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1) Casación N° 2037-2000
Piura
Demandante: Carlos Enrique Cueva Palacios.
Demandado: Empresa Prestadora de Servicios Grau S.A.
Asunto: Despido Arbitrario.
Fecha: 22 de febrero de 2001.
En: Diálogo con la Jurisprudencia. Año 7. Número 35. Agosto 2001. Página. 166
2) Casación N° 407-2002
LIMA
Demandante: Pablo Eugenio Yzaguirre Fuentes.
Demandado: Telefónica del Perú S.A.
Asunto: Cese de hostilidad.
Fecha: 10 de enero de 2003.
Si bien en esta casación no se desarrollan temas relativos, en estricto, a los
trabajadores de confianza; resulta relevante en la medida que llega a considerar que el
cambio de cargo del trabajador puede ser considerado como un acto de hostilidad. En ese
sentido, y en la medida que en el presente caso podría darse carta abierta para que el
empleador que pretenda deshacerse de uno de sus trabajadores, basta que lo nombre como
personal de confianza; consideramos oportuno extraer algunas partes de la referida
sentencia.
“Quinto. – Que, en tal sentido, si bien es cierto, las Empresas están facultadas
legalmente a introducir cambios o modificaciones en su organización y
funcionamiento, también lo es que dichas facultades deben efectuarse dentro de los
criterios de razonabilidad, como lo indican las normas antes acotadas. Que según
la Empresa demandada, esta se llevó a cabo un proceso de reorganización luego de
la fusión de Entel Perú Sociedad Anónima y la Ex Compañía Peruana de Teléfonos,
lo que dio origen a que parte del personal de la Empresa vea modificada la
denominación del cargo desempeñado; sin embargo, en el caso del recurrente, no
se observó el criterio de razonabilidad, pues a pesar de estar desempeñando las
mismas labores que realizaba bajo la denominación de Jefe de Grupo, la
demandada eliminó la bonificación por supervisión y con ello le modificó la
denominación del cargo a la de Técnico II.
(...)
Octavo. – Que, en el caso de autos, el accionante al momento en que se lleva a
cabo el cambio de estructura en la Empresa, desempeñaba labores de supervisión,
dado que cumplía los requisitos establecidos por la propia emplazada para la
percepción de la bonificación por supervisión; por consiguiente, ello no ha
significado un simple cambio de denominación del cargo que ocupaba el
demandante, sino una variación de funciones ubicándolo en una categoría inferior
a la que ostentaba, ya que además de haberle designado diferentes labores, ese
cambio también ha tenido repercusiones en sus remuneraciones que se ven
reducidas al dejar de percibir la bonificación por supervisión, incurriendo así en
las causales de hostilidad consistente en la reducción inmotivada de la
remuneración y de la categoría.”
En: Diálogo con la Jurisprudencia. Número 61. Año 7. Octubre de 2003. Página.
184.
3) Casación N° 1047-2001
Lambayeque.
Demandante: Walter Chumacero Gallardo.
Demandado: Electronorte S.A.
Fecha: 16 de octubre de 2001.
En esta sentencia que hace referencia a que si las labores de un trabajador no califican para
ser considerado trabajador de confianza, menos aún puede ser trabajador de dirección, ya
que este último tiene implícita la confianza; lo relevante, a nuestro juicio, son los
comentarios normativos que hacen los editores de la revista, quienes nos informan lo
siguiente:
“De conformidad con el artículo Decreto Supremo N° 001-96- TR (Reglamento de
Ley de Fomento al Empleo) del 24/01/1996, para que los empleadores califiquen
los puestos de dirección y confianza, deben proceder de la siguiente manera: a)
Identificar y determinar los puestos de dirección y de confianza de la empresa, de
conformidad con la ley; b) Comunicar por escrito a los trabajadores que ocupan
los puestos de dirección y de confianza, que sus cargos han sido calificados como
tales; y, c) Consignar en el libro de planillas y boletas de pago la calificación
correspondiente.
Por otra parte, la mencionada norma legal señala que la calificación de los puestos
de dirección o de confianza, es una formalidad que debe observar el empleador. Su
inobservancia no enerva dicha condición si de la prueba actuada ésta se acredita.
Los trabajadores cuyos puestos han sido indebidamente calificados como de
dirección o de confianza, podrán recurrir a la autoridad judicial para que se deje
sin efecto tal calificación, siempre y cuando la demanda se presente dentro de los
treinta (30) días naturales siguientes a la comunicación respectiva.”
En: Diálogo con la Jurisprudencia. Número 45. Año 8. Junio 2002. Pág. 179.
En: Diálogo con la Jurisprudencia. Número 85. Año 11. Octubre de 2005. 241
5) Expediente N° 746-2003-AA/TC
Nelly Catia García Villa.
Sobre la posible reposición, vía proceso de amparo, del personal de confianza; el Tribunal
Constitucional establece que ello no resulta viable. Ello se extrae de las afirmaciones
siguientes:
“3. En ese sentido, en autos no se ha acreditado fehacientemente la calificación del
cargo de a demandante a fin de determinar si le corresponde su reposición o, por
haber ejercido un puesto de confianza, solo la acción indemnizatoria, (...)”
En este caso, lo correcto es que el Tribunal Constitucional, al solo contar con una
función meramente restitutoria y no indemnizatoria, de acuerdo con el artículo 1
del Código Procesal Constitucional, deje a salvo el derecho del accionante para
que lo pueda hacer valer en la vía correspondiente”.
En: Diálogo con la Jurisprudencia. Número 94. Año 12. Julio 2006. Página 242.
En: Diálogo con la Jurisprudencia. Número 89. Año 11. Febrero 2006. Pág. 267.
Luego de dar cuenta de las definiciones de trabajadores de confianza que se han construido
en la doctrina, el autor considera que:
“Como se aprecia, existe un común denominador para la descripción y/o
calificación de los llamados Trabajadores de Confianza, cual es el grado de
responsabilidad delegada en ellos por el empleador para al atención de los
intereses fundamentales de su organización empresarial (lo que se sustenta en una
especial relación de “confianza”), por lo que bastaría – en principio – que el
empleador “pierda” la confianza depositada en el trabajador para que el vínculo
laboral entre ellos se vuelva – por así decirlo – “insubsistente”; sin embargo,
creemos que resulta complicado diseñar a priori una fórmula que delinee de
manera inequívoca algún concepto sobre Trabajador de Confianza, siendo por
tanto indispensable que en cada caso concreto se realice un análisis exhaustivo de
la situación planteada, pues de lo contrario se correría el riesgo de incurrir en
delimitaciones que no se ajusten a la realidad” (Página 593) (El subrayado y las
negritas son nuestras).
Por su parte, con relación a la estabilidad de los trabajadores de confianza, el autor sostiene
que gozan de estabilidad laboral relativa. Así, menciona que:
“En ese contexto, podemos señalar que la actual Constitución Política de 1993
consagra en su artículo 27 una estabilidad -digamos- flexibilizada en comparación
con su antecesora, bajo los siguientes términos: “La ley otorga al trabajador
adecuada protección contra el despido arbitrario”, es decir, se reconoce como
posible el hecho del despido sin justificación, pero no se define cuál es la
“adecuada protección” que debe ejecutarse frente a la ocurrencia del mismo,
dejando así al legislador la tarea de desarrollar dicho concepto. Viene a ser la
LPCL – entonces- la que consagraría para los trabajadores de confianza, a pesar
de no señalarlo expresamente, el derecho a la estabilidad laboral relativa (salvo en
los casos de despido nulo), es decir, el derecho al pago de la indemnización por
despido arbitrario regulado en el artículo 34 de la misma norma, requiriéndose de
esta manera a los empleadores para que puedan proceder con un despido
justificado (de cualquier trabajador incluidos los de confianza), la invocación de
una falta grave relacionada con su capacidad o conducta tipificada en la LPCL y
debidamente comprobada; de lo contrario, el despido devendrá en arbitrario y
deberá pagarse la citada indemnización (no procediendo la reposición en el
empleo).” (Página 597).
Por su parte, resulta conveniente advertir que el autor considera que la invocación de la sola
pérdida de la confianza puede ser considerada como una causal de despido arbitrario, ya
que el retiro de la confianza es entendido por el autor como “(...) el resultado de una
valoración de desempeño eminentemente subjetiva, que no requiere para su validez del
otorgamiento del derecho de defensa en la medida en que no se imputa al trabajador la
comisión de acto o conducta antijurídica alguna”. (Página 597)
1
Pág. 594.
reposición, sin perjuicio de dejar a salvo el derecho de accionar en la vía
correspondiente” (Página 597)
Pero probablemente lo más importante es que el texto nos informa de un tema que, a
nuestro juicio, resulto de una gran importancia para el presente caso: el demandante había
ingresado a laborar bajo la calificación de un empleado común, y que después había sido
colocado en un cargo de confianza.
De ahí que el autor comparta la preocupación antes señalada, que se produjo en la doctrina
respecto a dicha sentencia del Tribunal Constitucional, a quien invoca se pronuncie sobre el
particular. Es por ello que sostiene:
“Compartimos esta preocupación por cuanto podría darse el caso de que, cuando
un empleador desease despedir a un trabajador arbitrariamente, cumpla con
“ascender jerárquicamente” a ese trabajador, darle un cargo de confianza en la
empresa y luego despedirlo con la invocación de la “pérdida de la confianza”, y sin
que tenga derecho a ser repuesto en el centro de trabajo (o al menos, en el cargo
que antes desempeñaba y no revestía la clasificación de confianza). Creemos al
respecto que el Tribunal Constitucional debió o debería pronunciarse sobre este
punto, pues – ciertamente- los supuestos de hecho expuestos tienen un origen
diferente (en uno el trabajador es contratado directamente para asumir un cargo
de confianza, y en otro el trabajador es contratado pero no bajo esa calidad sino
que accede a ella con posterioridad), teniendo como sustento legal –además- lo
dispuesto en el artículo 44 de la LPCL, el cual establece que la designación o
promoción del trabajador a un cargo de dirección o confianza, “la ley no ampara
el abuso del derecho o la simulación”. (Página 598). (El subrayado y la negritas son
nuestras).