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TEMA 6

LAS UNIDADES DE
REHABILITACIÓN

La integración el enfermo psíquico en actividades sociales, es uno de los fines


principales de la rehabilitación socio-laboral. En los distintos programas de
rehabilitación a los que pueden tener acceso los enfermos psíquicos, se procura
fomentar la autonomía personal, el autocuidado y las habilidades sociales. En
aquellos pacientes que hayan superado la fase aguda del trastorno y se
encuentren en un estadio normalizado, con cierto grado de autonomía, se
intentará además la rehabilitación laboral. En estos programas el objetivo
primordial es la obtención de un empleo, pero también se realiza un seguimiento
para procurar la estabilidad y mantenimiento del mismo.

En el caso de la rehabilitación social y laboral del enfermo psíquico es


necesaria más que nunca la colaboración entre servicios sociales y servicios de
salud.

Los programas de rehabilitación suelen ser promovidos desde los servicios


sociales, pero uno de los requisitos de acceso es haber derivado desde los
servicios de salud mental, una vez que el paciente cuente con las habilidades y
grado de autonomía necesarios para enfrentarse con éxito a la vida comunitaria. A
pesar de todo, el paciente debe contar con un plan de apoyo y seguimiento
sanitario, para garantizar la integración y evitar las recaídas.

En el ámbito social existe un tipo de programas que podríamos denominar


residenciales, pues pretende cubrir una serie de necesidades básicas como la
vivienda, manutención, cuidados básicos y relaciones personales. Otro tipo de
programas son los que pretenden fomentar las relaciones sociales, entrenando a
los sujetos en las habilidades básicas para ello.

En el ámbito laboral, además de proporcionar formación y promocionar el


empleo, es muy importante realizar una adecuada orientación vocacional. Las

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preferencias y capacidades del paciente en muchas ocasiones no se tienen en
cuenta y es la causa principal de la falta de estabilidad en el empleo del enfermo
psíquico.

6.1. TRATAMIENTOS REHABILITADORES.

6.1.1. Rehabilitación social.

La enfermedad mental provoca, en la mayoría de los casos, falta de autonomía


personal y social, lo que puede conducir al aislamiento y a problemas familiares.
Por este motivo, las actuaciones no deben dirigirse solamente al individuo
afectado, sino también a su familia.
El objetivo fundamental es la normalización, integración del individuo en la
sociedad y el mantenimiento de una buena calidad de vida, con un funcionamiento
lo más autónomo posible. Asimismo, se debe evitar los procesos de
marginalización e institucionalización.
El apoyo a las familias consiste en asesoramiento y formación sobre el
problema familiar para mejorar sus capacidades y recursos, promoviendo su
calidad de vida.
Las principales áreas de acción en los centros donde se lleva a cabo la
rehabilitación son las siguientes:
- Psicomotricidad: especialmente el desarrollo de la orientación espacial y
temporal, que son fundamentales para un desenvolvimiento autónomo.
- Educación para el ocio y el tiempo libre.
- Habilidades de autocuidado. Se trata de promover hábitos de vida
saludable y cuidar el aseo e higiene personales.
- Psicoeducación. Están relacionado con los hábitos de vida saludables, pues
consiste en instruir al enfermo sobre el conocimiento y manejo de su
enfermedad, la autoadministración de medicamentos, los factores de
riesgo y medidas preventivas.
- Entrenamiento psicológico en manejo de estrés, autocontrol, habilidades
sociales y superación de déficits cognitivos. Este entrenamiento es
fundamental, pues la falta de estrategias para enfrentarse a situaciones
estresantes y la falta de autocontrol son los responsables en muchas
ocasiones de que no pueda lograrse una adecuada integración social.

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- Aprendizaje y entrenamiento en habilidades de la vida diaria. Si
pretendemos que el individuo viva lo más autónomamente posible es
necesario que sepa desenvolverse en el manejo de los hábitos domésticos,
y de otros hábitos sociales como coger un autobús, utilizar el dinero, etc.

En resumen, podemos decir que la rehabilitación social consiste en una


oferta de actividades y recursos orientados a favorecer la integración social del
enfermo psíquico dando cobertura a una serie de necesidades como son: vivienda,
la manutención, determinados cuidados básicos y relaciones sociales significativas.

Recursos asistidos:

Este tipo de recurso se pone a disposición de aquellos pacientes que tienen


un mayor grado de dependencia y necesitan cuidados, apoyo o supervisión
durante las 24 horas del día.
Este tipo de servicios se ofrece en minirresidencias, que no suelen contar
con más de treinta plazas y están asistidas por un equipo de monitores durante
las 24 horas. El ingreso en estas minirresidencias no debe ser indiscriminado, sólo
tendrán acceso a ellas aquellos pacientes que, a causa de su enfermedad psíquica,
no estén capacitados para cubrir de forma autónoma sus necesidades de
alojamiento y manutención, y no cuenten con apoyo familiar, bien por carecer de
familia, bien porque no esté capacitada para su atención y cuidado.

La miniresidencia no se dedica exclusivamente a cubrir las necesidades


básicas del paciente, sino que fomenta la participación del enfermo en la
organización y desarrollo de tareas domésticas y proporciona una atención
destinada a favorecer la rehabilitación y la integración social; para ello se llevan a
cabo todas las actividades mencionadas anteriormente: autocuidado,
psicoeducación, psicomotricidad, etc.

Por otro lado, el ingreso en una minirresidencia no es definitivo, no se


pretende la institucionalización del enfermo psíquico. Existen tres modalidades de
estancias:
- Estancias cortas: entre un fin de semana y un mes. Es una medida de
apoyo a la familia, en situaciones de sobrecarga y tensión.
- Estancias transitorias: entre un mes y un año. Se trata de periodo de
preparación para posibilitar al individuo su reinserción en una vida

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social activa, bien en el seno de su familia, bien de forma autónoma e
independiente.
- Estancias indefinidas: más de un año. Es una medida para evitar
situaciones de abandono o institucionalización, y su deterioro
psicosocial les impide oro nivel de integración.

Recursos Supervisados:

Es un recurso que se pone a disposición de aquellos pacientes cuyo grado de


autonomía es elevado y no precisan de una atención o supervisión de 24 horas.
Este recurso consiste en alojar en un piso supervisado aun grupo reducido de
personas con enfermedades mentales crónicas. Este grupo recibe un apoyo
ajustado a sus necesidades, en función de sus características y grado de
autonomía.
Pueden ser beneficiarios de este recurso aquellas personas que, a pesar de
padecer una enfermedad mental grave y crónica, tengan cierto grado de
autonomía personal y social, que les permita convivir y funcionar adecuadamente
en un piso.
A estos pisos también pueden acceder aquellos pacientes que han pasado por
una estancia transitoria en minirresidencias y han adquirido mayor grado de
independencia.
Estos pisos deben ser también un especio para promover la rehabilitación
social, recibiendo un apoyo que ayuda al desempeño de roles sociales
normalizados. Por ello es fundamental que los pacientes reciban una atención y
seguimiento por parte de los servicios de salud mental.
Los usuarios del piso supervisado son los encargados de las tareas domésticas
y la organización interna. Su funcionamiento debe ser lo más parecido posible al
de un hogar familiar.
La duración de la estancia en los pisos es variable y puede ser transitorio o
más estable según las características personales y sociales y la evolución de cada
uno.

Recursos de apoyo externo:

Este tipo de recursos se pone a disposición de aquellos pacientes que no


necesitan un recurso residencial específico, como miniresidencias o pisos

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compartidos. Entre las múltiples posibilidades de apoyo existentes citaremos las
siguientes:
- Apoyo a la familia: incorporación del enfermo o programas
complementarios, visita periódica del personal del programa, atención
sanitaria domiciliaria si fuera preciso.
- Pensiones concertadas supervisadas: recurso destinado a usuarios con
relativa autonomía pero que necesitan de un enorme protector. Con el
debido apoyo los enfermos se integran en la vida cotidiana de la pensión.
Los servicios de salud mental son los encargados de ofrecer apoyo y
supervisión tanto a los pacientes como a los responsables de la pensión.
- Apoyo en la propia vivienda: se refiere a las visitas periódicas del personal
de los diversos programas al domicilio del paciente cuando su nivel de
autonomía le permite vivir en su hogar, bien por no haber sido necesario su
abandono, bien por haber pasado por niveles de convivencia más
supervisados.
- Apoyo puntual y/o parcial: incluye cualquier apoyo puntual que pueda
recibir un paciente para permitirle la posibilidad de mantenerse en su
propio domicilio.

Fomento de relaciones sociales:

La rehabilitación social debe tener en cuanta también el desarrollo y


mantenimiento de unas adecuadas relaciones interpersonales, así como un uso
enriquecedor del tiempo libre. Lo deseable es que estos pacientes tengan acceso a
los recursos de ocio normalizados de su comunidad, pero hay muchos enfermos
que presentan dificultades en este sentido. En estos casos pueden entrar en los
programas de fomento de las relaciones sociales. Estos programas se desarrollan
a partir de dos tipos de actividades:
- Espacios permanentes de reunión donde se pueden llevar a cabo
actividades muy diversas: fiestas, excursiones, talleres (el contenido se
elige en función de los intereses de los participantes), cursos, exposiciones.
El objetivo es proporcionar un espacio en el que los pacientes puedan
poner en práctica sus habilidades sociales y tomen contacto con otras
personas con una problemática semejante.
- Actividades esporádicas de ocio y tiempo libre: estas actividades coinciden
con los periodos vacacionales o fines de semanas. Se pueden programar

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desde talleres ocupacionales, clubes sociales, asociaciones relacionadas con
las enfermedades mentales, etc.

Para poder ser incluidos en estas actividades el paciente debe haber


superado la fase aguda de la enfermedad y encontrarse en un momento
estabilizado de su evolución, sin presentar conductas disruptivas de tal grado que
impidan el normal desarrollo de las actividades.
En todo el proceso de rehabilitación social el papel del sanitario es el de
colaborar en el seguimiento de los pacientes, promoviendo en todo momento la
motivación de los mismos para que vayan adquiriendo progresivamente una
mayor autonomía.

6.1.2. Rehabilitación laboral.

Es evidente que el trabajo remunerado es una fuente de ingresos


necesarios para la independencia del individuo. Pero también tiene repercusiones
muy positivas en la autoestima de la persona que realiza el trabajo. E el caso de
una persona que se está recuperando de una enfermedad mental es, además, una
oportunidad única de participar en la vida comunitaria y de reestructuración
mental.

Sin embargo los prejuicios sociales hacen que los pacientes psíquicos no
puedan acceder en muchas ocasiones a un puesto laboral. En la sociedad existe la
creencia de que estas personas son impredecibles y potencialmente peligrosas.

Incluso aquellos que finalmente logran acceder aun trabajo, pueden ser
despedidos o relegados a puestos de menor responsabilidad cuando sale a luz su
condición de enfermo psíquico. También por parte de los compañeros pueden ser
objeto de un trato diferenciado. En estas condiciones no es posible la plena
integración social del enfermo mental.

Por otro lado, si el paciente intenta ocultar su enfermedad para evitar todos
estos inconvenientes, el secreto de su situación puede ser causa de varias formas
de estrés. Por lo tanto esta solución tampoco favorece una adecuada calidad de
vida.

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Entre las medidas para paliar este problema se encuentra la necesidad de
concienciar a la opinión pública para que se modifique sus expectativas acerca de
las capacidades y potencial de las personas que están en proceso de recuperación
de una enfermedad mental. Esto incluye también el cambio de expectativas del
personal sanitario en salud mental.

Estas personas, siguiendo un adecuado programa de rehabilitación laboral,


pueden llegar a adquirir las destrezas y habilidades necesarias que la capaciten
para el desempeño de una profesión.

La orientación vocacional:

La orientación vocacional es el primer paso en el proceso de rehabilitación


laboral. El objetivo es despertar intereses vocacionales en el paciente, y ajustar
esos intereses a las habilidades y competencias de la persona y a las necesidades
reales del mercado laboral.

En estos pacientes muchas veces se ha obviado la orientación vocacional al


pensar que eran incapaces de desarrollar intereses laborales. Sin embargo no es
una cuestión de incapacidad, sino que el enfermo mental crónico presenta algunos
déficits que influyen en el desarrollo e dichos intereses y en la elección de un
trabajo. No obstante, estos déficits se pueden paliar con una adecuada orientación
vocacional.

La persona con enfermedad mental tiene dificultades para identificar sus


intereses laborales y sus propias habilidades; no son capaces de relacionar la
ocupación con sus intereses o con las habilidades; no tienen capacidad para hacer
una lista con más de un trabajo alternativo y no son capaces de identificar
adecuadamente sus limitaciones laborales.

El sanitario de salud mental, por su contacto con el paciente, está en unas


condiciones óptimas para detectar los intereses y habilidades del enfermo a través
de sus conversaciones y comportamientos.

Formación profesional y empleo:

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Una vez detectados los intereses del paciente y las necesidades del
mercado laboral, puede ser necesario un curso de formación o rehabilitación (en
el caso de haber desempeñado un trabajo anteriormente y haberlo perdido a
causa del deterioro producido por la enfermedad).

Para poder acceder a uno de los programas de formación promovidos por


diversas administraciones, entre otros requisitos, es necesario poseer un cierto
grado de autonomía personal, no padecer un grave deterioro cognitivo y tener
capacidad para cumplir horarios, tareas y compromisos. Por otro lado, la
enfermedad debe encontrarse en un periodo estabilizado, para que los síntomas
característicos no interfieran en el trabajo.
Antes de que la persona sea capaz de conseguir un puesto de trabajo
normalizado y plenamente integrado, puede acceder a una serie de recursos que
la administración pone a su servicio: talleres ocupacionales y centros
ocupacionales.
Los talleres persiguen sobre todo organizar la vida cotidiana de los pacientes,
con más dificultades de movilización, a través de tareas con una cierta orientación
productiva.
Los centros ocupacionales sí tienen una clara orientación a la producción.
El último eslabón en este proceso sería el acceso a un puesto de trabajo
en condiciones de igualdad con el resto de empleados en un centro normalizado.
No todos los enfermos mentales pueden llegar a este punto, sólo aquellos que sí
están capacitados.

6.2. EL PAPEL DEL PERSONAL COMO PROMOTOR DE MOTIVACIÓN E


INICIATIVA EN PACIENTES PSÍQUICOS.

A lo largo de la exposición ya hemos destacado algunas funciones del


personal sanitario con respecto a la motivación e iniciativa para la integración
socio-laboral del enfermo psíquico. Los principales ámbitos de actuación para
promover la motivación del paciente son la información al paciente sobre su propia
enfermedad y la implicación de la familia. Estos aspectos son los que vamos a
tratar ahora con más detenimiento.

6.2.1. Función docente y prevención.

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Además de las funciones asistencial y administrativa propias del auxiliar, el
personal de enfermería también puede desempeñar una función docente, que está
enfocada a la prevención y a la integración social. Esta función consiste en
orientar y enseñar al paciente hábitos de vida adecuados que influyan
positivamente en su salud, autocuidado y en una mayor integración socio-familiar
como sujeto activo que forma parte de una comunidad.

Cuanto más conocimientos tenga el paciente de su enfermedad en concreto


más motivado estará para seguir tratamientos y programas que conduzcan a una
mayor autonomía, y, a su vez, cuanta más autonomía adquiera, mayor
conocimiento y manejo de su enfermedad tendrá. Por lo tanto, esta es una acción
que siempre redunda en su propio beneficio.
El paciente debe ser instruido en la autoadministración de fármacos, en los
factores de riesgo para su problema y en las medidas preventivas para una
adecuada integración social.

Por otro lado existen ciertos mitos acerca de la enfermedad mental que
provocan sentimientos de vergüenza en las personas afectadas. Por ello es
necesario que el paciente tenga idea real de lo que es una enfermedad mental, y
no una idea basada en los mitos existentes en la sociedad.

La realidad es que la enfermedad mental es un tipo de trastorno que afecta por


igual a niños y adultos de cualquier estrato social y de cualquier estrato social y de
cualquier nacionalidad. Son trastornos reales que pueden causar sufrimiento y
discapacidad en quien lo padece (no son artificios de la imaginación) pero que se
pueden diagnosticar y tratar antes de que sea demasiado tarde, hoy en día
existen tratamientos eficaces. No sólo es necesario atender a la persona que sufre
el trastorno, sino que la familia también necesita apoyo. El trastorno mental no es
el resultado de una personalidad débil, las causas son de índole biológica,
psicológica o social, o una interrelación entre ellas. Por último, el hospital
psiquiátrico, el aislamiento y la imposición de restricciones constituyen soluciones
óptimas para las personas que sufren una enfermedad mental. Estas medidas
atentan contra la dignidad y violan los derechos fundamentales de la persona.
Existen muchos tratamientos posibles en entornos más adecuados y los hechos
demuestran que estas personas pueden mejorar y aportar una contribución útil a
la sociedad.

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Si el paciente comprende todos estos argumentos su motivación será
mayor y será capaz de enfrentarse a todas aquellas personas que intentan
discriminarlos por su situación.

6.2.2. La colaboración de la familia.

Podemos entender el concepto de familia como un sistema en el que


interactúan todos sus elementos, de forma que lo que ocurra a uno de sus
miembros afecta al resto. No podemos negar la evidencia de que el enfermo
mental forma parte de una familia, para la cual el trastorno psíquico que padece
uno de sus miembros se convierte en un elemento generador de fuertes
emociones que requiere un proceso de adaptación y aceptación.

El personal de enfermería puede colaborar para que esta adaptación se realice


en la forma más positiva posible. Este trabajo es de gran importancia puesto que
la familia es uno de los principales apoyos con que cuenta el paciente para una
mejor adaptación a su propia enfermedad y para poder integrarse en la vida
social. Cuando el paciente cuenta con el apoyo de su familia, está mucho más
motivado para seguir un tratamiento.

La familia, debe tener los mismos conocimientos sobre la enfermedad que el


propio paciente para, de este modo, poder apoyarlo en todo momento y conocer
las situaciones de riesgo y las medidas preventivas.

Este modelo psicoeducativo orientado a la familia ha dado muy buenos


resultados en pacientes esquizofrénicos, principalmente. Se ha demostrado que de
esta forma se reduce notablemente el sentimiento de culpabilidad, la ansiedad y la
confusión, y, por lo tanto, también disminuyen la tensión y el estrés en el seno de
la familia. Además tiene un efecto positivo en el desarrollo de la enfermedad.

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