Sunteți pe pagina 1din 4

DON BOSCO, UN HOMBRE EXTRAORDINARIO

1. San Juan Bosco (sus muchachos lo llamaban ‘Don Bosco’, y así pasó a la tradición) fue,
y sigue siendo, un regalo de Dios al mundo: a los jóvenes, a los padres, a los
educadores, a la sociedad, a la Iglesia; y en modo especial a América Latina.
2. Su vida es sorprendente: ¿quién hubiera esperado que un niño campesino y
huérfano, sin medios económicos, llegara a ser sacerdote, excelente educador,
escritor fecundo, creador de centros educativos, fundador de Institutos religiosos,
constructor de iglesias monumentales, impulsor de misiones, mediador entre el
Gobierno y el Vaticano, famoso ya en vida, santo de la Iglesia católica, amado y
respetado incluso en países no cristianos?
3. Juanito había nacido el 16 de agosto de 1815 en el norte de Italia, en un pequeño
caserío del municipio de Castelnuovo (hoy ‘Castelnuovo Don Bosco’) a 30 km de
Turín, la capital.
4. Le tocó en suerte una madre poco común, Margarita: campesina y analfabeta (como
todas en su tiempo), pero profundamente cristiana y excelente educadora, que
formó sabiamente a su hijo y, más tarde, lo acompañó durante diez años como
‘mamá’ de los muchachos de Don Bosco.
5. El Señor había dotado a Juanito de fantasía y creatividad, voluntad tenaz, una
memoria prodigiosa y gran capacidad de simpatía, amistad y liderazgo. A esas
cualidades de naturaleza, Juanito añadía un gran sentido religioso y moral, que
Margarita supo infundir en él. A los diez años ya era un pequeño apóstol en su aldea.
6. Por muchos factores (pobreza, distancia, oposiciones) tardó en iniciar formalmente
los estudios. Pero el ideal lo tenía claro, y la fuerza de su voluntad le permitió
recuperar el tiempo y llegar, aún joven, al sacerdocio. Las dificultades encontradas
resultaron incluso providenciales, porque las aprovechó para aprender diversos
oficios y habilidades, que más tarde le serían muy útiles. Durante esos años siguió
siendo líder y apóstol entre sus compañeros.
7. Prosiguió sus estudios en el Seminario, siempre apreciado por compañeros y
superiores. Y, una vez ordenado sacerdote (en junio de 1841), siguió su formación,
durante tres años, en Turín, estudiando teología moral y entrenándose en las
prácticas pastorales (predicación, catequesis, confesiones). En esos años conoció las
periferias de la ciudad, las cárceles, y la triste situación de la juventud migrante,
pobre y en riesgo.
8. Llevaba seis meses de Misa cuando tuvo el famoso encuentro con uno de esos
muchachos, Bartolomé Garelli. Era el 8 de diciembre de 1841, fiesta de la Inmaculada.
Allí nació el “Oratorio”, su obra más característica.
9. El Oratorio: ¿qué era? Reuniones dominicales de los muchachos con Don Bosco.
¿Dónde? Donde podía. ¿Qué se proponía él con eso? Alejarlos de la vagancia, de la
marginación, de los peligros morales, de la ignorancia religiosa. ¿Qué actividades se
llevaban a cabo en el Oratorio? Había juegos, clima de acogida, un ambiente seguro,
mucha religión; y, sobre todo, la presencia de Don Bosco.
10. La obra fue creciendo y desarrollándose; pero no faltaron dificultades: fueron cuatro
años de incomprensiones, sospechas, oposiciones, desalojos, hasta llegar a su sede
definitiva: la ‘Casa Pinardi’ (Pascua de 1846). Allí ya los muchachos tendrán capilla,
patio, clases dominicales y nocturnas, canto, fiestas y grupos.
11. ¿Cuáles fueron las grandes opciones de Don Bosco? Primera, la “juventud pobre,
abandonada y en peligro”. Pero, ¿quiénes eran en concreto esos jóvenes? Muchachos
que venían del campo y la montaña, desubicados, sin familia ni preparación,
explotados, expuestos a la ociosidad, al vicio, a la cárcel. A ellos consagró Don Bosco
su vida.
12. Otra opción de Don Bosco fu el criterio “preventivo”. Don Bosco quiere adelantarse al
mal, no esperar a que la calle pervierta a los muchachos; quiere fortalecerlos con
valores morales y religiosos antes de que ellos caigan en las redes del mal. ¿Cómo? En
el Oratorio ellos encuentran juegos, catequesis, misa, canto y posibilidad de
confesarse. Más tarde tendrán banda musical, paseos y teatro. Todo en clima de
acogida y encuentro, de alegría y amistad; siempre acompañados por la palabra y la
mirada de Don Bosco. El muchacho, así formado, instintivamente rechazará pecados
y vicios.
13. Había personas que le hacían la lucha a Don Bosco: masones (anticlericales) y
valdenses (protestantes). Sufrió varios atentados tramados por ellos. Pero Don Bosco
se mantuvo fiel a su misión juvenil educativa; evitó involucrarse en intrigas políticas. Y
siguió impertérrito su tarea.
14. Dedicaba horas de la noche a escribir libros escolares, libros de formación religiosa,
libros de apologética, libros amenos: todo para los muchachos y el pueblo, con estilo
popular, con finalidad educativa y para sostener la fe católica entre la gente. Para eso
lanzó también una revista mensual: las “Lecturas Católicas”.
15. Ante las necesidades extremas de algunos muchachos sin hogar, Don Bosco los
acogió en su casa. Y así nació la “Casa” (el internado), como apéndice del Oratorio,
con estilo de familia. Don Bosco lo compartía todo con los muchachos: comida,
estudio, juego, oraciones. Era para ellos padre, maestro, amigo. Con ellos, por diez
años, estuvo también “mamá Margarita”.
16. Para ellos, para prepararlos a la vida, para que un día fueran “buenos cristianos y
honrados ciudadanos”, Don Bosco inició en casa diversos “talleres”, de los que al
inicio él mismo fue el instructor. Así, poco a poco, fueron apareciendo: la
encuadernación, la zapatería, la sastrería, la carpintería, la imprenta, la herrería. Con
el tiempo esos talleres llegarán a ser las famosas “Escuelas de artes y oficios” (que un
día abrirán a los salesianos las puertas de países y de gobiernos, incluso masónicos).
17. ¿Cómo pudo Don Bosco atender a tantas cosas? Tenía gran capacidad de trabajo;
aprovechaba bien el tiempo; de noche dormía pocas horas. Y también sabía buscar
colaboradores: al principio algunos buenos sacerdotes, que habían sido compañeros
suyos en el Seminario; y también algunos señores y señoras de la ciudad. Pero Don
Bosco miraba al futuro: encaminó a algunos de sus mismos muchachos hacia el
estudio del latín, los formó, les puso la ‘sotana’; y llegaron a ser sus primeros
salesianos. Con ellos, todavía muy jóvenes, fundó la Sociedad Salesiana (1858).
18. El nombre de “salesianos”, que Don Bosco les puso, se inspiraba en San Francisco de
Sales, conocido como celoso pastor y hombre de gran dulzura y paciencia. ‘Celo
pastoral’ y ‘buen carácter’ quiso Don Bosco que fueran las virtudes características de
sus jóvenes colaboradores.
19. No fue fácil que el Vaticano aprobara las ‘Constituciones’ de esa nueva Congregación,
porque contenían ciertas novedades y rasgos de modernidad, no acostumbrados
hasta entonces, pero exigidos por los tiempos nuevos. El papa, Pío IX, que apreciaba y
quería mucho a Don Bosco, puso la firma que faltaba; y las Constituciones quedaron
aprobadas (1874).
20. ¿Cuál era el ideal educativo de Don Bosco? Una educación ‘integral’, una educación
que tuviera en cuenta el cuerpo y el alma de los muchachos, la persona y la sociedad,
la vida terrena y el Cielo, hasta la madurez, hasta la santidad.
21. ¿Qué pide Don Bosco? Al muchacho le pide que esté siempre alegre; bien ocupado en
sus deberes escolares y religiosos; que sea obediente a sus papás, agradecido hacia
sus bienhechores, sincero con su confesor; que cultive y defienda su pureza; que sea
un pequeño apóstol entre sus compañeros; que acuda a los sacramentos de la
Confesión y la Comunión, como preciosos medios educativos; y sea muy devoto de la
santísima Virgen; que aspire a la santidad y al Cielo.
22. Y a sus salesianos ¿qué les pide? Que estén siempre en medio de los muchachos y no
los pierdan de vista; que muestren interés por su bien corporal y espiritual; que usen
para con ellos el famoso trinomio: “razón, religión y afecto”, es decir, que sean
pacientes, razonables, cercanos, ejemplares en todo. Que vivan ellos con sencillez y
pobreza, pero que den a los muchachos la mejor preparación para la vida.
23. No se contentó Don Bosco con su obra en Turín, que ya acogía a 700 muchachos.
Poco a poco fue abriendo Obras semejantes en toda Italia: en Mirabello, Lanzo,
Alassio, La Spezia… Y enviaba allá a sus mejores salesianos para trasplantar su carisma
educativo, multiplicando oratorios, escuelas, talleres.
24. Lo dudó, lo consultó, pero luego se decidió. Entendió que Dios le pedía hacer para las
muchachas lo que hasta entonces había hecho para los muchachos. Encontró a una
excelente joven, María Mazzarello, que con la amiga Petronila estaba haciendo en
Mornese, para las muchachas del pueblo, una especie de oratorio y de taller. Y con
ellas Don Bosco fundó la rama femenina de los salesianos: las llamó “Hijas de María
Auxiliadora”, que pronto se multiplicaron y fundaron muchas Obras por todas partes.
25. Don Bosco extendía su mirada siempre más allá; nunca decía ‘basta’. No contento con
las Obras que había fundado en Italia, fue abriendo nuevos oratorios, escuelas y
talleres en Francia, España, Bélgica, Inglaterra…
26. Y, aún no contento, concibió el gran proyecto de las Misiones: soñaba con países
lejanos, con multitudes de jóvenes, y salesianos animándolos. Escogió entonces a diez
de sus mejores salesianos, preparó la expedición y los envió a Argentina para atender
a los emigrantes y contactar a las tribus araucanas. Más tarde envió otros grupos a
Uruguay, Brasil, Chile y Ecuador.
27. ¿De dónde sacaba Don Bosco recursos para tantas obras? Él tenía una gran
colaboradora que le conseguía dinero y vocaciones: María Santísima. Desde pequeño
le tenía una gran devoción. La había visto en sueños cuando tenía nueve años. Ella le
daba instrucciones, y él confiaba en su guía y ayuda. Es cierto, el dinero no caía del
cielo; Don Bosco tenía que buscarlo, pero Ella era con él generosa en milagros.
28. La gratitud de Don Bosco a la Virgen y la situación difícil por la que atravesaba la
Iglesia en ese tiempo, impulsaron a Don Bosco a construir un bello templo en honor
de su celestial bienhechora: el ‘Santuario de María Auxiliadora’. Está en Turín. Es el
centro de irradiación de todas las obras salesianas en el mundo. Cuando comenzó la
construcción, Don Bosco tenía cuarenta centavos en el bolsillo; los milagros hicieron
lo demás.
29. Con la devoción a María Auxiliadora, Don Bosco cultivaba en los jóvenes otras dos
devociones: a Jesús Sacramentado y al Papa. En la persona del Papa, Don Bosco veía
representada toda la Iglesia. Él amaba a la Iglesia. Este amor se manifestaba en sus
escritos en defensa de la fe católica, en su trabajo por cultivar las vocaciones
sacerdotales, en el envío de misioneros a países lejanos, en su adhesión a la persona
del Papa, en su trabajo por mediar entre el Gobierno italiano y el Vaticano, en
difundir la devoción a María bajo el título de “Auxiliadora de los cristianos”.
30. Don Bosco fue un gran luchador. Pero no un luchador solitario. Buscó siempre quien
colaborara con él en las mismas batallas: la salvación de los jóvenes, la fe del pueblo,
las misiones lejanas. Quiso enrolar en torno a sí el mayor número de personas. Por
eso fundó a los “Salesianos de Don Bosco” para los muchachos, y a las “Hijas de María
Auxiliadora” para las muchachas. Y no le bastó: toda persona en el mundo, varones y
mujeres, desde los 16 años, podían ser salesianos externos; y así nació la tercera
rama de la familia salesiana: los “Salesianos Cooperadores”. ¡Todos a trabajar!
31. Enrólate tú también en alguno de esos grupos. Ama a Jesús Sacramentado, a María
Auxiliadora y al Papa, y luego lánzate con Don Bosco a dar una mano a los jóvenes
“pobres, abandonados y en peligro”. Don Bosco prometía a sus colaboradores “pan,
trabajo y Paraíso”.

S-ar putea să vă placă și