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Campañas romanas en Britania.

Una Guerra Fallida en un


Ambiente de Insurgencia

Mg Esteban Darío Barral


Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

Introducción

Julio Cesar en el año 55 a.C. y más precisamente el 26 de agosto 1, al mando


de una poderosa fuerza de combate compuesta por las Legiones VIIma y Xma;
unos 10.000 hombres transportados en 80 naves, cruzó el Canal de La Mancha
para realizar un ataque preventivo, a fin de destruir las bases del poder britano en
la isla ya que aparentemente apoyaba a la insurrección gala. Los romanos fueron
buscando una batalla decisiva que les permitiera obtener una rápida victoria, pero
el terreno fue un factor determinante en la operación: “…este era muy distinto del
que estaban acostumbrados los romanos; cuando avanzaron hacia el norte y
oeste del territorio britano la región se volvía más montañosa, por lo tanto estos
aprovecharon su mayor conocimiento del terreno y ocuparon las alturas
construyendo fuertes en las mismas y dominaban los pasos estratégicos entre
estos, obligando a las fuerzas romanas a combatir en lugares estrechos y difíciles
de maniobrar.2

Los britanos realizaron un tipo de guerra que a los romanos no les era
favorable, y por el contrario los desgastaba evitando la confrontación directa.
Cesar debió replegarse nuevamente a la Galia para volver a invadir Britania al año
siguiente pero en términos muy diferentes y con fuerzas muy superiores.

Había buscado una victoria rápida llevando a Britania a sus legiones sin una
aparente planificación adecuada y sin un conocimiento profundo de los habitantes

1
Cesar, Julio. La Guerra de las Galias. Edit Losada. 2003. Libro IV, Pag 125. Si bien la fecha es
aceptada por gran parte de los historiadores modernos, algunos difieren en cuanto al día de
ejecución de la misma.
2
Tácticas romanas de batalla. Artículo extraído de la página web: www.romans-in-britain.org.uk

1
de dicha isla, cuyas costumbres diferían enormemente de la de los romanos. El
ejército romano buscó imponerse en el campo de batalla, intentando causar el
mayor daño al otro a fin de ocasionarle una derrota decisiva que concluya
rápidamente con la campaña. Esto es así en toda guerra donde ambos oponentes
luchan con las mismas reglas de juego, pero los britanos luchaban por su
supervivencia. Esta incomprensión de la caracterización del ambiente en que sus
hombres deberían combatir, resultó en un grave fallo militar que por poco no
alcanzó ribetes muchos más dramáticos.

Los romanos llamaban rebellio a lo que actualmente se conoce como


insurgencia3, y ese era el ambiente que Cesar enfrentaría en Bretaña.
Posiblemente la campaña fuera mal planificada para operar en un territorio tan
desconocido como sus habitantes, dejando entrever un cierto aire de
improvisación que no escapaba a los estándares militares de la época. Pues la
información con la que se contaba en la antigüedad era muy exigua, no había
servicios de inteligencia y la planificación militar era muy rudimentaria. Cuando se
realizaba una operación militar que salía de los cánones conocidos, normalmente
la misma se convertía en una campaña fallida.

La campaña de cesar daría comienzo a una serie de operaciones militares


emprendidas por Roma para intentar conquistar la isla. El límite de la mayor
expansión romana quedaría marcado para siempre con el famoso Muro de
Adriano, demostrando que la fuerza militar por sí sola no puede contener a
voluntades que niegan la subordinación a un orden distinto, y máxime si el mismo
se intenta imponer a la fuerza.

26 de agosto del año 55 a.C.4

En las cercanías de la actual Deal, en Britania, en horas de la mañana, una


niebla espesa cubría la costa cuando de pronto aparecieron las primeras naves de
transporte romanas. A bordo de las mismas, los hombres de la 10ma Legión que

3
Insurgencia proviene del latín insur gere, que significa levantarse hacia dentro.
4
La Guerra de las Galias. Julio Cesar. Edit Losada. Edic 2004. Libro IV, Pag 125

2
formaban parte de la primera fuerza de asalto se aprestaban para desembarcar;
para ello utilizarían un puente especialmente preparado y adaptado en las naves
de transporte, que le permitiría a los legionarios descender de las mismas y estar
listos para entablar combate ni bien pisaran tierra firme.

El ejército britano, se había desplegado por los posibles lugares de desembarco


y ni bien avistaron a las fuerzas enemigas se apresuraron a ocupar las alturas que
rodean a la playa, para desde allí comenzar a hostigar a las naves con todo tipo
de proyectiles. Cesar, que en ese momento advierte el peligro desde su nave
insignia, decide anclar lejos del alcance del enemigo y esperar a reagrupar a toda
la fuerza de desembarco, unas 80 naves con 10.000 hombres pertenecientes a las
Legiones VIIma y Xma5. Llamó a sus oficiales e impartió una serie de órdenes de
las cuales poco se sabe, ya que él mismo no las explicita en su totalidad en su
obra La Guerra de las Galias, pero si se puede deducir que las mismas estaban
orientadas al reagrupamiento de las tropas y las prioridades para el desembarco
de las mismas, tal vez esperando sorprender al ejército enemigo; lo cierto es que
según su testimonio “al presentarse simultáneamente oleaje y vientos favorables,
dio la señal; tras levantar anclas avanzó cerca de siete millas y estableció las
naves en una costa abierta y llana”6.

Los britanos, adivinando las intenciones de la fuerza romana, tras enviar


delante las unidades de caballería y de carros7, comenzaron a marchar con la
infantería sin perder de vista a la fuerza de desembarco y tratando de impedir que
estas hicieran pie en tierra. Esta acción de los britanos comenzó a causar
dificultad, ya que las naves, debido a su tamaño, no podían operar en aguas bajas
y los soldados de la fuerza de asalto estaban demasiado cargados con su equipo;
debían a la vez saltar de las naves, mantenerse de pie entre las olas y pelear con
los enemigos mientras ellos, desde tierra firme, con amplia libertad de

5
Ibidem. Pag 139
6
Ibidem. Pag 140
7
Julio Cesar. Op Cit Pag 140. esta era la forma de combatir de los britános, siempre enviaban
delante a la caballería y a los carros de combates o essedari, que proviene de la palabra esseda,
un tipo de carro ligero que era tirado por una pareja de caballos y conducidos por dos hombres
“essedari”, de los cuales uno combatía y el otro conducía.

3
movimientos, en terreno conocido y preparado, arrojaban gran cantidad de
proyectiles sobre los romanos.8 Por esto, las tropas de desembarco, atemorizados
y sin experiencia alguna en este tipo de combate no actuaban con el mismo
entusiasmo con que lo hacían siempre.9

Cesar sin saberlo, había cometido un grave error al haber realizado una
maniobra tan larga para el desembarco. En primer lugar no había hecho preceder
su ataque con fuerzas que aseguraran la playa y en segundo lugar a la vista del
enemigo maniobró con sus fuerzas embarcadas dándole tiempo a éste que se
preparara para rechazar el desembarco. Sin saberlo y como harían otros
comandantes en otras guerras, había cedido la iniciativa al enemigo. La libertad de
acción ahora era de los britanos. Cuando Cesar advierte su error y ve al enemigo
desplegado, ordenó a las naves de guerra, cuya forma era inusitada para los
britanos y a la vez eran más maniobrables, fueran alejadas de las naves de carga
y que fueran impulsadas velozmente con los remos y se colocaran frente al ala
derecha del enemigo,10 y que desde las mismas comenzaran a arrojar proyectiles
contra este sector del ejército britano. El mismo estaba formado, aparentemente,
en una línea paralela a la costa con los carros y la caballería desplegada delante
de la infantería. Cesar, con esta acción, trataba de establecer desde las naves lo
que hoy se conoce como base de fuego, intentando aferrar al enemigo y permitir el
desembarco de las unidades de asalto. De esta forma, consigue obligar a los
britanos a quedar fuera del alcance de los proyectiles de los barcos, dando tiempo
y un mínimo de espacio a sus tropas para establecer una cabeza de playa. Sin
embargo, los legionarios de la Décima, que encabezaban el desembarco,
comenzaron a dudar por la profundidad de las aguas, pero siguiendo siempre el
relato de Cesar, el aquilifer de esta Legión, arengó a sus compañeros y saltó al
agua llevando el águila hacia el enemigo11(*). Entonces, el resto de los soldados lo

8
Ibidem. Pag 141
9
Ibidem. Pag 141
10
Ibidem. Pag 141.
11
Ibidem. Pag 141 El águila era la insignia de la legión y al hombre designado para llevarla se los
llamaba aquilifer. Según Cesar en su relato el aquilifero gritó a sus compañeros “¡Compañeros,
saltad a no ser que queráis que el águila sirva al enemigo! ¡Yo por lo menos habré cumplido con mi
deber por mí república y mí general!

4
siguieron y saltando de las naves comenzaron a marchar contra el enemigo. Una
vez que los vieron desde las naves cercanas, comenzaron a imitarlos
inmediatamente.12

La fuerza de asalto, logró a duras penas establecer un pequeño perímetro de


seguridad y muy poco parecido a lo que nuestros manuales llamarían una cabeza
de playa, desorganizado pero lo suficientemente fuerte como para hacer frente el
enemigo. Se peleó encarnizadamente por ambos bandos. Los romanos, sin
embargo, como no podían conservar las líneas, ni mantenerse en pie con firmeza,
ni seguir a los estandartes de los manípulos, y cualquiera de cualquier nave se
unía al grupo de estandartes con que se topaban,13 hacían que la cabeza de playa
podía quebrarse de un momento al otro. Los enemigos, por su parte, en vados
conocidos por completo por ellos, cada vez que desde la costa veían desembarcar
soldados aislados, grupos de caballería los aislaban y atacaban,14 mientras desde
las alas disparaban grandes cantidades de proyectiles a los soldados agrupados.
Cuando Cesar observó esto, ordenó llenar los botes de reconocimiento con tropas,
estableciendo así una especie de reserva móvil, y donde veía grupos en apuros
les enviaba refuerzos.15 De esta forma la Legión Décima, logró afianzarse en tierra
firme, formar, no sin grandes dificultades, y comenzar a presionar a la infantería
enemiga hacia el interior de la costa. Los britanos, viendo que las fuerzas romanas
habían logrado desembarcar a pesar del gran número de bajas que les
ocasionaron, deciden retirarse. Los romanos, que en ese momento no contaban
con tropas de caballería, todavía estaban en puerto16, no pueden emprender una
persecución, además del desconocimiento del terreno y del enemigo.

De esta forma, Cesar, logró establecer una cabeza de playa, que permitió al
resto de la fuerza desembarcar y consolidar sus posiciones. El desembarco tuvo
lugar en la costa de Deal en una zona cerca de Bigberry, donde los britanos tenían
12
Ibidem. Pag 142
13
Ibidem. Pag 142. La fragilidad de la cabeza de playa es una deducción, puesto que Cesar no
reconoce tales momentos en la batalla.
14
Ibidem. Pag 142.
15
Ibidem. Pag 142.
16
En realidad, las naves que transportaban a la caballería, no habían podido mantener el rumbo y
no habían podido llegar a la isla. Julio Cesar, Op Cit. Libro IV pag 142.

5
una buena base fortificada. Posteriormente las tropas romanas comenzaron a
fortificarse en un típico campamento romano y como era costumbre de las
Legiones en combate. Los britanos, inteligentemente, decidieron ganar tiempo y a
la vez estudiaban al enemigo que había desembarcado. Para ello, enviaron
embajadores a Cesar para tratar la paz; prometieron que darían rehenes y harían
lo que se les ordenara. Entre estos embajadores estaba Comio, quien había sido
enviado antes a Britania.17 A éste, los britanos lo habían apresado y encadenado
cuando después de desembarcar intentaba transmitir los encargos de Cesar. Se
acordó una tregua donde Cesar exigió rehenes y comenzó a reunirse con los
caudillos de varias tribus que venían a rendirse al romano.

Ratificada así la paz, cuatro días después de la llegada a Britania, las dieciocho
naves que transportaban a la Caballería, unos 500 hombres, soltaron amarras del
puerto del norte con viento suave, pero antes de llegar a la costa, se levantó un
temporal que ninguna pudo mantener el curso, y unas eran llevadas al lugar de
donde habían venido y otras eran arrojadas peligrosamente a la parte sur de la
isla. Posteriormente, fueron forzadas a seguir hasta alta mar en una noche
desfavorable e intentaron llegar al continente.18 En la noche del 30 al 31 de
agosto, el temporal afectó a las naves de carga que estaban ancladas,
destruyendo gran parte de la flota. Esto fue un gran golpe para los soldados que
estaban acampados en la costa, ya que las naves destruidas eran las mismas que
debían llevarlos de regreso. En efecto, no había otras naves con las cuales
transportarse de regreso y faltaba todo lo necesario para reparar las naves, y
como a todos les había resultado evidente que era mejor pasar el invierno en las
Galias, no se habían aprovisionado como corresponde para una campaña
invernal.19

Al enterarse de las falencias logísticas, los jefes britanos vieron que a los
romanos les faltaba caballería, naves y trigo, infirieron que el número de soldados
17
Ibidem. Pag 143.
18
Ibidem. Pag 143. Lo sucedido a las naves, da una idea de lo improvisada que fue esta campaña,
donde desde el apresto de los hombres y material, hasta los conocimientos previos de la zona,
fueron hechos prácticamente a la ligera.
19
Ibidem. Pag 144.

6
era exiguo, teniendo en cuenta el tamaño del campo atrincherado de los romanos
y consideraron que los mejor era realizar una rebelión, cortar el suministro de trigo
y los aprovisionamientos y alargar la acción hasta el invierno, porque confiaban en
que, superados los romanos o privados de la posibilidad de regreso, ya nadie
cruzaría después a Britania para hacer la guerra.20 Habían observado bien, y
obrado en consecuencia. Cedieron terreno en un principio al enemigo, pero ahora
era tiempo de recuperar la iniciativa, reunieron a sus tropas y se prepararon para
luchar una vez más.

Trinovantes
Catuvellauno

Atrebates

Desembarco
de las fuerzas
de Cesar

Campaña de Cesar en Britania


55 a.C.

20
Ibidem. Pag 144.

7
Cesar, que si bien no conocía los planes de los britanos, debió suponerlos
como viejo soldado experimentado que era, tomó una serie de medidas para evitar
el aniquilamiento de sus fuerzas. Con la madera de las naves destruidas, reparó
otras y así logró recuperar gran parte de la flota, con doce naves perdidas, pudo
hacer que el resto estuviera en condiciones de navegar.21 Mientras realizaba
reparaciones a las naves, la Décima Legión permanecía en el campamento y la
Séptima había sido enviada a buscar trigo, y sin que hubiera surgido sospecha de
guerra, cuando una parte de los hombres todavía estaba en los campos y la otra
iba y venía del campamento, los que estaban de guardia ante las puertas de éste,
dieron la novedad a Cesar que se veía una polvareda mayor de los acostumbrada,
en la zona hacia donde había marchado la Legión. Cesar se dio cuenta de lo que
sucedía, e inmediatamente hizo avanzar con él a las cuatro Cohortes
estacionadas en las puertas del campamento, ordenó que otras dos se
estacionaran en las mismas y el resto de las tropas se equipara y lo siguiera en
seguida.22

Después de alejarse un poco del campamento, advierte que los suyos son
hostigados por los enemigos y a duras penas resisten y que, como la Legión
estaba en formación cerrada, le caían proyectiles de todas partes. Pues, como de
todo el trigo de esa zona sólo quedaba una parte sin cortar, los britanos calcularon
que la fuerza romana iría hacia allí, y durante la noche se escondieron en los
bosques cercanos. Así, atacaron a la Séptima Legión, donde numerosos hombres
habían dejado las armas y estaban alejados unos de otros ocupados en la
recolección; tras matar a varios, hostigaban a los demás, en formación cerrada, y
al mismo tiempo los rodeaban con la caballería y los carros de combate.23

“La manera de combatir desde los carros es la siguiente: rodean a una fuerza
de un lado a otro y arrojan proyectiles; la mayoría de las veces sólo con el miedo
que dan sus caballos y el estrépito de las ruedas ya desorganizan las líneas
enemigas; después de penetrar entre los escuadrones de caballería, saltan de los
21
Ibidem. Pag 145.
22
Ibidem. Pag 145.
23
Ibidem. Pag 145.

8
carros y combaten a pie. Entretanto, los aurigas se alejan un poco del combate y
colocan los carros de tal modo que, si aquellos son sobrepasados por el enemigo,
tienen una retirada libre hacia propias posiciones. De esta forma tienen una
caballería móvil y una infantería firme, y con práctica cotidiana y ejercitación logran
en un terreno con declive, incluso pronunciado, mantener el control sobre sus
caballos a todo galope, aplacarlos por unos momentos y hacerlos cambiar de
dirección, logran correr sobre el timón, mantenerse en pie sobre el yugo y después
volver en un instante al carro”24.

Julio Cesar. Estatua de Cesar realizada por Nicolás Coustou. Siglo XVII. Museo
del Louvre París.

Los romanos, se encontraban en unos primeros momentos desorganizados y


confundidos por la forma en que combatían los britanos. Pero Cesar llegó a tiempo
con los refuerzos, dando oportunidad a la legión aferrada de organizarse para el

24
Ibidem. Pag 146.

9
combate nuevamente. Los britanos viendo que las Legiones formaban, se retiraron
del campo hacia los bosques. Cesar condujo a sus tropas al campamento.25
Pasaron varios días durante los cuales las tormentas retuvieron a los romanos
dentro del campo atrincherado e impidieron al enemigo a presentar batalla.26
Entretanto la rebelión comenzó a extenderse por toda la isla, varias tribus se
unieron para combatir a los romanos y expulsarlos de sus tierras. Cesar dispuso a
sus tropas a la batalla, ya que el campamento era constantemente asediado por
los britanos, formó las legiones delante de éste y lanzó una operación punitiva
sobre las aldeas enemigas. En una típica operación de búsqueda y destrucción,
incendiando las granjas y campos de los britanos, arrasó con gran parte del
territorio. Pero el enemigo le negaba la batalla y solo se dedicaba a hostigar a las
pequeñas partidas de suministro, por lo tanto Cesar dio por concluida la operación
y se replegó al campamento. Siguiendo la narración de Cesar en sus
Comentarios de la Guerra de la Galia, dice que los britanos le ofrecieron la paz y
pagar una indemnización de guerra. Esto es poco probable, ya que el ejército
britano no estaba derrotado, es más, estaba intacto, y la situación de los romanos
era mucho más complicada de lo que Cesar hace parecer. Posteriormente, las
legiones abandonaron el campamento y en orden comenzaron a embarcarse
rumbo a la Galia. Días después la operación se dio por concluida y el ejército de
Cesar regresó al territorio de los morinos de donde había partido.

Esta operación puede ser considerada como un fracaso o correctamente como


una operación fallida, si bien nunca estuvieron claros cuales fueron los motivos
para su inicio, donde su planeamiento y ejecución fueron deficientes en todo
momento. Cesar cometió numerosos errores y que sus hombres debieron pagar
caro. No se tiene cifras de las bajas sufridas por ambos contendientes, pero es
probable que los romanos tuvieran unas 1000 bajas y un poco más elevadas las
de los britanos. Estos últimos plantearon una guerra inteligente, donde en ningún
momento fueron a la batalla si esta no les era favorable, y cada vez que lo
hicieron, fue en sus condiciones y no en las de los romanos. Los problemas

25
Ibidem. Pag 146.
26
Ibidem. Pag 147.

10
logísticos de la expedición y la falta de previsión de Cesar, hacen pensar en una
subestimación del enemigo, donde la confianza en la mejor preparación y
equipamiento hacían inclinar la balanza de parte de los romanos.

Cesar, había lanzado la campaña militar basada en lo que hoy llamaríamos


doctrina de ataque preventivo, cuya causa para su inicio se relacionaba
aparentemente con que los britanos prestaban apoyo a los ejércitos galos. Esto
nunca estuvo comprobado, y al iniciar la expedición de castigo, es probable que
Cesar pensara que se enfrentaría a un ejército que combatiría con un sistema
táctico al que los romanos estaban acostumbrados a enfrentar o similar al que
usaban las tribus galas. La falta de información previa sobre el enemigo, el terreno
y las capacidades de estos, hicieron fracasar la operación.

El terreno fue uno de los factores determinantes en la operación, como también


los procedimientos utilizados por los rebeldes britanos que negaron la batalla y
aprovecharon su debilidad para el combate directo con acciones de guerrilla.

El hecho más marcado y plausible de que la operación fue un fracaso, esta


dado en que un año más tarde Cesar volverá a lanzar una nueva expedición, pero
en términos muy distintos y con fuerzas muy superiores.

La Conquista romana de Britania

El porqué Cesar invadió Britania ha sido una pregunta que ha motivado


numerosas especulaciones, especialmente y tal como hemos visto su campaña
distaba de ser algo preparado y planificado meticulosamente. Probablemente, la
razón haya que buscarla en que hasta ese momento nadie había intentado una
operación de ese tipo al otro lado del canal y en unas islas tan misteriosas como
indómitas. Sabemos que la guerra trae fama y hace ricos a quienes saben
aprovecharse de la misma, y Cesar no era precisamente de los que se quedaban
con los brazos cruzados dejando pasar la oportunidad. Britania estaba allí y que
mejor que él para conquistarla. La excusa esgrimida de que ayudaban a las tribus
galas tiene algo de certeza ya que había estrechos lazos comerciales entre estos

11
y los britanos, pero en el mejor caso y a pesar de ser un fracaso, fue un gran golpe
psicológico positivo en la carrera política de Cesar, pues la reputación generada
en la campaña no hizo más que cosecharle réditos políticos.27

En el año 54 a.C cesar regresó, esta vez y de acuerdo a las fuerzas que
movilizó, lo hacía en una campaña mucho mejor preparada y con objetivos
militares más concretos, posiblemente para establecer bases militares y crear una
nueva provincia. Para ello preparó una fuerza de invasión consistente en cinco
legiones, unos 20.000 hombres, y una fuerza de 2000 jinetes, esta última una
fuerza apreciada especialmente para perseguir a los britanos que rehuían el
combate.

Las fuerzas de invasión lograron conformar cabezas de playa, esta vez sin
oposición, probablemente en la costa oriental de Kent cerca de Sandwich.
Inmediatamente se dirigieron a la aldea fortaleza de Bigbury que estaba ocupada
por una de las tribus de la zona, los cantíacos, a quienes derrotaron con facilidad
y aniquilaron. Pero el problema se presentaría cuando las fuerzas romanas
intentaran dominar la región al norte del Támesis que estaba ocupada por los
Catuvellaunos, cuyo líder Casivelauno demostró ser uno de los principales
opositores de Cesar.

Los romanos contaban para poder combatir a los catuvellaunos con aliados
locales que se habían sometido a Roma por conveniencia y fueron estos quienes
guiaron a las fuerzas romanas en una movimiento de pinzas sobre el territorio de
los trinonvantes, al noreste del Támesis.28 Sin embargo, los ataques constantes
sobre la retaguardia romana en su base de Kent, obró como una maniobra de
acción indirecta y obligó a los romanos a una rápida retirada.

27
Suetonio da otro motivo distinto de porqué Cesar decide invadir Bretaña y es que según éste,
había llegado a oídos de Cesar que en la isla había grandes cantidades de perlas y que era factible
hacerse con grandes cargamentos con mínimos problemas. Suetonio. Vida de los Doce Cesares.
Editorial Gredos. 2010. Pag 64
28
Cesar. Op Cit. Pag 157

12
Esta segunda campaña, y de la misma manera que la primera, terminó en una
situación por demás engorrosa para Cesar y con un nuevo fracaso, hablando en
términos militares, no así políticos. Algunos historiadores no están de acuerdo con
esta postura y se definen por una salida más elegante de Cesar, considerando
que el mismo tenía otros planes en mente como la conquista de la Galia y que en
realidad nunca tuvo planificado conquistar Britania. No hay registros documentales
de que esto sea así, cómo tampoco hay registros de que haya planificado una
invasión para la conquista efectiva de la isla, solo podemos hacer conclusiones
aproximadas a lo que creemos pueda haber sucedido.

Trinovantes
Catuvellauno

Río Támesis

Atrebates

Segunda Campaña de Cesar en Bretaña


54 a.C.

A pesar de las campañas fallidas de Cesar siempre quedó en los romanos el


antecedente de considerar a Britania como una potencial provincia en tiempos

13
posteriores, pues aún continuaba siendo una isla plagada de misterios y habitada
por personajes de los que se conocía muy poco. Si de algo sirvieron las
operaciones de Cesar en el aspecto militar, fue sin dudas la información que éste
recopiló sobre los ejércitos tribales britanos, y especialmente sobre sus
procedimientos tácticos que tanto habían costado a los romanos.

Habrá que esperar casi un siglo después a que los romanos inicien una
campaña de conquista en Britania. En ese período se habían estrechado lazos
comerciales con algunas tribus britanas a quienes les convenía más comerciar con
Roma que enfrentarse a ella militarmente, especialmente cuando no había
razones para hacerlo. Varios señores de la guerra locales de tribus que ocupaban
territorios específicamente al sur y noroeste del Támesis, se habían convertido en
aliados de los romanos y luchaban contra los catuvellaunos, que habían
emprendido una serie de guerras tribales y conquistado y ampliado su área de
influencia haciéndose cada vez más poderosos.

La organización tribal de los catuvellaunos hacía que entre sus líderes se


produjeran enfrentamientos internos, fundamentalmente cuando uno de ellos era
pro-romano y el resto de los líderes no. Arminio, uno de los señores de la guerra
locales, y líder de la región de Kent que se había beneficiado enormemente
comerciando con Roma, decidió retomar el control de los catuvellaunos y sacar a
sus dos hermanos de su camino al poder. Para ello solicitó ayuda a los romanos
quien en ese momento estaban bajo el imperium de Calígula. Éste no se habría
mostrado muy a favor de enviar una expedición a la isla y la misma se malogró.
Con su muerte acaecida en el 41 d.C. quedó Roma bajo el mandato de Claudio
quien nuevamente recibió un pedido de ayuda de los britanos para resolver
problemas locales. Es sabido que cuando se solicita a una fuerza externa que
resuelva los problemas internos, probablemente esta acción termine en un nuevo
intento de conquista y eso fue realmente lo que sucedió.

Al emperador Claudio los acontecimientos políticos que lo llevaron al poder lo


sorprendieron tanto como seguramente a muchos en la época, no tenía
antecedentes militares de ningún tipo y tampoco había sido previsto que
14
gobernara, es por ello que probablemente haya visto en Britania la oportunidad
para alcanzar la gloria que le había sido esquiva a lo largo de su vida. Y aquí
vemos nuevamente como la guerra se convierte en un elemento estructurante de
la política romana al servicio individual de quien ostenta el poder, como
anteriormente lo había sido para quienes intentaban llegar al mismo.

Para que la gloria sea imperecedera la campaña militar debía ser


cuidadosamente planeada, y es así que en el 43 d.C. una fuerza de unos 40.000
hombres de los cuales al menos 5.000 jinetes y transportados en más de 1000
barcos de transporte y guerra cruzaron el canal. Esta poderosa organización de
combate estaba bajo el mando de Aulo Plaucio, quien había sido designado por el
emperador Claudio para comandar la operación. Plaucio comandaría cuatro
legiones: la IXna Hispana que estaba acampada en Panonia, la XXma Valeria y la
XIVta Gemina, ambas estacionadas en la frontera Norte del Rin. La última
movilizada era la IIda Augusta que estaba acuartelada en la zona del bajo Rin.
Probablemente estas legiones, y tal como sucede a menudo en los ejércitos
actuales, no contaran con la totalidad de sus efectivos designados y por lo tanto se
hayan sacado fuerzas de otras legiones. A estos hombres se sumaban las fuerzas
aliadas auxiliares, de infantería y caballería dando el total de hombres que
mencionamos arriba.

Los britanos no podían oponerse a los romanos en campo abierto, ello hubiera
sido un suicidio, por lo tanto sólo le quedaban dos opciones: o los contenían en
sus fortalezas, aldeas fortificadas o puntos fuertes, o se desplegaban en pequeñas
unidades guerrilleras para hostigar y desgastar al invasor. La mayor esperanza en
la estrategia britana estaba en aprovechar la geografía como un elemento
determinante de las operaciones militares, pues el desconocimiento del terreno
por parte del enemigo y sus tácticas de combate en orden cerrado en campo
abierto, eran un impedimento para el compartimentado terreno montañoso y de
bosques, con ríos, arroyos y pantanos que hacían difícil el tránsito de las tropas.

Toda guerra lleva implícitos sacrificios y especialmente en un ambiente de


insurgencia. Los britanos si querían triunfar con una larga maniobra de desgaste,
15
tenían que pagar el precio. El mismo estaba sujeto a la destrucción de los
principales centros políticos de las tribus, a la pérdida de cosechas y al
desplazamiento forzado de gran parte de su población hacia lugares donde los
romanos no pudieran penetrar. Esto muchas veces puede significar un problema,
pues no todos están dispuestos a pagar el costo y el sacrificio de una guerra de
este tipo, especialmente cuando los grupos tribales no estaban muy unidos entre
sí. Esa falta de unidad era el principal punto en contra que tenían los rebeldes
britanos, algo que iba a ser explotado por los romanos sin duda alguna.

La fuerza romana desembarcó en el 43 d.C. en las cercanías de Richborough,


al Norte de Kent y cerca de la Isla de Thanet. No tuvieron oposición en el
desembarco ni tampoco en su marcha hacía dentro del territorio. Los britanos
habían optado por refugiarse en los bosques y pantanos y desde allí negar al
enemigo el acceso mediante una guerra de guerrillas. Querían que los romanos no
tuvieran un objetivo nítido para combatir y tarde o temprano deberían marcharse
con las manos vacías tal como había sucedido a Cesar en sus campañas
anteriores.

De haber podido mantener una planificada y cuidadosa campaña de guerrillas,


los britanos podían haber vencido a los romanos en no poco tiempo, pero como
dijimos antes este tipo de guerra conlleva muchos sacrificios que no todos están
dispuestos a aceptar, especialmente algunos líderes tribales que en vez de
combatir a los romanos podían hacer tratos, aliarse con ellos y también utilizar el
poder militar de estos para llegar al poder o para mantenerlo de acuerdo a las
circunstancias. La romanización era, para muchos, bastante más sensata que la
guerra.

Para otros líderes tribales, como Carataco líder de los catuvellaunos y


Tugodumno de los Trinonvantes, la guerra era la opción más viable y fue la que
decidió su destino y el de su pueblo. El no enfrentar a los romanos en campo
abierto debía ser una regla a no romper, solo había que hacerlo en condiciones
tácticas favorables, como por ejemplo cuando los romanos llegaron a la orilla del
rio Medway se encontraron con que la orilla norte estaba ocupada por los
16
guerreros de Carataco que impedirían el cruce. Los britanos creían que la fuerza
romana no era capaz de cruzar a menos que lograran tender un puente y
justamente eso era lo que debían impedir. Pero no tuvieron en cuenta que Plaucio
contaba entre sus filas con la caballería auxiliar gala, que tenía la capacidad de
cruzar a nado con sus monturas e impedimenta, y eso fue lo que hicieron. Dos
destacamentos de caballería gala cruzaron el Medway cayendo sobre el ala
izquierda del dispositivo britano, mientras la IIda Legión Augusta lo hacía por el
lado opuesto y caía sobre el ala derecha matando a muchos guerreros y obligando
a los mismos a retirarse hasta verse forzados a luchar en la línea del estuario del
Támesis.

La línea que discurría a lo largo del Támesis estaba cubierta por varios
pantanos, y al no conocer los pasos de vadeo la situación se había complicado,
especialmente porque las fuerzas britanas ocupaban la orilla opuesta.
Nuevamente se utilizó a la caballería auxiliar gala para que ingresara a los
pantanos y encontrara puntos de cruce aptos para la infantería, la que lograría
cruzar por distintos puntos. Los britanos ofrecieron una gran resistencia, pero uno
de sus líderes Tugodumno cayó en los combates y tal como sucede en
sociedades tribales cuyo mando está supeditado a las acciones del jefe de la
partida de guerra, obligó a las fuerzas britanas a dispersarse dejando espacio a
los romanos para que incursionaran hacia el norte del Támesis.

Dos objetivos se le presentaban a Plaucio a la vista una vez que había logrado
romper el frente del Támesis: por un lado la fortaleza y capital de los
catuvellaunos, la que fue asaltada y destruida y más tarde bautizada por los
romanos como Verulamium; por otro lado la capital del reino de los trinonvantes,
que también fue conquistada y rebautizada como Colonia. Pocos guerreros
huyeron a las montañas y quedaron asimilados a otras tribus, pero los líderes de
los catuvellaunos y los trinonvantes decidieron someterse a Roma, tal como lo
habían hecho otros antes que ellos.

Si el objetivo de la campaña era destruir el poder militar de las tribus britanas


del sur, entonces estos se cumplieron; si el mismo era para conquistar territorio,
17
también se cumplió, limitadamente, pero se cumplió. A grandes rasgos podemos
ver que la campaña del 43 d.C. del emperador Claudio fue exitosa, tal vez la más
exitosa de todas. Pero lejos estaba Roma de poder conquistar la isla, por lo menos
en el corto plazo.

Si bien las tribus más guerreras habían terminado pactando con los romanos,
muchos grupos de las mismas se habían retirado a las montañas, bosques y
pantanos y desde allí iniciaron una nueva guerra de guerrillas que duraría una
década, llevando al emperador Nerón a desistir e incluso pensar en abandonar las
posesiones que Roma tenía en Britania.

Las fuerzas romanas debieron dividirse en grupos de combate, los mismos se


conformaban en base a una Legión y sus fuerzas auxiliares. Las distintas tribus
britanas se articulaban en una composición rígida y se confederaban para
combatir al enemigo común, esto era un punto débil de las mismas ya que podían
ser batidas por las fuerzas romanas allí donde las encontrasen. Otras tenían una
composición y estructura social más flexible, podían adaptarse mejor a la guerra
de guerrillas y dieron más problemas a las legiones.

Carataco no era uno de los señores de la guerra locales que se hubiera


convencido de tratar con los romanos, era uno de los que creía que a Roma solo
se le podía hablar con la violencia. Éste había sobrevivido a las campañas del
año 43 y decidió continuar la guerra retirándose con algunas fuerzas a la planicie
de Salisbury, al Oeste de la isla, donde concertó una alianza con los dobunnos y
comenzó a incursionar contra las fuerzas romanas y aliadas. Tiempo más tarde
una fuerza militar los empujó y debieron adentrarse a la región de Gales haciendo
para los romanos un avance muy dificultoso. Hasta ese momento Roma
controlaba el territorio que iba desde Southampton hasta The Wash en la región
suroriental de la isla, pero el occidente de la misma era territorio controlado por la
insurgencia de Carataco que se había revelado como un excelente comandante
guerrillero. Ocho años después fue derrotado en una serie de batallas en campo
abierto pero logró escapar una vez más con un núcleo de guerreros de elite y se
dirigió al Norte para persuadir a los brigantes que se unieran a él en la lucha, pero
18
la reina de estos era aliada de Roma y lo entregó sin más a los romanos. A pesar
de los problemas que había traído, el emperador Claudio lo mantuvo como
prisionero y le perdonó la vida.29 Así finalizaba la campaña más compleja que
habían tenido los romanos hasta ese entonces. Pero los problemas no dejarían a
Roma en Britania.

Los romanos demostraron una gran capacidad de adaptación, modificaron sus


procedimientos, cambiaron su estrategia y trataron de batir a las tribus por
separado, pero su punto fuerte estaba en la diplomacia. Era más fácil convencer y
comprar a los señores de la guerra locales que combatirlos. Para muchos de ellos
era conveniente aliarse a Roma, pues les brindaba mejores beneficios que luchar
contra ella.

El futuro emperador Vespasiano, comandante de la IIda Legión Augusta lideró


una campaña hacía el Oeste contra la tribu de los durotriges, partiendo de Poole
y llegando a Dorchester en el extremo suroeste. Esta fortaleza estaba bien
defendida, pero por sobre todas las cosas estaba ubicada en altura y con zonas
pantanosas aledañas que hacían difícil un ataque a la misma. Los romanos
debieron instalar varias maquinas de asalto y resistir por sobre todas las cosas, a
un constante e intermitente fuego que lanzaban sus defensores con todo tipo de
proyectiles arrojadizos. Las fuerzas de asalto de la IIda Legión conformaron varios
grupos de choque utilizando la formación de testudo o tortuga, y cubiertos con un
amplio fuego de apoyo de su artillería lograron tomar el fuerte.

29
Los romanos bajo el mando de Escapula iniciaron una serie de acciones que podemos comparar
con las actuales operaciones de búsqueda y destrucción, donde obligó a varias tribus a
desarmarse, pero por sobre todas las cosas los romanos actuaron con mucha violencia sobre
tribus que no eran hostiles a ellos, sembrando la semilla de próximas rebeliones. Carataco se
enfrentó a una fuerza militar romana de cerca de 10.000 hombres en el 50 d.C en Snowdonia. Es
improbable que haya logrado conformar una fuerza parecida a la de los romanos, probablemente la
mitad de esas fuerzas. Escapula tenía con él a las legiones XIVta y XXma más cohortes auxiliares
y una pequeña fuerza de caballería. Para poder contrarrestarlos, Carataco decidió utilizar el terreno
pantanoso y boscoso a fin de restringir los movimientos y la maniobrabilidad de las legiones. Ubicó
a sus fuerzas en una orilla alta sobre un rio caudaloso pero vadeable, los romanos formaron en
testudo y avanzaron protegiéndose de los proyectiles, en tanto eran cubiertos por el fuego de
armas arrojadizas de las cohortes auxiliares. De esta manera se selló el desarrollo de la batalla
donde los guerreros britanos fueron casi exterminados.

19
The Wash
Gales

Territorio
Río Támesis controlado por
los romanos
en el 45 d.C.

Southampton

Campaña contra Carataco


45 d.C.

Para el año 60 d.C. estalló la peor revuelta hasta ese momento en la isla. La
reina Boudica levantó a las tribus britanas en una nueva insurgencia para expulsar
a los romanos de su territorio.

La rebelión de Boudica

Las tribus de los icenios eran aliadas de Roma y ocupaban territorios al norte
de los catuvellaunos y de los trinonvantes, no habían sido una amenaza para
los romanos hasta ese momento y es probable, incluso, que hayan sido una de las
primeras tribus en aliarse a estos. Si bien hubo en ese año una rebelión de

20
caciques menores y que fue sofocada violentamente por fuerzas auxiliares
romanas, la mayoría del tiempo los icenios se mantuvieron tranquilos. Sin
embargo los acontecimientos darían un giro inesperado.

Uno de los principales líderes icenios era Prasutago que al morir en el 60 d.C.
dejó el reino a cargo de sus dos hijas que fueron nombradas, tal vez en un acto de
sumisión, y junto a todos sus bienes con el emperador Nerón. Acto que tal vez
pensaba lo podría dejar afuera de los interese romanos y de esa manera mantener
a su pueblo alejado de los problemas. No fue así, ya que los romanos incautaron
los bienes de Prasutargo y a partir de allí comenzó una serie de eventos
relacionados con los excesos de los funcionarios romanos que derivaron en
hechos de violencia, tal como llegar a azotar públicamente a la esposa del
fallecido rey, Boudica, y la violación sistemática de sus hijas cuando la reina se
negó a entregar los bienes. La rebelión estalló.

Cayo Suetonio Paulino era el legado imperial en Britania, que en ese momento
se encontraba en la otra parte de la isla, precisamente en la isla de Mona,
sofocando una rebelión.30 Varias tribus se plegaron a la insurrección, entre ellos
los trinonvantes. Estos al haber sido derrotados por los romanos en las
campañas anteriores, guardaban un alto rencor y por sobre todo debían compartir
parte de su territorio con ex-legionarios que recibieron tierras como parte de pago
por sus servicios. Más que una usurpación, los mismos eran una muestra
constante de la consecuencia de la derrota. Otro de los problemas que sumó
causas a la rebelión eran los altos impuestos que las tribus debían pagar para
mantener la paz, los que sumados a la codicia de los legisladores romanos se
hacían muy pesados de contener.

30
Cuando Paulino llegó se encontró con una situación bastante candente y con rebeliones
constantes, por lo tanto decidió tomar medidas militares que podríamos llamar de
contrainsurgencia. Optó por atacar a quienes eran los que incitaban a la rebelión y para ello
descubrió que la religión era un elemento clave de las mismas. Por eso decidió atacar la Isla de
Mona ubicada al noroeste y que era la base de la religión druídica. Poco se sabe de los druidas,
pero sabemos que sus sacerdotes itinerantes hicieron mucho para fomentar la oposición a Roma.
Para esta campaña Paulino llevó a gran parte de sus fuerzas al norte de Gales desprotegiendo las
regiones pacificadas.

21
Además de todos los factores nombrados, debemos sumar, tal vez, el más
importante de todos: el de los señores de la guerra que habían visto su poder
socavado por los reyes y caciques más importantes. Esta era la oportunidad que
se les presentaba para recuperar su lugar en la escala de poder de la tribu.

La llegada de Roma a Britania impactó duramente en su cultura, alterando


sensiblemente el estilo de vida de los britanos. Roma ofrecía un estilo de vida más
sofisticado y complejo, pero ese no era el estilo de vida de las distintas tribus que
vieron disminuir culturalmente su poder guerrero, pues eran por sobre todas las
cosas un pueblo guerrero. Aquí podemos ver las diferencias militares entre los
romanos y los britanos, para los últimos, el ejército era de los privilegiados y por lo
tanto los que sufrían las consecuencias de una guerra era el propio pueblo, porque
era a ellos a quienes se despojaba de su poder político y de las libertades de vivir
su vida cómodamente. El pueblo es el que conforma su ejército porque es una
nación de guerreros y donde cada uno de ellos ocupa un lugar en la sociedad. Era
un motivo más que razonable para poder oponer una fuerte oposición, pero al ser
conquistados culturalmente por el simple proceso de aculturación, muchas tribus
se veían beneficiadas con el estilo de vida que Roma ofrecía y es por ello que era
mejor aliarse que combatir. De esa manera por cada tribu que se rebelaba había
otra que se aliaba sin más a los romanos o pactaba con ellos. Pocas tribus podían
prosperar sin los romanos, y de hecho, pocas los hicieron. Tampoco hemos de
creer que los romanos eran en verdad el símbolo de la civilización, sino que el
proceso temporal de aculturación mermó en gran parte el poder combativo de las
tribus e hizo que muchas se sometieran, esto dejaba a los romanos a un paso por
delante de los britanos, ya que cuando una tribu se sublevaba se conseguían
aliados que podían ayudar a someterla. En una guerra de insurgencia con las
características que se presentaban en Bretaña, el apoyo de tribus aliadas era
esencial para la contrainsurgencia de los romanos.31

31
Algo similar sucedería en las guerras indias de las planicies en EEUU y en nuestro país, donde
al apoyo de indios aliados fue fundamental para poder derrotar a las tribus hostiles.

22
La reina Boudica reunió a sus fuerzas y otras de tribus que se unieron a la
insurrección y rápidamente se dirigieron sobre Colchester que apenas estaba
defendida por una fuerza menor a una cohorte. A pesar de la resistencia fueron
totalmente masacrados junto a toda la población civil romana. El plan de Boudica
era atacar los principales centro romanos, que para ese entonces eran Colchester
y Verolamium. Ambos estaban desprotegidos ya que la mayoría de las fuerzas
romanas habían marchado con Suetonio Paulino a la campaña de la Isla de Mona,
haciendo que esta situación fuese totalmente favorable a Boudica. Los centros
como Colchester y Verolamium también tenían una cierta connotación simbólica,
pues no solo eran habitados por ciudadanos romanos, sino que estos eran
también los que confiscaban bienes a los britanos y recaudaban impuestos.

Una vez que arrasó con Colchester, la fuerza rebelde se dirigió hacia el lugar
más representativo del poder de Roma en la Isla: Londinum (hoy el actual
Londres). La que fue reducida a cenizas y su población siguió la misma suerte que
la anterior ciudad. El siguiente paso fue la toma de Verolamium, que terminó de la
misma manera. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Paulino ordenó
movilizar a la XVta Legión y a la IIda, pero esta última no se movió ya que su
comandante no se atrevió a enfrentarse a los rebeldes que lo superaban
numéricamente. Debieron esperar a Paulino para marchar a combatir a Boudica.
Éste decidió marchar directamente a Londinum al frente de su ejército que
contaba con una fuerza no menor a los 12.000 hombres.

Mientras las fuerzas romanas avanzaban hacia el sur, los britanos lo hacían
hacia el norte buscando un probable encuentro con aquellos. Ambos ejércitos se
encontraron en Mancetter, cerca de la actual Coventry. Según las fuentes antiguas
los britanos superaban los 200.000 hombres algo que es sin duda una
exageración, ya que en entre ellos se cuentan a todos los pobladores que
acompañaban a los guerreros, entre ellos mujeres, ancianos y niños.
Probablemente el número de guerreros esa tarde no superara los 20.000 o
30.000.

23
Paulino formó a sus tropas en la formación habitual romana con las legiones en
el centro, la infantería auxiliar a cada lado y las alae de caballería en cada ala del
dispositivo. También se ubicó al pie de un monte y con bosques a los costados
para que su posición no fuera rodeada fácilmente. Por su lado, Boudica, adoptó un
dispositivo similar con la infantería tribal ocupando el centro del mismo, la poca
caballería en las alas y una gran línea de carromatos con la mayoría de la logística
en la retaguardia.

Batalla de Watling Street


60/61 d.C.

Paulino
Auxiliares Auxiliares
Caballería I I I Caballería

Legionarios

Caballería Infantería tribal Caballería


C I I I I C
Boudica

Línea de carromatos

Las fuerzas britanas cuyo componente principal eran los icenios, no habían
enfrentado al ejército romano en batalla aún y no habían visto desplegado todo su
poderío. La disciplina, el equipamiento y entrenamiento de una fuerza profesional
como con la que contaba Paulino, era muy difícil de vencer en campo abierto. Y si
bien eran superados a una proporción de 2 o 3 a 1, los romanos contaban con una
gran ventaja en potencia de choque y maniobra, además de contar con una muy
eficiente cadena de mandos y organización para el combate, algo que las tribus
rebeldes no podían equiparar de ninguna manera. Es más, el armamento de

24
muchos britanos estaba compuesto por elementos de labranza que no podían
significar una gran amenaza para los acorazados legionarios.

Después de iniciar las acciones con algunas escaramuzas la infantería britana


avanzó en toda la línea, para recibir en el movimiento una verdadera lluvia de
jabalinas y otros proyectiles que diezmaron sus filas; hay que tener en cuenta que
la mayoría de los rebeldes no estaban equipados ni con escudos, ni con coraza
alguna que los protegiera del fuego graneado de los legionarios. Esto hizo que el
ataque perdiera peso y diera lugar a los romanos para que avanzaran y
manteniendo su formación comenzaran a masacrar a los icenios que comenzaron
a retroceder y a arrinconarse contra un terraplén y los carromatos. Lo que sucedió
después fue una verdadera carnicería donde la masa de la fuerza britana fue
aniquilada. No se ha podido saber que fue lo que pasó con la reina Boudica,
algunas versiones dicen que terminó suicidándose y otras que luego de escapar
del campo de batalla se refugió en las tribus del norte y murió de enfermedad.

Paulino no cometió el error que tantos comandantes han hecho en otras


ocasiones y con motivo de enfrentar a rebeldes insurgentes, no los subestimó; por
el contrario, los consideró una seria amenaza y los combatió en consecuencia, esa
fue tal vez su mayor capacidad.

Una vez finalizada la revuelta de Boudica los avances romanos se detuvieron.


Siguió un periodo de consolidación de los mismos en los territorios bajo su control,
se habían dado cuenta de que debían asegurarse de que la provincia estuviera
debidamente pacificada para poder iniciar nuevas campañas hacia territorios
hostiles.

Las nuevas operaciones militares para anexarse nuevos territorios comenzaron


en el 70 d.C con objetivos en el norte de la Isla, más precisamente hacia las
regiones de Gales y Escocia. Por primera vez se intentaban conquistar ambas
zonas y por lo tanto era un movimiento gradual el que se inició con dicho objetivo.

25
Fue Julio Agrícola quien completó la conquista, un comandante experimentado
y que había combatido a Boudica en la anterior rebelión. Se hizo cargo en el año
78 d.C y se propuso terminar con las insurrecciones britanas. Sus campañas
fueron poco ortodoxas y llama la atención lo innovadora que fueron, ya que
utilizarían una combinación de fuerzas de elite, tropas de choque y fuerzas
anfibias embarcadas en una forma muy moderna de hacer la guerra. Para el 79
había completado la conquista de Anglesey e iniciaba la nueva campaña en
Escocia.

Agrícola era lo que se puede decir, un comandante poco ortodoxo, se había


adaptado perfectamente a la forma de guerrear de los britanos y obrado en
consecuencia. Sus campañas de contrainsurgencia buscaron un efecto doble: en
primer lugar el control del territorio, no por la presencia física de sus tropas y
mediante la ocupación del mismo, sino por el terror a su regreso. Por otro lado,
mediante una serie de procedimientos de contrainsurgencia obligaba al enemigo a
presentar batalla en campo abierto y de esa manera aniquilarlo. Fue un gran
organizador de operaciones militares que utilizando procedimientos tácticos
novedosos alcanzó el centro de Escocia. Hizo colocar numerosos puestos
avanzados con torres cuya misión primaria era la de dar la alerta temprana ante
un avance enemigo, e inmediatamente y próximos a los mismos había una base
de la Legión que acudía a enfrentarlo. No lo hacían solos sino que utilizaba naves
artilladas que proveían fuego de cobertura con proyectiles incendiarios. Para la
persecución utilizaba caballería aliada ligera, que a su vez iba acompañada de
infantería ligera y de fuerzas de elite transportada por naves para bloquear a las
fuerzas rebeldes.

Estos procedimientos tienen aspectos que debemos detallar. En primer lugar el


uso de las naves artilladas proveyendo fuego de cobertura era algo práctico
debido a que gran cantidad de aldeas rebeldes se encontraban cercanas a los
ríos, cuyos afluentes podían ser remontados por las naves romanas; esto también
era apto para el transporte de tropas de asalto, ya que era más fácil transportarlas
por naves y más rápidamente, su limitación estaba dada por los pocos efectivos

26
que se podían transportar. Cuando hablamos de tropas de elite, normalmente
podemos hablar de una vexillatio organizada para alguna misión particular o bien
se trataría de tropas auxiliares, como la caballería gala por ejemplo, que podían
llevar a cabo ciertas operaciones en base a sus destrezas particulares.

A pesar de estas operaciones militares contrainsurgentes la frontera del norte


de Escocia no estaría asegurada, en parte, hasta una década más tarde cuando el
emperador Adriano ordenara la construcción de su famoso muro. Hasta ese
momento Britania era prácticamente una provincia romana, había calzadas,
ciudades y estructuras propias de Roma, pero el sometimiento total de las tribus
britanas no se había logrado. Muchos historiadores han justificado la creación del
muro de Adriano como una estructura defensiva y limitativa, puesto que más allá
del mismo no había nada que a Roma le interesase. Sin embargo, creemos que se
trata de un error de apreciación en cuanto a que Britania estaba totalmente
conquistada para cuando se levantó el muro. Muchas tribus indómitas se habían
replegado a las montañas y a una zona cuyas características geográficas se hacía
muy complicado acceder. Enviar fuerzas a zonas tan comprometidas hubiera
significado continuar con costosas operaciones militares cuyo resultado hubiera
sido relativo y dudoso. Es más probable que el muro signifique el límite de las
capacidades de Roma ante un ambiente hostil y complejo como era el de
mantener el control de las levantiscas tribus britanas, por sobre considerar que el
mismo significaba que hasta allí se llegaba ya que no había nada más interesante
para conquistar. Es entendible que éste marcara el limes, entendiendo al mismo
como una zona de intercambio y de amortiguación con numerosas poblaciones
que vivirían al margen de la muralla, y no solo como un elemento de demarcación
fronterizo que evitaba el paso de uno a otro lado.

El emperador Adriano ordenó la construcción de un muro de punta a punta, de


117 kilómetros de largo, que iba desde Pons Aelius (actual Newcastle) hasta la
población de Maglona (actual Wigton). El mismo consistía en una serie de fortines
que custodiaban la muralla, que a su vez medía entre 3 y 6 metros de altura
dependiendo del terreno, con un ancho de 2 a 4 metros. Estaba construido en

27
piedra sólida y no sólo era netamente defensivo, como lo era mucho más
limitativo. Del otro lado del muro se encontraban las aguerridas tribus de los
pictos que no se someterían a Roma si no era mediante una larga y desgastante
guerra.

Roma va a mantener su presencia en la Isla hasta el 406 d.C cuando una


confederación de anglos, jutos y sajones realicen una reconquista definitiva de la
misma.

Conclusiones

En el presente trabajo hemos podido observar la dificultad que todo ejército


regular ha tenido para poder derrotar a enemigos irregulares y que combaten de
manera esquiva y negando emplearse en una batalla campal. Ha sido una
constante a lo largo de la historia militar que fuerzas más débiles recurran a
procedimientos de guerrilla para evitar su exterminio indefectible en el combate
contra fuerzas superiores.

Julio Cesar, intentó conquistar Britania y para ello formó un gran ejército y una
flota capaz de transportarlo a través del canal. Los romanos poseían una
organización de combate tan eficiente que los hacía prácticamente invencibles en
el campo de batalla, es por eso que Cesar buscó derrotar al ejército confederado
britano en una batalla decisiva con el objetivo de obligarlo posteriormente a
aceptar las condiciones que éste les impondría. Pero los britanos, si bien en un
primer momento intentaron enfrentarse a los romanos tratando de evitar que
desembarcaran, decidieron evitar una confrontación directa y se replegaron hacia
el interior del territorio negando a Cesar la posibilidad de que emplee contra ellos
toda la capacidad de combate en un encuentro.

Las tribus britanas eran fuertes en las montañas, sabían que los romanos no
conocían el territorio y que si osaban adentrarse en el mismo su situación logística
se complicaría. Es por ello que la actitud adoptada por los isleños de conducir una
guerra de guerrillas evitando encontrarse con el enemigo en campo abierto y

28
llevándolo a las montañas donde mediante emboscadas, golpes de mano y
devastando la zona para evitar que se aprovisione, fue acertada aunque la guerra
se extendiera más de los previsto. Si bien las fuentes de primera mano no son
claras con respecto al desarrollo final de la campaña (Julio Cesar, La guerra de las
Galias)32, es posible deducir que la poca importancia que éste da a la campaña
hace pensar en que la misma no fue muy favorable.

¿Cuáles fueron los errores cometidos por Cesar? En primer lugar, el


desconocimiento que tenía del enemigo, no sabía ni su número, ni su capacidad
de combate, ni su territorio, etc. Solo confiaba en las informaciones que le
transmitían algunos miembros de las tribus britanas a cambio de dinero; dando
esto una estimación de la confiabilidad de la misma. La subestimación del
enemigo es otro de los errores cometidos, algo normal en los ejércitos poderosos
y con gran capacidad de combate, aspecto que aumenta significativamente
cuando combaten contra fuerzas irregulares donde se desprecia la capacidad
combativa de estos últimos. La operación aparenta una falta de previsión total en
la misma, parece más una acción aventurera que una acción militar real. Las fallas
han existido a pesar del relato de Cesar, donde no da detalles de relevancia, pero
el hecho de que un año más tarde emprendiera una operación similar con fuerzas
mucho más poderosas, dan la pauta, o al menos deja entrever, que en la primera
las cosas no salieron tan bien.

Las posteriores campañas romanas, como la de Plaucio y Paulino, fueron


dedicadas a conquistar e ir consolidando el territorio a medida que el mismo
quedaba en sus manos. Fue más hábil la estrategia de ir ganando aliados entre
las tribus que combatirlas solamente desde el aspecto militar. Las rebeliones se
producían por las exacciones y abusos de los dominadores sobre la población, el
gravamen de impuestos y la imposición de costumbres antagónicas a la cultura
tribal. La violencia con la que se reprimía a los rebeldes provocaba dos efectos
contrarios: por un lado, hacía que otras tribus indecisas se sometieran a los

32
Julio Cesar “La Guerra de las Galias”. Editorial Losada. Edición 2004

29
romanos por miedo a sus represalias; por el otro, obligaba a otras a resistir
militarmente.

La única forma que tenían los britanos de vencer, era mediante una guerra de
insurgencia con procedimientos de guerrilla. Una bien planificada guerra de
insurgencia tenía posibilidades de vencer a la larga, tal como ha sucedido, y
sucede, a lo largo de la historia. Pero dependía de varios factores, y uno de los
más importantes era el relacionado con los intereses intratribales donde los
señores de la guerra que habían perdido poder se aprovechaban de las
circunstancias para aliarse a los romanos y recuperarlo. La poca o casi inexistente
unión entre las tribus, o rivalidades propias de estas sociedades, hacían muy poco
probable que se conformara una fuerza militar contundente como para poder
contrarrestar el poder militar romano.

El proceso de aculturación normal que se producía entre el intercambio de


romanos y britanos, fue un elemento perjudicial para el estamento militar de los
segundos, cuyas sociedades estructuradas en base a una casta guerrera se vio
transfigurada y perdió valor con el tiempo. La capacidad militar romana en cambio
no se habría visto en las mismas condiciones, aunque con el tiempo esto también
se produjo y terminó con las legiones a manos de las poderosas tribus jutas y
sajonas.

Una guerra fallida no significa la derrota de Roma, ya que su ejército no fue


derrotado hasta el 406 d.C. cuando ya las legiones habían prácticamente
desaparecido y las condiciones del imperio eran totalmente distintas, pero sí no se
logró la total conquista de la Isla. No es probable que se haya abandonado parte
de la conquista porque no había muchas más cosas de interés; puesto que lo más
probable haya sido la imposibilidad militar romana para poder controlar los
territorios del norte, cuyas zonas eran más complejas y sus tribus más aguerridas
y preparadas. Tal vez, el muro de Adriano se había convertido en una frontera
natural (aunque era artificial), como lo fue el Rin en la región de Germania.

30
En Britania no hubo una batalla que aniquilara a las legiones, por el contrario,
los pueblos autóctonos son los que más sufrieron el embate de la guerra. Pero la
conquista completa no se produjo. A pesar de grandes derrotas como la de
Boudica en Waitling Street o de Cálgaco en Monte Graupio por Agrícola, la
resistencia britana nunca cejó y la llama de la insurrección siempre estuvo altiva,
lista para inflamarse en cualquier momento. Y cuando no se tiene control de la
situación, cuando la misma debe ser mantenida a fuerza de operaciones militares,
la guerra que debería haber dejado paso a la diplomacia no cumplió con su rol y
por lo tanto las campañas militares fallaron. Por eso decimos que es una guerra
fallida, pues el ambiente insurreccional nunca fue controlado en su totalidad, e
incluso el limes debió ser marcado con una estructura defensiva.

Nunca una mejor descripción de una guerra insurgente en la antigüedad estuvo


tan bien detallada como con las palabras que Calgaco pronunció al frente de las
tribus caledonias que se enfrentaron a las fuerzas de Agrícola en el Monte
Graupio:

Son nuestras disensiones y desacuerdos los que les dan ventajas, los
defectos de sus enemigos los que sirven a la gloria de su ejército; esta
amalgama de pueblos, unidos ante los éxitos se disocian ante los reveses; a
no ser que, por casualidad, los galos, los germanos y muchos de los
bretones, que pueden prestar su sangre a la tiranía del extranjero, mientras
fueron mucho tiempo sus enemigos más que sus esclavos. Temor y terror
son débiles lazos para la amistad... Todo lo que me anima para vencer está
de vuestra parte; los romanos no tienen esposas para quemarlas, ningún
pariente que les reproche la huida; muchos no tienen patria, o son de otra
patria que no es Roma. Poco numerosos, desorientados, no ven a su
alrededor más que objetos desconocidos: este cielo, este mar y estos
bosques, nos han sido entregados por los dioses, y nos encarcelan y
encadenan... Entre las filas enemigas encontraremos apoyos para nuestra
causa; los bretones reconocerán su causa propia; los galos se acordarán de
su independencia pasada; los mismos que cuando poco los usupios dejaron

31
a los romanos, todos los otros germanos los abandonaron. Y después de
esto, nada más que añadir: fortines evacuados, colonias de viejos,
municipios debilitados y desunidos; de un lado la obediencia forzada: del
otro, la autoridad injusta.33

Las campañas de Britania se iniciaron en el 54 a.C y finalizaron con el Muro de


Adriano en el 122 d.C., aunque las mismas ya se habían terminado con la última
campaña de Agrícola en el 84. La guerra en un ambiente de insurgencia era muy
difícil que tuviera un buen final para los invasores romanos, a la larga, la cultura
guerrera de las tribus britanas los devolvería al otro lado del canal.

33
Tácito. Vida de Agrícola. Ed Gredos. 2011. Pag 32.

32
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TÁCITO. “Vida de Julio Agrícola”. Editorial Gredos. 2011

Artículos y páginas web

“Tácticas romanas de batalla”. Artículo extraído de la página web: www.romans-in-


britain.org.uk

www.romans-in-britain.org.uk

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