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Julio Calvo Drago
Hyperediciones
Primera edición
2010

Diseño de cubierta, diagramación y fotomontajes:


Julio Calvo Drago

Corrección de estilo:
Julio Calvo Drago

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«Hay más cosas en el cielo y en la Tierra
que las que puede soñar tu filosofía».
LISA SIMPSON, citando a su vez a
William Shakespeare

«Llévame con tu líder».


Un extraterrestre en la Tierra hablán­
dole a una escultura cubista

«¿Vos creés que fue fácil para el primer


hombre bajar del árbol, poner un pie
en la tierra y decir unga munga?».

MARÍA LUISA LEMUS


Mapa de 0,0

LIBRO PRIMERO Ese horrible rostro de troglodita alienófago mar­


ciano o Colección de nanoficciones y otros textos
breves . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

LIBRO SEGUNDO Palabras tratando de correr a la velocidad del


pensamiento o El libro de los conceptos imagen 121

LIBRO TERCERO Todo ese caos allá en la estratosfera o Breve mues­


tra de colaboraciones, artículos, encargos y otros
escritos contextuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

LIBRO CUARTO Lo digo y lo digo / lo digo otra vez / y tanto lo


afirmo / que digo lo mismo / al derecho y revés o
Breve colección de palindromas . . . . . . . . . . . . . 201

LIBRO QUINTO Del viejo y trillado mito de que los personajes


presentados en esta obra son ficticios y de que
cualquier semejanza con personas vivas o muertas
es pura coincidencia o Breve colección de fábulas 219

Disertaciones tangenciales 253


Absolución de la televisión en «on»
como responsable
de la identidad en «off»

Yo te absuelvo
Caja idiota
De todas tus incongruencias
¿Acaso vos tenés la culpa
De que tu pantalla
Jamás me enseñe lo mismo
Que me enseña el espejo?
¿Tuya es la culpa acaso
De que mis sueños
Hayan sido creados
A tu imagen (de treinta y seis pulgadas full color stereo surround)
Y desemejanza?
Si es uno (y nadie más que uno)
Quien pierde el control
Y busca el tuyo
Entre los cojines del sofá
Si es uno quien engruesa tus rankings
Y programa tus franjas prime time
A fuerza de zap, zap
On/off y on/off
No fuiste vos
Quien mató a la estrella de la radio
Ni se hizo ilusiones
Audiovisuales
Por eso te absuelvo, nada me debes
Conque ve en paz, hija mía
No guardo rencor
No vuelvo a llamarte más la caja idiota
Si al hablar de idiotas
Quien lleva las de perder es otro
Aplicación de la famosa paradoja
del filósofo griego
como perífrasis
para convencer a los muchachos
de que ya es muy tarde
y ya es hora de irse para la casa

A estas alturas
Yo sólo sé que no sé nada

Ando bien sócrates1


Apología
del aprendiz lento,
pero seguro

Bebé
Si yo siguiera tus pasos
Serían tropezones y caídas a cada rato
Pero siempre volvería a ponerme de pie

Si vos siguieras los míos


No te levantarías
Sin antes pensarlo dos veces

Por eso es que yo mejor sigo tus pasos, nene


Despacio
Contento
Siempre avanzando en pos de algo
Como aprendiendo a caminar todos los días
(Que así es como se camina, bebé)

Y vos
Pues vos seguí siguiendo los tuyos
Mirá que los pasos de gigante
Vaticinan tropiezos descomunales
Mientras que cada uno de tus pasitos
Es un presagio de vuelo
Apólogo-imagen de ave diva
aspirante a icono de «mass media»

CIERTO PAVO REAL paseaba por un flor eclosionada, pero lo que más
centro comercial, cuando se topó llamó su atención fueron los oh
con un gentío frente a la vitrina de asombro de los demás especta-
de una tienda de electrodomés- dores. «Vamos a ver», analizó el
ticos. Todas aquellas personas pavo real. «Ese botón de flor sólo
veían maravilladas, en una gigan- se abrió, desplegó sus pétalos y a
tesca pantalla de plasma, cierto todos dejó maravillados. ¡Yo tam-
cortometraje que mostraba en cá- bién puedo hacer eso con mi
mara rápida el proceso de floreci- cola!», se dijo el ave a sí misma
miento de una rosa. Nuestro pavo con entusiasmo incontenible.
real también se puso a admirar la «Puedo abrirla, desplegar sus plu-
mas como si fuesen pétalos de ro- menzaron a proferir insultos y
sa y dejar encantado a mi público». abucheos, pues sintieron que
De inmediato fue a pararse delan- aquello no era más que un vulgar
te de la muchedumbre para luego acto de exhibicionismo. Y es que
sacar el pecho, levantar el trasero, el ingenuo pavo real estaba come-
desplegar el abanico de su cola y tiendo el mismo error que mu-
empezar a lucirla de una manera chos escritores cuando ejercemos
por demás vanidosa. Pero los es- el oficio: estaba confundiendo uni-
pectadores, lejos de aplaudir, co- versalidad con complacencia.
Apólogo-imagen
de camello con sueños
nanotecnológicos

UN CAMELLO estaba empecinado con Todo el tiempo se está midiendo


pasar a través del ojo de una aguja, para ver si su masa corporal ha sufri-
pero la obvia diferencia de tamaños do alguna reducción, pero el animal
naturalmente se lo impedía. Sin em- no ha visto resultados satisfactorios
bargo no cejaba en su propósito. hasta el día de hoy. No obstante, el
Fue así como un día conoció a otro cercano pariente del dromedario
camello (parece que pastor de algu- continúa firme en su propósito. Y
na secta), quien le ofreció pastillas como esta historia aún no termina,
Nanorreduxol, ¡macrorreducción no nos queda más que exhortar al
para un microtamaño!, a cambio cuadrúpedo a perseverar en su em-
de cómodos diezmos semanales. peño. Vamos todos a desearle suer­
Nuestro camello aceptó la oferta. te. ¡Ánimo, valiente y determinado
Desde entonces, cada semana com­ camello! ¡Ojalá un día alcances el
pra las pastillas sin falta y no hay microscópico tamaño que requieres
día que no tome su respectiva dosis. para lograr tu osada empresa!
Apólogo-imagen
de elefante quitándose
un peso de encima

L A E LEFANTA , luego de haber logra­ al fin, ya conforme, se dijo a sí mis-


do ponerse aquel apretado corsé, ma: «La mona se viste de seda y na-
miraba su imagen en el espejo una die le dice nada». Terminó de arre­
y otra vez, aún no convencida. Pero glarse y se fue a su fiesta.
Apólogo-imagen
de perro-conejillo de Indias
teniendo un dulce encuentro
con el ESPN

U N D ÍA, como ya era habitual, el so. Pero el conserje de aquel la-


perro de Pavlov oyó la campana boratorio tenía prendido su tele-
y comenzó a segregar saliva. So­ visor durante la transmisión de
lo que esta vez no recibió su te- un partido de futbol. El can se
rrón de azúcar. Así que el pobre puso a ver el juego y así se olvi-
comenzó a ponerse muy ansio­ dó del azúcar.
Apóstrofe alegórico
a profeta islámico
en dos proposiciones adversativas,
una desiderativo-interjectiva
y tres dubitativo-interrogantes

La montaña se movió, Mahoma


Pero no vino a mí
Dime qué hice mal, oh profeta
¿No será que yo
De repente
(Se me ocurre, no sé)
Confundí la fe
Con el amor?
Bella ilusión de amor
o
Veinte mil leguas
de viaje subcapilar
al interior del cabello afro
de un proxeneta «funky»

¡OH JARDÍN de las verdes delicias! secas caen por aquí. Hojitas mustias
¡Paraíso exquisito del florecer per­ vuelan por allá. Pero ¡buscar la flor
petuo! Quién poda y engalana tus más bella para tu Princesa, oh jar­
frondosas encinas di. ¡Pero si es el dinero, no has de olvidar! Tan pron­
noble y altivo jardinero del Castillo to como floreciente fin des a tu no-
Real, de la bella Princesa el favorito! ble tarea con el último de los enci­
Del vasto encinal embellece las ex- nos: aquel de grisácea fronda que
celsas frondas una por una. Tijera en el ulterior extremo del jardín
por aquí. Tijera por allá. Ramitas altivo se eleva. Nuestro jardinero,
presto a terminar la poda, soberbio confesar, da un firme tijeretazo y
avanza en pos de la última fronda. «WHAT DA FUCK YOU DOIN’,
Con mano firme, cual guerrero va­ MAN! GO FUCK YOU’ MAMMA,
liente que dispónese a darle una YOU MOTHAFUCKIN’ ASSHOLE
victoria a la patria o su vida al Crea­ SANAFABITCH!» es el terrible im­
dor, toma la tijera, silba una feliz properio que lacera sus oídos cuan­
tonada y llega al encino. Ya allí, con do, sin querer, con una encina con­
decisión inexorable, por el amor funde el desmesurado cabello afro
que a su Princesa un día le ha de de un funky brother.
Breve ejercicio metanarrativo
con la célebre metáfora
visual magritteana
del hombre que se para frente al espejo
y ve su propia espalda

CIERTA V EZ, un individuo se sentó mente en el respaldo, quebró la


en una silla a pensar en la mane­ silla, cayó al suelo y se golpeó.
ra más efectiva de levantarse de Pero aquel hombre, de corazón
una silla. Dibujó bosquejos en tenaz y propósitos irreductibles,
su mente y ensayó con su imagi- se negó a lamentarse del dolor,
nación los pasos de aquella ac- fue de inmediato por otra silla
ción. Entonces, ya mareado de y se sentó a seguir buscando in­
tanto pensar, se recostó brusca­ telectualmente la solución.
Breve imagen ecológica
para explicar por qué
los cartógrafos antiguos, en sus mapamundis,
representaban los trópicos terrestres
con bestias fabulosas

DE PRONTO, ya para anochecer, por ñarlo: cuerpo redondo, piel color


todo el pantano resonó un chillido carne y cola de pez. Por lo tanto
agudo. Cierto cazador, que nave­ se acercó, preparó el arma y, cuan­
gaba de regreso a casa, no pudo do estaba por disparar la flecha
resistirse al hechizo, de modo que mortal, la sorpresa le propinó a
preparó el arpón, enfiló a babor él un saetazo más duro. Lo que
y se dirigió al manatí. Lo divisó a estaba frente a sus ojos no era un
lo lejos. Sus ojos no podían enga- manatí, sino una sirena.
Canción de amor
a chica plástico-«transformer»
capaz de convertirse
en cualquier parte del cuerpo,
menos el corazón,
en tres antonomasias absurdas
y dos metáforas cursis

No seás pie
Y dejá de huir

No seás mano
Y dejá de taparte la cara

Solo quiero que seás toda oídos


Para que veás
Lo que te voy a decir

Tu corazón
Está hecho para sentir

Lo mismo que el mío


No está hecho para ser roto
Cómo decir gracias
sin matar amor en el intento

Aquí es donde abro la bocota para darte las gracias


Entonces vos me decís
Que cómo va a ser eso, que te caigo mal, que te haga el favor
Que tus manos son colectivas
Que también tus pies
Andan los pasos del mundo
Que si el ser humano alguna vez ha logrado un clon perfecto
Ese ha sido el del amor
Que las gracias dejan cierto sabor a despedida
Y son el protocolo de quien, por cierto, no ama
Y entonces yo
Voy a estar a punto de decir
Que me vas a disculpar
Pero que el pecho me explota de gracias, gracias, mil gracias
Que la gratitud
Se me ha subido a los cien grados centígrados
Y que su ebullición es inevitable
Pero no
Aquí es donde mejor me callo la boca
Y te abrazo
Permuto un decir te quiero
Por un mejor cerrar los ojos
Aquí es donde tomo tu mano
Miro tu horizonte
Y me pongo a andar tus pasos
Consejos de una alcancía
para ahorrarte grandes molestias

AQUELLA ALCANCÍA estaba harta de mente que la excusara, pues se


que la otra alcancía, su interlocu­ tenía que ir, y se marchó dicién­
tora, le hablara solo de superficia- dose a sí misma: «¡Qué cochinito
lidades estúpidas. Tanto así que tan vacío! ¡Se nota que en su inte-
la interrumpió, le pidió amable­ rior no hay nada de valor!».
De aquella pava
chiquitita y voladora
que resultó ser
un dodo terrestre y grandotote
o
Dificultades de correspondencia
entre realidad y pensamiento

Cuando me reclamés algo


No me digás que soy un aquí y un allá
No me digás qué soy
Mejor decime qué dije
O qué hice
Lo que soy
Es una verdad muy relativa
(Que presenta el riesgo de ser tomada como absoluta)
Y hasta una verdad muy subjetiva
(Que presenta el riesgo de ser tomada como objetiva)
Lo que soy
Es algo que vos pensás
En cambio lo que hice y dije
Es algo que vos viste y oíste
Y ahí sí no hay para dónde
Es más objetivo
Y menos relativo

II

Si lo pienso yo
Y nadie más que yo
Es subjetivo

Si lo piensan todos
Incluso varios
(Y ya no digamos muchos)
Resulta que es objetivo

Pero la verdad
No necesariamente es cómplice
De la comunidad
Vos podés pensar
Que dos y dos son cuatro
Y todos nosotros creer
Que dos y dos son veintisiete

No sé si entendés lo que te quiero decir:


A veces
La objetividad
No es más
Que una subjetividad colectiva
De cómo Buda cerraba los ojos
para ver realmente y no ser deslumbrado
por la «maya» externa
o
Ezra Pound, fotografiado
por Richard Avedon

«CERRÉ LOS OJOS únicamente para pensando mientras posaba con los
que el flash de la cámara no me des- ojos cerrados para el lente de Ri­
lumbrara. No hay otra razón», res- chard Avedon, fotógrafo, durante la
pondió Ezra Pound, sonriente, cuan­ producción de una de las imágenes
do le preguntaron en qué estaba quizá más célebres de aquel poeta.
De cómo el entomólogo
clasifica insectos
clavándolos con alfileres
en tablas taxonómicas
o
Dime dónde te perforas
y te diré quién eres

Arete en la oreja derecha


Gay pasivo
Arete en la oreja izquierda
Gay activo
Arete en el pecho
Sadomasoquista
Arete en la nariz
Grunge
Arete en el labio inferior
Surfer
Arete en el ombligo
Disco babe
Ningún arete
Cuadrado
Para todos aquellos
Con quienes no se queda bien con nada
Habrá que abrir
De urgencia
Un prejudice piercing parlor
De cómo
el placer y el dolor
apenas están separados
por unas cuantas gotas
de «hot sauce»

CIERTA V EZ, el filósofo estoico Zenón esa exuberancia de elementos hi-


y un productor japonés de anime pertecnológicos, situaciones melo­
almorzaban juntos en un restauran­ dramáticas y personajes femeninos
te de comida mexicana. La plática que conjugaban inocencia infantil
de pronto fue monopolizada por con el más deleitoso erotismo. Ze-
el japonés, quien le comentaba al nón lo interrumpió para proponer­
chipriota lo feliz que se sentía en le, ya que hablaban de placer inten­
su trabajo. Se complacía en contar so, que por qué no le ponía chile
cómo el televidente adoraba sus verde a aquel condimentado caldo
producciones animadas gracias a tlalpeño. Pero subrayó que debía
echarle bastante, para intensificar El estoico se sonrió con satisfacción
la sensación. El asiático accedió. Si- y cantó victoria. Pero no contaba
guió el consejo de su compañero con que el tiro resultaría saliéndole
de mesa y, como era de esperar, se por la culata. Nuestro creador de
pegó la enchilada de su vida. La ca- anime, ya recuperado, pensó inme­
ra se le puso roja, la escandalosa diatamente en un nuevo eslogan
tos se le escuchaba a media cuadra publicitario para su última serie ani-
de distancia y no sentía la lengua mada de televisión, el cual diría:
por más agua que le daban a beber. «¡Sufre placer intenso!».
De cómo el ansia desmedida
de imponerle «copyright»
al bien gratuito
puede nublarnos la vista
y ocultarnos horizontes

EL HORIZONTE no siempre fue esa pacio estaban todas las respuestas.


delgada línea dividiendo cielos y Por eso es que antes, cuando una
mares que nosotros vemos en la persona se veía asaltada por una
actualidad. Se cuenta que antaño duda o mortificada por un proble­
los dos azules estaban verdadera­ ma, todo lo que tenía que hacer era
mente separados, por lo que nues­ dirigir la vista al horizonte y ensegui-
tros ancestros, cuando se paraban da encontraba la respuesta que bus­
en la playa a ver a la distancia, lo caba. Pero dicen que un día vinieron
que divisaban era un inmenso espa- los malos y dijeron: “Apropiémonos
cio negro entre el cielo y el océano. de las respuestas. Así, cuando al­
También cuentan que en dicho es­ guien tenga un problema, por fuer­
za tendrá que acudir a nosotros y ron los planes de los malos. Así fue
deberá pagarnos una alta suma de como el horizonte se convirtió en
dinero por la solución que busca”. esa tenue línea que hoy vemos se­
No contaban con que el cielo y el parando océanos de firmamentos.
mar se habían enterado de toda la Y es por eso que ahora, cuando al-
confabulación. Para proteger el pre­ guien tiene un problema y se para
cioso caudal de respuestas, estos en la playa a ver el horizonte, no
decidieron acercarse hasta tocar encuentra la solución que busca.
sus bordes y anular el espacio entre Pero si la persona cierra los ojos y
ambos. Por lo tanto se besaron, es- pone atención, escucha algo así
condieron las respuestas y trunca­ como el rumor de una respuesta.
De cómo lo blanco
trae consigo
el germen de lo negro
y viceversa, tal como lo plantea
la metonimia gráfica
del «yin-yang»

HUBO UNA V EZ un lejano país donde mo (no se perdonaba ni siquiera el


se prohibió el arte y la poesía. Pero mami con que el niño se dirigía a
los opresores de aquel país no eran su progenitora), para aprehenderlo
cualesquier tontos. Para sofocar el y conducirlo a la jefatura. Cierta
más mínimo conato de inspiración vez, el capitán de la PAF, hombre
artística, vedaron bajo pena de honesto y severo, le aconsejaba a
muerte el uso de las figuras y el su rebelde hija adolescente que
lenguaje figurado. Los agentes de solo usara lenguaje plano, pues de
la PAF (Policía AntiFiguras) reco­ lo contrario se vería en la penosa
rrían las calles y vigilaban a todo obligación de arrestarla. «Pero, pa­
transeúnte en espera de que a algu­ pá, ¿qué es exactamente el lenguaje
no se le escapara la más leve metá- plano?», preguntó la joven. El papá
fora, la más elemental comparación, comenzó a explicarle que el lengua­
incluso el más inocente metaplas­ je plano era uno plenamente obje­
tivo y referencial. Lo que se ve es porque es liso, llano, como una
lo que se dice y punto. Se ve un ár- meseta regular, carente de monta-
bol y se dice «veo un árbol», y no ñas y barrancos. Precisamente de
«mis pupilas se inundan de verde», ahí su nombre. «Ya entiendo», dijo
«una rama levantó el velo a la niña la adolescente. «El lenguaje plano
de mi ojo» o similares, pues giros recibe su nombre por su compara-
como los dos anteriores pervierten ción con una superficie plana, sin
la acción de ver convirtiéndola en accidentes». «Así es, hija», prosiguió
partes y características del órgano el papá. «Del mismo modo que la
de la vista, deforman el árbol to­ palabra lenguaje viene de lengua,
mando solo partes y características órgano físico que, junto con los
de dicha planta y hasta degeneran dientes, los labios, el paladar y las
la comunicación objetiva añadiendo cuerdas vocales, utilizamos para
ideas ajenas al acto de ver el árbol, pronunciar sonidos y articular pala­
como inundación y sensualidad. bras. En otras palabras, hija mía,
Estos giros constituyen construccio­ lenguaje es una traslación metoní­
nes en lenguaje figurado y, como mica de lengua, de la misma mane­
tales, son antipatrióticos y antiso­ ra que plano es una traslación
ciales e impiden el desarrollo de la metafórica de la meseta plana, de
nación. El lenguaje plano, en cam­ la misma manera que policía es
bio, no permite valoraciones subje­ una traslación metonímica del anti­
tivas, por lo que es progresista y es guo griego polis, que significa ciu­
el que la patria necesita para salir dad o pueblo, del mismo modo
adelante. Pero es la ausencia de que… ¡PERO QUÉ CHINGADOS
ornamentos la razón por la cual a ESTOY DICIENDO!». «Sí, mi capi­
este lenguaje se le llama plano, tán, igual que qué chingados es una
metáfora por qué cosas malas, in­ Los cuatro quedan detenidos».
adecuadas o inconvenientes», dijo «Igual que la palabra palabra», inte-
un guardaespaldas del capitán. rrumpió otro, «que es traslación
«Queda usted arrestado». «No tan metafórica de una lanza o flecha
rápido, cabo», dijo otro guardia. «La por arrojar. Acompáñenme los cin­
palabra arrestado es una traslación co a la comisaría». Y así, como deja
metafórica del verbo restar, es de­ entrever la imaginación, el número
cir, disminuir, rebajar o cercenar. de personas arrestando a todas las
Además, la frase queda usted arres­ anteriores fue creciendo en progre-
tado califica como una figura retóri- sión geométrica hasta alcanzar a la
ca denominada apóstrofe por la población completa del país. El caos
forma antagónica y fogosa en que fue devastador. La crisis y la ingo­
se dirigió al jefe. Es mi deber dete­ bernabilidad llegaron a un extremo
nerlos a usted y al capitán». «Pues jamás alcanzado antes en la historia
los tres quedan detenidos», gritó de aquella nación. No obstante, la
un tercer guardia. «La palabra fogoso gente no tardó en darse cuenta de
que usted acaba de usar en su ex- que el lenguaje plano era una false­
plicación es también una traslación dad desde el origen etimológico de
metafórica de la palabra fuego». prácticamente cualquier término.
«Igual que la palabra explicación», Se desató la revolución y, tan solo
dijo otro guardia, «que es traslación en unos días, aquel gobierno tota­
metafórica de extender los pliegos. litario fue derrocado.
De cómo el diablo
sabe más por mediático
que por diablo

CIERTO DÍA al final de los tiempos hubo unos cuantos seres humanos
advino el demonio, la bestia, Sata- que rechazaron aquel pensamiento.
nás. Para dominar a las naciones, el Comprendieron que fácil no nece­
anticristo siguió la infame estrategia sariamente era sinónimo de sencillo,
de predicar a las multitudes que to- característica primordial de lo que
do en esta vida era fácil. Por supues­ verdaderamente sirve y funciona.
to, las grandes masas en el ámbito Por lo tanto dejaron de perseguir lo
mundial se sintieron atraídas por fácil y comenzaron a buscar, en su
esta nueva filosofía, de modo que lugar, lo sencillo y funcional. Así fue
muy pronto legiones enteras de al­ como estas almas elegidas alcanza­
mas encontraron su perdición. Pero ron su salvación.
De cómo entre dos sinónimos equivalentes
puede haber diferencias no solo fonéticas,
sino también determinantes
en cuanto a echar o no echar la ficha
en la rocola de los talegazos

T UVE UN CUATE al que le decíamos decirle así. Vos Mierda aquí. Vos
de apodo el Mierda. Por qué el apo­ Mierda allá. Qué si una vez, cuando
do, sepa putas. Pero aquel nunca todavía no éramos cuates cuates,
aceptó que le dijéramos de otro nos estábamos echando las chelas
modo. Si hasta se molestaba cuando con toda la mara, cuando no sé por
le decíamos su verdadero nombre. qué me confundí y le dije Caca en
Mierda decime, decía aquel. Mierda lugar de Mierda. Cómo me dijiste,
me han dicho mis cuates toda la preguntó aquel, emputado. Nada,
vida y solo por Mierda entiendo, vos, le contesté yo, tratando de
decía después. Me costó un cacho evitar. Caca me dijiste, vaá cerote,
al principio porque qué feo que te dijo aquel. Y si oíste bien, para qué
digan Mierda, pienso yo. Pero poco preguntás, pisado, contesté yo, tam­
a poco me fui acostumbrando a bién ya como la gran puta. Para qué.
Nos paramos agarrando a vergazos. te mascaste conmigo aquella vez
Aquel me sacó sangre de nariz y yo que te dije Caca, pregunté yo. Por­
le abrí el labio. Después de eso para- que eso de Caca es ofensivo, cerote,
mos siendo grandes cuates. Íbamos contestó aquel. Pero Mierda tam­
a chingar la pita y todo, pero yo bién es ofensivo, imbécil, dije yo.
siempre estaba con la onda de por Pero es diferente, estúpido, dijo
qué putas se había mascado aquél aquel. Y por qué es diferente, mal­
conmigo. Por qué le había caído dito, pregunté yo. Porque Mierda
tan mal que le dijera Caca en lugar me han dicho mis cuates toda la
de Mierda, si mierda y caca son lo vida y solo por Mierda entiendo,
mismo al final de cuentas. Un par contestó aquel. Ah vaya, dije yo
de años después nos juntamos otra nada más. Nos seguimos echando
vez con toda la mancha a discutir­ las chelas y ya nunca más le volví a
nos las chelas. Vos, Mierda, por qué preguntar al Mierda ni mierda.
De demagogias
y otras lluvias
que nunca llegan

HUBO UNA V EZ una nube que quiso dirección y demás metáforas del
nublar el cielo y llover. Claro que ingenuo y trillado discurso del vo­
esto no podía hacerlo ella sola, por luntarismo colectivo. Sin embargo,
lo que trató de convencer a las de- nadie le hizo caso. La nube se enfu-
más nubes de que la ayudaran. Para reció y, luego de arrojar uno o dos
tal efecto se detuvo en el centro relámpagos a la tierra, pronunció
del firmamento y comenzó a ha­ una feroz diatriba contra la nube
blar. Hizo una arenga al trabajo en presidenta del firmamento, quien
equipo y se valió de argumentos fue acusada de impopular y totalita-
como la sinergia, la unión que hace rista por no favorecer climas de
la fuerza, remar todos en la misma participación ni espacios democrá­
ticos. Cuál fue su sorpresa cuando to, su propósito original de nublar
vio que este discurso sí llamaba la y llover. Obtuvo, eso sí, los votos
atención de las demás nubes, que de la mayoría y se convirtió en la
de inmediato se unieron a la nues­ nueva presidenta del firmamento.
tra, la aclamaron y vitorearon. Aún Moraleja: si quieres llegar a las nu­
así, la nube no logró convencer a bes, vete con la oposición, siempre
nadie de que la ayudara ni, por tan- con la oposición.
De juventudes contestatarias
y otras lecturas clásicas

UN ADOLESCENTE recorría los ana­ clásica (y que según cuentan era


queles de una librería. Buscaba bombero), se le acercó y le dijo:
una lectura incendiaria. Sumamen­ «Vas a provocar un incendio». «No
te ansioso de rebeldías con causa, veo nada inflamable cerca», res-
leía uno por uno los títulos en los pondió el joven, con algún tono
lomos cuando de pronto, buscan­ desafiante. «La cabeza», se apresu-
do en el estante de los libros más ró a objetar el adulto, «la cabeza
calientes del momento, divisó una es material altamente inflamable».
carterita de cerillos. Al muchacho «Pero una cabeza no sirve de nada
se le iluminaron los ojos. Tomó la si nunca se enciende», fue la res­
carterita, levantó la solapa y arran- puesta lapidaria del adolescente,
có un cerillo. Por prenderlo estaba quien luego sólo le dio la espalda
cuando un adulto, que andaba por al adulto, cerró la carterita y en-
allí cerca en busca de una lectura cendió el cerillo.
De la excelsa, maravillosa, magnífica,
enjundiosa, global y cibernética aventura
de aquel gallito «hacker» que,
seguramente confundido
entre «Kentucky Fried Chicken»
y «Wye-Two-Kay Fried World»,
libera al mundo del pérfido mal
de la confusión informática del año 2000,
y de otros hechos y hazañas de sobresaliente
y magna valía que le acontecieron entretanto
y que debieran ser globalizados
(mas no neoliberalizados)
en un «site» de la www2

Ésta es lä épica aventura, bravo


De aquel valiente pollo que, burlón
Burla al temible ye-dos-ka en misión
Que al cibermundo librará de un clavo
Gallo es, que no has de confundir con pavo
Quien a Internet acceso obtuvo en clon
PC maniobra con astuto don
Y al software da, de chance, ni un octavo

Siglo veintiuno ha de venir en paz


Pues este gallo no es ningún gallina
Y al doble cero descubrió la faz

No habrá dos mil que se convierta en mil


Pues con el meollo nuestro gallo atina
Bien, ave audaz, a ti doy gracias mil
De la cotidianidad
y otros atentados
contra la inocencia

E L F UTURO G RAN E SCRITOR jugaba tras. Su primer juego lingüísti-


en su corral entre osos de pelu­ co. Pero entonces vino el pro­
che, móviles musicales, chinchi­ saísmo cotidiano a cortar la ins-
nes y otros númenes de la musa piración de aquel literato novel,
Fisher-Price, cuando de pronto, a derrumbar la columna de cu­
por un arrebato de inspiración, bos y a sacar al poeta de su es­
tomó tres o cuatro cubos de ma­ pacio creativo mientras esgrimía
dera, de esos con letras en cada argumentos como «te hiciste
uno de sus lados, los apiló uno popis, mijito», «vamos a cam­
encima de otro y formó KDSFA. biarte de pañal», «hora de hacer
Y allí estaba. KDSFA. Su primera shushu» y otros tan obtusos
obra maestra. Sus primeras le­ como antiartísticos.
De la felicidad
como concepto opuesto
a la longevidad
o
Sugerencia de Rimbaud

SIGUE mi consejo: no llegues a viejo.


De la puntuación
como recurso ineludible
para llevar
una vida sexual activa

Hagamos el amor
Y punto

Y seguido
De la universalidad literaria
y otras improbabilidades matemáticas

HUBO UNA V EZ un escritor tan obsesionado con alcanzar la universalidad que


terminó dejando las letras y convirtiéndose en un matemático.
De la verdad
confundida
con una «verdad»

UN GIRASOL se movía con inquietud y el sol, se quedó allí, conforme en


en busca de luz solar. Por fin halló apariencia, pero siempre con la quis­
el brillo de un potente reflector y, quillosidad del escepticismo, de que
como no logró diferenciar entre este algo no estaba del todo bien.
De las increíbles ventajas
de la tecnología informática
de la actualidad3
De leyes físicas
y otros dolores de cabeza

EN UN UNIVERSO PARALELO, a otro en lugar de que él descubriera la


Isaac Newton le cayó en la cabeza Ley de Gravedad, a él le descubrie­
no una manzana, sino un coco. Y ron una contusión de gravedad.
De lo que suele acechar
a la vuelta de un pensamiento

El otro día
Me asaltó una duda

Se me acercó sigilosamente
Me puso una interrogante cargada en la sien
Y me dijo

Una respuesta

O la vida
De los prodigios insospechados
que a veces subyacen
en la vide simple
de los suburbios citadinos

EN SU PATIO T RASERO, cierto vecino tar al vecino para ver de qué se


tenía una verja divisoria de tablas trataba todo aquel asunto. Llegó
de madera, como las que suele ha- entonces a la casa de la barda en
ber en aquel tipo de casa de colo- cuestión, saludó a su primo lejano
nia periférica. Pero la de este se- y le comunicó de inmediato el mo­
ñor no era una verja común y co­ tivo de su visita. Sin más demoras,
rriente. En una de sus tablas había el vecino lo llevó al patio trasero
un pequeño agujero por el cual, y le mostró el extraordinario orifi­
pegando el ojo y mirando al otro cio en la cerca. «Conque asomán­
lado, se descubría el secreto de la dome a ver por este hoyo descu­
felicidad. Tal prodigio suburbano bro el secreto de la felicidad, ¿no?»,
llegó a oídos de un pariente que, dijo el pariente, con una ironía
suspicaz pero curioso, decidió visi- que destilaba incredulidad. «Así
es», le contestó el dueño, con la entonces el bendito secreto de la
calma propia de quien está seguro felicidad que tanto dices, si me
de lo que dice. «Muy bien», dijo el está doliendo el ojo?», preguntó
pariente. «Veamos de qué se trata el visitante. «Pues justamente en
entonces», y de inmediato se aga- el dolor, ya que el dolor es lo que
chó, pegó el ojo al orificio y vio a nos permite reconocer, compren­
través. Pero al otro lado ya lo esta­ der y apreciar la felicidad», contes-
ba esperando el niño de la vecin­ tó el vecino. Por supuesto que la
dad, quien sólo vino y le puyó el respuesta no fue para nada del
ojo con el dedo. «Ay», gritó el visi­ agrado del pariente, quien de in­
tante, mientras el niño se reía de mediato se marchó para no volver
su travesura al otro lado de la cer­ a poner nunca un pie en aquella
ca. «Pero ¿qué clase de broma es casa. No obstante, lo dicho por
esta, primo?», gritó el enfadado aquel vecino era la verdad, aunque
pariente. «No es ninguna broma», su pariente (y a veces uno mismo)
contestó el vecino. «¿Dónde está se niegue a reconocerlo.
De los problemas legales
del lenguaje figurado

CIERTA V EZ, el agua puso una mi­ ra e incolora desvirtuaban su


llonaria demanda contra las casas imagen y la hacían parecer «papa
editoras de textos de Ciencias Na- sin sal». No cabe duda de que el
turales, pues ya estaba harta de agua contaba con muy mala ase­
ser calificada con el denigrante soría legal. De haber contratado
epíteto de inodora. Ya no sopor­ a un mejor abogado, este le ha­
taba que los niños de primaria se bría advertido de los inconvenien­
burlaran de ella cada vez que tes de usar tal símil y aquella se
leían la palabreja y la asociaban habría abstenido de hacerlo. Pero
con el excusado. La demandante ya era demasiado tarde cuando,
anotó además, en el documento a su vez, al agua le cayó una fuer­
legal, que los calificativos insabo­ te demanda por parte de la papa.
De médicos malévolos
y otros tragos amargos

AQUEL MALVADO CIRUJANO llamó a la de todos los niños a quienes había


empleada doméstica y le entregó dejado huérfanos y de otras malda­
una pastilla de chocolate. «Prepáre- des cometidas a sabiendas mediante
me una taza de chocolate bien espe- su práctica médica. Así consumió
so, por favor», la instruyó. Mientras su tiempo de espera, en tan retorci­
esperaba, comenzó a reírse con lúdi- dos pensamientos, cuando al fin le
ca perversidad de todos los cónyu- llevaron su chocolate. El médico se
ges a quienes había dejado viudos, lo bebió de un par de tragos y, pasa-
dos unos minutos, palideció, co- una de sus víctimas. Y aunque el de-
menzó a temblar, perdió la respira- senlace del anterior relato nos parez-
ción y cayó muerto. El maligno gale- ca fortuito, con justicia podemos
no había confundido la pastilla bue­ afirmar que, por todas sus iniquida­
na con una envenenada que justo des, a este perverso doctor le dieron
aquella mañana habría de darle a de su propio chocolate.
De mocedades gloriosas
y otras sepias borrosas

E L V IEJO E LEFANTE vio la foto que aquella imagen de antaño, pero


su hija le puso en las patas. El «¿quién es ese proboscídeo tan
revelado en sepia café y su pa­ joven y buen mozo, hija?» pre-
pel amarillento, casi del color guntó. La joven elefanta sim­
de la fotografía misma, delata­ plemente respondió «tú, papá»,
ban su antigüedad. Y el elefan­ resignada al inminente Alzhei­
te se sentía familiarizado con mer de su progenitor.
De por qué el tan criticado
abstencionismo electoral
es a veces, más que una opción,
una forma de supervivencia

HABÍA UNA V EZ un padre de familia trevían a preguntarle al papá) si


tan extravagante como desnaturali- era en serio aquel disparate. Pero
zado. Vino y les pidió a sus hijos ante la vacilación de los infantes,
que escogieran como mascota do­ el progenitor insistió. «Niños, no
méstica entre un escorpión, una se abstengan de elegir. Háganlo
cobra y un dragón de Komodo. por su propio bien, el de la casa
Como era de esperarse, los niños y el de la familia. El deber los lla­
se sintieron desconcertados ante ma. Les ofrezco además una gama
semejantes opciones. Se pregunta- de posibilidades para que ejerzan
ron (a sí mismos, porque no se a- su poder de elección. Y si no les
agrada ninguno de los tres bichos, porta saber a cuál de los tres ani-
váyanse por el que menos les desa- males eligieron. Confórmese el
grade». De ese modo, los niños se lector con saber que, al poco tiem­
sintieron coaccionados y no tuvie­ po, todos en aquella casa fueron
ron más remedio que escoger. Pa­ picados o mordidos y estuvieron
ra efectos de esta historia, no im­ a punto de morir envenenados.
De promesas desorbitadas
y otros satélites inalcanzables

«TE PROMETO la luna», le decía a su amada un cohete espacial enamorado.


De purismos lingüísticos
y otros mitos

CIERTA V EZ, un purista radical de la segunda reflexión lo hizo reiniciar


lengua estaba escribiendo, para un la escritura del artículo, solo que
diario local, un artículo sobre lo mal ahora en el español de Alfonso X.
que hablamos y escribimos el idio­ Pero entonces una tercera reflexión
ma. Pero su postura, llevada a irre­ lo motivó a reescribir en latín clási­
ductible ultranza, lo hizo reflexionar co. La cuarta reflexión, en griego
a medio ensayo. «Si he de pedirle antiguo. La quinta, en sánscrito. Ya
al mundo que hable correctamente, a la sexta reflexión, nuestro purista
he de hacerlo bien», determinó. Por dejó de escribir. Decidió que mejor
consiguiente empezó a reescribir dedicaría su vida a buscar la Atlánti-
el ensayo, pero ahora en español da y el idioma de sus legendarios
cervantino. Ni siquiera había termi­ habitantes antes que ponerse a co­
nado el primer párrafo, cuando una municar cualquier cosa.
De sinsabores,
vicios, vergüenzas
y otros conejos
de sombrero de mago
que ahora ves, ahora no

LA OBRA había culminado. La ovacio- pulsión por la bebida, en su próxima


nada actriz estaba en su camerino, cita con el psiquiatra, en el próximo
frente al espejo, desmaquillándose. juicio legal que le podría costar la
Mientras frotaba cada parte de su patria potestad de sus hijos, etcéte­
rostro con un algodón humedecido, ra. Poco a poco, el algodón fue bo­
la estrella pensaba en su ajetreada rrando el rostro de la diva de cine
vida artística, en sus constantes des- y teatro hasta hacerlo desaparecer
engaños amorosos, en sus arrugas completamente. Luego, la actriz sin
delatoras de un envejecimiento ine- rostro se quitó el vestido, la ropa
xorable, en su ya incontrolable com- interior y, de último, la piel (que
era de látex). De ese modo quedó no estaba para frivolidades. Por tan­
al descubierto lo que aquella famosa to, valiéndose de su invisibilidad,
era en realidad: una mujer invisible. salió del camerino, evadió a los pe­
Decenas de fotógrafos y columnis­ riodistas, buscó la salida de aquel
tas de revistas de chismes esperaban teatro y, sin que nadie se diera cuen­
a la actriz en el corredor, pero ella ta, se fue a casa.
Declaración del autor
sobre la calidad del vocabulario
empleado en sus textos
en una alegoría absurda
que también puede ser leída
como un ensayo sobre acartonamientos
y otras formas hipócritas
de esconder la caja de lustre

P OR ESTE MEDIO informo a la opi- otra persona lectora, jamás quisiera


nión pública que, como escritor verse abrumado por esas horribles
serio, medido y respetuoso de mis y fáciles palabrotas de escritor no­
lectoras y lectores, evito en todo vato cuya audacia causa, las más
momento el ineficaz y grotesco uso veces, más escándalo que eficacia
de palabrotas. «No hagas a los de­ comunicativa. Por qué habría yo
más lo que no quieres que te hagan de someter entonces a mis lectores
a ti», reza alguno de esos sabios y lectoras a semejante ultraje. Dado
aforismos del coloquial, cotidiano lo anterior, y ante mi público lector
y no por eso inculto vox pópuli. Y como testigo, de mis textos destie­
este servidor, al igual que cualquier rro oficialmente palabrotas como
inverosimilitud, inconmensurabi­ pendian el fino gusto de la persona
lidad, descontextualización, so- lectora, menoscaban la imagen del
ciopsicoantropológico, política­ autor y, como consecuencia, reafir­
menteincorrecto y otras de igual man esa justa y clara noción de que
o mayor tamaño cuya obscenidad, todo escritor que recurre a palabro-
malsonancia y ridiculez afean la so- tas es un malnacido hijo de puta
noridad del discurso literario, vili­ de mierda. Gracias por tomar nota.
Deconstrucción de la metáfora
tao-cinematográfica
de aquel luchador de artes marciales
que anda en busca del libro de la verdad
y que, cuando por fin lo encuentra,
lo toma con ansia y lo abre,
solo para experimentar desconcierto
al toparse con espejos en todas
y cada una de sus páginas

ALGUNA V EZ estaban doblando las cuando, justo en ese punto, como


campanas y vos tratabas de averiguar que te dio miedo y ya no quisiste
por qué, ¿te acordás? Le preguntabas seguir indagando. Preferiste quedar­
a medio mundo y nadie te daba ra- te con la incertidumbre y diste por
zón. Pero un día escuchaste por ahí concluida tu averiguación. Desde
el aforismo ese de «no preguntes entonces que ya no escuchás campa-
por quién doblan las campanas…». nas, aunque a veces tenés la fea sen-
Y como que la frase te comunicó sación de que todo el mundo te
algo. Ya estabas por descubrir cómo echa el muerto a vos. Y es que las
estaba eso de que vos mismo eras campanas siguen doblando, aunque
la razón del tañer de las campanas vos digás que no.
Del amor
y otros envases
retornables

«¿Y AHORA QUÉ HAGO con este co- lloró el hombre de hojalata. Y
razón?», se preguntaba el hombre mientras aquella ola se replegaba
de hojalata, sentado a la orilla del a la mar, nuestro amigo, por un
mar, mientras sostenía en sus ma­ impulso que no pudo contener,
nos el corazón que recién había le arrojó su corazón. La ola sim­
adquirido. Su introspección fue plemente se lo tragó y desapare-
interrumpida por una pequeña ció en el horizonte. Fracciones
ola que se le acercó, le acarició de segundo bastaron para que el
los pies y le habló con el suave hombre plateado entendiera que
murmullo del roce de la sal contra nunca más volvería a ver aquella
la arena. «Jamás se me había acer­ ola. Las lágrimas comenzaron a
cado alguien con tanta dulzura», rodar por sus metálicas mejillas.
No paró de recriminarse cuán ton­ de regreso el corazón. Nuestro
to había sido por regalarle su co- metálico amigo se puso de pie,
razón a una ola efímera. Descon­ incapaz de contener sentado tanta
solado, se volvió a sentar, recostó felicidad, y su cerebro electrónico
la cara en los brazos y rompió en rápidamente computó: a) el cora-
amargo llanto. Pero entonces una zón, a pesar de su forma poco
nueva ola acarició sus pies. El aerodinámica, resulta un búmeran
hombre de hojalata levantó la vis­ efectivo; y b) cuando se ama una
ta y, para su sorpresa, allí estaba ola, quien ama de vuelta es la mar.
Dos o tres
palabras firmes
sobre una palabra
insegura

Busco una palabra


Que no diga nada
Sin antes estar segura
De lo que va a decir
El arte como sufijo
de infinitivo
más pronombre enclítico

I. ARTE PARA DESNUDARTE

«VENGAN A V ER», gritó alguno de los solo que no sobre un caballo, sino
concurrentes a aquella convención sobre un burro. La amazona en traje
de artistas conceptuales. Curadores, de Eva cabalgó un rato frente a sus
intelectuales, artistas, esnobs y de­ espectadores dejando ver un cartel,
más asistentes al evento salieron a sugestivamente colocado atrás, en
la calle. Lo que vieron fue el siguien­ su espalda baja, que recitaba: «Inte-
te happening: una atractiva chica lectualízame, soy tuya». El clamor y
desnuda hacía las de Lady Godiva, los aplausos fueron arrolladores.
II. ARTE PARA SEXUALIZARTE

BIEN ENTRADA LA NOCHE, por una gato encerrado, le preguntó que


esquina del centro de la ciudad, por qué iba a hacerlo de gratis,
un fulano detuvo su auto a la par que qué tenía de especial aquella
de un travesti, bajó el vidrio eléc­ noche. El travesti contestó que
trico y le preguntó a este cuánto aquella noche de especial no te-
cobraba. El travesti le contestó nía nada, que lo que pasaba era
que nada, que por esa única no­ lo siguiente: que él en realidad
che él y su virgen culo iban a ser no era un travesti, sino un artista
del primero que pasara sin costo conceptual haciendo un perfor­
alguno. El del automóvil, sospe­ mance sobre los extremos y abu­
chando que en todo aquello había sos del enfoque de género.
El extra terrestre
y un actor marciano
en otro espeluznante drama
sobre la verdadera verdad
de la mentira
del secreto de la vida

EL EXTRATERRESTRE se acostó en el contestó el extraterrestre. «No sé


diván. El psiquiatra, desde su si- qué haría sin usted», terminó de
llón, preparó la libreta de notas. decir para luego levantarse del
«Me siento un extraño, doctor. A diván, despedirse y marcharse de
veces siento que no pertenezco la clínica. El psiquiatra, ya en sole-
a este mundo», se quejaba el alie- dad, se llevó las manos a la nuca,
nígena. «Tonterías», dijo el doctor. desabrochó un par de botones y
«Usted sabe muy bien que eso no bajó un zíper. Entonces se quitó
es cierto. Lo que veo aquí son los la convincente máscara de huma­
síntomas clásicos de un TDPM: no que llevaba puesta, se acarició
Trastorno Depresivo Posedípico ese horrible rostro de troglodita
Megahipotalámico. Tómese una alienófago marciano que en reali­
de estas pastillas después de cada dad tenía y, con los ojos ilumina­
comida y lo quiero ver aquí en dos por un brillo psicótico, vomi-
una semana». «Gracias, doctor», tó una carcajada macabra.
El Sur
y otros nortes4

H UBO U NA V EZ un viajero que Tierra del Fuego. Cruzó el océano


siempre quiso llegar al Sur. Así glacial, se internó en la Antártida
que se embarcó en Alaska y em- y, cuando por fin alcanzó el Polo,
prendió la travesía. Navegando vio hacia delante y se dio cuenta
por el océano Pacífico recorrió de que todavía le quedaba mucho
las costas de Estados Unidos, Baja Sur por recorrer. Hubo una vez
California, México, Guatemala, El un viajero que siempre quiso lle­
Salvador… y así hasta que rebasó gar al Norte.
Epopeya-imagen
de ave americana
soñando vida
en su lecho de muerte

TECÚN UMÁN, príncipe quiché, reci­ de Don Pedro expulsa un denso


be un golpe de espada en el pecho vómito de sangre que lo salpica
y cae al suelo herido de gravedad. todo alrededor, y el escupitajo al­
Tonatiú, el advenedizo barbado y canza el pecho del quetzal quien,
rubio, ni siquiera se molesta en habiéndose percatado de la agonía
propinarle el golpe de gracia a su de Tecún, su protegido, se acerca
oponente y opta mejor por envai­ volando a la escena. También agoni-
nar su espada. Fatal equivocación. zante, el quetzal se desploma sobre
Aunque el príncipe ya va sintiendo el pecho del príncipe. Y mientras
el abrazo frío de la muerte, logra Don Pedro recupera el aplomo y
todavía reunir algunas fuerzas para apresura su retirada, el ave indiana
gritar una feroz imprecación, alzar le dice a Tecún: «Aquí muere un
la maza, lanzarla e impactarla con­ grito y nace una patria», y expira al
tra el rostro del español. La boca mismo tiempo que su protegido.
Fenomenología de aquel caso
tan común (y sin embargo irónico
y por supuesto embarazoso)
del fortachón que no puede abrir
la tapa del frasco
por más fuerza que haga,
solo para que después venga el debilucho
a lograrlo al primer intento

T ODAS A QUELLAS C OPAS de vidrio, fin bajó el tono de su voz, las


desde sus asientos en aquel tea­ copas habían resistido y estaban
tro, se estremecieron ante la voz intactas, de una pieza. Fue al fi-
de la soprano interpretando una nal de la ópera, cuando ya todas
ópera. Cuando la diva emitió un las copas habían desalojado la
agudo falsete, las copas comen­ sala y estaban en el lobby co­
zaron a vibrar ligeramente. Pero mentando la obra, rememoran­
el falsete se prolongó, de modo do la tragedia y bebiendo cham-
que la leve vibración se convirtió paña, cuando muchas de ellas
en un desaforado temblor. Sin se rajaron, otras se quebraron y
embargo, cuando la cantante por algunas hasta explotaron.
Fenomenología
de la indecisión de Hamlet
o
Cómo evitar
ser petrificado por el beso
de una «femme fatale»

RODEADO DE MÉDICOS y enfermeros, por aquella puerta entraría, de un


un desahuciado esperaba su hora momento a otro, la temible calave­
en una cama de hospital. Todos, ra de capa y guadaña. Y el momen­
incluso él mismo, ya estaban resig­ to fatal no se hizo esperar. De pron­
nados a que el monitor con los sig- to cesó todo movimiento alrede-
nos vitales arrojaría pronto la temi­ dor. Médicos y enfermeros queda­
da línea plana. Pero él aún no que- ron paralizados como estatuas de
ría morir. Y eso precisamente hacía cera, como si Dios hubiese oprimi­
más desesperante la idea de que do el botón de pausa en el disposi-
tivo audiovisual del mundo. Solo dos y que mire no deje pasar esta
la puerta de la habitación se abrió oportunidad y que usted se la está
y, para sorpresa del enfermo, hizo perdiendo y que si así lo prefería
su ingreso una guapa mujer de ata­ podía tramitarle hoy mismo una
ché, saco formal y falda muy, muy reencarnación dentro de medio si-
corta. Sin dejar de sonreírle al pa­ glo en el seno de una familia adine-
ciente, la mujer se sentó a la par rada de un país del primer mundo
de él, cruzó las piernas (de modo y que… El enfermo terminal, aun
que el enfermo se las viera), le dio mareado por aquella verborrea, se
una tarjeta de presentación, abrió sorprendió y le preguntó a la mujer
su portafolio y, hablando a mil por dónde estaba su guadaña. «Los
hora, le dio las buenas tardes y le mortales y sus estereotipos», con-
dijo que la disculpara por la inte- testó la mujer. «Hasta cuándo van
rrupción y que por ser esa una oca- a entender ustedes que yo no soy
sión especial se le había encomen­ más que una mujer de negocios».
dado que llegara aquella tarde a la «Entonces usted no corta hilos vita-
comodidad de su habitación a ofre­ les», preguntó el enfermo. «Le con­
cerle unos paquetes irresistibles y fieso que muchas veces me dan ga-
que él por sus créditos terrenales nas de hacerlo», respondió la mu­
aplicaba para un lugar privilegiado jer, «pero no puedo sin el consenti-
en el cielo y que por una nada po­ miento de ustedes, indecisos mor­
día tramitarle un lugar cerca de al- tales terrícolas». «Pero acaso no es
gún querubín o serafín y que debe- su misión segar vidas y llevar almas
ría aprovechar y que si aprovechaba al cielo, purgatorio o infierno según
aquella oferta única le reubicaba corresponda». «No», contestó la
en el cielo a sus familiares ya falleci- mujer, fastidiada. «No, no, no y mil
veces no. Por qué les cuesta tanto deciden morir o no son ustedes»,
entender que la decisión es de us- terminó de decir. Una sonrisa brilló
tedes, no mía. Yo no soy más que en el rostro del enfermo, los signos
una edecán y facilitadora y no hago vitales regresaron al monitor, la
otra cosa que promocionar una in- mujer desapareció como por arte
finita y eterna felicidad en el mun­ de magia y el mundo alrededor rea-
do de ultratumba, pero quienes nudó su movimiento incesante.
Golpe
a la sensiblería
mundial

EL F OTÓGRAFO preparó su cámara se perdió en el horizonte. Menos


tan rápido como pudo y corrió y co- mal. Por poquito el globo no se salva
rrió, pero ya no alcanzó a fotografiar de convertirse en otra portada de
el globo aerostático, que finalmente disco para Air Supply.
Hasta que la muerte
(la mía, la tuya
o la de un tercero)
nos separe

– Drama en un acto –

ACTO I (VERSIÓN I)
QUIÉN ES EL PADRE

AQUELLA T ARDE llegó a casa mucho zo que ella volteara a ver. Ante el
antes de la hora habitual. Entró sobresalto de su esposa y sin darle
sigilosamente. Se dirigió a la coci- tiempo a asimilar la situación, el
na y vio a su esposa, que estaba marido habló. Tienes dos oportu­
de espaldas. Se le acercó sin hacer nidades de salvar tu vida, le dijo.
ruido. Cuando estuvo aproximada- Quién es el padre de tu hijo, pre-
mente a un metro de distancia, guntó. Pero, qué pasa, por qué
sacó un revólver de su saco, lo me preguntas eso, dijo la mujer.
apuntó a la cabeza de la mujer y Quién es el padre, volvió a pre­
estiró el percutor. El sonido ge- guntar el hombre, levantando la
nerado por esta última acción hi- voz. Pero, tú eres el padre, mi
amor, lo sabes muy bien, res- frigeradora y los gabinetes queda­
pondió ella. Perdiste tu primera ron manchados de sangre. El cuer­
oportunidad, dijo el cónyuge y po sin vida de una mujer, con un
avanzó dos o tres pasos hasta po- orificio de bala en la frente, se
ner el cañón del revólver en la desplomó al suelo. Tu hijo tiene
frente de su esposa. Preguntó por diez años de edad, nosotros casi
tercera vez, quién es el padre de veinte de tomar leche en polvo y
tu hijo. La mujer se echó a llorar. de comprarla en el súper, fueron
Perdóname, nunca fue mi inten- las palabras, entrecortadas por el
ción hacerte daño, respondió. El llanto, de aquel hombre ofuscado,
verdadero padre de mi hijo es, es, celoso y ahora asesino. Pero el ba-
el lechero, reveló. Respuesta inco­ surero, pensó ahora, en voz alta.
rrecta, dijo el hombre. Los perros Ese sí que tiene más de diez años
del vecindario ladraron, los pája­ de venir a esta casa con regulari­
ros huyeron dispersos de las fron­ dad, terminó de decir. Entonces
das de los árboles, los bebés de vio el arma y pensó por un mo­
toda la cuadra lloraron a gritos. mento en otro homicidio, pero
En aquella cocina, la estufa, la re­ mejor ejecutó el suicidio.

ACTO I (VERSIÓN II)


LO SABÍA

AQUELLA T ARDE llegó a casa mucho na y vio a su esposa, que estaba


antes de la hora habitual. Entró de espaldas. Se le acercó sin hacer
sigilosamente. Se dirigió a la coci- ruido. Cuando estuvo aproxima­
damente a un metro de distancia, dero padre de mi hijo es, es, el
sacó un revólver de su saco, lo lechero, reveló. Respuesta inco­
apuntó a la cabeza de la mujer y rrecta, dijo el hombre. Los perros
estiró el percutor. El sonido gene- del vecindario ladraron, los pája­
rado por esta última acción hizo ros huyeron dispersos de las fron­
que ella volteara a ver. Ante el so- das de los árboles, los bebés de
bresalto de su esposa y sin darle toda la cuadra lloraron a gritos.
tiempo a asimilar la situación, el El hombre abrió los ojos. Su espo-
marido habló. Tienes dos oportu­ sa, parada enfrente de él, tenía la
nidades de salvar tu vida, le dijo. ropa y la cara salpicadas de san­
Quién es el padre de tu hijo, pre- gre. Detrás de él estaba un hom­
guntó. Pero, qué pasa, por qué bre de vestimenta rota y sucia,
me preguntas eso, dijo la mujer. con una escuadra apuntándole a
Quién es el padre, volvió a pre­ él. El basurero, lo sabía, dijo el
guntar el hombre, levantando la marido con palabras entrecorta­
voz. Pero, tú eres el padre, mi das y vomitando sangre. No podía
amor, lo sabes muy bien, respon- ser el lechero. Tu hijo tiene diez
dió ella. Perdiste tu primera opor­ años de edad, y nosotros veinte
tunidad, dijo el cónyuge y avanzó de tomar leche en polvo y de
dos o tres pasos hasta poner el comprarla en el súper. En cambio
cañón del revólver en la frente el basurero, él sí que tiene más
de su esposa. Preguntó por terce­ de diez años de venir a esta casa
ra vez, quién es el padre de tu hi- con regularidad, terminó de decir
jo. La mujer se echó a llorar. Per- para luego exhalar su último
dóname, nunca fue mi intención aliento, soltar el arma y desplo­
hacerte daño, respondió. El verda- marse al suelo.
ACTO I (VERSIÓN III)
LÁZARO, LEVÁNTATE

AQUELLA T ARDE llegó a casa mucho o tres pasos hasta poner el cañón
antes de la hora habitual. Entró del revólver en la frente de su es­
sigilosamente. Se dirigió a la cocina posa. Preguntó por tercera vez,
y vio a su esposa, que estaba de quién es el padre de tu hijo. La
espaldas. Se le acercó sin hacer mujer se echó a llorar. Perdóname,
ruido. Cuando estuvo aproximada­ nunca fue mi intención hacerte
mente a un metro de distancia, sacó daño, respondió. El verdadero pa­
un revólver de su saco, lo apuntó dre de mi hijo es, es, el lechero,
a la cabeza de la mujer y estiró el reveló. Respuesta incorrecta, dijo
percutor. El sonido generado por el hombre. Los perros del vecinda­
esta última acción hizo que ella rio ladraron, los pájaros huyeron
volteara a ver. Ante el sobresalto de dispersos de las frondas de los ár­
su esposa y sin darle tiempo a asi­ boles, los bebés de toda la cuadra
milar la situación, el marido habló. lloraron a gritos. El hombre abrió
Tienes dos oportunidades de salvar los ojos. Su esposa, parada enfrente
tu vida, le dijo. Quién es el padre de él, sostenía una pistola con las
de tu hijo, preguntó. Pero, qué pasa, dos manos. Sin dejar de apuntarle
por qué me preguntas eso, dijo la a su esposa con el revólver, el ma­
mujer. Quién es el padre, volvió a rido inmediatamente se palpó el
preguntar el hombre, levantando pecho y el vientre con la mano libre.
la voz. Pero, tú eres el padre, mi Se resignaba a verla empapada en
amor, lo sabes muy bien, respondió sangre. Para su sorpresa, la bala no
ella. Perdiste tu primera oportuni­ lo había tocado. Fue entonces cuan­
dad, dijo el cónyuge y avanzó dos do volteó a ver. Detrás de él yacía
el cuerpo de un hombre de vesti­ para siempre de aquella casa. Llegó
menta rota y sucia con un orificio a su auto. Libres al fin, y sin necesi­
de bala en el pecho. El basurero, lo dad de disparar una bala, dijo el
sabía, dijo el marido. Cuando vio hombre con una clara sonrisa mien­
más detenidamente la escena, se tras entraba en el vehículo. Su
percató de que aquel hombre traía amante, que venía en el asiento de
una pistola. Rápidamente com- copiloto, le preguntó, y el disparo
prendió que su esposa le había sal­ que escuché. Te cuento en el cami­
vado la vida. Miró entonces a la no, respondió él a la vez que arran­
mujer, bajó el arma y le dijo, mien­ caba el automóvil y lo ponía en
tras guardaba el revólver en su saco, marcha. Mientras tanto, dentro de
puedo perdonarte la vida, pero no la casa, la esposa se enjugó las lágri­
la ofensa que me hiciste. Luego se mas, se acercó al basurero y se
dio la media vuelta, subió al segun­ postró a su lado. Lázaro, levántate,
do nivel, entró en la habitación ma­ dijo, para luego reírse a carcajadas.
trimonial y empacó sus cosas. Unos No pudiste idear un plan menos
diez minutos más tarde bajó las arriesgado, preguntó el basurero,
escaleras y se dirigió a la entrada entre asustado y molesto, mientras
principal en la sala. Desde allí volteó se incorporaba y se limpiaba la san­
a ver a la cocina. Su esposa lloraba gre de utilería. Pudimos haber
amargamente, y el señor de la ba­ muerto, añadió. Pero funcionó, ver­
sura yacía en el suelo sobre un char­ dad. Así que no te quejes, le res-
co de sangre. Sin decir nada más, pondió ella mientras terminaba de
el hombre abrió la puerta y se fue limpiarse las lágrimas falsas.
Homenaje a Ridley Scott
(por supuesto extensible
a Philip K. Dick)
o
Yo, androide,
confieso que he soñado
(y no precisamente
con ovejas eléctricas)5

UN ANDROIDE modelo Nexus 7 Pro- nitor le replicaba que no, que ya


Generator (ahora con capacidad era hora de dormir, que cerrara los
de procreación) trataba por todos ojos y que se pusiera a contar ove­
los medios de hacer que su hijo se jas eléctricas. Pero el niño insistió
durmiera, pero el inquieto y ciber- tanto que el papá, ya en el colmo
orgánico infante no se dejaba ven­ de la desesperación, se puso de
cer por Morfeo. La pequeña maravi- pie y le gritó: «Mijo, duérmase ya
lla robótica le pedía a su papá que o va a venir la Nueva Ola Biociber­
le contara un cuento más. El proge- nética a dejarlo obsoleto».
Infierno
en el paraíso

AQUELLA MAÑANA, justo al salir el taban el paraíso terrenal. Adán ha­


sol, un grito desgarrador estreme- bía confundido su hoja de parra
ció a todos los animales que habi­ con una de chichicaste.
La ecología
como recurso geométrico
para concebir
la Tierra como una esfera

UNO DE AQUELLOS DÍAS que la histo- ella. Dio dos vueltas que pronto
ria no logra clasificar como del Me- se volvieron cuatro, ocho, dieciséis,
dievo o del Renacimiento, cuando y así sucesiva y geométricamente.
empezaban a surgir nociones (que Mientras el niño daba vueltas, los
más bien deberíamos llamar sospe­ pies de este dibujaban en la tierra
chas) de la redondez del planeta, una circunferencia cuyo radio era
cierto niño se afanaba en arrancar el largo de la mata tensa. Justo
una mata del suelo. Jalaba y jalaba cuando el chico ya había olvidado
con todas sus fuerzas, pero la plan­ su propósito de arrancar la planta
ta no cedía. Se decidió entonces a y se divertía como nunca dando
probar otra estrategia: tensó la ma­ vueltas, la mata súbitamente cedió
ta lo más que pudo y, sin dejar de a la fuerza que la jalaba, salió de la
tirar, comenzó a girar alrededor de tierra con todo y raíz e hizo que el
infante, por acción de la fuerza lar). Lo cierto es que se sintió muy
centrífuga, saliera disparado como mal, a pesar de que arrancar la
proyectil para ir a estrellarse de es- planta era su propósito original, y
paldas contra un matorral adyacen­ algo cambió en él para siempre.
te. Cuando el niño se levantó y vio Este niño creció para convertirse
la raíz muerta y la circunferencia en aquel famoso geodesta, cuyo
trazada con sus pies, se puso muy nombre no recuerdo, que se refería
triste. Quién sabe con certeza qué a las plantas y a su imprescindible
asociaciones hizo en su mente función diciendo, con gran sabidu-
(quizá interpretó que aquel era el ría y no con menos poesía: «La raíz
círculo de la muerte, cuyo centro será siempre el compás que dibuje
era la raíz de la planta, o algo simi­ la redondez de la Tierra».
La irresistible tentación de hacer,
tratándose de un cuento que habla de viajes
y vueltas, una alusión paródica al título
de la famosa novela de Julio Verne «La vuelta
al mundo en ochenta días», pero que resistí
ya que otro Julio, cierto argentino de apellido
Cortázar, hizo también una parodia
con este mismo título en una de sus obras
más reconocidas, con lo cual yo digo ahora
qué bueno que no lo hice yo también,
porque imagínense: no solo sería un lugar común,
sino además ¡un tercer Julio hablando de vueltas,
días y mundos!, como que no, ¿verdad?,
pero bueno, decía que dicha tentación era
irresistible porque el texto a continuación,
además de referirse a un viaje, por cierto
a través del tiempo, trata sobre crecimiento
y madurez, al igual que sobre las vueltas
alrededor del propio mundo para finalmente
llegar al mismo punto, justo como lo sugiere
la metáfora de la vuelta al globo,
que por su circularidad es imposible recorrer
sin que final e inexorablemente el punto B
(es decir, el destino) sea el mismo punto A
(el origen) y exprese con ello la imposibilidad
de alejarse de uno mismo, pues todo camino
emprendido con el afán de distanciarse
de uno mismo termina, de manera paradójica,
en el corazón de uno mismo, como sugiere
el nombre de la novela clásica de Verne,
cuya parodia trato de evitar aquí por la razón
que expongo más o menos a la mitad de este título

ESTABA UN JOVEN ESCRITOR revisando producto de la madurez. «Saludos,


sus escritos en la computadora, joven escritor», dijo el ser de la vi-
cuando de pronto se sintió cegado sión. «No temas, yo soy tú dentro
por un resplandor. El joven (en de diez años. He inventado una
cuyo caso el adjetivo no alude sólo máquina para viajar en el tiempo y
a su mocedad literaria), luego de he querido visitarme, o acaso debo
recuperar el aplomo, naturalmente decir visitarte porque, ya lo veo,
perdido por aquella visión, se res- somos dos personas diferentes».
tregó los ojos para ver mejor lo El joven, que no entendió la para­
que creía ver y a la vez no creía ver: doja de las dos personas iguales
él mismo, pero con una mirada se- pero distintas porque ni siquiera
rena, radiante, que solo puede ser reparó en ella, pasó a expresar su
asombro por aquella visión con fra- narcisismo se ciega a verdades, ya
ses tan comunes que es mejor no lo sabemos), se dejó convencer
registrarlas en esta narración. Mejor por estos argumentos y, luego de
pasemos al hecho de que, luego confesarle que justamente por eso
de unos minutos de plática insulsa, había decidido viajar al pasado, su
nuestro joven le pidió al escritor pasado, pero que en el trayecto lo
que sería dentro de una década había reconsiderado y había cam­
que le enseñara algunos de sus tex- biado de parecer por la razón que
tos más recientes para ver el cam­ acababa de exponer, sacó de su
bio y, acaso, el progreso que había mochila un fólder. Todavía indeciso,
tenido. Pero el escritor que sería extrajo de este algunas hojas impre-
en diez años le objetó aquella peti- sas en computadora y se las mostró
ción: le dijo que no era oportuno a sí mismo hace diez años. Y allí
pues, conociéndolo tan bien como estaba lo que el joven escritor tanto
lo conocía, no sería capaz de enten- había buscado por años. El giro
der el estilo que adquiriría en diez perfecto, la sintaxis concisa, la ima­
años, de modo que empezaría a gen que liberaba. La palabra, la mal-
imitarlo sin ninguna reflexión pre­ dita palabra que lo decía todo en
via, como lo haría con cualquier pocas palabras. La imagen que no
otro autor. Y el joven le objetó a solo hablaba de agua, sino que mo­
su vez que ese miedo era infunda­ jaba. La alegoría que no solo simbo-
do, que complacer tal petición sería lizaba, sino que materializaba. La
encenderle una luz, mostrarle el montaña movida con palabras, sin
camino. Nuestro visitante del futu­ sacrificio de fluidez, eufonía o esti­
ro, que en este sentido no era tan lo, allí estaba. «Tienes que darme
maduro como el joven suponía (el el secreto», le dijo el joven escritor
a él mismo dentro de diez años. mismo que lo había visitado hace
«Averígualo tú», fue la escueta res­ veinte) llegara a visitarlo aparecien­
puesta que recibió del escritor que do de en medio de un resplandor.
sería en el futuro, quien luego solo Pero se quedó esperando y pregun­
resplandeció de nuevo y desapare- tándose cómo, en lugar de visitarse
ció sin despedida alguna y con la en el pasado, no se le ocurrió en
inquietud de que la respuesta acer­ cambio visitarse en el futuro. Aque­
tada, la que debió haberse dado a lla noche, en su estudio, mientras
sí mismo hace diez años, era «expe- revisaba sus nuevos escritos en una
riméntalo tú». Veinte años después, computadora de última genera-
el joven escritor se había converti­ ción, el escritor volteó a ver su má-
do en el reconocido autor de varios quina del tiempo, refundida en un
libros ya publicados. Además era rincón de la habitación. La miró
el presidente de la asociación de con algo así como nostalgia y se
escritores de su país, miembro ho­ dijo a sí mismo, hoy por hoy, no
norario de la Real Academia y escri- hace veinte años ni dentro de vein­
tor nominado al Nobel de Literatu­ te años, «uno nunca termina de
ra. Sin embargo estaba esperando madurar». Apagó la computadora
que él mismo hace diez años (el y se fue a dormir.
Lamento amoroso
de un usuario
de computadora

VERSIÓN MACINTOSH

¡SI T AN SOLO pudiera enmendar mi error presionando comando zeta!

VERSIÓN PC

¡SI T AN SOLO pudiera enmendar mi error presionando control zeta!


Las pruebas no reveladas
del FBI y la CIA (por fin y en primicia)
que señalan a Bin Laden
como autor intelectual de los atentados
del 11 de septiembre

DOCUMENTOS DESCLASIFICADOS del sus hombros. Después de haber


FBI y la CIA revelan que Osama bin planeado el acto y de haberlo ensa­
Laden maquinó así su diabólico yado varios cientos de veces (un
plan: coordinó la salida simultánea plan perfectamente concertado en
de cuatro vuelos comerciales desde el que su perverso ingenio logró
el este de los Estados Unidos hacia coordinar muchas e intrincadas ope­
el oeste del mismo país, preparó raciones logísticas, físicas y matemá­
sus kamikazes y, después, por un ticas), Bin Laden se colocó de modo
conducto secreto que comunica que quedara atrás y a la izquierda
Afganistán con la Antártida, llegó a del gigante griego (en un ángulo
la base del mundo, donde estaba con respecto a éste muy bien estu­
Atlas sosteniendo el planeta sobre diado). El terrorista, por supuesto,
fue suficientemente sigiloso para da, de modo que el Norte se hiciera
que Atlas no advirtiera su presencia. al Oeste, y el Pentágono y las torres
Ya en posición y en silencio, Bin gemelas del World Trade Center
Laden no hizo más que observar su quedaran enfrente de los aviones
reloj, sincronizado con los de sus suicidas. El único mal cálculo del
secuaces en los aviones. A la hora, árabe fue el del avión de Pittsburgh.
minuto y segundo cero, Bin Laden Sin embargo, con este plan que haría
simplemente gritó «Atlas». Y el titán, enrojecer de envidia el rostro del
ignorante del ardid por completo, mismo Maquiavelo, Bin Laden logró,
contestó asustado «qué» al mismo en palabras del FBI, «voltear el mun­
tiempo que se volteaba súbitamente do de tal modo que se cayeran las
a su izquierda para ver quién le ha­ torres gemelas, parte del Pentágono
blaba y, con su giro brusco, movía y, de paso, las posturas tibias y los
severamente el planeta a la izquier­ paradigmas mundiales».
Lo que diría tu conciencia
si pusieras los ojos
más en vos mismo
y menos en el culo de la vecina

Criticás a las anoréxicas


Pero volteás a ver a las mamaítas delgadas que pasan a la par tuya

Despreciás a las mucas de pueblo


Pero les metés mano siempre que podés

Te burlás de las fresas


Pero no podés quitarles los ojos de encima a sus escotes

Te encachimbás cuando tu mujer se fija en otro


Pero sólo vos acabás cuando le hacés el amor
Hacés de menos a las putas
Pero corriendo vas los fines de semana a dejarles tu sueldo

Molestás a los travestis cuando vas con los cuates


Pero después pasás vos solo para preguntarles cuánto cobran

Le ofrecés vergazos al que se fija en tu hermana


Pero vos te andás fijando en las hermanas de medio mundo

Decís que aquel culito te la pone dura


Pero si estuvieras en los tacones de ese culo
Y vieras la cara de imbécil que ponés
Cada vez que mirás un par de chiches
Te la aguadarías a vos mismo
Lo sentencioso
de la obscenidad
machista
y homofóbica

V OS S Í Q UE D E U NA V EZ. Uno te nés metida en el ojo (de atrás).


da la mano y vos agarrás la verga. Pero está bueno. Me pela el rifle
Por estar viendo la paja en el chile porque, en lo que vos vas (ponién­
ajeno, dejás de ver la viga que te- dote de culo), yo ya me vine.
Oda oblicua
al absurdo aspiracional
de la intelectualidad
clasemediera

UN HOMBRE caminaba por la playa, recogió y abrió con la esperanza


cuando encontró una concha ce­ de encontrar una Venus adentro.
rrada en la arena. Probablemente Lo que encontró fue una perla. Su
influenciado por la célebre pintura decepción fue tal que arrojó perla
de Botticelli, nuestro caminante la y concha al mar y siguió su camino.
Paradoja gramatical
que se volvió
lugar común sociocultural

CÓMO los del Verbo se vuelven objeto directo del pastor6.


Prevengamos accidentes
con humildad

«SOY T AN HÁBIL con las palabras diera un seguro contra accidentes


que podría vender refrigeradoras automovilísticos con cobertura to­
en el Polo Norte. ¡Y hasta podría tal!», decía, con tan poca modestia,
lograr que una compañía me ven­ cierto crash test dummy.
Realidad virtual
y chica-póster 1

ESTABA EL FILÓSOFO PLATÓN en su nó tanto que tomó a la modelo de


cama contemplando a la rubia de los brazos y se la quitó de encima.
un póster de repuestos para carro, Luego se levantó de la cama, remo-
cuando la modelo cobró vida y salió vió el afiche de la pared y lo hizo
del afiche. La diva de cabellos de pedazos. Y mientras la rubia se des-
oro se metió en la cama del griego, vanecía de la realidad, el filósofo
se sentó en el abdomen de este, abrió una gaveta de su armario y
se quitó lentamente el brasier, le sacó otro póster. Este, con una des­
puso los pechos (esos magníficos pampanante mulata en bikini ati­
y macizos pechos) a un par de cen­ grado. Lo engrapó en la pared in­
tímetros del rostro y le dijo, con mediatamente y, con ilusión recu-
voz sensual, «soy tu sueño hecho perada, se puso a contemplar a su
realidad». Pero Platón se desilusio- nueva pin-up girl.
Realidad virtual
y chica-póster 2

My pin-up girl
Is a blonde babe in red
And she’s neither dancing
Nor making love
She’s there
In the wall
To be dreamed of
And nothing else
For the moment she becomes real
Material girl
In a material world
My white Anglo-Saxon girl in red
Will not
Be
A dream
Anymore
Oh pin-up girl
My beautiful blonde babe in red
May one day you come out from the poster
And become true, my dream come true
Don’t wear out that pose
My pin-up girl, por favor
Nunca te salgas del póster
No te muevas de ahí
Ni cambies de pose
Ni te quites el vestido rojo
No te despintes el cabello, mi rubia oxigenada
Quiero, de hecho, que no te muevas
Quédate ahí
Estática
Y estética
Inamovible y eterna
Como dios
Como diosa
Como idea
Del mundo inmaterial
Yo, Platón, sólo te quiero soñar
Pues sé
Que si un día te has de volver realidad
Mi sueño hecho realidad
Ya no será lo mismo
Sí, eso mismo, un sueño
Quintaesencia-chica de rojo
Verdad absoluta revelada a tamaño tabloide
Mi musa tonta y rubia
Marilyn Monroe inmortal
Ref lexión alegórica
de bicho de jardín
equiparándose con bípedo terrestre
en una canción de cuatro versos
decasílabos y hexasílabos
que incluye: a) símil visual
entre gesto facial y fruta tropical;
b) prosopopeya zoológica;
y c) monólogo autoconsciente
de pluricelular irracional

Ando con sonrisa de banano


Como la que tiene el ser humano
Dice la lombriz
Cuando está feliz
Subtexto en cliché de ejecutiva
de puesto medio que fantasea con obrero
musculoso y sudoroso a quien, sin embargo,
desprecia con desdén fingido cada vez
que se topa con él en la calle, se escandaliza
de sus requiebros quizá no groseros,
pero sí explícitos, y voltea la cara a la vez
que lo tacha de ordinario
o
Pornoimagen 1:
«Eve in Paradise»

E VA C OGE la manzana de la boca liza por el pecho, le oprime sua­


de la serpiente. Mientras observa vemente los senos, le lame los
con duda la fruta prohibida, la pezones, desciende por su vien­
víbora se le enrosca en el brazo tre, se le mete entre las piernas,
y comienza a recorrerle todo el le acaricia el clítoris y se abre
cuerpo con suavidad y lentitud. camino por la entrepierna hasta
Le acaricia el cuello, le susurra llegar al trasero, que luego reco­
hipnóticos ceceos al oído, se des­ rre causándole violentos espas­
mos de placer. Eva, con la ser­ ma al suelo, totalmente extenua­
piente entre las piernas, aprieta da por aquel encuentro erótico
los muslos: quiere intensificar que allí culmina. La serpiente se
aquella sensación extática que la desenrosca y se marcha. La mujer
invade en su región corporal más se queda allí, tirada en la hierba,
íntima, la cual ocultará después cansada, con un agradable calor
tras la hoja de parra. Pero esto entre las piernas y una manzana
no evita que la serpiente siga des­ en la mano. Por un momento se
lizándose hasta envolver el cuer­ pregunta por qué no fue Adán,
po de la mujer. Una vez enrollada, en lugar de la serpiente, quien
la culebra empieza a oprimir y a llegó con todo el embuste de la
oprimir, cada vez apretando más fruta para hacerla suya. Pero en­
y más, y todavía más, hasta que tonces, aún acostada en la hierba,
Eva, luego de proferir el más la mujer ve la manzana, curva las
eufórico de los gritos, se desplo­ cejas con gesto pícaro y sonríe.
Topografía-imagen
del altiplano guatemalteco
y de la maravilla
que puede provocar su impacto
con el ojo humano

Allá en el occidente
Las nubes
Por no ir viendo su camino
Viven chocándose con las montañas

Por eso
Por allá
Se ve
Tanto accidente
Geográfico
Viaje al centro de la oscuridad
(es decir, al interior del casillero
de una estudiante norteamericana
de nivel medio)
o
Recreación de arquetipo cinematográfico
de coronel enloquecido susurrando «el horror,
el horror» en el momento de su agonía
y taladrando con dichas palabras el corazón
de su perturbado verdugo, cierto capitán
de infantería que no puede evitar sentir
que con aquel homicidio comisionado también
está asesinando algo en sí mismo7

PANDORA LO SABÍA. Sin embargo se nos y maestros entraron en las au­


empecinaba en querer abrir el ló- las, los corredores se quedaron va­
quer donde estaban encerrados los cíos. Pandora, con la soledad como
males del mundo. Por lo tanto espe- su cómplice, quitó el diminuto can­
ró. Por fin resonó el timbre en todos dado del lóquer, cerró los ojos, res-
los rincones del high school, alum­ piró profundo, pensó una vez más
si de verdad quería hacerlo y, por cheer leader) y un arma de fuego.
fin, ya decidida, abrió la pequeña La adolescente se tomó una pastilla,
puerta de metal. Allí dentro estaba vio la foto del muchacho, dijo «mal-
el frasco de pastillas para su trastor­ ditos, los odio a todos», tomó el
no de hiperactividad, la foto de su arma, la cargó, cerró el casillero y,
ex novio (a quien días atrás había con pistola en mano, se dirigió al
descubierto besándose con una salón de clases dispuesta a todo.
A

Amarillismo

Lo que sucede cuando el medio se va al extremo.

Amor

Un sapo y una sapa besándose, cada uno esperando a que el otro se convierta
en príncipe o princesa.
Antropología y sociología

No termino de entender la diferencia entre una y otra, pero tengo la impresión


de que la antropología estudia al ser humano desnudo, mientras que la socio-
logía lo estudia vestido.

Arte

Ese rotulito con palabras incoherentes y rebuscadas (cortesía de algún cura-


dor) que se coloca a la par de un cachivache rescatado del basurero y expuesto
en una galería para justificar su precio de miles de dólares.
C

Ceviche

Interpretación literal de la frase: «En el mar, la vida es más sabrosa».

Charla motivacional

La que se les da a los empleados desmotivados para que entiendan lo gratifi-


cante y placentero que es trabajar doce horas diarias, ganar una porquería
y sonreír, siempre sonreír, todo ello en pro de una noble misión: enriquecer
a los dueños de la empresa.
Colofón

El epitafio de la lectura.

Comunicación

Eso de lo que hablan los lingüistas y semiólogos en un lenguaje que lo que


menos hace es comunicar.

Contabilidad

Espectáculo en el que las cifras rojas hacen un mal número.

Culpa

La noche era fría y lluviosa. Los pasillos de la morgue estaban desiertos.


Él esperaba el papeleo de rutina, cuando un desconocido se le acercó. «¿Es
usted el yerno de la difunta?», preguntó el desconocido. «Sí, ¿quién es us-
ted?», contestó y preguntó él. «Quién soy yo es irrelevante. Lo importante
aquí es quién es usted», respondió el desconocido en un tono y con una
mirada que le sacudieron el interior a su interlocutor. «¿Cómo así, señor?
¿Está tratando de recriminarme algo?», preguntó él. «¿Hay algo que deba
recriminarle?», repuso el desconocido. «Pero ¡sólo esto me faltaba! No me
diga que también usted viene a acusarme de que yo trataba mal a mi suegra,
de que yo la regañaba y le pegaba, de que yo me aprovechaba de ella por
su retraso mental, de que yo le quitaba el dinero que ganaba haciendo ofi-
cio en casas ajenas y de que yo la estaba insultando y golpeando cuando
ella, por huir de mí, salió corriendo a la calle solo para que un carro la pa-
sara atropellando», se descargó él, con enfado y hastío notorios y levantando
mucho la voz. «Usted lo dijo, no yo», contestó el desconocido, justo cuando
otro individuo, uno de chumpa y corbata recién llegado a la morgue y pa-
rado a unos diez metros de allí, volteó a ver al yerno. Sin quitarle de encima
los ojos, el nuevo desconocido caminó hacia él y le dijo: «Buenas noches,
caballero. Soy del Ministerio Público. Lo escuché hablar y quiero hacerle
unas preguntas». El yerno de la difunta palideció. Titubeando, sin saber
qué responder, tembló mientras decía: «Yo, yo… sólo estaba hablando con
él», señalando al primer desconocido. «¿Con quién, señor? Ahí no hay na-
die», replicó el investigador. El yerno casi muere de un susto cuando voltea
a ver a su lado y se percata de que, en efecto, allí no hay nadie.
D

Democracia

Idea que, mientras los pueblos estén sumidos en la pobreza, no pasa de ser
esa pretensión seudoaristocrática de que una mayoría analfabeta piense, deci-
da y actúe como una minoría educada.

Destrucción

Las cosas vistas con ojo de huracán.


E

Eclipse

Alguna vez, el día quiso saber que se sentía ser noche. Pero se empecinó a
tal punto con esto que la Luna, cansada ya de aquel capricho, se fue a parar
delante del Sol hasta ocultarlo completamente y le dijo al día: «Bueno, querido,
tenés tres minutos».

Ejecutivo

Un traje con una persona adentro.


Enfoque de género

Baño unisex cuya entrada está rotulada con un ambiguo símbolo de arroba
y cuyos incluyentes inodoros suelen atascarse con la mierda de todos y todas.

Ensayo

Producto que ya es el definitivo, cuando entonces se logra algo mejor.

Especial

Lo que todos somos (según algunas reinas de belleza recién coronadas en


sus discursos de agradecimiento).

Existir

Decir más sí y menos si.


F

Fundamentalismo

Algo que suena a eslogan publicitario de guía telefónica: Si no está en nues-


tras páginas, no existe; Lo que buscas, lo encuentras en nuestras páginas;
Si está allá afuera, está aquí adentro; etcétera.
G

Globalización

El big bang del Big Mac.

II

Esa mariposa en Tokio que, resuelta a desencadenar un maremoto en Nueva


York, envía un video de ella misma batiendo sus alas en el adjunto de un co-
rreo electrónico masivo.
Guatemala

Término de probable origen mexicano usado por personas de origen es-


pañol para nombrar una realidad maya, pero que resultó nombrando una
ilusión ladina.
H

Humanismo

Ese obsesivo empeño de vestir a la mona de seda.

Hundimiento en el barrio San Antonio8

Prueba de que en Guatemala uno ya no puede estar seguro ni del suelo


que pisa.
I

Identidad sexual

Me gustan las mujeres, pero con eso de la diversidad sexual ya no sé si es


porque soy un varón heterosexual o una lesbiana atrapada en el cuerpo de
un hombre.

Imagen (literaria)

La palabra es la materialización del pensamiento. Pero el pensamiento suele


ser más rápido que la palabra. La imagen es el resultado: palabras tratando
de correr a la velocidad del pensamiento.
Imagen (relaciones públicas)

Unos fans estaban ansiosos por ver a su estrella favorita. Por lo tanto se con-
gregaron en multitud a la orilla del mar y esperaron el atardecer. El sol se
ocultó, la bóveda celeste se oscureció y, por fin, en la parte más boreal del
firmamento, la amada estrella brilló con una luz espectacular. «Miren, miren,
allí está», gritó alguien. De inmediato se desató una conmoción de paparazis,
luces de cámaras, alaridos histéricos, manos extendidas al cielo, desmayos,
aclamaciones, gritos, silbidos, olas, porras, etcétera. Pero nadie había notado
que, desde un banco de rocas, oculto entre estas, un francotirador apuntaba
su rifle a las alturas. El arma tenía silenciador, y el astro ya estaba posicionado
en el centro de la mira telescópica. Finalmente el gatillo fue jalado. No obstan-
te, para sorpresa del sicario, la estrella siguió brillando en el firmamento y
la conmoción de los fanáticos y la prensa no cesó. Y es que el francotirador
se estaba olvidando de dos o tres pequeños detalles: que el universo es incon-
mensurable, que la luz no es tan veloz como a veces creemos y que aquel
era el brillo de una estrella que había dejado de existir 3 000 000 000 000 000
000 años atrás.

Inteligencia

Conjunto de habilidades que nos permiten razonar, entender, crear y resolver


problemas, pero que alcanzan su máxima expresión en aquellas personas
que nunca sirven de fiadoras en préstamos, hipotecas y compras a plazos.
L

Leyenda

Mentira que alcanzó el estatus de expresión folclórica.

Lluvia

En ocasiones los pájaros no quieren cantar. Prefieren reunirse en masa para


bailar tap sobre las láminas de los techos.
M

Mecenas

Padrote de las bellas artes.

Moda

Inspiración de pronta expiración.


N

«New Age» (música)

Música de formato electrónico que busca estimular estados de armonía, rela-


jación, paz interior, meditación y unidad con el todo, y que a menudo termina
como presentación de telenoticiero.

Norte

El lugar de donde nos viene todo, literal y figuradamente hablando.


O

ONG

Esos once expertos que se necesitan para cambiar un bombillo: uno lo cambia;
los otros diez preparan el documento escrito y la presentación en hotel de
lujo para convencer a todos de que aquel cambio de bombillo fue, de hecho,
la implementación de una planta eléctrica en equis o ye comunidad.

Otro

Esa segunda persona que la primera persona quisiera ver siempre como
tercera persona.
P

Palabra

Espacio que sí puede ser ocupado simultáneamente por dos o más cuerpos.

Panteísmo

El discípulo se acercó al maestro y le preguntó: «Maestro, si yo hiciera lo mis-


mo que el niño de san Agustín, que cavó un hoyo en la arena de la playa y
trató de meter todo el mar allí dentro, lógicamente no lograría nunca tan
descabellado propósito. Sin embargo, si lo intentara, ¿cuánta mar lograría
reunir?». El maestro respondió: «¿Qué necesidad hay de meter el océano en
el agujero si tú, yo y todo lo que nos rodea somos parte de dicho océano?».
«Comprendo», respondió el discípulo, quien luego se despidió con una reve-
rencia, desplegó sus aletas, abrió sus branquias y se marchó moviendo caden-
ciosamente su cuerpo con escamas.

Poeta

Semidiós para quienes lo aman, hombre elefante para quienes lo odian, ser
humano para quienes lo entienden.

Posmodernidad

En algún lugar de la India de antaño, vino el primer ciego, palpó la nariz


del elefante y rápidamente emitió su opinión. «El elefante es un ser
rugoso y alargado, con hendiduras leves y equidistantes a lo largo de su
cuerpo». Pero el segundo ciego, mientras tanto, ya había investigado un
muslo del animal con el tacto. Llegado su turno, comunicó la siguiente
conclusión: «Estoy de acuerdo con lo de rugoso, pero, según lo que he
constatado, no es alargado. Más bien posee un cuerpo abultado y promi­
nente». El tercer ciego, cuyas palmas y yemas digitales ya habían inspec­
cionado una oreja del proboscídeo, pronunció: «¡Es que están ustedes
tan ciegos que no se dan cuenta de que el elefante es un ser de espesor
fino y contextura irregular y accidentada, como un harapo viejo y maltra­
tado!». El cuarto ciego, alejado del elefante, sólo tuvo oportunidad de
escuchar el bramido del animal. Según su experiencia, aseveró: «Pero
¡qué les pasa a ustedes! El elefante no es un ser corpóreo. Es un sonido
estridente, ni grave ni agudo, pero intenso». Hasta aquí, ya todos nos
sabemos la historia. Lo que olvidaron contarnos es que hubo un último
ciego quien, demostrando más sabiduría que todos los demás, dijo: «Ya
lo tengo. El elefante, como muchas otras cosas de este mundo ilusorio
que llamamos maya, es un ser que presenta todos los aspectos táctiles
y sonoros que ustedes han mencionado, más los visuales, que nos están
vedados. Y eso es lo objetivo. Pero presiento que hay mucho más acerca
del elefante que no hemos percibido porque (y no lo olvidemos) lo
objetivo es sólo una diminuta porción de lo verdadero». Los demás ciegos
se dieron cuenta de su error, asintieron a lo dicho por el quinto compañero
y dieron fin, de ese modo, a uno de los ejercicios de deconstrucción qui-
zá más antiguos que la humanidad histórica haya emprendido.

Pruebas de laboratorio

La ducentésima vigésima cuarta es la vencida.

Publicidad

Si público es lo contrario de privado, ¿publicidad será lo contrario de


privacidad?
R

Realidad

Ella no podía creerlo. Sin embargo, lo inverosímil era una verdad ineluctable.
Su compañero de tantos años había resultado ser un traidor. Y allí estaba
ella ahora, apuntándole con un revólver. A su lado estaba aquel amigo ex-
traño, previamente desacreditado por paranoico, gritando «dispara». La
mujer, con lágrimas en los ojos, continuaba indecisa entre jalar el gatillo
o no, como queriendo darle una oportunidad a la verdad que por tantos
años había creído. Pero entonces el traidor hizo un mal movimiento. La
mujer, en un reflejo automático, disparó el arma. El cuerpo cayó al suelo
y empezó a convulsionar de una manera inusual. Mientras temblaba, co-
menzó a emanar una luz brillante y rojiza que a cada segundo se hacía
más intensa. Por fin el ser emitió un chillido desgarrador, seguramente
de dolor, y luego se desintegró hasta desaparecer sin dejar rastro alguno.
«¿Me crees ahora?», le preguntó el paranoico a la mujer, cuya confusión
era inmensa. Y ante su profundo desconcierto (y ante la seguridad que
su extraño amigo demostraba), la mujer por fin terminó de creer lo que
este ya le había dicho previamente: que aquel ser era miembro de una
cruenta secta de extraterrestres que planeaban conquistar el mundo. Sim-
plemente aceptó la explicación y jamás se detuvo a pensar que aquel raro
incidente pudo haberse debido también a un experimento científico fuera
de control, a una coincidencia en espacio y tiempo con un portal a otra
dimensión, a una nueva clase de pandemia, a un poltergeist, a una posesión
demoníaca, a un visitante de otra época, a un holograma, a una ilusión
óptica, a un ser de la antigua civilización atlántica y mil posibilidades más.

Relaciones públicas

El brillo de lo que no es oro.

Rito religioso

La mañana había amanecido nublada y hacía un frío insoportable. Cierto fula-


no acababa de despertarse, pero no se animaba a levantarse de la cama a cau-
sa del mal tiempo. Tiritaba aun envuelto en las sábanas. Pero entonces se
coló por la ventana un rayo de sol. El fulano se levantó y se fue a parar debajo
del haz de luz. Poco a poco fue sintiendo cómo una leve tibieza lo confortaba
de la piel a los huesos. Una vez aliviado del frío, decidió ir a buscar su cámara
fotográfica. «Voy a tomarle una foto a este rayo de sol», se dijo. «Porque así,
cuando vuelva a tener frío, sólo miro la foto y vuelvo a sentir este calorcito».
Fue entonces por la cámara y tomó la foto. Pero él nunca se detuvo a pensar
que la vivencia suele ser más poderosa que la evocación, que los recuerdos
se deterioran. Hoy, años después de aquel momento casi glorioso, el frío
está peor y el sol no sale. Y por más que el hombre ve la foto de aquel rayo
de luz, no entiende por qué sigue muriéndose de frío.
S

Sartén

Utensilio con el que, si te pegan, te dejan frito.

Servicio

Ese 200% que un cliente paga de más y que le da derecho a tomarse un café
recalentado, leer la memoria de labores del año antepasado y escuchar que
tiene la razón en todo mientras espera dos o tres horas a que lo atiendan.
Soledad

Un güisquil colocho yendo al salón de belleza a hacerse un alisado.

Soñar

Despertar.
T

Telenovelas

Esas que los latinoamericanos transmitimos al mundo entero como muestras


de nuestra identidad (y después andamos quejándonos de que el mundo
nos tacha de subdesarrollados).

Torre de Babel

Dos hablantes de esperanto conversan en un café sobre las extraordinarias


ventajas de un idioma universal. Hablan de comprensión entre los seres hu-
manos, del advenimiento de una cultura global equitativa y justa, de paz y
armonía alcanzadas a partir de morfemas griegos y latinos, etcétera. Llegan
siempre a las mismas conclusiones: «La esperanto estas la universa lingvo»
(el esperanto es la lengua universal) y «La mondo devas paroli esperanton»
(todo el mundo debería hablar esperanto). Pero entonces comienzan a hablar
de religión, política y deportes. Resulta que uno es ateo y el otro creyente,
este es hincha de un club deportivo y aquel del rival, y el primero simpatiza
con la izquierda progresista mientras el segundo aboga por una economía
de mercado libre. La amena plática se convierte, pues, en una acalorada discu-
sión. El alegato sube tanto de tono, que uno de los interlocutores por fin se
levanta de la silla, arroja su servilleta a la mesa, le grita al otro «Vi kaj mi ne
parolas la saman lingvon» (tú y yo no hablamos el mismo idioma) y se mar-
cha del establecimiento muy molesto.
V

Vida

Algunos años después de que los astrónomos descubrieran fuera del sistema
solar un planeta con características muy similares a las del nuestro, se decidió
enviar una nave de reconocimiento con un astronauta. Su misión: validar o
refutar la hipótesis de que en aquel planeta había vida inteligente. La nave
llegó entonces al planeta y aterrizó en él. El astronauta descendió del vehículo
interplanetario y caminó por largo rato sobre la superficie de aquel mundo.
Todo lo que pudo ver fue un infinito paraje rocoso sobre el que un viento
perenne soplaba y esparcía arena. De inmediato cogió su radiotransmisor y
comunicó a la Tierra lo siguiente: «Explorador a planeta Tierra, cambio. He
recorrido la superficie de este planeta y lo único que hay a mi alrededor son
rocas, colinas áridas, un cielo rojo y un viento perpetuo difundiendo arena.
Los análisis del suelo revelan un continuo desplazamiento de partículas inesta-
bles de hidrógeno, oxígeno y xenón. Cabe mencionar que un grupo especial
de partículas radiactivas interactúa con la materia circundante y le da nueva
forma. No, definitivamente no hay vida en este planeta. Cambio y fuera».
Mientras tanto, los habitantes de un evolucionadísimo planeta de una galaxia
lejana, que eran seres inmateriales, etéreos, energía pura que virtualmente
movía montañas, que solo con pensar ya materializaban y que no necesitaban
moverse del punto a al punto be, pues ya estaban en a y be simultáneamente,
descubrieron el planeta Tierra y también tuvieron la duda de si en él había
vida inteligente. Decidieron enviar un emisario para constatarlo. El etéreo
astronauta sólo pensó en el punto be (es decir, la Tierra), y en un abrir y ce-
rrar de ojos se teletransportó a nuestro mundo. Comenzó a observar y lo pri-
mero que vio fueron océanos. Voló sobre ellos, se sumergió en estos y vio
peces, delfines, tiburones, algas, protistas, barcos encallados, submarinos
atómicos y uno que otro buzo explorando. Salió del agua y llegó a la tierra.
Vio árboles, animales, carreteras. El invisible extraterrestre llegó entonces a
la ciudad. El autor no sabría determinar con precisión si se trataba de Nueva
York, Tokio, París, México o alguna otra de esas populosísimas urbes. Lo cier-
to es que se detuvo en medio de ella y observó edificios, vehículos, aviones,
hombres y mujeres yendo y viniendo, entrando y saliendo de las construcciones
y conduciendo automóviles. De inmediato, con sólo su pensamiento (pues
todo él era pensamiento y, por tanto, como ya se dijo, podía estar en a y be
simultáneamente) estableció contacto con sus congéneres y les transmitió
vía telepática lo siguiente: «Explorador a planeta Etéreo, cambio. He recorrido
la superficie de este planeta y lo único que hay a mi alrededor son dos terceras
partes líquidas y una sólida, un cielo azul lleno de nubes que en ocasiones
llueven o nievan y, poco más arriba de este, satélites girando alrededor del
planeta: uno de ellos redondo y grande (la Luna); y el resto, muy pequeños
y de formas geométricas (satélites artificiales). Los análisis del suelo revelan
la presencia de partículas inestables (los animales), tanto en el agua como
en la tierra, desplazándose de un lugar a otro. Cabe mencionar, en particular,
un grupo de partículas radiactivas en la tierra (los humanos) que interactúa
con la materia circundante y le da nueva forma. No, definitivamente no hay
vida en este planeta. Cambio y fuera». Más de alguien podrá concluir que la
moraleja de este cuento es el conocido apotegma ese de que con la misma
vara que midiereis seréis medidos. Pero una cosa se saca en claro: para aquel
astronauta intergaláctico, la persona humana yendo y viniendo en sus vehículos
y construyendo sus edificios era tan inorgánica y anodina como, para el astro-
nauta mortal, aquel viento perenne soplando y esparciendo arena.

Videograbadora

La que inaugura un mal rato cortando la cinta.


Crédito merecido
a un héroe moderno

AQUELLA MAÑANA, Sísifo se sentó a la ballero, buenos días. Aquí lo llama­


mesa del comedor, abrió el periódi- mos nuevamente de Créditos La
co y buscó la sección de clasificados Cima, S. A., con respecto a los cinco
con cierta inevitable angustia (den­ pagos atrasados de su tarjeta de cré-
tro de una semana cumpliría cuatro dito. Su deuda asciende hoy a quini-
meses de estar desempleado). Con mil sopotocientos quetzales con
un lapicero estaba marcando las cuarenta y siete centavos, por lo
ofertas de trabajo que le interesaban, que le rogamos que acuda a cual­
cuando sonó el teléfono. Sísifo pulsó quiera de nuestras agencias a abonar
el botón del inalámbrico, se lo llevó por lo menos el pago mínimo para
a la oreja y dijo aló. La voz al otro evitar recargos por mora, que los
lado de la línea preguntó por él. Sísi- intereses se sigan acumulando, que
fo contestó que con él hablaba. Ca­ comencemos a llamar a las personas
que usted puso como referencias y que todo su capital era prácticamen­
que el asunto pase a manos de nues­ te lo que cargaba en la billetera, que
tro departamento legal. ¿Cuándo las mensualidades del colegio de
podemos contar con su pago, que los patojos, que la comida, que el
usted debe efectuar a más tardar el alquiler, que las otras deudas, que
día de hoy? Sísifo se quedó en silen­ el agua, que la luz, que el teléfono,
cio un par de eternos segundos en que las otras cuentas, que qué iba
los que pensó y recordó que sus a hacer, que era una eme, que para
cuentas bancarias estaban casi a ce­ qué se había metido a tener tarjeta
ro, que su esposa ya no iba a poder de crédito, que al final de cuentas
seguir ayudándolo porque a la pobre él tenía la culpa por baboso, que
ya no le alcanzaba con lo que gana­ para qué le había dicho que sí a
ba, que la deuda no disminuía por aquella señorita de minifalda que
más que tratara de estar al día con había llegado a venderle la tarjeta
los pagos, que con esos intereses de crédito, que ahora estaba desem­
no se podía, que la deuda original pleado y no encontraba trabajo, que
no era tan grande, que con todo lo qué hacía, que iba a llamar a este
que había pagado a la fecha ya hasta lugar (viendo uno de los clasifica­
habría comprado un carro nuevo dos), que allí miraba posibilidades,
de agencia o pagado el enganche que igual no le iban a dar el trabajo
de una casa propia, que dentro de de hoy para mañana, que tal vez Fu-
un mes la deuda ya habría subido a lano le prestaba, que no porque
la misma cantidad aunque hoy abo­ Fulano ya le había prestado el mes
nara el pago mínimo, que por más pasado, que a lo mejor Zutano sí,
que empujara la roca a la cima siem­ que sí por qué no de repente Zutano
pre se despeñaría de vuelta al suelo, sí, y entonces contestó mire deme
chance para la otra semana. La voz pre se los tira de regreso al fondo
al otro lado respondió que así había del barranco, jalando esta maldita
dicho las últimas cuatro semanas, carreta que nunca llega a ningún
que no podía esperarlo más porque lado y, sobre todo, recibiendo mo­
ese mismo día era la fecha de corte, lestas llamadas de ineptos que no
que le encargaba que por favor hicie- saben tratar a la gente, que ni lo co-
ra sus pagos con puntualidad y que nocen a usted ni saben las penas
no fuera irresponsable. ¡Irresponsa­ por las que está pasando y que sin
ble me dijo!, pensó Sísifo. También embargo se atreven a humillarlo y
pensó decirle que ya quería verlo a llamarlo irresponsable. Pero en lo
sin trabajo, comiéndose las uñas de que pensaba si se lo decía o no, la
pensar cómo le iba a dar de comer voz al otro lado le dio las gracias de
a su familia mañana, subiendo bultos antemano por su pago puntual, le
a una cumbre traicionera que siem­ deseó buen día y colgó.

Sección dominical Letras de cierre


Siglo Veintiuno
26 de marzo de 2006
De cómo
ciertos sueños de grandeza
también están sujetos
a la Ley de Gravedad
o
Santa
y el insólito regalo
de Navidad

AQUELLA NOCHE, mientras todo el nión familiar que tan solo unas ho-
mundo dormía, Santa Claus se des- ras antes había tenido lugar allí.
lizó con mucha dificultad a través Desató su costal, buscó en el inte­
de la angosta chimenea de una ca­ rior, extrajo algunos regalos y los
sa. Ya en la sala, después de sacu­ colocó al pie del árbol, a un lado
dirse el polvo y la ceniza del traje del nacimiento. Luego regresó a la
rojo y los ribetes blancos, ennegre­ chimenea y vio las calcetas navide-
cidos por el carbón, tomó su costal ñas colgadas de la cornisa, cada
de regalos y juguetes y buscó el una con un breve rótulo que rezaba
arbolito. Se dirigió a este salvando el nombre de pila de su dueño.
los múltiples obstáculos de aquella Comenzó a llenar aquellas prendas
sala, toda desordenada por la reu- personales con obsequios adicio­
nales una por una, comenzando pila. Uno de mujer, como era de
con la calceta de la izquierda para esperar. Así que buscó en su costal
luego seguir con la contigua de la el regalo que coincidiera con aquel
derecha y así sucesivamente. Por nombre. Lo encontró. Más bien los
el momento, nuestro polar amigo encontró. Se trataba de dos objetos
de barba blanca y traje rojo cumplía esféricos muy duros y pesados.
con su tarea sin inconvenientes y ¿Qué eran? El papel para regalo
sin que se topase con nada que le que los envolvía no permitía saber­
llamara la atención. Pero entonces lo. Por su peso y textura se podría
llegó a la última prenda. Vaya sor­ haber pensado que se trataba de
presa la que se llevó el señor Claus. algo así como dos bolas de boliche,
En el extremo derecho de la chi­ pero aquella era una hipótesis que
menea, en lugar de calceta o calce­ de inmediato debía descartarse
tín, alguien había colocado un bra­ porque los susodichos objetos no
sier. Se trataba de uno de talla gene- llegaban ni a la mitad del tamaño
rosa, por no decir inmensa (califi­ de tales pelotas. ¿Se trataría enton­
cativo que mejor usaremos para ces de dos de esas bolas plateadas
intensificar el desconcierto que de acero que tan de moda están
Santa se llevó al descubrir aquella hoy en día y que se usan para dar
prenda femenina y preguntarse masajes corporales y lograr así un
quién diablos había tenido la dis­ reparador y delicioso stress mana­
paratada ocurrencia de ponerlo gement? Santa las juzgó demasiado
sobre la cornisa de una chimenea grandes y pesadas para ello. De
para hacer las veces de calceta cualquier manera al señor Claus
navideña). Pero el brasier también no le interesaba en realidad saber
estaba rotulado con un nombre de qué eran aquellos objetos. Tenía la
mente más puesta en lo tarde que féricos se precipitaron al suelo.
era ya, en el poco tiempo que le Milésimas de segundo antes de que
quedaba y en esos cuantos millares estos impactaran contra el piso, la
de hogares que todavía le faltaba joven que estaba soñando todo es-
visitar. Además, el asunto no era to despertó sobresaltada y se sentó
de su incumbencia. Por lo tanto se en la cama. Varios segundos fueron
apresuró a colocar las dos pelotas necesarios para que la mujer ter­
sobre el sostén, cada una en cada minara de darse cuenta de que to­
copa. Lo hizo, eso sí, con mucho do había sido una pesadilla. Sin
cuidado. Para su sorpresa, las pelo­ embargo se puso a observar a su
tas casaban con exactitud milimé­ alrededor para confirmar que en
trica en las copas de la prenda. Sin su entorno inmediato no había ni
embargo, como ya se dijo, los ob­ santacloses ni brasieres en cornisas
jetos aquellos eran muy pesados. de chimeneas ni objetos esféricos
Así que ocurrió lo que tenía que envueltos en papel para regalo,
ocurrir. Cuando Santa comenzaba sino únicamente los ítems usuales
a darse la vuelta para retirarse, oyó de su habitación. Esta acción la
un sonido extraño, como de tela calmó bastante. Luego de un respi­
rasgándose. De inmediato volteó ro posó su vista en la ventana y
a ver el brasier. Todo estaba en or- hasta entonces se percató de que
den. Observó la prenda unos se­ ya era de día. La mujer dio un se­
gundos más y, luego, tranquilizado, gundo respiro para terminar de
respiró con alivio y de nuevo se recuperar el aplomo y entonces,
dispuso a retirarse. Pero entonces solo entonces, se acordó. Aquella
el tirante que unía las copas se mañana la joven debía internarse
rompió y los extraños objetos es­ en el hospital. Como un regalo de
Navidad para sí misma había deci­ Se quedó viendo a su alrededor
dido someterse a una operación unos minutos más, tratando de ra-
de aumento de senos. La ilusión y cionalizar aquella mala sensación,
el nerviosismo empezaron a asaltar pero no lo consiguió. Fue entonces
alternadamente el ánimo de aque­ cuando decidió ya no darle más
lla mujer. Pero entonces recordó largas al asunto. Se levantó de la
momentos e imágenes de su pesa­ cama, cogió el teléfono e hizo una
dilla y tuvo un mal presentimiento. llamada para cancelar la operación.

Siete visiones navideñas


Magazine 21 (edición especial)
19 de diciembre de 2004
De la terrible
y paradójica noción
de la vida
matando a la muerte
o
Jesús en el desierto
en su sexto día de ayuno

JESÚS COMIENZA a sentirse débil por sigue el vuelo del mosquito con
la falta de alimento, de modo que un ojo abierto y zas. Lo coge de un
se recuesta y se dispone a dormir violento manotazo. Luego toma el
una siesta para ahorrar energías. insecto con dos dedos y se sienta
Ya está conciliando el sueño, cuan­ a observarlo. Justo entonces, ante
do un mosquito empieza a impor­ la mirada estupefacta del hijo de
tunarlo con su insistente zumbido. Dios, el mínimo irracional empieza
Jesús intenta espantarlo de mil ma­ a llorar y a implorar por su vida.
neras, pero el volador persiste en «Misericordia, señor mío», solloza
su incómodo aleteo. Decide enton­ el mosquito. «Si me perdonas la
ces probar otra estrategia. Contiene vida, te prometo que me devuelvo
la respiración, permanece inmóvil, al mismo infierno del que vine y
no te molesto más». Jesús com­ do la oportunidad de construir un
prende inmediatamente que aquel mundo perfecto con solo matar un
bicho aprisionado entre sus dedos mosquito. «Qué es el mal a la par
no es otro que el mismísimo demo- de Dios sino un insecto en la mano
nio. «Piedad», sigue implorando el de un hombre», sentencia el Naza­
mosquito, pero Jesús también en­ reno en un arrebato de intuición
tiende que con solo aplastar aquel y se dispone a exterminar al bicho.
insecto destruirá el mal para siem­ Le lanza una mirada cortante, son­
pre, de modo que borrará el peca­ ríe con deleite y está por aplastarlo
do y la muerte de la faz de la Tierra, con los dedos, cuando una súbita
liberará al ser humano de todo su­ luz ilumina su entendimiento. «No
frimiento y erigirá el reino de felici- me tientes, Satanás», grita entonces
dad eterna que todas las naciones el hijo de María y libera al insecto,
anhelan. Comprende que ha recibi- que sólo se aleja volando.

Texto escrito en ocasión del 40 aniversario del músico Paulo Alvarado, quien
decidió realizar un espectáculo de música, drama y literatura en el que se haría
una analogía entre sus cuarenta años como músico y los cuarenta días de ayuno
de Jesús en el desierto. Por lo tanto, Paulo contactó a cuarenta escritores,
les asignó un día y les pidió que elaboraran un texto breve recreando los eventos
vividos por Jesús ese día. A este servidor le fue asignado el día sexto.
De mamarrachos gelatinosos,
amorfos y anodinos
(como aquel camello
que en realidad es un caballo
disfrazado de dromedario por un comité)
como única solución viable
a la creación literaria
en la era de la corrección política

MUY PREOCUPADO por la falta de res­ ceptibilidades de nadie ni sean re­


peto que algunos escritores infligen, chazados por políticamente inco­
más por descuido que por maldad, rrectos. Como primer punto, a la
a ciertos grupos de intereses, hoy hora de idear una historia, novela
me siento motivado a brindarte, na- o cuento, el sexo de tu protagonista
rrador novato o falto de experiencia, es un aspecto muy importante de
varios consejos eficaces para que observar. Procura siempre que tu
tus relatos dejen de carecer de una personaje principal no sea hombre.
vez por todas del enfoque adecuado Pero cuidado también con volverlo
y, de ese modo, no hieran las sus­ mujer. Recuerda que tanto machis­
tas como feministas pueden sentirse además de hermafrodita, debería
menospreciados y menospreciadas. ser atlante, lemuriano, elfo, hiperbó-
Es mejor que tu protagonista sea, reo o de cualquier otra etnia que,
en todos los casos, hermafrodita. sin duda alguna, evitará connotacio­
De ese modo también salvarás tu nes de discriminación por motivos
relato de la crítica y condena de gru- étnicos. Así mismo, tu protagonista
pos gay y lésbicos, que no se senti­ hermafrodita y atlante debería ser,
rán ofendidos al no encontrar en tu además, una persona de tercera
relato ninguna connotación que fa­ edad y con síndrome de Dawn, de
vorezca tal o cual preferencia sexual. modo que las connotaciones de dis-
Pero la consideración no termina criminación por edad y discapacidad
con el género. Recuerda que tam­ no sean el talón de Aquiles de tu re-
bién raza, ideología, edad y condi- lato. De igual manera debería ser
ción física son aspectos que, pasados druida de religión y ermitaño de es-
por alto, pueden provocar el males­ tilo de vida, de modo que ningún
tar de tu lector o lectora. Procura interés socioeconómico o sectario
entonces que tu protagonista esté se sienta aludido. Y material-idealista
descontextualizado de cualquier fac- prearistotélico neolibero-socialista
ción, etnia, secta o grupo de intere­ poskeynesiano es, a mi juicio, la pos-
ses que pueda causar controversia. tura política y filosófica que quedaría
No es muy buena idea que tu perso- bien con todos. Si a estas característi-
naje hermafrodita sea, por ejemplo, cas puedes agregar la preocupación
caucásico. Pero no por eso piénsese por el ambiente, así como la militan­
que negro, judío, gitano, mestizo o cia en algún grupo ecológico, tu
indígena son buenas opciones de personaje estará destinado a la plena
origen étnico. No. Tu protagonista, aceptación de cualquier público.
Por lo tanto, a tu personaje, que ya desarrolla con tu personaje un mo-
quedó definido como un atlante nólogo sobre la blancura de la nieve,
hermafrodita retrasado mental y am- la intemperancia del frío antártico
bientalista de tercera edad, no le o la inmortalidad del cangrejo, y evi-
restaría más que consumir produc­ ta así entrar a cuestionar paradigmas
tos biodegradables, que no dañen sociales, políticos e ideológicos. Ten
la capa de ozono y que no procedan en cuenta siempre que esto de cues­
de maquila. Puedes tener la seguri­ tionar es un problema inherente a
dad, dilecta o dilecto aprendiz, que la narrativa, género de por sí política-
con estas características adicionales mente incorrecto. Pero con un per­
tu personaje adquirirá esa sazón que sonaje como el que hemos confec­
todo lector o lectora desea degustar cionado, ningún interés se verá alu­
en un relato. Por último, también el dido ni mucho menos afectado. No
contexto geográfico de tu narración está de más enfatizar que, para ser
es un aspecto de suma importancia. políticamente correcto, muchas ve­
Procura que la trama se desarrolle ces debes abstenerte de observar,
en un lugar cuya población no esté describir y analizar, y en su lugar de-
envuelta en conflictos raciales, ideo- bes pintar una caricatura de la reali­
lógicos y religiosos como, por ejem­ dad. Joven escritor o escritora que
plo, la Antártida. O los atolones de empiezas a recorrer el fascinante,
Waikaraikirikimoa, perdidos en al- pero por momentos espinoso mun­
gún paralelo o meridiano de la vasta do de la narración, una plena y cui­
y dispersa Oceanía. Lo importante dadosa observancia de los consejos
es que le procures a tu protagonista antes expuestos, sumada a tu sensi­
un ámbito geográfico donde no ten­ bilidad y a ese fértil talento en cier­
ga ninguna interacción social. Mejor nes que Natura te ha dado, logrará
relatos completamente desprovistos daderamente sientes y piensas. Cá­
de controversia y agradables, me llatelo y complace, por el amor de
atrevo a decir, a cualquier género o Dios, a la intelectualidad de tu país,
clase de lectoras y lectores. Así pues, tan ocupada en forjar esa anhelada
y por consideración a todo grupo utopía en la que todos y todas vivire-
autominusvalorado para el que una mos en paz y armonía, pues todas
omisión de género o un punto de y todos hablaremos el mismo idioma
vista ajeno a su realidad es imperdo- de eufemismos grises y asexuados,
nable, haz caso omiso de lo que ver- pero afirmativos y complacientes.

Ponencia leída en el foro


Crítica a la corrección política
Instituto de Cultura Italiana
Circa 2005
Del poder
y otros dolores de muela

UN GENERAL descansaba en el jardín yaba. La primera mordida le supo


de su residencia, cuando vio una a gloria con aquel zumo dulce y frío
guayaba en la rama de un árbol. Era refrescándole el paladar en aquella
una fruta madura, del tamaño de tarde de calor. Las mordidas segun­
un puño y de un amarillo limón tan da y tercera fueron igual de placen­
apetitoso que haría agua la boca del teras. Pero entonces, a la cuarta
más estricto monje tibetano. Pero mordida, al general le sucedió lo
aquel hombre, que estaba muy lejos que a todos, me atrevería a decir,
del Tíbet (y aún más lejos del oficio cuando hemos comido guayaba:
de monje), no pudo evitar la tenta- que una diminuta pepita, ¡maldita
ción. Se levantó de la silla plegadiza, pepita!, se le quedó atascada entre
caminó hacia el árbol y cortó la gua- dos dientes. Al principio el militar
no le puso mucho asunto al asunto dental. De nuevo el intento fue con­
y siguió comiendo, pero la molesta traproducente: metió el hilo entre
pepita atenuaba el disfrute de aquel los dientes con mucha dificultad,
manjar. Así que el militar entró en jaló de este y se rompió. Ahora, una
la casa, buscó un palillo de dientes pepita de guayaba, una astilla de
y se lo llevó a la boca. La pepita es- madera y un segmento de hilo den­
taba tan incrustada en la encía que tal, todos ellos atascados entre los
aquel y otros tres o cuatro monda­ mismos dos dientes, no solo hacían
dientes fueron inútiles. El general, que la herida sangrara más, sino
desesperado, igualmente intentó también provocaban un dolor es­
con un quinto o sexto. Lo metió en- candaloso. La esposa, que oyó los
tre los dientes y lo sacudió con tanta gemidos del militar y vio la fruta
violencia que se quebró. Nuestro mordida sobre un mueble de la co­
militar, además de la pepita de gua­ cina, se acercó a la puerta del baño
yaba, ahora también tenía una punta y le preguntó a su marido, casi con
de madera clavada en la encía y una sarcasmo, «mi amor, ¿estaba buena
leve herida sangrante. Pero el hom­ la guayaba?». «Deliciosa», repuso el
bre, cuyo honor de soldado le impe- general, tratando de fingir deleite,
día capitular, fue entonces al baño mientras contenía las quejas de do­
y probó a desembarazarse de la pe­ lor y seguía escupiendo sangre en
pita y la punta del palillo con hilo el lavamanos.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
27 de junio de 2004
Dulces dieciséis
o
Fábula del vaso
que contenía un océano

DESDE NIÑA aprendió a caminar con dado, como si llevara algo sumamen­
un vaso de agua sobre la cabeza. te frágil e inestable en la cabeza.
«Porque una señorita que camina Como un vaso de agua, por ejemplo.
con rectitud, obra con rectitud», so- Como si llevara un vaso de agua en
lía decirle su institutriz. Por eso la cabeza desciende del carro de su
aprendió a desplazarse, girar, sentar- papá, entra en el colegio católico
se e incorporarse sosteniendo un de señoritas, camina hacia el salón
vaso de agua sobre la cabeza, sin de clases, se sienta, recibe todas las
derramar una sola gota. Por eso no clases, se incorpora, sale del colegio,
es extraño que hoy, a sus dieciséis, entra en el carro de su papá y se
ella sea una señorita recatada, mode- marcha. Y así todos los días. Pero
lo de elegancia y discreción, a quien hubo una tarde en que su papá no
nada se le puede tachar. Ni siquiera, pudo llegar a recogerla. Dispuso en-
literalmente, la manera de andar. tonces llamar al taxista de confianza
Porque se desplaza con mucho cui­ de la familia. «Mejor vámonos en ca-
mioneta», le dijo su mejor amiga y sí estaba abierta) y entonces ya va a
compañera de clases. El vaso de poder salir», siguió diciendo la ami­
agua se tambaleó un poco, varias ga. Mientras ambas observaban el
gotas de agua cayeron sobre la cabe- vuelo de la mariposa, el piloto esta-
za de la colegiala y lo frío le dio esca- cionó el bus, descendió de este y
lofrío a la muchacha. «Pero», fue se dirigió a un chiclero. «Pobre mari-
todo lo que pudo decir unas cuantas posa», dijo entonces la colegiala. «¿Y
veces antes de que su amiga la toma- si le abrimos la ventana para que se
ra de la mano y la trajera consigo. pueda ir?». «Con acercarte, lo único
Cuando reaccionó, ya estaba en la que vas a hacer es asustarla», respon-
parada de camioneta. Subieron a dió la amiga. Breve silencio. Larga
un bus que venía sin un solo pasaje- espera. «Llevás la blusa de fuera,
ro y se fueron a los asientos de atrás. componétela», mandó nuestra cole­
La amiga cogió el asiento con venta- giala a su amiga, con cierto nerviosis-
na, y ella el de a la par. Entonces di- mo. Pero la amiga simplemente pu­
visaron una mariposa revoloteando so su mano en la pierna de la cole­
en los asientos contiguos. «Quiere giala y, sin más preámbulos, la besó
salir, pero la ventana está cerrada», en la boca. El vaso se desplomó al
dijo la amiga. El vaso de agua se agi- suelo y el agua empapó a la turbada
tó una vez más, aunque ahora no colegiala. El piloto, que no vio nada,
derramó nada. «Pero ya no tarda en por fin regresó y reanudó la marcha.
encontrar la ventana de al lado (que La mariposa ya no estaba.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
13 de marzo de 2005
Los hombres
mueren de pie
(salvo cuando están sentados
a la par de un maniquí parlante)

AQUELLA NOCHE era más oscura que joven empleado, con la fatiga de
de costumbre. Las manecillas del las horas extras, por fin se aflojó la
reloj marcaban las doce. Todas las corbata, salió al jardín y se sentó a
luces del perímetro estaban apaga­ la par del payaso. «Hoy sí estoy can-
das, excepto las de cierto restauran­ sado», se quejó. La estatua, por un
te de comida rápida cuya ubicación extraño artilugio del más allá, volteó
exacta las fuentes no atinan a dar. a verlo y le dijo, «calculá como esta-
En el lugar sólo estaban un emplea­ ré yo, sentado aquí todos los días»,
do, el guardia de seguridad y, en el mientras bajaba una pierna para
jardín exterior, un maniquí del paya- cruzar la otra. Se sabe que el joven
so icono de aquella cadena de res­ sufrió un infarto allí mismo, pero
taurantes sentado en una banca de nadie da razón de si sobrevivió o
madera con la pierna cruzada9 . El no. Sin embargo, pese a que las
fuentes no lo aclaran, se puede su- ra. Sea cual fuere la explicación,
poner que el guardia vio todo el este cuento urbano deja, como toda
incidente y llamó a los paramédi­ leyenda de su especie, una moraleja
cos, así como que gracias a él esta­ que yo resumo así: lectores y lecto­
mos enterados hoy de tan inusitada ras que me acompañáis en esta ex-
noticia. Pero ¿no habrá sido todo traña relación, la próxima vez que
un invento de aquel policía? ¿Puede visitéis uno de esos restaurantes
ser cierto acaso un evento de tan con muñeco sentado en banca de
extraña naturaleza? Al respecto yo madera, poned atención a qué pier­
no puedo más que decir, como na tiene cruzada y luego comparad
Hamlet a su caro amigo, que hay ese maniquí con los de otros restau-
en el cielo y en la Tierra mucho rantes de la misma cadena. Uno ha-
más que lo que sueña la propia filo- brá con diferente pierna cruzada.
sofía. Porque fuera de la explicación Y en ello reconoceréis aquel lugar
fantasmagórica, también caben como el del trágico incidente aquí
otras posibilidades, unas verosími­ narrado. No os sentéis, pues, a la
les, otras extraordinarias, todas infi- par de ese muñeco. No sea que su-
nitas: una persona disfrazada, un fráis un infarto y no viváis para con­
joven alucinando (ya por extremo tar, como lo contó ayer aquel atóni-
cansancio, ya por drogas), un robot to policía o lo cuenta hoy este des­
experimental, un compuesto quími- ocupado redactor, el maravilloso y
co animador de materias inertes, terrible cuento de la estatua que
una metempsicosis inusual, etcéte­ hablaba como cristiano.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
14 de marzo de 2004
May ombilívabol bilivs

A rísanobol explaneishon
of guay sombari elses láingüich
cant bicom may oun

AY BILIV in Yísuscraist. Ay biliv in Buda, Tarot, Elvis, Yoga or eni óder


Meri as di móder of God. Ay biliv god meid in di ímach an laicnes
in de cros an de suord as de mins of sombari els bot mi. Ay biliv in
tu crúcifay de Niu Vuorld. Ay biliv de Yu Es Ei, El Ei, Em Ti Vi, Jólivud
in Cristóbal Colón, Hernán Cortés, an di Cartún Nétvuorc. Ay biliv in
di French Revolushon an di indi­ Clinton an in jis niu soup ópera
péndens of di Américan Steits. Ay fíchurin Mónica Legüinski an Pola
biliv in Yorsh Vuáshinton, Éibrajam Yons. Ay biliv in ol de stúpid, vír­
Líncoln an évritin áfter. Ay biliv in tual an delúshonal riálitis Únquel
de Bírols, Pol Macarni an Yon Le­ Sam provaids mi wid tu avoid de
non. Bot, as a máter of fact, ay stúpid an delúshonal, bot néver
dont biliv in mi. Ay ráder biliv in vírtual riálitis of Píter of Alvarado.
Ay gues ay shud biliv nau in Yan biliv in ol dis tings. Bot guivin it a
Ajnó e tus quil pas o Guatemalá secon tot, ay stil biliv in Globalisei-
avec Minuguá, di ex guerrilas, fe­ shon, Neoliberalísem, tecnoindús-
minísem, Grimpis, Che Guevara trial miúsic, Heich Bi O an Cíne­
stámped in may Liváis tíshert an max (bot onli fraideis at nait güen
in dat bran niu miúsic dey col Vángar Cínema trits may confiusd
«Nuevo Trabe» (sorri, ay min «Nue- breins tu a stúpid french muvi).
va Trova»). Ay biliv in tornin may­ Ay biliv in ol dis, an ol dats abaut
self intu a súvenir for ol di forái­ tu com. Bot, as yu can si, ay biliv
ners ju vísit may contri, tu teic in dem may vuey, bicós ay tróed
dem tu La Bodeguita and olvueis ol dis gárbach intu de trashcan of
imprés dem (as vuel as evribari may jed vuidaut risaiclin. An nau,
els) bay javin a Milán Cunderas di seim vuey Seint Yon eit de buc
buc ónder may arm or intu may in di présens of di Lamb, ay eit ol
morral, güich ay bot in Pana (or dis séicred bilivs an may stómac
el Mercado Central, ay dont ri­ jorts veri bad. An iven do ay qué­
mémber). And sins am bilivin in not stop bilivin, nau ay si et clirli:
ol dis niu tings, of cors, ay biliv in no mara jau moch ay pritén tu
Cuba, Silvio, Sabina, Santa Sabina, spic de láingüich of may niúest an
Rony an Gad performin Cuba, Sil­ jótest cóncueror, ay vuil olvueis
vio, Sabina, Santa Sabina. Ay firmli end op espiquin laic dis.

Texto en inglés con pronunciación en español


Escrito originalmente para ser leído en voz alta
Circa 1999
Plástico fin del mundo
y perra suerte

AQUELLA NOCHE, mientras todos dor­ de su boca un insólito dispositivo


mían, una bolita flotante de luz iba plateado con una abertura brillante
y venía por los corredores y dormi­ en uno de sus extremos. Apuntó el
torios de una casa. La partícula bri­ dispositivo a la grama, disparó un
llante entró en el cuarto de la niña, haz de luz continua y empezó a la-
se dirigió a la casita de muñecas y brar una serie de trazos circulares
se posesionó del cuerpo de una entrelazados, muy similares a los
Barbie. Se trataba de un minúsculo extraños agroglifos avistados en
y etéreo visitante de otro mundo sembradíos del sur de Inglaterra.
que había venido al nuestro en una Pero estos dibujos, lejos de ser ma­
misión de exploración. La Barbie, pas estelares y planetarios, consti­
por acción del extraterrestre, cobró tuían un diagrama de flujo con to­
vida, se incorporó y caminó hacia dos los pasos y mecanismos para
el jardín. Ya allí, la muñeca extrajo urdir la invasión, conquista y coloni-
zación del planeta Tierra. La perver­ gió la muñeca y la despedazó en un
sa muñeca estaba a punto de termi­ santiamén. A la mañana siguiente,
nar su tarea, cuando los ladridos cuando los congéneres de aquel ex-
del cachorro de la casa la alertaron traterrestre vinieron a la Tierra en
de que no estaba sola en el jardín. sus naves espaciales y trataron de
La Barbie, convencida de su supe­ seguir las instrucciones plasmadas
rioridad sobre cualquier especie de en aquel glifo, los pasos estaban tan
este planeta, se le acercó al perro, confundidos que los ovnis termina-
lo vio a los ojos y le dijo: «Ríndete, ron colisionando, disparándose
terrícola. Resistirte es inútil. Humí­ unos a otros y destruyéndose entre
llate ante tu nuevo líder». El cacho­ sí. Y mientras todo ese caos ocurría
rro le arrancó un brazo de una mor­ allá en la estratosfera, acá en tierra
dida. La muñeca empezó a correr firme todo era como de ordinario:
por todo el jardín, y el perro a perse- los niños desayunaban, los mayores
guirla. Pero el extraterrestre no se se preparaban para ir a trabajar, los
había percatado de que su aparato voceadores de periódicos anuncia­
de luz delineadora seguía encendi­ ban la noticia matinal, una señora
do. Por lo tanto, mientras huía del se enfurecía al ver su jardín hecho
animal, el alienígena labró nuevos trizas, una niña regañaba a su perro
trazos encima del glifo y confundió por haber destruido una de sus mu-
todo el diagrama sin darse cuenta. ñecas y la humanidad se salvaba
Sin embargo logró dejar el cuerpo una vez más de ser aniquilada por
de la Barbie y escapar. El perro co- cruentos seres de otra galaxia.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
15 de mayo de 2005
Posmetrosexualidad:
usted puede ser
el próximo símbolo sexual

APENAS ESTAMOS T ERMINANDO el pri­ nados o tecnómanos excéntricos.


mer lustro del tercer milenio y la De hecho, el boom de prototipos
belleza masculina ya experimenta masculinos apenas empieza. Men­
un auge extraordinario. Primero, cionemos, por ejemplo, al retro­
las chicas suspiraron por el hombre sexual, que añora la moda de los
adicto a cremas de sábila y masca­ años cincuenta y lleva en los ojos
rillas de pepino que algún perio­ una nostalgia que enloquece a mu­
dista denominó metrosexual. En­ chas. No menos interesante en­
tonces vino el chico hi-tech que cuentran algunas al autosexual
rompe corazones con lo último en (que no debe confundirse con el
dispositivos electrónicos: el tecno­ asiduo practicante del onanismo),
sexual. Pero ¿qué hay de aquellos varón que maneja pasiones a mil
que no llevan ni las uñas pulidas por hora con su veloz deportivo
ni la última palm en el bolsillo? Por último modelo. Pero las intelectua­
fortuna, no todas las mujeres se les seguramente se apasionarán
sienten atraídas a muchachos refi­ más por el artesexual, inspirado
creador que las seduce por amor que no a pocas fascina y que los
al arte; el cultosexual, caballero de medios comienzan a denominar
labia intrincada y grandilocuente psicopatosexual. Imperdonable se-
que deambula por galerías, confe­ ría no hablar de las mujeres que
rencias y eventos culturales rom­ sienten haber muerto e ido al cielo
piendo más de un corazón; o, por cada vez que se topan con un reli­
supuesto, el textosexual, chico de giosexual, seductor hombre de
intensa creatividad literaria que las morado que carga en procesiones.
vuelve locas con sus narraciones, Y así podríamos seguir enumeran­
poemas y columnas de periódico. do tantas formas de sexualidad,
Las más teóricas seguramente se pero en lugar de ello enfaticemos
abstraerán a la esencia del cogno­ que lo importante es tener una
sexual o gnoseosexual, que ama virtud, perversión, condición o
el conocimiento, la ciencia y la fi­ profesión muy susceptible de ser
losofía. Pero no olvidemos a las destacada. Si el varón heterosexual
mujeres que han hallado su media de hoy quiere triunfar en el terreno
naranja en tipos como el dipsose- amoroso, desde ya debe empezar
xual, bebedor empedernido en a explotar su atributo más sobresa­
quien algunas ven un compañero liente (tenga o no que ver con lo
de mucho más que copas; el balon- sexual) y convertirlo en fetiche,
sexual, hincha de club deportivo pues uno nunca sabe cuándo va a
a quien más de una le pasa balón; venir un escritor, periodista o co­
y hasta ese rebelde incorregible, lumnista a ponerle prefijo a la se-
de francas tendencias antisociales, xualidad de cada quien.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
17 de abril de 2005
Respuestas prácticas
a tus preguntas existenciales

(Versión original)

EN ENERO venís y te hacés nuevos te gusta complicarte la existencia


propósitos para el año que inicia. (o tanto miedo le tenés a la verdad,
Muchas veces también te preguntás una de dos), te dejo aquí con algu­
sobre el sentido de tu existencia, nas de las respuestas que tanto
lo cual por supuesto no tiene nada buscabas. ¿Quién sos? Casi siem­
de malo. Pero resulta que te ponés pre alguien más (o menos) que vos
a buscarle tres pies al gato y, cuan­ mismo. ¿De dónde venís? De un
do no encontrás respuestas, te allá que no querés ni voltear a ver.
ofuscás y mejor te refugiás en la li- ¿Dónde estás? En el lugar hacia
teratura de autoayuda. Ya que tanto el cual vos caminaste por tu gusto
y cuenta. ¿Adónde vas? A un allá No volviéndolas pretexto para sacar
que va a ser cualquier cosa, menos a ese mediocre que todos llevamos
lo que querías, si no empezás a ver dentro. ¿Por qué no te alcanza
el aquí y el ahora con objetividad. el tiempo? Porque alguna vez te
¿Cuál es tu misión en la vida? creíste eso de que el tiempo era
Dejar de preguntarte babosadas oro y desde entonces no parás de
como cuál es tu misión en la vida, perseguirlo. ¿Por qué no bajás
tener el coraje de hacer lo que que- de peso? Porque tu vocecita inte­
rés y tener todavía más coraje para rior se venga cuando no la escuchás
no hacer lo que no querés. ¿Por decir que cerrés esa estúpida revis­
qué a vos? Porque la viste venir y ta de modas, que no te dejés em­
no te hiciste a un lado. ¿Por qué baucar con esos sistemas de reduc-
a vos no y a fulano sí? Porque ción de peso y que comás, porque
siempre querés lo que no tenés, la anorexia no es el camino al amor
rara vez querés lo que tenés y, so­ de los demás, sino el camino al
bre todo, nunca hacés lo que debés hospital. ¿Por qué no encontrás
para tener lo que querés. ¿Por qué al amor de tu vida? Porque nunca
el dolor? Porque, si no existiera te dignás a besar sapos. ¿Cuál es
el dolor, tendrías en las manos una la religión verdadera? La que te
plasta de mierda y no te importaría, enseñe a no dejarle toda la respon­
te sentarías en un hormiguero y sabilidad a alguien allá arriba, ni
no lo notarías, y, cuando por fin te todo tu sueldo y ahorros a alguien
dieran a probar la ambrosía de los acá abajo. ¿Dónde está la felici­
dioses, aquella delicia te sabría a dad? En alguno de esos lugares
tortitas de carne molida. ¿Cómo donde no te has atrevido a buscar.
evitar que te afecten las crisis? ¿Cuál es el secreto del éxito?
Que no es oro todo lo que reluce, darte sentado en la silla (¿sabés
que los armarios más vistosos sue­ que la palabra existir significa eti-
len esconder uno que otro esquele- mológicamente dejar el asiento, la
to y que el sombrero lucido mu­ silla y, por extensión, la quietud,
chas veces es ajeno o cuando me­ la inmovilidad?): esa silla en la que
nos compartido. ¿Cuál es la ver­ te sentás a preguntarte babosadas,
dad? Que esta pregunta (que a ve- a quejarte de por qué no te va tan
ces sospecho capciosa) es lo último bien como quisieras y, con frecuen­
que te pasa por la mente cuando cia, también a leer esos absurdos
estás bien con vos mismo. ¿Cuál libros de autoayuda que tanto te
es el sentido de la vida? El que gustan, muchos de ellos escritos
vos le des; y si te descuidás, el que por filosofastros que saben cuánto
otras personas y cosas terminen te gusta comprar y leer sus irreali­
dándole. ¿Para qué existís? Para dades, y cuán poco dispuesto estás
hacer lo que querás, menos que­ a ponerte de pie y andar.

Una versión ligeramente reducida de este texto fue publicada en la columna


Texto en contexto, Magazine 21, el 18 de enero de 2004.
Retrato de quijote
viendo el mundo
desde el interior de un clóset

EN UN LUGAR de la urbe, de cuyo piso alquilado de cuatro por diez.


nombre nadie quiere acordarse, no El resto de sus pertenencias consis­
ha mucho vivía un burócrata de los tía en fotos antiguas de la familia,
de corbata en cuello, camisa blanca, dos vajillas de porcelana heredadas
portafolio negro y zapatos de cuero. de su mamá, decenas de vinilos de
Varias sillas atiborradas de libros y música disco de los años setenta y
papeles, un pequeño comedor des­ un ordenador perennemente en­
bordante de platos sucios, un sofá cendido con una imagen de Marle­
cama con una mesita de noche aje­ ne Dietrich en la pantalla. Vivía con
na al conjunto y dos sillones forra­ un gato persa de nombre Óscar que
dos con plástico transparente con­ pasaba de los diez años, una gata
formaban su mobiliario en aquel siamesa llamada Greta que no pasa-
ba de los diez meses y un maniquí prando por Internet un centenar
femenino al que apodaba Federica de accesorios, joyas, perfumes y
y mantenía vestido con no más ropa cosméticos femeninos, los más fi­
que una estola de vedette. Frisaba nos que pudo encontrar. Con estas
la edad de nuestro caballero con transacciones e interacciones infor­
los cuarenta años. Era alto de estatu- máticas perdía noción de la reali­
ra, seco de carnes, enjuto de rostro, dad, y desvelábase por entender y
gran madrugador y amigo de la so­ desentrañar el sentido de su rara
ledad. Cuentan que se hacía llamar afición por la ropa de mujer, que
Alessandro, o Álex, que en esto hay no la entendiera el mismo Sigmund
diferencia entre quienes sobre él Freud ni demás pioneros del psicoa-
rumoran, pero por conjeturas ob­ nálisis si resucitaran para sólo ello.
vias se deja entender que su nom­ Pero al fin se enfrascó tanto en su
bre verdadero era Alejandro. Lo búsqueda virtual de prendas feme­
cierto es que el sobredicho burócra- ninas que se le pasaban las noches
ta, durante sus tardes de ocio (que de claro en claro y los días de turbio
eran las más del año, pues trabajaba en turbio. Y así, del poco dormir y
en horario matutino), se daba a na- mucho navegar llegó a perder la ca-
vegar sitios web sobre modas y ves­ beza. Llenósele de fantasía de todo
tidos con tanta afición y gusto que cuanto veía en Internet, así de vesti-
olvidaba por completo los oficios dos con lentejuelas como de lence-
domésticos, las compras en el su­ ría fina, zapatos de tacón, modelos
permercado y hasta los pagos pun­ de pasarela, divas de cine, princesas
tuales del alquiler. Y llegó a tanto encantadas y disparates imposibles.
su desatino en esto que excedió el Rematado ya su juicio, vino a dar
límite de su tarjeta de crédito com­ en el más extraño pensamiento que
jamás dio loco en el mundo: que Quiso entonces probárselo, pero
dentro de aquel mal conformado algunos resabios de cordura le impi-
cuerpo de hombre habitaba una dieron hacerlo a plena luz del día.
donna divina y glamorosa, que De ese modo se encerró en el cló-
aquella tosca y maltrecha figura viril set, donde se ajustó el vestido lo
no era sino crisálida en cuyo interior mejor que pudo y pasó un par de
se gestaba una grácil y bella maripo- horas a oscuras tratando de vencer
sa. Por lo tanto se le hizo convenien- el bochorno. Cuando por fin se ani-
te y necesario, tanto para el aumen­ mó a abrir la puerta, la súbita expo-
to de su honra como para el recuer­ sición a la luz del sol le lastimó los
do de su difunta madre, convertirse ojos. Pero esto plugo sobremanera
en la diva más despampanante que a nuestro empleado público, pues
nadie jamás hubiese visto y recorrer tuvo la ocurrencia de que tal dolor
el mundo en busca de aventuras era el propio de una mariposa aban­
en las que ejercitar y poner a prueba donando la crisálida, de una criatura
su glamour y encanto fatal. Así, con saliendo del vientre materno y vien­
estos agradables pensamientos y do por primera vez la luz del mun­
llevado del extraño gusto que en do. Sentía, pues, que había renacido
ellos sentía, se dio prisa a poner en como fémina. Por lo tanto corrió a
efecto lo que deseaba. Por tanto se un lado todos los colgadores de
puso a limpiar un ajustadísimo vesti- ropa y, sin más reparo, salió del cló-
do negro de tubo que le había roba- set. Se miró en el espejo y quedó
do a una de sus vecinas de edificio encantada de cuán joven, esbelta y
y que, ya empolvado y enmohecido, maja se veía metida en aquel míni­
largos meses había permanecido mo vestido. Pero luego quiso poner-
oculto en un rincón de su armario. se a sí misma un nombre sensual y
evocador, excelso y voluptuoso, que romper, deseos que despertar,
uno que dijera su condición de bel­ aplausos que suscitar y miradas que
dad avasalladora, de geisha miste­ atraer. Y así, sin dar parte a persona
riosa cuya sola mirada fulmina, de alguna de su intención y sin que
tigresa insaciable a cuya hambre de nadie la viese, una noche se armó
conquista no le basta el mundo en- de todo su garbo y preparó su pri­
tero, y en este pensamiento duró mera salida triunfal: se depiló cejas
ocho días. Y al cabo se vino a llamar y piernas, se acomodó los genitales
Alexandra Magnabella, mote de en el periné, se atavió con su vesti­
cuya sonoridad y gracia quedó ena­ do negro de tubo y se puso unos
morada en el acto. Puesto un nom­ zapatos de tacón alto y una peluca
bre tan a su gusto, no quiso aguar­ de bucles dorados. Entonces termi-
dar más tiempo a poner en efecto nó de maquillarse, cogió su bolso,
su pensamiento, apretándole a ello vio su imagen una vez más en el es-
la falta que hacía en el mundo su pejo y, luego de tirarle un beso a la
tardanza, según eran los admirado­ foto de la Dietrich en el ordenador,
res que pensaba fascinar, corazones partió en busca de aventuras.

Una imagen en mil palabras 10


Antología
Asociación Cultural Ars Creatio y Ayuntamiento de Torrevieja
España, 2007
Seres de la mitología
posmoderna I

El petrífico fantasma
de los baños públicos

CUENTAN QUE CIERTO FULANO estaba se presentó como el diablo. Des­


orinando en un baño público, cuan­ pués le dijo que podía solucionar
do otro individuo llegó a usar el aquel pequeño problema anató-
mingitorio de a la par. El fulano, mico si nuestro amigo así lo desea­
que según dicen era un hombre ba. Pero le advirtió que dicho au­
de pequeñas proporciones, no mento de virilidad tendría un pre­
pudo evitar la curiosidad y volteó cio: mantenerlo requeriría genero-
a ver al recién llegado. Tanto lo que sas cantidades de testosterona, las
vio como su asombro fueron enor­ cuales, por fortuna, conseguiría
mes. El extraño, luego de percatar­ únicamente con ver a los ojos a
se de la humillación que había in­ cuantos hombres pudiera, pues el
fligido en nuestro amigo, le pregun- solo contacto visual bastaba para
tó: «¿Sabes quién soy?». Ante la ne- robarles un poco de la ansiada hor­
gativa de su interlocutor, el extraño mona. Y si lograba que algún hom­
bre le viera los genitales, ¡ello ase­ lo encontró. Pero el desdichado
guraría una doble o triple dosis! El continúa buscándolo hasta el día
fulano aceptó sin vacilar, por lo que de hoy no solo en aquel, sino en
el diablo cumplió su parte y des- todos los baños públicos del mun­
apareció. Nuestro amigo quedó tan do. Con el pretexto de orinar se
feliz que no cupo en sí (ni en sus para a la par de quien esté usando
pantalones, casi literalmente). Pero un mingitorio e intenta verle el
el júbilo duró muy poco. El diablo, rostro para constatar si es el del
que no por nada es diablo, jamás diablo o no. Y si el incauto voltea
le dijo que cada hombre que lo a verlo, queda petrificado allí mis­
viera a los ojos o a las partes pu- mo (quién sabe si por susto o por
dendas, además de perder testos­ envidia). Por eso, lector del sexo
terona, perdería la vida. Al instante masculino, cuando uses un urinario
quedaría convertido en estatua de de baño público, jamás voltees a
piedra. Y así fue como aquel indi­ ver a quien orina a la par tuya. No
viduo se quedó sin parientes y ami­ te lleve tu malsana curiosidad a
gos en pocos días, pues a todos toparte con el horripilante vampiro
los dejó petrificados con su horri­ de testosterona de petrífica mirada
ble mirada o tremendo pene. Des­ que merodea por los baños públi-
esperado, regresó a aquel baño con cos y, mediante contacto visual con
la esperanza de encontrar al diablo él, no solo pierdas tu virilidad, sino
y convencerlo de que lo liberara también te quedes en estado de
de tan terrible maldición. Nunca perenne parálisis pétrea.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
10 de diciembre de 2004
Seres de la mitología
posmoderna II

Bestias del imaginario actual,


sus orígenes y recomendaciones
a la ciudadanía

VACAS, POLLOS y cabras sin vida. Los ras de su víctima. La bestia fue bau­
cuerpos, sin una gota de sangre. Los tizada con el sugestivo nombre de
órganos internos, como evaporados. chupacabras. Pero ¿de qué se trata?
En el cuello, tres orificios equidis­ ¿De un visitante de otra galaxia? ¿De
tantes formando un triángulo per­ un experimento genético? Nada de
fecto. ¿Y el autor de tan espeluznan­ eso. Recientes investigaciones han
tes matanzas? Los testimonios de aportado evidencias que aclaran el
los horrorizados lugareños coinci­ enigma del misterioso goat sucker.
den siempre en una misma descrip- No estamos hablando ni de un ex­
ción: un monstruo gris de un metro traterrestre ni de un fantasma, sino
veinte de alto, ojos rojos, cuerpo de (preparaos, perplejos lectores, para
canguro, garras de dinosaurio, olor conocer la horrible realidad) se trata
a azufre y tres colmillos huecos me­ de un abstemio de sexo. Rigurosos
diante los cuales succiona las vísce­ experimentos científicos han de­
mostrado que la privación de sexo químicos que, de permanecer en el
por períodos muy prolongados con­ organismo, terminarán por conver­
duce a las personas no solo a la neu- tirlas en monstruos. Por lo tanto,
rosis, sino a la demencia misma y, no escuchéis a esos insidiosos de­
mediante la acumulación de estrés, tractores y francos terroristas que
hormonas y toxinas en cantidades critican tan encomiable labor mediá­
excesivas, a mutaciones que las tica (a la que acusan de fomentar,
transforman en bestias sanguinarias. según ellos, el hedonismo y el con­
De hecho, y a la luz de los nuevos sumismo). Ellos no entienden que
informes científicos, se cree que el la constante connotación y denota-
abominable hombre de las nieves, ción de sexo en el cine, la televisión,
el diablo de Jersey y el monstruo los medios escritos y la publicidad
del lago Ness fueron antes hombres obedece a un fin, a una cruzada. No
y mujeres que no llevaron una vida les creáis, pues, y acatad lo que os
sexual activa. He aquí, pues, por prescriben los medios masivos. ¡Pen­
qué los medios de comunicación y sad siempre en sexo, por todos los
los sexólogos se han dado a la tarea cielos! ¡Sexo, sexo, sexo! ¿O acaso
de difundir el sano hábito de pensar queréis veros convertidos en psi-
en sexo todo el tiempo: para que cópatas, antisociales y maleantes o,
las personas hagan el amor frecuen­ peor aún, en monstruos, ogros, cu­
temente y se descarguen así de to­ cos y demás engendros de vil y te­
dos esos venenos psíquicos y fisico­ rrible fauna?

Columna Texto en contexto


Magazine 21
14 de noviembre de 2004
Seres de la mitología
posmoderna III

Insólitas criaturas
de la noche

SABEMOS QUE la noche es refugio y trabajador, ejecutivo de nivel me­


de bandidos, lunáticos y malandros dio en una importante empresa,
en general. Pero ¿son estos los úni- comprometido con una muchacha
cos peligros que la oscuridad les de buenos sentimientos e ilusiona­
depara a los incautos noctámbulos? do con adquirir una casita en un
Según múltiples testimonios recogi- suburbio decente, casarse, formar
dos, hay una razón para no salir de un hogar y obtener ascensos en la
noche que, por su carácter paranor­ empresa donde laboraba. Hasta
mal, eriza los pelos, hiela la sangre aquí, Equis era un joven común y
y rebasa toda lógica. Si no, que el corriente. Pero lo que nadie sabía
lector juzgue por sí mismo la insóli- era que, todas las noches de luna
ta historia de un joven a quien en llena, por un extraño artilugio del
adelante llamaremos Equis. Equis más allá, nuestro joven dejaba de
era un muchacho de clase media ser ese buen muchacho que todos
de veintitantos años, responsable conocían y apreciaban: de pronto
su voz emitía un grito desgarrador, dían con un rojo tan aterrador que
su cuerpo convulsionaba frenética­ las víctimas, presas del pánico,
mente, sus rasgos faciales se transfi- huían despavoridas para despeñar-
guraban por completo y el joven se en precipicios o morir atropella­
terminaba convertido (¡oh cielos, das en la vía vehicular. Hasta la fe­
dadme fuerzas para decirlo!) en An- cha, mediante sus intrincadas alocu-
drés Bello, celebérrimo erudito sud­ ciones sobre gramática, lengua y
americano del siglo XIX y académi­ temas afines, el joven Equis conver­
co de la lengua española. Ya trans­ tido en Bello sigue horrorizando y
formado en el insigne venezolano manteniendo en zozobra a los habi-
y vestido a la usanza decimonónica, tantes de las urbes latinoamerica­
Equis merodeaba por la ciudad, se nas. Y cualquiera de vosotros puede
acercaba a los despreocupados tran- ser la siguiente víctima de este
seúntes y los atormentaba con sus monstruo sediento de corrección
doctos y eminentes discursos sobre gramatical. ¿Os atrevéis por tanto a
lengua castellana en América, vali­ salir de noche y exponeros a la furia
dez lógica y validez gramatical, sufi- del terrible hombre Andrés Bello?
ciencia metalingüística del idioma Si optáis por lo opuesto, enhora­
español, etcétera. Y si la víctima ha- buena. Pero si elegís salir, entonces
cía uso de barbarismos o incurría precaveos. Dejad en casa dineros,
en leísmo, dequeísmo y otros vicios joyas, objetos de valor y, desde hoy,
del habla, entonces la ira se apode­ también malos usos lingüísticos, y
raba de aquel ser. Sus ojos se encen- que el Señor os ampare.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
2 de enero de 2005
Seres de la mitología
posmoderna IV

Sobre el origen de los bebés

DECIRLE A SU NIÑO que los bebés en el desarrollo de su hijo: la imagi-


surgen del interior de un repollo nación. El hecho de que algo sea
o vienen a bordo de una cigüeña real no es razón válida para sacrifi­
no solo resulta falso, sino también car mitos y fantasías (el mundo no
confuso. Pero no se piense que la necesariamente será un mejor lugar
visión del espermatozoide fecun­ sin Santa Claus y sin iraquíes ocul­
dando el óvulo después del amoro­ tando armas de destrucción masi­
so juego interactivo de papá y ma­ va). Pero entonces, ¿qué decirle a
má le aclarará el panorama. No. El un niño que pregunta por su ori­
niño simplemente formulará nue­ gen? Los mitos del repollo y la ci-
vas preguntas como «¿qué es un güeña son claramente obsoletos. Y
espermatozoide?», «¿qué es un óvu- los niños modernos, cuyo mundo
lo?» o «como yo quiero mucho a está signado por el anime y los vi-
mi primita, ¿quiere decir eso que deojuegos, exigen una explicación
vamos a tener un bebé?». Además, más relevante y verosímil. Es por
usted arriesga otro factor esencial eso que al impúber no hay que de-
cirle que los bebés vienen de París nados con la palabra baby son de
vía la cigüeña. Hay que decirle (es­ pornografía. Y si pregunta por qué
cuche bien) que vienen del Japón no tiene ojos rasgados como la ma­
a través de Internet. «Mirá, mijito», yoría de japoneses, la explicación
dígale al crío. «Vos viniste en el do- es fácil: los personajes de las carica-
cumento adjunto de un correo turas también son japoneses y sin
electrónico. Gracias al amor que tu embargo tienen ojos muy occiden­
papá y yo nos profesamos, los hac­ tales. ¿Y cómo se extrae el bebé del
kers, que de todo se dan cuenta disco duro? Dígale que el archivo
con sus virus, webcams y progra­ con el bebé comprimido se graba
mas espías, nos concedieron el de­ en un disco compacto y se lleva a
seo de tenerte. Así que te progra­ la CDB (Central de Descompresión
maron, te comprimieron en forma- de Bebés) o algo similar. Lo impor­
to EHB (Encapsulated Human Ba­ tante es que su hijo quede satisfe­
by) y te enviaron a nuestra cuenta cho y deje de hacer preguntas. Re­
de correo». Solo tenga cuidado de cuerde que cuestionar atenta con-
no decirle que fue descargado de tra el confort (a menudo mal enten-
tal o cual página web porque puede dido como facilismo) sobre el cual
que el niño se ponga a buscarla y, descansa nuestra civilización mo­
además de que no la encontrará, derna. Por consiguiente, desde ya
se llevará tamaña sorpresa cuando debemos erradicar ese mal hábito
descubra que muchos sitios relacio­ en él. Su felicidad futura lo amerita.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
6 de febrero de 2005
Sobre el cuento corto11
que se volvió cuento de nunca acabar

PRIMERO SE DIJO que era el cuento Pero no es error especular que po­
más corto. Luego, Monterroso mis­ dría ser novela, pues hay en la obra
mo se extrañó de tanta alharaca un complejo desarrollo psicológico
con eso de que su breve dinosaurio de personajes: un dinosaurio empe-
era cuento cuando en realidad, se- cinado en no extinguirse y un ob­
gún él, era novela. ¿Novela o cuen­ servador desconcertado. Sin embar­
to? El problema rebasa una vez más go no debemos desdeñar la hipóte-
nuestros confundidos cánones ta- sis de que se trata de un ensayo,
xonómicos y evade toda clasifica- pues el autor expresa en dicho tex­
ción satisfactoria. Resulta lógico to, de manera breve y didáctica,
pensar que El dinosaurio sea cuen­ sus pensamientos respecto a la ob­
to (tesis más aceptada), pues su solescencia, el pasado persistente,
brevedad y énfasis en las acciones etcétera. También resulta imposible
de los personajes dan pie a ello. invalidar la hipótesis de que el texto
en cuestión sea un poema, pues al despertar cada mañana en un
hay en él una clara imagen alegó- acto por demás cotidiano, lo que
rica. No obstante, también es posi­ nos hace pensar que a lo mejor el
ble identificarlo con un aforismo escrito es un cuadro de costum­
por su ingenio, concisión y tono bres. Y hay razones más que obvias
sentencioso. Y no es descabellado para creer que El dinosaurio, de
pensar que podría tratarse de una Tito Monterroso, puede ser roman­
tragedia: hay en la obra un virtuoso ce, cantar de gesta, poema místico,
protagonista que despierta (desper­ epigrama amoroso, eslogan publi­
tar es siempre una virtud heroica) citario, discurso motivacional, me­
y un trágico desenlace (el dinosau­ moria de labores, instrucciones de
rio sigue allí). Pero aún no agota­ uso de algún dispositivo, mapa en
mos las posibilidades. Como sabe­ clave de un tesoro perdido… En
mos, no hubo seres humanos en fin, estamos ante una obra de siete
la era de los dinosaurios. Esto nos palabras que han generado mil lec­
lleva a descubrir un claro elemento turas. ¿Podrá resolverse la cuestión
mítico en el escrito, razón que nos algún día? El beneficio de la duda
hace pensar que tal vez se trate de a los incansables estudiosos. A fin
una antiquísima tradición oral. Pero de cuentas, el problema es retórico;
las dataciones de fósiles siempre las opciones, infinitas; el empeño
encierran algún margen de error. de clasificar, jurásico y persistente
Es posible, pues, que los primeros como el dinosaurio; y la vida, breve
homínidos hayan visto dinosaurios como cuento de Monterroso.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
18 de abril de 2004
Un cuento de caballería
de la posmodernidad

NO HA MUCHO, por una pradera ca- «Mire su merced», respondió el escu-


balgaban el tío Sam de la Mancha y dero, «que aquellos que tiene por
su fiel escudero Occidente, sobre monstruos no son sino molinos de
su flaco rocín el primero, sobre su viento, y estas que tiene por palabras
craso jumento el postrero, cuando cuerdas no son sino disparates: el
en el vasto descampado fueron a oso, de tierra fría, difícilmente pros­
dar con muchos y tamaños molinos pera en los suelos cálidos y desérti­
de viento. «La aventura guía nuestros cos de Arabia; semítico y terrorista
pasos, Occidente amigo», dijo el tío. no son adjetivos que deban calificar
«¿Ves aquellos horribles y descomu­ a una misma persona; y la enseñanza
nales osos de Medio Oriente; comu­ de Mahoma no es afín a la de Marx».
nistas, musulmanes y terroristas a Pero el tío, sordo a las objeciones
todas luces? He de batirme en duelo de su escudero, puso lanza en ristre,
con ellos y vencer, todo para servicio dio espuelas al rocín y partió con
de mi dama Libertad y eterno fulgor toda intención de acometer. «Non
de la llama que arde en su antorcha». fuyades, enemigos de la libertad y
la democracia», vociferó. «Voto al la nave se desvió de su curso inicial,
cielo que hoy vuestra guerra fría os enfiló a Nueva York y colisionó, el
la hago caliente». Pero había mucho día onceno de un mes noveno, para
viento y las aspas de los molinos gi- horror de miles de observadores,
raban con rapidez y fuerza endemo­ contra una de las torres gemelas del
niadas. El caballero, sin dejar de pro- World Trade Center. No tardaron
ferir desatinos e insultos política­ otros aviones en seguir el ejemplo
mente incorrectos, cabalgó hasta del primero y colisionar con otros
un molino y atinó a clavar la punta blancos de la periferia, suceso por
de su lanza en uno de los brazos del el cual veríamos luego dos guerras
aspa. Pero esta, con su giro vertigino- e inestabilidad mundial. Y aunque
so, levantó al tío de su caballo, lo tan particular aventura tuvo mal des-
hizo dar tres o cuatro vueltas en el enlace, no por ello despreciéis la bi-
aire y lo lanzó al cielo. Allá volaba el zarría de nuestro caballero y la fuer­
caballero de la triste figura, directo za de su brazo. No olvidéis que algu-
a las alturas, cuando se le atravesó nos quijotes, en esas cuitas de ende-
un avión secuestrado por auténticos rezar tuertos y desfacer agravios, a
miembros de un grupo islámico ra- veces resultan (seguro que por obra
dical. El caballero fue a dar de bruces de algún encantador) agravando lo
contra el fuselaje con tal fuerza, que leve y torciendo lo derecho.

Columna Texto en contexto


Magazine 21
5 de septiembre de 2004
Sobre la polarización
ideológica

Así, vida, le divide la divisa.

Instrucciones de cacería

Aparta lámina y animal atrapa.

Sobre las relaciones


por interés

La tipa caza capital.


Sobre madamas que exhortan
a sexoservidoras con problemas de sobrepeso
a consumir estupefacientes

¡A drogar, Ema, ramera gorda!

Sobre obsequios de índole ornitológica


provenientes de una religiosa

Oíd: el albatros sor Tabla le dio.

Sobre la distribución equitativa


del botín entre piratas

Al reparto otra perla.


Otra perla al reparto.
Sobre subordinados imprescindibles

O lo trabaja Bartolo o lo trabaja Bartolo.

Sobre la necesidad de joven turista guatemalteco


en Inglaterra de reivindicar los propios
conocimientos geográficos de la región ante lugareño
de tercera edad que, a su vez, insiste en que
el joven se encuentra perdido

¡Nel13! A su Támesis reconocer sí sé, Matusalén.

Sobre los naturales defectos de ciertos colores y letras

Añil asedia, la I desaliña.


Sobre obras
literarias pretenciosas

Ralo volumen emuló volar.

Sobre el hurto
de medios publicitarios

Allá va la valla.

Sobre los malentendidos generados


por problemas de audición

¿Oí «lujos» o «Julio»?


Sobre la necesidad de atribuirle
nacionalidad centroamericana
a determinados alimentos de origen celestial

A maná pedido, di «de Panamá».

Sobre las exigencias impositivas


del Príncipe de las Tinieblas

A Satanás dad sana tasa.

Sobre jornadas de vacunación masiva

La purga grupal.
Sobre maridos necesitados
de reconstituyentes de la potencia sexual

¡La tiramos, palo! ¡Colapso marital!

Sobre las dramáticas carencias afectivas


de quienes no tienen madre

A la madre imitará para ti, mierda mala.

Sobre la ampliación correlativa

Añádela a la aledaña.
Sobre lo deleitoso que resulta añadir
ciertos entremeses a banquetes de cocina iraní

¿Haba, Baksís? Añádela a la aledaña sis kabab. ¡Ah!

Sobre la apremiante necesidad de que ciertas ciudades


asiáticas licencien el uso de dispositivos automotores
para que algunos empleados del sector alimentario
puedan resolver sus conf lictos existenciales
(palindroma-ensayo que también puede servir
como código secreto entre espías)

Hanoi, si cede motor, ese mesero tome decisión. ¡Ah!

Sobre líderes religiosos amantes del buen comer

A ti, rabísimo, mi sibarita.


Sobre personas de diferente sexo
y ocupación exhortadas a poner dispositivos
audiovisuales en movimiento giratorio

¡Ani! ¡Cobrador! ¡A rodar bocina!

Sobre la diferencia entre conocer


de literatura y crear literatura

¡Sam Ord ni la pasa! ¡Con reconocer no casa palindromas!

Sobre la necesidad de mantener relaciones


diplomáticas sinceras con país del Lejano Oriente

No pajas a Japón.
Sobre la afición de ciertas personas
a tener relaciones sexuales con guías de turismo

La Kity ama cama y Tikal.

Sobre el efecto estético


del ornato citadino

Bella calle «B».

Sobre lo desconcertante que resulta inquirir


por exenciones tributarias a dispositivos electrónicos
de tecnología reciente en ciudad del antiguo Egipto

Ya sé si Luxor exime mi Xerox, Ulises. ¡Ay!


Sobre la necesidad de vocales
más reales y significativas

La U, trivial. La I, virtual.

Sobre el temperamento
de ciertas consonantes

Pacífica P.
La cínica L.

Sobre la necesidad de abrigo de ciertas ciudades


de reconocido clima caluroso

Dad gabán a Bagdad.


Sobre la lógica y obvia disyuntiva entre bebidas
alcohólicas y zapatos deportivos a la hora de ofrecer
presentes a mujer de origen anglosajón

¿Te doy Reebok o beer, Yodet?

Sobre lo heroico que resulta poder identificar


determinadas ubicaciones geográficas

Dice U. que reconoce Reu14. ¡Qué cid!

Sobre dedicatorias literarias


a mujeres de armas tomar

A la renegada generala.
Sobre personas de tendencia ideológica
de izquierda que aman una buena lectura durante
un viaje en avión

Red aero-reader.

Sobre el carácter punitivo que en ocasiones


pueden adquirir las relaciones sexuales

Sex: all axes!

Diálogo parco entre matones de la mafia

–Did it? –I did!


Sobre la mala costumbre de ciertas letras
de cobijarse al abrigo de frutas de posible credo
ideológico de izquierda

T under red nut.

Sobre poderes decadentes

Drowsy sword.

Sobre instructores asiáticos de artes marciales


exhortados a interpretar ritmos afroamericanos
de mediados del siglo XX

Po, bebop!
Sobre la imperiosa necesidad de especificar
algunos tipos de tejido sintético

No, Lynn! Nylon!

Sobre mujeres anglosajonas excepcionales

Elba Kramer’s remarkable.

Sobre el poderío tecnológico de los países


desarrollados del Norte (palindroma-ensayo
que también puede servir como nombre
para corporación multinacional dedicada a la investigación
y al desarrollo de la robótica)

Sci-North-tronics.
Sobre hombres concupiscentes
en aprietos ante sus cónyuges

Deny gross orgy, Ned.

Sobre expresiones coartadas

Drown word.

Sobre deidades poco aplicadas


a sus clases de idioma

Do Grammar, god!
Sobre los comentarios ácidos y corrosivos
de algunos críticos que infaman a determinados escritores
por publicar palindromas imperfectos

¡O, crítico cítrico!


(Lástima que no sale el palindroma).
El as que se convirtió
en el rey de la partida

LA PARTIDA estaba confusa, pues hacía falta una carta. Pero entonces alguien
sacó el as que tenía bajo la manga y, de ese modo, todas las cartas se pusieron
sobre la mesa.
El conejo que tomó Viagra

CIERTO CONEJO deambulaba cabizba- veces hasta que desfalleció. Pero al


jo por su vergel, pues acababa de cabo de una media hora despertó
descubrir que padecía de disfunción con apetito de placeres carnales
eréctil. Se decidió entonces a pro­ aún, por lo que se fue a buscar a la
bar un reconstituyente de la poten­ vecina, con quien tuvo sexo hasta
cia sexual. Compró un frasco de el amanecer. Y como la potencia no
pastillas y resolvió probarlas esa menguaba, se puso a tener relacio­
misma noche con su compañera. nes sexuales con todas las conejas
Todo lo hizo de acuerdo con lo pla- del prado, que pronto quedó con­
neado y los resultados fueron es­ vertido en un auténtico jardín de
pectaculares. Aquella noche hizo el las delicias. Para su asombro, todas
amor con su coneja tres o cuatro quedaban complacidas. «Qué pasti­
llas tan maravillosas», dijo entonces aquel macabro espectáculo, solo
el conejo, que no paraba de inge­ observó con horror cómo uno de
rirlas y coger. Pero muy pronto sus hambrientos engendros se le
sucedió lo inexorable. Todas aque­ acercaba, le lanzaba una mirada en-
llas conejas, preñadas por tanto demoniada y le decía, con voz de
sexo sin protección, comenzaron a ultratumba: «Tengo hambre, papá.
parir. Miles y miles de nuevos co- Tengo hambre. Dame de comer»,
nejitos abarrotaron pronto el prado para luego arrojarse contra él con
y empezaron a comerse todo a su las fauces abiertas y comenzar a de-
paso. Legiones de dientecitos devo­ vorarlo. «No, no», gritó el conejo,
raban la vegetación y sus frutos en que en ese mismo instante desper-
un furor alimenticio sin preceden­ tó. Se dio cuenta de que estaba en
tes, y en un santiamén devastaron la cama con su compañera y de que
aquel campo en su totalidad. Sobre­ todo había sido una horrible pesadi-
vino así el hambre y la crisis. Y ante lla. Cuando al fin se repuso del so­
la mirada estupefacta del conejo, bresalto, vio que su miembro conti-
sus descendientes se violentaron nuaba erecto y que su apetito sexual
unos contra otros y comenzaron a no mermaba. Pensó entonces en
despedazarse a mordidas y a devo­ hacerle el amor a su compañera,
rarse entre sí. Nuestro conejo, que pero se acordó del sueño y optó
ahora se sentía impotente frente a mejor por la masturbación.
El delfín que se infiltró
en los archivos secretos de la CIA

CIERTO DELFÍN hacker estaba nadan­ teró de los secretos grandes y pe-
do en el mar informático de la Web, queños de medio mundo. Pero en­
cuando burló el sistema de seguri­ tonces decidió dar un paseo por
dad de un famoso servicio de inteli- su vecindario acuático. Divisó la
gencia. Consiguió acceder a la com­ región marítima en la que habitaba
putadora central de la institución, y comenzó a hacer zum y más zum
tomó el control de la cámara de vi- hasta que reconoció las aguas, ban­
deo de un satélite espía y comenzó cos y corales de su barrio. Siguió
a escudriñar el orbe desde la panta- haciendo zum y llegó a su propia
lla de su monitor. Hizo innumera­ casa. La curiosidad lo motivó a se­
bles visitas virtuales a los siete con­ guir haciendo acercamientos de
tinentes y a los siete mares y se en- cámara hasta que vio su propio
cuarto, luego su propio escritorio cubrió que allí estaba la equis roja,
y, finalmente, su propia imagen. dibujada en su piel con tinta indele-
Allí estaba entonces el delfín, en la ble a prueba de agua. «¿Qué es
pantalla del monitor, como si esta esto? ¿Qué está pasando aquí?», se
se hubiese convertido en un espe­ preguntó entonces el delfín, presa
jo. «Pero ¿será posible que ese sea del terror. El cetáceo ya estaba
yo?», dijo nuestro amigo cuando consciente de sí mismo y de su
se dio cuenta de que el delfín en propio Truman Show, pero no de
la pantalla, su imagen, tenía una que era parte de un experimento
marca roja en forma de equis en científico realizado por humanos
uno de sus costados. El delfín posó para determinar la capacidad de
la vista inmediatamente en su pro­ autorreconocimiento de algunos
pio costado y, para su horror, des- animales acuáticos.
El imán que dejó
de ser atractivo

HABÍA UNA V EZ un imán que estaba meterse a una cirugía plástica para
muy triste, pues las guapas piezas reconstruir su imagen. Muy pron­
de metal a su alrededor ya no se to quedó transformado en un vis­
sentían atraídas a él. Y a causa de toso imán de refrigerador, cuyo
tanto rechazo estaba comenzando colorido llamaba la atención y era
a sentirse feo. Se sumió entonces el deleite de quien lo admiraba.
en una depresión profunda y, des­ Pero el cambio de imagen resultó
esperado, cometió la terrible equi- efectivo y contraproducente a la
vocación de creer que su falta de vez: el imán, que solo quería recu-
magnetismo se debía a su aparien­ perar la confianza en sí mismo,
cia externa. Decidió entonces so­ resultó yéndose al extremo del
polo y convirtiéndose en un en­ Cierto día se topó con un espejo
greído de mierda. Ahora era in­ imantado, se vio en él y, tan ena­
creíblemente atractivo, pero tam­ morado como estaba de sí mismo,
bién insufriblemente narcisista, se sintió fatalmente atraído a su
por lo que repelía a todos con su propia imagen. Se adhirió enton­
egolatría y vanidad. Sin embargo, ces al espejo y se quedó atascado
todo esto lo tuvo sin cuidado. allí por el resto de su existencia.
El insecto que tenía un optimismo
del tamaño de un elefante

«¡LA VIDA es una mierda!», gritaba una mosca embargada por la felicidad.
El león que sí era
como lo pintaban

LO PINTABAN como perro, meneaba mo león, se decía auténtico. Lo


la cola. Lo pintaban como mono, pintaban como camaleón, se decía
se desvivía en monerías. Lo pinta­ polifacético. Lo pintaban como pá­
ban como cordero, se hacía el ino­ jaro, se sentía en las nubes. Lo pin­
cente. Lo pintaban como lobo, per­ taban como cucaracha, todo mun­
seguía caperucitas. Lo pintaban co- do se paraba en él.
El libro que fue juzgado
por su portada

«SOY INOCENTE», dijo aquella novela policíaca titulada ¡Culpable!, pero el ju-
rado no le creyó y la halló culpable.
El original descubrimiento
del agua azucarada (y los mil y un
originales descubrimientos
del agua azucarada que le siguieron)

HUBO UNA V EZ un fulano que, deseo- Así que el fulano causó sensación,
so de ganar notoriedad y fama en logró la notoriedad que buscaba y
su pueblo, vino y descubrió el agua en poco tiempo fue alabado y queri-
azucarada. La dio a probar a familia­ do y respetado y todo eso. Pero
res, amigos y demás habitantes del aquel hombre no era el único que
pueblo. Toda la gente, cansada ya ansiaba notoriedad y fama, por lo
del agua insabora, inodora e incolo­ que no tardó en aparecer un segun­
ra, fue de la opinión de que el agua do, tercero, cuarto, enésimo fulano
azucarada sabía muy bien (téngase en venir, aplicar la estrategia del pri-
en cuenta que aquella era realmente mero y descubrir otra vez el agua
la primera vez que se descubría). azucarada. Se desató una fiebre de
descubridores del vital líquido en­ a ese», decían. «Está descubriendo
dulzado. Sin embargo, ninguno lo- el agua azucarada». Y la gente se
gró el impacto que había causado daba la vuelta y se marchaba. No
el primero. Por tanto, los posteriores obstante, como las ansias de noto­
descubridores no tuvieron más re­ riedad eran muchas y los escrúpulos
medio que irse de aquel pueblo y pocos, los descubridores del agua
probar suerte en otros lugares. Así azucarada se las ingeniaron para ga-
fue como se propagó por todos los nar notoriedad y fama y ser alabados
pueblos del mundo la manía esa de y queridos y respetados y todo eso.
andar descubriendo el agua azuca­ Vertieron el agua azucarada en una
rada. Pero no tardó la humanidad olla, le agregaron masa de haba, plá-
en hartarse del agua endulzada y de tano, maíz o algún otro menjurje y
las pretensiones de originalidad de la pusieron a hervir. Luego dejaron
sus presuntos descubridores. Así que se enfriara un poco, se embarra-
que estos muy pronto encontraron ron la yema del índice de tal prepa­
detractores que advertían a los de­ rado y, desde entonces, dan atole
más del engaño. «No le hagan caso con el dedo.
El trece que quiso
sacarse la lotería

HABÍA UNA V EZ un trece que ya esta- que estés sólo habrá infortunios y
ba harto de que todos lo asociaran tragedias. Convéncete de ello. Si
con la mala suerte, por lo que deci- no, date cuenta de cómo a muchos
dió un buen día sacarse la lotería. edificios, por ejemplo, no les asig­
Se puso entonces a comprar bille­ nan nivel decimotercero (sobre
tes enteros. Todos los fines de se­ todo en sociedades del primer
mana leía sin falta los listados de mundo, presuntamente las más de­
premios en los diarios, pero nunca sarrolladas y menos supersticiosas).
le pegaba a ninguno. «No seas ne­ ¿No te das cuenta? No insistas».
cio», le decían los demás números. Pero con comentarios como este
«Eres de mal agüero y dondequiera sólo conseguían que el trece se
obstinara más en su empresa. que nadie se explica, fue contrata­
Nuestro número seguía compran­ do por una compañía de seguros.
do billetes, pero nunca tenía suer­ El trece aprovechó la oportunidad
te. Llegó a desesperarse tanto que y trabajó duro. Pronto se hizo de
comenzó a buscar la ayuda de amu­ muchos clientes y mucho dinero.
letos como patas de conejo, herra­ Tanto así que hasta renunció y fun-
duras de caballo, cabezas de ajo y dó su propia aseguradora, con la
lociones de Ven a Mí, pero ni así que además le fue muy bien. Y aho­
lo lograba. Y hasta fue con brujos ra que es muy importante, los de­
para que le hicieran curas y chil­ más números le dicen don Trece.
queadas, pero así solo consiguió Por supuesto que olvidó el asunto
contraer muchas deudas y quedar­ aquel de la lotería, pues ahora cree
se sin dinero para comprar más nú- en el esfuerzo personal, el trabajo
meros de la lotería. De ese modo, duro, la competitividad y esas co­
nuestro desventurado trece ya no sas. Y cada vez que alguien viene
tuvo más remedio que ponerse a a hablarle de buena o mala suerte,
buscar trabajo. Por alguna razón nuestro trece sólo se ríe.
El vampiro que se volvió escritor

HUBO UNA V EZ un joven vampiro hasta muy entrada la mañana, si


que se apasionó por las letras. En no es que pasaba del mediodía y
lugar de salir por las noches a cazar seguía de largo hasta el atardecer.
sangre humana, como todos los Muy pronto, y ante la preocupa-
de su especie, se quedaba encerra­ ción de sus más allegados, el vam­
do en su cripta escribiendo. Pero piro escritor terminó durmiendo
así como muchos escritores huma­ de noche y trabajando de día, con
nos encuentran más inspiradora la lo que también empezó a desarro­
noche, nuestro vampiro descubrió llar un retorcido y malsano gusto
que el día era el momento más por la claridad diurna. Su fascina-
propicio para su labor literaria. De ción por lo prohibido lo llevó in­
ese modo se desvelaba trabajando cluso a rechazar lo gótico, macabro
y oscuro, tan esencial en los vam­ rayos de sol, en cantidades míni­
piros, para después abrazar una mas y controladas, generan estados
morbosa afición por el estilo feliz, alterados de conciencia en aquellos
humano, vivo y diáfano, que se seres, por lo que resultan un aluci-
marcaba muy notoriamente en sus nógeno natural para ellos. El asun­
escritos. Dicen que hasta llegó a to es que el vampiro escritor termi-
profesar un amor tierno y desinte­ nó convertido en un ser diámbulo
resado por la humanidad y que llo- y helioadicto: dormía de noche, se
raba al ver una flor o la sonrisa de inyectaba luz diurna en las venas
un niño. Pero lo más alarmante es y escribía de día. Cuentan que mu-
que desarrolló una fuerte adicción rió de una sobredosis de sol y que
a la luz solar. Por supuesto que di- se convirtió en una leyenda entre
cha luz es letal para cualquier vam­ sus congéneres, en una suerte de
piro. Sin embargo se sabe que los poeta maldito.
La berenjena que se creía huevo

QUIZÁ P OR TOMARSE demasiado en que dejara de creerse tan especial,


serio su nombre en inglés, una jo- pues con ello incurría en soberbia,
ven berenjena creía con todo su y que buscara que hacer para
ser que era un huevo y que en su mantener ocupada la mente, pues
interior se gestaba un ave vola- la pereza también era pecado ca­
dora. Cometió la imprudencia de pital. Su psiquiatra le dijo que
contarle esto a medio huerto. Sus esos pensamientos eran producto
amigos se rieron. Su novia le dijo de un conflicto irresoluto de sus
que madurara. Su párroco le dijo días de semilla, que tendría que
medicarla, que tomara las cosas se abría más y más, y cómo de
con calma y que fueran un paso esta emergía un ala emplumada.
a la vez. La confundida verdura La pobre se asustó tanto que allí
comenzó con su tratamiento y mismo se tomó una doble dosis
poco a poco se fue convenciendo de su medicamento, se persignó,
de que era una berenjena común cerró los ojos e imploró al cielo
y corriente. Pero una mañana, jus­ que al abrirlos ya hubiesen desa-
to al levantarse, vio una fisura en parecido el ala y la fisura y que
su cáscara. La berenjena solo ob- todo aquello no hubiese sido más
servó con espanto cómo la grieta que una alucinación.
La Coca-Cola que quiso ser
la última del estadio

EN T ODO AQUEL coliseo deportivo ca. Determinó entonces eliminar


sólo había un dispensador de ga­ a la competencia y convertirse en
seosas en lata. Y en ese dispensa­ la última Coca-Cola del estadio.
dor vivía una Coca-Cola que tenía Para ello se valió de tácticas arteras
sed de popularidad. Quería que to- y despreciables. A esta lata le metió
dos los visitantes del estadio se fija- zancadilla. A aquella otra le puso
ran únicamente en ella. Pero pron­ cascarita. A unas las empujó para
to se dio cuenta de que no estaba que cayeran al suelo, se lastimaran
sola en la máquina. Junto a ella ha- y fueran retiradas del dispensador.
bía por lo menos un par de doce- A otras las agitó para que explota­
nas de enlatadas de la misma mar­ ran cuando fueran abiertas. En fin,
en poco tiempo las eliminó a todas Coca-Cola cuando vio que todos
y logró así su maquiavélico objeti­ pasaban de largo, pues al otro lado
vo: tras el vidrio protector quedó del pasillo había un nuevo y flaman­
únicamente nuestra Coca-Cola y te dispensador de cervezas frías en
su apetitoso envase rojo bañado lata. La Coca-Cola observó esto con
en helada escarcha, que brillaba en amargura y se quedó allí, desprecia-
todo el dispensador como un oasis da y triste, pero sobre todo sola.
en el desierto. «Qué deseada voy No había en todo el dispensador
a ser. Todos van a tener sed de mí. una amiga con quien desahogar su
Soy la última Coca-Cola del esta­ dolor y enjugar sus lágrimas, pues
dio», se decía a sí misma la carbona- a todas las había hecho lata. La su-
tada en lata con regocijo inconteni- sodicha tuvo que soportar el resto
ble. Pero entonces hubo un partido de su vida útil en la más abyecta
importante y el estadio se llenó a soledad. Y cuando alcanzó la fecha
reventar. Muy pronto les dio sed a de vencimiento, simplemente fue
los visitantes y fueron por una bebi- retirada del dispensador y arrojada
da. Cuál fue la sorpresa de nuestra al bote de basura.
La fábula que no tenía moraleja

CIERTA FÁBULA estaba preocupada cuenta de que no había nada más


porque no conseguía dejar una mo­ aleccionador que el defecto. Com-
raleja. Le pidió ayuda a su fabulista, prendió que dejar moralejas era
pero este atravesaba por un fuerte cuestión de algún burro que hiciera
bloqueo literario. Buscó inspiración burradas, de algún zorro que fuera
en densos tratados de ética y filo­ un zorro o de alguna liebre que se
sofía, pero se metió demasiada teo­ durmiera en sus laureles. Decidió
ría en la cabeza y terminó más con­ entonces ser imperfecta. Se puso
fundida. Por último se puso a releer a cometer errores, a meter la pata
a Esopo, La Fontaine, Samaniego y a granel, y así consiguió dejar mu­
demás clásicos, y por fin se dio chas moralejas.
La fresa que quiso
ser «underground»

ÉRASE UNA V EZ una fresa adolescen­ la fresa sentía una gran admiración
te tan trivial que escuchaba la mú- (muy cercana a la atracción) por
sica de moda, leía las revistas de aquel limón irreverente e impulsivo,
chismes de los famosos y se iba de que además era artista, oía música
shopping los fines de semana con alternativa, anhelaba andar de mo­
otras fresas de su edad. Todo era chilero por el mundo, había proba­
color de rosa en su vida hasta que do uno que otro alucinógeno, tenía
un día se le atravesó un limón que una banda de música ska y maneja­
empezó a molestarla, a decirle cosas ba una Harley. Pero aquel senti­
y a proponerle indecencias. La fresa miento quedó oficialmente definido
se asustaba al principio. Luego fingía como atracción el día que el limón,
indiferencia. Pero el limón era inge­ imitando a Jim Morrison, se metió
nioso y siempre lograba sacarle son­ por la ventana al cuarto de ella, la
risas. Pasaba que, muy en el fondo, vio fijamente a las pepitas y le dijo:
«Tú vas a ser mi chica». Comenzaron que escogiera una. La fresa natural­
a salir. El limón, que era bien ácido, mente eligió la píldora roja (tal vez
se la llevaba a fiestas clandestinas. porque la sintió más afín a ella por
Nuestra fresita muy pronto dejó el ser del mismo color), la ingirió y
mainstream y empezó a escuchar descubrió que todo lo que había
música underground, a fumar ma­ vivido hasta ahora había sido un
rihuana y a hacerse tatuajes. Des­ sueño: que ella y las demás frutas,
pués ya sacaba el carro a escondidas incluido su limón, en realidad vivían
de sus papás, les contestaba mal a apiladas en uno de los comparti­
estos y se enmotelaba con su novio. mientos de la refrigeradora de una
Durante algún tiempo fue alegre casa y que el destino final de todas
toda esta vida de inconsciencia y era ser consumidas por los huma­
libertinaje, pero entonces la fresa nos que allí habitaban. Por supuesto
comenzó a hastiarse de todo y a que este conocimiento fue pertur­
preguntarse si no había algo más. bador, pero después la fresa se
Fue así como una noche, durante enteró de que había maneras de
un rave, nuestra fresa conoció a un escapar del refrigerador y librarse
extraño kiwi quien, al estilo de de aquel fatídico desenlace. De lo
aquel iluminado de la matriz, la que nunca podría escapar, eso sí,
llevó a un lugar solitario y le ofreció era de su calidad de fruta perece­
la verdad que tanto anhelaba. Le dera. Y todo esto la hizo madurar.
mostró dos píldoras: una azul y una Desde aquel instante, nuestra
roja. Le explicó que la azul la haría pequeña fruta comenzó a militar
regresar a su mundo de fantasía en el Frente Unido para la Libe-
frívola, mientras que la roja le abriría ración de las Hortalizas Domésticas,
los ojos a la realidad. Luego le pidió pero sobre todo se aferró a la vida
y tomó esta más en serio. Todo lo tarla a un brunch. La fresa intuyó
vio diferente en su entorno y, de malas intenciones y se negó. Menos
esa cuenta, comenzó a ver a su mal porque el banano, que era un
limón como un niño insolente, re­ espía de los humanos, quería llevar­
belde sin causa, que sólo quería lla- la directo al plato de un morador
mar la atención y llevarles la contra­ de aquella casa: cierto joven influen­
ria a las frutas adultas. Sin más ni ciado por la publicidad gringa que
más cortó la relación y, gracias a la un día decidió probar los Corn
conciencia adquirida, supo descon­ Flakes con fresas en lugar de bana­
fiar de cierto banano que un día no. De la que se salvó nuestra fresa
llegó a tratar de enamorarla y a invi- por dejar de ser fresa, ¿verdad?
La hiena que tomó Prozac

HABÍA UNA V EZ una hiena que, por de la nueva era en busca de consue­
culpa de una severa depresión, ha­ lo, pero nada parecía aliviar su dolor.
bía perdido la sonrisa que tanto la No obstante, cierta mañana en que
caracterizaba. Comenzó entonces a estaba a punto de deprimirse y no
tomar antidepresivos y, cuando vino encontraba por ningún lado sus pas­
a sentir, en su rostro brillaba una tillas, la hiena por fin se dio cuenta
vez más una sonrisa de oreja a oreja. de que toda su infelicidad radicaba
Pero había un pequeño problema: en su terror a ser infeliz. «¿Cómo?»,
su nueva sonrisa no era más que un se dijo a sí misma en un momento
gesto superficial. En el fondo nues­ de insight. «¿Perdí mi sonrisa por
tra carroñera amiga era un ser aba­ miedo a perder mi sonrisa?». La hie­
tido por la tristeza y la desolación. na estalló en sonora carcajada y se
Acudió entonces a la literatura de hizo la promesa de no volver a depri-
autoayuda y a una que otra religión mirse por francas estupideces.
La manzana que estudió semiótica

ÉRASE UNA V EZ una manzana que bernética, programas, autómatas,


encontró interesante eso de ser etcétera. Cuando vino a sentir, la
el símbolo de la tentación, el peca- manzana ya estaba inscrita en la
do, la sensualidad y otros concep­ Universidad de los Vegetales y de
tos relacionados. Así que empezó la noche a la mañana se estaba
a investigar acerca de los simbolis- graduando con honores de docto­
mos y las connotaciones y convir- ra en Semiótica. Ya con su título
tió en su pasión el desentrañar los y sus conocimientos, la manzana
misterios de la comunicación, la empezó a comprender por qué
semiótica y la lingüística. Muy simbolizaba seducción y lascivia
pronto aquella afición se extendió para los seres humanos y cómo
a cálculo proposicional, lógica, sis- todo había comenzado con Adán
temas de numeración binaria, ci­ y Eva, la fruta prohibida y demás.
Pero lo irónico del asunto es que, hombre de negocios era nada más
pese a que nuestra fruta ya com­ y nada menos que Steve Jobs, co­
prendía su naturaleza y este cono­ fundador de Apple Macintosh,
cimiento la hacía muy poderosa, marca de la cual nuestra manzana
ella misma no pudo evitar la tenta- mordida se convirtió en logotipo
ción de ser mordida (quiero decir y, después, en el icono de una de
literalmente mordida, no soborna­ las revoluciones más importantes
da, si bien la confusión es lógica de la era de la informática con los
y aceptable) por un brillante hom­ lemas aquellos del power to be
bre de negocios quien, sin más ni your best y el think different, tan
más, se la ganó para siempre. Y tentadores como la manzana mis­
no podía ser de otro modo. El ma para el consumidor objetivo.
La página web poco interactiva

H ABÍA U NA V EZ una página web a sudar y a comerse las uñas.


tan, pero tan tímida, que se asus­ Siempre buscaba pretextos para
taba solo de pensar en salir al no verse con el usuario, pero
encuentro con el navegante de nunca halló otro más eficaz y va-
Internet e interactuar con él. Se ledero que el viejo truco de no
horrorizaba cada vez que alguien aparecerse y desplegar, en su lu-
tecleaba su URL y oprimía enter. gar, el maldito rótulo ese de site
La pobre página web comenzaba under construction.
La pera que estuvo en boca de todos

A LA POBRE PERA le ardían las orejas, tes fiables que la pera es una fruta
pues un grupo de humanos hablaba dulce y jugosa, muy apetecida por
pestes de ella. Que esa pera tal por su alto valor nutricional y exquisito
cual. Que qué se cree. Que quién sabor. Conjeturó entonces que a lo
le dijo que era tan apetecida. Que mejor su sufrimiento era producto
su color tan ordinario aquí. Que su del karma, pues una leyenda familiar
sabor tan desabrido allá. «Por qué contaba que la fruta mordida por
me odiarán tanto», se preguntaba Adán y Eva no había sido una man­
la pera, que no paraba de llorar. zana, sino una pera, que además re-
«Qué les habré hecho yo de malo». sultaba ser su tátara-tátara-tatara-
Primero pensó que tal vez ella era buela. Pensaba, pues, que tal vez
la amarga, pero averiguó por fuen­ por eso la odiaban tanto: porque
gracias a su pariente la humanidad correcta. Resulta que todos aquellos
había sido desterrada a este valle habladores estaban tan obsesiona­
de lágrimas. Pero no. Descubrió que dos con su figura que se habían so-
los seres humanos no veían como metido a dietas tan irracionales co­
fruta prohibida a la pera, sino a la mo rigurosas. Por tal razón tenían
manzana, que era tan apreciada y hambre y, como no podían degustar
consumida a pesar de ello. Final­ la pera, la habían agarrado contra
mente se le ocurrió que a lo mejor ella. «Retahíla de anoréxicos», dijo
el problema no era ella, sino aque­ entonces la pera. «Como no pueden
llos hombres y mujeres que tanto morderme ni saborearme, pues
hablaban de ella. Se puso a hacer usan la boca para pelarme. Con qué
averiguaciones y descubrió, para su razón dicen que quien habla de la
sorpresa, que esta era la hipótesis pera comérsela quiere».
Disertaciones tangenciales

(1) En Guatemala, variación coloquial de zocado: borracho, ebrio (teniendo en


cuenta que la zeta se pronuncia igual que la ese en América).
(2) Soneto escrito por diciembre de 1999.
(3) Lamento informar que el texto referido por este título se hallaba almacenado
en una memoria portátil que resultó infectada por un virus. Así que el archivo
se dañó irremediablemente y, por lo tanto, ya no pudo ser incluido en esta
obra. Mis más sinceras disculpas.
(4) Inspirado en el cuento El Sur, de Edy Behar.
(5) Referencia a la película de ciencia ficción Blade Runner (1982), de Ridley Scott,
basada en la novela Do Androids Dream of Electric Sheep? (¿Sueñan los androi-
des con ovejas eléctricas?), del escritor estadounidense Philip K. Dick. Aunque
con sus obvias diferencias, tanto la novela como la película ofrecen una reflexión
sobre la posible humanidad de los androides autoconscientes y sensibles.
(6) Alusión al ex presidente de facto Efraín Ríos Montt, también pastor evangélico.
(7) Referencia a la película Apocalypse Now (1979), de Francis Ford Coppola.
(8) Tragedia acaecida el 22 de febrero de 2007 en dicho barrio, zona 6 de la capital
de Guatemala, cuando el suelo colapsó por defectos en la infraestructura subte-
rránea de drenajes, lo que produjo un agujero de cincuenta metros de diámetro
por sesenta de profundidad y provocó la destrucción de algunas viviendas y
la muerte de varias personas.
(9) Alusión a los restaurantes McDonald's de Guatemala, que en su mayoría cuen-
tan, en la entrada, con una réplica de fibra de vidrio del payaso Ronald McDo-
nald, en tamaño natural, sentado en una banca de madera. La historia aquí na-
rrada fue muy popular aproximadamente entre los años 2002 y 2004, cuando
los habitantes de Antigua Guatemala la contaban como realmente acaecida
en el restaurante de dicha ciudad.
(10) Esta antología recopila una serie de textos cuyo objetivo era, literalmente, re-
producir una imagen (fotográfica) en mil palabras. Así pues, las palabras que
componen esta narración, incluidas las del título, suman exactamente el millar
y están inspiradas en una fotografía del artista español Justo Gil.
(11) El dinosaurio, de Augusto Monterroso, considerado por muchos como el
cuento más corto en la historia de la literatura. El cuento completo dice: «Cuan-
do despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».
(12) El término aprobado por la Real Academia Española es palíndromo. Sin embar-
go, palindroma (sustantivo masculino) también es usual y es el nombre con
que yo, particularmente, conocí este subgénero literario. Se trata de una palabra
o frase que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Al-
gunos ejemplos (no de mi autoría): Ojo rojo, Reconocer y Dábale arroz a la
zorra el abad.
(13) No en algunos contextos informales de Guatemala.
(14) Abreviación coloquial de Retalhuleu, ciudad de Guatemala.

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