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Retornos sucesivos.

Las estrategias de repetición y circularidad en “El limonero real” de


Juan José Saer
Araujo Pedro Miguel Oscar
Universidad Nacional del Nordeste
miguelaraujo2490@gmail.com
Resumen
Este artículo se propone indagar acerca del nivel discursivo específicamente los mecanismo de la repetición como
figura estructural del El limonero real de Juan José Saer. Este autor en su vasta producción literaria nos presenta
mediante ciertos procedimientos, la actividad de la escritura. El propósito de esta investigación será analizar el
nivel discursivo del relato: la repetición y la circularidad como estrategias utilizadas por el autor para desentrañar
los artificios de la narración que posibilitarán reflexionar sobre la práctica de escritura.
Palabras clave: repetición, circularidad, narración, construcción, escritura

Plan del artículo

Introducción

Una región reflejada en la escritura: la Región del Litoral

El proceso cíclico de la escritura. Repetición y circularidad

Reflexiones finales no se solicitó


Introducción
El limonero real fue publicado el año 1974, es una de las novelas fundamentales dentro de la
narrativa de Juan José Saer. En esta novela el autor logra desarrollar al máximo su estilo literario
en el cual abundan las frases largas y reiterativas, la repetición y la circularidad.
La escritura de Juan Jose Saer puede inscribirse en la narrativa posmoderna ojo con el uso del
término que manifestará una serie de rasgos que la oponen a la narrativa realista canónica del
siglo XIX porque presenta una ruptura con el pasado en cuanto a la “pretendida” objetividad,
el principio de causalidad es reemplazado por el de azar, el sujeto se halla fragmentado y su
escritura ya no es más una “copia fiel de la realidad”. También, es un representante de una
nueva manera de decir la realidad significativa, de una nueva misión de mundo y de un distinto
entendimiento de la función del arte que se empieza a vislumbrar a fines del siglo XIX y
principios del siglo XX, y que las literaturas de vanguardias consolidan. Esa nueva visión de
mundo, que está en crisis es la que los nuevos narradores buscaban aprehender y que se
manifestará a través de la composición fragmentada de la obra y la desintegración del lenguaje
tradicional.
Podemos afirmar que Saer es un autor destacado dentro de la literatura iberoamericana por
haber logrado una búsqueda creativa que renovó las formas narrativas y le permitió a través de
la escritura reinventar el modo de ver y de narrar las cosas, es decir, la representación del
mundo. Sus textos constituyen un universo ficcional cuyos rasgos elementales son recurrentes
(personajes, lugares) y el uso de estrategias como la repetición y la circularidad le permitieron
conformar un espacio singular, con técnicas propias, personajes que reaparecen continuamente
en sus textos.
La escritura de Saer es el resultado de un trabajo de producción muy riguroso. El limonero real
(1974) es una novela bastante intrigante. La narración nos conduce directamente al mundo
campesino. La novela narra un día completo de la vida de Wenceslao, que es un habitante de la
zona costera cercana a Santa Fe, desde el momento que se despierta al amanecer de un día hasta
que vuelve a despertarse durante el amanecer del día siguiente. Durante ese día Wenceslao
visita a sus parientes que viven en una isla cercana a la suya, almuerza con ellos, va dos veces
a un almacén de campo donde bebe unas copas, mata y carnea un cordero para la cena, duerme
una siesta y tiene una pesadilla, se baña en el río, asa el cordero, lo come, después se atraganta
con él al primer bocado) en la cena familiar de fin de año, baila con su sobrina Teresita, regresa
a su casa, se acuesta y duerme junto a su mujer, que no salió para el festejo, alegando que aún
está de luto por el hijo que murió hace siete años; finalmente, se vuelve a despertar en un
amanecer lluvioso.
La novela está estructurada sobre una frase: “Amanece y ya está con los ojos abiertos”. Las
acciones narran la vida monótona de los habitantes de una isla perdida en el río Paraná reunidos
con un solo motivo: para celebrar el fin de año. Wenceslao, el protagonista principal del relato,
es acosado reiteradamente por la muerte de su hijo, ocurrida seis años antes, y por la ausencia
de su mujer, de luto desde entonces.
En el texto aparece recurrentemente 9 veces una frase de entrada (“Amanece y ya está con los
ojos abiertos”) que dan sentido general a la obra y ponen en primer plano la repetición y la
circularidad.
La autora María Teresa Gramuglio sostiene que este rasgo característico de la poética de Saer
de construir narraciones que no sean novelas permite borrar las fronteras entre poesía y
narración. Además, la frase tiene un ritmo propio que divide y organiza las partes del relato.
Escrita nueve veces, recapitula cada vez más lo narrado anteriormente y divide el relato en ocho
partes.
Una región reflejada en la escritura: la Región del Litoral
El Litoral argentino de los sesenta constituyó una zona cultural imbricada en una red de
producciones culturales de la década y en la serie estética de la época de manera especial .Esto
fue posible porque en lugar de plantear la clásica dicotomía del centro - Buenos Aires- y el
interior -el Litoral u otros espacios periféricos -, en relación al campo literario, se puede pensar
en una especie de polifonía. Voces diversas, zonas en las que emergen y se encuentran distintos
objetos, prácticas y valores, en relación con variados textos.
Juan José Saer nació y vivió parte de su vida en Santa Fe, una provincia argentina que limita
con el Río Paraná. El Río Paraná es un río torrentoso y oscuro y, forma la Mesopotamia
argentina. El río Paraná y la ciudad de Santa Fe sobre ese río configuran un espacio, una región,
una zona, que incide singularmente en la literatura de Saer. Su literatura configura una zona
con características que la relacionan directamente con esa región santafecina donde el escritor
nació.
La “zona” excede cualquier connotación geográfica y alcanza características existenciales. Saer
lo puebla con personajes que mantienen su existencia a lo largo de toda la producción literaria.
Estos personajes se van diseñando según las sucesivas narraciones. La zona da cuenta de la
pertenencia a una lengua, permite y posibilita reuniones de amigos, encuentros, asados, etc.
Saer se incluye en la corriente que se preocupa por una literatura que se busca en sí misma y no
en el contexto, y que desde la “zona” ocupa un lugar en este caso la provincia de Santa Fe,
Colastiné, el Litoral argentino. Junto a Hugo Gola, José Luis Vittori, Juan L. Ortiz constituye
el grupo de intelectuales del Litoral. Estos se autoexcluyeron en su región, que luego se
convirtió en su zona de escritura, sin producir, una literatura “de provincia”, ya que siguen
manteniendo su proyecto de escritura aun cuando por distintas razones no se encuentren en
Argentina. En El concepto de ficción afirma que:
un escritor en nuestra sociedad, sea cual fuere su nacionalidad, debe negarse a representar, como escritor,
cualquier tipo de intereses ideológicos y dogmas estéticos o políticos, aun cuando eso lo condene a la
marginalidad y a la oscuridad. Todo escritor debe fundar su propia estética - los dogmas y las
determinaciones previas deben ser excluidas de su visión de mundo. El escritor debe ser, según palabras de
Musil, un hombre sin atributos. (1997: 275)
Asimismo es fundamental destacar que las regiones rurales en este caso el Litoral se definieron
y configuraron a través de significados de precariedad económica (hambre, indigencia) que se
fueron configurando en la descripción de las modalidades causales de la indiferencia política.
La región del Litoral durante los años sesenta logró la formación de intelectuales que crearon
sus propios códigos. No ocuparon el centro de la escena pero marcaron un posicionamiento que
replanteaba la relación con el orden cultural dominante en relación a la legitimación de un
modelo y de esa manera lograr una diversidad de voces en el espacio de la cultura de los sesenta.
El proceso cíclico de la escritura. Repetición y circularidad
Juan José Saer mediante el uso de procedimientos y estrategias como la repetición y circularidad
indaga y reflexiona sobre aspectos de la escritura como actividad. El limonero real comienza
con una frase: “Amanece y ya está con los ojos abiertos” repetida nueve veces y que es inicio
y fin de la novela. La frase tiene una estructura rítmica regular, articulada por la repetición de
un módulo métrico y coexiste en la página con el relato representa una característica textual de
su poética, la construcción de narraciones que no sean novelas y, que en un solo movimiento
anulan las fronteras entre poesía y narración.
El primer tramo narra en tercera persona del singular la escena en la que Wenceslao personaje
principal y su esposa se despiertan la mañana del 31 de diciembre. Seguidamente se menciona
la muerte de su hijo, el único hijo del matrimonio. Otro fragmento que se repite a lo largo de la
novela reiteradamente es un recuerdo del hijo corriendo por la playa de la casa y zambulléndose
en el río.
La serie de las acciones representa el día de fin de año del protagonista, pero está continuamente
interrumpida por rememoraciones. Además de los recuerdos de su hijo fallecido, Wenceslao
revive escenas de su infancia y juventud. Junto al relato del recuerdo una nueva escritura se
superpone y complejiza la lectura. Aparece otro recuerdo intercalado que tiene como elemento
principal la lluvia y es el día del entierro del hijo. También relacionado con los fenómenos
naturales que se presentan al hombre como inconmensurables, como las inundaciones.
El relato no avanza sino que se repite y se expande continuamente como afirma Mirta Stern. El
protagonista del relato, Wenceslao cuenta y vuelve a contar la aparición de la isla. Cada párrafo
contiene cada secuencia de esa aparición, repite la escritura del anterior y agrega y corrige y
expande. La idea de volver a comenzar es una forma de la eternidad del relato que siempre se
está contando y nunca acaba:
Porque estoy esperando, porque estoy esperando que venga la explosión, porque estoy esperando que
venga la explosión de la zambullida, porque estoy esperando que venga la explosión de la zambullida del
cuerpo que salió de ella, idéntico; porque estoy esperando que venga la explosión de la zambullida del
cuerpo que salió de ella idéntico saltando al agua para buscar lo que yo dejé que la corriente se llevara
hace catorce años. Por un momento no pasa nada y después se oye la explosión, y ahora está el farol
colgado del travesaño, en el techo, y dos mariposas blancas vuelan alrededor. (El limonero real, 143)
Los tramos del relato no avanzan en forma directa y lineal, sino de modo trabajoso y
fragmentario, atravesado recuerdos y anticipaciones que permiten el avance y el retroceso de la
historia. Esta ruptura de la linealidad del orden temporal se corresponde con el uso obsesivo y
poético del recurso de la repetición que construye el discurso narrativo, y disuelve la sucesión
temporal reflejando la duración de un eterno presente.
El limonero real, es el árbol que ocupa el centro del patio de Wenceslao y da título al texto,
como la condensación metafórica del relato. La figura del árbol de la vida y del árbol
genealógico configura una circularidad que se desliza en el nivel de la escritura porque la
narración en los sucesivos retornos se vuelve a su frase inicial y repasa sus elementos: las
acciones y las figuras discursivas, que permite la coexistía de los tiempos, el pasado, el presente
y el futuro de lo narrado en el espacio textual, aquí podemos observar la contradicción del orden
naturalizado de la sucesión temporal del relato tradicional al igual que en el árbol coexisten los
estadios del ciclo natural:
El limonero real está siempre lleno de azahares abiertos y blancos, de botones rojizos y apretados, de
limones maduros y amarillos y de otros que todavía no han madurado o que apenas si han comenzado a
formarse.(El limonero real, 33)
La figura circular siempre contiene una búsqueda de un centro del mundo, en ese centro del
mundo el limonero ocupa un lugar central y en el centro de la historia de la novela hallamos
otro centro que es Wenceslao.
El eje temporal abarca y se extiende a través de la intercalación de numerosos resúmenes y
repasos la vida de Wencesalao. Por debajo y como contexto, emerge el marco de una sociedad
campesina, marginada y estática que reproduce, internamente, sin variantes, un modelo de
organización ancestral marcada por la pobreza, el hambre y la indigencia.
Dentro de este esquema temático, se registra la presencia simultánea de todas las etapas de
construcción del relato, presencia que tiene una relación directa con el título: El limonero real
podría leerse como un texto sobre la eternidad y sobre el ciclo eterno, en la medida en que el
árbol del que toma el nombre contiene todas las fases de su evolución: es un modelo natural y
eterno, dador de un fruto perenne.
El limonero condensa el ciclo y se convierte en cifra del texto, haciendo de la repetición su
figura estructural básica.
A su vez, cada segmento desarrolla una secuencia lineal progresiva, encabezada siempre por
un resumen de las precedentes e interrumpido por unidades narrativas menores. La narración
que se inicia en cada corte, siempre retorna al punto de partida: resume y vuelve a narrar.
Podemos afirmar que el relato nace y muere nueve veces en el interior de su propio espacio
textual que determinan su organización formal y constituyen un objetivo autónomo de la
narración.
Las repeticiones ponen en juego y llevan hasta el límite la posibilidad de la narración, a través
de un aumento desmedido que la desarticula. Se puede observar una poética inseparable de una
ideología literaria: la percepción, el recuerdo y la memoria hacen posible una cierta
organización del mundo; los que hacen posible la narración.
La dificultad de la escritura se revierte en la dificultad de la lectura: la repetición un claro
atentado a la legibilidad. En la novela coexisten y se oponen las figuras circulares, los tramos
lineales, los avances y los retrocesos.
El espacio textual se convierte en un escenario donde se juega el drama de la construcción del
relato, la posibilidad de narrar y de los límites de la representación en la escritura. Un drama,
que transcurre entre el deseo de la forma y la resistencia del material: un lenguaje o una escritura
que, a pesar de su belleza, parece no poder decir nada, tornarse cada vez más ilegible o más
ininteligible. Como en los dibujos de los dorsos del yacaré:
Los cuerpos salen del agua relucientes: la serpiente larga de la isla repta tranquila, el vientre blanco
deslizándose con facilidad sobre el barro primigenio, y el dorso trabajado con infinita minucia en arabescos
rojos y verdes, rojos y verdes, intrincados, lentos, estrechos, entrecruzados, como una escritura en la que
estuviese expresada la finalidad del tiempo y la materia de que está hecho. El yacaré muestra su dorso lleno
de anfractuosidades verdosas —un verde pétreo, insoportable, planetario— en el que la escritura se ha
borrado, o en el que una nueva escritura sin significado, o con un significado que es imposible entender, se
ha superpuesto al plácido mensaje original, impidiendo su lectura.(El limonero real, 30)
en el texto se oponen una escritura en la que se expresa la finalidad del tiempo y la materia de
que está hecho y un trabajo en el que la escritura tiene un significado que es imposible entender
y que impide su lectura.
En el final del día de fin de año con el que comienza la novela tanto el conjunto de recuerdos y
reflexiones aparecen en un mismo nivel:
y que después de la muerte no hay nada, pero nada, pero nada, oyendo repetir muchas veces al ciego, serio
y solemne, acompañándola cada vez con un sacudimiento de cabeza, la misma frase seca, convencida y
como retobada, se ha despedido de sus parientes llevando un paquete de huesos envueltos en papel de diario
y un plato cubierto con un repasador conteniendo un pedazo de cordero para ella, ha atravesado, remando
plácido, el río, sin pensar en nada, sin oír nada, sin sentir nada, y sobre todo, sin recordar, como si estuviese
flotando impalpable, en una dimensión por un momento más alta que la de todos sus días, no tan alta como
para producirle algún vértigo, pero sí lo bastante como para impedirle ser consciente de ella, como para
flotar por encima de la muerte, del sol, de la memoria, ha tocado la costa con la proa de la canoa y al poner
el pie en la tierra ha vuelto a oír la música viniendo del otro lado del río, apagada, el rumor de los remos
instalado, y como acumulado, en el recuerdo, actualizándose antes de desaparecer, su respiración, y, sobre
todo, y otra vez, la explosión de la zambullida y el ruido complejo y profundo de las brazadas, ha subido,
en medio de ese rumor, la barranca, el caminito de arena, llegando al patio delantero en cuya penumbra lila
ha visto recortarse, a la luz de la luna, la copa redonda del paraíso (E limonero real, 236,237)
El texto funciona, por lo tanto, como un relato sobre el proceso de construcción de un relato,
en el que quedan prolijamente descriptos todos los mecanismos de la escritura. Como sostiene
Monica Bueno el relato continuamente vuelve sobre la historia de Wenceslao, su mujer y el
hijo una y otra vez porque se trata entonces del punto de efectuación de lo humano en la historia
de la novela.
Las repeticiones en el relato parecen anular el sentido como cuando repetimos incansablemente
una palabra hasta vaciarla de contenido. Las repeticiones logran así que los sentidos se filtren
fragmentados en la narración y no residan en la historia ni en el referente del relato sino en el
conjunto de sensaciones y sentimientos que se construyen a partir de las experiencias del duelo
y de la muerte.
Reflexiones finales
Finalmente, las estrategias de repetición y circularidad como ser: paisajes o personajes que se
reiteran resignifican cada texto y el modo de escritura. Saer en su obra Una literatura sin
atributos sostiene que la narración es una praxis que busca analizar la propia escritura. Además,
afirma que la novela es un género literario y que, la narración permite al hombre relacionarse
con el mundo. Los narradores viven en una misma patria que es la espesa selva de lo real.
Así, la fijación en un hecho mediante la repetición como mecanismo textual, el reconocimiento
de un paisaje, el recuerdo, y la reflexión acerca de él; la reunión de amigos, los personajes y
paisajes permiten reflexionar sobre la práctica de escritura.
Podemos afirmar que las estrategias de repetición y circularidad permiten descubrir el sentido
mismo de la narración y al mismo tiempo como afirma María Teresa Gramuglio en El lugar de
Saer estas construcciones complejas y trabajadas conjuran una amenaza que asechan al relato
con la propia disolución.
El limonero real construye un relato singular mediante el uso de la estrategia de la repetición y
logra así representar una imagen de circularidad ficticia que nos permite indagar sobre el
tiempo, la memoria, la escritura y, por supuesto sobre la muerte.

8 (ocho)
Bibliografía
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