Sunteți pe pagina 1din 3

El octavo hábito de Covey

Después de hacerse rico y famoso con Los siete hábitos..., ahora el gurú lanza uno nuevo:
aprender a oír a su voz interior.
por Gabriela Ruiz, Expansión

Lejos de estar exhausto por el jet lag, Stephen Covey regresa a casa después de un largo vuelo y
enseguida se va al gimnasio y se pone a nadar antes de ir a la cama. El gurú trabaja mucho, pero
no para escapar de sus problemas. Una parte significativa de su ingreso se va a la iglesia
mormona, a la que pertenece. Asesor de Bill Clinton durante su periodo presidencial y consultor
de gobiernos corporativos, Covey asevera que él no inmiscuye ni religión ni política en su
trabajo.
Sus hábitos respaldan las palabras y de sus páginas salen las ganancias. Su obra más reconocida
Los siete hábitos de la gente altamente efectiva ha vendido más de 15 millones de copias y es
uno de los best sellers no literarios más vendidos en la historia.
En 1996, la revista Times nombró a Stephen Covey como una de las 25 personas más influyentes
en Estados Unidos.
Pero el éxito no siempre fue tan seguro. Cuando Covey se fusionó con Franklin Quest, en 1997,
para crear Franklin Covey se auguró un rotundo fracaso. En su reporte anual del 2004 la empresa
logró ventas netas por $275,438 millones de dólares. Esta suma no contempla los ingresos que
obtiene de sus conferencias y de las regalías que recibe por las ventas de sus libros.
De tener sólo una oficina en Salt Lake City, en Utah, actualmente Franklin Covey cuenta con 39
filiales en 95 países y más de 150 tiendas. En los congresos, enormes filas de ejecutivos con libro
en mano esperan que Covey autografíe una página.
¿A quién no le gustaría ganar esas cantidades por predicar sus ideas? Covey dice que los hábitos
pueden ser conocimiento común, pero que no necesariamente prácticas comunes.
Quince años después de publicar su afamado libro, logró añadir el octavo hábito que presentará
en México en junio durante la edición 2005 de Expomanagement. A un mes de publicar su título
más reciente, el autor de numerosos libros conversó con Expansión.
Desde que escribió su famoso best seller Los siete hábitos..., ¿cuáles son los principales retos
de la gente?
El nuevo reto es una economía global donde hay que competir con la clase mundial. El problema
es que estamos usando un modelo de control industrial en una economía de información que
requiere de liberación y no de control. En otras palabras, tenemos que invertir en la gente, usar su
talento, pasión y conocimiento.
Actualmente, 80% de los buenos servicios son el resultado del valor agregado proveniente del
trabajo con conocimiento. Hace 50 y hasta 20 años atrás, esta proporción era únicamente entre
20 y 30%. Nos hemos trasladado de una era industrial a una de conocimiento.
¿Cuál es el octavo hábito?
Encontrar nuestra propia voz interior.
¿En qué consiste eso?
Involucra cuatro cosas: talento, pasión, conciencia y las necesidades que hay que buscar. Cuando
esos cuatro elementos se enciman, en el centro encuentras tu voz. El talento se traduce en las
cosas para las que eres bueno. La pasión radica en lo que te encanta hacer.
La conciencia es lo que la vida te pide que hagas. La necesidad reside en aquello con lo que
contribuyes para satisfacer requerimientos humanos. Una necesidad significa el problema que
estás resolviendo, la razón por la que te contratan.
Ha mencionado que la gente siente un vacío en sus vidas, ¿de dónde viene ese vacío?
Tratamos a la gente como cuerpos. A menudo ignoramos su corazón, mente y espíritu. Sólo
pensamos en términos económicos e ignoramos la parte mental, el desarrollo de la persona y su
talento. Olvidamos particularmente que sus conciencias los guían a actuar.
Sin embargo, hay muchos que toman el trabajo para escapar de sus problemas y
responsabilidades...
Sí… sucede. Todo se reduce a que las personas coordinen las cuatro partes: cuerpo, mente,
corazón y espíritu. Si se descuida uno de ellos se afectan todos los demás. Entonces te conviertes
en una cosa, no en una persona. Es ahí donde entra la filosofía de control y esto se convierte en la
definición de liderazgo.
El liderazgo en realidad es una elección basada en autoridad, como en el caso de Mahatma
Gandhi. No se trata de una autoridad formal. Gandhi nunca fue electo y tiene una enorme
autoridad moral. Se convirtió en el fundador de la democracia más grande del mundo.
¿Qué importancia debería dar la empresa a la esencia de la gente?
Debería haber dos elementos: un profundo significado para que el trabajo amerite el compromiso
de los empleados. El segundo es la necesidad de ser íntegros, vivir a través de nuestro sistema de
valores.
Ésta es la razón por la que las organizaciones corruptas destruyen la confianza. En estos casos
todos los empleados quieren protegerse, se ponen en plan defensivo y manipulador sólo para
sobrevivir.
En su experiencia, ¿son conscientes las empresas de esto?
Cada vez más desde que enfrentan la competencia global. Al enfrentar alguien que adopta el
trabajo de conocimiento con el modelo de liberación, no hay manera de que compitas.
No vas a poder producir con la alta calidad, los bajos costos y rápida innovación de tu
competidor.
¿Qué opina del sector corporativo mexicano?
No soy experto. Mi experiencia en general es que hay demasiado control autoritario. Eso ha
hostilizado a muchos trabajadores y la desconfianza hacia la empresa es alta. No podemos
generalizar.
Hay muchas donde esto no es una realidad, pero no se han movido mucho hacia el modelo del
trabajador con conocimiento. Necesitan hacerlo para ser competitivos, particularmente si están
compitiendo con clase mundial.
Los valores mexicanos son diferentes de los estadounidenses. En México se le da más
importancia a la vida familiar, las comidas, etcétera.
¿Cree que el octavo hábito aplica a los mexicanos?
Totalmente. El principio de la justicia es básico en México. Consideran el corazón, la relación
entre personas, están muy orientados a la familia. En lo referente a la mente, en esta área debe
crecer la inversión en capacitación y educación para que la población sea capaz de competir en la
economía del conocimiento.
La gente debe tener mayor iniciativa propia. Se deberían dar incentivos fiscales como aliciente
para que las organizaciones inviertan en su gente. La educación es clave en el futuro, de otra
forma no van a tener trabajadores de la economía del conocimiento.
En lo espiritual hay mucha necesidad de involucrar a las personas, en vez de decirles qué hacer.
Es un proceso lento, pero mucho más efectivo a largo plazo porque garantiza su participación y
compromiso.
México va en la dirección correcta. Lo que se requiere es un valor colectivo de mejora constante,
de educación y capacitación continuas.
A pesar de que Franklin Covey tiene como clientes tres cuartos de las compañías Fortune 500,
Stephen Covey no descuida a sus 43 nietos. Para él, los principios y el sentido de dirección le
permiten quedar erguido ante los ventarrones.

S-ar putea să vă placă și