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Miércoles, 4 de mayo de 2016 Literatura Española


Carrera de Literatura UMSA

“Las intervenciones de Ginés de Pasamonte y la presencia de la picaresca


en el Quijote”

Carla G. Mogrovejo Rivero

Como bien se sabe, la novela de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, publicada en dos partes,
1605 la primera y 1615 la segunda, es considerada como una obra fundamental para la
configuración de la narrativa contemporánea. Una de las razones es la red de intertextualidades que
se presenta en el interior de la novela. El objeto del siguiente análisis no es pues otro que una de
esas intertextualidades, específicamente, la que se presenta a partir del encuentro que Don Quijote
tiene con Ginés de Pasamonte. Sin ser un planteamiento que se jacte por su novedad, se pretenderá
establecer una relación entre este personaje (Ginés de Pasamonte) y la novela picaresca. En esto, es
importante mencionar que se considerará la forma de hablar del héroe picaresco, tal como lo
presenta Gonzalo Sobejano en su artículo “Un perfil de la picaresca: El pícaro hablador”, como
elemento determinante para la definición de la picaresca. Así, el enfoque del estudio será el cómo
se configura esa intertextualidad principalmente a partir del estilo directo planteado por Graciela
Reyes en Polifonía Textual que, junto a las concepciones de Sobejano, conforman los principales
recursos teóricos del análisis. De esa manera, se pretende comprobar que a partir de la
presentación, mediante el estilo directo, de las intervenciones de Ginés de Pasamonte, se construye
un personaje que, a su vez, hace posible la presencia de la picaresca en el Quijote. En ese sentido,
primero se desarrollará el proceso de quiebre de un discurso hegemónico y, posteriormente la
construcción del fenómeno intertextual. Además, también es importante recalcar que a medida que
el trabajo avance, y sobre todo según sea o no pertinente, se expondrán con mayor detalle los
conceptos y nociones hasta ahora planteadas.

En primera instancia, un breve acercamiento al capítulo1 sobre la aparición de los galeotes


ayudará a la mejor comprensión del análisis. Al encontrarse Don Quijote con unos galeotes que
están siendo llevados por unas2 guardas, siente compasión y decide ayudarlos dándoles libertad.
Con esa intención se acerca a ellos y entre los galeotes con los que interactúa se encuentra Ginés de
Pasamonte, el único del que se nos da el nombre y con el que tiene la conversación más extensa. En

1
Capítulo 22- I
2
Se utilizará la acepción de género usada en la novela. Así: la guarda y no el guarda.
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dicha conversación, no solo se revela características de Pasamonte, sino que se evidencia una
especie de patrón de comportamiento del narrador. Como Platón expone en la República y como
Graciela Reyes retoma en Polifonía textual, todo narrador se encuentra frente a tres modos de
referir a los acontecimientos de la historia. Con palabras de Reyes, está el estilo directo, el estilo
indirecto y el estilo indirecto libre. Detengámonos en el primero. En él, el estilo directo (ED), la
historia se cuenta a través de los personajes mismos, es decir mediante sus diálogos. A diferencia de
los otros modos en los que la voz del narrador y la voz del enunciador se hacen difíciles de
distinguir, en el ED no hay lugar para ambigüedades. Volviendo al episodio cervantino,
observamos que de las diez intervenciones que hace Ginés de Pasamonte, las diez se hacen en
forma de diálogo. De cierta manera, el narrador se desliga de su labor y cede la palabra al otro, al
personaje. Aunque no se puede hacer una aserción sobre todas las veces en las que el narrador cede
la palabra a los personajes y aquellas en las que opta por narrar lo que dicen, ciertamente es
evidente que en la mayoría de las ocasiones se opta por el diálogo. Así, como afirma Helen Reed
en su artículo “Theatricality in the Picaresque of Cervantes”, esto ocurre no sólo con Pasamonte
sino con los personajes pícaros que se presentan en toda la obra de Cervantes: “Cervantes' pícaros,
once introduced by the narrator, often temporarily assume the narrator's role and recount their tales
to a companion or doublé.”3 (Reed, 2006) La actitud del narrador frente a las intervenciones de
Ginés de Pasamonte solo sería un caso de los muchos en los que, a través del ED, el personaje
asume la labor narrativa y, tanto su discurso como sus implicaciones, se presentan en el texto de
manera explícita.

De esa manera, mediante el ED se “marca la zona del “discurso del personaje” que suele
oponerse en bloque al del narrador.” (Reyes, 1984: 80). Veamos cómo se presenta esa oposición. El
principal companion de Pasamonte viene a ser Don Quijote (sin dejar de tomar en cuenta a los otros
galeotes, a las guardas y a Sancho), pues es con quien interactúa más y, además, con quien se hace
más evidente el contraste entre discursos. Aunque se observa una suerte de confabulación entre Don
Quijote y los galeotes ante otro bloque conformado por las guardas, los registros lingüísticos nos
permiten plantear otro tipo de contraposición. Por un lado, los galeotes, con un registro vulgar e
incluso propio de los “maleantes”. Y, por el otro, las guardas y Don Quijote, con un registro más
culto. En el caso específico de Ginés de Pasamonte, el contraste de registro se evidencia, por
ejemplo, cuando él se refiere a la escritura de su autobiografía: “si la mía quiere saber, sepa que yo
soy Ginés de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares” (Cervantes, cap. 22; I). El
reemplazo de los pulgares en vez de “por estas manos” sería, según la edición del Centro Virtual

3
En Cervantes, una vez que el narrador introduce al personaje pícaro, éste, a menudo, asume el papel
temporal de narrador y cuenta sus historias a un compañero o a un par. (Trad. del autor).
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Cervantes, una metonimia propia de los jugadores de la época que descubrían las cartas «meneando
los pulgares». Así, se presenta un lenguaje alejado al de Don Quijote. En el diálogo entre los
galeotes y Don Quijote, la evidencia de una contraposición es aún mayor. Esto se ilustra con la
discusión sobre el significado de algunas palabras:

“—Este, señor, va por canario, digo, por músico y cantor.


—Pues ¿cómo? —replicó don Quijote—. ¿Por músicos y cantores van también a galeras?
—Sí, señor —respondió el galeote—, que no hay peor cosa que cantar en el ansia.
—Antes he yo oído decir —dijo don Quijote— que quien canta sus males espanta.
—Acá es al revés —dijo el galeote—, que quien canta una vez llora toda la vida.
—No lo entiendo —dijo don Quijote.
Mas una de las guardas le dijo:
—Señor caballero, cantar en el ansia se dice entre esta gente non santa confesar en el
tormento. A este pecador le dieron tormento y confesó su delito.”
(Cervantes, cap. 22; I)
Aquí, las acepciones de los galeotes chocan e incluso se imponen a las de Don Quijote. Como dice,
José F. Martín en su artículo “Diálogo y poder en la liberación de los galeotes”, se produce una
“hibridación” del lenguaje que sería la subversión de un leguaje dominante:

“La multiplicidad de sentidos relativiza el lenguaje. La idea de un significante para un solo


significado se pierde, impidiendo así que el discurso dominante se considere un reflejo
directo y único de una realidad también única.”
(Martín, 1991)
Así, secundado por el narrador, el habla de los galeotes adquiere un mismo nivel (y autoridad según
Martín) que el habla de Don Quijote o el de las guardas y se produce un quiebre del poder
lingüístico hegemónico.
Hasta aquí, el análisis ha demostrado cómo a partir de ED utilizado por el narrador se
configura una confluencia de diversos discursos en el texto y con esto, un quiebre del discurso
unívoco. Ahora, el enfoque será el cómo, mediante la presencia explícita del discurso de Ginés de
Pasamonte, este se construye como personaje formando una intertextualidad con la picaresca. En el
anterior punto, al ver la interacción general de los galeotes con Don Quijote se observó ya, un poco
del carácter que tiene el habla de Pasamonte. En su artículo, “Un perfil de la picaresca: El pícaro
hablador”, Gonzalo Sobejano hace un apunte sobre algunos rasgos del lenguaje picaresco que
pueden llegar a considerarse generales para todo este género. Sobejano distinguiría dos
características primordiales en el pícaro: el hablar mucho y la censura; de lo que deviene,
respectivamente, locuacidad y crítica, y de ahí la locuacidad crítica. A medida que se desarrolla su
artículo, Sobejano se vale de diferentes personajes, y va marcando en ellos ciertos rasgos que los
incluirían en la concepción de la locuacidad crítica. Veamos cómo dos de esos rasgos discursivos
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analizados en Guzmán de Alfarache, “modelo de pícaros” como lo llama Sobejano, son aplicables
en Ginés de Pasamonte. El primero: “Guzmán de Alfarache concibe su autobiografía como una
«confesión general», como un «alarde público» de sus cosas para que, sabidas, el lector corrija las
suyas en sí.”(Sobejano, 2009). En la aseveración sobre Alfarache se evidencia el carácter de
locuacidad que, en este caso, además, tendría una suerte de alarde. Lo mismo ocurriría en la
descripción que hace Pasamonte de su autobiografía:
“— ¿Tan bueno es? —dijo don Quijote.
—Es tan bueno —respondió Ginés—, que mal año para Lazarillo de Tormes y para todos
cuantos de aquel género se han escrito o escribieren. Lo que le sé decir a voacé es que trata
verdades y que son verdades tan lindas y tan donosas que no pueden haber mentiras que se
le igualen.
(Cervantes, cap. 22; I)
Ginés de Pasamonte tiene bien considerados los acontecimientos de su vida. No solo las califica
como verdades donosas y lindas, sino de difícil superación. Además de ese alarde, no es poco
mencionar la (auto) adscripción al género del Lazarillo de Tormes, es decir la picaresca; ni tampoco
la misma presencia del hecho escritural autobiográfico, que es también propio de los personajes
pícaros. Por otro lado, el hecho de escribir una autobiografía implica un deseo de contar, de
trasmitir las vivencias propias y, por extensión, de “hablar mucho”. En cuanto al otro rasgo,
veamos qué se dice más adelante:
“La incontinencia y la agresividad, o lo que es lo mismo, la locuacidad crítica desanuda el
relato de Guzmán de Alfarache en reflexiones censorias de las que él es primera víctima,
pues ni quiere ni podría nunca aplacar su exasperación ante el desorden.”
(Sobejano, 2009)
Así, el habla de Alfarache se equipara al habla con “exceso de tono”, como las calificaría la guarda,
de Pasamonte. Dos intervenciones:
“—Señor comisario —dijo entonces el galeote—, váyase poco a poco y no andemos ahora a
deslindar nombres y sobrenombres. Ginés me llamo, y no Ginesillo, y Pasamonte es mi
alcurnia, y no Parapilla, como voacé dice; y cada uno se dé una vuelta a la redonda, y no
hará poco.”
“—Ya le he dicho, señor comisario —respondió Pasamonte—, que se vaya poco a poco,
que aquellos señores no le dieron esa vara para que maltratase a los pobretes que aquí
vamos, sino para que nos guiase y llevase adonde Su Majestad manda. Si no, por vida de...
Basta, que podría ser que saliesen algún día en la colada las manchas que se hicieron en la
venta, y todo el mundo calle y viva bien y hable mejor, y caminemos, que ya es mucho
regodeo este.”
(Cervantes, cap. 22; I)
Pasamonte da una suerte de sermón diciendo cómo es que el comisario debería comportarse, con él
y con los otros galeotes. Así, se evidencia el tono agresivo, o por lo menos defensivo, que tiene
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Pasamonte. Además, la denuncia que señala ante la actitud de las guardas es clara. A pesar de que
es él el que se encuentra bajo la autoridad y aprehensión de la guarda, no deja de corregirle y darle
direcciones. Incluso lo hace de un modo plural, otorgándose la autoridad de dar dirección también a
los demás galeotes, a Sancho y a Don Quijote. La actitud de Pasamonte es la de censurar al otro sin
importar quien sea. De esa manera, a partir de estas citas, se comprueba que tanto Alfarache como
Pasamonte figuran en la concepción de la locuacidad crítica, y por lo tanto en un perfil del
personaje pícaro. Como resultado, la picaresca se hace presente en Don Quijote mediante un
personaje que está construido a través de sus intervenciones, es decir de su discurso. La novela está
edificada por la picaresca que se vuelve parte de la materia prima, asiste al texto más como
elemento formador que decorativo.
En suma, en el episodio de los galeotes, el narrador opta por dotar a Ginés de Pasamonte de
una voz propia, haciendo posible que su discurso se presente de manera explícita en el texto. Así,
gracias a la patencia del lenguaje de Pasamonte se hace posible distinguir una cercanía entre sus
rasgos y los rasgos de un personaje pícaro. La picaresca así, pasa a ser un elemento de la materia
que construye la novela en la medida que no hay una hegemonía discursiva sino que, tanto el
discurso de Ginés como el Don Quijote están dispuestos en un mismo nivel. Sin embargo, como
veíamos al principio del análisis, esto es posible por las decisiones que toma el narrador. Y siendo
que el ED no solo ocurre con Ginés de Pasamonte, sino con muchos de los personajes, y, por lo
tanto con sus discursos, se puede advertir que la materia de toda la novela no es otra que una red de
intertextualidades.
Bibliografía

 CERVANTES, Miguel. "II - Capítulo XXII".


Don Quijote de la Mancha. . Madrid: Alianza editorial, 1998. 390 - 407.
 MARTÍN, José F. «Diálogo y poder en la liberación de los galeotes».
Cervantes : Bulletin of the Cervantes Society of America. Volume XI, Number 2, Fall
1991. 2 de mayo de 2016: http://www.cervantesvirtual.com/obra/dialogo-y-
poder-en-la-liberacion-de-los-galeotes/
 REED, Helen H. «Theatricality in the Picaresque of Cervantes ».
Cervantes : Bulletin of the Cervantes Society of America. Volume VII, Number 2, Fall
1987. 2 de mayo de 2016: http://www.cervantesvirtual.com/obra/theatricality-
in-the-picaresque-of-cervantes/
 REYES, Graciela. "Los estilo directos e indirectos."
Polifonía textual. Madrid: Editorial Gredos, 1984. 77 - 86.
 SOBEJANO, Gonzalo. «Un perfil de la picaresca: El pícaro hablador» Alicante :
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2009. 2 de mayo de 2016:
http://www.cervantesvirtual.com/obra/un-perfil-de-la-picaresca-el-pcaro-hablador-0/

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