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Tomás Navarro Tomás (NT) nació en 1884 y murió en 19791. En 1917 había iniciado la Revolución
rusa; en 1918 terminaba la Primera Guerra Mundial2. La primera edición del Manual de
pronunciación española (MPE) se publica precisamente en 1918. Cuatro años antes, en 1914, había
sido fundada la Revista de Filología Española, siendo MPE el número de III de la colección de
Publicaciones de esa revista.
La aportación al estudio de la prosodia enunciativa realizada por NT en el MPE y en varias
otras de sus obras es extraordinaria, tanto en el manejo de dominios prosódicos de diferentes niveles
con en la descripción de los fenómenos que tienen lugar en los bordes y en el interior de esos
dominios (en el sentido de Nespor y Vogel 1986 [2007] y otros autores), trátese de procesos fónicos
segmentales, la existencia de cesuras, la asignación de contornos, etc.
Este capítulo se organiza de la siguiente manera. En primer término, se hace referencia a los
aspectos generales que es necesario considerar (principales obras de NT examinadas, perspectiva
general sobre los modelos de NT, etc.). Se considera en seguida el concepto de 'entonación literaria',
esencial para entender los planteamientos metodológicos de NT, y a continuación se dedican sendas
secciones a las unidades que ahora resultan interesantes: palabras (P), grupos de intensidad (GI),
grupos tónicos (GT), grupos fónicos (GF) y oraciones fonéticas (OF) y sus ramas distensivas y
tensivas (RD/RT). Luego se presentan dos apartados más sobre contornos de enunciados y el
modelo prosódico del verso, y se termina con unas conclusiones y la lista de referencias
bibliográficas.
Aspectos generales
Debe subrayarse en todo momento la solidez de las aportaciones de Navarro Tomás al estudio de las
dimensiones fónicas del español3. Si bien los estudios sobre entonación y en general sobre prosodia
enunciativa han aumentado mucho en los últimos años (cf. Sosa 1999, Prieto y Roseano 2010, Frota
y Prieto 2015, etc.; véase otras referencias en Martín Butragueño en prensa), una buena parte de las
observaciones de NT están todavía vigentes. En entonación se ha relacionado a NT con la escuela
británica (García-Lecumberri 2003, especialmente §2.3, pp. 48-56); sus manuales incluyen
ejercicios, transcripciones, sugerencias para extranjeros, lo que los hace extraordinariamente
completos.
Los textos a los que de manera principal se hace referencia ahora son los siguientes,
anotando entre corchetes el año de edición que se ha consultado de manera efectiva, así como las
siglas que se emplearán también para mencionar esas ediciones: el Manual de pronunciación
española (1918 [1982] = MPE), el Cuestionario lingüístico hispanoamericano (1943 [1945] =
CLH); el Manual de entonación española (1944 [1974] = MEE), los Estudios de fonología
española (1946 [1966] = EFE) y la Métrica española (1956 [1991] = MET).
No se pretende agotar todos los aspectos concernientes al pensamiento y a los datos de NT,
ni tampoco hacer una comparación entre las diversas ediciones de una misma obra. Aunque existen
1
El autor agradece a Margarita Palacios y Ana Tsutsumi, editoras del presente volumen, su permanente cuidado y
atención en todos los procesos. Esta colaboración se concibe dentro de los trabajos preparatorios para el libro Fonología
variable del español de México. Vol. III: La palabra. Conviene aclarar que en este capítulo los años que aparecen entre
corchetes en algunas referencias bibliográficas remiten a la edición consultada de una obra.
2
Véase Díez de Revenga (2007) para una mayor contextualización de Navarro Tomás.
3
Una forma de evaluar el MPE y otros textos de Navarro Tomás es compararlos con manuales más recientes, como
Martínez Celdrán y Fernández Planas (2007), RAE-ASALE (2011), Hualde con Colina (2014), Gil y Llisterri (en prensa),
entre otros.
2
cuestiones textuales interesantes, en la medida en que ciertas ideas fueron retocadas por su autor a
lo largo de los años y en que algunos temas son tratados en varios lugares, a veces de manera muy
parecida y otras con diversos matices, la comparación exhaustiva de cada texto con respecto a
ciertos puntos ameritaría estudios específicos.
En concreto, los objetivos actuales son tres: resaltar algunas de las principales aportaciones
de NT sobre prosodia enunciativa en los cinco libros mencionados; observar la consistencia en los
planteamientos de NT, dentro de cierta evolución (por ejemplo, los modelos no son exactamente
iguales en el MPE y en el MEE); leer algunas de sus ideas desde una perspectiva prosódica actual,
en la medida de lo posible considerando lo que NT dice y lo que hace en sus análisis.
Por prosodia enunciativa se entiende aquí la que tiene que ver con los fenómenos fónicos
que ocurren por encima de la palabra y por debajo del enunciado, ambos incluidos, con cierto
énfasis en los datos obtenidos en contexto (para más detalles, véase Martín Butragueño en prensa).
Para tener un punto de comparación acerca de los conceptos prosódicos enunciativos
expuestos por Navarro Tomás en sus obras, se plantea la existencia de las unidades de (1),
siguiendo de cerca las propuestas de trabajos como Nespor y Vogel (1986 [2007]), Gussenhoven
(2004), Selkirk (2011), entre otros, tal como se adaptan en Martín Butragueño (en prensa).
Las tres primeras unidades (1a-c) se encuentran en la interficie entre prosodia y sintaxis;
siguiendo a Selkirk (2011, ítem 4, p. 439), ω se relaciona con las palabras léxicas (w), φ con las
frases sintácticas (FX) y ι con las oraciones (O). Para ν, véase Nespor y Vogel (1986 [2007, cap. 8,
pp. 221-247]); podría aventurarse que es la unidad más básica en la interficie entre prosodia y
discurso (cf. Martín Butragueño en prensa para más detalles). En (2) se anotan algunos ejemplos
ilustrativos.
(2) a. ((((La casa)ω (de Marina)ω)φ (((tiene)ω (ventanas)ω)φ ((de vidrios)ω (azules)ω)φ)ι)ν
- ω: la casa - de Marina - tiene - ventanas - de vidrios - azules.
- φ: la casa de Marina - tiene ventanas - de vidrios azules.
- ι: la casa de Marina tiene ventanas de vidrios azules.
- ν: la casa de Marina tiene ventanas de vidrios azules.
b. ((((Marina)ω (estudia)ω)φ)ι (((y Antonia)ω (trabaja)ω)φ)ι)ν
- ω: Marina - estudia - y Antonia - trabaja.
- φ: Marina estudia - y Antonia trabaja.
- ι: Marina estudia - y Antonia trabaja.
- ν: Marina estudia y Antonia trabaja.
A grandes rasgos, puede verse en (2) cómo las palabras prosódicas (ω) gravitan alrededor
de una sílaba acentuada (de Marina, y Antonia, etc.); luego las ω se agrupan en frases fonológicas
(φ), como en tiene ventanas o en y Antonia trabaja. A su vez, las φ se subsumen en frases
entonativas (ι), de modo que los enunciados fonológicos ν pueden estar formados por una ι (La casa
de Marina tiene ventanas de vidrios azules) o por varias ι (Marina estudia - y Antonia trabaja).
Como puede apreciarse también en (2), en ocasiones los tamaños de diversas unidades prosódicas
pueden coincidir.
4
Sobre las palabras prosódicas en español, véase Martín Butragueño (en dictamen).
5
La existencia de las frases fonológicas es polémica en español, aunque en Martín Butragueño (en prensa) se acepta que
tienen cierto papel.
3
Aunque los sistemas de notación entonativa actuales suelen ser mucho más detallados
(véase por ejemplo Frota y Prieto 2015), para realizar algunas observaciones sobre los
planteamientos de NT puede bastar por ahora la notación de (3).
(3) a. H.
b. M.
c. L.
De esta manera, "H" haría referencia a una F0 alta o ascendente, "M" a una F0 media o
suspensiva, y "L" a una F0 baja o descendente.
A grandes rasgos, podría defenderse la idea de que Navarro Tomás propone al menos dos
modelos prosódicos diferentes en sus obras, a los que se podría llamar simplemente "modelo 1" y
"modelo 2". El modelo 1 hace referencia a la prosodia enunciativa lingüística, y aparece con
diferentes matices en obras como MPE, MEE y EFE (cuadros 1 y 2); el modelo 2, por su parte, se
desarrolla a propósito de la prosodia métrica literaria (cuadro 3) y es propio de MET. Son, en
principio, bastante diferentes, como se aprecia en (4).
Cuadro 1. Modelo 1 de NT, para la prosodia enunciativa lingüística, a partir de MPE, MEE, EFE.
Unidades en NT Posible Ejemplos
correspondencia en (1)
Palabra léxica (P) Palabra léxica (w) la, país, ser.
Como puede verse, la primera columna del cuadro 1 menciona cinco o seis unidades (según
si se considere como unidad la rama, o bien si ésta se desdobla en tensiva y distensiva), la segunda
columna refiere a las unidades prosódicas de (1) y la tercera ofrece algunos ejemplos. La palabra P
de NT correspondería a las palabras léxicas (w, no mencionadas en el ítem 1, aunque sí en el texto).
Como se verá infra, lo más parecido al grupo de intensidad (GI) de NT es la palabra prosódica (ω).
Por su parte, el grupo fónico (GF), que parece corresponder también a la unidad melódica (UM) y al
grupo entonativo (GE), podría interpretarse a veces en los materiales de NT como una frase
fonológica (φ) y a veces como una frase entonativa (ι). Las ramas (R) son frases entonativas (ι), y si
6
En algunos casos habría que pensar seguramente en versiones recursivas de estas unidades (cf. Selkirk 2011, entre otros,
así como Martín Butragueño en prensa y en dictamen para otros comentarios y referencias), pero es desde luego una
discusión que no se puede desarrollar ahora.
4
se distingue entre ramas tensivas o prótasis y ramas distensivas o apódosis, esta precisión parecería
corresponder a la que cabe hacer, posicionalmente, entre frases entonativas intermedias y frases
entonativas finales. Por fin, las oraciones fonéticas (OF) podrían equipararse a frases entonativas (ι)
si se enfatiza el aspecto sintáctico, o bien a enunciados fonológicos (ν), si se quiere hacer hincapié
en su dimensión pragmático-discursiva.
El cuadro 2 esboza las diferencias en que se presenta esta jerarquización prosódica en MPE,
MEE y EFE (en los apartados siguientes se comentarán estas unidades en mayor detalle). En
general, puede decirse que MPE hace una mención explícita a los grupos tónicos, mientras que
MEE parece vincular muy directamente lo referente al tono con lo referente a la intensidad; el grupo
fónico de MPE es planteado más bien como unidad melódica en MEE y como grupo de entonación
en EFE, etc. Parece sostenerse la idea de que, aunque hay matices diferenciadores, los dominios
prosódicos son casi los mismos a lo largo de los planteamientos prosódicos lingüísticos de NT.
La visión de la prosodia métrica literaria en MET (cuadro 3) es, en cambio, bastante diferente, lo
que sugiere hablar de un "modelo 2".
Existe en este modelo 2 una clara vinculación entre las unidades literarias y sus correlatos
musicales, de modo que la sílaba es la contraparte de la nota musical; el apoyo rítmico se vincula a
la sílaba prominente de un tiempo marcado; la cláusula (o pie) correspondería a ese tiempo; el
período rítmico constituye un compás; el verso es la unidad donde se manifiesta el efecto rítmico; e
incluso la estrofa correspondería a unidades mayores como las vinculadas a la danza. Estos aspectos
expuestos en MET y empleados por NT en diversos estudios se discutirán en mayor detalle infra.
Lo importante por el momento es dejar claro que NT presenta en sus estudios dos modelos
prosódicos diferentes: uno, de naturaleza más lingüística, expuesto con pequeñas variantes en
publicaciones; y otro, de corte literario y más encaminado al estudio del ritmo, presentado en MET
y aplicado en diversas publicaciones. Esto se resume en (4), de modo que en (4a) aparece la versión
de MEE, y en (4b) la propuesta de MET.
(4) a. Modelo prosódico en MEE (pp. 21-29 y 29-44): palabra (pp. 21-22) [P, w] > grupo
rítmico semántico (pp. 29-31) [GRS, quizá ω] > unidad melódica como grupo fónico (pp.
29-31) y grupo melódico (pp. 40-44) [UM, GF, GM, quizá φ, o bien ι] > rama tensiva o
distensiva (pp. 40-44) [RT, RD, ι según posición] > frase (pp. 29, 31-34, 40-44) [OF, ν].
b. Modelo prosódico en MET (25-47): sílaba (nota) (p. 29) > cláusula = pie (tiempo) (pp.
36-37, 38) > período rítmico (compás) (pp. 27, 28, 30) > verso (ritmo, p. 38) > estrofa
(danza, melodías litúrgicas, p. 41).
Los materiales utilizados en este trabajo fueron reunidos en su mayor parte en España, en el
medio y ambiente de los centros literarios y científicos de Madrid y de otras ciudades.
Además de los datos recogidos por observación directa, se han tenido en cuenta los
7
En (MEE, n. 3, p. 213) se menciona una "[p]rimera serie" del Archivo de 1931 y una "segunda serie" de 1932. Las
publicaciones modernas del Archivo de la palabra (1990, 1998) puntualizan el período entre 1931-1933; para más detalles
sobre tan importante documentación, véase en especial los diversos comentarios incluidos en la edición de 1998 y, sobre
todo, la "Introducción" de Alberdi (1998).
6
Para hacerse una idea del tipo de materiales disponibles, en el cuadro 4 se anotan las
personalidades cuya voz está registrada en la colección de registros procedente del Archivo de la
palabra.
Palabra
La palabra léxica (P) es la primer de las unidades que habría que considerar para entender la
arquitectura prosódica enunciativa con la que trabaja NT. Tres observaciones de NT
particularmente relevantes para caracterizar P tienen que ver con los tipos léxicos, la acentuación y
los tipos melódicos. Así, en EFE (1946 [1966]), dentro de la amplia sección "Unidades fonológicas"
(pp. 5-153), se habla de los "Tipos léxicos" (pp. 54-60), como se anota en (5).
8
En la edición de 1998 del Archivo, se menciona que no se incluyen los registros de Borrás, León, Marquina, Benlliure y
Linares Rivas por ser "impresiones de prueba" (1998, p. 13).
7
Parte de lo expresado en la cita anterior podría parafrasearse como en (6), en relación al tipo
listado en primer lugar en (5), los bisílabos llanos, de modo que se ejemplifica la afirmación de que
la sílaba tónica de P recibiría un acento tonal alto (H), y la sílaba átona recibiría un tono bajo (L).
(6) σ* σ → H L.
Fuente: Adaptado de MEE (1944 [1974, p. 21]).
Navarro Tomás plantea una clasificación de los tipos melódicos de palabras, como puede
verse en (7), que resume lo expuesto en MEE10. Al anotar los esquemas silábicos, se añade ahora
también un posible trasunto tonal (H, ‘alto’; M, ‘medio’; L, ’bajo’) que parecería corresponder a los
comentarios de NT11.
9
Para la cantidad, véase EFE (pp. 61-66).
10
En la n. 27, expuesta en la p. 215 (pero con llamada en la p. 22), se señala: "Información experimental sobre la
entonación de la palabra aislada se halla en T. Navarro Tomás, «Palabras sin acento», en Revista de Filología Española,
Madrid, 1925, XII, 335 y sigs." (MEE, p. 215).
11
Por supuesto, es conveniente considerar los comentarios literales de NT y no sólo la adaptación o interpretación de (7).
8
-fácilmente: σ* σ σ* σ → H* H L* L.
Fuente: Adaptado de MEE (1944 [1974, pp. 21-22]).
Una lectura contemporánea podría poner algunos reparos a esta clasificación, por ejemplo
en términos de si lo que se está mostrando son representaciones abstractas de palabras, o menciones
metalingüísticas o enunciados breves12; otro aspecto es en qué sentido se puede hablar de la
asignación tonal de formas átonas fuera de su incorporacion a palabras prosódicas o su
consideración como menciones metalingüísticas, etc.
EFE recuerda que las palabras del español suelen ser de acento único y que éste es
invariable (p. 67); que hay cambios en la flexión de los verbos (pp. 67-68), así como entre algunos
N y V (p. 68) e incluso entre tres formas (ánimo, animo, animó, etc.) (p. 68). En (8) se anotan pares
mínimos acentuados e inacentuados13.
[...] En el plano del acento figuran en general los nombres, pronombres, verbos y adverbios;
en el de la inacentuación, los artículos, preposiciones y conjunciones. Ciertas palabras que
ordinariamente pertenecen al primer plano descienden al segundo cuando se emplean en
relaciones sintácticas de carácter secundario. La pérdida del acento es indicio del tránsito de
la palabra desde la jerarquía sustantiva al papel instrumental [...] (EFE, p. 69).
(10) a. Nuestro, vuestro (Pron): con acento / nuestro, vuestro (Pos): sin acento.
b. Este, ese, aquel (Pron, Dem): acentuados, aunque en algunos lugares los Dem son
inacentuados.
c. Mi, tu, su (Pos): inacentuados, pero acentuados en lugares del norte de España.
Fuente: Adaptado de EFE (1946 [1966, pp. 69-70]).
12
Véase Hualde (2012), especialmente el §6 (pp. 161-163), sobre las palabras átonas, y más en particular las pp. 162-163
para la cuestión de la activación de prominencia en las palabras átonas citadas o contrastadas.
13
NT recuerda en EFE, n. 1, p. 68, que ya trató el tema en 1925 (véase la referencia al final).
9
Los ejemplos de (9) a (11) hacen referencias a una variedad de situaciones. En (9) se trata
de alternancias categoriales, en (10) se hace referencia a la relativa complejidad prosódica del
sistema demostrativo, entre otras cuestiones, y en (11) al efecto de ciertas construcciones léxico-
sintácticas, que podrían conducir a la pérdida de prominencia de elementos normalmente
prominentes (cf. EFE, pp. 69-70).
NT ya observaba (EFE, pp. 70-71) que también existen alternancias prosódicas entre
relativos e interrogativos (12), y que es compleja la determinación prosódica de los numerales (13),
además de que existen diferencias dialectales en cuanto a la acentuación de ciertos elementos (14).
Es claro, en cualquier caso, que la palabra léxica (P) queda perfectamente caracterizada en
diversos pasajes de Navarro Tomás, y que P es una pieza fundamental en la concepción de la
prosodia superior en el sistema de NT.
en suma, es el conjunto de material que gravita alrededor de una prominencia (como ocurre
básicamente en las ω del español; cf. Martín Butragueño en dictamen).
Así, el ejemplo de (15) tiene tres GI:
Ciertamente, en ocasiones puede ser complicado establecer el límite entre dos GI14 (como
también puede ocurrir con ω), aunque (15) serviría para mostrar un GI con una P (arrebataron),
otro con dos P (las hojas) y uno más con tres P (a los árboles).
MEE incluye también algunos elementos relevantes para entender el planteamiento que
subyace a la idea de GI. Así, al hablar de "Tono e intensidad en la frase" (MEE, §6, pp. 22-24), y
recordar que la entonación no se adscribe como tal a las palabras, de modo que los tipos melódicos
de éstas (supra) se subsumen en los contornos, sin que por ello deje de existir cierta relación de
intensidad y tono, siendo que se espera un tono más agudo en las sílabas léxicamente prominentes
(ibid., pp. 22-23), se observa que:
Es decir, (16a) establecería que la intensidad tendría un papel central en los grupos de
intensidad o GI, que en términos más contemporáneos, como se ha dicho, corresponderían a las
palabras prosódicas ω (quizá con el matiz de que sería mejor hablar más en general de la
distribución de la prominencia silábica). A su vez, (16b) indicaría la relevancia del tono para la
construcción de grupos fónicos (sea que éstos correspondan a frases fonológicas φ o, más
comúnmente, a frases entonativas ι).
Parecidos razonamientos figuran en EFE15, al hablar de los GI (pp. 72-76). La delimitación
—dice NT— es fácil cuando los GI tienen una sola palabra acentuada (ibid., p. 73):
14
Siguiendo el comentario de NT: "Es relativamente fácil percibir la sílaba culminante de cada grupo de intensidad; lo
difícil es determinar, en ciertos casos, el punto de división entre dos grupos sucesivos" (MPE, n. 1, p. 29).
15
NT señala: "El grupo de intensidad está formado por una o más palabras bajo un solo acento espiratorio. No constituyen
grupo por sí mismos los vocablos de función secundaria, ordinariamente inacentuados. Se apoyan estos vocablos sobre la
palabra que representa el elemento principal en la unidad de cada grupo [...]" (EFE, p. 72). Y también: "[...] Desde el
punto de vista de la significación, el grupo de intensidad es la fracción mínima de discurso con determinado valor
semántico. A veces estos grupos son verdaderas unidades melódicas, con función individual entre las partes que
componen la frase [...]" (id.). Otro comentario muy relevante es: "La oración se divide en grupos fónicos o melódicos, con
pausa o transición relativamente marcada entre unos grupos y otros. No es difícil percibir los apoyos acentuales que
determinan el número de grupos de intensidad comprendidos en cada unidad melódica. La separación de los límites entre
los grupos de intensidad, sin la ayuda de las pausas ni de las inflexiones de la entonación, no aparece siempre
enteramente clara. Un número considerable de dichos grupos consta de un solo vocablo, ya sea sustantivo, adjetivo,
11
(17) (El poeta) (exhibe) (su corazón) (con la jactancia) (del burgués) (enriquecido) (que ostenta)
(sus palacios) [A. Machado].
Fuente: Adaptado de EFE (1946 [1966, p. 73)].
Obsérvese que en (17) cada GI es una ω. Sin embargo, "[...] [l]os casos dudosos son
aquellos en que al lado de la palabra principal figura algún otro elemento que sin tener acentuación
plena, tampoco llega a ser propiamente inacentuado, condición que se da sobre todo en los verbos
auxiliares, adjetivos demostrativos y artículos indefinidos [...]" (EFE, p. 73). Considérese en ese
sentido (18), ejemplo incluido por NT inmediatamente después del pasaje que se acaba de citar:
(18) (El gusto) (de la cortesía) (y el cultivo) (de las buenas formas) (freno) (perpetuo) (de la
brutalidad) (que hace vivir) (a los hombres) (en un delicado) (sobresalto) [A. Reyes].
Fuente: Adaptado de EFE (1946 [1966, p. 73)]; los subrayados se añaden ahora.
Los casos de GI subrayados no podrían ser simplemente palabras prosódicas ω, a no ser que
se desacentuaran completamente. Por otra parte, si se interpretan en general los GI de (18) como
frases fonológicas φ, difícilmente todos los segmentos lo serían, y aunque algunos de ellos puedan
interpretarse como tales, parece más coherente suponer que tal delimitación corresponde a otro
nivel de organización. Una solución, dado que el razonamiento de NT siempre se refiere al tipo de
acentuación, es que se trata de un tipo especial de ω, con un grado mayor de recursividad, a la
manera de un compuesto prosódico que contuviera un acento primario y otro secundario (véase
Selkirk 2011, entre otros, para la cuestión de estructuras prosódicas incrustadas, y la discusión de
algunos casos análogos en Martín Butragueño en dictamen).
Los tamaños de GI son muy variados, de entre 1 y 8 sílabas, siendo los más comunes los
casos de 3 a 5 sílabas (EFE, p. 73). En (19) pueden verse algunos ejemplos de GI de cierto tamaño.
verbo, adverbio o pronombre acentuado, pero son más numerosas las unidades de esta especie en que se juntan varias
palabras [...]" (ibid., pp. 72-73; la cursiva se ha añadido ahora).
12
f. Conj + Sust.
g. Conj + V.
h. Adj + Sust.
Etc.
Fuente: EFE (1946 [1966, pp. 74-75)].
Según EFE (p. 75), GI como los de (21) son bastante comunes, siendo que rítmicamente
constituyen cláusulas (infra) trocaicas de cuatro sílabas16.
16
"[...] En suma este tipo de cláusula que aparece en primer lugar entre los grupos de intensidad es el mismo elemento que
sirve de base a una de las modalidades rítmicas más usadas en el verso octosílabo [...]" (EFE, p. 75). "[...] Sobre el ritmo
trocaico, generalmente conocido, la versificación española, en su metro más corriente, utiliza como cláusula predominante
el tipo de grupo de intensidad que ocupa el primer lugar en la composición prosódica y sintáctica del idioma" (EFE, pp.
75-76).
13
Un ejemplo posible sería el de (23), donde un primer GF está ocupado por un circunstancial
temporal extraoracional, y un segundo GF por una oración impersonal con un circunstancial
locativo intraoracional.
[...] El grupo fónico es también una unidad fonética importante; los distintos elementos
menores comprendidos dentro de él aparecen enlazados en estrecha subordinación; este
grupo determina, además, dos circunstancias que influyen de un modo especial en las
transformaciones de los sonidos: la posición inicial absoluta, precedida de pausa, y la
posición final absoluta, seguida de pausa [...] (MPE, p. 30; las cursivas se han añadido
ahora).
Dado que el GF se define por las cesuras laterales, que es el dominio para diversos procesos
y que está formado por GI (que puede equipararse con ω), podría hacerse corresponder tanto con φ
como con ι. Y, desde luego, en entonación va a tener un papel central, como se verá infra al hablar
de los contornos entonativos.
El Cuestionario lingüístico hispanoamericano (CLH), señalaba la importancia de considerar
aspectos como la “Extensión del grupo fónico” (CLH 1943 [1945, §201, p. 58]) y el "Movimiento
del grupo fónico" (CLH 1943 [1945, §202, p. 58]). Muchos de los ítems de esta obra contienen
breves descripciones del problema, algunas definiciones e instrucciones para llevar a cabo el estudio
de la cuestión mencionada en el ítem, por lo que se puede leer también como una especie de
glosario18. Cierto número de ítems del CLH son desde luego relevantes para encontrar
observaciones sintéticas sobre las unidades prosódico-enunciativas.
La figura 1 incluye un fragmento de la p. 58 de CLH (1945), con el ítem §202, donde se
hacen diversas recomendaciones sobre aspectos que deben observarse cuidadosamente; obsérvese
en especial la mención a la relevancia del GF en relación a la melodía.
17
Es relevante consultar la sección dedicada a "Los sonidos agrupados" (MPE, §133-§155, pp. 147-179). Considérese allí,
entre otros pasajes, el "Enlace de los sonidos en el grupo fónico" (MPE, §133, p. 147), donde se establece que: "Los
sonidos comprendidos dentro de un mismo grupo fónico, entre dos pausas sucesivas de la articulación, cualquiera que sea
el número de palabras de que conste dicho grupo, aparecen en la pronunciación tan íntima y estrechamente enlazados
entre sí como los sonidos que componen una misma palabra [...]" (MPE, p. 147).
18
En cuanto a CLH (1943 [1945]), son particularmente relevantes ahora los ítems §176 a §211 (pp. 52-61).
14
MEE, por su parte, se detiene en el "Concepto de la unidad melódica" (§9, pp. 29-31) o
UM. El siguiente párrafo es crucial acerca de su sentido:
[...] La palabra [...] carece de individualidad propia dentro de la línea musical del discurso.
La frase gramatical por su parte es una unidad de comunicación que en la mayor parte de
los casos comprende vari[a]s unidades melódicas. La frase se divide en unidades melódicas
en correspondencia con la diferenciación que se hace entre sus elementos semánticos. La
unidad melódica es la porción mínima de discurso con forma musical determinada, siendo
al propio tiempo una parte por sí misma significativa dentro del sentido total de la oración
(MEE, p. 29; cursivas añadidas ahora).
Se mencionan así varias propiedades cruciales de las UM: son mayores que las palabras y
menores que las frases gramaticales; tienen una melodía específica; tienen un cierto sentido
autónomo19.
Parte de la discusión de MEE (§9, pp. 29-31) es por qué seleccionar las UM como dominio
para el estudio entonativo, y no los grupos rítmico-semánticos (GRS). Los GRS habrían sido
tomados como ese dominio con cierta asiduidad (MEE, p. 29)20, siendo éstos "[...] la parte de
discurso que tiene por base prosódica un solo acento espiratorio y por contenido ideológico un
núcleo de significación no susceptible de divisiones más pequeñas [...]" (MEE, p. 29). En MEE (pp.
29-30) se razona que en castellano los GRS y los grupos de entonación no suelen medir lo mismo;
el GRS es relativamente corto21; puede corresponder a la UM, pero normalmente una UM tiene
varios GRS. "[...] Los límites de las unidades melódicas no van determinados en español por el
efecto del acento espiratorio, sino por las circunstancias del sentido y por el orden y armonía del
conjunto musical" (p. 30).
No es muy claro a qué equivaldría un GRS con respecto a la taxonomía presentada en (1).
En cuanto a dominio prosódico, el hecho de que tenga un solo acento lo equipararía a la palabra
prosódica ω; con todo, la idea de "núcleo de significación" (MEE, p. 29) y la referencia al ritmo
abre otras dimensiones.
Un GRS no es autónomo para con la entonación (MEE, p. 30). Considérese el ejemplo de
(24).
Para NT, este caso tiene dos UM y cinco GRS; la primera UM tiene dos GRS, y la segunda
tres GRS (MEE, p. 30). "[...] Dentro de cada unidad melódica el tono pasa de un grupo rítmico a
otro, como pasa de una sílaba a otra dentro de una misma palabra [...]" (id.). Un GRS puede ser una
UM, pero sólo "[...] en aquellos casos en que su sentido y su forma gramatical obligan a
considerarlo como tal unidad [...]" (MEE, p. 31), como ocurriría en (25), ejemplo que NT cita de
inmediato tras el pasaje recién citado:
19
Obsérvese que GF se había definido en MPE (supra) por los bordes de cesura y la inclusión de GI dentro de sí, mientras
que UM se define en este pasaje de MEE por el contorno y el sentido.
20
En MEE (n. 47 de la p. 29, expuesta en la p. 216) se dice que el GRS como unidad de entonación había sido empleado
por Grammont, Klinghardt, Weiblinger y Viëtor (p. 216). "Se sirve el francés de unidades más cortas que el castellano y
las concentra entre límites más estrechos. Se comprende que en francés haya sido posible identificar la unidad de
entonación con el grupo rítmico-semántico, identificación, como ya se ha dicho, inaplicable al español [...]" (MEE, p. 37).
También en EFE (n. 1, p. 82) se señala: "El nombre de grupo rítmico-semántico, empleado por M. Grammont y repetido
por mí en otras ocasiones, tiene aplicación más adecuada para designar el grupo de intensidad como parte constitutiva del
verso".
21
NT dice que el GRS sería "[...] lo que en la música la serie de notas que bajo un tiempo marcado constituyen el compás
[---]" (MEE, p. 30).
15
Una cuestión importante es si las unidades melódicas (UM) son equivalentes a los grupos
fónicos (GF). A juzgar por lo que Navarro Tomás va anotando en MEE cabe pensar que a su juicio
se trata de unidades básicamente equiparables, por lo menos en español:
Los límites de la unidad melódica coinciden en español con los del grupo fónico. El grupo
fónico, de capital importancia en el tratamiento sintáctico de los sonidos, sirve asimismo de
base a la forma melódica de la frase. Las divisiones entre estos grupos o unidades no van
siempre marcadas por verdaderas pausas. Con frecuencia el paso de una unidad a otra se
manifiesta solamente por la depresión de la intensidad, por el retardamiento de la
articulación y por el cambio más o menos brusco de la altura musical, sin que ocurra real y
efectiva interrupción de las vibraciones vocálicas (MEE, p. 31).
(26) La UM (= GF en español).
a. Tiene autonomía melódica [=contorno propio]: "[...] forma musical determinada [...]" (p.
29).
b. Está delimitada por cesuras (p. 31).
c. Es significativa (p. 29).
d. Es importante "[...] en el tratamiento sintáctico de los sonidos [...]" (p. 31) [es decir, en el
fraseo].
e. El tono se prolonga dentro de ella (p. 30).
f. Suele ser mayor a la palabra P y al GRS, y menor a la frase gramatical [OF]; P y GRS no
tienen autonomía entonativa [es decir, contorno propio] por sí mismas [sólo si al tiempo
fueran también coincidentes con una UM], mientras que la frase [OF] puede tener varias
UM (pp. 29-31).
Fuente: Adaptado de MEE (1944 [1974, pp. 29-31]).
Otro aspecto importante tratado en MEE es cómo segmentar una frase en UM (§10, pp. 31-
34). Esta división de una frase en UM puede variar (MEE, p. 31), pues si la frase es extensa puede
dividirse de manera diferente en UM, según el sentido (MEE, pp. 31-32). Esta división es de suma
importancia, pues como se dice en EFE: "Es indispensable la determinación de las unidades
melódicas de un texto o de un discurso para hacer el análisis de la entonación correspondiente [...]"
(EFE, p. 83). En la mayor segmentación influyen aspectos como los de (27).
22
En apariencia, cabe reflexionar que pero no darlos sería un único GRS sólo si se considera que la palabra no pierde su
prominencia. Se observa también que "[...] [e]n general los grupos de dictado resultan más largos que los grupos rítmico-
semánticos y más breves que las unidades melódicas" (MEE, p. 31).
16
Navarro Tomás caracteriza asimismo el tamaño de las UM (MEE, §11, pp. 35-38), pues no
son de dimensión fija (MEE, p. 35). "[...] En la elocución normal castellana dicha zona aparece
situada entre las unidades de cinco y diez sílabas, con visible realce y predominio de las de siete y
ocho. Las unidades inferiores a cinco sílabas son en castellano relativamente escasas, como
asimismo las superiores a diez. Las de más de quince sílabas figuran en proporción aun menor [...]"
(MEE, p. 35)23. En español lo más común es 7 y 8 sílabas (el 25% del total)24 (id.).
El problema de la extensión de los grupos de entonación (GE) [o de las unidades melódicas,
UM, o de los grupos fónicos, GF] es también tratado por Navarro Tomás en EFE, como se anota en
(29)25.
23
El diálogo es más variable; el discurso muestra más UM extensas; la lectura suele tener UM mayores que la
conversación (MEE, p. 35).
24
Estas proporciones podrían hacer dudar al lector moderno del inequívoco carácter no marcado de estas medidas en
sílabas, en la medida en que éstas repercutieran en una percepción rítmica determinada que influyera, por ejemplo, en los
metros poéticos (infra), como ha defendido NT y otros muchos han subrayado. Podría pensarse, en cambio, que un
octosílabo tiene típicamente dos palabras prosódicas, o tres, si las sílabas prominencias se agolpan, y que un endecasílabo
tiene muchas veces tres palabras prosódicas, por lo que el tamaño silábico del verso sería sólo un elemento subsidiario del
número de ω y de la distribución de sus prominencias a la hora de percibir (una parte de) los efectos rítmicos.
25
La sección dedicada en EFE a los "Grupos de entonación" se encuentra en las pp. 77-101: en la n. 1 de la p. 77 se aclara
que la primera redacción del capítulo es "El grupo fónico como unidad melódica" (Revista de Filología Hispánica, 1,
1939, pp. 3-19). Es decir, el artículo original es posterior a MPE y anterior a MEE. También en EFE se insiste en la
definición de la UM: "[...] La unidad melódica es la porción más corta de discurso con sentido propio y con forma musical
determinada. Los límites de la unidad melódica coinciden con los del grupo fónico. En la división de un texto en unidades
melódicas influyen circunstancias de orden lógico y emocional. El realzar y avalorar los elementos semánticos de la
oración favorece el aumento de unidades melódicas. Influye, además, como elemento idiomático particular, el sentimiento
de la medida o compás predominante en la estructura rítmica de cada lengua" (EFE, p. 77). Confróntese con los ítems (27
y (27) y diversos pasajes citados o mencionados supra.
17
El tamaño del GF en comparación con otras lenguas se aborda asimismo en EFE (pp. 90-
93).Y se menciona asimismo la relación de estos tamaños con los del verso: "No puede menos de
existir una íntima relación entre el doble papel que el grupo de ocho sílabas desempeña en español
como base de la construcción fonológica de la lengua y como medida primitiva tradicional y
permanente del verso popular" (EFE, p. 93)26. Sobre esta cuestión se dice también lo siguiente
(conviene recalcar el aspecto, ya que han sido observaciones muy influyentes en diversos tipos de
estudios):
[...] El ritmo épico, trocaico, de rasgos más primarios y simples, estudiados por Gili Gaya
en la revista Madrid, Barcelona, 1938, cuaderno III, páginas 59-63, tiende evidentemente en
castellano a organizarse en unidades de ocho sílabas. En uno u otro caso las divisiones
melódicas ocupan en la composición del discurso lugares determinados que el sentido y
estilo de cada texto ponen de manifiesto, aunque en muchos casos ningún signo visible las
indique. El autor, al componer sus frases y períodos en la forma adecuada a las necesidades
de su pensamiento y emoción, va estableciendo la extensión y límites de estas unidades
como complemento indispensable de la función expresiva de los vocablos. El texto recibe y
conserva permanentemente esta íntima arquitectura fonológica de la que depende parte
esencial de su significación y carácter. El lector, por su parte, percibe la presencia de tales
divisiones que definen y precisan el ámbito fonético y semántico de cada palabra en la
sucesión uniforme de la línea escrita (EFE, p. 101).
(30) Estos tomitos | van adornados de estampas finas. Y en estas estampas, | vemos esos panoramas
de ciudades | en que, por una ancha calle, | en una vasta plaza, | sólo se pasean o están
parados | dos o tres habitantes [...] [Azorín].
Fuente: EFE (1946 [1966, p. 78]).
El problema interesante al revisar (30), es que es posible que algunas de las cesuras sean de
nivel de frase entonativa (ι), como en la oración (vemos esos panoramas de ciudades), o en el
circunstancial extraoracional (Y en estas estampas). Otros casos, sin embargo, parecen más
fácilmente analizables como de nivel de frase fonológica (φ), como el sujeto (Estos tomitos) o como
(dos o tres habitantes). El problema es complejo, pues afecta a la arquitectura prosódica y a los
fundamentos prosódicos y sintácticos en que deba sustentarse (cf. Marín Butragueño en prensa, cap.
5, y referencias allí citadas, para mayor discusión).
fruto de segmentar el discurso (como también se dice a continuación de la cita previa): "[...] El
discurso se divide en oraciones separadas por pausas; estas oraciones, a su vez, también se dividen
de ordinario en porciones menores —grupos fónicos— separadas por pausas [...]" (id.). Llama la
atención el papel que se atribuye a las pausas para delimitar OF y GF.
La OF puede entonces presentarse como en (31), delimitada por silencios y segmentada en
grupos fónicos.
Con respecto a la taxonomía apuntada en (1), cabe pensar que la unidad más parecida a OF
es ν, el enunciado fonológico, dadas las propiedades mencionadas por NT (véase también infra).
MEE permite extraer gran cantidad de observaciones acerca del carácter de las OF. Así, por
ejemplo, en los "Efectos sintácticos de la división de unidades" (MEE, §12, pp. 38-40) se hace
hincapié en la relación mutua entre el sentido que se quiere enunciar y las posibilidades prosódicas
(MEE, p. 38). En (32) se anota el tamaño de las oraciones simples, y en (33) algunas características
de un conjunto de diversas estructuras.
Como puede apreciarse, parte de la reflexión de NT atiende las razones por las que el
material enunciado se agrupa prosódicamente de cierta manera; es decir, NT está examinando el
fraseo, pues éste se ocupa de las relaciones entre prosodia y sintaxis (cf. Martín Butragueño en
prensa, cap. 5):
lectura de ciertas frases cuya ortografía no refleja con claridad su composición fonológica
[...] (MEE, pp. 39-40).
Así, (34) es una muestra de las diferencias según se realice el fraseo de un enunciado.
De hecho, la "Constitución fonológica de la frase" (MEE, §13, pp. 40-44) lleva a distinguir
entre una rama tensiva o prótasis (RT) y una rama distensiva o apódosis (RD).
La frase enunciativa consta regularmente de una parte tensiva y otra distensiva. La primera,
prótasis, estimula y reclama la atención; la segunda, apódosis, completa el pensamiento
respondiendo al interés suscitado. [...] La altura tónica de la parte tensiva supera de
ordinario a la de la parte distensiva. [...] Por supuesto, la división entre prótasis y apódosis
es a la vez división de unidades de entonación [...] (MEE, p. 40)28.
Una vez establecidas las divisiones de la OF en ramas, MEE se detiene a precisar una serie
de posibilidades prosódicas sumamente ricas, como se muestra en (35) y, más abajo, en (37) y en
(38). Las ramas se dividen en "grupos melódicos": "El grupo melódico es unidad de comunicación
de orden superior a la palabra e inferior a la rama de la frase. [...] Cada uno de los elementos
indicados desarrolla su actividad, sus enlaces y relaciones, entre unidades de su mismo plano [...]"
(MEE, p. 42). Aparentemente, estos grupos melódicos (GM) coinciden con los grupos fónicos (GF)
y las unidades melódicas (UM) ya comentados supra.
28
En EFE, NT señala también que la OF se organiza en prótasis y apódosis, secciones en las que se disponen los GF
(EFE, p. 106).
20
En (36a) se intenta parafrasear lo expuesto en MEE, de modo que las palabras P se agrupan
en grupos melódicos GM (o grupos fónicos, GF, o unidades melódicas, UM), los cuales se reúnen
en ramas y éstas en frases u oraciones fonéticas (OF). A su vez, (36b) muestra la correspondencia
que podría establecerse con unidades como las de (1): partiendo de las palabras prosódicas ω, éstas
se agrupan en unidades que según los casos podrían ser frases fonológicas φ o frases entonativas ι,
para encontrar en el nivel superior, igualmente según los casos, a ι o incluso a versiones recursivas
de ι, de tipo ι' (cf. Selkirk 2011, Martín Butragueño en prensa, cap. 5 y referencias allí citadas), y
luego ya todo el material agrupado en el enunciado fonológico ν.
Por su parte, (37) y (38) hacen referencia a agrupaciones más complejas, en relación a
oraciones tetramembres, oraciones más extensas, prosa común y otras observaciones efectuadas por
NT.
(37) c. O tetramembre.
- (GM1 + GM2)R1 (GM3 + GM4)R2.
- (GM1)R1 (GM2 + GM3 + GM4)R2.
- (GM1 + GM2 + GM3)R1 (GM4)R2.
d. O más extensas [más de 4 GM]: diversas combinaciones; dependen del estilo y del
género.
Fuente: Adaptado de NT (1944 [1974, pp. 42-43).
29
De hecho, al referirse en EFE a la "Fonología de la oración" (pp. 102-107), en la n. 1, p. 102, se señala que "[l]as
presentes observaciones amplían los datos anticipados sobre esta materia por Tomás Navarro, Manual de entonación
española, New York, 1945, 54-59 [...]".
21
conversación, la comedia, la novela (diálogos), la disertación y los discursos, cada uno con estilo
propio en términos del fraseo (cf. Martín Butragueño en prensa, cap. 5 y referencias allí citadas)30.
Contornos entonativos
La caracterización de la entonación del español con respecto a un amplio tipo de dimensiones
sintácticas y pragmáticas es, sin duda, una de las grandes aportaciones de Navarro Tomás, a la
altura de la que supuso su descripción fonética de los sonidos aislados.
Un primer punto relevante es la consideración del "Campo de entonación" (MEE, §7, pp.
24-27), en referencia a la holgura de la dimensión frecuencial que se emplea lingüísticamente en la
entonación:
En el marco del campo entonativo, existe un "Tono normal" (MEE, §8, pp. 27-29), que se
mueve "[...] alrededor de una altura determinada que aparece como base o eje de los movimientos
de la voz [...]" (MEE, p. 27). Se recogen incluso observaciones dialectales del tipo de que "[...] [l]a
impresión de Henríquez Ureña es que en Méjico, La Habana y Buenos Aires predomina el tono
agudo, mientras que en Santo Domingo y en la altiplanicie de Colombia es más general la
entonación grave" (MEE, p. 29)31.
Ya desde el Manual de pronunciación española (que se viene citando como MPE), existe
un cúmulo de señalamientos notables sobre la entonación de los grupos fónicos (GF). La
"Entonación" se trata en MPE en §181-§192 (pp. 209-235), partiendo del hecho de las
interpretaciones variadas que puede tener un enunciado según la entonación (MPE, p. 209, donde
también se remite a §19, pp. 23-24), de las diferencias entre dialectos del español (MPE, p. 210) y
del carácter provisional de sus observaciones (p. 211). El grupo fónico (GF) tiene un papel crucial
en la entonación (MPE, §182, pp. 211-214), siendo el dominio más influyente en la realización
entonativa (MPE, p. 212). Para el NT de MPE, habría dos contornos esenciales, como se puede
apreciar en la figura 2.
30
Así, se observa que "[...] [d]ebe haber escasa diferencia entre las formas sintácticas de la explicación académica y las de
la lengua escrita [...]" (EFE, pp. 102-103). NT analiza diferentes escritores. "En cada época la lengua literaria ha
desarrollado algún aspecto de la construcción oracional. La transformación fonológica ha acompañado a la sintáctica,
aunque las líneas de una y otra no se correspondan con completa identidad [...]" (EFE, p. 105).
31
Cabe señalar que si bien este tipo de observaciones son comunes en los tratados dialectológicos tradicionales, vistas con
ojos actuales difícilmente se sostendrían; en el mejor de los casos, harían referencia a la realización contrastante de ciertas
parcelas de la entonación de algunos enunciados.
22
A B
Figura 2. Formas fundamentales de entonación del grupo fónico, A (izquierda) y B (derecha), según
MPE (1918 [1982], §182, p. 212).
En A y B (fig. 2) se suele empezar desde "[...] una cuarta o una quinta más baja que el tono
normal [...], se eleva gradualmente desde la sílaba inicial hasta la primera sílaba acentuada, que es
donde dicho tono normal o medio llega a ser propiamente alcanzado. Este movimiento ascendente
de la voz será, por consiguiente, más o menos largo [...], según el número de sílabas inacentuadas
con que el grupo principie [...]" (MPE, p. 212).
La figura 3 muestra un ejemplo de inscripción quimográfica, y la figura 4 presenta el mismo
ejemplo en una realización moderna.
Figura 3. Inscripción quimográfica de Un carro atascado en una cuesta empedrada, en MPE (1918
[1982, §182, p. 214]).
Quizá lo más relevante de la figura 3 sea el relativo carácter plano de la parte central de un
carro atascado, en contraste con su ascenso final, frente a la declinación, especialmente marcada en
la conclusión, de en una cuesta empedrada, siendo que ambos elementos quedan claramente
delimitados por los respectivos finales ascendente y descendente.
23
0.4296
-0.4942
0 3.81
Time (s)
93.63
90
85
Pitch (semitones re 1 Hz)
80
75
72.37
un carro atascado en una cuesta empedrada
0 3.81
Time (s)
Figura 4. Realización en Praat (Boersma y Weenink 1992-2018) de Un carro atascado en una
cuesta empedrada [voz del autor].
Visto el enunciado Un carro atascado en una cuesta empedrada desde MPE, parece posible
asignar dos GF, cada uno con su propio contorno, luego divididos en una serie de GI (41a). Cabe
plantearse si en un caso como éste es preferible suponer que los GF son frases entonativas ι (41b), o
bien dos frases fonológicas φ (42c). Cada análisis tiene ventajas e inconvenientes. La ventaja de
(41b) es que cada bloque tendría su propio contorno; sintácticamente, habría que suponer que se
trata de dos elementos independientes, digamos un tema extraoracional y un circunstancial locativo
(cf. Martín Butragueño en prensa, cap. 3). A su vez, (41c) sería más apropiado para proponer una
menor autonomía entre los contornos (por ejemplo, en la figura 4 puede pensarse que el final del
primer bloque está en realidad a una altura semejante al comienzo del segundo) y una mayor
integración sintáctica de los elementos, por ejemplo como un sujeto pesado en Un carro atascado
24
en una cuesta empedrada estorbaba el paso a todo el mundo, en el que no extrañaría, pronunciado
de manera relativamente pausada, un fraseo (Un carro atascado) (en una cuesta empedrada)
(estorbaba el paso) (a todo el mundo), de modo que cada bloque está constituido por dos palabras
prosódicas ω32.
Son muy diversos los contornos que se presentan en MPE. Los aseveraciones se describen
en §184 (pp. 216-218), de modo que "[l]a entonación con que se pronuncian las oraciones
afirmativas se caracteriza principalmente por el descenso que la voz experimenta al fin de cada
oración. Este descenso es tanto mayor cuanto más categórica es la afirmación, extendiéndose de
ordinario en una forma intermedia, ni dubitativa ni enfática, a una quinta o una sexta por debajo del
tono normal [...]" (MPE, p. 216). La figura 4 reproduce el contorno presentado por NT para un
único GF.
Figura 5. Entonación de una afirmación con un GF (MPE 1918 [1982], §184, p. 217).
En (42) se anotan algunos ejemplos de enunciados de este tipo, y en (43) ciertos etiquetados
prosódicos posibles, con unidades presentes en los trabajos de NT en (43a) y con unidades al estilo
de (1) en (43b).
El análisis se va haciendo más complejo al mostrar la entonación de una afirmación con dos
GF (MPE 1918 [1982], §184, p. 217), como se ve en la figura 6, en los ejemplos de (44) y en los
esbozos de análisis de (45).
Figura 6. Entonación de una afirmación con dos GF (NT 1918 [1982], §184, p. 217).
(45) a. ((Montecillos de piedras grises)GF (se extienden sobre los anchurosos bancales)GF)OF.
b. ((Montecillos de piedras grises)ι (se extienden sobre los anchurosos bancales)ι)ν. [Lento].
c. (((Montecillos de piedras grises)φ (se extienden sobre los anchurosos bancales)φ)ι)ν.
[Normal].
Si (45a) muestra un análisis que podría surgir de los planteamientos de NT, (45b) presenta
un análisis al estilo de (1), con frases entonativas ι, que en una realización lenta podrían estar
asociadas a la presencia de un tema ajeno a la estructura oracional propiamente dicha, seguido por
la oración; por su parte (45c) muestra, también a la vista de (1), pero a velocidad normal, una
32
Para más detalles sobre este tipo de problemas se remite de nuevo a Martín Butragueño (en prensa, cap. 5).
25
realización donde los dos bloques podrían corresponder, en forma de frases fonológicas φ, al sujeto
y predicado de una misma oración.
El modelo de las aseveraciones con tres y cuatro GF se presenta también en MPE (§184, p.
218), como se ve en la figura 7.
Figura 7. Entonación de afirmaciones con tres y cuatro GF (MPE 1918 [1982], §184, p. 218).
El cuadro 5 reúne diversos modelos de patrones entonativos, tal como se presentan en MPE.
33
Otros aspectos tratados en MPE son: "Exclamación" (§190, pp. 230-234); "Mandato" (§191, pp. 234-235); "Ruego"
(§192, p. 235).
26
Las observaciones de Navarro Tomás sobre entonación van mucho más allá del MPE, desde
luego, aunque sea imposible resumirlas aquí. Uno de los aspectos que sigue siendo muy llamativo
en el Manual de entonación española (MEE) es la gran variedad de tipos enunciativos que se
consideran a propósito de las grandes familias de enunciados. Un buen ejemplo en ese sentido es el
capítulo 3, dedicado a la "Entonación enunciativa" (pp. 45-96), el cual se encuentra dividido en 39
ítems. Éstos se organizan de la forma anotada en el cuadro 6.
Cuadro 6. Organización del capítulo 3 del Manual de entonación española (1944 [1974]).
Grupo de ítems Cuestiones específicas tratadas
Cuestiones generales "Rasgos esenciales de la unidad enunciativa" [UE] (p. 45) - "Inflexión
(§1 a §6). inicial" (pp. 46-48) - "Cuerpo [...]" (pp. 48-50) - "Fin [...]" (pp. 50-52) -
"Cuadro de unidades" (pp. 52-54) - "Grados de diferenciación" (pp. 54-
56).
Entonación de la "[...] ordinaria" (pp. 57-58) - "[...] categórica" (p. 58) - "[...] dubitativa" (p.
aseveración (§7 a 59) - "[...] insinuativa" (pp. 59-62).
§10).
Entonación de las "[...] completa, final de frase" (pp. 62-64) - "[...] incompleta, final de la
enumeraciones (§11 a frase" (pp. 64-65) - "[...] interior" (p. 65) - "[...] acumulativa" (pp. 65-66) -
§24). "[...] intensificativa" (pp. 66-67) - "[...] calificativa" (pp. 67-68) - "[...]
descriptiva" (pp. 68-69) - "[...] valorativa" (p. 69) - "[...] ponderativa" (pp.
69-70) - "[...] reiterativa" (pp. 70-71) - "[...] distributiva directa" (pp. 71-
72) - "[...] distributiva inversa" (pp. 72-73) - "[...] mixta" (p. 73) - "Ritmo
[...]" (pp. 73-74).
Entonación de "[...] complemento circunstancial" (pp. 74-76) - "Complemento inicial"
diversas estructuras (pp. 76-77) - "Complemento interior" (pp. 77-79) - "Complemento final"
sintácticas (§25 a (p. 79) - "Aposición predicativa" (pp. 79-80) - "Locuciones adverbiales"
§38). (pp. 80-82) - "Locuciones vocativas" (p. 82) - "Paréntesis" (pp. 82-84) -
"Coordinación de primer grado" (pp. 84-86) - "Coordinación vacilante"
(pp. 86-88) - "Coordinación de segundo grado" (pp. 88-90) -
"Coordinación de relativo" (pp. 90-91) - "Proposiciones dependientes" (p.
91) - "Subordinación" (pp. 91-93).
Final (§39). "Observaciones finales" (pp. 93-96).
27
Las páginas dedicadas a "Gráficos" en MEE (cap. 10, pp. 208-212) son muy ilustrativas;
muestran contornos específicos de algunos datos, en concreto sobre "Formas enunciativas" (MEE,
p. 209), "Formas interrogativas" (MEE, p. 210), "Formas volitivas" (MEE, p. 211) y "Formas
afectivas" (MEE, p. 212). Hasta cierto punto, estos ejemplos permiten acercarse a la manera de
trabajar de NT, tanto en el sentido técnico como en el lingüístico.
La figura 8 ilustra los contenidos de esta sección: "[...] La medida de estas líneas, obtenida
sobre inscripciones quimográficas, sólo se refiere a las vocales. [...] Las tres líneas de puntos que
sirven de pauta común al conjunto de las figuras representan el tono agudo, medio y grave del
campo de entonación [...]" (MEE, p. 208).
Figura 8. Muestra parcial de las pp. 210-211 del cap. 10 de MPE (1944 [1974]).
Cuadro 7. Algunos aspectos fundamentales de la entonación del español (MEE, pp. 183-185).
Rasgo Descripción
Expansión del campo Unos 16 tonos, a diferentes alturas según se trate de hombres o mujeres
tonal. (pp. 183-184).
Tamaño en sílabas de La UM tiene de 1 a 15 σ; las UM de 7-8 σ suponen el 25% de los casos (p.
la UM. 184).
Inicio del contorno de Las σ átonas iniciales son más graves que la primera σ tónica (p. 184).
la UM.
Cuerpo del contorno Contorno uniforme en los enunciados aseverativos; con ascensos y
de la UM. descensos en los enunciados interrogativos; y con ondulaciones en los
enunciados emotivos (p. 184).
Final del contorno de "En la entonación enunciativa, la terminación de la unidad muestra cinco
la UM. tonemas diferentes: cadencia, anticadencia, semicadencia,
semianticadencia y suspensión" (p. 184).
RT y RD de la OF. La RT es más aguda; la RD suele ser más larga (p. 184).
28
También EFE incluye aspectos relevantes para comprender la visión de NT con respecto a
los aspectos entonativos. Muy interesantes resultan las páginas dedicadas a "El acento castellano"
(EFE, pp. 108-153)35. NT describe con elegancia en qué consiste el acento:
Son factores del acento el matiz peculiar de los sonidos dentro del tipo fonológico que cada
uno representa; la frecuencia relativa con que se emplean unos u otros sonidos en el uso
corriente del idioma; el tiempo o compás más o menos rápido o lento de la elocución; la
medida de la intensidad espiratoria en lo que no afecta a la fonología particular de la
palabra, y el movimiento musical de la voz, fuera de su papel en la actualización o
determinación lógica y psicológica de cada frase (EFE, p. 109).
América recibió la lengua de España con su material filológico y su sustancia cultural; pero
los acentos hispanoamericanos deben ser en su mayor parte herederos de las cadencias
indígenas. Podrá aclarar esta cuestión el estudio de los acentos de México, Perú y Paraguay,
por ejemplo, en relación respectivamente con los de las lenguas náhuatl, quichua y guaraní,
habladas aún por parte de la población de esos países. De México dice Henríquez Ureña que
la entonación, en las clases populares es idéntica a la que se emplea al hablar náhuatl,
influencia que se observa también, aunque con matiz más atenuado, entre las clases cultas
(EFE, pp. 152-153)36.
34
Para entender la dimensión de MEE como manual, es relevante considerar los ejercicios (cap. 8, pp. 186-201; véase la
nota 120, con llamada en la p. 187 y expuesta en la p. 222, donde se menciona la grabación de los ejemplos por NT en
unos Ejercicios de entonación, discos publicados en Nueva York en 1948) y los textos incluidos (cap. 9, pp. 202-207).
35
En la nota 1, p. 108 de EFE se menciona que: "Se han introducido varias adiciones en este estudio cuya primera
redacción se publicó en Madrid, 1935". La publicación a la que alude NT es, con toda probabilidad, su discurso de ingreso
a la Academia Española.
36
Para algunas observaciones y referencias sobre el contacto prosódico, véase Martín Butragueño (2015) y Martín
Butragueño y Mendoza (en dictamen).
29
El planteamiento general de MET es de base musical, como se afirma con respecto al ritmo
y equiparando el llamado período rítmico al compás (MET, p. 27). Ya desde las "Observaciones
preliminares" (MET, pp. 25-32), y tras mencionar el contexto de la polémica clásica sobre la base
rítmica del español entre cantidad (Rengifo, Luzán, Gómez Hermosilla) y acento (Nebrija, el
Pinciano, Correas, Bello), NT opina que Bello dejó resuelto el punto sobre el verso acentual en
1835 (ibid., p. 25). Sin embargo, en lo demás Bello habría mantenido las mismas ideas, sólo
cambiando los pies con sílabas de diferente longitud por cláusulas con sílabas de distinta
prominencia (MET, pp. 25-26). Así, según NT, Bello daba ejemplos como los anotados ahora en
(46).
Sin embargo, a juicio de NT, el sistema de Bello sólo serviría para versos con cláusulas
desarrolladas con la misma distribución de prominencias, como el propio Bello ya habría notado;
con todo, lo común sería que se combinen diversos patrones (MET, p. 26).
La sección de MET que importa ahora principalmente es la "Introducción" (pp. 33-47) y en
particular los ítems §3. "Período rítmico" (pp. 35-36), §4. "Cláusula" (pp. 36-37) y §5. "Cantidad"
(pp. 37-38)38.
En cuanto al período rítmico, debe distinguirse entre período interior (PI) y período de
enlace (PE); estos PI y los PE, marcados por los acentos, establecen una regularidad semejante a
compases (MET, pp. 35-36). En (47) se procura captar la exposición de NT sobre los períodos
rítmicos.
37
"Los períodos rítmicos, como en los compases musicales, pueden constar de dos, tres o cuatro tiempos, de donde resulta
el peculiar aire o movimiento de cada composición. A cada tiempo del período corresponden, según los casos, una, dos,
tres o cuatro sílabas, de manera análoga a como se distribuyen y agrupan las notas en los compases musicales. El tiempo
monosílabo, ajeno al antiguo concepto de los pies métricos, es tan normal en el verso como en el canto. Ocurre
especialmente en variedades del heptasílabo, del endecasílabo y del alejandrino" (MET, p. 28).
38
Los otros ítems de este relevante texto son §1. "Asunto" (pp. 33-34), §2. "Verso" (pp. 34-35), §6. "Clases de versos" (p.
39), §7. "Pausa y cesura" (pp. 39-40), §8. "Rima" (pp. 40-41), §9. "Estrofa" (pp. 41-42), §10. "Complementos rítmicos"
(p. 42), §11. "Bibliografía" (pp. 43-46) y §12. "Abreviaturas" (pp. 46-47).
30
Para delimitar los períodos, debe atenderse al acento final de cada verso y a otro apoyo
rítmico (AR), que debe buscarse en las sílabas iniciales. El PI comprende el tramo que iría desde el
primer AR hasta la sílaba previa al acento final39; por su parte, el PE transita desde el acento final de
un verso hasta la sílaba previa al AR del siguiente verso, incluida la pausa que separa a los dos
versos subsecuentes. Los PI y los PE, delimitados por los acentos que funcionan como AR,
establecen una regularidad semejante a compases; el apoyo rítmico o AR suele residir en una σ*, es
decir, en una sílaba tónica o prominente, pero ni todas las σ* son σAR, ni forzosamente una σAR es
una σ* (siguiendo en todo esto lo dicho en MET, pp. 35-36)40. Obsérvese, en un esquema como el
de (48), cómo el borde entre el PI y el PE corresponde al límite entre prenúcleo y núcleo +
posnúcleo. En (48) se muestra un posible análisis de unos versos a partir del esquema de (47).
Dentro del período, las palabras se organizan ordinariamente en núcleos de dos o tres
sílabas. En algunas ocasiones, el espacio correspondiente a la cláusula lo ocupa una sola
sílaba y a veces, con menos frecuencia, cuatro sílabas. La mayor parte de los versos son de
período binario, formado por dos cláusulas, una en el tiempo marcado o principal y otra en
el tiempo débil o secundario. En ciertos tipos de versos, la organización de las cláusulas
forma tres o cuatro tiempos en cada período [...] (MET, p. 36).
39
"El último apoyo rítmico del verso coincide invariablemente con el último acento prosódico. En la colocación del
primer apoyo influye la condición de las palabras con que el verso principia. [...] Puede empezar el verso con algún
vocablo de papel secundario, aunque prosódicamente acentuado, cuyo nivel se atenúa ante el mayor relieve del acento
siguiente. Así, en «No me mueve, mi Dios, para quererte», el primer tiempo marcado no lo recibe la primera sílaba, sino
la tercera [...]. En otros casos la acumulación sintáctica de partículas débiles al principio del verso da lugar a que el primer
apoyo se coloque sobre alguna de ellas. Lo recibe ordinariamente la que figura como segunda sílaba en «La que de su
dolor culpa tenía» [...]" (MET, p. 28).
40
En cuanto a la anacrusis, debe aclararse lo siguiente: "Las sílabas débiles anteriores al primer tiempo marcado se tratan
como anacrusis, del mismo modo que las notas «al aire» con que suele empezar la frase musical. Por virtud de la
colocación de tal primer tiempo, el verso puede llevar apoyo rítmico en la sílaba inicial, o en la segunda, tercera o cuarta,
y por la misma razón puede empezar sin anacrusis o llevar una, dos o tres sílabas en esta posición. No hay versos con
anacrusis de más de tres sílabas" (MET, pp. 28-29).
41
"La suma del último tiempo del verso con las sílabas débiles finales, con la pausa o transición más o menos breve entre
un verso y otro y con la anacrusis del verso siguiente constituyen el período de enlace, de duración equivalente a la del
período o cuerpo interior. El poema se desarrolla como una serie de períodos alternos interiores y de enlace sobre una base
aproximadamente uniforme de la medida del tiempo, determinada por la regular sucesión de los apoyos del acento. La
sensación del ritmo se mantiene en el verso libre mientras el efecto de esa regularidad no es oscurecido por la excesiva
desproporción de las medidas silábicas" (MET, p. 29).
31
En (49), cada período, sea PI o PE, se subdivide en dos cláusulas, sea la prominente o CLP
o la débil CLD; las CLP incluirían una σ que funciona como apoyo rítmico (AR). "[...] Siendo lo
común que el acento, fuerte o débil, afecte de manera principal a la primera sílaba de cada cláusula,
la forma de ésta corresponde generalmente a los tipos trocaico, óo, o dactílico, óoo [...]" (MET, pp.
36-37)42.
A la "Cantidad" se dedica el §5 (MET, pp. 37-38). Es crucial la observación de que: "[...]
Sílabas combinadas en cláusulas, cláusulas organizadas en períodos y períodos regularizados
proporcionalmente por los apoyos del acento constituyen los elementos esenciales del ritmo del
verso [...]" (MET, p. 38)43.
Una muestra de las mediciones realizadas por NT acerca de diferentes elementos queda
recogido en el cuadro 8; obsérvese la precisión alcanzada para determinar el papel de los diferentes
elementos métricos al servicio del ritmo versal.
Cuadro 8. En centisegundos (cs), duraciones "[..] del principio del romance del Besamanos del Cid"
(MET, p. 38).
anacrusis tiempo marcado tiempo débil tiempo marcado pausa
Ca bal ga Die go La í nez
sílabas 18 30 20 23 15 18 25 27 (20)
cláusulas 50 56 52
período 106
Como puede apreciarse, las sílabas que sirven como AR (en negrita) aparecen al inicio de
los respectivos tiempos (o cláusulas) marcados, y esos tiempos marcados se sitúan al comienzo de
los períodos (compases); obsérvese la semejanza entre los 106 y los 98 cs de los PI y los 105 cs
(52+20+33) del PE que aparece en el pasaje del cuadro 8 (cf. MET, p. 38 para esto y para diversas
consideraciones adicionales).
La figura 9 muestra una ejecución actual, en Praat (Boersma y Weenink 1992-2018), del
mismo pasaje.
42
Véase también MET (p. 29).
43
Por otra parte, "[...] el metro que predomina por la frecuencia y extensión de su cultivo es el octosílabo, cuya medida
coincide precisamente con la de la unidad melódica o grupo fónico más corriente en la común elocución del idioma [...]"
(MET, p. 31).
32
AR AR AR AR
Anacrusis PI PE PI PE...
Figura 9. Ejecución actual del mismo pasaje del cuadro 8 [voz del autor].
La figura 9 muestra el oscilograma, el espectrograma con el F0, las sílabas (las que llevan **
funcionan como apoyo rítmico, AR), y las líneas siguientes muestran las mediciones de sílabas,
cláusulas y períodos; es importante advertir que en esta figura las medidas de duración están en ms
o milisegundos, no en cs. Las mediciones guardan muchas semejanzas con las presentes en el
cuadro 8, aunque ahora el período de enlace (1295 ms) haya sido más largo que los dos períodos
interiores (902 y 870 ms).
Es tentador preguntarse si es posible la proyección del modelo prosódico de MET a lengua
no literaria. El ítem (50) ofrece un par de ejemplos en ese sentido.
En (50a) se ofrece un par de frases entonativas de tamaño octosílabo (separadas por ǁ), y en
(50b) tres frases entonativas de diversos tamaños. Si bien la posición de los apoyos rítmicos (los
núcleos y alguna posición privilegiada al inicio) tiene bastante sentido enunciativo y discursivo,
particularmente el período de enlace parece más difícil de justificar, pues incorporaría la cesura de
frase entonativa. Como sea, es esperable que también un análisis del verso con categorías
prosódicas modernas tenga que sufrir, de todos modos, algunas adaptaciones para generar cierta
convergencia entre la prosodia literaria y la común.
Conclusiones
Salta a la vista la gran riqueza de los dos grandes modelos prosódicos de Navarro Tomás, uno de
ellos más centrado en aspectos lingüísticos y otro en dimensiones literarias. Al examinar algunos de
sus principales textos, llama la atención la fuerte consistencia a lo largo del tiempo con respecto a
33
estos modelos; sin que eso impida que NT los enriquezca o matice, sus trabajos producen una
sensación bastante unitaria.
Las unidades más relevantes de estos modelos son, por un lado, la palabra léxica (que
correspondería a w), el grupo de intensidad (básicamente ω), el grupo fónico (a veces φ, a veces ι),
la rama tensiva y la rama distensiva (ι intermedia, ι final), la oración fonética (ν). Y, por otro lado,
la sílaba (nota), la cláusula (pie, tiempo), el período rítmico (compás), el verso (ritmo) y la estrofa
(danza, melodías litúrgicas). Queda para otro momento el estudio del grado en que ambas
perspectivas podrían llegar a integrarse.
Sin duda, una enorme necesidad es la de editar y estudiar en gran detalle la obra de Navarro
Tomás y su contexto intelectual y científico. Aunque seguramente no haya hispanista que no tenga
en su proceso formativo una o varias de sus obras, sus libros, con la excepción del Manual de
pronunciación española, son cada vez más difíciles de conseguir, y carecen de ediciones modernas
donde se comparen las versiones y se glose su pensamiento y sus métodos.
Si leemos a Navarro Tomás desde el presente, pensando especialmente en su trabajo sobre
prosodia superior o enunciativa, podría decirse que aunque hoy existen grandes avances técnicos, la
mayoría de sus observaciones son razonablemente precisas. Otro gran mérito es que extiende su
investigación a gran cantidad de campos, incluida la métrica literaria. No menos llamativo es la
enorme variedad de observaciones sobre la relación de la prosodia con la morfología y la sintaxis,
de modo que aborda muchas cuestiones importantes para conocer la estructura del fraseo.
Asimismo, realiza extraordinarias reflexiones sobre la relación entre la prosodia y los actos de habla
y, en general, sobre los diferentes contornos entonativos. Menos desarrollado está en NT, en
cambio, el estudio de los efectos producidos por la estructura informativa (quizá reconocibles hasta
cierto punto en algunas distinciones, de todos modos, como la existente entre prótasis y apódosis).
Pero quizá lo más llamativo en las aportaciones de Navarro Tomás a la enunciación prosódica
del español sea la precisión y coherencia general de la jerarquía prosódica que establece y practica.
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