POR DESIGNIO DIVINO consideramos que los cambios en nuestros planes durante nuestra travesía son pasos en falso.
nuestros planes durante nuestra travesía son pasos en falso. Véanlos más como los primeros
POR EL ÉLDER RONALD A. RASBAND
DEL CUÓRUM DE LOS DOCE APÓSTOLES
La mano del Señor los guía. Por “designio divino”, Él se ocupa de los pequeños detalles de su vida, así como de los sucesos
importantes.
Hermanos y hermanas, al ponerme de pie aquí, en esta inspiradora conferencia general mundial y sentir su fortaleza y su
1 su hermano. En menos de un minuto, tras algunas lágrimas y dulces palabras, su hermano se encaminó de vuelta a cumplir con
espíritu, no puedo evitar pensar en las palabras del apóstol Pedro: “[Señor], bueno es que estemos aquí” .
Eso no es exactamente lo que dijo Alma tras predicar al pueblo de Ammoníah. Alma dejó la ciudad debido a la iniquidad del
pueblo; pronto se le apareció un ángel y mandó “que [volviera] a la ciudad de Ammoníah y [predicara] otra vez a los habitantes
de esa ciudad”2. Alma lo hizo “prestamente ”, entrando “en la ciudad por otro camino”3.
“Y tuvo hambre al entrar en la ciudad, y dijo a un hombre: ¿Quieres dar algo de comer a un humilde siervo de Dios?
“Y le dijo el hombre: Soy nefita, y sé que eres un santo profeta de Dios, porque tú eres el hombre de quien un ángel dijo en
4 para cada uno. Él es infinitamente más sabio y más poderoso que los hombres y mujeres mortales. Conoce nuestros retos,
una visión: Tú lo recibirás” .
El hombre era Amulek.
Ahora bien, ¿se encontró Alma con Amulek por azar? No, no fue coincidencia que entrara en la ciudad por el camino que lo
llevaría hasta aquel hombre fiel que llegaría a ser su compañero de misión.
El élder Neal A. Maxwell explicó en una ocasión: “Ninguno de nosotros utiliza todas las oportunidades tocantes a las personas
que se nos asignan dentro de nuestros círculos de amistades. Ustedes y yo podríamos llamar ‘coincidencia’ a dichas
confluencias; es comprensible que los mortales usen esa palabra, pero coincidencia no es un término apropiado para describir
5 Después de encontrarnos en la Manzana del Templo, me escribió una carta. Decía: “Sé con todo mi corazón que el Padre
las obras de un Dios omnisciente. Él no hace las cosas por ‘coincidencia’, sino… por ‘designio divino’” .
Nuestra vida es como un tablero de ajedrez y el Señor nos mueve de un lugar a otro, si es que somos receptivos a las
impresiones del Espíritu. En retrospectiva, podemos ver Su mano en nuestra vida.
Vemos tal intervención celestial cuando Nefi regresa a buscar las planchas de manos de Labán. Este “iba guiado por el Espíritu,
sin saber de antemano lo que tendría que hacer”6. No mucho después, Labán se halló ante él en el sopor de la embriaguez y
Nefi lo mató, tomó las planchas, y huyó de regreso adonde estaban sus hermanos. ¿Tuvo la fortuna de hallar a Labán por azar?
¿O fue por “designio divino”?
Hay acontecimientos significativos que suceden en el Evangelio y en la Iglesia que hacen avanzar el Reino de Dios sobre la
tierra; no ocurren por accidente, sino según el plan de Dios. Aquel que formó este mundo puede calmar los mares por Su
palabra, y puede conducir tanto a Alma y a Amulek, como a Nefi y a Labán, a estar en el lugar indicado precisamente en el
momento indicado.
De igual modo, hay acontecimientos y relaciones que ocurren en cada una de nuestras vidas que hacen avanzar la obra de Dios
sobre la tierra. Nuestro querido élder Joseph B. Wirthlin se refirió a una ocasión en que el presidente Monson le dijo: “‘Existe
una influencia celestial sobre todas las cosas. A menudo, cuando suceden las cosas, no es por accidente. Un día, cuando
miremos atrás a aquello que pareció coincidencia en nuestra vida, nos daremos cuenta de que quizás, después de todo, tal vez
no haya sido así’”7. En su mayoría, solo algunas personas conocen nuestras buenas obras; sin embargo, estas quedan
registradas en el cielo. Un día, seremos testigos de nuestra íntegra dedicación a las obras de rectitud. Ninguna prueba ni
calamidad puede alterar el plan de salvación de felicidad. Ciertamente, por “designio divino”, “a la mañana vendrá la alegría”8.
Jesús enseñó: “Vine al mundo a cumplir la voluntad [del] Padre” 9. Queridos hermanos y hermanas, nosotros también tenemos
que cumplirla.
Gracias a la experiencia de mi propia travesía por la vida, sé que el Señor nos moverá sobre aquel imaginario tablero de
ajedrez para hacer Su obra. Lo que podría parecer una oportunidad al azar está, de hecho, dirigido por un amoroso Padre
Celestial, quien puede conocer el número de cabellos en cada cabeza 10. Ni siquiera un pajarillo cae a tierra sin que lo note
nuestro Padre11. El Señor se ocupa de los pequeños detalles de nuestra vida, y esos incidentes y oportunidades han de
prepararnos para elevar a nuestra familia y otras personas conforme edificamos el Reino de Dios en la tierra. Recuerden, tal
como el Señor dijo a Abraham: “Conozco el fin desde el principio; por lo tanto, te cubriré con mi mano” 12.
El Señor me puso en un hogar con padres amorosos. Según los estándares del mundo, eran personas muy comunes; mi padre,
un hombre dedicado, era conductor de camiones; mi angelical madre permanecía en casa para cuidarnos. El Señor me ayudó a
encontrar a mi amada esposa, Melanie. Inspiró a un empresario, que llegó a ser un querido amigo, a darme una oportunidad
laboral. El Señor me llamó a servir en el campo misional, tanto cuando era un jovencito y posteriormente como presidente de
misión; me llamó al Cuórum de los Setenta; y ahora me ha llamado como Apóstol. En retrospectiva, entiendo que yo no dirigí
ninguno de esos movimientos; fue el Señor, tal y como dirige importantes movimientos para ustedes y para aquellos a quienes
ustedes aman.
¿Qué deben procurar ustedes en su vida? ¿Cuáles son los milagros de Dios que les recuerdan que Él está cerca y que dice:
“Aquí estoy”? Piensen en esos momentos, algunos de ellos diarios, en que el Señor ha actuado en su vida, y en los que Él ha
vuelto a actuar. Atesórenlos como momentos en que el Señor ha mostrado confianza en ustedes y en sus decisiones; pero
permítanle magnificarlos a ustedes más de lo que pueden hacerlo por sí mismos. Atesoren Su participación. A veces,
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pasos para estar “en la obra del Señor” .
Hace algunos meses, nuestra nieta se unió a un grupo de jóvenes para recorrer varios sitios históricos de la Iglesia. El itinerario
final indicaba que pasaría por la zona donde su hermano misionero, nuestro nieto, estaba prestando servicio. Nuestra nieta no
tenía la intención de ver a su hermano durante la misión. Sin embargo, mientras el autobús entraba en la ciudad donde
prestaba servicio su hermano, vieron a dos misioneros caminando por la calle; uno de ellos era su hermano.
El autobús rebosaba de expectación conforme los jóvenes pedían al conductor que estacionara para que ella pudiese saludar a
sus deberes misionales. Más adelante, supimos que su hermano había estado en aquella calle por menos de cinco minutos, al
dirigirse al automóvil después de una cita.
El Padre Celestial puede colocarnos en situaciones con cierta intención específica en mente. Así lo ha hecho en mi vida y así lo
hace en la de ustedes, tal como lo hizo en la vida de nuestros queridos nietos.
Cada uno de nosotros es preciado y amado para el Señor, quien se preocupa, susurra y vela por nosotros de forma particular
nuestros triunfos, y los deseos rectos de nuestro corazón.
Hace más de un año, mientras caminaba por la Manzana del Templo, una de las hermanas misioneras se me acercó y
preguntó, “¿Se acuerda de mí? Soy de Florida”. Me dijo su nombre; era la hermana Aida Chilan. Sí; recordaba haberla conocido
a ella y a su familia. Su presidente de estaca había sugerido que visitáramos a la familia de ella; resultó claro que estábamos allí
por su hija Aida, que no se había bautizado. Tras nuestra visita y después de más de un año de enseñanza y hermanamiento,
Aida se bautizó.
Celestial nos conoce a cada uno de nosotros y que sigue cruzando nuestros caminos por alguna razón. Gracias por ser uno de
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mis misioneros, por tenderme la mano y buscarme hace cinco años” . Aida también me envió la historia de su conversión, la
cual relata las “divinas coincidencias” que han tenido lugar en su vida y la han conducido al bautismo y la confirmación, a servir
en una misión en la Manzana del Templo y a su reciente matrimonio en el templo 15.
¿Fue mera coincidencia que el presidente de estaca nos hubiera llevado a la casa de la familia Chilan, o que ella y yo nos
hubiéramos encontrado luego en la Manzana del Templo? El testimonio de Aida da fe de que todo era parte del “designio
divino” de Dios.
El Señor ama estar con nosotros; no es coincidencia que, al sentir Su Espíritu y actuar de conformidad con los primeros
susurros, sientan lo que Él ha prometido: “Iré delante de vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu
estará en vuestro corazón, y mis ángeles alrededor de vosotros, para sosteneros”16.
A todos nos suceden cosas semejantes en la vida. Quizás conozcamos a alguien que nos parezca familiar, reanudemos una
relación con un conocido o encontremos puntos en común con un extraño. Cuando esas cosas ocurren, tal vez sea el Señor
que nos recuerda que en verdad todos somos hermanos y hermanas. Ciertamente, estamos consagrados a la misma causa;
aquella que José Smith llamó “la causa de Cristo”17.
Ahora bien, ¿qué lugar ocupa el albedrío en el “designio divino”? Tenemos la opción de seguir o no a nuestro Salvador y a Sus
líderes escogidos. El proceso resulta claro en el Libro de Mormón cuando los nefitas se habían apartado del Señor. Mormón se
lamentó: “Y vieron… que el Espíritu del Señor no los preservaba más; sí, se había apartado de ellos, porque el Espíritu del
Señor no habita en templos impuros;
“por lo tanto, el Señor cesó de preservarlos por su milagroso e incomparable poder, porque habían caído en un estado de
incredulidad y terrible iniquidad”18.
No todo lo que el Señor nos pide es resultado de lo fuertes que somos, lo fieles que somos, ni de lo que podamos saber.
Consideren a Saulo, a quien el Señor detuvo en el camino a Damasco. Iba en la dirección equivocada en la vida; y eso no tenía
nada que ver con el norte ni el sur. A Saulo se lo redirigió de manera divina. Cuando más adelante fue conocido como Pablo, su
ministerio apostólico reflejó lo que el Señor ya sabía que este era capaz de hacer y llegar a ser, y no lo que él se había
propuesto hacer como Saulo. De igual manera, el Señor sabe lo que cada uno de nosotros es capaz de hacer y llegar a ser.
¿Qué enseñó el apóstol Pablo? “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas obrarán juntamente para su bien,
para los que conforme a su propósito son llamados”19.
Cuando somos rectos y capaces, y estamos dispuestos, cuando luchamos por ser dignos y estar calificados, progresamos hasta
lugares que jamás imaginamos y llegamos a ser parte del “designio divino” del Padre Celestial. Cada uno de nosotros tiene
divinidad dentro de sí. Ruego que cuando veamos a Dios obrar mediante nosotros y con nosotros, nos sintamos alentados, e
incluso agradecidos por esa guía. Cuando nuestro Padre Celestial dijo: “Esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la
inmortalidad y la vida eterna del hombre”20, se refería a todos Sus hijos; y a usted en particular.
La mano del Señor los guía. Por “designio divino”, Él se ocupa de los pequeños detalles de su vida, así como de los sucesos
importantes. Tal como dice en Proverbios: “Confía en Jehová con todo tu corazón, … y él enderezará tus veredas”21. Testifico
que Él los bendecirá, los sostendrá y les brindará paz. En el nombre de Jesucristo. Amén.
 BY DIVINE DESIGN
BY ELDER RONALD A. RASBAND
OF THE QUORUM OF THE TWELVE APOSTLES
The Lord’s hand is guiding you. By “divine design,” He is in the small details of your life as well as the major milestones.
Brothers and sisters, as I stand here in this inspiring worldwide general conference and feel your strength and your spirits, I
cannot help but think of the words of the Apostle Peter: “[Lord], it is good for us to be here.” 1
That is not exactly what Alma said after preaching to the people in Ammonihah. Alma left the city due to the wickedness of the
people. Soon an angel appeared to Alma and called him to “return to the city of Ammonihah, and preach again unto the
2 remember me? I am from Florida.” She told me her name, Sister Aida Chilan. Yes, I remembered meeting her and her family.
people of the city.”
Alma did so “speedily,” entering “the city by another way.”3
“As he entered the city he was an hungered, and he said to a man: Will ye give to an humble servant of God something to eat?
“And the man said unto him: I am a Nephite, and I know that thou art a holy prophet of God, for thou art the man whom an
4 of us and that He continues to place us in each other’s paths for a reason. Thank you for being one of my missionaries, for
angel said in a vision: Thou shalt receive.”
The man was Amulek.
Now, did Alma just happen upon Amulek? No, it was no coincidence that he went into the city by the way that would lead him
to this faithful man who would become his missionary companion.
Elder Neal A. Maxwell once explained: “None of us ever fully utilizes the people-opportunities allocated to us within our circles
of friendship. You and I may call these intersectings ‘coincidence.’ This word is understandable for mortals to use,
but coincidence is not an appropriate word to describe the workings of an omniscient God. He does not do things by
5 feel Him as He promised: “I will go before your face. I will be on your right hand and on your left, and my Spirit shall be in your
‘coincidence’ but … by ‘divine design.’”
Our lives are like a chessboard, and the Lord moves us from one place to another—if we are responsive to spiritual
promptings. Looking back, we can see His hand in our lives.
We can see such heavenly intervention when Nephi returns to get the plates from Laban. He “was led by the Spirit, not
knowing beforehand the things [that he] should do.”6 Laban was soon before him in a drunken stupor, and Nephi slew him,
retrieved the plates, and fled back to his brothers. Was he fortunate to just happen upon Laban? Or was it by “divine design”?
Significant events unfold in the gospel and in the Church that further the kingdom of God on earth. They are not by accident
but by God’s plan. He who fashioned this world can calm the seas with His word and can steer both Alma and Amulek and
Nephi and Laban to be at the right place at precisely the right time.
Likewise, events and associations unfold in each of our lives that further God’s work on earth.
Dear Elder Joseph B. Wirthlin spoke of an occasion when President Thomas S. Monson said to him: “There is a guiding hand
above all things. Often when things happen, it’s not by accident. One day, when we look back at the seeming coincidences of
our lives, we will realize that perhaps they weren’t so coincidental after all.”7
Most often, our good works are known to only a few. They are, however, recorded in heaven. One day, we will stand as a
witness of our whole-souled devotion to works of righteousness. No trial or calamity can derail God’s plan of happiness.
Indeed, by “divine design,” “joy cometh in the morning.”8 “I came into the world to do the will of [the] Father,” 9 Jesus taught.
Dear brothers and sisters, so have we.
Through the experience of my own life’s journey, I know that the Lord will move us on that seeming chessboard to do His
work. What may appear to be a random chance is, in fact, overseen by a loving Father in Heaven, who can number the hairs of
every head.10 Not even a sparrow falls to the ground without our Father’s notice. 11 The Lord is in the small details of our lives,
and those incidents and opportunities are to prepare us to lift our families and others as we build the kingdom of God on
earth. Remember, as the Lord said to Abraham, “I know the end from the beginning; therefore my hand shall be over thee.”12
The Lord placed me in a home with loving parents. By the world’s standards, they were very ordinary people; my father, a
devoted man, was a truck driver; my angel mother, a stay-at-home mom. The Lord helped me find my lovely wife, Melanie; He
prompted a businessman, who became a dear friend, to give me an employment opportunity. The Lord called me to serve in
the mission field, both as a young man and as a mission president; He called me to the Quorum of the Seventy; and now He
has called me as an Apostle. Looking back, I realize I did not orchestrate any of those moves; the Lord did, just as He is
orchestrating important moves for you and for those you love.
What should you be looking for in your own life? What are God’s miracles that remind you that He is close, saying, “I am right
here”? Think of those times, some daily, when the Lord has acted in your life—and then acted again. Treasure them as
moments the Lord has shown confidence in you and in your choices. But allow Him to make more of you than you can make of
yourself on your own. Treasure His involvement. Sometimes we consider changes in our plans as missteps on our journey.
Think of them more as first steps to being “on the Lord’s errand.” 13
Some months ago our granddaughter joined a youth group to tour several Church history sites. The final itinerary noted that
she would be passing through the very area where her missionary brother, our grandson, was serving. Our granddaughter had
no intention of seeing her brother on his mission. However, as the bus entered the town where her brother was serving, two
missionaries could be seen walking down the street. One of the missionaries was her brother.
Anticipation filled the bus as the youth asked the bus driver to pull over so she could greet her brother. In less than one
minute, after tears and sweet words, her brother was back on his way to fulfill his missionary duties. We later learned that her
brother had been on that street for less than five minutes, walking from an appointment to his car.
Heavenly Father can put us in situations with specific intent in mind. He has done so in my life, and He is doing so in yours, as
He did in the lives of our dear grandchildren.
Each of us is precious and loved by the Lord, who cares, who whispers, and who watches over us in ways unique to each of us.
He is infinitely wiser and more powerful than mortal men and women. He knows our challenges, our triumphs, and the
righteous desires of our hearts.
Over a year ago, as I was walking through Temple Square, one of the sister missionaries approached me and asked, “Do you
Her stake president had suggested we visit her family. It became apparent that we were there for their daughter Aida, who
had not been baptized. After our visit and more than a year of teaching and fellowshipping, Aida was baptized.
After we visited on Temple Square, she wrote me a letter. She said: “I know with all my heart that Heavenly Father knows each
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reaching out to me and finding me five years ago.” Aida also sent me her conversion story recounting the “divine
coincidences” which have taken place in her life that have led to her baptism and confirmation, serving a mission on Temple
Square, and her recent temple marriage.15
Was it a mere coincidence that the stake president had steered us to the Chilan home or that she and I would later meet on
Temple Square? Aida’s testimony bears record that this was all part of God’s “divine design.”
The Lord loves to be with us. It is no coincidence that when you are feeling His Spirit and acting on first promptings that you
16
hearts, and mine angels round about you, to bear you up.”
We all have similar things happen in our lives. We may meet someone who seems familiar, renew an acquaintance, or find
common ground with a stranger. When those occur, perhaps the Lord is reminding us that we are all truly brothers and sisters.
We are really engaged in the same cause—in what Joseph Smith called “the cause of Christ.”17
Now, where does our agency fit in a “divine design”? We have a choice to follow or to not follow our Savior a nd His chosen
leaders. The pattern is clear in the Book of Mormon when the Nephites had turned away from the Lord. Mormon lamented:
“And they saw … that the Spirit of the Lord did no more preserve them; yea, it had withdrawn from them because the Spirit of
the Lord doth not dwell in unholy temples—
“Therefore the Lord did cease to preserve them by his miraculous and matchless power, for they had fallen into a state of
unbelief and awful wickedness.”18
Not all that the Lord asks of us is a result of how strong we are, how faithful we are, or what we may know. Think of Saul,
whom the Lord stopped on the road to Damascus. He was going the wrong direction in his life, and it had nothing to do with
north or south. Saul was divinely redirected. When he was known later as Paul, his apostolic ministry reflected what the Lord
already knew he was capable of doing and becoming, not what he had set out to do as Saul. In the same manner, the Lord
knows what each of us is capable of doing and becoming. What did the Apostle Paul teach? “And we know that all things work
together for good to them that love God, to them who are the called according to his purpose.”19
When we are righteous, willing, and able, when we are striving to be worthy and qualified, we progress to places we never
imagined and become part of Heavenly Father’s “divine design.” Each of us has divinity within us. When we see God working
through us and with us, may we be encouraged, even grateful for that guidance. When our Father in Heaven said, “This is my
work and my glory—to bring to pass the immortality and eternal life of man,” 20 He was talking about all of His children—you in
particular.
The Lord’s hand is guiding you. By “divine design,” He is in the small details of your life as well as the major milestones. As it
says in Proverbs, “Trust in the Lord with all thine heart; … and he shall direct thy paths.” 21 I testify that He will bless you,
sustain you, and bring you peace. In the name of Jesus Christ, amen.
 POR DESÍGNIO DIVINO
ÉLDER RONALD A. RASBAND
DO QUÓRUM DOS DOZE APÓSTOLOS
A mão do Senhor está orientando vocês. Por “desígnio divino”, Ele está nos pequenos detalhes e nas maiores realizações de
sua vida.
Irmãos e irmãs, ao falar a vocês nesta inspiradora conferência geral mundial e ao sentir sua força e seu espírito, não posso
1 menos de um minuto, após lágrimas e palavras de carinho, seu irmão estava de volta ao cumprimento de suas
deixar de pensar nas palavras do apóstolo Pedro: “[Senhor], bom é que nós estejamos aqui”.
Não é exatamente o que Alma disse depois de pregar ao povo de Amonia. Ele saiu da cidade devido à iniquidade das pessoas.
Pouco depois, um anjo apareceu a ele e o chamou para “[voltar] à cidade de Amonia e [pregar] novamente ao povo da
cidade”.2
3 O Pai Celestial pode nos colocar em situações com um propósito em mente. Ele tem feito isso em minha vida e está fazendo na
Alma o fez “rapidamente”, entrando “na cidade por outro caminho”.
“E sentindo-se faminto ao entrar na cidade, disse a um homem: Darás algo de comer a um humilde servo de Deus?
E o homem disse-lhe: Sou nefita e sei que és um santo profeta de Deus, porque és o homem de quem um anjo, numa visão,
4 infinitamente mais sábio e mais poderoso do que qualquer homem ou mulher mortal. Ele conhece nossos desafios, nossas
disse: Tu o receberás.”
O homem era Amuleque.
Será que Alma conheceu Amuleque por acaso? Não. Não foi coincidência ele ter entrado na cidade pelo caminho que o levaria
a esse homem fiel, que se tornaria seu companheiro de missão.
O élder Neal A. Maxwell certa vez explicou: “Nenhum de nós jamais utiliza totalmente as possíveis oportunidades que surgem
em nosso círculo de amizades. Vocês e eu talvez chamemos esses encontros de ‘coincidência’. Essa palavra é compreensível
para os mortais, mas coincidência não é uma palavra apropriada para descrever os desígnios de um Deus onisciente. Ele não
faz as coisas por ‘coincidência’, mas por ‘desígnio divino’”. 5
Nossa vida é como um tabuleiro de xadrez, e o Senhor nos move de um lugar para o outro — se obedecermos aos sussurros
espirituais. Se olharmos para trás, podemos ver Sua mão em nossa vida.
Podemos ver esse tipo de intervenção celestial quando Néfi volta para pegar as placas de Labão. Ele “[foi] conduzido pelo
Espírito, não sabendo de antemão o que deveria fazer”. 6 Pouco depois, Labão estava embriagado diante dele e Néfi o matou,
recuperou as placas e voltou para seus irmãos. Ele teve sorte de encontrar Labão por acaso? Ou foi por “desígnio divino”?
Acontecem coisas significativas no evangelho e na Igreja que ampliam o progresso do reino de Deus na Terra. Elas não
acontecem por acaso, mas pelo plano de Deus. Ele, que criou este mundo, pode acalmar os mares com Sua palavra e
direcionar tanto Alma e Amuleque, quanto Néfi e Labão para estarem no lugar certo e precisamente na hora certa.
Da mesma forma, certos acontecimentos e relacionamentos ocorrem na vida de cada um de nós para promover a obra de
Deus na Terra.
O querido élder Joseph B. Wirthlin falou sobre uma ocasião em que o presidente Thomas S. Monson disse a ele: “Existe um
poder celeste acima de todas as coisas. Em geral, quando as coisas acontecem, não é por fruto do acaso. Um dia, quando
olharmos para trás e virmos as aparentes coincidências de nossa vida, perceberemos que não foram exatamente por
casualidade que ocorreram”.7
Na maioria das vezes, nossas boas obras são vistas apenas por algumas pessoas. No entanto, elas estão gravadas no céu. Um
dia seremos testemunhas da nossa total devoção às obras de retidão. Nenhuma provação ou calamidade pode desfazer o
plano de felicidade estabelecido por Deus. De fato, por “desígnio divino”, “a alegria vem pela manhã”. 8 Jesus ensinou: “Vim ao
mundo para fazer a vontade de meu Pai”.9 Queridos irmãos e irmãs, também viemos ao mundo por esse motivo.
Por meio da experiência de minha própria jornada na vida, sei que o Senhor nos moverá nesse aparente tabuleiro de xadrez
para realizar Sua obra. O que pode parecer aleatório, na verdade, é supervisionado por um Pai Celestial amoroso, que pode
contar os fios de cabelo de cada cabeça. 10Nem mesmo um passarinho cairá em terra sem que o Pai perceba. 11 O Senhor está
nos pequenos detalhes de nossa vida, e esses acontecimentos e essas oportunidades servem para elevar nossa família e outras
pessoas enquanto edificamos o reino de Deus na Terra. Lembrem-se do que o Senhor disse a Abraão: “Conheço o fim desde o
princípio; portanto, minha mão estará sobre ti”. 12
O Senhor me colocou em um lar com pais justos. Pelo padrão do mundo, eles eram pessoas muito comuns: meu pai, um
homem dedicado, era um caminhoneiro, minha mãe angelical, uma dona de casa. O Senhor me ajudou a encontrar minha
amada esposa, Melanie. Ele inspirou um empresário, que se tornou um querido amigo, a me dar uma oportunidade de
emprego. O Senhor me chamou para servir no campo missionário quando era jovem, depois como presidente de missão. Ele
me chamou para o Quórum dos Setenta e agora me chamou como apóstolo. Olhando para trás, percebi que não orquestrei
essas ações, foi o Senhor, da mesma maneira que Ele está orquestrando coisas importantes para vocês e para aqueles a quem
vocês amam.
O que vocês devem buscar em sua própria vida? Quais são os milagres de Deus que lembram vocês de que Ele está próximo,
dizendo: “Estou bem aqui”? Pensem nesses momentos, alguns rotineiros, quando o Senhor agiu em sua vida e depois agiu
novamente. Valorizem-nos como momentos em que o Senhor mostrou confiança em vocês e em suas escolhas. Mas,
permitam que Ele faça mais por vocês do que vocês mesmos podem fazer por si próprios. Valorizem Seu envolvimento. Às
vezes, achamos que as mudanças em nossos planos são erros em nossa jornada. Pensem nelas como os primeiros passos para
13
estarmos “a serviço do Senhor”.
Há alguns meses, nossa neta entrou para um grupo de jovens com o propósito de visitar os locais históricos da Igreja. O fim do
itinerário mostrava que ela passaria exatamente na área onde seu irmão missionário, nosso neto, estava servindo. Ela não
tinha nenhuma intenção de ver seu irmão durante a missão. No entanto, quando o ônibus entrou na cidade onde ele estava
servindo, ela viu dois missionários andando na rua. Um deles era seu irmão.
Muito ansiosos, os jovens no ônibus pediram que o motorista parasse para que ela pudesse cumprimentar seu irmão. Em
responsabilidades como missionário. Soubemos depois que ele estava apenas passando naquela rua, indo para o carro após
um compromisso.
vida de vocês, como fez com nossos queridos netos.
Cada um de nós é precioso e amado pelo Senhor, e Ele cuida de nós, sussurra a nós e olha por nós de maneira especial. Ele é
vitórias e os desejos justos de nosso coração.
Há um ano, andando pela Praça do Templo, uma das missionárias me abordou e perguntou: “Você se lembra de mim? Sou da
Flórida”. Ela me disse seu nome, síster Aida Chilan. Sim, lembrei de conhecê-la e de conhecer sua família. Seu presidente de
estaca sugeriu que visitássemos a família Chilan. Ficou claro que estávamos lá por causa da filha deles Aida, que não tinha sido
batizada. Depois de nossa visita e mais de um ano de ensino e integração, ela foi batizada.
Depois de termos nos encontrado na Praça do Templo, ela me escreveu uma carta. Ela disse: “Sei de todo o meu coração que o
Pai Celestial conhece cada um de nós e que Ele continua a nos colocar no caminho uns dos outros por um motivo. Obrigada
14
por ter sido um missionário, por ter me encontrado e estendido a mão para mim há cinco anos”. Aida também me enviou a
história de sua conversão relatando as “coincidências divinas” que aconteceram em sua vida e que a levaram a seu batismo e à
sua confirmação, a servir missão na Praça do Templo e a seu recente casamento no templo. 15
Será que foi mera coincidência o presidente da estaca ter nos levado até a casa da família Chilan ou que ela e eu tenhamos nos
encontrado na Praça do Templo? Aida presta testemunho de que tudo isso foi parte do “desígnio divino”.
O Senhor ama estar conosco. Não é coincidência que, quando vocês sentem Seu Espírito e agem de acordo com as primeiras
impressões, vocês O sentem como Ele prometeu: “Irei adiante de vós. Estarei à vossa direita e à vossa esquerda e meu Espírito
estará em vosso coração e meus anjos ao vosso redor para vos suster”. 16
Coisas semelhantes acontecem na vida de todos nós. Podemos conhecer alguém que parece familiar, rever um conhecido ou
conhecer um estranho com coisas em comum. Quando isso acontece, talvez seja o Senhor nos lembrando de que todos somos
verdadeiramente irmãos e irmãs. Estamos muito engajados na mesma causa, a qual Joseph Smith chamou de “a causa de
Cristo”.17
Onde o nosso arbítrio se encaixa em um “desígnio divino”? Temos a escolha de seguir ou não nosso Salvador e Seus líderes
escolhidos. O padrão é claro, no Livro de Mórmon, quando os nefitas se afastaram do Senhor. Mórmon lamentou:
“E viram (…) que o Espírito do Senhor não mais os preservava; sim, havia-se afastado deles, porque o Espírito do Senhor não
habita em templos impuros —
Portanto, o Senhor deixou de protegê-los com seu miraculoso e incomparável poder, porque haviam caído em um estado de
descrença e terrível iniquidade”.18
Nem tudo o que o Senhor pede de nós é resultado do quanto somos fortes, do quanto somos fiéis ou do quanto sabemos.
Pense em Saulo, que o Senhor parou na estrada para Damasco. Ele estava na direção errada de sua vida, e não tinha nada a
ver com norte ou sul. Saulo foi divinamente redirecionado. Depois disso, quando ficou conhecido como Paulo, seu ministério
apostólico mostrou que o Senhor já sabia do que ele era capaz de fazer e se tornar, e não o que ele pretendia fazer como
Saulo. Da mesma forma, o Senhor sabe o que cada um de nós é capaz de fazer e se tornar. O que o apóstolo Paulo ensinou? “E
sabemos que todas as coisas contribuem juntamente para o bem daqueles que amam a Deus, daqueles que são chamados
segundo o seu propósito.”19
Quando somos justos, capazes, estamos dispostos e nos esforçamos para ser dignos e qualificados, progredimos como nunca
imaginamos e nos tornamos parte do “desígnio divino” do Pai Celestial. Cada um de nós tem divindade dentro de si. Quando
virmos Deus trabalhando por meio de nós e conosco, que sejamos motivados e gratos por essa orientação. Quando nosso Pai
Celestial disse “esta é minha obra e minha glória: Levar a efeito a imortalidade e vida eterna do homem”,20 Ele estava falando
de todos os Seus filhos — de vocês particularmente.
A mão do Senhor está orientando vocês. Por “desígnio divino”, Ele está nos pequenos detalhes e nas maiores realizações de
sua vida. Como lemos em Provérbios: “Confia no Senhor de todo o teu coração (…) e ele endireitará as tuas
veredas”.21 Testifico que Ele os abençoará, que os apoiará e lhes trará paz. Em nome de Jesus Cristo. Amém.
 PAR DESSEIN DIVIN
RONALD A. RASBAND
DU COLLEGE DES DOUZE APOTRES
« La main du Seigneur vous guide. Par ‘dessein divin’, sa main agit dans les petits détails de votre vie comme dans les étapes
majeures. »
Frères et sœurs, en me tenant ici dans cette conférence générale mondiale inspirante et en ressentant votre force et votre
1 moins d’une minute, après quelques larmes et des mots tendres, son frère a repris le cours de ses activités missionnaires. Nous
esprit, je ne peux m’empêcher de penser aux paroles de l’apôtre Pierre : « [Seigneur], il est bon que nous soyons ici . »
Ce n’est pas exactement ce qu’a dit Alma après avoir prêché aux habitants d’Ammonihah. Il a quitté la ville à cause de leur
méchanceté. Un ange est bientôt apparu à Alma et lui a demandé « de retourner à la ville d’Ammonihah et de prêcher de
nouveau au peuple de la ville2 ».
3 Chacun d’entre nous est précieux et aimé du Seigneur, qui prend soin de nous, qui chuchote et veille sur nous d’une manière
Alma l’a fait « rapidement » et est entré « dans la ville par un autre chemin ».
« Et comme il entrait dans la ville, il eut faim, et il dit à un homme : Veux-tu donner quelque chose à manger à un humble
serviteur de Dieu? »
Et l’homme lui dit : Je suis Néphite, et je sais que tu es un saint prophète de Dieu, car tu es l’homme dont un ange m’a dit dans
4 souvenez de moi ? Je viens de Floride. » Elle m’a dit son nom, sœur Aida Chilan. Oui, je me rappelais clairement l’avoir
une vision : Tu le recevras . »
Cet homme était Amulek. Est-ce par hasard qu’Alma a rencontré Amulek ? Non, ce n’est pas une coïncidence qu’il soit entré
dans la ville par le chemin qui le conduirait à cet homme fidèle qui deviendrait son collègue de mission.
Neal A. Maxwell a expliqué un jour : « Aucun d’entre nous n’utilise jamais pleinement les possibilités qui nous sont offertes, en
termes de personnes, dans le cercle de nos amis. Vous et moi pouvons appeler ces rencontres des ‘coïncidences’. Il est
compréhensible que le commun des mortels utilise le mot coïncidence, mais il ne convient pas pour décrire la manière dont un
Dieu omniscient opère. Il ne fait pas les choses par ‘coïncidence’, mais […] par ‘dessein divin’ 5 »
Notre vie est comme un échiquier, et le Seigneur nous déplace d’un endroit à un autre, si nous suivons les inspirations de
l’Esprit. Rétrospectivement, nous voyons sa main dans notre vie.
Nous voyons ce genre d’intervention divine quand Néphi retourne chercher les plaques chez Laban. Il explique : « J’étais
conduit par l’Esprit, ne sachant pas d’avance ce que j’allais faire 6. » Bientôt, il s’est retrouvé face à Laban, qui était ivre et
inconscient, et l’a tué. Puis il a récupéré les plaques et est allé retrouver ses frères. Le hasard l’a-t-il conduit jusqu’à Laban ? Ou
était-ce un « dessein divin » ?
Il se produit dans l’Évangile et dans l’Église des événements importants qui contribuent à l’édification du royaume de Dieu sur
la terre. Ils ne sont pas le fruit du hasard, mais du plan de Dieu. Celui qui a façonné ce monde peut calmer la mer par sa parole
et pousser Alma et Amulek ou Néphi et Laban à se trouver précisément au bon endroit au bon moment.
De même, des événements se produisent et des associations se font dans la vie de chacun d’entre nous, qui font progresser
l’œuvre de Dieu sur la terre.
Joseph B. Wirthlin a parlé de ce que le président Monson lui a dit un jour : « Il y a un pouvoir qui dirige toute chose. Souvent,
quand il arrive quelque chose, ce n’est pas par hasard. Un jour, quand nous réfléchirons à ce qui a semblé être des
coïncidences dans notre vie, nous nous rendrons compte qu’après tout ce n’en était peut-être pas7. »
La plupart du temps, nos bonnes actions ne sont connues que de quelques personnes. Mais elles sont enregistrées dans les
cieux. Un jour, nous nous tiendrons comme témoins de notre dévouement total aux œuvres de la justice. Aucune épreuve ou
calamité ne peut contrecarrer le plan du bonheur de Dieu. Oui, par « dessein divin », « le matin [arrive] l’allégresse8. » Jésus a
dit : « Je suis venu au monde pour faire la volonté [du] Père 9. » Frères et sœurs, il doit en être de même pour nous.
Je sais par les expériences que j’ai vécues que le Seigneur nous déplace sur cet échiquier pour faire son œuvre. Ce qui peut
sembler être le fruit du hasard est en fait l’effet de la supervision d’un Père céleste aimant, qui peut compter les cheveux sur
chaque tête10. Même un passereau ne tombe pas à terre sans que notre Père le remarque11. La main du Seigneur est dans les
petits détails de notre vie et ces incidents et occasions ont pour but de nous préparer à édifier notre famille et d’autres
personnes tandis que nous participons à l’établissement du royaume de Dieu sur la terre. Souvenez-vous que le Seigneur a dit
à Abraham : « Je connais la fin dès le commencement ; c’est pourquoi, ma main sera sur toi12. »
Le Seigneur m’a placé dans le foyer de parents aimants. Selon les critères du monde, ils étaient des gens ordinaires ; mon père,
homme dévoué, était chauffeur routier ; ma mère était une mère au foyer angélique. Le Seigneur m’a aidé à trouver ma
merveilleuse femme, Melanie. Il a inspiré un homme d’affaires, qui est devenu un ami cher, à m’offrir un emploi. Le Seigneur
m’a appelé à servir dans le champ de la mission, comme jeune missionnaire puis comme président de mission ; il m’a appelé
au collège des soixante-dix, et maintenant à l’apostolat. En regardant en arrière, je me rends compte que je n’ai orchestré
aucun de ces mouvements ; c’est le Seigneur qui l’a fait, tout comme il le fait pour vous et pour vos êtres chers.
Que devez vous rechercher dans la vie ? Quels sont les miracles de Dieu qui vous rappellent qu’il est proche et qu’il dit : « Je
suis juste là » ? Pensez à ces moments, parfois quotidiens, où le Seigneur a agi dans votre vie, puis a agi de nouveau. Chérissez-
les comme des moments où le Seigneur a montré sa confiance en vous et en vos choix. Mais permettez-lui de faire davantage
de vous que ce que vous pouvez faire par vos propres moyens. Chérissez sa participation. Parfois nous considérons les
changements de nos projets comme des faux-pas dans notre parcours. Voyez-les plutôt comme vos premiers pas pour être
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« en mission pour le Seigneur ».
Il y a quelques mois, notre petite-fille a visité plusieurs sites historiques de l’Église avec un groupe de jeunes. L’itinéraire final
indiquait qu’elle passerait dans le quartier même où son frère, notre petit-fils, était en mission. Notre petite-fille n’avait pas du
tout l’intention de voir son frère en mission. Mais, quand le bus est entré dans la ville où il servait, elle a vu deux missionnaires
qui marchaient dans la rue. L’un d’eux était son frère.
L’excitation régnait dans le bus quand les jeunes ont demandé au chauffeur de s’arrêter pour qu’elle puisse lui dire bonjour. En
avons appris plus tard qu’il avait passé moins de cinq minutes dans cette rue en retournant à sa voiture après un rendez-vous.
Notre Père céleste peut nous mettre dans des situations avec une intention précise. Il l’a fait dans ma vie et il le fait dans la
vôtre, comme il l’a fait dans celle de nos chers petits-enfants.
particulière à chacun. Il est infiniment plus sage et plus puissant que les hommes et les femmes mortels. Il connaît nos
difficultés, nos triomphes et les justes aspirations de notre cœur.
Il y a plus d’un an, alors que je traversais Temple Square, une sœur missionnaire m’a abordé et m’a demandé : « Vous vous
rencontrée, ainsi que ses parents. Son président de pieu avait suggéré que nous leur rendions visite. Il est devenu manifeste
que nous étions là pour leur fille, Aida, qui ne s’était pas fait baptiser. Après notre visite et plus d’un an d’enseignement et
d’amitié, Aida s’est fait baptiser.
Après notre conversation à Temple Square, Aida m’a écrit une lettre. Elle disait : « Je sais de tout mon cœur que notre Père
céleste connaît chacun de nous et qu’il continue de nous mettre sur le chemin les uns des autres pour une raison. Merci
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d’avoir été l’un de mes missionnaires, merci de m’avoir tendu la main et de m’avoir trouvée il y a cinq ans ». Aida m’a aussi
envoyé l’histoire de sa conversion, racontant les « coïncidences divines » qui se sont produites dans sa vie et ont conduit à son
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baptême et à sa confirmation, à sa mission à Temple Square et à son mariage récent au temple .
Était-ce pure coïncidence que le président de pieu nous ait dirigés vers le foyer des Chilan, ou qu’elle et moi nous soyons
rencontrés plus tard à Temple Square ? Le témoignage d’Aida est que tout cela faisait partie du « dessein divin » de Dieu.
Le Seigneur aime être avec nous. Ce n’est pas une coïncidence que, quand vous ressentez son Esprit et agissez conformément
à vos premières impressions, vous ressentiez sa présence comme il l’a promis : « J’irai devant votre face, je serai à votre droite
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et à votre gauche, et mon Esprit sera dans votre cœur, et mes anges seront tout autour de vous pour vous soutenir . »
Des choses semblables arrivent dans la vie de chacun d’entre nous. Nous pouvons rencontrer quelqu’un que nous avons
l’impression de connaître, renouer contact avec une connaissance ou nous trouver des points communs avec un inconnu.
Quand cela arrive, peut-être est-ce le Seigneur qui nous rappelle que nous sommes tous frères et sœurs. Nous sommes
vraiment engagés dans la même cause, ce que Joseph Smith appelait « la cause du Christ17 ».
Quelle est la place de notre libre arbitre dans un « dessein divin » ? Nous avons le choix de suivre ou de ne pas suivre notre
Sauveur et les dirigeants qu’il a choisis. Le modèle est clair dans le Livre de Mormon, quand les Néphites s’étaient détournés
du Seigneur. Mormon se lamenta en ces termes :
« Et ils voyaient […] que l’Esprit du Seigneur ne les préservait plus ; oui, il s’était retiré d’eux, parce que l’Esprit du Seigneur ne
demeure pas dans des temples qui ne sont pas saints.
C’est pourquoi le Seigneur avait cessé de les préserver par son pouvoir miraculeux et incomparable, car ils étaient tombés dans
un état d’incrédulité et d’affreuse méchanceté18. »
Tout ce que le Seigneur requiert de nous ne résulte pas de notre force, de notre fidélité ou de notre connaissance. Pensez à
Saul que le Seigneur a arrêté sur le chemin de Damas. Sa vie allait dans la mauvaise direction ; cela n’avait rien à voir avec le
nord ou le sud. Saul a été redirigé par une intervention divine. Connu par la suite par le nom de Paul, son ministère apostolique
reflète ce que le Seigneur le savait déjà capable de faire et de devenir, pas ce que Saul avait entrepris de faire. De la même
manière, le Seigneur sait ce que chacun de nous est capable de faire et de devenir. Qu’a enseigné l’apôtre Paul ? « Nous
savons, du reste, que toutes choses concourent au bien de ceux qui aiment Dieu, de ceux qui sont appelés selon son
dessein19. » Quand nous sommes justes, bien disposés et capables, quand nous nous efforçons d’être dignes et de remplir les
conditions requises, nous progressons vers des endroits que nous n’avions jamais imaginés et faisons partie du « dessein
divin » de notre Père céleste. Chacun de nous a en lui une part de divin. Quand nous voyons Dieu œuvrer par notre
intermédiaire et avec nous, puisse cela nous encourager et nous faire éprouver de la reconnaissance pour cette direction.
Quand notre Père céleste a dit : « Voici mon œuvre et ma gloire : réaliser l’immortalité et la vie éternelle de l’homme 20 », il
parlait de tous ses enfants, de vous en particulier.
La main du Seigneur vous guide. Par « dessein divin », sa main agit dans les petits détails de votre vie comme dans les étapes
majeures. Comme il est écrit dans les Proverbes, « confie-toi en l’Éternel de tout ton cœur ; […] et il aplanira tes sentiers21. » Je
témoigne qu’il vous bénira, vous soutiendra et vous donnera la paix. Au nom de Jésus-Christ. Amen.