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Bajo su diversidad, las psicologías del fin de siglo XIX poseen como rasgos comunes
el tomar prestado de las ciencias de la naturaleza su estilo de objetividad, y el buscar,
dentro de sus métodos, su esquema de análisis.
El método psicofísico – químico: los fenómenos del espíritu tanto como los
fenómenos materiales exigen dos formas de investigación: la primera intenta, a partir de
los hechos, acceder a leyes más generales según el principio de la universalización
newtoniana; la segunda, al igual que el análisis químico para los cuerpos compuestos,
reduce los fenómenos complejos a elementos simples. La psicología tendrá entonces la
tarea de reencontrar en los fenómenos más complejos del pensamiento los segmentos
elementales que los componen. En el principio de la percepción y del conocimiento de
la materia, encontrara la sensación; en el principio del espíritu y del conocimiento que el
espíritu tiene de sí mismo, la psicología descubrirá el sentimiento.
El descubrimiento del sentido se efectúo al final del siglo XIX, por caminos diversos,
que parecen sin embargo pertenecer ya a un paisaje común. Parece perfilarse una
misma dirección: se trata de dejar de lado la hipótesis demasiado amplias y generales
por las cuales se explica al hombre como un sector determinado del mundo natural; y se
trata de volver a un examen riguroso de la realidad humana, es decir, mejor hecho a su
medida, más fiel a sus características específicas, más apropiado a todo lo que, en el
hombre, escapa a las determinaciones de la naturaleza. Tomar al hombre, no en el nivel
de ese denominador común que lo asimila a todo ser viviente, si no en su propio nivel, en
las conductas en las que se expresa, en la conciencia en la que se reconoce, en la
historia personal a través de la cual se constituyó.
“Psicologías del fin de siglo”, la idea de una nueva etapa de la disciplina que
vendría a cerrar un ciclo la proposición de que no hay una sino varias psicologías.
“Conciencia de crisis”, consideración de la psicología como una disciplina
problemática caracterizada por una falta de unidad y una cierta inconsciencia
científica, esta sensibilidad presente frente a cambios profundos, sociales y políticos,
culturales y de pensamiento, parecen corresponder a la vivencia del fin de un ciclo
histórico y la transición, llena de incertidumbres, hacia un futuro sobre el que no sabemos
casi nada.
LA NUEVA HISTORIOGRAFÍA.
La nueva historia va a acentuar los orígenes sociales: los puntos de vista acentúan
la relación de las ideas y los programas con los intereses sociales, las instituciones y los
actores en este caso un grupo profesional – académico.
Este estudio recubre un dominio del cual no podemos aquí más que delimitar las
regiones esenciales.
Todos esos análisis de las significaciones objetivas se sitúan entre los dos tiempos de
una oposición: totalidad o elemento, génesis inteligible o evolución biológica,
performance actual o aptitud permanente e implícita, manifestaciones expresivas
momentáneas o constancia de un carácter latente, institución social o conductas
individuales: temas contradictorios cuya distancia constituye la dimensión propia de la
psicología. Pero ¿incumbe a la psicología superarlos, o debe contentarse con describirlos
como las formas empíricas, concretas, objetivas de una ambigüedad que es la marca
del destino del hombre? Ante estos límites, la psicología ¿debe negarse como ciencia
objetiva y sustraerse en una reflexión filosófica que ponga en duda su validez? ¿O debe
apuntar a descubrir fundamentos que, si no suprimen la contradicción, al menos
permitan dar cuenta de ella?
MARCELA BORINSKY
INTRODUCCIÓN
Por diversas razones que ya hemos desarrollado en otro lugar, la historia de las
prácticas psicológicas en la Argentina no establece una serie de manera directa con los
acontecimientos que se sucedieron a partir de la institucionalización profesional de la
disciplina. Si bien esta historia de las prácticas va a ser incorporada a través de algunas
de sus figuras representativas y de determinadas experiencias ya consolidadas a la
historia profesional posterior, la continuidad no es lineal sino que se trata más de una
asimilación desde un centro de gravedad que se encuentra en otro lado.
En esta misma dirección podemos entender, por ejemplo, por qué entre las
actividades del Instituto de Psicología de Rosario, se destaca la importancia de contar
con un programa de radio y abrir así un espacio de interlocución directa con la
sociedad en su conjunto para colaborar desde los medios de comunicación de masas
brindando un "hilo de Ariadna" que nos impida perdernos en el laberinto de la sociedad
contemporánea.
“Estaremos siempre dispuestos a aclarar una duda, y responder a las preguntas
que se nos envíen sobre los asuntos de nuestra especialidad. Son tantos los problemas
del comportamiento que se plantean en nuestra hora, tan angustiosas o apremiantes las
situaciones cotidianas en que se manifiesta un conflicto de la personalidad, o tan
curiosas las peripecias del drama onírico, que muchas veces estamos anhelando un
intérprete de los psíquico –un hilo de Ariadna- que nos ayude a comprendernos a
nosotros mismos y nos permita asomarnos al “otro” o a “los demás”.
LA PSICOLOGÍA EN LA UNIVERSIDAD
En Filosofía y Letras este incremento tuvo una estrecha relación con la creación de
las nuevas carreras: Sociología, Antropología, Ciencias de la Educación y Psicología –la
más poblada de la Facultad-.
"Lo interdisciplinario también era una marca de F&L, hicimos muchísimas materias
con gente de sociología. Hasta el 66 las cosas marchaban así y todo se resolvía por
asambleas. Después del 66 la carrera quedó vacía".
LA BÚSQUEDA DE UN PERFIL
Los alumnos que tuvieron una participación activa en la carrera en este período
inicial, buscaron también a nuevos docentes como José Bleger primero y Fernando Ulloa
después, para sumar a este proyecto que no tenía una orientación definida. De las
entrevistas a los primeros graduados surgen como valores destacados: la interdisciplina,
el compromiso personal con el saber y la voluntad de construir un espacio.
"Éramos un pequeño grupo y muy dinámico. Muchas veces la carrera estaba ahí
tecleando (1957-1961) a veces no sabíamos si la íbamos a terminar, no estaban los
profesores y las materias. Pero teníamos la voluntad de hacer la carrera".
Espacio que define con claridad un lugar de enunciación -ser psicólogo- pero no
los atributos específicos que definen ese lugar. Por eso, al principio era más importante
aprender un poco de todo e intervenir en todos los espacios donde los dejaran:
escuelas, hospitales, clínicas. El eclecticismo de los orígenes era una virtud y uno de los
atributos diferenciales era el compromiso personal con la formación. En tal sentido, el
tema de la profesión ocupaba un lugar secundario ya que lo que se ponía en juego
estudiando psicología estaba más relacionado con el problema de la identidad personal
que con el del "saber hacer" en el terreno de las prácticas.
Considero que en relación a este tema, se abren una serie de problemas ligados
específicamente al campo de la psicología y su profesionalización que en general no
son trabajados en investigaciones sobre la conformación de una profesión para los
psicólogos y es el de los efectos sobre la subjetividad que implica la elección de los
estudios de psicología. Quizás a diferencia de otras profesiones, la formación en
psicología involucra procesos internos de cambio y de autoaprendizaje sobre la propia
dinámica de los conflictos intersubjetivos y de allí que, los problemas ligados a la
inserción profesional pasaran necesariamente a un segundo plano. De este modo, se
priorizan las cuestiones ligadas más a la identidad personal que aquellas relacionadas
con la incorporación al mundo del trabajo.
"Yo me empecé a analizar y tenía dos vestidos para el verano. Lo pagué con mi
sueldo. Creo que todos nos analizábamos"
“Sabíamos que teníamos que construir un proyecto, que estaba en nuestras manos
encontrar un espacio y eso es lo que se perdió hoy. Tuvimos una inserción muy temprana
en la práctica...para mí fue muy impactante cuando viajamos a Estados Unidos en el 68
tener profesores psicólogos, éramos absolutamente contemporáneos de nuestros
compañeros en la New York University: metodológicamente éramos muchísimo más flojos
pero mi experiencia clínica era mayor...fuimos nosotros quienes fuimos armando el
perfil...creo que salimos más favorecidos los que elegimos un perfil clínico".
Estos relatos de carácter personal se ven confirmados por los resultados de una
primera encuesta sobre el ejercicio profesional de los psicólogos que utilizó como
muestra a los profesionales egresados de las carreras de psicología entre el año 1961 y
1969 afiliados a la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires. (APBA). Dicha muestra
estaba conformada por un total de 695 psicólogos y, el primer dato absolutamente
llamativo es la distinción por género de la misma: 600 mujeres y 95 hombres.
Por ello, resulta interesante contrastar los datos de la encuesta relacionados con
los ingresos económicos con aquellos relacionados con la "gratificación con la tarea". El
83% de los entrevistados se encontraba satisfecho con la tarea realizada, mientras que
sólo el 48% de los entrevistados lo estaba con respecto a los ingresos percibidos:
"El psicólogo se encuentra más gratificado con la tarea que lleva a cabo que con
los ingresos que percibe...Estos datos se ven confirmados por otra respuesta: aquella
relacionada con la posible reelección de camino laboral. Vemos aquí que la amplia
mayoría de los psicólogos reelegiría su camino profesional".
Los espacios destacados para esta práctica fueron la Sala XVII del Hospital de
Niños Juan María Gutiérrez, el Dpto. de Psicología y Psicopatología de la Edad Evolutiva
en el Hospital de Clínicas en un comienzo y luego el Policlínico Gregorio Araóz Alfaro de
Lanús. Sin embargo, no fueron los únicos y al final de este trabajo presentaremos un
anexo con la información recabada.
Asimismo, la relación con los médicos no era sencilla y en muchos casos los
psicólogos eran aceptados solamente como “testistas”. Por lo tanto, en los primeros 60
podemos observar como los psicólogos se apropian de estas técnicas para a partir de
allí, definirlas como un instrumento más de su quehacer que se abría a una multiplicidad
de funciones.
Sin embargo, no dejan de utilizarlas pero desde otro marco referencial propuesto
también, por el pasaje de las técnicas psicométricas más tradicionales a las técnicas
proyectivas.
“El test sólo puede ser aplicado por un psicólogo, por la sencilla y definitiva razón
que el test vale lo que vale quien lo aplica y de que no existe ningún saber
independiente que pueda denominarse de este modo (se refiere a la calificación de
‘testista’)....el test proyectivo es un método de trabajo clínico. Pero, y ello es lo más
importante, el psicólogo con él vale más que sin él. Después del clínico –psicólogo,
psiquiatra o psicoanalista- el instrumento proyectivo constituye la herramienta de
examen más perfecta disponible hasta el presente”.
De allí que, Guida Kagel en su artículo sobre la función del psicólogo clínico se
ocupe también de aclarar este punto:
No obstante, la autora en lugar de aclarar este punto, continúa el artículo con una
enumeración exhaustiva de las técnicas utilizadas por el equipo de psicólogos en el
servicio.
De este modo, podemos observar cómo al mismo tiempo que los psicólogos
plantean sus discrepancias con la calificación reduccionista de su función de “testistas”,
parten de esta función para demostrar en la práctica el alcance más amplio de su rol.
Por lo tanto, resulta evidente que esta búsqueda de un perfil clínico por parte de
los psicólogos encuentra resistencias importantes del lado de las profesiones ya
constituidas en este terreno y particularmente de los psiquiatras quienes se enfrentan a la
paradoja de estar "legalmente habilitados" para curar pero al mismo tiempo no contar
con la formación necesaria y las competencias técnicas específicas para ello. El campo
médico psiquiátrico no era homogéneo en sus posiciones sobre el tema pero desde
aquellas posiciones explícitamente contrarias al ejercicio de la psicoterapia por parte de
los psicólogos a aquellas más abiertas y permeables a la realización de estas prácticas,
puede visualizarse un consenso mínimo y tácito de defensa de los lugares establecidos.
La solución de compromiso elegida por el Jefe del Servicio de Psicopatología del
Policlínico de Lanús ejemplifica con claridad esta dificultad para reconocer un lugar a los
psicólogos:
En este sentido, el tema del rol psicoterapéutico de los psicólogos en el hospital era
problemático. De las descripciones de las tareas cumplidas por los psicólogos en diversas
instituciones de salud, se observa un "dejar hacer" que no era reconocido públicamente
y que tampoco "nombraba" en términos de profesión.
Por eso, la Lic. Adela Duarte afirma que en el año 1967 con la promulgación de la
Ley de Ejercicio de la Medicina los psicólogos son por primera vez y al mismo tiempo
reconocidos e ignorados:
Asimismo, podemos situar a partir del año 1967 una serie de acontecimientos que
dan cuenta de un cambio cualitativo en la definición del grupo profesional de los
psicólogos y que nos permiten señalar el cierre de un proceso y la apertura de uno
nuevo en esta historia profesional.
LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL
¿Quiénes se hicieron cargo de esta tarea? Resulta difícil responder a esta pregunta
en tanto para 1961 recién se estaban graduando los primeros psicólogos de la carrera y
la demanda de atención según estos datos era alta.