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1896
ALBERTO LEDDe .
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7 7
1896
I
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A CI,ARA LUNA
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A FltRNANDO I.ATAPI
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(Dtl Diario intime de un t-x-gr ,lrnt'te de ]a Armada
N t\cion¡:.l. )
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y las figuras queridas, las fechas olvidadas, los
parajes que no volveré á ver jamás,'surg,en en tor-
no mio alumbrados por la ensangrentada luz
relámpagos y por los cirios eléctricos que murmu-
rau la salmodia en torno del catafalco.
JI pleut sur la ville
.... Llueve sobre la ciudad, sí, como llueve
eternamente, constantemente dentro de mi cora-
zón! . . .. Pier re Douairé! IEl paralelo 25 .... !
!Octubre de 84 t. ...
11 pleut sr la ville
Comme il pleure dans mon coeur.
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I
A MI HERMANA CONCHA
*
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Se confes6 el novio de Luisa: le dijo al padre
que no era mas6n, que nunca sería, que Luisa ha-
bía sido su ángel salvador y que pedía humilde-
mente ser absuelto para unirse en matrimonio con
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JI
A EVANGELINA SIERRA
"Antonia mía:
Desde que te ausentaste visita la casa un joven
muy simpático, que parece fijarse en mí; está em·
pleado en un escritorio, se viste muy bien, es muy
fino y creo que pronto va á dec1arárseme. Te man-
do por express los moldes de la pelerina yel forro
para tu vestido negro. Sabes que te quiere.
- fuana. II
"Chulísima Antonia:
Anoche, en el baile que da el generai todos los
-años á su hija mayor. el joven de quien te hablé
en mi anterior me dijo muchas cosas que ya te
contaré; bail) to.ia la noche :onmigo y desde
me man.da flores casi todos los
- 20 " •
"Querida Antonia:
E-:;toy tristísima. Imagínate que el joven de
quien te hablé me creyó hermana de las hijas del
general; pero tan luego como supo que yo era una
arrimada, ha dejado de ofrecerme flores y ahora
se las ofrece á Lupe. la nis.a de la cása. Di·
chosa tú, Antonia mía, que has conseguido vivir
libre y que puedes mantenerte dando tl1S clases.
Quisiera yo meterme á un convento, huir de la
ciudad, ir allá al pueblo en que tú vives para tran-
quilizar mi espíritc. Compadece á tu desgraciada
amiga
Juana. "
•
"Antonia mía:
Figúrate que ya Lupe y el joyen que bailó con·
migo tienen relaciones. Y yo 10 veo, ¡chula I Y
todas las tardes el cochero le sube fiares á I.Jupe
como antes me guardaba á mí las mías el ama de
llaves,
¡Te acuerdas cuando se casó la otra hija del ge-
neral? También el que es alIara $U esposo me ena·
moró antes que á Decididamente quiero ser
monja; después de todo, na de ser una vida muy
bonita. Dicen que en los Estados Unidos las dejan,
andar en las calles con sus hábitos Y sf vieras. el
-!1--
•
III
A GABRIELA LATAPI
Monólogo de Autonia
Acaba de leer la última carta de Juana, su amiga
íntima, la huérfana de la casa del general, y se dis-
pone á contestar. Antonia no es bella; perdió á la
madre y vive sola en un pueblo, encargada de la
dirercción de una escuela.
IJuanita venir á este pueblo! murmura. ¡Vamos!
"'.creerá que aquí hay bailes y matrimonios y fiestas
religiosas. ¡Pobrecilla, se ha de imaginar que aquí
la galantean á uno los pollos guapos y elegantesl
¡Si viera á mi oso, á mi Jefe Político CQ:¡ su vien-
-tre de tonel, su morena siempre sudosa, sus
modalotes de guerrillero y susftoresl ¡Ahl ¡SUS
flores .. " ,
- i Que chula es usté, nUla!
y tener que soportarlas ó renunciar á la escue-
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IV
A TERESA LOZANO
•
V
A LUISA SUBE RVILLE
VI
CIar.
Sobre el altar mayor, un Cristo colosal: junto á
la Cruz. la Madre Dolorosa; y en los extremos del
altar, sobre los ángulos blanquísimos, des cirios,
amarillentas llamas temblaban. .
Arriba, en la bóveda, á través de los cristales
rotos de los tragaluces, entraban altempto los
pájaros y los rayos del sol.
Llegó el oficiante frente al altar y se iacUnó re-
verenciosamente; el monaguillo. vestido con sota o
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,
1fo
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.... y después de leer la carta de la madre de
Doualré, pensé en mi madre y en mi primera co-
munión .... También hubo muchas dores y muo
cha luz sobre el altar mayor. también comulgaron
muchas veladas de blanco y entre ellas,
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quizá también alg,u na' me gustaba ...... y aquella;;,
maftana estival. cuando Douairé me ensefló S11
carta de Bretafia, á bordo del cafionero anclado
en las esmeráldicas aguas del mar de Campeche.
también pensé en que mi madre debe haber nora-
do mucho. ¡mucho, Dios mio\ la prolongada au-
sencia de su hijo ingrato.
*** -
**...
El sacerdote se inclina, suena vibrante la cam-
panilla, y resplandece blanquisima la hostia an te
la anoración rle los fieles.
Yo. arrodillado, miro con las pupilas de mi al-
ma que todos desaparecen; solo queda el pan de
los ángeles entre los dedos del oficiante. resplan-
deciendo como astro, Junto á l-a delicada cabecita
de la Amada.
¡ No amada nifta, no. jamás sabrás q.ue te am()
tanto! "La tierra está ('ansada de dar Bores."-
Mi alma no tiene ya qué ofrecerte, ha despilfarra ·
do locamen te los tesoros de su sensibilidad y sol()
posee SODl Isa s iróuicas para los aSllDtos de amor
y deseos de paz, de c011Ifort, de bienestar. Y sin
embargo, ¡qué delicia mirarte á través del blanco
círculo eucarístico! ¡cómo fulguran tus miradas
lanzando destellos de bondad r. , .•
Allá, sabrás que te amQ, allá cuand() la Visita-
dora nos presente el programa de Ja
nación; pero an . adorarte asf, cere,a del
delicioso consuelo de creyentes y de las almas
buenas.
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Par Domini su sempcr vobistttm. . .. y ya que
- '1'1 "
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'" '"
.... Seguirá el sol su carrera díada, vendrá la
siniestra claridad entristecedora de la tarde cuan-
do va á morirse, volverán mis terrores nocturnos
y el tenebroso silencio que habita conmigo mi
aislada celda tan lejana de la vida orgiástica de
los noctámbulos; pero el momento delicioso de mi
éxtásis, frente á Madona y frente al pan eucadsti-
co, no volverá jamás. ·
PA.RA. LAS SP..lTAS. LUZ y BLA.NCA.
- SEGOVIA
.
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Allá, muy cerca de la cima del Ajusco, agreste
y proJongada en asperezas. . .. allá en el monte,
existe una cruz rústica y grosera, en cuyos brazos
se lee: M argarito Camacho.
Cuando sale el sol y dora las cúspides de las
montafias, alumbra de lleno el nombre del niito
indígena. . .. y con frecuencia. tam bién, algún
pajarillo, que se bafia de luz y de aire en aquellas
silenciosas regiones elevadas, se sobre un
brazo de la nlstica cruz y lanza desde allí su ale-
gre grito de libertad.
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A BItRENICE ARNOUX
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f .. MARGARITA KLEINHANS
maba. .
Cinco crepúsculos vespertinos ántes de éste en
que Dofta Lola salia del templo. una idea sú-
bita iluminó su cerebro senil: envenenar á la pe-
rrita; pero le detenía en la ejecución de su idea,
la incertidumbre sobre la gravedad de! pecado. si
sería moral ó venial simplemente. Si le
bastaba para obtener el perdÓn, rezar un rosario ó
leer una página de las "Florecitas de María; pero
si era mortal? ¿Si era de aquellos que sólo borra
la absolución del director espiritual? Para resol-
ver esta cuestión sutil y delicadísima de concien·
cia, acudió Dofta Lola aquella tarde de Noviem-
bre á la sacristía de la Encarnación. á consultar
con el sefior Presbítero X .... á quien en remotal
épocas había mordido un can.
El seftor Presbítero amaba á los hombres, por-
que así 10 . prescribe el Evangelio; pero ni San
Juan, ni San ' Mateo, ni San Marcos, ni San Lúcas,
ni Concilio alguno ordenan amar á los perros; y el
seftor Presbítero X .... odiaba á los canes. con el
odio acumulado en su corazón por cinco genera-
ciones de indígenas.
- ¿Será pecado mortal. padre, envenenar a la
"Traviata?" preguntó Dofta Lola con melídua
voz.
Punzó la antigua cicatriz de la mordida en la
pantorrilla del seftor Presbítero, y reprimiendo una
exclamación apeyó en su diestra la hronceada fren-
te, agitó la sotana con el muslo herido y senten-
ciosamente habló á la tía de en tono
enfiátic0 y doctoral:
-Siendo así, que no es con intenciones de ha-
cer dafio al animalito, sino por el contrario, para
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tardes que err chorros fríos cae del'
d e10 esa nuvia murmuradora que envl1elve la
d ll (hd. recllerdo con preci!'ii6n involuntaria, otra'
perdi(Ja ya en las brumas de mi pasa10.
E ra Uh barrio muy apartado del centro, yo
en un coche de alquiler. esperaba que He-
ella:" c r)ntra vdrio<; del carruaje,. sobre
(>'1 p'i dmentn )' sobre las fachadas sudas de las
i'n q - '-lel h:nio . la lluvia ténue, como neblina hú-
c uchicheaba monótona y me empapaba el
:> 1ma de tri -;te 7.:J .
Dolores, y fUé, en -efecto, duran·
"te mnchos meses, el dO'hn •.agudo y .pun·
lI:ante de mi .
No sé como llegamos al término 'inevitable y
'-triste que tienen 10s amores; y cuando este
sucedió, nt1estra!; entrevistas fueron más largas;
•
¡pero mas raras.
Se verificaban en el cuarto de una casa cercana
:á un templo: uns negra. y un templo de mu-
viejos y -obscuros.
Tan negra la casa y tan 0bcuros y 'tan viejos los
'muros del templo, que a'l acercarnos allí, posel·
do por mi eterna manía literaria decia al oído de
,:·m i anorable rubia: •
Quelle est cette íle triste el noire. C'est Cytltére,
,n ous tiit on, un pays fi dans les chansons.
Rl1a sonreía y cllando entramos á Citerea, una
máscarajaponesa desde un
.:nos ate:-radera mueca, nuestros -feUdos de pasión.
,., **
Aquella tarde yo veia desfilar frente á la empa·
ilatia ventanilla del carrllaje. toda URa larga colec-
ción de vencidos por la vida Ó por el vicio: obre ·
ros ebrios arrastrando pesadamente suo; pies en el
fangoso pavimento, haraposas, niftos sucios ,
y alguno que otro persomaje de pan talan raldo.
sombrero alto deslustrado y levitón verdoso con el
-cuello levantado para impedir hasta donde ' era
-posible, que la lluvia le mojase la piel.
Repetinamente me invadió l1Dd tristeza mortal;
cuan rápidos y fugaces eran mis place-
Tes, pensé que no tardaría quizá algún accidente
-que provcase una ruptura entre Dolores y yo, y
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PA.RA E. R. EN su ALBU
NEGF.OS ,,
," .
**' *
Aquella tarde, pues, habiéndose anunciado ya,
desde algunos meses antes, llegó la Invisible Vi-
sita, Huesosa y Pálida. '
Oh! yo la sentí muchas noches rondar el lecho
de aquel hombre honraQo, de miradas azules que
lIle dlÓ su nombre.
Cuando él, durante su sueflo fatigoso y deliran-
.
-¡p Ou-'
'K. **
Por fin se decidi6 á llegar, á apoderarse de su
preferido, á aprehenderlo después de tantas tenta·
tivas y á dejarme el alma enlutada .. .. para siem-
pre.
Fué muy lenta la ceremonia nupcial entre la Vi·
sita y él. Desde por la mafiana, apenas entreabría
ya los párpados: sobre las pupilas se le habia for-
mado una gasa como de Uanto detenido, y cuando
-quería hablar, la voz no le llegaba á los lábios.
A intervalos se enfriaba, y una sofocaciÓn con-
le hacía levantar angmtiosamente el pecho.
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-,\<
*
* '"
Ella todo lo purifica, todo lo concilia, y hace
que se perdonen todas las faltas y que todas las
ofensas se olviden',
Especialmente en las parejas que cayeron en la
trampa del amor, y ligados por lazos mutuos de
debilidad y de pasión, no pueden ejar de amarse
odiando. Ella la Visita Pálida se ríe. ¡cruel! de to'
dos los proyectos de regeneración y de fntura tran-
quilidad doméstica, y purifica por completo'al que
se Heva, dejando el alma del que se queda, hun-
dida tn mar sombrío de amargura y de perdón.
FIN.
NOVELAS Y CUENTOS
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PROXIMAMENTE
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