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LA POLÍTICA DEL BUEN VECINO

12 FEBRERO, 2018
TRIBUNA POPULAR
ENRIQUE GARCÍA ROJAS. Especial para TP
Profesor de Literatura

Otra modalidad de interferencia en América Latina

Las relaciones entre América Latina y Estados Unidos durante gran parte de los siglos XIX y XX se
caracterizaron por las desmedidas ambiciones de EEUU en el continente. La potencia del norte se
apropió de enormes territorios, se aprovechó de ventajas desleales en empresas agrícolas y
mineras, se asoció con las oligarquías locales, y sembró sus bases militares.

La conducta injerencista de EEUU encontró sustento en la «Doctrina Monroe», que en la práctica


hacía de América Latina esfera exclusiva de influencia estadounidense, y daba pie para que
Washington impulsara invasiones, intervenciones y golpes de Estado en nuestra región. Para ello
sirvieron también el «Corolario Roosevelt», que legitimaba el intervencionismo «preventivo» o
«civilizatorio» de EEUU en nuestros países, y la política del «Gran Garrote» que daba abiertamente
licencia a la continuación de la diplomacia con la fuerza.

En la década de 1930, una nueva política entró en juego, inspirada en la llamada doctrina del «Buen
Vecino», anunciada por el presidente Franklin Delano Roosevelt durante el discurso inaugural de su
primer mandato, el 4 de marzo de 1933. Se inició así un período libre de intervenciones directas de
EEUU en nuestros países; este Roosevelt repudió las anteriores acciones militares de su país, ordenó
el retiro de las tropas estadounidenses de Nicaragua y Haití, y negoció la anulación de la «Enmienda
Platt» de la Constitución cubana.

Este cambio ocurrió en medio de un nuevo clima político y social, tanto en el contexto internacional
como en el interno de EEUU, dominado por el auge de la amenaza fascista, los efectos de la gran
depresión económica iniciada en 1929, y el giro moderadamente progresista del propio gobierno de
Roosevelt.

No obstante, aunque esta política aparentemente abría un espacio de colaboración y renunciaba al


uso del «Gran Garrote», en realidad creó un escenario propicio para la intensificación de la presencia
económica privilegiada de las corporaciones estadounidenses en nuestros países. En cierto sentido,
la política del «Buen Vecino» fue una nueva modalidad de la «Doctrina Monroe» adaptada a las
circunstancias del momento, y procuraba fomentar las condiciones para el establecimiento de una
zona de comercio continental, de la que las compañías estadounidenses se beneficiarían
enormemente.

Fue también en esta época que se comenzó a difundir el concepto del «panamericanismo», que ha
servido como base para la masificación del imperialismo cultural estadounidense. El gobierno de
Roosevelt estimuló a las industrias culturales a colaborar con esta política, de lo que surgieron la
figura de Carmen Miranda como imagen visible de Latinoamérica en Hollywood, y las películas de
dibujos animados de Walt Disney basadas en las culturas de los países latinoamericanos, como Los
tres caballeros y Saludos amigos.

Así, bajo un disfraz benévolo, se perseguía una dominación pacífica pero no exenta de arrogancias,
que pretendía convencer a todo el continente de los beneficios de la «amistad panamericana».

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