Sunteți pe pagina 1din 70

CELEBRACIÓN

de

Thomas Vinterberg y Mogens Rukov

Adaptación teatral de Bo hr. Hansen

NORDISKA STRAKOSCH TEATERFÖRLAGET


nordiska@inet.uni2.dk

Traducción: Antonio Orduña

1er ACTO
1a ESCENA

(Helge)

(Una gran mesa con sillas alrededor componen la escenografía de la obra teatral “Celebración”.
Entorno a la mesa transcurren los distintos momentos de la celebración. Los demás espacios los
recrean los actores en el suelo, en la mesa y, a veces, en una escalera.)

HELGE: (Hacia el público)


Hoy en día, cumplir sesenta años no es gran cosa. Pero cuando se ha tenido una buena vida como
la que yo he tenido, se mira tanto al futuro como al pasado. Uno puede recordar los momentos
tristes y los alegres. Y uno se alegra por la familia que tiene y porque sus hijos saben apañárselas.
Y, al menos, cabe esperar que las personas invitadas a la fiesta vengan y las que no han sido
invitadas, que no vengan.

2a ESCENA

(Christian, Michael, Mette)


(El móvil de Christian suena: responde.)

CHRISTIAN:
¿Sí?... Hola… Sí, ya estoy aquí. Mi avión llegó esta mañana… Me he afeitado en el aeropuerto,
por si te interesa… Todo bien. Ya llego tarde. Ahora mismo voy caminando por el campo. Estoy
contemplando la tierra donde nací. Qué bonito es esto. Uno siempre tiene ganas de volver a casa,
aunque entonces aparecen los problemas... Sí, pero voy a dejarlo claro… Seguro que se quedan...
pasmados... ¿Qué? Que vaya bien... Vale. Adiós.

(Michael y su mujer Mette entran corriendo con las maletas. Adelantan a Christian.)

MICHAEL: (Distraído)
Mi hermano mayor. (Se percata) ¡Pero si era mi hermano mayor! ¿Por qué no me has dicho
nada? (Deja su equipaje) Uno siempre se las tiene que arreglar solo.

METTE:
Vale, tranquilo.

MICHAEL:
¡Diablos, Christian! ¿Qué pasa, tío?
(Le pega en broma a Christian.)
¡Jódete!

CHRISTIAN:
Te crees gracioso, ¿no?

MICHAEL: (A Mette)
¿Lo ves? Ha venido andando desde París. ¡Colega!

CHRISTIAN:
No, sólo vengo caminando desde la estación.

MICHAEL:
Ah... Pues nosotros nos hemos quedado tirados porque no puso gasolina. Siempre tengo que
hacerlo todo solo.

CHRISTIAN:
Os puedo llevar algo.

MICHAEL:
No, no, déjalo. Ahora vamos a hablar tú y yo. (A Mette) Lleva tú las maletas.

(Michael deja su maleta.)

METTE:
¿Qué quieres, que cargue yo con todo?

MICHAEL:
¿Y ahora, qué?

METTE:
¿Pero qué te has creído? No pretenderás que lleve todo el equipaje lo que queda de camino.

MICHAEL:
Ala, calla ya. Es mi hermano, maldita sea. Déjalo ya. O si no, vete a casa.

METTE:
Anda, cállate tú.

(Mette sale con el equipaje.)

3a ESCENA

(Christian, Michael, Lars.)

(Lars entra.)

MICHAEL:
Hola, ¿cómo te llamas?
LARS:
Lars.

MICHAEL:
Vale, Mads, ahora escucha. Siempre suelo tener problemillas con el personal nuevo, así que ya lo
sabes.

LARS: (A Christian)
Buenas.

CHRISTIAN:
Buenas.

MICHAEL:
¿Sabes quiénes somos? Éste de aquí es Christian. Es mi hermano. Tiene dos restaurantes en
París. Y yo tengo un pequeño restaurante en el puerto. ¿Vale? Los dos nos hemos criado aquí, así
que sabemos cómo hay que tratar a los clientes, ya me entiendes. Y si sabes lo que haces, estarás
atento de quién es cada cual aquí. Así que danos las habitaciones número nueve y diecinueve y
no te molestaremos más.

LARS:
Usted no consta en la lista.

MICHAEL:
¿Qué dices?

CHRISTIAN:
Mire de nuevo. Michael Klingenfeldt Hansen.

LARS:
Su padre me ha dicho que Michael no está invitado.

MICHAEL:
Mira, Mads...

LARS:
Es Lars… ¿de acuerdo?

MICHAEL:
Vale. Lars. Es que el año pasado la cosa se fue de las manos. Cuando me bebo un par de chupitos
de más, la hemos jodido. Pero vamos a ver si solucionamos esto de un modo u otro.

LARS:
Ya; Michelle también está aquí... Así que...
MICHAEL:
Me da igual. Yo, lo que quiero es saber si hay alguna habitación o qué. ¿Vale?

LARS:
No queda ninguna habitación.

MICHAEL:
Vale. Voy a hablar con mi padre y ya está. Así me dirás si queda alguna habitación libre. Ése es
tu trabajo, ¿no?

CHRISTIAN:
Lars. Consíguele una habitación. Ya hablaré yo con mi padre de esto.

MICHAEL:
Mira. Podemos quedarnos en una de las habitaciones pequeñas. Siempre están libres. Anda,
dame la número uno o la tres, ¿vale?

(Michael ya está saliendo. Lars saca una llave.)

LARS:
¿No quiere la llave? (Le lanza la llave.)

MICHAEL:
Pues claro. (Recoge la llave.)

CHRISTIAN:
Bien, yo debo constar en algún sitio.

LARS:
Sí.

(El recepcionista le da una llave a Christian. Mette entra con las maletas.)

METTE:
¡Nunca más vuelvo a hacer esto! Si llevo arrastrando los brazos de tanto cargar... ¿Te importaría
ayudarme un poco, Michael?

MICHAEL:
(En voz alta) ¡Recepcionista! Lleva las maletas a la habitación. (Con voz más baja) Esto… Lleva
las maletas a la habitación.

LARS:
Sí, ahora mismo.

(Lars coge el equipaje y comienza a caminar. Michael y Mette le siguen.)


MICHAEL: (Al recepcionista)
Y si me consigues gasolina, nos vamos mañana mismo. Tenemos cosas que hacer en la ciudad.
Ya sé que en el campo no pasa gran cosa, pero, en la ciudad, todo es distinto. Por eso te digo que
tienes que tener un poco más de brío.

(Salen. Christian se queda de pie.)

4a ESCENA

(Christian, Helene, Michael)

(Helene entra con su equipaje.)

HELENE:
¡Christian!

CHRISTIAN:
¡Helene!

(Ambos se abrazan.)

HELENE:
¿Estás listo? ¡Ya vienen los invitados! No habrás bebido, ¿no?

CHRISTIAN:
No, hoy no.

HELENE:
Fue un entierro muy bonito, ¿verdad?

CHRISTIAN:
Sí.

(Michael entra.)

HELENE:
¿Qué haces tú aquí?

MICHAEL:
¿Que qué hago aquí? ¿Me estás preguntando qué hago en la casa de mi propio padre?

HELENE:
Si no puedes venir al entierro de tu hermana, tampoco deberías poder venir al cumpleaños de tu
padre, ¿no?

MICHAEL:
Oye, no creo que debas meterte en lo que yo hago.

HELENE:
¿Pues sabes qué? Que no me meto en lo que haces. Me meto en lo que no haces. ¡En que no
vinieses al entierro de tu hermana! ¡En que no me llamases para felicitarme por mi cumpleaños!
¡En que no devuelvas el dinero que pides prestado! En que pases una mierda de los demás y sólo
te intereses por ti, Michael; en eso me meto.

MICHAEL:
Ahora empieza ésta también. Ya no puedo más. Me voy a casa. En serio, Christian.

HELENE:
Muy buena idea, sí señor. Adiós, Michael.

CHRISTIAN:
¿Quieres llevarte mi bicicleta?

MICHAEL:
Paso de quedarme aquí escuchando esta mierda.
CHRISTIAN:
Venga, haya paz.

MICHAEL:
Sí, haya paz.

HELENE:
Míralo… Igualito que Christian. Pero si en el fondo eres un buenazo, ¿no?
(Michael le da una patada en el trasero a Helene en broma.)
¡Para ya! ¡Déjame en paz!

(Helene y Michael salen.)

5a ESCENA

(Christian, Pia.)

(Pia, la camarera, entra.)

PIA:
Hola, Christian.

CHRISTIAN:
Hola, Pia.

PIA:
¿Cuál es tu habitación?

CHRISTIAN:
La número diecisiete. ¿Por?

PIA:
Tengo que usar tu baño. ¿Me das permiso?

(Christian le da la llave. Cada uno sale por un lado.)

6a ESCENA

(Helene, Lars.)

HELENE:
¡Ven aquí!

LARS:
¿Es a mí?

HELENE:
No sé si esto significa algo para ti, pero para mí sí. No te conozco de nada y no sé si estás al
tanto. Pero es que le has dado mi habitación a Michael. Bien. El problema es que me ha tocado la
habitación donde murió mi hermana, y la verdad es que no... Bueno, da igual; en cualquier caso,
es mejor que habérsela dado a Christian. No le hubiera sentado muy bien; es que eran gemelos...
Quizá sea mejor que me quede en otra habitación.

LARS:
Si lo prefiere…

HELENE:
No lo prefiero, pero es que... Esta habitación no me transmite buenas sensaciones...
(Ella escucha un ruido.)
¿Lo has oído?

LARS:
No. Ella... Ella ya murió.

HELENE:
Vamos a mirar.

LARS:
Creo que deberíamos irnos.

HELENE:
¿Qué es esto de aquí? ¿Una flecha hacia arriba? Arriba, arriba. ¿Te importa tumbarte?

LARS:
¿Tumbarme?

HELENE:
Así veremos si hay algo arriba.

(Lars se tumba.)

HELENE:
Ve mirando...mira bien en el techo, a ver si puedes ver alguna señal, una flecha u otra cosa... una
ola, un pez, un pájaro... Así no iremos acercando a lo que buscamos.
(Se fija en algo)
Aquí hay un pez. Mira, esto significa hacia abajo, hacia el suelo.

LARS:
No entiendo de qué va este juego.

HELENE:
Ya... Qué raro todo esto. Es que, eeeh, ella siempre jugaba a “frío o caliente”. Ya estamos cerca.
¡Caliente, caliente!
(Sigue buscando nuevas señales. Lars se levanta.)
Mira por allí. Anda, pero mira qué pajarito tan mono hizo... No, ya no puedo más… Uy, otra
flecha. Y otra flecha aquí. Caliente, caliente.

(Lars se fija en algo.)

LARS:
¡Ahí arriba hay algo! Arriba, junto a la lámpara. Justo donde está enganchada.

HELENE:
¡Es una flecha! Veamos que hay en la lámpara.

(Helene coge una silla. Se sube en ella. Lars la aguanta. Helene encuentra una carta.)

HELENE:
¡Aquí está!

(Se baja de la silla y abre la carta.)

HELENE:
“Hola a quien haya encontrado esta carta... Seguro que eres...”

(Lars intenta leer la carta por encima del hombro del Helene. Helene se acerca la carta para que
Lars no la pueda leer.)

HELENE:
¡Uuh!

LARS: (Se asusta)


¡Uy!

HELENE:
No pasa nada. ¿No te habrás asustado?

LARS:
Pues claro que no.

HELENE:
La verdad es que siempre ha habido fantasmas en esta casa. No pasa nada. Me quedo esta
habitación. Sí, me quedo aquí. Gracias por ayudarme. Gracias.

LARS:
De nada.

(Lars sale. Helene lee la carta otra vez. Revuelve su bolso. Encuentra un tubo de analgésicos, lo
vacía en el bolso, enrolla la carta y la mete en el tubo. Mete el tubo en el bolso.)

HELENE:
Aquí estará a salvo, aquí estará a salvo. No la pueden encontrar, no, no la pueden encontrar.
Venga, ya está.

(Helene cierra el bolso y sale.)


7a ESCENA

(Christian, Else, Helge, Michelle.)

(Else entra.)

ELSE:
Christian, tesoro. Qué bien que al final hayas venido.

(Else lo abraza.)

CHRISTIAN:
Hola, mamá. ¡Qué guapa estás!

ELSE:
Ay, sí, hijo mío.

(La camarera Michelle deja el coñac y el vaso en la mesa.)

MICHELLE:
Perdón, pero los invitados ya vienen.

(Michelle sale.)

ELSE:
Bien. Ve a buscar a tu padre. Te está esperando. Y acuérdate de felicitarle.

(Else sale. Helge entra.)


CHRISTIAN:
Hola, papá. Feliz cumpleaños.

HELGE:
Gracias. Tengo algo importante que decirte. ¿Te apetece un coñac?

CHRISTIAN:
No, gracias.

HELGE:
Sí, es bastante importante. Es algo que en lo que llevo pensando varios días. Escucha. Van dos
putas sentadas en el vagón del tren…
(Christian no puede aguantarse la risa.)
HELGE: (Continúa)
No te rías de tu viejo padre, y menos el día de su cumpleaños. ¿Qué te has creído? Además, se lo
voy a contar a tu madre. Tengo que hacerlo.

(Else entra.)

ELSE:
¿Estabais hablando de mí?

HELGE:
Aquí está tu hijo, sentando, riéndose en mi cara.

ELSE:
Christian, no deberías hacer eso.

CHRISTIAN:
Ya; también podríamos quedarnos aquí y hablar de cosas importantes, mientras los demás
esperan.

HELGE:
Claro que sí. A la mierda los demás. Ahora lo que tengo son ganas de conversar un rato con mi
hijo mayor. ¿Cómo te va todo?

(Else sale.)

CHRISTIAN:
Me va bien. Nos hemos… mudado a Lyón y…

HELGE:
Sí, ya. Que se leer, hijo mío. Creo que estás yendo por buen camino. De verdad lo creo. Tú vales
mucho. ¿Y qué tal con esa amiga que siempre llama? ¿No podrías tener hijos con ella y regresar
a casa?
CHRISTIAN:
No. Está embarazada de otro. Y, además, es sólo una amiga.

HELGE:
Ya. Pues búscate otra chica. O vente a casa otra vez. Me estoy haciendo mayor y me gustaría
tener a la familia cerca de mí. Tu madre piensa lo mismo que yo.

CHRISTIAN:
¿Qué tal está ella?

HELGE:
Ya se está cansando de mis bromas.

CHRISTIAN:
No me extraña.

HELGE:
¿Qué quieres decir con eso de que no te extraña? ¿Qué tienen mis bromas? Bah, ya no queda
respeto. Pero, venga, dime. ¿Qué tal todo? ¿Tienes ya novia? Esto ya te lo preguntado.

CHRISTIAN:
Sí.

HELGE:
Sólo una cosa más, Christian. ¿Te puedo pedir que digas un par de palabras sobre tu hermana
esta noche? Yo no puedo; se me saltan las lágrimas.

CHRISTIAN:
Claro. He escrito algo.

HELGE:
¿Ah, sí? Qué bien, hijo mío.

CHRISTIAN:
Por cierto, Michael ha venido.

HELGE:
¿Que Michael ha venido? Pues también tengo que conversar con él.

(Michelle retira el coñac y el vaso.)

HELGE:
Una cosa, Michelle, preciosa. ¿Estás casada?

MICHELLE:
No.

CHRISTIAN:
Creo que deberías pedírselo a otra.

MICHELLE:
Yo también.

HELGE:
Sí, es verdad. Es mi otro hijo. Sí. Discúlpame. Tengo que hablar con él.

(Michelle sale. Christian y Helge salen cada uno por un lado.)


8a ESCENA

(Michael, Mette)

(Michael entre con la maleta abierta en una mano y sus viejos zapatos marrones en la otra mano.
Está en calzoncillos y calcetines. Está revolviendo la maleta.)

MICHAEL:
¡No los encuentro!

(Mette entra en combinación.)

METTE:
¡Tienen que estar en la maleta!

MICHAEL:
Ya he mirado.

METTE:
Tranquilízate, Michael. Tienen que estar aquí.

(Michael levanta los zapatos marrones.)

MICHAEL:
Entérate, no puedo bajar con los zapatos marrones. A mi padre le daría algo.

METTE:
Ya, Michael, ya lo sé. Si tienen que estar por aquí, en un sitio u otro.

MICHAEL:
Sí, ¿dónde? Ya he mirado por todas partes, macho.

METTE:
Mierda. Creo que me los he dejado.

MICHAEL:
No, no puede ser. ¿Te enteras? Vale. Pues te vas a casa a buscarlos. Tenemos que cenar en una
hora. Así que coge el coche y vete a casa a buscarlos. ¿Te enteras?

METTE:
¡Pero si el coche no va!
MICHAEL:
Ese no es mi problema. ¿No querrás que baje descalzo al cumpleaños de mi padre?

METTE:
¿Qué quieres? ¿Que vaya a casa ahora? Para el carro. ¿Qué van a pensar, tu madre y tu padre?

MICHAEL:
Mira, no sé qué van a pensar. ¿Pero sabes qué? Que con estos zapatos, no puedo bajar a la cena.
¿Es que te has vuelto loca?

METTE:
¿Y por qué no te has hecho la maleta tú mismo? Yo he hecho mi maleta, he hecho la tuya, y
encima quieres que todo esté a punto y preparado. ¡Si no te gusta cómo lo hago, entra y hazte la
maleta tú mismo, joder!

(Michael se prepara para estallar en cólera. Camina alrededor de ella tranquilamente, va a la


mesa y toma un sorbo de un vaso de agua. Se queda mirando a Mette. Y comienza a gritarle
mientras vacía la maleta sobre el suelo y revuelve el vestido de Mette.)

MICHAEL:
MIRA, A VER SI TE ENTERAS DE UNA PUTA VEZ. AQUÍ, LA QUE HACE LA MALETA
ERES TÚ. ASÍ QUE MÁS TE VALE AVERIGUAR DÓNDE COJONES ESTÁN LOS
ZAPATOS.

METTE: (Gritando a la vez que Michael.)


¡CÁLLATE DE UNA VEZ, MALDITA SEA! TÚ TIENES LA CULPA DE QUE TENGAMOS
QUE VENIR HASTA AQUÍ PARA VER A TU FAMILIA, JODER.

MICHAEL:
¿PUES SABES QUÉ? QUE YA ESTOY HARTO. ES EL CUMPLEAÑOS DE MI PADRE, Y
NO PIENSO PERMITIR QUE ME CALIENTES LA CABEZA, ¿VALE? ¿ESTÁ BIEN?...

(Mette mete la ropa de nuevo en la maleta. Coge el vestido del suelo. Está completamente
arrugado.)

MICHAEL:
¿Qué? Ahora soy yo quien te tiene que animar, ¿no?

METTE:
Tranquilo, que no tienes que animarme.
MICHAEL:
Vale, ya me callo.
(Mette intenta estirar el vestido.)

METTE:
Lo acababa de planchar. Esto no puede ser, Michael, ¿no lo ves?

MICHAEL:
Ya, he perdido un poco los nervios. Perdona. ¿Qué tal...? ¿Y si nos tumbamos cinco minutos?

(Michael intenta abrazarla tímidamente y trata de desabrocharle un botón, pero no puede.)

METTE:
¿No vas a la fiesta?

MICHAEL:
Vamos a echarnos cinco minutos, ¿vale?

(Michael comienza a quitarse la ropa. Y ella también.)

METTE:
Ven, siéntate.

(Comienzan a hacer el amor.)

9a ESCENA

(Pia, Christian)

(Pia está contándole una historia.)

PIA:
Era la tercera vez que nos íbamos a mudar a Copenhague. Pero entonces la que se marchó con él
fue Bettina H.

CHRISTIAN:
¿Bettina H.?

PIA:
Sí. Así que aquí sigo. Esto también está bien. Ayer fuimos al parque. Ah, también pasé algún
tiempo trabajando en la pastelería. De hecho, los postres de esta noche los he preparado yo. ¿Me
estás escuchando?

CHRISTIAN:
Sí, sí.

PIA:
No, no me estás escuchando. A ver, ¿qué estaba diciendo?

CHRISTIAN:
Pues que pasaste algún tiempo trabajando en la pastelería.

PIA:
Dios, qué interesante, ¿no, Christian? Yo, trabajando en la pastelería.

CHRISTIAN:
Pues sí. Muy interesante.

PIA:
Pronto seré la única que siga por aquí. Todos os vais a París, o donde sea. Sois todos tan
importantes.

CHRISTIAN:
¿Estás llorando?

PIA:
No, perdona, no es nada.

CHRISTIAN: (Le ofrece un trago.)


Bebe un poco de esto.

PIA:
Gracias. Si te molesto, sólo tienes que decírmelo, ¿vale?

CHRISTIAN:
¿No ibas a darte un baño?
PIA:
Sí.

(Pia se quita el uniforme de camarera. Se coloca delante de él.)

PIA: (Refiriéndose a su sostén)


¿Te importa desabrochármelo?

CHRISTIAN:
¿Cómo se desabrocha?

PIA:
Tira hacia arriba. Mira, todavía tengo un buen trasero, ¿no te parece?

CHRISTIAN:
Sí, es verdad.

PIA:
He estado pensando lo raro que te has vuelto, Christian. Tú siempre fuiste el loco, el que siempre
revolucionaba todo. Y ahora es tu hermano, ¿no? Ya no te importa irte a la cama con una chica
guapa. ¿Es porque piensas que estoy demasiado delgada? Hey, Christian, ¿dónde estás?

(Christian la mira pero ausente. Así que ella coge el uniforme y se retira. Christian permanece
sentado. Y se duerme.)

10a ESCENA

(Christian duerme sobre el suelo. Michael y Mette están tumbados; han acabado de hacer el
amor. Helge entra.)

HELGE: (Hacia el público)


Uno no debe entrometerse en la vida de sus hijos. Hay que permanecer siempre a un lado. A uno
le pueden sorprender sus actos, pero no hay que entrometerse nunca. Cuando los hijos hacen
algo, hecho está. Si desperdician sus oportunidades, allá ellos. No seré yo el responsable, maldita
sea.
(A Michael)
¿Dónde están tus pantalones?
(Christian se despierta. Mette se pone su vestido de fiesta nerviosa. Michael busca sus
pantalones. Christian sale.)

HELGE: (A Michael)
Quiero verte en mi despacho. ¡Ahora!

(Helge se aparta un poco.)

METTE:
¿Estaba enfadado? A mí me parece que sí que lo estaba. ¿Ha pasado algo, cariño?

MICHAEL:
No ha pasado nada. Seguramente quiere pedirme dinero prestado, o vete a saber. ¿Dónde está la
gomina? Tengo que ponerme un poco de gomina.

(Michael corre hacia su padre. Mette sale.)

11a ESCENA

(Michael, Helge)

MICHAEL:
Hola, papá. ¿Querías hablar conmigo?

HELGE:
Será en otra ocasión. Ahora vamos a comer. Pero me han pedido que te pregunte si estás
interesado en la logia. Sinceramente, no me parece que seas un buen candidato. Sin embargo,
Christian me ha dado a entender que tu negocio va bien. Y como él no está interesado, prepárate,
pues te van a preguntar si quieres formar parte de la logia de los francmasones. Ya veremos qué
podemos hacer, ¿de acuerdo? Pero lo primero es que te comportes como una persona normal esta
noche. Mantén las manos alejadas de... ¿cómo se llama? Michelle, ¿no? ¿Te ha quedado claro? A
ver si puedes comportarte y te encargas de que la fiesta vaya bien. ¿Crees que podrás?

MICHAEL:
Claro que sí.

(Helge sale.)

12a ESCENA

(Christian, Helene, Michael, Mette, Helene, la abuela, el abuelo, el tío Leif, Helmut, Pia,
Michelle, Lars, Helge, Else, Kim)

(Los invitados llegan: el tío Leif, el abuelo, la abuela y Helmut. Christian, Helene y Michael los
reciben. Se saludan, se dan la mano y se besan en la mejilla. Los invitados hablan los unos con
los otros. Lars y Pia recogen el equipaje y los abrigos. Michelle sostiene la bandeja con los
cócteles de bienvenida.)

CHRISTIAN:
Bienvenido.

ABUELO:
Gracias. Muchas gracias.

MICHAEL:
Hola, abuelo. El viejo chavalote. Hola, abuela.

ABUELA:
Hola, Michael. Espero que el abuelo se comporte bien hoy.

HELENE:
Hola, abuelo.

ABUELO: (A Helene)
Esta noche me gustaría decir un par de palabras.

HELENE:
Sí, claro que sí.

ABUELO:
Pero las niñas pequeñas no pueden escucharlo.

HELENE:
No. Ya me imagino. (A la abuela) Hola.

ABUELA:
Gracias por ocuparte de que el entierro fuera tan bonito.

HELENE:
Ya… Gracias.

MICHAEL: (A Lars)
Hey, ¿puedes traerle algo de beber? Date prisa.

TÍO LEIF: (A Michael)


Gracias por la última fiesta. Fue muy divertido.

HELMUT: (A Christian)
Tu padre me ha pedido que sea el maestro de ceremonias esta noche. ¿Te parece bien?

CHRISTIAN:
Por supuesto.

MICHELLE:
Hola, Michael.

MICHAEL: (Al abuelo)


¿Tienes ya algo de beber, abuelo? (Intenta coger una copa de la bandeja de Michelle.) Eeeh, ¿qué
pasa?
MICHELLE:
Tenemos que hablar.

MICHAEL:
No sé de qué.

(Michael le da la espalda. Mette le observa.)


(Pia le ofrece una copa a Christian.)

PIA:
Te quedaste dormido.

CHRISTIAN:
Sí.

PIA:
¿No duermes bien por la noche?

CHRISTIAN:
Sólo cuando estoy contigo.

(Pia sigue sirviendo. Christian se bebe la copa en seguida.)


(Helge y Else entran. Todos se callan. Y comienzan a cantar. El tío Leif toca el piano.)

FAMILIA E INVITADOS: (Cantando)


Cumpleaños feliz,
Cumpleaños feliz.
Te deseamos todos,
cumpleaños feliz.

MICHAEL:
¿Y qué se oye en el fiordo de Roskilde?

TODOS:
Shhhhhhhhhhh…

(Ahora Helmut se adelanta y da una palmadas.)

HELMUT:
Por favor, ¿puedo…? ¿Puedo reclamar vuestra atención?
(Todos callan.)
Es un gran honor para mí ser el maestro de ceremonias esta noche en la que la familia
Klingenfeldt-Hansen nos deleita con su habitual suntuosidad. Como ya sabéis, hay algunas reglas
establecidas. En breve, Helge hablará. Entonces, pasaremos a la mesa. Y entonces comeremos,
alguien hablará, seguiremos comiendo y, de nuevo, alguien hablará. Y seguiremos comiendo. Sin
habernos dado cuenta, ya habrán pasado cinco horas. Ahí comenzará la marcha. Hasta que se
aproxime el gran final. Entonces llega lo más divertido, que es que nos vamos todos juntos a la
cama. Y entonces sí que lo pasamos bomba. Mi nombre es Helmuth von Sachs. Para los que no
me conozcan, vengo de Alemania, Colonia, Ruhr, las acererías. Y es que Helge es como una gran
acerería. Todavía funcionando. Helge, amigo mío, mi padre danés, concédenos el honor.

(Los invitados aplauden.)

HELGE:
Gracias. Mientras os miro, me acuerdo claramente de los años que han pasado y de todo lo que
hemos vivido. Hoy en día, cumplir 60 años no es algo extraordinario. Para mí es como si hubiera
sido ayer cuando cerramos el acuerdo de compra de este lugar único en el que nos encontramos.
Fue durante el verano del 71, cuando mi pequeña familia subió por las escaleras de aquí fuera.
Mi querida mujer, Helene, Michael y los gemelos… los gemelos. Listos para ocupar esta
preciosa casa. Teníamos tantas… tantas ilusiones… (Está a punto de llorar) Ya… ya me callo. Ya
me callo, y espero que todos disfrutemos en compañía de una magnífica fiesta. Que comience el
banquete.

(Tras el discurso de Helge, reina el silencio durante un momento. Y entonces se desatan los
aplausos. Los invitados pasan a la mesa. El cocinero Kim entra.)

COCINERO:
Marchando los entrantes…

(El camarero y las camareras sirven los platos.)


13a ESCENA

(Christian, Helene, Michael, Mette, la abuela, el abuelo, el tío Leif, Helmut, Pia, Michelle, Lars,
Helge, Else)

(En la mesa. Michelle sirve agua a los invitados.)

MICHAEL:
Yo quiero una gaseosa de limón.

(Michelle derrama agua adrede sobre Michael.)

ABUELO:
¿Cómo te llamabas, hija mía?

METTE:
Me llamo Mette. M.e.t.t.e. Mette.

ABUELO:
Ah, sí, es verdad, es verdad.

TÍO LEIF:
La sopa de langosta está deliciosa.

HELMUT:
Es sopa de salmón.
TÍO LEIF:
¿Es sopa de salmón? Pues a mí me parece que sabe a langosta.

HELENE: (Al abuelo)


¿A qué está buena la sopa?

ABUELO:
Sí. Sopa de tomate.

ABUELA:
No, no es sopa de tomate. Es sopa de langosta.

(Christian da unos golpes en su vaso y se levanta.)

CHRISTIAN:
Ya son casi las siete. Me gustaría proponer el primer brindis. Es mi deber como hijo mayor, ¿no
es así, maestro de ceremonias?
(Helmut asiente con la cabeza.)

CHRISTIAN: (Continúa)
Pero antes me gustaría dedicarle unas palabras a mi padre. He escrito dos discursos. El verde y el
amarillo. De modo que tienes que escoger uno de los dos. Uno es verde y el otro amarillo.

(Christian levanta los dos discursos. Se escuchan risas.)

TÍO LEIF:
¡Elige el amarillo!

HELGE:
Escojo el verde.

CHRISTIAN:
El verde es una elección interesante, debo decir. Es una especie de cuento de la verdad. Y he
decidido titularla “Cuando papa iba al baño”.

(Se escuchan risas.)

CHRISTIAN:
Yo era muy pequeño cuando nos mudamos aquí. Se podría decir que nos enfrentábamos a una
nueva época. Disponíamos de todo el espacio que podíamos desear, y también podíamos armar
todo el jaleo que queríamos. El restaurante estaba aquí, donde ahora nos sentamos y comemos, y
me acuerdo de las veces que mi hermana Linda, que ahora está muerta, y yo, jugábamos en este
comedor; y me acuerdo de las muchas veces que metía algo en la comida, sin que los invitados la
vieran, y nos sentábamos en nuestro escondite, y entonces Linda empezaba a reírse, con la risa
más contagiosa y más dulce que uno se puede imaginar. Y no pasaban más de dos segundos antes
de que nos partiésemos de risa y de que nos descubriesen, por supuesto. Pero nunca pasaba
nada. No. Lo que sí que era muy peligroso era cuando papá iba al baño. No sé si os acordáis de
que papá siempre estaba en el baño.

(Se oye una risa general. Los invitados siguen atentos la interesante y divertida historia. A
Helene se le derrama un vaso en la mesa.)

CHRISTIAN:
Cuando iba allí, nos cogía a Linda y a mí y nos llevaba a su despacho. Ya lo tenía todo
preparado. Cerraba la puerta, bajaba la persiana y encendía una luz, que tenía que ser tenue. Y
entonces se quitaba la camisa y los pantalones, y nosotros también nos teníamos que desnudar. Y
nos ponía sobre el sofá verde, que ya no existe, y nos violaba. Abusaba sexualmente de nosotros,
tenía sexo con sus dos pequeños.

(Ahora nadie habla en la mesa. Christian continúa.)

CHRISTIAN:
Hace un par de meses, cuando Linda murió, comprendí que Helge era un hombre aseado, tanto
como iba al baño, y pensé... que compartiría esta historia con el resto de mi familia; pasaba tanto
en verano como en invierno, en otoño, en primavera, de día, de noche y... “Tienen que saber esto
de mi padre”, pensé. Helge es un hombre aseado, y hoy estamos aquí reunidos para celebrar con
Helge su 60 cumpleaños. Es algo para celebrar. Pensar que uno puede vivir una vida tan larga y
ver a sus hijos crecer, y a los hijos de Michael. Ya, pero no hemos venido hasta aquí para
escucharme a mí el resto de la noche; hemos venido aquí para celebrar el 60 cumpleaños de
Helge, y eso es lo que tenemos que hacer ahora todos. Así que… gracias por los muchos buenos
años y felicidades.

(Christian se vuelve a sentar. El tío Leif comienza a aplaudir, pero se detiene en cuanto Michael
se queda mirándole. Pia se ha quedado paralizada. Else no dice nada.)

HELGE: (A Lars)
Parece que tenemos las copas vacías. Sírvenos algo de beber.

(Hay un murmullo confuso en la sala. Ahora es el abuelo quien, de repente, da unos golpes en su
copa y se levanta.)

ABUELO:
Christian... tú has sido el primero. Pero ahora me toca a mí. Else... hoy es tu cumpleaños.

(Se escuchan risas.)

TÍO LEIF:
¡Es el de Helge!

ABUELO:
¿Qué dices?
HELENE:
Dice que el cumpleaños es de Helge, abuelo... ay, abuelo, cómo eres.

ABUELO:
Helge. Hoy es tu cumpleaños y eso está bien. Con los años, te has hecho un chico mayor. ¡Un
chico que ya puede escuchar historias picantes!

MICHAEL:
Sí, abuelo.

CHRISTIAN:
Lo siento, pero me tengo que ir.

(Christian se levanta y se va de la mesa. Nadie le presta atención.)


ABUELO:
Me acuerdo una vez cuando Helge era un chaval joven, que vino y me dijo que tenía problemas
con las chicas...

(Se escuchan risas. Helene interrumpe al abuelo. Da unos golpes en su copa mientras el abuelo
habla y se levanta.)

HELENE:
Sí, perdona que te interrumpa, abuelo. Eh, sólo quería decir que espero que ninguno de vosotros
se haya tomado en serio lo que dijo Christian. Él es mi hermano y lo quiero realmente mucho.

(Helge asiente con la cabeza.)

HELENE:
Lo quiero, pero lo que ha dicho no ha estado bien. Si no, yo hubiera sido la primera en saberlo,
¿no? Y, abuelo, perdona que te haya interrumpido. Es que me chocó muchísimo. Perdón.

(Helene se sienta.)
14a ESCENA

(Christian, Kim, Helge. Los invitados en la mesa.)

CHRISTIAN:
¡Kim!

KIM:
Hola, Christian, ¿qué tal todo?

CHRISTIAN:
Bien, todo bien.

KIM:
Todo bien, dices. Enhorabuena, Christian. Ya has soltado tu discurso y ya puedes irte a casa. Se
ha perdido la batalla. No ha pasado una mierda. Fin.

CHRISTIAN:
¿Estás borracho?

KIM:
Es que si no, no puedo cocinar, Christian. Tú ya lo sabes, ¿verdad? ¿Desde cuándo nos
conocemos en realidad, eh?

CHRISTIAN:
Kim, me tengo que ir.

KIM:
¿Desde el primer curso, verdad? Desde entonces he estado esperando este momento. Y ahora vas
y huyes. De tu padre, que os echaba a suertes. A ti y a tu hermana. Magnífico comienzo de tu
discurso, con eso de la elección a suertes. Igual que lo que hacía tu padre.

CHRISTIAN:
¿Qué es lo que quieres, Kim?
KIM:
A las siete y cuarto bajará tu padre y me dará una hora para el plato principal. Y me dirá “diablos,
creo que les ha gustado el primero”, como suele decir. Entonces se tomará un Gammel Dansk y
todo seguirá como siempre. En dos minutos verás.

(Kim y Christian permanecen callados y esperan. Los invitados comen. Helge abandona la
mesa.)

HELGE: (Hacia el público)


De alguna manera, me encantan los discursos. Resulta bonito lo rápido que se olvidan. ¿Cuántos
de los discursos que escuchamos a lo largo de nuestra vida podemos recordar? En ese momento,
pueden ser alegres, tristes, conmovedores, trágicos, divertidos, curiosos o comprometedores.
Pero tras ese momento, cuando se brinda y se aplaude, suelen pasar al olvido. Y, por supuesto, es
una lástima si el homenajeado ha intentado decir algo importante con su discurso.
(A Kim)
Los entremeses estuvieron bien; creo que les han gustado.

KIM:
Gracias.

HELGE:
Creía que te habías marchado, Christian.
(A Kim) Sírvenos un Gammel Dansk a mí y a mi hijo.

(Kim sirve un par de vasos de Gammel Dansk.)

HELGE:
Gracias.

CHRISTIAN:
No, gracias.

HELGE:
Vaya, no quieres… (Bebe) ¡Demonios, qué bueno! Sabe bien esta basura. (Se acaba la bebida)
¡Caray, sí que esta bueno!
(A Kim) Sírvete uno y llévate la botella.
(A Christian) Me gustaría hablar contigo. Sólo serán un par de palabras. Cara a cara.

(Kim se va.)

HELGE:
Bueno, ¿qué tal estás?

CHRISTIAN:
Estoy bien.

HELGE:
Ah, ya. ¿Seguro? Porque entonces sí que no entiendo nada. Me debe de fallar la memoria.
Supongo que me estoy haciendo mayor…

CHRISTIAN:
¿Qué quieres decir?

HELGE:
Sí, eso de lo que hablaste… Yo no recuerdo nada de nada. Anda, ayúdame, Christian. ¿Qué fue lo
que ocurrió?

CHRISTIAN:
No, perdóname. Seguro que soy yo al que le falla la memoria.

HELGE:
No, no te excuses ahora; si no, me quedaré preocupado contigo.

CHRISTIAN:
No, no te preocupes. Últimamente estoy un poco hecho polvo, ya sabes, demasiado trabajo… lo
de mi hermana… No, olvídalo.

HELGE:
Ya, es que lo que contaste ahí, es algo horrible... Es un asunto grave. La policía debería tomar
cartas.

CHRISTIAN:
No, no, no hace falte... no fue nada. Olvídalo, en serio. No pienses más en eso. Es que estoy
durmiendo fatal últimamente. Tengo una sensación rara. Olvídalo, y perdona. ¿Va todo bien ahí
dentro?

HELGE:
Sí, sí, todo bien. Son gente razonable. Hace falta mucho más para impresionarlos, no te vayas a
pensar. Buen viaje de vuelta, hijo mío. Me alegra haberte visto. Bueno, me voy que me esperan.

(Helge regresa a la mesa. Christian se queda de pie. Kim aparece. Se miran el uno al otro. De
repente, Christian toma una decisión y vuelve a la mesa. El resto de invitados lo mira. Se sienta y
se sirve un vaso de agua.)

KIM:
Michelle, ven aquí, y Pia, ven aquí. Tengo que hablar con vosotras.
(Pia y Michelle se acercan a Kim.)
Esta noche le toca a Christian. Vamos a quitarles las llaves de los coches. Venga.

MICHELLE:
¿Qué?

PIA:
¿Nosotras?

KIM:
¡Coged las llaves de los coches! ¡Bloquead los teléfonos! No podrán volver a casa sin coche.
Aquí estamos en medio del campo, en medio de la nada. Venga. Ahora tendrán su menú
completo. (Gritando) Marchando la pierna de venado y los arándanos agrios en siete minutos…

(Kim sale por un lado y las chicas por el otro.)


15a ESCENA

(Christian, Helene, Michael, Mette, la abuela, el abuelo, el tío Leif, Helmut, Pia, Michelle, Lars,
Helge, Else)

(Los invitados están en la mesa. Conversan. Christian está sentado en silencio. A partir de aquí,
comienza a beber bastante. El abuelo da unos golpes en la copa.)

ABUELO:
Else… No, Helge. Hoy es tu cumpleaños. Ya eres un chico mayor. Ya puedes escuchar historias
picantes…

INVITADOS:
Eso…

ABUELO:
Me acuerdo una vez cuando Helge era un chaval joven, que vino y me dijo que tenía problemas
con las chicas. Así que le dije: “Escucha, muchacho… sólo tienes que comprar una patata,
ponértela dentro del bañador cuando vayas al lago en verano. Así, las chicas acudirán a ti
corriendo.” De modo que llegó el verano... Y va y aparece el chaval muy triste y dice que el tema
había ido a peor. Que nadie quería hablar con él. Y entonces le conteste: “Diablos, no me extraña,
muchacho. La patata te la tenías que poner delante, y no detrás.”

(Los invitados aplauden.)


16a ESCENA

(Pia y Michelle, todos en la mesa)

(Pia y Michelle roban las llaves de los coches de los bolsos y chaquetas.)

PIA:
Nadie debe descubrir que hemos estado aquí.

MICHELLE:
Sólo les hemos robado las llaves.

PIA:
¿Nos vamos a dar una vuelta con algún coche?

(Salen.)
17a ESCENA

(Michael, Lars, Gbatokai, Helene, todos en la mesa.)

(Michael se levanta de la mesa, se dirige hacia el camarero.)

MICHAEL:
¿Va todo bien? No hay ningún problema, ¿verdad?

LARS:
No, no, todo va bien.

MICHAEL:
¿Se queda mi hermano a dormir aquí?

LARS:
No lo sé.

(En ese momento, entra un hombre negro en la sala. Michael lo ve y se lanza contra él.)

MICHAEL:
Hey, hey, Charlie Brown. Te has equivocado de sitio, joder.

GBATOKAI:
No comprendo. ¿Hablas inglés?

MICHAEL:
Esto es una fiesta privada. Esto… fiesta privada… Nada de invitados. Nada de invitados. ¿Ves?

GBATOKAI:
Estoy en la lista de invitados. Estoy invitado.

LARS: (Quiere intervenir.)


¿Puedo decir algo…?

MICHAEL: (Interrumpe al recepcionista.)


Un momento, espera un momento. (A Gbatokai) Escucha, no necesitamos ninguna música, ya
sabes. Nada de trompetas… Nada de trompetas, tienes que irte a casa. Te doy 500.

GBATOKAI:
¿Qué?

MICHAEL:
Que te vayas a casa… nada de música.

GBATOKAI:
No, no. Oye, oye… No vine aquí para tocar música. Estoy invitado.

LARS:
Es verdad.

MICHAEL: (Al recepcionista)


Hey, no te metas en esto.

GBATOKAI:
Tú eres el hermano de Helene, ¿no?

MICHAEL:
Mira, Max… No sé de que conoces a mi hermano ni tampoco quiero saberlo, ¿te enteras?

GBATOKAI:
¿Perdona?

(Helene se levanta de la mesa y viene corriendo.)

HELENE:
¡Cómo te he echado de menos!

GBATOKAI:
¿Qué tal?

HELENE:
Hola, cariño… Me alegro tanto de que hayas venido… Michael, ¿qué estás haciendo?

MICHAEL:
¿Qué coño quieres decir?

GBATOKAI:
Él… No sé. Me quería echar de aquí.

(Helene besa a Gbatokai.)

MICHAEL:
Hey, ¿qué haces, joder, eh?

HELENE:
¿Por qué no te largas con tus ridículos modales de taberna, eh, Michael?

MICHAEL:
Joder, no puedes traerte un mono así al cumpleaños de papá. ¡Joder, para ya, tío!

(Helene ataca a Michael.)


HELENE:
No le llames negro a Gbatokai... o mono, ¿vale?

MICHAEL:
¡Tranquila!

HELENE:
Estás rematadamente loco. Paso de escuchar tu basura, ¿sabes?... ¡Nazi de mierda!

(Helene y Gbatokai salen. Michael se queda de pie.)

MICHAEL: (Al recepcionista)


Tranquilo, todo controlado.

(El recepcionista sale. Michael regresa a la mesa.)

18a ESCENA

(Helene, Gbatokai, Else, Helge, Christian, Michael, Mette, Helmut, el abuelo, la abuela, el tío
Leif, Lars, Pia, Michelle, Kim)

HELENE:
Mamá, éste es mi novio. Gbatokai, está es mi madre.
ELSE:
Bienvenido.

GBATOKAI:
Hola.

ELSE:
Encantada de verle de nuevo.

HELENE:
No, mamá... No. A él no lo has visto antes; era otro.

GBATOKAI:
¿Disculpe?

ELSE:
Encantada de conocerle.

GBATOKAI:
Encantado de conocerla.

(Kim aparece con el plato principal. Pia, Michelle y Lars lo sirven. En ese momento, el abuelo da
unos golpes en la copa y se levanta.)

ABUELO:
Helge. Hoy es tu cumpleaños.

ELSE:
Ay, abuelo, otra vez.

MAESTRO DE CEREMONIAS: (A las camareras y a Lars)


Seguid sirviendo.

ABUELO:
Poco a poco, te has hecho un chico mayor, así que ya puedes escuchar historias picantes. Me
acuerdo una vez cuando Helge era un chaval joven, que vino y me dijo que tenía problemas con
las chicas. Así que le dije: “Escucha, muchacho… sólo tienes que comprar una patata y ponértela
dentro del bañador cuando vayas al lago el próximo verano. Así, las chicas acudirán a ti
corriendo.” De modo que llegó el verano... Y va y aparece el chaval muy triste y dice que el tema
había fatal. Que nadie quería hablar con él. Y entonces le conteste: “Diablos, no me extraña,
muchacho. La patata te la tenías que poner delante, y no detrás.”
(El abuelo se sienta. Los invitados aplauden de forma acompasada. Comienzan a cantar una
canción.)

TODOS:
Porque es un chico excelente, porque es un chico excelente. Porque es un chico excelenteeee… y
siempre lo será, y siempre lo será.

(Christian da unos golpes en su copa y se levanta.)

CHRISTIAN:
Disculpad que vuelva a interrumpir, pero es que estoy triste porque se me olvidó lo más
importante. Estamos hoy aquí porque es el cumpleaños de mi padre y no por todo lo demás. Y
como os dejé confundidos antes, me gustaría hacerlo ahora bien y proponer un brindis por mi
padre.

TÍO LEIF:
Bien, Christian.

CHRISTIAN:
De modo que si os levantáis, y cogéis vuestra copa.
(Los invitados se levantan y cogen las copas.)
Brindemos por el hombre que mató a mi hermana. Brindemos por un asesino.

(Helge se levanta y sale de la habitación. Christian se sienta y sigue comiendo. Helmut da unos
golpes en la copa.)

MAESTRO DE CEREMONIAS:
Propongo hacer una pausa para fumar un cigarrillo antes de comenzar con el plato principal.

(Todos salen, excepto Christian, Helene y Gbatokai. Y el abuelo.)

HELENE:
Christian, ¿te has vuelto loco? ¿Me estás oyendo? ¿Te has vuelto loco, Christian?

(Christian no contesta. Sigue comiendo. Entonces ve a Gbatokai, se levanta y le da la mano.


Helene se queda mirándolos.)

CHRISTIAN:
Hola. Soy Christian.

GBATOKAI:
Hola… Así que tú eres el hermano mayor de Helene.

CHRISTIAN: (Asiente.)
Supongo que sí… Bienvenido a esta curiosa fiesta de cumpleaños.
GBATOKAI:
Parece que están saliendo los trapos sucios.

(Christian asiente y se sienta otra vez.)

GBATOKAI:
Ve con ojo.
(A Helene) Ahora vengo.
(A Christian) Hasta ahora.

(La abuela, el tío Leif y Helmut entran.)

ABUELA: (Al abuelo)


No quiero seguir aquí. No quiero.

TÍO LEIF:
No encuentro las llaves de mi coche.

HELMUT:
Creo que deberías esperar, Leif.

ABUELA:
No me gusta nada de esto.

HELMUT:
Sí, ya. Pero estoy seguro de que la fiesta volverá a ser divertida.

(Helmut, la abuela, el abuelo y el tío Leif salen. Christian permanece sentado.)


(Mette entra y busca su tabaco. Enciende un cigarrillo. Michael entra después de ella.)

MICHAEL: (A Mette)
Tú no tienes que estar aquí dentro, ¿de acuerdo?

(Michelle entra.)

MICHELLE:
Michael, quiero hablar contigo. (A Mette) También quiero hablar contigo.

MICHAEL:
Vete de aquí.

MICHELLE:
No. Ahora vamos a hablar. No sé si estás al tanto, Mette.

MICHAEL: (A Michelle)
Hey, ahora mismo estoy contigo.
(A Mette) Tú, vete de aquí, ¿vale?

(Mette se va. Michael agarra fuerte a Michelle.)

MICHELLE:
¿Qué haces, joder? ¡Suéltame!

MICHAEL:
Tranquila. Venga. ¿Tú, qué coño quieres?

MICHELLE:
Es que me parece algo curioso, ¿no? El año pasado me prometías el oro y el moro. Y venías a
buscarme a mitad de la noche. A todas horas. Y ahora ni siquiera saludas.

MICHAEL:
Mira, Michelle, joder. Que mi mujer está aquí.

MICHELLE:
¿Ah, sí, tu mujer?

MICHAEL:
Sí.

MICHELLE:
Pues parece que antes no era tan importante. ¿Sabes que me quedé embarazada?

MICHAEL:
¿Qué?

MICHELLE:
Sí, pero no preocupes, tranquilo. Ya aborte, ¿sabes? Pensé que debías saberlo.

MICHAEL:
Mira, joder, es el cumpleaños de mi padre… el 60 cumpleaños de mi padre.
Y todo está a punto de irse a la mierda, ¿sabes? Así que mejor recoges tus cosas y te largas a
casa, ¿vale? Y, anda toma... (Le mete un billete) Aquí tienes tu paga. ¿Te enteras? Y ahora te
largas.

(Michelle le da una bofetada a Michael.)

MICHELLE:
Estás igual de enfermo que tu padre.

(Michael la golpea fuerte. Michelle cae al suelo. Christian se levanta. Michael sigue golpeándola
mientras está en el suelo. Ella permanece tirada.)
MICHAEL:
No te metas con mi familia, ¿te enteras?

(Michael sale.)

CHRISTIAN:
¿Estás bien?

MICHELLE: (Se levanta)


¡Que los jodan! Son unos cerdos.

(Michelle sale. Christian se sienta. Se toma otra copa de vino y se sirve otra. Helge entra.)

HELGE:
¿Qué es lo que quieres, hijo mío?

CHRISTIAN:
Sólo quiero disfrutar de la comida, igual que todos vosotros. ¿Por?

HELGE:
¿Y si me levantase yo ahora y dijese un par de cosas? Un par de cosas sobre ti; un par de cosas
sobre las locuras de tu niñez. Sobre cómo fastidiabas siempre al resto de niños. Sobre cómo les
quitabas los juguetes y se los tirabas al fuego, delante de sus caras. Sobre lo retorcido que
siempre has sido.
También les podría contar acerca de cuando tuvimos que ir tu madre y yo a Francia. Para intentar
sacarte del centro psiquiátrico en el que estabas, desquiciado como siempre, y atiborrado de
medicamentos para desesperación de tu madre. También podría hablar sobre lo mal que te ha ido
siempre con las mujeres. Mujeres guapas, que simplemente dejabas escapar, año tras año...
porque eres un hombre miserable, Christian. También, también podría... sí, hablar de ti y de tu
hermana. ¿Qué? ¿Qué me dices? ¿Te dijo adiós alguna vez Linda, Christian? No, ¿verdad? ¿Te
envió alguna postal, una carta o algo? No, nada. Con nosotros era de otra manera.
Y quizá haya un motivo. Sí, porque te fuiste y nos abandonaste aquí... como siempre.
Abandonaste a tu hermana enferma. Me acuerdo de cuando preguntaba por ti en la cena, de cómo
corría hacia el teléfono cuando sonaba, porque creía que serías tú.
Pero nunca eras tú, Christian, porque tú siempre estabas ocupado contigo mismo y con tus
locuras. Y ahora vienes tú aquí y empiezas a vomitar basura de tu familia, que siempre ha
querido lo mejor para ti.
Tu madre cree que deberías marcharte; no quiere volverte a ver. Pero yo no pienso así, no. Yo
creo que tienes que quedarte y sentir lo que es que le escupan a tu familia en la cara.

(Los invitados regresan a la mesa.)

HELMUT:
Tras... tras este pequeño intermezzo pianissimo, será mejor que sigamos con el banquete. Así que
adelante, damas y caballeros. Estoy hambriento.
(Lars, Pia y Michelle entran y sirven. Michael ignora a su esposa.)

MICHAEL: (Gritando)
Chinchín, abuelo. Chinchín. (Todos brindan.) Tu discurso fue una pasada.

METTE:
Me estás gritando al oído todo el rato.

MICHAEL:
Venga, chinchín otra vez.

(Todos brindan. Pia le sirve una copa de vino a Christian.)

PIA:
Veo que seguimos aquí.

MICHAEL:
Quiero sal y pimienta, chinchín.

HELMUT:
Y champán y caviar.

TÍO LEIF:
¿Vosotros tampoco encontráis las llaves del coche?

(Gbatokai se acerca a Christian.)

GBATOKAI:
Christian, tío.

CHRISTIAN:
Hola.

GBATOKAI:
Por como te miran las camareras, veo que sigues sin pasar desapercibido.

(Christian se pone a llorar.)

GBATOKAI:
Lo siento, tío... Trata de que te sea leve...

CHRISTIAN:
Vale.

GBATOKAI:
Toma, bebe un poco de vino...

(Gbatokai le llena la copa de vino a Christian. Helmut da unos golpes en su copa y se levanta.
Gbatokai regresa a su sitio.)

HELMUT:
Bueno... Veo que esta familia no está acostumbrada a dar discursos... Excepto, al menos, en su
caso, abuelo... Sin embargo, sí que hay alguien en la fiesta cuya conducta es siempre ejemplar. Si
el aniversario de hoy es de mi padre danés, entonces Elsi es mi madre danesa. Adelante, Elsi, la
madre de todos, tuya es la palabra. Un aplauso para ella…

ELSE:
Gracias, Helmuth. Gracias a todos. Quisiera decir lo mucho que me alegra que estéis aquí hoy. Y
también quisiera darle las gracias a mi marido. Has cuidado de tu familia y así me has dado a mí
todo lo que una mujer puede desear. Gracias, Helge. Y creo que voy a aprovechar la oportunidad
parra decirle algo a mis tres hijos. Resulta fantástico ver cómo habéis salido adelante. Michael, el
benjamín de la familia. Y eso que no te hemos visto mucho. Primero fue el internado. Luego vino
el buque escuela y la escuela de cocina en Suiza. Bueno, no te has convertido en cocinero, pero
quizá lo seas en el futuro. Y, por supuesto, gracias también a tu pequeña Mette. Helene, la
independiente de la familia. Y realmente lo eres, Helene. Que al final acabases haciendo
antropología, me parece muy interesante, aunque a tu padre y a mí nos hubiera gustado que
hicieses derecho.

HELENE:
Sí, ya.

ELSE:
Y, por cierto, quisiera dar una cordial bienvenida a Gonzales.

HELENE:
Mamá, se llama Gbatokai.

ELSE:
Pues eso. Bienvenido, Kaj. Y ahora tú, Christian. Siempre has sido muy especial. Un niño
imaginativo. Siempre pensé que, un día, serías un buen escritor, Christian.
(Christian se sirve más vino y se bebe la copa de un trago. Se bebe varios vasos durante el
discurso de su madre.)
Cuando Christian era un niño, tenía un fiel amigo invisible de nombre Snut y que no existía. Sin
embargo, Snut y Christian estaban de acuerdo en todo. Si había algo que no le gustaba a Snut,
entonces tampoco le gustaba a Christian. Pero Christian, mi querido Christian. Es importante
saber diferenciar entre la ficción y la realidad. Entiendo que puedas estar enfadado con papá; yo
también me he enfadado con él algunas veces.
Pero hay cosas que se deben aclarar en privado. Contar historias como las que nos has contado
esta noche es ir un poco demasiado lejos. Christian, me parece que Snut está hoy aquí contigo, y
me parece que habéis disgustado a tu padre. Por eso, creo que deberías levantarte y pedir
disculpas a tu padre. No pasa nada por pedir disculpas. Christian, puedes levantarte.
MICHAEL:
Anda, Christian. Ahora tienes que dar la cara, joder. (A Else) Está mal de la cabeza, mamá.

ELSE:
¿Christian?

(Christian se levanta. Da unos golpes en su copa, y también en las copas que tiene a su
alrededor.)

CHRISTIAN:
Sí. Perdonad que interrumpa otra vez. Bien, veamos... En 1974, entraste en el despacho, mamá, y
viste a tu hijo a cuatro patas, y a tu marido con los pantalones bajados; disculpa, disculpa por
haber visto a tu hijo así. Disculpa también por que tu marido te pidiera que te largases y por que
desaparecieses al momento. Disculpa por ser tan mentirosa y tan asquerosa que ojalá te mueras
de asco. Y disculpa por que sois todos unos cerdos, que simplemente os quedáis sentados
mientras oís su mierda de hipocresía.

(Michael se levanta. El tío Leif le sigue.)

CHRISTIAN:
DISCULPA TAMBIÉN POR QUE TU MARIDO CON TREINTA AÑOS…

(Michael coge a Christian del brazo y lo saca fuera. El tío Leif va detrás.)

MICHAEL:
Venga, ven aquí, ven aquí conmigo.

CHRISTIAN:
¿No puedo terminar de hablar? ¿Es que no puedo?

TÍO LEIF:
Ven aquí.

MICHAEL:
Christian, venga, tranquilo. Se acabó, vamos fuera.

CHRISTIAN:
¿Me quieres soltar?

MICHAEL:
¡Que vamos fuera!
(Michael y el tío Leif agarran a Christian y lo arrastran lejos de la mesa.)

CHRISTIAN:
Te voy a decir algo.

MICHAEL:
¿Qué? Dime.

CHRISTIAN:
Michael, tú estabas en el internado en Suiza, ¿no? Así que no tienes ni puta idea de todo esto;
aunque quizá sí que lo sabías, ¿verdad? Sí que lo sabías, ¿no es cierto? ¿No es verdad?

(Michael y el tío Leif tiran afuera a Christian.)

MICHAEL: (Mientras salen.)


Estás locos, tío. (Al tío Leif) Que no vuelva a entrar.

(En la sala, todos están en silencio. Todos están conmocionados. Else le susurra algo a Helmut.
Helmut asiente y le hace una señal a la abuela. La abuela da unos golpes en su vaso y se levanta.
Comienza a cantar una canción en tono suave y apacible: “En la profunda y sosegada
tranquilidad del bosque”)
“En la profunda y sosegada tranquilidad del bosque / donde habitan las fuerzas del cantor…”

(Michael y el tío Leif entran y regresan discretamente a sus sitios.)

ABUELA: (Cantando)
… “donde el alma escucha a menudo / el alegre canto del pájaro”

(En ese momento, entra Christian de nuevo por el lado opuesto. La abuela deja de cantar.)

CHRISTIAN:
Sí que lo sabías, ¿no es cierto, Michael?

MICHAEL:
Christian, ya está bien.

CHRISTIAN:
Tú también lo sabías, ¿no es cierto?
(Regresa a su sitio, golpea fuerte su copa.)
Esto, sí, perdón... ¿Por dónde iba? Mamá, mi fiel testigo. En 1974, entraste al despacho y viste a
mi padre con la polla tiesa pasándomela por el pelo... hijo de puta.

(Michael y el tío Leif ya han agarrado a Christian. Se resiste.)


CHRISTIAN:
¡Cerdo! ¡Cerdo! ¡Soltadme! ¡Cerdo!

MICHAEL:
Venga, fuera. Ahora sí que te vas fuera, joder.

(Tiran afuera a Christian.)

HELGE:
Está enfermo. Es lamentable, pero... Mamá, continúa.

ABUELA: (Cantando)
“Hay una tranquilidad idílica / en la soledad del bosque / y los anhelos del corazón quedan
mudos aquí / donde la paz y el descanso se hallan…”

(Durante la canción: la trifurca sigue en el proscenio. Echan a Christian del lugar.)

TÍO LEIF:
¿Qué hacemos con él?

MICHAEL:
Llevémoslo al bosque. Allí sí que no molestará.

TÍO LEIF:
Lo ataremos a un árbol.

(Christian se resiste como un loco, pero lo golpean en el suelo una y otra vez.)

ABUELA: (Cantando)
“Escucha el sonido del reloj del pueblo / que anuncia la calma de la noche / el pajarillo marcha
hacia el sueño / y canta un momentito / en el pantano croa una rana / niebla densa en el campo y
en el lago /
(Los golpes cesan. Christian yace inconsciente. Michael y el tío Leif lo sacan a rastras…)
… el reloj enmudece – la tranquilidad de la noche / la calma se marchita."

(FIN DEL PRIMER ACTO)


2º ACTO

1a ESCENA

(Michael, Helene, Gbatokai)

(La mesa está a oscuras. Michael está fumando un cigarrillo. Está fumando tranquilamente.
Helene y Gbatokai entran y se quedan mirándolo. Michael sigue fumando impasible.)

GBATOKAI:
¿Y tu hermano?

MICHAEL:
Paso de hablar con éste.

GBATOKAI: (Se acerca a Michael para provocarlo.)


¿Qué?

HELENE:
(A Gbatokai) Para. (A Michael.) ¿Qué has hecho con él, Michael?

MICHAEL:
Helene, relájate un poco. He hablado con Christian. Se ha ido a casa, estaba hasta los huevos.

HELENE:
¿Es eso cierto?

MICHAEL:
Que sí, que se ha ido. Así que tranquila.

HELENE:
Bien, vale.

MICHAEL:
Estuvimos hablando de lo que soltó antes...

GBATOKAI:
Seguramente lo metió en la cama y le dio un beso de buenas noches. Como hacen los hermanos
pequeños, ¿no?
MICHAEL: (Amenazando)
¿Tienes algún problema o qué?

GBATOKAI:
Gilipollas.

MICHAEL:
¿Qué?

(Michael tira el cigarrillo y comienza a empujar a Gbatokai.)

GBATOKAI:
¿Qué?

MICHAEL:
¿Qué estás diciendo?

GBATOKAI:
Gilipollas.

(Michael y Gbatokai llegan a las manos. Se empujan de manera estúpida y a lo bestia.)

HELENE:
¡Ya vale, Michael! ¡Ya, ya, Michael! Ya está bien. Ya está bien, Michael...

MICHAEL: (No para de empujar.)


¿Qué pasa contigo, tío?

HELENE:
¡Ya basta, Michael! ¡Ya basta, joder! ¡VENGA!

(Helene aparta a Gbatokai. Michael escupe a Gbatokai.)

HELENE:
Michael, estás chiflado.

(En ese momento, se ilumina la zona de la mesa, y todos los invitados gritan.)
2a ESCENA

(El tío Leif, Helene, Gbatokai, Michael, Mette, Helge, Else, Helmut, el abuelo, la abuela, Lars,
Pia, Michelle)

TODOS EN LA MESA:
SALUD…

(Los invitados están sentados en su sitio. Ya han terminado el plato principal. Están saciados y
satisfechos. También están bastante bebidos. Cuando brindan, el tío Leif da unos golpes en su
copa y se levanta.)

TÍO LEIF:
Ya sé que yo no estoy en la lista...
(El maestro de ceremonias niega con la cabeza, pero alegre.)
Pero me alegro de que, al final, no nos hayamos ido. Hoy está siendo un día magnífico. La fiesta
está siendo magnífica. ¡Así que levantémonos y brindemos por Helge!

(Todos se levantan y brindan.)

TODOS EN LA MESA:
SALUD…

(Helene y Gbatokai llegan a su silla y se sientan. Michael va a su sitio. Se sirve un chupito él


mismo y se lo bebe. El camarero y las camareras sirven más vino en las copas. Michael se pone
él mismo otro licor.)

METTE:
Hey, Michael. ¡Que acabas de beberte uno!

(Gbatokai levanta la copa para brindar con Michael.)

GBATOKAI: (A Michael)
¡Un brindis por tu hermano!… Por tu hermano…

MICHAEL:
¿Qué dices?

GBATOKAI:
¡Por tu hermano!

MICHAEL:
Paso de brindar contigo.
GBATOKAI: (A Helene)
¿Qué está diciendo?

HELENE:
¡Ya vale, Michael!

MICHAEL: (A Gbatokai)
¿Por qué no te levantas y nos sueltas un discurso, tío? ¿Qué?

GBATOKAI:
¿Qué?

MICHAEL:
¡Que hable!

GBATOKAI:
¿Quieres que hable? ¡No me provoques, joder!

(Michael se bebe el licor y se levanta.)

MICHAEL:
Esto, venga. Vamos a ver si animamos esto, ¿de acuerdo? Todos a cantar, ¿vale?

TODOS:
¡Síííí!

(Michael comienza a cantar. Una canción infantil cuya letra, en realidad, es racista.)

MICHAEL: (Cantando)
“He visto un negro de verdad”…

(Los invitados se unen a la canción. El tono va subiendo. Gbatokai sonría, pues no entiende la
letra. Helene se enfada.)

LA MAYORÍA: (Cantando)
"Y tenía la cabeza tan negra como el alquitrán”…

GBATOKAI:
¿De qué va esto?

HELENE:
Están cantando una puta canción racista, ¿sabes?...

(Gbatokai sonríe y niega con la cabeza. Ahora, todos cantan en voz alta y a coro.)
TODOS: (Cantando)
”Y tenía tantas cosas raras / y de la nariz le colgaba un anillo enorme / Vino hacia mí y me dijo
unas palabras / que no se entendían nada de nada: / Hullah hut hottentot, hullah hopsa sa / Hullah
hut hottentot, hullah hopsa sa”…

GBATOKAI:
Vale, muy bien, muy bien.

(Helene se levanta y sale corriendo. Pia la sigue.)

3a ESCENA

(Helene, Pia)
(Helene se viene abajo. Pia tiene que ayudarla.)

HELENE:
¡Ya no lo aguanto más, de verdad!

PIA:
Venga, tranquilízate.

HELENE:
¡Se están machacando, joder! ¡Me están volviendo loca!

PIA:
Helene.

(Helene se derrumba llorando.)

HELENE:
Me duele la cabeza… ¿Puedes traerme las pastillas? ¿Y Christian, le has visto?

PIA:
No, no le he visto… se ha ido a casa.

HELENE:
Menos mal que se fue a casa. Mejor así, ¿no?

PIA:
Sí, mejor que se haya ido. Voy a por tus pastillas.

HELENE:
Joder, ¿es que están locos?... ¡Ay, mi cabeza, qué dolor...!

(Pia sale. Helene permanece tirada en el suelo.)

4a ESCENA

(Helge, Helmut, Else, el tío Leif, Michael, Mette, el abuelo, la abuela, Gbatokai, Helene)

(Helene continúa en el suelo. Helmut mira su reloj. Da unos golpes en la copa y se levanta.)
HELGE:
¿Pero todavía tienes fuerzas?

MAESTRO DE CEREMONIAS:
Pues sí, más de las que tú te piensas, Helge. Ya son casi las diez de la noche, así que vamos a
pasar al postre. Tal como se puede leer en la lápida de Alfred Hitchcock, "Esto es lo que le pasa a
los chicos malos". Y no vas a ser tú, Helge, quien se libre de la tradición familiar de los
Klingenfeldt-Hansen. Y para quienes todavía no la conozcan, que sepáis que vamos a bailar por
toda la casa. Vamos a pasar por todas las habitaciones. Vamos a pasar por el lago. Subiremos otra
vez y tú, Helge, bailarás con nosotros todo el rato, hasta que no te queden fuerzas...
(Cantando) “Feliz, feliz en tu día…”

TODOS: (Cantando)
“…amiguito, que Dios te bendiga…” (Continúan.)

(Todos los invitados, excepto Gbatokai, se levantan y se cogen en cadena, unos tras otros,
conducidos por el maestro de ceremonias.)

TODOS: (Cantando)
“que reine la paz en tu día / Y que cumplas muchos más / Feliz, feliz en tu día / Amiguito, que
Dios te bendiga / que reine la paz en tu día / Y que cumplas muchos más"

(La gente en fila sale hacia fuera bailando. Gbatokai va donde Helene y la ayuda a levantarse.)

HELENE:
Estoy bien, ya estoy bien.

(La fila de invitados vuelve a entrar. Y meten a Helene y Gbatokai en la cadena. Todos salen
bailando y cantando.)

5a ESCENA

(Pia, Christian, Michelle, Helge, Helmut, Else, el tío Leif, Michael, Mette, el abuelo, la abuela,
Gbatokai, Helene)

(El tono de la canción va alternándose: a veces es más alto y a veces más bajo. Pia se acerca al
bolso de Helene. Saca el tubo de las pastillas para el dolor de la cabeza y lo vacía. No sale
ninguna pastilla, sino que aparece la carta de Linda.)
PIA:
Una carta; no debería leer la carta de otra persona.
(Lee la carta.)
“Hola a quien haya encontrado esta carta…”

(La lee en silencio. Christian entra. Magullado y cansado. Enajenado y borracho. La canción se
va escuchando cada vez más bajo. Christian ve a Pia. Ella no se ha dado cuenta de su presencia.
Sentada, lee una y otra vez la carta.)

CHRISTIAN:
Te vi allá en el bosque, pero no lo hice. Estaba atado a un árbol, ¿sabes? Qué mal que están
cantando.

PIA:
¿Qué ocurre, Christian?

CHRISTIAN:
Ocurre lo que ocurre, y todo esto tendría que acabar, pero no se puede. ¡Ya no se puede!

PIA:
Ya está, Christian, ya está. Venga, ven aquí, Christian. Vamos a la cama.

CHRISTIAN:
Cuando salga el sol, todo parará. Cuando sale el sol, todo está bien.

(Una pausa larga. Christian está inquieto. Le tiemblan las rodillas. Christian ve la carta. Ella lo
mira. Levanta la carta.)

PIA:
Es de tu hermana. ¿Quieres leerla?

CHRISTIAN:
La vi en el bosque.

PIA:
No la viste en el bosque. Está muerta. Mejor me la guardo yo.

CHRISTIAN:
¿Guardarla? Sí, ese tipo de cosas hay que guardarlas. ¡Dame la carta!
(Coge la carta.)
Estas cosas se las tiene que guardar uno. Se las tiene que guardar uno.

PIA:
En la carta dice que te echa de menos. Ahí lo dice todo, Christian. Helene la escondió en el tubo
de pastillas. Me parece que Helene está asustada por ti.
CHRISTIAN:
Mi hermana está muerta. Ahora mi otra hermana, Helene, también está muerta. Vamos a cantar:
(Cantando de forma estridente) “Helene hoy has muerto...”

PIA:
¡Christian! ¡Ya vale!

CHRISTIAN: (Cantando)
“Helene hoy has muerto…”

(Michelle entra y ve a Christian.)

MICHELLE:
¡Dios mío!

CHRISTIAN: (Repite lo que ha dicho, gesticulando mucho.)


¡Dios mío!

MICHELLE: (A Pia)
Hay que servir el postre.

CHRISTIAN: (Repite.)
Hay que servir el postre.

PIA:
Ya voy.

CHRISTIAN: (Repite.)
Ya voy.

(Michelle sale.)

PIA:
El postre lo he preparado yo, Christian, ¿te acuerdas?

(Pia se queda mirándole. La cadena se va acercando cantando. La canción se escucha cada vez
más alto. Christian se queda escuchando la canción.)

CHRISTIAN:
Escúchalos. ¿Verdad que cantan fatal? Cantan fatal. (Gritando) ¡Cantáis fatal! ¡Fatal!

(Pia intenta calmar a Christian. En ese momento, entran los invitados.)

TODOS: (Cantando)
“Que reine la paz en tu día, y que cumplas muchos más..."
(Los invitados de la cadena hacen ruidos de pedos con la boca. Pasan junto a Pia y Christian.
Algunos se quedan mirándolos extrañados. Cuando Christian ve a Helene, levanta la carta y se la
enseña.)

CHRISTIAN:
Has perdido algo. No es bueno perder las cosas.

(Le da la carta a Helene. La cadena sigue y sale. Helene se suelta de la cadena. Gbatokai la sigue.
Pia sale por el otro lado. Christian va a la mesa. Escribe una nota, la deja en el sitio de Helmut y,
a continuación, sale.)

6ª ESCENA

(Helene, Gbatokai, Helge, Helmut, Else, el tío Leif, Michael, Mette, el abuelo, la abuela, Lars,
Pia, Michelle, Kim, Christian)

(Helene y Gbatokai están en el suelo. Helene busca su bolso.)

HELENE:
Quiero irme a casa. De verdad, quiero irme a casa.

GBATOKAI:
Entiendo.

(Helene se prepara para irse. Los invitados regresan a la mesa. Else se acerca a Helene y
Gbatokai. Helge se coloca alejado y mira.)
ELSE:
¿No os vais ya, verdad?

HELENE:
Sí, nos vamos ahora.

ELSE:
No, de eso nada. Venga, Helene y Bartikai, vamos, que ahora toca el postre. Sí, venga.

(Else desiste de llevárselos y regresa a la mesa. Gbatokai le coge la mano a Helene.)

GBATOKAI:
Mira, Helene. Sé que todo va a salir bien. Tienes que confiar en mí esta vez. Venga, tengo un
presentimiento, ¿vale?

HELENE:
Vale… Vale…

GBATOKAI:
Vale.

HELENE:
Vale. ¿Estás seguro?

GBATOKAI:
Sí, en serio.

(Helene y Gbatokai regresan a sus asientos. Los invitados están reunidos. Kim trae el postre.
Lars, Pia y Michelle sirven el postre y el oporto. Helge se adelanta para decir algo, pero le
cuesta. Se toma una pausa y lo intenta de nuevo.)

HELGE: (Hacia el público)


No sé... Me pica la curiosidad por... Me pica la curiosidad por saber qué va a pasar ahora…
Pueden pasar tantas cosas. La verdad es que ya no puedo más... Espero que no... que no... (se gira
hacia la mesa) Ya está, maestro de ceremonias.

(Helge se sienta en la mesa.)


7a ESCENA

(Helene, Gbatokai, Helge, Helmut, Else, el tío Leif, Michael, Mette, el abuelo, la abuela, Lars,
Pia, Michelle, Kim, Christian)

(Helmut da unos golpes en la copa y se levanta.)

HELMUT:
Me encantan estas tradiciones familiares. Siempre que salimos a bailar por toda la casa, alguien
coloca una nota en la copa del maestro de ceremonias, con un discurso secreto. Y hoy no podía
ser menos. Un hombre solicita a su hermana que lea “un” carta para su padre.

TÍO LEIF:
“Una” carta.

HELMUT:
Sí, ya... Me parece que Helene es demasiado tímida para pedir la palabra, ¿no es cierto, Helene?
En cualquier caso, y dadas las circunstancias, me parece un gran detalle por parte de tu hermano
el que te quiera ayudar. Además, me da la impresión de que la calma vuelve a la familia. Así que
echémosle una mano a Helene.
(Helene se levanta. Se queda quieta un momento. Intenta irse, pero Kim se interpone en su
camino.)

TÍO LEIF:
Venga.

MICHAEL:
Vamos, Helene.

TÍO LEIF:
Sí, vamos. No seas tan tímida.

(Helene regresa a su sitio. Saca la carta y la desenrolla. Christian entra y se sienta. Michael se
levanta al verlo para echarlo de nuevo.)

HELGE:
Michael...Michael, Michael... hagamos como si no estuviera aquí.

(Michael se vuelve a sentar. A Helene le cuesta comenzar. Mira a Christian. Y entonces comienza
a leer. Está a punto de romper a llorar.)

HELENE:
La carta... La carta es de mi hermana. “Hola a quien haya encontrado esta carta. Seguro que eres
mi hermana o mi hermano. Ya que ambos sois buenos jugando a “frío o caliente”. Sniff. Ya sé
que debe ser triste que me hayáis encontrado así… pero para mí no es tan triste. Sé que vosotros,
mis hermanos, sois personas alegres y radiantes, y que os quiero mucho. Y creo que tenéis que
dejar de pensar en mí. A ti, Christian, mi querido hermano, que siempre has estado conmigo,
gracias por todo. No quiere mezclarte en esto. Pues te quiero demasiado. Y a ti, Helene. Y a ti,
Michael, por supuesto. Aunque estés chiflado.
Mi padre ha comenzado a tomarme otra vez. Esta vez en sueños. Y ya no puedo más. Así que me
voy, que es algo que siempre he querido hacer. Sé que mi decisión ensombrecerá tu vida,
Christian. He intentado llamarte, pero siempre estás ocupado, lo sé. Sólo quería decirte que no
tienes que estar triste. Creo que, en el otro lado, hay luz y belleza, y, de hecho, eso me reconforta.
Pero, por supuesto, tengo miedo. Miedo porque me voy sin ti. Te querré por siempre. Linda”.

(Helene se vuelve a sentar. El silencio reina en la sala. Helge toma la palabra.)

HELGE:
Una carta preciosa, hija mía. Gracias. Que alguien le sirva un poco de oporto a mi hija, para que
pueda brindar con ella…

(Nadie contesta. Todos permanecen sentados como petrificados.)


HELGE:
¿Alguien le puede servir un poco de oporto a mi hija? Quisiera brindar con ella…

(Pia, Michelle y el camarero están de pie, sin moverse, aguantando el oporto. Los demás están
sentados en silencio.)

HELGE:
Servirle algo de oporto a mi hija, para que pueda brindar con ella.

(De repente, Helge aporrea la mesa. Está iracundo. Else permanece rígida a su lado.)

HELGE:
¿Alguien le puede servir algo de oporto a mi hija? ¡Que alguien le sirva oporto a mi hija, diablos!
¿Queréis respetarme? Nunca he visto nada igual, diantres. ¿Qué coño estáis mirando? ¿Qué?
¿Acaso tengo la culpa de haber tenido unos hijos tan inútiles?

CHRISTIAN:
Lo que nunca he logrado comprender es por qué lo hacías. De verdad, nunca comprendí por qué
lo hacías.

HELGE:
No valíais para nada más.
(Helge se levanta. Quiere salir por su lado. Pero Lars y Kim se interponen en su camino y no lo
dejan pasar. De modo que Helge tiene que atravesar toda la sala, pasando por delante de los
invitados. Else lo acompaña. Desaparecen. Todos permanecen sentados en silencio. Christian
asiente con la cabeza, para sí mismo. Y se levanta.)

CHRISTIAN:
Tengo que irme.

(Christian sale. Helmut da unos golpes en la copa.)

HELMUT:
No es fácil ser el maestro de ceremonias esta noche. Aunque debo admitir que nunca antes lo
había sido. Me encuentro consternado por la situación. Supongo que todos lo estamos. En
cualquier caso, considero que es mi deber conducir la fiesta hasta el final; por eso, propongo que
pasemos al café, con el baile y la música. Vayamos...
8a ESCENA

(Helene, Gbatokai, Helmut, el tío Leif, Michael, Mette, el abuelo, la abuela, Lars, Christian)

(En el momento que Helmut dice “el baile y la música”, comienza a sonar la música. Los
camareros salen. Helene y Gbatokai bailan; el abuelo y la abuela bailan; y el tío Leif y Helmut
bailan juntos. Michael y Mette se quedan sentados. Christian da tumbos por el proscenio. Lars
entra.)

LARS:
He cogido las llaves de los coches y las he devuelto.

CHRISTIAN:
¿Me puedes dar un vaso de agua?

LARS:
¡Christian! ¡Christian! ¿Estás bien?…

(Christian se cae. Se ha desmayado. Lars sale corriendo a por ayuda.)

(La música de baile cesa. Las parejas que bailaban salen. Mette se levanta y sale. Michael
permanece sentado.)

MICHAEL:
¡Papá! ¡Soy Michael! Tu pequeño Michael. ¡Venga, abre! Que soy el puto cartero, tío. Abre,
joder. ¡Que abras de una puta vez!

(Michael sale.)

(OSCURIDAD)

9a ESCENA

(Christian, Pia, Helene, Gbatokai, Mette, el tío Leif, Kim, Michelle, Else, Helge)

(Es de noche. Christian duerme. Pia se le acerca.)

PIA:
Christian.

CHRISTIAN:
¡Linda!

PIA:
¡Soy Pia!

CHRISTIAN:
Nunca se acabará, Linda. Nunca se acabará.

(Ambos se abrazan.)
(Helene entra. Lleva puesto un camisón de dormir.)

HELENE:
¡Christian! ¡Christian!

CHRISTIAN:
¿Qué hora es?
HELENE:
No sé, debe de ser muy tarde... Yo también dormía. O como quieras llamarlo, ya sabes...
estábamos... ocupados. ¿Vosotros no estaríais “ocupados”?

CHRISTIAN:
¿De qué me estás hablando?

HELENE:
No, nada. Christian, ¿te importa venir? Es que Michael ha desaparecido.

CHRISTIAN:
¿Qué está haciendo?

PIA:
¿Qué ha pasado?

HELENE:
Pues que Michael ha desaparecido, y su mujer está que trina.

PIA:
¿Todavía sigue la fiesta?

HELENE:
No, ya se fueron todos a dormir. ¿Sabes dónde está Michelle?

PIA:
Creo que está arriba, con Kim. Nadie tropieza dos veces con la misma piedra.

(Gbatokai y Mette se acercan adonde están ellos.)

METTE:
Hola. Está bien, no pasa nada. Está bien, está bien.

GBATOKAI:
¿Por qué no… por qué no nos montamos una juerga?

PIA:
Venga, vamos a tomar algo.

HELENE:
Vale, yo me apunto, mientras no sea veneno.

(Cogen vasos vacíos de la mesa, se sirven los restos de bebida y brindan. Están de muy buen
humor. Gbatokai se sienta junto al piano. El tío Leif entra con una botella en la mano.)
TÍO LEIF:
Bienvenidos a la fiesta que nunca se acaba. Salud.

CHRISTIAN:
Vaya, ahí va el malhechor.

TÍO LEIF:
Salud, Christian.

PIA:
Y ahora, que bailen Gbatokai y Helene. Venga, que esto va para boda.

(Pia le tiende una mano a Helene y la sube encima de la mesa. Gbatokai sube también.
El tío Leif toca un vals nupcial. Helene y Gbatokai bailan encima de la mesa. Christian y Pia dan
palmas al compás, Christian sube también a la mesa y los cuatro, que están muy borrachos,
acaban abrazados bailando el vals nupcial. Mette está sentada, ensimismada. Kim y Michelle
entran. Se unen a la fiesta. La fiesta se anima cada vez más.)

(Else entra. Aparenta estar conmocionada.)

HELENE:
Parad... Mamá está diciendo algo...

(El tío Leif deja de tocar.)

ELSE: (Lloriqueando.)
No puede ser…

HELENE:
¿Qué? ¿Qué pasa, mamá?

ELSE:
No puede ser… No, no puede ser.

HELENE:
¿Qué?

(En ese momento, Michael empuja a su padre. Michael golpea una y otra vez a Helge.)

MICHAEL:
¡No te muevas de ahí, tío! ¡Que te estés quieto ahí! Paso de seguir oyendo tu mierda. Tú te
quedas ahí. Esta familia... está destrozada, tío. ¡Que no te muevas, te digo! ¡Quédate ahí quieto!
Te lo digo yo, joder. Michael. Tu pequeño Michael.
(Michael le da patadas a su padre. Helge suelta un enorme quejido. Los demás llegan. Christian
se interpone.)

CHRISTIAN:
Apártate, Michael. ¡Ya basta!

(Michael está aturdido y obedece a su hermano mayor. Se aparta dando tumbos, borracho como
una cuba. Christian se agacha para ver cómo está su padre, quien yace con la cara medio tapada.
Helene, Gbatokai, el tío Leif, Pia, Mette, Kim y Michelle están de pie a su alrededor.)

HELGE:
Me estáis matando… Me estáis matando…

(OSCURIDAD)

10. ESCENA

(Lars, Pia, Michelle, el tío Leif, Michael, Mette, Helene, Gbatokai, el abuelo, la abuela, Helmut,
Christian, Helge, Else)

(Aparece la luz. Ya es de día. El camarero y las camareras ponen la mesa. El tío Leif se sienta.)

TÍO LEIF: (A Michelle)


¿Podrías servirme una copita?

MICHELLE:
Claro.

(Michelle le sirve un bitter.)

TÍO LEIF:
Es que me encanta empezar el día con una copichuela. Es curioso.

(Michael y Mette toman asiento. También Helene y Gbatokai. El abuelo, la abuela y Helmut. Pia
y Michelle sirven el café.)

TÍO LEIF: (A Michael)


Buenos días.

MICHAEL:
Ahí está mi chavalote. ¡Vaya pelos!

TÍO LEIF:
Pues vaya ropa arrugada que llevas tú, Michael.

(Todo el mundo asiente y se da los buenos días. Al final entra Christian.)


MICHAEL:
Buenos días, Christian.

CHRISTIAN:
Hola, buenos días. (Se sienta.)

MICHAEL:
Tú, dale un bizcocho.

CHRISTIAN:
Pia, ¿quieres venirte a París conmigo y que vivamos allí?

PIA:
Sí.

CHRISTIAN:
Sólo era eso.

(Pia sonríe. Michael le tira un trozo de pan a Christian.)

MICHAEL: (A Christian)
Tú, ahí quieto, y nada de meter mano a las camareras, tío. ¿Qué coño haces, tío?

HELENE:
Michael, cierra el pico y come, ¿vale?

(Helge y Else entran.)

ELSE:
Buenos días.

INVITADOS:
Buenos días.

HELGE:
Buenos días a todos. Y que aproveche.

(Helge se sienta. Da unos golpes en su vaso con una cucharilla y se levanta.)

HELGE:
Ya sé que no es el momento adecuado, pues estáis en medio del desayuno. De modo que
intentaré ser lo más breve posible. Sólo quería deciros que sé que, cuando recojáis vuestras cosas
y regreséis a casa en un rato, será la última vez que os vea. Ahora me doy cuenta de que lo que
he hecho con mis hijos es imperdonable. Estoy seguro de que todos los que estáis en la mesa…
sobre todo mis hijos, me odiaréis el resto de vuestras vidas. Pero quisiera deciros que, de todas
formas, siempre seréis mis hijos; que siempre os he querido y que os querré dondequiera que
estéis o dondequiera que os lleve la vida. A ti, Christian, quiero decirte que has luchado bien, hijo
mío.

(Helge se vuelve a sentar. Un momento de silencio.)

MICHAEL:
Muy bien, papá. Buen discurso. Muy bueno. Pero creo que ahora deberías desaparecer, ¿no
crees? Así podremos desayunar a gusto.

HELGE:
Sí, sí. Por supuesto.

(Helge reúne fuerzas. Y se levanta.)

HELGE: (A Else)
¿Vienes… vienes conmigo?

ELSE:
Yo me quedo.

(Helge camina a lo largo de la fila de invitados. Desaparece. Else se queda. Los invitados
desayunan y charlan.)

MICHAEL:
Hola, Christian. Christian. ¿Por que no te vienes al almuerzo navideño que hacemos en mi
trabajo? Así pondrías un poco de orden. ¿Qué me dices, se te puede contratar por un par de horas
para dar un discurso como el de ayer? Te ganarías una buena pasta.

(Christian se ríe. La gente a su alrededor cada vez habla más alto. Y, de repente, se quedan
paralizados.)

(FINAL)

S-ar putea să vă placă și