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EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA (SALUD OCUPACIONAL)

Preguntas de introducción al módulo:


1. ¿Qué es la comunicación escrita?
2. ¿Cuáles son las características de la comunicación escrita?: Su canal es el papel, uso exclusivo del código
lingüístico para transmitir la información puesto que requiere un léxico preciso, exige una planeación previa
y cuidadosa, es más conservador en el empleo de palabras y expresiones porque usa un lenguaje selecto, el
mensaje se codifica a través de signos gráficos como Palabras y Signos de puntuación…
3. ¿Qué es la comunicación oral?
4. ¿Cuáles son las características de la comunicación oral?: Su canal es el aire, el mensaje se codifica utilizando
las cualidades físicas de la voz (timbre, tono, intensidad y entonación), la información se complementa con
códigos extralingüísticos (ademanes, gestos), su planeación y organización generalmente son simultáneas
con su producción, permite el uso de palabras y expresiones nuevas y coloquiales, su estilo puede ser sencillo
y espontáneo.
5. ¿Te cuesta hacer escritos? ¿Qué es lo más difícil?
6. ¿Te cuesta hablar en público? ¿Por qué?

Tipos de Comunicación oral


Los discursos pueden ser argumentativos, expositivos, narrativos y descriptivos, también se clasifican en
literarios (oratoria, novela, cuento, leyenda, historieta, poema, teatro, drama, guiones…), científicos (artículos,
conferencias, ensayos), periodísticos (noticias, crónicas, artículos, reportajes), informes y comunicaciones
internas (circulares, memorandos, actas…).
Reglas generales para la composición de argumentos:
a. Distinga entre las premisas y la conclusión. Las afirmaciones mediante las cuales usted ofrece sus razones
son llamadas premisas. La conclusión es la afirmación a favor de la cual usted da las razones.
b. Presente sus ideas en un orden natural. El orden puede colocar primero las premisas y luego extraer de ellas
la conclusión, o colocar primero la conclusión, exponiendo luego las propias razones.
c. Parta de premisas fiables. Si no está seguro de la fiabilidad de una de las premisas, puede que tenga que
realizar una investigación, antes de formularla. Si sus premisas son débiles, su conclusión también lo será.
Ejemplo: Nadie en el mundo es realmente feliz. Por lo tanto, parece que los seres humanos no están hechos
para alcanzar la felicidad. Pregúntese:
¿Puede alguien comprobar que nadie en el mundo es realmente feliz? Si esta premisa no es comprobable, la
conclusión tampoco lo es.
d. Evite un lenguaje emotivo. No haga que su argumento parezca bueno caricaturizando a su oponente. Las
personas deben defender su posición con razones serias y sinceras. Trate de entender las opiniones contrarias
aún cuando piense que están equivocadas.
e. Use un significado único para cada término. La tentación opuesta es usar una sola palabra en más de un
sentido. Esta es la falacia de la ambigüedad. Una manera de evitarla es definiendo los términos que van a ser
empleados.
AYUDAS AUDIOVISUALES
Las ayudas o medios auxiliares han de utilizarse cuando haya una verdadera necesidad, nunca para encubrir la
comodidad o la incompetencia del hablante. Deberán utilizarse con sobriedad; es decir, utilizarlos en número y
por el tiempo que resulten necesarios y ninguno más ni por más tiempo del absolutamente indispensable.
Otro asunto importantísimo con los medios auxiliares es comprobar antes que funcionan perfectamente al
celebrarse la intervención. Y, lógicamente, cuanto más complejo sea el mecanismo de un aparato, más
posibilidad hay de que algo no funcione y de que usted no sepa cómo arreglarlo.
También es verificable previamente la coordinación entre las ayudas; por ejemplo: no puede estar el lápiz láser
indicando un sitio o un cuadro (si, por facilidad está siendo manejado por un auxiliar), mientras el hablante ya
ha cambiado el asunto o no ha llegado a éste. Así la culpa sea de otro, el auditorio se la imputará al orador, que
es quien da la cara. Las ayudas más usuales son:
Micrófono
Es por lo general, la ayuda más útil y utilizada, sea en auditorios grandes o pequeños, pero no siempre su utilidad
se deriva de su estricta necesidad porque muchas veces podemos hablar sin micrófono sin que los oyentes
resulten en algo perjudicados. Su empleo depende de muchas circunstancias que deben ser evaluadas por el
hablante.
Algunas de estas situaciones pueden ser: la durabilidad de la intervención, pues si un discurso es
razonablemente largo, el empleo del micrófono evitará forzar la voz y evitar, por ejemplo, una irritación de la
garganta o de las cuerdas vocales. Deberá ensayarse, ojalá por el mismo hablante, que llegue a todos los sitios
de ubicación de los oyentes, dependiendo de las condiciones físicas y acústicas del sitio de intervención. Que
los movimientos o la posición del disertante no lo hagan inaudible por la mala colocación, sea de micrófono de
solapa, estático o de mano.
Video
Por sus grandes posibilidades de montaje y de efectos visuales y sonoros, el video es un aparato muy tentador,
pero algunos piensan que por poner un video se nota menos su ignorancia sobre el tema o su propio
nerviosismo. No es así. El video hay que saber presentarlo. Iniciarlo justo en el momento en que interese y
cortarlo en cuanto deje de interesar para el asunto. De lo contrario, el video traiciona: si es bueno, subrayará
aún más la ignorancia del hablante; si es malo, además de eso pondrá en evidencia su mal gusto.
Las secuencias del programa en video han de ser cortas y bien distribuidas a lo largo de la intervención, para
que no se pierda el hilo de lo que se dice, que debe ser, por supuesto, lo más importante.
Proyector
Exigen una rigurosa comprobación de su buen funcionamiento cada vez que encendemos el aparato: según la
sala, las dimensiones de la misma y su iluminación, habrá que calibrar muy bien en qué sitio y a qué altura
colocamos el proyector, así como la correcta posición de cada diapositiva dentro del carro y en el orden previsto
para nuestra disertación. El aparato debe encenderse sólo cuando lo vayamos a utilizar para que no desvíe la
atención del público inoportunamente y, además, nos obligará a mantener la sala a oscuras más tiempo del
deseable.
En la medida de lo posible, cada diapositiva no debe proyectarse por más de un minuto, salvo que la complejidad
de la imagen, nuestra explicación, o una interpelación al respecto, así lo requieran, pues no hay peor sensación
que la de pensar que nunca pasarán a la diapositiva siguiente, cuando se ve que aún quedan muchas y que el
expositor se demora infinitamente en cada una. Mientras se cambia de diapositiva no haga ningún comentario
sobre lo bien o mal que se ve: el público lo estará comentando por su cuenta.
Retroproyector

Es un instrumento muy versátil, por la facilidad con que se confeccionan las transparencias y por la posibilidad
de modificar los gráficos en muy poco tiempo. Pero una misma transparencia cansa más al público que una
diapositiva, por su carácter esquemático y por la potencia de la iluminación. El uso prolongado de
transparencias, si el público no se convence de su absoluta necesidad, puede hacer muy fría y deshumanizada
la intervención. Por eso es mejor mostrar pocas y de excelente calidad.
Tablero:
Los tableros blancos evitan estas molestias, aunque los reflejos pueden ser un problema. Conviene utilizar tintas
borrables, para limpiar con facilidad el tablero. Así, pueden utilizarse distintos colores de rotuladores.
Papelógrafo

El tablero de papel con hojas intercambiables se presenta normalmente en un formato de 45 X 65 ctms, de


forma que las hojas se pasan a medida que se van utilizando. Entre otras, sus ventajas son las siguientes:
1. Es fácil preparar algunas hojas de antemano
2. Las hojas pueden mostrarse u ocultarse a voluntad
3. El orador puede volver atrás para recordar a los oyentes algo dicho anteriormente
4. La hoja puede quitarse o mantenerse visible constantemente en una pared.
Todos los tableros pueden utilizarse adosados a una pared o montados sobre un caballete. Esta última opción
es preferible, pues permite al orador escribir sin dar la espalda a la audiencia, cosa que no sucede cuando está
en la pared. El tablero de pared interfiere considerablemente tanto el contacto visual como la proyección de la
voz.
Folleto
Es muy común en las presentaciones orales del presente, pero más particularmente en las de orden político y
publicitario, repartir entre los presentes hojas, volantes y folletos con aspectos de la trayectoria del expositor y
apartes de las ideas que éste va a exponer, antes de su intervención. Si bien, es conveniente el conocimiento de
la hoja de vida del orador, hay muchas personas que durante la exposición se dedican a leer el material
entregado y pierden totalmente el contenido de la disertación. De no ser absolutamente necesario, como por
ejemplo que el material contenga cifras o datos numéricos difíciles de escuchar y grabar en una intervención a
campo abierto, los folletos u hojas alusivas al acto es mucho mejor entregarlos al finalizar el mismo.
Cartel
Tampoco es recomendable llenar de vallas, carteles y propaganda las paredes del salón donde se va a desarrollar
la intervención oral, porque al asistente desprevenido estos motivos suelen distraerlo de lo que se está
exponiendo, más cuando la iniciación de la intervención es inmediata al ingreso del público al auditorio.
Señalador
Anteriormente, en las exposiciones en recinto cerrado se utilizaba una regla o una vara. En la actualidad el
señalador más común es el lápiz láser, que alcanza gran distancia. Si indudablemente es un auxiliador eficaz de
varias de las ayudas mencionadas, hemos visto con frecuencia cómo varios expositores, se olvidan de que tienen
el señalador en la mano y comienzan a batirlo desordenadamente, creando total desatención del público, que
se dedica a eludir la luz del instrumento.
Finalmente, hemos de decir que todas las técnicas que habrán de requerirse para la acción o exposición habrán
de prepararse con propiedad y suficiente antelación, para corregir las posibles fallas a tiempo. No podemos
llegar al momento esperado para poner en práctica la preparación.
INTERVENCIÓN ORAL
Hay que distinguir que cada expresión comunicativa requiere un grado de elaboración y que el discurso oral
precisa en su preparación del apoyo de la escritura (un guion, unas notas, unas ayudas). Entonces, en muchos
aspectos la planificación y organización de la intervención oral es igual o, al menos, muy similar a la del discurso
escrito, tales como el conocimiento de la materia y la elaboración de notas, citas y guiones.
Algunas bases técnicas para el expositor oral, cuya comprensión y aplicación responsables serán de eficaz ayuda
en las disertaciones orales son:
1. La competencia comunicativa
2. Preparar el discurso en todos sus aspectos
3. Memorizar el guion y tener las notas adecuadas y a mano
4. Disponer de las ayudas o medios auxiliares necesarios
5. Vencer el miedo, y
6. Lanzarse a la acción de exponer oralmente
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA ORAL
Llegar a dominar las formas de hablar no es sencillo, la competencia comunicativa es la habilidad para actuar en
instancias particulares. Implica conocer no sólo el código lingüístico, sino también el qué decir a quiénes, cómo
decirlo de la manera apropiada y en qué situación. Tiene que ver con el conocimiento social y cultural que se les
supone a los hablantes y que les permite usar e interpretar las formas lingüísticas.
PREPARACIÓN DE LA EXPOSICIÓN ORAL
Entre estos aspectos de preparación de la exposición oral, queremos destacar o repasar los siguientes:
1. La Intencionalidad (expositiva -es puramente informativa-, didáctica -expone los conocimiento que se
poseen de un tema-, argumentativa -busca convencer- o emotiva -presenta el sentimiento, emoción o ánimo
del hablante sobre un hecho o situación-). La mezcla de dos o tres tipos de discurso es tan natural como la
presencia de varias intenciones. Lo importante es saber cuál es la intención primordial y, en consecuencia,
qué tipo de discurso será el predominante.

2. El Tema y el Título: Inmediatamente después de precisar la intencionalidad del discurso


conviene elegir el tema o los temas que se va a abordar, y no a la inversa.
3. El Estilo: a) llano, con empleo de palabras muy usuales y vinculadas al habla coloquial; b) medio,
se permite utilizar numerosas palabras de significado abstracto y uso restringido a los receptores
de cultura media y alta y c) alto, definido no tanto por el empleo de palabras de alto nivel, sino
más bien por la inclusión de vocablos técnicos y propios de una determinada disciplina científica,
artística o profesional.
4. Comienzo, Nudo y Final de la Intervención: Si bien la elocuencia, como virtud innata, es, sin
duda, una ventaja indiscutible en la expresión oral, a la larga y la mayoría de las veces obtiene
mayor éxito la persona sin tanta aptitud pero convenientemente formada a través de las
técnicas. Esto se aprecia en la preparación de los momentos del discurso.
El comienzo y la culminación de la exposición son instantes definitivos para el éxito o fracaso,
porque a través de ellos es que el público guarda - en la memoria y en sus emociones – la figura del
expositor.
5. La iniciación: Para asegurarse de comenzar como de terminar bien el discurso, una de las
mejores técnicas consiste en copiar y aprenderse perfectamente todas las palabras de la primera
y la última frase y bastante bien el primero y último párrafos. La frase inicial debe buscar captar
de inmediato toda la atención del público. Puede ser un pensamiento de alguien célebre; más
conveniente si está enlazado al tema del discurso y, mejor aún, si el pensamiento es original del
expositor. Si la frase inicial es suficientemente impactante, no se requiere amenizar el comienzo
con alguna anécdota que, si se emplea, deberá también recordarse a través de la memorización
de una palabra clave.
Esta técnica calma los nervios del interviniente y le da seguridad personal. El comenzar hablando
muy despacio, con entonación y pausas, brindará relajación y facilitará al público la rápida
familiarización con la voz y el estilo del hablante. Pero lo más ventajoso de esta técnica es que da
tiempo suficiente para pensar lo que se quiere decir y desechar lo inapropiado.
De la introducción también hace parte el énfasis sobre la importancia del tema y la idoneidad que
se tiene para exponerlo. La importancia del tema, en ocasiones, está ligada a una conmemoración u
otro acontecimiento, que es favorable a veces mencionar, si es posible, mediante alguna cita de un
personaje célebre. Las citas deben manejarse con cuidado pues no es de buena acogida excederse
en ellas a lo largo del discurso.
6. El nudo: Luego de expuesta con claridad la importancia del tema, deberá manifestarse la idea
principal del tema (requiere estudio la escogencia de esa idea principal) o aspecto más
destacable del discurso, alrededor de la cual girará la exposición. De ser posible, si hay tiempo
para ello, escúchese a sí mismo en un ensayo del comienzo, del final y del nudo del discurso,
para establecer si la voz mantiene un ritmo adecuado, si se cumple el tiempo previsto en cada
etapa de la intervención. El manejo del tiempo en cada etapa es fundamental para medir el
interés de cada idea expuesta, porque puede suceder que una idea que en un comienzo o en la
planificación no se consideró tan importante como otras (con frecuencia ocurre con los nuevos
hablantes), pase a ser la que más atraiga la atención del público y que no se haya calculado el
tiempo necesario para expresarla satisfactoriamente para el auditorio. Los expositores
experimentados suelen fijarse en las reacciones del público, no mientras hablan para no
desconcentrarse, sino, por ejemplo, mientras toman un sorbo de agua.
7. El final: El desenlace o culminación del discurso, no sobra repetirlo, debe ser estricta y
rigurosamente preparado si se desea que alcance la persuasión buscada y la sensación entre el
público de haber asistido a algo bueno y duradero. Antes de exponer la idea conclusiva, conviene
recapitular o resumir en el menor tiempo posible lo expuesto, fijándose que no hayan quedado
ideas principales sin cerrar. La idea conclusiva debe señalar en pocas palabras para qué y por
qué se dijo todo lo que se dijo y qué provecho pueden sacar los asistentes de lo dicho. La
secuencia estrictamente final viene dada por la última frase que suspende definitivamente la
intervención, la cual, por sí misma – aunque en consonancia con todo lo anterior – ha de tener
la suficiente fuerza para provocar el aplauso, si éste procediera; por eso debe estar
perfectamente preparada hasta la última letra. Preferentemente debe ser una expresión gráfica
que entre por los sentidos, fácil de recordar por el hablante, más o menos breve y que encaje
muy bien con todo lo expuesto.
8. Planificación de la Jornada Discursiva: conviene, incluso, planificar las últimas 24 horas
anteriores a la hora en que se va a hablar públicamente porque para que el discurso tenga éxito
es necesario tener optimizadas la mente y el cuerpo. Por ello, brevemente se relacionan las
actividades más comunes de un estudiante o de un burócrata durante esas 24 horas. Si se es
solamente estudiante se debe procurar que las lecciones, tareas y demás actividades de estudio
se hayan efectuado previamente o se aplacen para después de la intervención. Esto se mide por
la importancia de la materia, por la alta o baja nota que se vaya a obtener, por el interés de
quedar bien ante profesores y compañeros y por la necesidad social de ir aprendiendo a
expresarse en público. Tanto el sueño, como la comida balanceada y el control de bebidas deben
hacer parte, no de una rutina sino de una atención especial, tratando de que no haya personas
o labores que lo distraigan y no dejando para último momento lo atinente al discurso porque,
de seguro, se va a fracasar.
Si se trabaja en un despacho o en una oficina, la mente tiene que abstraerse en la intervención,
prescindiendo al máximo de todo lo que no sea absolutamente ineludible o impostergable en esa
jornada de 24 horas. Las tareas que pueden ser motivo de distracción pueden ser: llamadas
telefónicas, reuniones, visitas, atención de clientes o de correo, escritos extensos, citas no
programadas, desplazamientos o situaciones confusas no programadas (por ejemplo: llamadas del
jefe para regaños). Estos eventos pueden causar estrés e impedir centrarse en lo principal de ese
día, que debe ser la exposición oral.
LA ACCIÓN DEL DISCURSO ORAL
Se ha llegado al momento crítico: la expresión oral en la presencia simultánea de un número plural de
receptores, que pueden ser también interlocutores, con quienes se va a establecer una relación interpersonal –
pasajera o permanente - de características psicosociales, de estatus, de papel y de imagen. A las fases anteriores
de preparación, se añade una nueva, que tiene sus propias exigencias.
Veámoslas:
‘Venciendo el Miedo’
Superar el miedo es condición básica para que haya discurso y para que éste tenga éxito, y esto es lo que
consiguen los expositores expertos: que no se note el miedo y que no sea obstáculo para su éxito.
Hablar ante pocas o muchas personas conlleva un examen múltiple y simultáneo de conocimientos, aptitudes y
personalidad. Si una actuación oral genera un claro aburrimiento, desinterés, antipatía o desacuerdo, puede
surgir de los oyentes y de otras personas que sepan de discursos, actitudes inmediatas de desaprobación o de
rechazo posterior hacia nuevas actuaciones del orador.
El dueño de sí y de sus miedos deberá salir al escenario diciéndose interiormente: "Ahora verán que valía la
pena venir para escucharme". No es presunción o arrogancia; es el convencimiento íntimo del buen hacer que
toda persona necesita para manifestar bien sus talentos y aptitudes.
Hay varias técnicas para dominar el ‘miedo escénico’ que pueden combinarse en procura de buenos resultados,
algunas de las cuales ya hemos mencionado:
• La primera no requiere, por su evidencia, de grandes explicaciones: preparar bien
el discurso en todos sus aspectos y no dejar nada a la improvisación.
• La segunda es tener en la mente el objetivo concreto que se debe cumplir con el discurso; es el mejor modo
de concentrar toda nuestra atención y esfuerzos en contrarrestar la dispersión mental que genera el
nerviosismo.
• Una tercera técnica es aprenderse de memoria y ensayar el principio y el final del discurso, ojalá ante otra
persona o ante un espejo.
• Otra técnica eficaz es iniciar el discurso con un tono sensiblemente pausado que nos permita escucharnos a
nosotros mismos para saber si lo estamos haciendo bien o mal. El control inicial de la postura, de los gestos y
de la respiración nos ayudará a distensionarnos, lo cual facilitará la continuación de la intervención, y
• De última entre las mencionadas, pero quizá la más importante, es saber qué hacer si se presenta ‘la mente
en blanco’, caso muy frecuente entre los neófitos. Si esta desafortunada situación se da, hay que estar
preparado y crearse, a sí mismo, la confianza necesaria para afrontarla. El sólo hecho de saber y pensar que se
tiene una solución para ello, hace, en muchos casos, que no se produzca. Una manera de afrontarla es plantear
otro aspecto que guarde relación con el tema; como el público no tiene la partitura del discurso, es muy posible
que no se de cuenta de nuestra falla (si uno logra calmarse, lo más seguro es que la idea olvidada regrese a la
memoria). Otra manera, es hacer una recapitulación de lo dicho hasta ese momento, mientras distraídamente
miramos nuestro guión o las notas que llevemos y finalmente, si no ve salida, tratar de actuar con sencillez para
decir: ‘Me he quedado en blanco’ o con disimulo hacia todo el auditorio: ‘¿Qué estábamos diciendo?’, o, mejor
aún, ¿En qué importante aspecto veníamos?’, con la casi seguridad de que algunos de los asistentes le van a
ayudar a salir del mal paso. No olvide el refrán: "Más vale una vez colorado que siempre descolorido".
La Personalidad del Hablante y el Entorno
Una buena parte del buen o mal recibo de un hablante depende de sus características psicosociales; es decir,
del conocimiento cierto o manipulado que los demás tengan sobre sus antecedentes y desempeño social, moral
y ético, para asumir, muchas veces, posiciones de auditorio, preconcebidas en contra o a favor del orador,
haciendo inútiles o facilitando sus esfuerzos por obtener la aprobación a su intervención, o quizá, consiguiendo
por la fuerza de su elocuencia o de sus argumentos, voltear las actitudes negativas, aunque - la verdad sea dicha
- ello sólo se da con escasos y grandes oradores. De acuerdo con qué imagen se activa y se acepta y cuáles los
límites de distanciamiento o acercamiento que se establecen y permiten, se desarrollará o no un tipo u otro de
estrategias de cortesía, que hagan posible un desarrollo aceptable de interacción entre el hablante y sus oyentes
o interlocutores.
El Auditorio y el ‘Control de la Situación’
La interacción cara a cara comporta casi siempre algunos riesgos y, muy particularmente en eventos para los
que no estamos especialmente ‘entrenados’, donde resulta más fácil cometer errores o actuar con poca
‘naturalidad’; este tipo de eventos son, por ejemplo, un discurso, la boda propia, un juicio, defender una tesis,
etc., los cuales, aunque estén ritualizados y se puedan ‘ensayar’, por la inmediatez nos suelen ‘jugar malas
pasadas’.
En cuanto al control de la situación, principalmente tiene que ver con el grado de conocimiento que el auditorio
tiene de los parámetros que lo pueden guiar respecto a lo que pueden esperar del hablante y lo que éste puede
esperar de ellos. Esto afectará los comportamientos verbales y no verbales de un auditorio en un evento dado.
No obstante, para casos particulares como una disertación, se hace indispensable considerar qué conocimiento
tiene el público, a nivel general, sobre el tema en cuestión, como sus consideraciones colectivas o subjetivas
sobre el expositor. De estos factores depende, en buena parte, un enfoque oral preciso y oportuno y la
conveniencia o no de abordar ciertas ideas o de esgrimir determinados argumentos.
No hay que olvidar que una de las cosas que más decepcionan a un auditorio es haber invertido su tiempo y su
atención en una charla o conferencia que nada ha añadido a su saber. El averiguar qué tipo de personas me
escucharán es un dato decisivo para la fortuna de mi actuación.
Los Encuentros ‘Desiguales’
Los riesgos de error en las intervenciones cara a cara se agravan cuando se trata de encuentros ‘desiguales’; es
decir, situaciones en las que existe una relación jerárquica entre los participantes. En estos casos es fácil
comprender que quien ocupa la posición ‘alta’ suele tener más dominio de la situación que quien ocupa la
posición ‘baja’; éste tendrá que calcular mucho más sus acciones verbales y no verbales porque sabe que, en
gran medida, se le evaluará por lo que dice y cómo lo dice. Asimismo, quien ocupa una posición ‘alta’ tendrá la
responsabilidad – si así lo considera oportuno – de crear una atmósfera psicosocial más o menos agradable que
facilite o dificulte las cosas para quienes, de entrada, ocupen posiciones más desfavorables. Decimos ‘de
entrada’, porque en la dinámica de la interacción las cosas pueden cambiar y, también, las relaciones de poder.
Características Físicas y de Presentación del Hablante
Cuando una persona es invitada para dirigirse oralmente a los demás es porque se han tenido en cuenta, en
determinada situación, sus valores, su saber o su simpatía y no su belleza o fealdad, o su estatura o su etnia. Por
eso, es de suponer que la autoestima prevalece en el hablante y son las conductas que se asumen en el
momento de actuar (hablar) y los detalles externos los que más reclaman su cuidado.
La presentación adecuada es un medio visual imprescindible por el que los oyentes habrán de fijarse la primera
impresión positiva o negativa del expositor. La entrada al recinto de la intervención con gestos de agrado y
simpatía hacia todos los presentes y no de ensimismamiento hacia una o dos personas despierta un ambiente
general favorable al orador.
La elegante sobriedad en el vestido, de acuerdo con el atuendo común de los oyentes, es un elemento positivo
para el disertante. Algunos hablantes -más mujeres que hombres – exageran el olor de sus fragancias o el uso
de joyas o el exceso de colores, manifestaciones externas que son negativas porque suponen que hay más
interés en lucir que en hablar. Esta impresión también prevalece cuando se llega con recargo de aditamentos
innecesarios (abrigos, paraguas, bolsas, carpetas, libros), que se debe procurar darlos a guardar antes de llegar
a la mesa o al atril donde se va a intervenir.
Ante el auditorio, el orador deberá situarse de frente porque es la manera de que le vean el rostro y los gestos.
Por esta razón es que en auditorios grandes se instalan pantallas gigantes que enfocan al orador. Si es necesario
ponerse de pie para que lo vean, pues será preciso hacerlo. Esto también es válido para los asistentes que
deseen interpelar o hacer preguntas. La timidez impide, muchas veces, fijar la mirada en el público, pero no hay
nada más eficaz y relajante para el hablante que dirigir pausadamente la mirada a todos los presentes y durante
la intervención dar la sensación de que nadie le es indiferente. Además, con la mirada se comprueba que, junto
a algunas caras que nos son conocidas y posiblemente favorables, los asistentes son personas tan normales y
corrientes como nosotros.
Es muy común escuchar de alguien que: ‘habla con las manos’. Efectivamente, las manos son casi tan expresivas
como el rostro y no son un elemento secundario en el discurso oral. Pero, para quienes son demasiado
expresivos con ellas se les convierte en un verdadero dolor de cabeza en las intervenciones públicas y no saben
qué hacer, por el temor de que las manos estén supliendo las palabras. En los oradores consagrados casi se
compaginan perfectamente las palabras, los gestos y los movimientos de las manos, pero para los demás,
conseguir el dominio de las manos a voluntad es prácticamente imposible. Por eso, lo mejor es dejar que nuestro
cerebro actúe con la espontaneidad de nuestra propia naturaleza con la casi seguridad de que las manos,
dejándolas sueltas, no serán obstáculo para impedirnos hablar bien y, por el contrario, sus movimientos darán
más énfasis a nuestros planteamientos. No obstante, sí existe un movimiento, a veces involuntario que es
preciso corregir: señalar con el dedo índice hacia el auditorio, porque a muchas personas esa señalación – que
no es personal - les molesta.
El hablante en público, con el transcurso del tiempo, tiende a automatizar la ejecución de gestos positivos, hasta
sólo estar pendiente de lo que va a decir. Por lo tanto, como lo dice Carlos Javier Morales: "Mucha calma en
todos los sentidos".
La Voz y la Vocalización
La calidad, es decir la intensidad y el timbre de una voz, de por sí, nos pueden indicar el sexo o la edad, estados
físicos de una persona como el resfriado o el asma y hasta estados anímicos como el nerviosismo o la relajación;
todo, claro es, con posibilidades de error. Pero, aún dentro de fronteras difusas, la voz se puede modular para
manifestar o conseguir determinados efectos o intenciones. Así, un mensaje puede ser susurrado, gritado, dicho
con ironía, con seriedad, en broma, etc.
Por lo anterior es menester que nuestro discurso en público, por los matices de nuestra voz, también sea
apreciado favorablemente. En nuestro entorno, por ejemplo, se valora más para el uso público una voz grave
que una voz aguda, ya que la primera se asocia más con la seguridad y la capacidad de tomar decisiones.
No obstante, nuestra voz, tal como la poseemos, no debe ser un obstáculo para hablar en público. Con
educación y práctica aprenderemos a modularla para que, según cada situación particular, conozcamos y
utilicemos las características vocales más convenientes:
• Volumen: Puede ser: normal, suave o alto
• Tono: Grave, agudo o normal
• Timbre: Resonante o brillante o apagado.
• Velocidad: Lenta, rápida o normal
• Inflexión: Firme y ligeramente hacia arriba, irregular hacia arriba o hacia abajo y monótona y gradualmente
desfalleciente.
• Ritmo: Regularizado o irregular.
• Elocución: Ligada o entrecortada.
Entonación, Intensidad, Ritmo y Pausas
El conjunto de estos aspectos específicos de la oralidad se conoce como prosodia, que es la parte de la gramática
que estudia las reglas de la pronunciación y de la acentuación.
Utilizamos la entonación para organizar la información, tanto por su función sintáctica para señalar la modalidad
de la oración (enunciativa, interrogativa, exclamativa), como por su función enfática y moralizadora, ya que nos
permite marcar el foco temático o destacar determinados elementos estructurales.
En lenguas como el español, llamadas de ‘acento libre’ la intensidad, además de distinguir significados (célebre,
celebre y celebré), sirve también para el caso de la entonación, para marcar énfasis, puesto que una mayor
intensidad articulatoria se suele corresponder con el foco informativo.
También el ritmo, en el interior de los grupos tonales o la ausencia o presencia de pausas más o menos largas,
tiene funciones sintácticas y, además, nos sirven para señalar e interpretar actitudes. Así mismo, las pausas se
utilizan con valor enfático. En esta sentido, se utilizan para crear expectación o marcar el poder; son los casos,
por ejemplo, de un político o de un profesor, para mandar callar.
Con estas comprensiones, es preciso decir entonces que la correcta expresión oral requiere la buena entonación
en cada secuencia de lo que decimos y respetar la acentuación propia de cada palabra y al conjunto de acentos
de las palabras de una frase. Una persona medianamente culta no encontrará dificultades en este sentido, pero,
sin embargo, deberá prestar atención, por ejemplo, al tono ascendente de una frase inacabada con el
descendente de una acabada. Ello se denomina cadencia. La entonación de las sucesivas frases conforma la
melodía.
Hay personas que al hablar en público adoptan una melodía tremendamente somnífera y monótona. De igual
manera, hay oradores que no aprenden a hacer pausas, lo cual cansa sobremanera al público. Por otra parte, y
más allá de las razones respiratorias, las pausas le permitirán al hablante relajar su atención y preparar la frase
con la que va a continuar y, lo que es más importante, le permitirá al auditorio asimilar lo transmitido y retomar
el hilo con mayor atención.
La Naturalidad, el Entusiasmo y la Brevedad
Muchos de los principiantes en la intervención pública oral tienden a pensar que el primer efecto que deben
producir en sus oyentes es la admiración: ser admirados personalmente se les presenta como la llave de todos
los éxitos. Pero parece, al menos ingenuo, pensar que un neófito se va a estrenar en público con un efecto
inmediato de rendición a sus cualidades oratorias. Lo más sensato y realista es procurar no ser rechazado y
pensar que con la práctica de las técnicas enseñadas y con el desarrollo de sus propias capacidades, más pronto
que tarde obtendrá el éxito deseado. Si en su primera intervención logra una mayoritaria aceptación, respeto
hacia su persona y comprensión de sus planteamientos y propuestas puede darse por excelentemente servido.
El profesor Morales nos enseña que el mejor modo de lograrlo es actuando con naturalidad; es decir,
mostrándose como se es. Si se obtiene de los demás este juicio de franqueza, sinceridad y naturalidad a lo largo
de la vida, la persona se habrá labrado la base de la excelencia, tanto en lo moral como en lo profesional. Lo
peor que le puede suceder a alguien es mantener tras de sí un hálito de desconfianza. Las voces campanudas,
las oraciones rimbombantes, las poses y pausas solemnes y traídas de los cabellos, reflejan la falta de
espontaneidad, que hacen pensar que es imposible que esa persona se exprese así de ordinario, creándose una
atmósfera de ser insoportable.
De igual modo, otra cualidad que nos interesa mostrar como muy importante es el entusiasmo: no el que viene
dado por la simple novedad del objeto, sino que depende de la bondad propia y objetiva del objeto. Es una
emoción natural del alma. Es la compenetración intensa con el objeto propio del entusiasmo.
Conviene aclarar que el entusiasmo no es igual a la simpatía, aunque en ambos casos se hable de
compenetración: pero mientras la simpatía es la compenetración del auditorio con el hablante, el entusiasmo
es la compenetración del hablante con la materia. El hablante que siente verdadero gusto y que da muestras de
sentirse satisfecho con lo que expone, independientemente de su importancia, atrae de inmediato la atención
del oyente. Es el mejor método de motivación, superior a cualquier técnica empleada para estimular al público.
Cuando se realiza un acto de voluntad para compenetrarse con su tema, que ya conoce, comenzará a amarlo y
a presentarlo amablemente. Así el tema posea un mínimo de interés, si el entusiasmo del orador aflora, de
inmediato el discurso se hará grato y contagiará de entusiasmo al público.
Por último, habremos de referirnos a la brevedad. Se entiende por brevedad la cualidad por la que el discurso
se somete en su duración al tiempo estipulado y, si éste no está determinado, al estrictamente necesario, y no
más. Este es un rasgo esencial de todo buen discurso. Lo importante es que el auditorio entero termine con la
sensación de que no se ha abusado de su paciencia.
La brevedad es una virtud difícil de adquirir tanto para los principiantes como para los que llevan años hablando
públicamente sin una preparación adecuada. La prolongación excesiva de una intervención puede deberse tanto
al inseguro como al demasiado seguro de sí: el uno por iterativo ante el temor de no ser comprendido y el otro,
por el gusto exagerado a escucharse.
Hay que insistir en que brevedad no es equivalente a poco tiempo. La esencia de la brevedad está en equilibrar
la tendencia del orador a ir siempre hacia más, con la tendencia del público que es escuchar lo indispensable en
el menor tiempo posible. Para ello, el expositor deberá establecerse un tiempo límite para cada aspecto
importante a tratar. La excesiva longitud de la intervención desplaza las expectativas y la atención del oyente,
pudiendo llegarse, incluso a una actitud negativa para todo el discurso, no obstante la sustancia, brillantez y
conocimientos demostrados.
LA EXPRESIÓN ESCRITA
“La primera cualidad de un buen escritor es haber sido y seguir siendo un buen lector”.

Un escrito debe tener: Cohesión (secuencia) y coherencia; en la preparación se debe tener en cuenta el tema y
el enfoque, teniendo en cuenta aspectos como: el destinatario, el propósito o finalidad del escrito, la
representación (pronombre o persona que redacta o firma), la extensión del trabajo y el tiempo disponible para
efectuarlo.
Tenga en cuenta:

 Recolectar información: de diferentes autores y documentos, teniendo en cuenta que al citar debe
referenciar al autor.
 Organizar las ideas de lo más importante a lo más común y organizar las consultas cronológicamente.
 El estilo (claro, preciso, conciso y sencillo) y la elaboración de las oraciones y los párrafos, la puntuación y la
ortografía.
 Las oraciones, las cuales inician con mayúscula en su primer letra y finalizan con un punto, las oraciones
constituyen los párrafos. Un párrafo contiene una sola idea, evitando la repetición de palabras.
Signos de puntuación:
Los signos de puntuación en el idioma castellano son: punto (.), punto y coma (;), coma (,), dos puntos (:), puntos
suspensivos (...), interrogación (¿?), exclamación (¡!), comillas (" ."), paréntesis (( )) y raya (-).
Uso de cada signo
Punto:
Separa oraciones con sentido completo. Ejemplo: Ese es mi nombre.
Punto y coma:
1. Separa oraciones que tengan continuidad de sentido. Ejemplo: Es hora de ir a la escuela, hijo; han sonado las
siete campanadas.
2. Antes de enlaces (conjunciones o frase conjuntiva) que establezcan cohesión entre dos oraciones: sin
embargo, no obstante, por lo tanto, pero, aunque, en fin, además, es decir, etc. Ejemplo: La puntuación es muy
importante para la comprensión del sentido; sin embargo, no la usamos correctamente.
3. Para separar dos o más oraciones que llevan internamente comas. Ejemplo: La función de la ciencia es tratar
con hechos exactos, objetivos, repetibles, verificables y precisos; la del periodismo se relaciona con hechos
humanos, actuales, más o menos efímeros e irrepetibles.
Coma:
a. Une miembros de una numeración: sustantivos, adjetivos, verbos, etc.
b. Une oraciones breves, íntimamente ligadas por el sentido. Ejemplo: Terminada la fiesta, nos fuimos a casa.
c. Separa elementos explicativos: oraciones, frases, palabras. Ejemplo: El castellano, han repetido muchos
escritores, es uno de los idiomas más hermosos.
d. Para separar cláusulas de gerundio (terminación “ando o iendo” de los verbos) y participio (“ante o iente”,
ejemplo: estudiante). Ejemplo: Recuperó las fuerzas, descansando plácidamente.
e. Señala la terminación de sujetos muy extensos. Ejemplo: Los largos días pasados en el cautiverio del
Mediterráneo, estimularon la creatividad.
f. Separa vocativos, o sea, aquellas expresiones dirigidas directamente al interlocutor. Ejemplo: Amigo,
espérame por favor.
g. Después de elementos de enlace: conjunciones o frases conjuntivas. Ejemplo: "Y, sin embargo, se mueve"
(Galileo).
h. Para indicar que se ha alterado el orden sintáctico de la oración. Ejemplo: En algunas circunstancias del ser
humano, la soledad es la mejor compañía.
i. Reemplaza un verbo que se ha suprimido. Ejemplo: Lo haré, pero no de buena gana.
j. Separa oraciones condicionales encabezadas por la conjunción si. Ejemplo: Si nos dieran oportunidad,
ganaríamos el campeonato.
Dos puntos:
a. Antes de oraciones que definan o precisen un enunciado hecho en una oración anterior. Ejemplo: Pedro es
como su padre: unas veces se muestra generoso y, otras, tacaño.
b. Después del encabezamiento de cartas. Ejemplo: Distinguido doctor:
c. Antes de toda enumeración. Ejemplo: Los principales escritores colombianos vivos son: García Márquez,
Álvaro Mútiz, Germán Castro Caicedo,...
d. Se antepone a las citas textuales. Ejemplo: César dijo: "La suerte está echada".
e. Después de las expresiones por ejemplo, como sigue, verbigracia, etc. Ejemplo: Son muchos los beneficios
de la técnica; por ejemplo: la construcción de cohetes espaciales.
Puntos suspensivos:
a. Indican que la idea se ha dejado incompleta o en suspenso. Ejemplo: Los principales escritores colombianos
vivos son: García Márquez, Álvaro Mútiz, Germán Castro Caicedo,...
b. Cuando se omite una parte de una cita textual. Ejemplo: "La vejez egoísta no es más que una infancia en que
hay conciencia de la muerte. El viejo es un niño que sabe que ha de morir... no; no quiero llegar a viejo" (Miguel
de Unamuno).
Signos de interrogación:
Van al principio y al final de la pregunta. Ejemplo: ¿Cómo conseguir la paz y la justicia para Colombia?
Signos de exclamación:
Al principio y al final de las oraciones exclamativas. Ejemplo: ¡Cállate!
Comillas:
Encierran citas textuales. Ejemplo: "El Estado soy yo" (Luis XIV).
Paréntesis: Encierra frases o palabras aclaratorias. Ejemplo: Sade (Donaciano, marquez de), escribió...
Raya:
a. En los diálogos. Ejemplo:
• ¿Quieres comer?
• No
• ¿Por qué?
• Ya cené.
b. Al inicio de cada elemento de una secuencia que no se desea numerar.
c. Ocasionalmente, en reemplazo del paréntesis. Ejemplo: Tus yerros – fallas, errores, pecados - son muchos.
Revisión de texto y correcciones: En ocasiones, conviene entregarle el discurso para su corrección a otra
persona más versada en esta clase de trabajo.
Las convenciones:
Notas: Son párrafos que se separan del texto principal. Se emplean para presentar informaciones secundarias,
a veces largas, destinadas tan sólo a algunos lectores particularmente interesados. Las notas se numeran
progresivamente.
Citas: Hay tres modos de presentar una cita. Una cita breve se coloca por lo general en el interior del escrito
entre comillas. Una cita larga se coloca más frecuentemente en el centro de la página, con algún espacio
sangrado en el margen izquierdo o en ambos lados. Una cita especialmente larga y de importancia secundaria
en la línea del texto puede aparecer en una nota o incluso en un apéndice (anexo al final de un documento),
fuera del texto. Junto a las citas es siempre necesario reseñar la fuente.
Bibliografía: Se coloca al final del escrito, con los autores ordenados en orden alfabético. Los textos de la
bibliografía pueden citarse en el interior del escrito de distintas formas; las dos más comunes son:
a. Se asigna a los textos de la bibliografía números sucesivos y en la llamada del texto se indica el número
correspondiente al texto citado.
b. Delante de cada texto de la bibliografía se coloca el apellido del autor y el año de la publicación. La llamada
en el escrito incluye, por lo general, esos dos únicos datos, en general entre corchetes. Por ejemplo, [ROMERO
1999] deberá buscarse en la bibliografía de este trabajo, donde se encontrará referenciado como:
ROMERO M., Ricardo y RAMÓN S., Josué. Historia de la Lingüística y la Comunicación – Universidad de Pamplona
(Norte de Santander, Colombia); CEDUO, 1999".
Presentación
Use subtítulos para que los textos no se hagan demasiado extensos, bastante putos y aparte, y, mantenga cierto
equilibrio entre los espacios llenos y vacíos en la página.
Ortografía
es deber considerar importante el aprendizaje y los usos debidos de: las mayúsculas; cuándo usar B y V; cuándo
usar C, Z, S y X; cuándo usar G y J; el acento; la puntuación; cuándo usar H; uso de la K y la Q; empleo de la Y y
la Ll; usos de la M y la N y uso de la R. Asimismo, tener cuidado en el empleo de neologismos y extranjerismos
(hoy tan de moda) y estar atentos a la incorporación al idioma por la Academia de la Lengua de nuevas palabras
y de nuevas normas de Prosodia (acento, tono, entonación), abreviaturas, siglas, acentuación (tildes), división
de palabras que finalizan en otra línea del párrafo y Ortografía.
Reglas Generales
Se escriben con B:
• Toda palabra en que dicho sonido precede a otra
consonante: obstinación es más que obvio brecha en la escala salarial papel blanco
• Detrás de M: Deberá nombrar Esta embajada
• Las palabras terminadas en –bilidad, -bundo, y –bunda, excepto movilidad: el expediente deberá tener
viabilidad donde abundan los datos erróneos
• Todos los infinitivos terminados en –bir y todos los tiempos de estos verbos, salvo vivir, hervir, servir y sus
derivados: deberá transcribir correctamente se deberá proscribir
• En toda combinación silábica licuante-líquida (bra, -e, -i, -o, -u, bla, -e, -i, -o, -u). emblema
• En toda terminación en aba del pretérito imperfecto del modo indicativo de un verbo: estudiaba, copiaba.
• Las palabras que comienzan con bu, bur y bus: buque, búsqueda, burlesco.
• Las palabras que comienzan con sub, subs, abs, obs: subterráneo, subscribir, absorber, obstáculo.
Reglas Generales
Se escriben con V:
• Las palabras que empiezan por la sílaba –ad, -ol:
adversario, revólver.
• Todos los adjetivos acabados en –ava,-ave,-avo,-eva,-eve,-iva,-ivo, menos árabe, sílaba, los compuestos de
ambas palabras y el imperfecto de indicativo de la 1ª. Conjugación. cautivo, esclavo.
• El pretérito simple de indicativo y el imperfecto de subjuntivo de los verbos estar, andar, tener y sus derivados.
(estuvo, anduvo, tuvo, tuviera, tuviese, etc.).
Antes de v siempre se escribe n, inventar, envolver, envidiar.
Se escriben con CC:
• Todas las palabras que al formar la familia léxica o derivados se transformen en CT:
instrucción, intructor
dirección, director
destrucción, destructor
Se escriben con J:
• Todas las palabras terminan en –aje, -eje, y –jería.
maneje, consejería, ultraje
Se escriben con RR:
• Todas las palabras compuestas cuando entra en su formación otra que se escribía con r inicial:
remolque, semirremolque
Se escriben con Y:
En los verbos terminados en uir o en huir, sus derivados cambian la
i por y: disminuir – huye, huyamos.
Para que no confundas B con V
Algunas palabras tienen el mismo sonido, aunque se escriben distinto. Estas palabras se llaman parónimos y es
necesario tenerlas en cuenta:
Barón título usado en algunos países, como Príncipe o Conde
Varón se dice a quien es del sexo masculino
Bello hermoso
Vello Pelo
Vaya del verbo ir
Baya fruto carnoso
Valla obstáculo
Bota calzado
Vota del verbo votar
Para que no confundas LL con Y
Halla del verbo hallar
Haya del verbo haber
Arrollo del verbo arrollar
Arroyo el cauce de agua
Ralla del verbo rallar
Raya marca que se hace con el lápiz. Nombre del pez
Rayo descarga eléctrica en la tormenta
Rallo del verbo rallar (primera persona)
Para que no confundas S con C ni con Z
Cien cuando se refiere al número 100
Sien parte de la cabeza cerca de la frente
Abrazar tomar a una persona con los brazos
Abrasar que todo lo ha convertido a brasas
Caza del verbo cazar
Casa vivienda
Cocer los alimentos
Coser las ropas
Confesión de confesar
Confección de confeccionar algo
Risa de reírse
Riza que hace rizos en el cabello
Asada carne a las brasas
Azada herramienta de cultivo
Para que no confundas la H
Honda utilizada como un arma para cazar
Onda las del cabello o las del agua
Hora la que marca el reloj
Ora la persona que reza
Hablando del verbo hablar
Ablando del verbo ablandar
Haré del verbo hacer
Aré de arar, la tierra
Herrar de poner herradura a un caballo
Errar de equivocarse
Ha: cuando es del verbo haber
A: vocal
USO DE LAS MAYÚSCULAS
Se escribirán con mayúscula:
• La primera letra de todo escrito, la primera después de punto y la que sigue a un signo de interrogación o
de exclamación, si no se interpone una coma.
• Los nombres propios.
• Los títulos y nombres de dignidades.
• Los sobrenombres y apodos, salvo el artículo que los acompaña.
• Los tratamientos personales cuando van en abreviatura. Si van completos, se escriben con minúscula.
• Los nombres y adjetivos que integran la denominación de una institución o corporación.
• La denominación de los servicios públicos.
• Los números romanos.
En cambio, se escribirán con minúscula:
• Los nombres de los días de la semana, de los meses y de las estaciones del año. verano de 2006 ocho de
noviembre, martes
• Después de coma, punto y coma o de dos puntos si la oración continúa en el mismo renglón, se escribe con
minúscula.
Realice un ejemplo del uso de cada signo y posterior construya un escrito en el que los 10 signos se encuentren
presentes. Se tendrá en cuenta la ortografía según las reglas gramaticales vistas.

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