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Universidad de San Carlos de Guatemala

Facultad de Humanidades
Departamento de Letras
PEM en Lengua y Literatura
Lingüística
Licenciada Nanci Franco

Trabajo Final

Eddy Samuel Alvarez Calderon


Carne: 20051624
12 de mayo de 2018
Ferdinand de Saussure: el enfoque dicotómico del estudio de la lengua.

Ferdinand de Saussure (1857-1913) Lingüista suizo. Estudió sánscrito en Leipzig.


En 1879 publicó una Memoria sobre el sistema primitivo de las vocales en las
lenguas indoeuropeas, y un año después expuso su tesis doctoral, Sobre el empleo
del genitivo absoluto en sánscrito (1880), fue nombrado profesor de gramática
comparada en la École des Hautes Etudes de París En 1891 regresó a Ginebra,
donde fue profesor de sánscrito y, entre 1906 y 1911, de gramática comparada y de
lingüística general.

Un documento importante sobre la teoría lingüística de Ferdinand de Saussure es


el Curso de Lingüística General, publicado en París en 1916, tres años después de
su muerte. Dos de sus discípulos, Charles Bally y Albert Séchehaye editaron el
Curso de Lingüística General a partir de algunas notas personales de Saussure,
pero fundamentalmente se basaron en sus apuntes de clase y en los de otros cinco
alumnos de los tres cursos que Saussure dictó en Ginebra entre 1906 y 1911.

La influencia del pensamiento de Saussure fue muy importante en el desarrollo


posterior de la lingüística, como así también en semiótica y antropología. Fue el
precursor del estructuralismo al plantear que, además del estudio de la evolución
de las lenguas (como lo venían realizando desde 1870 los neogramáticos, que
estudiaban las leyes fonéticas desde el punto de vista evolutivo) se debía estudiar
la lengua como "sistema" en un momento dado de su evolución histórica. O.Ducrot
y J-M Scaeffer expresan que la lengua en todo momento de su existencia presenta
una organización (que es constitutiva de la lengua) que Saussure llama sistema y
sus sucesores “estructura”. En este sistema los elementos no tienen ningún carácter
propio independiente de las relaciones mutuas al interior del todo. Esta idea la
expresa claramente Saussure con el concepto de “valor”.

Como ha señalado Benveniste (1977) en el artículo "Saussure, medio siglo


después", Saussure considera al lenguaje como un objeto doble donde cada una
de sus partes no vale sino en función de la otra, es decir que las partes no valen por
si mismas ni por su realidad sustancial, sino por el hecho de oponerse a otras.
Saussure plasma este doble enfoque en la formulación de dicotomías.

Destacamos las siguientes:


lenguaje / lengua
lengua / habla
significante / significado
diacronía / sincronía
relaciones sintagmáticas / relaciones asociativas

Las dicotomías responden a las necesidades del enfoque analítico propuesto por
Saussure, mientras que los hechos lingüísticos abarcados por los términos de las
dicotomías se dan interrelacionados. Esta perspectiva de Saussure -la idea de
sistema- fue elaborada por el estructuralismo tanto en lingüística como en semiótica
y en antropología. Lévi-Strauss retomó los conceptos de Jakobson, de Saussure, y
de Troubetzkoy (quien desarrolló minuciosamente la noción de sistema de Saussure
aplicándolo al análisis fonológico) y los instrumentalizó, en su teoría estructural de
la antropología, para el análisis del mito, del parentesco, de los sistemas culinarios.

Plantea que la materia de la lingüística está constituida en principio por todas las
manifestaciones del lenguaje humano, ya sea de "pueblos salvajes" o "naciones
civilizadas", de épocas arcaicas o actuales, y no sólo interesa el lenguaje "correcto",
sino todas las formas de expresión. Se trata del “campo de investigación” del
lingüista que comprende el conjunto de fenómenos vinculados a la utilización del
lenguaje.

La tarea de la lingüística consiste en hacer la descripción y la historia de todas las


lenguas que sea posible A partir de estos estudios; buscar las fuerzas que
intervienen de manera permanente y universal en todas las lenguas. Sacar leyes
generales de los hechos particulares; así como, deslindarse y definirse a sí misma.
La lingüística tiene estrechas relaciones con otras ciencias. Unas le proporcionan
datos, otras, en cambio toman datos de ella.

Saussure advirtió que en el lenguaje humano no hay un objeto definido para el


análisis, el lenguaje es complejo, entraña procesos físicos y psicológicos, libertad
individual y coerción social, cambio y estabilidad. Saussure considera que un objeto
de esta naturaleza no es apto para hacer descripciones, por lo tanto, el primer
planteo científico es hacer distinciones, separar los diversos aspectos.

Entonces, en el lenguaje humano distingue dos aspectos "la lengua" y "el habla"
(dicotomía lengua / habla), el lenguaje aparece como englobando estos dos
aspectos. Considera al lenguaje como la "facultad natural" (esto es una
característica universal) del hombre de constituir una lengua, es decir "un sistema
de signos".

Leonard Bloomfield: el enfoque conductista de la lengua.

Leonard Bloomfield fue un filólogo y lingüista estadounidense, uno de los


representantes más importantes del estructuralismo estadounidense. La orientación
filosófico-psicológica en la que se centra Bloomfield es el conductismo. Este dice
que todos nosotros ante un determinado estímulo, respondemos de una
determinada manera. Estímulo à Respuesta, por ejemplo: perro – trozo de carne à
salivación.

Debe haber diferenciación entre seres vivos, plantas y animales con respecto a los
seres humanos. El estímulo–respuesta en el ser humano es más complejo: en ese
proceso de los estímulos de tipo físico y las respuestas median elementos de tipo
lingüístico.

El ejemplo que da Bloomfield es el de Jack y Jill que se encuentran en una situación


concreta, que es que uno de ellos ve un árbol y le apetece una manzana. Entonces
dice: “quiero una manzana”, el otro, ante ese estímulo de tipo lingüístico (verbaliza
su deseo), lo decodifica y se produce la respuesta física: coger la manzana.

Según Bloomfield, y con diferencia a Chomsky, el lenguaje es cuestión de


entrenamiento, que no permite cierta creatividad, es decir, ante una pregunta,
siempre respondemos del mismo modo. Tenemos el claro ejemplo de la enseñanza
de idiomas, que en una situación comunicativa determinada: “How are you?”; ya
existe una respuesta predeterminada: “Fine, thanks”.

Partiendo de que, para Bloomfield, la escritura no es lenguaje sino simplemente un


modo de transcribir la lengua por medio de símbolos visibles, este autor se dedica
al estudio de la lengua, no ya como sistema de signos, sino en términos de actos
del habla en circunstancias simples, desde una perspectiva elementalista-
asociacionista, tal como desarrolló el conductismo en psicología.

Distingue entre acto del habla y los hechos prácticos que lo preceden (estímulos del
hablante, por ejemplo, el hambre) y lo siguen (respuesta del oyente, por ejemplo,
alcanzar alimento). Intentando analizar el papel del habla en la historia, afirma que
la división del trabajo y con ella, la labor entera de la sociedad humana, se debe a
la lengua. Vuelve al reduccionismo al considerar, de acuerdo con la fisiología y
física, que el acto del habla en sí consta de tres partes, proponiendo el siguiente
modelo comparativo:

Siendo E el estímulo práctico, R la reacción práctica o manual, r la reacción


lingüística sustituyente, y e el estímulo lingüístico sustituyente. De tal forma, según
Bloomfield los humanos reaccionan a dos tipos de estímulos, y pueden tener dos
tipos de respuesta; en ambos casos, prácticos o hablados.

Considera luego los actos del habla como sin valor en sí mismos, pero medios para
grandes fines, como, por ejemplo, pedir ayuda a otro ser humano. El significado,
consistiría entonces en las cosas importantes, los hechos prácticos, con los que se
relaciona el acto del habla. Sigue en su perspectiva al considerar al hombre dentro
del reino animal y diciendo que el habla humana se distingue de las acciones en
forma de señales que hacen los animales por su gran diferenciación, colocando así
el eje de la diferencia en lo cuantitativo, no en lo cualitativo.

Para Bloomfield, sonidos distintos tienen distintos significados y la lingüística sería


el estudio de esta coordinación de sonidos y significados, la cual permite al hombre
interactuar con gran exactitud. Poniendo su acento en la función comunicativa, no
desconoce su papel en la abstracción, el pensar; pero la reduce a una etapa por la
que pasa el habla antes de que se materialice en la práctica. Reconoce que el
mecanismo que gobierna el habla debe ser muy complejo y delicado y cita al
respecto dos teorías acerca de la conducta humana, que incluye el habla: la
mentalista y la materialista o mecanicista. Considero que abona ésta última al
afirmar que el sistema nervioso es evidentemente un mecanismo disparador.

Edward Sapir: el enfoque relativista de la lengua.

Edward Sapir es un lingüista alemán, representante de la escuela americana, al


igual que Bloomfield, es un gran personaje en la historia de la lingüística. Sobresalió
más en el ámbito lingüístico con trabajos de etnolingüística, pues su postura era
encumbrar mucho más el factor variable y social del lenguaje. Gracias a Sapir, la
lingüística se ha visto enriquecida con nuevos términos, esto por la razón de que no
solo le interesaba el factor lingüístico en la vida del lenguaje: interesaban, también
los factores científicos y técnicos, psicológicos, y estéticos.

Sapir fue un gran revolucionario para su época, contra todo pronóstico, transformó
el concepto de lengua de Saussure (lingüística ginebrina) a grandes rasgos, lengua
como sistema de signos al decir que la lengua es un sistema de símbolos.
Reconoció la gran importancia de los verdaderos elementos importantes y
representativos de la lengua: la forma (significante, siguiendo a Saussure) del
símbolo y distinguió así, unidades formales y unidades funcionales). En relación con
sus estudios etnolingüísticos, sobresalen sus estudios de dialectología, utilizando el
concepto de familia lingüística. En campos de la morfemática y fonética hizo muy
interesantes definiciones en relación a la palabra, y con su estudio sobre la lengua
Payute Meridional llegando a conclusiones que revolucionarían el ámbito de la
fonología: “hay procesos en la formación de palabras que no pueden ser explicados
solo con estudios fonológicos”.

Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf desarrollan las teorías del relativismo y
determinismo lingüístico, también conocidas como hipótesis Sapir-Whorf, que no se
hicieron populares sino en los años 50, con la publicación póstuma de los escritos
de Whorf, en el libro Lenguaje, Pensamiento y Realidad, publicado por primera vez
en el año 1956. En la década de los 60, debido en parte al surgimiento del innatismo
y universalismo chomskyano, la teoría comenzó a desacreditarse. Un nuevo interés
en la teoría surgió en manos de la psicología cognitiva y la lingüística antropológica
a fines de la década de los 80 y comienzos de los años noventa.

En términos generales, la teoría del relativismo lingüístico propone que el mundo se


experimenta de un modo diferente en diferentes comunidades lingüísticas, siendo
la lengua la causa de estas diferencias. y que donde hay diferencias en el lenguaje,
habrá también diferencias en el pensamiento, el lenguaje y el pensamiento covarían.
El determinismo lingüístico, por su parte, apoya la idea de que la estructura de la
lengua es responsable del establecimiento de modos particulares de interpretar la
realidad. Esto conduce a la afirmación de que la vida mental de la gente difiere
según su lengua. y que “la existencia previa de un cierto patrón de lenguaje es
necesaria o suficiente para producir un cierto patrón de pensamiento. La lengua
perpetuaría una visión particular de la realidad, por lo que hablantes de lenguas
diferentes harán una segmentación única de su entorno ambiental, correspondiente
a su idioma particular. La lengua no sólo conducir la forma de pensamiento y de
apropiación de la realidad de sus hablantes, sino que también limitaría esta
capacidad, encauzando la actividad mental en una determinada dirección. Heinz
Schulte-Herbrüggen señala en su libro. El lenguaje y la visión del mundo, que el
niño, al adquirir su lengua materna asimila “no sólo un medio para verbalizar y
transmitir sus pensamientos ya existentes, sino un molde que encauza y guía toda
su actividad mental en una dirección predelineada. Las diferencias que las
lenguas muestran entre sí habrían de reflejar, en consecuencia, diferencias
considerables en el funcionamiento cognitivo. Los críticos señalan para esta
hipótesis una versión fuerte y una versión débil. Con versión fuerte se hace
referencia a la posición más extrema de la hipótesis, que proponía que a partir del
estudio de cierto idioma se podía llegar a conocer la manera de pensar de los
hablantes de esa lengua, y que la lengua es un verdadero sendero que condiciona
el pensamiento. Esta versión ha sido abundantemente criticada. Ya el mismo Franz
Boas señalaba en su libro Handbook of American Indian Languages, algunas
décadas antes del trabajo de Whorf, que, si bien el lenguaje es en cierta medida
condicionado por el estado cultural de determinada comunidad lingüística, la lengua
no tendría el mismo efecto sobre la comunidad.

Roman Jakobson: el enfoque poético de la lengua.

Roman Jakobson fue un filólogo norteamericano -aunque nacido en Moscú-


considerado el fundador de la lingüística y de la fonología -estudio de los fonemas-
estructurales. Tras estudiar en la universidad de Moscú, marcha a Checoslovaquia,
donde desempeña el cargo profesor en Praga y en Brno hasta 1939, habiendo
colaborado en 1926, junto con N. Troubetskoy y S. Karcevsky, en la fundación del
Círculo Lingüístico de Praga y, en 1928, con ocasión del Primer Congreso de
Lingüística General, de La Haya, en la redacción, junto con los demás miembros del
Círculo, de las Tesis para el Congreso de filólogos eslavos (1929), en las que se
afirma la idea de una lingüística estructural. Tras la invasión nazi, marcha a Noruega
y a Suecia, y emigra finalmente en 1941 a los Estados Unidos, donde enseña en
Nueva York, Harvard y Massachusetts.

Jakobson ha desarrollado su genial actividad en campos realmente muy diversos,


como la fonología, los problemas de adquisición y trastornos del lenguaje, y la
poética. En fonología, se opone a la prioridad concedida por Saussure al estudio
sincrónico y entiende que la lengua constituye un sistema dinámico, cuyos cambios
hay que explicar atendiendo a su finalidad, que es, generalmente, una mayor
estabilidad del propio sistema. Se declara como firme partidario del binarismo, es
decir, la reducción del sistema de rasgos pertinentes a oposiciones binarias, de las
que llega a establecer hasta doce.

En sus estudios sobre la adquisición del lenguaje, establece una comparación entre
los procesos de adquisición y los fenómenos de destrucción o deterioro (afasias),
afirmando que, en cierto modo, éstos no son sino la reproducción “al revés” de
aquéllos: son las oposiciones adquiridas al empezar el aprendizaje y que se
borrarán más tarde.

Fundador, como hemos dicho, del Círculo Lingüístico de Moscú y una de las
principales figuras del formalismo ruso, sus estudios sobre crítica literaria parten de
la concepción de que la poética es parte integrante de la lingüística. Entiende el
proceso literario como un sistema en el que cada componente tiene una cierta
“función constructiva” que realizar. Se trata de un concepto próximo al de estructura
estética, que será decisivo en la versión checa de la doctrina formalista: la obra
literaria es una estructura compleja, integrada por la unidad del objetivo estético.

En “Lingüística y poética” Jakobson planteó la inquietud de los lingüistas y teóricos


literarios de mediados del siglo XX por determinar la relación esencial que existe
entre la lingüística y la poética. La motivación principal de definir esta relación
adecuadamente se debe al interés de incluir tanto a la poética como a la lingüística
en los estudios literarios. La respuesta de Jakobson al respecto es contundente: la
lingüística y la poética deben de actuar en conjunto debido a que, por un lado, el
lenguaje tiene una función poética y, por el otro, la lingüística se ocupa de problemas
relativos a la lengua.
Un lingüista ciego a los problemas de la función poética del lenguaje y un erudito de
la literatura indiferente a los problemas planteados por la lengua y que no esté al
corriente de los métodos lingüísticos, son igualmente un caso de flagrante
anacronismo.

El objeto principal de la poética es la diferencia específica del arte verbal con


respecto a otras artes y otros tipos de conducta verbal; por eso está destinada a
ocupar un puesto preeminente en los estudios literarios. La poética trata de
problemas de estructura verbal, así como a la estructura pictórica le concierne el
análisis de la pintura. Puesto que la lingüística es la ciencia que engloba a toda
estructura verbal, se puede considerar a la poética como parte integrante de aquella.

Para definir la relación entre los objetos de estudio tanto de la lingüística como de
la poética, Jakobson plantea que la cuestión es definir esencialmente qué es lo que
hace que un mensaje verbal sea una obra de arte, es decir, qué convierte a un
mensaje cualquiera en un mensaje literario y, por lo tanto, que interese ya no solo
a la lingüística sino a la poética. Los mensajes verbales poéticos (“obra de arte”) al
ser verbales entonces deben de ser estudiados por la lingüística. Y en el caso de la
poética, cuyo objeto principal es “la diferencia específica del arte verbal con respecto
a otras artes y otros tipos de conducta verbal; el mensaje verbal poético debe de
ser estudiado también desde su dimensión lingüística ya que es parte de un
fenómeno de la lengua. Con este argumento, el hecho de que el arte verbal sea un
fenómeno de la lengua, Jakobson establece que la poética no solo se puede utilizar
en los estudios literarios, sino que ésta es parte de la lingüística en cuanto a que
trata estructuras de la lengua.

De acuerdo con Jakobson, la afirmación de que la poética se pueda considerar


como parte integrante de la lingüística presenta algunas objeciones. En primer lugar,
el teórico reconoce que la poética puede estudiar aspectos que “no se limitan al arte
verbal”, es decir, una obra poética puede trasladarse a otras estructuras, ya sean
musicales, cinematográficas, plásticas etc. ya que “los rasgos estructurales del
argumento se conservarán a pesar de la desaparición de su forma verbal”. Como
ejemplo de esto Jakobson cita adaptaciones de obras literarias a otros medios de
expresión como lo es el caso de adaptar Cumbres borrascosas al cine. “Muchos
rasgos poéticos forman parte no solo de la ciencia del lenguaje, sino también de
toda la teoría de signos; es decir, de la semiótica general. No obstante, esta
afirmación es válida para el arte verbal y para todas las variantes de la lengua,
puesto que esta comparte muchas propiedades con cualquier otro sistema de
signos, e incluso con todos ellos (rasgos pan semióticos)”. No todo lo que estudia la
poética es verbal. Es decir, algunos rasgos poéticos no sólo pertenecen a la ciencia
del lenguaje sino a toda la teoría de signos, la semiótica. Por ejemplo: en el caso
del gótico, que existe, por ejemplo, en la pintura American Gothic de Grant Wood y
en la literatura, por ejemplo, el gótico sureño de William Faulkner. Entonces
parecería que la poética no pertenece a la lingüística, pero en realidad a todas las
artes les pasa esto, comparten propiedades que pueden trasladarse de unas a
otras.

Jakobson rebate otro de los argumentos que busca separar la lingüística de la


poética, aquel que dice que la poética tiene que ver con juicios de valor y la
lingüística no: “a veces oímos decir que la poética, a diferencia de la lingüística,
tiene que ver con la valoración. Esta separación mutua de los dos campos se basa
en una interpretación, actual pero errónea, del contraste entre la estructura de la
poesía y otros tipos de estructura verbal”. Jakobson dice que en realidad todas las
estructuras verbales tienen carácter intencional y que la expansión de la literatura
en el tiempo y espacio es paralela a la de la historia de fenómenos lingüísticos. Los
juicios de valor de una poética están relacionados con la historia de los fenómenos
lingüísticos de la misma lengua. Es decir, que se relaciona el valor y aprecio literario
con el valor de formas específicas del habla: “Incluso una expansión tan discontinua
como la resurrección de poetas arrinconados u olvidados es paralela a la historia de
las lenguas normativas propensas a reavivar modelos caducados, a veces largo
tiempo en olvido, como ocurrió con el checo literario, lengua que, hacia comienzos
del siglo XIX, propendía a los modelos del siglo XVI”.
Una vez que Jakobson ha aclarado las objeciones comunes a la afirmación de que
la poética está contenida en la lingüística, el lenguaje debe de ser investigado en
toda la gama de sus funciones e identifica la función poética de un mensaje verbal
entre las seis funciones de éste. Jakobson se remite al esquema usual de cualquier
hecho del habla e identifica seis funciones a partir de los seis integrantes del
modelo.

Cada elemento del hecho del habla determina una función: en primer lugar, el
contexto determina la función referencial, se encuentra en todo acto y puede ser
verificable y existe la relación que se establece entre el mensaje y los referentes
externos. El hablante la función emotiva, que se trata de “una expresión directa de
la actitud de éste hacia lo que está diciendo”. El oyente tiene la función conativa, la
cual tiene que ver con el imperativo y con el vocativo. El contacto determina la
función fática que tiene que ver con prolongar o establecer la comunicación. El
contacto plantea la función fática. El código la función metalingüística que trata
expresiones que intentan verificar si hablante y oyente tienen el mismo código. Y,
por último, la función poética es la asociada al mensaje

La tesis fundamental de Jakobson en cuanto a la función poética es que no puede


estudiarse con efectividad si se la aparta de las otras funciones generales del
lenguaje” y viceversa el análisis de éste el lenguaje requiere una consideración
profunda de su función poética. Como ejemplo, Jakobson plantea el hecho de que
las características de diversos géneros poéticos involucran funciones del lenguaje
distintas a la función poética. La épica involucra al aspecto referencial del lenguaje,
La lírica involucra a la función emotiva del lenguaje y La poesía de la segunda
persona a la función conativa. Por otro lado, existen mensajes que hacen uso de la
función poética sin ser necesariamente poesía como es el caso de las leyes
medievales versificadas o los anuncios rimados o cantados. Es decir, la función
poética no solo es poesía y la poesía no solo tiene una función poética. Así,
Jakobson define a la poética como aquella parte de la lingüística que trata de la
función poética y la función que tiene con las demás funciones del lenguaje. En un
sentido más amplio, trata de la función poética y no solo dentro de la poesía, ya que
esta facultad aparece superpuesta sobre otras funciones del lenguaje, sino también
fuera de ella, donde se dan algunas otras que están por encima.

Nikolái Trubetzkoy: el enfoque fonológico de la lengua.

La última gran etapa de la lingüística corresponde al nacimiento de la fonología,


entre 1926 y 1928. Este impulso es obra, esencialmente, de Nikolái Trubetzkoy.
Este autor desarrollo el análisis de la cadena hablada en sus últimas unidades
verdaderas en el plano fónico. Así, el concepto fonema surge, definido como la señal
lingüística invariable que permite identificar como una misma unidad las íes
acústicamente tan diferentes de un niño, de un hombre y de una mujer, de un joven
y de un viejo, de un bajo y de un soprano.

Trubetzkoy demuestra de esta manera cómo funcionan estas unidades en tanto que
señales: por ser distintivas, es decir, por oponerse entre sí para distinguir
significantes. El sonido R en francés puede realizarse mediante una vibración, ora
de la punta de la lengua, ora de la campanilla, o mediante una fricción del aire contra
el velo del paladar. Y sin embargo, no hay aquí tres fonemas franceses diferentes,
porque pronunciado de estas tres maneras diferentes, el fonema no remite a tres
significados distintos, sino al mismo.

Trubetzkoy procede expresamente de Saussure, el padre de la lingüística moderna.


Pero sin duda le debe mucho también a sus propias preocupaciones primeras, como
etnólogo en el Cáucaso, pues esa dedicación le hizo familiarizarse con problemas
de lingüística descriptiva y no histórica. Por otra parte, en esta misma época, y en
un marco en el que también pesa bastante la experiencia etnográfica, Sapir, y luego
Bloomfield, habían de llegar en América a la misma noción de fonema.
Para Trubetzkoy el signo se realiza en el habla, en los actos concretos de
comunicación. Como los hechos del lenguaje son tan complejos, Trubetzkoy
propone una división en diversas ramas para la lingüística:

La semántica, que se encarga del estudio de la significación deberá abarcar, por lo


tanto, una ciencia del significante, que se dividirá en fonología, ciencia que estudia
los sonidos de la lengua, y emplea un método estrictamente lingüístico; y fonética,
ciencia que estudia los sonidos del habla, y se interesa por los aspectos acústicos,
articulatorios y fisiológicos (por ej.: cómo se producen los sonidos, cómo se
perciben, cuánto duran, etc.).

Las diferencias de sonidos que dan a cada fonema su carácter individual (o


distintivo) se denominan rasgos pertinentes o rasgos distintivos; los demás rasgos
son impertinentes, irrelevantes o no distintivos. Los fonemas de una lengua tienden
a agruparse en series, en las cuales todos los rasgos, excepto uno, son comunes a
la serie entera.

Para Trubetzkoy las unidades fonológicas son:

1. Función culminativa: referida a la cantidad de unidades (cuántas unidades hay).


2. Función delimitativa: referida al límite de la unidad (hasta dónde llega la unidad).
3. Función distintiva: referida a la diferencia entre las unidades.

De las tres, la función distintiva es la más importante pues permite establecer


oposiciones fonológicas. Cada fonema posee una serie de rasgos pertinentes que
permite establecer una distinción, por eso es importante el concepto dado por
Saussure de valor, pues cada fonema debe definirse en términos de rasgos
pertinentes y opositivos, rasgos que permiten distinguirlo de los otros fonemas del
sistema.
Louis Trolle Hjelmslev: el enfoque glosemático de la lengua.

Hjelmslev fue un lingüista danés, uno de los pioneros de la lingüística estructural y


el fundador de la glosemática. Estudió filología en su ciudad natal y en París, donde
fue discípulo de A. Meillet. Más tarde, en 1931, fundó el Círculo lingüístico de
Copenhague e, influido por Ferdinand de Saussure, elaboró una teoría lingüística,
denominada glosemática. En ésta prefigura la corriente estructuralista del lenguaje,
sobre todo por su tipología de los sistemas semióticos extralingüísticos. Hjelmslev,
que fundó con V. Brondal la revista Acta lingüística en 1937, sostenía que los
elementos lingüísticos analizados se definen por sus relaciones combinatorias de
acuerdo con el modelo fonológico. Entre sus obras más destacadas, escritas en
danés y francés, figuran Principios de gramática general (1928), Prolegómenos a
una teoría del lenguaje (1943), El lenguaje. Una introducción (1963) y Ensayos
lingüísticos (1959).El lenguaje debe ser “un fin en sí mismo”, como una estructura
completamente autónoma, un sistema independiente de los hechos
extralingüísticos. Para Hjelmslev las lenguas son “sistemas de figuras que pueden
usarse para construir signos”. Se concibe a la lengua como un sistema de formas
puras donde los contenidos tienen un valor secundario.

Hjelmslev parte de supuestos fundamentales, que no necesitan comprobación. El


primero de estos supuestos es que el lenguaje debe ser un fin en sí mismo, y no
como un simple medio de expresión. Detrás de cada uno de los procesos infinitos
de habla se manifiesta un sistema que hace posible el proceso. La totalidad no
consta de cosas sino más bien de relaciones internas y externas.

El procedimiento de Hjelmslev consta de tres etapas:


1. Analizar un proceso en el número de elementos que lo constituyen;
2. Reconocer las clases;
3. Efectuar un cálculo general y exhaustivo de las combinaciones posibles.
A los tres principios que componen su método los llama empíricos, pues su método
es empírico-deductivo. El punto de partida es el texto, que luego se divide en
componentes, que se dividen, a su vez, en unidades menores hasta agotar el
análisis. Un texto es una cadena y sus partes también son cadenas, excepto
aquéllas que no pueden someterse a su análisis. Hjelmslev entiende por texto todo
enunciado, ya sea oral o escrito, antiguo o nuevo y en cualquier lengua, pues todos
los constituyentes de un sistema autónomo (texto) se necesitan unos a otros y se
apoyan entre sí.

Los tipos de relaciones que pueden desarrollar los constituyentes entre si son: la
interdependencia: A depende de B y B depende de A. Ej.: sujeto/predicado.
Preposición/término; la determinación: si está A también está B. Ej.:
Artículo/sustantivo; y la constelación: los términos son compatibles, pero ninguno
presupone al otro. Ej.: Objeto directo/objeto indirecto.

La función es una dependencia entre dos términos distintos. Un funtivo es cada una
de las terminales de una función. Por Ej.: en la función sustantivo/adjetivo, tanto el
adjetivo como el sustantivo son funtivos. Un funtivo cuya presencia es
imprescindible para el funtivo con el que tiene función es una constante. Y un funtivo
cuya presencia no es necesaria para el funtivo es una variable.

Un texto es un proceso (una cadena: habla). Las relaciones de los signos en el


proceso se dan como una relación de conjunción “tanto… como”; en tanto que las
relaciones en el sistema (lengua) se dan como una relación de disyunción “o… o”.
La palabra “sal” en el proceso está constituida por los sonidos s + a + l, por lo tanto,
poseen una relación de conjunción, o sea de unión. En el sistema podría cambiarse
la s de sal por c, lo que daría “cal”; y del mismo modo se podrían cambiar a y l para
formar nuevas palabras, lo que daría sol, col, mal, son, rol, ron, etc. Esta relación
es la de disyunción, o sea el cambio de un elemento presente por otro ausente.
Estas dos relaciones se equiparán a los conceptos de sintagma y paradigma.
El sistema lingüístico está integrado por constituyentes que son signos y otros que
no son signos. La economía del sistema se da por un número ilimitado de signos
que se forman a partir de un número rigurosamente limitado de no-signos. Hjelmslev
propone el concepto de figura para referirse a estos no-signos. La lengua es un
sistema de figuras que pueden usarse para construir signos.

La expresión y el contenido no son otra cosa que el significante y el significado de


Saussure. Ambos planos son funtivos solidarios, o sea que se implican mutuamente.
Tanto en el contenido como la expresión tienen sustancia y forma. Las unidades de
la expresión son las figuras (sonidos) que los glosemáticos llaman cenemas (=
vacío).
La sustancia de la expresión consiste en los sonidos articulados que cada lengua
utiliza. Por Ej.: las vocales se clasifican por el grado de abertura (cerradas, abiertas,
neutra). En cambio, la forma de la expresión son las constantes específicas de cada
lengua. Por Ej.: las vocales se clasifican por poder formar palabras (no así las
consonantes).

La forma del contenido son las relaciones que organizan la materia en cada lengua,
que es constante en cada una. Por Ej.: “hace calor”, en castellano, está expresado
por un verbo impersonal y un objeto directo. Es una oración unimembre. En cambio
en francés: “il fait chaud”, está compuesto por un sujeto indefinido, un verbo y un
objeto directo. Es una oración bimembre.

La meta del análisis lingüístico es describir las diferentes relaciones mutuas que
existen entre las partes del texto. Lo importante en el lenguaje analizado no es más
que las relaciones entre las partes. Y esto está dado por la forma, tanto en el plano
de la expresión como del contenido.

Para Hjelmslev la lengua es un sistema de signos, por lo tanto, una semiótica, y que
está constituida por dos planos (expresión y contenido) que por separado no son
una semiótica (para Saussure “signo” era solamente el contenido = significado).
Este es el mayor aporte de Hjelmslev, sobre todo porque aplica la articulación del
signo también en el plano del contenido (figuras del contenido) que dará lugar a los
estudios semánticos posteriores.

Las figuras son “no-signos” que se usan para construir la expresión de signos.
En el contenido también se pueden analizar las figuras. Por Ej.: “humano-joven-
masculino” produce el signo “niño”. El cambio de una de las figuras, por ejemplo,
“femenino”, produce el signo “niña”. Las figuras del contenido se comportan como
las figuras de la expresión.

Noam Chomsky: el enfoque generativista de la lengua.

Noam Chomsky es uno de los pensadores más reconocidos en la actualidad. Su


obra es extensa y multifacética: ha desarrollado teorías, estudios y conocimientos
profundos tanto en el ámbito de la lingüística, la psicología del desarrollo, la filosofía
y el análisis político.

Según las investigaciones de Noam Chomsky, los niños nacen con una capacidad
innata para el habla. Son capaces de aprender y asimilar estructuras comunicativas
y lingüísticas. Gracias a la Teoría de la Gramática Universal, Chomsky propuso un
nuevo paradigma en el desarrollo del lenguaje. Según sus postulados, todos los
idiomas que usamos los seres humanos tienen unas características comunes en su
propia estructura.

A partir de esta evidencia, el profesor Chomsky deduce que la adquisición del


lenguaje durante la infancia puede ocurrir gracias a la capacidad que tenemos los
seres humanos de reconocer y asimilar la estructura básica del lenguaje, estructura
que constituye la raíz esencial de cualquier idioma.
La teoría del desarrollo del lenguaje durante la infancia que enunció Noam Chomsky
se fundamenta en un polémico precepto: “El lenguaje humano es el producto de
descifrar un programa determinado por nuestros genes”. Esta postura choca
diametralmente con las teorías ambientalistas del desarrollo, que enfatizan el papel
de la influencia del entorno sobre el individuo y la capacidad de este para ir
adaptándose a los diferentes contextos que le tocan vivir.

Además, Chomsky afirma que los niños poseen la habilidad innata para la
comprensión de la gramática del lenguaje, habilidad que van desarrollando a través
de sus experiencias y aprendizajes. independientemente de su contexto familiar o
cultural. Para designar este artefacto innato para comprender la gramática,
Chomsky usa el término de “Gramática Universal”, común en todos los sistemas de
lenguaje conocidos hasta la fecha.
Es bien sabido que, durante la infancia, existe un período “crítico” durante los cuales
nos es más fácil aprender el lenguaje. Este período de mayor plasticidad cerebral
durante el cual somos una esponja para los idiomas va desde el nacimiento hasta
la preadolescencia.

Chomsky, a través de su revisión del trabajo del lingüista y neurólogo alemán Eric
Lenneberg, pone el acento en que los niños pasan por una etapa de lo que él
denomina “alerta lingüística”. Durante este período clave, la comprensión y
capacidad de aprendizaje de nuevos lenguajes es mayor respecto a otras etapas
vitales. En palabras del propio Chomsky, “Todos pasamos por un período
madurativo específico en que, gracias a los estímulos externos adecuados, nuestra
capacidad para hablar un idioma se desarrollará rápidamente”.

Por tanto, los niños a los que se les enseña varios idiomas durante su infancia y
preadolescencia seguramente serán capaces de adquirir correctamente las bases
de estos lenguajes. Esto no sucede con personas adultas, puesto que su
plasticidad, su capacidad de adquisición de lenguajes ya no se encuentra en tan
buena forma.
Según la teoría de Noam Chomsky, el proceso de adquisición del lenguaje solo se
produce si el niño deduce las normas implícitas del lenguaje, como por ejemplo las
nociones de estructura sintáctica o gramática. Para que seamos capaces de
desarrollar y aprender lenguaje durante la niñez, Chomsky argumentó que todos
poseemos un “dispositivo de adquisición del lenguaje” en nuestro cerebro. La
hipótesis de la existencia de este dispositivo nos habilitaría a aprender las normas
y recurrencias que constituyen el lenguaje. A lo largo de los años, Noam Chomsky
fue revisando su teoría e incluyó el análisis de varios principios rectores del
lenguaje, en relación con la adquisición del mismo durante la infancia.

Estos principios, como la existencia de gramática y varias reglas sintácticas, son


comunes a todos los lenguajes. En cambio, existen otros elementos que varían
dependiendo del idioma que estudiemos.

Tal como explica Chomsky, el lenguaje humano nos permite expresar infinidad de
ideas, informaciones y emociones. En consecuencia, el lenguaje es una
construcción social que no para de evolucionar. La sociedad va marcando las
pautas sobre las normas y usos comunes del lenguaje, tanto en su versión oral
como en la escrita.

De hecho, es muy común que los niños empleen el lenguaje de forma muy
particular: mezclando conceptos, inventando palabras, deformando otras,
construyendo las frases a su manera… Poco a poco, su cerebro va asimilando las
reglas y recurrencias del idioma, cometiendo cada vez menos errores y usando con
propiedad el amplio abanico de artefactos que les brinda el lenguaje.
Críticas y polémicas en torno a la teoría de Chomsky

La teoría de la Gramática Universal que formuló Noam Chomsky no cuenta con


unanimidad dentro de la comunidad científica y académica. De hecho, es una idea
que, aunque tuvo un fuerte impacto en el estudio de la adquisición del lenguaje, se
considera superada, y el propio Chomsky ha cambiado de postura en este aspecto.
Las corrientes críticas arguyen que, con la idea de la Gramática Universal, Chomsky
cometió un error en sus postulados: la sobre generalización.

Los sectores que más han puesto en duda la teoría de Chomsky rechazan el
postulado del dispositivo de adquisición del lenguaje porque, argumentan, no cuenta
con ningún tipo de sustento empírico. Otros académicos han criticado la teoría del
lingüista estadounidense por su excesivo innatismo, y por tanto por no recoger
suficientemente los factores ambientales en la adquisición del lenguaje.

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