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La violencia y su prevención en El Salvador

“La primera condición para cambiar


la realidad consiste en conocerla”.
Eduardo Galeano
Introducción:

La violencia como fenómeno social, supone una serie de tensiones que ponen en
peligro la comprensión entre las personas (1), es decir, el orden que permite la
convivencia.

Al estar presente en toda actividad humana resulta de interés para áreas como la
educación, la ciencia, la cultura y la comunicación. Las cuales, pretenden responder
la pregunta ¿Por qué el ser humano es violento?

Los argumentos que provienen del análisis de esa interrogante, versan alrededor
de los aspectos psíquico-fisiológicos y sociológicos (factores económicos e
ideológicos) de la agresividad en el individuo.

Esa dicotomía sobre las causas de la violencia, ocupa a expertos de distintas


áreas, lo cual, da lugar a la reflexión de este tema en todos los niveles de la
estructura social, con el fin de encontrar “soluciones dentro de un espíritu de justicia,
de equidad y de respeto de los derechos de los individuos y de los pueblos” (1).

Hay que señalar que “la violencia de la que tanto se habla hoy, no haya constituido
[…] un objeto de reflexión para los grandes filósofos de la tradición occidental […]
hasta el siglo XIX” (1).

Esta aparente invisibilidad de la violencia se debe según Bourdieu, citado por el


sociólogo Hugo Cesar Moreno (2), a que las relaciones de fuerza son ocultadas por
otras relaciones de fuerza. Ejemplo de esto, es la manipulación de datos sobre la
situación de inseguridad causadas por las pandillas en el país por autoridades
gubernamentales o activistas políticos durante las campañas electorales.

De acuerdo con lo anterior, la violencia además de ser un problema, también es un


medio para ejercer poder sobre las personas. Sin embargo, cuando uno o varios
individuos encuentran oposición por aquellos a quienes intentan someter, existe una
relación de fuerzas o conflicto, el cual puede surgir en cualquier situación.

La violencia en la sociedad salvadoreña

La violencia es un problema que afecta todos los niveles de la sociedad


salvadoreña. Baste, como muestra los “más de cuatrocientos casos de homicidios
ya registrados en 2019” (3), y un historial de asesinatos en el país, caracterizado
cada año, por el aumento de víctimas en las estadísticas.

La violencia en El Salvador, a diferencia de un país en guerra, parece no tener


una trinchera establecida. Por lo que, como ya se había hecho alusión, puede darse
en cualquier espacio, desde un barrio dividido por dos grupos de pandillas, hasta en
la fila para abordar el autobús.

Cabe mencionar que, entre las poblaciones más afectadas por las distintas
expresiones de violencia en la sociedad salvadoreña, se pueden encontrar jóvenes,
mujeres, hombres, profesionales, policías y delincuentes. En otras palabras, todos
somos vulnerables a ser víctima, y también victimario.

A partir del panorama anterior, de acuerdo con el periodista Roberto Valencia (4)
El Salvador fue considerado el país más violento de Centro América y una de las
regiones más violentas del mundo en el año 2017.

Las causas de este fenómeno en la sociedad salvadoreña son diversas, por lo


que, al analizar este problema, no se puede identificar un “culpable”, contrario a lo
que han hecho las autoridades anteriormente, al señalar como la raíz de todos los
males a las pandillas, a pesar de que este problema está más allá de la criminalidad.

En ese sentido, hay que mencionar los homicidios cometidos por hombres hacia
sus compañeras de vida o de trabajo, como el caso de una agente de la Policía
Nacional Civil, a finales de 2017, o los de una periodista y una doctora a principios
de 2018, situaciones que antes eran investigadas como violencia intrafamiliar, pero
que ahora se califican como feminicidios.
También, el asesinato de un usuario en una sucursal bancaria en Santa Tecla años
atrás, o el de un militar por uno de sus vecinos a causa de una discusión, constituyen
episodios de violencia producto no del crimen, sino de la intolerancia social, cada
vez más evidente en la vida cotidiana.

Entonces, cabe preguntarse si la violencia en nuestra sociedad es un fenómeno


del cual “todos somos responsables de todo” (2), a pesar de no ser los autores
materiales de un hecho. Ya que, “no existe una injusticia en el mundo de la que en
el fondo no seamos cómplices” (2).

No obstante, la violencia menciona Valencia (4) sigue siendo marcada por el


accionar de las pandillas, a tal punto, que el lugar de residencia, vestir ciertas
prendas o tener determinada edad puede volver objeto de agresión a una persona.

Los casos mencionados, trae a discusión distintas dimensiones de la violencia en


El Salvador. Al leerlos con detenimiento, se puede decir que no hay un solo tipo de
violencia, incluso algunas de estas expresiones, no implican episodios
sanguinolentos.

Las expresiones de violencia se pueden calificar de acuerdo a su manifestación


desde la materialización de un homicidio, tal como se observa en varios titulares de
los periódicos, hasta el ejercicio simbólico de la violencia, es decir, según Bourdieu
citado por Moreno (2) “todo poder que logra imponer significados […] disimulando
las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza”, como lo es la exclusión
o la restricción de los derechos de las personas en el espacio público o privado.

Al entender la violencia como una paleta de grises, la forma de abordar este


problema no puede ser la misma para todos los casos. En otras palabras, la
represión no es la única vía para reducir los índices de violencia.

Para combatir las diversas expresiones de violencia, es necesario conocer los


grados en que se dan, los espacios y el tipo de personas que la ejercen, así como
las personas que son víctimas.
No hablar mal de la casa, aunque se esté cayendo: Entre el silenció y la
denuncia

La frecuencia con la que ocurren episodios de violencia en El Salvador, lleva a


considerarlo uno de los países más peligrosos del mundo, hasta el punto que el
Departamento de Estado de los Estados Unidos (U.S Departmen of State) emitió en
el pasado una advertencia a sus ciudadanos de viajar al país. Basta con observar
las estadísticas de homicidios cometidos en el territorio para justificar dicha medida.
Solo en 2017 se reportó “una tasa arriba de 60 homicidios por cada 100,000
habitantes” (4).

El salvadoreño, frente a esta realidad que se repite año tras año, se resigna y
guardar silencio, lo cual, contribuye a la naturalización de la violencia (5). Es decir,
a terminar aceptando la violencia como una características intrínseca de la sociedad
que no se puede cambiar.

Asimismo, Elisa Arévalo, procuradora adjunta para los derechos de la mujer y la


familia, citada por Cornejo (5) menciona que la falta de confianza en los operadores
de justicia deja sin acción las palabras cultura de denuncia.

De ahí, de acuerdo con las ideas de Raúl García, coordinador de seguridad y


prevención de la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE), citado por
Cornejo, la importancia de generar confianza en la sociedad. A través, de la
definición de estrategias que aborden el tema de la violencia desde varios aspectos
y el fortalecimiento de las instituciones encargadas de vela por la seguridad de las
personas.

Con relación a lo anterior, el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer


(ISDEMU) (6) señala que a nivel internacional, también se reconoce la necesidad
de crear espacios para combatir la violencia.

La apertura de esos espacios debe ser en aquellos lugares más afectados por este
fenómeno y deben procurar ser puntos de encuentro para que “la gente cambie sus
conductas, incluso cuando existen factores estructurales que no pueden ser
abordados” (7) de manera abierta.
Evitar ser violentos: Estrategias para la construcción de una cultura de paz

En los últimos años el Estado salvadoreño ha procurado hacer frente a las


diversas situaciones de violencia que han surgido tanto en los espacios públicos
como privados de la sociedad.

Desde el marco normativo nacional, el Estado ha promulgado instrumentos que


orienten los esfuerzos para prevenir la violencia, como la Política Nacional de
Juventud, El Programa Jóvenes con Todo, y la Ley Especial Integral para una Vida
Libre de Violencia para las Mujeres.

Lo anterior es el primer paso para transformar la sociedad, sin embargo la ley y


los programas, no siempre garantizan la libertad de toda discriminación entre los
individuos.

Por esa razón, es necesario el apoyo de todos los sectores del país para la
construcción de una cultura de paz. Esfuerzo que se ha hecho a través de la
concientización desde el sector público como privado con campañas de
comunicación como Somos paz, orientada a promover cambios de conductas en la
población (8).

Por otra parte, la transformación de las conductas violentas, comienza


identificando las poblaciones focos donde se originan. Sin embargo, como se había
mencionado, todas las personas independientemente de la edad, el género, la
creencia religiosa y la situación económica pueden ser víctima de violencia o
victimario.

En ese sentido, una de las prioridades que engloba varios de los programas en el
país para prevenir y combatir la violencia se centran en mejorar la convivencia. Por
lo que, el gobierno a través del Plan Quinquenal de Desarrollo centra sus esfuerzos
en atender tres aspectos para mejorar las condiciones de vida como: el crecimiento
económico sostenible, la educación y la seguridad ciudadana (9)

De ahí, que se generen programas que se plantean el reto de atender a la mayor


cantidad de personas posible, tal como lo hace el programa Jóvenes Con Todo. El
cual, se enfoca en aquella población entre 15 y 29 años, ya que, un tercio de la
población del país se encuentra en este rango de edades y por ende los casos de
violencia.

Conclusión

A partir de los distintos esfuerzos gubernamentales y no gubernamentales, se


puede decir que la violencia, es un problema más profundo y tanto más difícil de
resolver por sus implicaciones sociales.

En otras palabras, la violencia es un fenómeno multidimensional en El Salvador,


ya que es cultural, estructural (en lo que a modelo económico se refiere) y de
seguridad. Por tanto, los instrumentos y proyectos creados para responder a este
problema deben adaptarse a distintos niveles y espectros de la realidad.

Lo anterior, implica que las propuestas de solución no son inmediatas, por lo que
el componente de prevención debe ser de interés constante para las autoridades,
sin dejar de lado los aspectos paliativos (combate a la criminalidad e inseguridad)
y de reinserción.

El problema de la violencia no es nuevo en la sociedad, en especial en El Salvador,


tal como se puede observar a lo largo de su historia, pero no por esa razón debe
aceptarse como una característica intrínseca, al contrario, los esfuerzos en
educación y las campañas de comunicación deben cambiar esta perspectiva.

Al mismo tiempo, los roles de las instituciones encargadas de velar por la


seguridad y de mediar en los conflictos que se pueden dar en distintos estratos y
componentes de la sociedad como la familia, la juventud y poblaciones diversas,
deben fortalecerse y ser confiables para que puedan brindar de manera efectiva los
medios para garantizar los derechos, la integridad y evitar la re-victimización de
quienes acuden a estos.
Referencias:

1. Domenach, Jean-Marie et al. La violencia y sus causas. Editorial de la


Unesco. Paris.1981: p.33

2. Moreno, Hugo Cesar. Bourdieu, Foucault y el poder. Voces y


Contextos.2006; Otoño, núm. II, año I: p. 1

3. Cornejo, Iliana. Los retos en seguridad del nuevo gobierno. El Mundo, El


Salvador: 2019, febrero 18, Sección Nacional. p.8

4. Valencia, Roberto. Cuatro Claves que ayudan a dimensionar la violencia


homicida de 2017 en El Salvador. El Faro.net [En línea]. 2018. [fecha de
acceso 19 de febrero de 2019] URL disponible:
https://elfaro.net/es/201801/columnas/21322/Cuatro--‐claves--‐que--‐
ayudan--‐adimensionar--‐la--‐violencia--‐homicida--‐de--‐2017--‐en--‐El--‐
Salvador.htm

5. Cornejo, Iliana. Buscan promover la cultura de denuncia. El Mundo, El


Salvador [En linea].2018. [fecha de acceso 19 de febrero de 2019] URL
disponible: https://elmundo.sv/buscan-promover-la-cultura-de-denuncia/

6. Calero, Claudia. Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia
para las Mujeres. [Diapositiva].San Salvador: ISDEMU; 2017. 31 día
positivas.

7. Shackle, Samira. El Sorprendente método para combatir la “epidemia de


violencia” en los barrios marginales de Chicago, una de las ciudades más
violentas de Estados Unidos. [En linea]. 2018. [fecha de acceso 19 de
febrero de 2019] URL disponible: https://www.bbc.com

8. http://www.elmundo.sv

9. Perfil del Programa de Empleo y Empleabilidad Joven “JóvenES Con


Todo” 2014-2019

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