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Coyuntura desde los territorios:


Los bienes comunes naturales: La
actual disputa socio-política en las
comunidades de Honduras

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Los bienes comunes naturales: La actual disputa socio-política en las comunidades de Honduras
CESPAD

Como citar este documento: CESPAD. Los bienes comunes naturales: La actual disputa
socio-política en las comunidades de Honduras

Autores del documento:


Mario Sorto
Wilfredo Serrano
Bladimir López

Corrección de estilo:
Claudia Mendoza.

Las ideas y opiniones expuestas en este documento son responsabilidad del CESPAD y
no reflejan la posición de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo (AVCD)

Tegucigalpa, M.D.C. Febrero, 2019

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I. A manera de introducción
Estamos ante una sociedad de la que no se sabe con claridad si es que no en-
tiende lo que acontece alrededor de las concesiones de recursos naturales y
territorios, o simplemente no le importa el tema. Lo cierto es que los conflictos
socio-territoriales que se han registrado en los últimos dos años en Honduras (y
que han dejado asesinatos, heridos, desalojados, mujeres y hombres persegui-
dos y acusados de delincuentes), no han sacudido la cimiente de una sociedad
que, en su mayoría, aún se muestra apática y lejana al tema.

Poco a poco los recursos naturales se han convertido en el “nuevo botín” detrás
del cual van empresas nacionales y transnacionales, arropadas por el modelo
de acumulación neoliberal que comenzó a implementarse con más fuerza en la
década los años noventa, con la puesta en marcha de la Ley de Ordenamiento
Estructural de la Economía, también conocido como ajuste estructural. De igual
forma con la Ley para la Modernización y el Desarrollo del Sector Agrícola, que
consistió en la eliminación de muchos de los artículos a la Ley Agraria de 1975,
principalmente los que tenían que ver con la función social de la tierra. Son mo-
dificaciones que han favorecido la expropiación de las tierras y su acaparamiento
por parte de los grandes terratenientes, agroexportadores y de las transnaciona-
les (Sosa, 2017).

En este corto texto retomamos, de forma breve y reflexiva, el tema “el extractivis-
mo y las concesiones en Honduras”, el que sigue potenciándose como un meca-
nismo de apropiación de los recursos naturales y la moderna lucha política por las
riquezas verdes del país.

La “ofensiva extractivista” en América Latina


En términos prácticos, la “ofensiva extractivista consiste en un ciclo profundo y
acelerado de expropiación, mercantilización y depredación de los bienes comu-
nes naturales, es decir, aquellos que pertenecen a toda la sociedad. Algunos
ejemplos de esa práctica son las concesiones para la agroindustria, la minería a
gran escala, la industria forestal, megaproyectos turísticos y la construcción de
megaproyectos de infraestructura. En Honduras, esta modalidad, al igual que en
el resto de Latinoamérica, también está presente (Seoane, 2012).

Los últimos dos gobiernos nacionalistas (Porfirio Lobo Sosa y Juan Orlando Her-
nández), han impulsado fuertes procesos de modificación de la normativa jurídica

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existente para propiciar la concesión de territorios y recursos naturales. La nueva


ley de minería, la Ley para la Promoción de la Inversión Público Privada, la Ley
para la Promoción y la Protección de las Inversiones, Ley de Zonas de Empleo
y Desarrollo Económico (ZEDE), son algunas normativas que han permitido la
concesión de amplias zonas territoriales para la exploración y explotación minera,
así como la construcción de represas (ERIC, 2016).

Con base en datos del Instituto Hondureño de Geología y Minas (INHGEOMIN),


en Honduras se registran aproximadamente 76 concesiones hidroeléctricas y 363
mineras, con la presencia de este tipo de concesiones en 17 de los 18 departa-
mentos del país.

De forma precisa, la modalidad extractivista consiste en la explotación y apro-


piación de los bienes naturales comunes. Por lo tanto, esta actividad económica
tiene efectos devastadores para el medio ambiente y para la biodiversidad, y es-
tán sustentados por las políticas de “desarrollo” creadas para propiciar las super
ganancias de las élites políticas y económicas en alianza con el capital transna-
cional.

Pese al discurso que hay alrededor de este modelo, en la práctica genera y po-
tencia conflictos territoriales en zonas agrarias-campesinas y en comunidades
indígenas y negras. Esto explica porque para su plena implementación se ha
recurrido, desde el 2013, a la re-militarización del Estado, en el marco de la crea-
ción nuevas unidades militares-policiales en Honduras, tales como:

1) La Fuerza Nacional de Seguridad Interinstitucional (FUSINA)


2) La Unidad Toma Integral Gubernamental de Respuesta Especial de Segu-
ridad (TIGRES)
3) La Policía Militar del Orden Público de las Fuerzas Armadas de Honduras
(PMOP).

Estas unidades han desempeñado un papel central en los desalojos violentos y


en la criminalización de las y los defensores de los territorios (Irías, 2017).

La invisible y silenciosa corrupción detrás de la explotación de los


bienes comunes naturales en Honduras
Probablemente es porque el tema ha sido poco estudiado, porque es difícil docu-
mentarlo y porque a los medios de comunicación no les interesa abordarlo por la
confabulación que persiste entre ellos y el sector empresarial hondureño que está

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siendo beneficiado con las concesiones, que el tema de la corrupción detrás de


las concesiones de territorios y de recursos naturales, es invisible.

Al estudiarse la relación entre redes de corrupción y los procesos de entrega de


concesiones, se identifica un sistema que opera con múltiples e interconectadas
redes, cuya operación está sustentada en actos ilícitos para maximizar los be-
neficios entre los miembros. La complejidad de esta alianza es tal, que implica
la intersección de tres sectores: el sector público, el privado y de las estructuras
criminales externas (Chayes, 2017). Esto constituye una situación de mayor ries-
go para el respeto de los derechos humanos de las comunidades y los liderazgos
sociales en conflicto con proyectos de explotación de recursos naturales.

II. ¿Cómo acontece la lucha territorial en


Honduras?
La disputa por los territorios
En medio del interminable conflicto político, devenido de la reelección ilegal de
Juan Orlando Hernández en noviembre del 2017, los conflictos territoriales, a
pesar de permanecer invisibles, han resurgido y, al igual que el político-electoral,
han dejado un salgo importante de violaciones a derechos humanos.

En ese escenario de lucha, el 2018 se caracterizó por fuertes procesos de des-


alojos violentos, criminalización, expansión y profundización de la lucha territorial
en Honduras. Los desalojos y la criminalización del liderazgo territorial fueron el
“modus operandi” del régimen, en las comunidades indígenas, negras y campesi-
nas que luchan contra el extractivismo en diversas regiones del país.

Los territorios más golpeados por los desalojos son los pertenecientes a los de-
partamentos de Copán, Valle, Yoro, Santa Bárbara, Choluteca, Cortés, Atlántida,
Colón y Francisco Morazán.1

Los procesos de desalojos se caracterizaron por el excesivo uso de la fuerza, por


parte de las fuerzas militares y policiales; la imparcialidad del sistema de justicia
al momento de autorizar los desalojos y el papel de los gobiernos locales que
han legitimado este tipo de acciones debido a la relación que mantienen con los
empresarios de estos rubros.

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En ese marco de represión, el 2018, también estuvo marcado por la expansión


y profundización de la lucha territorial ante la avanzada del modelo extractivista,
impulsado por el régimen de Hernández.

Los focos de resistencia en Honduras


Durante el 2018, el principal foco de resistencia se constituyó en la zona norte
(Cortés, Colón y Atlántida), donde se registraron 13 acciones de protesta:2 tomas
de carreteras, campamentos de resistencia y plantones frente a instituciones pú-
blicas. En particular, en el norte de Honduras, la lucha territorial se desarrolló en
contra de los proyectos turísticos, hidroeléctricos y mineros.

Un segundo foco de resistencia lo constituyó la zona sur (Valle y Choluteca), en


donde se registran 8 acciones de protesta: plantones y movilizaciones. En esta
zona la lucha territorial se realizó en contra de proyectos mineros, agro-negocios,
generación de energía y en contra de la instalación de las Zedes.

El tercer foco lo constituyó la zona occidental (Copán y Santa Bárbara), zona


donde se registraron 6 acciones de protesta: campamentos de resistencia. En
esta zona la lucha territorial se realizó en contra de los proyectos hidroeléctricos
y mineros.

Un último y cuarto foco de resistencia lo constituyó la zona centro (Francisco Mo-


razán, Olancho y Yoro), donde se registraron 5 acciones de protesta: plantones
y movilizaciones. En esta zona la lucha territorial se realizó en contra de los pro-
yectos hidroeléctricos y mineros.

Las zonas concesionadas cuentan con una vasta diversidad de recursos natura-
les, fácil acceso a vías terrestres y marítimas y una infraestructura vial favorable.

Los militares y la violencia: la característica imperdible de los


conflictos territoriales
Los diversos conflictos socio-territoriales que se han registrado en Honduras, tie-
nen como fondo tres elementos:

•• El apoyo de la fuerza militar para la imposición de los proyectos extractivistas


en las diversas regiones del país
•• La resistencia de las comunidades a la implantación de los proyectos, por ser

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modelos de desarrollo no amigables con el medio ambiente y generadores de


la infracción de los derechos humanos de la población.
•• El deterioro y fragmentación del tejido social comunitario ante los altos niveles
de violencia y conflictividad que generan estos proyectos.

En ese contexto, las comunidades han hecho públicas una serie de demandas
que evidencian su malestar hacia ese modelo:

Demandas
1) La cancelación de licencias ambientales, concesiones y
permisos de explotación

La primera demanda de los pobladores se centra en la cancelación de todo tipo


de permisos de explotación, porque se considera que su emisión se hace basada
en irregularidades que involucran prácticas corruptas.

Los pobladores señalan en ese entramado a algunas instituciones responsables


del Estado: el Congreso Nacional, la Secretaría de Energía, Recursos Naturales,
Ambiente y Minas (MIAMBIENTE) y el Instituto Hondureño de Geología y Minas
(INHGEOMIN).

Las comunidades, además, tienen el firme convencimiento que las concesiones


y licencias otorgadas por el Gobierno a sectores privados degradan los bienes
comunes y contaminan sistemáticamente el medio ambiente, lo que tiene reper-
cusiones directas y negativas en la vida de las personas.

2) La implementación de consultas libres, previas e informadas


entre las comunidades

La segunda demanda gira en torno al derecho a la consulta ciudadana, para que


sea la población la que decida si acepta o no acepta la instalación de proyectos
extractivos en sus territorios. Sin embargo, en relación con este punto existe con-
troversia entre los gobiernos locales y nacionales, las empresas y organizaciones
comunitarias sobre el tipo de instrumentos de consulta a implementarse, de tal
manera que expresen la real voluntad de la ciudadanía. Y la petición de la imple-
mentación de estándares que garanticen la transparencia y el carácter vinculante.

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3) La desmilitarización de los territorios y cese a los procesos


de criminalización de la protesta social

La tercera demanda puntualiza el tema de la desmilitarización de los territorios,


ya que es la situación sobre el cual se asienta y profundiza el ataque, la perse-
cución y criminalización de quienes protagonizan la protesta social. Actualmente,
las fuerzas militares y policiales del Estado y gobierno mantienen bajo permanen-
te vigilancia a los líderes y lideresas que luchan por la defensa de los territorios y
protección de los bienes comunes. Muchos de ellos y ellas se enfrentan a proce-
sos de judicialización, otros guardan prisión, y varios han sido asesinados y ase-
sinadas por fuerzas represivas del Estado o de guardias de agencias privadas.

Los actores confrontados


En el contexto de protestas y resistencias surge la importancia de resaltar el pa-
pel que juegan los actores en disputa, divididos en 1) dominantes y 2) resistencia
territorial.

El bloque dominante está representado por el gobierno central y gobiernos lo-


cales, el Congreso Nacional, las multinacionales extractivistas y el capital local
asociado. Este bloque dominante está sustentado en gran parte por la institu-
cionalidad pública y reforzada por las fuerzas represivas del Estado (militares y
policías).

El bloque de resistencia territorial, en contraposición, lo conforman organizacio-


nes comunitarias de base campesinas, indígenas y garífunas, pobladores, co-
mités ambientalistas, iglesia católica y en menor medida la iglesia evangélica.
Este bloque se caracteriza por tener un liderazgo alejado de los partidos políticos
tradicionales y en menor medida de los movimientos sociales tradicionales, y se
evidencia en su interior un tipo de liderazgo propio y orgánico de las comunidades
en resistencia.

Estos grupos de resistencia territorial poseen distintos elementos que los dife-
rencian del movimiento social hondureño. Una herramienta de importancia que
resalta en medio de esta coyuntura son las radios comunitarias, las que coadyu-
van a potencializar la lucha y avanzar en procesos de politización social, a través
de la denuncia y la generación de información. Estos procesos de comunicación
alternativa se ven reforzados por campañas permanentes hacia la defensa del
territorio y protección de los bienes comunes.

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III. Conclusiones
1. El modelo de desarrollo extractivista, de vieja existencia en Honduras, se
profundizó con el golpe de Estado de 2009 y se radicalizó entre el período del
2013 al 2018 con las dos últimos gobiernos de corte nacionalista. En ambas
administraciones el extractivismo ha sido el mecanismo de acumulación de
capital a favor de las élites empresariales vinculadas a este rubro.
2. Con el extractivismo, las concesiones de territorios y recursos naturales
en Honduras han acontecido en medio de la opacidad con la que operan
las redes de corrupción, y han sabido apropiarse de los territorios de forma
inconsulta, con el apoyo de los gobiernos locales, del Congreso Nacional
y el gobierno central, una tesis difícil de contradecir mientras no se hagan
transparentes y participativos, los procesos de concesión de territorios en
el país.
3. Debido a que el modelo extractivista consiste en la explotación y apropiación
de los bienes naturales comunes, sus efectos en el medio ambiente, la bio-
diversidad y en el tejido social son devastadores. La resistencia al modelo
ha dejado como consecuencia la persecución, amenazas y asesinatos de
los defensores(as) de los territorios y de las comunidades que habitan las
zonas en pugna.
4. La existencia del movimiento social territorial en Honduras significa un es-
pacio de oportunidad para repensar los procesos de protesta social, eman-
cipación social y la construcción de propuestas alternativas desde y para los
movimientos sociales.
5. La actual correlación de fuerzas entre los protagonistas de los conflictos
socio-territoriales en Honduras es desigual y favorable al bloque dominante,
el que está representado por los empresarios del rubro, la institucionalidad
pública que favorece a la empresa privada con leyes, y es reforzada con el
apoyo de las fuerzas del orden público (militares y policías).
6. Paralelo a las concesiones de territorios y recursos naturales emitidas en
los últimos años, en Honduras ha aumentado la cantidad de pueblos que se
han alzado en protesta y en demanda de las consultas, como mecanismo
democrático y participativo. Eso presupone una oportunidad de los movi-
mientos sociales de generar espacios de información y de concientización
ciudadana en pos de la defensa de la lucha territorial en Honduras.

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Notas
(1) La información para contabilizar los desalojos se obtuvo a través de monitoreo
periodístico (Criterio.hn, Radio Progreso y La Tribuna) y revisión de portales
web de defensoría de Derechos Humanos (Red Nacional de Defensoras de
DDHH en Honduras y Observatorio de conflictos mineros de América Latina).
(2) Para contabilizar el número de protestas se realizó monitoreo periodístico
(Criterio.hn, Radio Progreso y La Tribuna)

Bibliografía
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chos Humanos de CEHPRODEC. Tegucigalpa.
•• Chayes, S. (2017). When corruption is the operating system. The case of Hon-
duras. Washington, DC: Carnegie Endowment for International Peace.
•• ERIC. (2016). Impacto socioambiental de la minería en la región noroccidental
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Esperanza (Atlántida) y Locomapa (Yoro). Tegucigalpa: Editorial Guaymuras.
•• Irías, Gustavo (2017). Defensores de la tierra y territorios en Honduras. MUN-
DUBAT/CESPAD.
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tados fuertes (págs. 15-65). Fondo de Cultura Económica.
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•• Seoane, J. (2012). Neoliberalismo y ofensiva extractivista: Actualidad de la
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•• Sosa, E. (2017). Transformaciones en las élites económicas, Estado y el proceso
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