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EL PROBLEMA DE LA INTERPRETACIÓN EN EL CUARTO ORDEN

HEREDITARIO
INTRODUCCIÓN

Desde hace varios siglos la humanidad ha tratado de dar respuesta a una de las

preguntas más frecuentes de un ser humano ¿qué pasa cuando morimos?

Probablemente un cristiano apegado al tenor literal de la Biblia diría que conforme

a la palabra de Dios “vale más perro vivo que león muerto. Además, los que viven

saben que han de morir, pero los muertos ni saben nada ni ganan nada, porque se

les echa al olvido. Allí terminan su amor, su odio y sus pasiones, y nunca más

vuelven a tomar parte en nada de lo que se hace en este mundo”.(Eclesiastés,

Capitulo 9 versículos del 4 al 6); ahora bien, si el difunto durante su vida logró afincar

una gran fortuna, o a lo menos tenía un bien apreciable en dinero, este no iba a

parar con el difunto en su ataúd, ni se le echaría al olvido, a no ser de que

estuviéramos en el antiguo Egipto, en donde el finado era enterrado con todo su

patrimonio, pero este hecho encierra toda una cultura por delante, pues se hacía

aquello porque para el egipcio la muerte no era más que una etapa de la vida, es

decir, se moría para volver a vivir eternamente, de tal manera, que nada mejor que

el difunto fuera enterrado con sus posesiones terrenales, pues posteriormente las

podría necesitar; pero como no se está en el antiguo Egipto, algo debe hacerse con

dichos bienes; pues bien, los romanos diseñaron todo un régimen sucesorio, que

permitía a una persona disponer de sus bienes antes de su muerte, por medio de

un testamento en el cual instituía a sus herederos, y si no lo hacía, la ley de acuerdo

a unos parámetros disponía quienes serían aquellos ¿pero debido a que surgió ese

régimen sucesorio, porqué una persona podía disponer de sus bienes antes de su

muerte?
Todo esto tuvo una discusión muy interesante, a saber, pero al analizar el

ordenamiento colombiano podemos ver que las interpretaciones erradas pueden

modificar el contenido de la ley hasta hacerla decir lo que nunca quiso manifestar el

legislador. Un caso ilustrativo es el que ha ocurrido con algunos autores, quienes

desde la entrada en vigencia de la Ley 29 de 1982 han pretendido limitar la vocación

hereditaria de los descendientes de los hermanos del causante, cuando son

llamados a heredar al de cujus por ausencia de otros parientes más cercanos

(cuarto orden hereditario). Esas interpretaciones equivocadas procuran circunscribir

la vocación hereditaria a los hijos de los hermanos, en una lectura peligrosamente

literal del artículo 1051 del Código Civil. Olvidando que, según el artículo 1043 del

citado Código, la representación sucesoral, en la descendencia de los hermanos del

causante, opera siempre. El presente estudio muestra la larga tradición histórica de

la institución de la representación herencial y pone de manifiesto el abultado error

que se comete cuando se la pretermite.

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