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Jueves, 3 de diciembre de 2015 |

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NOTA DE TAPA> KRYPTONITA


DOMINGO, 29 DE NOVIEMBRE DE 2015 GRACIAS MI MATANZA
SE ESTRENA kRYPTONITA, LA
F O T O G R A F I A > L U I S P R I A M O PELíCULA DE NICANOR LORETI
BASADA EN LA NOVELA DE

AQUELLA CIUDAD FRENTE AL lEONARDO OYOLA SOBRE...


Por Mariano Kairuz

RÍO LA ETERNIDAD IMAGINARIA


Por Mariano del Mazo
ENTREVISTA> RENATA SCHUSSHEIM
Su primer trabajo fue como telegrafista en Santa Fe y, poco después, EL MUNDO ALUCINANTE
estudió cine con Fernando Birri. Pero, en algún momento, a Luis Priamo se Por Marina Oybin
le despertó la pasión de su vida: la fotografía antigua. Empezó recorriendo ENTREVISTA> LEONARDO SBARAGLIA Y
su provincia en búsca de fotos familiares y con los años se transformó en el PABLO SBARAGLIA
investigador más importante de la Argentina: entre muchos otros, por EL JUEGO FAVORITO
Por Salvador Biedma
ejemplo, “descubrió” a Fernando Paillet. Ahora acaba de editar Buenos
Aires, memoria antigua-Fotografías 1850-1900, un trabajo de años, con HISTORIETA> ARIEL LOPEZ V.
CHICOS GRANDES
visionado de miles de negativos, que conforma quizá el libro conclusivo
Canillitas, Junior.
Por Mariano Kairuz
sobre la iconografía fotográfica de Buenos Aires de la segunda mitad del
PERSONAJES> GAEL POLICANO ROSSI
siglo pasado. CON LOS ASTROS ALINEADOS
Por Mercedes Halfon
Por Marcos Zimmerman FOTOGRAFIA> LUIS PRIAMO
AQUELLA CIUDAD FRENTE AL RÍO
Hubo un tiempo en que algunos hombres se propusieron la tarea de Por Marcos Zimmerman
reproducir el mundo y fijar la memoria. Joseph Nicephore Niepce fue el ICONOS> FRANK SINATRA
primero en hacerlo. En 1827 consiguió dejar impresa la primera fotografía LA PROFUNDA TRISTEZA DE SU
que se conoce sobre una plancha de peltre untada en betún de judea. Casi VOZ
Por Sergio Pujol
conjuntamente, Louis Jaques Daguerre usó una placa de metal de plata
TELEVISION LA FABULOSA SERIE MASTER
sensibilizada con yodo y mercurio para lograr sus daguerrotipos. En 1843
OF NONE DE AZIZ ANZARI, QUE SE VE POR
Henry Fox Talbot retrató la Plaza de Trafalgar con un calotipo que permitía NETFLIX
una imagen negativo-positivo. Los desarrollos posteriores de negativos sobre MINORÍA INTENSA
Por Andrea Guzmán
vidrio al colodión y las copias de albúmina señalaron un futuro auspicioso
FAN > UN DRAMATUGO ELIGE SU PELICULA
para la mágica tarea de capturar la vida en un recuadro. Las copias de
FAVORITA: IGNACIO SANCHEZ MESTRE Y
gelatina al bromuro posteriores lo certificaron. ENTRE NOSOTROS DE MAREN ADE
NADA DE MENTIRA
Encerrados en pequeñas carpas que arrastraban por el campo para poder Por Ignacio Sánchez Mestre
hacer los menjunjes químicos necesarios para registrar el mundo, los VALE DECIR
fotógrafos transitaron la segunda mitad del siglo XIX tratando de reproducir la ESCRITO EN LA PIEL (DEL TORSO)

naturaleza, las cosas y los hombres con la mayor exactitud posible. Aquello VALE DECIR
HASTA EL INFINITO GEEK, Y MÁS
era una guerra para ver quien era más fiel a lo que mostraban sus ojos. Pero ALLÁ
la memoria duerme en un sitio esquivo. Y un mismo recuerdo puede
VALE DECIR
alumbrar verdades o avivar equívocos. Fue entonces cuando la fotografía se BOMBACHAS PARA CHICAS
convirtió en una herramienta para reconstruir esa memoria. Y también DORADAS
cuando surgieron las discusiones acerca de la fidelidad de esta disciplina. VALE DECIR
MUÑECOS LENGUARACES
LA MEMORIA COLECTIVA INEVITABLES
Inevitables
El departamento está atiborrado SALI
de cajas con negativos y copias ESTRENOS Y REESTRENOS
Por Rodolfo Reich
fotográficas. Cuando uno entra,
F.MERIDES TRUCHAS
debe aspirar hondo para poder EL NUDO INFINITO
pasar entre ellas hasta la cocina, Por Daniel Paz
donde Luis Priamo ceba un mate
que lleva enseguida hasta una
mesa llena de libros. Tengo
conciencia de que estoy frente al
más prestigioso investigador de
COLEGIO SAN JOSE, JUNIOR.
fotografía antigua de la Argentina
y que en ese archivo encerrado
en bibliotecas y placards que nos rodean debe haber buena parte de nuestra
memoria colectiva. No sólo por las fotografías rescatadas sino por los
múltiples ensayos de investigación que Priamo desarrolló acerca de ellas.

En cuanto nos sentamos, este hombre corpulento toma un libro de una de


sus bibliotecas y me muestran la tapa, donde hay una fotografía de dos
familias vestidas a la europea posando frente a una precaria choza indígena.
Enseguida me explica con pasión que Ernesto Schlie la tomó en el pueblo de
Monigotes, mientras recorría una gran parte de la provincia de Santa Fe
entre 1888 y 1892 registrando las colonias recién establecidas, con una
sistematización nunca vista. “Una experiencia única en el país. Hasta donde
sabemos nadie hizo un registro tan completo y amplio de esas colonias. Y,
además, nadie lo hizo con la calidad de imágenes que se puede apreciar en
las fotos de Schlie”, dice.

La evocación de la tierra santafesina parece arrimar algún recuerdo a Priamo


porque, de repente, sus ojos se ponen vidriosos. Es que una de esas
colonias es Franck, su pueblo natal. Habla entonces de las fotografías
hechas por el farmacéutico y profesor José Beleno, que fotografió las
inundaciones de Santa Fe entre 1905 y 1910. Al parecer, una de esas fotos
muestra un bajo anegado, donde el bisabuelo de Priamo vivía ordeñando la
única vaca con la que alimentaba a su familia. La imagen mental lo traiciona
y el rigor de investigador deja paso a un niño escondido en alguna parte de
su humanidad.

La pasión por la fotografía antigua nació en Priamo tempranamente. Luego


de pasar su infancia en ese pueblo, a los dieciséis años partió a la ciudad de
Santa Fe donde trabajó dieciocho años en el correo como telegrafista. Tal
vez fueron las noticias de llegadas y partidas, de amores desbocados y de
despechos, de nacimientos y muertes, que atravesaban sus dedos a diario
en forma de puntos y rayas, lo que impulsó a Priamo a estudiar el arte que
quizá refleje más explícitamente las pasiones humanas: el cine. Y lo hizo en
la Escuela documental de Santa Fe creada por Fernando Birri. Al poco
tiempo, la necesidad de encontrar material fotográfico para la realización de
un documental sobre la pampa gringa, lo colocó por primera vez frente al
Archivo General de la Nación. Un mes más tarde se había comprado una
mesita de reproducción de fotos que aún conserva y, junto a un compañero,
el hoy afamado director de fotografía Pucho Curtalón recorrían su pueblo
primero, San Carlos Sur luego, y más tarde toda la provincia, tocando
timbres y pidiendo a los vecinos que les permitieran reproducir sus fotos
familiares. De ese modo, casi como un mendigo, Luis Priamo fue reuniendo
un material precioso, que permitió recuperar imágenes de autores
profesionales y amateurs de un valor documental e histórico patrimonial
importantísimo. El archivo de reproducciones que resultó de ese periplo fue
el fondo fotográfico que permitió componer más tarde el libro Santa Fe entre
dos siglos, del Ministerio de Cultura de la Provincia que incluye imágenes de
todo el interior de la provincia en el siglo XIX. La profesión de Priamo, como
investigador, estaba en marcha. “Un día, el director del Museo de la
Colonización de Esperanza me mostró dos cajas de negativos con las cuales
no sabía qué hacer. Ese día vio la luz uno de los fotógrafos más asombrosos
del siglo XIX: Fernando Paillet”, comenta, emocionado.

La investigación posterior que desarrolló Priamo sobre este fotógrafo, lo


rescató de las cenizas a la cual estaba destinado, como tantos otros que no
pudieron ser salvados de las cremaciones a las que, por desconocimiento,
muchas familias someten a veces la memoria que encierran las fotografías.
El rescate del archivo de Fernando Paillet contó con el respaldo temprano de
la exposición que organizó el Consejo Argentino de Fotografía en 1980 y el
apoyo posterior de ese grupo, principalmente de Sara Facio en su promoción
europea y su incorporación al Museo Nacional de Bellas Artes.

CONOCER EL ORIGEN
Cuando uno le pregunta porqué
hace lo que hace, Priamo
contesta que su interés original
se limitaba a conocer su propio
origen. Pero que, sin darse
cuenta, esa búsqueda inicial lo
condujo hasta un lugar interior
donde se caldean
apasionamientos más amplios y
profundos. Antes era las ganas Puerto.

de conocer a sus antepasados.


Luego fue el pasado del país entero el que lo convocó. Priamo repite
entonces que el valor de expresión de un documento fotográfico,
acompañado por la investigación, es capaz de sintetizar y explicar gran parte
de una época y hasta del pensamiento que la atravesaba. De todo eso es
capaz una fotografía antigua, sostiene.

De esa pasión detectivesca nacieron muchas de las investigaciones que se


plasmaron en los libros de fotografía antigua argentina que publicó con la
Fundación Antorchas y su sucesora, Ediciones de la Antorcha, tales como
Fernando Paillet, fotografías 1894-1940; Archivo fotográfico del Ferrocarril de
Santa Fe 1891-1948; Juan Pi, fotografías 1903-1933; Los años del
daguerrotipo 1843-1870; HG Olds, fotografías 1900-1943; Buenos Aires,
ciudad y campaña 1860-1870. Un país en transición; Fotografías de Buenos
Aires, Cuyo y el Noroeste. Christiano Junior 1867-1883; Una frontera lejana.
La colonización galesa del Chubut 1865-1935; Aborígenes del Gran Chaco.
Fotografías de Grete Stern 1958-1964.

–La investigación de campo, agotada hasta sus últimas consecuencias y


detalles, es esencial para la visión histórica certera. Es esa relación de la
fotografía con nuestro propio pasado, aquella que en fotografía se torna más
íntima que con ningún otro medio. La que Pavese mencionaba cuando decía
que la fotografía proveía los elementos anecdóticos de la primera
aproximación al mundo que tenemos los hombres.

Le pregunto a Priamo qué piensa de la discusión fotográfica de realismo


versus manipulación.

–La ficcionalización en fotografía no es nueva. Los fotomontajes sociales y


políticos que realizaba Caras y Caretas, por ejemplo, pueden paragonarse a
las manipulaciones actuales. Un ícono más cercano en el tiempo, Los
Sueños, de Grete Stern, son otro ejemplo de esa manipulación que ha
instigado siempre a algunos fotógrafos –asegura Priamo.

Para apoyar sus dichos, describe una foto aparecida en esa revista que
muestra la Plaza de Mayo inundada, llena de góndolas, y otra de un muerto
sentado en su féretro con una libreta de votar en la mano. Aunque, como
para dejar en claro su propia mirada, Priamo aclara que se siente más
cercano a la fotografía documental.

–No habría impacto en las fotografías de Grete Stern sobre los sueños si los
elementos que ella usó no fueran reales. Y, curiosamente, es la presencia de
esas imágenes reales aquello que hace más impactantes sus fotografías –
dice, en un intento por decodificar un oxímoron de la imagen.

¿Qué diferencias fundamentales ve entre la manera de fotografiar


decimonónica y la presente?

–La fotografía del siglo XIX consistía en poner el trípode, encuadrar más o
menos artísticamente y disparar. La fotografía cambió cuando el recorte de lo
real se hizo presente y el autor comenzó a mostrar su mirada. La imposición
de una visión de lo real, no ya de lo real en sí mismo, desplazó hoy al oficio
de fotógrafo. Algo que vuelve a los fotógrafos creadores de mundos nuevos.
Entre Schlie y Grete o Coppola, hay un a gran diferencia. El primero
intentaba registrar con rigor lo que veía. Los segundos eran conscientes de
lo revolucionario del medio fotográfico, del impacto artístico que podían
producir con una imagen. En el siglo XIX, era lo natural aquello que
convocaba a los fotógrafos. Más tarde, la conciencia del autor comenzó a
cobrar más importancia que la realidad misma.

¿Y este extraordinario libro


que acaba de presentar
Buenos Aires, memoria
antigua – Fotografías 1850-
1900, cómo se gestó y que se
propone?

–El libro sobre Buenos Aires sale


de una investigación de años. Yo
sabía que contaba con los nueve
CASA ISRAELITA, E. H. SCHILE. únicos daguerrotipos sobre la
ciudad que existen en el Archivo
General de la Nación y con el material precioso de Esteban Gonet, Benito
Panunzi, Cristiano Junior, Antonio Pozzo, Samuel y Arturo Boot, Samuel
Rimathé y Harry Olds. Había también visto los 5.000 negativos antiguos
disponibles en el archivo de la Sociedad Fotográfica Argentina de
Aficionados de los cuales ya había seleccionado 250 en años anteriores.
Faltaba rastrear en el archivo Witcom y lo hice. Tres años de trabajo de
investigación se sumaron a los muchos anteriores y dieron a luz este libro
conclusivo sobre la iconografía fotográfica de Buenos Aires de la segunda
mitad del siglo pasado, dividido en cinco decenios, cada uno con un estudio
especial.

A pesar de su innegable autoría sobre este precioso volumen, Priamo aclara


que, de alguna manera, este tipo de libros son libros colectivos. Y refiere que
los estudios impulsados por Abel Alexander, Miguel ángel Cuarterolo, Juan
Gómez y por el mismo, se entrelazan a cada paso de toda investigación
fotográfica como en una red.

–La Fundación CEPPA, a través de Matteo Goretti, su presidente, jugó otra


de las cartas más difíciles que esconden este tipo de proyectos: el
financiamiento. Además, Adrián Gorelik aportó un extenso y profundo texto –
Buenos Aires 1850-1900 ciudad en tránsito– sobre las transformaciones de
la modernidad que por aquellos años convirtieron la aldea en ciudad. Pero
tampoco hay que olvidar el aporte de quienes cedieron las fotos.

Al mirar este voluminoso libro, uno se queda con una impresión tan
apabullante como la que produce leer el frondoso curriculum de Priamo.
Pero, además, es mirando las maravillosas fotografías que contiene cuando
uno cae en la cuenta de que, la mayor parte de las veces, no fue la “obra
artística” –cuya necesidad de concreción movilizó tanto a artistas del pasado
como a curadores y artistas del presente– la que quedó de la fotografía
antigua. Sobrevivió, en cambio, el material por encargo. El trabajo. Las fotos
de oficio.

Una pregunta se hace entonces inevitable. ¿Qué cree que quedará para el
futuro de lo que se hace hoy en fotografía?

“No lo sabemos –responde–. El final está abierto. Lo que está claro es que
no basta con recortes e intenciones. Nadie sabe cómo se leerá el presente
dentro de cien años. Y nadie estará para verlo”.

Mientras reflexiono acerca de que será esa memoria impresa en nuestras


fotografías la que hable de nuestro presente en el futuro desde el silencio,
suena el teléfono. Como si fuera una señal venida desde ese futuro
desconocido, alguien, del otro lado de la línea, le anuncia a Priamo que va a
ser bisabuelo. Y yo sonrío. Ese bisnieto que viene en camino será el que
conozca nuestro presente a través de la fotografías que nos sobrevivan. Y el
que, cuando ninguno de nosotros esté, podrá dar respuesta a esta pregunta
que hoy, ni Priamo ni yo, podemos responder.

Plaza de la Victoria, Panunzi

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