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“Propuesta Arquitectónica de Centro Parroquial Comunitario Católico”, Parroquia de la Santa Cruz en Hermosillo, Sonora.

Marco teórico

La necesidad inherente del hombre en el intento de explicar su existencia lo ha


orillado a buscar las respuestas en la religión. Pero, ¿qué es religión? La religión
es un sistema de la actividad humana compuesto por creencias y prácticas acerca
de lo considerado como divino o sagrado, tanto personales como colectivas, de
tipo existencial, moral y espiritual. Se habla de religiones para hacer referencia a
formas específicas de manifestación del fenómeno religioso, compartidas por los
diferentes grupos humanos. Hay religiones que están organizadas de formas más
o menos rígidas, mientras que otras carecen de estructura formal y están
integradas en las tradiciones culturales de la sociedad o etnia en la que se
practican. El término hace referencia tanto a las creencias y prácticas personales
como a ritos y enseñanzas colectivas.

De modo concreto, religión se entiende como la unión de Dios y los hombres,


la relación que guarda el ser humano con el ser divino, el cual está fuera de la
realidad física y reside en el pensamiento y sentir del hombre.

La idea de establecer un diálogo con Dios ha sido objeto de estudio por el


hombre. La mística es la parte de la teología que explica los fenómenos de la
comunicación entre Dios y el hombre. Esta relación lleva al hombre a la realización
de ritos o ceremonias en las que establece el vínculo con su deidad ofreciendo
sacrificios u oración. A estas actividades son a las que denominamos culto.

La práctica o culto religioso en la fe católica ha variado desde sus inicios. Este


hecho ha repercutido en la sociedad influyendo directa o indirectamente en sus
modos de vida: comportamiento, integración con el resto de la sociedad,
desarrollo profesional y formación de vocaciones misioneras, entre algunos otros.
Asimismo la práctica del culto se ha expandido desde los países más antiguos
hasta los menos poblados que podrían considerarse incluso marginados.

La reunión de fieles católicos en nombre de su deidad se acuña con el termino


iglesia católica.”Del griego ekklesia(reunión, asamblea). Institución construida por
personas que profesan una misma doctrina religiosa...” con esta afirmación se

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demuestra que la iglesia y templo son vocablos con diferentes significados al


contrario de cómo comúnmente se piensa. Iglesia determina una acción
comunitaria, de participación grupal; en cambio, el termino templo se refiere al
espacio arquitectónico en sí. De esta manera confrontamos ambos conceptos:
iglesia y templo.

Por su parte, templum es un término de origen latino que se relaciona


directamente con el vocablo griego tenemos y significa sagrado o sitio reservado a
una deidad. Algunos autores lo explican como un espacio o grupo de espacios
destinados a la devoción, educación y convivencia; su antecedente es el altar y el
santuario.

Un templo por su parte se describe como “aquel espacio arquitectónico, que


va a destinarse al culto sagrado, tenga la mística trascendente que produzca en
los fieles la sensación de que se encuentra en presencia de Dios o cercano a
Dios. El arquitecto se debe de encargar de lograr que en ese espacio
arquitectónico se produzca esa sensación espacial que hace sentir al hombre
cerca de Dios.

La composición espacial de un templo está en función del tipo de fé que se


vaya a profesar. Por esta razón “el Arq. Plazola afirma:” la materialización del
edificio se basa en un partido arquitectónico, y se conjuga en los dogmas,
símbolos y normas religiosas que le dan identidad a la congregación”. El hombre
por su afán de trascender en el ámbito de lo sagrado, consagra objetos, tiempos,
personas, acciones y espacios, a fin de distinguirlos del resto del mundo. De esta
manera surge el templo católico.”

El templo católico en particular, es una construcción a la que acuden los


seguidores de Jesucristo, para ser partícipes del sacramento de su muerte y
resurrección, que es presidida por los miembros de la predicación misionera que
a su vez se encuentran bajo la autoridad del Sumo Pontífice: el Papa.

En relación al simbolismo en los templos, Miguel Fisac afirma que el problema


de la arquitectura religiosa consiste en crear un recinto apto para la asistencia de

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los fieles a la misa y a las distintas prácticas litúrgicas, pero además, que esos
fieles se sientan envueltos en un ambiente místico, en un torbellino que los
arrastre, que los eleve, que los conmueva.

Anaya (1996), señala que, el proyecto arquitectónico ha de expresar la


transitoriedad, la unidad, la santidad, la catolicidad y la apostolicidad de la iglesia
como signo para el mundo. Techumbres llamativas, vidrieras impresionantes,
iluminación escenográfica y efectos escultóricos. Estos elementos no cumplen
necesariamente con las verdaderas necesidades litúrgicas que piden un ambiente
humano y comunicatorio sencillo y cálido; se ha caído en la búsqueda de la forma
por la forma misma o en la novedad por la novedad. No son ajenos a esta
tendencia algunos templos famosos obras de arquitectos connotados como la
Capilla de Ronchamp de Le Corbursier y la Parroquia de la Medalla Milagrosa de
Félix Candela, en la Ciudad de México D.F.

Si se tiene presente que el templo, en sentido amplio es el lugar del diálogo de


la comunidad de creyentes con Dios y signo de ese diálogo, se pueden enunciar
las siguientes cualidades arquitectónicas como propias de él:

Funcionalidad: el templo atenderá a las necesidades litúrgicas y pastorales


concretas. Este fin utilitario no se opone a la belleza: quien va a negar que
tratándose del arte sagrado, la realización de obras que sirvan con inmediatez y
simplicidad a la función litúrgica implica abrir un cauce a la belleza. Tampoco la
comunidad se opone a la religiosidad. (Plazola, Juan. El arte sacro actual. Madrid:
la editorial católica, s.a. 1965, pág. 57)

Unidad: dentro de la multiplicidad de elementos, la unidad de la composición


arquitectónica ha de reflejar la unidad de la iglesia en torno a un solo altar, en
contraposición a la dispersión de la comunidad por las devociones particulares que
pueden hacer que se pierda de vista lo esencial.

Autenticidad: Una doctrina que sostiene la búsqueda de la verdad no puede


ser expresada en forma adecuada por una arquitectura falsa, con materiales que

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aparentan ser otros, estructuras disimuladas o no correspondientes a las formas


internas y externas.

Expresividad religiosa: sin mengua de la funcionalidad o como producto de


ella, el templo estará cargado de un contenido religioso que exprese a la
comunidad eclesial en diálogo con su creador y en cumplimiento de su misión
sacramental para el mundo.

Austeridad: la economía, la humildad y la austeridad de espacios y materiales


son características adecuadas al espíritu de la pobreza del cristianismo y su
compromiso con el mundo y la justicia. La pobreza monacal ha sido siempre un
modelo inspirador del arte sacro.

Sencillez: La complejidad conduce a la confusión y al monumentalismo, en


tanto que la sencillez permite destacar lo fundamental en un ambiente de paz y de
tranquilidad, contrario al bullicio del mundo y que oculta lo esencial.

Dignidad: La austeridad y la sencillez pueden ser los elementos que


constituyan un espacio digno de su función. La pobreza significa la ausencia de lo
superfluo, en tanto que la miseria es la carencia de lo indispensable. La
celebración eucarística demanda un espacio digno y adecuado.

Calidad: la pobreza y la austeridad no se oponen a la calidad tanto de


espacios como de los materiales. No se pueden construir para la eternidad, aún
cuando las obras de arquitectura religiosa sean las que más han perdurado a lo
largo de la historia, pero si se ha de proyectar con la confianza en la validez de lo
que se construye.

De esta manera se ha hecho un recuento de los vocablos fundamentales que


servirán de apoyo en la concepción de un templo. No existe un solo método, si no
un sin número de caminos son los que se pueden seguir para el diseño de un
templo, lo único que no se debe dejar fuera es la intención de presentar a Dios
dentro del recinto, es ahí donde estriba de la habilidad del proyectista para
trasmitir a la comunidad fiel la presencia del Dios divino.

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