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BIBLIOTECA UNIVERSITARIA PUVILL

DIRIGEN
Josep Puvill Valero. Puvill-Editor
Josep M. Sola-Solé. The Catholic University of America

HISTORIA Y CULTURA DE HISPANOAMERICA, 3

-*-. L
O Santiago Castro-Gómez

Puvill-Editor Iiitsoducción . . .
Boters. 10
C'apítulo 1 . Los de
08002 Barcelona
1 . La c
DISTRIBUIDOR 2 . La p
Puvill Libros. S.A. 3. Amé
Boters. 10 .Paja. 29 Capíttulo 2. Mode
Jaime 1. 5 Latina . . . . . . . .
08002 Barcelona 1 . Mor
2 . Max
3 . Iden
Capítulo 3. Popul
Los discursos de i
1 . El p
2. En b
3. El m
4 . La i
5 . Am
6 . Refl
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Capítulo 4 . Amér
Dep . Legal: Z- 1576-96 1 . La "
I.S.B.N.: 84-85202-72-4 2 . Zea.
IMPRESO EN ESPANA 3. Hac
Capítulo 5 . Imagi
Talleres gráficos: INO Reproducciones. S.A. noamericano . . .
Ctra . Castellón. km . 3. 800
5 0 0 13 Zaragoza '
1 . Mod
2. Modernismo y modernidad en América Latina. . . . . . . . . . . . . . . 126
3. Imaginarios sociales del modernismo hispanoamericano. . . . . . . 129
3.1 La exaltación de la "cultura latina". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
3.2 El ideal aristocrático de vida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
3.3 El sueño de la unidad latinoamericana . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
3.4 El retorno a la "edad de oro". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
4. El modernismo y la estética de lo bello. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
Capítulo 6. Narrativas contraniodernas y teorías poscoloniales. . . . . . . . . . . . . 145
La propuesta hermenéutica de Walter Mignolo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
1. ¿Qué se quiere decir con lo "poscolonial"? . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Este lib
2. Observaciones autopoiéticas y narrativas anticoloniales . . . . . . . 153
úliimos año
3. Razón poscolonial y filosofía latinoamericana. . . . . . . . . . . . . . . 158
iioamerican
lincuentro L
109 1); en e
América" (
Filosofía L
Internacion
1996), así
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las polémicas
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formuló el pro

l . A este grupo p
Joaquín Zaba
Sanz Adrado
del pensamie
"El proyecto
G. Marquíne
Santafé de B
Latinoameric
135-139; 225
auténticamente latinoamericana, tal como aparecía en el proyecto de ct~iiiocl cont
Herrera, se transformó allí en una reflexión de caracter arqueológico. Se iolhi la huma
trataba ahora de mostrar cuáles son las prácticas discursivas y los disposi-
Los do
tivos disciplinarios sobre los que se han construido una serie de discursos Siiluzar Ram
filosóficos sobre Latinoamérica y lo latinoamericanos. Es decir, en lugar iiiiciitas nece
de preguntarse por una teleología inherente al "ser latinoamericano", CI c;ipítulo pr
Salazar Ramos prefiere interrogarse por los órdenes del saber que hacen piaciono sólo
posible la formulación misma de esa pregunta y la articulación de los dis- l'iii de la libe
cursos filosóficos que procuran resolverla. La crítica de la razón latinoa- 1.spccie de "m
mericana deviene así en una crítica de los discursos que postulan una co que entien
supuesta "razón latinoamericana". ziiié luego ha
co. buscand
En este libro he querido avanzar un paso más en la dirección señala-
I'ilosófica de
da por Herrera y Salazar Ramos. Los capítulos que lo conforman no pre- Iiis ciencias
tenden integrarse en una reflexión sistemática, ni conformar algún tipo de tlcbate posm
unidad teórica. Ellos son, ante, todo, desplazamientos que se articulan en diid. racional
el espacio donde emergen, convergen y divergen aquellas narrativas pos- weberiana de
modernas y poscoloniales que en los últimos años han dado cuenta de la ciones puede
manera como se construyen socialmente los discursos sobre el "otro". El el problema d
pensamiento de Foucault será, como en el caso de Salazar Ramos, un
Los ca
punto central de orientación, pero también la hermenéutica de la intelli-
zan un análi
gentzia urbana propuesta por Angel Rama, así como la recepción latinoa-
cauce norma
mericana del debate posmoderno, especialmente en el área de las ciencias En el capítul
sociales (N. García Canclini, J. Martín-Barbero, J.J. Brunner). De igual socio-polític
modo se tendrán en cuenta los aportes de pensadores(as) como Edward latinoamerica
Said, Homi Bhabha, Gayatri Spivak y Walter Mignolo, quienes han veni- ción y circul
do reflexionando sobre el problema epistemológico del "discurso colo- figuras que
- nial". Mi propósito es mostrar que los principales temas, registros y moti- capítulo cuat
- vos esgrimidos por la filosofía en favor de una "exterioridad" la historia
- latinoamericana con respecto de la modernidad occidental son, en reali- Leopoldo Ze
dad, discursos pertenecientes a un orden típicamente moderno del saber, Arturo Roig
en cuya articulación y difusión han jugado un papel fundamental los inte- aspectos: pri
lectuales. El proyecto de una crítica de la razón latinoamericana es prose- ria") pertene
guido, entonces. como un ejerci@o deconstructivo de aquellas narrativas donde las di
que, en base a la creación de identidades homogéneas, insisten en presen- subjetividad
tar a Latinoamérica como lo "otro absoluto" de la modernidad, e incluso sofías se pres
El cap
Iris M. Zav
8. R. Salazar Ramos, "Los grandes metarelatos en la interpretación de la historia latinoamericana", Aprovechan
p. 92. bello" y la "
del modernismo como una reacción moderria frente al malestar causado
en Latinoamérica por la temprana industrialización capitalista, pero iden-
tificaré este proyecto con los anhelos y fantasías de poder de los intelec-
tuales. Este problema de la crítica moderna a la W e r n i d a d será retoma-
do e n el capítulo seis, donde considero la lectura poscolonial que realiza
el argentino Walter D. Mignolo de la filosofía latinoamericana, y concre-
tamente del pensamiento liberacionista de Leopoldo Zea, Enrique Dussel
y Rodolfo Kusch. Aquí realizaré una distinción entre el locus eriuntiatio- LOS DE
nis -del que habla Mignolo- y la episteme que hace posible la construc- A LA
ción de ese locus, para mostrar que la filosofía latinoamericana se articula
ciertamente como una contranarrativa moderna, pero jamás como una teo-
ría poscolonial.

En el año
en el IX Con
y límites de u
liberaciónw9.
"filosofía de
mericana com
pación por el
con la realida
desde el siglo
cipación ment
por asumir fil
tuales aparec
respectivame
Pero a pesar d
esa época (19
en su produc

9. H. Cerutti Guld
"filosofía de
Corigreso Ir
tomo l. pp. 1
10. De hecho, la te
vo del II Con
dependencia
pp. 49-75. E
tran la preten
comprensiva
ción empíric
responsabilid
decadencia se encuentran la distorsión que tanto la filosofía como la teo- ciipidista, sa
logía realizaron de la teoría de la dependencia, separándola del núcleo de desarrollo.
reflexión teórica que la sustenta y constituye, así como la caducidad de un \ Pero los

cierto pensamiento "cristiano" que colocaba la fe como exigencia previa iipiircciera po


para filosofar liberadoramente. ciii, fué aplast
(lo, que demo
Hoy día, quince años después de estas reflexiones, valdría la pena
rsiructural. Se
retomar las cuestiones planteadas por Cerutti y reformularlas de la
cxtcrno y el c
siguiente manera: ¿qué tipo de transformaciones socio-estructurales han
punto de que
apresurado el envejecimiento de las categonas filosóficas, sociológicas y
roso de la "dé
teológicas de los discursos liberacionistas?; ¿cuáles aportes nos es posible
iiicnsurable s
retomar de estos discursos para un diagnóstico contemporáneo de las
renta per cápi
sociedades latinoamericanas?; y. ¿qué clase de reajuste categorial tenemos
que incluye ta
que realizar para consolidar un nuevo tipo de discurso crítico en América
rlc nuestras so
¿Cómo in
Dudo mucho de que exista algún pensador o pensadora en el cambio de
Latinoamérica, que afiliado(a) todavía a la filosofía o a la teología de la países de Oc
liberación, deje de preguntarse por el inevitable reajuste ideológico que Creemos que
implica el derrumbe de los regímenes socialistas en Europa del Este. rla a damos lu
Pues, aún teniendo en cuenta las diferencias existentes al interior.de ellos, da, en primer
casi todos los discursos liberacionistas estuvieron fuertemente influencia- posmodernida
dos por la retórica que animó la consolidación ideológica del socialismo. América Lati
La liberación de los oprimidos, la tesis de que el imperialismo es el único nuevas exigen
culpable de la pobreza y miseria de las naciones latinoamericanas, la fe en nar el conten
las reservas morales y revolucionarias del pueblo, el establecimiento de nuevas tenden
una sociedad en donde no existieran antagonismos de clase, todos estos cambio de se
fueron motivos centrales de la reflexión filosófica y teológica en la nas de las pro
América Latina de los años sesenta y setenta. Eran los días de la guerra tos que puede
fría y de la consecuente polarización ideológica en todo el continente; del Latina.
temor ante la amenaza atómica que se cernía sobre toda la humanidad; de
los procesos emancipatorios en Africa; del movimiento estudiantil y el
auge de las guerrillas de liberación nacional; de la revolución cubana y el 1. LA CRÍTI
comportamiento valiente de Fidel en la Sierra Maestra y en Bahía de POSMOD
Cochinos; del sacrificio del Ché Guevara y Camilo Torres en Sudamérica;
del apoteósico regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina; del marti- En opinió
no de monseñor Romero y de muchos otros cristianos comprometidos en posmodernida
Centroamérica; del triunfo de la Unidad Popular en Chile y del movi- actual del des
miento sandinista en Nicaragua; de la resistencia popular a las brutales
dictaduras que ensangrentaron al sur del continente. En no pocos sectores
se respiraba un ambiente de esperanza en que ya pronto se lograna reali- 1 1 . G. Vargas Loz
zar la revolución verdadera y derrocar finalmente el poder de la burguesía hacer con lu

,
teamericano Frederic Jameson, Vargas Lozano afirma que la posmodegi- El econo
dad es la forma como se ha denominado a la lógica cultural del "capitalis- dad un pelig
mo tardío". La emergencia de nuevos rasgos en las sociedades industriali- Nietzsche en
zadas tales como la popularización de la cultura de masas, el ritmo y trata es de co
complejidad en la automatización del trabajo y la creciente informatiza- su maestro, l
ción de la vida cotidiana, hace que el sistema capitalista desarrolle una to" de la étic
ideología que le sirva para compensar los desajustes entre las nuevas ten- como Nietzsc
dencias despersonalizadoras y las concepciones de la vida individual o la ética unive
colectiva. Para enfrentar estos desajustes, el sistema capitalista precisa posmodernida
deshacerse de su propio pasado, es decir, de los ideales emancipatorios mentos de un
propios de la modernidad, y anunciar el advenimiento de una época pos- razón. De est
moderna, en donde la realidad se transforma en imágenes y el tiempo se 1 do de las ten
expulsión del
convierte en la repetición de un eterno presente. Nos encontraríamos,
según Vargas Lozano, frente a una legitimación ideológica del sistema, Hinkelam
acorde con la orientación actual del capitalismo informatizado y consu- modernidad s
mista. los movimien
los años sesen
Adolfo Sánchez Vázquez adhiere también a Jameson y opina que la contra todo t
posmodernidad es una ideología propia de la "tercera fase de expansion una sociedad
1
, del capitalismo" que se inicia después de terminada la segunda guerra nalismo de lo
mundial12. A diferencia de las dos anteriores, esta tercera fase ya no cono- proyecto polít
ce fronteras de ninguna clase, llegando a penetrar incluso en ámbitos tas. Es el caso
como la naturaleza, el arte y el inconciente colectivo. Para lograr sus obje- una vía para a
tivos, el "capitalismo tardío" engendra una ideología capaz de inmovilizar la dirección s
por completo cualquier intento de cambiar la sociedad. En opinión de
El neolib
Sánchez Vázquez, el pensamiento posmoderno arroja por la borda la idea
los anarquista
misma de "fundamento", con lo cual se arruina todo intento de legitimar
un proyecto de transformación social. Al negar el potencial emancipator&l
de la modernidad, la postmodernidad descalifica la acción política y des-
l plaza la atención hacia el ámbito contemplativo de lo estético. Además,
13. F. Hinkelamm
id., El capita
mediante el anuncio de la "muerte del sujeto" y del "fin de la historia", 1 14. Este lamentab
los filósofos posmodernos liberan al artista de la responsabilidad por la intelectuales
todos lados.
protesta que la estética moderna le había otorgado. Asímismo, la reivindi-., la posmoder
cación de lo fragmentario y lo ecléctico elimina cualquier tipo de resisten- se caracteriz
cia y sume al hombre en una espera resignada del fín. busca la man
términos cas
por suprimir
Estado, los
América Lat
artículo de lo
12. A. Sánchez Vázquez, "Posmodernidad, posmodernismo y socialismo", en: Casa d e las latinoameric
Américas 175 ( 1 989), La Habana. pp. 137-145. pp. 99-111.
buen número de Hippies, maoistas y demás militantes de los antiguos iI:I criterio hab
, movimientos de protesta hayan aterrizado en el neoliberalismo. De este io chcribe. Gu
) encuentro nace el "anarco-capitalismo", la nueva religión del mercado iiiiihilo latinoa
t2"undada por Milton Friedman y entre cuyos predicadores se encuentran tlc la mayor p
, Nozick, Glucksman, Hayek, Fukujama, Vargas Llosa y Octavio Paz. hi~ciilarizació
'
Todos ellos persiguen el antiguo sueño de la abolición del Estado, esta iroa pensadore
vez sobre las bases realistas de un capitalismo radical y ya no sobre las iIc que no hem
bases románticas imaginadas por Bakunin. Pero el resultado final es el iiio\ pos moder
mismo: abolir el Estado mediante la totalización del mercado, sin impor-
Una de las
tar el número de sacrificios humanos que ello pueda costar. La batalla
Aiidrés Roig,
posmoderna por erradicar la racionalidad es, a los ojos de Hinkelamniert,
iilicnado de nu
un mecanismo para eliminar a los enemigos de la totalidad: ninguna uto-
iiiAs excelente
pía más, ninguna teoría capaz de pensar la realidad como un todo, ningu-
I'rodamar el
na ética universalI5.
~)oclcrosaherra
El filósofo cubano Pablo Guadarrama advierte, por su parte, acerca ilciicias liberad
del grave peligro que representa la negación de dos conceptos básicos Iii iiiodernidad
(
para América Latina: el progreso social y el sentido lineal de la historial6. (npertura a .la f
La crítica posmoderna al teleologismo persiste en desconocer un hecho sospecha" ( ~ ~
innegable: jamás ha habido)un proceso histórico que no se edifique sobre iiiiiiediata de u
estadios inferiores o menos avanzados. Otra cosa e s que unos pueblos lcclura deberá
"avancen" a ritmos más acelerados que otros, o que alcancen mayores o "desenmascara
menores niveles de vida en el órden económico o cultural.\eero lo cierto, i i ; ~ , interesada
afirma Guadarrama, es que existen "momentos ascencionales de h u m a n r sor". Fenuncia
zación de la humanidad"17. Y América Latina no constituye la excepción, ii renunciar a
sino la confirmación de esta regla. En algunas áreas del continente se justificador" p
observa una persistecia de formas precapitalistas de producción, mientras Roig seña
que en otras hay procesos bastante avanzados de industrialización. La
creer que hem
, existencia de diversos "grados de desarrollo" en la estructura social de los
iios dice que t
países latinoamericanos resulta, entonces, innegable.
das y que la hi
Justamente por esta razón, Guadarrama piensa que no puede hablarse, mericana se ha
, de una "entrada" de América Latina a la posmodernidad. Mientras to "matinal",
\ --. Latinoamérica no termine de arreglar sus cuentas con la modernidad, esto argentina. Es d
es, mientras no se haya realizado una experiencia plena de este proceso tificando el pa
histórico, resulta inoficioso e inútil pensar en una vivencia posmoderna. hacia adelante
J i

15. Ibid., pp.130-135. I X. Ibid, 52.


16. P. Guadarrama González, "La malograda modernidad latinoamericana", en id., Postmo- I Y , A.A. Roig. ''~Q
drrr~ismoy crisis del rnar.rismo,México, UAEM, 1994, pp. 47-54. post-moderno
17. Ibid., p. 47. 118-122.
to. Por ello mismo, renunciar a este "discurso de futuro" sería negar la po(lríamos llama
esperanza por una vida mejor, que es el iiccrito ya no se c
en América Latina. Caer en el nihilismo rrollo a nivel de l
a la política en favor de un "dejar hacer" en lo económico, legiando los,fact
una voluntad débil y autosatisfecha mediante las I'oriria como los p
estéreos20. I'orinados en los "
Quisiera com

2. LA POSMODERNIDAD COMO "ESTADO DE LA CULTURA"


I11 pertinencia de
.iiiina, Casi todo
Iiir que un debate
EN AMÉRICA LATINA iiii interés extranj
Iii iiioda" de la d

Quizá la niejor forma de comenzar a responder estas críticas sea "capitalismo tardí
mostrando que lo que se ha dado en llamar "posmodernidad" no es= ciixos, la crítica se
fenómeno puramente zdeológico, es decir, que no se trata de un juego con- co-hocial entre la
ceptual elaborado por intelectuales \deprimidos y nihilista4 del "primer Iiih sociedades lat
mundo", sino, ante todo, de un cambio de sensibilidad al nivel del mundo 1110 y la violencia

de la vida que se produce no sólo en las regiones "centrales" de contenidos teóric


Occidente, sino también en las periféricas durante las últimas décadas del Hichard ha señala
siglo XX. Las elaboraciones puramente conceptuales a nivel de la socio- tlc un esquema ilu
logía, la arquitectura, la filosofía y la teoría literaria serían, entonces, rrollos económic
momentos "reflexivos" que se asient?n sobre este cambio de sensibilidad. iiiiiilisis en el que
Me propongo mostrar, entonces, que'la posmodernidad,no es una simple iiiétricamente, en
"trampa" en la que caen ciertos intelectuales que se empeñan en mirar lcndremos entonc
nuestra realidad con los modelos ideológicos de una realidad ajena, sino iiiermundistas no
que es un estado generalizado de la cultura presente también en América clla aparezcan los
atina^'. \ '

E r a llevar adelante este propósito me apoyaré en algunos de los más


recientes estudios realizados por diferentes ensayistas y científicos socia- ?2. Para un estudio sob
les latinoamericanos, entre cuyos nombres podría mencionar a José
-- "Die neue Kultur
Joaquín Brunner, Néstor García Canclini, Jesús Martín-Barbero, Roberto Lateinamerika de
Follari, Norbert Lechner, Nelly Richard, Beatriz Sarlo y Daniel García Tübingen, Gunie
Memury and Mod
Delgado, entre otros muchos. Estos nuevos enfoques superan lo que
1.1.1,a teórica puertoriq
mente la posmode
post-industriales",
clusión l6gica es
latinoamericano, e
20. Ibid., pp. 126.129. rrollo". Para Zava
21. Cuando hablo de la posmodernidad como "estado de la cultura" me refiero a la manera no ilus- bado" en América
trada como viene siendo experimentada la modernidad en América Latina a partir de los Modernism Revis
años sesenta.. the Amerir-us, Am
entrado en la escena latinoamericana por razones y circunstancias muy lix;iininem
diferentes a las observadas en los países del "centro", pues se remiten a (iiii~c.i;iI>clgado
.- una experiencia pertférica de lo r n o d e r n l d ~ d Por
~ ~ . ello, tomar el modelo "c~iiltiir;~ holista
de desarrollo económico-social del primer mundo como garante referen- iic.oiiidividualis
cial a partir del cual tendría o no sentido una discusión sobre la posmoder- tlt*l'iiiía"identid
nidad en América Latina, significa continuar atrapados en el e21~ccntris- uolitl;iridades d
mo conceptual-del cual pretenden librarse muchos de los autores arriba NC tlcsi;icaba la
mencionados. Pues de lo que se trata no es de imitar o transcribir un deba- tlt. Iii cultura po

te sobre la crisis de la modernidad en las sociedades europeas, sino de i.cclihtributivaa


reflexionar sobre la manera como América Latina se ha apropiado de esa rl contrario, se
modernidad (y de esa crisis), viviéndolas de una manera dijkrente25. "iilc.iiiidades res
ilo. 1~ identific
Nelly Richard resalta dos factores que, a su juicio. explicarían la ti- Iiiicgrndor y de
cencia de una parte de la intelectualidad latinoamericana al debate posmo- tiirti iransnacion
demo. El primero es el trauma de la marca colonizadora. que hace que tlc las certezas
muchos intelectuales miren con desconfianza todo lo que viene de "afue- no. cn el ámbit
- ra", estableciendo una línea divisoria entre lo importado y lo "propio", tllitl.
entre lo extranjero y lo nacional. El segundo factor tiene que ver con la
García Del
crítica implícita del discurso posmodemo a los ideales heróicos de aquella
les no se produc
generación que proclamó su fe latinoamericanista en la revolución y en el
ir ;iI "imperialis
. "hombre nuevo"26. No es extraño, entonces, que en lugar de sacar prove-
ohcdece, entre
cho de la crítica posmoderna al sistema dominante de la modernidad cen-
cos vigentes dur
trada, r e i n t e n c i o n n l i z a n d o s u significado desde una p e r s p e c t i i l a latinoa-
civiles, y que fu
m e r i c a n a , buena parte de nuestros intelectuales hayan optado por mirar
iiiiicriores proce
esta crítica como una nueva "ideología imperialista". Por fortuna, no son vos frente a "en
pocos los autores que han argumentado a favor de un interés latinoameri- gurquía, el impe
cano en el debate posmoderno, a sabiendas de que allí se están tratando do a la política
problemas de gran interés para un diagnóstico de la ambigüedad con que que, desaparecid
América Latina vivió siempre la modernidad. ctida vez más c
liincionar como
escéptica frente
24. N. Richard, "Latinoamérica y la postmodernidad", en H. Herlinghaus 1 M. Walter (eds.), 111 ámbito de las
Postmodernidad en lu per$eria. Enfoques latinonmericanos de la nurvu teoría culturnl, nidad de ejerce
Berlín. Langer Verlag, 1994, pp. 210-222. mediante la prác
25. Como bien lo muestra el teórico colombiano Carlos Rincón, esta diferencia radica en que la ciones a través
modernidad se ha vivido en Latinoamérica como una interucción simultáneu de lo no simul-
táneo, y no como la experiencia gradual de un desarrollo económico-social. cf. C. Rincón,
no simultaneidad de lo .simultái~eo.Posmodertiidad, globaliiuciórr y culturus err Ame'rica
L t i n a , Bogotá, EUN. 1995. Para un comentario al libro dc Rincón. véase E von der Walde.
"La alcgría de leer: Ficciones latinoamericanas y el debate posmoderno", en dissens 2 27. D. García Delgad
(1995), pp. 103-110. la ciencia políti
26. N. Richard. op.cit., p. 212. dernidad en Am
%
ecológica, la religiosidad privada d e las sectas evangélicas, serían algunas Iiihiiiuciones po
de estas micro-prácticas. / ~ / ~ h l i clo
~ ocual
,
~ ) ~ - r \ i ~en
n aell ám
Buscando las causas de este cambio de sensibilidad en América
1Jn ejempl
Latina, el sociólogo argentino Roberto Follari señala dos factores princi-
tlC los movimi
pales: en primer lugar, la brutalidad inusitada con que las dictaduras en el
Iscl~iicrdarevolu
cono sur eliminaron las organizaciones políticas o las debilitaron, sem-
cori cl futuro po
brando una huella inevitable de temor28. Esto ha hecho que se propague
cl sociólogo chi
una fuerte descreencia en las posibilidades de un cambio estructural de la
rlciiicnto redenc
sociedad, pues de antemano se conoce el altísimo coste social que impli-
Clios;i30.Es deci
caría la intentona. El "ablandamiento" de las opiniones plíticas resulta iiicsi!inico del fu
inevitable desde esta perspectiva, lo mismo que la adherencia a cualquier hlc". El resultad
proyecto de "liberación integral". El segundo factor mencionado ' F r
tliic se reaccion
Follari es la falta de alternativas sociales29.La miseria de amplias capas "iiifliición ideol
de la población, la creciente restricción de los ingresos en los sectores "romper con el s
medios, la corrupción de la clase política, todos estos factores desembo-
rccstiiblecimient
can en u n a ~ u l t u - & [ainmediatez3n donde lo importante es aprender a
sobrevivir hoy, que mañana ya veremos lo que ocurre. Amplios sectores Esta des-he
de la población se han visto obligados en los últimos años a sobrevivir iIc más como un
mediante la economía informal, quedando de este modo sin protección ni 1111 convertido en
representación social, librados enteramente a su suerte. El presente se tlccisivo para qu
convierte así en el horizonte único de significación, por falta de un pro- riicionalidad de s
yecto futuro. diid ficticia, haci
tono de la voz, e
En estas condiciones no resulta extraño que se haya propagado-g_n es "producido"
América Latina una sensibilidad pesimista que, a diferencia de lo que pueda ser "vend
piensan algunos, no nos viene desde "afuera", a la manera de un producto Ijcatriz Sarlo me
importado por las élites intelectuales, sino que surge desde adentro como cn donde tanto F
resultado de una larga decantación histórica: la experiencia de haber con- iitilizando imáge
vivido durante 500 años con el retraso socio-económico, con el autorita- tlo de karateca, c
rismo y con la desigualdad en todos los niveles de la vida cotidiana, sin piirtir un ladrillo
que ningún proyecto político haya sido hasta el momento capaz de evitar- visitando una vi
lo. Las promesas de reforma económica y de justicia social, que desde los itial vestidas. En
días de la independencia han enarbolado todos los partidos políticos, han tico por una esc
fracasado rotundamente en América Latina; y este fracaso hace parte ya
de la memoria colectiva, de tal manera que a la gran mayoría de la pobla-
ción le es indiferente cualquier oferta política de hacer realidad el orden
prometido. Vivimos, entonces, una creciente pérdida de confianza en las {O. N. Lechner, "La
/>«tiosinteriores
I l . B. Sarlo, "Basura
28. R. Follari, Modernidad y posrnodernidad: una cíprica desde América Latina, Buenos Aires, Postmodernidad
Rei, 1991, p. 146. posmoderna. Int
29. Ibid., p. 115. c
89-93.
media, en la que los candidatos buscan parecer lo que no son. Fujimori no vil y sistemática a trav
quiere ser asociado con clase política peruana, y para no parecerse a un ci6ii se translada de la
político se disfraza de karateca. Vargas Llosa, por su parte, quiere parecer- Iiiiroyectar una discipli
#l
se a un intelectual cuyos principios morales lo impulsan a identificarse unuiiiir un papel espec
con el sufrimiento de los más pobres. El manifiesto político queda inte- [ cepción moderna del m
grado, de este modo, en una hiperrealidad simbólica en la que la imágen ! njhtas de Occidente y
ya no hace referencia a realidad alguna, sino que es un producto comer- 1 iiulurdes.,Todo esto im
cializable de caracter autoreferencial. La política deviene en simulacro, en tura "alta" y cultura "p
imágen de imágenes cuya única realidad es la de un mundo ocupado por cultura popular, entend
la retórica de los medios electrónicos. vo religioso, moral y
uvance de la escolariz
Esta influencia ejercida en el imaginario social latinoamericano por comunicación. Las for
, los medios de comunicación ha sido uno de los temas abordados con más vez más bajo la modal
frecuencia por las ciencias sociales en los últimos años. Ciertamente no se iiino que es modificado
trata de un interés gratuito: si hasta los años cincuenta las identidades per- ,bolos A esto se suma
sonales y colectivas en América Latina se formaban todavía según mode- I comiderada como una
los tradicionales de socialización, con la popularización de los mass der la lengua y el sabe
media esta situación ha cambiado radicalmente. La televisión, el cine, la l indígena y el campesin
radio y el video conllevan el descubrimiento de otras realidades sociales,
. de numerosos juegos de lenguaje y, con ello, la relativización de la propia i. Llegados a este p
cultura. El sociólogo chileno José Joaquín Brunner opina que los mass "desencanto" político y
media han conformado en América Latina una hiperrealidad simbólica, en cl abandono de la luch
donde los significantes ya no remiten a significados sino a significantes tiis, como pretenden lo
des territorial izado^"^. Esto implica que la socialización del individuo se que no es el hartazgo
remite en gran parte a criterios y pautas transnacionales de comportamien- desarrollo científico-té
to, todo ello a costa de un distanciamiento crítico frente a la propia tradi- escepticismo del que v
ción cultural. La cultura de masas promueve la disolución de certezas tra- yectos de transformaci
dicionales que antes funcionaban como garantes de la integración social, inundo. No se trata, po
conformando así una escena compleja en donde conviven lo nacional y lo definido por relación a
transnacional. sio del poder. De ahí
lucha que procuran red
Profundizando sobre este fenómeno del desencanto de la tradición, El sociólogo colo
Brunner señala una consecuencia de la modernización que no fue siquiera lutinoamericanos que
pensada por los teóricos de la dependencia: la escolarización masiva en Movimientos Sociales
América Latina. A partir de la modernización del sistema escolar, los sec-
tores subalternos quedan sometidos a una nueva dinámica: son desarraiga-(
" dos del medio cultural tradicional y sometidos a una socialización intensi-
33. Id., "Cultura popular, indu
14. 0. Fals Borda, "El nuevo
colonialismo intelectual
13 1-152 (tercera edición
32. J.J. Brunner, "Un espejo trizado", en: id., América Latiiia: Cultura y modernidad, México, véase 1. Scherer-Warren
Editorial Grijalbo, 1992, pp. 15-72. muvimentos iociais na A
busca de un poder alterno que les permita decidir autónomamente sobre mrr equiparad
formas de vida y de trabajo que respondan a sus necesidades más perso- coiiio pretend
nales. En ellos, nos dice Fals Borda, se observa una desconfianza casi lutl dc profu
total en lo político-formal. Miran con recelo a las instituciones definidas Itiirocr~ltica.C
según los modelos expuestos por los filósofos ilustrados del siglo XVIII: ~,c)w~odern
el Estado-nación, los partidos políticos, la democracia representativa, el iicoliheral (b
sistema económico internacional, la legalidad del poder público, etc. rrl)vr(ura cul
Procuran, por ello, la construcción de un espacio público en donde se pue- quc ya no so
dan ensayar formas autogestionarias de economía, expresiones de federa- wclor público
lismo libertario y democracia directa, salida de la mujer a la escena públi-
ca, eliminación de la división sexual del trabajo y otras formas
alternativas de participación política35. Al orden del día se encuentra la
tarea de sustituir las redes verticales del poder político -que se mueven J. AMÉRIC
jerárquicamente de arriba hacia abajo- por redes trunsversales orientadas POSMOD
según valores pluralistas y policlasistas. En una palabra, los NMS repre-
sentan una descentralización del poder político, en el sentido de que las {Habien
soluciones a problemas concretos no son dictadas desde algún tipo de ins- Atnérica Lat
tancia "central", sino que se apoyan en decisiones tomadas al interior de m cn un partic
pequeñas agrupaciones ciudadanas. piiyor profun
Este rápido sondeo de las más recientes propuestas teóricas del sub- cundo respon
continente nos pennite alcanzar por lo menos dos conclusiones: una, que puestas posm
la postmodernidad es un "estado de ánimo" profundamente arraigado que la mayor
entre nosotros, si bien por causas diferentes a la manera como este mismo no en una co
fenómeno se presenta en los países centro-occidentales. Esto bastaría ya sadores tan d
para hacernos cargo (al menos en parte) de la opinión simplista según la Baudrillard,
nuele sucede
cual, la postmodernidad sería una "ideología del capitalismo avanzado"
bien adhesi
adoptada en América Latina por intelectuales alienados de su propia reali-
Convencido,
dad cultural. Esto significa, en segundo lugar, que la posmodernidad no
mi presentaci
viene de la mano con el neoliberalismo, pues una cosa es el desencanto
que se da en el nivel del mundo de la vida, y otra muy distinta es la ten- g,'&.-
I "fin de la m
, y 47 el "f
dencia homogenizadora de una racionalidad sistémica y tecnocráticg,
como la que representada el neoliberalismo. La posmodernidad no puede
, 1) P z á
postmoderni
"pos" sugiere

35. Sobre la desprivatización del sujeto femenino en Latinoamérica a través de los Nuevos
Movimientos Sociales, véase: J. Franco, "Going Public: Reinhabiting [he private", en G .
Yúdicc / J. Franco / J. Florez, Ori Edge: The crisis of conremporary Latirz Americun culture, 36. M. Hopenha
Minncapolis, University of Minessota P~ess.1992, pp. 65-83. Véase también J.S. laquctte Oviedo 1 M
(ed.), The Womerlk Movemerits in Latirz America: Feminism and t l ~ eTrunsition to Duke Unive
Democracy, Boston, Unwin Hyman, 1989. integrados.
\{de Vattima lleva justamente este nombre: el fín de la modernidad. Pero Pues bie
nada más inexacto que entender este "fin" como el cumplimiento de una ciencia del ca
epoca y el comienzo de otra. La posmodernidad no es lo que viene des- tliid. Marx, B
pués de la modernidad, sino que es la asunción de la conciencia de crisis Mortí, Vascon
que caracteriza a la modernidad misma' Arturo Roig lo ve muy claro esta nih de la cultu
vez al decir que "el posmodernismo sería el modo como en nuestros días por distintos
la modernidad ejerce algo que siempre ejerció de sí misma: la qucesperar h
Y Leopoldo Zea describe maravillosamente la posmodernidad como la el desenlace d
"modernidad de la m ~ d e r n i d a d " Se
~ ~ trata,
. entonces, de un retorno rejle- quc cualquier
xivo de la modernidad sobre s i misma y no de su rebasamiento epocal. De planos de la
ahí la falacia de creer que en América Latina el proyecto de la moderni- iIc las minona
dad tendría primero que "cumplirse" - según la conocida formulación de ruleza e intole
Habermas -,para luego sí entrar a considerar el sentido de la posmoderni- Los filó
dad entre nosotros (P. Guadarrama). modernidad n
$e la praxis p
\phora bien, es cierto que la modernidad, en tanto que edad histórica
de transformaciones y quebrantamientos, es por ello consustancial con la - Ibgica. Es, en
lu que se refi
crisis. Pero la crisis hacia la que apunta la reflexión posmoderna reviste qión de la mo
una dimensión diferente y más profunda a las que pudieron originar, por r el proyect
ejemplo, la astronomía copernicana, el novum organum de Bacon o la crí-
tica de Kant a la metafísica. La crisis de la que hablamos es la de una cier- d ón narrativ
(10 implica un
ta autoimágen de la modernidad, a saber, la concepción ilustrada que 1 como lo afrm
suponía una especie de "armonía preestablecida" entre el desarrollo cien- lenguaje total
tífico-técnico, ético-político y estético-expresivo de la sociedad. Esta con- do& Como bi
cepción unitaria del progreso constituyó el fundamento ideológico sobre de los conten
el que se definió la conciencia moderna desde el siglo XVII hasta nuestra ontológico de
época. Tal era la convicción de las burguesías liberales en Europa y , jar al lenguaje
América Latina durante el siglo XIX: el ideal de una síntesis entre la acu- nuevo contex
mulación del capital, el avance tecnológico y las necesidades éticas y
2) Una d
artísticas de la cultura. Se creía que detrás de todos estos procesos existía
zamos la exp
un "orden racional" capaz de garantizar la unidad indisoluble entre lo ver- ver con la po
dadero, lo bueno y lo bello39. variantes: una
cuenta por el
pacidad de in
37. A.A. Roig, "Posiciones de un filosofar. Diálogo con Raúl Fomet-Betancourt", en Rosiro y,filo-
n América Laiina, p. 212.
~ q f r de
38 L. Zea, "Modernización y Estado en Latinoamérica", en: D.J. MicheliniIJ. San MartínIF.
Lagrave (eds.), Modernidad .y poslmodemidad en América Laiinn, pp. 63-72. 40. E. Laclau. "Po
39. Sobre este punto, véase E. Suhirats, "Transformaciones de la cultura moderna", en J. Tono Politics of P
Martínez (ed.), La polémicu de la posmodernidad, Madrid, Ediciones Lihertarias, 1986, pp. Véase tambi
103-118. Democrutic
>
sociedades, según Gehlen, han alcanzado un estado de reproducción \Como podrá
material tan sofisticado, que la creación de nuevos impulsos y valores se quiera^-de sus dos
encuentra ya completamente agotada. Lo único que avanza es la maquina- pues lo que esta p
ria técnico-institucional que garantiza perpetua satisfacción a unas masas sino la crisis pro
ya incapacitadas para pensaP1. iiquella que mirab
'La otra variante es la del politólogo estadounidense Francis cn base a unos m
Fuku'jama, quien a partir de una lectura nietzscheana de Hegel, nos dice Foucault, quien b
que el "fín" de la historia universal no es otro que la democracia liberal- mente de la antrop
, capitalista. Aquí la palabra "fín" es utilizada tanto en el sentido de "finali- cepciones epistem
dad" (telos, Zweck), como en el sentido de "término" (eschaton, Ende). continuidad y de g
,La tesis es, entonces, que todo el devenir humano conduce necesariamen- laridad. Los docu
------.
....-. neo no son mirad
te a una cultura universal del consumismo mediada por la democracia
liberal y la economía de mercado. Fukujama se apoya en Hegel para afir- como interpretaci
mar que el conflicto entre amos y esclavos, es decir la lucha irracional de taciones. Esto qu
todos contra todos por su reconocimiento como superiores a los demás, sociedad ya no p
constituye el sentido y el motor de la historia. El deseo de reconocimiento formal que les de
es también la base psicológica de dos pasiones extremadamente poderosas más de una "lógic
que han impulsado el fanatismo, la guerra y el odio durante siglos: el tampoco de un m
nacionalismo y la religión. Pero hacia mediados del<siglo17 comienza a necesariamente t
surgir en Inglaterra una concepción del Estado que establecía la superiori- Foucault, es una
dad del frío cálculo de la razón sobre el deseo irracional de reconocimien- mismo tiempo, si
to. Es la tradición liberal de Hobbes y de Locke, empeñada en infundir en dental que le perm
la población una serie de hábitos racionales, a fín de vivir con éxito en Ca crítica de
una sociedad pacífica y próspera. Pues bien, nos dice Fukujama, a finales Derriaa- nos deja
del siglo XX parece haber un consenso general que acepta las reivindica- resultado de un p
ciones de la democracia liberal-capitalista como la forma más racional de duciría necesariam
gobierno. La monarquía, la aristocracia, la teocracia, el fascismo, el ' y de la barbarie a
comunismo, todas estas formas de gobierno, que enfatizaban todavía la las élites liberales
lucha por el reconocimiento, han dejado de ser rivales ideológicos para la nes estaban conv
democracia liberal. El triunfo de la democracia liberal significa, entonces, an para dejar atrá
la racionalización del deseo de reconocimiento y, con ello, el fín de aque- hispano-colonial.
llo que había constituído el motor de la historia. La historia ha llegado a te a esta pretensió
su fín, pues el anhelo de ser reconocidos se ve satisfecho a través de un totalizante de la
consumo masivo garantizado por la economía de mercado42. vierte ahora en la
pobreza de las na
ciones artísticas, f
41. A. Gehlen,."Ende der Geschichte?", en Ch. Connrad / M. Kessel (eds.). Ge.sí.hichr~schr-eiben
ir1 der- Postmoder-rte.Stuttgart. Reclam, 1994, pp. 39-57.
42. F. Fukuyama, "El fín de la historia. El más frío de todos los monstruos fríos", en: R<,vi.rtaForo 43. M. Foucault, A ~ h ü
18 í1997), pp. 5-19. L'archéologie du
De otro lado, la crítica posmoderna, al mostrar que las diferentes lales como "pueb
sociedades humanas funcionan no pueden ser pensadas como incrustadas base a esquemas
en una corriente única de la historia, corta de raiz cualquier pretensión de periferia, razón in
elevar una historia particular -la europea- como paradigma de la mas y categorías
"Historia universal". Este había sido el caso de los grandes relatos históri- cularidad. Es hor

iL
cos de Hegel y Marx, que buscaban explicar el devenir humano en su .arias no son un
totalidad, sin darse cuenta de que lo que ellos consideraban "universal" esde un sólo pun
estaba en realidad determinado por circunstancias históricas particulares. historias que se re
Ciertamente la filosofía latinoamericana del siglo XX, tanto en su versión 3) Otro de l
historicista como en su versión liberacionista, realizó una fuerte y mereci- sujeto", lo cual im
da crítica al eurocentrismo de Marx y de Hegel. Pero cegados por un ter- ción reflexiva y c
cermundismo romántico -muy en boga por aquellos días-, algunos "filó- De ahí que Habe
sofos de la liberación" optaron simplemente por invertir los papeles: en conservadores", a
lugar de mirar todo el acontecer humano desde el punto de vista de los ¿qué significa en
conquistadores, decidieron mirar las cosas desde lo que ellos llamaron "el , zás de una conse
reverso de la historia", esto es, desde el punto de vista de los conquistados Nietzsche -tal co
y oprimidos. estrategia ideológ
Con todo esto queremos mostrar que tanto la teoría de la dependen- cias", como lo so
. cia como la filosofía de la liberación permanecen atrapadas todavía en el Cuando Fou
pathos ilustrado que la posmodernidad busca dejar atrás, pues de lo que se ción reciente que
trata justamente es de mirar el pasado sin la intención de buscar en él un k m i t e s del mar",
punto arquimédico fijo, evitando de este modo la idealización de cual- ilustrada del hom
quier ~ a r t i c u l a r i d a d Pero,
~ ~ . jno significaría esto la negación de todo el rales y las cienc
trabajo historiográfico en el que se había empeñado la filosofía latinoame- -hablando del suje
ricana del siglo XX, tal como lo deja entrever Arturo Roig? De ninguna los misterios del
manera, pues, ya lo hemos dicho, la posmodernidad no conlleva la cance- fáustico concebid
lación del pasado sino, todo lo contrario, el renacimiento de las "pequeñas centro de la histo
historias". Y aquí radica justamente el desafío para las nuevas generacio- voluntad.,Es el s
nes de filósofas y filósofos latinoamericanos que se dedican a la tarea de de otros pueblos
interpretar nuestra "historia de las ideas": buscar y desempolvar esas "civilización". Y
"pequeñas historias", pero sin procurar integrarlas en discursos omnicom- la base de una so
prensivos; lo cual significa, evitar subsumirlas en categorías abstractas Foucault, el Panó
Pero las nue
demostrando que

44. Me distancio así de la lectura (propuesta sohre todo en los Estados Unidos) scgún la cual, la
filosofía y la teología de la liberacibn serían una expresión geiiuinainente latiiioamericana de
la posniodernidad. cf. E. Mendirta, Modernity, Postrnodernity and T r r r ~ i s ~ n o ~ I ~Hopr
~ r ~ r iint ~ ~ :
srarch of Tirne (manuscrito): N . Larsen, "Posmodernismo e imperialisino. Teoría y política 45. cf. J. Habermas, "
en América Latina". en Nuevo Texto Crítico 6 (1990). pp. 77-94.iJ.L. Ci6mcr-Martínez, Aufsalze 1977-19
"Posmodernidad, discurso antrópico y ensayística latinoamericana". en di.v.vrns 2 (1996). pp. 46. M. Foucault, Las p
45-49. Planeta-bgostini,
Freud enseña que el sujeto pensante no se ubica en el centro de la activi- entre el sujeto ilu
d a d humana, sino que la razón interactúa con fuerzas inconcientes que Detrás del ego co
determinan en gran medida nuestro comportamiento. La linguística mues- halla oculto un l
tra que la distinción entre el objeto y el sujeto es un efecto contingente de convirtiéndose en
la combinación entre determinados juegos de lenguaje. El mismo de los objetos. E
Foucault ha mostrado que la relación entre poder y verdad es mucho más "Yo pienso" equ
!.compleja de lo que se creía, pues la ciencia misma se sustenta sobre rela- bases ideológica
iciones de poder. La clínica, la psiquiatría y la pedagogía son sistemas dis- mundo, responsa
ciplinarios que conforman un campo de saber, una técnica de investiga- nas en todo el pl
ción y recolección de datos sobre los que se "crea" el estatuto hacia la constitu
epistemológico del objeto. Y ni siquiera las ciencias naturales trabajan ya caminos de la su
e n base a una concepción especular de la verdad, sino sabiendo que nues- derna47, que ten
tros edificios teóricos están sometidos al juego del azar y la casualidad. Levinas ha llama
¿Estaríamos entrando por esta vía al irracionalismo anarquista que diferencias no se
tanto temen algunos intelectuales latinoamericanos? Creemos que no, por- valiosas por sí m
que la crítica posmoderna no busca aniquilar al sujeto sino descentralizar- Hasta este p
lo. Si el sujeto ilustrado -sea en la forma solipsista del cogito cartesiano, vos a la de lo
sea en la forma del "sujeto colectivo" marxista- se colocaba como centro Inicialmente pod
del poder cognitivo, político y moral, de lo que se trata ahora es de abrir pea a una versió
el campo a una pluralidad de sujetos que no reclaman centralidad alguna, pliegue de otros
sino participación en la vida pública de una sociedad cada vez más multi- el verdadero pro
polar e interactiva, como es la que nos disponemos a vivir en el siglo el concepto levi
XXI. Ni el Estado, la Iglesia, el mercado, los partidos políticos, el ejérci- dencia y la teolo
to, los intelectuales, el parlamento, los obreros y campesinos o ningún el oprimido, el q
otro grupo en particular pueden seguir reclamando el derecho a la centra- convierte en la f
lidad, sino que las relaciones de poder y el protagonismo de la vida públi- dad", en el ethos
ca deben extenderse a todos los sectores de la sociedad. En tiempos de la tes a los prevale
modernidad tardía el sujeto no desaparece sino, todo lo contrario, se mul- ción cara -a- car
tiplica; y tampoco desaparece la razón, sino que se abre el espacio para la en una segunda
coexistencia de diferentes tipos de racionalidad. La descentralización de sujeto trascenden
la razón ilustrada no le deja el camino libre a la irracionalidad, sino que ría "sentido". Aq
favorece una visión más amplia con respecto a la heterogeneidad socio-
cultural, político-ideológica y económico-productiva, así como una mayor
indulgencia frente a las diferencias de todo tipo.
47. Dussel describe s
Ahora bien, es preciso reconocer que la filosofía latinoamericana -y popular, feminis
dos del mundo
en especial la filosofía de la liberación- inició una toma de distancia cnti- Tomás, 1980, p.
ca muy oportuna con respecto al sujeto ilustrado de la modernidad prime- pensamiento li
ra. Antes que lo hicieran Lyotard, Vattimo y Derrida en Europa, el argen- Metafísica desd
tino Enrique Dussel había sacado ya las consecuencias de la crítica de 48. Véase su interes
Universidad Na
Heidegger a la metafísica occidental, señalando la relación intrínseca liberación latino
nidad, pues lo que Dussel procura no es descentralizar al sujeto ilustrado Nos queda t
sino reemplazarlo por otro sujeto absoluto. Roig, de si la cris
A pesar de lo justas que puedan sonar las revindicaciones de Dussel de la racionalida
en favor de los oprimidos, me parece bastante problemático hablar de con un sí y un no
algo así como de un "poder bueno" y un "poder malo", el uno proveniente donos a la tradic
"de abajo", del mundo de los pobres, y el otro proveniente "de arriba", de una razón capaz
los intereses egoístas del capitalismo. En primer lugar porque el poder, todas las "aliena
'como bien lo ha demostrado Foucault, no es un atributo que se hallaría entendemos la re
vinculado al Estado, a una clase social opresora o a un determinado política, ideológ
"modo de producción", sino una relación de fuerzas que atraviesa tanto a propia vida. En e
dominantes como a dominados. Las relaciones de poder no dependen de pone la figura de
la "mala voluntad" de nadie en particular, pues, a partir de la modernidad, las a l i e n a c i o n
insostenible pues
el discurso y la verdad han estado siempre indisolublemente unidos a
traerse a las rel
ellas49. Por eso no existe "exterioridad" alguna entre las formas del saber
social. Las cons
-incluyendo el saber práctico-moral- y las estrategias de poder. En segun-
conocimiento m
do lugar, y en estrecha relación con lo anterior, porque en la sociedad pla-
plantear la nece
netaria en que vivimos ya no se puede hablar de las formas culturales
Estado, el puebl
como si fueran un "velo" que oculta el funcionamiento "real" de las rela-
legislar incondic
ciones económicas. Las imágenes, las representaciones y los símbolos
social. Por el con
culturales no son emanaciones de algún "ámbito fundamental" (la políti- tes que luchan d
ca, la economía, las clases burguesas), sino que se han convertido en sig- ra las relaciones
nos autónomos. Es decir que'los signos culturales, ahora transnacionaliza- lutas de tipo co
dos por los mass media y la informática, ya no encubren o pervierten una entonces, a parti
supuesta "realidad básica" de la cual habría que "tomar conciencia", pues tribunal deberán
el capital mismo se ha vuelto signo y el signo se ha vuelto capita150. Lo particulares, sin
cual significa que no es posible volver la mirada nostálgicamente a una formas de raci&
cultura des-capitalizada (la "cultura popular"), como quiere Dussel, pues diferencialidad!
la identificación con los signos del capital es una aspiración internalizada de una crítica tr
por todos los sectores de la sociedad, principalmente por los más al poli-perspecti
pobres51. resignación fren
entender y afron
4) Por últim
49. cf. M. Foucault, Dir Ordnrrng des Disk~irsrs,Frankfurt, Fischer, 1991. (Original francés: res que se han h
L'ordre drr discours, 1972). de las utopías".
50. cf. J. Baudrillard, Crítica de la Economía Política del Signo, Madrid, Siglo X X I , 1972; F. tipo de utopía
Jameson, Postmodernjsm or thr crrltrrral logic ofLute Cupitali.~m,Durham, Dukc University
Press, 1991.
5 1 . En este sentido. Beatriz Sarlo hace la distinción entre consumidores ~ c i i v o sy consuinidores e
imaginarios. cf. B . Sarlo, Escenas de la vida po~motlrrntr.Intrlrcturilr~.\.rirtrJ Y i'irlr,or.ultura
en la Argentina, p. 42. 53. cf. W. Welsch, U
295-3 18. Véase
52. De este tema me ocuparé ampliamente en el capítulo seis. der tran.rversal
1 . . Lyotard, por tratarse de uno de los autores más controvertidos. Partiendo
de los análisis de Wittgenstein, Lyotard advierte que los juegos del En-
guaje humano están estructurados de tal forma, que a partir de ellos resul-
piirie de nuestr
Seguramente que
c o i i lo que se ha
ta imposible pensar una comunidad humana en donde no exista el conflic-
ewiudiado muy bie
to y, por tanto, la injusticia. Juegos tales como "argumentar", "describir"
riici6n de esta for
, o "preguntar" se construyen sobre la base de complejísimas cadenas de I) La transposició
1 enunciados, en donde existen diferentes posibilidades de interconectar
unas proposiciones con otras. No existiendo ningUn tipo de metacriterio
puruiso bíblico,
1 linguístico que nos permita saber cuáles interconexjones debemos reali-
bucólica arcadia
consigo mismo y

i
zar, la elección de una o varias posibilidades se hace siempre a costa de
concepción de A
todas las demás. El resultado es el conflicto inevitable entre varios tipos
por ello, en el de
de discursos y formas discursivas, o lo que es lo mismo, entre diferentes
Iiubían podido se
formas de vida. La heterogeneidad y el difererido son, pues, consubstan-
drdenes religiosa
ciales al habla humana y no se pueden eliminar. Según Lyotard, todo
intento de 'reconciliar" las diferencias existentes entre los juegos de len- c sociedad. 4) E
el indio median
guaje y entre las diferentes formas de vida configuradas por ellos, termina
i6n a formas de
necesariamente en dictadura y terrog4.
cste discurso fun
Ahora bien, casi todas las "utopías de futuro" que se situaron en el su pretensión int
. umbral mismo de la racionalidad moderna concebían la sociedad ideal por una gran par
como aquella en donde reinana la unidad, en donde no existirían ya más excelencia: Amé
las diferencias de ningún tipo y en donde la comunicación entre las perso- nalidad europea,
nas no estaría mediada por relaciones de poder. La felicidad en esta socie- espiritual de la h
, dad futura sería vivida como ausencia absoluta de diversidad. La armonía tierra del misteri
y la homogeneidad serían las características de una comunidad en donde al que se refiere
ya no habría lugar para la presencia de valores de orientación divergentes una retórica que
entre sí. Pero si la heterogeneidad y la diferencia se encuentran ínsitas en listas de todos lo
toda comunicación humana, como lo ha mostrado Lyotard, entonces Pero, al pro
resulta claro que este tipo de utopías tendrían que degenerar en modelos estaremos mina
autoritarios de convivencia social, en donde la homogeneidad y el consen- Latina, cual es e
so podrían ser asegurados solamente a partir del ejercisio despótico de un en la idea de un
metacriterio religioso, económico, político y social. gualdad? Piens
¿Qué puede significar el final de este tipo de utopías totalizantes para mal" es una her
la filosofía latinoamericana? Será quizás la negación del "discurso de preciso abando
futuro" como forma esencial de narrativa sobre la que se organiza gran reconciliación d
bre redimido-56

54. J.-F. Lyotard, Der Wider.streit, München, Wilhelm Fink Verlag, 1987. (Original francés: Le - -

Di$jféren< 1983). 56. A este respecto. v


y sus consecue
55. F. Ainsa, De la Edad de Oro o El Dorado. Génesis del discur,~o~rtrj,~rl.«
rr,nrril.<i,io.MCxico,
preserrtr. Ensay
F.C.E., 1992,pp. 131 SS.
59-67.
idea a la realidad social degenera casi siempre en su contrario: en nombre cstos modelos utó
de la "igualdad" y de la "justicia social" se han establecido algunos de los caracter no totalit
regimenes más autoritarios conocidos en la historia de América Latina. demidad no signi
Por eso, de lo que se trata ahora es de reconocer que no podemos ir más ulópica sino, todo
allá de nosotros mismos, (estamos condenados al diferendo), y de saber uiopias según la
que la justicia es pensable solamente en el marco de unas estructuras polí- Atreverse a imag
ticas que hagan posible la 1-oi~frontrrcióizde lus diferencias. Unas estructu- regulador de ca
ras q u e no estén legitimadas en base al relato de la "emancipación inte- Auschwitz, Hiros
gral", sino en base a estrategias de acción en donde se es conciente de quei bajo el paradigma
el combate a la injusticia genera necesariamente nuevas formas de injusti-). la tentación a con
cia. L a pregunta sería entonces: ¿cuáles injusticias son más o menos role-
robles para el conjunto de la sociedad? Pero esta es una cuestión que ya
no puede ser decidida apriori en base a ningún tipo de metalenguaje uni-
versal, sino que deberá ser sometida a la consideración de un debate
público, en donde las partes en conflicto puedan hacer valer sus argumen-
tos legítimamente y en donde el disenso pueda ser pacíficamente regula-
do.
Por supuesto que imaginar un tipo de sociedad semejante implica
necesariamente el recurso a la utopía. Pero, por fortuna, la dimensión utó-
pica no se reduce solamente a los relatos unitarios de la modernidad.
Existen otro tipo de formas narratii!as, que aunque siguen cumpliendo
una función utópica, no enfatizan valores tales como la unidad, el consen-
so, la armonía, la homogeneidad, la ausencia de injusticia y la reconcilia-
. ción. La utopía de un mundo policéntrico desde el punto de vista econó-
mico-político y pluralista desde el punto de vista cultural. La utopía de la
coexistencia pacífica, aunque necesariamente conflictiva, entre diferentes
formas de conocimiento y entre diferentes criterios morales de acción. La
utopía de un mundo en el que corran paralelamente diferentes rutas alter-
!! nativas hacia la modernidad. La utopia de una sociedad que sea capaz d i
< modernizar la tradición sin destruirla. La utopía de una religiosidad vivid?
intensamente sin pretender re-encantar el espacio público. La utopía de un'
orden político en donde todas las personas tengan oportunidad para hacer
oir su voz y luchar legítimamente por mejorar su calidad de vida. La uto-
pía de un desarrollo económico que no conlleve la destrucción de la natu-
raleza. Por no estar ligados a pretensiones mesiánicas y sobrehumanas,

I
58. "Ayacucho" e s u
57. De hecho, la posmodernidad favorece la reivindicación de la imaginario y lo poético f r e n ~ ar lo Gustavo Gutiér
establecido. Lo que se pretende dejar atrás no es. entonces, Iri utopía, sino la ilusicírr alberga- víctimas cada a
da por las vanguardias ilustradas y sus pretendiones de conducir a Latinoamérica por el durante Ayacuc
"camino seguro". 4 (1993). pp. 11
MODERN
IDE

Una re
jS1 algo puede se
XX es e1 creciente p
tica. en una escala p
que impulsada
-~ . por l
interior de las socie
todos los seres huma
p o r miles de años ha
necido frente al pro
transnacionalmente.
torios de imágenes d
el flujo contínuo de
de la economía de m
a la eliminación de l
también un aumento
que no afectan sólo
--
internacional en su
endeudamiento del "
crecimiento incontr
des como el SIDA,
nizado. Fenómenos
causas y efectos que
inmunes frente a tod
Pero este movim
ciones defensivas. E
carne propia la expe
de tendencias nacionalistas y fundamentalistas. El fuerte anti-occidenta- valores completamen
lismo de los países islámicos, las guerras en la ex-Unión Soviética y la 1,a orientación polític
ex-Yugoslavia, los conflictos étnicos en el Africa negra, los programas de los modelos ofrecido
"evangelización de la cultura" desplegados por la Iglesia Católica, la Morandé, la negación
exhaltación de lo telúrico por parte de algunos intelectuales y activistas Latina durante el sig
políticos en América Latina, así como el renacimiento de la xenofobia y con el ibérico. Conse
el racismo en la propia Europa, son ejemplos de que vivimos en un
dlganciamiento ent
mundo de espacios fracturados y heterogéneos, en donde la identidad
mutuamente en quere
-personal o colectiva- oscila frecuentemente entre lo global y lo regional,
'que mantuvo sus form
entre lo nacional y lo posnacional. De cómo se resuelva este conflicto I
entre la des-territorialización y la re-territorialización de las identidades Pero vayamos po
dependerá si el siglo XXI nos traerá un mundo más tolerante y pacífico, o za Morandé a esa nu
si avanzaremos hacia una recaída en el despotismo y la barbarie de la que nes protestantes euro
ya tantas pruebas nos dió el siglo que termina. ,
chileno sabe que la é
/ nocido por el mundo
El presente capítulo es una reflexión sobre la manera como ha sido
enfocado el problema de la identidad colectiva por las ciencias sociales dominio del mundo.
latinoamericanas de fin de siglo. Para ello analizaré la propuesta teórica los dogmas de la rel
de los sociólogos chilenos Pedro Morandé y Cristián Parker, llevándola ciencia, se propone
posteriormente a un diálogo crítico con las tesis desarrolladas por Jesús razón.
- Se desencade
Martín-Barbero, Néstor García Canclini y José Joaquín Brunner. Mi pro- según Morandé, orig
-- interpersonales pier
pósito es mostrar de qué manera ha sido pensada la relación entreimoder-
-

nidad, racionalización y cultura en América Latina. vierten en "funcione


un sistema dominado
.,Trabajando con
la de Frankfurt, Mor
1. MORANDÉ, PARKER Y LA EXTERIORIDAD DEL -domesticación abso
"ETHOS POPULAR" -moderna se organiza
,En su libro Cultura y modernización en América Latina, Morandé se
propóne analizar la crisis del desarrollismo y buscar una solución alterna-
na a todos sus miem
todo esto se encuen
tiva que hunda sus raíces en la identidad cultural de las naciones hispano- individuos aprende
a m e r i c a n a ~Parte
. ~ ~ del supuesto de que la modernidad es un proceso que despilfarro para aho
rompe con la peculiar formación político-cultural que durante tres siglos nestar para todos, co
había caracterizado a América Latina, hasta el ocaso de la hegemonía existencia. Cualquie
española sobre Europa en el siglo XVII. Rotos los vínculos con España, ser ejemplarmente
las jóvenes naciones latinoamericanas se vieron obligadas a ajustar su estructural de la "to
identidad al nuevo equilibrio de fuerzas a nivel internacional, adoptando

60. Ibid.. p. 16.


59. P. Morandé, C~rlrurav i~iodrrnizaci~jn
en América Lotino. En.sn\v, vt>cioI~i,yiii> <!,(
<i,.<,rr.(i kr cri- 61. l b i d , p. 107 SS.
y rlr, .su .s!/peruciI;n,Santiago, PUCC, 1984.
sis del de~<rrrolli.smo 62. Ibid, p. 109.
Morandé la "introyección del sacrificio", desemboca en la burocratización ha estado marcada
absoluta de las sociedades europeas. 1.u irrupción del cat
A manera de contraste, Morandé introduce un erhos cultural latinoa- ruptura con su
mericano formado a raíz del encuentro entre tradiciones hispánicas, Contrareforma, el
negras e indígenas, que se halla en las antípodas de la racionalidad moder- ~ucramentalización
.- na. La tesis de Morandé es que a partir del siglo XVI, América Latina mundo de la vida h
empiezó a configurar una identidad cultural preiluminista y barroca que diendo la penetraci
se diferencia esencialmente de la racionalidad occidental. "Nuestra hipó- IEn opinión de
tesis -escribe- es que la racionalidad de nuestro ethos no es la misma que entre el indio, el e
la racionalidad que viene de la ilustración europea"63, y que "el adveni- Ciertamente el cri
miento de la racionalidad formal del mundo moderno se produce en un pero nunca estuvo
momento en que América Latina ya tiene un ethos cultural formado y idealiza a Europa p
conso~idado"~? Estamos, pues, frente a una racionalidad genuinamente ambos mundos, de
latinoamericana que no es la de la modernidad occidental sino anterior a quear" su propia co
ella o, para ser más exactos, se encuentra debajo de ella. Es una racionali- a una síntesis abstr
dad submoderna; un sustrato que, por no tener su base en una síntesis a sfntesis cultural se
nivel de la palabra y el discurso sino en el plano del ritual religioso, no criollo sino al mes
pertenece al ámbito de la modernidad y ha permanecido intocado por ella. 'conquistador euro
En efecto, la diferencia esencial entre el ethos de la modernidad y el América Latina no
ethos latinoamericano es, según Morandé, que mientras el primero laidentidad cultura
-'
%_. encuentra su síntesis en el logos, el segundo la encuentra en el rito65. La En el proyecto de
siglo XIX vió un i
modernidad es un fenómeno que se genera en culturas librescas, en donde
no se requiere la presencia de un número plural de personas para entablar propio mestizaje, lo
comunicación. Es el tipo de cultura monológica e individualista que se su empeño de euro
transmite por medio del texto escrito. Los países de América Latina perte- gramas de modern
necen, en cambio, a aquellas culturas que se constituyen y se transmiten mo desvalorizó sie
oralmente. La cultura oral, a diferencia de la escrita, surge de la experien- considerándola com
cia del encuentro de una pluralidad de personas que comparten los valores En base a la
presentes en el mundo de la vida. No existe el sujeto privado que, en vir- modelo weberiano
tud de un pacto social, se convierte después en un sujeto público. Por el y "comunidad" (t
contrario, el espacio público es constitutivo de la cultura oral y no está Tonnies), Morand
definido por la presencia del Estado o de la organización económica, sino ubicado en la ext
por la fiesta religiosa, que reúne a todos en torno a la memoria histórica y barroco" consolida
las tradiciones del pueblo. En América Latina esta tradición oral y ritual ras y que se expres
giosidad popular".

63. Ibid.. p. 135.


64. Ibid.. p. 130. $ "
6 6 Id., Cultura modern
65. Id.. "Gmpos sociales y en conflicto", en P. Hünermann (ed.), En.s<,rionarS o ~ i ( i 1(le lo l,vlc,sia en 67. Para una síntesis del
Atntrica Lotino, Frankfurt, Vervuert, 1991, pp. 278 SS. 1 gena", en: Teología
lidad subyacente a los santuarios populares, las peregrinaciones masivas y p
las procesiones. También su colega Cristián Parker trabaja en una línea
similar, si bien ampliando notablemente el concepto de "religiosidad
popular", para incluir no sólo aquellas expresiones religiosas vinculadas
al catolicismo, sino también fenómenos urbanos tales como el pentecosta-
lismo, los cultos afroamericanos, el espiritismo y las sectas evangélicas.
p
Queriendo superar el paradigma desarrollista e ilustrado según el cual la
religión pertenece a un estadio pre-racional de la conciencia, Parker busca
mostrar que la mentalidad popular latinoamericana opera con "otra lógi- y
ca" diferente y opuesta a la de la modernidad o ~ c i d e n t a l ~ ~ .
Para llevar a cabo esta empresa, Parker se apoya en las reflexiones
de la escuela argentina de la "filosofía de la liberación" (Rodolfo Kusch,
Carlos Cullen, Enrique Dussel, Juan Carlos Scannone), que desde los
años sesenta viene proponiendo una hermenéutica de la cultura popular Muchos s
latinoamericana. Aquí cree encontrar Parker el esfuerzo más serio realiza- cos que podría
do hasta el momento por comprender unas estructuras de pensamiento trar mi crítica
que son diferentes a las de la cultura dominante, intelectual y "sabia" del riana de la rac
criollismo latinoamericano. "La cultura popular -escribe- representa mi juicio, es ju
"otra lógica". que no es ciertamente una antilógica o un estado primitivo racionalización
de la facultad de razonamiento, sino que representa el uso de la razón bajo contraluz) un
otro sistema mucho más empírico y simbólico a la vez, mucho más modernidad. A
sapiencia1 y dialéctico que cartesiano y positivista"69. Se trata, pues, d e un ,lización por m
"pensamiento sincrético" que no opera con las mismas figuras antropoló- rización de lo
gicas de la racionalidad moderna, sino que integra sintéticamente la sabi- Imodernidad,
\ s
duría ancestral de las culturas indígenas y la mentalidad de las culturas medio del rito
populares urbanas. Parker describe este fenómeno de la siguiente manera: dente, propios
Como es
"Sostenemos que en la base de la mentalidad religiosa sincrética
del pueblo Iarinoamericano, en el código estructurarife de su plu-
, empiezó a pop
descrito por M
ridad multlfi)rme, late una suerte de antropolo'qía viralista, alter- sería un proce
nativu a la rrr~rropologíaprometeica de la modernidad occidental. s a todas las r
Una antropología ctcínica y maternal, derivada de las grundes mundo occide
intuiciones relúricas de las culturas precolombinas. frente a una (Weltbilder) pa
antropologírr duali.rrn, pmz~ocrríticay patriarcal derivuda de la que ésta se va
co.smovi.sicín greco-romarztr ocr.identu1... No se trarct va del hombre propia lógica.
edad media eu
el advenimien
68. C. Parker, Otra I~ígicorn AmPrico Lorirrri. Religión pol>ul~ir rnodi8rilr:~~í~iríti
~.(il~italista,
Santiago, F.C.E., 1993.
69. Ibid., p. 370. 70. Ibid., p. 403 (el
man el derecho propio a existir. La ciencia ya no requiere de fundamenta- dttibito ontológicam
ciones metafísicas, sino que se apoya en el formalismo matemático y la Uii sujeto absolutam
experimentación; la moral ya no Fe basa en la autoridad de la Iglesia, sino rixícrior y de otorga
en una ética de la responsabilidad que se despliega al interior de la con- ncs sociales, en sum
ciencia individual. La religión se ve, con ello, replegada hacia la esfera dos en la libertad d
privada, pasando a ser un asunto de opción personal. Se han producido el proceso mediante e
desencantamiento (Entzauberung) del mundo y la burocratización absolu- Jiispers ha llamado
- ta de la sociedad. La economía y el Estado adquieren la forma de una
Iii vida, la muerte. L
maquinaria autónoma que somete y determina a los individuos
lus imágenes del m
(Srnhlhnrres Gehnuse der Hiirigkeit). Se avanza de este modo hacia una
sociedad administrada, en la que la vida entera es gobernada por leyes blema de la teodicea
autoreguladas y vaciadas de contenido moral. Para los frankfurtianos de la mla, las leyes, el Es
primera generación -especialmente para Horkheimer y Adomo- la racio- fumoso "Interludio"
nalización de Occidente conlleva necesariamente dos patologías: pérdida Pero si se mira
de libertad y pérdida de sentido7'. --
\puesta en marcha p
Esta interpretación fatalista de Weber se encuentra fundamentada en 1 encontramos indica
lo que podríamos llamar, siguiendo a Habermas, una filosofía de la histo- iulgún proceso teleo
ria en clave de "razón instrumental". De la mano de Lukács e influencia- ~ n i oPor
. el contra
dos negativamente por su experiencia con la cultura de masas de la socie- ' niiición racional-ca
dad norteamericana, Horkheimer y Adorno identifican la totalidad del cialistas como titula
proceso civilizatorio occidental con la evolución de una lógica histórica ' el cultivo sistemáti
guiada por la dominación de la naturaleza. Esa misma dinámica termina- de la maquinaria es
. ría por establecer unas crecientes relaciones jerárquicas de dominio en
ámbitos como la economía, la legislación, la cultura y la administración
1 a raíz de coyuntura
tante sea heraldo d
estatal. El avance de la irracionalidad que se encuentra en el núcleo del u puro objeto. No
proceso de racionalización de las sociedades modernas es tan potente, que que sostiene toda l
ya no queda ningún rincón de la subjetividad humana al abrigo de la
razón cosificante. Aquí tendría sus raíces el triunfo de las fuerzas imper-
1 ridentidad latinoam
1: n o atravesado por
sonales que gobiernan la psicología de los individuos, y que desemboca
finalmente en los campos de concentración y en la sociedad demencial. 1 asienta en la iden
entonces resulta c
La pregunta es si esta lectura fatídica es la única interpretación posi- puede generar sino
ble del pensamiento weberiano. Es cierto que para Weber, la racionaliza- no ha sido modela
ción -entendida como des-magicalización del mundo -es una "constante mestizo, se haría p
antropológica", un proceso de significación universal que se lleva a cabo nómicas, políticas
en todas las civilizaciones humanas. Influenciado por el neokantismo de lidad comunitarista
Dilthey y de su maestro Rickert, Weber piensa que la "cultura" es un

1'

['
72. M . Weber, Zwisc
71. M. Horkheimer 1 T.W. Adorno, Dinlektik der Aufklürung. Phi/o.\ol)tii.sche Fragmente, Weltnblehnung. en
Frankfurt, Fischer, 1990 (primera edición: 1944). Mohr. ,988.

54
1
~
,
Pero, ¿qué pasaría si la racionalización de la que habla Weber no se
limitase al despliegue único de la "razón instrumental"?. [,Qué escenario
discursivo se crearía si partimos del supuesto de que la modernidad es la
puesta en marcha de un conjunto múltiple de racionalidades que avanzan
en diferentes sentidos y a diferentes niveles espacio-temporales, sin estar
forma de racional
procesos heterogé
al interior de los c

necesariamente "coordinadas" entre sí?. ¿En dónde quedaría la supuesta


l "exterioridad" latinoamericana si en lugar de una modernidad homogénea
-ante la cual pretende definir su "identidadn- nos encontrásemos frente a
una modernidad rizomática y heterogénea?.Y si en lugar de considerar la
identidad como una "síntesis" congelada en la historia, la viéramos como Que la racion
una construcción simbólica generada por determinadas prácticas econó- teleológico, sino
micas, políticas e institucionales? heterogénea, es ju
otros cientistas s
En los últimos años se ha lanzado una interpretación de Weber que no punto de partida
funda la racionalización en un ámbito pre-social de subjetividad, sino que Morandé,,pues en
la hace depender de las prácticas discursivas con las que esta se encuentra americana" enfren
ligada73. Estaríamos, pues, frente a un conjunto de racionalizaciones que ,es preguntar por l
se despliegan en planos diferentes, según el tipo de prácticas sociales con en nuestro medio
las que se relacionan, y ya no frente al predominio absoluto de un solo proceso. El deton
, -
tipo de racionalidad técnico-instrumental. De hecho -y de acuerdo a esta recepción de que
nueva interpretación-, no existe una racionalidad instrumental "pura" que hacia finales de l
se haya "desenganchado" del espacio ético-comunicativo del mundo de la La crítica p
vida -como quiere la lectura de Weber realizada por Habermas-, sino pro- tanciamiento de a
cesos muy complejos de interpenetración, en el que diversos tipos de luar el desarrollo
racionalidad se entrecruzan y se transforman según reglas de juego dife- binarias excluyen
rentes, demarcando sus propios límites, o reflejando desigualmente las oprimido, desarro
relaciones de poder que las sustentan. Las racionalizaciones que despliega sociología clásica
la modernidad no son inherentes a sujeto alguno ni dependen de los inte- j'minos de una con
reses -buenos o malos- de un actor social en particular (la burguesía ', sociología latino
europea, el Estado colonialista, las élites criollas en América Latina, la , sociedad -económ
banca internacional, etc.), sino que son el resultado de la manera contin- un esquema unita
gente en que determinadas relaciones de fuerzas se van configurando y ren coloraturas di
reconfigurando multidireccionalmente. Por eso no puede hablarse de la ) su coexistencia m
modernidad como si se tratase del despliegue totalizante de una sola : jamás ha reempla
I estrechamente vin

73. M e refiero concrevamente a lo$ ealudiob de W. Hennieh. C. C;oidori y M . Dean. cf. W. Hennies,
18
Max Weher: Essuvs in Recoristrr~ctiori,London, Allcn & Unwin, 1988; C. Gordon, The soul
of the citizen: Max Weber nnd Michel Fou<~a~rlt orid goverrnrnt, en: S.
ori r~rtioii~rlitv
74. C. Rincón, Die n
Scharlru ( i d ) L
Whimster / S. Lasch (eds.), Mar Webei; Ra!ionuli!v n ~ i dMo~lrrnr!~.London, Allen & Unwin,
lrnd Posrmoderne
1987; M. Dean, Critical and Effective Histories. Forrca~~lrS M~ltiods urid Historical 1,
debate sobre o p
Socioloxy, Routledge, London 1 New York, 1994. Postmodernidad,
1
uno y termina lo otro. En una palabra: las nuevas tendencias de las cien- ción totalitaria
cias sociales en los años 90 muestran que la relación entre modernidad y intelectualidad
cultura no puede ser inteligida en base a modelos que disocian el logos de ta-77 pues el c
los mitos, lo popular de lo culto, lo auténtico de lo foráneo y lo público de dad acrítica,
lo privado. La modernidad no conforma una escena única y homogénea tanto en los m
-frente a la cual es posible imaginar un ethos "auténticamente latinoame- cuales las mas
ricanon- sino que genera una trama compleja de ordenamiento, reapropia- dominancia d
ción e interpenetración de diferentes tipos d e racionalidad. palmente en l
Tomemos el caso del pensador hispano-colombiano Jesús Martín- de supeditar l
Barbero y la polémica que sostiene con el concepto adorniano de industria modo una sen
cultural en su libro De los medios a las wzediuciones. Ya hemos visto telenovelas s
cómo, a través de una lectura trágica de Weber, la escuela de Frankfurt espacio íntim
afirma que la racionalización de Occidente desemboca necesariamente en escenifica la
una irracionalidad articulada por el totalitarismo político y la cultura de sus padres, la
masas. Refiriéndose a este último aspecto, Adorno piensa que todos los rico, etc.) se
productos de la industria cuItural -el cine, la música jazz, el pop, etc.- se micrológicam
encuentran penetrados por la "racionalidad instrumental" y representan, televisión se c
por ello, el triunfo absoluto de la degradación y la barbarie. Pero apoyán- identidades p
dose en los estudios de Walter Benjamin, Martín-Barbero señala que esta esto -bajo el
visión pesimista de la industria cultural no es otra cosa que un gesto aris- vale a continu
tocrático, insensible frente a la manera como las masas han aprovechado impoluto de la
las posibilidades abiertas por las tecnologías de reproducción. Lejos de lista y despóti
fomentar un "atrofiamiento de la conciencia", estas nuevas prácticas cul- Los análi
turales han permitido un enriquecimiento de la experiencia perceptiva, sos modernos
que ya no esta reservada a las élites sino que es accesible para todos. pleto el mode
"Antes, para la mayoría de los hombres, las cosas, y no sólo las del arte, que los discu
por cercanas que estuvieran, estaban siempre lejos porque un modo de
relación social les hacía srntirlas lejos. Ahora, las masas, con ayuda de
las técnicas, hasta las cosas más lejanas y más sagradas las sienten cerca.
Y ese "sentir", esa experiencia, tiene un contenido de exigencias igualita- 76. El cine es vis
rias que son la energía presente en la masa"75. moderna. La
ritual por el
Lo que Martín-Barbero nos quiere decir es quc la iiiodernidad, con zan las paut
toda la carga de racionalización que ella representa, es una experiencia Morandé, Cu
creativamente asimilada por las masas en América Latiiia. Las tecnologías 77. Piénsese por e
de los medios de comunicación no son el instrumerito fatal de una aliena- de comunica
lo mismo, p
cultura de m
Dussel, Filo
Liheracihn,
78. No es extraño
75. 1. Martín-Barbero, D e los rnedios a las mediaciones. C'«muni<,~ii.ioir.r.irl/rr,ir y Ilc~emorlía, nos, o que el
Barcelona, Ediciones G. Gili, 1991, p. 58. han leído siq

58
sentido a través de los medios masivos. gracias a su influencia en la for- tradición y la mod
mación de las llamadas "culturas nacionales". Esto ocurre fundamental- quiere escapar al f
mente entre 1930 y 1960, cuando de la mano del populismo, y teniendo modernidad bajo e
como telón de fondo los procesos incipientes de modernización, los ella que pretenda
medios empiezan a construir simbólicamente la idea del "pueblo-nación". $ara lograrlo, se'ha
Refiriéndose al caso colombiano, Martín-Barbero afirma que antes de la dos en la intelectu
aparición y difusión de la radio, el país era un rompecabezas de regiones modernidad como
altamente encerradas en sí mismas. Pero a partir de 1940, cuando la radio segundo, por el co
penetra en los rincones más lejanos, "aparece" una identidad nacional alienación y la vol
invisible, compartida por costeños, pastusos, cachacos, paisas y santande- ción a este último,
re ano^^^. Lo mismo puede decirse para el caso de México, en donde el valioso que es nec
cine vertebró la idea de lo popular hasta bien entrados los años cincuenta. ~ a n c l i n es
i concie
Las películas mexicanas no reflejaron simplemente un ethos cultural ducir al callejón s
homogéneo, sino que lo crearon simbólicamente, pues en el cine la gente puesta teórica de P
aprendió códigos de costumbres, modos de hablar, de ver y de sentir que alternativa.
fueron identificados posteriormente como típicos de la "identidad nacio- El primer cam
nal". Esto significa que los "discursos de identidad" no hacen referencia a que el arte latinoam
una unidad cultural ya configurada de antemano -como piensan Parker y iÚye un ejemplo d
Morandé- sino que son producciones simbólicas vinculadas a determina- pintura modernista
das prácticas institucionales de caracter populista. Prácticas que. como do Amara1 y Em
bien lo ha mostrado Foucault, funcionan siempre en base a mecanismos Argentina) constit
de inclusión y exclusión. Algunos elementos culturales (vestimenta, senti- mentos formales m
do del humor, acento, giros idiomáticos, actitudes machistas) son escogi- motivos tradicion
dos y convertidos narrativamente en estereotipos que luego son proyecta- populares).lEl mu
dos a toda la "nación", mientras que otros elementos son marginalizados o entre lo tradiciona
permanecen en la penumbra. dia y la recuperaci
Si Martín-Barbero concentra sus análisis en la manera como la indus- 'tendencias estétic
tria cultural ha generado nuevas identidades y subjetividades en México precolomb
Latinoamérica, las tesis de Néstor García Canclini avanzan en una direc- ción, así como suc
ción paralela, mostrando la forma en que los procesos de racionalización dias artísticas que
han afectado la producción artística en el subcontinente. El tema central mentar con nuevo
de García Canclini es el de las "culturas h í b r i d a ~ " ~ ~El' . sólo nombre instalaciones y mo
anuncia ya todo un programa metodológico, pues se trata nada menos que tradicionales (pirá
de la ruptura epistemológica con un orden moderno del saber que piensa trico. De igual ma
la cultura sobre la base de oposiciones dualistas entre el mito y el logos, la conlleva la tenden
lenguaje antievolu

79. J. Martín-Barbero, op.cit.. p. 179. - -

80. cf. N. García Canclini, C~i1t~tro.v Híbridus. E.vrrotegios priro rntrcir !' dc lo modrrrlidud, 81. Id., "Memory and ln

.
.s<iIii.
México, Grijalbo, 1989. 1993, pp. 423-433.
d e diferentes épocas. Aquí, nos dice Canclini, se encuentra la diferencia nacional o contin
entre el discurso posmodernista del "centro", con su tendencia a disolver vinculada a mecan
el pasado en un presentismo nihilista, y el posmodernismo de autores hasta comienzos d
I
"periféricos" como Nahum Zenil, Felipe Ehrenberg, Gerardo Sutier y miento de acontec
Alejandro Comjeira Xntre otros muchos-, con su preocupación por rees- martirio de los pr
cribir el pasado latinoamericano. introyectados a la
Pero sería un error pensar que esta heterogeneidad multitemporal , les cívicos, los di
opera únicamente a nivel de un arte llevado a cabo por élites intelectuales cultura "propia" q
que han tenido la oportunidad de estudiar en academias europeas y norte- conceptualmente
americanas. Al igual que Barbero, Canclini está convencido de que es a representan la "ra
nivel de lo popular en donde mejor se observa el fenómeno de hibridación dos luego con la
entre lo tradicional y lo modernos2. La necesidad experimentada por el comunes, los mod
mercado capitalista de incluir bienes tradicionales en su oferta simbólica, a una comunidad
ha sido aprovechada con creces por los artesanos campesinos e indígenas. idea de que los ha
L a integración creativa de estos sectores a las demandas del mercado una sola cultura h
internacional ha dejado sin piso la idea de que la modernización socio- rente.. Posteriorme
económica y la mentalidad del consumo destruye inevitablemente las cul- quien toma el rele
turas autóctonas. Igual sucede con las transformaciones experimentadas l j@". Como los m
por la música popular a raíz de los procesos de modernización. Nuevas se adherían a la id
formas de gran aceptación como la balada, el reggae, el rock o la salsa conocimiento de l
han surgido de la simbiosis entre ritmos tradicionales y medios electróni- tos autóctonos. Ap
cos. Todas estas expresiones artísticas traen consigo lo que Canclini ha . "cobertura total"
llamado la descolección o desterritorializacirín de la cultura popular83. La donde juega la "se
dinámica arrastrada por los procesos de urbanización y las nuevas tecno- todas las diferenci
logías de la comunicación han desligado lo popular de cualquier tipo de Según Cancli
narración sustancialista. Aquellos símbolos de la "identidad nacional" que de los años ochen
el populismo había elevado al caracter de "patrimonio sustancial" y exhi- --
dos globales, la tr
bido públicamente en museos, han sido separados de cualquier vincula- planetaria de los b
ción territorial y convertidos en bienes simbólicos transnacionales. Irentes tradicionale
Llegamos de este modo a la segunda vía de análisis explorada por cada vez más libr
Canclini: mostrar qué tipo de cambios ha experimentado la configuración relaciona cotidian
nirse ya por la per

-
- de identidades personales y colectivas en América Latina a raíz de la glo-
balización y transnacionalización de la culturaa4. El punto de partida es les del siglo XX,
una tesis presente también en la obra de Martín-Barbero: la identidad des y se encuentra
se hace preci30 a
coexistencia de v
las identidades p
82. Ibid., pp. 437 FF.
83. Id., C~rlturusIiíbridus, pp. 263 ss
84. Id., Consumidores y ciudndrrnos. Conflictils multicultur«les de Iii ~loh(ili:ri~.iriri,
México.
Grijalbo, 1995, pp. 107 SS. 85. Ibid., p. 109.
+ b
Canclini- nuestros políticos e intelectuales continúan atrapados en una nimbólico. diferenci
concepción folclórica y chauvinista de la identidad culturals6. Los políti- tidades se'hacen y d
cos creen todavía que la cultura se conforma en el espacio tradicional de licos que las produc
las bellas artes, las artesanías y las músicas populares, ignorando la nece- ¿Qué queda ent
sidad de su reorganización massmediática según las exigencias del merca- das las fronteras ent
... do internacional. Los llamados "intelectuales críticos" siguen aferrados a posible imaginar en
un fundamentalismo macondista -y además muy europeo-- que congela con respecto a la ra
lo "latinoamericano" en el universo surrealista de las pasiones violentas, . tra identidad cultura
la naturaleza indomable y la nobleza sin límites de su "racionalidad lo que nos muestran
sapiencial". Un discurso que, como bien lo anota José Joaquín Brunner,
constituye el último gesto aristocrático de un continente que se niega a re-
; personales y colect
influencias cultural
conocerse en y con la modernidad. que se han mostrad
Es Brunner justamente quien, a través de sus investigaciones sobre la nifica que el proble
"modernidad periférica" de América Latina, alcanza conclusiones muy que es necesario en
parecidas a las de Canclini. Para el sociólogo chileno, Latinoamérica se permita dar cuenta
ha convertido a finales del siglo XX en una especie de ciudad-laberinto por la modernidad.
(Tumaramérica)donde se fusionan todas las experiencias simbólicas posi- oidad como el desp
bles, en una danza vertiginosa de signos que van desde las formas más cosificante-, no pue
arcaicas de convivencia socio-política, hasta la familiaridad con el video- temporal y radicalm
texto, el fax y la rnicr~electrónica~~. La distinción entre cultura alta y cul- ricanas durante la s
tura popular, propia de Macondoamérica, ha sido desbordada por la fuer- en la que habitan ju
za avasallante de una cultura de masas cuya oferta simbólica ya no gía avanzada y la p
permite definir algún tipo de "identidad nacional". Desterritorializada y caudillismo, resulta
ya no controlable desde ningún centro, la cultura de masas no refleja el temprano que estall
"alma del pueblo", sino la sensibilidad de los productores y mediadores En los umbral
simbólicos, así como el "trabajo" generativo de millones de los consumi- Latha debe ser pen
dores que procesan, interpretan y viven a su manera ese flujo de mensajes significa, en primer
transmitido^^^. Estamos, pues, frente a una red laberíntica de signos que rios ya no se encue
ya no reflejan una realidad primaria sino que son, a su vez, la interpreta- religiosas, la literat
ción de otros signos y de otras interpretaciones. En este contexto, resulta llegan a través de
ya imposible acceder a una realidad que nos ofrecería la verdad funda: 1 urbana v la transna
mental de nuestro "ser americano". La vieja y legendaria Macondo- la identidad ya no v
américa, lugar donde se definían identidades amplias y "fuertes", el nidad político-cultu
mundo de la parroquia y la "exterioridad, va dejando lugar al espacio nencia a una comun
sujetos que compart
tos bienes simbólico
86. Ihid.. p. 94. der que la globaliza
87. J.J. Brunner, Américu Larirla: c~rltnruy rnodrrnidad, México, Grijülho, 1992, pp. 37-72.
"Tdmara" es el nombre con que que ltalo Calvino se refiere a la hiperrealidad sinihólica de la
vida urhana. cf. l. Calvino. Las cirrdudr.~invisibles, Buenos Aires, Minotauro, 1988.
89. cf. N. Garcia Canclini
de homogenización comparable -para utilizar la metáfora de Hegel- a "la
noche en la que todos los gatos son pardos", sino que ofrece (también) la
posibilidad de una comunicación multicultural capaz de enriquecer nues-
tra experiencia cotidiana. El problema no radica, pues, en los circuitos
massmediáticos por donde fluye la información (como si la utilización de
las tecnologías modernas fuera necesariamente destructora de la tradi-
ción), sino en los mecanismos institucionales que excluyen a gran parte
de la población del acceso a estos medios, impidiéndoles renovar y enri-
quecer su identidadg0. Por ello +m tercer lugar-, es necesario aprender a
renovarnos constantemente; a elaborar estrategias que nos permitan nave-
gar en el laberinto de bienes simbólicos que configuran nuestra identidad; PO
a crear, en suma, narrativas de la propia vida que faciliten la práctica de Los discursos
negociaciones dúctiles, desplazamientos transversales y tecnologías hete-
rogéneas de la subjetividad.
Resumiendo: bajo las condiciones creadas por la globalización de la
técnica, la planetarización de los nzass nzedia y la transnacionalización de
i Si hay algo qu
la economía, no es posible seguir planteando problemas tales como la 1 del siglo XX es su
identidad latinoamericana, el eurocentrismo y el colonialismo, en térmi- preferencia por te
nos de alteridad. Esto conlleva la producción narrativa de meta-identida- trata, en realidad, d
des monolíticas (un "nosotros" y un "ellos" homogéneos) que, como vere- y abarca la vida in
mos en el siguiente capítulo, legitima la exclusión de las identidades - de lo que ocurre e
transversas y las "pequeñas historias", De lo que se trata es de avanzar grado de indepen
hacia una consideración de la identidad en términos de diferencia. Aquí "clima social" -lo
ya no se piensa la subjetividad como derivada de un ethos situado por llen en base a la ló
fuera de la racionalidad moderna, sino como producto de los entrecruces ,existido siempre u
simbólicos, las re-localizaciones discursivas y las hibridaciones cultura- miento y la polític
les. las categorías de an
yendo en el espaci
vanguardia y la pa
No se ha logrado

90. Es lo que ocume con las políticas neoliberales vigentes actualniente en la mayoría de los países
latinoamericanos. Al fomentar la concentración de capital en pocas manos y bloquear cual-
quier política de redistribución social por parte del Estado. el neoliberalismo promueve una
globalización restringida. de la que solo sacarán provecho algunos grupos privilegiados de la 91. El siglo XIX es un p
sociedad. De lo que se trata ea de avanzar hacia una globali~acióninás democrática, en convirtió en el elem
donde el Estado pueda asumir políticas culturale\ tendientes a facilitar el acceso de los ciuda- en América Latina
danos a las autopistaa de comunicación internacional. Si bien es cierto que. como lo ha mos- problemática social
trado Habermas, la formación de una "identidad posnacional" se cncucnti-a vinculada con la tura no quedara bie
existencia de canales de participación política, también es cierto que csia no es pensable sin 1984. Véase tambi
el intercambio Iúdico de información que ofrecen las nuevas tecnologías electrónicas. En una México, F.C.E., 19
palabra: sin acceso a los medios es imposible la formación de identi<l<i<l~,.i tro~i.rterritoriales México y Argeritiria
capaces de afrontar el gran reto político del siglo XXI: aprender a convivir p;icificamente con llectuels et la politiq
la multiculturalidad, la heterogeneidad y la diferencia. Sigal. Iritelecrunles
donde las disciplinas reelaboren los contenidos inherentes a sus propios en el siglo XX -y dur
modelos de análisis. Muy por el contrario, es el devenir cambiante de la proyecto se dirigió ha
política el que ha condicionado los "temas" y las orientaciones de las las diferentes cultura
diferentes disciplinas. De ahí que, a pesar de la modernización creciente reflejarse en todos los
de las carreras universitarias y la consecuente división de los saberes en literatura y, por supu
compartimientos autónomos, la relación entre los intelectuales y la políti- siglo XIX, construir
ca sigue funcionando en Latinoamérica como una especie de humus sub- misma como plataform
yacente a todas las disciplinas que facilita el rápido tránsito entre unas y tos de modernización
otras. por el rol protagónico
repertorio de símbolo
Durante el siglo XX, el fenómeno político que más influyó en el que-
intelectualidad, que se
.%hacer intelectual de América Latina fué, sin lugar a dudas, el populismo. cultural. Al mismo tiem
El sociólogo chileno Fernando Calderón afirma que "a pesar de todas sus ta sobre las demás ins
incoherencias, el populismo fué la creación social y cultural más genuina comunicar todas las
de América Latina en el siglo XX. El populismo transformó incluso a mediante la construcci
aquellos que se oponían a él. Modificó la cultura de nuestras gentes, su de obras de infraestru
sexualidad, sus maneras de amar, de pensar, e incluso de danzar y cami- como el agente que hiz
., nar: en suma, la totalidad de la vida cotididana. Solamente bajo el popu- fe el siglo XIX: la "ent
lismo, con la integración de las masas al mercado, la sustitución de dad95.
importaciones, la urbanización y otros cambios sociales de grado y ritmo
, ' diferentes, la modernidad pudo ser impuesta definitivamente en América 1 El primero de los
Latina y con un estilo latinoamericano,.. El populismo fué el instrumento más influeyeron al pen
de nuestra completa integración en la experiencia universal y paradógica lución mexicana de 1
de la m ~ d e r n i d a d " ~ ~ . (reforma agraria, social
economía planificada)
Aprovechando la coyuntura que se daba con la crisis económica en ras". En 1931 se config
Europa durante los años veinte, la mayor parte de los países latinoamen- para América (APRA),
canos comenzaron un proceso de industrialización llevado a cabo en base mericana como instrum
a la sustitución de importaciones y la conformación de un mercado inter- teamericano, tal como l
no. Este proceso fué impulsado por burguesías nacionalistas que empeza- ción arielista. La met
ron a controlar el mundo de los negocios y la política, y que vieron la Latinoamérica, capaz de
necesidad de incorporar a las naciones latinoamericanas a la "vida moder- na. La integración de lo
na" de los países noratlánticos. Como bien lo anota Jesús Martín-Barbero, como fuerzas productiv
estas nuevas burguesías retomaron el viejo "proyecto civilizatorio" (L. una verdadera "síntesis"
Zea) diseñado por las élites criollas a mediados del siglo XlX, que había superpuestas en las soci
tenido como meta única e indiscutible la construcción de la nación9! Ya

92. F. Calderón. "Latin American identity and mixed temporalities; or, How to be postniodern and

I
indian at the same time", en J . Berverly 1 J. Oviedo 1 M. Aronna (eds.), The Po.\rnzodemism 94. Para una visión general so
Debufr. in h r i n Americu, Durham 1 London, Duke University Press, 1995, p. 58 (traducción Latina, véase W. Rowe V
mía). Latina, México. Grijalbo,
93. J. Martin-Barbero, De los medios u las mediocionec.. Comu~iicución.cultur<r v hegemonía, 95. c f . M.D. París Pomho, Cris
Barcelona, Ediciones G. Gili, 1991 , pp. 166 S S . Valdés, 1990, pp..58-60.
mo argentino como un intento de romper la dependencia económica del sos de identidad. De
país frcnte a los intereses del capital extranjero. Para el peronismo, ya no necesarios para enten
són las oligarquías tradicionales quienes se encuentran en el centro de la sobre "lo propio", act
Nación y del Estado, sino el pueblo raso, las masas desposcídas, los "des- vas que han dado una
camisados". Ellos deberían ser objeto de la "justicia social" administrada la región en el siglo XX
por un Estado fuerte, capaz de asegurar la independencia de la nación
frente al capitalismo individualista y al comunismo totalitario. En 1959
triunfa la revolución cubana y se inicia en Latinoamérica un proceso de
"traducción" del marxismo a un lenguaje acuñado ya por los movimientos
populistas, que encontrará su punto álgido en la teoría de la depen-
denciag6. Quizás la mejor fo
Estos cuatro movimientos poseen en común varios elementos ideoló- qué manera la identida
gicos que, como espero mostrar en este capítulo, reaparecen luego en los blo" y "nación" por el
discursos de identidad elaborados por la filosofía latinoamericana del por aquella corriente
siglo XX. La crítica a las soluciones universalistas. la idea de que el setenta y conocida con
"mal" s e encuentra fuera de la nación, la postulación de una especificidad ciertamente de catego
cultural latino-americana, el recurso a lo popular como instancia legiti- romántica del siglo XI
mante de la verdad, la invocación al sentimiento religioso y al mesianis- cano del siglo XX adq
mo político, la exaltación del paternalismo intelectual y el liderazgo caris- m
desempeñado por Juan
mático, el culto a los héroes, la oposición radical entre lo auténtico y lo fueron muchos los filó
foráneo, el intento de reconciliar todas las oposiciones sociales, la roman- categorías que aquí n
tización del mestizaje y la definición ex negativo de lo "propio" serían específicos: Feriomen
algunos de estos elementos. Tales riguras -y esta es la tesis que deseo Filosqfia de la liberaci
defender -obraron en el discurso filosofico latinoamericanista como i_--- El propósito del te
mecanismos tendientes a oscurecer las difereñcias, sirviendo . .. así como
.- e l por Hegel en la Fenom
correlato perfecto dc las prácticas uniformantes y excluyente~del populis- de la conciencia popula
mo. No estoy recurriendo con ello a la figura de los discursos como refle- bió los tres momentos p
jo ideológico de alguna instancia social "fundamental" (la política o la ' rrido hacia el conocim
economía), sino resaltando la función, arriba señalada, de los intelectuales
como intérpretes y legisladores de la "identidad continental". Tampoco
me interesa la filiaciGn de uno u otro autor a estos movimientos politicos,
97. Véanse, por ejemplo, los c
o su distancia crítica frente a ellos. Quiero ubicarme, más bien, al nivel filosofía latinoainericana
del analisis de discurso para ver de qué manera ciertas figuras acuñadas en: Autores Varios, ldeo
por cl populismo entran y salen de la escena argumentativa en los discur- 1024- 1034.
98. El estudio "clásico" sobre l
los de ésta corriente de p
Horacio Cerutti Guldberg
96. Aquí sigo la lectura de Ernesto Laclau, para quien el socialisiiio latinoaincricano no fué otra 99. Sohrc cl dchatc alrcdcdor
cosa que la reducción del marxismo a un lenguaje esencialmente populista. cf. E. Laclau. López Velasco, Reflexoes
"Hacia una teoría del populismo". rii: Políticu e ideologí,r rJn111 t i ~ » ~ íinrrrri.rto,
<r Madrid. 47-74.

II
Siglo X X I , 1978. Véase también: E. Laclau 1 C. Mouffe, Hexemoníri ?. r,.\tr.ritrgiu socialista, 100. C. Cullen. Fenonieiiiilrgío
Madrid, Siglo XXI, 1987. Aiitoiiio dc Padua (Bueiio
a. .
inmediata hasta el saber absoluto, Cullen se propone investigar de qué se sabe ahora
manera la conciencia del "pueblo" llega al conocimiento de lo universal. No obstante, q
El primer momento de este recorrido es la experiencia del saberse "arrai- de la madre tie
gado a la tierra"lO'. La experiencia más inmediata de conciencia que tiene instituciones s
un pueblo es la de reconocerse como un "nosotros-estamos-aquí", es ideologías (el p
decir, como un sujeto instalado vitalmente en un paisaje geográfico del violencia del
' cual deriva su existencia. Esta forma primera de la sabiduría de un pue- momento (la "
blo, que se "objetiva" en mitos como el de Pachamama, otorgan a la absolutamente
"madre tierra" un caracter divino. Pero en tal experiencia de inmediatez el ley de la nació
pueblo es todavía un "nosotros" indiferenciado, que siente el compromiso de la soberanía
con lo telúrico pero que no alcanza todavía a reconocer qué es eso que le Hegel, también
caracteriza como pueblo. Se hace necesario el paso a un segundo momen- única instancia
to -que Cullen identifica, al igual que Hegel, con la "Autoconciencia"-, jetiva, expresan
en donde el pueblo se entiende a sí mismo como una comunidad con tra- Tenemos, e
diciones propias, esto es, como sujrto de un código simbólico que se de Cullen com
objetiva en ceremonias religiosas, instituciones sociales y prácticas políti- tolera las difer
cas102.Aquí, en este segundo momento, es donde Cullen introduce el con- caracter teleoló
cepto de "nación". Sabiéndose sujeto de una tradición propia, el pueblo se sociales agrupa
'" desdobla para autocomprenderse como conciencia política. El pueblo se la historia latin
hace nación y la nación aparece como autoconcierzcia del pueblo, es decir, se despliega su
como expresión política de su identidad cultural. ?nación perman
Más que una forma de organización política. la nación es, entonces, Enrique Dussel
una forma de conciencia ligada directamente a la identidad cultural del de este modo a
pueblo. Ser nación equivale a saberse políticamente miembros de lo que blo" como el c
Hegel llamara el Volksgeist, aquel principio orgánico que forma la "sus- comparten un
tancia" de un pueblo y que determina qué tipo de arte, filosofía, religión y "nación" sena
moralidad corresponden a ese pueblo en un momento determinado. Y así sus raíces telúr
como en Hegel los medios e instrumentos del "espíritu del pueblo" son pueblo se encu
individualidades políticas como Napoleón, Julio César y Alejandro imperialistas y
Magno, en Cullen este papel corresponde a los caudillos, aquellos perso- zadosIo8. por lo
nales carismáticoq que saben encamar los anhelos y los símbolos del pue- dad" política,
blo. "Es la confianza de la masa en el conductor -escribe- la que hace
elaborar la patria como autoconciencia. La masa se pone a sí misma en la
tierra al poner y hacer la voluntad del conductor y entonces se sabe auto-
conducción: porque lo que era voluntad de otro se convierte en la propia 103. Ibid., p. 24.
voluntad reflejada en la elaboración de la patria como nación. El pueblo 104. Ibid., pp. 27-28
105. Ibid., pp. 36-42
106. E. Dussel, Fil
3.1.4.2).
101. Ibid., pp. 13-18. (1 107. Id., Ethikder G
102. Ibid., pp. 19-20.
"Las clases oprimidas o populares de las naciones dependientes x s c r i b e "El p
! Habl
Dussel- son las que guardan en su cultura la máxima exterioridad del sis-
tema actual mundial; sólo ellas pueden presentar una alternativa real y Martí
nueva a la humanidad futura, dada su metaffsica alteridad"lo9. Esto signi- ,' por e
ficaque el pueblo tiene otro sentido de la vida, otro ethos muy diferente - símbo
diametralmente opuesto- al ethos que caracteriza al sistema d ~ m i n a n t e " ~ . profe
Mientras que la esencia de éste es la pura voluntad de poder"', la de libert
aquel es la lucha heróica y solidaria por la liberación. Y mientras que la
nación es experimentada en el "centro" como imperio, en la "periferia" es
una experiencia esencialmente telúrica, firmemente anclada en el núcleo
ético-mítico que define la identidad del pueblo.
Al intentar una definición ex negativo de las categorías pueblo y Ya hemos visto
nación (lo "otro" de la totalidad, la "periferia" oprimida), el discurso de la filosofh argentin
Dussel no logra vencer las dificultades que ya veíamos en el proyecto de se trata, por cierto,
Cullen. Aparecen ciertamente algunas determinaciones (los campesinos, nista. Por el contrar
los obreros, las clases marginadas, etc.), pero éstas son integradas rápida- naturaleza sobre las
mente en una identidad metacomprensiva (el ethos liberador) en la cual dos por los discurs
no hay lugar alguno para las diferencias. Pues para Dussel, lo mismo es la Nietzsche, Heidegg
guerra de Angola que la revolución cubana o las guerrillas palestinas, y lo los años treinta em
mismo son los indígenas mexicanos que los campesinos vietnameses o los todo el continente11
beduinos del Sahara, porque todos son expresiones ("momentos") de un Examinemos p
sujeto histórico (el "Otro") que comparte una misma lucha contra un solo dad este problema
enemigo común112. Es la lucha por la "liberación de la periferia", por la Estrada. La tesis ce
instauración de un nuevo orden mundial en donde ya no reine el ethos del de la tierra, y en e
dominador sino la solidaridad, el amor y la relación cara-a-cara. La toma "devenir histórico d
del poder por los grupos populares representa por ello una inversión radi- posesión de la tierr
cal de los valores; la posibilidad de que el hombre realize un "salto cuali- siglo XVI, Martíne
tativo" hacia su humanización verdadera1I3.Y como en Cullen, también y otra vez, a la man
en Dussel aparece la exaltación religiosa y mesiánica de los "hombres cano reclama suyo
telúricos", los caudillos: lo cual solo queda
lo jurídico, de la pa
ha poseido al hom

109. Ibid., p. 90 (8 3.1.4.6. El resaltado a mío)


110. Ibid., p. 88 (4 3.1.3.2). 114. Ibid., pp. 96-97 (S 3.
115. Sobre la influencia d
112. Para una crítica a la ontologización de la "periferia" en el discurso fil»í>fico de Dussel, véase crítico del pensumie
G. Leyva, "Modernidad y Exterioridad en Latinoamérica. La propuesta dc la filosofía de la no específicamente,
liberación", en dissens 1 (1995), pp. 11-32. argeritino, Buenos A
1 1 3. E. Dussel, Filo.\ofi de la liberrrcióri, p. 95 (8 3.1 .S.{). 1 1 6. E. Martínez,Estrada,
l
menos que capitular ante la inmensidad apabullante de cordilleras, llanu- la barbarie"? Po
ras, ríos y valles en el nuevo mundo. Por eso, en lugar de quedarse allí ( e na con la filoso
para edificar y trabajar, los españoles se dedicaron a vivir del trabajo de figura del caudil
otros; a llevarse lo que pudieran arrebatar a la tierra sin pretender domi- Guiado por los i
narla. Temeroso frente al caos amenazante de lo telúrico, el conqui'stador Estado son estru
buscó refugiarse en una escala inversa de valores en la que el trabajo apa- el proyecto civil
recía como una forma de barbarizarse, de ceder ante los imperativos de la del campo -lugar
naturaleza1I7. Para defenderse de ella, fabricó la idea de que todo lo que valores provenie
veían sus ojos era suyo por el sólo hecho de haber plantado una bandera; cial, sino que se
iiiventó leyes y decretos que legitimaban esta posesión; construyó ciuda-
"u
des para gobernar sus territorios. Pero las ciudades eran simplemente
es
refugios en donde los gobernantes imaginaban tener control sobre una tie-
jus
rra que permanecía en su telúrica virginidad. Las fuerzas de la tierra y de de
la atmósfera hicieron su trabajo lento y secreto sobre los invasores, for- ha
zándolos a respetar lo que no era ni podía ser suyo. El pesado estupor, la u1
rutina, la pereza, la ignorancia, en suma, la barbarie, triunfaron sobre los de
españoles y sus descendientes, obligándolos a postrarse frente a la supe- no
rioridad de lo telúricol ' Pero no tod
Nos encontramos, pues, frente a una identidad latinoamericana deter- sombrío que nos
minada esencialmente por la monotonía de los valles, la vastedad de la mitiva" del hom
tierra y el primitivismo de las selvas. Pasividad, abulía, súbitas explosio- Energía creador
nes de violencia y euforia, soledad, erotismo desbordado, legalismo, todas muestra Rodolfo
estas serían características del hombre americano, afines con el dominio y Aimara, en su
que sobre él ejercen las fuerzas telúricas de la naturaleza. Como en el caso suelo americano
de Dussel y Cullen, Martínez Estrada genera discursivamente una identi- visible, producto
dad omnicomprensiva que abarca a todos los sujetos sociales, sin estable- de caracter amer
cer diferencias de ningún tipo. A los sumo -y como ocurre también en los da por Kusch a
discursos liberacionistas- construye oposiciones binarias que afirman o español: la separ
niegan la "verdad inherente" de la identidad latinoamericana. Así por nidad europea s
ejemplo, en Cullen aparece la figura de la legalidad institucional que se lador, confiado e
"divorcia" de la tierra, mientras que en Dussel es el "ethos imperial" su proyecto de "
quien aliena al pueblo de su cultura. En Martínez Estrada, el papel de la en las grandes u
alienación lo juegan los prtíceres, aquellos que han buscado inútilmente campo y del sub
construir utopías racionalistas en América, sin darse cuenta de la incom-
patibilidad radical entre la ley escrita y la ley vital, entre la civilización y
119. Ibid., pp. 394 SS
"el más perjudic
120. Ibid., p. 5 2 .
1 17. Ibid., p. 1 1 . 121. R . Kusch, Anidri
118. Ibid., pp. 86 SS. 122. Ibid., pp. 124 \ \ .
de la vida y la modorra espiritual que se expresa en un "dejarse*starm en
el mundo'23. Es una cultura apegada a la tierra, telúrica, firmemente com-
prometida con el aquí y con el ahora124.En base a la creación de estas dos En su versió
identidades, Kusch afirma que América Latina se encuentra irremediable- litudes con aque
mente escindida entre la racionalidad moderna, importada de Europa, y la del veinte y el c
racionalidad inherente a su naturaleza demoníaca y terrestre. El hombre tual" de una Eur
latinoamericano se vé obligado a vivir dos verdades irreconciliables: una llante de una La
que le viene de abajo, de la tierra americana, y otra que le viene de arriba, interpreta la liter
de la civilización occidental. El mundo del ser, representado por las élites inequívodas del
europeizadas, ha querido siempre negar la verdad telúrica de América, Europa, en opini
teniéndola por bárbara, hedionda e i n a u t é n t i ~ a l Sin
~ ~ . embargo, Kusch espacios telúrico
anuncia proféticamente que este mundo postizo y urbano terminará siendo contraste a la gr
absorbido por el mundo telúrico del estar, en un proceso de "fagocita- observa en el m
ción" que alcanzará finalmente a todo el continente. mos, estableciero
Vemos, entonces, que las mismas figuras de argumentación utilizadas Ferreira da Silva
por Martínez Estrada, aparecen en la escenografía de Kusch representan- Apoyado fi
do papeles Contrarios. De manera casi mitológica, Kusch presenta una piensa que la raz
narrativa en la que dos "fuerzas" de signo contrario luchan encarnizada- todo lo vital y na
mente por apoderarse del alma americana. Pero si en Martínez Estrada lo religión judeo-cr
telúrico aparecía como el polo negativo, culpable del resentimiento y la espiritual, a dond
soledad del hombre americano, en Kusch aparece, en cambio, como lo fano de lo mater
auténtico, lo santo y 10 verdadero. El mundo del estar es el polo de signo ción de la natura
positivo, la fuente raigal que podrá subsumir al mundo occidentalizado negación de aque
del ser, proveniente de una Europa ya desgastada y carente de energía to vital de toda c
vital. La superioridad absoluta de lo telúrico, evidente también para decadente y anti
Martínez Estrada, se revela en Kusch como el triunfo de un ethos popular industrialización
cuyo foco irradiador son los indígenas (seres telúricos por excelencia), y cosas són muy d
que de ahí se va transmitiendo lentamente a los campesinos, los hombres un mundo sincré
de provincia, los inmigrantes en la gran ciudad, e incluso hasta las clases vertido al lengua
medias pequeño-burguesas. La "fagocitación" es, entonces, la i n c o ~ 2 - donde el hombre
ción (irreversible) de una serie de actores sociales a una identidad ya la naturaleza, sin
constituída de antemano, que tiene como sujeto único a la naturalezax6: del bossa nova, e
nueva arquitectu

123. Aquí K U S Cinterpreta


~ el "ln-der-Welt-sein" de Heiddeger como "esiar-en-el-rnundo",y no
" , aparece en la tradución de José Gaos. cf. M. Heidegger,
como " ~ e r - e n - e l - ~ ~ ~tald ~como
El ser y el iiernpo, México, F.C.E., 195 1 (traducción: José Caos). 127. R. Kusch, Améric
124. R. Kusch, op. cit., pp. 89 SS. 128. Para la presentac
125. lbid, pp. 9-15. hecha por Vilém
eine Pliiinumeno
126.También en Martiínez Estrada, la naturaleza aparece como el ~ u j e i ude la liisiuria íatinocimeri- 254-256.
cana.
no a la naturaleza se ha transformado allí en fiesta dionisíaca y pagana, nuevo mundo en que
donde el hombre se identifica plenamente con el fundamento de la cultu- gración de la concien
ra. vida europea -y la de
e n América; se convi
Tributarias de Nietzsche son también las reflexiones del filósofo
venecido, un nuevo im
peruano Antenor Orrego. para quien la raíz o gérmen de las civilizacio-
nente se convierte así
nes, la clave para comprender sus realizaciones artísticas, filosóficas y
en la matriz agónica
políticas, es una intuición sensible de caracter fundamentalmente estéti-
Y así como en Dussel
Todas las expresiones racionales de una cultura serían, entonces,
cer mundo" en gene
desarrollos posteriores ("momentos") de esa intuición fundamental. Ella
misión redentora de
es la idea directriz que define el talante espiritual, el caracter y la
"misión" histórica de una cultural30. La pregunta básica que se hace misma imágen: Latin
Orrego es, entonces, la siguiente: ¿cuál es la "intuición básica" que infor- 'hacia una cultura "un
. b i ó América como V
ma la vida de la civilización americana y determina el alcance de su
misión?. Para el peruano, la respuesta parece ser obvia: la emoción primi- principios del siglo X
genia que ha acompañado a América desde su misma génesis no es otra orbi, desde hace un s
que el sentinziento de la unidad ~ n i v e r s a l " ' ~América
~. nace y crece como -7evelación extraordin
el lugar donde concurren todas las razas y progenies del planeta. No se otro la "emoción m
trata de un mestizaje que se reduce a dos o tres pueblos, como había ocu- Bolívar. En este punt
rrido siempre en la historia de la humanidad, sino que, por vez primera, escena de Orrego par
todas las castas del mundo se dan cita en un solo sitio para dar luz a una suya a personajes com
nueva cultura universal. "Todas se funden en un crisol común, caminando líderes tercermundista
sin saberlo hacia una unificación biológica, anímica y espiritual, hacia un dad, concentración, a
nuevo amasamiento de sangres y de sentimientos que sea el compendio o cia alumbrada por el s
el epítome de todas"132. un caudillo tan penetr
y del destino de sus pu
Pero en este "amasamiento de sangres" lo telúrico cumple una fun-
ción central. Al igual que Ferreira da Silva, Orrego piensa que todo lo que América Latina e
en Europa era orgánico y homogéneo se desintegra al primer contacto con misión. Vicente Ferrei
el mundo americano. Es "como si la tierra virginal -escribe- quisiera do el surgimiento de
romper las rígidas cristalizaciones anteriores de pueblos y de culturas hombre se identifica o
milenarias, para extraer de ellas los gérmenes vitales que, coordinados piensa, más bien, en
después en una inédita impulsión espiritual, reconstituyesen en verdad un T e r o ambos derivan es
damentalista de la cul
no José Vasconcelos, p

I
129. Me basaré en el artículo "La configuración histórica de la circunstancia americana" (en:
Autores Varios. Ideas en torno de Latinoanilrica, México, U N A M , 1986. tomo 11, pp. 1380-
133. Ibid., 1396.
1407), donde Orrego logra una síntesis muy clara de los argumentos presentados en su obra
magana Pueblo continente de 1937. 134. Ibid., p. 1397.
130. A. Orrego, ibid., pp. 1380-138 1 135. Ibid., p. 1404.
131. Ibid., p. 1394. 136. Ibid., p. 1324.
132. Ibid., p. 1397.
solo de las civilizaciones, sino del universo en su totalidad, es el "impulso Europa. Aquí,
vital". Se trata de un élan que se transmite ya desde el nivel de la materia transforma en g
orgánica a través de los organismos desarrollados, produciendo todas sus
variaciones. Y al igual que Bergson, Vasconcelos insiste en la unidad de "
este impulso que pasa a través de todas las formas de vida, dando fuerza y a
empuje al movimiento de la evolución universal. A nivel de las formas r
culturales, el impulso vital sigue un movimiento teleológico orientado p
hacia la un$cación de la humanidad. Las diferentes razas y civilizaciones g
humanas cumplen, sin saberlo, una función específica en ese "plan" uni- t
versal que conducirá finalmente hacia la unidad, la libertad y la concor- e
dia. Cada una de ellas vive únicamente para cumplir esa misión y luego m
desaparece cuando ha realizado plenamente su labor138. :Es, pues, e
Pero en este gran conjunto de civilizaciones, Vasconcelos asigna un ,prójimo cosech
papel especial a las dos razas que, a su juicio, darán el mayor impulso a la '@a verdadera
conformación de una raza genuinamente universal: los sajones y los lati- los- pueblos14
nos. Herederos de la civilización greco-latina, los sajones han mostrado la Latinoamérica
importancia de la ciencia y la técnica para alcanzar el dominio sobre las &niversal de la
fuerzas de la naturaleza que anteriormente abrumaban al hombre y le lógica de la ci
impidían alcanzar la libertad. Pero ésta, su principal conquista, se convier- belleza. Y com
te a la vez en su más absoluta limitación. Los ideales sajones han ido podía faltar el
acompañados de un amurallamiento étnico que les impide asimilar los americano -y e
aportes de otras culturas. En lugar de mezclarse con los pueblos por ellos ción inédita do
dominados, los sajones prefirieron destruirlos o someterlos por la fuerza. zón encendido
Por eso, la "misión histórica" de la raza sajona se encuentra plenamente entre sajones y
cumplida. Mostradas ya las ventajas del dominio sobre lo material, la la mundializaci
civilización del hombre blanco se encamina lentamente hacia su muerte Si observa
natural '39. N argumentativa
sos de identida
En opinión de Vasconcelos, el destino histórico de la humanidad no identidades ho
será cumplido por los sajones, sino por los latinos. Esta es una raza nueva,
recurso para af
producto de la mezcla étnica entre ibéricos (españoles y portugueses) e
N ridad de la mo
indígenas (herederos, según él de la antigua civilización atlántida), a quie-
como expresió
nes posteriormente se sumarían las culturas africanas. El avance definitivo
&tinoamericana
hacia la unificación de la raza humana se inició con la conquista de
te a un "ellos
América, cuando españoles y portugueses no dudaron en mezclarse con
los indios, rompiendo así con los prejuicios raciales imperantes en

140. Ibid., pp. 26-27


138. "En la historia no hay retornos, porque toda ella es transformación y novedad. Ninguna raza 141. Ibid., pp. 46-47
vuelve; cada una plantea su misión, la cumple y se va" (ibid.. p. 25). 142. Ibid., p. 51.
139. Ihid., pp. 31 -33. 143. Ibid., pp. 34-3
para la renovación espiritual y material de la sociedad. El filósofo argeiiii Nuevamente encontra
no Juan Carlos Scannone, representante señero de esta tendencia, pieii\;i rlus (racionalidad instrum
que en el fondo de la experiencia histórico-cultural de los pueblos 1atino;i mental es atribuído a un
mericanos se encuentra una profunda relación ética (hombre-hombre) v mientras que lo ético surg
religiosa (hombre-~ios)l~O. Basado en las tesis filosóficas de Kusch y t l ~ . mas del pueblo latinoame
Cullen, Scannone afirma que la racionalidad instrumental subyacenic. ; i Igualmente, unas virtudes
los proyectos capitalistas y marxistas, ha sido éticamente transformada cii discursivo 1 lo simbólico)
América Latina por una racionalidad de carácter simbólico-religioso. I:I blema se reduce, entonces
"arraigo a la tierra", que para aquellos pensadores representa lo mi15 rtición" de lo instrumenta
característico del ethos latinoamericano, es para Scannone una experieii ves dificultades. Al meno
cia fundamentalmente "ctónica y numinosa". El "estar" de Kusch es leítli~ "eticidad cubana" se ha
por el jesuita argentino como un ámbito de mediación simbólica ubicatlo Midas, que convierte en
antes del logos predicativo y que funciona como su f ~ n d a m e n t o ' ~
Todo5
~. razón instrumental ha co
los valores que surgen en Europa como expresión de poder o como mei.;i ocurrido exactamente to
enunciación discursiva. son recepcionados en Latinoamérica - y concretii similar, aunque más dife
mente, en el seno de las clases más pobres -desde un "núcleo ético-míii criollas fueron siempre do
co" que les otorga nuevo sentido. Así, mientras que las aristocracias crio mina construyendo un n
llas asumen sin mediación alguna valores modernos tales como I;i invencible frente a todos
emancipación, la constitución escrita, la instrucción pública, el voto uni- modernidad ha claudicado
versal o el sindicalismo, la conciencia del pueblo llano "traduce" inmedia- de lo verdadero, lo bueno
tamente estos valores como reivindicaciones por la justicia'52. De estc can el espacio de lo instit
modo, Scannone entiende su filosofía como el intento por responder una cubanos han sido los aba
de las preguntas fundamentales realizadas por la conferencia ebiscopal dc Bmbito ha estado domina
Puebla en 1978: criollas, y prefiere depos
ambos casos, América La
"¿Cómo pueden surgir estructuras de pensamiento científi- de la alteridad, como lo "o
co, de producción económica y de convivencia social y
política que correspondan al núcleo ético-religioso de la
cultura latinoamericana y que no sean estructuras de oprc-
sión sino de liberación? Dicho en lenguaje de Kusch, se
trata de lograr conciliar la estructuración del "ser" de
Este optimismo ético
América Latina con su "estar" profundo, de modo aue el
filósofos que han visto e
"así" de su estar-siendo surja de la raigalidad de su
civilización. Una explorac
nión de estos filósofos, q
groso mecanismo de auto
tinente moral y material
149. R. Rojas, op.cit., p. 88.
autoritarismo.
150. J.C. Scannone, Nuevo punto de partido de In filo.s~fírilntiiioomerica~iri.Buenos Aireh.
Editorial Guadalupe, 1990, p. 25.
15 1 . Ibid., pp. 43 SS.
152. Ibid.. pp. 147 SS. 154. S. Ramos, "El perfil del ho
153. Ibid., p. 35. UNAM, 1990, tomo 1, pp. 8
En su libro El perfil del hornbre y la cultura en México (1934). realidad mexicana
Samuel Ramos se propuso combatir el vasconcelismo filosófico medianii res de la cultura o
un análisis descarnado de la realidad mexicanaI5'. Lejos de ser una cultu cana era la realida
ra llamada a sustituir el liderazgo espiritual de Europa, tal como lo anun cultura mexicana
ciaban optimistamente los miembros del Ateneo de la juventud, Améric;~ en una constante e
Latina, y concretamente México, sigue siendo una filial de la cu1tur;i ratura, el pensam
europea. Pero una filial a tal grado inauténtica, que todos sus producto\ deformar la idea
espirituales evidencian la presencia de un cornplejo de inferioridad hablando, esta def
Inspirado por la psicología cultural de Adler y Jung, Ramos piensa que cl ción sublimante q
psicoanálisis permite descubrir en el alma mexicana fuerzas oscuras que. saberse incapaces
disfrazadas de aspiraciones hacia fines elevados, desean encubrir un senti Europa. Es el trau
miento de incapacidad para crear cultura propia: ' tros países a aband

ficción. Inconcien
"Sostengo que algunas expresiones, del caracter mexicano canos han sustitui
son maneras de compensar un sentimiento inconciente dc yéndolo real. Han
inferioridad ... Los mexicanos han imitado mucho tiempo. han podido liberar
sin darse cuenta de que estaban imitando. Creían, de buen:)
fe, estar incorporando la civilización al país. El mimetismo La critica filo
ha sido un fenómeno inconciente, que descubre un caráctei nuada en México
peculiar de la psicología mestiza. No es la vanidad de apa- otros países de Am
rentar una cultura lo que ha determinado la imitación. A lo S fué encabezada en
que se ha tendido inconcientemente, es a ocultar no sólo dc años sesenta. Al i
la mirada ajena, sino aún de la propia, la incultura ... 1 gia del "desenma
Entonces la imitación aparece como un mecanismo sicoló- capaz de descubri
gico de defensa, que al crear una apariencia de cultura, nos 1 Y el primer paso
libera de aquel sentimiento deprimente"155. 1 una filosofía autén
La imitación es, entonces, una patología que surge del tipo de rela- [En
cion dependiente creada entre México y su cultura madre, la cultura euro- teór
pea'56. Tal patología consiste en que el imitador se siente inferior al imita- mie
do porque se mira a sí mismo en base a una escala de valores ajena, que form
le impide darse cuenta de que su situación es distinta. A través de la histo- defi
ria de México se han querido adoptar siempre modelos extranjeros, no Filo
solo porque parecían mejores, sino, lo que es peor, porque se creía que 1:i extr
hilo
obra
155. Ibid., pp. 92.98. sist
156. Al respecto escribe Ramos: Afirma Adler que el sentimiento de inferioridad aparece en el
"
con
niño al darse cuenta de lo insignificante de su fuerza en comparación a la de sus padres. Al univ
nacer México, se encontró en el mundo civilizado en la misma relación del niño frente a sur polé
mayores. De esta situación desventajosa nace el sentimiento de inferioridad que se agravó
con la conquista, el mestizaje, y hasta por la magnitud desproporcionada de la naturaleza" Insa
(ibid., p. 11 8). sent
de la filosofía, por efecto de una viva conciencia de sil podido articularse ins
carencia de originalidad e s p e c ~ l a t i v a " ' ~ ~ . el impacto foráneo y l
Pero si la filosofía es la expresión conceptual de una cultura, entonce\ subdesarrollo, la cultu
la inexistencia de un pensamiento auténtico -razona Salazar Bondy- debe filosofía auténtica, y
remitirse a un grave defecto a nivel cultural. Y aquí el filósofo peruano sea definitivamente c
retoma los motivos avanzados ya por Samuel Ramos: la filosofía.ha sido triunfo de una revolu
en América Latina una imágen ilusoria de la propia realidad; una repre- del imperialismo econ
sentación mistificada que ha proyectado como propios los motivos, ideo\ cultura propia'61. No
y soluciones de otros hombres. En lugar de generar sus propias categoría\ auténtica en medio de
interpretativas, los latinoamericanos han adoptado ideas y valores ajenos, sirva como "concienci
creyendo encontrarse a sí mismos en esos principios de conducta. Tal acti- nental.
t
tud ilusoria refleja, en opinión de Salazar Bondy, el estado de postración Tanto Salazar Bon
en el que se encuentra la cultura latinoamericana. Las representacione\ traumática experienci
ilusorias mienten sobre el ser que las asume, pero al mdntir dan expresióri tidad cultural defectiv
a su real defecto de ser. Fallan al no ofrecer la imágen profunda de la rea- niveles de la vida ind
lidad, pero aciertan, sin proponérselo, como expresión de la ausencia dc partir de un paradigm
un ser pleno y original158.Por eso, la práctica de un filosofar inauténtico importar su edad, sex
expresa, en realidad, un hondo defecto de cultura. "En última instancia i menos de una misma
-escribe- vivimos en el nivel conciente según modelos de cultura que no patología es para Ram
tienen asidero en nuestra condición de existencia ... Y estos modelos ope- blos latinoamericanos
ran como mito que impide reconocer la verdadera situación de nuestra rior",'determinado po
l .
comunidad y poner las bases de una genuina edificación de nuestra enti-
dad histórica, de nuestro propio ser"'59. No debe extrañar, entonces, que
una comunidad alienada y desintegrada produzca una conciencia filosófi-
1
i
sistema económico m
vo- entre estas dos po
su interesante libro La
ca mistificada. i sente ( 1 9 9 1 ) ~El
~ ~f
Pero, ¿dónde están las causas últimas de esta alienación cultural? A internos y externos d
diferencia de Ramos, Salazar Bondy piensa que la esquizofrenia sicológi- recurriendo a la crític
ca es sólo expresión de una enajenación económica. Como todos los paí- domarxista, tal como
ses del tercer mundo, también Latinoamérica padece las consecuencias Desde esta óptica, M
del imperialismo, la dependencia y la dominación. Sujetos primero al América Latina no se
dominio del poder español, y pasando luego a la condición de mercados borados racionalment
de aprovisionamiento del imperio inglés y norteamericano, los países lati- nal o e? el pensamien
noamericanos han carecido siempre de una vida cconómica propia. Y la ciones supraindividu
condición deprimida de la economía explica justamente por qué no han Freud, Mansilla pien

157. A. Salazar Bondy. ¿Existe u~rcifilosofíadr ?iursiro ArnPrii,li? í IY6X), Mtixico, Siglo XXI. 160. Ibid., p. 87.
1988. pp. 28, 30. 161. Ibid., p. 88.
158. Ibid., pp. 81,82. 162. H.C.F. Mansilla. kr cu
159. Ibid.. 84 (el resaltado es mío). uno reoría críticcr de Irr
pautas de comportamiento e ideales normativos que son impuestos al ! nocer las bondade
sujeto desde el exterior y que son internalizados durante el proceso di. ; afirma Mansilla, "
socialización. "No se trata -escribe- de paradigmas o criterios producidos i pues la cantidad d
por la actividad racional de la conciencia a través de un sopesar crítico de del progreso y sim
alternativas diferentes ..., sino de modelos de desarrollo, anhelos colecti-
Al sospechar
vos y criterios para juzgar la historia, que se han originado en la cultura y
tendencia a pensar
en la tradición de los centros metropolitanos"16'.
de occidente son i
Ya se vé de qué manera el filósofo boliviano combina las tesis de lumbra el camino
Salazar Bondy con las de Samuel Ramos. A causa del largo tiempo en que 1 dad. Pero en su na
las naciones periféricas tuvieron que sufrir los efectos de una civilización ¡ mente con Ramos
europea violenta y expansiva, se internalizaron en la psique colectiva una través de la crítica
serie de creencias y paradigmas de desarrollo que, hasta hoy día, continú- racional -ejercida
an operando como ideales regulativos en América Latina. Pero no se trata o "traer a la conci
ya de representaciones que ocultan o deforman unh supuesta "identidad
n a ~ i o n a l " ' ~ "como suponen todavía Ramos y Salazar Bondy, sino de
modelos de progreso que han sido asumidos como "verdaderos" por capas
relativamente extensas de la población'65. Entre estos nzitos colectivos, el
i alienación cultura
latinoamericana. L
peuta: mostrar al
I tomando concienc

pensador boliviano menciona la fe ciega en las bondades de la ciencia y i racionalidad, ejer


en la perfectibilidad del hombre, la idea de que la naturaleza tiene la fun- ) sólo de diagnostic
ción única de ser explotada intensamente para las actividades humanas, la 1 tura, sino también
insistencia en que el crecimiento económico se encuentra asociado con la Salazar Bondy se
superación de la miseria, la confianza en el papel regulativo del Estado, la ; cunstancias mexic
necesidad de un "hombre fuerte" que sea capaz de mostrar al pueblo el ! américa del imper

camino de la liberación, la creencia en el advenimiento de una sociedad Pero, jes esto


;
en donde no existan más las contradicciones, e t ~ . ' Por
~ ~ estar
. asentados cha"? (,Acaso las
en el preconciente colectivo, tales ideales permanecen ajenos al cuestiona- hacia un descentra
miento racional y son protegidos de él por mecanismos de control y cen- ' las relaciones de p
sura. Estos, como lo ha mostrado Freud. tienden a castigar y reprimir los lidad de buscar un
intentos de llevar al plano de la conciencia lo que es tomado por la colec- sociedad puedan
tividad como una verdad "evidente de por si'. Discriminación, acusacio- tipo unificado de
nes de irracionalismo y espíritu retrógrado, pérdida de status social, son queda de un funda
algunas de las sanciones que recaen sobre aquellos que se niegan a reco- atla razón en el te
tró igualmente al
formas de su leng
sobre las fuerzas d
163. Id., "El factor prelógico en el desarrollo de América Latina. El teorema del preeonciente Bondy parecen in
colectivo", en op.cit., p. 190.
único, origen de l
164. Para la critica de Mansilla a los discursos de identidad, véase H.C.F. Mansilla, "La ensayística
latinoamericana y la cuestión de la identidad colectiva". en ~/i.vs<,ti.\1 ( 1996),pp. 1-16.
165. Id.. "El factor prelógico en el desarrollo de América Latina". pp. 194-195.
166. Ibid., pp. 196-197.
enseguida, es precisamente el eje alrededor del cual circulan todos los dis- "lo nuestro"17
cursos de identidad. una instancia o
alguna, puedan
Tres son
6. REFLEXIONES FINALES: DE LA NOSTALGIA POR LOS mitológica del
ORÍGENES A LA B ~ S Q U E D ADE LA EMERGENCIA conocimiento
moral de difun
En su famosa conferencia titulada Nietzsche, la Genealogía, 10 dad a las masa
Historia, Michel Foucault hace referencia a los usos que puede tener la ya que su cono
palabra "origen" en el seno de una formación d i s c ~ r s i v a ' Si
~ ~se
. entiende do a Latinoam
el orígen como Ursprung, nos estamos refiriendo a discursos que se com- papel muy im
prometen a buscar, detrás de todas las máscaras, el secreto mismo de una cuyo lenguaje
identidad primigenia. La búsqueda del orígen demanda un movimiento cuencia que de
del intelecto dirigido hacia abajo, hacia las profundidades últimas donde latinoamerican
se halla enterrada una identidad completamente adecuada a sí misma. Una cualquier disti
búsqueda que adquiere caracteres religiosos, ya que encontrar la identidad reconocemos c
significa remontarse a un estado de cosas preexistente a la caída, en donde cias sino varia
el hombre se encontraba todavía del lado de los dioses, escuchando su tercer lugar, lo
palabra verdadera. Por eso, la nostalgia por los orígenes viene asociada .ridad respecto
directamente con la pregunta por el fundamento. Para conocer la identidad los latinoamer
es necesario tener una garantía ontológica de que aquello que se encuentra respecto al "ell
corresponde a la verdad de lo que se está buscando. Mostrar la verdad de dental. Améric
una identidad equivale, por ello, a enseñar la carta de propiedad que la de Occidente,
acredita como residente a perpetuidad en el vecindario del ser'69. los fundamento
Pues bien. estoy convencido de que los discursos de identidad revisa- Evitar esta
dos hasta el momento corresponden a este tipo de formación discursiva de las pregunt
señalada por Foucault. Como lo hemos visto una y otra vez, la reflexión 1 torno al funda
filosófica sobre la identidad ha estado marcada por la obsesión de encon- manera como
trar un,fundamento líltimo a partir del cual se pueda distinguir lo "auténti- articular tal fu
co" de lo "defectivo". El mestizaje, el arraigo a la tierra, la dependencia identidad latin
económica, la eticidad popular, el complejo de inferioridad, la autonomía i la historia de l
de la nación, cada una de estas soluciones ocupa en las narrativas de iden-

I
tidad el lugar del "primer principio" que vendría a mostrar la verdad de
170. Quizás valga l
tiene la vieja
muy difundid
sión, véase J
Caracas, Mon
168. M. Foucault. Nietischr. la Genealogía. la Hi.rr«riu. Valencia, Pre-textos, 1992. un arte o una
169. Véanse la reflexiones al respecto de Roberto Salazar Ramos. "Educación y posmodernidad. 1 que opone lo
en Posmodernidad y verdad. Algurzos merarelatos en la constihicidri d ~ sahel;
l Santafé de Richard. Mod
Bogotá, USTA, 1994. pp. 181-191.
truyen y bajo qué condiciones aparecen y desaparecen las reglas de juego pretar los sig
que configuran la verdad de esos discursos. Ya no se parte del juego de I;I sienten y qu
analogía, en el que los signos de la identidad latinoamericana guardaii N sus enemigo
correspondencia con los discursos que la expresan, sino del juego de I;I E Resumie
discontinuidad, en el que las palabras y las cosas se relacionan de mane l y asigna a la
ras diferentes, según se posicionen al interior de un complejo tejido epis , oscultación
temológico. Y si en aquel juego de la analogía se hacía necesario presupo 1 mente, en do
ner un sujeto de conocimiento que descifrase las claves del
encadenamiento entre las palabras y las cosas, entre los discursos de iden- I centralizador
, recieron en
tidad y los referentes identitarios, en el juego de la discontinuidad no sc constituyero
requiere ya de tal asistencia, porque lo que se busca no es un referente quc nuestro". La
sea portador de la verdad sobre lo latinoamericano, sino un marco inter orientados a
pretativo al interior del cual esta verdad es producida y enunciada. En una Era necesari
palabra, evadir las consecuencias arriba descritas equivale a sustituir el no existiesan
origen como Ursprung por el orígen como Entstehung, como emergencicr. sos de perten
atendiendo de este modo al segundo de los usos señalados por Foucauli Estado que r
en el texto mencionado. 1 los signos tu
Y los discurs
"La emergencia -escribe Foucault- es la entrada en escena de las
fuerzas; su irrupción, el impulso por el que saltan a primer plano ..., el
espacio que las distribuye y se abre entre ellas, el vacío a través del cual
intercambian sus amenazas y sus palabras"17'. Los discursos de identidad.
como todos los discursos, se inscriben en un sistema de relaciones dr
poder que dan orden y sentido a la interacción entre los significados y los
significantes. Desde este punto de vista, la pregunta a la cual he querido
responder en este capítulo es la siguiente: ¿cuál es el sistema de fuerzas al
que se remitieron los discursos de identidad en la filosofía latinoamerica-
na del siglo XX? La respuesta se encuentra ya en el punto mismo donde
inicié la reflexión: los discursos de identidad emergieron al interior de un
orden populista, que durante gran parte del siglo XX garantizó la produc-
ción, circulación y distribución del saber sobre "lo propio". En este orden
se construyeron figuras, claves, códigos y señales destinadas a instaurar el
imperio simbólico de las identidades nacionales. Hemos visto cómo algu-
nas de estas figuras aparecen una y otra vez en los discursos elaborados
por filósofos e intelectuales. Ellos, los intelectuales y letrados, cumplieron
la función de sancionar discursivamente la verdad puesta en circulación
por aquellos intereses económicos y políticos de los cuales también eran
partícipes. El sistema de reglas desde el que pensaban les autorizó a inter-
ll - ir-

AMERI
FIL

En un estudio
Gómez-Martínez
Ortega y Gasset e
X X ' ~ Dos
~ . fuero
español que se co
latinoamericana: e
cunstancias, que
socio-cultural com
nalismo o teoría d
análisis para expli
das a un desarroll
quienes a través d
mericano colocarí
miento de la l i b e
A continuaci
Martínez entre la
"liberación". Mo

172. J. Luis Gómez-M


Iberuantéricu, Ma
173. Ibid., pp. 9-18.
narrativa orteguiana, y la forma en que són resemantizadas posteriormenic lidad radical", aquel ám
en el discurso de José Gaos. En un segundo momento, examinaré su traii demás realidades, no es
sito hacia el registro "filosofía de la historia" en el pensamiento d i En efecto, para el fil
Leopoldo Zea y Arturo Roig. Finalmente, y aprovechando las posibilida práctica", pues se orient
des heunsticas que brinda el concepto foucaultiano de episteme, intentan* la vida del sujeto que p
mostrar en qué tipo de red arqueológica se generan las tres figuras men que vérselas con el mu
cionadas, y cuáles son los mecanismos de exclusión a ellas vinculados. Como la vida no está h
Mi propósito es examinar en qué consiste la "violencia epistémica" (C. constantemente entre las
Spivak) que lleva consigo el metarelato de una "filosofía de la historia" significa pensar, y pensa
aplicada al ámbito latinoamericano. que respondan satisfacto
c u n ~ t a n c i a l El
~ ~ pensa
.
comprensión de la realid
1. LA "RAZÓN HISTÓRICA" EN ORTEGA Y GAOS conviene más elegir y qu
perpetuar su vida. Tales
El punto de partida del histoncismo orteguiano es su oposición a la fc llama "creencias fundam
en la razón objetiva, que dominó el panorama intelectual europeo desde el sobre las que el individu
siglo ~ ~ 1 1A 'partir~ ~de. Descartes, el hombre europeo creyó haber des- trata de un conjunto de
cubierto que el mundo posee una estructura racional coincidente con la político, que no son der
f o r y a más pura del intelecto humano, que es la razón matemática. que emergen a posteriori
Orgulloso de tal descubrimiento, el racionalismo proclamó el comienzo to y su mundo. Es, por el
de una época en la que ya no existiría secreto alguno para los hombres. Para Ortega, la misió
Bastaría con no dejarse obnubilar la mente por las pasiones y con usar sente de la sociedad med
serenamente la facultad universal del pensamiento, para que el sujeto pen- el pasado, con el fin de
sante, independienrernente de S U S circunstancia.^ histdrica.~,pudiera tran- ro. "El hombre -escribe
quilamente hundirse en los fondos abisales del universo, seguro de extraer Pudieron pasarle, pudo h
consigo la esencia última de la Pero, según Ortega, esta visión vamente le ha pasado y
racionalista conllevaba en el fondo una renuncia total a la vida. Al poner experiencias que lleva a
su fe en las capacidades de un sujeto abstracto que se basta a sí mismo, el haber... Las experiencia
racionalismo se conviertió en una visión ahistórica, opuesta a todo lo sabemos lo que va a ser,
espontáneo y natural de la existencia. Bajo la máscara de la objetividad y pasado"180. La compren
la verdad, el racionalismo dejó la propia vida humana sin cimientos y sin vación del presente. Ya
encaje profundo. Frente a los problemas más urgentes y subjetivos del priori que le digan al ho
hombre, la "razón pura", orientada hacia el análisis de estructuras objeti- mos mirar hacia lo único
vas, nada podía ni tenía que decir176.Pues, en opinión de Ortega, la "rea- der a evitar los errores d

174. J. Ortega y Gasset, "La historia como sistema", en id., Hi.vtorin 1,omo .si.stemciy otn>.rerlsnyos 177. Ibid., pp. 63s.
,filosr~co.í.Madrid, Sarpe, 1984, pp. 29-95. 178.Ibid.., p. 66.
175. Ibid., pp. 33-37. 179. Ibid., pp. 29-32.
176. Ibid.., pp. 46,49. 180. Ibid., p. 77.
cias fundamentales hemos ido construyendo en el pasado y entender cuil nacional se encontraba b
ha sido la función de las ideas filosóficas en este proceso. Aquí, en Iii cas183.
aclaración de la función social del pensamiento, radica justamente c l
papel de la razón histórica. "La idea -escribe Ortega en otro lugar- no Recuperar filosóficam
tiene su auténtico contenido, su propio y preciso "sentido", sino cum- programa de Gaos, exam
pliendo el papel activo o función para que fue pensada, y ese papel o fun- agentes de transformació
ción es lo que tiene de acción frente a una circunstancia. No hay, pues. Tal programa podría ent
"ideas eternas". Toda idea está adscrita irremediablemente a la situación o como el intento de aclara
circunstancia frente a la cual representa su activo papel y ejerce su fun- se en una determinada é
ción-181~ mando la manera como
cunstancias. Ello suponía
En realidad, Ortega está convencido de que los cambios históricos
de las ideas" que mostrar
obedecen a la debilitación o intensificación de las "creencias fundamenta-
festando a diferentes niv
les" de una sociedad. Y si la vida social es sostenida por un repertorio de
político. Lo que se busca
creencias, entonces es claro que los cambios históricos son influenciados
de qué manera los pensad
directamente por aquel grupo de personas que se ocupan de elaborar y
propia c i r c ~ n s t a n c i a '
redefinir esas ideas: las élites intelectuales. Ellos son el verdadero motor
derivó así en la reconstru
de la historia, pues son los encargados de generar aquellas ideas que susti-
vital" (Ortega) anclada fi
tuyen los usos vigentes ya debilitados con el paso de los años. Al transfor-
no-mexicano, la reflexión
mar.el sistema vigente de creencias mediante el ejercisio crítico del pen-
se a sí mismo, salvando t
samiento y la meditación filosófica, los intelectuales ejercen una misión
que que discurría su prop
salvijica en el seno de la colectividad.
tura con el paradigma un
Estas ideas de Ortega tuvieron gran aceptación en América Latina de un pensamiento que
durante los años veinte y treinta, especialmente en la obra de pensadores saber desarraigado que n
como Haya de la Torre, Antenor Orrego y Samuel amos'^^. Pero fue una cultura. Lo que Gaos
indudablemente José Gaos quien, desde su llegada a México en 1939, la solamente en ciertas c
consolidó definitivamente esta recepción y señaló el camino por donde esas circunstancias. La re
habría luego de marchar el pensamiento historicista de Roig y de Zea. De na no solo la forma como
hecho, el mérito de Gaos consiste en haber "Iatinoamericanizado" la filo- sofar. Hablamos así de un
sofía de Ortega, en especial la tesis de que los cambios históricos obede- na, que se diferencian e
cen a la manera como, en un momento dado, se percibe intelectualmente como por el tipo de probl
la realidad circundante. Esto abría las puertas al entendimiento de la filo-
sofía como "filosofía de las circunstancias". y consecuentemente, a 13 Con estos argument
postulación de una filosofía auténticamente hispano-americana. Tal invi- elaborar una caracterolo
tación a recuperar la circunstancia venía muy bien en una época de fuerte que inició en 1945 con la
reivindicación autoctonista en México, donde la creación de una cultura

183. Sobre el ambiente cultural


Martínez, op.cit., pp. 66-10
181. Id., "Ideas para una historia de la filosofía", en id., op.cit., p. 128.
XX, México, F.C.E., 1993, p
182. cf. T. Medin, Ortega y Gasset eri la cultura hi.\panoamericana. México, F.C.E., 1994, pp. 46-
184. cf. J.L. Gómez-Martínez, "U
72.
ibcroamericano", cn: Cuader
histórica" elabo
española'85.Ahí expresó Gaos su convicción de que el talante específico
del pensamiento hispanoamericano se halla vinculado a los procesos his- elementos centr
tóricos de conformación de los estados nacionales, tanto en España como que los discurso
; cente. Tanto Ort
en América Latina. En lo referente a sus contenidos, se trata de un pensa-
miento que otorga prioridad a los temas socio-politicos, y de manera espe- del sujeto vivien
cial a la problemática de la identidad cultural. Esto se explica por el hecho de tratarse de un
de que, a raíz de la independencia política en el siglo XIX, las jovenes ración", que en
naciones se inclinaron a definir su identidad frente al legado cultural reci- intelectuales en
' res, la vinculaci
bido de España y, posteriormente, frente al tipo de cultura difundida por el
imperialismo nortearnerican~'~~. No es extraño, entonces, que los pensa- mejor expresión
dores latinoamericanos hayan adoptado siempre una actitud "inmanentis- segundo elemen
' articula como u
ta", ajena por completo a preocupaciones metafísicas, y orientada más
bien a la meditación crítica sobre la propia circunstancia. En lo referente a las relaciones s
la forma, se trata de un pensamiento estético y asistemático, que prefiere reconstruido a
el ensayo, el artículo, la conferencia y el discurso como vehículos de "creencias fund
expresión. Esto, según Gaos, debido a las características especiales de la que le permite a
lengua española, tan favorable a los registros poéticos y literario^'^^. el medio, el pas
Definido en estos términos, el pensamiento hispanoamericano se halla fiel reflejo de lo
plenamente incrustado en la tradición inmanentista y crítica de la moder- mundo de los a
nidad ~ c c i d e n t a l laquella
~ ~ ; que, siguiendo los postulados definidos por la las crisis ideoló
ilustración, se propone tomar la "realidad radical", la vida del hombre co, e identificar
concreto, como punto de partida del filosofar'89. Como veremos poste- momento dado.
riormente, tal visión de la filosofía latinoamericana como un "pensamien- res- es la postu
to de salvación" tributario de la modernidad europea se encuentra en el autopercepcio'n
centro mismo de la filosofía de la historia latinoamericana desarrollada a saber cómo he
por el mexicano Leopoldo Zea y por el argentino Arturo Andrés Roig. nen nuestra iden
Es precisam
2. ZEA, ROIG Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA gran recepción
LATINOAMERICANA Latinoamérica.
tos otros, fué la
Antes de considerar los contenidos específicos de la filosofía de la pensamiento eu
historia en Zea y Roig, convendría examinar primero cuáles son los ele- filosofía aparec
mentos formales que estos dos pensadores adoptan del concepto de "razón "razón pura" qu
cual permitía la
americanos hab
185. Gaos. "Pensamiento de lengua española", en Obnrs C o n i p l ~ ~ oMéxico,
s, UNAM. 1990. tomo
VI. pp. 31-328. peo. De este mo
186. Ibid., pp. 37-44. sobre la propia
187. Ibid., pp. 58-69. filosofía auténti
188. Ibid., 50-55.
la conciencia a
189. Ibid., p. 47 SS.
europeo, propic
cultura'90. Veamos primero cómo aparecen estos motivos en el pensa- libres193.Pero una
miento de Leopoldo Zea. limitaciones inhere
En el espíritu de Gaos y Ortega, el filósofo mexicano se propone rea- americana". Los il
lizar una interpretación filosófica de la historia latinoamericana que fuera con imitar las con
capaz de colocar las bases ideológicas para una recuperación del pasado. para que las nacio
así como para la formulación de un programa político orientado hacia el libertad. Pero esa
futuro. Para ello toma como hipótesis de trabajo dos premisas fundamen- parecía correspon
tales. Una es el célebre dictum hegeliano de que la filosofía es la "época ahora en sangrient
puesta en conceptos", en donde tanto "filosofía" como "época" son expre- antecedido al mov
siones entendidas en el sentido definido por Gaos y Ortega: meditación hondo pesimismo.
sobre la propia circunstancia. La segunda premisa, también de corte hege- que el pensamien
liano, es que la "salvación" de esa circunstancia es un movimiento de momento de autoco
apropiación y cancelación (Aufnebung) que tiene lugar en la "conciencia" Descubrir cuál
y se articula como una.asimilación crítica del propio pasado, con el fin de sar al camino de l
no volverlo a repetir. Apoyado en estas dos premisas, Leopoldo Zea inicia Zea, Fe impuso la
una reconstrucción de la historia tendiente a descubrir -análogamente a lo Pensadores como
realizado por Hegel en la Fenomenologia del Espíritu- el tortuoso camino Bilbao, se dieron c
s6guido por el pensamiento latinoamericano hacia la conciencia de su ñada por una "ema
propia universalidad19'. Sin haber logrado l
Este camino se inició, según Zea, a mediados del siglo XVII con la dos durante la colo
generación de ilustrados criollos que se rebelaron frente al señorío del sin importar qué ta
colonialismo español en sus territorios a m e r i ~ a n o s l Los
~ ~ . ideales de la ticas. Por eso, de l
ilustración sirvieron entonces como instrumento para una primera "toma semejante al que h
de conciencia" de la propia circunstancia. Este despertar del largo sueño estadounidense. M
colonial enseñó a los hispanoamericanos a conocer y amar su realidad educativas debería
natural y a sentirse hondamente ligados con ella. Aprendieron que la Había que redimir
América española tenía una personalidad propia y que los problemas de dos por España pa
esa circunstancia podían ser entendidos exclusivamente por sus propios en el flujo de todas
hijos, los criollos. Se comienzó a pensar, entonces, en la autonomía políti- hablar de la nación
ca, pero la incomprensión de España obligó a la formulación de un "pro- culturales del pasa
yecto libertario" que desembocana en el gran movimiento independentis- hacia el futuro. La
ta. Pensadores como Bolívar, Miranda y Rodríguez formularon la utopía en los ideales a re
de la nación americana, la Gran Colombia que reuniría a todos los pue- unidad no reposab
blos de orígen hispánico e ibérico en una comunidad de hombres estaba toda por ha
ca, una literatura y
para lograr este ob
190. José Luis Gómez-Martínezdescribe esta idea como el "proyecto fundamental" de la filosofía
latinoamericana. cf. Pensamiento de la liberación.. pp. 107-201.
191. La lectura que haré de Zea se basa fundamentalmente en su libro El perr.samiento latinoamen- 193. Id., Filosofía de la h
cano, Barcelona, Ariel, 1976. 194. Id., El pensamienio
192. Ibid.. pp. 65-66. 195. Ibid., p. 70.
que asumió la jefatura espiritual de Hispanoamérica hacia el último tercio incorporarse, sin comple
del siglo XIX. Quienes enarbolaron esta doctrina trataron de realizar el universal. Este es el prog
"proyecto civilizador" esbozado por Sarmiento, Alberdi, Echeverría y posterior, la de pensad
todos los demás pensadores de la generación anterior: establecer el Francovich, Martínez E
"orden" mediante una reforma de los hábitos y costumbres heredados de Holanda, quienes hacia la
la colonia'96. var" los valores no solo
Pero -continúa el relato de Zea- no pasaría mucho tiempo antes de
1 de la civilización occiden
que comenzaran a revelarse las limitaciones de este segundo momento del fascismo en ~ u r o
dialéctico de la conciencia americana. Las promesas de cambio mental. Zea, tomó cuerpo un "nu
político y social anunciadas por el positivismo no se cumplieron en abso- noamericana. No se trata
luto y la gran mayoría de la población se encontraba en una situación que vertido una manifestació
en poco o nada se diferenciaba de la establecida durante la colonia. De pea, en arquetipo univers
otro lado, la burguesía emergente comienzaba a ser conciente de estar j pueblos de la tierra. La v
sujeta a la subordinación económica con respecto a una nueva potencia cia latinoamericana es q
imperialista, los Estados Unidos, que encarnaba justamente aquellos valo- determinada circunstanci
res exaltados por el positivismo. El "proyecto civilizador" fracasó, en opi- des ofrecidas por ésta son
nión de Zea, por las mismas razones que había fracasado el "proyecto más genuino de Latinoam
libertario": ambos se habían empeñado en salvar las circunstancias, pero entendieron también los
sin atreverse a asumir dialécticamente la herencia del pasado. Buscando irrumpir hacia mediado
asimilar los logros de la modernidad, los latinoamericanos del siglo XIX Cesaire, Ribeiro, Gutiérr
quisieron ser semejantes a Inglaterra, Francia y los Estados Unidos. Miró Quesada y tantos o
Quisieron, en otras palabras, ser otros para llegar a ser sí mismos. Pero de de que la verdadera libe
esta paradoja se hizo conciente la generación que empezaba a tomar el sino también la del colon
relevo de la anterior hacia finales de siglo. Al reparar que el ingreso en la no consiguió elevarse fin
modernidad pasaba necesariamente por una recuperación de la propia his- hasta la esfera de la unive
toria, aquella generación puso en marcha el tercer momento de la concien- Como puede observa
cia latinoamericana en su recorrido hacia sí misma. no está mediada en Leop
a partir de la cual busca
Este tercer momento. denominado por Zea el "proyecto asuntivo" -y verdadera humanización
que corresponde a la última figura de la tríada definida por Hegel en la si bien aquí ya no es pri
Fenomenología-, es obra conjunta de tres generaciones. La primera de Kant de los opúsculos tar
ellas está representada por pensadores como Martí, Rodó, Ugarte, Torres, materiales de la "historia
Vasconcelos y García Calderón, entre otros muchos, quienes combatieron la historia200. Como se
el positivismo de las generaciones anteriores tomando como punto de par-
tida el espíritu latino de "Nuestra ~ m é r i c a " ' " ~Para
. todos estos pensado-
res, Latinoamérica debía volver los ojos hacia sí misma y buscar en ella
no sólo la solución a sus problemas, sino el elemento que le permitiera 198. Sobre este motivo de la cr
Gómez- Martínez, Perzsnmi
199. L. Zea, ibid., pp. 5 13 SS.
200. El estudio de la presencia
196. Ibid., pp. 77 SS.Véase también, id., Filosofía de ICIhi.stori« nrnericann, pp. 244 SS Dussel, e s un capítulo que,
197. Ibid., pp. 269 SS.; cf. id., El~~ensnniierito
Intirzor~mericc~rzo.pp. 424 SS. sófica latinoamericana.
estudio sistemático por parte de Kant, sino que apareció diseminada en sociales, específicamen
breves opúsculos que tienen su centro de gravedad en el concepto de trabajo. "Ponerse a sí m
"Razón práctica" desarrollado en la segunda crítica. En esos opúsculos, y de rebeldía, en el cual el
principalmente en Idea de una historia universal desde el punto de vistu la mirada del amo, es de
cosmopolita, Kant define su tarea como el intento de concebir una historia valorarse como un fín20
según la idea de la marcha que el mundo tendría que seguir para adecuar- re, en un segundo mome
se a ciertos fines racionales. Es decir que el sentido de la historia no es propia situación depend
para Kant una realidad que brote de la observación empírica de los miento que haga posible
hechos, sino un ideal orientador a priori que debería guiar la marcha de opresión. La autoconstit
los sucesos humanos. La meta ideal de la historia no debe ser otra que la por la des-alienación, po
realización plena y absoluta de todas las potencias racionales del hombre, sociales que impiden al
la humanización plena de la humanidad. No se trata de saber si esta fía, en tanto pensamiento
humanización completa es posible o no, sino de actuar como si este Con estos elemento
supuesto, que tal vez nunca se realize, debiera, no obstante, realizarse. Se la historia de las ideas l
trata, entonces, de un imperativo moral. formulación de una filo
Precisamente esta idea kantiana de localizar un hilo conductor de la puede reducirse a tres
historia latinoamericana a partir de principios a priori, será el punto de momentos de la historia
paqtida del pensamiento de Roig. Sólo que, para el filósofo argentino. "sujeto latinoamericano
estos principios no se encuentran anclados en las estructuras cognosciti- samiento" en todos esto
vas de un sujeto ubicado más allá del tiempo y del espacio, sino en el llas utopías decantadas
devenir histórico de un sujeto empírico. Las luchas concretas libradas por pudieran servir como "
ese sujeto para convertirse en autor de su propia historia, libre de todas las continente según fines
coecciones exteriores, se organizan, según Roig, en una normatividad fun- Roig estos tres aspectos
damental llamada el "a priori a n t r ~ ~ o l ó g i c oEstamos
" ~ ~ ~ . frente a un acto Al igual que en Ze
originario de autoafirmación a partir del cual un sujeto empírico se "pone Roig es la idea de la "sa
a sí mismo como valioso", es decir, se constituye como sujeto. Pero no se de conciencia" que un
trata, como en Descartes, de un proceso que se opera a nivel de la con- cómo en Zea el conocim
ciencia solipsista, ni tampoco, como en Kant, de un despliegue anclado en de autoconciencia, que e
las disposiciones racionales de la "especie humana", sino de una lucha pas diferentes comenzan
por el reconocimiento a nivel de la praxis social. En este punto es donde trados en el siglo XVII
Roig echa mano del pensamiento de Hegel, concretamente de la famosa habían configurado subj
figura del amo y el esclavo diseñada por el filósofo alemán en la frente a imperativos de f
~ e n o m e n o l o ~ íEl
a ~hombre
~~. se autoconstituye como sujeto -y, por con Zea en que fueron l
tanto, se "humanizan-, sólo en la medida en que se enfrenta directamente un "nosotros los americ
contra los poderes heterónomos, los que le imponen un dominio desde
afuera. Y estos poderes se expresan sobre todo a nivel de las relaciones
203. Ibid., pp. 50,73,79.
204. Ibid., p. 310. Roig se aparta
una posición "no dialéctica
201. A. Roig., Teoría S crítica del pensamiento latinoamericano. México, F.C.E., 1981, p. 9-23 Historia de las ideas, Te
202. Ibid., pp. 79 SS. Bogotá, USTA, 1993, pp. 6
ción del "sujeto latinoamericano". Aquí se empiezó a operar el proceso tlc (como en el imp
"transmutación axiológica" que caracteriza, según Roig, al momento di;^ también a todos l
Iéctico de la autoconciencia: el esclavo asume como propio el lenguajc ser hombres. Por
del amo y lo pone a su servicio, cambiándole de signo v a l o r a t i ~ o L;i
~~~. tres casos menci
cultura española, que durante todo el período colonial había servido par;i había en ellos u
oprimir a los habitantes de América, fué asimilada por los criollos y utili- como idea regula
zada como arma para luchar contra el dominio de los españoles. El habla rece en todos ell
de dominación. que había servido para reducir a los criollos a la condicióii función del cual t
1
de medios, es utilizada por éstos como habla de liberación para valorarsc ló con mayor pre
a sí mismos como fines. Lo mismo ocurrió a mediados del siglo XIX. sería recogido po
cuando otros sujetos sociales empezaron a reivindicar la necesidad de uri Vasconcelos y o
1, misma, y no en m
"discurso propio", anclado en la realidad americana. Fué la "generación
¡1 argentina del 37", la del joven Alberdi, Sarmiento y Echeverría, quien .que, de ser algú
¡ pidió la elaboración de un discurso vinculado a una estructura axiológica "largo y doloroso
que lo pudiera constituir como "palabra nuestra". No se trataba, según humanidad2' l.
Roig, de crear una filosofía de la nada, sino de apropiarse del legado de In
cultura europea, y especialmente del pensamiento francés, para construir- 3. HACIA UNA
un discurso de "nuestras cosas"206. Luego vino la "generación del 900" LATINOAME
(Rodó, Ugarte), que reaccionó contra las agresiones del imperialismo
estadounidense y reivindicó el "espíritu latino" propio de las naciones his- Resulta fácil
panoamericanas207. En todos estos casos -afirma Roig- estamos frente a expresa legítim
diferentes grupos sociales que, en un determinado momento de la historia, Latinoamérica -y
reconfiguraron axiológicamente el discurso del dominador para "ponerse cia periférica de
a sí mismos como valiosos". to historicista es
Claro que, por tratarse de un proceso dialéctico -nos dice Roig-, las modernidad euro
afirmaciones de todos estos sujetos conllevaron un "ocultamiento" de histórico (comien
otros sujetos. Así por ejemplo, los criollos ilustrados se pusieron a sí mis- sensibilidad euro
mos como valiosos, pero a costa de los indios, los negros y los mestizos. humanistas que
Algo similar ocurrió con la generación argentina del 37 y con la genera- siglos. En esto,
ción arielista del 900. Tan sólo unos pocos pensadores, como Francisco Nietzsche, Dilthe
Bilbao y José Martí, lograron formular un concepto más universal del lismo había dado
"nosotros los l a t i n o a m e r i ~ a n o s " ~No
~ ~ obstante,
. Roig piensa que esta amenazaba con
Gaos entiendió q
universalidad se encuentraba ya implícitamente contenida en todos los
un discurso filos
proyectos de autoafirmación, ya que el "a priori antropológico" demanda
específicas (la i
como portador d
205. Id., Teoría y crítica..., p. 5 1
206. Ibid., pp. 284-312. 209. Ibid., p. 19.
207. Ibid., pp. 64; 69. 210. Ibid., pp. 56-59;7
208. Ibid., pp. 32-37. 2 1 1. Ibid., pp. 75, 50.
' reacción, Leopoldo Zea y Arturo Roig se dan a la tarea de elaborar un,t ver los discurso
crítica filosófica a la modernidad europea mediante una latinoamericani entienden más bi
\ zación de sus contenidos humanísticos. Al igual que en el drama dc "naturaleza huma
C

-
,Shakespeare, donde el esclavo Calibán utiliza el lenguaje de su amo colocar sólo dos
Próspero para maldecirle, los dos filósofos articulan su crítica en el mismo aparecen como r
lenguaje filosófico de la modernidad -y concretamente, a través del regis "conciencias", s
tro "filosofía de la historiam-, para criticar a la modernidad misma y supe- que generan sus
sus manifestaciones patológicas. Pero, -nos preguntamos- ¿,quépasa- escenario en el q
ría si las "patologías" de la modernidad se encontrasen vinculada\ donde ya no que
justamente a ese tipo de lenguaje? ¿,Qué ocurriría si el colonialismo, la estilo de Leopold
racionalización, el autoritarismo, la tecnificación de la vida cotidiana, en Concentrémo
suma, todos los elementos "deshumanizantes" de la modernidad, estuvie- co del pensamien
sen relacionados directamente con los ideales humanistas? ¿En dónde central de Rama
quedarían las críticas de Roig y de Zea si lo que se considera el remedio sociedades latino
para la enfermedad, fuese en realidad la causa de la enfermedad misma? época colonial, p
Tanto Ortega y Gaos como Roig y Zea organizan su filosofía sobre la iniciados en Lati
base que sustenta todo el pensamiento de la modernidad europea: la idea cha una dinámic
del hombre como un ser dotado de capacidades suceptibles de ser racio- mente la escritur
nalmente dingidas, ora en el plano de la organización social y política, ora configuró una él
en el plano de la cultura. Elhombre como "centrq de la realidad y como poder político, cu
dueño absoluto de su propia historia. El hombre como "sujeto", es decir. las ideas en me
como realidad fundamental que está "debajo" y garantiza la unidad de
todos los procesos de cambio. El sujeto concebido hurnanísticamente
_como "autoconciencia", esto es, como rede y orígen del lenguaje y el sen-
tido Así, por ejemplo, Ortega estaba convencido de que los cambios polí-
burócratas de la
manejo de aque
lidad del pod (
nes, e t ~ . )Se
~ f~
la "ciud d real",
f
ticos y económicos son fenómenos de superficie, que dependen en reali- 9
letrada" eii dond
dad de las ideas y de las preferencias estéticas y morales predominantes.
Esto le llevó a plantear la tesis-aceptada en su totalidad por Zea y -y en el caso que
Roig-de que la historia es un proceso anclado en la intencionalidad de directores espirit
sujetos agrupados generacionalmente. Ya no es el Espíritu absoluto de ideologías y polí
Hegel, ni el héroe solitario de Carlyle quienes funcionan como sujetos de Modelos que, al
la historia, sino el "nosotros" que se sabe perteneciente a una tradición y cas en los esquem
que adquiere conciencia de sí mismo a través de las élites intelectuales. por sí una fuerte
La generación de los letrados se convierte así, como diría Ortega mismo,
en el "gozne sobre el cual la historia ejecuta sus movimientos". Ellos, los 21 2. A. Rama, Ln ciud
letrados, tienen la misión -y la responsabilidad moral- de salvar la cir- 213. Ibid., p. 57.
cunjtancia mediante el pensamiento; de elaborar "proyectos" tendientes a 214. Ibid., p. 41.
humanizar su propio mundo. 215. Por supuesto no
dos desde este e
No obstante, a finales del siglo XX han comenzado a elaborarse otro intelectual alejad
tipo de lecturas sobre la historia latinoamericana. Lecturas que en lugar de la "ciudad real".
Como ya puede adivinarse, la lectura que hace Rama de la "concieii una gran continuida
cia latinoamericana" chg&ntalmente can los metarelatos creados poi asemeje a la evoluci
Arturo Roig y Leopoldo Zea. Tomemos, por ejemplo, el caso del siglo es, al contrario, ... lo
XIX, y concretamenteel período de la llamada "emancipación mental". errores, las faltas de
cuando, en opinión de ambos filósofos, pensadores como Alberdi, Bello. miento a lo que exist
Echeverría, Bilbao y Lastarria habrían inaugurado el "para-si" de la con de crear narrativam
ciencia americana. Si seguimos la interpretación de Rama, lo que estos reconstruir la evoluc
letrados hicieron no fué otra cosa que consolidar un tipo de legalidad teii propone Zea, la gen
diente a unificar racionalmente el tejido entero de la sociedad. Había quc las fisuras y las line
"construir la nación" y dotarla de una "identidad perfectamente definida. impulsada por algún
Para ello se hacía imprescindible crear una "idiosincracia" que debería sil que es justamente ah
reflejada fielmente por la lengua, la historia y la literatura. Nacieron asi culan las voces (qu
los proyectos de una reforma de la gramática española (Bello) y de uria real" de la que nos h
"historiografía nacional" -con su culto a los héroes y a las acciones "sujeto latinoamerica
patrióticas- que deberían ser institucionalizados a nivel de la escuela. Y. das por la filosofía d
por supuesto, nació también el proyecto de una "filosofía americana" mo menos heróicas
expresado en el famoso manifiesto de Alberdi. Estos proyectos no obede- dos que elaboran e
cieron a la necesidad de "salvar la circunstancia" (Gaos / Zea) ni de elevar contingencias del pr
al "sujeto americano" como "valioso en sí mismo" (Roig), sino de crear por tanto, la tarea de
una sociedad que pudiera ser administrada desde instancias políticas cla-
relatos elaborados po
ramente definidas, y en las que los letrados mismos tendrían participación
activa. Una sociedad organizada sobre la idea moderna de la "nación", en Pero este prime
donde no había lugar alguno para las "pequeñas historias", aquel'las arti- con una reflexión qu
culadas desde la oralidad y la diferencia. La pluralidad heterogénea de criben los discurso
sujetos sociales debería quedar integrada en las "grandes Historias" crea- ,miramos la descripc
das por los letrados y enseñadas en las escuelas. Desde la interpretación libro Las palabras
de Rama queda, entonces, mal parada la idea de una "conciencia latinoa- "filosofía de la histo
mericana" libre de las rapiñas, los disfraces y las astucias del poder. Pues logró imponerse en l
lo que el pensador uruguayo muestra es, justamente, que el conocimiento
de "lo propio" ha estado ligado siempre a la pasión de los letrados, a sus
odios recíprocos, sus discusiones fanáticas y sus ambiciones políticas.
En Rama encontramos ciertamente una ruptura frente al paradigma 216. M. Foucault, Nietzsch
moderno que atribuye a la "conciencia" la creación de nobles ideales 217. La genealogía no pre
humanísticos tendientes a "salvar las circunstancias". Detrás de los dis- ella busca excavar ba
bre del "pueblo" y mo
cursos latinoamericanistas ya no se ubica un "sujeto", entendido como
218. Sobre este problema.
orígen de los mismos, sino un conjunto de relaciones de fuerzas, intereses d e la historia latinoa
de clase y luchas de poder, que "generan" tanto a los sujetos como a los Congreso Iriterriacio
discursos. Por eso, al mostrar las discontinuidades inherentes a la con- Santo Toniás, 1993, p
ciencia latinoamericanista, Rama dió un paso importante hacia una genea- 219. Este tema lo he des
logía del pensamiento latinoamericano. Pues como bien lo afirma Kuiibarie. Das Projck
~~hilosophie, Universi
Foucault, "la genealogía no pretende remontar el tiempo para reestablecer un resumen muy esqu
X I X ~ ~ O . En ese sistema de signos, el saber ya no podía desplegarse sohic sumidas de este modo
el fondo unificado y unificador de la mathesis universalis, tal como hahi.1 papel en el escenario de
sucedido en la episteme clásica, sino que requería necesariamente de i i i i Pues bien, precisam
fundamento infundamentado que diese coherencia y unidad a los conteiii tivas historicistas de Le
dos. Este fundamento será buscado, desde Kant, en las condicione\ . I toria" funciona utilizan
priori del conocimiento establecidas por un sujeto capaz de darse repii lla red arqueológica de
sentaciones objetivas de sí mismo. Aparece de este modo la figura de 1.1 Existe una "lógica" de
reflexión, que en Hegel se convierte ya en el retorno histórico de la coi1 priori, unas "objetivac
ciencia a s í misma para buscar allí los fundamentos últimos de su propi;i cos que descubren el se
esencia. Retorno que atribuye al pensamiento una función liberadora, a I:I toria es la yuxtaposició
manera de una promesa que se va revelando lentamente a los hombres, v americana" ha logrado
cuya concretización histórica tiene lugar en el ámbito de la política. 1:1 1 sí misma. Las guerras
registro "filosofía de la historia" se comporta, entonces, como la represcii 1 mexicana, los nacional

tación que un sujeto preexistente hace de su devenir en la historia, y en I;I I en Cuba y Nicaragua, s
que ésta aparece como el lugar en donde se va cumpliendo poco a poco, ;I N la "Dialéctica de la co
través de revoluciones y contrarevoluciones, la promesa de su propia libc histórico de aprendizaj
ración. De este modo, la historia es narrada como un proceso dialéctico di. "propio" frente a las in
autoconstitución de la "conciencia" mediante la reflexión critica. A travk emergencia de un conc
de la crítica, el "sujeto de la historia" avanza hacia la configuración dc. de las víctimas humana
nuevas formas de autoconciencia que recogen los contenidos de la époc;i así como de las estruc
anterior y los asume en un movimiento de síntesis. nada nos dice el pensad
pensadores o corriente
Foucault mismo ha señalado cuáles son los problemas del ordena- ción de la "historia de
miento moderno del saber en general, y de la filosofía de la historia eti misteriosamente exclui
particular. En un marco epistemológico en el que la verdad del conoci- ria", las palabras guard
miento es sostenida por las representaciones de un sujeto único, result;~ ideas su lógica. En ella
evidente que las "pequeñas historias" carecen de significación. Las reivin- dez y la discontinuidad
dicaciones de sexo, raza, edad y condición social, o bien los simples ava- Por su parte. Artur
tares afectivos de los sujetos empíricos, son integrados en un espacio un proyecto asentado e
omnicomprensivo de caracter trascendental, en donde deberá buscarse el que tiene, por ello, una
"sentido mayor" de nuestras vidas. La mirada se aparta de lo más próximo para nosotros", tal com
y se dirige hacia donde siempre quisieron mirar los letrados: hacia las for- con la dialéctica históri
mas más puras y abstractas. hacia los ideales más nobles, hacia los pensa- la utopía bolivariana ju
mientos más elevados. Allá, en esa lejanía, deberá buscarse el secreto del historia del pensamien
encadenamiento entre las palabras y las cosas. Conocerlo será la clave mos de exclusión que
para saber quiénes somos, para descubrir nuestra "identidad", para romper
las cadenas que nos atan a la "minoría de edad". Las diferencias son sub- 221. cf. L. Zea, Dialéctica de 1
222. No han pensado acaso las
te los últimos quinientos
220. cf. M. Foucault. Las palahras y las cosas. Una ar~yueolo~í<i
de Ins ciencia.^ humano.,. de la episteme moderna,
Barcelona, Planeta-Agostini, 1984, pp. 217 SS. los "letrados".
tampoco de la existencia de otro tipo de representaciones utópicas, quiz;i\
menos fáusticas y diferenciadas, pero que también cumplen una funcitiii
autovalorativa. La "unidad moral y política" de América Latina es el gi-;iii
imperativo humanístico al que deberán someterse todas las fuerzas soci;i
les del continente. Y el ámbito burocratizado, corrupto y autoreferenciiil
de la gran política- ¿cuál otro podría realizar semejantes metas? -es p1.c
sentado como el lugar donde se cumplirá la promesa de liberación. A l
igual que Kant, y en cohcordancia con los ideales de la modernidad, Roiy
parece estar convencido de que el problema político es el problema crli
cial de la especie humana, ya que de su resolución dependen la felicidad v 1
la "paz perpetua". La aproximación lenta pero segura hacia una "liga t l ~ . 1 IMAGINA
naciones" kantiana -en donde la unidad latinoamericana sería tan sólo 1111 LO B
momento previo y necesario-, adquiere las características de un imperaii
vo moral.
I
Al activar el registro moderno de la "filosofía de la historia", los do5
pensadores latinoamericanos reproducen un tipo de discurso que le señal;i En el contex
un curso normativo a la vida y a la historia. Un discurso que, además. te los últimos añ
otorga a los letrados el papel de legisladores e intérpretes de esa vida y dc de la teórica y no
esa historia. La oralidad de la "ciudad real", en donde priman los accideri bajos sobre los m
tes, las rupturas y las desviaciones, es "fijada" en los discursos de la "cili- resantes aportes
dad letrada", que acentúan las unidades, las continuidades y las tota1iz;i una de las prime
ciones. Quizás podríamos hablar. con Foucault, de una "historia efectiv;~" filosófico contem
que se contrapone al mito de la "filosofía de la historia". Mientras q u ~ . toria y la cultur
ésta aparece como una totalidad en la que la economía, la sociedad y 1;i Knsteva y, espec
cultura se encuentran engarzadas "dialécticamente", como si entre ellas han servido a Za
existiese una especie de "armonía preestablecida", aquella se presen1;i da al esclarecim
como el ámbito propio de la diferencia. 0: como bien lo dice Foucault: ricano.
"La historia "efectiva" se distingue de la de los historiado- Me interesa
res en que no se apoya en ninguna constancia: nada en el conjunto de narr
hombre es lo suficientemente fijo como para comprender ;i cidas tradiciona
los demás hombres y reconocerse en ellos ... Saber, incluso nición de Federi
en el orden histórico, no significa "reconocer" y mucho ricano como sín
menos "reconocernos". La historia será "efectiva" en 1;1 eclosión hacia fi
medida en que introduzca lo discontínuo en nuestro mismo hasta el año 193
se rm 223 a diferencia de l
adquirió un cara
nial. Así lo habí
prueba Zavala
Mercure de Frun
el modernismo l
223. M. Foucault, Nietzsche, la Grnral«gí<i. la Historia, pp. 46-47. la independenci

120
viviente de un nuevo estado El modernismo no habría sido. textos modernista
entonces, tan sólo una revuelta frente a la convicción en el poder emanci corresponde, segú
patorio de la tecnología y el mito prometeico del progreso, sino también. bello":
y ante todo, un proyecto anticolunialista que tuvo como sujetos a vastos "Th
sectores de la intelectualidad hispanoamericana de fín de siglo. Mar-ii ope
habría sido el precursor, Rodó el ideólogo y Darío el líder indiscutible d i prov
este proyecto. stor
En efecto, apoyada en las tesis de Bajtin, y concretamente en la des app
cripción hecha por el semiólogo ruso del así llamado "proletariado intc bea
lectual", Zavala entiende el modernismo como un "proyecto colectivo" arti
l empujado por una "nueva clase" de bohemios, escritores, mujeres, anar tifu
1"
quistas e inconformes, que se posicionaron de manera alternativa como Esta es justam
sujetos225.Este grupo de personas generaron una estética -la "poética d i la propuesta teór
1'
la negaciónw-, que tiene como característica la proyección imaginaria d i a Lyotard entre la e
narrativas emancipatorias, en donde la sociedad aparece como una comu- lectura que, en b
nidad d e ~ a l i e n a d a Estos
~ ~ ~ . sujetos lograron crear nuevos "imaginarioa estética de ~ d o
sociales" en los que proyectaron fantasías, contra-imágenes y representa- sublime, es decir,
ciones utópicas tendientes a deslegitimar los códigos ideológicos de u11 disonancia, la rec
. orden que pretendía convertirlos en objetos. Los textos modemistas serí-
an, entonces, relatos de emancipación colectiva y personal frente al
11 proyecto, no sola
modernidad. Más
naciente capitalismo hispanoamericano, que amenazaba con subsumir las que el triunfo de
heterogeneidades sociales en una dinámica de control y dominio. se corresponde, a
Zavala piensa que la enunciación literaria de este proyecto correspon- me. Tal es la lectu
de al inicio de la modernidad en América Latina. Una modernidad enten- rrogar la propuest
dida ya no como modernización, esto es, como fe en las bondades reden-
toras de la técnica y la industria, sino como realización de una comunidad
moralmente emancipada. Una comunidad que, liberada del poder coerci~ í l. MODERNISM
tivo de la razón instrumental, posibilite finalmente la humanización plenn
de todos los individuos227.Los tropos, formas, palabras y figuras de los Al hablar de
: concreta en el de
bien lo muestra Z
224. 1. Zavala, "On the (Mis-)uses of the Post-Modern: Hispanic Modernism Revisited", en T. tes intelectuales h
D'Haen 1 H. Bertend (eds.), Posrmodern Ficrion in Europe and rlle Americus, Amsterdam.
Rodopi, 1988, pp. 89-90. , cial el quehacer a
225. Id.. "The Social Imaginary: The Cultural Sign of Hispanic Modernism", en Critica1 Studies I
(1989). p. 23.
1
226. Zavala se apoya aquí en la tesis del caracter rrtópico-social de la lihido, tal como fué desarro- ; 228. Ibid., pp. 136, 137
llada por el círculo de Bajtin y por Lacan. El nuevo imaginario social sería, entonces, la pro-
yección sublimada que el "proletariado intelectual" hace de sus propias frustaciones. cf. id..
' 229. W. Welsch, "Ador
"The Social Imaginary", p. 28. Denken, Stuttgan
227. Id., Coloniali.tm und Culture. Hispanic Modeniisrns and [he Socio1 Imaginury, Indianapolis. 230. A este respecto co
Indiana University Press, 1992, pp. 129 SS. y culturales, Méx
dad -que tentativamente podríamos situar entre 1850 y 1914 en Europii. \ modern
entre 1885 y 1930 en Latinoamérica- fué motivado por las profuntlil~. arrastra
transformaciones estructurales que se venían operando en las sociedntl(~~. El modernismo s
occidentales (particularmente en las europeas) desde finales del siglo XI V tema de valores predo
y que se manifestaron en tres ámbitos estrechamente relacionados entrc \ I la disciplina del trab
el económico, el político y el cultural. La revolucicín económica generó 1111 Paradójicamente, esta
sistema productivo basado en el mercado de trabajo asalariado, en la p i ~ desde un horizonte de
piedad privada de los medios de producción y en la utilización tecnológi su tendencia a la sínte
ca de los nuevos conocimientos científicos, que rompió bruscamente coi1 samiento medieval se
la antigua economía de caracter feudal. La revolución política acabó coi1 do armónica y jerárq
el absolutismo monárquico y buscó instaurar sociedades capaces de auto fijado de antemano a
gobernarse racionalmente, sin obedecer a criterios diferentes a los de \ I I supuso un cuestionam
propia voluntad. La revnlucio'n cultural reaccionó frente sobrenaturalis~ii~i los que se sostenía el
cristiano y medieval mediante la exaltación de la naturaleza, la historia y repensar este ideal b
el mundo de lo humano en general. La confianza ilimitada en la perfecii como garante del ord
bilidad del hombre y la instauración del futuro como horizonte de sentido. ahora era de asegur
fueron acompañadas por una crítica a la religión y a las formas tradicionii comenzaba a reclama
les de socialización, que terminó por erigir la libertad individual como a seguir había sido a
valor supremo. Así pues, la interacción contlictiva de estos elementos fue no, quienes destacaro
'
conformando una dinámica social que conocemos con el nombre de nio al mundo sobrenatura
dernidad. 1 una estructura matem
En este orden de ideas, el modernismo es un producto y al mismo I tamente descubrir la
tiempo una reacción crítica frente a la modernidad, concretamente frentc 1 matemáticas se conv
al tipo de racionalidad instrumental que, encarnada en las ciencias empíri- garantía de que la na
cas y en los procesos de industrialización, pretendía identificar la felici 1 tenidas por una espec
dad y la verdad con la manipulación eficaz de la naturaleza y de la s'ocic El modernismo
dad. Como bien lo dice José Luis Abellán: burgueses imperante
N
también burgues, de
"El modernismo es un intento de recuperar la trascendenciii modernismo liberó a
y el sentido trascendental de la vida con los valores que Ic nales de la narración
son añejos: sabiduría, eternidad, sentido lúdico de la vida. los cánones estéticos
desarrollo del espíritu contemplativo. cultivo de la memoria rior de lo que Lyotard
colectiva y de los ideales artísticos. Esto, desde un punto dc Por otro lado, la
vista práctico, supone denunciar como "males" el industria-
por una,fragmentaci
lismo, la gran ciudad, el sentido económico y burgués de lii
vida, la uniformidad de los paisajes humanos, la produccióii
en serie, el triunfo de lo útil frente al ideal de la belleza ... 231. J.L. Abellán, Historia
Estamos, pues, ante una nueva rebelión romántica, que (Ir), p. 40 (el resaltado
ensalza y enaltece valores sustraídos a los de la modernidad 232. cf. R. Gutiérrez Girard
cuando no opuestos a ella, aunque, en otras ocasiones, de lo 233. Sobre este punto véase
que se trate es de aspirar a una auténtica y verdadera Die liberale Moderne
mía con respecto a otras "esferas de valor" como la ciencia y la mor;il.
pero que al mismo tiempo lo priva de expresar al mundo como totalidiitl
1 transformar los modo
internacional. La vida
Esto generó en muchos artistas una actitud inicial de nostalgia romántii;~ completamente difere
por la unidad perdida234.que devendría hacia final de siglo en repugniiii fronteras. Habría que e
cia por una sociedad en la que el arte había pasado a ocupar una situacitiii
apenas marginal, desplazado por la lógica del comercio y el amor al dirii
1 primera fase de relaci
i transformara en mutua
ro. El mundo de la máquina y de la producción racionalizada, que consii
j Tenemos, pues, qu
tuían el signo más relevante de la tardía sociedad decimonónica, fue visiti
por los modernistas como una amenaza a la renovación espiritual en todo\ / cultural de América La
los planos de la vida individual y social. El artista encontró la afirmacitíii gicas, largas y sangrie
de su ser mediante una negación de la sociedad y del tiempo en el que Ic económica. Era la épo
tocó vivir, bien sea refugiándose en un mundo artificial, en el individuii herencia cultural hisp
lismo feroz, o buscando la felicidad en mundos pasados y lejanos. Esic Iglesia, que en el fond
ambiente de pesimismo e inadaptación frente a las formas de vida burguc cracia dirigente. y una
sa estimulaba la evasión y la crítica por medio del arte y la literatura, as1 burguesía. Es al interi
como la adopción del snobismo y de formas bohemias de vida por paric artistas que, bajo la i
de la intelectualidad inconforme. De esta manera, los deseos, esperanzas c modernidad europea,
ilusiones reprimidas por una sociedad administrada y unidimensionaliz;~~ clerical propagada por
da, encontraron en el arte un vehículo adecuado de expresión235. Octavio Paz, el deseo
la gesta histórica de l
marginados236.No se
2. MODERNISMO Y MODERNIDAD EN AMÉRICA LATINA para caer en un afranc
queda de un lugar prop
Al igual que había ocurrido en Europa, el modernismo latinoamerica- Lo que no resulta
no echó sus raíces en una dinámica social esencialmente moderna. pero deseo de integración y
que en nuestro medio adquiere características muy especiales. Las semi- hecho la modernidad
llas de la modernidad llegaron a nuestras tierras desde el momento en que de modernización habí
desembarca el primer conquistador europeo, pero lo hicieron en su ver- y de algunos sectores
sión hispano-lusitana, donde el elemento cristiano-medieval había jugado población continuaba
un papel catalizador. Gracias a un rápido proceso de mestizaje, en donde Eran los tiempos en q
el mundo de la vida se enriqueció con tradiciones hispánicas, indígenas y mercado atractivo par
africanas, América Latina fué conformando un ethos mestizo bastante norteamericano, lo cu
heterogéneo, pero muy poco flexible a los procesos de cambio arrastrados ahora en centros clav
por la modernidad. Es así que los esfuerzos de las élites por integrar al ción de obras civiles,
continente en la economía mundial capitalista, trajeron como resultado la de bienes de consumo
polarización social y política en casi todos los países. La economía agra-
ria, basada en el latifundio, chocaba frontalmente con los intentos por
236. cf. O. Paz, "El Caracol y
237. El período entre 1895 y
234. Principalmente en Alemania con las obras de Goethe, Holderlin, Schlegel y Novalis. urbana en toda Latinoam
ción en esa época, sobr
235. cf. R. Gutiérrez Girardot. op.cit., pp. 36-39. Las ciudades y las ideas
penetrar todos los rincones de la vida urbana, generando una dinániii;~
social desconocida hasta entonces. La racionalización del trabajo, I ; i
/ en contra de un prag
sido adoptado por la
pugna de la competencia mercantil, el afán desmesurado de lucro y la dcs / veniente del norte, e
personalización de las relaciones humanas, fueron el caldo de cultivo p;ii;i , los Estados Unidos
que, al interior de la burguesía, surgiera una intelectualidad que rechazai.i;i 1 del modernismo hisp
el sistema de valores dominante entre los grupos de poder. De la misiii;~ , de ese cambio de se
manera -y este punto será retomado posteriormente-, los procesos t l t - 1 occidental. Si la esté
modernización fortalecieron la vieja tradición hispánica que contemplal>;i tradicciones y amen
la letra como vehículo de ascenso y reconocimiento , s i s t a ~como Rubén
Las características sociológicas de este fenómeno són, en líneas genc
1 Martí articularon su
nidad, muy diferente
rales, las mismas que se observan en todo el mundo occidental, si bici1
Los modernistas lati
matizadas por la especificidad de América Latina al interior de este coii
patologías de la civil
texto. La consolidación de una sociedad dominada por el dinero hito qiii
todavía tan evidente
el arte y el artista perdieran su antigua función de glorificar los valores dt-
mico y cultural prov
la aristocracia. Si en otros tiempos había obrado como cronista o cantor
vida espiritual del co
de las hazañas de la clase dominante, ahora, expulsado de ese mundo, 1.1
Paz, era la experienc
escritor se vió impulsado a rebelarse contra un tipo de sociedad que lo
escritores modemis
marginaba, teniendo que dirigir sus obras hacia un público más amplio y
como una protesta
en condiciones de trabajo nada favorables. A diferencia de Europa, dondc
, Latina en mundo cap
la existencia de un mercado económico permitía la promoción del arte ;I
través de instituciones especializadas (teatros, editoriales, galerías de artc.
salones. etc.), lo cual posibilitó que los artistas se emanciparan del siste- 3. IMAGINARIOS
ma de mecenazgo sostenido por la Iglesia y la aristocracia, en Américn HISPANOAMER
Latina no existía una infraestructura económica que permitiera la existen-
cia de un mercado literario autónomo. Apenas comenzaba a conformarsc A pesar de su d
un "público" capaz de juzgar la creación artística en base a criterios estéti- modernismo hispano
cos, y lo más frecuente era que el escritor buscara llegar a ese público s cial: el repudio a los
través de los periódicos. El periodismo ofrecía, además, la ventaja de una hacia el desarrollo c
remuneración inmediata de su trabajo, con lo cual el escritor lograba ase- modernismo rompe
gurar su subsistencia y liberarse medianamente de la tutela económica y la honorable dinastía
estética a la que estaba hasta entonces sometido. y la industria, bisni
En estas circunstancias, el modernismo latinoamericano aparece vulgar, reducida a la
como un movimiento de doble reacción: primero, en contra de una socie-
dad mediocre y aislada por el subdesarrollo y la dependencia239.segundo,

cf. H.R. Jauss, Studien


1989, pp. 67-103. Vé
238. cf. A. Rama, La ciudad letrada, Hanover, Ediciones del norte, 1984, pp. 73. 74. T.W. Adorno, Minim
Suhrkamp, 1975, # 15
239. Además de Zavala, este punto es señalado también por Roberto Fernández Retamai-.
"Modernismo, noventiocho, subdesarrollo", en Para el perfil definitivo del hombre, L;I 241. Zavala, Colonialism a
Habana, Editorial Letras Cubanas, 198 1. pp. 207-218. 242. Citado por Germán Es
dad primera de los modernistas hispanoamericanos. Pero, al igual qiic. el igualitarismo e n la
ocurrió en Europa, el rechazo que hacen nuestros modernistas de la cicii tran enclavados en la
cia, la industria y el imperialismo, se hace desde el horizonte ilustrado tli. la influencia del pur
la "armonía preestablecida". Es, pues, desde este horizonte de pensamicii puritano excluyó de s
to que adquieren sentido las diferentes formas del imaginario social qiicb gre, espontánea y he
estudiaremos a continuación. resultado fué el surg
que menosprecia cua
ta. La cultura hispa
3.1. La exaltación de la "cultura latina" greco-latina con todo
No fué al abrigo de l
La intervención militar de los Estados Unidos en 1898, en su inten~o surgieron nuestras so
por arrancar a España sus últimas colonias y expandir sus dominios en cl teresado transmitido
Caribe y el Pacífico, desencadenó entre los modernistas un sentimiento dc En José Vascon
repudio frente al modelo de civilización que la nación del norte ansiab;~ "espíritu latino", pro
propagar. El arquetipo de sociedad sustentada en el progreso técnico y eii del sentimiento, d e lo
la ideología de la libertad individual, aparecía irritante a los ojos de I;i que mientras la civili
intelectualidad inconforme, inclinada, más bien. a glorificar las raíces el mundo material, en
estéticas y emocionales de lo que algunos llamaron la "cultura latina". Eii tesis" que buscará, n
el poema A Roosevelt, Darío contrapuso el optimismo progresista de los amor, la orientación d
'yanquis y el alma de una hispanoamérica abstraída de todo interés prag- "anglosajón" simboli
mático2". Soñar, amar, vivir intensamente cada momento: estas son las nado en el idealismo
características del "espíritu latino", en contraste con la inclinación por el do en el pragmatism
trabajo, el ahorro y la moderación que caracteriza al "espíritu sajón". Poi. "orden" es entendido
ello mismo, el poeta nicaragüense veía en América el comienzo de un nimo de "disonancia"
nuevo mundo donde se combinarían la vida idílica del aborígen con ele- que la sociedad y la c
mentos de la civilización clásica y cristiana. Será una República universal lidad y consonancia.
donde reinarán el orden y la concordia, regidos por la pauta equilibrada de
la poesía244.
Esta figura que contrapone dos civilizaciones esencialmente diferen- 3.2. El ideal aristocr
tes, fué cultivada sistemáticamente por Rodó en su legendario Ariel del
año 1900. El escritor uruguayo se dirige a la juventud americana para pre- El deseo de esca
venirla contra la nordomanía que padecen las clases dirigentes, principa- que muchos modern
les agentes de esa "moral burguesa" tan detestada por los modernistas. niéndolos a los valor
Les exhorta, pues, a dejar los caminos de Cnlihán, que representa los ide- de Rubén Darío y de
ales pragmáticos de la sociedad norteamericana, para seguir los de Ariel, . mente el artista puede
símbolo de la idealidad en el conocimiento, la contemplación en el arte y mesocracia burguesa

245. J. E. Rodó, op.cit., pp.


243. R. Darío, A Roosevelt (1904),en: Poesía. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1977. p. 255
246. J. Vasconcelos. La raza
244. Id., El Porvenir (1885). en: Ibideni.. pp. 42-59. Calpe, 1990.
donde lo que vale són las leyes de lo estético247.Pero también hay obra, que retome los elem
que expresan ya no la posibilidad de una huída hacia mundos superiore,. Hispanoamérica por e
sino el conflicto entre una sociedad marcada por intereses técnico-econcí Esta exaltación a
micos y una sensibilidad aristocrática en decadencia. El protagonista de Iii por la idea de crear e
novela De sobremesa (1895) del colombiano José Asunción Silva es uti hacer contrapeso al n
aristócrata que detesta al populacho y es enemigo de los hombres "prácti Rodó, García Calde
cos", pero que al mismo tiempo se siente atraído por la vida de los nego Vasconcelos y otros
cios y de la política. En él se refleja el desgarramiento interior del letruclo intelectuales era crea
que quiere vivir aislado en la tranquilidad de la contemplación estética.
pero que no puede resistirse a participar activamente en el poder que tanto
le asquea.
/ sociedad que pudiera
les y culturales prese
literatura, la pintura
' "auténticamente latin
El uruguayo José Enrique Rodó invoca también principios aristócra- contradictorias que
tas como medio de lucha contra el utilitarismo de la civilización angloa- nacionalidades, expr
mericana. A diferencia de la concepción pragmática de la democracia, quc i Como ministro de ed
legitima el ascenso del más fuerte y, con ello, el triunfo de la mediocridad. suyo este proyecto ilu
Rodó propone una "democracia niveladora", inspirada en el espíritu his- tores como Diego R
pano-católico, que favorezca el predominio de "los mejores" para benefi- Carlos Cháves y Silv
.cio de los más desfavorecidos. Según Rodó. el papel del Estado consistc les nacionalistas de l
en estimular las superioridades naturales de los seres humanos, de tal , tonalidades, todo deb
manera que la sociedad sea regida por los que son espiritualmente más diferencias aparecier
aptos. La democracia verdadera no se basa, entonces, en el libre consenti- nacional o continenta
miento de los asociados, sino que es un "instrumento de selección espiri-
tual" que sanciona "las misteriosas elecciones de la naturaleza"248. Tal
concepción fué desarrollada posteriormente por el peruano Francisco 3.3. El sueño de la un
García Calderón, para quien el mestizaje ha sido la causa de la profunda
crisis moral que afecta a los países hispanoamericanos. La pereza mental, El discurso de la
la indiferencia, el caracter sensual e improvisado de nuestra cultura, son listas, proponía el rec
producto de un mestizaje que eliminó aquellas convicciones "fuertes" en donde derivarían su i
materia de política y moral que se hallaban ligadas al catolicismo hispáni- reconocimiento apare
co. Por eso la religión perdió su capacidad de educar moralmente a las de la 'independencia e
económico y cultural
masas. Se requiere, según García Calderón, de una "aristocracia tutelar"
se dieron cuenta de q

247. El aristocratismo d e Darío se expresa con claridad en estas palabras: "¿Hay en mi sangre 249. F. García Calderón. La
alguna gota de Africa, o de indio chorotega o nagradano? Pudiera ser, a despecho de mis 273 SS.
manos de marqués: mas he aquí que veréis en mia versos princesas, reyes, cosas imperiales, 250. cf. M. Ugarte. "El porv
visiones de países lejanos o imposibles" (cf. "Palabras liminares", en Prosas profanas y otros Biblioteca Ayacucho. 1
poemas (1896), Madrid, Clásicos Castülia, 1983. p. 86). Véase también el poema Los 251. cf. J. Vasconcelos. Con
Camellos de Guillermo Valencia, en G. Espinosa. op.cit., pp. 67-69. Obras Completas. vol
248. J. E. Rodó, Ariel (1900), Madrid, Espasa-Calpe, 1975, pp. 75-99. America. Society and t
positivismo y del imperialismo norteamericano era promoviendo la u n i ~ 1 En los ensayo
dad de América Latina como un sólo bloque cultural y político que pudic positivismo colon
ra contrarestar su fuerza. América Latina unida y libre de injerenci~ix concepción de Am
extranjeras: tal era el ideario de autores como José Martí y Manucl camente en un mo
Ugarte. mientras que otros autores como Pedro Henríquez Ureña y emparenta, en est
'
Alfonso Reyes optaron por el ideal de una América Latina unida, cosmo~ ribetes aristocratiz
polita y abierta a todas las influencias extranjeras. S
político concreto:
En sus crónicas neoyorquinas -trabajos periodísticos escritos entre socialista aparece
1880 y 1895- Martí observa atentamente el proceso de concertación eco- cosificante pregon
nómica e ideológica de la sociedad estadounidense hacia la penúltim;~ 1 vehículo apropiad
década del siglo X I X ~El~ escritor
~ . cubano muestra cómo las ideas cientí- , Latina. De ahí su
ficas que predominaban en aquella época acerca de la clasificación de las nacionalismo polít
razas y de la supuesta ordenación progresiva de la raza humana (darwinis- l
Este tema de l
mo social) eran utilizadas para justificar el expansionismo norteamericano
en el área del Caribe. Martí denuncia concretamente artículos publicados ! sería desarrollado
Juventud" en Méx
en los periódicos The Manufacturer y The Evening Post, en donde se '
sagrada a la luch
habla de los cubanos como de una raza pervertida, de moral deficiente, e Porfirio Díaz, en
incapaces por naturaleza para vivir por sí mismos según los principios de Antonio Caso, Pe
la democracia. La única esperanza de la isla, según los diarios, es sajoni-
zarla por completo, poblándola con hombres de raza superior2"". Ante
:1 mos se preocuparo
salismo de la Amé
estas circunstancias, Martí adopta una típica actitud modernista: la defen-
tura y el arte, enfre
sa apasionada de "lo nuestro". aunque no contraponiendo sus valores a los
falta de originalid
del pragmatismo anglosajón. como hiciera Rodó, ni refugiándose en un
racial del indígen
aristocratismo idealista a la manera de Darío, sino enfocando el problema
obras del Inca Gar
desde una perspectiva eminentemente política. La unidad política y eco-
so florecimiento d
nómica de América Latina -único camino para contrarestar la amenaza
nial, la poesía de
del imperialismo norteamericano- debería cimentarse sobre la conciencia
social de Sarmient
de su unidad y autenticidad cultural. En opinión de Martí, el único cami-
rían para darle a la
no para vencer el colonialismo económico, político y cultural que agobia-
la ciudadanía univ
ba a las naciones hispanoamericanas, es la revalorización de "lo propio" y
esencialmente hum
la creación de un modelo autóctono de desarrollo. De este modo quedaría
ricano. Ya en el sig
despejado el camino para una gran transformación social y política: la
construcción de una sociedad anti-clasista y anti-racista en la que senan y los conquistador
reconciliados todos los egoísmos254.

252. J. Martí, En los Estados Unidos, Madrid, Alianza Editorial. 1968. A este respecto véase J. modernismo, la verdad
Ramos. Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo Fernández Retama
XIX, México. F.C.E., 1989, pp. 145 SS. 255. M. Ugarte, "La defe
253. Id., "Vindicación de Cuba" (1889). en Obras Completas. La Habana. Editorial de Ciencias 256. Sobre los ideales la
Sociales, 1975, tomo 1. pp. 236-241. samiento mexicano
254. Id.. Nuestra América, Caracas, Biblioteca Ayaucho. 1977, pp. 26-33. Este ensayo de Martí es 257. P. Henríquez Ureñ
considerado por Fernández Retamar como "el pensamiento m5s profundo y perdurable del tomo de Latinoam
rígen. Estos dos factores, hermandad y mestizaje, habrían determinado VI en la medida en que se
florecimiento en América Latina de una cultura cosmopolita, abierta y una socialización de
universal, que contrapone la idealidad y la utopía al utilitarismo y la ins beneficiarse del trabaj
tr~mentalidad~~~. el modelo de la democ
y construir una Argen
las máquinas y señora
3.4. El retorno a la "edad de oro"
4. EL MODERNISM
¿Cuáles fueron algunas de esas utopías proyectadas por los intelec
tuales modernistas en el imaginario social? La figura de la "edad de oro"
utilizada por Dan'o, Lugones y Valencia, fue sin duda una de las más ape- Una vez estudiado
tecidas, ya que ella representa la invocación nostálgica de sociedades uni- por los intelectuales m
ficadas (el mundo griego, la primitiva comunidad cristiana, las sociedades filosóficamente hablan
indígenas precolombinas), tan alejadas de la fragmentación desencadena- trumental de la moder
da por industrialización temprana en ~ i s ~ a n o a m é r i cRubén
a. Darío año- como criterio la disti
raba un regreso al mundo indígena precolombino, buscando en él la fun- bello y la estética de
dación de una sociedad que siga la agricultura, el canto, la concordia y lo Schiller, que la estétic
bondad humana. "Si hay poesía en nuestra América -escribe-, ella está en siglo XVII por el pred
su conjunto (1), y post
lás cosas viejas, en Palenque y en Utatlán, en el indio legendario y en el
inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demás panoamericano partici
es tuyo, demócrata Walt ~ h i t m a n " ~ ~ ~ . 1) Bajo la influen
ciencia, los filósofos
Pero la exaltación máxima de una utopía comunitarista corrió a cargo conocimiento humano
de Leopoldo Lugones. Enfocando el problema de la cultura argentina, sin sensible corresponde
pretender generalizaciones a nivel hispanoamericano, Lpgones retoma el que el conocimiento r
problema del latinismo y afirma que "nosotros [los argentinos], por nues- des espirituales. El co
tra ascendencia latina, que la concurrencia italiana a nuestro suelo robus- tinto", mientras que el
teció, pertenecemos a las razas de la belleza. Y con esto, venimos en entre ambos extremos
línea espiritual directa de la Grecia que fué su p r o g e n i t ~ r a " El
~ ~símbolo
~. fuese una mezcla de lu
de esta helenidad argentina es paradójicamente el gaucho Martín Fierro, En busca de una resp
que en Lugones asume la figura de un caballero andante, campeón de la dos mundos, el intel
libertad y la justicia, personificación del ideal greco-latino de vida. Un humanidad cuando am
ideal que, basado en la felicidad como "estado colectivo", podrá realizarse

261. Para la crítica de Lugone


258. A. Reyes, "Notas sobre la inteligencia americana", en Obras Completas, México, F.C.E.. ra fantástica hispanoam
1982, vol. X1, pp. 82-90. 150-192.
259. R. Darío, Palabras liminares, p. 85. Véase también el poema "Tutecotzimí" (1890). en: 262. cf. R. Descartes, Medi
Poesía, pp. 3 17-321. Nuevos ensayos sobre e
260. Citado por Alberto Caturelli, en Autores Varios, El atekmo en la filosofía contemporánea: 263. F. Schiller, "Uber die A
corrientes y pensadores, Madrid, Ediciones Cristiandad. 1968. p. 514 (el resaltado es mío). München, DTV, 1966, p
una de ellas se impone sobre la otra, el hombre se convierte en un salvajc esperanza2b7. Los ide
o en una máquina insensible. Es preciso, entonces, lograr un equilibrio ron en terror y despo
armónico entre las distintas facultades del espíritu, que no podrá realizar ral. dirigida solamen
se en el mundo sensible ni en el inteligible. sino en un tercer estado o con- pero descuidando la
dición del espíritu: el estético. Según Kant, el arte nos permite encontrar que Schiller propong
el equilibrio de nuestra doble naturaleza, pues sólo en el goce estético los ciudadanos una c
somos plenamente desinteresados. La belleza del alma consiste, entonces. camente mediante la
en la reconciliación (Versohnung) de la vida teórica con la vida moral a aparece mecánicam
través de la experiencia estética. demanda la relación
En base a estos planteamientos, Schiller se da cuenta de la,fragmentu- una comunidad esté
ción que experimentaba la sociedad de su tiempo y acude a la vida estéti- donde los individuos
ca como terapia263. La ilustración, según Schiller, ha procurado solamente petencia sino en la so
el progreso de la naturaleza racional del hombre, olvidando por completo Si seguimos aho
su naturaleza sensible. El resultado es la constitución de una sociedad en mos entonces que la
donde sólo vale la lógica del dinero y el poder político, y en donde la Schiller, obedece a l
ciencia se ha levantado como forma única de conocimiento ~erdadero'~'. todo sistemáticament
A manera de contraste con este mundo de la burguesía europea, Schiller Altestes Systemprog
coloca al antiguo mundo griego como modelo de una sociedad en donde ba que el bien y la
las dos naturalezas del hombre no se hallaban divorciadas, sino que for- "acto más elevado d
'maban una perfecta unidad armónica. Los griegos vivían en un acto derse a la totalidad d
simultáneo la unidad de la verdad y la bondad, realizando de este modo el en Schiller se manif
ideal del "alma b e l ~ a " ~ ~ ~ eso,
. P o rante la pregunta de cómo sería posible humanidad"- se con
superar el desgarramiento de la sociedad burguesa para retomar la unidad
armónica vivida por los griegos, Schiller recurre a Kant para encontrar
1 mas uniformadores
trata de un pensamie
una respuesta: es preciso reconciliar razón y sensibilidad mediante el goce
puro de la contemplación artística. La conducta estética'purifica la rudeza ' riencia humana, que
rios estéticos de arm
de la naturaleza sensible del hombre y lo deja en estado de disponibilidad tos "no-idénticos"
moral, de tal modo que se puedan conciliar los dos extremos. "Bello" es, oprimidas, disidente
en este sentido, todo aquello que coloca al hombre en el "estado estético" i totalidad garante de
(punto arquimédico) donde se lleva a cabo la reconciliación de sus dos semejante queda ele
naturalezas266. Dicho en otras palabras, solamente la experiencia estética
puede emancipar al hombre del dominio tiránico de la razón instrumental
' y cognitiva.
1 En contraposició
desencadenado por la modernidad ilustrada. de lo sublime com
Schiller entiende su programa como una reacción al fracaso de la
revolución francesa de 1789, en la que inicialmente había colocado su l
267. cf. H.R. Jauss, op.cit.,
268. F. Schiller, op.cit., car
269. cf J.F. Lyotard, "Dai
264. Ibid., carta 16. Véase también id.,
265. Ibid., cartas 18 y 19. Spuren 17 (1986).pp
266. Ibid., cartas 25 y 26. 270. cf. Id., El entusiasmo.
"armonía preestablecida", rechazando con ello las continuidades entrc lo
verdadero, lo bueno y lo bello. Aquí ya no se trata de contemplar la real i
1' romanticismo27z.De
nía, tal como lo habí
dad social como un todo cuyas diferentes partes deberían ser reconcili;~ momento.
das, sino de aprender a vivir con la heterogeneidad, el dolor y la contiii
gencia. Si en el primer caso la experiencia estética se encuentra vinculatl;~ Románticas son,
al momento de la simetría, la congruencia y la homogeneidad, en 1.1 época (Martí, Ugarte
segundo lo estético se piensa, más bien, como disonancia, incongruenci,~ 1 sociales -es decir, ed
nancia y solidaridad
y heterogeneidad. 0 , para utilizar el lenguaje de Lyotard. si la estética dc ; ción adquiere un cara
lo bello se representa la vida social como un continente, en donde todo\
los habitantes pisan la misma tierra, la estética de lo sublime la piensa / que podrá "redimir"
Puerto Rico, llevánd
como un archipiélago, en donde cada uno pisa terrenos diferentes y sepa
rados entre sí270.LO "estético" en este caso no radica en eliminar el aguii con matices casi heg
que separa las diferentes islas, sino en aprender a navegar entre ellas. Si un proceso cósmico d
se sigue la matriz de lo bello, la sociedad tendría que ser pensada como uii arrancando gradualm
organismo cuyas partes deberían ser "coordinadas" por una instancia cen- de perfección"274.E
tral encargada de educar moralmente a los ciudadanos; si se sigue, eii universal es compart
cambio, la matriz de la sublime, de lo que se trata es de que éstos elaboren valores estéticos d
por sí mismos estrategias que les permitan desplazarse transversalmente Vasconcelos habla de
en el mar de las heterogeneidades. comunidad regida po
considera la belleza
2) Ahora bien, nuestra tesis es que el modernismo latinoamericano modelo deberían ajus
fué una reacción romántica al predominio de la racionalidad instrumental modernistas buscan
(encarnada en el positivismo), y que, justamente por eso, continuó "edad de oro", análo
moviéndose en los límites definidos por la estética de lo bello. Con razón en el siglo XVIII. D
decía Octavio Paz que el modernismo se caracterizó por una "nostalgia de mundo griego. Mund
la unidad cósmica"271.Esta nostalgia se explica, en opinión de Paz, por el do con sus dos natura
caracter especial que adoptó el positivismo en América Latina. Mientras
que en Europa central el positivismo fué la ideología de una burguesía Como puede obs
liberal interesada en el progreso industrial, en América Latina se convirtió todavía al interior de
en instrumento de una oligarquía de grandes terratenientes que buscaban unidad, reconciliació
afirmar sus privilegios mediante el desmantelamiento sistemático de la cosmovisión románt
metafísica y la religión. El resultado fué la crisis vivida por los intelectua-
les de finales del siglo XIX, semejante a la que había atormentado a los
románticos europeos un siglo antes: la nostalgia por las antiguas creencias
272. Id., Los hijos del limo,
religiosas y el horror ante la contingencia de la vida, que exigían, de algún
273. J. Martí, El tercer aiío
modo, recuperar para siempre la unidad perdida. El modernismo fué, Editorial de Ciencias
entonces, la respuesta a ese vacío espiritual dejado en las élites intelectua- acción del partido rev
les por el positivismo. Fué, como bien lo dice Octavio Paz, un verdadero Martí y su relación c
"Modernismo, modern
2 (1993). pp. 41-52.
que operaba con ca
Desencuentros de la m
271. 0. Paz, "El Caracol y la sirena", p. 103
reducida a un sólo principio. De este modo, el modernismo revive lo& ron un papel "orgánico"
motivos del "discurso utópico americano" que ya esbozaran 10s historiii exclusivo de los letrado
dores europeos del siglo XVI, en donde se pretendía ver en América I:I Angel Rama, sepultó la
conciliación definitiva entre el ser y el deber ser que no había podido re:) esquemas rígidos de la e
lizarse en Europa275.Tales narrativas utópicas escamotean el juego de las letrados, más que reflej
heterogeneidades y lo proyectan en una unidad imaginaria que, a la largi. expresaron la impotencia
termina legitimando la praxis tendiente a su homogenización. Por eso poder institucionalizado.
pensamos que la sensibilidad modernista preparó el camino a 10s regímc-
nes nacionalistas y populistas que surgirían en América Latina desde los "Los mito
años treinta del siglo XX. No es difícil ver la relación de la estética de lo obviamen
bello con los intentos del APRA por legitimar discursivamente la identi- sino de lo
dad continental en base a una ontología de lo telúrico (Antenor Orrego, saciones d
cuales des
Haya de la Torre), o bien con los proyectos de "educación humanista" dc
las masas por parte del Estado mexicano (Vasconcelos). La reducción de una percep
ras, y sim
todas las diferencias culturales a un sólo principio -un mestizisino O indi-
genismo romantizado- era la vía para asegurar el surgimiento de un acerca de
Dicho de
Estado popular que garantizara al mismo tiempo la "unidad
opera den
Llegados a este punto podemos concluir que los imaginarios sociales res del po
creados por el modernismo no representaron, como lo afirma Iris M. de espont
Zavala, un proyecto alternativo de emancipación frente a los imperativos ciones y r
de la racionalidad instrumental, sino que, por el contrario, jugaron como pesinos-ob
su coritraparte. Pues las fantasías, proyecciones y energías utópicas libe- la izquier
radas por los intelectuales modernistas no estuvieron marcadas por el blemente
signo de lo sublime -como ocurrió, por ejemplo en el caso de Desde este punto de
U n a m ~ n o - ' ~ ~sino
. que se articularon bajo la guía de lo bello. NO fueron, tica de lo bello, con su
por ello. expresiones de un "proyecto colectivo", como quiere la teórica positividad colectiva, la
puertoriqueña bajo el supuesto de que los intelectuales modernistas juga- sociales de los moderni
da, estos imaginarios rep
despliegue del liberalism
la industrialización lati
275. cf. F. Aínsa, De la Edad de oro a El Dorado. Ciénesis del discurso utópico americano. México, otra cosa que mitos der
F.C.E., 1992. Algunos d e los motivos utópicos retoinados por el modernismo son la idea de
la "alteridad radical" de la cultura latinoamericana. el proyecto de la superación de todas las
nomía del orden de los s
contradicciones sociales, el retorno al estado de inocencia y el mitode la pureza cultural.
276. Esta relación entre niodernismo y nacionalisnio ha sidoseñalada también por David Harvey,
The condition of Postmodernity. An enquiry into the oripins of cultural change. New York,
Basil Blackwell, 1990 (3 ed.), cap. 16.
277. La misma Iris Zavala ha mostrado esto muy bien, al obbxrvar que la estética de Unamuno se
organiza como una interacción de simultaneidades. El pensadorespañol habría atribuido pre-
eminencia a la palabra hablada sobre la palabra escrita y destacado el papel del su.jeto indivi-
dual como entrecruce de incertidumbres, dudas, reformulaciones y preguntas. (cf. I.M.
Zavala, Unamuno y el pensamiento dialógico, Barcelona, Anthropos, 1991, pp. 17-47). Por 278. A. Rama, op.cit., p. 87.
desgracia, no fué este el proyecto que logró inponerseen AméricaLatina. 279. Ibid.. pp. 77-78.
NARRATI
TEO
La propues

Cuando Edward
hubieran imaginado q
investigación académ
formas textuales med
sobre el "oriente", Sa
ciencias humanas, si
setenta por teóricos c
francés había estudia
so, mostrando en qué
circula o es adminis
amplía este enfoque y
europeas construyen
metropolitanas, espec
trol. Es el poder ejerc
sin restricciones a ot
producción de una se
y etnológicos sobre el
El camino inicia
Homi Bhabha y Gay

280. E. Said, Orienralirm. W


Lid, 1978.
manera en que el "discurso colonial" produce al colonizado como objcio superar. Bhabha bpta,
de investigación científica. Spivak afirma que la historia del imperialisiiio lizados por el discurso
está marcada por una "violencia epistémica": al ser contruido mediantc c l cursiva que, a través d
discurso, el sujeto colonial se convierte en una proyección europea; cii but not quite") muest
una metafísica donde las heterogeneidades y las diferencias se encuentriiii csntingencias de aque
subsumidas en un lenguaje homogéneo. El "otro" es representado coiiio unidad sustancial. Tal
una esencia unitaria, como una realidad que es posible conocer, clasific:ii de un control racional
y controlar. Aquí la filósofa india sigue de cerca las tesis deconstructiv;ix
de Jacques Derrida, quien ya desde los años sesenta había proseguido I;i Los trabajos de S
crítica de Heidegger a la metafísica occidental. Según Derrida, la preteii amplia y difundida co
sión elevada por la ciencia occidental de poder re-presentar los signos tic, "teoría poscolonial" y
la verdad a través de un lenguaje transparente, es: desde el comienzo, L I I I ción discursiva tales c
acto de violencia. Conocer es someter, asir (be-grelffen),dominar, reducii Me interesa sobre tod
a la unidad, objetivar. De ahí la afirmación de Spivak de que no hay ámbito de los estudio
representación del "otro" sin cathexis, esto es, sin una autoproyección dis como desde allí se bus
cursiva del sujeto que enuncia sobre los sujetos enunciados. Y de ahí taiii sofía latinoamericana.
bién su tesis de que no existe un sujeto colonizado que, irrumpiendo lonial" es una continu
desde la exterioridad de las estructuras imperiales, pueda articular su vol América Latina inicia
a través de los discursos de la ciencia occidental. Quien pretende reprc cuya resonancia no h
'
sentar la "conciencia popular" en un discurso articulado según la episte Creemos
mología del saber occidental (filosofía, sociología, etnología, historia. "Grupo Latinoamerica
etc.), está en realidad trabajando con los mismos mecanismos utilizados sido articulada en el "
desde siempre por el discurso colonial281. puede servir de "puent
Por su parte, Homi Bhabha utiliza el psicoanálisis de Freud y Lacaii las tesis que serán pres
para mostrar que los discursos europeos en donde el "otro" aparece como
una esencia unitaria ubicada en la "exterioridad", son en realidad fantasías
282. H. Bhabha, The Location
imperiales, imágenes oníricas proyectadas hacia afuera en las que Europa
283. Para un estudio de las d
se representa aquello que desea poseer. Tanto las utopías renacentistas History and the West, Lo
como los discursos sobre el "buen salvaje" son fetichizaciones de un obje- 284. Como lo demustran las
to que solo puede ser controlado en la medida en que puede ser reducido 21 Estados Unidos, Inglate
una unidad representable. Los "discursos de identidad" son generados. Postmodernism Debate
B. Scharlau (ed.), Latein
entonces, a partir de prácticas institucionales de control y dominio quc und Postmoderne, Tübi
producen narrativamente al otro como un todo homogéneo: )Por ello. Posmodernidad en la p
rechazar estas prácticas colonialistas no significa apelar a una supuesta Berlin, Langer Verlag,
"autenticidad cultural" del sujeto colonizado, pues este tipo de idealiza Colonialism and Post-M
Yúdice / J. Franco / J. F
ciones recaen en el mismo sustancialismo logocéntrico que se quierc Culture, Minneapolis 1
Lange-Churión (eds.), h
Press, 1996.
285. cf. Latin American Suba
281. G.Ch. Spivak, "Can the Subaltern Speak?', en P. Williams / L. Chrisman (eds.), Coloniol M. Aronna (eds.), The P
Discourse and Post-Colonial Theory, New York, Columbia University Press, 1994, pp. 66- conformado, entre otros
111. María Milagros López y
Este grupo de cientistas sociales, en su mayoría intelectuales exiliii , prisioneros polític
dos que han aprendido a vivir "entre dos mundos", se propone dar cueni;i vendedores ambul
de los cambios ocurridos en las sociedades latinoamericanas en las úlii yen oralmente sus
mas dos décadas. Los procesos de democratización, la bancarrota dcl
Como puede o
comunismo y el consecuente desmantelamiento de los proyectos revolu
los principales tóp
cionarios, la nueva dinámica social creada por los efectos de los muss
lando la imposibil
media y la economía transnacional, la redefinición de los espacios políri nente a partir de u
co-culturales en casi todo el subcontinente, el nuevo protagonismo ejerci
siera detenerme e
do por la floreciente comunidad hispana en los Estados Unidos, todo\
este grupo, el sem
estos son fenómenos que demandan una revisión a fondo de las epistemo
za una re-lectura d
logías con que operaban las ciencias sociales latinoamericanas hasta lo\
la discusión posco
años setenta286.Ante todo, el GLES se interesa en la revisión de un cierto
Said, Bhabha y S
tipo de historiografía ilustrada que trabajaba en base a paradigmas bina
colonialismo. Pue
rios de análisis social. La desventaja de este tipo de paradigmas x o n sil
solamente el colon
oposición radical entre el centro y la periferia, la cultura alta y la cultur;~
colonialismo a niv
popularoel desarrollo y el subdesarrollo, el primer y el tercer mundo, I;i
ciertas prácticas de
civilización y la barbarie, los opresores y los oprimidos, etc.-, radica eii
los órdenes del sa
haber ignorado el curacter híbrido y mutante de los grupos subalternos eii
modificaciones qu
Latinoamérica. Problemas relativos al sexo, la raza, el idioma y las etnias.
ciación. Esto imp
así como modelos alternativos de sexualidad y formas diferentes de cono
imperialismo traba
cimiento y de acción política, fueron integrados en categorías sustancin-
trata ahora es de m
listas como "pueblo", "clase" y "nación", o subsumidas en metanarrativíi~
el discurso europe
que privilegiaban modelos eurocéntricos y androcéntricos de subjeti-
ción.
Tales paradigmas eran incapaces de captar el protagonismo que
desde los años setenta comenzaban a tener en Latinoamérica una serie dc En opinión de
sujetos sociales no asimilables a la concepción iluminista de la política. mericana donde se
Las revindicaciones políticas de estudiantes, mujeres e indígenas, así te en la lectura
como las manifestaciones urbanas de contracultura como el reggae, el O'Gormann en los
rock y la salsa, eran nuevas formas de auto-represenlación, que se consti- OGormann habría
tuían por fuera -y en oposición- a cualquier tipo de instancias centraliza- neutral ubicado en
doras de poder. Se expresaba con ello un rechazo al papel de "represen- la construcción sim
tantes del pueblo" que habían asumido las vanguardias intelectuales y invención de la re
artísticas en los años anteriores. A diferencia de las grandes representacio- deconstruye una hi
nes unitarias lanzadas al mercado internacional de imágenes por el realis- textos como si fue
mo mágico o la teología de la liberación, empezaron a revindicarse las única función serí
"pequeñas historias", las de aquellos grupos de mujeres, homosexuales, citado por Mignolo

286. Ibid., p. 135.


287. Ibid., p. 143. 288. Ibid., p. 140.
uruguayo Angel Rama en su libro í i 2 ciudad letrada (1984). En esa o1,i.i I Dussel y Rodolfo K
IN se inscriben en una
se ofrece una teoría de la manera como el poder ha operado i.11
Latinoamérica a través de la escritura alfabética. Los textos escritos hahi i re-definir) el "luga
an funcionado como mecanismos de dominación al interior de una episit. , cultura occidental.
mología ilustrada que excluía automáticamente del perímetro de la "vci Zea inicia un esfue
dad" cualquier manifestación opinión de Mignolo
rarse de un lorlrs e
En escritos posteriores, Mignolo prosigue su intento de mostrar articula el discurso
qué manera se fué creando en América Latina un loc~rsposcolonial (It. solamente treinta a
enunciación. Así. por ejemplo, en su excelente artículo Herencias colo marginación y la b
tziales y teorias postcoloniales, polemiza con la tesis defendida poi Pró~peroy Calibán
Rolena Adorno y Jorge Klor de Alva en el sentido de que las teorías pos filoscfía de la hist
coloniales habrían sido una preocupación más ligada a las herencias colo entre América Lat
niales inglesas y francesas, que a las españolas y portuguesas2"". (subalternas) de oc
Aceptando el hecho de que la mayor parte de las teorías poscolonialc tes y, simultáneame
surgieron en regiones culturales que experimentaron la "segunda etapa tlt. estas dos áreas cult
la occidentalización", llevada a cabo fundamentalmente por el expansio so centro-europeo
nismo inglés y francés, Mignolo destaca los aportes realizados en aquell;~ este discurso son cr
región latinoamericana que vivió con mayor intensidad la influencia dc nado en su pureza o
tales herencias: el Caribe. Escritores como Franz Fanon, Edouartl partir de las márgen
Glissant, Aimé Césaire, Fernando Ortiz y Roberto Fernández Retamal.
articulan un tipo de pensamiento que, aunque no se autoidentifique como También el pro
"poscolonial", posee todos los rasgos del que en el debate actual es acep- anclado en las subc
tado como tal. Lo que busca Mignolo al citar estos autores es mostrar quc hacia la creación d
así como existen diferentes tipos de herencias coloniales, también existe11 frente al intento de
diferentes tipos de teorías poscoloniales. También en las ex-colonias cionalmente como
españolas y portuguesas se logra articular un discurso oposicional quc sos alternativos al
reviste las características de lo que hoy se denomina "teoría poscolonial". Mignolo destaca de
La construcción de lugares diferenciales de enunciación -lo que Homi "auténticamente am
Bhabha llamó la "re-localización de la culturam-, es justamente lo quc Homi Bhabha, cons
expresan conceptos tales como el de "Transculturación" en Fernando ca pensar en Améri
Ortiz o figuras como la de "Calibán" en Femández Retamar. donde se cruzan dif
goría de la "fagocit
Precisamente aquí, en el proceso de relocalización de la cultura, es "transculturación"
donde Mignolo cree reconocer el aporte fundamental de la filosofía lati- intermedio" del bra
noamericana. Además del ya mencio.nado Edmundo O'Gormann, teorizar situaciones
Mignolo destaca tres nombres en este proceso: Leopoldo Zea, Enrique nea a diferentes es

289. W. Mignolo, "Colonial zind Postcolonial Discourse. Cultural Critique or Academic


Colonialism?', en Latin Atnerrcan Research Review 3 (1991), pp. 120.1 31.
291. Ibid., pp. 27-28.
290. Id., "Occidentalización. Imperialismo, Globalización: Herencias coloniales y teorías
Postcoloniales", en Revisr~iIberoamericana 170-171 (1995),pp. 2 7 s 292. Ibid.. pp. 32-33
espacios híbridos y de las zonas fronterizas, estaríamos frente a un peiiX6i puede emerger una
miento decididamente poscolonial. La "fagocitación" de lo blanco poi- lo Su filosofía supone
indígena, o, como Kusch solía decirlo, del Ser por el Estar, adquiere 1x11 ii una plena concien
Mignolo el mismo sentido que la "barbanzación" de la que hol)lii París, que en Méxi
Leopoldo Zea. En ninguno de los dos casos se estaría operando con calc. muy valioso de re-
gorías binarias que oponen lo europeo a lo nativo y lo bárbaro a lo civili caracteriza al pens
zado, es decir, a partir de una hermenéutica monotópica que postula ;II hacia un lugar
"otro" a partir de una experiencia "central" de la modernidad. Por el coi1 "Analéctica". Mign
trario, se trataría de lo que Mignolo llama una hermenéutica plurithl?it.(/ Homi ~ h a b h aA
que se construye en una zona intermedia, en un tercer espacio dondc yii te una relectura de
no es posible un dualismo entre lo propio y lo ajeno, entre el centro y I i i zación política en l
periferia, entre la alteridad y la m i ~ m i d a d ~ ~ ~ . les ingleses, el ot
La propuesta de Enrique Dussel, el tercero de los filósofos latinoan~c. expresar el "males
ricanos mencionados por Mignolo, constituye -en su opinión- un inteiiio de racionalización
distinto y, a su vez, complementario a los de Rodolfo Kusch y Leopolilo
Zea, pues se trata de una crítica a la occidentalización desde la expericii 2. OBSERVACIO
cia periférica de la colonización. Y aunque en los años setenta Dussel vcíii
ANTICOLONI
la filosofía de la liberación como una toma de posición posmoderii;~.
Mignolo afirma que esta se encuentra más cercana a la perpsectiva posco A continuació
lonial. En realidad, lo posmoderno y lo poscolonial son, en palabras tli- xión abiertos por M
Mignolo, "diferentes caras del mismo Mientras que la posmo relaciones entre el
dernidad es un discurso contramoderno que se empieza a articular cii sos modernos y el
"colonias de establecimiento" (settler colonies) como Estados Unidos y lonialistas de la fil
Canadá, el poscolonialismo es un discurso, también contramoderno, pero samiento de Mich
que se articula en viejas colonias (deep settler colonies) donde la domin;~ poscolonial, que n
ción europea fué particularmente brutal. 0, dicho de otro modo, mientriis las reflexiones de
que el locus enunciationis de las teorías posmodernas es el de antiguas textos que preparo
colonias que abandonan su condición periférica para convertirse en "ceii por Said fueron Lo
tros", el de las teorías poscoloniales se sitúa en colonias que jamás aban- la locura en la ep
donaron su condición marginal y periférica. En ambos casos hay una críii- 1 9 6 1 ~Said
~ ~ .mis
ca a los legados colonialistas de la modernidad, pero articulada desdc mar que Orientali
diversos horizontes h e r m e n é u t i ~ o sJusto
~ ~ ~ .en este espacio diferencial dc curso presentada e
enunciación, en estas zonas más de violencia que de contacto, es dondc Por mi parte, haré
llada por Foucault

293. Id., "On Describing Ourselves Describing Ourselves: Comparatism, Differences, ;iiiil
Pluritopic Hermeneutics", en id., Thr Darkrr Sidr of the Renaissance. Literacy, Territori<rltri
and Colonization, The University of Michigan Press, 1995, pp. 1-25. 296. Ibid., pp. 28 SS.
294. Id., "Occidentalización, Imperialismo, Globalización", p. 29 297. R. Jacoby, "Margin
295. Id., The Postcolonial Reason: Colonial Legacies and Postcolonial Theories, Manuscrito, 1111 SeptemberIOctobe
8 SS. 298. E. Said. Orientalism
están barajando conceptos muy Útiles para la dilucidación del problciii;~ serie de figuras (la "Conc
que ahora nos ocupa. Humana") que, sobre el m
Como se sabe, el concepto de episteme en Foucault hace referenciii .I base de las asíllamadas "ci
un conjunto de relaciones de poder, normas sociales, reglas de jurisprii antropología, la sicología,
dencia y procedimientos de exclusión que hacen posible el ejercisio tli. de la episteme moderna ra
una práctica discursiva en una época determinada. Se trata, pues, dc I;i trascendentalización: para
organización geológica subyacente al saber; de las "placas tectónicux" to empírico debe proyect
-por así decirlo- sobre las cuales se van esquematizando nuestras expc. decir, debe volverse irrep
riencias más fundamentales y que produce, finalmente, una serie de sahc propia empiricidad. En o
res tendientes a ordenar y otorgar sentido a esas experiencias. En suma. I;i "Hombre" como ser soci
episteme funciona a la manera de un apriori ya no transcendental (Kuiii > posible únicamente en un
ni antropológico (Roig) sino histórico, que Foucault define como "loz sujeto centro-europeo, bla
códigos fundamentales de una cultura, los que rigen su lenguaje, S L I ~ como una subjetividad tras
esquemas perceptivos, sus cambios, sus técnicas, sus valores y la jerai. blema al que apunta toda l
quía de sus prácticas"29? Es claro que no se trata aquí de un apriori cons americana, como luego
truido por encima de la historia y conformando una estructura intemporal. Profundicemos, pues, en e
sino de un orden empírico a partir del cual las palabras son enunciadas. El mecanismo a travé
los gestos son comprendidos y los discursos filosóficos y científicos so11 mismo mediante su autoco
articulados. de lo que Maturana y Var
En el capítulo séptimo de Las palabras y las cosas Foucault afirmii ilusión de poder obyervar
que el orden moderno del saber define el conocimiento como una repro bajo el precio de quedar
sentación de la representación. Si la episteme clásica había roto con I,I ción. Esto debido a que
idea de que las palabras reproducen el orden del mundo, postulando eii moderna, el sujeto que ob
cambio el conocimiento como un sistema de signos que re-presenta la\ otros observadores, pero
cosas y les dispensa un orden, la episteme moderna va mucho más allú: cendental. La episteme m
no sólo le otorga a la representación la posibilidad de representar objeto\ perspectiva universal de o
(como en el caso de la filosofía cartesiana), sino también la posibilidad dc ciación, lo cual impide a
representarse a sí misma, es decir, de hacer visibles los principios quc permita dar cuenta de la i
determinan el acto mismo del conocimiento. Es Inmanuel Kant quien abrc , ciones. Por esta razón, las
la puerta a esta nueva configuración del saber, al plantear que existen una\ fueron capaces de mostrar
condiciones formales del conocimiento que no están vinculadas al ámbito traba, en realidad, profund
de la experiencia, de los textos o de los discursos, sino a la estructura cog- ral de los observadores.
nitiva de un sujeto trascendental. Aparece, entonces, la figura de la rej2e- espacios sociales, económ
xicín, del retorno de la conciencia a s í misma para buscar allí los funda- de otras observaciones, de
mentos últimos de la verdad. De este modo, la episteme moderna crea una mas de ser observados. Pe

299. M. Foucault, Las pnlabr~7sy 1o.s <,osas.Utla orqueologín dr Ius <,iericinshumonns. Barcelona. 300. H. Maturana / F. Varela, Der
Planeta 1 Agostini, 1984, p. 5 . chen Erkenne~is,München. G
hasta mediados del XX por el imperialismo y el colonialismo europc-115 hacerse desde y a
no estaban dadas las condiciones para la emergencia de tales espacici5 Pero en la epoca d
Gracias al expansionismo mercantil y a las relaciones de dominio est'ihlc lejos de una ruptur
cidas con sus colonias, Europa se constituyó de facto en el lugar privilc lugar propio de en
giado de observación. Esta configuración del poder colonial es lo qiii observando al inte
hace posible el surgimiento de la episteme moderna y, al interior de ell.~ observación en aq
d e toda una serie de auto-observaciones centro-europeas camufladas h;ip I la modernidad ilus
la máscara de la universalidad, la objetividad y la verdad. sadores hicieron de
rias que contrapon
Pero, ¿qué ocurre -nos preguntamos- cuando las placas tectónicas rl(.l
caos y el progreso,
saber comienzan a moverse? ¿Qué pasa cuando ciertos desplazamienioh
sí mismo como anc
en las relaciones de poder entre Europa y sus colonias crean "fisuras" :il
que en últimas term
interior de la episteme moderna? Tomemos como ejemplo lo ocurrido uii,~
vez finalizadas las guerras de Independencia a comienzos del siglo XIX 1 Observar obse
cuando, en pleno proceso de constitución de las nacionalidades, un gr;iii I sí mismo, pues el s
número de intelectuales latinoamericanos empezaron a mirar haci;~ N aquello que le hac
Europa, concretamente hacia Francia e Inglaterra, con la esperanza dc- mostrado Foucault
encontrar allí las herramientas para avanzar hacia una "emancipacitiii nes quedan inscrita
mental" del colonialismo hispánico. Pensadores como Sarmiento y orígen de la cultur
Alberdi -para tomar solamente dos casos representativos- viajaron i i propia trascendenta
Europa buscando modelos de organización política y social aplicables i i observacion de Sar
las jovenes naciones hispanoamericanas, pero su observación de la vidi latinoamericano de
cultural metropolitana no fué una simple copia de las observaciones qiiC en tomo a la pre
los intelectuales europeos hacían de su propia cultura. Se trató, más bici). Latinoamerica en
de una mirada realizada desde las márgenes de la episteme moderna y, poi- está, que en su mo
ello mismo, desde un lugar diferencial de enunciación que hacía posible. firmación continen
observar las observaciones realizadas desde el entro"^^^. Podríamoh norteamericano. Pe
hablar de observaciones de segundo grado (apropiándonos libremente dcl cado por la transn
concepto de Luhmann), en las que se da ya un reconocimiento implíciio de la cultura y la g
de una pluralidad de observaciones y de sujetos que observan. No obstan- mericano ha come
te, todavía no se avanza hacia un análisis de cómo observan esos sujetos y mente de observa
cómo llevan a cabo esas observaciones. Esto supondría pasar ya a una hacia una observac
observación de tercer grado, es decir a una observación del orden dcl manifestaciones "p
saber desde el que las observaciones europeas observan, lo cual requieri- y subversiva que la
ría necesariamente una ruptura epistemolrígica con ese orden. Esto sc cular un lugar "pro
explica por el hecho de que la observación de una episteme no puede colonialismo, sino
nismos epistemoló
decir, se trata de un
se construyó discu
colonizado, transg
301. Debo estas anotaciones a mi diálogo con Andrea Pagni y la lectura de sus textos "Facundo y
los saberes de la barbarie", en dissens 2 (1996). pp. 59-68.. y "Juan Bautista Alberdi: Eiii observación, que i
Amerikaner in Europa" (manuscrito). des y líneas de fug
rior de lo que denominaríamos una episteme pos-ilustrada, o, si se qiiicii y "Sein" de Erich Fromm
poscolonial, que para el caso latinoamericano se empieza a consolitl;~~ Ferdinand Tonnies y, prin
hacia finales de la década de los ochenta con la recepción y transforiii;~ (Seiend) de Martin Heideg
ción del debate posmoderno. tensión no resuelta atravi
Latina. Kusch utiliza inclu
sentar al "ser" como la tes
al punto que nos interesa -
Pero en Kusch, la sín
en el sentido de Leopoldo
Habrá que preguntarse, en este contexto, cuál es el estatuto episteiiio
en Dussel, sino un proceso
lógico de la filosofía latinoamericana, con lo cual retomaremos la leciiii;~
por debajo del umbral de
que realiza Mignolo de Leopoldo Zea, Enrique Dussel y Rodolfo Kuscli
dice, "al márgen de lo qu
La pregunta concreta que quisiera responder es la siguiente: jestanioj
civiliza~ión""~.La fagoci
aquí frente a un tipo de razón poscolonial -como afirma Mignolo- o siiii
ceso que se juega en las c
plemente frente a una crítica moderna y anticolonialista de la moderiii
hombre experimenta su pe
dad? otras palabras, la fagocitac
Veamos primero cuál es el sentido de la categoría "fagocitacióii". proceso mediante el cual
introducida por el filósofo argentino Rodolfo Kusch, que Mignolo idenii disuelve en el "magma vit
fica como un intento de teorizar poscolonialmente los espacios culturalc fundamento último de la e
intermedios. La hipótesis central de Kusch es que en América Latina -y es un fenómeno exclusiva
concretamente en la región andina- coexisten dos formas antagónicas dc telúrica es el ámbito prim
vida. Una, proveniente de Europa y asentada en las grandes ciudades, sc donde se encuentra abrig
orienta fundamentalmente hacia el dominio de la naturaleza mediante I;i fagotización, pero son pro
ciencia y la técnica. Es una actitud frente a la vida que, basada en cl marcha una dinámica que
orden, la moral y el trabajo, impulsa a los hombres a querer "ser-alguien" pertenencia a la tierra, la v
en el mundo y les mueve a proyectarse hacia el futuro. Kusch denomina ;i cías. En Europa no existen
esta forma de vida la "cultura del sernm2.La otra, proveniente de las cul ver la tensión del "ser"
turas indígenas y asentada en el campo y los suburbios, se halla compro- Retomando algunos motiv
metida con el espacio geográfico, con el suelo, y es, por ello mismo, está- ma que la cultura europea
tica, emocional, inmanente. Lejos de buscar un dominio de la naturaleza y ha perdido el ámbito telúr
de esbozar proyectos futuros de realización individual, la "cultura del de vivir permanentemente
estar" - así la denomina Kusch - se orienta hacia el "aquí y el ahora", es bio, en regiones como A
profundamente comunitaria, femenina, resignada frente a las contingen- indígena y popular del "E
cias de la vida y conforme con lo que se tiene303.En el transfondo de esiii giosa y seminal. La "pequ
división entre el ser y el estar late la contraposición bipolar entre "Haben" Latina por la "gran histori

302. R. Kusch, AmCricu Profunda, Buenos Aires, Editorial Bonum, 1975 (2. edición), pp. 112 SS. 305. Ibid., 173.
303. Ibid., pp. 101-106. 306. Ibid., p. 172.
304. Ibid., p. 170. 307. Ibid.. p. 180 SS.
hacia una filosofía verdaderamente universal, que deberá incluir la visicíii Sin embargo, Zea
que tienen estos pueblos dominados sobre sí mismos y sobre sus domina romper el círculo vicio
dores. En lugar de seguir imitando el enfoque europeo de la historia, lo\ drama La tempestad de
pueblos situados al margen de los centros de poder deberán plantear I;I se rebela contra su amo
pregunta por su identidad cultural y, a partir de ella, elaborar una filosofli~ enseñado a hablar, y el
de su propia historia. Esto es justo lo que intenta Zea con su proyecto clc cir! !Que caiga sobre v
una filosofla d e la historia latinoamericana. guaje!".314.En este epi
historia liberada del bo
Vistas las cosas con rapidez, pareciera que el proyecto de Zea estuvic-
do colonialista europeo
se dirigido hacia una ruptura con el orden moderno del saber, al interior
civilizadores en Latino
del cual se articularon los discursos eurocéntricos de Marx y de Hegel.
lenguaje. Es necesa.rio q
para avanzar hacia una razón filosófica poscolonial. Pero una mirada más
para que, en ese mismo
profunda nos mostrará que la intención de Zea es, en realidad, servirse dc
una actitud crítica fren
los elementos conceptuales sobre los que se construyen estos discursos.
Zea, se caracteriza por
convencido de que su adaptación a una filosofia de la historia bastaría
para superar el eurocentrismo. Zea piensa que la historia latinoamericana dialéctica de la historia
se caracteriza por lo que él llama una "yuxtaposición de negaciones". Esto (Aufgehoben) para no v
significa que en lugar de asumir las influencias extranjeras en un movi- para la constnicción de
miento dialéctico arraigado en la propia cultura, Latinoamérica ha preferi- dialéctica de la historia
do negarse a sí misma y orientar su historia en base a experiencias ajenas. y lo que se quiere se
Una vez lograda la independencia en el siglo XIX, las elites criollas pro- "Europa o el Occidente
curaron desembarazarse de todo el pasado indígena y español para adop- el impacto de su codici
tar mecánicamente ideales socio-políticos nacidos en Francia, Inglaterra y sí, pero también a mald
los Estados Unidos. Se pretendía cancelar el pasado colonial mediante su Tal podría ser el sentid
negación abrupta, olvidándolo como si jamás hubiese existido, y comen- cultural de Occidente,
zar todo desde cero, asumiendo como propia la experiencia histórica dc como en Asia y en fri
otras naciones. Como Emma Bovary, la famosa heroína de Flaubert, las modernidad sino media
naciones latinoamericanas fracasan históricamente Dor verse a sí mismas rio, como podrá ser sup
de una manera diferente a como eran en realidad. En lugar de tomar en Resulta evidente q
cuenta su propia realidad cultural, América Latina prefiere negar esa rea- del "Tercer Mundo" en
lidad para adoptar como propia una realidad extraña3i2.El resultado fue modernidad. Al igual q
naturalmente la dependencia, la imitación de los hábitos, costumbres y históricas, sociales y c
modos de vida propios del colonizador. Este "bovarismo" institucionaliza- proyecto de "síntesis"
do, esta "extraña y absurda filosofía de la historia" -nos dice Zea-, "pare- sobre la diversidad, la
ce no solo propia de los pueblos de ésta nuestra América, sino también de sublime. Una síntesis y
todos los pueblos que, a lo largo del planeta, han sufrido el impacto de la el advenimiento de un
expansión del mundo ~ c c i d e n t a l " ~ ' ~ .

314. Ibid., p. 34.


3 12. Ibid., p. 20. 315. Ibid., pp. 165ss.
3 13. Ibid., p. 166. 3 16. Ibid., p. 35.
Prósperos ni Calibanes sino únicamente "hombres sin más". No en vano establecen de este modo un
el filósofo colombiano Roberto Salazar Ramos califica el pensamiento dc co" que no pueden ser tran
Zea como la versión latinoamericana del proyecto europeo de la moderni- inmuniza al sujeto trascend
dad: convierte en fundamento inf
las cosas - excepto a sí mism
"El proyecto de la filosofía latinoamericana de la liberación Atreverse a transgredir los l
guarda una similitud con el proyecto de la modernidad trascendental es un acto inm
europea: le creencia en una historia universal, en un sujeto ejemplarmente sancionado.
universal, en una cultura universal; solo que en el caso de la instituciones de investigació
filosofía latinoamericana esa universalidad era vista y perci- sino también las prácticas d
bida desde las márgenes de la-modernidad, pero haciendo
nias, funcionaron como m
parte de ella... La filosofía latinoamericana se postuló, sin
consideraba irracional, ano
quererlo, como el proyecto de una filosofía de la moderni-
costumbres. De este modo,
dad para América Latina: para dejar de ser "colonias" o
mo realizada en nombre de
"naciones periféricas" había que alcanzar la modernidad
Leopoldo Zea, se mueve tod
europea. Lo utópico de la modernidad latinoamericana radi-
que produce y legitima el d
caría en que no sena una modernidad imperialista, como la
europea, sino una modernidad humanista, la de un sujeto ello es un mérito que no c
reconciliado, plenamente emancipado, a u t ~ n o r n o " ~ ' ~ . practicante de la "Historia d
fo argentino Enrique ~ u s s
En efecto, el discurso humanista de Zea, que se inscribe plenamente
En efecto, Dussel sabe
en los límites de la episteme moderna, es un buen ejemplo de la manera
gicos que han hecho posible
cómo funciona lo que hemos venido llamando una observación de primer
grado. Como bien lo ha mostrado Foucault, la figura del "hombre sin tigar de qué manera se ha p
más" cumple en la episteme moderna la doble función de ser, al mismo identidad cultural, como pre
tiempo, sujeto y objeto del conocimiento. Al establecer las condiciones de la "Historia de las ideas". C
posibilidad de su propio conocimiento empírico y al decretar unos crite- proyecto está condenado al
rios de conducta universalmente válidos, el sujeto trascendental en todas truido sobre las bases mism
sus variantes (la "Conciencia", la "Humanidad, ,la "Persona Humana", el de su fachada latinoamerica
"Espíritu", etc.) excluye automáticamente la posibilidad de observar la xiona sobre lo propio toma
empiricidad desde la que se decretan esos criterios y se establecen esas por excelencia. Por eso,
condiciones. En otras palabras, al postularse a sí mismo como orígen del comentar lo que se ha pens
sentido, del lenguaje y de la historia, el sujeto trascendental queda por condiciones de posibilidad
fuera de todas las contingencias que atraviesan a los sujetos empíricos. mascarar los fundamentos
Todas las diferencias de edad, sexo; raza, clase, etnia y nación son vistas de Heidegger se da cuenta
como secundarias, como derivadas de una meta-identidad universal (la
"Naturaleza Humana", la Razón) que preexiste a las prácticas sociales
mediante las cuales nos constituimos como sujetos éticos y políticos. Se 31 8. Para una crítica de la adopción
véase H.F. Mansilla, "La ensay
en dis~ens2 (1996). pp. 1-16. P
Castillo Durante. "Rethinking
Toro / A. de Toro (eds.), Bor
317. R. Salazar Ramos, "El ejercisio de la filosofía como arqueología", en dissens 1( 1995). p. 45. Frunkfitrt, Vervuert, 1995, p. 1
miento ontologico y colonialista de la modernidad. pero lamentablemente Ricoeur, concretam
elige un camino -a través de Ricoeur y Levinas e inspirado por una visión coherencia a la vida
cristiana de corte populista- que muy pronto le desviará de su objetivo. en imágenes, mitos
La "filosofía de la liberación" propuesta por Dussel se describe a s í aceptadas por la soc
misma utilizando los mismos signos de identidad definidos por aquella la función de la filo
modernidad que pretende superar. El anuncio mesiánico de una nueva mítico" en torno al
época, la retórica ilustrada del Ubemindung. el gesto de la ruptura con el comunidad. Su obje
pasado, tales son las cartas de presentación utilizadas por el pensador América Latina, al
argentino. "Desde la "Alteridad" - escribe Dussel- surge un nuevo pensar qué consiste el "ho
ya no dialéctico sino analéctico y, poco a poco, nos internamos en lo des- simbólicamente su v
conocido por la filosofía moderna, para la filosofía europea presente, para cree ver Dussel la e
el pensar logológico, instaurando una antropología latinoamericana con la diferente (y exterior
pretensión de ser la cuarta edad de la filosofía y la real filosofía contem- racionalidad centrad
poránea post-imperial, válida n o sólo para América Latina, sino igual- pienso" cartesiano) q
mente para el mundo árabe, el Africa negra, la India, el Sudeste asiático y lidad que nace de la
la china"'I9. Dussel no solo entiende su filosofía como el primer logos que sufre, que sabe
auténticamente latinoamericano, sino como el comienzo de la "cuarta tiene por ello modo
edad" de la filosofía mundial, la verdadera revolución copemicana en el demás, de trabajar, d
'
ámbito de la ética, cuyas propuestas deberán ser válidas en contextos tan tirse que se oponen
diferentes como India, China, Africa y América Latina y mostrarán final- través de la escuela
mente el camino de la "liberación" para toda la humanidad. sido tradicionalment
Sobra decir que, al elevar semejantes pretensiones, el pensamiento de na no posee todavía
Dussel tiene muy poco que ver con el de los teóricos poscoloniales, pues, la modernidad. Desc
como vimos al comienzo, lo que estos pretenden no es simplemente "vol- al pueblo es justame
tear la tortilla" y construir un ámbito de "exterioridad a partir del cual la es preciso el concur
"Totalidad" colonial pudiera ser "negada" dialéctica o analécticamente. zado y sometido po
Sin embargo, Dussel creyó siempre en la ilusión de que su "nueva filoso- críticamente y elabo
fía" tenía un referente socio-cultural ubicado por fuera de la totalidad la manera de maestr
colonialista. Una ilusión que, como lo vimos en el caso d e Rodolfo sofo - deberá ser ca
Kusch, resulta típica de los mecanismos autopoiéticos de observación traer a la conciencia
definidos por la episteme moderna. Se quiere observar lo "propio" mantenido en el inc
mediante su construcción como unidad trascendental, dejando por fuera darán a luz su libera
de la observación las empiricidades y heterologías d e a q u e l l o que se
observa. No es extraño, entonces, que el proyecto hermenéutico del pri-
mer Dussel se aproxime en muchos aspectos a la antropología filosófica 1 320. Véanse las reflexione
de Kusch. Aquí, sin embargo, la figura clave no es Heidegger sino Paul Latina. Coloniaje y l
pp. 53-73.
321. cf. id., Filosofía Etica
Edicol, 1977, pp. 180
no de la "concientiza
3 19. E. Dussel, Filosofía Etica Latinoamericana I. Presripuestos de unafilorofíu de la liberación), lectual orgánico". cf.
México, Edicol, 1977, p. 12. riales y las morales fo
l
Con todo, el gran
ción parte de una experiencia concreta: el dejarse interpelar por la voz del
pueblo oprimido. Su doctrina no es una teoría aprendida en los libros,
1 marginal de enunciació
más clara que Kusch y
sino que nace de un compromiso ético con el pueblo que clama por su do se observa desde el
liberación322. europea. A diferencia
Este recurso de Dussel a las figuras del "núcleo ético-mítico"
(Ricoeur), la "concientización" (P. Freire) y el "intelectual orgánico"
(Gramci) resulta muy ilustrativo, pues, al igual que el "humanismo" de
Zea, apunta directamente hacia los mecanismos que producen el discurso
1
1
es un fenómeno puram
miento, la reforma, la
mente a todo el mundo
no mundial, es decir
entabladas por Europ
colonial en la episteme moderna. Pensar la cultura con la intención de Europa era una cultura
descubrir en ella alguna "instancia fundamental", cual es la pretensión de musulmán. Sólo a part
/
Dussel, implica seguir reproduciendo una observación de primer grado, tralidad" planetaria - c
en donde tanto la acción misma de observar como el objeto observado son - puede hablarse del c
proyectados como lo otro de la historicidad. Se crea de este modo la ilu- modernidad no es un f
sión de poder observar "desde afuera", es decir, de poder leer, a partir de sino de un "sistema-mu
una conciencia transparente y crítica, un texto que escapa misteriosamente I tro". La "racionalizaci
a las heterologías de la historia. El lector es un sujeto que habla desde una las imágenes del mund
posición trascendental y portador, además, de un logos universal que per- terísticas centrales e in
manece oculto para aquellos que viven inmersos en las contingencias de to de una centralidad e
la vida. Su misión es liberar a'los sujetos empíricos de las trabas ideológi- militar, administrativo
cas que les impiden actuar y pensar. Su responsabilidad como "intelectual , Se rompe de este mod
crítico" es articular una "Etica" que pueda ser contrapuesta a los errores posición de un sujeto t
de la cultura dominante y hablar para el pueblo, para los desposeidos del cidad, si bien, como he
mundo, para todos aquellos que, por sus propios medios, no pueden la construcción discu
entender los mecanismos de dominación a los que están sometidos. En modernidad". Como en
suma, el intelectual crítico habla en nombre de un sujeto trascendental y propuesta teórica de D
es, por ello, guía de los ciegos, constructor de identidades y representante de segundo grado, cua
que toma la palabra en lugar de otros. De otra parte, el texto leído -en este ción de primer grado, c
caso el "núcleo ético-míticov- es pensado como un sustrato previo e inde- En suma, podemo
pendiente del acto mismo de su escritura. Al igual que Kusch, Dussel todavía hacia una críti
pasa por alto el hecho de que el así llamado "ethos de la cultura popular" los tres se encuentran
es un texto sin fronteras, cuyo proceso contínuo de escritura no puede ser definido por la episte
dirigido desde ningún centro, pues tiene como sujeto a una multiplicidad racionalidad se disfraz
de actores empíricos que leen y reescriben a su manera.

323. E. Dussel, 'The "World-


322. Para una crítica al mesianismo populista de Dussel, véase G . Leyva, "Modernidad y pp.1-7; Véase también i
Exterioridad en Latinoamérica. La propuesta de la filosofía de la liberación", en disseris I rnoderriidad, Madrid, Nu
(1995). pp. 1 1-32. Etica del Discurso y Filo
nes de su propia observación, quedando de este modo fuera de la misma.
Al marcar unos límites de observación que no pueden ser transgredidos,
la razón moderna queda imposibilitada para observarse a sí misma y para
someter a crítica sus presupuestos históricos y empíricos. Por eso, la cnti-
ca anticolonialista de Zea, Dussel y Kusch es en realidad una contrana-
rrativa moderna, que articulada desde las márgenes exterioriores de la
modernidad, hizo posible una observación de segundo grado con respecto
a Europa que hubiera sido imposible realizar desde el "centro".
Precisamente aquí radican sus méritos, pero también sus limitaciones.
Desde una perspectiva poscolonial, en cambio, la crítica al eurocentrismo
ya no se articula en el mismo lenguaje de Próspero, esto es, a partir de
unos "criterios" dados de antemano y definidos a prion por un sujeto tras-
cendental, pues de lo que se trata es de mostrar que fue justamente esta
estrategia discursiva la que sirvió al poder colonial para representarse a sí
mismo como orígen del sentido y al colonizado como lo "otro de sí". Se
trata, por ello, de una observación de tercer grado, en la que no solamente
se pone al descubierto la existencia de observaciones que habían sido
marginalizadas y condenadas al silencio, sino también del orden episte-
mológico que hizo posible a estas observaciones observarse a sí mismas y
reconocerse (a contra-luz) como alteridad.

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