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ENERGÍA ALTERNATIVA EN EL PAPEL

Hace algunos años investigando sobre el tema energético en Bolivia y sus proyecciones
a futuro, revise la Memoria Anual 2015 de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE)
donde se planteaba la necesidad de invertir en fuentes de energía alternativas (en base
a recursos renovables como la energía eólica, solar, geotérmica y biomasa), un
compromiso de Bolivia por el cual se reconocía la necesidad de ampliar la generación de
energía hacia los lugares más remotos del país donde no era viable la extensión de un
tendido eléctrico convencional y así satisfacer las necesidades de esas poblaciones
aisladas del Sistema Interconectado Nacional de Energía Eléctrica. Hasta ahí se
vislumbraba un escenario esperanzador para el país, en la medida que se cristalicen estas
proyecciones tendríamos la posibilidad de reducir la dependencia de los combustibles
fósiles y gas natural en la generación de energía eléctrica sin embargo otra sería la
realidad.
En primer lugar. debemos mencionar que en la Memoria Anual 2015 de ENDE se señala
una proyección de la matriz energética de Bolivia para los próximos 10 años. El año 2015
se tenía una matriz energética compuesta por Termoeléctricas (69%) Hidroeléctricas
(25%) Ciclo Combinado (4%) y Alternativas (2%), que para el año 2020 tendría una
participación del Ciclo Combinado en un 34%, Hidroeléctricas (30%), Termoeléctricas (27%)
y 9% provenientes de Alternativas. Finalmente, al año 2025 la matriz energética se
consolidaría con una dependencia mayoritaria de Hidroeléctricas con un 74%, Ciclo
Combinado (12%), Termoeléctricas (10%) y Alternativas con un 4% casi marginal. La
potencia de generación instalada pasaría de 1.600 MW (Megavatios) al 2015 a 4.800 MW
(2020) que finalmente alcanzaría los 13.382 MW consolidados como meta al cabo de los 10
años proyectados.
De acuerdo a la Memoria Anual 2017 de ENDE donde se tiene un cuadro histórico de la
generación de energía eléctrica en Bolivia (2005-2017) se tiene que la matriz energética
sigue manteniendo el patrón dependiente de la quema de combustibles fósiles, las
termoeléctricas representan actualmente el 65,93% (1.308,2 MW) de la generación total
de energía eléctrica, las hidroeléctricas un 30,40% (603,2 MW) y las Energías
Alternativas (Eólica, Solar y Biomasa) tan solo un 3,68% (73 MW) haciendo un total de
1.984,37 MW de energía eléctrica generada como país.
La meta proyectada al 2020 representa un crecimiento de 200% respecto a la capacidad
de producción en 2015 difícilmente podrá ser alcanzada con el actual ritmo de
crecimiento de la generación de energía eléctrica en Bolivia, hablamos de un ritmo de
crecimiento de 5,64% promedio de los últimos 13 años en los que solamente se logró
incrementar 946,67 MW desde el año 2005 al año 2017. Si a 2017 tenemos una potencia
instalada capaz de generar 1.984,37 MW nos encontramos con un saldo por completar
2.815,63 MW de potencia de generación instalada en los próximos 3 años.
Las energías alternativas por su lado tienen una participación casi marginal en la matriz
energética actualmente, hablamos de las 3 fuentes disponibles en el país (eólica, solar y
biomasa) solamente generan 73 MW teniendo un saldo de 359 MW por desarrollar de
hasta el 2020 de acuerdo a las proyecciones formuladas desde ENDE. El ritmo de
crecimiento ha tenido un comportamiento en promedio de 18.93 % anual tomando como
punto de partida la gestión 2007 hasta la gestión 2017. Nuevamente este ritmo es
insuficiente para llegar a la meta establecida al año 2020.
Las energías alternativas en Bolivia están siendo subestimadas en cuanto a su potencial
real, el enfoque utilizado por ENDE presenta contradicciones cuando señala que el
objetivo de las energías alternativas es llegar hacia las zonas donde la electrificación
convencional resulta inviable técnica y económicamente, sin embargo actualmente
existen estaciones eólicas, solares y de biomasa que transfieren electricidad al Sistema
Nacional Interconectado, es decir siguen un criterio de producción a escala cuando estas
deberían seguir un patrón de generación localizado para abastecer comunidades
específicas. Las llamadas “fugas de transmisión” de energía eléctrica a través de grandes
distancias son una constante en todas las formas de generación de energía disponibles,
pero dado que las termoeléctricas, ciclo combinado e hidroeléctricas tienen dimensiones
de producción a escala para proveer de energía a ciudades enteras estas pérdidas son
posibles de asumir sin afectar la eficiencia del servicio sin embargo las fuentes de
energías alternativas en general promueven la generación de energía eléctrica en situ,
para evitar justamente que se den mermas de energía y se comprometa la eficiencia del
servicio al tiempo de ser transmitida para su consumo.
Existe un escenario adverso para la matriz energética vigente ya que el país sigue
dependiendo en la quema de combustibles fósiles (gas natural y diésel) para la generación
de energía eléctrica, las caídas en la producción de hidrocarburos y la urgente necesidad
de capitales para la exploración de nuevos yacimientos hacen que la incertidumbre se
cierna no solo sobre el futuro económico sino también energético boliviano.
Por su lado otros países de la región han dado pasos gigantescos en materia de las
energías alternativas y se han convertido en ejemplos a nivel mundial, tal es el caso de
Chile que a febrero de este año consolidó instalaciones fotovoltaicas (energía solar) con
una potencia que alcanza los 2.04 gigavatios (GW) es decir 2.040 MW, mucho más que el
total de producción de toda la matriz energética de Bolivia (1.984,37 MW).
Vale la pena reflexionar acerca de la realidad energética del país, se anunció
innumerables veces que Bolivia sería el corazón energético de la región, como van las
cosas nos estaríamos conformando con ser un simple apéndice.

Por: Carlos Armando Cardozo Lozada


Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del
Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía

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