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INSTITUCIÓN:

UNIVERSIDAD ETAC ALIAT UNIVERSIDADES

ALUMNA:
BERENICE MONSERRATH VERGARA HERNANDEZ

TEMA:

EL DOCENTE COMO PROFESIONAL DE LA ENSEÑANZA

MATERÍA:
PROFESIONALIZACION DOCENTE

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INTRODUCCIÓN
Frente a los numerosos desafíos del porvenir, la educación constituye un instrumento
indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y
justicia social.

La educación tiene la vocación de permitir a todos sin excepción hacer fructificar todos sus
talentos y capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse
de sí mismo y realizar su proyecto personal.

Se presenta un ensayo donde se realizó una investigación donde como profesor y/o como
alumno se habla acerca del docente como profesional de la enseñanza, la importancia de
la profesionalización en el ámbito docente, ¿realmente se aplica? ¿Es un arte o una
ciencia? ¿Cómo puedes contribuir a la calidad de la educación?.
Por otra parte, en otro escenario, un maestro o una maestra pueden dar la impresión de estar
muy capacitados y dar clases muy artísticas. Saben jugar con las palabras; usar la cadencia de su
voz y el ritmo de su discurso para crear una atmósfera de suspenso, y parece que la mayoría de los
alumnos disfrutan de la lección y responden a ella.

Estos docentes, sólo favorecen al alumnado de clase media y que el alumnado no interioriza las
enseñanzas, sino que interioriza estrategias de defensa. Puede que sea una forma artística de
enseñar, pero, ¿para quién? Todos estos son motivos para oponerse a las explicaciones científicas.

Las ciencias social y educativa son todavía muy jóvenes, son imperfectas y han aparecido
preguntas acerca del fracaso o la inconsecuencia de buena parte de las investigaciones educativas.

La sociología conmueve las opiniones recibidas y carentes de sustancia, identificando y


exponiendo cuestiones importantes. La mejor forma de enseñar, la buena enseñanza, su
propósito, qué debería aprender el alumnado… éstos son temas respecto a los cuales la gente
tiene un punto de vista sólido. Pero no son siempre importantes cuando se la adoptan como
dogma de fe.

Si bien hay personas que objetan a estas tendencias desacreditadoras y desmitificadoras y que
adoptan las ciencias sociales, hay otras que arguyen, en ciertos momentos, esta ciencia consigue
exactamente lo contrario.

De este modo, “se usa la mística propia de la ciencia para defender la reputación de las escuelas
frente a sus críticos”. Aunque para el autor esto no funcione así por la razón de que los expertos
no conocen toda la historia sino parte de ella, los que saben más son los docentes.

La ciencia, a pesar de sus enormes contribuciones y su potencial, sigue siendo una segunda
cultura. El público en general, no comprende demasiado la ciencia; en la universidad sigue
habiendo más estudiantes que eligen materias de Humanidades, y la propia enseñanza de las
ciencias en las escuelas tiene una reputación bastante pobre.

A pesar de las limitaciones la ciencia ha hecho importantes contribuciones a la enseñanza, pero


también ha producido efectos nocivos. En concreto ha simplificado, excesivamente ciertas

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situaciones complejas; ha dado prioridad al futuro (bajo la forma de objetivos) sobre el presente
(procesos); ha objetivizado el conocimiento, considerándolo como algo aprehendido
cognoscitivamente y mensurable cuantitativamente; y ha potenciado también la estandarización y
la uniformidad. Sin embargo, la enseñanza es una actividad socialmente construida y es un
proceso cuyas características pueden variar de un individuo a otro, de un contexto a otro.

La ciencia también es, una actividad socialmente construida, que nos permite definir lo que
deseamos regular y controlar.

La ciencia ha hecho importantes contribuciones a nuestra comprensión de la enseñanza, pero en


relación con las realidades actuales, sólo logra alcanzar una parte (y no necesariamente la más
importante) de esta actividad docente.

Una renovada institución educativa, es una nueva forma de educar, requiere una
reconceptualización importante de la profesión docente y una asunción de nuevas
competencias profesionales en el marco de un conocimiento pedagógico, científico y
cultural revisado.

Es decir, la nueva era requiere un profesional de la educación distinto. Pero no podemos


analizar los cambios de la profesión docente sin obviar que ello ha planeado durante
muchos años alrededor del debate sobre la profesionalización docente, y como dice
Labaree (1999:20): “existe una serie de razones para creer que el camino hacia la
profesionalización de los docentes se encuentra lleno de cráteres y arenas movedizas: los
problemas propios que surgen al intentar promocionar los criterios profesionales dentro de
una profesión tan masificada, la posibilidad de la devaluación de las credenciales como
consecuencia del aumento de los requisitos educativos, el legado nivelador de los
sindicatos de la enseñanza, la posición histórica de la enseñanza como forma de trabajo
propio de las mujeres, la resistencia que ofrecen los padres, los ciudadanos y los políticos
a la reivindicación del control profesional de los centros escolares, el hecho de que la
enseñanza se haya incorporado tarde a un campo plagado de trabajos
profesionalizados, la previa profesionalización de los administradores de los centros
y el poder atrincherado de la burocracia administrativa, la prolongada tradición de
llevar a cabo reformas educativas por medios burocráticos y la diversidad de
entornos en que tiene lugar la formación del profesorado.”

Aquí cabe preguntarse, ante tantas dificultades para asumir una profesionalización
docente, ¿cuáles son las competencias necesarias para que el profesional de la
docencia asuma esa profesionalización en la institución educativa y tenga una
repercusión educativa y social?.

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Cuando el profesor o profesora se incorpora por primera vez al trabajo en un centro
escolar, lo hace con la ilusión y preocupación lógicas en un principiante,
generalmente joven, y durante un período no desdeñable su situación y actividad
profesional están trufadas del deseo o la necesidad de ser aceptados, de asimilar
lo que hacen los compañeros, de aplicar lo aprendido durante la formación inicial,
también por la inevitable reproducción de pautas aprendidas durante su propia
escolaridad, todo ello mezclado con el temor a no controlar la clase (la disciplina, la
atención a demandas y necesidades diversas) y cumplir la programación; en
definitiva, se incorpora con una gran inseguridad que generalmente se afronta y
supera en soledad- sobre cómo responder al día a día en el aula y en la escuela,
sin haber tenido en la mayoría de los casos la oportunidad de aprender realmente
los saberes más prácticos del oficio, ni cómo movilizar los saberes teóricos y las
metodologías aprendidas, y como generar conocimiento a partir de la reflexión sobre
la práctica.

Se podría decir que esta idea de la profesionalización para el campo de la educación


no es nueva, sin embargo aparece con mayor fuerza en la actualidad.

El discurso de la profesionalización docente aparece prácticamente como


omnipresente en nuestra vida docente: las autoridades educativas recurren a este
discurso, los organismos internacionales lo hacen centro de sus recomendaciones,
los medios de comunicación lo repiten, los padres lo exigen, las instituciones
educativas se hacen eco, los sindicatos lo usan y repudian a la vez, etc. Por otra
parte, este discurso también tiene que ver con los docentes que se forman y cómo
impacta en esta formación considerar a los docentes como profesionales.

Entendemos el desarrollo profesional docente como "la capacidad de un profesor


para mantener la curiosidad acerca de la clase; identificar intereses significativos en
el proceso de enseñanza y aprendizaje; valorar y buscar el diálogo con colegas
expertos como apoyo en el análisis de datos" (Rudduck, 1991, en Marcelo, 2002).

Se exige al docente, incluso demasiado, cuando se espera que colme las carencias
de otras instituciones también responsables de la enseñanza y la formación de los
jóvenes.

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Las nuevas tecnologías han hecho entrar a la humanidad en la era de la
comunicación universal; eliminando la distancia que contribuyen poderosamente a
forjar las sociedades del mañana. Como docentes y/o como alumno debemos
utilizar todas las herramientas que la tecnología u otros campos nos ofrecen para
llevar a campo la tan anhelada profesionalización ya que el trabajo del docente no
consiste solo en transmitir información ni siquiera conocimientos, si no en
presentarlos en forma de problemática, situándolos en un contexto y poniéndolos
los problemas en perspectiva de manera que el alumno pueda establecer el nexo
entre la solución y otras interrogantes de mayor alcance.

CONCLUSIÓN

Nunca se es en vano insistir en la importancia de la profesionalización docente y

por ende en la calidad de la enseñanza, ya que entre más dificultades presente el

alumno el docente debe desarrollar sus capacidades e ir más allá, de ahí nos da

respuesta a la pregunta si es ¿un arte o una ciencia? . A mi consideración es un

arte, ante los retos que nos enfrentamos en un mundo globalizado. La gran fuerza

de los docentes es la del ejemplo al manifestar su curiosidad y apertura de espíritu

y transmitir la afición del estudio y se debe cultivar en los futuros maestros las

cualidades humanas e intelectuales adecuadas.

El mundo en su conjunto está evolucionando hoy tan rápidamente que el personal

docente, como los trabajadores de la mayoría de las demás profesiones, ya que se

debe admitir que la formación inicial no es suficiente y a lo largo de su existencia

los profesores tendremos que actualizarnos y perfeccionar los conocimientos y

técnicas.

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

 ALIATUNIVERSIDAD. (2008). Profesionalización Docente. 2018, de ETAC


Sitio
web:http://etac.clientes.tralcom.com/tcetac/cursos/Profesionalizacion_D
ocente_Contenido/S4/s4_01.html?id_examen_act=1&id_inscripcion=710
601

 DELORS, J. (2008). LA EDUCACIÓN ENCIERRA UN TESORO. MEXICO: SIGLO


XXI EDITORES.
 Imbernón ,F.. (2000). LA PROFESIÓN DOCENTE ANTE LOS DESAFÍOS DEL
PRESENTE Y DEL FUTURO. 2018, de Universidad de Barcelona Sitio web:
http://www.ub.edu/obipd/docs/la_profesion_docente_ante_los_desafio
s_del_presente_y_del_futuro_imbernon_f.pdf
 Sarramona, J.. (2011). ¿Qué Significa ser Profesional Docente en la
Actualidad?. 2018, de revista portuguesa de pedagogía Sitio web:
file:///C:/Users/maestra/Downloads/1333-1-3493-1-10-20120928.pdf

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