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SEGUNDO TEMARIO

PROBLEMAS ACTUALES

Escoja dos temas y desarróllelos. Ocupe dos páginas como mínimo por respuesta a
espacio y medio. Letra Times New Roman, tamaño: 12. Se considerará en la
evaluación: capacidad crítica, coherencia, claridad en la exposición de las ideas y buen
manejo de la bibliografía requerida.

Alumno: Felipe Garay

Profesora: Natalia Cisternas

1. Aimé Césaire en Discursos sobre el colonialismo señala que “Europa es indefendible” y


que Europa llamó a Hitler mucho antes que surgiera la figura histórica del dictador en
Alemania. Al respecto, indique a qué se está refiriendo Césaire con estas palabras y cuál es
la opinión del intelectual sobre el colonialismo.

Césaire sostiene que Europa no tiene moral para criticar a Hitler cuando ellos mismos han
construido su propia historia a través de la violencia, la colonización y el racismo. En el
fondo, en lo oculto, el llamado “viejo continente” no es muy diferente de Hitler. Europa es
indefendible porque reacciona moralmente, según Césaire, solo cuando se cometen
atrocidades contra la raza blanca, y se olvida rápidamente de décadas de colonización en
África, en América, en India. En ese sentido, en el soporte de la Historia, Europa llevaría
entera a un Hitler dentro, y hay que “enterar al muy distinguido burgués del siglo XX de
que lleva dentro de sí a un Hitler ignorado, que Hitler lo habita, que Hitler es su
demonio…” (7-8) Para ello da ejemplos de pensadores legitimados en el canon intelectual
europeo como Renán, Muller o Sarraut, los que en su discurso dejan ver evidentemente su
racismo y su alma colonialista. Para Césaire, Hitler solo habló por todos ellos. Justamente
en esa línea, en ese karma, las atrocidades del holocausto son una suerte de condena para
un continente que ha vivido de la fuerza y la violencia. Europa llamó a su Hitler.

Y es que para Césaire, el colonialismo solo actúa deshumanizando a quien lo ejecuta: “la
colonización, repito, deshumaniza aun al más civilizado de los hombres; (…) el colonizador
que (…) se habitúa a ver en el otro a la bestia y a tratarlo como bestia, tiende objetivamente
a transformarse el mismo en bestia.” (11) En el colonialismo hay un proceso sistemático de
embrutecimiento, y de cosificación que va para ambos lados: el colonizador cosifica al
colonizado, y en ese movimiento el colonizador se deshumaniza. Así, la relación que se
establece entre el colonizador y el colonizado en ningún caso es liberadora, ni ayuda a
desarrollar culturalmente (a “ayudar”) a las culturas que se subyugan. Todo lo contrario, en
esa deshumanización, la colonización promueve una jerarquía violenta, con ello la
servidumbre, la instalación de una policía foránea y el desprecio hacia el otro. El
colonialismo destruiría a la civilización a la cual llegaría, vuelve a los habitantes en sujetos
temerosos, desesperados. Tampoco se puede hablar de que la cultura colonizada sea una
cultura muerta, y que no desee su desarrollo, o sean incapaces de ellos, sino que es el
colonizador el que impide cualquier tipo avance: “En la actualidad, son los nativos de
África y Asia los que reclaman escuelas y que es la Europa colonizadora la que las niega;
que es el hombre africano el pide puertos y carreteras, que es Europa colonizadora la que,
en ese sentido, regatea.” (15) Este argumento iría en contra de todos aquellos que ven en la
colonización un sistema que vendría a “ayudar” a las culturas a desarrollarse, porque ellas
por si mismas no tendrían el mismo ímpetu de modernización. La idea del negro bárbaro es
una invención Europea.

La sociedad burguesa, debido a una historia de colonización, es una sociedad en


decadencia, la colonización la hace decadente; es una sociedad que nació de una
Revolución, pero que esa Revolución progresivamente ha ido traicionando todo lo que la
hizo legitima. Una de las traiciones es el racismo, eso habla de que le queda poco tiempo de
vida. Entonces, para el autor, es ley universal que toda sociedad que se deshonre de esta
manera, está condenada a desaparecer súbitamente. En este escenario, Césaire lo que busca
es una superación: “Lo que nos hace falta es crear (…) una sociedad nueva, rica en toda la
potencia productiva moderna, cobijada en toda la antigua fraternidad.” (18)

Ahora, hay una cosa que me genera un poco de ruido en los planteamientos de Césaire.
Trataré de explicarme. Y es que creo que hay una paradoja en exponer al colonialismo
como la deshumanización generalizada tanto para quien lo ejecuta, como para quien lo
recibe. Porque la colonización es un tipo de dominación, y la dominación es un proceso que
se ha repetido durante toda la Historia de las culturas. Creo así que la Cultura se ha
construido en base a la dominación y control de las partes integrales de la vida de una
comunidad (en base a la “represión” de los instintos, diría Freud). El Colonialismo, en ese
sentido, seguiría la misma lógica de dominación, pero contextualizada en las revoluciones
industriales.

Pero por otro lado, Césaire habla de cómo eran las sociedades antes de la colonización:
anticapitalistas, comunitarias, democráticas, cooperativas (12). Y veo en ello, primero, un
dejo de ese “Orientalismo” del cual habla Edward Said. Y segundo, un olvido de que hay
sociedades colonizadas que también practicaron la dominación y que incluso se
constituyeron como imperios. Los Mexica son ejemplo de ello, Los Incas, el Imperio
egipcio, los imperios orientales. Lo que quiero decir es que la práctica del colonialismo
deshumaniza, sí, pero la dominación de una cultura sobre otra es un acto generalizado de la
especie humana, es humano e inhumano al mismo tiempo. Nadie se ha salvado de buscar la
dominación, la “hegemonía” de Gramsci lo explicaría un poco.

Ahora, Césaire no da cuenta de esta paradoja, pero sí da con la solución, y es justamente la


superación de la “Ley colonial”. Si bien la historia de las culturas se ha basado en
establecer jerarquías; pienso también que la Naturaleza de las cosas está basada en el
cambio (Heráclito). En ese sentido promover el cambio de ese orden, su superación, luchar
contra él, estaría acorde al movimiento siempre cambiante de la Naturaleza (entendiendo
por Naturaleza el conjunto completo de lo que hay en el universo y sus leyes naturales 1).
Creo entonces que la salida de esta paradoja va por el lado de constatar que las sociedades
han funcionado y se han relacionado en torno a la dominación, pero que ello no quiere decir
que ese modo de actuar no pueda ser cambiado. Luchar por el cambio, ese cambio que
buscaron los burgueses y que ahora se pudre en racismo, para que sea real, involucra la
erradicación de toda forma de dominación y promover la horizontalidad en la organización
de las sociedades.

1
Bakunin, Mijail: “Escritos de filosofía política” Ed. Altaya. España. 1998.
2. Roberto Fernández Retamar y Frantz Fanon analizan el rol del
intelectual/autor/creador en una sociedad colonial. Compare ambos análisis.

Retamar en el Discurso sobre el colonialismo figura al intelectual latinoamericano tomando


una posición dentro de la línea interpretativa de La Tempestad de Shakespeare. Interpreta a
los personajes de Calibán, Ariel y Próspero de modo tal que son alegorías del pueblo, el
intelectual y el colonizador, respectivamente. En este caso, pondrá su atención sobre el
personaje de Ariel, que representa al dirigente, al teórico, al investigador, al escritor, es
decir, al intelectual, que al igual que Calibán, se encuentra subyugado bajo el poder de
Prospero. Entenderlo así es importante porque para Retamar, aunque existen diferencias, no
hay una polaridad que separe diametralmente a Calibán de Ariel, ambos son siervos de
Prospero: “Solo que Calibán es el rudo e inconquistable dueño de la isla, mientras Ariel,
criatura aérea, aunque hijo también de la isla, es en ella el intelectual.” (Retamar, 31) Y
como vimos, su posición de intelectual le supone tomar una decisión: el intelectual puede
unirse a Prospero, al colonizador, o tomar parte en la lucha junto a Calibán, los colonizados.
Para el autor, esta decisión diferenciará a los tipos de intelectuales que han habitado la
Historia de América, y constituirá dos líneas de pensamiento: aquellos que se fueron por el
lado de una identidad americana mestiza, que tienen su origen en el pensamiento de José
Martí (Nuestra América); y por otro lado, los que le hacen el favor a la metrópoli y ven en
los territorios americanos un ejemplo de un barbarismo que tiene que civilizarse, origen en
José Faustino Sarmiento (Civilización y barbarie). La decisión de Ariel, en definitiva, es
tomar partido. Entonces Retamar, citando al Manifiesto comunista, dice que el intelectual
no es raro que provenga de elites explotadoras, que dentro del proceso revolucionario una
fracción de las elites se volverá contra la misma burguesía. Así: “la intelectualidad que se
considere revolucionaria debe romper sus vínculos con la clase de origen (…),
y también debe romper sus nexos de dependencia con la cultura metropolitana...” (71) El
intelectual tiene que romper los vínculos de dependencia con la metrópoli para ser parte y
promover una Revolución intelectual dentro del pueblo: “El hacer que todo un pueblo que
vivió explotado y analfabeto acceda a los más altos niveles del saber y de la creación.” (77)
Pensamiento, creación, problematización, cuestionamiento, el intelectual entra para
fructificar estas dimensiones en la mente de la revolución para poder descolonizar el
conocimiento que existe y reivindicar el valor americano-mestizo desde su propio
pensamiento, en el fondo es que para descolonizarse América tiene que pensarse a sí
misma.

En otro lado, Frantz Fanon en Los condenados de la tierra presenta la figura del intelectual
colonizado negro (no mestizo como en Retamar), una figura que también está entremedio
de dos mundos: el mundo colono y el mundo colonizado, entre la metrópoli y las colonias.
Es un sujeto que para Fanon, está en constante peligro de sumergirse dentro del mar de la
cultura colonial, pero que, sin embargo, será más difícil que corte sus vínculos con la
metrópoli. Fanon lo que hará, será trazar la trayectoria que tendría que seguir el intelectual
colonizado para problematizar el orden metropolitano que ya lleva dentro suyo, para que
sea parte de una revolución de los colonizados. Y es que el mayor miedo del intelectual
colonizado surge cuando se enfrenta a la diferencia que hay entre él mismo y su raza:

“Pero, frente al presente de su país, observando con lucimiento, "objetivamente" la


situación actual del continente que querría hacer suyo, el intelectual se asusta ante el
vacío, la ignorancia, el salvajismo. Siente que tiene que salir de esa cultura blanca,
que debe buscar en otra parte, en cualquier parte, y al no encontrar un alimento
cultural a la medida del panorama glorioso desplegado por el dominador, el
intelectual colonizado (…) desarrollará una psicología dominada por una
sensibilidad, una sensitividad, una susceptibilidad excepcionales.” (Fanon, 94)

En este periodo de transformación, de duda y de problematizar su existencia, el colonizado


va a sufrir tres fases: 1.- Darse cuenta de que ha asimilado la cultura del ocupante. 2.- Un
estremecimiento por el recuerdo de sus raíces ahora reinterpretadas desde la visión de
mundo que adquirió de la cultura blanca. 3.- La fase final, donde el colonizado puede reír
de su pasado y también luchar en pos de su pueblo. La parte más difícil para el intelectual
colonizado es romper los vínculos que lo atan a la cultura blanca, ya que esta se presenta
como gloriosa y abundantemente rica en conocimientos, frente a la cultura negra que el
mismo colonizador se ha encargado de empobrecer. Y es que existirá un desacomodo entre
estos dos mundos, el del intelectual y el del pueblo negro, que si bien quieren lo mismo, el
intelectual colonizado aparece a los ojos del pueblo como un extranjero. Reapropiarse las
tradiciones perdidas no funcionará, eso es ir en contra de la historia y no funciona con el
pueblo que ve claramente las diferencias, lo ven como un insulto, piensa Fanon. La
nacionalidad negra, entonces, no se obtiene simplemente por manejar los códigos
culturales, ellos pueden ser aprendidos y muchas veces malamente, sino que es luchando
junto al pueblo negro en una causa común para construir esa nación continental negra. Esta
parte de la lucha es fundamental porque es el punto que articula la diferencia que existe,
parece que imborrable, entre el colonizado y su pueblo: “El intelectual colonizado se dará
cuenta, sin embargo, más tarde o más temprano, de que no se prueba la nación con la
cultura, sino que se manifiesta en la lucha que realiza el pueblo contra las fuerzas de
ocupación.” (95) Es estar sumergido dentro de la lucha lo que vincularía al intelectual
colonizado con lo esencial de su pueblo, mucho más que intentar emular sus costumbres y
sus raíces; esto le permite no anclarse en el pasado estático de la tradición, sino que subirse
al movimiento histórico de la revolución. Y es que la revolución conforma la verdadera
cultura nacional: “La cultura nacional es el conjunto de esfuerzos hechos por un pueblo en
el plano del pensamiento para describir, justificar y cantar la acción a través de la cual el
pueblo se ha constituido y mantenido.” (100-101)

Si comparamos ambos análisis del intelectual, (mestizo y latinoamericano en Retamal y el


intelectual negro en Fanon) podemos dar cuenta de que su posición está marcada en el estar
en un “entremedio” del colonizador y el colonizado. Tanto Fanon como Retamal reconocen
que el intelectual es una figura problemática, porque es diferente al pueblo, está un paso
más cerca de ser colonizador, ha conocido su cultura, su lengua, su pensamiento y en
muchos casos eso lo ha seducido para ser parte de esa causa. Sin embargo, para Fanon
pareciera que no hubiera vuelta atrás, pareciera ser que no puede haber un vínculo cultural
autentico entre el intelectual negro colonizado y el negro africano, hay culturas diferentes,
problemas diferentes, tradiciones diferentes las cuales si el intelectual colonizado trata de
“hacer suyas” solo resultara una imitación burda, aumentaría aún más la distancia. En
cambio, para Retamar, la identificación pasa por una decisión entre los dos mundos, que se
concreta en la lucha, es mucho más transitiva su situación, hay un movimiento más libre, yo
creo que por el carácter mestizo de la raza, en contraposición a la raza negra que no sufrió
ese proceso. Creo que para Retamal es mucho más sencillo que un intelectual entre en la
lucha que para Fanon, como si para Fanon el intelectual ya viniera como muchos vicios de
la cultura de la metrópoli.
Estamos hablando también de dos maneras de constituir la Nación desde la mirada del
intelectual. En Retamal la construcción de una América Mestiza pasa por primero por una
descolonización del conocimiento, comenzar a crear pensamiento latinoamericano
autentico, que reivindique el mestizaje como ethos de Nación. No hay que olvidar que para
Retamar, ese ethos proviene de una síntesis que es el fondo un origen, “no se limita de
ninguna manera a repetir los rasgos de los elementos que la compusieron” (Retamal 66),
pero no hay que olvidar que igual es un síntesis, es relevante que sea una síntesis. Fanon en
cambio, piensa que la construcción de la Nación tiene que venir primero desde el temblor
del intelectual colonizado de darse cuenta de que ya lleva dentro una cultura colonizada, y
que la respuesta no está tanto en descolonizar su forma de ser, sus costumbres, sino que en
sentir la revolución y articularla junto con los demás integrantes.

Si la empresa del intelectual colonizado es históricamente limitada contribuye, sin


embargo, en gran medida a sostener, a legitimar la acción de los políticos. Y es
verdad que la actividad del intelectual colonizado toma algunas veces el aspecto de
un culto, de una religión. Pero si se quiere analizar cómo es necesaria esta actitud, se
advierte que traduce en el colonizado la toma de conciencia del peligro que le
acecha de romper las últimas amarras su pueblo. (Fanon 92)

Creo que para Fanon es difícil pensar en una completa síntesis del intelectual colonizado
con un pueblo negro. De no ser por la articulación en la lucha, las luchas anticolonialistas
de EEUU con las de África o India tendrían poco en común. Esa es la diferencia entre el
pensamiento de la Cultura mestiza en Retamar y una Cultura-nacional negra. Una
reivindicaría la mezcla cultural como un nuevo origen (Retamar); la otra vería esa mezcla
con la cultura de colonizador como una dificultad (Fanon). Pero su gran punto de
encuentro: “La cultura solo puede ser hija de la revolución” (Retamal, 67). Y “la lucha
organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la soberanía
de la nación constituye la manifestación más plenamente cultural que existe” (Fanon, 105).
No puede haber cultura si no hay una subversión que piensa la propia identidad y lo que se
contrapone a ella: el colono.

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