadas por Fernando VI (1746-
1759) y desarrolladas, principalmente, por Carlos III (1759-1788).
Índice
La Casa Borbón
La Casa de Borbón (en francés: Bourbon, en italiano Borbone) es una casa
real de origen francés (aunque la primera corona a la que accedió fue la
del Reino de Navarra), actual casa reinante en España y en el Gran Ducado
de Luxemburgo. El apellido Bourbon o, en España, Borbón procede de un
topónimo: el castillo de Bourbon-l’Archambault, situado en el departamento
francés de Auvernia (distrito de Moulins), por ser esta la casa matriz de todos
los nobles de esa estirpe que, según cuentan los genealogistas, descienden de
una rama secundaria de los Capetos, dinastía que gobernó Francia entre los
años 987 y 1328. Gobernaron primero en Navarra y Francia, pero para
el siglo XVIII los miembros de la Casa de Borbón llegaron a los tronos
de España y sur de Italia, destacando el Reino de las Dos Sicilias, además de
varios pequeños ducados y condados.
Orígenes
La Casa de Borbón es una rama de la Dinastía de los Capetos, la más
antigua dinastía real de Europa, que incluye a todos los descendientes
de Hugo Capeto. La rama de Borbón procede del décimo hijo del rey Luis
IX de Francia: el señor de Clermont, Roberto de Francia, que se casaría
con Beatriz de Borgoña, señora de Borbón. El primer duque de
Borbón en 1319 fue el hijo de ambos, Luis I de Borbón.

Esta casa real gobernó la Baja Navarra (desde 1555), y Francia (desde 1589)
de manera conjunta hasta 1789 (estallido de la Revolución francesa), cuando
el Reino de Navarra (Baja Navarra) fue abolido y su territorio integrado al
reino francés. La monarquía (constitucional desde 1791) francesa quedó
abolida en 1792, y el rey Luis XVI de Francia (y V de Navarra), fue
ejecutado en enero de 1793.
Posteriormente hubo una restauración, tras la caída del Primer Imperio
Francés en 1815; pero la Revolución de Julio les depuso otra vez y la rama
de Orleans tomó el poder entre 1830 y 1848, cuando la monarquía borbónica
fue abolida de manera definitiva.
El primer miembro de la Casa de Borbón en España fue Felipe de Anjou,
nieto de Luis XIV de Francia, que reinó durante 45 años con el nombre de
Felipe V, quien sucedió a los Austrias. Es en este periodo donde se
reemplaza el original francés Bourbon por su castellanización, Borbón.
En España, sus reinados se sucedieron de 1700 a 1808 (interrumpidos por
la guerra de la Independencia), de 1813 a 1868 (interrumpidos por
el Sexenio Democrático, incluyendo la Primera República),
de 1874 a 1931 (que dio paso a la Segunda República y, tras la guerra civil,
esta a la Dictadura de Francisco Franco) y desde 1975 hasta la fecha de
redacción del presente (2018).
Es de la línea española (Borbón-Anjou), desde donde se desprende, por
ejemplo, la línea de los gobernantes del Reino de las Dos Sicilias (Borbón-
Dos Sicilias), del Ducado de Parma (Borbón-Parma) y del Gran Ducado de
Luxemburgo (Borbón-Nassau). Los pretendientes del Imperio de
Brasil (Orleans-Braganza), al igual que los pretendientes orleanistas
del Reino de Francia (Borbón-Orleans), descienden de los Borbones
franceses.
Junto a la línea francesa (Bourbon), se encuentran otras ramas extintas, como
la de los príncipes de Condé (Bourbon-Condé) y la de los príncipes de
Conti (Bourbon-Conti), y también líneas ilegítimas que viven hasta hoy,
como la de los condes de Busset (Bourbon-Busset) y la incierta de los rajás
de Shergar (Bourbon-Bhopal).
Dinastías Borbónicas
El término «Casa de Borbón» generalmente se suele referir a la dinastía
capetiana de los Borbón, sin embargo, también puede describir a cualquiera
de las dos dinastías sucesivas, que anteriores a ésta, poseyeron el señorío
de Bourbon-l'Archambault, después convertido en ducado de
Borbón (1327).
Los primeros señores de Borbón fueron los descendientes de Aimar de
Borbón, señor de Souvigny, quienes se extinguieron por la línea masculina
en 1171. Por el matrimonio de la última descendiente de esta familia, Mahaut
de Borbón, con Guido II de Dampierre, el señorío pasó a una de las ramas
de la familia Dampierre en 1196. El hijo de ambos, Arquimbaldo VIII, tomó
el nombre y las armas de su madre, «de Borbón», así como sus
descendientes, quienes se extinguieron por la línea masculina en 1249. Por
el matrimonio de la última descendiente de esta rama, Inés de Borbón-
Dampierre, con Juan de Borgoña, este importante señorío pasó a manos de
la hija de éstos, Beatriz de Borgoña, señora de Borbón y después a su
marido, Roberto de Clermont, por «el derecho de su mujer» (iure uxoris). Su
hijo, Luis I, fue el primer duque de Borbón. La tercera casa de Borbón
accedió al trono de Navarra en 1555 con Antonio de Borbón, y luego al trono
de Francia en 1589, a través de su hijo Enrique IV.
El apelativo «Casa de Borbón», luego fue retomado para describir a la Casa
de Francia como un todo, oficialmente desde el 29 de junio de 1768, fecha
de la muerte de Elena de Courtenay, con la cual se extinguió la rama de
Courtenay, extinción que convirtió a los duques de Borbón en la única
dinastía de la Casa de Francia.
La llegada de los Borbones a España
En realidad los borbones siempre fueron los legítimos herederos de los reyes
españoles de la Casa de Austria. La hija mayor de Felipe III, Ana María, se
casó con Luis XIII, y fueron los padres de Luis XIV, además de ser
personajes importantes en la novelería del genial mulato Alejandro Dumas.
Posteriormente Luis XIV se casó con su prima hermana española, María
Teresa, la hija mayor de su tío carnal Felipe IV, y quienes a través de
Monseñor son los abuelos del Duque de Anjou, rey de España como Felipe
V. Es decir, un nieto de Felipe IV será el primer rey Borbón, y el salvador
de la existencia misma de España, como se verá.
Por otro lado, la soberbia alemana había sublevado la altivez castellana; lo
que hacía imposible que los españoles aceptasen como pretendiente a la
Corona un austria descendiente del emperador Leopoldo. La dignidad de
España y la legitimidad de la sangre ( nuestro primer Borbón era un medio
austria ) hicieron que el cardenal Portocarrero, arzobispo de Toledo; el conde
de Monterrey y otros grandes de España patriotas quisieron salvar a la patria.
Se reunieron para evitar el malvado desmembramiento de la Monarquía
española que deseaba la arrogancia teutónica, y persuadieron a Carlos II de
que prefiriera como heredero un nieto de Luis XIV, sobrino suyo además, a
un príncipe alejado de ellos y lleno de ordinaria altanería boche.

A pesar de estar moribundo, Carlos II le escribió de su puño y letra al Papa


Inocencio XII, y le expresó su angustia sobre la sucesión, y los dos partidos
contrapuestos que comenzaban a formarse en España. El papa escribió al rey
“que las leyes de España, las de la propia familia y el bien de la cristiandad
exigían de él que diera preferencia a la casa de Francia”. La carta del papa
era del 16 de julio de 1700. Trató este caso de conciencia de un soberano
como un asunto de Estado, mientras el rey de España hacía de este gran
asunto de Estado un caso de conciencia. El 2 de octubre de 1700 el rey de
España hizo un testamento en el que cedía todos sus estados al duque de
Anjou.

Tras la muerte del rey Carlos II no sólo estalla una Guerra Civil en España,
sino una guerra que se extiende a toda Europa, que tendríamos derecho a
llamarla Iª Guerra Mundial en cuanto que también participaron las colonias
americanas, además de casi todo el continente europeo ( Francia, España,
Austria, Italia, Holanda, Inglaterra, Bélgica, Baviera, Suecia, Rusia,
Portugal, Dinamarca, etc., etc. ). Su objetivo y botín era el viejo Imperio
Español, realidad portentosa nada baladí. El emperador Leopoldo comenzó
primero esta guerra en Italia, en la primavera del año 1701. Pero la resistencia
de los habitantes de Cremona frente al príncipe Eugenio, generalísimo de los
alemanes, fortaleció la causa borbónica. La bravura de franceses y, sobre
todo, de irlandeses reventó el sitio Cremona, y liberó la ciudad de las hordas
teutónicas. En seguida, Pedro, rey de Portugal, reconoce al archiduque
Carlos como rey de España. Y el consejo imperial, en nombre del
archiduque, desmiembra a favor de Pedro II una monarquía de la que no era
dueño todavía ni de una ciudad: le cedía el germano al luso, por uno de esos
tratados que jamás se han ejecutado, Vigo, Bayona, Alcántara, Badajoz, gran
parte de la Extremadura, todos los países situados al occidente del río de La
Plata en América, en una palabra, repartía lo que no tenía para adquirir lo
que no tenía en España. Pero esta traición a España indispuso el ánimo de
los españoles ( salvo el de los catalanes ) contra alemanes, ingleses, daneses,
suecos y holandeses principalmente. Incluso el rey de Portugal y el príncipe
Darmstadt, representante del archiduque Carlos, imploraron hasta el auxilio
del rey de Marruecos, Muley Ismael, un tirano bárbaro y sanguinario. Le
pidieron caballos, trigo y tropas.

Churchill, conde y luego duque de Marlborough, se convirtió en el


Generalísimo de los aliados contra Francia y la codiciada España, y el viejo
duque de Villars el jefe militar supremo de las fuerzas francoespañolas.
Villars, hombre de una sinceridad, patriotismo y honestidad totales, era por
sus altas cualidades y virtudes odiado por la corte de Versalles. Por eso nos
cuenta la anécdota Voltaire de que despidiéndose de Luis XIV, para tomar
el mando de las tropas, le dijo al rey: “Sire, voy a combatir con los enemigos
de Vuestra Majestad, y os dejo en medio de los míos”. Villars llevó las
fuerzas de Francia y Baviera a las puertas de la misma Viena, pero los celos
y odios de la Corte lo separaron como comandante en jefe del ejército, y la
suerte de los borbones cambió. Fue entonces cuando el partido borbón sin
Villars sufrió ante el genio estratégico del duque de Marlborough la terrible
derrota de Bleinheim en el que perdieron la vida cincuenta mil franceses. La
sorpresa y la consternación se apoderaron de la corte de Versalles,
acostumbrada a la prosperidad. La noticia de la derrota de Bleinheim llegó
en medio del regocijo por el nacimiento de un biznieto de Luis XIV. Nadie
se atrevía a comunicar al rey tan cruel verdad; fue necesario que madame de
Maintenon se encargara de decirle que ya no era invencible. El rey, después
de proferir los mayores denuestos contra una nobleza sembradora de cizaña,
hizo volver a Villars de su retiro de Cevennes para mandar los restos del
ejército del Este. Villar se encontró con el ejército de nuevo cerca de
Tréveris. Y los ánimos volvieron a los soldados.

La Guerra de Sucesión para el Imperio Español trajo desastres, algunos


definitivos, y otros coyunturales. La incompetencia de los generales
franceses que dirigían el frente del Norte nos causó la pérdida definitiva de
Flandes (batalla de Ramillies), por quien tanta sangre española se había
vertido durante doscientos años. Tras la conquista de Gibraltar en 1704 ( este
año se cumple en agosto el tercer centenario+un decenio de esta infamia ),
los ingleses conquistaron el Reino de Valencia y Cataluña. Los catalanes
aprovecharon entonces para asesinar a los castellanos en masa y violar
sistemáticamente a todas las castellanas. Sólo la nobleza del gran general
inglés, el conde de Peterborough, impidió que se cumpliera totalmente la
programada masacre y la violación. Los propios ingleses tuvieron que
ejecutar a veinte catalanes barceloneses para frenar en seco esta barbarie. A
propósito de Cataluña, el destino quiso que Carlos II hiciera heredero de su
Imperio a un borbón, porque si hubiera optado por el Archiduque Carlos es
seguro que la Guerra hubiera hecho de Cataluña un territorio francés ( quizás
lo mismo que Navarra ), pues que la Historia de Cataluña revela que los
catalanes sólo han tenido la opción histórica de ser españoles o ser franceses.
Del mismo modo que España hubiera quedado desmembrada, con
Extremadura y parte de Galicia en manos de Portugal, y gran parte de
Andalucía y Canarias en manos de los ingleses.

Pero el nieto de Luis XIV se sostenía por el afecto de la nación castellana,


que tiene a orgullo ser fiel, y que persistió hasta el final en su elección. La
constancia de los castellanos y los errores de los enemigos conservaron la
corona a Felipe V. El pueblo amaba a Felipe porque lo había elegido, y a su
mujer, hija del duque de Saboya, por la solicitud que ponía en agradarle, su
intrepidez superior a la de su sexo y su constancia activa en la desgracia. Ella
misma iba de ciudad en ciudad a animar los corazones, a excitar las
actividades y recibir las donaciones que le llevaban las gentes. De esta
manera, proporcionó a su marido más de 200.000 escudos en tres semanas.
Ninguno de los españoles que habían jurado ser fieles traicionó a Felipe.
Portugueses, austríacos e ingleses fueron hostigados y vencidos en todas
partes de España. España salvó a su rey y con ello a ella misma.

Reformismo Borbónico
Reformismo borbónico hace referencia al periodo de la historia de
España iniciado en 1700, en que Carlos II, el último rey de la Casa de
Austria de la Monarquía Hispánica, nombró en su testamento un mes antes
de morir a Felipe V de Borbón como su sucesor —lo que provocó la guerra
de Sucesión Española(1701-1714)—, hasta las abdicaciones de Bayona de
1808 en las que Carlos IV y su hijo Fernando VII, que le había obligado a
abdicar en su persona dos meses antes (Motín de Aranjuez), cedieron bajo
presión a Napoleón Bonaparte sus derechos a la Corona, que este a su vez
pasó a su hermano José I Bonaparte, lo que dio inicio a la guerra de la
Independencia Española.
Durante este período la nueva dinastía construyó una monarquía
absoluta centralista y uniformista que puso fin a la monarquía compuesta de
los Austrias de los dos siglos anteriores y aplicó políticas reformistas, parte
de ellas inspiradas en los principios de la Ilustración en España,
especialmente bajo los reinados de Fernando VI y de Carlos III.

El reinado de Felipe V (1700-1746): la


construcción del Estado Borbónico
Felipe V accedió al trono de la monarquía española en virtud del testamento
de su tío abuelo, Carlos II, enfrentándose a la casa de
Habsburgo. Castilla aceptó inmediatamente al nuevo rey, pero los reinos de
la Corona de Aragón, proclives en un primer momento, no tardaron en
adherirse a la causa del archiduque Carlos. Felipe V solamente contaba con
el apoyo de Francia y de los propios castellanos, contra la hostilidad del
resto, especialmente aragoneses, austriacos, británicos y holandeses,
temerosos de que se estableciera en España una monarquía de
corte absolutista al estilo francés. La victoria fue para los partidarios de
Felipe V y los Tratados de Utrecht en 1713 y de Rastatt en 1714 pusieron fin
al conflicto, no sin graves pérdidas para la corona en territorio europeo. La
instauración de los Borbones llevó a la firma de los llamados Pactos de
Familia con Francia que dominarían toda la política internacional española a
lo largo del siglo XVIII.
En represalia, Felipe V abolió los Fueros de Aragón y Valencia en 1707 e
impuso el Fuero de Castilla, al igual que en Cataluña y Mallorca. Las Cortes
de Aragón, las de Valencia y las de Cataluña dejaron sucesivamente de
existir, integrándose los representantes de sus ciudades, no así la nobleza y
el clero, en las Cortes de Castilla. Felipe V premió la lealtad del Reino de
Navarra y de las provincias Vascongadas a su causa, manteniendo sus
fueros. La nueva regulación se formulará a través de los Decretos de Nueva
Planta.

La Guerra de Sucesión Española y los Decretos


de Nueva Planta
El desenlace de la Guerra de Sucesión Española (1701-1714) supuso para
la Monarquía de España la entronización de una nueva dinastía, la Casa de
Borbón, a costa de la cesión de sus posesiones en Italia y los Países Bajos al
emperador Carlos VI, más Gibraltar y Menorca que pasaron a soberanía
del Reino de Gran Bretaña, y de la pérdida del control del comercio con el
Imperio de las Indias, a causa de la concesión a los británicos del asiento de
negros y del navío de permiso. Con todo ello se produjo, según Joaquim
Albareda, "la conclusión política de la decadencia española". Así pues,
Felipe V fracasó en la misión por la que fue elegido como sucesor de Carlos
II: conservar íntegros los territorios de la Monarquía Católica. 1
En política interna, Felipe V puso fin a la Corona de Aragón por la vía
militar y abolió las instituciones y leyes propias que regían los estados que
la componían (el reino de Aragón, el reino de Valencia, el reino de
Mallorca y el Principado de Cataluña) mediante los Decretos de Nueva
Planta de 1707-1716 que instauraron en su lugar un Estado, en
parte, absolutista, centralista y uniformista, inspirado en la Monarquía
absoluta francesa de Luis XIV, abuelo de Felipe V, y en la imposición de las
leyes de la Corona de Castilla al resto de territorios, salvo el reino de
Navarra, el Señorío de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava que conservaron sus
fueros por haber permanecido fieles a Felipe V —aunque por otro lado
el derecho privado de Aragón, Cataluña y Mallorca, se mantuvo—. Así pues,
se puede afirmar que los grandes derrotados de la guerra fueron
los austracistas defensores no sólo de los derechos del Carlos III el
Archiduque sino del mantenimiento de la monarquía compuesta o "federal"
de la Monarquía Hispánica de los dos siglos anteriores.1
Según el historiador Ricardo García Cárcel, la victoria borbónica en la guerra
supuso el "triunfo de la España vertical sobre la España horizontal de los
Austrias", entendiendo por "España horizontal", la "España austracista", la
que defiende "la España federal que se plantea la realidad nacional como un
agregado territorial con el nexo común a partir del supuesto de una identidad
española plural y «extensiva»", mientras que la "España vertical" es la
"España centralizada, articulada en torno a un eje central, que ha sido
siempre Castilla, vertebrada desde una espina dorsal, con un concepto de una
identidad española homogeneizada e «intensiva»".2
Además de la abolición de sus instituciones y leyes propias, para los estados
de la Corona de Aragón, la "Nueva Planta" de la Monarquía tuvo otras dos
importantes consecuencias. La primera fue el establecimiento
del absolutismo al desaparecer el freno que suponía para el poder del rey el
"pactismo" y las instituciones propias, que fueron sustituidas por una
administración militarizada, de inspiración castellana -Capitán General, Real
Audiencia, corregidores- y francesa -intendentes-, para controlar los estados
que habían sido "rebeldes". Y en segundo lugar el inicio o la aceleración del
proceso de castellanización de sus habitantes o al menos de parte de sus
grupos dirigentes, al declararse el castellano como la única lengua oficial. El
abate Miguel Antonio de la Gándara lo expresó así en 1759: «A la unidad de
un rey son consiguientemente necesarias otras seis unidades: una moneda,
una ley, una medida, una lengua y una religión»". Un proceso de
castellanización que tuvo un éxito sólo relativo, mayor en el Reino de
Valencia que en el Principado de Cataluña y en el Reino de Mallorca —en
la Menorca bajo dominio británico se mantuvo el catalán como lengua
oficial—. Según Joaquim Albareda, "más allá de esta presión política que
convertía en lengua oficial de la administración al castellano, hay que aclarar
que existió un perceptible fenómeno de diglosia en los estratos dirigentes
(nobleza, burguesía comercial, abogados y juristas) que arranca a partir del
siglo XVI, un fenómeno, como ha demostrado Joan-Lluís Marfany, de
carácter endógeno, por el que el castellano se convertía en el vehículo de
expresión en determinados usos sociales, especialmente en el ámbito escrito,
por un factor de prestigio social y cultural".

REFORMAS ADMINISTRATIVAS
Carlos III continuó con la política iniciada por Felipe V y, sobre todo, por
Fernando VI de convertir las colonias americanas en una fuente de riqueza
para la metrópoli y de ingresos para la Real Hacienda. Con esa finalidad se
culminó la reorganización de la administración americana para hacerla más
eficaz y para reforzar el Estado allí:
- Los borbones implementaron nuevas unidades administrativas en
América. Crearon virreinatos, como Nueva Granada y Río de la Plata;
capitanías, como Venezuela y Chile; y comandancias como Maynas.
- Se adoptó también allí la figura del intendente que sustituyó a los antiguos
gobernadores, corregidores y alcaldes mayores.
- Se puso fin a la venta de cargos que eran copados por los criollos, es decir
descendientes de españoles nacidos en América y, en su lugar se nombraron
funcionarios llegados de la Península.
- Se creó un ejército permanente para defender las colonias de Gran
Bretaña, especialmente, y se permitió que criollos y mestizos se incorporaran
al mismo, al no poder reclutarlo exclusivamente con peninsulares.
- Se elevaron los impuestos y el Estado amplió su monopolio fiscal a
productos como el tabaco, los aguardientes o la pólvora, lo que provocó el
descontento entre criollos, mestizos e "indios".

REFORMAS COMERCIALES y/o FISCALES


Lograr el incremento de la recaudación del fisco era uno de los objetivos
centrales de las reformas aplicadas. El nombramiento de una burocracia
profesional y asalariada junto con un ejército de carrera sumado a la
reactivación de los mercados permitió aumentar los ingresos fiscales de
forma muy notoria repuntando la economía general de la Corona. Intentaron
dar un impulso a la economía española, y fundamentalmente a la agricultura
que era el sector más importante, aunque sin alterar el orden social ni la
estructura de la propiedad existentes, sólo se hicieron repartos de tierras que
pertenecían a los concejos y estaban sin cultivar.
El resurgimiento de la industria de la minería de la plata fue una gran obra
borbónica logrando superar la depresión que había sufrido esta actividad en
el siglo anterior. Los nuevos descubrimientos, los incentivos fiscales y los
créditos fomentaron este cambio.
En el caso de México se llegó a cuadruplicar la producción de plata debido
a las inversiones en el campo de las innovaciones tecnológicas.
Tras la anulación de las dos concesiones comerciales hechas a Gran Bretaña
en el Tratado de Utrecht, que estaban siendo utilizadas para incrementar el
contrabando, se continuó con la política de revitalizar los intercambios entre
América y España, siguiendo las pautas del "pacto colonial", hacer de
América un gran centro exportador de materias primas e importador de
productos manufacturados de la metrópoli.
Hicieron grandes esfuerzos por contrarrestar la hegemonía comercial y
marítima de potencias rivales como Inglaterra y Holanda, prósperos países
impulsados por la Primera Revolución Industrial. El proyecto Borbón
contempló la renovación del sistema mercantil para que sus colonias sean
proveedoras eficientes de materias primas y consumidoras de las
manufacturas españolas. La Corona apoyó a la burguesía peninsular
favoreciendo la industria y protegiendo sus mercados. En este contexto se
fue liberalizando el comercio entre los puertos españoles y americanos, lo
que se consagró cuando Carlos III dio el decreto de Libre Comercio en 1778.
Los conflictos contra los contrabandistas y corsarios británicos,
holandeses y portugueses hizo necesario un mayor presupuesto para la
armada, el ejército y las milicias. También se construyeron poderosas
fortalezas y murallas para defender los principales puertos y ciudades de las
colonias.

REFORMAS RELIGIOSAS

La monarquía reivindicó el poder sobre la iglesia enfatizando la necesidad


de obediencia absoluta. Era importante que los asuntos eclesiásticos
estuvieran bajo el dominio del rey por lo que se eliminaron ciertos fueros
clericales y se reforzó el control sobre el pago del diezmo que los cleros
debían pagar. Las estructuras de la iglesia se reorganizaron para responder a
la política absolutista. La Inquisición también fue materia de ajustes ya que
esta institución debía velar por la aplicación de las nuevas medidas y
mantener el orden social en las colonias americanas.
Por otro lado, todos los miembros de la Orden Jesuítica que se
encontraban en los dominios americanos debieron exiliarse. Esto se produjo
en 1767 por orden de Carlos III. Esta medida mostró la fuerte decisión de la
corona por controlar la Iglesia. Un factor de peso fue precisamente que los
jesuitas siempre habían respondido al Papado y no al rey. Por tal motivo no
pagaban el diezmo como las otras órdenes y no respondían al control de las
autoridades españolas. Además, los jesuitas habían logrado una fantástica
acumulación de bienes y riquezas producto de sus diversas actividades,
inversiones y empresas que supieron llevar adelante.

Reformas Político y Administrativas


Para controlar mejor sus posesiones la Corona creó nuevas jurisdicciones
territoriales y sustituyó a los Corregimientos y sus funcionarios por
Intendencias.

Virreinato de Nueva Granada


Se estableció en 1717 y abarcaba Panamá, Nueva Granada (hoy Colombia),
la audiencia de Quito y los territorios amazónicos hasta la desembocadura
del Amazonas. Su capital fue Santa Fe de Bogotá.

Virreinato del Río de la Plata


Se creó en 1776 al sur del virreinato peruano, con capital en Buenos Aires.
Su creación, como en el caso de Nueva Granada, obedeció a la necesidad de
protección y control de las costas del Atlántico Sur y el paso al Pacífico.

Las intendencias
Eran divisiones político-administrativas que se crearon para centralizar el
poder. Los intendentes vigilaban el desarrollo económico.
Límites del Virreintato del Peru en 1803

Militares
Los constantes ataques de corsarios, bucaneros y piratas pusieron en
evidencia la necesidad de reorganizar totalmente las defensas americanas.

El ejército de defensa
Estuvo compuesto por tres unidades: el ejercito de dotación, el ejercito de
refuerzo y las unidades milicianas. Las primeras milicias estaban
organizadas según las disposiciones de los antiguos reglamentos del siglo
XVII.
Las nuevas milicias
Se organizaron en torno a los grupos de población y con la participación de
las autoridades municipales o el capitán de guerra. Se establecieron varias
unidades al mando de los más notables de cada localidad y se agruparon por
profesiones (de comercio, de sastres), por etnias (de blancos, de negros) o
por jurisdicciones (urbanas, rurales).

Comerciales
Su objetivo fue centralizar los beneficios de las colonias en la metrópoli, para
ello, se modificaron el sistema tributario y el comercio trasatlántico.

Los impuestos
La nueva política suprimió la interminable lista de impuestos existentes para
sustituirlas por una nuevo, al valor de 6% sobre algunos productos españoles
y 7% sobre los productos extranjeros. Además, se crearon aduanas
encargadas de recaudar impuestos en Cochabamba, La Paz, Buenos Aires y
Arequipa.

El libre comercio
Permitió la apertura de nuevos puertos, tanto en América como en España.
Pese a su nombre, este reglamento no significó el libre comercio con las
potencias extranjeras, sino que mantuvo la restricción de comerciar solo con
la metrópoli.
Conclusión
CAUSAS.

*Corrupción en la administración de las colonias.

*Mayor presencia en el continente americano de potencias hostiles como


Inglaterra.

*Exceso de mercancía de contrabandos, inundaban el comercio de las


colonias españolas y le restaban ganancias a los productos que España les
vendía a estas.

*Querer limitar el exceso de poder que la aristocracia criolla y el clero habían


logrado

° Buscar una mayor centralización colonial.,

° Reformar al gobierno con la institución de intendencias que reemplazaran


a los funcionarios «corruptos» en el interior.

° Establecer un fortalecimiento de la presencia militar para protegerse de


ataques enemigos.

° Limitar el poder eclesiástico por medio de los ataques a la propiedad y los


privilegios de la iglesia.

CONSECUENCIAS

° Mayor control por parte de la corona española con sus Colonias


° Ingresos mayores por parte de las colonias a la Metrópoli (ESPAÑA)
° Imperio Español fuertemente Centralizado
° Descontento popular de las colonias hacia las reformas y sus reyes
° Empobrecimiento de las colonias españolas por las reformas económicas
° Revueltas de descontento.
° Disminución del desarrollo industrial de las colonias.

Las reformas borbónicas en la Nueva España fueron la serie de cambios


administrativos aplicados por los monarcas españoles de la casa de Borbón
a partir del siglo XVIII en el Virreinato de Nueva España. Estas reformas
buscaban remodelar tanto la situación interna de la península como sus
relaciones con las colonias. Ambos propósitos respondían a una nueva
concepción del Estado, que consideraba como principal tarea reabsorber
todos los atributos del poder que había delegado en grupos y corporaciones
y asumir directamente la conducción política, administrativa y económica
del reino.
Estas reformas de la dinastía borbónica estaban inspiradas en la Ilustración
y pretendían alcanzar el control directo de la burocracia imperial sobre la
vida económica. Las reformas intentaron redefinir la relación entre España y
sus colonias en beneficio de la península. Aunque la tributación aumentó, el
éxito de las reformas fue limitado; es más, el descontento generado entre las
élites criollas locales aceleró el proceso de emancipación por el que España
perdió la mayor parte de sus posesiones americanas en las primeras décadas
del siglo XIX y unos años después.

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