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“Leyes antiguas para un estado moderno.

Prácticas jurídicas en la provincia de Buenos Aires


durante el período de la codificación”

El presente texto forma parte del libro, “Justicias y Fronteras. Jueces, criminales y prácticas
judiciales. La Monarquía Hispánica y el Río de la Plata, siglos XVII-XIX”. Su autora es Melina
Yangilevich cuya formación incluye la carrera de grado en Historia, posteriormente la licenciatura
en la UNICEN (Tandil). En el año 2007, obtuvo el doctorado en historia en la misma institución, con
la tesis “Crimen y justicia en la frontera, Bs. As 1852-1880”. Actualmente se desempeña como
investigadora y docente de la Universidad Nacional del Centro de la Pcia. de Bs. As. (UNICEN).
Desde el punto de vista historiográfico pertenece a la corriente de la historia social.-

Lo que se propone a través del texto es analizar los cambios y continuidades en la legislación penal
en torno a un delito puntual: el homicidio y su aplicación en los procesos judiciales. Es decir en qué
medida esa legislación vigente durante el periodo colonial siguió siendo utilizada durante el siglo
XIX, de conformación y construcción del Estado.-

Pretende comprobar que los principios jurídicos penales de la etapa colonial siguieron vigentes
durante la segunda mitad del Siglo XIX, generándose una convergencia entre lo existente y lo
nuevo, ya que fue a mediados de ese siglo en que se organizó la justicia letrada criminal en la
campaña de Buenos Aires, con el fin de consolidar un poder estatal en el ámbito rural.
Organización judicial que se constituyó en un mecanismo fundamental al procurar disciplinar a los
habitantes de la campaña, teniendo por destinatarios no sólo a los habitantes en general, sino
también a los intermediarios entre la sociedad y ese Estado que se conformaba como jueces,
fiscales, defensores.-

Para llevar adelante el trabajo emplea diversos documentos, como una serie de expedientes
referidos a procesos judiciales sustanciados ante la Justicia de paz y Justicia letrada del
Departamento Judicial del Sud, con sede en Dolores, que tuvieron lugar con posterioridad a 1877,
año en el que se aprueba el Código Penal de Tejedor para la pcia de Bs. As, que en 1886 termina
siendo adoptado por todo el territorio nacional, como parte del proceso de codificación que se
entendía fundamental para lograr alcanzar la modernización estatal y así terminar con la
dispersión legislativa.-

Aborda un tipo de delito, el homicidio, cuyo análisis lleva adelante a partir del tratamiento que del
mismo se realiza en un extenso y complejo conjunto normativo, resaltando sobre todo algunas
leyes de la Séptima Partida citadas con mayor frecuencia, teniéndose también en cuenta los
espacios en los que tenían lugar, sus características, y las diferentes instancias judiciales que
intervinieron como así también los argumentos expuestos por los acusados y vecinos.-

Con respecto a la Séptima Partida, si bien tuvo su origen en el derecho castellano, continuó como
principal fuente de derecho en cuestiones criminales en América, como en el virreinato del Río de
la Plata, espacio en el cual su uso no terminó con el proceso revolucionario, sino que continuó en
el S. XIX. En este cuerpo normativo dividido en Libros, Títulos y Leyes, se definía el delito de
homicidio, sus tres formas posibles de comisión. Luego las circunstancias que los jueces debían
considerar al momento de emitir juzgamiento, las posibles atenuantes y agravantes. Asimismo lo
que el juez debía tener en cuenta antes de dictar sentencia, como atender a la calidad de las
personas involucradas (siervos o libres), la edad, el tiempo transcurrido desde la comisión del
delito, el lugar, la frecuencia con que se daba. En su totalidad se reflejaron las características de la
sociedad para la cual fue elaborada, procurando garantizar la armonía social, lo que implicaba de
parte de los jueces ejercer justicia equitativa, aunque no igualitaria. Ésta se aplicó junto con otras
disposiciones como el Reglamento Provisional de 1817, sancionado en la etapa posrevolucionaria,
que no representó un nuevo discurso jurídico, es decir que no obstante los cambios que
sobrevinieron luego de este período, se asentó mayormente en la legislación hispana. Así hasta la
sanción del Código Penal en 1878, sirvieron de fundamento para juzgar los casos de homicidio en
el territorio bonaerense.-

El Código Penal elaborado por Carlos Tejedor buscó dar unanimidad al complejo conjunto
normativo existente. Al igual que éstos se dividió en libros, secciones y títulos, capítulos y
artículos. Una primera parte que contenía disposiciones generales, y que en gran medida dejó
espacio al arbitrio judicial, como la capacidad para aplicar agravantes o atenuantes de parte de los
jueces, lo que representó una continuidad respecto de la legislación castellana. La segunda parte,
especial, describió delitos y penas, diferenciando entre delitos de instancia privada y los delitos de
instancia pública.-

Es interesante resaltar el castigo diferencial en cuanto la víctima fuera hombre o mujer o niño.
Eran menormente castigados aquellos homicidios en los que la víctima era un menor, o una mujer,
lo que se vinculaba con el poco valor agregado a la honorabilidad femenina. Igual diferencia se
percibía en torno al delito de duelo, en cuanto fuera realizado con padrinos, se consideraba
“honorable” y por ende tenía una pena menor a aquellos en los que no participaban padrinos,
denotando que la condición social era un indicador de la pena que el hombre podía tener.-

Para determinar en qué medida el texto de Tejedor implicó una modernización en materia de
legislación penal, la autora analiza diversos juicios por homicidios ocurridos en la campaña
bonaerense.-

El primero de ellos ocurrió en 1877 en Bahía Blanca, donde la víctima resultó asesinada por un
peón de campo. En el proceso se recibieron las declaraciones de testigos y del mismo acusado que
sostuvieron que se defendió de un ataque de la víctima, por lo cual el defensor pidió la absolución
basado en el Código Penal. Cuando la causa se remite al juez de 1º instancia de la capital, éste lo
condena a 5 años de prisión, rebajando un año la pena que tenía asignada este delito, conforme
disposiciones del mismo cuerpo normativo, motivo que lleva al fiscal a apelar ante la Cámara, para
que se eleve la condena un año más, circunstancia que ésta última termina confirmando. El caso
llega a la Suprema Corte de Justicia de la Provincia, y ésta adopta el mismo criterio. La
fundamentación en este caso y en la diversas instancias estuvo dada por artículos del Código Penal
únicamente, dejándose de lado toda mención a otros tipos de fuentes como las aplicadas en la
colonia.-
Sin embargo, no todas las situaciones fueron similares, existieron procesos en el Depto. Judicial
del Sud, en Dolores, en los que para determinar la culpabilidad o no de los acusados, se tuvieron
en cuenta otros aspectos como la fama de éstos, la opinión de los vecinos. Cuestiones que
resultaron relevantes en el ámbito local, aunque no tanto en la instancia letrada. Tal un caso
ocurrido en Monsalvo en el año 1874, iniciado 3 años después de producido el homicidio, cuando
el acusado es detenido, es el juez de paz quien elabora el sumario. A la acusación de asesinato, se
le suma la de abigeato a partir de los dichos de varios vecinos, que determinaron la forma en que
era construida una parte de la prueba en el ámbito local. Al remitirse la causa al juez letrado, éste
termina beneficiándolo al acusado a partir de la aplicación de un art. del Código Penal, que
determinaba que ante la falta de pruebas no podía sostenerse una acusación, quedando así
sobreseído el acusado.-

El otro proceso ocurrió en Tandil en 1878, donde el sumario es elaborado por el comisario del
pueblo, quien tomó declaraciones a los involucrados y a varios testigos, enviando a los acusados a
la cárcel de Dolores. Cuando la causa es remitida al juez de 1º instancia éste no encuentra méritos
suficientes para mantenerlos encarcelados, con excepción de uno de ellos que se encontraba en
evidente estado de ebriedad según sus propios dichos. Esto motivó que el juez en la sentencia
considerara acreditada la embriaguez, aunque no en el grado mencionado por el acusado, y lo
condenó fundado en distintas leyes de la Séptima Partida y Recopilación Castellana, haciendo al
mismo tiempo uso del prudente arbitrio que autorizaba el reglamento de justicia. Por su parte la
Cámara que interviene por apelación, termina aplicando el Código Penal, y lo condena por
homicidio simple, aunque con una pena menor a la de este tipo de delito, considerando la
provocación de la víctima.-

Teniendo en cuenta lo antes expuesto, Yangilevich demuestra que el Código Penal elaborado por
Carlos Tejedor representó una continuidad en el orden legislativo con respecto a la etapa colonial,
es decir que la sanción de dicho cuerpo legal en el Siglo XIX no implicó la desaparición y reemplazo
de las normas vigentes hasta entonces, cuestión que puede verificarse por ejemplo a partir de la
apelación de algunos magistrados al prudente arbitrio para fundamentar sus sentencias, criterio
que supuestamente había quedado desechado por el nuevo Código.-

Finalmente resalta la diferencia en cuanto al ámbito de aplicación, entre lo urbano y rural, en los
Departamentos de la Capital y del Sud, en tanto en los primeros se apeló únicamente al Código
Penal para sustentar los fallos, en tanto en Dolores se utilizaron diferentes textos normativos,
muchos de los cuales regían desde la etapa colonial.-

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