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MONET

Impresión, sol naciente


Es una de las famosas series de Claude Monet, el autor más relevante del movimiento
impresionista y el único que se mantuvo fiel a sus principios en toda su producción
artística. Destaca de él la pintura hecha en ‘plein air’ que aprendió muy joven de
Boudin, trabajar al aire libre alejado del estudio del artista. Esta obra pintada a óleo
fue fechada por Monet en 1872 y presentada en el primer Salón de los Rechazados de
París dos años después.
Esta obra está adscrita a la corriente Impresionista, que se desarrolló entre 1874-1886
por un grupo de pintores jóvenes dispuestos a realizar una pintura diferente a la de los
Salones Oficiales, siendo la antesala de las futuras propuestas vanguardistas por su
afán de renovación artística. No constituían un grupo compacto (presentan muchas
alternativas). Aunque realmente no pertenece al propio periodo, más bien a su
fundador, pero ya muestra algunas propuestas quede iban a observar con mayor
frecuencia y el único que seguirá las propuestas base del movimiento será Claude
Monet, otro gran genio del arte. Cabe destacar su uso de la teoría de los colores de
Chevreul de forma intuitiva en la pintura. Lo que Monet buscaba con esta obra era
crear impresión en los espectadores. Representa instantes muy concretos del día. Las
pinceladas son libres, rápidas y directas, cortas usualmente, reduciendo los elementos
del cuadro a una simplificación aparente, tal y como se contempla en los reflejos del
agua. El sol acaba siendo un punto naranja bastante difuminado y hay muchos reflejos
en toda el agua mostrando que el cuadro se pinta en el momento de la tarde en el que
el sol se encuentra a punto de ponerse.
La estación de San Lázaro
a) Es un cuadro de Claude Monet, un óleo sobre lienzo datado en 1887 y que
podríamos catalogar temáticamente como paisaje urbano.
b) Monet acababa de instalarse en París tras varios años pintando en el campo y se
interesa en los paisajes urbanos. En 1877, cuando se muda al barrio de la Nouvelle
Athènes, solicita la autorización de trabajar en la estación Saint-Lazare, y ante nosotros
tenemos hoy el resultado de ese trabajo. Ésta había sido, además, la primera estación
parisina que se abrió al tráfico de viajeros. Monet la plasmó un mínimo de once veces.
c) La figura central de la composición es la locomotora que llega a la estación. Son
destacables las siluetas de los edificios del fondo, que se diluyen para crear un
conjunto urbano más allá del interior de la estación, verdadera protagonista del
cuadro. Monet consigue una perspectiva lineal gracias a las r líneas simétricas de la
cubierta llevando el punto de fuga al centro de la composición, además del difuminado
de contornos. La luz diurna, que se filtra desde el techo acristalado, está condicionada
por las nubes vapor que adquieren una tonalidad azulada por la luz del sol. El autor
busca los efectos cambiantes de la luminosidad y al prevalecer los efectos coloreados y
luminosos más que la descripción detallada de las máquinas o de los viajeros hace
que en algunas zonas aparezca una visión casi abstracta. La pincelada empleada por
Monet es muy rápida, para que la forma vaya perdiendo importancia ante el color y la
luz. Las figuras ayudan a dar dinamismo a la escena, además de dar la sensación de
movimiento.
En esta obra encontramos reflejada una de las bases del movimiento impresionista y
de la propia obra del autor: la forma va perdiendo importancia ante el color y la luz. Sin
embrago, en esta obre inscrita dentro de la serie referida, Monet, al tratarse de un
paisaje urbano abandona los elementos tradicionales de sus paisajes rústicos: el agua y
el aire. La obra refleja también el colorismo propio del movimiento impresionista y se
observa ya una tendencia hacia la disolución de objetos que caracterizaría su obra en
la última etapa.
Los nenúfares
A partir de la década de los noventa Monet trasladó sus preocupaciones artísticas por
la luz a distintas obras de arte con sus series, en ellas el pintor impresionista repetía un
mismo motivo pintado bajo iluminaciones diversas; a este respecto se corresponden a
Los Nenúfares.
Monet realizó la serie de los Nenúfares basándose en los nenúfares que crecían en su
propio estanque de su casa de Giverny donde vivió a partir de la década de los ochenta
y hasta el momento de su muerte; el artista mandó construir en su casa un puente de
estilo japonés donde crecían estas flores. Sus cuidados eran tan especiales que hubo
que aumentar la temperatura del agua del estanque y construir presas provocando la
indignación de los habitantes de la localidad de Giverny.
La composición resulta tan libre que sus obras son cercanas a la abstracción, Los
nenúfares serán la obra que inspire las composiciones de Cezanne y las formas de los
artistas cubistas como Braque o Picasso.
Los reflejos de la luz producen cambios en la percepción de los colores. La obsesión de
los artistas impresionistas por la pintura plain air -al aire libre-, le llevó a
representar todo tipo de luces naturales, además es el medio lumínico quien establece
la profundidad en la composición de las obras.
Hoy ocho de los nenúfares del artista impresionista están colgados en salas ovaladas
dentro del Museo de Orangerie de las Tullerias de Paris y unos veinte fueron donados
por el mismísimo Monet al Estado francés.

DEGAS
El desfile o Caballos ante las gradas
La pintura El desfile, también conocido como Caballos ante las gradas, (1866- 1868) es
una de las primeras que crea referida a ello. En ella, traslada la atmósfera del
hipódromo, en el que únicamente la inquietud del último pura sangre deja intuir la
proximidad de la carrera. Degas pone en valor la luz y el dibujo, resaltando las siluetas
de los jinetes y sus monturas más que la propia carrera.
Las carreras de caballo constituían una de las principales atracciones de la burguesía
parisina. Pero Degas, artísticamente, sólo se interesaba por lo que de “entero” tenía la
fugacidad.
Esta obra también llamada “Caballos ante las gradas”, el interés de Degas se centra en
el juego de luces y sombras y el estrecho vínculo entre el movimiento y la luz.
Con un encuadre fotográfico que deja fuera del campo visual la cabeza del primer
caballo situado a la derecha del cuadro, el pintor capta y guarda en la retina para el
observador un fragmento de la realidad. Mientras por la derecha los caballos se
muestran gradualmente nerviosos a medida que se alejan del primer plano, efecto
acentuado por el caballo del fondo, por la izquierda el jockey parece “desfilar”
tranquilamente frente a la grada.
Aparentemente espontánea, la composición se asienta en un riguroso uso de la
perspectiva clásica, en las que las sombras borrosas de los caballos y sus monturas se
alargan como en fuga hacia el espectador.
En las gradas, las sombrillas actúan como focos luminosos que marcan la invisible
frontera entre las zonas de sombra y la brillante luminosidad de la pista; los colores,
más cálidos y muy diluidos, favorecen la ilusión de luz, mientras que el humo de las
chimeneas delata el movimiento de la brisa.
La clase de ballet
La escena representa uno de sus temas preferidos, la danza. La clase gira en torno al
profesor que aparenta ser mayor y a un grupo de bailarinas casi en semicírculo que
muestran diferentes gestos como colocarse el peinado hecho del que se deduce que
estaríamos al final de la clase, solo la bailarina que está enfrente del espejo sigue
ensayando bajo la mirada de su profesor
La Composición es abierta pues existen figuras incompletas como la bailarina de la
derecha y con el centro del cuadro en el maestro o profesor de danza.
Se percibe un esquema compositivo en diagonal formado por la pared y bailarinas
mientras que las pilastras forman verticales al igual que los marcos laterales del
espejo.
El encuadre es lateral hasta fondo.
Degas mantiene la importancia del dibujo a diferencia de otros impresionistas, como
se observa en las líneas de las pilastras de la pared, del espejo, de la tarima
Colores. Dominan los blancos de los vestidos que se adornan con lazos de colores
primarios y secundarios, como se observa en la bailarina del primer plano que tiene un
lazo de color rojo en el pelo mientras que en el vestido está su complementario el
verde.
El color verde de la pared que es el mismo que el lazo del primer plano y el marrón del
suelo hacen que resalte el blanco.
Uno de los logros del cuadro y también de la obra de Degas es la profundidad y los
encuadres novedosos influido por la fotografía.
La profundidad se logra:
-Mediante la diagonal de la pared y de los tablones del suelo desde un primer plano
hasta el fondo en un encuadre que es lateral
-Mediante el recurso al espejo, cuyo antecedente estaría en Van Eyck, que refleja
una ventana
-Mediante la disminución del tamaño de las figuras desde el primer plano hasta el
fondo.
En el cuadro existen espacios llenos cerca de la pared y espacio vacío a la derecha
como si el encuadre elegido lo hubiera cortado. También ha cortado algo el vestido
de la bailarina de la izquierda en primer plano y también el de la bailarina de la
derecha que limita con el borde del cuadro. Esta forma de cortar las figuras es una
influencia del encuadre de la fotografía.
La luz procede del lado derecho creando un efecto de espacio luminoso.
Tratamiento de las figuras y expresión Degas parece haber detenido el tiempo y captar
en una instantánea como lo hace la fotografía diferentes gestos: la bailarina que se
retoca el peinado, otra que se toca la espalda, otra se arregla la gargantilla o estira el
cuello.

PISSARRO
Huerto en flor
Su obra “Huerto en Flor”, Louveciennes es un trabajo con huesos bajo la piel pictórica;
el camino que se observa en primer plano conduce a un verdadero sentido de la
distancia a través de los luminosos árboles impresionistas en flor. Hay una suavidad
iluminada por la luz del sol peculiar del artista sabio y equilibrado con su sentido de
libertad y contenida alegría.

RENOIR
Baile en el Moulin de la Galette
a) Es una de las obras más célebres del pintor impresionista francés Pierre-Auguste
Renoir. Data de 1876 y es un óleo sobre lienzo. Fue expuesto en la III exposición de los
impresionistas (1877).
b) Uno de los templos del ocio parisino era Le Moulin de la Galette, un verdadero
molino abandonado situado en la cima de Montmartre, el paraíso de la bohemia
parisina habitado por artistas, literatos, prostitutas y obreros. Los domingos y festivos
eran días de baile en Le Moulin, llenándose con la población que habitaba el barrio. En
su deseo de representar la vida moderna - elemento imprescindible para los
impresionistas - Renoir inmortaliza este lugar en uno de los lienzos míticos del
Impresionismo. Su principal interés es representar a las diferentes figuras en un
espacio ensombrecido con toques de luz, recurriendo a las tonalidades malvas para las
sombras.
c) El efecto de multitud ha sido perfectamente logrado, recurriendo Renoir a dos
perspectivas para la escena: el grupo del primer plano ha sido captado desde arriba
mientras que las figuras que bailan al fondo se ven en una perspectiva frontal. Esta
mezcla de perspectivas era muy del gusto de Degas, empleándola también otros
artistas. Por otro lado, tiene influencias de la fotografía, ya que corta los cuerpos y nos
presenta un encuadre casual e improvisado. La sensación de ambiente se logra al
difuminar las figuras, creando un efecto de aire alrededor de los personajes. Además,
se ve la luz a través de los árboles, y se refleja en la ropa, lo cual hace de la luz natural
muy blanca, una luz tamizada y agradable. La alegría que inunda la composición hace
de esta obra una de las más impactantes no sólo de Renoir sino de todo el grupo,
convirtiéndose en un testimonio de la vida en el París de finales del siglo XIX.
El columpio
Y dentro del Impresionismo, sin duda alguna, uno de los maestros más emblemáticos
es Renoir, por su increíble maestría para crear intensos juegos de luces y de sombras, y
en este sentido su obra En el columpio supone una de cuadros más destacados. Y es
que hay que tener en cuenta que nos está presentando una escena en el interior de un
bosque, y tanto los personajes como el espacio tan solo se iluminan por la luz que se
filtra a través de las copas de los árboles, de manera que podemos ver esos juegos de
luz y sombra en los rostros o en cualquier elemento del paisaje como el suelo de
hojarasca o los troncos.
Por otra parte, hay que destacar la enorme naturalidad con la que nos presenta la
escena, de forma que de manera automática el espectador se sienta integrado en la
misma. Esa es una cualidad muy propia del arte de Renoir, un pintor que fue capaz de
hace desaparecer la frontera entre lo que es la representación y la realidad.
Y si la luz es un derroche de talento, lo mismo se puede decir del tratamiento del color,
ya que plantea un sinfín de juegos de contrastes, contraponiendo y armonizando los
tonos fríos y los más cálidos.
Si nos fijamos con atención veremos que usar una serie de colores que se convierten
en dominantes y que se manifiestan en zonas amplias o en detalles. Por ejemplo,
destaca el color amarillo ocre de los sombreros, pero también atraen las miradas los
lazos que recorren el vestido de la muchacha, todos ellos pintados en un azul intenso y
muy contrastado respecto a la claridad del vestido.
En realidad, los colores le sirven para hacer una serie de experimentaciones en las
transiciones entre los distintos tonos de verdes, rosas o azules, algo que lo consigue
aplicando más o menos luz, más o menos sombra a esos tonos.
Un ejercicio muy interesante es comparar esta obra impresionista con el cuadro El
Columpio de Fragonard, uno de los emblemas del arte rococó realizado justamente un
siglo antes. Las diferencias son enormes, comenzando por el propio columpio, ya que
en el caso de Renoir, se trata de un movimiento muy leve. Y desde luego el
tratamiento de la vegetación y la luz es completamente diferente. Si bien, de alguna
forma representa lo mismo: una escena de galanteo, en un caso entre burgueses de
finales del siglo XIX y en otro entre una pareja de aristócratas de 100 años antes.

POSTIMPRESIONISMO
CÉZANNE
Montaña Sainte-Victoire
A esta investigación pictórica que llevó a cabo Cézanne hay que sumarle la influencia
de las estampas japonesas que tanto les fascinaron a muchos pintores
postimpresionistas. Y de hecho, Paul Cézanne con esta serie de pinturas de
la Montaña de Sainte Victoire quería crear una especie de imaginario equivalente a las
muchas estampas dedicadas al Monte Fuji por los artistas japoneses.
El resultado es el de unos cuadros que más que descriptivos de ese paisaje y de las
acusadas formas de la montaña, se trata de imágenes emotivas. Todo ello conseguido
a partir de su particular empleo del color y su característica geometrización.
Y es que Cézanne siendo un pintor postimpresionista, partió de
presupuestos impresionistas para sus obras, especialmente en los muchos paisajes
que realizó, retratando desde el golfo de Marsella hasta el castillo de Medan en el que
visitaba a su amigo, el escrito Emile Zola, pasando por sus paisajes mediterráneos
de L’Estaque, casualmente un lugar que también pintor uno de sus herederos
pictóricos, el pintor cubista George Braque.
En todos estos paisajes, progresivamente va perdiendo importancia el color respecto a
la forma, sobre todo las geométricas. Y cada vez es más reconocible su trazo de la
pincelada, porque si por algo son reconocibles las obras de Cézanne es porque fue
capaz de imprimir su gesto en el lienzo.
Y aunque ya se ha dicho que Cézanne hereda del Impresionismo esa costumbre de
pintar paisajes, lo cierto es que sus puntos de partida son diferentes. Los
impresionistas como Monet veían en un paisaje el espacio para cambios de luz y de
color, sin embargo para Cézanne los paisajes no son más que vistas de un plano muy
sólido y muy denso, saturado de color. Y es la articulación de esos planos de color, lo
que va determinando sus formas y organiza los volúmenes en el espacio.
Semejante teoría acarreaba que cada parte de un cuadro de Cézanne sea fruto de
muchísima reflexión, porque cada tono está dirigido hacia el resto, y no deja nada al
azar. De hecho una de sus frases más célebres es la que dice que “cuando el color
lograr su riqueza, la forma está en su plenitud”.
Naturaleza muerta con manzanas y melocotones
En una naturaleza muerta, el artista es Dios. Crea cada objeto, cada perspectiva, cada
punto de vista y los compone a su gusto. Cézanne realizó cientos de naturalezas
muertas y pintó cientos de veces los mismos objetos que tenía en su estudio.
Esta mesa que veis en la imagen, por ejemplo, esta tela estampada, esta jarra… Son
motivos recurrentes en el artista. Ya los vimos muchas veces, pero en cada cuadro son
absolutamente diferentes, con una nueva exploración de las formas y sus relaciones.
Aquí Cézanne pinta en principio un bodegón de lo más tradicional ¿Verdad? Mentira.
En realidad, Cézanne pinta las cosas desde dos perspectivas distintas: una al nivel de
los ojos, otra desde más arriba. Si este cuadro fuera real, la fruta caería rodando por la
mesa inclinada.
Pintaba meticulosamente, tardaba días, y cada día movía el caballete y pintaba las
cosas desde otro punto de vista. Y en realidad, es así como vemos: «con dos ojos».
Cézanne sabía que la combinación al mirar algo desde más de un ángulo para unificar
la composición lleva a un aplanamiento de la imagen. Y ya sabemos que el pintor
afirmaba que un artista debe centrarse ante todo en la geometría: las cosas son
cilindros, conos, prismas, esferas… Cosas tridimensionales que podemos rodear incluso
si son llevadas a las dos dimensiones de un lienzo.
Además, el pintor utiliza el color magistralmente, combinándolo como un verdadero
clásico: cálidos en las frutas, fríos rodeándolas, y así les da solidez a las cosas.

SEURAT
Bañistas en Asnieres
EL BAÑO EN ASNIÈRES es una obra de Georges Seurat que data de 1884 y pertenece al
movimiento neo impresionista en la vertiente divisionista. Es el primero de sus cuadros
de gran dimensión, que Seurat intentó sin éxito exponer en el Salón de París, y rehusó
hacerlo como alternativa en el Salón de los Independientes, en ese momento recién
fundado. obra presenta ya los rasgos fundamentales el estilo de Seurat: vegetación,
agua y lejanía vibran y sus contornos se bañan en una atmósfera impresionista, pero
las figuras humanas se dibujan con un perfil neto y en posturas nada casuales. La
pintura evoca el sopor de una calurosa tarde de sol, sin dejar de lado detalles urbanos
como las chimeneas y las vías ferroviarias. No obstante, no logra transmitir el
ambiente festivo a las orillas del río, ya que con su método puntillista las personas
quedan «desposeídas de su individualidad».
b) El puntillismo es una técnica empleada por algunos artistas neo impresionista para
desmarcarse e ir más allá del impresionismo. Se trata de un estilo de pintura que
consiste en hacer un dibujo mediante puntos y aparece por primera vez en 1880. El
procedimiento de pintura empleado por estos artistas, consiste en poner puntos de
colores puros en vez de pinceladas sobre la tela. Este fue el resultado de los estudios
cromáticos llevados a cabopor, entre otros, Georges Seurat, quien en 1884 llegó a la
división de tonos por la posición de toques de color que, mirados a cierta distancia,
crean en la retina las combinaciones deseadas. Los experimentos físicos habían
probado también que la mezcla de colores los ensucia y desemboca finalmente en el
negro. Por ello, la única mezcla capaz de producir el efecto deseado es la mezcla
óptica. La técnica de pinceladas de los impresionistas no permitía la exactitud
matemática que necesitaban los puntillistas para aplicar su sistema con pleno
rendimiento. A pesar de lo aparentemente acertado de la denominación de
puntillismo, ni Seurat ni Signac la aceptaron nunca y ambos condenaron y evitaron
rigurosamente este término.
c) Seurat nos muestra en esta tela a un grupo de varones de clase media en la ribera
del Sena cerca de una ciudad industrial, como denuncian las chimeneas y la humareda
del fondo. este cuadro lo pintó: «con grandes pinceladas planas, aplicadas unas sobre
otras, alimentadas por una paleta compuesta, como la de Delacroix, de colores puros y
colores terrosos. Mediante la utilización de ocres y tierras, la pintura se amortiguaba y
parecia menos brillante que la de los impresionistas, cuya paleta se limitaba a los
colores del prisma.» Tras un exhaustivo estudio, el efecto global es de una pintura muy
ordenada, con una distribución muy estudiada de cuerpos con volumen y vacíos
repartidos rítmicamente por el lienzo. Seurat logra transmitir la calma y estatismo de
los personajes, así como efectos atmosféricos y reflejos de imágenes sobre el agua. Es
llamativa la simplicidad de las formas, y el uso que hace el artista de las formas
regulares.
Tarde de domingo en la isla de la Grand Jatte
El tema no puede ser más costumbrista. Se trata de una (dislocada) escena cotidiana
que se podía ver en los alrededores de la Grande Gatte, a orillas del Sena, en donde las
distintas clases sociales pasean o descansan en sus riberas. Un tema, por lo tanto,
profano, tan típico del siglo XIX que, sin embargo, y como más tarde veremos, en
realidad es una pura excusa.
El soporte es lienzo mientras los colores se aplican, en pequeños puntos, al óleo.
La composición es sumamente compleja y estudiada, lo cual entra en contradicción
con el aparente ambiente costumbrista y espotáneo del que hablábamos. Los pesos se
encuentran sumamente organizados por medio de la colocación de las figuras, las
luces y sombras y la perspectiva. Así tenemos una parte inferior dominada por una
pesada sombra que se conecta de forma intensa por la vertical de los dos personajes
de la derecha y de una forma más sutil en el centro e izquierda. Tras ella aparece la
gran zona iluminada cuya figura de transición sería la mujer de rojo con sombrilla.
Toda la composición está dominada por la interacción de numerosos verticales que
son compensadas por horizontales y diagonales de sentido izquierda derecha
(sombras, ribera).
La línea ha desaparecido virtualmente (aunque en nuestra visión reaparezca en las
formas compositivas, como ya se dijo), mientras que el color y sus gradaciones toma la
máxima importancia. Su forma de trabajarlo es sumamente novedosa, aplicándolo en
pequeños puntos sobre el lienzo para conseguir un efecto visual concreto: aprovechar
la capacidad de combinar los colores cercanos que tiene nuestra pupila, creando así los
tonos intermedios que produce la luz natural sobre los objetos.
En lo que se refiere a su composición, el negro de la banda inferior estabiliza todo el
cuadro, mientras los rojos animan toda la superficie del cuadro creando numerosas
rutas visuales que nos hacen desplazarnos por él de izquierda a derecha, entrando y
saliendo en su profundidad. Como contrapunto de ellos y a fin de crear el equilibrio
deseado, todo el fondo frío en varios matices nos crea un fondo homogéneo en el que
destaquen tanto los oscuros como los cálidos.
La luz, principal objeto del cuadro, es natural y representativa, intentando llevar a sus
máximas consecuencias las teorías cromáticas expuestas por Chrevaul que ya habían
utilizado de forma más intuitiva los impresionistas: crear colores puros sobre el cuadro
para reflejar su impacto sobre los distintos colores y objetos que, por su parte,
proyectan sombras que ya no son negras sino violetas o azuladas, como pretendía
ya Monet.
La perspectiva, de nuevo, está sumamente cuidada, con una paradójica condición.
Mientras las numerosas diagonales y la multitud de espacios intermedios que tenemos
nos obliga a desplazarnos hacia el punto de fuga junto a la cabeza de los personajes de
la derecha, el propio autor nos genera numerosos obstáculos (árboles, figuras
humanas) con los que tapona estos huecos visuales, obligándosnos una y otra vez a
cambiar de dirección al no poder avanzar hasta el punto final.
Las figuras se nos presentan (pese al tema) en exceso hieráticas, sin expresiones y con
un movimiento controlado. Predomina en ellas el prefil estricto o la vista frontal,
eliminando casi por completo los tres cuartos, como era habitual en la época. Su
construcción, sumamente geométrica les dan un punto más de solidez e inmovilidad.

SIGNAC
Puerto de Marsella
La técnica puntillista empleada en este cuadro consiste en pequeñas aplicaciones de
pintura, y a veces se describe como divisionismo. Fue aún más lejos que Seurat en sus
divisiones metódicas de la luz, en los elementos del color puro y aplicó pinceladas
rectangulares que parecían pequeñas piezas de color coloreado.
GAUGUIN
Visión después del sermón
El cuadro, a pesar de basarse en un tema religioso incorpora elementos locales y es
tratado de una manera muy personal y simbólica. Las mujeres bretonas, ataviadas son
traje negro y cofia blanca llevan el típico traje bretón, su porte es de gran tamaño y
enfrente del grupo aparece una vaca mucho más pequeña. Una rama de manzano
divide diagonalmente la composición y en la otra mitad aparece la lucha descarnada de
Jacob con el ángel. Jacob aparece vestido con una túnica negra y pelo negro que
contrasta con el ángel rubio de túnica azul y grandes alas amarillas.
En los rostros de algunas de las mujeres vemos unos rasgos toscos y muchas otras
aparecen –semi desdibujadas, todo ello es fruto de unos rasgos poco trabajados y más
cercanos a las formas de arte primitivo que a una autentica intencionalidad de retratar
al pueblo bretón.
En esta obra el pintor postimpresionista utiliza una técnica
denominada cloisonnisme que se inspira en las técnicas utilizadas para la elaboración
de vidrieras y esmaltes. Consiste en otorgar a la figura de un dibujo remarcado por
gruesos trazos negros y la aplicación de grandes manchas de color brillante que otorga
planitud a la composición.
Utiliza el color de modo simbólico sin ajustarse a la realidad por lo que podemos
concluir que más que reflejar un hecho para que parezca real, Gauguin interpreta la
realidad a su manera como si de un estado onírico se tratara. Algunas de las
vanguardias posteriores como el simbolismo o el surrealismo, tomarán esta premisa
como parte de sus composiciones artísticas.
En la obra vemos la influencia que la estampa japonesa en el tratamiento de una
perspectiva no real, es común en los artistas de esta época y sobre todo del
impresionismo la recurrencia a fuentes de inspiración orientales tal y como lo hicieron
artistas de la talla de Manet, Monet, Toulouse- Lautrec…
La sencillez de la composición es parte de la representación del primitivismo que
quiere transmitir el artista pero también de la emoción e intensidad del momento
representado.
Mahana no atúa (Día del señor)
En 1894 Gauguin está en París. Tras haber montado una exposición que supuso un
fracaso económico, aunque cosechó buenas críticas, se dedicó a relacionarse con el
mundo literario parisino, siendo este año de escasa producción. Las obras que realizó
son evocaciones de Tahití, posiblemente relacionadas con la escritura en esos
momentos de "Noa-Noa", una especie de manual para interpretar los lienzos
ejecutados durante su estancia en la Polinesia. De nuevo las mujeres protagonizan la
composición junto a la religión -conjunto que también encontramos en Mata mua-
apareciendo un ídolo maorí en el centro de la escena. Lo exótico del colorido y del
tema hacen que esta obra tuviese una aceptable acogida entre el público. El colorido
empleado sigue siendo muy vivo, recurriendo a amarillos, verdes, rojos y azules. Las
figuras están trabajadas con el estilo "cloisonné", delimitando a través de una línea
oscura los contornos. En suma, a pesar de estar en París, Gauguin siente cierta
sensación de añoranza, de melancolía, por haber dejado Polinesia.
Dos tahitianas
Posiblemente sea ésta una de las imágenes más bellas entre las pintadas por Gauguin
durante su estancia en Tahití. Las dos jóvenes que nos ofrecen las flores están
captadas con enorme naturalidad y realismo. Esta célebre pintura de Gauguin es un
auténtico himno a la belleza sensual. Las dos siluetas se perfilan a modo de bajos
relieves contra un fondo de color que va de diferentes matices de verde al amarillo.
Gauguin es un gran amante de la mujer, siendo la protagonista absoluta de sus
composiciones

VAN GOGH
El sembrador
Pues bien, vayamos ahora a ver otra de esas misteriosas y atractivas piezas de este
singular artista. En esta ocasión estamos ante una de las últimas obras
deeste legendario y atormentado pintor titulada "El sembrador". En él trata uno de los
temas que más le preocupaban y del que ya había dejado un amplio testimonio
pictórico años atrás: el mundo rural y el campesinado.
Esta temática fue una constante a lo largo de su vida. De hecho, Van Gogh comenzó su
"carrera" copiando los grabados de artistas como Millet, Corot y algunos otros
pertenecientes a la escuela de Barbizon.
No debemos olvidar que Van Gogh nació en una familia de clase baja residente en
Nuenen, una pequeña aldea donde la agricultura y los trabajos del campo eran la
fuente de energía y la principal industria de la zona. De hecho, más adelante trabajó en
zonas de especial pobreza, lo cual incide aún más si cabe en su compromiso con los
más desfavorecidos.
El dormitorio
Nos encontramos ante una de las tres versiones que realiza Van Gogh de su estancia
en Arlés, en el interior de la casa amarilla donde convivió durante un breve espacio de
tiempo con su amigo y pintor Gaugin.
La escena es sencilla. Una cama, una silla y varios cuadros colgados de forma
desordenada en la pared de una pequeña habitación donde lo más destacado es el uso
de la perspectiva deformada tan característica del autor que parece utilizar un objetivo
de gran angular.
Al fondo la ventana apenas queda entreabierta sin dejar ver el campo, lo que aumenta
el ambiente claustrofóbico de este pequeño espacio donde vive el artista.
El colorido de su pincelada es vibrante, como vemos en la colcha color sangre sobre la
cama, y aunque su intención era reflejar la calma en la que vivía en su retiro no
consigue transmitirnos esa tranquilidad.
La noche estrellada
a) Es considerada obra maestra y de las más conocidas de uno de los grandes genios de
la pintura de todos los tiempos, el postimpresionista neerlandés Vincent Van Gogh,
reconocido póstumamente y famoso por el gran amor que profesaba a su hermano
Theo y por sufrir extraños brotes repentinos de una enfermedad mental que
provocaron que se cortara un trozo de oreja y que muriera a causa de una herida de
bala provocada a sí mismo a la edad de 37 años. Este cuadro muestra la vista nocturna
desde la ventana de la habitación del Sanatorio de Saint-Rémy-de-Provence donde se
recluyó hasta su muerte. Data de mediados de 1889, 13 meses antes del suicidio.
b) Post-Impresionismo es un término que engloba a 4 grandes maestros de la historia
del arte (Gauguin, Van Gogh, Cézanne y Toulouse-Lautrec). Estos, partiendo de una
formación y unas premisas impresionistas, realizaron una pintura entre finales del
S.XIX y principios del S.XX que a pesar de sus enormes diferencias puede situarse en un
mismo contexto por la necesidad que tuvieron los 4 de experimentar con nuevos
planteamientos formales ante la insatisfacción que les provocaba el Impresionismo.
Trataron de recuperar la forma en la pintura. Para comprender su arte cabe entender
sus vidas, de aislamiento, suicidio, deformidad e huida, que plasmarán como la esencia
de sus obras. Son el gran puente entre ambos siglos. Reflejarán la soledad del hombre
y tristeza que experimenta en el mundo moderno, desnaturalizado. Los sucesos que
transcurrirán en el siglo demuestran que no iban mal encaminados, y eso hace de su
obra un documento histórico más que valioso.
c) En esta obra las pinceladas se deslizan alargadas creando el paisaje y mezclando
colores de diferentes tonalidades en un ambiente muy irreal y desvirtuado que
mantiene la importancia del modelado de las formas. Resulta apreciable el juego de
luces que provoca la luna con su reflejo en el pueblo

TOULOUSE-LAUTREC
Danza en el Moulin Rouge. Ensayo con las nuevas
BAILE EN EL “MOULIN ROUGE” es una obra de las más características del pintor
postimpresionista francés Henri Toulouse-Lautrec, pintor y cartelista afamado por
representar la vida nocturna del París de finales del S.XIX. Es un enano tullido cuya
obra se caracteriza por tener estilo fotográfico debido a la espontaneidad y la
captación del momento y movimiento en sus escenas y sus personajes característicos.
También cabe mencionar sus encuadres característicos y la influencia del arte japonés
en el perfilado de sus obras. Tenía una memoria fotográfica y una habilidad de pintar
rápida.
Esta obra fue pintada en el 1890 y expuesta ese mismo año en el Salón de los
Independientes. El recién inaugurado “Moulin Rouge” es visto por Lautrec de forma
caricaturesca, captado en un momento de frecuentación por parte de la sociedad
parisina. Diversos personajes interactúan entre ellos. Gracias a la línea pictórica que
guía el ojo hacia los personajes en segundo plano a través de una hábil disposición de
los elementos sobre la tela se entrevé a un hombre con la cara de calavera y a la
bailarina Jane Avril, musa del pintor. En segundo plano se puede observar también a la
bailarina pelirroja La Goulue y a varios de sus amigos. Destaca el colorido y la elegancia
de la dama en primer plano, teniendo en cuenta que el autor solo utilizaba colores
realmente llamativos para aquello que lo mereciese, fundiendo lo que no es tan
importante en la escena con colores más oscuros.
La Toilette
A) Es un cuadro del pintor francés Henri de Toulouse-Lautrec. Está realizado al
óleo sobre cartón. Fue pintado en 1889. Es un cuadro tomado del natural, en uno de
aquellos prostíbulos que el artista visitaba y en los que pasaba muchas horas del día.
B) El pintor destacó como cartelista. Su pintura oscila entre lo expresivo con gran
sentido crítico, y lo decorativo. Fue pintor de los cabarets parisinos, de los alegres y
sórdidos interiores de la gran ciudad. Conoció a Van Gogh y junto a él y otros dos
pintores expusieron obras como “impresionistas del petit boulevard”. Experimentó con
perspectivas forzadas, con dibujo nítido, con temas de los bajos fondos. Inaugura así
una nueva forma de pintar, de gran simplificación y austeridad de recursos. Esto y su
gran capacidad expresiva: es el maestro del encuadre.
C) El encuadre es fotográfico, con evidente acento en el punto de vista en picado, de
arriba hacia abajo. La figura de la joven pelirroja y con la piel muy blanca aparece de
espaldas al espectador, situada entre dos sillones de mimbre y sentada sobre una
alfombra. De esta manera sugiere el pintor que nos encontramos en su estudio, sin
preocuparse por aludir nada más del entorno, en una muestra más de su radical
naturalismo. La pose de la figura, con las medias medio bajadas y la camisa cayendo
desde los hombros hasta la cintura, refuerza ese naturalismo ya que no existe
ennoblecimiento en la postura.
El colorido (con malvas, amarillos, verdes y azules) muestra el punto de partida de
Toulouse-Lautrec desde el Impresionismo a pesar de que su interés se centra en el
modelado y el dibujo, como podemos apreciar en el desnudo de la muchacha. La
modelo, los pobres objetos de la ambientación recuerdan a Degas, del que Toulouse-
Lautrec se consideraba un continuador ideal. La intimidad femenina le atrae del mismo
modo que a Degas, como puede verse en esta obra. Es una obra como homenaje. Los
colores son utilizados con parsimonia, en algunos puntos aflora el color del cartón que
sirve de fondo. Las intuiciones impresionistas se superan en este cuadro, gracias a las
sugerencias realistas próximas a Van Gogh. Los colores son fríos y luminosos. La
pincelada es vigorosa. Produce la sensación de cuadro inacabado, de boceto.
Salon at the Rue des Moulins
Nos presenta a las prostitutas sin crítica alguna, y las vemos en sus hábitos y
cotidianeidad diaria, retratándolas en su intimidad, sin ser complaciente con ellas pero
tampoco se ve ningún rasgo de desprecio hacia ellas. Con un total respeto hacia sus
personalidades y su función dentro de la sociedad. E incluso se sabe que Toulouse
Lautrec mientras residió allí no tenía ningún inconveniente en dar esa dirección de
contacto a sus amigos y conocidos, lo que evidentemente a los más bien pensantes les
escandalizaba, y más aún teniendo en cuenta los orígenes aristocráticos de este pintor.
Pintó a las prostitutas del burdel para esta tela y para muchas otras, y siempre elegía
actividades como sus ratos de descanso, o mientras dormían o comían, y hasta en su
momento del baño personal. Siempre presentándolas con total naturalidad. En
conjunto, llegó a pintar 30 obras ambientadas en este prostíbulo más la serie de
litografías titula Elles. Si bien algunas de estas imágenes las mantuvo ocultas durante
un tiempo y se resistía a mostrarlas ya que eran escenas de lo más humanas, mientras
que gran parte de la sociedad condenaba a estas mujeres por la profesión que
ejercían.
En muchos de estos cuadros, especialmente en éste, casi puede respirarse cierto
ambiente de tristeza y de hastío, prácticamente se puede oler el perfume denso de esa
atmósfera semiclandestina.
Estéticamente, la composición se basa en las diferentes masas de color que conforman
la escena, dominado por los tonos calientes del diván en el que aguardan las chicas a
los clientes. Una composición basada en la diagonal y articulada por distintos
elementos verticales, como la gruesa columna del fondo que divide el espacio en
diversos rectángulos en los que se reparten la protagonistas.
En cuanto al encuadre, es casi cinematográfico, muy moderno para su época. Prueba
de ello es que una muchacha en el lado derecho aparece cortada mientras camina por
la habitación. Al fondo varias chicas están sentadas y esperando. Y en primer plano dos
figuras más, otra chica en una postura relajada de descanso y la madame o jefa del
prostíbulo con un porte serio.
Casi todo en la escena es de un colorido caliente, dominando los tonos rojos y
violáceos del diván y los cojines, que sirven de fondo para los colores azules y las
manchas de negro de los vestidos y medias de las chicas.

MUNCH
Las niñas en el puente
Esta es una obra de formato vertical, con síntesis formal y cromática.
En primer plano se ven tres muchachas que se asoman por el puente en actitud
contemplativa, en sus vestidos se combinan los colores blanco, verde y rojo. El espacio
se recorre mediante la perspectiva del puente que cruza la pintura en diagonal y nos
conduce al fondo, donde la vista sigue por la línea horizontal blanca de derecha a
izquierda, para terminar en los arboles de valores bajos, uno con su enorme copa, que
se refleja en el rio y el cielo en tonos fríos de saturados, que dan la sensación de tarde
donde todo parece quieto pero teñido de inquietud, es una imagen oscura y
misteriosa.
Línea y color: Las líneas siguen un movimiento ondulante, que esta presente en toda la
obra, destacándose en el cielo, el agua, la tierra y en las ramas oscuras de los arboles.
Superficies amplias y llenas de color puro y fuerte.
El esquema pone de relieve la estructura compositiva típica de Munch con la diagonal
del puente que corta la escena, la horizontal del borde del rio y de la pared, y la gran
maza del árbol que se refleja en el agua, de una profundidad misteriosa, sobre la que
se asoman las tres muchachas. Munch crea una impresión sobre el poder de la
naturaleza y su fuerte constante movimiento. Un sosiego sombrío plantea sobre esta
escena. Las muchachas están juntas, cada una permanece aislada. Se mantienen
silenciosas ante la grandeza de la noche veraniega, formando un extraño contraste sus
vestidos brillantes con el agua oscura que hay más abajo, y con el verdor sombrío de
los árboles que dominan, no sólo a las muchachas, sino a los edificios blancos, al
mismo tiempo que empequeñecen la luna, símbolo de la esperanza.
La estructura diagonal halla su complemento en la mitad izquierda del cuadro,
ocupada casi totalmente por las copas de unos tilos, cuya imagen vemos reflejada en el
agua. La impresión de alegría, producida ante todo por los colores a la vez discretos y
brillantes de los vestidos, se ve contrarrestada por el motivo del reflejo oscuro y
pesado de las copas. De modo semejante a la columna de luz que la luna proyecta
sobre el mar, el reflejo de las copas parece ejercer una atracción mágica sobre las
chicas.
La danza de la vida
Obra llena de símbolos, donde el autor viene a significar multitud de mensajes, los
cuales han sido objeto de extensas interpretaciones por parte de los expertos.
Las representaciones más patentes son: la transición de la niñez a la vejez, mostrada
por las tres mujeres de izquierda a derecha; la luna sobre los dos jóvenes centrales
manifiesta el carácter pasional del lienzo; La chica de blanco, representa la inocencia,
mira al futuro (hacia la derecha) con gesto ilusionado; la joven de en medio mira a su
hombre y está entregada a la entrega mutua; y la mayor de ellas mira al pasado (hacia
la izquierda) con un gesto de amargura.

SÉRUSIER
El talismán
Este cuadro minúsculo, pintado sobre la tapa de una caja de puros, es el manifiesto
artístico que sienta las bases de toda la pintura moderna. Paul Sérusier lo pintó
siguiendo las indicaciones de Gauguin, que le decía: “¿Cómo ve esos árboles? Son
amarillos. Pues bien, píntelos de amarillo; esta sombra azulada, píntela de azul
ultramar puro; ¿esas hojas rojas? Ponga bermellón”.
Es un paisaje extremadamente simplificado, que casi roza la abstracción. Representa la
orilla de un río, con un camino, unos árboles y un molino que se reflejan en el agua.
Los colores son estridentes, pero están combinados con armonía y producen una
sensación de calma. El título real del cuadro es “Paisaje del Bois d’Amour”, aunque los
Nabis lo rebautizaron como “El talismán” ya que que constituía la base teórica de su
pintura. La obra rompía radicalmente con la pintura tradicional, que se limitaba a
copiar la realidad, y suponía la liberación de las formas y el color. A partir de ahora, la
realidad sería sintetizada por la mente del artista y luego plasmada en el lienzo.

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