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1. Introducción.
2. Características de la música Romántica
4. El lied.
4.1. Definición y características
4.2. Compositores
5. La Música Coral
5.1 Música Coral Religiosa
5.2 El oratorio
5.3 La Misa y el Réquiem
6. La ópera
6.1. Francia
6.1.1. Gran ópera
6.1.2. Ópera cómica
6.2. Italia
6.2.1. Rossini; Bellini y Donizetti
6.2.2. Verdi
6.2.3 El Verismo
6.3. Alemania
6.3.1. Weber
6.3.2. Wagner
6.4 España
1. Introducción
El término “Romántico” se entiende tradicionalmente por oposición al término “Clásico”.
Desde el punto de vista musical, se entiende por “Romanticismo” a una época que coincide
aproximadamente con el siglo XIX.
La Sociedad es ante todo burguesa y es cada vez más científica y racionalista, lo que se traduce
en que el artista se siente cada vez más separado de la propia sociedad.
En el campo de la ciencia, Mendel desarrolla las leyes de la herencia, Darwin el origen del
hombre, Freud investiga en psicología y Marx las teorías del socialismo.
En el terreno literario, que tanto influirá sobre la música Romántica, hay una búsqueda de lo
exótico, leyendas nórdicas y gaélicas, interés por el estéreotipo del bandolero bienhechor y generoso.
El arte romántico (en general) busca con ansia la libertad. Las distintas artes tienden a
mezclarse (por ejemplo, la poesía aspira a adquirir los atributos de la música y viceversa).
La Música es la más romántica de las artes, porque sirve mejor que ninguna otra para expresar
los anhelos románticos de intimidad, subjetividad, etc. La Música es el arte romántico ideal.
A partir de ahora el artista tendrá que buscar el éxito ante el público y no ante un mecenas, ya
que había pocas cortes e iglesias en Europa con la importancia y prestigio suficientes para
mantener instituciones musicales desarrolladas o para atraer a compositores importantes.
1. Renovadora: con un ansia por la expresión del sentimiento. Liszt, Wagner, Bruckner.
2. Tradicional: Que infunde los rasgos románticos dentro de la forma tradicional. Brahms,
Saint Saëns.
d. Postromanticismo: 1890-1900.
Con signos evidentes de decadencia romántica, y donde se advierten los primeros intentos por
romper el sistema tonal, se convive con el Nacionalismo, buscándose estéticas nuevas, como la
del Impresionismo y coincidiendo con las corrientes vanguardistas de principios del Siglo XX.
Mahler, Richard Strauss, Puccini, Debussy…
Libertad. Predominio de la fantasía y, por ello, de una expresión emocional libre y más relajada.
Nacimiento de corrientes variadas (como Nacionalismo, Impresionismo).
Gusto por el virtuosismo y los alardes técnicos.
Melodías bellas y apasionadas. A veces adquieren un sabor nuevo debido a la incorporación de
giros melódicos procedentes de la música tradicional o popular.
Búsqueda de la unidad de la obra con nuevos sistemas como el leitmotiv, la idea fija o el sistema
cíclico, que consiste en que una idea musical se repita cíclicamente.
Aparición de la historiografía y la musicología, de tal manera se investiga sobre la música de
otras épocas, esto propicia un surgimiento de la música antigua.
Gusto por la temática medieval, mística, huída de la realidad hacia mitos y leyendas propios (lo que llevará al
nacionalismo musical)
El piano será el instrumento favorito de la época ya que podía interpretar obras brillantes como si fuese
una pequeña orquesta, pero también podía expresar lo mas delicado. Era además símbolo de poder de
las clases burguesas. Gran número de obras se escribirán, para expertos intérpretes pero también para
aficionados.
Las orquestas amplían el número de componentes, tanto en las secciones de cuerda como viento. Se
consolidarán los instrumentos de viento metal. Habrá una mayor variedad tímbrica. Aparece la figura
del director de orquesta tal y como hoy la conocemos.
Empleo muy flexible del movimiento y la pulsación: el movimiento se modifica a lo largo de la
pieza con pequeños accelerandos y ritardandos, que provocan una sensación de vaivén. Se
utiliza también la técnica del rubato (retener ligeramente el movimiento de un motivo para
destacarlo).
Gran riqueza de efectos dinámicos. Uso constante de crescendos y diminuendos, junto a
espectaculares contrastes entre fortísimos y pianissimos. Sin olvidar el sforzando, que otorga
continuas cargas de tensión a la música.
Las armonías se enriquecen con constantes cambios de tonalidad (modulaciones). Fuerte uso de
cromatismos y disonancias no resueltas, en búsqueda de lo lírico.
Aumentan las posibilidades tímbricas. Se multiplica la orquesta, y adquieren relevancia los
instrumentos de viento-metal. Se produce un gran auge de la música para piano (instrumento
romántico favorito).
Las formas llegan a tener una gran duración y se aplican de manera más libre. Simultáneamente,
surgen pequeñas formas que permiten una mayor fantasía y espontaneidad.
Estrecha relación surgida entre la música y la literatura. Aunque la música instrumental será la
forma ideal de comunicar los sentimientos románticos, es frecuente observar en los
compositores su deseo de asociar el poder expresivo de la música unido al de la palabra,
especialmente el de la poesía. Este hecho se manifiesta en la música programática y el lied.
Aparte, grandes músicos de esta época fueron conocidos también por sus escritos. Así le
ocurrió a Beethoven o Wagner. Schumann es otro ejemplo, ya que escribía frecuentemente
críticas de conciertos y obras en conocidos periódicos.
Todo ello da como resultado una música de gran potencia expresiva y de carácter muy marcado:
tremenda y brillante a veces, recogida y lírica otras, la música romántica posee una gran
capacidad de evocación.
4. El lied.
4.1. Definición y características
Durante mucho tiempo se ha identificado el lied con la canción popular. Sin embargo, si
bien es cierto que sociológicamente se convierte en una de las músicas populares del siglo XIX
destinadas a la gran burguesía y se hicieron populares, nada tiene que ver con la canción
popular. La esencia del Lied consiste en la unión íntima entre poesía y música. Se trata de:
- Melodía simple.
- Para voz sola con acompañamiento de piano
- Armonía elemental.
- Frases balanceadas y simétricas.
El lied es una forma musical tan antigua como el ser humano. Los precedentes lejanos del
lied son el trovador, el minnesinger, la chanson y el madrigal. Pero propiamente su historia comienza
a mediados del siglo XVIII, con la denominada Escuela de Berlín. En un círculo que gravitaba
en torno a la corte de Federico II, se desarrolló todo un pensamiento sobre la relación música-
poesía basada en la simplicidad de la melodía y armonía y en la declamación del texto. Christian
Gottlieb Krause es el primer protagonista. Un poco más adelante se produce un claro cambio
con la llegada de una figura literaria básica, Johann Wolfgang Goethe (1749-1832), que se
interesó por el lied. Sus poesías fueron a partir de entonces la gran fuente para el lied. Dos
compositores musican a Goethe: Johann Friedrich Reichardt (1752-1814) y Kart Friedrich
Zelter (1758-1832), seguidos de Johann Peter Schulz (1747-1800) y Christian Gottlob Neefe
(1748-1798) maestro del joven Beethoven.
La moda del se extendió a toda Alemania del sur y Viena. En este terreno Mozart, Haydn
y Beethoven superaron el nivel general aunque no alcanzaron la importancia de su música
instrumental. Canciones como La violeta (Goethe) de Mozart, o las puestas en música por
Beethoven sobre poesías de Goethe, más de cincuenta, con acompañamiento de piano donde
escribe acompañamientos homofónicos sobre melodías cuadradas, compone también romanzas
como la famosa Adelaida. Es importante también por hacer auténticos ciclos de lieder. Destacar
el ciclo de 1816: A la amada lejana.
El lied Romántico
El Romanticismo es el gran período de lied. Podríamos ver todo lo anterior como una
preparación lenta para la plenitud del género. Y es que varias de las constantes románticas
desembocan, de manera natural, en el lied:
- Con la misma música, y un mismo esquema: lied estrófico A-A-A. Cuando se hacen
pequeños cambios al acompañamiento o a la melodía se escribe A-A´-A”.
- El lied de tres estrofas, con este esquema musical: A-B-A, en el que la primera y última
estrofas tienen la misma música. Llamada forma lied.
- La forma tradicional de rondó, con el esquema A-B-A-C-A.
4.2. Compositores
La historia del lied romántico tiene, sobre todo, cuatro nombres importantes: Schubert,
Schumann, Brahms y Hugo Wolf.
- Búsqueda de la unión perfecta entre música y letra, sin que se dé el predominio de una sobre
otra.
- Capacidad para dibujar las imágenes literarias con la música, especialmente con el
acompañamiento. El lied se convierte así en una poesía dicha en música.
- Creación del clima por medio del acompañamiento.
- Inmensa riqueza melódica, llena de lirismo pero de serenidad clásica.
- Utiliza la forma estrófica en muchos de sus lieder.
- El empleo magistral del colorido cromático dentro de una sonoridad aún diatónica, es la
primordial característica de su armonía.
Compuso 250 lieder, se adentra tan profundamente en un poema que parece adoptar la
personalidad del poeta. Conocía profundamente la obra de Schubert y Schumann, del mismo
modo que conocía las nuevas posibilidades reveladas por Wagner para expresar sentimientos a
través de la música. Sus lieder ofrecen frases de gran belleza. Editó seis colecciones de lieder,
destacar: Lieder españoles, Lieder italianos, Lieder sobre Goethe.
Otros compositores
De entre los compositores contemporáneos de Schubert y Schumann, como compositores
menores de lieder encontramos a Mendelsshon con un estilo sobrio. Entre otros que solo
abordaron el género de forma ocasional: Liszt con alrededor de 70lieder tanto en alemán
(Goethe, Heine, Schiller) como en francés (V.Hugo) italiano, inglés y húngaro.
Richard Wagner con sus Cinco poemas para voz de mujer, constituye un esbozo de su
ópera Tristán y posee cualidades específicas: mayor extensión, expresión constante y puntual,
exploración armónica, presencia de leitmotiv…
Richard Strauss compuso más de 200 canciones inspirándose en poetas como Goethe; las
escribió la mayor parte de ellas para voz y piano, orquestando posteriormente algunas. Sus
melodías vocales son de amplio espectro con un cromatismo relativamente conservador,
frecuentes modulaciones y una escritura pianística claramente de acompañamiento. Se suelen
dividir en : canciones de amor, de vejez y muerte o lentas y meditativas.
La canción en España
En España no se usa el término “lied”, pero la composición de canciones era una práctica muy
extendida, no sólo entre los compositores profesionales, también entre un gran número de
aficionados que se dedicaban al género, como era el caso de Fermín Mª Álvarez o Gabriel
Rodríguez –abogados de profesión-, o guitarristas como Moretti o Sor; y también pianistas.
Existía una enorme demanda social de canciones para ser consumidas ávidamente en los salones.
Está presente en ella el viejo espíritu de las seguidillas, de los polos tonadilleros y de las
boleras, que son los que proporcionan un primer prototipo de canción.
A comienzos del XIX, muerta la tonadilla, su espíritu se refugia en graciosas canciones que
preservan aquel gracejo, y que son protagonistas de veladas musicales celebradas en los
salones, reuniones, tertulias y saraos de las clases altas y burguesas.
A diferencia de los que ocurre con el lied alemán, que –de algún modo- absorbe la
idiosincrasia de las melodías populares alemanas, la canción española asume el elemento
folclórico en su aspecto más externo; por ello, cae en ocasiones en lo vulgar, lo pintoresco,
lo trivial, con su pobre armonización. Estamos lejos de la seriedad del lied Shubertiano.
Esta canción se puso de moda en Europa.
Se acompaña de piano, de guitarra o de ambos.
Podemos distinguir tres grandes períodos.
El PRIMERO incluye a los citados Sor y Manuel García, con obras muy influidas por las
seguidillas, boleras y tiranas, es decir, por una estética populista. Otros dos creadores son: José
Melchor Gomis (1793-1836) y Ramón Carnicer. O las de Mariano Rodríguez de Ledesma (1779-
1847), exiliado en Londres entres 1823 y 1831, que publicó en Alemania varias canciones con
acompañamiento de guitarra de fuerte sabor español.
El SEGUNDO, a partir de la regencia de María Cristina. Hay en esta época una gran
efervescencia artística de la canción, representada por el compositor vasco Sebastián de Iradier
(1809-1865); autor que se dedicó principalmente al género cancioneril: sus canciones hicieron
furor entre la aristocracia madrileña en los años cuarenta.. Ya en esta época, además de las
canciones de sabor hispano, aparece la influencia Italiana, sobre todo en obras de Cabrero –
También de Espín y Guillén-, y la de ritmos de carácter americano, como la habanera.
A partir de la Revolución Francesa y de comienzos del siglo XIX surgen en Europa las
primeras agrupaciones corales de carácter no profesional, que se propagan con rapidez y dan lugar al
nacimiento de un gran movimiento coral de aficionados que se unen en sociedades.
Se ha designado a Alemania como la cuna del canto coral popular; el Liedertafel, fundado
en Berlín en 1808 por el músico Kart Friedrich Zelter, es considerado como la primera sociedad
coral de este carácter y prototipo del género. El movimiento coral francés tuvo una orientación
propia que hizo nacer un modelo de sociedad coral particular: el orfeón que se introdujo en las
escuelas de París. La finalidad prioritaria de la institución orfeonística era la mejora del pueblo a
través de la música y el establecimiento de la música popular.
El movimiento coral llegó a España tardíamente con respecto a otros países europeos: los
primeros orfeones y sociedades corales que se conocen fueron creados a mediados del XIX. Fue
Cataluña la región donde se inició el movimiento coral, en los años cincuenta, y donde tuvo un
mayor desarrollo, a través de dos iniciadores: José Anselmo Clavé (1824-1874) y Juan Tolosa. La
finalidad prioritaria de Clavé era instruir y moralizar a los obreros relegando a un segundo plano
el aspecto artístico; Juan Tolosa, en cambio estableció el Orfeón Barcelonés según el modelo
francés, uniendo a la finalidad social la didáctica y artística.
Con la llegada del romanticismo se produce una restauración del movimiento religioso,
movido por escritores tan importantes como Chateubriand. El propio gusto de los románticos por
mirar hacia atrás les llevó a descubrir lo grande de la cultura cristiana y, en consecuencia, su gran
música ejemplificada en Palestrina y otros. Todo ello trae como consecuencia la rehabilitación del
catolicismo y de la música religiosa.
× El redescubrimiento de las músicas del pasado, por ejemplo de J.S.Bach, redescubierto por
Mendelssohn.
5.2 El oratorio
La primera forma que sufre una clara restauración es la del Oratorio. Esta restauración
sucede a partir de Haydn, que compone La Creación e inicia la recuperación del género en los
países germánicos; pero es Mendelssohn quien le da importancia componiendo dos bellas obras:
Paulus y Elías, que tienen como modelo los oratorios de Haendel.
El último capítulo de esta restauración la lleva a cabo F. Liszt, que abandonó Weimar y se
trasladó a Roma donde, en 1865, ingresó en la Iglesia Católica llegando incluso a jurar los votos
de una orden eclesiástica. Liszt concentró sus esfuerzos en la música sagrada. En la década de
1860-1870 compuso dos enormes oratorios: La leyenda de Santa Isabel 1862 y Christus. El
primero es casi una ópera, mientras que el segundo es muy recogido y recuerda a sus misas.
Un lugar especial dentro de estas misas lo ocupa el Réquiem, que es la misa dedicada a los
difuntos. Los románticos fueron atraídos por el tema de la muerte y del más allá, y por eso este
género recuperó una gran transcendencia. La Gran misa de los muertos de Berlioz, de una
grandiosidad sin límites que tiene en cuenta el estilo colosal romano del siglo XVII; el Réquiem
alemán de Brahms, muy distinto, con texto en alemán y sin fines litúrgicos, y por fin el Réquiem
de Verdi, compositor no creyente, que en realidad crea una maravillosa obra lírica totalmente
influida por la ópera. Un Réquiem muy distinto a todos ellos por la sobriedad es el de Gabriel
Fauré.
6. LA ÓPERA
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, la ópera era considerada como el
entretenimiento musical de carácter público más popular. La ópera italiana dominaba todos los
escenarios europeos, excepto Francia. Florecieron como veíamos en el clasicismo dos tipologías
de ópera: la seria y la buffa, cada una con unas características diferentes, que a finales del mismo
siglo empiezan a mezclarse. Ciertos elementos de ópera seria empezaron a introducirse en el
repertorio de la ópera buffa. (Se puede observar en óperas de Galuppi, Piccini, Cimarrosa,
Paissiello, y el propio Mozart)
De este modo, los compositores de ópera de comienzos del siglo XIX heredarían dos
tradiciones diferentes que se iban alternando sutilmente, y sólo bajo el prisma de ambas se puede
entender el desarrollo de la ópera romántica. Una figura de transición de un siglo a otro en el
género operístico es J.S.Mayr, con más de 70 óperas con elementos de diferentes estilos
(napolitano, gluckista…)
6.1. Francia
En Francia se cultivaban dos clases de ópera desde mediados del siglo XVIII: La Seria
(tragédie lyrique) y la Cómica (opéra comique).
a) La Tragedie Lyrique tal y como quedó establecida desde los tiempos de Lully, en cinco
actos y un prólogo precedida por la obertura francesa y con argumentos extraídos de la
mitología clásica principalmente, se constituiría en la ópera oficial francesa y regulada a través
de la Academie Royale de Musique.
b) La Opéra Comique, casi siempre más proclive a las influencias italianas.
Citemos autores de ópera Seria de principios del siglo XIX:
- E. Méhul, su melodía es de grandes saltos junto a líneas cromáticas y el empleo de motivos
temáticos. Su mejor ópera “José en Egipto”.
- L. Cherubini, profesor y teórico, de melodía fluida, buen orquestador. “Medée” y “Las dos
jornadas”.
- G. Spontini, conocido como el último alumno de Gluck. En 1807 compone “La Vestale”, que
ya se separa de Gluck y acerca la ópera a lo que será el romanticismo, por medio de la tensión
dramática, revistiéndolo todo con un gran despliegue de magnificiencia con solistas, coro y
orquesta.
6.1.1. Gran ópera
La Grand Opera es el relevo en la década de los años veinte a la ópera seria. Con el
surgimiento de una clase media numerosa y cada vez más poderosa a partir de los movimientos
revolucionarios de 1820, nació un tipo de ópera destinado a atraer a los públicos relativamente
incultos que atestaban los teatros en busca de emociones y entretenimiento.
Las características que definen la Gran ópera son:
Lenguaje armónico muy rico y variado.
Empleo de grandes escenografías y decorados que contienen paisajes, naturaleza, etc.
Suele tener cinco actos, menos frecuentemente tres.
Incluye todo tipo de teatralidades y sensacionalismos, como la presencia del ballet,
grandes masas, ceremonias, confrontaciones, etc.
El coro toma más importancia, implicándose en la acción.
La sucesión de las partes suele será sí: una romanza, algunas cavatinas y arias para voz
femenina y masculina, un dúo apasionado y efectos móviles al final de, al menos, dos actos.
Uso de una gran orquesta, que deja de ser un adorno para implicarse en el drama.
Las voces más características son; soprano, tenor heróico; soprano coloratura, bajo cantante
y bajo profundo.
Las figuras principales de esta escuela de la Gran ópera fueron: el libretista E. Scribe, el
compositor G. Meyerbeer y el director del Teatro d el Ópera de París L. Véron.
G. Meyerbeer (1791- 1864), de origen judío-alemán, establece definitivamente el género
con sus óperas: “Robert le diable”, 1831, y “Los Hugonotes”, 1836, concebidas para impresionar y
subyugar al público.
Destacaron otros autores en el génro como Jacques Halévy con “La judía”, y el propio Rossini que
hizo óperas como “Guillermo Tell”, Héctor Berlioz con “Los Troyanos” e incluso a Wagner
sobrevive esta influencia con “Rienzi”.
6.1.2. Ópera cómica
Mientras la Gran Ópera escribía sus mejores páginas, la Ópera Cómique, lejos de
desaparecer, evolucionaba. Hay que relacionar su nueva vida con las circunstancias políticas del
Segundo Imperio (Napoleón III), es decir, se crea un tipo de obra de gusto naturalista y
entretenido para un nuevo público burgués que busca en la ópera ante todo entretenimiento. La
burguesía, entonces en el poder, convierte este género en su favorito, dado que ningún otro le
ofrece tan grandes posibilidades para la ostentación y la pompa. Para ello, fue fundamental la
construcción, durante la Tercera República, del llamado entonces Teatro Nacional de Ópera o Teatro
Garnier, inaugurado en 1875. Las diferencias de la ópera cómica con la anterior eran:
Diálogo hablado en lugar del recitativo.
Menos ambiciosa musicalmente, con menos cantantes y con orquesta menos numerosa.
Lenguaje musical más sencillo, con una melodía más graciosa y sentimental.
Los argumentos son una comedia o un drama semiserio.
Hay que destacar “La dama blanca” de F. Boildieu.
Dentro de este género surgen diversas variantes: la Ópera cómica propiamente dicha, la
Ópera Lírica y la Opereta.
El término Ópera Lírica se emplea para señalar un tipo de música intermedia entre la
Ópera Cómica y la Gran Ópera. Su atractivo, como en la cómica, se consigue
fundamentalmente a través de la melodía; su tema es el drama o la fantasía románticos, y
es de mayor dimensión que la ópera cómica. El ejemplo más famoso del género es “Fausto”
o “Romeo y Julieta”, de Charles Gounod (1818-1893), estrenada en 1859, o “Sansón y Dalila”
de Camille Saint Saëns.
Un lugar especial merece “Carmen” de Georges Bizet (1838-1875), en realidad una ópera
cómica que inicialmente tenía diálogos hablados, pero por el drama realista del que parte no se
puede ya considerar como cómica. “Carmen” es una obra de gran valía en la que el músico se
opone a las teorías wagnerianas; por otra parte, tiene ambiente español.
El último género que aparece en la década de los setenta, lo constituye la Opereta. Este
subgénero refleja el espíritu del Segundo Imperio francés con una música, sucesora de la
ópera bufa y del voudevil, que combina pasajes hablados con otros cantados, y que nos da
una imagen perfecta de la sociedad frívola del Segundo Imperio, pero que, curiosamente,
implica muchas veces una sátira social y ridiculización del ambiente de este régimen
político; sin embargo, esta crítica pasa desapercibida a sus contemporáneos, que
simplemente se ríen con los “galops” y “cancáns” que se danzan en aquellas operetas.
En ella se incrementaban los aspectos satíricos e ingeniosos de la ópera cómica. La opereta
introduce algunos cambios, como:
Nuevos elementos melódicos y rítmicos de carácter ciudadano.
Armonías y texturas muy sencillas, pensadas para un público menos culto.
Presencia de la danza y de ritmos de moda.
Asuntos sentimentales, satíricos o frívolos y humorísticos.
Su primer autor destacado es Jacques Offenbach (1819-1880), que se hizo famoso a partir de
obras como “Orfeo en los infiernos”, “La bella Helena” “La vie parisienne”, y con quizá la más famosa
obra suya “Los cuentos de Hoffmann”.
Este género tuvo también un desarrollo importante en Austria con Johann Strauss (hijo), autor
del “El murciélago”, y en Inglaterra con las de Gilbert y Sullivan como “El Mikado”.
6.2. Italia.
6.2.1 Rossini; Bellini y Donizetti
En Italia los cambios de la ópera en los inicios del Siglo XIX son menos claros, porque se
continúa una ya rica tradición operística. Por ello, el romanticismo entra más lentamente y la
distinción entre ópera seria y bufa todavía se mantiene un tiempo.
El tránsito entre la ópera del Siglo XVIII y la del Siglo XIX lo realiza Gioachino Rossini
(1792-1868), que representa la culminación de la ópera napolitana del siglo XVIII y el comienzo
de una nueva época, y es uno de los compositores más admirados durante el Siglo XIX. Dotado
de unas cualidades melódicas impresionantes y de un olfato natural para la escena, compone 32
óperas, entre sus 18 y 32 años, en que deja de componer. Su primer éxito lo alcanza con su ópera
seria “Tancredi”, 1813, a la que siguen varias cómicas que congeniaban mejor con Rossini, como
su obra maestra “El Barbero de Sevilla”, 1816, “La Cenicienta”, 1817; también prueba en la Gran
Ópera con “Guillermo Tell”. Muy importantes son también “Otello” y “La escalera de seda”, de
carácter cómico.
Sus características estilísticas son:
Oberturas animadas y vibrantes, con solos de instrumentos de madera, especialmente el
clarinete, y ritmos muy impulsivos.
Combinación de un flujo melódico inagotable, con ritmos punzantes.
Una concepción muy italiana de la ópera, como el mundo de la melodía intensa,
espontánea y popular, concebida para deleitar y conmover.
Este flujo melódico se basa en una estructura clara y una textura sobria, a la que ayuda una
orquestación limpia y un esquema armónico sencillo.
Las arias siguen el modelo esterotipado de una introducción lenta, muy ornamentada,
seguida de un allegro para los virtuosismos del cantante.
Hace un gran uso del crescendo.
Rossini es el genuino compositor de la contrarrevolución, que se extiende por Europa después
de 1815, con la restauración borbónica. Muchas de sus obras se estrenan en París, donde el gran
competidor es Meyerbeer.
La ópera postrossiniana hasta llegar a Verdi, tiene dos nombres importantes G. Donizetti
y V. Bellini: Ambos son considerados los creadores del bel canto, tipo de canto caracterizado por
una entonación plena de belleza y dulzura y de grandes dificultades técnicas, que se
desarrollaban en el registro agudo de la voz.
Gaetano Donizetti (1797-1848), con obras serias como “Lucía de Lammermoor”, óperas
bufas como “El Elixir de amor” y “Don Pascuale”, o cómicas como “La hija del regimiento”.
Compuso 70 óperas y su obra está enraizada en la vida del pueblo italiano. Como compositor
tenía el mismo instinto melódico que Rossini.
El segundo representante de la escuela italiana, Vicenzo Bellini(1801-1835), más influido ya
por el Romanticismo en los temas que trata y, sobre todo, en el fuerte apasionamiento y
dramatismo que da a sus obras. Su armonía es delicada y sus melodías intensamente expresivas.
Sus diez óperas pertenecen al género serio. Entre ellas destaca “La sonámbula”, 1831, “Norma”,
1831, “Los puritanos”, 1835. Las cualidades que distinguen el estilo de Bellini son:
Melodías intensamente expresivas, muy amplias, sentimentales y elegíacas, como las de
Chopin, con quien tiene gran relación.
Una armonía refinada.
Fuerte apasionamiento en su música.
6.2.2. Verdi
Giuseppe Verdi (1813-1901) representa la síntesis de las diferentes tendencias que la ópera
italiana presentó en los primeros decenios del Siglo XIX. Todas las corrientes confluyen en él, que
las integrará en un arte profundamente italiano.
Es heredero de la obra de Donizetti y Bellini. Considera la ópera como un modo de contar
el drama humano y, por ello, reclama en sus libretos situaciones emocionales fuertes y violentas.
Parte de temas de interés para el pueblo italiano, muchas veces relacionados con “Il Risorgimento” y
en consecuencia huye, a diferencia de Wagner, de asuntos de tipo mitológico. Este drama se
cuenta fundamentalmente a través de la melodía vocal directa y sencilla. Enriquece la orquesta
tanto en color como en textura y armonía.
Su extensa obra (26 óperas) se suele dividir en tres períodos:
- Primero. Exhibe ya su poderoso sentido dramático y profundos estudios psicológicos; en
general, en esta fase depende de lo que hereda de Bellini y Donizetti. Estas primeras óperas no se
pueden entender sin comprender lo que significa “Il Risorgimento” italiano (movimiento de
unificación italiana, los italianos se encontraban supeditados al Imperio austro-húngaro). Muchas
de ellas, “Nabuco”, “I Lombardi”, son obras cargadas de sentido político en las que se intenta lanzar
al pueblo a la liberación del extranjero. A partir de 1849 con “Luisa Miller” se suele calificar como
una obra de transición al período:
- Segundo. Los personajes están descritos con una distinción psicológica y la emoción de la
música más refinada. Esta época se corona con “Rigoletto”, “El trovador” y “La Traviata”, en donde
el músico alcanza ya su lenguaje casi perfecto. También compone obras de carácter experimental,
como “La forza del destino” y “Don Carlo”; y otras con temas más rebuscados y en las que se
propone antes de nada el espectáculo. Todos los progresos se reúnen en “Aida” (compuesta para
la inauguración del Canal de Suez).
- Tercero. En el último periodo escribe “Otello”, símbolo del género trágico, y “Falstaff”, del
género cómico, obras todas ellas que culminan su gran aportación al teatro lírico.
Las cualidades de la obra de Verdi son:
Arte espontáneo y natural, partiendo de la larga tradición operística italiana.
Predominio de la voz humana sobre la orquesta y, por ello, subordinación de todo a la
representación de lo humano.
Importancia del coro, como en casi toda la ópera romántica.
Sus óperas suelen tener una división cuaternaria; es decir, cuatro actos o tres introducidos
por un prólogo.
Los actos dos y tres tienen grandiosos finales de conjuntos. El tercero un dúo, y el cuarto se
inicia con una plegaria.
Riqueza colorística en el uso de la orquesta.
6.2.3. El Verismo
Es el último período de la ópera italiana. Un tipo de ópera de finales del Siglo XIX con la
que se pretende exponer y pintar la realidad tal como es, describir momentos reales de la vida y
las emociones primarias de los protagonistas. Hay que relacionarlo con el realismo literario,
debido a la influencia de Émile Zola y otros escritores del realismo y naturalismo que plasman la
realidad tal y como es, sin ilusión ni idealización romántica.
Con él se cierra el gran período de la creación romántica italiana en ópera, una de las
principales obras veristas es “Caballería rusticana” (1890) de G. Mascagni, así como “Il Plagliacci”
de R. Leoncavallo.
Pero sin duda el maestro del verismo italiano fue Giacomo Puccini (1858-1924) con tres
obras maestras: “La Bohéme”, “Tosca” y “Madame Butterfly”.
Es en gran parte verista, pero no totalmente, dado que muchas de sus obras son de
ambiente fantástico y se salen del mundo real. Por ejemplo, su obra cumbre, “Turandot”; es una
leyenda mítica.
Las características de su obra:
Los protagonistas son gente humilde.
Su armonía es evolutiva, una síntesis de las últimas aportaciones de Liszt y del
Impresionismo.
La orquestación es muy rica y compleja.
Sus melodías son de gran belleza y fuerza expresiva.
6.3. Alemania
Es durante el Romanticismo cuando, por fin, la ópera alemana encuentra su camino
independiente de la influencia italiana. Efectivamente, desde el Barroco, la ópera alemana, como
otras muchas, gira en torno a modelos italianos, incluso varias óperas de Mozart.
En la ópera romántica alemana hubo una etapa previa que tuvo su más clara anticipación
en los singspiel y las óperas de E.T.A. Hoffmann y “Fidelio” de Beethoven.
6.3.1. Weber
La puerta definitiva de la ópera alemana la abrió C.M.von Weber (1786-1826) quien no
sólo fue compositor, sino también brillante pianista, administrador teatral, director y crítico.
Entre sus obras destaca “El cazador furtivo”, “Oberón” y “Euryanthe”. Estas tres óperas presentan
importantes elementos, como el uso de lo sobrenatural y maravilloso, y todas incorporan
grandes arias para los protagonistas, con romances para los personajes menores. Sus
características más destacadas son:
Las oberturas con que comienzan, son movimientos en forma de sonata de gran interés.
En cuanto a su armonía, hace un uso libre de la disonancia que crea una atmósfera que
produce una sensación típicamente romántica de misterio.
Virtuosismo instrumental.
Weber ejerció una extraordinaria influencia en compositores como Berlioz o Wagner.
Después de la muerte de Weber la ópera alemana decae, Wagner no sólo la recupera, sino
que crea un nuevo sistema de gran trascendencia. Músico, poeta, director escénico, actor,
filósofo…, no se tenía por músico a secas, sino por un músico-dramaturgo.
Su ideal es hacer una ópera cuya altura artística sea semejante a la más grande música
sinfónica. Para ello busca en realidad un nuevo tipo de ópera que denomina “Drama musical”
(Drama Wagneriano). Se trata de su obra de arte total, la unión de las distintas artes que confluyen
en una única obra. Como la música es la mayor de las artes, el artista será en primer lugar
compositor.
- Primero. A él pertenecen sus primeras óperas, entre las que destaca “Rienzi”. A partir de “El
buque fantasma” o “El holandés herrante” comienza a usar leyendas germánicas.
- Segundo. Con “Tannhäuser” en 1845, trata las leyendas del Medievo y el tema del amor. A partir
de aquí es cuando busca la obra de arte total, con otra ópera de paso que es “Lohengrin”
- Tercero. Culmen de la obra de Wagner. Compone el ciclo denominado “El anillo de los
Nibelungos”, que consta de cuatro obras: “El oro del Rhin”, “La Walkiria”, “Sigfrido” y “El ocaso de
los dioses”. Para representar esta obra necesita un teatro especial que le es facilitado por su
amigo el rey Luis II de Baviera, en Bayreuth. Esta ciudad se constituye, desde entonces, en el
centro wagneriano por excelencia.
Wagner, en medio de esta tetralogía compone obras tan importantes y diversas como
“Tristán e Isolda”, una historia de amor, “Los maestros cantores de Nüremberg”, de carácter cómico
y termina con un drama religioso “Parsifal”, en 1882.
Se basa en la mitología alemana, hecho muy importante, dado que es en esta época cuando
comienza el sentimiento de nacionalidad alemana.
Hace de la orquesta, y no del aria, el punto crucial de sus óperas, dándole gran importancia,
enriqueciendo el lenguaje musical con nuevas armonías, cromatismos y, sobre todo, con una gran
riqueza tímbrica.
Crea un elemento, el Leitmotiv musical, que es la idea unitaria de la ópera, representan o evocan
personajes, sentimientos u objetos y que aparecen en distintos momentos de las óperas. Es el
elemento unificador de sus óperas.
En cuanto a su melodía, está pensada para sostener el texto y facilitar los diálogos de los cantantes;
por ello, no se puede hablar de aria propiamente dicha y los actos se interpretan sin interrupción. Se
le denomina Melodía infinita.
6.4 España
En la segunda mitad del siglo XIX, tres son los operistas que intentaron dotar a la música
española con un repertorio operístico propio.
Ramón Carnicer quién dominó los estilos imperantes de la época y llegó a convertirse en
un fiel epígono de Rossini. Estrenó obras como “Elena y Constantino” y “El convidado de piedra”,
todas con texto italiano.
José Melchor Gómis músico excelente, confió en la inclusión de temas populares para dar
carácter a una obra teatral sin conseguir buenos resultados. Consigue estrenar su ópera “La
aldeana”
Baltasar Saldoni es autor de óperas italianas como “Saladino y Clotilde”, más tarde pensó
en componer óperas con texto en español: “Guzmán el Bueno”.
La ópera nacional, la ópera cantada en español y con música más o menos española fue
defendida con ardor, pero no llegó a cuajar en ningún caso, si se exceptúa la conocida “Marina”,
de Arrieta. Entre los compositores que escribieron óperas españolas encontramos a Arrieta,
Chapí, Serrano o Bretón.