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MÉDICA
Semestre Académico 2018 - II
DESARROLLO HUMANO
INTEGRANTES
DOCENTE
Chiclayo – Perú
AGRADECIMIENTOS:
Agradecemos a todos los que pusieron de su parte en este trabajo, ya que se
realizó con mucho esfuerzo para poder llegar a realizar un resumen para su
mejor entendimiento del tema, Agradecemos también a nuestra compañera de
estudios Camila Coronado por su ayuda desinteresada en la realización de la
siguiente monografía.
INTRODUCCIÓN:
En el presente trabajo se va a tratar del tema de la psicobiología de las
emociones donde abordaremos su definición la clasificación y algunos modelos
para tener un mejor control de las emociones. Para eso se realizó una
investigación en bases teóricas confiables para poder realizar esta monografía,
en la cual mi grupo y yo ha hecho un resumen para poder plasmarlo y hacerlo
lo mejor entendible posible.
OBJETIVOS
1. Identificar la naturaleza y desarrollo de las emociones
2. Definir psicofisiológica de las emociones
3. Reconocer los afectos a través del ciclo vital
4. Identificar los principales desordenes emocionales
MARCO TEORICO
La psicología de la emoción es una de las áreas de la psicología en la que
existe un mayor número de modelos teóricos, pero quizás también un
conocimiento menos preciso. Posiblemente sea debido a que se trata, por las
propias características del objeto de estudio, de un campo difícil de investigar,
en el que los estudios sistemáticos son recientes y quizá hasta hace unas
décadas mucho más escasos que en cualquier otro proceso psicológico, al
tiempo que la metodología utilizada es, si cabe, mucho más variada y diversa.
En la exposición de los aspectos conceptuales de la motivación vamos a seguir
la misma lógica que en lo que se refiere a la motivación, esto es, centrarnos en
las variables principales que están incidiendo sobre la emoción y relacionar en
ese contexto las aportaciones teóricas y experimentales de diferentes autores.
Habitualmente se entiende por emoción una experiencia multidimensional con
al menos tres sistemas de respuesta: cognitivo/subjetivo; conductual/expresivo
y fisiológico/adaptativo. Este planteamiento coincide con el modelo
tridimensional de la ansiedad propuesto por Lang (1968). Para entender la
emoción es conveniente atender a estas tres dimensiones por las que se
manifiesta, teniendo en cuenta que, al igual que en el caso de la ansiedad,
suele aparecer de sincronía entre los tres sistemas de respuesta. Además,
cada una de estas dimensiones puede adquirir especial relevancia en una
emoción en concreto, en una persona en particular, o ante una situación
determinada. En muchas ocasiones, las diferencias entre los distintos modelos
teóricos de la emoción se deben únicamente al papel que otorgan a cada una
de las dimensiones que hemos mencionado.
Cualquier proceso psicológico conlleva una experiencia emocional de mayor o
menor intensidad y de diferente cualidad. Podemos convenir que la reacción
emocional (de diversa cualidad y magnitud) es algo omnipresente a todo
proceso psicológico.
Desde el advenimiento de la psicología científica ha habido sucesivos intentos
por analizar la emoción en sus componentes principales que permitieran tanto
su clasificación, como la distinción entre las mismas. Quizá la más conocida
sea la de teoría tridimensional del sentimiento de Wundt (1896), que defiende
que éstos se pueden analizar en función de tres dimensiones: agrado-
desagrado; tensión-relajación y excitación-calma. Cada una de las emociones
puede entenderse como una combinación específica de las dimensiones que
hemos mencionado.
A partir del planteamiento de Wundt se han propuesto diferentes dimensiones
que caracterizarían las emociones (Schlosberg, 1954; Engen, Levy y
Schlosberg, 1958). No obstante, las únicas que son aceptadas por
prácticamente todos los autores y que además son ortogonales son la
dimensión agrado-desagrado y la intensidad de la reacción emocional (Zajonc,
1980), si bien atendiendo únicamente a éstas no puede establecerse una
clasificación exhaustiva y excluyente de todas las reacciones afectivas, puesto
que emociones como la ira o el odio pueden ser desagradables e intensas y no
se trata del mismo tipo de emoción.
Es difícil, entonces, lograr una clasificación exhaustiva de todas las emociones
posibles en base a dimensiones independientes. No obstante, la dimensión
agrado-desagrado sería exclusiva y característica de las emociones, de forma
que todas reacciones afectivas se comprometerían en dicha dimensión en
alguna medida. Esta dimensión alguedónica de placer-displacer sería la
característica definitoria de la emoción respecto a cualquier otro proceso
psicológico. De forma similar, Oatley (1992) señala que lo realmente definitorio
y diferenciador de las emociones es la disposición para la acción y la "cualidad
fenomenológica". Así, una emoción podría definirse como una experiencia
afectiva en cierta medida agradable o desagradable, que supone una cualidad
fenomenológica característica y que compromete tres sistemas de respuesta:
cognitivo-subjetivo, conductual-expresivo y fisiológico-adaptativo
FUNCIONES DE LAS EMOCIONES
Todas las emociones tienen alguna función que les confiere utilidad y permite
que el sujeto ejecute con eficacia las reacciones conductuales apropiadas y ello
con independencia de la cualidad hedónica que generen. Incluso las
emociones más desagradables tienen funciones importantes en la adaptación
social y el ajuste personal.
Según Reeve (1994), la emoción tiene tres funciones principales:
a. Funciones adaptativas
b. Funciones sociales
c. Funciones motivacionales
Funciones adaptativas Quizá una de las funciones más importantes de la
emoción sea la de preparar al organismo para que ejecute eficazmente la
conducta exigida por las condiciones ambientales, movilizando la energía
necesaria para ello, así como dirigiendo la conducta (acercando o alejando)
hacia un objetivo determinado. Plutchik (1980) destaca ocho funciones
principales de las emociones y aboga por establecer un lenguaje funcional que
identifique cada una de dichas reacciones con la función adaptativa que le
corresponde. De esta manera será más fácil operativizar este proceso y poder
aplicar convenientemente el método experimental para la investigación en la
emoción. La correspondencia entre la emoción y su función se refleja en el
siguiente cuadro:
Resumen
Regulación emocional
Por otro lado, evidencias recientes han mostrado que la regulación emocional
como proceso depende de un grado de diferenciación emocional previo (8). En
otras palabras, la habilidad para controlar la experiencia afectiva depende
fundamentalmente de la capacidad para distinguir estados internos y
diferenciarlos unos de otros. Así, en la medida que las personas delimitan más
detalladamente su experiencia, pueden manipular con mayor precisión sus
estados afectivos. Cuando la diferenciación emocional es deficiente los niveles
de psicopatología son más altos, independientemente de la constelación
diagnóstica a que se refiere el síntoma, incluyendo síntomas somatomorfos (1).
De hecho, se produce un efecto de acentuación de la esfera somática del
estado afectivo en la conciencia del individuo que dificulta aun más sus
esfuerzos autorreguladores (hipótesis de acentuación somática). Por todo lo
anterior, se sostiene que la diferenciación emocional tiene un efecto
significativo pero inespecífico en la psicopatología debido a su influencia en la
regulación emocional(1).
Estilo afectivo
Por otra parte, existen datos convergentes respecto de las consecuencias que
tienen sobre la afectividad los diferentes patrones de asimetrías cerebrales. En
adultos, Davidson et al(20) encontraron que los fóbicos sociales presentan una
actividad de fase de mayor magnitud en zonas corticales derechas cuando se
inducía ansiedad de anticipación. Henríquez y Davidson(21) reportaron que
personas depresivas tienen una hipoactivación tónica de la corteza frontal
izquierda, implicando una hipofuncionalidad del sistema de activación. Más
aún, este patrón de actividad cerebral no tendría que ver exclusivamente con
los períodos en que la persona presenta los síntomas depresivos(22). Tal como
lo predice el modelo de diátesis, es una condición que predispone a dicha
patología pero que no la determina.
Finalmente, mis colegas y yo(23-24), reportamos que personas que hacen dieta
crónicamente, y que se sobrealimentan en situaciones de ansiedad, presentan
una asimetría tónica derecha de la corteza prefrontal.
Conclusiones
ANTECEDENTE 2:
Las emociones desde el punto de vista de la Psicobiología
AUTORES:
Araceli Sanz Martin
Gabriela Castillo Parra
Evangelina Sánchez Padilla
Emilio Gumá Díaz
Resumen:
Desde el inicio de la civilización, los seres humanos nos hemos preocupado por
tratar de entender qué es lo que motiva nuestros actos, o dicho de otra manera,
por qué nos comportamos de tal o cuál forma. Tradicionalmente, se creía que
había dos fuentes del comportamiento: el alma o la mente y el cuerpo. Mientras
que del alma o la mente provenían cuestiones “superiores” o humanas como la
razón, el pensamiento y la voluntad, del cuerpo procedían cosas “inferiores” o
“animales” como los impulsos (hambre, sed, sexo) y las emociones. Desde este
punto de vista, se creía que las emociones primitivas entorpecían a la razón
civilizada, por lo que había que reprimirlas, siendo esto uno de los fines más
importantes de la educación y las leyes. No fue hasta finales del siglo XIX
cuando Darwin reivindicó la importancia de las emociones al sugerir que éstas
ayudan a los organismos, incluyendo el hombre, a adaptarse a su medio
ambiente. A lo largo del siglo XX el interés por las emociones se hizo cada vez
mayor, dejando de ser terreno exclusivo de los artistas para convertirse en el
objeto de estudio de científicos de diversas disciplinas. En la actualidad
sabemos que las emociones, al igual que la cognición, son parte de un sistema
de dirección que coordina cada uno de nuestros planes y metas, jugando un
papel fundamental en la toma de decisiones. Bajo esta óptica, ha habido un
crecimiento exponencial en el interés por investigar el papel que juegan las
emociones en el comportamiento, hasta el punto de propiciar el surgimiento de
un nuevo campo de conocimiento llamado “neurociencias afectivas”, cuyo
objetivo es el estudio de las emociones a través de sus operaciones mentales
básicas y su correspondencia con sustratos neuronales (Lane, 2000;
Panksepp, 1998).
BASES NEUROBIOLÓGICAS DE LA EMOCIÓN Los avances de las
neurociencias, en los últimos años, han mostrado que las emociones son
procesadas por un complejo circuito cerebral que involucra tanto a regiones
corticales como subcorticales, las cuales están implicadas en el procesamiento
emocional a nivel consciente e inconsciente. Se ha encontrado que las
regiones que se activan ante la presencia de un estímulo o situación emocional
son las regiones dorsolateral, órbitofrontal y ventromedial de la corteza
prefrontal; la corteza del cíngulo anterior, los lóbulos temporal y parietal, la
ínsula, el hipocampo, los ganglios basales, el tálamo, el mesencéfalo y,
principalmente, la amígdala. En la Figura 1 se presenta una imagen del cerebro
en donde se señala la ubicación de algunas de las principales regiones
implicadas en el procesamiento emocional. La mayoría de las investigaciones
acerca de las bases biológicas y fisiológicas de las emociones se han centrado
en el estudio del miedo, quizá porque la supervivencia depende de respuestas
que permiten evitar una situación peligrosa. LeDoux (1996) ha propuesto un
circuito cerebral asociado al miedo en ratas, aunque estudios en humanos han
confirmado estos hallazgos 7 (Angrilli, 1996). Se ha sugerido que en este
circuito existen dos rutas diferentes: una subcortical que es rápida, burda e
inconsciente y una cortical más lenta, pero a la vez más detallada y consciente.
Los estímulos sensoriales llegan al tálamo, que envía información tanto a la
ruta subcortical como a la cortical. En la ruta subcortical, un estímulo
amenazante procedente del sistema visual o auditivo llega al tálamo, que a su
vez envía información a la amígdala, pieza clave de la compleja maquinaria
emocional. Esta estructura funge como un sistema de alarma capaz de activar
todo el cerebro con la finalidad de optimizar el procesamiento sensorial y
perceptual de los estímulos, permite la asociación entre estímulos y emociones,
y participa en el reconocimiento de las emociones de los otros. A este respecto,
se ha descubierto que la amígdala contiene neuronas que responden
selectivamente a la identidad facial, a algunas emociones faciales y durante la
interacción social (Rolls, 1999). Figura 1. Principales regiones cerebrales
asociadas tanto al procesamiento como a las respuestas emocionales. La
amígdala, envía proyecciones hacia el núcleo de la base de la estría terminal,
el hipotálamo lateral y paraventricular y el tallo cerebral, donde se generan
tanto los cambios en la activación como las respuestas endocrinas y
prototípicas de la emoción, tales como la elevación de la frecuencia cardíaca,
conductas de defensa y el reflejo de sobresalto ante un estímulo desagradable
(Kandel, 1997). De igual forma, las conexiones que existen entre la amígdala y
el hipocampo participan en la consolidación y la adquisición a largo plazo del
conocimiento declarativo acerca de la información emocionalmente relevante.
El hipocampo interactúa a su vez Amígdala Corteza Visual Tálamo Corteza
Prefrontal 8 con la corteza cerebral para adquirir de forma duradera tales
recuerdos1 Mientras todas estas respuestas fisiológicas tienen lugar, la
información llega a la corteza donde es posible tener consciencia de lo que
sucede en nuestro alrededor. La evaluación consciente de la emoción se lleva
a cabo con la participación de la corteza prefrontal, especialmente el área
órbitofrontal, el lóbulo temporal, el lóbulo parietal, la ínsula y el cíngulo anterior.
. La corteza órbitofrontal es un área comprometida con la interpretación de las
emociones, la experiencia emocional y la conducta social (Damasio, 1996;
Harensky, 2006; Lane, 1997). Es en esta área donde se da una interfase entre
la cognición y la información procedente del cuerpo (Damasio, 1996). La
corteza órbitofrontal se divide en las regiones medial, implicada en el
procesamiento apetitivo y en el control del estado interno del organismo; y
lateral involucrada en las asociaciones entre los objetos y sus emociones y en
la conducta empática y aceptable socialmente. En esta área se han encontrado
neuronas que responden a la expresión o al movimiento facial de manera
semejante a aquéllas que, como veremos más adelante, se encuentran en el
lóbulo temporal, pero con una latencia más elevada. De hecho, estas neuronas
son activadas por las entradas provenientes de las áreas temporales visuales
en donde se encuentran las células selectivas a las caras (Rolls, 1999). La
corteza órbitofrontal guarda además, conexiones recíprocas con la amígdala,
las cuales además de facilitar la modulación de las respuestas emocionales
primitivas iniciadas en la amígdala, interviene en la conciencia de la emoción o
“sentimiento”. Por su parte, el cíngulo anterior provee la motivación para la
selección de los estímulos ambientales basados en su relevancia o valor como
incentivo (López-Antunez, 1979; Kandel, 1997). Se ha propuesto que tanto esta
estructura como la corteza órbitofrontal poseen una representación del estado
emocional concurrente que facilita y guía la conducta y permite planear el
futuro (Lane, 2000). El lóbulo temporal participa en el reconocimiento de
estímulos emocionales, 1 El hipocampo no almacena toda la información, sino
que conserva solamente la información operativa destinada a “marcar”,
reorganizar y activar de modo repetitivo los múltiples puntos relevantes de la
corteza cerebral que, en conjunto, guardan todo el contenido de información
que constituye la representación cerebral de la memoria (engrama) de un
acontecimiento dado. La consolidación se establece cuando las
representaciones neocorticales (fragmentadas o distribuidas en múltiples
puntos de la neocorteza) son activadas por el hipocampo de forma simultánea
y repetitiva, lo que genera cambios graduales y duraderos en las
interconexiones entre dichos puntos neocorticales hasta que, finalmente, estos
cambios alcanzan la suficiente fuerza y dejan de requerir del hipocampo para
recrear la representación original (para más información revisar Gumá, 2001). 9
especialmente los faciales. Con relación a estos últimos, se ha encontrado que
éstos son primeramente procesados en las áreas visuales primaria y
secundaria. Posteriormente, la información pasa a las circunvoluciones
temporales superior e inferior donde es categorizada como una expresión facial
emocional o como la cara de alguien. Es ahí, en la corteza temporal inferior
donde las expresiones faciales son primeramente decodificadas y, en opinión
de Rolls (1999), pueden jugar un papel como estímulos incondicionados; es
decir, ser capaces de generar respuestas reflejas innatas. La relevancia de la
corteza temporal en el reconocimiento facial ha sido señalada por diversos
estudios, que han empleado desde registros unitarios y multiunitarios, hasta el
electroencefalograma (EEG), técnicas con imágenes (como la tomografía por
emisión de positrones [TEP] y la resonancia magnética funcional [RMf])
incluyendo el análisis de pacientes con lesiones cerebrales. Revisemos
algunos de estos. Se ha observado que en los primates, incluyendo al ser
humano, existen neuronas que responden selectivamente a las caras y,
aunque muchas de éstas responden a la identidad, hay una población en la
parte anterior de la circunvolución temporal superior selectiva a las expresiones
faciales (Holmes, 1996; Fried, 1997; Rolls, 1999). La corteza temporal también
interviene en el reconocimiento de la prosodia emocional. Mientras que el giro
temporal superior procesa las cualidades básicas de los estímulos auditivos, el
giro temporal medial le concede al estímulo prosódico su cualidad emocional
(Mitchell, 2003). Con relación a los sentimientos, hemos mencionado que la
percepción de los cambios somáticos ante un determinado estímulo, juega un
papel fundamental en la experiencia emocional, por lo que es lógico suponer
que las áreas implicadas en la percepción de los cambios corporales son
indispensables para generar una experiencia emocional consciente. Entre
estas estructuras se encuentran la ínsula, el área parietal S2 y el cíngulo
(Damasio, 2003). Por último, se ha sugerido que existen diferencias
hemisféricas en el procesamiento emocional. El hemisferio derecho está
especializado tanto en la comprensión del estímulo emocional como en la
expresión de la emoción experimentada (Silberman y Weingartner, 1986). Bajo
esta perspectiva se cree que el hemisferio derecho participa en la
interpretación de las emociones faciales, las escenas emocionales, la
entonación de la voz y otros aspectos no verbales del habla como la risa y el
llanto (Kimura, 1964; Safer, 1977; Subery, 1977; Ley, 1979; Dekosky, 1980;
Bryden, 1982). A pesar de que todos los estudios anteriores apuntan hacia una
participación del hemisferio derecho en las emociones, algunas investigaciones
han demostrado 10 la participación de ambos hemisferios cerebrales en el
procesamiento de la información emocional. Se cree que la acción preferente
de uno u otro hemisferio depende del tipo de emoción que se genera. En
poblaciones patológicas y normales, se ha descubierto que existe una relación
entre la activación del hemisferio derecho con ciertas emociones negativas o
de evitación, mientras que por el contrario, las emociones positivas o de
acercamiento se relacionan con la activación del hemisferio izquierdo
(Davidson, 1999; Silberman, 1986).
ANTECEDENTE 3
Resumen
Contenido
Conclusión:
ANTECEDENTE 5
Conclusión
Como ha quedado plasmado, las emociones y los sentimientos se encuentran
intensamente arraigados en el lenguaje y la cultura. La cultura otorga
valoraciones positivas o negativas a los afectos en el sentido de que pueden
ser vistos como apropiados o no en función de las normas sociales bajo las que
se rigen los participantes de este estudio y el lenguaje del sentimiento se
manifiesta en el ritmo que le es dado por el aprendizaje social, por sus
experiencias habituales, donde la multiplicidad de ritmos se aprecian en
emociones como la ansiedad, la preocupación, la decepción, el desánimo y la
desesperación, emociones similares entre sí, con un matiz que tiende a lo
desfavorable no solo a la situación generadora de la protesta, sino a todos los
elementos que conforman la estructura psíquica colectiva, es decir, actores,
objetos, instancias y/o autoridades, a quienes se apela en los actos de
protesta.
En las emociones identificadas se aprecian dos mecanismos de relación:
primeramente el de generalización, que encamina a que surjan nuevas
emociones por eliminación de algunos componentes de emociones anteriores.
Así, el coraje como causa de frustración ante las situaciones existentes, da
origen a otras emociones como la decepción, el desánimo y la desesperación,
que refieren más a una cuestión simbólica que fisiológica y expresiva. El
mecanismo de especialización para identificar la emoción, propició que se
adicionaran nuevos componentes, generalmente de carácter cognitivo que
aumentaron la especificidad de las emociones mencionadas, que llevan a
diferenciar emociones positivas y negativas. Constatándose que las emociones
no son categorías cerradas e indivisibles, sino conglomerados de un conjunto
de componentes básicos, tanto fisiológicos como conductuales y cognitivos,
que pueden combinarse de múltiples formas, con distintos matices que las
hacen más o menos similares entre sí
CONCLUSIONES:
• El desarrollo emocional o afectivo se refiere al proceso por el cual el niño
construye su identidad (su yo), su autoestima, su seguridad y la
confianza en sí mismo y en el mundo que lo rodea, a través de las
interacciones que establece con sus pares significativos, ubicándose a sí
mismo como una persona única y distinta.
• Las emociones son reacciones psicofsiológicas que representan modos
de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un
objeto, persona, lugar, suceso, o recuerdo importante.
• Los afectos a través del ciclo vital se dividen en 6 etapas:
1. ETAPA DE LACTANCIA Y PRIMERA INFANCIA DE 0 A 3 AÑOS
2. ETAPA ESCOLAR DE 6 A 11 AÑOS
3. ETAPA DE ADOLESCENCIA DE 12 A 17 AÑOS
4. ETAPA DE LA JUVENTUD 18 A 29 AÑOS
5. ETAPA DE LA ADULTEZ 30 A 59 AÑOS
6. ETAPA DE LA ADULTEZ MAYOR 60 A MÁS
• Principales trastornos emocionales son:
TRISTEZA PATOLÓGICA: Triada cognitiva negativa: percepción
negativa y degradante de sí mismo, del mundo y del futuro. Ideación
suicida
ALEGRIA PATOLÓGICA: a persona con este problema se suele sentir
optimista, alegre, con una autoestima elevada.
Está expansivo (puede llegar a intimidar a los demás)
Viva respuesta afectiva
Hilaridad que puede convertirse en ironía
Agresividad si se le contradice
Atención viva pero fugaz
Verborrea que alcanza la fuga de ideas
Hiperactividad motora
Menor necesidad de dormir
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
• http://www.scielo.org.co/pdf/dpp/v6n1/v6n1a06.pdf
• https://scholar.google.com.pe/scholar?hl=es&as_sdt=0%2C5&as_ylo=2000&as_yhi=20
10&q=PSICOBIOLOG%C3%8DA+DE+LAS+EMOCIONES+Y+LA+AFECTIVIDAD&btnG=
• https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0717-
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• http://148.202.18.157/sitios/catedrasnacionales/material/2010b/sanz/ara2008.pdf