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CÓMO SER UN GUERRERO DE ORACIÓN

Lectura bíblica para hoy:

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar” (Lucas 18:1)

Enseñanza para hoy:

Esta mañana, mi estimado hermano(a), deseo sinceramente que Dios le bendiga y que el estudio de este día sea
de gran bendición para su vida espiritual.

En el segundo libro de los reyes capítulo 4 encontramos una bella historia que nos ilustra dos aspectos importantes
de la oración. Sería una bendición que usted se tome el tiempo para leerla entre los versículos 8 y 3. Sucede que
una mujer, de quien la Biblia no nos da su nombre, es muy hospitalaria, especialmente con el profeta Elíseo, a
quién ella considera un santo varón de Dios. De tal manera que hasta le pide a su esposo que construya un
aposento para hospedar al profeta. En gratitud a este gesto de hospitalidad el profeta Elíseo pregunta qué puede
hacer a favor de aquella noble mujer. Por medio de su siervo Giezi, el profeta descubre que aquella mujer no
podía tener hijos y justo al año ella da a luz un hijo varón. Hasta aquí hermano, la historia es todo color de rosa…

Pero cuando el niño ya estaba crecidito. Un día que acompañaba a su padre en la labor del campo le dio un fuerte
dolor de cabeza y su padre lo envió de vuelta a casa y justo a mediodía el niño murió sobre las rodillas de su
madre. ¿Qué hubiera hecho usted ante esta situación? Aquella valiente mujer pidió un criado y una asna para
correr hasta el Monte Carmelo en búsqueda del profeta con la esperanza que Dios podía devolverle la vida a su
hijo.

Aquella madre desesperada se aferra a los pies del profeta suplicando por la vida de su hijo de tal manera que el
siervo de Eliseo pregunta si la aparta de él. A lo que el profeta responde: “déjala porque grande es su angustia”.
Ahora le suplicó la mayor concentración posible, porque a partir de esta escena es de donde vamos a extraer las
valiosas lecciones que nos ayudarán especialmente en esas intensas luchas que tenemos con Dios en oración.

Ante la urgencia de aquella madre el profeta le pide a su siervo que tome su bastón y corra lo más rápido posible
hasta el aposento donde había sido dejado el cuerpo sin vida del pequeño. El profeta fue muy claro en sus
instrucciones: el siervo no debía detenerse ni siquiera a saludar a alguien, colocar el bastón en la frente del niño
y entonces se esperaba que sucediera el milagro…

Mientras el siervo corría lo más rápido que daban sus piernas aquella madre no soltó al profeta jurando no
apartarse de él hasta que fuera con ella a ver al niño. Y es aquí que encontramos la primera lección de esta historia
que deseo resaltar esta mañana. En las batallas de oración, especialmente en aquellas que requieren de una
ferviente lucha de rodillas. Necesitamos tener la actitud de aquella mujer: la actitud de aferrarnos al Señor con
todas nuestras fuerzas. ¿Cuántas veces usted y yo hemos llegado a creer que todo está perdido? A veces la vida
golpea tan fuerte que parece que no hay esperanza. ¿Cuántas veces he encontrado hermanos o hermanas
desanimados en sus casas, que por alguna tristeza o una amarga noticia dejaron de asistir a la iglesia y renunciaron
a su fe? ¿No es acaso en esos momentos de angustia cuando más debemos acercarnos a Dios? Sí, cuanto más duro
sea el golpe más fuerte debemos aferrarnos al único que puede ayudarnos.

A Eliseo no le queda de otra que seguir a aquella madre hacia el aposento donde estaba el cuerpo del niño.
Mientras tanto, Giezi llega hasta el aposento y cumple, al pie de la letra, con todas las instrucciones del profeta.
Sin embargo, no sucede nada. El cuerpo del niño sigue inerte sobre la cama, sin vida. Este siervo obediente, pero
evidentemente sin el mismo nivel de fe que su amo, regresa hasta encontrar a Eliseo que venía con la madre.
Enseguida el siervo da el informe cumplidamente a su amo de haber cumplido con lo solicitado y del pésimo
resultado.
Ahora Eliseo y la madre apresuran sus pasos hasta llegar al aposento. Cerrada la puerta, Eliseo ora a su Dios con
fervor, pero nada sucede. No obstante, el profeta no se rinde a la primera, sino que coloca su cuerpo sobre el
cadáver para darle calor y vuelve a orar. Repite la acción varias veces hasta que el niño estornuda siete veces y
vuelve a la vida.

¿Cuál es la diferencia entre Eliseo y Giezi? ¿Porque el milagro no sucedió con el siervo? Realmente no hace falta
responder a esta pregunta. Pero es aquí, en lo obvio, dónde está la preciosa lección que deseó dejar tatuada en su
corazón, mi hermano(a). El siervo simplemente cumplió con lo solicitado, pero evidentemente no tenía ningún
interés genuino por el resultado. No era su hijo el que estaba tendido. Pero el varón de Dios oró con fervor, insistió
en la oración y no desistió hasta recibir una respuesta de parte de Dios.

Dios necesita guerreros y guerreras de oración con esta cualidad. Porque el Señor ha prometido siempre contestar
nuestras oraciones. Pero muchas veces es necesario perseverar en la oración hasta recibir la respuesta. No importa
si al final de nuestra lucha de oración recibimos aquella respuesta que recibiera el apóstol Pablo: “bástate mi
gracia”. Pero, aunque la respuesta sea negativa, el guerrero de oración solamente se ve satisfecho hasta recibir
una respuesta.

Querida hermana(o), quiero invitarle a recordar aquella causa que ya ve como pérdida. Aquello por lo que ya dejó
de orar. Tal vez un hijo. Un amigo a quien ya ha intentado darle a conocer el evangelio y parece que todo esfuerzo
ha sido en vano. Si Dios no ha dado una respuesta le invitó a actuar como Eliseo. Vuelva a orar, pero alterne con
la oración la acción decidida y pertinente. Por ningún momento dude que Dios dará una respuesta.

El texto de hoy es la introducción a una parábola que Jesús contó para enfatizar “la necesidad de orar siempre y
no desmayar”. A través de esta parábola Jesús enseña que la perseverancia es la mano derecha de la oración.

Aplíquelo hoy a su vida:

1. Aparte en su agenda diaria suficiente tiempo de calidad para orar.


2. Aunque puede orar en cualquier lugar o circunstancia, tenga un lugar especial para hablar con Dios
cada mañana.
3. Sea específico para orar, Dios lo sabe todo, pero él desea que la oración nos acerque más a él ¿por
quién(es) está orando para que entreguen su vida por el bautismo este 2-septiembre?

Orando por un Milagro.

1. El milagro de buscar a Dios en primer lugar en mi vida


2. El milagro de tener un corazón obediente a la voluntad de Dios
3. El milagro de ver a mi familia en el reino de Dios
4. El milagro de dar una ofrenda para la Radio Adventista
5. El milagro de un reavivamiento en mi iglesia y mi grupo pequeño.
6. El Milagro de ver mil personas bautizarse el 2 de septiembre.

¿Qué milagro quiere que Dios haga en su vida?


Pr. Selvin Sosa

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