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HABITANTES DEL PLANO ASTRAL - MAESTRO LUCHO –

MIEMBRO HERMANDAD “K”

HABITANTES DEL PLANO ASTRAL

Hermandad “K”. continuamos hablando del plano astral; esta vez

voy a dar una visión de las entidades que podemos encontrarnos

allí Voy a seguir el esquema que sigue Leadbeater en su libro

para que resulte menos confuso, y dentro del apartado

correspondiente iré añadiendo mis propias explicaciones y lo que

yo he podido observar en el plano astral. Así pues, comenzamos:

HABITANTES HUMANOS DEL PLANO ASTRAL

Podemos clasificarlos como “vivos” o “muertos” en el mundo o

plano físico, es decir, personas encarnadas que todavía poseen

cuerpo físico o ya desencarnadas y por lo tanto residentes

temporales en el plano astral. Tenemos las siguientes:

– El maestro y sus discípulos

Aquí se encuentran los estudiantes de ocultismo de cualquier

parte del mundo pertenecientes a distintas escuelas de

misterios, asociaciones, logias, etc. haciendo “prácticas” con sus

respectivos maestros espirituales. En este caso para moverse a

través de los subplanos se utiliza el cuerpo mental revestido de

materia astral, porque ya se ha conseguido la habilidad de


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manejar sendos cuerpos y de transferir las lecciones

correctamente de uno a otro.

– Personas desarrolladas psíquicamente (sin estar bajo la guía de

un maestro)

Pueden ser individuos desarrollados espiritualmente o no, ya que

una cosa no va de la mano de la otra (por ejemplo, las personas

que nacen con facultades psíquicas). Dependiendo del empeño

que le ponga en desarrollar su facultad o del estudio que le

dedique, se desenvolverá astralmente con mayor o menor

facilidad. No obstante, sin el consejo de un maestro es muy

difícil no dejarse engañar por lo que perciben nuestros sentidos

en este mundo, resultando que los recuerdos de la experiencia

suelen estar bastante lejos de la realidad o se pierden en el

olvido. Tampoco saben utilizar correctamente el cuerpo mental.

– Personas comunes

Dentro de este grupo se encuentra la inmensa mayoría de la

humanidad durante las horas de sueño nocturno. El cuerpo

astral de la gente “dormida” de conciencia flota más o menos

conscientemente mientras el cuerpo físico reposa en su lecho.


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La corriente astral lo va trasladando, y durante su curso puede

encontrarse con otros cuerpos astrales de parecida condición e

interaccionar con ellos, lo que da lugar a los sueños que

recordamos por la mañana.

-El mago negro y sus discípulos

En este caso tenemos lo mismo que en el primer grupo (mismo

grado de desenvolvimiento en el plano astral), pero con objetivos

opuestos. En el primer caso teníamos a los grupos que aplican su

estudio y conocimiento al progreso de la humanidad, y en este a

los magos que aplican sus fuerzas para conseguir fines egoístas.

Como ejemplo podemos citar a los dugpas del Tíbet, de la secta

ninmapa o del casquete rojo, que aunque no son los únicos,

entre sus abyectas hazañas se encuentra el haber apoyado la

empresa de Hitler en su momento.

HABITANTES HUMANOS MUERTOS

Entiéndase este calificativo para designar a los seres humanos

que temporalmente carecen de cuerpo físico, pues cierto es


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que siempre estamos “vivos”, ya sea en un plano u otro. Y hay

que decir que los que nosotros llamamos vulgarmente “muertos”

están a menudo más vivos que nosotros. Tenemos los siguientes:

– Los Nirmânakâyas

Estos son seres muy excelsos que raramente se dejan ver por el

astral, pero los menciono para dejar constancia de su existencia.

– Los discípulos en espera de reencarnar

Aún no son muy numerosos en el actual estado evolutivo de la

humanidad, aún así su número va aumentando poco a poco.

Estas son personas de pura conducta, altos pensamientos y

fuerzas espirituales de extraordinaria intensidad. Se encuentran

en el astral llevando a cabo tareas encomendadas por su

maestro, mientras esperan el momento oportuno para

encarnarse. Entretanto, continúan su proceso evolutivo, ahora

sin el estorbo de la fatiga del cuerpo físico.

– Los seres humanos después de la muerte

Esta clase es mucho más numerosa que todas las que hemos

visto hasta ahora. El carácter, la condición y el tiempo que


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pasan los individuos una vez desencarnados en el plano astral

difiere notablemente entre unos y otros. No obstante, todos

tenemos que consumir nuestros deseos siniestros en este plano.

La densidad del cuerpo astral va disminuyendo a medida que

sube de nivel, y únicamente se detiene cuando la densidad es la

misma que la de la materia del subplano. Las fuerzas

desintegradoras actúan sobre él destruyendo la materia de los

planos inferiores, de modo que el “Ser”, la chispa divina o como

queramos llamarlo, se va elevando cada vez más (a esto es a lo

que se refieren muchas entidades en las sesiones espiritistas

cuando dicen que están a punto de “elevarse”).

En la inmensa mayoría de los casos, la pérdida del cuerpo físico

no altera el carácter moral e intelectual del individuo, y de aquí

que entre los habitantes desencarnados del mundo astral haya la

misma variedad de mentalidades y moralidades que observamos

en el mundo físico.

– La sombra

La sombra es una entidad formada por el cuerpo astral que se

está desintegrando, más una porción del cuerpo mental inferior

o mente concreta. No siempre sucede que se mezclan los dos


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cuerpos, esto sólo acontece en el caso de que el difunto haya

tenido una vida muy materialista y se haya entregado a sus más

bajas pasiones y deseos. Como es muy difícil separar un deseo

pasional del pensamiento en el mismo, una porción del cuerpo

mental queda entretejida al cuerpo astral.

La sombra conserva las características y la memoria del

individuo, pero es un reflejo de sus cualidades más inferiores,

por lo que muchos la atribuirían a la aparición de la persona

fallecida. Su duración varía según la cantidad de materia mental

que contenga. Es susceptible de ser utilizada por magos negros

para sus fines.

El cascarón

Es el cuerpo astral en la última fase de desintegración, cuando

ya no le queda ninguna partícula de materia mental. Carece por

completo de inteligencia, pero puede ser animado por un

médium y reproducir las muletillas e incluso la letra de la

persona desencarnada.

Una variedad sería el cascarón vitalizado, que como su nombre

indica se trata del cascarón animado por el artificial elemental


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que lo anima (los pensamientos que repetidamente y de un modo

constante ocupan la mente de aquellos que los mantienen).

También sirven de instrumento a la magia negra.

A propósito de los cascarones, hay que señalizar que en el aura

astral de la humanidad se encuentran en grandes cantidades, los

cuales, sin que el ser humano se dé cuenta, le succionan la

energía psíquica y le hacen receptible a enfermedades físicas, a

desequilibrios emocionales y a ilusiones y perturbaciones de

carácter mental.

– Suicidas y víctimas de accidentes

En este caso nos encontramos con personas que no se han ido

“mentalizando” sobre la proximidad de su muerte, por lo que en

la mayoría de los casos no se han debilitado sus deseos por las

cosas materiales y su cuerpo astral todavía está muy “cargado”.

En el caso de los suicidas, incluso se pueden distinguir varios

“grados”, pues hay gente que se quita la vida por ejemplo para

eludir el castigo a un crimen que han cometido o los que lo

llevan a cabo por sus circunstancias vitales.


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En el caso de los individuos más apegados a la materia, se verán

atraídos por la capa más cercana del astral a nuestro plano

físico. Sin embargo, los que mueren de accidentes y han tenido

durante su vida una noble y recta conducta, no tienen

tendencia a este subplano, pasan el tiempo que tengan que

permanecer allí “en feliz ignorancia y completo olvido, o en un

estado de tranquila somnolencia henchida de rosados sueños

– Vampiros y lobos

Esta clase la tratamos ampliamente en el artículo “Tras la pista

de los licántropos”. Decir que, como en todas las leyendas, hay

un trasfondo de verdad. Mediante artes mágicas negras, un

suicida puede eludir el paso por la octava esfera convirtiéndose

en un vampiro. En el caso del hombre-lobo, también es necesario

el conocimiento de la magia negra para proyectar el cuerpo

astral, existiendo la posibilidad de que se apodere de él otra

entidad astral y lo materialice en forma de animal salvaje. Ahora

es casi imposible encontrarse con alguna de estas entidades

cuando estamos explorando el astral, además de que su

manifestación sólo es posible en las inmediaciones del cadáver

del que fue su cuerpo físico.


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-El mago negro y sus discípulos

Tenemos aquí el extremo puesto al discípulo que espera

reencarnarse. Los practicantes de magia negra prolongan su

estancia en el plano astral para llevar a cabo distintos objetivos,

pero en todo caso siempre lo hacen sustrayendo la vitalidad de

otros seres humanos por medios de horrible índole.

HABITANTES NO HUMANOS DEL PLANO ASTRAL

En este apartado entran entidades que pertenecen a nuestra

línea de evolución; es decir, que han sido o serán seres

humanos. Algunas se pueden considerar inferiores al hombre,

otras lo igualan y también las hay que nos superan en bondad y

en poder. Así pues, tenemos a:

– La esencia elemental perteneciente a nuestra evolución

Es una tarea ardua y compleja describir a la esencia elemental a

quien no está familiarizado con el ocultismo, por lo que sólo

vamos a decir que esta esencia constituye la esencia

divina antes y después de individualizarse y residir en los reinos


mineral, animal, etc., y se le dan distintos nombres según resida

en un reino o en otro.
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La esencia elemental es una vasta “masa” que reacciona al más

efímero pensamiento humano y responde a él en fracciones de

segundo en consonancia con el deseo o la voluntad humana,

pero ya en el instante en que se torna en algo que puede

calificarse de elemental, deja de pertenecer a esta clase.

No les rendiríamos justicia si no mencionáramos aquí a los

alquimistas medievales, que poseían avanzadísimos

conocimientos y ya sabían que cada uno de los siete estados de

la materia servía de base de manifestación a una gran clase de

evolucionante esencia monádica, a la denominaron esencia

elemental.

– El cuerpo astral de los animales

La gran mayoría de los animales no ha alcanzado aún la completa

individualización, por lo que permanecen poco tiempo en el

plano astral. Digamos que comparten unas “almas grupales” por

especie, en la que van acumulando sus experiencias de cada vida

física. El tiempo que pase aquí dependerá de la inteligencia de

la que haya hecho gala durante su vida física; en todo caso el

animal se suele encontrar en un estado de conciencia

soñolienta, feliz.
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– Los espíritus de la naturaleza

Los espíritus de la naturaleza no han sido ni serán nunca

humanos, al contrario de los animales que nos rodean, por

ejemplo, que algún día conformarán una humanidad comparable

a la nuestra. Así que nuestra relación con ellos se reduce a que

compartimos el mismo planeta, básicamente. Podría decirse que

son los “animales” de otra línea de evolución.

Se pueden dividir en siete órdenes que habitan en los siete

estados de la materia física (tierra, agua, aire, fuego y las cuatro

clases de éter). Son inteligentes entidades que residen y

funcionan en cada uno de esos ambientes.

Los tratadistas medievales llamaron gnomos a los espíritus

naturales de la tierra; ondinas a los del agua; sílfides a los del

aire, y salamandras a los del fuego. En el lenguaje vulgar se les

conoce por muchos nombres, entre ellos los de hadas, sátiros,

faunos, elfos, duendes, damas blancas, nereidas, morenillos,

trasgos, etc. Sus formas son muy variadas, pero más

frecuentemente de configuración humana y cortos de talla.

Como todos los habitantes del plano astral, son capaces de

asumir cualquier aspecto a voluntad. En las condiciones


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ordinarias son invisibles a la percepción visual física, pero son

capaces de materializarse para hacerse visibles fácilmente.

En nuestras incursiones a través del plano astral lo normal es

que estos elementales se nos muestren hostiles, en actitud

amenazadora, pues no les agrada mucho nuestra presencia. De

todas formas, nunca nos harán daño a no ser que les estemos

provocando intencionadamente. Si no les mostramos miedo ni

los molestamos, retrocederán o se desaparecerán de nuestro

camino. Dicen que en la edad de oro de la humanidad, cuando

era menos egoísta y más espiritual, los elementales se mostraban

amigos del hombre; pero ahora se han enemistado con nosotros

porque tratamos con indiferencia, antipatía y crueldad a los

otros seres sintientes.

– Los devas

También llamados los hijos de Dios, o ángeles; los devas, como

los conocen los hinduistas, son la línea de evolución más alta

relacionada con nuestro mundo físico. Se pueden considerar

como un reino inmediatamente superior al humano, como el

humano es inmediatamente superior al animal. Las tres

categorías inferiores de los devas son los devas astrales


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(kamadevas), los devas mentales inferiores (rupadevas) y los

mentales superiores o arrupadevas.

Podríamos citar a los ángeles Agnishchaitas, “las huestes de la

Voz”, unas entidades sumamente sutiles que se encargan de

dirigir todas las actividades védicas que se realizan en el plano

físico. De gran belleza y auras maravillosamente

resplandecientes, utilizan el fuego de la Kundalini para

energetizar y crear los organismos apropiados a cada raza y cada

especie que están evolucionando en el plano físico.

HABITANTES ARTIFICIALES DEL PLANO ASTRAL

Nos vamos a adentrar en una categoría muy difícil de clasificar,

pues estas entidades difieren entre ellas como pueden diferir los

pensamientos o las opiniones entre una persona y otra. La única

división posible es clasificarlos en elementales formados

inconscientemente por la humanidad y los creados por

ocultistas, magos y gente preparada para hacerlo. He añadido

tres arquetipos más al principio y dos al final que son bastante

frecuentes también.
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Conviene aclarar que es bastante importante la relación que

tenemos con ellos, pues son seres que hemos creado nosotros lo

queramos o no, a los que estamos ligados por lazos kármicos y

que influyen en nuestras vidas de una forma u otra.

– Larvas

Se conocen con este nombre a las pequeñas concentraciones de

materia astral creadas por los bajos deseos de los seres

humanos. Pueden adoptar forma de gusano y pequeños reptiles

y se pueden ver frecuentemente pegados al aura de gente de

bajo nivel espiritualmente hablando.

– Las formas psíquicas de las enfermedades

En el plano astral también podemos encontrarnos con las formas

que adoptan los sufrimientos psíquicos de las personas que

padecen cualquier enfermedad, desde las más leves a las

llamadas incurables. El sufrimiento, en todas sus infinitas

variantes, produce una reacción en los éteres sensibles del

espacio, y la materia astral, que constituye el nivel en donde se

manifiesta, se agrupa creando vórtices de energía y atrayendo a

su centro de radiación toda clase de substancia psíquica que


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entra dentro de su campo vibratorio, hasta adquirir una forma

organizada con carácter propio y entidad independiente que a la

vista del cualificado observador aparece como perteneciente a

tal o cual tipo de enfermedad o dolencia física.

El dolor moral también adopta su forma característica. Todas

estas emociones puede decirse que constituyen avenidas de

entrada en el cuerpo físico denso, a través del vehículo etérico,

de casi todas las lesiones o enfermedades de tipo orgánico que

padece la humanidad.

– Los lemures

Se les da el nombre de lemures dentro del ocultismo a las formas

psíquicas de los deseos sexuales, el miedo y el egoísmo. Estas

potentes pasiones han sido alimentadas por la humanidad desde

su mismo nacimiento, razón por la cual subsisten como formas

poderosas en el plano físico, astral y hasta

mental, constituyendo fortísimas estructuras psíquicas

que condicionan la vida psicológica de la humanidad.

Expresiones del deseo sexual pueden ser los conocidos íncubus

y súcubos, que también pululan por el plano astral esperando a


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alguna víctima que se deje influenciar por ellos. Pero también

existen otras formas más repugnantes aún, como las figuras que

se arrastran pesadamente por los más densos niveles bajo la

forma de una especie de pulpos gigantes de aspecto viscoso,

color marrón oscuro casi negro y ojos verdosos o rojizos de

apariencia vidriosa, extendiendo sus tentáculos hacia el aura

astral de las personas desenfrenadamente lujuriosas y penetran

en sus vehículos etéricos condicionando la imaginación y el

pensamiento a imágenes lúbricas, obscenas y concupiscentes.

Tales influencias impiden lógicamente la correcta orientación

mental y un adecuado equilibrio de los valores psicológicos del

ser humano, lo cual repercute dolorosamente en los ambientes

familiares y sociales en donde corrientemente desenvuelven sus

existencias kármicas.

Respecto al miedo y al egoísmo, las formas que pueden adquirir

son múltiples y no tienen porqué corresponder a la humana,

desde luego, ya que se manifiestan de muchas maneras y pueden

mostrar muchas caras.


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– Los elementales formados inconscientemente

Estos son los elementales que continuamente estamos creando

con nuestros pensamientos y deseos. Lo más normal es que

duren sólo unos minutos o a lo sumo unas horas, dependiendo

del impulso en forma de vibración que reciben. Pero como la

vibración es vida, si un determinado deseo ocupa nuestros

pensamientos con frecuencia, acabamos creando un elemental

muy potente, que tenderá a unirse a otros de su misma índole en

el astral formándose auténticos artificiales con vida propia que

ya no dependen de sus creadores, sino de la intensidad de los

pensamientos que les dieron vida.

Como la mayoría de los pensamientos que tenemos al cabo del

día son referentes a nosotros, estamos rodeados continuamente

de ellos y de su influencia más o menos perniciosa. Incluso

digamos que llegan a instigar a la persona que para reproduzca

las mismas vibraciones que necesita para sobrevivir. Por

supuesto, su influjo también alcanza a la persona sobre la que

vayan dirigidas nuestras plegarias o nuestras emociones. La

persona cuyos pensamientos y deseos sean malignos, rencorosos,

avarientos y hostiles, va por el mundo llevando consigo una


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pestilente atmósfera psíquica poblada por las repugnantes

entidades que formó para que fueran sus compañeros. Cabe

decir que los sentimientos amorosos y amigables tienen el efecto

contrario.

Un sentimiento de envidia o de odio lanzado contra una persona, entrañará


un elemental que se dirigirá hacia ella como una disparatada flecha, y
buscará el punto más fácil por donde penetrar.

Si el sentimiento es persistente, el elemental recibirá un nuevo

estímulo y podrá prolongar su vida mientras persista el

sentimiento que lo engendró. Sin embargo, el mal deseo o el

siniestro pensamiento no tendrán eficacia alguna si la persona a

quien van dirigidos no vibra ni propende a vibrar en la siniestra

tónica del elemental formado por tan morbosas emociones, es

decir, que la persona malquerida no proporcionará punto de

apoyo a la potencia del elemental cuya influencia rechazará

como un broquel el aura del individuo de puros pensamientos y

recta conducta, por no hallar sitio en donde fijarse y entonces

por ley mecánica reaccionará contra quien lo emitió, donde

encontrará motivo de actividad, de suerte que el individuo

quedará herido por sus propias armas.


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Los elementales, tanto estos como los que estamos a punto de

ver, son capaces de vitalizar cascarones astrales para prolongar

su vida y sus acciones a este nivel.

– Elementales formados conscientemente

Imagínense el poder que pueden tener los elementales formados

por magos al servicio del mal o del bien, que saben aprovechar

las virtudes y los efectos de los que acabamos de hablar y

lanzarlos a favor o en contra de algo o de alguien. Además,

estos elementales son de más larga vida y mucho más inteligentes

y poderosos que los formados de forma inconsciente, por lo que

son más peligrosos. Algunos llegan a emanciparse de las órdenes

de su creador y se convierten en fuerzas maléficas que vagan

procurando a toda costa prolongar su existencia, alimentándose

vampíricamente de la vitalidad de otros seres o influyendo en

ellos para que les tributen ofrendas. Por medio de la fuerza que

pueden extraer de las ofrendas y la vitalidad de sus devotos,

pueden subsistir mucho tiempo y mostrarse esquivos y enojados

si escasean o cesan los sacrificios.


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– El Guardián del Umbral y el Tentador

He decidido incluir a estas dos entidades como artificiales

curiosos y porque son de los primeros que nos vamos a

encontrar cuando pasemos al “otro lado”:

El Guardián del Umbral es la primera imagen que aparece ante el

fallecido una vez incorporado a la vida en el plano astral. El

impacto, normalmente desagradable, depende de la envergadura

del artificial generado. Un ser que hubiese llevado una vida

marcada por las bajas pasiones y el enfrentamiento, habrá

generado un artificial monstruoso, fiel reflejo de sus

monstruosidades, que le estará esperando tan pronto abra

los ojos a la nueva vida.

De aquí se puede intuir que aquello que llamamos infierno no es

sino el enfrentamiento con los sucesivos artificiales perversos

que reflejan ese aspecto de la personalidad, el encuentro con

una parte de nuestro Yo.

El Tentador, por su parte, es la figura de otro artificial

generado exclusivamente por los deseos repetidos por el

individuo y que, una vez desarrollado, es capaz de movilizar las


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energías internas de este en orden a la satisfacción de tales

deseos.

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