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UNIDAD N°1

LA PSICOLOGÍA DE 1850 A 1950. MICHAEL FOUCAULT

El destino de esta Psicología, que quiso ser un conocimiento positivo, vino a


descansar sobre dos postulados filosóficos: que la verdad del hombre se agotaba en su
ser natural y que el camino de todo conocimiento científico debía pasar por la
determinación de vínculos cuantitativos, la construcción de hipótesis y la verificación
experimental.

La psicología se obligó a sí misma en el curso de su historia a una renovación total


y al descubrir un nuevo status del hombre se impuso debió buscarse nuevos principios. La
renovación radical de la psicología como ciencia del hombre no es, por lo tanto, solo un
hecho histórico cuyo desarrollo pueda situarse en los últimos cien años; es aún una tarea
incompleta que queda por cumplir y, en este sentido permanece a la orden del día.

Igualmente en el curso de estos últimos cien años, la psicología instauró relaciones


nuevas con la práctica: educación medicina mental, organización de los grupos; y se
presentó como un fundamento científico racional de esas prácticas.

La psicología, en cambio, nace en este punto en el que la práctica del hombre


encuentra su propia contradicción. La psicología del desarrollo nació como una reflexión
sobre la detención del desarrollo; la psicología de la adaptación como un análisis de los
fenómenos de inadaptación; las de la memoria, de la conciencia, del sentimiento
aparecieron como afectivas. Sin forzar los términos se puede decir que la psicología
contemporánea es, en su origen, un análisis de lo anormal, de lo patológico, de lo
conflictivo, una reflexión sobre las contradicciones del hombre consigo mismo. Y si se
transformó en una psicología de lo normal. El problema de la psicología contemporánea
– que es para ella un problema de vida o muerte – es el de saber en qué medida es
capaz efectivamente de dominar las contracciones que la hicieron nacer, a partir de
ese abandono de la objetividad naturalista que parece ser su otro rasgo destacado.

Bajo su diversidad, las psicologías del fin de siglo XIX poseen como rasgos comunes
el tomar prestado de las ciencias de la naturaleza su estilo de objetividad, y el buscar,
dentro de sus métodos, su esquema de análisis.

El método psicofísico – químico: los fenómenos del espíritu tanto como los
fenómenos materiales exigen dos formas de investigación: la primera intenta, a partir de
los hechos, acceder a leyes más generales según el principio de la universalización
newtoniana; la segunda, al igual que el análisis químico para los cuerpos compuestos,
reduce los fenómenos complejos a elementos simples. La psicología tendrá entonces la
tarea de reencontrar en los fenómenos más complejos del pensamiento los segmentos
elementales que los componen. En el principio de la percepción y del conocimiento de
la materia, encontrara la sensación; en el principio del espíritu y del conocimiento que el
espíritu tiene de sí mismo, la psicología descubrirá el sentimiento.

El modelo orgánico: ahora el esfuerzo se dirige a captar más de cerca la realidad


humana definida por su naturaleza orgánica, tal como tal como se la conoce desde
Bichat, Magendie, Claude Bernard. El psiquismo, como el organismo, es caracterizado
por su espontaneidad, su capacidad de adaptación y sus procesos de regulación
interna.

El aparato psíquico no funciona como un mecanismo, si no como un conjunto


orgánico, en que las reacciones son originales y, por consecuencia irreductibles a las
acciones que las desencadena.
Por debajo de los fenómenos conscientes Ribot busca el principio de esas
regularidades que caracterizan la vida activa y la vida afectiva: en una región en la que
el placer y el dolor no afloran aún hay un inconsciente dinámico que trabaja en las
combinaciones incoherentes o adaptadas.

El modelo evolucionista: sistema de filosofía de Spencer, los principios de psicología


son precedidos por los principios de biología y seguidos por los principios de la sociología.
La evolución del individuo es descripta como un proceso de diferenciación – movimiento
horizontal de expansión hacia lo múltiple - y por un movimiento de organización
jerárquica – movimiento vertical de integración en la unidad.

La importancia del evolucionismo para la psicología se debe sin duda a que ha


sido el primero en mostrar que el hecho psicológico no tiene sentido más que en la
relación a un porvenir y a un pasado, que a su contenido actual descansa sobre un
fondo silencioso de estructuras anteriores que la cargan de toda una historia, pero que
implica al mismo tiempo un horizonte abierto hacia lo eventual.

EL DESCUBRIMIENTO DEL SENTIDO.

El descubrimiento del sentido se efectúo al final del siglo XIX, por caminos diversos,
que parecen sin embargo pertenecer ya a un paisaje común. Parece perfilarse una
misma dirección: se trata de dejar de lado la hipótesis demasiado amplias y generales
por las cuales se explica al hombre como un sector determinado del mundo natural; y se
trata de volver a un examen riguroso de la realidad humana, es decir, mejor hecho a su
medida, más fiel a sus características específicas, más apropiado a todo lo que, en el
hombre, escapa a las determinaciones de la naturaleza. Tomar al hombre, no en el nivel
de ese denominador común que lo asimila a todo ser viviente, si no en su propio nivel, en
las conductas en las que se expresa, en la conciencia en la que se reconoce, en la
historia personal a través de la cual se constituyó.

La puesta al día de las significaciones dentro de la conducta humana se ha


realizado igualmente a partir del análisis histórico. “el hombre” según Dithley, no aprende
lo que es rumiado sobre sí mismo, lo aprende de la historia. Por lo tanto la historia le
enseña que no es un elemento segmentario de procesos naturales, sino una actividad
espiritual cuyas producciones se fueron depositando sucesivamente en el tiempo, como
actos cristalizados, significaciones en adelante silenciosas.

Pero ninguna forma de psicología dio más importancia a la significación que el


psicoanálisis. Sin duda hay dentro de la teoría de los instintos (instinto de vida, instinto de
muerte y repetición) el eco de un mito biológico del ser humano. Sin duda, en la
concepción de la enfermedad como regresión a un estado anterior del desarrollo
afectivo como regresión a un estado anterior del desarrollo afectivo encontramos un
viejo tema spenceriano y a los fantasmas evolucionistas.

La importancia de Freud deviene sin duda de la impureza misma de sus


conceptos: es en el interior del sistema freudiano que se produce ese gran
trastocamiento de la psicología; en el curso de la reflexión freudiana que el análisis
causal se transformó en génesis de significaciones, que la evolución dio lugar a la
historia, y que la exigencia de analizar el medio cultural substituyo el recurso a la
naturaleza.

LAS PSICOLOGÍAS DEL SIGLO XX A LA LUZ DE SU HISTORIA – HUGO VEZZETTI

“Psicologías del fin de siglo”, la idea de una nueva etapa de la disciplina que
vendría a cerrar un ciclo la proposición de que no hay una sino varias psicologías.
“Conciencia de crisis”, consideración de la psicología como una disciplina
problemática caracterizada por una falta de unidad y una cierta inconsciencia
científica, esta sensibilidad presente frente a cambios profundos, sociales y políticos,
culturales y de pensamiento, parecen corresponder a la vivencia del fin de un ciclo
histórico y la transición, llena de incertidumbres, hacia un futuro sobre el que no sabemos
casi nada.

LA POSICIÓN DEL HISTORIADOR.

La relación de una disciplina con su historia es diferente en las ciencias naturales y


en las ciencias humanas y sociales. En las ciencias naturales no parece cumplir un papel
muy importante en el estado presente de la disciplina: basta estar actualizado.

La historia es distinta en las humanidades, la consideración critica de los trabajos


pasados no solo tiene un valor formativo para el que busca introducirse en la disciplina, si
no que a menudo está incorporada en los trabajos presentes. De allí nace el valor de los
clásicos.

La historiografía reciente de la psicología. La psicología experimental de Boring. Se


trataba de un relato del pasado concebido como el desenvolvimiento progresivo y
acumulativo de los resultados de los enfoques experimentales. La perspectiva del
historiador, es decir, la nueva historia, a la vez es capaz de advertir los signos de la crisis
en las tradiciones historiográficas, al plantearse como escribir la historia de la psicología
incorporando algo de los interrogantes y de las incertidumbres presentes en el propio
campo de la psicología académica. En general, no solo en la historia de las disciplina el
recurso a la historia y a la revisión del pasado suele ser un indicador de la crisis y las
incertidumbres en el presente. Y algo que no puede negarse es que existe hoy en el
campo un notable despliegue de la historia.

LA NUEVA HISTORIOGRAFÍA.

La historia de la psicología puede ser indagada de un modo aislado respecto de


otras disciplinas y de la historia del pensamiento. La autonomía lograda y los modos de su
institucionalización concebida como una “liberación” de la filosofía y de la medicina, no
es un problema simple si no que incluyo procesos complejos. En todo caso la perspectiva
dominante podría llamarse, historia social de las ideas, redefine la nueva cuestión del
papel de los factores externos e internos en la historia de las disciplinas.

La nueva historia va a acentuar los orígenes sociales: los puntos de vista acentúan
la relación de las ideas y los programas con los intereses sociales, las instituciones y los
actores en este caso un grupo profesional – académico.

Las preguntas centrales de esta nueva historia, entonces, no se refieren solamente


a la constitución de la disciplina científica en el terreno de los conceptos, los métodos y
los problemas (aunque hay mucho investigación en ese sentido), si no como se
constituye una comunidad académico – profesional.

EL ESTUDIO DE LAS SIGNIFICACIONES OBJETIVAS

Este estudio recubre un dominio del cual no podemos aquí más que delimitar las
regiones esenciales.

1) Elementos y conjuntos: El behaviorismo, inaugurado por Watson, busca el


sentido adaptativo de las conductas a partir de las manifestaciones objetivas del
comportamiento. Sin que intervenga la experiencia vivida, ni tampoco el estudio de las
estructuras nerviosas y sus procesos, debe ser posible, por la confrontación del análisis de
los estímulos y las reacciones, reencontrar la unidad del comportamiento. Watson
establece el siguiente axioma: "frente a todo estímulo efectivo se ejecuta una respuesta
y la respuesta es inmediata". Por lo tanto, todo comportamiento debe explicarse a partir
de una constelación estimulante, sin recurrir a entidades como el instinto, la conciencia,
la libertad; inversamente, frente a cualquier estímulo se debe buscar una respuesta, al
menos implícita, como es el caso de las reacciones vegetativas (las emociones) o las
reacciones laríngeas silenciosas (el pensamiento). Para el behaviorismo molecular este
análisis se debe hacer por segmentos tan elementales como sea posible; para el
behaviorismo molar, debe seguir las articulaciones significativas de los conjuntos
(concepción de Sign-Gestalt, de Tolman). Pero, en todos los casos, el proyecto del
behaviorismo es el definido por Boring: constituir una "psicología científica del meaning".

Encontramos los mismos problemas dentro de la psicología de la Forma: ¿cuál es el


dominio de objetividad de las conductas significativas? Y el estudio de estas
significaciones ¿se debe hacer en una forma segmentaria o global? En la Gestalt-
Theorie, es el segundo problema el que domina al primero y comanda la solución.
Wertheimer, Köhler, Koffka muestran que las cualidades estructurales del estímulo
motivan, en su alcance general, respuestas como la de la percepción que articula el
campo, la inteligencia que lo reestructura, la emoción que mezcla las líneas. Se debe
por consiguiente abandonar la hipótesis de una acción inmediata de estímulos locales y
definir la relación de la constelación estimulante con la respuesta, por medio de un
campo que no implica ni objetividad natural ni proceso causal. Este "campo
fenoménico" define la objetividad por la pregnancia y la constancia de las figuras; y
substituye el proceso causal por toda una interacción de fuerzas entre el sujeto y el
medio. El campo dinámico de comportamiento deviene así el objeto mayor de la
psicología.

2) Evolución y génesis: Estas estructuras de conjunto y las significaciones que las


habitan evolucionan en el curso del devenir individual. Para ciertos psicólogos, como
Gessel, la emergencia de las estructuras tiene lugar en de la conducta por medio de una
maduración sorda de los esquemas fisiológicos. Para otros, como Kuo, tiene lugar por la
cohesión progresiva de conductas segmentarias y adquiridas, las cuales, por la fuerza
iterativa de la facilitación, se organizan en estereotipos generales de conducta.

Entre estas dos formas extremas de interpretación, la psicología genética,


siguiendo a Baldwin, busca tomar en consideración la maduración y la adquisición, el
desarrollo necesario y el progreso ligado a las circunstancias. Piaget(18) atribuye la
máxima importancia al necesario desarrollo de estructuras que son a la vez biológicas y
lógicas; y busca mostrar en el desarrollo de las primeras –desde las que están
irreversiblemente orientadas y son concretas hasta las que son reversibles y abstractas,
desde la reacción inmediata a la operación técnica– un proceso que rehace en sentido
inverso la marcha de la historia de las ciencias –desde la geometría euclidiana hasta el
cálculo vectorial y tensorial: el devenir psicológico del niño no es más que el reverso del
devenir histórico del espíritu. Wallon otorga, en cambio, la máxima importancia al medio,
mostrando en la individualidad psicológica no algo dado sino un resultado, el punto de
interferencia entre los movimientos centrípetos de la emoción, la simpatía, la fusión
afectiva, y los movimientos centrífugos de la experiencia del otro y del reconocimiento
de sí. El pensamiento no se refiere por lo tanto el modelo lógico, ya constituido, de la
acción, sino que es el acto que se despliega en un medio que se constituye como
pensamiento por la intermediación del rito, del símbolo y, finalmente, de la
representación. El devenir psicológico no es el desarrollo de estructuras ya preparadas,
sino que es la preparación efectiva de las estructuras adultas; no se trata ya de
evolución espontánea, sino de génesis activa.

3) Performances y aptitudes: Otro problema planteado por la existencia de esas


significaciones objetivas es el de sus manifestaciones, sus apariciones en el dominio de la
observación. Esto se efectúa de acuerdo con dos formas, la performance, es decir la
realización, la Leisting de los alemanes, y la expresión.

La psicología tradicional era una psicología de lo virtual; las facultades no se


inscribían sino entre posibilidades abstractas. Ahora es en el nivel mismo de lo real, y en el
marco por él definido, que se buscan determinar las consecuencias del
comportamiento. De aquí nace el principio del test, debido a Cattell y Binet, y definido
como un examen estandarizado en el que el resultado es estimado por comparación
estadística entre los individuos a los que se les ha aplicado. Con referencia a niños
retrasados, Binet y Simon fueron los primeros en intentar definir el "nivel mental" de un
individuo con relación a los sujetos de su misma edad; el test toma entonces el aspecto
de una escala de desarrollo. El éxito inmenso de los tests mentales condujo a Spearman
a definir como criterio de la inteligencia a las únicas performances que se pueden
contrastar bajo la forma del test: la inteligencia sería un factor general que, en un nivel
más o menos elevado según la naturaleza de la prueba, daría cuenta de una parte de
las perfomances, en todos los tests de aptitudes. La determinación de la importancia del
"factor g" en una u otra prueba se efectúa por una elaboración estadística, un cálculo
de correlaciones que está en el origen del análisis factorial. Más tarde, Thurstone,
Thomson y Vernon practicaron el método del análisis multifactorial el cual, siempre por el
mismo método de análisis estadístico de las performances, busca determinar, al lado, o
eventualmente en el lugar del factor g, factores polimorfos (aptitud verbal, comprensión
espacial, aptitud numérica). En ese movimiento factorialista, la objetividad de las
significaciones no es mantenida y garantizada más que por la fragilidad de las relaciones
estadísticas, las que alteran su necesidad y las vacían de todo contenido efectivo.

4) La expresión y el carácter: En cambio, los psicólogos de la expresión y del


carácter se esforzaron por recuperar el contenido de las significaciones bajo la forma de
la necesidad individual. Este contenido individual aflora en principio en todos los
fenómenos de proyección, y sobre todo en la proyección, a partir de un estímulo poco
diferenciado, de interpretaciones que le otorgan un sentido imaginario: es el principio de
las pruebas de Rorschach y de Murray (manchas de tinta, imágenes de escenas
humanas). Aflora igualmente en esos otros fenómenos de expresión que son los juicios
sobre uno mismo, o incluso la imagen de sí (es el dominio que exploran los cuestionarios
de Heymans o de Woodworth). Hay casi tantas caracterologías como métodos de
indagación. Pero es necesario hacer referencia al prestigio de la gran oposición
diseñada por Bleuler entre el tipo esquizoide (tendencia al repliegue sobre sí, al autismo,
a la ruptura del contacto con la realidad) y el carácter cicloide (tendencia a la
expansión, a la labilidad afectiva, al contacto permanente con el mundo exterior).

Al igual que el mundo verbal y el universo imaginario, el cuerpo mismo detenta un


valor expresivo; esta idea, desarrollada por Klages encuentra su validez tanto en la
estructura general del cuerpo como en sus manifestaciones patológicas. El aspecto
morfológico del organismo es puesto por Kretschmer y Sheldon en relación con la
estructura del carácter: el cuerpo "simboliza con ella una unidad en la que se puede
descifrar un estilo general de reacción psico-corporal". Por la vía del análisis simbólico, en
el que los signos corporales se leen como un lenguaje, el psicoanálisis ha mostrado el
carácter expresivo del cuerpo y ha denunciado el origen psicógeno de ciertos síndromes
orgánicos. Al sistematizar esta búsqueda Alexander pudo mostrar la conexión de
enfermedades como la hipertensión o la úlcera digestiva con las estructuras neuróticas
que las provocan o que se expresan en ellas.

5) Conductas e instituciones: Expresadas o silenciosas, las significaciones objetivas


de las conductas individuales están unidas por un lazo esencial a la objetividad de las
significaciones sociales: las obras de Janet, de Freud, de Blondel habían intentado
despejar esa relación. "Comportarse" no puede tener sentido más que en un horizonte
cultural que otorga a la conducta su norma (bajo el aspecto de grupo), el tema, en fin,
que la orienta (bajo las especies de la opinión y la actitud): he aquí las tres grandes
secciones de la psicología social.

El estudio de la instituciones busca determinar las estructuras de base de una


sociedad; aislar las condiciones económicas en su incidencia directa sobre el desarrollo
del individuo y sobre las formas pedagógicas en sentido amplio, lo que Kardiner designa
como "instituciones primarias"; describir la manera en que el individuo reacciona a esas
instituciones, en que integra esas experiencias, en que proyecta, en fin, los temas
mayores bajo la forma del mito, de la religión, de las conductas tradicionales, de las
reglas jurídicas y sociales que son definidas como "instituciones secundarias”. Esta
problemática, definida con precisión por Kardiner, está presente de manera más o
menos difusa en todos los estudios antropológicos, ya sea que se esfuercen por estudiar
poblaciones "primitivas" (M. Mead en Samoa, R. Benedict en Nuevo-México, Linton en
Madagascar) o que se esfuercen por desbrozar ambientes culturales más desarrollados,
como Linton en Plainville.

Los problemas del grupo conciernen a la vez al juego de la interacción de los


individuos en presencia directa unos con otros, y a la experiencia, vivida por cada uno
de los miembros del grupo, de su propia situación en el interior del conjunto. Moreno
actualizó ciertos métodos de análisis del grupo, por los cuales se determinan las valencias
positivas o negativas que unen u oponen a los individuos dentro de una constelación
característica del grupo. Asimismo intentó establecer, bajo el nombre de sociodrama,
una terapéutica de grupos, que permitiría, como en el psicoanálisis individual, una
actualización de los temas afectivos latentes, de los conflictos o de las ambivalencias
que subtienden las relaciones manifiestas; y por esta vía se hace posible una
readaptación mutua, y una reestructuración afectiva del grupo.

El análisis de las opiniones y de las actitudes busca determinar los fenómenos


colectivos que operan como el contexto de las conductas afectivas del individuo, así
como de sus operaciones intelectuales de percepción, de juicio y de memoria. Esas
investigaciones son cuantitativas antes que estructurales y descansan siempre sobre la
elaboración de datos estadísticos: se mide así la extensión de una opinión por las
encuestas efectuadas sobre un grupo representativo de una población en su conjunto, o
incluso la fuerza de una actitud en un grupo de individuos, por el apego comparado que
manifiesta a tal o cual opinión. El carácter colectivo de esas opiniones y de esas
actitudes permite despejar la noción de estereotipo, una suerte de opinión generalizada
y cristalizada que provoca, en función de actitudes preestablecidas, reacciones siempre
idénticas.

EL FUNDAMENTO DE LAS SIGNIFICACIONES OBJETIVAS

Todos esos análisis de las significaciones objetivas se sitúan entre los dos tiempos de
una oposición: totalidad o elemento, génesis inteligible o evolución biológica,
performance actual o aptitud permanente e implícita, manifestaciones expresivas
momentáneas o constancia de un carácter latente, institución social o conductas
individuales: temas contradictorios cuya distancia constituye la dimensión propia de la
psicología. Pero ¿incumbe a la psicología superarlos, o debe contentarse con describirlos
como las formas empíricas, concretas, objetivas de una ambigüedad que es la marca
del destino del hombre? Ante estos límites, la psicología ¿debe negarse como ciencia
objetiva y sustraerse en una reflexión filosófica que ponga en duda su validez? ¿O debe
apuntar a descubrir fundamentos que, si no suprimen la contradicción, al menos
permitan dar cuenta de ella?

Los esfuerzos más recientes de la psicología van en ese sentido y, a pesar de la


diversidad de su inspiración, se puede resumir su significación histórica de esta manera: la
psicología no busca ya probar su posibilidad por su existencia, sino fundarla a partir de su
esencia, y no busca suprimir, ni tampoco atenuar sus contradicciones, sino justificarlas.

La cibernética está lejos, al parecer, de un proyecto semejante. Su positividad


parece alejarla de toda especulación, y si toma por objeto la conducta humana, es
para reencontrar allí reunidos el hecho neurológico de los circuitos del feed-back, los
fenómenos físicos de la auto-regulación y la teoría estadística de la información. Pero al
descubrir en las reacciones humanas los mismos procesos de servo-mecanismos, la
cibernética no vuelve a un determinismo clásico: bajo la estructura formal de las
estimaciones estadísticas, deja lugar a las ambigüedades de los fenómenos psicológicos
y justifica, desde su punto de vista, las formas siempre aproximadas y siempre equívocas
del conocimiento que se puede alcanzar de ellos.

En un sentido bien diferente, la superación de la psicología se efectúa en dirección


a una antropología que tiende a un análisis de la existencia humana en sus estructuras
fundamentales. Aprehender al hombre como existencia en el mundo y caracterizar a
cada hombre por el estilo propio de esta existencia supone, para L. Binswanger y para H.
Kunz, alcanzar, más allá de la psicología, el fundamento que le otorga su posibilidad y
que da cuenta de sus ambigüedades: la psicología aparece como análisis empírico de
la manera en que la existencia humana se ofrece en el mundo. Pero debe fundarse
sobre el análisis existencial de la manera en que esta realidad se temporaliza, se
espacializa y, finalmente, proyecta un mundo: de modo que las contradicciones de la
psicología, o la ambigüedad de las significaciones que describe, habrán encontrado su
razón de ser, su necesidad, y al mismo tiempo su contingencia, en la libertad
fundamental de una existencia que escapa, por derecho pleno, a la causalidad
psicológica.

Pero la interrogación fundamental permanece. Habíamos mostrado, en principio,


que la psicología "científica" nació de las contradicciones que el hombre encuentra en
su práctica; y que, por otra parte, todo el desarrollo de esta "ciencia" consistió en un
lento abandono del "positivismo" que la alineaba desde el origen con las ciencias de la
naturaleza. Este abandono y el nuevo análisis de las significaciones objetivas ¿pudieron
resolver las contradicciones que lo motivaron? No lo parece, ya que en las formas
actuales de la psicología se reencuentran esas contradicciones bajo la forma de una
ambigüedad que es descrita como coextensiva de la existencia humana. Ni el esfuerzo
hacia la determinación de una causalidad estadística ni la reflexión antropológica sobre
la existencia pueden superarlas realmente; a lo sumo las pueden esquivar, es decir
reencontrarlas finalmente traspuestas y trasvestidas.

El porvenir de la psicología, ¿no depende entonces de que tome en serio esas


contradicciones, cuya experiencia justamente hizo nacer a la psicología? A partir de ello
no habría psicología posible sino por el análisis de la existencia del hombre y por la
recuperación de lo que hay de más humano en el hombre, es decir su historia.

MARCELA BORINSKY
INTRODUCCIÓN

La indagación de las causas que concurrieron en la creación de las carreras de


psicología en nuestro país hacia fines de la década del 50 nos conduce a afirmar que no
es posible atribuir a la historia interna de la disciplina el peso suficiente para el logro de
este objetivo.

El análisis detallado de la historia previa de la disciplina durante la década y en


especial de los acontecimientos institucionales más importantes que se registraron en ese
período, desde los Congresos Internacionales, los proyectos de creación de carreras
menores en la especialidad, los Centros de Psicología Aplicada a la educación, el
trabajo y la medicina hasta el 1º Congreso Argentino de Psicología en 1954, no
constituyeron factores que por sí mismos puedan explicar el surgimiento posterior de la
carreras y el "boom" que las mismas provocaron.

Por diversas razones que ya hemos desarrollado en otro lugar, la historia de las
prácticas psicológicas en la Argentina no establece una serie de manera directa con los
acontecimientos que se sucedieron a partir de la institucionalización profesional de la
disciplina. Si bien esta historia de las prácticas va a ser incorporada a través de algunas
de sus figuras representativas y de determinadas experiencias ya consolidadas a la
historia profesional posterior, la continuidad no es lineal sino que se trata más de una
asimilación desde un centro de gravedad que se encuentra en otro lado.

Como corroboración de lo antedicho sirve también observar el perfil que fueron


adquiriendo los nuevos graduados de la especialidad y la no visibilidad en este perfil de
las coordenadas más importantes que caracterizaron a las prácticas en los años
anteriores.

Es precisamente en el terreno de la "historia externa" a la disciplina, en los cambios


culturales y en la rápida transformación social que se produce en nuestro país luego de
la caída del peronismo y más específicamente en la articulación de esta historia con la
historia de la universidad argentina, donde es posible leer algunos indicadores fuertes de
la necesidad vaga y difusa de un nuevo especialista que sirva para entender e intervenir
sobre estos cambios.

En tal sentido, en la Sesión del Consejo de la Universidad de Buenos Aires, en la


cual se propone la creación de las carreras de Sociología, Psicología, Antropología y la
reformulación de la vieja carrera de pedagogía en Ciencias de la Educación, no hay
ninguna alusión a motivos de progreso científico o de necesidades profesionales
concretas sino que la explicitación manifiesta es de índole muy general y se refiere a
demandas sociales poco específicas.

"el iniciar estos estudios (psicología y sociología) ha obedecido a un clamor del


ambiente, a una exigencia cordial del ambiente".

LAS PRIMERAS ESTRATEGIAS DE INSERCIÓN PROFESIONAL DE LOS PSICÓLOGOS

En esta misma dirección podemos entender, por ejemplo, por qué entre las
actividades del Instituto de Psicología de Rosario, se destaca la importancia de contar
con un programa de radio y abrir así un espacio de interlocución directa con la
sociedad en su conjunto para colaborar desde los medios de comunicación de masas
brindando un "hilo de Ariadna" que nos impida perdernos en el laberinto de la sociedad
contemporánea.
“Estaremos siempre dispuestos a aclarar una duda, y responder a las preguntas
que se nos envíen sobre los asuntos de nuestra especialidad. Son tantos los problemas
del comportamiento que se plantean en nuestra hora, tan angustiosas o apremiantes las
situaciones cotidianas en que se manifiesta un conflicto de la personalidad, o tan
curiosas las peripecias del drama onírico, que muchas veces estamos anhelando un
intérprete de los psíquico –un hilo de Ariadna- que nos ayude a comprendernos a
nosotros mismos y nos permita asomarnos al “otro” o a “los demás”.

La historia de la profesionalización de la psicología en nuestro país no puede ser


entendida sin su articulación con la búsqueda de un público a través de los medios de
comunicación de masas. En la Argentina, historia de la profesión y apelación a un
público son dos caras de un mismo proceso y se dan de manera contemporánea. Es
decir, este nuevo saber se propone al mismo tiempo como científico y popular, por lo
tanto los límites entre el conocimiento experto y la divulgación popular no están
predeterminados a priori sino que son móviles y dan cuenta de la especificidad del
mismo.

Desde los comienzos de la institucionalización de la profesión, el ideal hacia el cual


los psicólogos se orientan es el del cambio y la reforma en la vida cotidiana de la gente.
Una mirada sobre las primeras producciones de los mismos los muestran muy lejos de una
práctica de laboratorio o de investigación cerrada sobre si misma sino que por el
contrario es una apuesta a una intervención activa sobre la sociedad en su conjunto.

Las transformaciones culturales de los años 60, en especial en lo referente a la


familia, las relaciones entre los sexos, los nuevos modos de abordaje de la infancia y la
definición de un nuevo actor social - el adolescente-, son las temáticas que eligen los
psicólogos para intervenir, promoviéndose como figuras que ayudan a comprender lo
nuevo y que al validar el nuevo escenario legitimaron también su propia presencia.

LA PSICOLOGÍA EN LA UNIVERSIDAD

Volviendo al tema de la modernización de las universidades argentinas luego del


55 y luego de trabajar una parte importante del material que hay sobre el tema, resulta
claro que la creación de las carreras de psicología en nuestro país se relacionó más con
este proceso de renovación institucional y política que promovieron las elites reformistas
en las universidades argentinas que con un movimiento interno de la misma disciplina.

La transformación de la estructura curricular y académica de la universidad, se


produjo en un contexto político nacional que otorgó un lugar de privilegio a la misma y
fundamentalmente al desarrollo científico como condición del crecimiento del país y del
nuevo modelo económico desarrollista. (Buchbinder, 1997)

La promoción de la investigación condujo a la creación a nivel nacional del


Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y en la Universidad
a la generalización de la dedicación exclusiva a la docencia, a la implementación de
un programa de becas de investigación y estudios en el exterior para el
perfeccionamiento de estudiantes y graduados y al apoyo a la labor de institutos y
centros de investigación.

Los polos principales de este desarrollo universitario fueron las Facultades de


Filosofía y Letras y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en tanto constituían ámbitos
de estudio sin objetivos profesionales específicos y donde las tareas de investigación
ocupaban un rol central. (Buchbinder, 1997)
Esta nueva oferta universitaria recibió una aceptación muy alta por parte de los
estudiantes. Entre 1959 y 1964 la Facultad de Ciencias Exactas aumentó su población en
un 60.5% y la Facultad de Filosofía y Letras incrementó su población en un 146% mientras
que la Facultad de Medicina sufrió para el mismo período una reducción del 9.1%. (Sigal,
1991)

En Filosofía y Letras este incremento tuvo una estrecha relación con la creación de
las nuevas carreras: Sociología, Antropología, Ciencias de la Educación y Psicología –la
más poblada de la Facultad-.

Estas nuevas carreras y en especial sociología y psicología dieron un nuevo perfil a


la tradicional y académica Facultad de Filosofía y Letras:

“Los parámetros en materia de práctica científica, su apertura a las novedades y


la atención a la evolución de la disciplina en el exterior, los criterios para evaluar y
seleccionar a su personal docente iban a incidir gradual, pero intensamente, sobre el
resto de las secciones de la Facultad. El factor esencial que explica su dinamismo se
debe probablemente, al carácter ‘ab nihilo’ que tuvo la creación de ambas
carreras...Por otra parte, y aquí fue también esencial el impacto de la Sociología y la
Psicología, los estudios adquirieron una impronta que privilegió la observación, el trabajo
empírico y la labor de campo, en una Facultad donde había predominado.

Transcribo textualmente las afirmaciones de Buchbinder porque si estas hipótesis


pueden ser acertadas en relación a la carrera de sociología resultan al menos discutibles
con respecto a la carrera de psicología.

Es cierto que el alumnado de ambas carreras dio un perfil diferente a la Facultad.


Las entrevistas con los primeros graduados psicólogos dan cuenta de esto y de su
apertura a lo nuevo. Sin embargo, en el caso de la carrera de Sociología es clara la
orientación científica de la disciplina basada en la investigación empírica y en el ideal
profesional del sociólogo como “experto en problemas sociales” encarnado por la figura
de Gino Germani.

Esta nueva sociología se posiciona y discute contra una tradición específica de la


sociología en manos de profanos, los pensadores sociales que a través del ensayo y la
literatura exponían una visión impresionista y débilmente fundamentada de los
fenómenos sociales. (Filippa, 1997)

Entonces, si la creación de la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos


Aires representa una fundación moderna de la disciplina con un proyecto definido, un
representante clave y organizador de este proyecto y un ideal profesional que contrasta
con nitidez frente a una sociología tradicional o de “frac”, el caso de la creación de la
carrera de psicología brinda un panorama más complejo y heterogéneo.

En primer lugar, no se encuentra una tradición definida frente a la cual


posicionarse como modernos. Tampoco había un modelo científico dominante como en
el caso de la sociología que brindara un marco metodológico y empírico para la
investigación. En las entrevistas a los primeros graduados psicólogos, estos coinciden en
señalar la importancia del intercambio con los alumnos de sociología, el cursado de
materias comunes y la integración de ciertas problemáticas:

“Con los alumnos de sociología éramos como hermanos, porque los


departamentos de sociología y de psicología estaban en un edificio muy nuevo en
Florida entre Viamonte y Tucumán. Estaban uno frente a otro. Teníamos una
comunicación constante, con gente como Eliseo Verón, Miguel Murmis, ellos venían de
filosofía y hacían sociología”.

"Lo interdisciplinario también era una marca de F&L, hicimos muchísimas materias
con gente de sociología. Hasta el 66 las cosas marchaban así y todo se resolvía por
asambleas. Después del 66 la carrera quedó vacía".

No obstante, sociología es caracterizada por la mayoría como la carrera más


“científica” de la Facultad mientras que psicología resultaba más difícil de definir y
adquirió un perfil atípico en relación al programa desarrollista instalado en la Universidad
dirigido a la profesionalización de la docencia y de la investigación tanto en las ciencias
"duras" como en la ciencias sociales. Cabe destacar también el poder de convocatoria
que tuvo esta carrera y la masividad que caracterizó a sus claustros otorgándole así otro
rasgo distintivo desde sus orígenes.

LA BÚSQUEDA DE UN PERFIL

Una mirada sobre la composición del cuerpo docente de la nueva carrera en la


Universidad de Buenos Aires nos permite observar una fisonomía ecléctica donde
coexisten proyectos y perfiles académicos y profesionales diferentes.

En efecto, en este período conviven figuras como Marcos Victoria, representante


de una psicología tradicional y académica de origen francés; Telma Reca pionera en la
atención clínica psicológica de niños con trastornos de conducta; Nuria Cortada de
Kohan, psicóloga formada en Estados Unidos con una sólida formación estadística y
experiencia en la estandarización de tests mentales; Enrique Butelman, docente en
psicología y en sociología, valorado por su erudición y exigencias de formación cultural y
social; Jaime Bernstein, uno de los principales difusores de las técnicas proyectivas de
evaluación de la personalidad y profundamente interesado en la problemática de la
infancia desde una perspectiva psicológica; José Itzinshon introductor de la reflexología
en nuestro país y de uno de sus principales promotores y García Badaraco, médico y
psicoanalista, quien llevaba a los alumnos al Borda.

Los alumnos que tuvieron una participación activa en la carrera en este período
inicial, buscaron también a nuevos docentes como José Bleger primero y Fernando Ulloa
después, para sumar a este proyecto que no tenía una orientación definida. De las
entrevistas a los primeros graduados surgen como valores destacados: la interdisciplina,
el compromiso personal con el saber y la voluntad de construir un espacio.

"Éramos un pequeño grupo y muy dinámico. Muchas veces la carrera estaba ahí
tecleando (1957-1961) a veces no sabíamos si la íbamos a terminar, no estaban los
profesores y las materias. Pero teníamos la voluntad de hacer la carrera".

Espacio que define con claridad un lugar de enunciación -ser psicólogo- pero no
los atributos específicos que definen ese lugar. Por eso, al principio era más importante
aprender un poco de todo e intervenir en todos los espacios donde los dejaran:
escuelas, hospitales, clínicas. El eclecticismo de los orígenes era una virtud y uno de los
atributos diferenciales era el compromiso personal con la formación. En tal sentido, el
tema de la profesión ocupaba un lugar secundario ya que lo que se ponía en juego
estudiando psicología estaba más relacionado con el problema de la identidad personal
que con el del "saber hacer" en el terreno de las prácticas.

“Algunas comparaciones entre allá y acá: el egresado de psicología de allá es un


buen técnico especialista. Pero el egresado de acá demuestra más compromiso
personal. Me permito apreciar esta diferencia al decir que el psicólogo argentino ama su
profesión y su carrera, mientras que el psicólogo alemán las estima. La formación ulterior
en el Instituto de Psicoterapia para quienes quieren dedicarse a este tipo de trabajo
psicológico promueve una mayor diversificación en el campo de la labor. Nuestro
psicólogo de Buenos Aires es un poco de todo, universalista, autodidacta. Es menos
especializado que su colega de Alemania pero es el más enterado en relaciones
humanas”.

Considero que en relación a este tema, se abren una serie de problemas ligados
específicamente al campo de la psicología y su profesionalización que en general no
son trabajados en investigaciones sobre la conformación de una profesión para los
psicólogos y es el de los efectos sobre la subjetividad que implica la elección de los
estudios de psicología. Quizás a diferencia de otras profesiones, la formación en
psicología involucra procesos internos de cambio y de autoaprendizaje sobre la propia
dinámica de los conflictos intersubjetivos y de allí que, los problemas ligados a la
inserción profesional pasaran necesariamente a un segundo plano. De este modo, se
priorizan las cuestiones ligadas más a la identidad personal que aquellas relacionadas
con la incorporación al mundo del trabajo.

En esta misma dirección, observamos como en nuestro país, si bien todavía no


estaba claramente definido el perfil clínico de la profesión, el tema del psicoanálisis
personal de los estudiantes de la carrera se convirtió rápidamente en un "deber ser" que
no era cuestionado por sus protagonistas. La mayoría de los estudiantes de psicología -y
este es un tema aún hoy vigente- comenzaron a analizarse al poco tiempo de comenzar
sus estudios y este imperativo no dejaba de cumplirse más allá de las dificultades
económicas que podía ocasionar el costo de los tratamientos:

"Yo me empecé a analizar y tenía dos vestidos para el verano. Lo pagué con mi
sueldo. Creo que todos nos analizábamos"

CLÍNICA Y PSICOTERAPIA: EL LUGAR DE LOS PSICÓLOGOS EN LAS INSTITUCIONES DE


SALUD

"En muchas salas hospitalarias se comienza a solicitar la opinión de los psicólogos y


algunos profesores introducen conceptos psicológicos en su enseñanza...En la Cátedra
de Pediatría a mi cargo, en el Hospital Ricardo Gutiérrez, funciona desde hace cinco
años un Departamento de Psicología y Psicohigiene con tareas de docencia y asistencia
en higiene mental institucional. Trabajan en él 12 médicos y 30 psicólogos"

La constitución de la psicología como un campo profesional en nuestro país se da


conjuntamente con la renovación del campo médico psiquiátrico y la expansión del
psicoanálisis en la cultura y la sociedad. En el período que investigamos se producirán
acontecimientos de envergadura en este campo, fundamentalmente por la necesidad
de sacar a la psiquiatría del hospicio y reingresarla al seno de la medicina. Este proceso
va de la mano de la introducción de los psicofármacos y de la defensa de la salud
mental a través de la prevención y la reevaluación de diversas técnicas
psicoterapéuticas.

Las entrevistas a los primeros graduados de la carrera de psicología en la UBA


realizadas por Martín Cremonte y Eduardo Sincofsky dan cuenta de la inserción
temprana de los primeros graduados en tareas clínicas en ámbitos públicos –en general
de manera gratuita- y en ámbitos privados a partir de la derivación de pacientes por los
mismos psicoanalistas.
De esta convivencia inicial de la que habláramos anteriormente, se fue
construyendo un proyecto profesional para los psicólogos que combinaba un ideal
psicoterapéutico de raíz psicoanalítica con un interés político de reforma social. La
psicología era una carrera humanística y social que a diferencia de las otras carreras de
estas características proponía una aplicación práctica bajo el modelo de la
psicoterapia.

“En mi caso yo entré a la carrera porque había leído un libro de Jung y me


interesaba la idea del inconsciente colectivo desde un punto de vista político. Yo había
hecho Letras, me interesa la Lingüística, jamás pensé que me podía servir para ganarme
la vida”.

“Sabíamos que teníamos que construir un proyecto, que estaba en nuestras manos
encontrar un espacio y eso es lo que se perdió hoy. Tuvimos una inserción muy temprana
en la práctica...para mí fue muy impactante cuando viajamos a Estados Unidos en el 68
tener profesores psicólogos, éramos absolutamente contemporáneos de nuestros
compañeros en la New York University: metodológicamente éramos muchísimo más flojos
pero mi experiencia clínica era mayor...fuimos nosotros quienes fuimos armando el
perfil...creo que salimos más favorecidos los que elegimos un perfil clínico".

"yo empecé a trabajar en un Hospital en la mitad de la carrera (el Hospital de


Niños). Es más empecé a trabajar con pacientes antes de recibirme (derivados por Jefes
del Hospital de Niños), no creo haber sido la única".

Estos relatos de carácter personal se ven confirmados por los resultados de una
primera encuesta sobre el ejercicio profesional de los psicólogos que utilizó como
muestra a los profesionales egresados de las carreras de psicología entre el año 1961 y
1969 afiliados a la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires. (APBA). Dicha muestra
estaba conformada por un total de 695 psicólogos y, el primer dato absolutamente
llamativo es la distinción por género de la misma: 600 mujeres y 95 hombres.

Por otra parte, siguiendo a los autores, desde la creación de la carrera de


Psicología en la UBA hasta el año 1969, el número total de egresados fue de 911. En este
sentido, y este es otro dato sorprendente en comparación con el período actual, la
APBA era una asociación claramente representativa de los intereses de los psicólogos.

Los resultados de esta encuesta demuestran que la mayoría de los psicólogos se


desempeñaba en el área clínica: 92% de la muestra. Sin embargo, resulta necesario
agregar dos resultados que complejizan el análisis de estos datos. Por un lado, gran parte
de los psicólogos trabajaba además de en la clínica en otras actividades psicológicas y
por el otro, la jornada de trabajo del psicólogo era breve: el 15% de 11 a 20 horas de
trabajo semanales, el 22% de 21 a 30 horas, el 22% de 31 a 40 horas y el 36% más de 40
horas. En relación a esto la valoración de los ingresos mensuales de los encuestados se
distribuye en un 40% entre bajo y muy bajo, un 21% medio y un 38% entre alto y muy alto.

Por lo tanto, si bien la orientación predominante del perfil profesional es la clínica,


esta orientación no se corresponde estrechamente con una real inserción profesional en
términos de ingresos económicos y de ocupación plena. Esta "subocupación" de los
psicólogos puede ser pensada en dos direcciones. Por un lado, en términos de
condiciones objetivas, los psicólogos como grupo eran nuevos en el mercado de trabajo
y debían competir con profesiones ya consolidadas como los psicoanalistas médicos y
los psiquiatras que contaban con mayor legitimidad social y habilitación legal para
ejercer sus prácticas. Los psicólogos debían avanzar tanto en la búsqueda de
aceptación y reconocimiento social como también en el terreno legal que les era
adverso.

Pero también, resulta importante considerar los problemas ligados a la relación


subjetiva que establecían los psicólogos con sus propias prácticas y las dificultades que
encontraban como grupo para asumir una profesión en la cual las gratificaciones
personales que la misma les proveía podían ser más importantes que las gratificaciones
económicas.

Por ello, resulta interesante contrastar los datos de la encuesta relacionados con
los ingresos económicos con aquellos relacionados con la "gratificación con la tarea". El
83% de los entrevistados se encontraba satisfecho con la tarea realizada, mientras que
sólo el 48% de los entrevistados lo estaba con respecto a los ingresos percibidos:

"El psicólogo se encuentra más gratificado con la tarea que lleva a cabo que con
los ingresos que percibe...Estos datos se ven confirmados por otra respuesta: aquella
relacionada con la posible reelección de camino laboral. Vemos aquí que la amplia
mayoría de los psicólogos reelegiría su camino profesional".

Los psicólogos comenzaron a incorporarse en las instituciones de salud como


"aprendices" y desde este rol no contemplaban la posibilidad de recibir una
remuneración acorde a los servicios que prestaban en tanto privilegiaban la dimensión
del aprendizaje de una práctica.

Los espacios destacados para esta práctica fueron la Sala XVII del Hospital de
Niños Juan María Gutiérrez, el Dpto. de Psicología y Psicopatología de la Edad Evolutiva
en el Hospital de Clínicas en un comienzo y luego el Policlínico Gregorio Araóz Alfaro de
Lanús. Sin embargo, no fueron los únicos y al final de este trabajo presentaremos un
anexo con la información recabada.

Tal como se desprende de las referencias consultadas, los psicólogos se integraron


progresivamente en los Servicios de Psicopatología y Salud Mental en calidad de
“aprendices” y de investigadores por un lado y por el otro, ofreciendo una serie de
competencias ligadas a la evaluación y al diagnóstico de la personalidad que les
permitieron incorporarse al terreno de las psicoterapias de manera gradual y más o
menos controvertida según los ámbitos de inserción.

Los psicólogos se apropiaron de determinadas problemáticas psicopatológicas e


iniciaron tareas de investigación empírico-clínicas en las que en general incluían técnicas
proyectivas de diagnóstico y a modo de prueba, tratamientos psicoterapéuticos de
orientación psicoanalítica. De este modo, buscaban demostrar la efectividad de las
mismas en trastornos de acceso difícil para los médicos al mismo tiempo que insistir sobre
el valor diferencial de una intervención estrictamente psicológica.

Resulta interesante detenernos en una primera caracterización de este tipo de


trastornos. Podemos clasificarlos fundamentalmente en dos clases:

1) las patologías psicosomáticas que ya pertenecían al dominio del psicoanálisis y


donde los psicólogos encontraban una tradición teórica y clínica para sostener sus
investigaciones.

2) las patologías ligadas más directamente a problemas vinculares o sociales que


implicaban el desarrollo de nuevas perspectivas de abordaje diferentes al modelo
psicoanalítico clásico. El vínculo madre-hijo, las relaciones familiares, el intercambio
grupal y la puesta en práctica también de una mirada sobre la infancia que destacara
los aspectos psicológicos presente en toda intervención médica en los niños.

En esta dirección, el Departamento de Psicología y Psicopatología de la Edad


Evolutiva del Hospital de Clínicas contaba desde 1959 con una Sección denominada
Psicología y Educación, y la función del psicólogo comprendía por un lado el
diagnóstico en base a una batería de tests y técnicas proyectivas y por el otro, la
coordinación de grupos de madres y la educación de las mismas, el tratamiento
psicoterapéutico de las madres y de los niños.

El trabajo se realizaba en general en equipo: “el equipo diagnóstico está


conformado por un psicólogo, un psiquiatra y un historiador. Funcionan en la actualidad
15 equipos. Antes de actuar como psicólogo de equipo, el licenciado comienza su
aprendizaje en esta tarea como observador y auxiliar de un psicólogo ya entrenado,
concurre a las reuniones de equipo y participa en ellas...Los grupos de orientación de
madres son coordinados por médicos o psicólogos y un observador. Tienen un tiempo
limitado de 6 reuniones y el programa de trabajo está destinado a cubrir aspectos
fundamentales de la educación que si no surgen en el grupo son introducidos por el
coordinador”.

El trabajo con grupos y la coordinación de esta nueva metodología terapéutica


era en general una tarea para los psicólogos. De la descripción de funciones que hacen
varios psicólogos que se desempeñaban en el Policlínico de Avellaneda surgen como
roles principales, el diagnóstico y la conducción de grupos de diferentes características.

“En la actualidad trabaja un grupo numeroso de treinta licenciados y estudiantes


de psicología adelantados en su carrera que realizan las siguientes tareas: estudios
psicológicos individuales que incluyen entrevistas operativas, test mentales, estudios de
personalidad, historias en pacientes de cualquiera de las secciones que lo requieran,
organiza y/o participa de grupos de orientación para madres, grupos de expresión en
niños, grupos de alcohólicos, en el estudio y tratamiento de familias, etc.".

Asimismo, la relación con los médicos no era sencilla y en muchos casos los
psicólogos eran aceptados solamente como “testistas”. Por lo tanto, en los primeros 60
podemos observar como los psicólogos se apropian de estas técnicas para a partir de
allí, definirlas como un instrumento más de su quehacer que se abría a una multiplicidad
de funciones.

Sin embargo, no dejan de utilizarlas pero desde otro marco referencial propuesto
también, por el pasaje de las técnicas psicométricas más tradicionales a las técnicas
proyectivas.

“El test sólo puede ser aplicado por un psicólogo, por la sencilla y definitiva razón
que el test vale lo que vale quien lo aplica y de que no existe ningún saber
independiente que pueda denominarse de este modo (se refiere a la calificación de
‘testista’)....el test proyectivo es un método de trabajo clínico. Pero, y ello es lo más
importante, el psicólogo con él vale más que sin él. Después del clínico –psicólogo,
psiquiatra o psicoanalista- el instrumento proyectivo constituye la herramienta de
examen más perfecta disponible hasta el presente”.

Evidentemente este es un tema de discusión y polémica que implica un cambio en


la relación médico- psicólogo:

"Los psicólogos son convocados como testistas: en la labor que cotidianamente


realizamos en el Dpto. de Psicología en donde con frecuencia somos consultados por
médicos para que realicemos sobre pacientes tests psicodiagnósticos, tests proyectivos o
tests de personalidad”.

De allí que, Guida Kagel en su artículo sobre la función del psicólogo clínico se
ocupe también de aclarar este punto:

“Antes de seguir es conveniente aclarar una confusión corriente en el medio


psiquiátrico, que es la de calificar de testita a la persona que cumple funciones de
psicólogo clínico. La función del testista sería la de un técnico psicológico y su tarea más
limitada y mecánica”.

No obstante, la autora en lugar de aclarar este punto, continúa el artículo con una
enumeración exhaustiva de las técnicas utilizadas por el equipo de psicólogos en el
servicio.

De este modo, podemos observar cómo al mismo tiempo que los psicólogos
plantean sus discrepancias con la calificación reduccionista de su función de “testistas”,
parten de esta función para demostrar en la práctica el alcance más amplio de su rol.

Encontramos entonces, en esta discusión acerca de la función del “testista” y en la


práctica concreta de muchos psicólogos en los hospitales, un puente que nos permite
conectar los intereses de los nuevos profesionales en el período estudiado con la
tradición pre profesional de la disciplina. Problema que no es planteado en términos
teóricos ni de rol ocupacional pero que define de manera positiva un “saber hacer”
propio de los psicólogos y que es reconocido en estos términos por los médicos.

Este tema también se hace presente en las Primeras Jornadas Argentinas de


Psicoterapia realizadas en Córdoba en 1963 y presididas por Gregorio Berman. En una de
las mesas redondas, el Director del Departamento de Psicología de la Universidad de
Córdoba, Raúl Pierola se refiere a la confusión de los médicos que convocan a los
psicólogos como “testistas” y que da cuenta a su entender de un problema serio de
comunicación entre psicólogos y médicos. El eje de este conflicto es la disputa por el
ejercicio de la psicoterapia: “¿puede realizarla exclusivamente el médico?; ¿O puede
también realizarla, a partir del diagnóstico médico, el psicólogo clínico no médico? No
quiero desatar esta polémica que ha estado presente en casi todas las jornadas
anteriores de psiquiatría y también en otras discusiones sobre psicoterapia realizadas en
el país”.

Por lo tanto, resulta evidente que esta búsqueda de un perfil clínico por parte de
los psicólogos encuentra resistencias importantes del lado de las profesiones ya
constituidas en este terreno y particularmente de los psiquiatras quienes se enfrentan a la
paradoja de estar "legalmente habilitados" para curar pero al mismo tiempo no contar
con la formación necesaria y las competencias técnicas específicas para ello. El campo
médico psiquiátrico no era homogéneo en sus posiciones sobre el tema pero desde
aquellas posiciones explícitamente contrarias al ejercicio de la psicoterapia por parte de
los psicólogos a aquellas más abiertas y permeables a la realización de estas prácticas,
puede visualizarse un consenso mínimo y tácito de defensa de los lugares establecidos.
La solución de compromiso elegida por el Jefe del Servicio de Psicopatología del
Policlínico de Lanús ejemplifica con claridad esta dificultad para reconocer un lugar a los
psicólogos:

"En el organigrama de la Sala, figuraba como personal auxiliar, pero yo no me lo


creía. Con Goldemberg tenía conversaciones sobre el tema. Él me decía que los
psicólogos no podían hacer psicoterapia pero que yo sí. A mí me dejaba, porque tenía
formación, pero en secreto. Tiempo después, cuando nos reuníamos las psicólogas del
Lanús, para avanzar en ese terreno, descubrimos que a todas nos había dicho lo mismo".

En este sentido, el tema del rol psicoterapéutico de los psicólogos en el hospital era
problemático. De las descripciones de las tareas cumplidas por los psicólogos en diversas
instituciones de salud, se observa un "dejar hacer" que no era reconocido públicamente
y que tampoco "nombraba" en términos de profesión.

Por eso, la Lic. Adela Duarte afirma que en el año 1967 con la promulgación de la
Ley de Ejercicio de la Medicina los psicólogos son por primera vez y al mismo tiempo
reconocidos e ignorados:

"Digo esto porque hasta ese momento no aparecíamos mencionados en ninguna


reglamentación profesional y nosotros buscábamos el reconocimiento legal. Con esta
ley, en un solo acto, se nos denominaba psicólogos y simultáneamente se restringe y
cercena nuestra actividad profesional".

Asimismo, podemos situar a partir del año 1967 una serie de acontecimientos que
dan cuenta de un cambio cualitativo en la definición del grupo profesional de los
psicólogos y que nos permiten señalar el cierre de un proceso y la apertura de uno
nuevo en esta historia profesional.

Se trata por un lado, de cambios en el interior del grupo profesional ligados a la


consolidación de espacios dirigidos por los mismos psicólogos: instituciones privadas de
asistencia, revistas y ámbitos de formación. Por el otro, de un reconocimiento externo de
instituciones sociales significativas como la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires
en la creación de las primeras Residencias en Psicología Clínica y de la Universidad de
Buenos Aires al convocar a los psicólogos como grupo para cubrir cargos docentes en la
Carrera de Psicología. Más adelante volveremos sobre este tema.

LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL

Un lugar destacado dentro de estas consideraciones merece la orientación


vocacional. El ejercicio de esta tarea derivó rápidamente en la constitución de un
ámbito autónomo y diferenciado de acción para el psicólogo con sus propias
instituciones y su propio desarrollo teórico y programático.

La importancia que obtuvo la orientación vocacional como modelo


paradigmático de acción para los jóvenes profesionales puede ser leída en su progresivo
afianzamiento como aglutinador de experiencias provenientes de campos diversos: el
laboral, el educacional y el clínico.

En este sentido, podemos decir que se conformó un ámbito nuevo de acción en


base a tradiciones previas que se entrecruzaron formando un entramado original que dio
pie a un rol específico para los psicólogos.

“...existe una dimensión de la tarea en la que el campo es privativo del psicólogo:


el del diagnóstico y la resolución de los problemas que los individuos tienen en relación
con su futuro como estudiantes y productores en el sistema económico de la sociedad a
la que pertenecen”.

La orientación vocacional condensa por un lado los antecedentes de los Institutos


de Orientación Profesional creados bajo el peronismo, por el otro la posibilidad de
intervenir en el ámbito educativo desde un paradigma clínico de evaluación de la
personalidad a través de la apelación a recursos “objetivos” como los tests mentales y las
técnicas proyectivas.

BORINSKY, MARCELA: LAS PRIMERAS ESTRATEGIAS DE INSERCIÓN PROFESIONAL DE


LOS PSICÓLOGOS

En este sentido, con anterioridad a la creación de la carrera de psicología en la


UBA se comenzó a organizar un dispositivo para la orientación vocacional que se
consolidó dos años más tarde bajo la dirección de Jaime Bernstein y que funcionó como
un ámbito de capacitación “informal” para los estudiantes de psicología y luego
graduados de la disciplina: El Departamento de Orientación Vocacional de la UBA.

“Cuando se creó el Dpto. de Orientación Vocacional en la UBA no había ningún


centro en la Argentina ni en Sud América que pudiera servir de modelo para sus fines.
Todas las experiencias anteriores en orientación vocacional o profesional en nuestro país
eran muy precarias y con enfoques más limitados”.

Creado en 1956 con la colaboración de la Unesco, terminó su organización y


equipamiento en 1958 prestando un servicio regular a los estudiantes que buscaban
asesoramiento en su elección profesional. Los datos para el año 1961, señalan que desde
su organización se habían realizado 3.484 entrevistas y 2887 exámenes psicológicos para
fines de orientación vocacional. (Tavella, 1961)

¿Quiénes se hicieron cargo de esta tarea? Resulta difícil responder a esta pregunta
en tanto para 1961 recién se estaban graduando los primeros psicólogos de la carrera y
la demanda de atención según estos datos era alta.

“El Dpto. de Orientación Vocacional ha sido informalmente un centro docente, de


formación de expertos en orientación vocacional. Muchos de sus auxiliares que entraron
a trabajar en el Departamento siendo alumnos de la carrera han egresado y son ahora
los psicólogos más especializados del país”.

Entre estos alumnos, se encontraban algunos de los primeros profesionales que


egresarían de la carrera: Adela Duarte quien realizó allí su primera experiencia laboral
“ingresé allí primero como auxiliar y seguí hasta que renuncié en el 66. Gané varios
concursos y terminé dirigiendo un Sector: Admisión de los Alumnos”;Clelia Ca quien inició
su práctica profesional en el DOV para luego continuar en la práctica privada (Ca, 1971)
; las licenciadas Irene Orlando, Elvira Nicolini, Estela Stilman y Sara Slapak quienes
presentaron un trabajo específicamente psicológico sobre orientación vocacional en un
evento homogeneizado claramente por la presencia de profesionales médicos: Las
Segundas.

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