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Aline ROBERT Del ideal a lo didácticamente correcto

Del ideal didáctico a lo que realmente


sucede en la clase de matemática:
lo didácticamente correcto,
un desafío de la formación de los (futuros)
docentes (del nivel secundario básico y
superior) 1
Aline Robert

Resumen
En este artículo, presentamos algunos ejemplos de propuestas de tipos de clases
genéricas, surgidas a partir de investigaciones en Didáctica de la Matemática, cuya
implementación en las aulas resulta muy difícil. Precisamos algunas de esas dificultades
que identificamos particularmente en trabajos sobre las prácticas de los docentes de
escuela. Exponemos todos los obstáculos que pueden presentársele a un docente cuando
propone un problema para introducir una noción nueva. Finalmente, mencionamos
algunas perspectivas para la investigación sobre las prácticas de los docentes y sobre su
formación.
Palabras clave: didáctica de la matemática, prácticas docentes, formación, problemas
de introducción, desarrollo de la clase.

1
Robert, Aline De l'idéal didactiqueaux déroulements réels en classe de
mathématiques : le didactiquement correct, un enjeu de la formation
des (futurs) enseignants (en collègeet lycée)
Didaskalia - n° 22 - 2003 - pages 99 à 116
Traducción realizada por Patricia Sadovsky y Muriel Picone al sólo efecto de su utilización en el
Ciclo de Desarrollo Profesional Docente Análisis de las Prácticas de Enseñanza de Matemática

1
Aline ROBERT Del ideal a lo didácticamente correcto

INTRODUCCIÓN

Una idea vieja, disfrazada de algo nuevo: la transposición necesaria entre las
investigaciones y las prácticas concretas, especialmente en la formación

Desde hace bastante tiempo, un cierto número de investigadores, por ejemplo


Huberman y Gather-Thuler, viene llamando la atención sobre el hecho de que los
resultados de las investigaciones en Ciencias de la Educación no pueden ser puestos tal
cual en las aulas, incluso si los investigadores han trabajado con los docentes. Las
situaciones experimentales no son siempre transmisibles, ni siempre se puede hacer una
transposición.

Dada la situación actual de las escuelas secundarias (en Francia, dividas en dos
partes: el “lycée” y el “collège”) 2, en la medida en que la simple reproducción de las
prácticas docentes de matemática de las generaciones precedentes es a menudo
insuficiente, nos vemos obligados, tanto en la formación de docentes como en la de
formadores, a tratar de utilizar otros recursos que permitan renovarlas. Y las
investigaciones en Didáctica pueden constituirse en una de las fuentes más importantes.

Sin embargo, como ocurría con las investigaciones en Ciencias de la Educación,


surgen numerosos obstáculos contra este intento. Estos obstáculos se deben en parte a la
realidad concreta del trabajo docente. ¡No todo es posible en la práctica! Para resumir, y
limitarnos a lo esencial, diremos que pueden existir contradicciones entre el oficio
docente y las exigencias del aprendizaje (vistas estrictamente desde el punto de vista
didáctico). La transposición entre las investigaciones y las prácticas de clase que
entonces se impone debe ser abordada también (en nuestra opinión) por los
investigadores, ya que estas cuestiones constituyen verdaderos problemas teóricos. Pero
estos obstáculos también tienen que ver con la formación y con la manera en que son
transmitidos los recursos didácticos, y los formadores tienen un rol fundamental en las
adaptaciones, de carácter más particular, que es necesario realizar.

Por lo tanto, hay todo un trabajo que hacer al comienzo y durante la formación,
de varias partes, para que permanezcan en la clase elementos sustanciales de este ideal
didáctico, que definen aquello que hemos llamado lo “didácticamente correcto”.

Esto es lo que vamos a desarrollar en este artículo.

Vamos a comenzar dando algunos ejemplos del ideal didáctico, para luego
explicar lo que ocurre en clase y relevar los obstáculos que surgen y que dificultan
alcanzar el objetivo de las clases “ideales”. Esto nos llevará a referirnos al trabajo
necesario para definir las secuencias que podrían ser llevadas al aula y que conservarían
lo esencial de su calidad didáctica, aquello que nosotros llamamos lo “didácticamente
correcto”. Finalmente, nos referiremos a la inevitable adaptación a la formación.

2
El collège es el establecimiento de nivel secundario al que van los alumnos que han completado la
escuela primaria (l'école élémentaire). Consiste en cuatro años de escolaridad obligatoria. Cuando se
gradúan del collège, los alumnos continúan sus estudios en el lycée, que puede ser de dos tipos:
profesional o general y tecnológico (N del T).

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Mencionaremos varios trabajos de investigación ya realizados, que constituyen


referencias bibliográficas importantes para nuestro objetivo que es centralmente una
reflexión.

1. Algunos ejemplos “genéricos” del ideal didáctico: problemas de


introducción, tareas que conducen a adaptaciones de las nociones y
problemas transversales

Una lectura “operacional” de las investigaciones en Didáctica de la Matemática


da varias pistas para “enseñar de otro modo”, incluso en los casos en que las
investigaciones no tienen como objetivo principal contribuir a la transformación de la
enseñanza. Recordemos que las ingenierías producidas en estas investigaciones
permiten diagnosticar los efectos de situaciones muy precisas. Vamos a presentar muy
esquemáticamente algunos ejemplos; para una exposición detallada de las secuencias
efectivamente producidas, será necesario remitirse a la bibliografía.

1.1. Los problemas de introducción

Uno de los momentos más trabajados en la Didáctica de la Matemática es el de


la introducción de nuevas nociones. Hay muchas teorías sobre esto. Tanto en la
Dialéctica instrumento/objeto (Douady, 1986), como en la teoría de situaciones
(Brousseau, 1998), encontramos la idea de una especificidad del trabajo que es
necesario desarrollar en la clase para tratar de dar, rápidamente sentido a los nuevos
objetos a enseñar (o a algunos de ellos, en todo caso).
A pesar de que las justificaciones teóricas y los principios y concepciones
difieren, podemos presentar brevemente, para ambos casos, un esquema común a seguir
en clase, en varias etapas.
Se trata, en efecto, de concebir un problema (una situación problemática), y de
construir un enunciado para que los alumnos investiguen en clase antes de que el
docente explique la noción que se va a tratar (el objeto) y de que proponga los ejercicios
más clásicos.
Este trabajo de resolución pone en juego algo nuevo para los alumnos y al
mismo tiempo deberá ser accesible para ellos. Por esta razón, el trabajo preliminar de
elaboración del problema es muy importante y habitualmente también difícil; y si bien
hay algunos problemas ya propuestos en los escritos de didáctica, generalmente forman
parte de secuencias largas, cuyos prerrequisitos son exigentes, y pierden su sentido fuera
de la globalidad de la secuencia. En el primer encuadre teórico citado, por ejemplo, es
gracias a un juego entre distintos marcos en que funciona la noción matemática que se
va a tratar en la clase que los alumnos pueden abordar el problema; es por lo tanto
necesario que ya tengan algunos conocimientos sobre la noción al menos en uno de los
marcos, para poder apoyarse en el trabajo dentro de este marco y así poder resolver el
problema en otro. Por ejemplo, un sistema de dos ecuaciones de primer grado con dos
incógnitas puede ser resuelto dentro del marco analítico, pero es posible pensar que la
interpretación gráfica (el trabajo dentro del marco gráfico) pueda contribuir a dar
sentido a los resultados analíticos.

El docente debe, entonces, dejar que los alumnos se involucren en el análisis del
problema, lo cual requiere que el texto esté bien adaptado, y generalmente implica
también un dispositivo particular (como el trabajo en pequeños grupos). El docente debe

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resistir a las presiones de sus alumnos, debe sostenerlos en el problema sin darles
indicaciones y sin alterar sus actividades.
Luego, el docente debe realizar una síntesis del trabajo realizado 3 y apoyarse
sobre esta síntesis para exponer los conocimientos descontextualizados a retener 4. Es
necesaria una parte de improvisación, ya que no se puede prever exactamente lo que los
alumnos van a hacer.
El siguiente paso es organizar un trabajo de re utilización de los nuevos
conocimientos. Generalmente, en los proyectos de secuencias didácticas ya producidas
este paso es sólo mencionado.

1.2. Reinversión y problemas transversales: implementación de un trabajo sobre


diferentes adaptaciones de las nociones a las que se apunta

En ciertas investigaciones de Didáctica, se le otorga un lugar importante a la


reutilización de nociones. Esta reutilización debe permitir puestas en funcionamiento
variadas y, en un plano más general, un trabajo transversal sobre enunciados que
impliquen varias nociones para las cuales los alumnos puedan (o deban) encontrar solos
los conocimientos que tienen que utilizar. Las actividades así producidas deben
contribuir, llegado el momento, a que los conocimientos se organicen entre sí, lo cual
forma parte de la construcción del sentido. Esta es, al menos, la hipótesis propuesta por
los autores de este tipo de secuencias.

Algunas de las tareas propuestas a los alumnos, especialmente en la introducción


de un nuevo tema, los llevan a poner en juego distintos elementos del curso (teoremas,
propiedades, definiciones, métodos, razonamientos, etc.). Estas tareas pueden consistir
en un simple trabajo de reemplazo de hechos generales por hechos particulares, de
verificación de hipótesis, o de reconocimiento de aquello que hay que aplicar y de la
manera de hacerlo. Pueden intervenir distintos tipos de adaptaciones como cambios en
el dominio de trabajo, juego de marcos o de los registros de representación cuya
importancia para el aprendizaje ha sido ampliamente mostrada en didáctica (Douady,
1986; Duval, 2001). Utilizamos la palabra “registros” para referirnos a diferentes modos
de escritura utilizados para traducir una noción matemática (por ejemplo, un desarrollo
decimal puede ser escrito como un número con coma o como una suma de fracciones
cuyos denominadores son potencias de 10, y los tratamientos algebraicos pueden variar
según el tipo de escritura).

Se trata de poder comprender problemas transversales, en los que se ponen en


juego varios temas, sin indicaciones ni indicios sobre qué conocimientos hay que
utilizar. Estos problemas transversales permiten a los alumnos ejercitarse en encontrar
aquello que es necesario poner en juego para resolver el problema; también los
conducen a hacer confluir distintos conocimientos, aprendidos en momentos diferentes,
viejos y nuevos.

Como en los problemas de introducción, un núcleo importante para el éxito de estas


actividades radica en que los alumnos trabajen solos (en pequeños grupos, por ejemplo),
y en que el docente logre respetar las fases llamadas “a-didácticas”, sin dar grandes
indicaciones.

3
En la Teoría de las situaciones, se hace una distinción más precisa entre la fase de acción, la de
formulación de las soluciones elaboradas y la de validación esas propuestas por parte de los alumnos.
4
Institucionalización, en la Teoría de las situaciones (Brousseau, 1998).

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2. Lo que sucede en clase: los numerosos obstáculos entre lo ideal y lo


posible

Varias investigaciones han mostrado que pocas secuencias didácticas, aunque


susciten adhesiones en el plano didáctico y sean evaluadas positivamente, son
efectivamente utilizadas en clase (Bolon, 1996; Roditi, 2001).
La evaluación de la formación de los docentes de escuela ha puesto de
manifiesto también que muchos de ellos renuncian rápidamente a poner en práctica
aquello que han aprendido en su primer año de formación y que han defendido
teóricamente al concursar su cargo.
¿Qué pasa con esto?

2.1. Generalidades sobre las actividades preconizadas en didáctica: más trabajo de


preparación y más tensión durante las clases, mucho tiempo sin resultados
inmediatos

Las actividades presentadas arriba (como los problemas de introducción o los


transversales) siempre demandan un doble trabajo de los docentes, muy exigente, que
involucra una preparación precisa que usualmente incluye una parte de elaboración
personal de los recursos habituales, una anticipación de lo que les resulta posible a los
alumnos y una vigilancia y tensión permanentes durante el desarrollo de la clase. Se
trata en efecto de respetar al máximo el trabajo de los alumnos tal como fue previsto y
al mismo tiempo de improvisar adaptándose a las realidades y a los condicionamientos
de la clase.

Además, no hay ninguna seguridad de que se puedan observar resultados


inmediatos en el aprendizaje (y en las notas). Incluso si frecuentemente los alumnos se
encuentran muy satisfechos particularmente con el trabajo en pequeños grupos, dado
que es el conjunto del proceso y su reproducción el que interviene en el aprendizaje eso
lleva tiempo (el tiempo de cada secuencia de este tipo, que siempre son largas, y el
tiempo del aprendizaje). Asimismo, los resultados no siempre son evaluables mediante
las actividades de las evaluaciones clásicas, y concebir otros modos de evaluación
demanda mucho trabajo y conlleva el riesgo de que no sean reconocidos por los otros
docentes.
Consideramos que los docentes no pueden permitirse usar constantemente toda
su energía de este modo.

Pasaremos ahora a describir con más precisión las dificultades que hemos
esbozado, revisando sucesivamente las dimensiones (no independientes) que hemos
establecido para analizar factores determinantes de las prácticas docentes en la clase
(Robert & Rogalski, 2002): la dimensión institucional, la social y la personal. Esta es
nuestra forma de tener en cuenta y de abordar la complejidad de la clase.

2.2. Obstáculos que se oponen al ideal didáctico ligados a la institución: el tiempo,


los programas, los recursos limitados y nociones de naturaleza variada.

Generalmente, para rehusarse a realizar actividades de introducción o


actividades transversales, los docentes mencionan unánimemente un primer obstáculo:
el tiempo, unido a la fuerte presión de terminar de dar el programa. En efecto, los

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docentes suelen privilegiar avanzar con los programas, a los que consideran muy largos,
y no les alcanza el tiempo para dejar que los alumnos se internen en un problema de
introducción, ni para demorar trabajando con conocimientos ya vistos.
Todas las encuestas que hemos visto indican que los profesores apenas llegan a
terminar los programas, y aun así… Además, todos los trabajos que analizan las
secuencias de introducción y las transversales muestran efectivamente que el tiempo
previsto para este tipo de secuencias por los docentes experimentados, que suelen llevar
a cabo este tipo de desarrollo, siempre es superado…
Dadas estas condiciones haría falta, en el mejor de los casos, elegir los modos de
enseñanza, alternándolos, ¡y esto constituye una dificultad adicional! Si no se respeta la
lógica de las actividades de introducción, algo larga, se pueden perder sus beneficios. Se
podría tomar la decisión de no terminar tal o cual parte del programa, pero esto
representa un gran riesgo y un compromiso social (frente a los colegas, los padres, los
exámenes). O, hacer la apuesta insensata de pensar que “perdiendo tiempo” con la
investigación de los alumnos en clase, se gana alguna otra cosa…
Estas son decisiones muy agobiantes para el docente.

Por otra parte, sólo hay recursos disponibles para trabajar un número limitado de
nociones, y estos documentos generalmente no tienen una amplia difusión (Roditi,
2001). La mayor parte de los manuales escolares se parece, y no propone problemas que
se puedan utilizar directamente, o propone muy pocos. Las actividades propuestas para
el comienzo de cada tema rara vez son verdaderos problemas de introducción, como ya
se ha demostrado (Robert, 1998; Robert & Rogalski, 2002). Frecuentemente, las
secuencias disponibles no son totalmente compatibles con los programas, o demandan
conocimientos con los cuales los docentes no se sienten del todo cómodos.

Además, en un año escolar se enseñan nociones de diferente tipo. Algunos


trabajos [como la distinción de los distintos tipos de nociones (Robert, 1998)] han
sugerido que ciertas nociones, portadoras de un nuevo formalismo que unifica procesos
anteriores son, por esta razón, generalizaciones que están demasiado alejadas de lo que
los alumnos vienen haciendo como para poder ponerlas en funcionamiento antes de
explicarlas, aunque sea parcialmente. Se puede pensar que un análisis de este tipo le
cabe al álgebra de los primeros años de la secundaria (collège), con la utilización de
incógnitas. Pero esta caracterización de las nociones sigue siendo relativa a un
determinado programa, a un determinado orden, a veces a una determinada clase, y por
esta razón no se puede hacer un listado de tipos de nociones de antemano, que sirva para
todos los casos.

2.3. Obstáculos relacionados al hecho de que lo que sucede en la clase está


sometido a restricciones sociales

Se podría creer que cuando el docente entra en la clase con sus alumnos y cierra
la puerta es libre en ese espacio. Pero en realidad no lo es, como numerosos trabajos lo
demuestran. (Robert & Rogalski, 2002; Clot, 2000, 2001).
Varios aspectos que nosotros definimos en términos de restricciones sociales
configuran esa falta de libertad.

En el exterior de la clase, en la institución escolar, se crean hábitos muy


restrictivos, que son difíciles de transgredir solo. Todo se sabe en una escuela, y si algún
colega trabaja de modo diferente a los otros, será objeto de interrogación, incluso de

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sospecha: de parte de los alumnos, sobre todo si su aprendizaje es más difícil y más
lento, de parte de otros colegas, de los padres, de la administración de la escuela… Por
otro lado, si bien la colaboración entre docentes de matemática ha hecho algunos
progresos en estos últimos años, esta colaboración generalmente se basa más en los
contenidos (principalmente en la formulación de problemas para las evaluaciones) que
en las formas de enseñanza.

Los problemas que surgen en la clase cuando se organiza un trabajo en pequeños


grupos también están relacionados con esta situación: este tipo de trabajo enseguida es
considerado muy ruidoso, a pesar de que otras fuentes de ruido similar son toleradas (se
podría pensar, entonces, que es una excusa).

En la clase también entran en juego numerosas restricciones sociales que limitan


la libertad del docente.

En primer lugar, los alumnos tienen sus propios hábitos y expectativas. El


docente está allí para enseñar (mostrar) y los alumnos están allí, en el mejor de los
casos, para escuchar y para aplicar –no para investigar. Esta idea se ve reforzada por el
hecho de que a los alumnos de la clase de al lado no los hacen investigar solos los
problemas, y que “¡en el mismo tiempo les dan muchos más ejercicios!”.

Además, es necesario que el tiempo didáctico (es decir, el curso) avance también
desde el punto de vista de los alumnos, es decir, que haya algo nuevo para ellos. Y
también que a suficientes alumnos estas cosas nuevas les salgan lo suficientemente bien.
Numerosos trabajos antropológicos insisten sobre este punto. En su tesis, Roditi (2001)
ha demostrado con mayor precisión que en la clase intervienen ciertos principios que
tienen estatuto de ley, por ejemplo, el principio de cierre: luego de una hora de trabajo,
se tiene que poder reconocer que se ha obtenido “alguna cosa”.

Se puede ver que el desarrollo de secuencias didácticas no se adapta bien a estos


principios, dado que el trabajo de búsqueda de los alumnos un poco errático lleva su
tiempo, y los resultados no siempre son inmediatos…

Finalmente, el hecho de que los alumnos realicen un trabajo diferente (como


aquel al que nos referimos) requiere evaluaciones apropiadas que son difíciles de
concebir y aun más difíciles de poner en práctica, principalmente por falta de
reconocimiento institucional: muchas veces, hasta poner una nota por un trabajo en
grupo puede provocar desconfianza.

2.4. Obstáculos ligados al ejercicio personal del docente para llevar a cabo
satisfactoriamente actividades didácticamente correctas para los alumnos

Varios aspectos hacen que la aplicación de secuencias como las que


mencionamos al principio sea muy difícil para los docentes.

2.4.1. Una evaluación pendiente

No hay prueba aún de que las formas de enseñanza que utilizan secuencias
didácticas sean superiores a otras, ni tampoco hay prueba de que no lo sean. Esto
acarrea una falta de convicción: ¿para qué buscar nuevas dificultades en una profesión

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ya de por sí difícil? Dadas estas condiciones, hay una escasez de modelos para imitar, o
al menos para estudiar.

2.4.2. La necesidad de realizar adaptaciones en función de cada clase

Hay algunos cursos donde no es posible hacer que los alumnos trabajen solos,
porque eso implicaría un riesgo demasiado grande de que se produzca desorden en
clase. En aquellos casos en los que el docente ni siquiera escribe en el pizarrón para no
tener que darse vuelta, es poco probable que haga trabajar a los alumnos en pequeños
grupos.
Hay otro tipo de cursos, muy “burgueses”, donde la competencia entre los
alumnos hace que también sea muy difícil hacer algún trabajo colectivo.
¿Pero entonces cuándo se puede intentar? ¿En qué tipo de cursos?

2.4.3. Desarrollos bajo tensión

Ciertamente, la preparación de clases propuestas en los trabajos de didáctica


lleva más trabajo que la de clases habituales que, por ejemplo, pueden ser tomadas de
manuales. Se puede pensar sin embargo que estas propuestas serían posibles para
muchos docentes, sobre todo después de algunos años de experiencia. Sin embargo, es
más que nada el desarrollo de las secuencias en clase lo que constituye un problema,
incluso independientemente de los hábitos que estas secuencias lleven a cambiar (ver
más abajo).

Hay cuatro actividades del docente que nos parecen 5 particularmente delicadas
dentro del esquema de los problemas de introducción (o de los transversales), incluso si
admitimos que los alumnos juegan bien el juego y el enunciado del problema es
adecuado.

En primer lugar, está el hecho de callarse “activamente” al comienzo de las


actividades, es decir, no responder directamente las preguntas (“trabajen ustedes”) de
los alumnos, y hacerlos volver sobre ellas (“¿qué es lo que querés decir?”) sin dar
(demasiadas) indicaciones. Sin embargo hay que juzgar también el momento en el que
es necesario aflojar un poco con algunos grupos para que no se desanimen y no haya
riesgo de que se desinteresen en el trabajo. Pero al mismo tiempo hace falta tener en
cuenta lo que cada grupo hace, sin que se note demasiado. Ahora bien, no solamente
hacerlos volver sobre su trabajo es mucho más difícil que responder, sino que al mismo
tiempo responder solamente “un poco” a algunos implica responder a todos (la difusión
inevitable). Además, recordar qué es lo que está haciendo cada grupo requiere tener
algunas referencias y conocer bien el problema, para identificar rápidamente qué es lo
que está en juego. En fin, mantenerse callado en clase es de por sí difícil. Mantenerse
callado puede dar la impresión de que no se está cumpliendo con la misión del docente,
de acuerdo con las concepciones de algunos profesores; para otros puede ser una fuente
de angustia, no necesariamente del todo consciente, relacionada con una pérdida total de
poder sobre la clase.

En segundo lugar, hay que organizar en un momento dado, hacia el final de la


primera fase de búsqueda por parte de los alumnos, un cambio en el contrato: los
5
Aunque las tesis de Vergnes (2000) y de Masselot (2000) aporten valiosas confirmaciones, todavía se
trata de una hipótesis.

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alumnos tendrán que dejar de trabajar entre ellos para pasar a escuchar. Pero limitarse a
escuchar luego de haber estado trabajando es muy difícil: a los alumnos les cuesta dejar
de pensar y de discutir y una vez que han comenzado a hacerlo, es difícil detenerlos. El
cambio inverso, “escuchar y después trabajar”, también resulta difícil, pero a pesar de
todo es más fácil de lograr ya que sólo hace falta esperar un poco (Legrand, 1995,
menciona el hecho de ponerse a “pensar en primera persona”). Además, para el docente
el problema siempre surge justo en el momento en el que hay que tomar la iniciativa
para dar por terminada la primera fase: siempre será muy temprano para algunos (que
aún no han terminado) y demasiado tarde para otros (que han avanzado más en la
resolución del problema) 6…

En tercer lugar, la coordinación y/o la realización de la síntesis demandan


grandes esfuerzos, por ejemplo, para evitar una eventual repetición que pueda resultar
molesta o aburrida.

Finalmente, una institucionalización (exposición de los conocimientos) más


flexible (improvisada) tampoco es fácil, sobre todo porque pueden faltara cuestiones en
relación a aquello que había sido previsto, y a algunos docentes les cuesta resignarse a
no poder decir todo lo que habían planeado.

3. Hacia algunas perspectivas referidas a la transposición y la formación

3.1. Investigaciones complementarias

Una primera perspectiva está relacionada con un trabajo de investigación en la


perspectiva de la transposición sobre los siguientes puntos: ¿qué es lo que resulta
irrenunciable en las prácticas y que no permite aplicar tal cual el “ideal didáctico”?
¿Qué es lo que se puede adaptar sin que se pierdan los efectos esperados?

3.1.1. Acerca de los condicionamientos sociales y del género del oficio docente

Algunas investigaciones en curso se interesan precisamente en esto que nosotros


hemos llamado, inspirándonos en los trabajos de Clot (2000, 2011), el “género” de la
profesión docente, es decir, el conjunto de gestos profesionales, comportamientos en
clase y hábitos compartidos ampliamente por los docentes de un mismo grupo, muy
estables y reproducidos de generación en generación. Sugerimos que el origen de estas
conductas comunes está relacionado con las restricciones que afectan el trabajo docente,
ya que son estas conductas las que permiten adaptarse a esas restricciones de manera
óptima. Sin embargo, y esto es lo que nos interesa aquí, es posible afirmar que los
condicionamientos cambian. La estabilidad ya mencionada frecuentemente obstaculiza
(o frena) un cuestionamiento que resultaría útil. Los investigadores intentan poner en
evidencia elementos de este “género”, con el objetivo de brindar algunas perspectivas
para suscitar una reflexión sobre cómo hacer que las cosas evolucionen.

Esta sería la forma de identificar a la vez aquello que es ineludible en las


propuestas didácticas y aquello que en un momento dado constituye un obstáculo para

6
Un grupo de docentes de Toulouse ha comenzado una investigación sobre este problema en particular,
con la hipótesis de que los dos casos mencionados pueden conducir al aprendizaje (Groupe Toulouse-
Versailles, Brochure, 2002).

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su adopción. Y esto permitiría un trabajo complementario previo, ya sea para modificar


las secuencias o para tratar de influir en los hábitos de manera explícita.

3.1.2. Un ejemplo

Claramente, la gran reticencia de los docentes, por ejemplo, ante el trabajo en


clase en pequeños grupos parece formar parte de lo inevitable escolar. Uno puede
preguntarse si no hay posibilidad de hacer evolucionar el “género” en este punto, tal vez
aprovechando los medios informáticos, que crean un problema (diferente) de la
renovación de la gestión de la clase, o incluso mediante la introducción de otros
dispositivos nuevos.

3.1.3. El mismo ejemplo: la fase de continuación o la necesidad de investigar sobre la


implementación de clases ordinarias

Por otro lado, se puede trabajar también sobre la gestión de las fases idealmente
a-didácticas. Nos parece que lo que es crucial para los especialistas en didáctica es el
momento inicial que es la fase que consiste en involucrar a los alumnos en una
problemática. Por el contrario, la fase que continúa, cuando el docente da por concluida
esa primera etapa, es mucho más negociable, incluso variable. Si nos inspiramos en las
teorías de Vygotski (1997), podemos suponer esquemáticamente que a partir del
momento en que el alumno se encuentra involucrado en una verdadera reflexión que no
ha podido sacar adelante solo, se va a beneficiar de todos modos de las correcciones del
docente (siempre que este último logre que su discurso se ubique en la Zona de
Desarrollo Próxima del alumno). Futuras investigaciones podrían profundizar sobre el
desarrollo de esta transición entre la fase de investigación autónoma de los alumnos y la
de síntesis o corrección, especialmente para marcar la diferencia entre una simple
expectativa y el comienzo de una reflexión.

3.2. La formación de los futuros docentes: ¿un propósito para la adopción de lo


“didácticamente correcto”?

Una segunda perspectiva se relaciona con un cierto enriquecimiento de la


formación de los docentes que, ciertamente, puede funcionar como un medio para hacer
evolucionar el “género” que mencionamos más arriba. Nos preguntamos, además, si una
mayor familiaridad de muchos docentes con algunos de los análisis que proponemos no
ayudaría a la adopción de lo didácticamente correcto que defendemos.

En este párrafo nuestros propósitos son esencialmente prospectivos, ya que


conocemos pocas investigaciones que hayan puesto a prueba nuestras afirmaciones.

Dicho de forma muy esquemática, una formación “ideal” debería conducir a la


apropiación de conocimientos tanto matemáticos como didácticos que sean sólidos y
que estén disponibles, imbricados con un cierto conocimiento de los condicionamientos
escolares y de los géneros de la profesión docente, y también debería incluir la
elaboración de adaptaciones individuales de las prácticas de clase, realizadas con la
ayuda de los formadores.

Por lo tanto, la formación profesional tiene un primer objetivo que, lógicamente,


adquiere mucha importancia: la instalación del principiante. Es difícil ser demasiado

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exigente con quien todavía tiene mucho que aprender. Nuestras sugerencias se refieren,
entonces, principalmente a aquellas formaciones complementarias con objetivos a largo
plazo, incluso a la formación continua o a la formación de formadores.

3.2.1. ¿Pero cómo se forman las prácticas docentes?

Nuestros conocimientos sobre este punto todavía no están muy desarrollados,


incluso si tomamos prestados los de nuestros “vecinos” ergónomos, especialistas en
trabajo. Tenemos, sin embargo, algunas hipótesis basadas en un análisis de las prácticas
como un sistema complejo de varias componentes imbricadas (ver más abajo).
Completamos las componentes ya citadas, que permiten acceder a los factores
determinantes de las prácticas, con descripciones de prácticas de clase (Robert &
Rogalski, 2002); para ello, consideramos una componente cognitiva, que brinda acceso
a los escenarios previstos (contenidos y gestión a priori), y una componente mediativa
que permite acceder a los desarrollos en la clase (modos de trabajo de los alumnos,
acompañamiento de los docentes).

Básicamente, pensamos que la formación de las prácticas se realiza partiendo de


las prácticas, y que un aporte “teórico” se recibe necesariamente en referencia al
terreno.
En particular, sugerimos que una formación debería efectivamente jugar
sistemáticamente sobre al menos dos componentes a la vez, para no dejar que todas las
integraciones las tenga que hacer el docente en formación. Así, si se trabaja sobre lo
“cognitivo” (el enunciado de un ejercicio, por ejemplo), se puede abordar al mismo
tiempo lo “mediativo”, es decir, la adaptación a la clase, o los condicionamientos que
impiden proponer un cierto modo de desarrollo de la clase, etc.

3.2.2. Acerca de los conocimientos matemáticos en el comienzo de la formación


profesional

Nos parece que una de las dificultades de los (jóvenes) docentes se relaciona con
la débil disponibilidad de sus conocimientos matemáticos. Retomemos el ejemplo de los
problemas de introducción. Al reflexionar sobre las dificultades que se agravan para los
docentes principiantes señalamos la de adaptarse a ciertas secuencias que exceden los
saberes que usan habitualmente. Es posible suponer también que entre las resistencias al
trabajo en pequeños grupos se encuentra la dificultad de interpretar rápidamente las
propuestas de los alumnos que pueden ir en direcciones muy diferentes, interpretación
que es necesaria tanto para improvisar una intervención dirigida a que los alumnos
continúen en el trabajo como para elaborar rápidamente una síntesis. Además, la síntesis
y la institucionalización que vienen luego del trabajo de los alumnos conducen a la
organización de diferentes procedimientos para poner en relación distintos
conocimientos; estos procedimientos son actividades matemáticas, que se ven
facilitadas cuando hay disponibilidad de muchos conocimientos. Esto mismo sucede
para tener facilidad de usar con buen criterio conocimientos de otro nivel (universitario,
por ejemplo) para un nivel secundario superior, algo que los manuales hacen bastante
mal…
Para apropiarse de conocimientos y tenerlos disponibles, sugerimos como
didactas convencidos, que es necesario enseñar de otro modo en la universidad 7 -y
7
Una pequeña publicación con este título presenta ejemplos de sugerencias para modificar la enseñanza
universitaria (Commission lnterlREM Université, 1989).

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especialmente que es posible privilegiar los trabajos de investigación sobre problemas


transversales, en todo caso para los futuros docentes. 8

La organización de los conocimientos que consideramos necesaria para los


futuros docentes puede construirse también mediante de la enseñanza (directa) de la
historia de la matemática.

3.2.3. Para trabajar simultáneamente lo cognitivo y lo mediativo: los análisis de tareas


y actividades, la trampa de la ilusión de transparencia y los malentendidos

Como ya hemos dicho, no nos centramos aquí sobre la inclusión de los alumnos
en la instalación en el oficio, que es un leitmotiv de las instrucciones oficiales y también
una de las principales obsesiones de los principiantes.

Sin embargo, sugerimos que un trabajo sistemático de análisis de las tareas y de


las actividades de los alumnos, que puede ser realizado desde la preprofesionalización y
también después en mayor escala (a partir de videos, por ejemplo), permite estar más
provisto para considerar a los alumnos. Eventualmente, esto volvería más fácil, como
supusimos más arriba, la adopción de secuencias didácticamente correctas, presentadas
justamente como una sucesión de tareas y de actividades bien precisadas.

Nos parece que el análisis de los enunciados propuestos a los alumnos y de


cómo se desarrollan en la clase tiene varias ventajas para la formación profesional. Se
trata de reflexionar sobre actividades potenciales que puede provocar un enunciado y de
compararlas con lo permanece en la clase teniendo en cuenta los modos de trabajar de
los alumnos y los acompañamientos del docente. Estos análisis, que echan luz sobre el
punto de vista del alumno, conducen a poner en juego un vocabulario específico,
necesario para describir aquello que nos interesa. En efecto, el vínculo entre actividades
y aprendizajes, que es nuestro hilo conductor en estos análisis, pone en juego, por
ejemplo, el nivel de puesta en funcionamiento de los conocimientos.
Precisar estos análisis requiere de términos particulares: aplicaciones inmediatas,
simples, aisladas, distintas adaptaciones de herramientas matemáticas, disponibilidad
de los conocimientos, etc. Además, para describir un enunciado, es necesario reflexionar
sobre su lugar en la secuencia y también sobre el conjunto de actividades sobre la
noción a la que se apunta, lo cual comporta otras descripciones específicas (tipo de
noción, por ejemplo).

Además, incluso si nos atenemos a las trazas de las actividades efectivamente


realizadas, el estudio en clase contribuye a poner en evidencia fenómenos importantes:
por ejemplo a identificar adaptaciones encontradas por los alumnos que los docentes no
habían detectado a priori, que se pueden identificar mejor si los análisis ya han sido
realizados.

En un plano más general y particularmente si se intenta analizar un poco más


que las trazas de las actividades y se realiza el análisis de las producciones de los
alumnos, esto constituye un medio para realizar un estudio de la clase desde la

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La parte escrita del CAPES (Certificat d'aptitude au professorat de l’enseignement au second degré), el
examen de certificación que la mayoría de los futuros docentes de Francia debe aprobar para enseñar en la
secundaria, podría contribuir a la realización de este programa si los enunciados de los problemas
estuvieran redactados de otra forma.

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Aline ROBERT Del ideal a lo didácticamente correcto

perspectiva de los alumnos aunque el mismo sea parcial. Esta parcialidad se debe a que
se descuidan de este modo aspectos importantes, principalmente afectivos.
Pero es, sin embargo, una forma de hacer visible la ilusión de transparencia que muchas
veces está presente en los docentes. Esta ilusión de transparencia consiste en pensar que
el hecho de que una explicación del docente sea clara implica que todos los alumnos la
entiendan. De forma aun más general, esto puede hacer visibles ciertos malentendidos
entre docentes y alumnos, cuya importancia ya ha sido identificada en la teoría de la
Zona de Educación Prioritaria. Recordemos brevemente que se trata de identificar si los
alumnos simplemente se contentan con efectuar las tareas por sí mismos o si las
interpretan como un modo de acceder a los saberes que es como el docente las ha
concebido (Bautier & Rochex, 1998).

3.2.4. Los condicionamientos del sistema educativo y las adaptaciones individuales

Los análisis de prácticas que hemos realizado nos llevan a formular la hipótesis
de que, para cada docente, las prácticas no sólo son estables (en el sentido de que toman
decisiones análogas a propósito de acontecimientos similares) sino también coherentes.
Puede haber varios niveles de lectura de esta coherencia individual, que permite
comprender las relaciones entre las distintas decisiones, por ejemplo, y que explica
también las jerarquías adoptadas entre las diferentes lógicas de acción del docente
(Robert, 2001) o las opciones que realiza ante las contradicciones que debe resolver.
Algunas investigaciones sobre la utilización del pizarrón (Robert & Vandebrouck, en
prensa), el estudio sobre la enseñanza de la multiplicación de decimales en sexto año
(Roditi, 2001) y las prácticas en la Zona de Educación Prioritaria (Butlen et al., 2002)
confirman lo siguiente: para un mismo docente, no todas las estrategias incluso dentro
de lo didácticamente correcto, son posibles a priori; el docente no elige todas las
alternativas que han sido puestas en evidencia en las clases, incluso si cada espectro de
conductas es amplio.

Esto tiene como eventual consecuencia la posibilidad (¿necesidad?) de tener en


cuenta esta coherencia en la formación (en germen en los principiantes). En particular
los formadores del campo de la práctica podrían ayudar a los jóvenes principiantes a
detectar esta coherencia y a integrar algunos procedimientos poco habituales sin que se
desanimen, respetando sus concepciones y su proyecto (también latente). Esto puede
justificar la escritura de una memoria profesional o de otros dispositivos establecidos en
el IUFM (Instituto Universitario de Formación de Maestros) de Créteil que proponen
acciones repetidas de formación, a partir de las mismas situaciones reales (ver Burlen,
habilitación en curso).
Subrayemos la necesidad de toma de conciencia de todos los actores de la dificultad de
conmover y de hacer evolucionar este tipo de estructura, sumamente compleja –las
prácticas de un docente de matemática en un determinado establecimiento escolar.

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Aline ROBERT Del ideal a lo didácticamente correcto

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VYGOTSKI L.S. (1997). Pensée et langage. Paris, La dispute.

Agradecimientos
A todos los docentes que me han ayudado a establecer relaciones entre la investigación
y la práctica.

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