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El dolor crónico se constituye, como uno de los problemas de salud más relevantes
para la sociedad actual. Tiene un impacto significativo sobre las personas que lo
experimentan, sus familias, trabajo y comunidad en general. Puede llegar a ser
causa de sufrimiento, incapacidad y pérdida de productividad laboral.
Desde el análisis psicológico, el dolor crónico plantea una situación especial para el
paciente, que se caracteriza por sentimientos de desesperanza y percepción de
fracaso de los tratamientos seguidos, dificultad para discriminar y describir su
sintomatología, reducción de la actividad y excesivo reposo, dependencia de
analgésicos y psicofármacos, trastornos del sueño, deterioro de las habilidades
sociales y reducción de la autonomía personal, etc.
El concepto de Dolor Total, permite tener en cuenta todos aquellos factores que
intervienen y configuran la experiencia dolorosa y facilita la comprensión del
paciente y la programación de un tratamiento eficaz.
Varios son los criterios que se han utilizado a la hora de establecer una clasificación
del dolor.
El Dolor Psicógeno y el Dolor Disfuncional, son los más relevantes para el ámbito
psicológico. En el Dolor Psicógeno se asume la inexistencia de una causa orgánica
que justifique las quejas del paciente, aceptándose un origen y mantenimiento
psíquico.
Mientras que el Dolor Disfuncional, está básicamente originado y mantenido por una
forma inadecuada de responder al medio, por un modo incorrecto, inadaptativo de
respuesta que implica un desajuste psicofisiológico, que puede producir y/o
mantener el síndrome doloroso. Este tipo de dolor se caracteriza por un desajuste o
disfunción en los mecanismos normales de autorregulación fisiológica.