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MUJERES LIBRES

María García Losada

En mayo de 1936 se publicó en París el primer número de Mujeres Libres, revista fundada
por el movimiento feminista del mismo nombre. La organización que perduraría hasta
1939, surgió como órgano femenino independiente del movimiento anarquista, el cual
promovía la igualdad y destacaba las relaciones de dominación y opresión en ámbitos
como la sexualidad, el trabajo o la vida familiar. Las incoherencias dentro del sindicato
anarquista al relegar problemas específicos de las mujeres a un segundo plano, llevó al
surgimiento de Mujeres Libres y su deseo de incorporar plenamente a las mujeres en la
lucha libertaria. Llevarían a cabo una doble lucha contra el sistema capitalista y el sistema
patriarcal, procesos que eran paralelos y no excluyentes, propugnando la emancipación
de las mujeres trabajadoras que se encuentran bajo el yugo de la clase y el género.

El editorial del primer número fue toda una declaración de intenciones: era el momento
de dirigir a las mujeres a la acción social desde una nueva perspectiva que no fuese la
masculina y que propugnase su papel en el mundo. Para ello pretendían defender un
“humanismo integral” en lugar de hablar de feminismo. Se trataba de una organización
feminista, pero decía no serlo, ya que acusaba al feminismo de haber intentado que las
mujeres imitasen la naturaleza masculina en lugar de expresar su propia identidad o sus
propios modos “femeninos”.

Apuntaban que el problema era la falta de integridad, la cual producía el desequilibrio


moral en el individuo, dicho de otra forma, la Humanidad necesitaba del hombre y la
mujer. El exceso de virtudes masculinas y la ausencia de la mujer ha conducido a la
Humanidad en una dirección unilateral, por lo que es necesario la subversión de estos
valores. Consistía en una labor en la que todas y todos debíamos colaborar.

Mujeres Libres buscaba dar una voz propia a la mujer que corría entonces el peligro de
quedar sometida bajo la política. Al tener como base el pensamiento anarquista, existía
un rechazo total a la política entendida como forma de poder que generaba opresión. El
movimiento defendía que toda persona pudiera disfrutar de una vida libre y digna y fuese
dueña de sí misma, para lo que eran precisas nuevas perspectivas. La política se movía
entre unos intereses propios que nunca eran los del pueblo, así que desde la organización
se promovía una alternativa que consistía en la acción directa y libre por parte la sociedad
y el individuo.

Aquel editorial se despedía con la certeza de que las lectoras se identificarían con dichos
propósitos y tendrán la voluntad de actuar junto a Mujeres Libres por estas cuestiones.

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