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Resumen
Foucault postula una “voluntad de saber” sobre el sexo. Con ello se opone a
la “hipótesis represiva” que supone que la sexualidad ha tendido a ser
rechazada y reprimida en la modernidad por la burguesía.
El sexo no es solo asunto del PLACER, sino que de él debe extraerse un
SABER y una VERDAD. La “Verdad del sexo” se logra mediante la confesión.
El propósito de Foucault es demostrar que la libertad sexual “lograda” es un
dispositivo falso que pretende distraer de aquello que verdaderamente debe
ser objeto de lucha en nuestra sociedad: el control de nuestros propios
cuerpos y nuestros propios deseos.
Ese control sobre nuestros cuerpos opera en forma estratégica a través de
la producción de un tipo de discurso acerca de lo que es la sexualidad. La
“sexualidad” no es un dato “natural” sino el “correlato” de una práctica
discursiva.
Foucault, nos mostrará que en el desarrollo de la historia se han dado dos
grandes procedimientos discursivos sobre la sexualidad que intentaron
alcanzar la verdad del sexo: el ars erotica y la scientia sexualis
ARS EROTICA: En el ars erótica, la verdad es extraída del placer mismo, tomado
como práctica y recogido como experiencia; el placer no es tomado en cuenta en
relación con una ley absoluta de lo permitido y lo prohibido ni con un criterio de
utilidad, sino que, primero y ante todo en relación consigo mismo, debe ser conocido
como placer, por lo tanto según su intensidad, su calidad específica, su duración,
sus reverberaciones en el cuerpo y el alma”, (Foucault, Historia de la sexualidad,
tomo I, 1976) Este procedimiento fue propio de las culturas orientales.
En cambio, nuestro intento por despejar la idea del secreto de la sexualidad transitó
por otro lado, por el lado de lo que debía mantenerse oculto, la encontramos en la
scientia sexualis, utilizada por occidente con el propósito de que la sexualidad dejara
de ser simple placer, para ver en ella focos de conocimiento y saber, razón por la
cual la confesión se convertiría en ese mecanismo para llegar al saber del sexo.
Esto tenía como propósito no sólo construir un discurso sobre el sexo, sino usar la
elaboración de este discurso por parte del sujeto como un proceso de
individualización por medio del cual el sujeto quedaba atado a la red del poder.
SCIENTIA SEXUALIS: utilizada por la sociedad occidental. A través de ella el sexo
dejó de ser considerado tan solo asunto de placer, para inscribirse en el régimen
del saber. Se ha desarrollado un procedimiento para SABER sobre esa sexualidad:
la CONFESION, la cual se ajusta a las reglas del discurso científico:
1. Hacer que el otro se confiese. Se logró integrar la técnica de la confesión a la
ciencia, descifrando lo confesado en términos de síndromes y síntomas; y
adjudicándole al sexo capacidad de curar y de enfermar.
2. Atribuirle a la sexualidad una causalidad general (todo se puede relacionar con el
sexo);
3. Idea de que la sexualidad está siempre presente;
4. Realizar un trabajo de interpretación para acceder a un discurso verdadero;
5. Que esa confesión tenga efecto terapéutico.
En el marco de la sexualidad, dicha confesión quitó el velo con el que disfrazábamos
las palabras, a partir de entonces la confesión se convirtió en la práctica más
importante que moldeó el discurso de la sexualidad. Antes la sexualidad era vista,
o mal vista, como algo pecaminoso, que debía ser ocultado, ahora y gracias a la
religión y a las ciencias, la sexualidad es vista como algo natural, propio de la
naturaleza de los hombres que necesitaba ser administrado, por tanto el sujeto se
ve obligado a transformar en discurso el acto sexual. “Solo en términos de poder es
posible pensar la libertad y la verdad. Confesar la verdad es una manera de
individualizarse. Es por esto que los dos procesos van unidos, la creación de la
verdad y la creación de la subjetividad. El individuo está por tanto cuidadosamente
fabricado, de acuerdo con toda una táctica de las fuerzas y de los cuerpos, el sujeto
sexual como tal es una creación más del gran engranaje en el que circula el poder.
DISPOSITIVO DE LA SEXUALIDAD:
Dentro de ese gran interés por alcanzar la individualidad, en el que el sujeto se ve
como un sujeto de deseo, Foucault, nos mostrará que la confesión aunque cumple
un papel fundamental en la veracidad sobre el sexo, no es la única estrategia que
se utilizó para su conocimiento y a su vez para su circulación; desde el siglo XVII.
Ya existían estos dispositivos que permitían la disciplinaridad de los cuerpos. Pero
con el cambio de paradigma, la visión en torno al sexo, la imagen que teníamos de
él como algo pecaminoso cambió, y su cambio trajo consigo una alteración en la
manera cómo se administraba a favor de un interes social.
El poder no es sólo, ni primordialmente, represivo. El poder es igualmente
productivo, en la medida que produce individuos, produce sexualidad, produce
incluso las zonas de ilegalidad indispensables para la mecánica del sistema legal.
Esta sería la propuesta de Foucault, ahora analicemos las condiciones que llevaron
a este autor a determinar la verdadera esencia de las relaciones de poder, que
permitieron que fuera posible pensar la sexualidad.
Ahora es el momento de hablar de esos dispositivos de la sexualidad que ayudaron,
junto con los dispositivos de producción del discurso sobre la sexualidad, a formar
o configurar al hombre moderno como ser integrado a la sexualidad, como ser
sexuado.
Durante el siglo XVII, las relaciones en cuanto al sexo se regían, especialmente por
un dispositivo de alianza con un sistema donde se regulaban las relaciones
sexuales entre dos individuos a partir de un “sistema de matrimonio, de fijación y de
desarrollo del parentesco, de trasmisión de nombres y bienes” (Foucault, Historia
de la sexualidad, tomo I, 1976, pág. 63), este dispositivo poco a poco fue perdiendo
su credibilidad, debido a los cambios sociales y a los saberes utilizados para
conservarlo. Este dispositivo era propio de la aristocracia, en el prevalecían los lazos
de sangre, la transcendencia, la genealogía.
A partir del siglo XVIII, las sociedades modernas inventaron un nuevo dispositivo, el
nuevo dominio será la sexualidad. Estos dos dispositivos fueron el punto de partida
para que por primera vez en occidente se crearan dispositivos de saber para hablar
y escuchar los placeres individuales de los seres humanos. “En una palabra, el
dispositivo de alianza sin duda está orientado a una homeostasis del cuerpo social,
que es su función mantener; de ahí su vínculo privilegiado con el derecho; de ahí
también que, para él, el tiempo fuerte sea el de la "reproducción". El dispositivo de
sexualidad no tiene como razón de ser el hecho de reproducir, sino el de proliferar,
innovar, anexar, inventar, penetrar los cuerpos de manera cada vez más detallada
y controlar las poblaciones de manera cada vez más global” (Foucault, Historia de
la sexualidad, tomo I, 1976, pág. 64).
Hay que evitar pensar que un dispositivo sustituyó a otro. Los dos subsisten en la
actualidad y se entrecruzan. Estos dos dispositivos tienen un mismo campo de
acción: la familia.
El primero mantuvo su círculo de aplicación en los padres, en el núcleo familiar,
llegando así a la prohibición, a lo que estaba bien y lo que no, a lo censurado, a lo
licito y lo ilícito. Mientras que el dispositivo de la sexualidad fue mucho más lejos,
llevo el núcleo de la familia a las instituciones que administraban el saber, apoyados
de esta manera por los médicos, por los psiquiatras, por los pedagogos. Todo podía
ser pensado y administrado por la sociedad, cada quien se encargaría de
administrar a los sujetos a los intereses sociales, el niño, no sólo recibía pautas en
su casa, también en la escuela, en la iglesia, y sus conductas negativas podrían ser
tratadas por los psiquiatras, por sicólogos. El problema al interior de la familia se
convirtió en un problema psico-biológico. Convirtiendo a la familia en una
herramienta idónea para ejercer el poder al interior de la sociedad.