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Integración y complementación
del sector pesquero
Roberto de Andrade
Ingeniero en Pesca
Consultor experto de la FAO
Chile es un país privilegiado desde el punto de vista pesquero, con un territorio cuya silueta parece un Quijote
y deslinda con el mayor océano del planeta. Los movimientos de la tierra y los vientos predominantes en sus
costas producen uno de los afloramientos más importantes de los mares. Esa zona, que se extiende desde el
sur del Perú hasta la costa norte chilena es de una gran piscosidad, concentrándose allí grandes cardúmenes
de peces pelágicos. Además, la Corriente de Humboldt, con sus aguas frías provenientes del sur, baña el
litoral chileno en una gran extensión, generando un ambiente propicio para la vida marina. Gracias a estas
condiciones oceanográficas singulares, Chile se destaca en el contexto mundial por su amplia variedad de
recursos hidrobiológicos.
son la merluza común (Merluccius gayi) y crustáceos como el camarón nailon (Heterocarpus reedi), y el
langostino colorado (Pleuroncodes monodon), destinados a la producción de congelados. Al igual que en la
zona norte, en la zona centro-sur un número considerable de pesquerías están declaradas en plena
explotación.
La tercera macrozona, denominada sur austral, se sitúa desde la Región de los Lagos hasta la Región de
Magallanes y Antártica Chilena. En este sector, la actividad se concentra en recursos demersales como
merluza austral (Merluccius australis), congrio dorado (Genypterus blacodes), merluza de cola (Macruronus
magallanicus), bacalao de profundidad (Disostichus eleginoides), entre otras, que se destinan a productos
fresco-refrigerados o congelados.
La pesca bentónica es ejercida por los pescadores artesanales a lo largo de todo el litoral chileno, aunque
los desembarques son mayores en algunas regiones respecto de otras.
La pesca comercial de captura en Chile se compone de los siguientes subsectores:
• la pesca artesanal: Está conformada por los pescadores (independientes u organizados), los que deben
estar inscritos en el Registro Nacional de Pescadores Artesanales. Esta actividad se refiere al producto
extraído por botes artesanales y lanchas de hasta 18 metros de eslora y 50 toneladas de registro grueso, que
puede ser destinado a consumo humano directo en fresco o adquirido por la industria para elaboración.
Generalmente se trata de pesca fina de carne blanca y recursos bentónicos.
• la actividad industrial: Está formada por las naves pesqueras industriales y sus respectivos armadores,
los cuales como condición habilitadora deben inscribirse en el Registro Nacional Pesquero Industrial; esta se
utiliza para el abastecimiento de plantas elaboradoras. Este tipo de pesca comprende la captura a través de
cerco, pesca de arrastre, pesca de enmalle y otros artes mayores.
Las plantas elaboradoras pesqueras son las que procesan los recursos extraídos del mar, constituyendo
diversas líneas de procesamiento. Están ubicadas a lo largo de todo el país y su evolución depende de las
preferencias del mercado y de la disponibilidad de los recursos, entre otras. Las principales líneas que existen
actualmente en el país son la harina de pescado, los congelados, las conservas, los productos fresco-enfriado
y los productos seco-salado. Las otras líneas de elaboración son: ahumado, salado-húmedo, secado de algas
y agar-agar, las cuales presentan una participación marginal respecto del total de la producción industrial.
La evolución sectorial
El sector pesquero es uno de los rubros más dinámicos de la economía del país. Su evolución en los
últimos cuarenta años ha sido ascendente. De las doscientos mil toneladas capturadas en 1960, Chile llegó a
posicionarse como el tercer país pesquero del mundo, con un desembarque de 7.890 toneladas en 1995. A
partir de ese año se ha registrado una disminución de las capturas, estabilizándose en los últimos años en
alrededor de 4,5 millones de toneladas.
Los inicios de la expansión del sector pesquero en los años sesenta estuvieron asociados a la industria de
reducción que se instaló en el norte del país. Las plantas de harina y aceite de pescado exigían una gran
cantidad de materia prima, las flotas pesqueras de las empresas instaladas en esa región capturaban entre
quinientos mil toneladas y un millón de toneladas, principalmente anchoveta, entre 1963 y 1975. A fines de la
década de los setenta el crecimiento se hace más rápido, llegando en 1979 a desembarcar 1,9 millones de
toneladas. En 1986 las capturas en la zona norte son del orden de los 3,6 millones de toneladas, para luego
declinar y estabilizarse en aproximadamente dos millones de toneladas en los últimos años.
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En la década de los ochenta el crecimiento del sector es atribuible al inicio de una nueva pesquería en la
zona sur-austral (merluza austral, congrio dorado y otras especies secundarias), de la que se llegaron a
capturar sobre cien mil toneladas de pesca blanca a finales de la década. Tras una sobreexplotación del
recurso, vino una declinación y posterior estabilización a niveles de veinticinco mil toneladas, que se han
mantenido hasta la fecha.
A mediados de los años ochenta se iniciaba, en la zona centro-sur, un fuerte y sostenido crecimiento de la
pesquería pelágica, basada principalmente en el jurel. En los últimos años las capturas se redujeron de forma
significativa, provocando una fuerte crisis en la pesquería del jurel, producto de la sobreexplotación del
recurso, lo que se tradujo en un excedente del esfuerzo de pesca, dejando gran parte de la flota y las plantas
procesadoras ociosas.
En resumen, desde 1975, los desembarques totales del sector pesquero se duplicaron cada cinco años,
alcanzando en 1995 el récord de ocho millones de toneladas. A partir de ese momento la pesca de captura
entró en una severa crisis, a pesar de ser uno de los sectores más regulados desde el punto de vista de la
administración del recurso natural. En los últimos cinco años se han estabilizado —como se señalara— entre
los cuatro y cinco millones de toneladas.
de los estoques pesqueros e incremento de la biomasa, son limitados por la capacidad de carga del medio
ambiente en el cual ocurren estos procesos, definiéndose de esta forma, naturalmente, un límite máximo
sobre el cual la actividad pesquera puede operar. En otras palabras, existe una restricción biofísica a la
producción de la pesca de captura.
Las fluctuaciones en el tamaño de los estoques explotables, ocasionadas por factores naturales como
aquellos provenientes de desequilibrios ambientales derivados de actividades antrópicas, ocasionan enormes
dificultades, traduciéndose en una gran incertidumbre económica para el sector pesquero.
La movilidad de los organismos acuáticos, la opacidad del medio marino, la distribución geográfica de las
poblaciones, la extensión territorial donde se realiza la pesca y la ocurrencia de varias especies en un mismo
ambiente explotado, son propiedades que definen los recursos pesqueros en una clase de recursos en que la
exclusión es difícil y el uso común implica rivalidades entre los actores que ejercen la actividad pesquera.
Las características de rivalidad y no exclusividad, asociadas a la incertidumbre económica, son
responsables por los conflictos entre la racionalidad individual y colectiva en la apropiación de los recursos
pesqueros. Casi siempre predomina, entre los agentes económicos, la visión de que todo aquello que no es
capturado ahora y en la mayor cantidad posible, otro pescador se lo llevará rápidamente.
En este ambiente de contradicción, la producción pesquera chilena proveniente de la pesca marina
alcanza un récord de ocho millones de toneladas en 1995, como ya se mencionó, llegando Chile a ser el
tercer productor mundial de pescado.
el primer caso, el referido a la propiedad estatal, los usuarios tienen el deber de observar y cumplir unas
reglas y normas de uso y de acceso, que son determinadas por el organismo institucional correspondiente, del
que depende la responsabilidad de actuar y de ejercer el derecho de imponer los criterios de ordenación. En
el supuesto de la propiedad privada, los integrantes de la propiedad tienen el derecho de realizar la
explotación pesquera bajo un “uso aceptable”, entendido este como aquél que no genera efectos negativos o
cuyos impactos y repercusiones afectan e inciden inadecuadamente sobre el conjunto de la sociedad. Por lo
tanto, están limitados, en algunos supuestos, a ciertas condiciones por las instituciones.
El régimen de explotación de propiedad común (res communis) supone la asignación de derechos de
propiedad a un grupo específico de propietarios (por ejemplo, cooperativas, organizaciones de productores,
asociaciones profesionales, sindicatos), que poseen el derecho de excluir a otros usuarios del acceso a una
determinada área o territorio. Esto no implica que este grupo tenga garantizado el derecho a explotar dicha
área, lo que será definido en función de otros parámetros y restricciones, establecidas en los planes de
manejo.
La situación derivada del régimen de acceso abierto (res nullius) por la que no existe propiedad sobre un
recurso en una zona determinada, supone que cualquier miembro de la sociedad puede obtener un recurso
por apropiación directa, sin más limitaciones en lo tocante a la condiciones de acceso y condiciones de uso.
Con estos diferentes regímenes el sector pesquero ha ido configurando sus estructuras de
funcionamiento.
La ordenación pesquera, fundamentada en la aplicación de mecanismos basados en la asignación de
derechos de propiedad privados, ha utilizado, las denominadas Cuotas Individuales de Pesca Transferibles
(CIP o ITQ, por sus siglas en inglés). A estas asignaciones se les confiere unas pequeñas limitaciones en su
funcionamiento aunque poseen la autonomía suficiente para adoptar sus propias decisiones en la
explotación del recurso. De esta forma, pueden excluir a quienes deseen, pudiendo definir las condiciones
de acceso, asumiendo, así, la responsabilidad sobre su tasa de explotación a través de las medidas de
ordenación y de gestión del recurso.
contadas en prosa y versos y plasmadas en fotos expuestas en nuestros museos del mar.