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MECÁNICA CUÁNTICA

CONCEPTUAL
Propagación de Feynman y cuantización
semiclásica

Bernardo Adeva Andany


Departmento de Fı́sica de Partı́culas
University of Santiago de Compostela
bernardo.adeva@usc.es

8 de Enero de 2019


c Copyright Bernardo Adeva Andany 2019 ISBN 978-84-17591-08-3
Liberlibro ebook
Prólogo
El material que aquı́ se presenta es una introducción breve, pero matemáticamente
precisa, a la Mecánica Cuántica. Está dirigido a estudiantes con cierta base matemática
en el cálculo diferencial e integral, y familiarizados con la mecánica clásica y las ondas.
En particular, a alumnos que cursen una asignatura de Fı́sica Cuántica, en cualquier
programa universitario, ya sea en Ciencias o Ingenierı́a.
Una motivación principal del libro es buscar brevedad y concisión, intentando lograr
en menos de 120 páginas, incluidas 37 figuras, una inmersión completa en la Mecáni-
ca Cuántica que cubra sus aspectos esenciales y métodos principales. Creemos con esto
satisfacer la necesidad de alumnos en planes docentes con una carga de trabajo y lectura
estrictamente tasada.
La introducción inicial a la Mecánica Cuántica se realiza utilizando la cuantización
semiclásica, siendo la mecánica clásica de Newton y la relatividad los puntos de referencia.
Se hace hincapié, no sólo en las radicales diferencias conceptuales que estas tienen respecto
a la Mecánica Cuántica, sino también en la transición suave que muestran hacia ella. Se
busca evitar una doble exposición de la Mecánica Cuántica, en la cual la fenomenologı́a de
la constante de Planck se expondrı́a primero, siguiendo la “antigua teorı́a de los cuantos”,
para luego pasar a otra teorı́a distinta, y más rigurosa. Pensamos que esta duplicidad es
hoy dı́a evitable, y la exposición conceptual puede hacerse sin recurso a distintos niveles
fenomenológicos.
Se utiliza la propagación de Feynman como base axiomática de la Mecánica Cuántica,
por su incomparable fuerza conceptual, completada con las ideas generalmente admitidas
sobre el problema de la medida. Se proporciona una idea simple de la inmersión que sufre
dicha Mecánica Cuántica en la Teorı́a Cuántica de Campos, ilustrada con la emisión de
fotones.
Desde el punto de vista docente, llegan hasta nueve las formulaciones equivalentes
de los principios de la Mecánica Cuántica que han sido discutidas en la literatura 1 .
Concedemos aquı́ especial protagonismo, además de la antedicha formulación de Feynman,
a la más tradicional de la función de ondas y la ecuación de Schrödinger, acompañándolas
de la formulación del espacio fásico discretizado. No tratamos, siendo quizá la más pro-
funda, la formulación de la matriz densidad de Wigner y Landau, por considerarla tal vez
apropiada para un segundo curso, algo más desarrollado.
Este programa se ha llevado a cabo durante los últimos años en la Universidad de
Santiago de Compostela, dentro del programa de Grado en Fı́sica, e incluye una intro-
ducción al momento angular y al espı́n del electrón, conducente a la idea de sistemas
fermiónicos y bosónicos. Se aborda también la resolución analı́tica de una serie de casos
normalizados de la ecuación de Schrödinger, incluyendo el efecto túnel, como parte de la
asignatura de Fı́sica Cuántica I.
Quisiera expresar mi profundo agradecimiento a Dolores Cortina Gil, Xabier Cid
Vidal, Diego González Dı́az y Manuel Feijoo Rodrı́guez, por comparitr conmigo la muy
gratificante tarea de la docencia y del desarrollo de la colección de problemas de este
curso, en interacción con los estudiantes de Santiago de Compostela. Mi agradecimiento
es extensivo a Marcos Seco Miguélez, por sus valiosas e inspiradoras aportaciones técnicas.

1
véase la excelente revisión realizada en el artı́culo “Nine formulations of quantum mechanics”de
D. F. Styler et al., https://aapt.scitation.org/doi/10.1119/1.1445404.

1
Índice

1. El principio de Mı́nima Acción 4

2. La constante de Planck 6
2.1. La observación en intervalos de tiempo muy cortos . . . . . . . . . . . . . . 8
2.2. El movimiento periódico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
2.3. El tamaño de los átomos y el radio de Bohr . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
2.4. El oscilador armónico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
2.5. La densidad de niveles de energı́a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
2.6. El movimiento ondulatorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

3. La propagación de Feynman 18
3.1. Propagación exacta sobre un tiempo finito . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

4. La velocidad instantánea 23

5. La ecuación de Schrödinger 25

6. La función de ondas 27

7. Ondas planas y transformación de Fourier 28

8. Valores medios e indeterminación 31

9. El principio de indeterminación 34

10. Extensión a tres dimensiones 36

11. Autoestados y valores medibles 37

12. Los estados estacionarios 40

13. La fórmula de Bohr 45

14. La Mecánica Cuántica en el marco relativista 48

15. El momento angular 49

16. Los autoestados del momento angular 53

17. La ecuación de Schrödinger radial 62

18. El magnetón de Bohr 68

19. Los estados de polarización lineal 70

20. El átomo de Hidrógeno 73

21. El espı́n del electrón 78

2
22. El principio de exclusión de Pauli 83

23. La partı́cula encerrada en un cubo 88

24. El salto de potencial 91

25. La barrera de potencial 95

26. El efecto túnel 99

27. El oscilador armónico 108

3
1. El principio de Mı́nima Acción
Consideremos un cuerpo que se mueve en una dimensión, sometido a un cierto poten-
cial U (x, t). Por ejemplo, una manzana que cae desde la rama de un árbol al suelo, con
movimiento uniformemente acelerado. Siendo x(t) la altura a la que se encuentra sobre el
suelo, su energı́a cinética es T = 21 mẋ2 y su energı́a potencial es U (x) = mgx. La Lagran-
giana es L = T − U . Si parte del reposo con una altura inicial x1 , el movimiento puede
representarse como una trayectoria en el plano (x, t), que como sabemos, corresponde a
la parábola x = x1 − 21 gt2 .
Esta trayectoria es la única que verifica la segunda ley de Newton
∂U
− = mẍ (1)
∂x
o equivalentemente, la única solución de la ecuación de Lagrange dtd ( ∂L
∂ ẋ
) − ∂L
∂x
= 0, con
las condiciones iniciales que se han especificado.
La integral de acción se define para cualquier trayectoria x(t) como:
Z t2 Z t2
1
S= L(x(t), ẋ(t), t)dt = ( mẋ2 (t) − mgx(t))dt (2)
t1 t1 2
donde (t1 , t2 ) representa el intervalo de tiempo sobre el cual deseamos definir dicha acción
(por ejemplo, desde el instante en que se separa la manzana hasta que toca el suelo). Es
claro que la acción tiene dimensión de energı́a × tiempo, ya que L = T −U es una diferencia
de energı́as, que se multiplica por un intervalo de tiempo. En el Sistema Internacional de
unidades se mide en J · s (Julios × segundo).
Es sabido desde el siglo XVIII que la segunda ley de Newton se deduce de un principio
variacional, el principio de Mı́nima Acción, que consiste en exigir que la integral de acción
S tenga un valor extremal 2 sobre la trayectoria real x(t)3 .
En efecto, cualquier otra función diferenciable x(t) distinta de la parábola x = x1 − 12 gt2
producirá un valor de la integral (2) mayor que:
1
S = ∆t (−mgx1 + mg 2 (∆t)2 )
3
y sugerimos al alumno que compruebe que efectivamente este es el valor que toma la
integral de acción para la parábola anterior, siendo ∆t = t2 − t1 .
El método general para deducir la ecuación de Newton a partir del principio de mı́nima
acción, realizando la variación de una trayectoria finita y exigiendo que esta sea nula, es
bien conocido en Mecánica 4 , y conduce a las ecuaciones de Euler-Lagrange como paso
previo. Veamos que puede llegarse a idéntica conclusión de forma más directa, analizando
el movimiento durante un intervalo de tiempo infinitesimal ∆t = t2 − t1 . Supongamos
que la masa m se mueve desde (x1 , t1 ) hasta (x2 , t2 ) en un intervalo de tiempo ∆t muy
pequeño, sometida al potencial U (x, t). Consideremos la posición x que ocupa en el tiempo
central t = (t1 + t2 )/2, tal como se indica en la Figura 1.

2
puede demostrarse que, para cualquier potencial, la integral de acción tiene un mı́nimo para trayec-
torias suficientemente cortas en el tiempo. En el caso más general, tiene un mı́nimo o un punto silla. La
acción nunca puede ser máxima sobre la trayectoria real.
3
adoptamos aquı́ la formulación de Hamilton del principio de Mı́nima Acción.
4
véase, por ejemplo “Mecánica”de Landau-Lifshitz, Vol.1, pag.2.

4
Hx 2,t2L
t2

t1
Hx 1,t1L

x1 x x2

Figura 1: Movimiento en el plano (x, t) según distintas trayectorias: la de mı́nima acción


(verde) y otras fuera de la Mecánica Clásica (rojo)

Vamos a demostrar que el único punto intermedio x permitido por el principio de mı́ni-
ma acción, es precisamente el que verifica la segunda ley de Newton − ∂U ∂x
= mẍ. En efecto,
podemos calcular, separadamente, las velocidades promedio v1 y v2 que tiene el móvil en
la primera mitad (t1 , t) y en la segunda mitad (t, t2 ) del intervalo, respectivamente.
Su aceleración en el instante t vendrá dada por:
v2 − v1
ẍ =
∆t/2
y la ley de Newton puede expresarse como:
 
m x2 − x x − x1 ∂U
− + =0 (3)
(∆t/2) (∆t/2) (∆t/2) ∂x
Por otro lado, también podemos calcular la acción S en el intervalo ∆t como una suma
de dos términos :
Z t2 Z t2
∆t ∆t
S= Ldt = (T − U )dt = L̄1 + L̄2
t1 t1 2 2
(x − x1 )2 (x2 − x)2
   
∆t x1 + x ∆t x + x2
= m − U( ) + m − U( ) (4)
2 2(∆t/2)2 2 2 2(∆t/2)2 2
Donde U ((x1 + x)/2) representa el potencial promedio en la primera mitad (análoga-
mente U ((x1 + x)/2)). Evidentemente la acción no tomará iguales valores para cada punto
intermedio x que la partı́cula pueda ocupar en el instante t = (t1 + t2 )/2. Pues bien, el
principio de mı́nima acción dice que el único punto x posible es aquél que hace mı́nimo
(extremal) el valor de S y cumple por tanto ∂S ∂x
= 0. Es fácil comprobar, derivando la
expresión (4) respecto a x, que se obtiene exactamente la fórmula (3), que equivale a (1).
5
Debe quedar claro que, en el proceso variacional antes considerado, los puntos extremos
de la trayectoria (x1 , t1 ) y (x2 , t2 ) permanecen fijos. En un campo constante en el tiempo
( ∂U
∂t
= ∂L
∂t
= 0), la energı́a total E = T + U es una constante del movimiento. Si tenemos
varias dimensiones espaciales, un punto dado (r2 , t2 ) puede ser alcanzado desde el punto
inicial (r1 , t1 ) a través de más de una trayectoria (todas con S extremal).
Tiene interés calcular la integral de acción sobre los puntos de la trayectoria clásica
(x(t), t) que, partiendo del punto (x1 , t1 ), tiene una energı́a E determinada 5 :

Z t2 Z Z x2
∂S ∂S
S(t2 − t1 ) = L(t)dt = ( dt + dx) = −E · (t2 − t1 ) + p(x)dx (5)
t1 ∂t ∂x x1

La cantidad:
Z x2
S0 ≡ p(x)dx = S + E · (t2 − t1 ) (6)
x1
se conoce en la literatura como integral de acción reducida, o caracterı́stica. Tie-
ne la propiedad de ser invariante bajo cualquier redefinición del cero de la energı́a potencial
U (x) → U (x) + C, debido a la presencia del término de signo opuesto en L = T − U , y de
ser por tanto medible en el laboratorio. Juega un papel importante en el movimiento de
los cuerpos y de las ondas, y tiene en la naturaleza un carácter intrı́nsecamente oscilatorio
que estudiaremos a continuación.

2. La constante de Planck
Hemos dicho que la acción reducida S0 es una cantidad medible, y debemos considerar
la posibilidad de realizar medidas de ella en el laboratorio, en unidades J ·s. Para ello serı́a
necesario determinar la energı́a cinética y la posición del cuerpo en sucesivos instantes
de tiempo, buscando causar la mı́nima perturbación de la trayectoria. Las leyes de la
Mecánica convencional no señalan ningún impedimento para llevar a cabo una medición
tan precisa como queramos, estando únicamente limitados por la propia precisión de
nuestros aparatos de medida.
La realidad fı́sica nos depara no obstante una sorpresa. Se conoce desde hace más de
un siglo que la acción reducida es una cantidad no nula y discretizada, que sólo puede
tomar valores que sean múltiplos enteros positivos de una constante universal, la constante
de Planck, que en el dı́a de hoy es conocida con 9 dı́gitos de precisión, y cuyo valor
numérico se aproxima a h = 6.626 × 10−34 Js. Este valor es exactamente el mismo con
independencia del tipo de energı́a que esté representada por el potencial U (x, t), que puede
ser electromagnética, nuclear, electrodébil o gravitatoria, y afecta por igual al movimiento
de los cuerpos de masa m y al de las ondas.
La verdadera continuidad del espacio y del tiempo a muy pequeña escala es un tema
abierto en fı́sica, para el que no tenemos una respuesta establecida. Se desconoce si son
continuos o no. Sin embargo existe una discontinuidad bien establecida en el proceso
observacional a pequeña escala, que afecta inequı́vocamente a la acción reducida. Sus
repercusiones en todas las ramas de la fı́sica, y del conocimento en general, son enormes y
vamos a hacer una primera discusión de las más importantes en los apartados siguientes.
5
S(x, t) construye una función en el plano (x, t) que se llama función principal de Hamilton, y que
verifica ∂S ∂S
∂t = −E y ∂x = p, siendo p el momento en el punto (x, t).

6
Tomar la discontinuidad de la acción reducida como un postulado adicional de la
Fı́sica, sin ninguna otra idea adicional, no serı́a suficiente para crear un nueva Mecánica
consistente y predictiva. Simplemente reflejarı́a la realidad. Como veremos enseguida,
tal hipótesis es incompatible con la existencia de trayectorias diferenciables, con lo cual
pierden su fundamento las propias leyes de la Mecánica convencional. El problema de
crear una nueva Mecánica consistente lo resolveremos en la Sección 3. Un enunciado
fenomenológico del hecho anterior, formulado en los limitados términos de la Mecánica
Clásica, serı́a el siguiente:
Principio de cuantificación de la acción: Para cualquier observación fı́sica de un
cuerpo o sistema de ellos, sometidos a un campo de fuerzas, o de una onda, ambos durante
un tiempo ∆t, la acción reducida S0 , extendida al intervalo ∆t, sólo puede tomar valores
que sean múltiplos enteros de la constante de Planck. La cuantificación tiene lugar en la
forma S0 = (n + α)h, donde n = 1, 2, . . . ∞, y α > −1 es una constante real especı́fica
para cada problema.
Este principio se aplica universalmente a sistemas con un número arbitrario N de
grados de libertad, tanto relativistas como no relativistas. Es válido tanto para sistemas
integrables, donde existen N − 1 constantes del movimiento aparte de la energı́a total,
como para sistemas totalmente caóticos, donde sólo la energı́a es conservada. Una revisión
moderna del mismo nos revela que es una excelente aproximación, si bien no totalmente
exacta. Como veremos con la teorı́a de Feynman, la no exactitud completa es consecuencia
de que al movimiento no contribuyen únicamente las trayectorias clásicas, sino todas las
trayectorias posibles. Es desde luego un reto para cualquier nueva Mecánica poder predecir
en cada caso el valor exacto de α, allá donde se cumpla la ecuación anterior de forma
exacta. La constante α se relaciona con propiedades de focalización de las trayectorias
clásicas, y admite de hecho una interpretación inequı́voca en la Mecánica Clásica. No
vamos a profundizar aquı́ en ello 6 , sino a centrarnos en el desarrollo de la nueva Mecánica.
Algunos comentarios adicionales sobre este principio de cuantificación:
• dado que las trayectorias diferenciables no representan verdaderamente el movimien-
to real, resulta difı́cil verificar su validez de manera directa. Si intentamos realizar
una medida de S0 , nos encontramos con que la precisión requerida para probar la
validez del principio (inferior a ±h) no puede ser alcanzada en la práctica, como
veremos en la Sección 9, y el sistema se ve necesariamente perturbado.
• una forma de verificar dicho principio, en el movimiento periódico, es medir las
energı́as, acordes con la secuencia n = 1, 2, . . . ∞, renunciando a intentar observar
la trayectoria simultáneamente. Resulta que, en este caso, las energı́as sı́ pueden ser
medidas con precisión esencialmente ilimitada. En cualquier tipo de movimiento, es
siempre posible medir la energı́a y el tiempo de avance de un móvil, procesando las
señales emitidas por él con la ayuda de relojes de una precisión determinada.
• las trayectorias donde se cumple la regla de cuantificación de S0 , en el movimiento
periódico, se suponen diferenciables, y deben ser entendidas como las más próximas
al movimiento real que pueden ser formuladas en los términos de la Mecánica Clásica.
6
la constante α tiene especial sentido para los sistemas integrables, y es aditiva para cada uno de los
circuitos cerrados irreducibles i que se producen alrededor de los toros invariantes en el espacio fásico
que caracterizan el movimiento en este tipo de sistemas. Toma el valor αi = Mi /4 en cada uno de ellos,
si hacemos n = 0, 1, . . . ∞, siendo Mi un número entero llamado ı́ndice de Maslov.

7
Dado el pequeño valor en J · s que toma en la naturaleza 7 la constante h, es claro
que el dominio de la Fı́sica queda dividido en dos sectores, con una transición continua
entre ambos: cuando su valor no nulo resulta imperceptible, y cuando sus efectos se hacen
notar con claridad. El primero se produce cuando, una vez evaluada la acción reducida
S0 en el problema a tratar, resulta ser S0  h. Lo llamaremos lı́mite clásico, y en él
esperamos plena validez de las leyes convencionales de la Mecánica. El segundo ocurre al
contrario, cuando S0 ' h, y se conoce con el nombre de lı́mite cuántico, que vamos a
tratar en lo que sigue.

2.1. La observación en intervalos de tiempo muy cortos


Supongamos que queremos observar el movimiento de un cuerpo de masa m durante
un intervalo de tiempo muy corto ∆t. La acción reducida vale S0 = S + E∆t = 2T ∆t,
siendo T su energı́a cinética 21 mv 2 . Es evidente que el lı́mite cuántico se alcanza siempre
que el intervalo de tiempo ∆t sea del orden del cociente h/T , o menor:
h
∆t . (7)
T
Si admitimos que S0 debe permanecer finita, (1 + α)h, entonces ninguna observación
realizada durante un tiempo inferior o del orden del indicado será posible sin un aumento
de la energı́a cinética del cuerpo, hasta alcanzar un valor T & h/∆t. Se le llama fluctuación
cuántica. Téngase en cuenta que si el intervalo de tiempo es realmente pequeño, la energı́a
potencial puede considerarse constante sobre la trayectoria y podemos identificar la energı́a
cinética con la energı́a total E, de manera que el tiempo crı́tico para que las fluctuaciones
sean importantes es simplemente ∆t ∼ h/E.
Recomendamos al alumno comprobar que el tiempo de observación para una pelota
de tenis de 100g que se mueve a 50 Km/h serı́a ∆t ∼ 1 × 10−35 s, inferior por muchos
órdenes de magnitud al tiempo de exposición de cualquier cámara fotográfica (∆t ≥ 1ms),
e incluso de cualquier dispositivo electrónico basado en células fotosensibles (∆t ≥ 1ns).
No obstante, si fuesemos capaces de “fotografiar” el movimiento durante un tiempo de
10−35 s, indudablemente observarı́amos fluctuaciones, y podrı́amos ver que su movimiento
tiene lugar en “zig-zag”, en esa escala.
Es decir, la localización en el tiempo ∆t de un cuerpo en el laboratorio implica un
aumento de energı́a cinética de h/∆t. Esta energı́a puede contemplarse como una inversión
necesaria para lograr dicha localización, o como una manifestación de ella. Es evidente en
cualquier caso, que no resulta posible mantener la existencia de una velocidad instantánea,
en el proceso observacional del paso al lı́mite
∆x
v = lı́m
∆t→0 ∆t

y que dicho lı́mite no existe en realidad, sino que es infinito. Por tanto, los cuerpos
no siguen trayectorias diferenciables. A nosotros nos parece que sı́ lo hacen, debido a que
nuestros sentidos o aparatos de medida no son capaces de constatar intervalos de tiempo
suficientemente cortos.
7
tanto el Julio como el segundo son unidades ligadas a nuestra escala de observación evolutiva.

8
Sin embargo, el movimiento periódico de los electrones dentro de los átomos, de las
moléculas, o de una red cristalina, ası́ como el de protones y neutrones dentro del núcleo,
implican una gran localización en el tiempo ligada con su periodo de revolución, y están
enteramente gobernados por las fluctuaciones cuánticas.

Consideración relativista
Para descartar la existencia de trayectorias diferenciables, nos hemos limitado a tratar
de forma no relativista la energı́a cinética. Pero resulta evidente que, para intervalos de
tiempo de observación suficientemente cortos, el aumento de la energı́a cinética necesa-
riamente lleva a cualquier cuerpo al dominio relativista, aproximándose su velocidad a la
velocidad de la luz c. Un ejercicio instructivo para el alumno interesado en este caso es
demostrar lo anterior tomando la acción relativista S para el movimiento libre 8 , que im-
plica una acción reducida S0 = S + mc2 γ∆t, donde γ es el factor de Lorentz. No es difı́cil
entonces darse cuenta de que, suponiendo S0 ∼ h, la localización temporal necesaria para
que la partı́cula alcance velocidades próximas a c viene dada por ∆t ∼ h/(mc2 ), siendo m
su masa en reposo. Nótese que este tiempo de localización es mucho más corto, en general,
que el necesario para producir fluctuaciones cuánticas significativas.
Si consiguiésemos localizar en el tiempo átomos, moléculas o núcleos con la precisión
anterior, estos sistemas perderı́an su integridad, y de hecho tal consideración no tiene
relevancia alguna para su estudio. Para un electrón, cuya masa me es mucho más ligera,
la localización temporal en el intervalo ∆t ∼ h/(me c2 ) sigue siendo demasiado corta como
para ser relevante en el estudio de la materia ordinaria. Tiene sin embargo la interesan-
te consecuencia de producir pares electrón-positrón, allá donde consiga realizarse en el
laboratorio.

2.2. El movimiento periódico


Dado que una buena parte de los movimientos que se observan en la naturaleza son de
tipo periódico (especialmente en el mundo microscópico) vamos a ver cuál será la condición
para que un movimiento de este tipo sea cuántico.
Supongamos por ejemplo una órbita cerrada (E < 0) en tres dimensiones, con un
potencial central del tipo U (r) = βrd . De acuerdo con el teorema del virial, los valores
medios de las energı́as cinética (T̄ ) y potencial (Ū ) a lo largo de un periodo ∆t 9 están rela-
cionados exactamente por la expresión T̄ = d2 Ū . Es evidente además que E = Ē = T̄ + Ū .
Este teorema nos permite por tanto un cálculo exacto de la acción sobre un ciclo:
Z ∆t  
d−2
S= Ldt = L̄ ∆t = (T̄ − Ū ) ∆t = E ∆t (8)
0 d+2
la acción reducida será por tanto: S0 = S + E∆t = [2d/(d + 2)]E∆t y el lı́mite
cuántico se producirá cuando S0 ' h. En este tipo de movimiento periódico, en una o
varias dimensiones, existe una relación 1−1 entre el periodo ∆t (o el cuasiperiodo) y la
energı́a E de las órbitas, siendo la única excepción el oscilador armónico, cuyo periodo
resulta ser independiente de la energı́a.
8
R ∆t p
la acción relativista para el movimiento libre es S = − 0 mc2 1 − v 2 /c2 dt.
9
para potenciales centrales del tipo indicado, únicamente los casos d = −1 y d = 2 originan trayectorias
siempre periódicas. En los demás casos tendrı́a sentido considerar como periodo el intervalo de tiempo
∆t en que r realiza un ciclo entre (rmin , rmax ), llamado aquı́ cuasiperiodo.

9
E HeVL
a0 4a0 r
n®¥
-1.5 n=3
-3.4 n=2

-13.6 n=1

Figura 2: Potencial culombiano del átomo de Hidrógeno que muestra los estados discretos
de la energı́a, que corresponden a múltiplos enteros de h en la acción clásica reducida S0 .
El nivel más bajo corresponde al radio de Bohr a0 . En el lı́mite n → ∞ la energı́a parece
tomar valores continuos.

Por tanto una vez conocida la energı́a E y el periodo ∆t de la órbita, sabemos con
precisión si el movimiento se encuentra en el lı́mite cuántico, simplemente evaluando su
producto. Es claro que en dicho lı́mite no será posible hablar de trayectorias, y que el
movimiento tendrá lugar de forma errática, actuando las fluctuaciones cuánticas de forma
intensa en cada ciclo.

2.3. El tamaño de los átomos y el radio de Bohr


Para poder comprender el tamaño que tienen los átomos, podemos empezar por ana-
lizar el átomo de Hidrógeno. Consideremos el problema de un electrón que se mueve
sometido a la atracción eléctrica de un protón (Z protones en general). El potencial de
Ze2
interacción viene dado por la ley de Coulomb U (r) = −β/r, con β = 4π 0
, siendo e el
valor absoluto de la carga del electrón y 0 la permeabilidad eléctrica del vacı́o 10 .
De acuerdo con las leyes de Newton, este movimiento tiene lugar en un plano, y
para energı́as E < 0 la solución toma la forma de órbitas elı́pticas en las que una de las
partı́culas se mueve alrededor del centro de masas, situado en uno de los focos. Además,
la tercera ley de Kepler:

π βm1/2 2π
∆t = √ 3/2
≡ (9)
2 |E| ω
establece una relación precisa entre la energı́a de las órbitas y su periodo ∆t.
10
este potencial describe igualmente la atracción gravitatoria entre dos masas m1 y m2 , con
β = GN m1 m2 , y el análisis fı́sico que sigue se aplica ı́ntegramente a este caso también.

10
Nótese que m representa aquı́ la masa reducida del sistema de dos cuerpos (el electrón
y el núcleo) m = m1 m2 /(m1 + m2 ), que es muy próxima a la masa del electrón me .
Según hemos visto con el teorema del virial (d = −1 en este caso), la acción vale
S = −3E∆t y la acción reducida S0 = −2E∆t. Conocida la ley de Kepler, podemos com-
prender que el lı́mite cuántico se producirá cuando la acción S0 descienda hasta el nivel
de h. Y esto ocurre cuando las órbitas adquieren radios muy pequeños, con frecuencias
elevadas y energı́as altas en valor absoluto y negativas.
El principio de cuantificación de la acción se aplica nı́tidamente en este caso: S0 = nh
con n = 1, 2, . . . ∞, siendo nula, de manera efectiva, la constante α 11 . Ello nos permite
establecer un filtro sobre las energı́as permitidas del electrón, cualquiera que sea el valor
del momento angular, que quedan cuantificadas en la forma:

1 mβ 2 1 1 mZ 2 e4 1
− En = = (10)
2 ~2 n2 2 (4π0 )2 ~2 n2
Su valor para n = 1 y Z = 1 (~ ≡ h/2π) corresponde a la energı́a mı́nima de un
electrón en el campo eléctrico creado por el protón, y la progresión de estas energı́as hacia
cero para n → ∞ puede observarse en la Figura 2. La energı́a de ligadura del electrón en
el átomo de hidrógeno se conoce con una precisión inmensa (mejor que una parte en 108 ),
a partir de las longitudes de onda de sus lı́neas de emisión (serie de Balmer), y se llama
en la literatura energı́a de Rydberg Ey . El valor que obtenemos de (10) cuando utilizamos
valores de precisión para las constantes fundamentales involucradas es

1 mβ 2
− E1 = 2
= 2.180 × 10−18 J (11)
2 ~
y está en excelente acuerdo con el valor tabulado de Ey , del cual difiere en una cantidad
relativa del orden de 10−3 , que se atribuye fundamentalmente a haber ignorado el momento
magnético del electrón, a la imprecisión del cálculo no relativista, a la masa finita del
protón, al momento magnético del protón, y a la polarización del vacı́o. El valor −E1
recibe el nombre de energı́a del estado fundamental del átomo de hidrógeno. Su valor
absoluto no es infinito, y equivale exactamente a la energı́a adquirida por un electrón que
cae a través de una diferencia de potencial de 13.6 Voltios (13.6 eV).
Vemos que este valor de la energı́a es proporcional a la constante de acoplo cuadrado
β 2 (la “intensidad”de la interacción), a la masa m de la partı́cula que fluctúa, el electrón,
e inversamente proporcional al cuadrado de la constante de Planck. Si la constante h fuese
nula, las energı́as de las órbitas podrı́an ser infinitamente negativas (E → −∞), y de hecho
adquirirı́an siempre tales valores debido al fenómeno de la radiación electromagnética, con
independencia de las condiciones iniciales 12 .
11
para ser exactos, la condición de cuantificación en este caso es: S0 = (n + M/4)h, siendo el ı́ndice
de Maslov M = 4. En 2D tenemos M = 2 por las parejas de puntos sobre la elipse que están en lı́nea
recta con el foco secundario (puntos conjugados). Pero la elipse debe ser sumergida en 3D, y ello hace
que aparezcan dos nuevos puntos conjugados, en lı́nea recta con el foco principal (uno de ellos repetido).
Véase M. Gutzwiller, “Chaos in Classical and Quantum Mechanics”, Springer 1990. La regla general,
cuando tenemos varios de grados de libertad, es que al menos uno de ellos cumple M 6= 0 y n toma
valores que empiezan de hecho en cero: n = 0, 1, . . . ∞.
12
según las ecuaciones de Maxwell del Electromagnetismo, toda carga eléctrica e sometida a una
aceleración a radia energı́a electromagnética al espacio con una potencia P en watios dada por la fórmula
e2 a2
de Larmor P = 6π 0c
3 . La pérdida de energı́a del electrón causarı́a un rápida caı́da sobre el protón, en un

tiempo de ∼ 0.1 ns. Se recomienda resolver la ecuación diferencial asociada, suponiendo órbitas circulares.

11
En el estado fundamental el movimiento no se asemeja en absoluto a ningún tipo
de trayectoria elı́ptica, ni se encuentra en un plano. Pensemos que para completar una
trayectoria de este tipo, el electrón deberı́a retornar al mismo punto al cabo de un ciclo, lo
cual supone una localización en el tiempo con precisión equivalente al periodo (∼ 10−16 s).
Siendo dicho tiempo próximo al cociente h/T , con T la energı́a cinética, las fluctuaciones
cuánticas resultan ser importantes. Precisamente son el origen de dicha energı́a cinética, y
el movimiento es errático alrededor del protón. La distancia promedio a la que se encuentra
el electrón del protón está sin embargo bien definida y corresponde a lo que serı́a el radio
mayor de la elipse, unı́vocamente determinado por su energı́a a = β/(−2E).
Los datos indican que el electrón no gira orbitalmente (L = 0) en el estado fundamen-
tal. La elipse clásica ha degenerado en una lı́nea recta, y la distancia radial se orienta al
azar en 3D, debido a las fluctuaciones cuánticas. El átomo de hidrógeno adquiere forma
esférica, y su radio está definido en promedio con gran precisión. Se conoce en la literatura
como radio de Bohr a0 y según lo anterior podemos predecir su valor:

β Ze2  1 ~2 4π0
a0 = = =
−2E1 4π0 −2E1 Z me2
que con los valores conocidos de me , 0 , y e arroja para Z = 1 el resultado numérico:

a0 = 0.529 × 10−10 m = 0.529Å = 0.0529 nm = 52.9 pm

donde el Armstrong (Å) es una unidad “ad hoc”que a veces se utiliza en fı́sica atómica:
1Å ≡ 10−10 m. Aunque este valor es demasiado pequeño como para ser observado con un
microscopio óptico, debido a la difracción de la luz, puede ser observado con técnicas
experimentales más poderosas.
La existencia de valores discretos en la energı́a del átomo de hidrógeno (10), en co-
rrespondencia con los cuadrados de los números naturales n = 1, 2, . . . ∞, está bien com-
probada experimentalmente a través de las longitudes de onda de la luz emitida por sus
electrones, cuando el átomo se somete a colisiones térmicas de varios miles de grados de
temperatura.
Obsérvese que en el lı́mite n → ∞ las energı́as permitidas recuperan valores casi
continuos, ya que las diferencias |En+1 − En | se hacen muy pequeñas frente a |En |, como
puede verse en la Figura 2. Esto es lo esperable en el lı́mite clásico.
El estado de mı́nima energı́a que se origina en el átomo puede entenderse como un
equilibrio entre dos fuerzas opuestas: el aumento de energı́a cinética debido a las fluc-
tuaciones cuánticas, por la mayor localización temporal a radios pequeños, que tiende a
separar el electrón del núcleo, y la pérdida de energı́a por radiación debida a la ley de
Larmor, que tiende a aproximarlo. Esta última fuerza lleva la dirección del campo eléctrico
de Coulomb. El equilibrio se produce a una distancia promedio que es el radio de Bohr.
Podrı́a pensarse en una analogı́a con el movimiento clásico de Kepler, donde también
se produce un equilibrio de este tipo, entre fuerza centrı́fuga y fuerza de atracción. Sin
embargo, hay que destacar que la energı́a del estado fundamental que se origina en los
átomos no tiene su origen en la barrera centrı́fuga, ya que el momento angular orbital en
dicho estado es estrictamente nulo.
Vemos por tanto que el tamaño global del átomo de Hidrógeno (e igualmente de
todos los demás átomos) viene determinado por la constante de Planck: si esta fuese
nula, los átomos serı́an infinitamente peque~ nos. La propia estructura atómica de
la materia tiene ası́ su origen en las fluctuaciones cuánticas y en la constante de Planck.
12
2.4. El oscilador armónico
Cualquier pozo de potencial unidimensional U (x) genera, para un cuerpo de masa m,
un movimiento periódico entre sus dos puntos de retroceso. Cuando el pozo tiene forma
parabólica U (x) = (1/2)kx2 = (1/2)mω 2 x2 hablamos de oscilador armónico, y se verifica
la sorprendente propiedad de que el periodo (o la frecuencia) de las oscilaciones ∆t ≡ 2π/ω
se hace independiente de la energı́a E. Dicha energı́a está determinada únicamente por la
amplitud A, E = (1/2)kA2 . Todas las ramas de la fı́sica necesitan referirse profusamente
a osciladores armónicos.
Podrı́amos pensar que la energı́a (amplitud) de un oscilador fuese tan pequeña como
quisiéramos, pero nada más lejos de la realidad. El principio de cuantificación de la acción
clásica lo impide radicalmente. Es un ejercicio interesante comprobar que con la solución
general para la trayectoria x(t) = Acos(ωt − φ) se obtiene un valor nulo para la integral
de acción extendida al periodo ∆t (S = 0). No obstante, la acción reducida toma el
valor S0 = S + E∆t = 2πE/ω, y el principio de cuantificación exige en este caso que
S0 = (n + M/4)h, con M = 2 13 y n = 0, 1, . . . ∞. Lo cual nos proporciona los niveles de
energı́a del oscilador armónico:
 
1
En = n + ~ω n = 0, 1, 2, . . . ∞ (12)
2
que es uno de los resultados más contrastados y de mayor alcance en el campo de la
fı́sica. Nos dice que ningún oscilador puede adquirir ni ceder energı́a por una cantidad
inferior a ~ω. Esta cantidad se denomina en la literatura quantum de energı́a y, como
vemos, crece linealmente con la frecuencia. Fue conjeturado originalmente por el fı́sico
alemán Max Planck in 1900, en referencia a los osciladores atómicos que forman parte
de las paredes de la cavidad en equilibrio con su radiación. Este resultado nos dice tam-
bién que ningún oscilador puede vibrar con energı́a inferior a 1/2 del quantum. Esta es la
llamada energı́a del punto cero que revolucionó la Termodinámica de bajas tempera-
turas hace un siglo. Cuando el oscilador es tridimensional (como los átomos de una red
cristalina), la energı́a mı́nima es (3/2)~ω, y ω representa la frecuencia del sonido en ese
cuerpo. Un mol retiene una energı́a Na (3/2)~ω, incluso en el cero absoluto de temperatura
(T → 0), siendo Na el número de Avogadro.

2.5. La densidad de niveles de energı́a


Hemos visto, en dos sistemas hamiltonianos clave, cómo la cuantificación de la acción
genera niveles discretos de energı́a. Veamos ahora cómo se trata de una caracterı́stica
general, que no depende de la naturaleza del sistema. Consideremos un Hamiltoniano
H(q, p) con N grados de libertad, coordenadas generalizadas q y momentos generalizados
p en el espacio fásico 2N -dimensional. La cuantificación de la acción sobre las trayectorias
periódicas del sistema se expresa por medio de la integral de lı́nea cerrada:
I N I
X N
X N
X
S0 = pdq = pi dqi = S0i = (ni + αi )h
i=1 i=1 i=1

13
en cualquier pozo de potencial en 1D, el ı́ndice de Maslov M es igual al número de puntos de
retroceso, es decir, dos.

13
pi

qi

Figura 3: Trayectoria periódica de un grado de libertad i, con coordenada qi y momento


generalizado pi . El volumen del espacio fásico se encuentra pixelado en múltiplos de h.

H RR
Es claro por el teorema de Green que pi dqi = dqi dpi = (ni + αi )h 14 , con lo cual
el área encerrada por la trayectoria en el espacio (qi , pi ) es aproximadamente un múltiplo
ni de un cuadrado elemental o pı́xel δqi δpi de área h, como se ilustra en la Figura 3.
Por tanto, todo volumen en el espacio (q, p) puede ser aproximado por un múltiplo en-
tero del 2N -cubo elemental de tamaño (δq1 δp1 )(δq2 δp2 ) · · · (δqN δpN ) = hN . Podemos decir
entonces que el espacio fásico se encuentra él mismo discretizado en celdas elementales
o pı́xeles de volumen hN . En la Mecánica Clásica, el volumen total del espacio fásico
con energı́as inferiores a un cierto valor E, se define como la integral múltiple:
Z Z  
Ω(E) = d q dN p θ E − H(q, p)
N

donde H es el Hamiltoniano y θ(x) es la función escalón unidad 15 .


Teniendo en cuenta la discretización anterior, definimos el número promedio de niveles
de energı́a como hN (E)i ≡ Ω(E)/hN y la densidad promedio de niveles por unidad de
intervalo de energı́a hdN /dEi ≡ (dΩ(E)/dE)/hN . Los cuales ilustran el hecho de que,
para todo sistema fı́sico la cuantificación de la acción crea un número en general finito 16
de niveles dentro de un intervalo dado de energı́a, y que dicho número puede calcularse
simplemente conociendo la constante de Planck y el volumen del espacio fásico.
14
el sentido de la integral de lı́nea se toma a derechas, siendo pi dqi no negativo siempre.
15
como ejercicio, proponemos demostrar que para un oscilador 1D, tenemos Ω(E) = 2πE/ω, y para un
PN
conjunto de N osciladores independientes con Hamiltoniano H = i p2i /2m + (1/2)mω 2 qi2 , se cumple
N
Ω(E) = (2πE/ω) (1/N Γ(N )), siendo Γ(N ) = (N − 1)! la función de Euler.
16
para alguna elección concreta de la energı́a E, el número de estados puede hacerse infinito, siempre
dentro de un conjunto discreto.

14
El cálculo anterior será muy preciso si lo aplicamos a intervalos de energı́a (E, E +∆E)
con ∆E pequeño en comparación con E, pero grande con respecto al espaciado promedio
de niveles hdN /dEi−1 .
Por tanto vemos que todo sistema fı́sico, que hemos supuesto confinado en movimiento
periódico, muestra la presencia de niveles discretos de energı́a, en abierta discrepancia con
la Mecánica Clásica, según la cual la energı́a de dicho sistema toma en general valores
continuos. Es revelador el hecho de que lo anterior se mantenga válido en el lı́mite que
anteriormente hemos definido como lı́mite clásico. De hecho, nos muestra que la Mecánica
Clásica nunca se recupera en realidad, ni siquiera en dicho lı́mite.
Mencionaremos finalmente una curiosidad para el alumno especialmente interesado,
cuyos detalles nos llevarı́an más allá de los lı́mites de este curso. Para sistemas clásicamente
caóticos, donde no existen constantes del movimiento más allá de la energı́a total E, el
espaciado de niveles resulta ser notablemente regular. De hecho, el número de niveles
N (Eq ) por debajo de la energı́a Eq , como función de Eq ∈ (E, E + ∆E), se ajusta bien a
una lı́nea recta, siendo la desviación cuadrática media del ajuste mucho menor en el caso
de los sistemas caóticos que en el caso de los sistemas integrables. En este último, donde
existen N − 1 constantes de movimiento, el posicionado de los niveles ocurre generalmente
al azar, en relación con el espaciado promedio. Ambos fenómenos han sido entendidos 17 ,
y el primero de ellos se conoce en la literatura como repulsión cuántica de niveles. Ha sido
observado extensamente en sistemas clásicamente caóticos con muchos grados de libertad
N , como resonancias de núcleo compuesto, átomos pesados y moléculas.

2.6. El movimiento ondulatorio


De forma general podemos afirmar que el dominio de la fı́sica se extiende al movimiento
de dos tipos de objetos: los cuerpos de masa m y las ondas. El carácter discontinuo de la
acción reducida afecta a ambos por igual.
Las ondas son objetos que describen la propagación periódica de magnitudes fı́sicas
de manera a priori continua a través del espacio y del tiempo. En particular, todos los
campos en fı́sica son ondas, cuando sus fuentes son sometidas a aceleración.
Por sencillez nos restringimos a una dimensión, aunque su dominio natural son las 3
dimensiones espaciales. Su definición matemática más general es una amplitud de pro-
pagación en la forma Aei(kx−ωt) , donde A es la magnitud fı́sica que se propaga, medida
en las unidades que corresponda del Sistema Internacional, ω es la periodicidad temporal
o frecuencia angular (unidades s−1 ) y k es la periodicidad espacial o número de ondas
por unidad de longitud (m−1 ). Ambas periodicidades están siempre relacionadas por una
función ω = ω(k), llamada relación de dispersión.
Existe en fı́sica una enorme diversidad de ondas, tanto en soporte material como
en el vacı́o, realizándose casi todas las formas funcionales concebibles para ω(k). Esta
función debe ser determinada experimentalmente, en general. La utilización de los números
complejos para describir las ondas es conveniente, pero no obligada (las ondas podrı́an
definirse igualmente con la función coseno).
Cuando la función ω(k) es la función lineal ω = vk hablamos de una onda no dispersiva,
con velocidad de propagación v. En general tenemos la velocidad de grupo v = dω/dk.
17
para una discusión particularmente clarificadora sobre este tema véase M. V. Berry, ”Semiclassical
Mechanics of regular and irregular motion”, Les Houches Lecture, 1983, https://michaelberryphysics.
files.wordpress.com/2013/07/berry115.pdf, y M. Gutzwiller, “Chaos in Classical and Quantum Me-
chanics”, Springer 1990.

15
Las ondas transportan energı́a (y con ella información) a través del espacio. En cada
punto tienen una densidad de energı́a E, por unidad de volumen. También tienen una
densidad Lagrangiana L (por unidad de volumen) 18 que puede gobernar, a través del
principio de Mı́nima Acción, las ecuaciones diferenciales en derivadas parciales que cumple
la magnitud A.
Cuando las ondas tienen soporte material en átomos o moléculas, éstos actúan co-
mo agentes transmisores precisamente porque vibran armónicamente alrededor de sus
posiciones de equilibrio. Por ello la onda hereda del oscilador armónico muchas de sus
propiedades. Consideremos una onda de frecuencia ω, encerrada en una cavidad rectan-
gular de volumen V , cuyos lados son múltiplos de su semilongitud de onda. La integral
de acción reducida extendida a un ciclo t2 − t1 ≡ 2π/ω vale:
Z t2 Z 
S0 = L(x, ẋ, t)d x dt + E · (t2 − t1 )
3
t1 V

siendo E la integral de la densidad de energı́a E sobre el volumen V . Tanto si se trata de


una distribución continua de osciladores, como si se trata de un campo electromagnético,
el primer término resulta nulo 19 . Téngase en cuenta que tenemos en realidad 3 ondas,
en cada uno de los ejes coordenados X, Y, Z. El principio de cuantificación de la acción,
utilizando los mismos resultados que para el oscilador armónico, nos lleva a la conclusión
de que la energı́a en la cavidad está discretizada de la misma forma que este:
 
3
En = n + ~ω n = 0, 1, 2, . . . ∞ (13)
2
Como la onda se propaga con una cierta velocidad si abrimos un agujero en cualquiera
de las paredes de la cavidad, la energı́a transferida hacia un detector no puede ser inferior a
la que indica el quantum ~ω, que es directamente proporcional a la frecuencia. No importa
si la onda tiene un soporte material o si se propaga en el vacı́o, ni tampoco importa cuál
sea la naturaleza fı́sica de la magnitud A que se propaga, sólo es esencial que esta tiene
una frecuencia determinada. Por tanto la energı́a transferible de cualquier onda es un
múltiplo entero positivo del quantum E = n~ω con n = 1, 2, . . . ∞.
Sin embargo, la onda encerrada en la cavidad de volumen V tiene una energı́a no
transferible 23 ~ω almacenada en su interior, que no se transporta con la onda. Si la onda
tiene soporte en el vacı́o, esta energı́a se hace infinita al sumar sobre todas las frecuencias
posibles en esa cavidad, lo cual no se aprecia en general como contradictorio 20 . Pero si la
onda tiene un soporte material en átomos o moléculas, existe siempre un lı́mite superior
a dichas frecuencias, derivado de la longitud de onda mı́nima que corresponde al tamaño
de sus átomos, y nunca es la energı́a infinita.
Consideremos una onda que transporta una cierta potencia por unidad de superficie P
en su frente de ondas en W m−2 , conocida de antemano, y que incide sobre una superficie
normal de área AS . Podemos pensar, para fijar ideas, en una onda electromagnética.
18
por ejemplo, la densidad Lagrangiana para el campo electromagnético, en ausencia de corrientes y
cargas, es L = 12 (0 E2 − µ10 B2 ).
19
puede verse con facilidad que, en ambos casos, conduce a la integral del coseno sobre un número
entero de ciclos.
20
esta energı́a se ha observado indirectamente en experimentos de precisión, en el caso del campo
electromagnético. Las fluctuaciones del campo en el vacı́o generan una fuerza atractiva entre dos placas
metálicas muy próximas, que es conocida en la literatura como fuerza de Casimir.

16
Figura 4: Cuando una onda muy débil se difracta, sólo uno de los detectores registrará el
quantum, el resto no darán señal. No podemos predecir cuál es el detector que salta.

Nos interesa destacar cuatro aspectos esenciales relacionados con la detección de cuan-
ta 21 en el laboratorio, en el lı́mite en que la potencia de la onda es muy débil, y son
detectables señales individuales de los cuanta en los detectores:

• La transferencia del quantum es instantánea, tiene carácter súbito y no gradual. El


instante de tiempo en que se produce la transferencia, contado a partir del instante
en que llega el frente de ondas, es impredecible, en relación al lapso de tiempo
∆t = ~ω/(PAS ), que podrı́amos considerar como cadencia natural en la llegada de
los cuanta.

• A todos los efectos, la onda se comporta como una colección de partı́culas que
viajasen con ella, pero que no están sincronizadas individualmente con ella.

• El carácter aleatorio del quantum se extiende también a la dirección espacial de


transferencia de la energı́a. Pensemos en una onda que se difracta a través de un
pequeño agujero, y coloquemos una serie de detectores distribuidos uniformemente
sobre una superficie esférica centrada en él. Es impredecible cuál de los detectores
va a registrar la señal del quantum, y cuáles no registrarán señal. Esto se ilustra
en la Figura 4. Un ejemplo relevante lo tenemos en la dirección de salida del fotón
emitido por un átomo, o por un núcleo, dentro del ángulo sólido 4π.

• La idea de potencia instantánea de una onda (en W m−2 ) deja de tener sentido en el
lı́mite de ondas muy débiles. Se hace imposible seguir en el tiempo la transferencia de
energı́a, al no ser continua. Evidentemente, la absorción de un quantum corresponde
a una potencia instantánea infinita, si dividimos una energı́a finita por un tiempo
nulo. La potencia de la onda en W m−2 debe entenderse entonces como potencia
promedio. El fenómeno es similar al que nos impidió definir la velocidad instantánea,
en el caso de un móvil de masa m.
21
utilizamos la palabra en español cuanta como el plural de quantum.

17
Al igual que las propias ondas, los cuanta no sólo transfieren energı́a, sino también
momento, y en muchos casos, momento angular. Siempre existe una fuente de materia
donde pueden ser absorbidos o emitidos los cuanta. Los casos de mayor importancia en
fı́sica son los siguientes:
– el fotón, para las ondas electromagnéticas, cuya fuente son las cargas eléctricas.
– el fonón, para las ondas de sonido en sólidos o lı́quidos, cuya fuente son los átomos
o moléculas dispuestos en una red espacial.
– el gluón, para las ondas de color que tienen su fuente en los quarks, y transmiten
la interacción fuerte, o nuclear, entre ellos. Estas ondas (campos cromoeléctrico y
cromomagnético) se parecen al campo electromagnético, y son las responsables de
la existencia de protones y neutrones.
Todas las propiedades anteriores han sido confirmadas en el laboratorio en los tres
casos citados, y de forma especialmente precisa en el caso de los fotones. Es claro que la
existencia de cuanta introduce elementos aleatorios en la transmisión de la energı́a de las
ondas.
Una consecuencia sorprendente de la presencia de la constante de Planck en la fı́sica
es la de hacer que los cuerpos de masa m y las ondas adquieran propiedades similares,
por cuanto comparten caracterı́sticas aleatorias comunes, que no eran esperables en
ninguno de ellos. En ausencia de medidas experimentales, como veremos, tanto los cuerpos
de masa m como las ondas se propagan simultáneamente por muchos caminos distintos.
Pero basta la realización de una medida para reducir todos los caminos a uno sólo.

3. La propagación de Feynman
Como se ha visto, el carácter discreto y no nulo de la acción reducida S0 = (1 + α)h
impone que para medidas realizadas en intervalos de tiempo ∆t . Eh sobre la trayectoria
de una partı́cula, sean esperables fluctuaciones importantes de su energı́a, que no son
conciliables con la existencia de trayectorias diferenciables.
Si intentamos imaginarnos el movimiento como una sucesión de pequeños intervalos de
tiempo, no debe sorprender que la aceptación del carácter discreto de la acción reducida
(originalmente propuesto por Planck), conlleve una gran transformación conceptual en
Fı́sica, que puede resumirse de la siguiente manera: el movimiento para ∆t . h/E tiene
lugar de forma no determinista, de manera que la posición observada de una partı́cula,
en un instante dado, no puede deducirse con certitud a partir de su posición y velocidad
en un instante anterior.
Esta afirmación puede parecer sorprendente, y de hecho es contraria a lo que nos dice la
teorı́a de ecuaciones diferenciales, donde la especificación de las condiciones iniciales (po-
sición y velocidad) basta para determinar la solución única del movimiento, en cualquier
instante posterior t. Pero tengamos en cuenta que esta teorı́a se basa en la diferenciabilidad
de las trayectorias.
Se comprende por tanto que una adecuada descripción de la fı́sica, que incluya el
movimiento de átomos, moléculas y partı́culas elementales, obligue a desechar este carácter
determinista. Por otro lado, es claro que cualquier nueva formulación en este sentido debe
recuperar también las leyes del movimiento clásico, de tipo determinista, que sabemos
describen con gran precisión el movimiento para intervalos de tiempo grandes ∆t  Eh .
18
Veamos cómo puede realizarse esta nueva formulación de una forma rigurosa. Para
ello, vamos a centrarnos en el movimiento unidimensional, volviendo a la discusión que
hicimos en la Sección 1, para una partı́cula que se mueve en un pequeño intervalo de
tiempo ∆t → 0 sometida a un potencial U (x, t). Vimos entonces que el movimiento real
“elige” de entre las infinitas posiciones intermedias x posibles entre x1 y x2 , aquella que
satisface la ley de Newton − ∂U ∂x
= mẍ que, como se ha visto, es aquella donde la acción S es
mı́nima (véase Figura 1), de tal manera que cualquier otra posición x debe ser desechada.
Pues bien, la nueva formulación no determinista de la Mecánica, consiste en admitir que
TODAS las posiciones intermedias de la partı́cula son en principio posibles.
Admitido esto, cumple decir que si la partı́cula se encuentra en la posición x1 en
el instante t1 , al cabo de un pequeño intervalo de tiempo ∆t ha ocupado virtualmente
todo el espacio. Con objeto de precisar más esta virtualidad, definimos la amplitud de
propagación K(x, t) ≡ hx t | x1 t1 i como un número COMPLEJO, que caracteriza
el movimiento desde el punto x1 al punto x. Su fase hace posible la interferencia entre
las amplitudes de propagación que corresponden a distintas posiciones intermedias x en
la transición entre x1 y x2 . El módulo de este número complejo depende únicamente
del intervalo de tiempo t − t1 . Para cualquier intervalo de tiempo ∆t, la amplitud de
propagación para la transición entre (x1 t1 ) y (x2 t2 ) satisface el siguiente postulado de
propagación:
Z +∞
h x2 t2 | x1 t1 i = h x2 t2 | x t i · h x t | x1 t1 i dx (14)
−∞

donde t es un tiempo intermedio t ∈ (t1 , t2 ). La integración de este producto de


números complejos se realiza sobre todo el espacio virtual de posiciones intermedias x
(por supuesto, reales).
Esta expresión indica la propiedad fundamental que deben satisfacer las amplitudes
de propagación 22 . Se resume diciendo: “para moverse de un punto a otro, los cuerpos
deben sondear antes todas las posiciones del espacio”.
En la Mecánica determinista (Mecánica Clásica), esta amplitud se asociarı́a con una
probabilidad que fuese simplemente 1, en el caso de que el movimiento entre (x1 t1 ) y
(x2 t2 ) sea posible, y cero en caso contrario. En cambio, en la Mecánica Cuántica, será
justamente la amplitud cero la que no es posible, pudiendo pasarse desde la amplitud +1
a la amplitud −1 a través de un continuo de valores sobre el cı́rculo unidad del plano
complejo. Esto hace posible la interferencia.
Una adecuada definición de la amplitud de propagación, en una nueva formulación de
la Fı́sica, debe verificar que, en el caso del movimiento macroscópico (para intervalos de
tiempo largos ∆t  Eh ), el mecanismo de interferencia entre distintos “saltos”x alejados
de la trayectoria clásica debe ser fuertemente destructivo, con objeto de verificar la ley
de Newton con precisión.
22
la amplitud (14) se construye como una suma (integral) sobre muchas amplitudes distintas (caminos),
que contribuyen simultáneamente al movimiento. Se hace referencia a esta idea en la literatura como
principio de superposición. Veremos en la Sección 6 cómo este principio se extiende inmediatamente
al propio estado de movimiento.

19
El postulado (14) está abocado a la utilización de la función exponencial en la amplitud
de propagación, debido a la propiedad caracterı́stica de esta: exp(a + b) = exp(a) exp(b).
Por otro lado, para lograr el mecanismo de interferencia anteriormente descrito estamos
obligados a usar una función oscilatoria. Por tanto, se hace inevitable la utilización de
los números complejos en la descripción del movimiento en Fı́sica, en la forma eif (x) .
Resulta interesante que éstos no sean necesarios en la Mecánica Clásica.
La adecuada definición de la amplitud de propagación para ∆t → 0, que tomaremos
aquı́ como un postulado, fue enunciada en 1948 por el fı́sico norteamericano Richard P.
Feynman. Este postulado debe adoptarse en consistencia con el anterior (14) sobre la
superposición y factorización de las amplitudes.
Principio de propagación de Feynman: La amplitud de propagación para el mo-
vimiento de una partı́cula de masa m, sometida a un potencial U (x, t), desde el punto x1
en el instante t1 al punto x en el instante t, en el lı́mite ∆t = t − t1 → 0, viene dada por:
iS i
hx t | x1 t1 i = A e ~ = A e ~ L∆t
r
i m(x − x1 )2
    
m x + x1
= exp −U , t ∆t (15)
i2π~∆t ~ 2∆t 2
donde S = L∆t = (T − U )∆t es la acción clásica completa que corresponde al movimiento
en el intervalo espacio-temporal entre (x1 , t1 ) y (x, t).
p
Para demostrar el valor del coeficiente A = m/(i2π~∆t), es necesario tener en
cuenta, en primer lugar, que en el lı́mite ∆t → 0 la energı́a potencial no influye en
dicho factor, si se compara el comportamiento asintótico opuesto de los dos términos del
exponente 23 , siendo su valor exacto el obtenido para el movimiento libre (U (x, t) = 0).
El valor de A se obtiene de la verificación del postulado (14) tras dividir el intervalo ∆t en
dos mitades ∆t/2, y sumar los exponentes de los propagadores respectivos. Se deja como
ejercicio para el alumno, usando para ello el valor de la integral 24 :
Z +∞ r
ax2 +bx π −b2 /4a
e dx = e a, b ∈ C Re(a) ≤ 0 (16)
−∞ −a
Al realizar el cálculo en la ecuación (14),
√ el primer miembro será proporcional
√ a A(∆t)
2
y el segundo √ proporcional a A (∆t/2) ∆t. La solución es A ∝ 1/ ∆t, verificándose
A(∆t/2) = 2A(∆t), de lo cual se sigue inmediatamente el resultado deseado.
Si consideramos por simplicidad el caso del movimiento libre, vemos que la parte real
y la parte imaginaria del propagador son las conocidas funciones de Fresnel, cuya integral
se obtiene de la anterior con b = 0 y a = −ia , a ∈ R :
Z +∞ Z +∞ r
2 2 π
cos(ax )dx = sen(ax )dx =
−∞ −∞ 2a
23
esto es válido siempre que el potencial tenga un crecimiento asintótico para x → ±∞ a lo sumo
2
cuadrático, es decir si |U (x, t)| ≤ C(x − x1 ) ∀x, para alguna constante C.
24
usando la integral (16) puede verse que el propagador de Feynman cumple, de hecho, el postulado
(14), estando basado en una función exponencial. Nótese que dicha integral nos muestra también que la
relación (14) es igualmente satisfecha por el propagador real que se obtendrı́a al reemplazar i → −1 en
(15). Esta opción no corresponde a la Mecánica Cuántica, pues adolece crucialmente del comportamiento
oscilatorio requerido. Corresponde en cambio al fenómeno de la difusión, que describe los procesos basados
en el movimiento Browniano.

20
cosHax2 L
1

x
Π Π
-
2a 2a

-1

sinHax2 L
1

x
Π Π
-
a a

-1

Figura 5: Representación gráfica de las funciones de Fresnel, que son la parte real (arriba)
2
y la parte imaginaria (abajo) de la función eiax .

La representación gráfica de estas funciones puede verse en la Figura 5. Una observación


detallada de dicha figura hará comprender al alumno la razón por la cual estas integrales
son convergentes: debido a la rápida oscilación de la fase para valores x → ±∞, las
contribuciones positivas y negativas se cancelan de forma tanto más precisa cuanto mayor
es |x|, de forma que la contribución que domina el valor p de la integral proviene de los
valores de |x| por debajo de los primeros ceros 25 (|x| . πa ).
Volviendo al principio de Feynman, veamos que esto tiene un significado fı́sico impor-
tante, pues según (14) deben sumarse las contribuciones de todos los puntos x intermedios,
tal como se muestra en la Figura 6, y sólo contribuyen significativamente aquellos puntos
que se encuentran dentro de un intervalo alrededor de la posición xcl de la trayectoria
clásica (xcl − ∆x, xcl + ∆x), con
r
π~∆t
∆x . (17)
m
siendo insignificantes las fluctuaciones de mayor alcance, debido a las cancelaciones
antes mencionadas. Veremos en la Sección 4 mayor detalle sobre lo ilustrado en la Figura
6, y sus consecuencias. La Sección 3.1 a continuación no es indispensable para la demos-
tración de la ecuación de Schrödinger de la Sección 5, y el lector puede pasar directamente
adelante.
25
p p
los ceros son xn = ± (2n − 1)π/2a para la función coseno y xn = ± nπ/2a para el seno, con
n = 1, 2, . . . ∞.

21
Hx 2,t 2 L
t2

t1
Hx 1,t 1 L

x1 x cl x2

Figura 6: Posiciones x que ocupa un cuerpo (en rojo) en el instante t al pasar de x1 a x2


en un pequeño lapso de tiempo, separadas de la trayectoria clásica (azul), y la parte real
de la amplitud que les asigna el propagador de Feynman (gris), en una escala arbitraria.

3.1. Propagación exacta sobre un tiempo finito


La expresión (15) es válida para un intervalo de tiempo ∆t infinitesimal. Si se desea
realizar la propagación a través de un intervalo de tiempo finito, entonces es necesario
aplicar (15) reiteradamente, en intervalos de tiempo sucesivos dt, teniendo en cuenta que,
en cada uno de ellos, la partı́cula puede desplazarse desde cualquier punto del espacio
hasta cualquier otro.
Sólo para el alumno especı́ficamente interesado, indicamos a continuación la forma
detallada en que se realiza esta integración. El intervalo ∆t = tb −ta se divide en pequeños
subintervalos  = ti+1 −ti con ∆t = N , de manera que en cada instante ti seleccionamos un
punto arbitrario xi y construimos un camino conectando todos los puntos ası́ seleccionados
(xi , ti ), para i = 0, . . . N con tN = tb . Podemos evaluar la Lagrangiana L(x, ẋ, t) en cada
punto (xi , ti ) y aplicar el propagador (15) en cada subintervalo:
  
1 i xi+1 + xi xi+1 − xi ti+1 + ti
K(i + 1, i) = exp L , ,
A ~ 2  2

entonces el propagador sobre el intervalo de tiempo finito es el producto de todos ellos:


N
Y −1
K(xb , tb ; xa , ta ) = lı́m K(i + 1, i) (18)
→0
i=0

que se corresponde exactamente con la siguiente expresión detallada:


Z Z Z
1 i dx1 dx2 dxN −1
K(xb , tb ; xa , ta ) = lı́m · · · e ~ S[b,a] ... (19)
→0 A A A A
22
f HxL cosHf HxLL

50

-4 -2 2 4

-50

Figura 7: El número de oscilaciones de la función cos(f(x)) es menor cerca del mı́nimo de


f(x).

Rt
donde S[b, a] = tab L(x, ẋ, t)dt es la integral de lı́nea obtenida a partir del camino de
trazos rectos (xi , ti ) anteriormente indicado, y A es el factor calculado antes. La integración
sobre las coordenadas espaciales se realiza en cada instante de tiempo ti según el postulado
de propagación (14), dando lugar a una integral múltiple (N −1)–dimensional. Finalmente
se toma el lı́mite N → ∞ (que equivale a  → 0).
La expresión (19) es conocida en la literatura como integral de caminos de Feyn-
man. Como se ha dicho, se trata de una integral múltiple (N − 1)–dimensional sobre las
coordenadas espaciales, mientras que la suma en el tiempo viene a completar, en el lı́mite
 → 0, la integral de acción en el exponente. Se suele utilizar la notación sucinta:
Z b
i
K(b, a) = e ~ S[b,a] Dx(t) (20)
a

donde el sı́mbolo Dx(t) nos recuerda que la integración espacial múltiple (19) equi-
vale de hecho a sumar sobre todas las trayectorias x(t) posibles entre los puntos xa y
xb . Nótese que, aún estado presentes en esta suma, las trayectorias diferenciables cons-
tituyen una parte insignificante, frente a la inmensidad de trayectorias no diferenciables
que construyen el movimiento. En la discusión que sigue, en particular la derivación de
la ecuación de Schrödinger en la Sección 5, nos resultará suficiente la consideración del
intervalo infinitesimal (15).

4. La velocidad instantánea
Vamos a ver a continuación que, de acuerdo con la hipótesis de Feynman, la posición
intermedia x1 < x < x2 que verifica la ley de Newton es precisamente el valor central
alrededor del cual la partı́cula puede fluctuar en su posición.
Consideremos de nuevo la secuencia representada en la Figura 6, donde una partı́cula
de masa m se mueve desde (x1 , t1 ) a (x2 , t2 ) pasando por la posición intermedia x (tiempo
t= (t1 + t2 )/2), siendo ∆t= t2 − t1 el intervalo de tiempo transcurrido.

23
Figura 8: Camino irregular seguido por una partı́cula cuando se mira en detalle en un
diagrama espacio-tiempo: la trayectoria no es diferenciable. Dibujo original de Richard
Feynman en Quantum Mechanics and Path Integrals, 1948.

Entonces la amplitud de transición 1 → 2 viene dada según (14) por:


Z +∞
hx2 t2 | x1 t1 i = hx2 t2 | x ti hx t | x1 t1 i dx
−∞

que, de acuerdo con (15), puede expresarse como:


     
(x−x )2 2
Z +∞ i m x +x
1 1 ∆t i m (x2 −x) x+x2 ∆t
2 (∆t/2)2
−U 2 (∆t/2)2
−U
A2 e ~ 2 2
e ~ 2 2
dx
−∞
 
+∞ 2 2
m (x−x1 ) +(x2 −x)
(U ( x12+x )+U ( x+x
Z i ∆t
2 ))
− 2
(∆t/2)2
= A2 e ~ 2 2
dx
−∞
Es fácil comprobar que la mayor contribución a la integral proviene de la región en que
x es próximo al valor que hace mı́nima la expresión entre corchetes.REn general, para una
+∞ 
función f (x) que tenga un mı́nimo en x = xc , el valor de la integral −∞ cos f (x) dx, que
es la parte real de la expresión anterior, recibe su mayor contribución de aquellos valores
x ' xc donde el coseno tiene el menor número de oscilaciones por unidad de longitud,
tal como se ilustra en la Figura 7. Pero el valor de x que hace mı́nima la expresión entre
corchetes es precisamente el que verifica la segunda ley de Newton, − ∂U ∂x
= mẍ, tal como
se demostró en la Sección 1, con arreglo a la fórmula (4).
Ası́ pues, vemos que el efecto de interferencia destructiva que se deriva de la expresión
(15) es esencial para producir una supresión en la amplitud que corresponde a las posi-
ciones muy separadas de la trayectoria clásica de la partı́cula (fluctuaciones) durante el
tiempo de observación ∆t.
24
Recordemos que la extensión espacial donde estas fluctuaciones actúan con mayor
intensidad está determinada por la expresión (17). En ella podemos apreciar que, aunque
la zona ∆x manchada por dichas fluctuaciones se hace infinitamente
√ pequeña en el lı́mite
∆t → 0, no lo hace linealmente, sino proporcionalmente a ∆t (con mayor lentitud).√Por
tanto el cociente ∆x/∆t no es finito en dicho lı́mite, sino que diverge como 1/ ∆t.
Esto nos dice que la velocidad instantánea no tiene sentido en la realidad fı́sica. Su módulo
se hace siempre infinito, si tomamos la relación no relativista para la energı́a cinética 26 .
Esta importante conclusión, que es consecuencia en última instancia del carácter
discreto (no nulo) de la acción reducida, rompe indudablemente con las ideas precon-
cebidas sobre la diferenciabilidad de las trayectorias. Es claro que la observación de la
partı́cula durante intervalos de tiempo cada vez más cortos, producirá necesariamente
fluctuaciones en su velocidad ∆x/∆t, siendo esta cada vez más alta. Por otro lado, si el
intervalo de tiempo de observación es suficientemente largo, como es el caso, por ejemplo,
de una fotografı́a de un móvil tomada con un tiempo de exposición de alguna fracción de
segundo (10−2 –10−3 s), entonces el movimiento aparece como perfectamente continuo, sin
fluctuaciones. Esta idea puede apreciarse en la Figura 8, que ha sido tomada del libro de
Feynman y Hibbs Quantum Mechanics and Path Integrals, Dover (2010).

5. La ecuación de Schrödinger
Hemos visto hasta ahora cómo el movimiento de una partı́cula en el lı́mite ∆t → 0 pue-
de representarse a través de una amplitud de propagación espacio-temporal hx t | x1 t1 i,
que es en realidad una función compleja de las variables reales (x, t). Esta idea nos ha
permitido conciliar el carácter discontinuo de la acción a pequeña escala con una descrip-
ción matemática continua que hará posible utilizar el cálculo diferencial para el estudio
del movimiento.
Pese a su riqueza conceptual, la utilización práctica de la expresion (20) para propagar
la partı́cula desde (x1 , t1 ) hasta (x2 , t2 ) cuando ∆t = t2 − t1 es finito (no infinitesimal),
requiere introducir nuevas técnicas matemáticas de integración, que no desarrollaremos
aquı́. En su lugar, demostraremos un camino más fácil para utilizar la expresión (20), ba-
sado en el cálculo diferencial. Basta darse cuenta de que la función K(x, t) ≡ hx t | x1 t1 i se
comporta en realidad como una onda fuertemente dispersiva en las coordenadas (x, t).
En efecto, vamos a demostrar que, basándonos en la expresión (14), y en la forma (15)
de la amplitud de propagación K(x, t) ≡ hx t | x1 t1 i para ∆t = t − t1 → 0, la función
K(x, t) satisface la siguiente ecuación diferencial, llamada ecuación de Schrödinger:

∂K(x, t) −~2 ∂ 2 K(x, t)


i~ = + U (x, t)K(x, t) (21)
∂t 2m ∂x2
Para ello, consideremos que el punto (x, t + ∆t) puede ser alcanzado desde todos
los puntos del espacio x − ξ en el instante anterior t. Escribamos entonces la amplitud
K(x, t + ∆t) ≡ hx t + ∆t | x1 t1 i como una integral sobre dichos puntos x − ξ, según la
expresión (14):
Z +∞
K(x, t + ∆t) = K(x, t + ∆t ; x − ξ, t)K(x − ξ, t)dξ
−∞

26
recordamos aquı́ la consideración relativista realizada en 2.1, que lleva la velocidad hacia c.

25
El primer factor del integrando K(x, t + ∆t ; x − ξ, t) ≡ hx, t + ∆t | x − ξ, ti puede
expresarse de acuerdo con el propagador de Feynman, con el resultado:

+∞
r
i mξ 2
Z    
m i 
K(x, t+∆t) = exp exp −U (x−ξ/2)∆t K(x−ξ, t)dξ (22)
2πi~∆t −∞ ~ 2∆t ~

Dado que la función K(x, t) es infinitamente diferenciable para t 6= t1 , para relacionar


sus derivadas parciales planteamos su desarrollo en serie de potencias de ∆t:

K(x, t + ∆t) = K(x, t) + ∆t K(x, t) + . . .
∂t
y en potencias de ξ:

∂K(x, t) ξ 2 ∂ 2 K(x, t)
K(x − ξ, t) = K(x, t) − ξ + + ... (23)
∂x 2 ∂x2

ası́ como también el desarrollo de la función exponencial:

i i i i ξ ∂U i ξ2 ∂ 2U
e− ~ U (x−ξ/2)∆t = 1 − U (x − ξ/2)∆t + · · · = 1 − U (x)∆t + ∆t − ∆t + . . .
~ ~ ~ 2 ∂x ~ 4 ∂x2
(24)
Es claro que al hacer los productos cruzados de los desarrollos (23) y (24) en el segundo
miembro de (22) van a aparecer 12 términos, de los cuales se anulan todos aquellos que
sean potencias impares de ξ, al integrar entre −∞ y +∞. Para evaluar las potencias pares
deben tenerse en cuenta los valores de las integrales 27
Z +∞ r
i mξ2 2πi~∆t
e ~ 2∆t dξ =
−∞ m
Z +∞
2 ~i mξ
2 √  i~∆t 3/2
ξ e 2∆t dξ = 2π
−∞ m
de forma que los términos resultantes en el segundo miembro de (22) son proporcionales
a potencias de ∆t, de las cuales despreciamos (∆t)2 , (∆t)3 , · · · en el lı́mite ∆t → 0. La
expresión finalmente obtenida es:

√  i~H
r
∂K(x, t) m H 3/2 1 ∂ 2 K(x, t)
∆t i H

∆t
HH = 2π 2
− ∆tU
H (x)K(x, t) ,
∂t 2πi~H
∆t
H m 2 ∂x ~

de donde se obtiene (21) simplificando ∆t en los dos miembros. Nótese que los términos
2 2
en ∂∂xU2 K, ∂U ∂K
∂x ∂x
, y U ∂∂xK2 , resultan ser proporcionales a (∆t)2 y no contribuyen en el
lı́mite ∆t → 0. La ecuación diferencial (21) es una herramienta fundamental en todas
las aplicaciones de la Mecánica Cuántica. Fue descubierta por el fı́sico austriaco Erwin
Schrödinger en 1926.
27
la primera de ellas es un caso particular de (16), y la segunda se deduce de la primera derivando
respecto al coeficiente que multiplica a ξ 2 .

26
6. La función de ondas
Hemos definido K(x2 , t2 ; x1 , t1 ) como la amplitud de propagación para que una partı́cu-
la de masa m, que se mueve sometida a un potencial U (x, t), pase de (x1 , t1 ) a (x2 , t2 ),
y lo hemos hecho utilizando la acción clásica del movimiento. Pero a diferencia de lo que
ocurre en la Mecánica Clásica, donde el movimiento, con unas condiciones determinadas,
es posible o no, en la Mecánica Cuántica el movimiento es siempre posible. Por tanto la
partı́cula inicialmente localizada en el punto x1 , en un tiempo posterior t > t1 va a ocupar
virtualmente todo el espacio, y cada nuevo punto es susceptible de propagarse nuevamente
en el tiempo. Se hace entonces necesario definir de forma general el estado de ocupación
del espacio que puede tener una partı́cula en un instante determinado.
Tiene interés considerar la amplitud de propagación para que la partı́cula llegue a un
punto dado sin ninguna información especı́fica sobre su movimiento previo. Siguiendo a
Feynman, podemos definir una función compleja ψ(x, t) que sea la amplitud total para
llegar a (x, t) sin indicar el pasado. A esta amplitud se la llama función de ondas. No
hay diferencia conceptual entre dicha amplitud y la amplitud de propagación que hemos
visto. De hecho, el propagador K(x, t ; x1 , t1 ) es una función de ondas, pues representa
una amplitud concreta para llegar a (x, t), la que proviene de (x1 , t1 ). Utilizar la notación
de la función de ondas ψ(x, t) significa que no nos interesa el movimiento anterior.
Dado que ψ(x, t) es una amplitud de propagación, satisface el postulado general de
propagación que establecimos en la ecuación (14). Como esta ecuación es válida para todos
los puntos x1 , entonces la función de ondas debe satisfacer la ecuación integral:
Z +∞
ψ(x, t) = K(x, t ; x1 , t1 ) ψ(x1 , t1 )dx1 (25)
−∞
Este resultado puede enunciarse en términos fı́sicos: la amplitud total para llegar a
(x, t) es la suma (integral) sobre todos los valores posibles de x1 , de la amplitud total
para llegar al punto (x1 , t1 ) (ψ(x1 , t1 )), multiplicada por la amplitud para llegar desde x1
a x (K(x, t ; x1 , t1 )). Los efectos de la historia pasada de la partı́cula se pueden expresar
entonces en términos de una única función. La ecuación (25) es válida con la forma exacta
del propagador dada en 3.1, y resulta de gran utilidad aproximarla, para intervalos de
tiempo cortos, utilizando la expresión (15) para dicho propagador.
Dado que el propagador cumple la ecuación de Schrödinger:
∂K(x, t) −~2 ∂ 2 K(x, t)
i~ = + U (x, t)K(x, t)
∂t 2m ∂x2
es fácil demostrar que la función ψ(x, t) satisface también dicha ecuación, es decir:

∂ψ  −~2 ∂ 2 
i~= + U (x, t) ψ (26)
∂t 2m ∂x2
lo cual dejamos como ejercicio al alumno (basta esencialmente aplicar la derivación
bajo el signo integral). Ahora puede comprenderse mejor el significado matemático de
la ecuación (25), pues la función ψ(x1 , t1 ) juega el papel de una única condición inicial
(arbitraria) en la evolución de ψ(x, t) 28 .
28
nótese que la ecuación de Schrödinger (26) es de primer orden en t, y sus soluciones dependen de
una única constante de integración. No se requiere por tanto conocer el valor inicial de ∂ψ
∂t en cada punto.
En esto hay una diferencia esencial con la ecuación de Newton, y con la ecuación de ondas, donde figura
∂2
la derivada segunda ∂t 2 , y se requiren dos constantes de integración.

27
Ası́ pues, tomaremos la función compleja ψ(x, t) como definición del estado de mo-
vimiento de la partı́cula en el instante t. Se asocia a ella la siguiente interpretación
probabilı́stica, introducida por el fı́sico alemán Max Born en 1926: la densidad de pro-
babilidad de que la partı́cula se encuentre en el intervalo (x, x + dx), como resultado de
una medida, viene dada por:
dP (x, t) 2
= ψ(x, t)
dx
Como la probabilidad total de que ocupe algún punto del espacio debe ser la unidad
en cada instante t, debe verificarse la llamada condición de normalización 29 :
Z +∞
ψ(x, t) 2 dx = 1

(27)
−∞
Existe una correspondencia 1 − 1 entre los estados de movimiento de una partı́cula y
las funciones complejas que verifican las ecuaciones (26) y (27).
Una importante propiedad de la función de ondas es que su multiplicación por cualquier
factor de fase global de la forma eiθ , donde θ ∈ R no depende de las coordenadas
espaciales ni del tiempo, carece por completo de significado fı́sico, y el producto sigue
representando el mismo estado. Esto es consecuencia de la indefinición del cero de la
energı́a potencial en la Mecánica Clásica, y de la forma en que esta actúa en el propagador
de Feynman (15). En efecto, una redefinición U (x, t) → U (x, t) + C resulta indistinguible
de un cambio en el origen de tiempos (t = 0) t → t + t0 .

7. Ondas planas y transformación de Fourier


Desde el punto de vista matemático, la ecuación de Schrödinger (26) es una ecuación
diferencial en derivadas parciales de segundo orden que contiene la derivada primera ∂/∂t,
a cuya familia pertenecen también la ecuación de ondas (que contiene ∂ 2 /∂t2 y gobierna
las ondas no dispersivas) y la ecuación de difusión, que resulta simplemente de reemplazar
i → −1. Esta última describe los fenómenos relacionados con el movimiento Browniano.
Consideremos como posible solución de la ecuación (26) para el movimiento libre
(U (x, t) = 0) la onda plana:

ψ(x, t) = Aei(kx−ωt) (28)


que representa una onda que se propaga a lo largo del eje X positivo, con frecuencia
angular ω, número de ondas k y velocidad vp = ω/k, y que verifica la ecuación de ondas

∂ 2ψ 1 ∂ 2ψ
− 2 2 =0
∂x2 vp ∂t
y por tanto no verifica la ecuación (26) con U (x, t) = 0, a no ser que la relación de
dispersión ω = ω(k) sea exactamente:

~k 2
ω(k) = (29)
2m
como se comprueba fácilmente utilizando las expresiones (28) y (26).
29
lo cual lleva implı́cito el requisito de convergencia de la integral, es decir, que la función ψ debe ser
de cuadrado sumable.

28
eikx e-ikx

+i X +i X
-1 -1

+1 +1

-i -i

Figura 9: Ondas planas de De Broglie para una partı́cula en t = 0 propagándose a lo largo


del eje X, para ambos signos del número de ondas ±k. Obsérvese cómo la función nunca
pasa por cero, teniendo un carácter dextro/levo en la propagación hacia adelante/atrás.

La asociación de la onda plana representada por la solución (28) con el estado concreto
de una partı́cula la realizaremos siguiendo el camino históricamente trazado por el fı́sico
francés Louis De Broglie, quien conjeturó en 1923 lo siguiente:

Hipótesis de De Broglie. Todo cuerpo móvil con momento p lleva asociada una
onda, que es consustancial con su estado de movimiento, y cuya longitud de onda vale
h
λ= (30)
p
siendo h la constante de Planck.

En efecto, esta onda no es otra cosa que el estado ψ(x, t) definido por la solución (28)
de la ecuación de Schrödinger 30 , que hemos representado en la Figura 9 para t = 0. Con
la relación de dispersión (29), asociamos la velocidad de la partı́cula con la velocidad de
grupo vg = dω dk
de la onda:
dω ~k h
p = mvg = m =m = ~k =
dk m λ
estando la energı́a de la partı́cula asociada con la frecuencia ω de dicha onda:

p2 ~2 k 2
E= = = ~ω
2m 2m
Las fórmulas p = ~k y E = ~ω se conocen en la literatura como relaciones de De
Broglie. La onda
√ plana (28) es perfectamente relativista cuando seputiliza la relación de
dispersión ω = ~2 c2 k 2 + m2 c4 /~, asociada a la energı́a total E = p2 c2 + m2 c4 .
30
el razonamiento relativista original de De Broglie para postular esta onda fue bien distinto a lo aquı́
expuesto. La onda se encuentra en fase con lo que él llamó un proceso periódico interno asociado con
la energı́a mc2 . Es el carácter dispersivo de la onda, a través de la relación ω(k) 6= vk, lo que permite
resolver el conflicto planteado entre el aumento de frecuencia por el aumento de masa con la velocidad
(~ω = mc2 γ), y la disminución de frecuencia debida a la dilatación temporal de Lorentz (~ω1 = mc2 /γ).

29
En este caso relativista, donde E = ~ω representa la energı́a total (no simplemente
la energı́a cinética), la onda no verifica ya la ecuación de Schrödinger, que debe ser
reemplazada por una ecuación relativista (Klein-Gordon o Dirac, que no trataremos aquı́).
El carácter fuertemente dispersivo se hace notar cuando superponemos ondas con
distintos valores de λ para formar un pulso, pues las velocidades de propagación de sus
fases serán inversamente proporcionales a sus longitudes de onda (vp = ω/k = h/2mλ), y
el pulso perderá su forma.
Con esta asignación de momento y energı́a a la onda plana (28), su fase coincide
exactamente con la acción clásica S dividida por ~, y por tanto representa también la
amplitud de propagación de una partı́cula libre que se mueve con velocidad constante a
través del espacio, según el propagador de Feynman.
En efecto, x = vt y se cumple:

px Et 1 mv 2 1 1

kx − ωt = = (2 t − Et) = Lt = S
~ ~ ~ 2 ~ ~
donde, al ser U = 0 (movimiento libre), tenemos L = E = T = mv 2 /2.
Téngase en cuenta que, en cualquier instante de tiempo t, la solución (28) presenta
una densidad de probabilidad que es constante para todos los puntos x del espacio:

|ψ(x, t)|2 = |A|2 = constante ∀x ∈ R (31)


Lo cual constituye una idealización matemática, pues, de forma general, no existen
en fı́sica trenes de ondas totalmente monocromáticos, sino que estos mantienen fija su
longitud de onda λ sobre una cierta longitud máxima (llamada en la literatura longitud
de coherencia), y decaen a cero fuera de ella.
Esto equivale a decir, como veremos a continuación, que las partı́culas nunca tendrán
su momento definido con total precisión. Una consecuencia de este carácter ideal (no
realizable en la práctica) de estos estados, es que el valor correcto de la constante A en la
ecuación (28) no puede ser determinado simplemente por la condición de normalización
(27), ya que la integral es divergente. Es decir, los estados de onda plana no constituyen
funciones de onda de cuadrado sumable.
En un instante de tiempo determinado, se define la transformada de Fourier de la
función de ondas ψ(x) como:
Z +∞
1
f (k) ≡ √ ψ(x) e−ikx dx (32)
2π −∞
La transformación de Fourier es una de las armas matemáticas más potentes que se
hayan inventado, y sus propiedades y teoremas asociados pueden encontrarse en numerosos
libros de texto 31 . El teorema de inversión de la transformación de Fourier asegura que la
función de ondas puede recuperarse siempre como:
Z +∞
1
ψ(x) = √ f (k) eikx dk (33)
2π −∞
R +∞
cumpliéndose además que −∞ |f (k)|2 dk = 1. Nótese que la igualdad entre las integra-
les totales de |ψ(x)|2 y |f (k)|2 , esencial√en la interpretación probabilı́stica, no se hubiese
logrado sin la introducción del factor 1/ 2π en la definición de la transformada de Fourier
(32), especı́fico para todas sus aplicaciones en la Mecánica Cuántica.
31
véase por ejemplo “The Fourier Transform and its Aplications”, R. N. Bracewell (2000).

30
Lo anterior nos dice que pueden utilizarse ondas planas eikx con distintas longi-
tudes de onda para construir cualquier función compleja definida sobre R. Dado que
|ψ(x)|2 dx representa la probabilidad de que la partı́cula sea detectada en (x, x + dx),
debemos asociar |f (k)|2 dk con la probabilidad de que la partı́cula tenga su momento en
(p, p + dp) = ~(k, k + dk). Nótese que mientras x se mide en unidades de longitud [m], k
se mide en unidades de longitud inversa [m−1 ]: número de ondas por unidad de longitud.
De la misma manera que el cuerpo ocupa simultáneamente toda una región del es-
pacio, debemos admitir que su velocidad no es única, sino que el espacio de velocidades
se encuentra igualmente ocupado de manera continua, de acuerdo con la transformada
de Fourier. Hay que enfatizar que las funciones complejas ψ(x) y f (k) proporcionan dos
descripciones equivalentes de un mismo estado de movimiento, pues contienen exacta-
mente la misma información. Esta correlación entre posiciones y velocidades de un cuerpo
es un fenómeno que no se produce en la Mecánica Clásica.

8. Valores medios e indeterminación


Ya que la función de ondas ψ(x) de la partı́cula ocupa todo el espacio, tiene gran
interés saber con precisión el valor promedio hxi de las medidas que obtendrı́amos de su
posición en cada instante. Igualmente saber la dispersión ∆x en dichas medidas de la
posición alrededor de este valor medio, es decir, la extensión espacial sobre la que fluctúa
con mayor probabilidad.
Estas cantidades se calculan de la siguiente forma, a partir de la información contenida
en la función de ondas ψ(x):
Z +∞
hxi = x|ψ(x)|2 dx (34)
−∞

(∆x)2 = hx2 i − hxi2

donde hx2 i es el valor medio de x2 , que se calcula evidentemente como:


Z +∞
2
hx i = x2 |ψ(x)|2 dx
−∞

No siendo posible, como se ha explicado, la definición de una velocidad instantánea,


sı́ tienen en cambio perfecto sentido la velocidad promedio hvi, y el momento promedio hpi
de la partı́cula. Este último se determina, siguiendo la idea anterior, como el valor medio
de k en la transformada de Fourier:
Z +∞
hpi = ~hki = ~ k|f (k)|2 dk = mhvi
−∞

Existe sin embargo una forma más directa de calcular el momento promedio sin tener
que calcular previamente la transformada de Fourier de la función de ondas, pudiendo
obtenerse hpi tras realizar una única integral. Para ello es necesario conocer algunas pro-
piedades de la transformación de Fourier.

31
Dentro del conjunto de funciones de onda (espacio de Hilbert L2 (R)), puede definirse
un producto escalar de la siguiente manera:
Z +∞
hψ1 |ψ2 i ≡ ψ1 (x)∗ ψ2 (x)dx
−∞

donde hψ1 |ψ2 i es un número complejo.


Nótese que hψ2 |ψ1 i = hψ1 |ψ2 i∗ . Puede comprobarse fácilmente que la existencia de
este producto escalar confiere al espacio de Hilbert la estructura de espacio vectorial.
La transformada de Fourier cumple entonces la siguiente propiedad, conocida en los
libros de matemáticas como identidad de Parseval generalizada:
Z +∞ Z +∞

ψ1 (x) ψ2 (x)dx = f1 (k)∗ f2 (k)dk ∀ψ1,2 ∈ L2 (R)
−∞ −∞

es decir, el producto escalar permanece invariante después de transformar cada uno de


sus factores: hψ1 |ψ2 i = hf1 |f2 i. Por tanto, el producto escalar puede asociarse realmente
con la proyección de un estado cuántico en otro, siendo su resultado el mismo, ya se realice
en la representación de posiciones de la función de ondas, o en la de momentos.
Este resultado nos permite calcular hpi directamente. En efecto, derivando respecto a
x los dos miembros de la ecuación (33) tenemos:
Z +∞
∂ψ 1
=√ ikf (k)eikx dk
∂x 2π −∞
lo cual nos está indicando una propiedad general, que la transformada de Fourier de
la derivada ∂ψ∂x
es simplemente ikf (k). Por tanto:
Z +∞ Z +∞ Z +∞
2 1 ∗ 1 ∗ ∂ψ
hki = k|f (k)| dk ≡ f (k) (ikf (k))dk = ψ (x) dx
−∞ −∞ i −∞ i ∂x
o en definitiva:
Z +∞
∂ψ
hpi = ψ ∗ (x)(−i~ )dx
−∞ ∂x
que es la fórmula directa que deseábamos encontrar.
Si se mira atentamente, esta expresión es formalmente idéntica a (34), y ambas pue-
den considerarse casos particulares de una definición más general de valor medio de un
operador que representa a cualquier magnitud fı́sica medible A:
Z +∞
hAi = ψ ∗ (x)(Aψ)dx = hψ|Aψi (35)
−∞

siendo A = x(posición) ó p(momento). Para cada magnitud fı́sica medible A puede en-
contrarse unı́vocamente un operador especı́fico, generalmente a partir de los dos anteriores.
Estos operadores (que sirven esencialmente para calcular valores medios), son aplicacio-
nes matemáticas lineales que asocian a cada elemento del espacio de Hilbert L2 (R) otro
elemento del mismo espacio (ψ → Aψ ∈ L2 (R)).

32
Como acabamos de ver, el operador momento está representado por una derivación
parcial respecto a la coordenada de movimiento:

p = −i~
∂x
Por supuesto, los valores medios hAi deben ser siempre reales sobre cualquier función
de ondas, como lo son las medidas de cualquier magnitud fı́sica A en el laboratorio. Esto
obliga a que los operadores fı́sicos A deben ser autoadjuntos, es decir, que verifiquen
hψ|Aψi = hAψ|ψi ≡ hψ|A|ψi ∀ψ, para que pueda cumplirse lo anterior. Tiene también
perfecto sentido la evaluación de hA2 i. En este caso, debe entenderse la acción de A2 como
la aplicación reiterada A(Aψ). Nótese la analogı́a profunda de estos operadores con las
matrices complejas hermı́ticas, que también son operadores lineales autoadjuntos sobre
un espacio vectorial, de dimensión finita. Análogamente pueden definirse potencias más
elevadas, desarrollos en serie, etc.
Las medidas individuales realizadas en el laboratorio de la magnitud A, obtenidas
con idéntico estado inicial ψ, manifestarán el carácter no determinista de la Mecánica
arrojando valores aleatorios. Sin embargo, podemos predecir con exactitud la dispersión
de dichas medidas (∆A) alrededor de su valor medio, a través de la expresión:

(∆A)2 = hA2 i − hAi2 (36)


Si la aplicamos, por ejemplo, al operador momento p, el cálculo de hp2 i se realiza por
medio de la siguiente integral:
Z +∞
∂ 2ψ
2
hp i = ψ ∗ (x)(−~2 2 )dx
−∞ ∂x
cuyo valor es siempre positivo o nulo para funciones de cuadrado sumable, como
puede demostrarse usando la integración por partes 32 . Vemos entonces que el opera-
~2 ∂ 2
dor H = − 2m ∂x2
+ U (x, t), que aparece en la ecuación de Schrödinger (26), representa la
energı́a total, pues el primer término (incluido el signo) representa la energı́a cinética.
De acuerdo con todo lo anterior, tenemos ahora una prescripción de cálculo que nos
permite evaluar, usando el cálculo integral, los valores medios y la dispersión, tanto de la
posición como del momento de una partı́cula, como de cualquier otra magnitud construida
a partir de ellos. En otras palabras, hemos aprendido a “decodificar” la información con-
tenida en la función de ondas ψ(x) de una partı́cula, para hacer predicciones estadı́sticas
sobre los resultados de las medidas de cualquier observable en el laboratorio.
Al igual que ocurre con las matrices, la acción de estos operadores no es en general
conmutativa. Por ejemplo, es un ejercicio simple comprobar que, para cualquier función
de ondas ψ, se cumple que:
xp − px = i~
donde es necesario advertir sobre una costumbre frecuente en la Mecánica Cuántica: se
están utilizando los mismos sı́mbolos para designar los valores de las magnitudes fı́sicas y
los operadores que las representan. En realidad queremos decir que: (xp−px)ψ = i~ψ ∀ψ.
R∞ 2 +∞ R +∞ ∂ψ ∗ ∂ψ
R +∞ ∂ψ(x) 2
en efecto: − ∞ ψ ∗ ∂∂xψ2 dx = − ψ ∗ (x)ψ(x) −∞ + −∞
32

dx ≥ 0 para cualquier
∂x ∂x dx =
−∞ ∂x
función de cuadrado sumable ψ(x).

33
9. El principio de indeterminación
Una de las propiedades más notables de la transformación de Fourier es que, si la fun-
ción original es muy estrecha (∆x → 0), su transformada es muy ancha (∆k → ∞). La
idea matemática es bien intuitiva: no podemos construir una función estrecha sumando
únicamente longitudes de onda (λ = 2π/k) mayores que su anchura. En otras palabras,
el producto ∆x∆k es aproximadamente la unidad. El enunciado preciso del teorema ma-
temático es: ∆x∆k ≥ 1/2, para funciones ψ y ∂ψ/∂x regulares y de cuadrado sumable.
Indicamos los pasos necesarios para demostrarlo, como teorema general de la transforma-
ción de Fourier, independiente de la constante de Planck:
a) Partir de la integral del módulo cuadrado de la función siguiente:

∂  i∗
Z +∞ h
∂ 
x+λ ψ x+λ ψ dx ≥ 0 ∀λ ∈ R
−∞ ∂x ∂x
∂ ∂
donde x + λ ∂x = x + iλk es un operador real, con k ≡ −i ∂x .

b) Sumar y restar a la expresión entre corchetes la cantidad ψ · (x − λ ∂x ), y probar que:
Z +∞ h
∂  ∗ ∂ i ∂ 
x+λ ψ − ψ∗ · x − λ (x + λ ψ dx = 0
−∞ ∂x ∂x ∂x
debido a que el integrando es una derivada total, que verifica:
Z +∞
∂ h ∗ ∂ i
ψ · (x + λ )ψ dx = 0
−∞ ∂x ∂x
+∞
si suponemos que ψ y ∂ψ/∂x cumplen la condición x|ψ|2 + λψ ∗ ∂ψ = 0.

∂x
−∞

c) Finalmente expresar lo que queda de la integral original como:

hx2 i + λ2 hk 2 i − λ ≥ 0

y observar que, sin pérdida de generalidad, hx2 i = (∆x)2 y hk 2 i = (∆k)2 al ser estas
cantidades independientes de la elección del origen de coordenadas. La prueba del
teorema se sigue de examinar el discriminante de la parábola anterior en λ.
Dejamos como ejercicio para el alumno la realización detallada de estos pasos, y pasa-
mos a discutir la trascendencia fı́sica que adquiere el resultado, cuando tenemos en cuenta
∂ ∂
que la derivación parcial ∂x representa como sabemos el momento, según p = −i~ ∂x = ~k.
El resultado fue enunciado por primera vez por el fı́sico alemán Werner Heisenberg en
1929, y se conoce en fı́sica como principio de indeterminación 33 posición-momento:
si conocemos con gran precisión (∆x) la posición que ocupa un cuerpo, entonces son
inevitables grandes fluctuaciones en el valor de su momento (∆p), estando las anchuras
de ambas distribuciones relacionadas por la desigualdad:

∆x∆p ≥ ~/2 (37)


33
en español, también: “principio de incertidumbre”. El carácter no determinista de la mecánica no
está en cuestión, sea cualquiera el nombre elegido. Podrı́a usarse igualmente “principio de imprecisión”.
En inglés se usa generalmente: “uncertainty principle”.

34
La desigualdad anterior se cumple para toda función de ondas, en cualquier instante
de tiempo. Su impacto sobre la fı́sica es enorme. Revela la imposibilidad por principio de
conocer simultáneamente con total precisión la posición de un cuerpo a lo largo de una
dirección determinada, y su momento en esa misma dirección.
Es claro que, en el caso lı́mite de la onda plana (28), tenemos ∆x = ∞ (partı́cula to-
talmente deslocalizada) y ∆p = 0 (estrictamente monocromática). En el extremo opuesto,
la función K(x, t) = hx t | x1 t1 i representa la evolución temporal de una partı́cula lo-
calizada en el punto x1 en el instante t1 (ψ(x) = δ(x − x1 )) con ∆x = 0, siendo en ese
mismo instante ∆p = ∞. En efecto, téngase en cuenta que, según la expresión (15) la
partı́cula inicialmente localizada en x1 (en el instante t1 ) puede alcanzar cualquier punto
del espacio x en un instante posterior t > t1 con igual probabilidad, luego su espectro de
velocidades en el instante t1 es realmente infinito, y por tanto ∆p = m∆v = ∞.
Cuando la partı́cula se desplaza por el espacio en la forma de un pulso dispersivo con
velocidad de grupo v, tiene perfecto sentido definir la indeterminación en el tiempo
que se origina como consecuencia de la indeterminación espacial, en la forma: ∆t ≡ ∆x/v.
Se puede igualmente calcular la indeterminación en la energı́a a partir de ∆p como:

p2  p
∆E = ∆ = ∆p = v∆p
2m m
donde también figura la velocidad de la partı́cula, y hemos utilizado la regla de la
cadena para relacionar las variaciones de energı́a y momento. Idéntico
p resultado se obtiene
diferenciando la expresión relativista para la energı́a E = p2 c2 + m2 c4 (siendo m la
masa en reposo), teniendo en cuenta que v = βc = pc2 /E en este caso. Es claro que el
producto ∆E∆t no depende ya de v, y de la expresión (37) obtenemos el principio de
indeterminación energı́a-tiempo :

∆E∆t ≥ ~/2 (38)


Una consecuencia inmediata de la expresión (37) es que todo cuerpo confinado en una
región del espacio de tamaño 2∆x necesariamente adquiere una energı́a cinética cuyo valor
medio cumple:

1 1 1 ~2
hT i = (∆p)2 ≥
2m 4 2m (∆x)2
lo cual es evidente, si prescindimos de la velocidad global del sistema, siendo enton-
ces hpi = 0. Dado que hemos calculado el valor medio de T , no estamos hablando de
fluctuaciones individuales en una medida concreta de la energı́a cinética, sino de un des-
plazamiento de la mayorı́a de las medidas. Por esta razón, suele utilizarse el principio de
indeterminación como una igualdad aproximada, en la forma: ∆x∆p ∼ ~ 34 , y escribirse
~2
directamente que la energı́a cinética adquirida es T ∼ 2m(∆x) 2.

Para darnos una idea numérica de la magnitud de esta energı́a debida a las fluctua-
ciones cuánticas, podemos considerar la partı́cula más ligera que tenemos en la materia
ordinaria, el electrón. Su masa es me = 9.109 × 10−31 Kg, y evaluamos su energı́a cinéti-
ca en eV para tres valores de interés: ∆x = 1mm, 1µm y 1Å, con valores respectivos:
3.8×10−14 eV, 3.8×10−8 eV y 3.8 eV. Mientras en los dos primeros casos la energı́a es
inobservable en el laboratorio, en el tercero pasa a ser muy significativa.
34
conviene conocer que para la mayor parte de los pozos de potencial en su estado fundamental, la
aproximación citada se verifica con mayor exactitud que si se utilizase en la forma ∆x∆p ∼ ~/2.

35
Esta es justamente la situación que se da en el átomo de hidrógeno, que hemos aproxi-
mado aquı́ crudamente en 1D. En este caso conocemos el potencial que lo confina, que es
la ley de Coulomb, pero lo importante es que hemos podido llegar a conclusiones bastante
exactas sobre la energı́a del sistema sin necesidad de conocer dicho potencial, simplemente
a partir del tamaño del objeto. Cuando además se conoce el potencial de confinamiento,
el principio de indeterminación nos permite estimar siempre, al menos en 1D, la energı́a
del estado fundamental, encontrando el mı́nimo de la energı́a total.
La expresión (38) para la indeterminación energı́a-tiempo puede usarse también como
la igualdad aproximada: ∆E∆t ∼ ~. Esto nos sirve para estimar la energı́a cinética ∆E
adquirida por el confinamiento en el tiempo. Por ejemplo, vemos que cuando ∆t ∼ h/E
dicha energı́a es significativa en términos relativos, ya que ∆E/E ∼ (~/E)(1/∆t) ∼ 16 %.

10. Extensión a tres dimensiones


Todas las ideas desarrolladas se han formulado suponiendo que tanto el movimiento,
como el campo de fuerzas U (x, t), ocurren únicamente en una dimensión, el eje X. Sin em-
bargo, el movimiento real tiene lugar a lo largo de 3 coordenadas espaciales r = (x, y, z),
que dependen del tiempo t. La extensión a 3 dimensiones de todo lo anterior puede reali-
zarse de forma inmediata, y no requiere la introducción de nuevos postulados.
Es un ejercicio de gran utilidad escribir correctamente, utilizando la notación vectorial
r(t), las siguientes expresiones:

• amplitud de propagación de Feynman

• ecuación de Schrödinger

• función de ondas y acción del propagador sobre ellas

• onda plana, relación de dispersión y velocidad de grupo

• valor medio de una magnitud escalar A y vectorial A = (Ax , Ay , Az )

• transformada de Fourier

• producto escalar de funciones de ondas

• operador p

• operador H = p2 /2m + U

• principio de indeterminación

El paso a 3D de cada uno de los apartados anteriores no se encuentra en ningún caso


vacı́o de contenido conceptual. Dejamos para el alumno este ejercicio, apuntando que en
los factores de normalización de la transformada de Fourier y del propagador de Feynman,
se hace necesario reemplazar el factor (2π)1/2 por (2π)3/2 .
Escribamos como ejemplo el resultado para la ecuación de Schrödinger en 3D:
 2
−~ ∂ 2 ∂2 ∂2 

∂ψ
i~ = + + + U (r, t) ψ (39)
∂t 2m ∂x2 ∂y 2 ∂z 2

36
∂2 ∂2 ∂2
Utilizando la definición del operador de Laplace ∆ ≡ ∂x2
+ ∂y 2
+ ∂z 2
, la ecuación de
Schrödinger se suele escribir ası́ :

∂ψ  −~2 
i~ = ∆ + U (r, t) ψ (40)
∂t 2m
p2
O de forma aún más simple, utilizando el operador Hamiltoniano H = 2m
+ U:
∂ψ
i~= Hψ (41)
∂t
Al extender a 3D el principio de indeterminación debe recordarse que este afecta
únicamente a la posición y el momento medidos a lo largo del mismo eje: ∆xi ∆pi ∼ ~ con
xi = x, y, z. La transformada inversa de Fourier en 3D se escribe como:
ZZZ
1
ψ(r) = 3/2
f (k) eikr d3 k (42)
(2π)
y se suman las energı́as generadas independientemente por el confinamiento en cada
uno de los ejes coordenados, ya que hT i = (∆px )2 + (∆py )2 + (∆pz )2 /2m.
 

En varias dimensiones, existe una magnitud fı́sica, que es el giro o momento angular,
designado por el vector L. Este se calcula como el producto vectorial de los vectores
posición r(t) y momento p(t): L = r × p. El principio de indeterminación impide conocer
simultáneamente sus 3 componentes L = (Lx , Ly , Lz ) con total precisión. Los valores
medios y la dispersión en cada componente pueden calcularse en principio, para una
función de ondas determinada, con las fórmulas (35) y (36), aunque el conocimiento de
los autoestados (que veremos en la Sección 15) simplifica generalmente los cálculos.

11. Autoestados y valores medibles


Dada una magnitud fı́sica medible A, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿existen
funciones de ondas ψ tales que dicha magnitud esté bien definida en ellas, de tal manera
que la repetición de medidas sobre tales estados ψ arrojen siempre el mismo valor real
a ∈ R? O de forma más precisa: ¿existen funciones ψ tales que, en ellas, ∆A = 0?
Con la definición anterior de ∆A, estamos en situación de responder matemática-
mente a dicha pregunta. Supongamos que somos capaces de resolver el problema de
autovalores para el operador A: Aψ = aψ. Esto significa encontrar los autovalores a y
los autovectores ψ posibles en dicha ecuación 35 . En tal caso, la ecuación (36) nos permite
comprobar inmediatamente que: (∆A)2 = a2 hψ|ψi − a2 hψ|ψi2 = 0, ya que hψ|ψi = 1
debido a la propiedad de normalización.
Por tanto el problema queda formulado en términos matemáticos: se trata de resolver el
problema de autovalores para el operador A. Los estados ψ buscados son los autovectores
de dicho problema, llamados en la Mecánica Cuántica autoestados 36 . Sabemos que
los autovalores a serán siempre reales (por ser A autoadjunto), pero anticipamos que no
recubrirán en general toda la recta real, sino que definirán un subconjunto A ⊂ R dentro
de la misma. En muchos casos este subconjunto, que recibe el nombre de espectro del
operador A, será discreto.
35
en general, se tratará de una ecuación diferencial en derivadas parciales.
36
en inglés: eigenstates (autoestados), eigenvalues (autovalores), y eigenfunctions (autofunciones). Esta
denominación tiene su origen en el alemán, lengua embrionaria en el desarrollo de la Mecánica Cuántica.

37
Número de medidas

XA\
400

DA

200

an-1 an an+1 ...

Figura 10: Distribución de 1100 medidas realizadas en el laboratorio de la magnitud A,


sobre un estado ψ que no es autoestado de dicha magnitud, y que ha sido preparado idéntico
cada vez. Sólo los autovalores an resultan medibles, siendo aleatoria la distribución, con
una función de probabilidad calculable, utilizando las integrales |hψn |ψi|2 .

Será esencial en la determinación de este subconjunto el imponer que la función de


ondas debe ser continua en R3 , y de cuadrado sumable. Todos aquellos valores reales a que
no pertenezcan al espectro del observable A resultarán prohibidos, y nunca podrán ser
medidos en el laboratorio. Además ocurre que, sobre los autoestados, las medidas resultan
reproducibles y arrojan siempre el mismo valor.
De la misma manera que los autovectores de una matriz que corresponden a autova-
lores distintos son ortogonales entre sı́, ocurre lo mismo con los autoestados de cualquier
operador lineal: forman un conjunto ortonormal de funciones (las autofunciones), con
la definición que hemos dado del producto escalar, en el espacio de funciones de cuadrado
sumable (espacio de Hilbert). Además, los autoestados que corresponden al mismo auto-
valor an forman un subespacio de dimensión N (an ) en el cual también es posible definir
una base ortonormal {ψn,k , k = 1, N (an )}.
Supongamos que medimos determinada magnitud A en el laboratorio, para un cuerpo
que se encuentra inicialmente en un estado ψ que no es un autoestado, y obtenemos el
valor a ∈ R. Es generalmente admitido que la función de ondas experimenta un cambio
tras la medida, y debe ahora ser una autofunción ψa , correspondiente al autovalor medido.
Dado que la medida excluye valores alternativos ax 6= a que no se han realizado 37 éstos
no pueden ser ya considerados como parte del estado de movimiento de la partı́cula.
37
no consideramos aquı́ el efecto de las fluctuaciones estadı́sticas inherentes a toda medida, ni su
inevitable error sistemático.

38
Este fenómeno por el cual la realización de una medida altera aleatoriamente el esta-
do del cuerpo observado se conoce en la literatura como el colapso de la función de
ondas. La idea fue propuesta originalmente en 1932 por el matemático húngaro John von
Neumann, y es hoy generalmente admitida en la Mecánica Cuántica. En el laboratorio, el
colapso de la función de ondas ocurre de manera súbita e impredecible, de forma similar a
como hemos descrito en la Sección 2.6 para la detección de un fotón. Es justamente aquı́
donde se manifiesta el carácter no determinista, ya que el conocimiento de la función de
ondas no nos permite saber a priori cuál será el autovalor medido. En la Figura 10 se
representa una posible distribución de estas medidas.
Es importante saber que, según lo anterior, la transición de la función de ondas ψ → ψa
en el momento de la medida no está gobernada por la ecuación de Schrödinger,
siendo desconocidas por la fı́sica actual las leyes que gobiernan el colapso de la función de
ondas. Se comprende fácilmente que si estuviera gobernada por la ecuación de Schrödinger,
su evolución quedarı́a unı́vocamente determinada a partir de ψ por el propagador de
Feynman, de acuerdo con la expresión (25).
De forma general, podemos afirmar que el conjunto de autofunciones de cualquier
operador hermı́tico A forma una base ortonormal del espacio de funciones de cuadrado
sumable, y por tanto cualquier función de ondas, en un instante determinado, puede
expandirse en la forma:
XX
ψ(r) = cn,k ψan ,k (r) (43)
n k

donde {ψan ,k (r), k = 1, N (an )} son las autofunciones ortogonales que corresponden a
cada autovalor real distinto an , siendo k el ı́ndice de degeneración de dicho autovalor, y los
coeficientes complejos cn,k pueden obtenerse P como 2productos escalares cn,k = hψan ,k |ψi.
La propiedad de normalización exige que n,k |cn,k | = 1, y ello nos indica que los valores
P 2
k |cn,k | son las probabilidades de que la medida realizada sobre ψ arroje el valor an .
Un ejemplo bien conocido de las ideas anteriores lo encontramos en el módulo |L| del
momento angular L = r × p, donde el ı́ndice n es l = 0, 1, · · · ∞, y su componente Lz ,
donde el ı́ndice k es ml ∈ (−l, · · · + l), según estudiaremos mas adelante resolviendo el
problema de autovalores.
Nótese que la transformada inversa de Fourier que vimos anteriormente (ecuación (42))
es en realidad un caso particular de (43), que corresponde a las autofunciones del momento
(ondas planas eikr ), estando ausente el ı́ndice de degeneración k, con an = pn = ~kn y
cn = f (kn ). En ese caso, la suma (integral triple) se extiende en realidad sobre un conjunto
continuo, si suponemos continuo el espectro de momentos p.

39
Figura 11: Ilustración de la idea de un estado estacionario utilizando trayectorias clásicas
cerradas (en negro y marrón): las fluctuaciones cuánticas son de tal naturaleza que en
cada punto (naranja) la fase del propagador (lı́nea ondulada) recupera exactamente su
valor al cabo de un ciclo. Se necesitan muchas órbitas clásicas de este tipo para formar
un estado estacionario.

12. Los estados estacionarios


Imaginemos una trayectoria clásica periódica de energı́a E, que se inicia en el punto
r0 con periodo ∆t 38 como la representada en la Figura 11. En cada instante de tiempo
t la partı́cula irá recorriendo puntos a lo largo de esta trayectoria, y podemos R t asociar a
cada punto r el valor de la fase dado por la acción clásica completa S = t0 Ldt en el
propagador de Feynman: K = AeiS/~ = Aei(S0 −Et)/~ = e−iEt/~ AeiS0 /~ 39 .
Si queremos que el movimiento retenga el carácter periódico que muestra en la Mecáni-
ca Clásica, es necesario que, en cada punto del espacio r, esta fase retorne a su valor inicial
en cada ciclo, lo cual exige que se cumpla la condición:
S0
= 2πn n = 1, 2, . . . ∞
~
Al aplicar la condición anterior a los sistemas integrables, conviene saber que en dichos
sistemas las trayectorias se encuentran confinadas sobre toros invariantes en el espacio
fásico, cuya proyección sobre el espacio de coordenadas muestra una frontera.
38
en la Mecánica Clásica con N grados de libertad, el movimiento periódico está bien caracterizado
tanto en los sistemas integrables como en los sistemas caóticos. En el primer caso, deberı́a llamarse más
apropiadamente multiperiódico, ya que tiene lugar confinado dentro de toros invariantes en el espacio
fásico de energı́a constante, con N − 1 frecuencias independientes entre sı́. Como los números racionales
forman un conjunto denso dentro de los números reales, siempre podemos hacer que dichas frecuencias
sean proporcionales a un conjunto apropiado de enteros, de manera que sean conmensurables, siendo
entonces el movimiento verdaderamente periódico. En los sistemas caóticos no existen tales toros, porque
no existen más constantes del movimiento que la energı́a total E. Pero las órbitas periódicas conservan
todo su sentido, aún estando aisladas o siendo inestables al cabo de muchos ciclos.
39
propagador que, sobre la trayectoria clásica, se hace exacto para cualquier intervalo de tiempo.

40
Para asegurarnos de que la acción es realmente una función univaluada de las coor-
denadas, es necesario admitir una pérdida de fase de π/2 cada vez que la proyección de
la trayectoria cerrada alcanza la frontera anteriormente mencionada 40 . Por tanto la con-
dición de cuantificación exacta es: S0 /~ = n2π + Mπ/2 = (n + M/4)2π, donde M es el
número (entero) de intersecciones con la frontera, es decir S0 = (n + M/4)h, justo la que
habı́amos formulado en la Sección 2. En los sistemas caóticos, las trayectorias periódicas
experimentan igualmente un refuerzo al estar en fase, pero sus periodos no son conmensu-
rables, y pueden contribuir muchas trayectorias, con periodos muy largos, a una energı́a
determinada 41 .
Ya sea el movimiento integrable o caótico, podemos conjeturar que en la Mecánica
Cuántica existen estados de energı́a bien definida, donde el factor de fase temporal e−iEt/~ ,
introducido por la propagación sobre la trayectoria clásica, sea heredado por la función
de ondas. Esto serı́a natural, pues dicho factor indica una periodicidad temporal acorde
con la frecuencia de De Broglie ω = E/~, unı́vocamente relacionada con la energı́a 42 .
Vemos por tanto que, bajo la hipótesis de dominancia de las trayectorias clásicas en la
propagación exacta, el principio de cuantificación
H de la acción encuentra pleno fundamento
en la teorı́a de Feynman, y la fórmula S0 = pdr = (n+α)h es una excelente aproximación
para calcular las energı́as permitidas en los sistemas integrables, como ya hemos visto en
dos casos concretos. Se la conoce genéricamente en la literatura como aproximación
semiclásica.
Pero no nos basta una solución aproximada, y deseamos tener la solución exacta para el
problema de las energı́as, siendo la teorı́a de Feynman exacta. Además, es un hecho que la
mayor parte de los sistemas fı́sicos de interés (como átomos multielectrónicos, moléculas,
núcleos, o materia condensada en sólidos o lı́quidos) son caóticos en su formulación clásica,
y la aproximación semiclásica anterior no resulta útil en ellos. La forma más efectiva de
tratar el problema es utilizar la ecuación de Schrödinger, dándonos cuenta de que, en
la situación descrita, la función de ondas ψ(r, t) de la partı́cula debe presentar en todos
los puntos del espacio una fase común, periódica en el tiempo. Se trata de un fenómeno
análogo a los modos normales en el movimiento ondulatorio.
Deseamos por tanto que la densidad de probabilidad de encontrar la partı́cula en
cualquier punto r sea constante en el tiempo:

∂|ψ(r , t)|2
= 0 ∀r ∈ R3 (44)
∂t
es decir, que se trate de una densidad de probabilidad estacionaria, similar a la distri-
bución invariable de velocidades en un fluido, o a la distribución de temperaturas cuando
el flujo de calor en un medio se ha hecho estacionario.

40
para un comprensión detallada de esta afirmación en la Mecánica Clásica, es conveniente alguna
lectura adicional. Véase por ejemplo el curso de M. V. Berry, “Semiclassical mechanics of regular and
irregular motion”, North Holland, 1983, https://michaelberryphysics.files.wordpress.com/2013/
07/berry115.pdf. Sirva como ejemplo relevante el movimiento de una partı́cula en un campo atractivo
de tipo central, donde la coordenada radial r va y viene entre los lı́mites (rmin , rmax ). La frontera se
alcanza justo en esos lı́mites, cuando cambia el signo del momento radial.
41
puede encontrarse un desarrollo detallado de esta idea en el libro de M. Gutzwiller, “Chaos in
Classical and Quantum Mechanics”, Springer 1990.
42
nótese que esta frecuencia no coincide con la que el cuerpo tendrı́a clásicamente ωcl = 2π/∆t, siendo
∆t el periodo.

41
Podemos entonces lograr soluciones de este tipo a la ecuación de Schrödinger
i~ ∂ψ
∂t
= Hψ siguiendo los dos pasos siguientes:

1) Encontrar soluciones a la ecuación de autovalores para el operador energı́a H:

−~2
 
∆ + U (r) ψ(r) = Eψ(r) (45)
2m

para algún valor del parámetro real E (energı́a total), e imponer la condición de que
la función ψ(r) tenga sentido como función de ondas.
Es decir, que cumpla:

|ψ(r)|2 d3 r = 1 (integral convergente < +∞).


R
a) La condición de normalización
b) La continuidad de la función de ondas en cada punto del espacio R3 . También
la continuidad en cada punto de sus derivadas espaciales ( ∂ψ
∂r
), a no ser que en
43
dicho punto se haya admitido un potencial infinito .

Es el cumplimiento de las dos condiciones anteriores lo que realmente produce una


restricción sobre los valores de la energı́a E, llevándolos a sus valores cuánticos.

2) Construir a continuación la siguiente función de ondas dependiente del tiempo:

ψ(r, t) = e−iEt/~ ψ(r) (46)

que evidentemente representa los estados estacionarios buscados, ya que:

a) es solución de la ecuación de Schrödinger: i~ ∂ψ


∂t
= Hψ
b) cumple la condición (44)

Dejamos como ejercicio simple comprobar que la función de ondas (46) verifica efecti-
vamente los dos apartados anteriores. La ecuación (45) puede escribirse como:

Hψ = Eψ (47)
y recibe el nombre de ecuación de Schrödinger independiente del tiempo. El
operador H queda especificado a partir del modelo de campo de fuerzas U (r), y el cálculo
exacto de las energı́as de los estados estacionarios queda por tanto reducido a un proble-
ma matemático de autovalores, que implica una ecuación diferencial de segundo orden,
independiente del tiempo. Los autovalores deben ser reales, al ser H autoadjunto.
Pese a la independencia del tiempo, son admisibles condiciones iniciales implı́citas
bajo la forma de condiciones de contorno. Por ejemplo, introduciendo ondas planas (o
esféricas) incidentes, o emergentes, en una dirección determinada. También pueden exi-
girse condiciones de contorno más genuinas, pidiendo que la función de ondas sea nula
en determinados dominios del espacio. Esto se consigue habitualmente introduciendo un
potencial infinito en tales dominios.
43
tales potenciales (paredes impenetrables, ley de Coulomb en el origen, funciones delta de Dirac, etc.)
no son nunca totalmente realizables en la práctica, pero su introducción puede simplificar matemática-
mente el problema en cuestión, y se utilizan habitualmente.

42
Por supuesto, todos los resultados obtenidos a partir de la ecuación (47), con las con-
diciones de contorno adecuadas, llevan implı́cita la precisión de la integral de caminos de
Feynman que vimos en 3.1. Como en cualquier problema de autovalores, según lo estudia-
do en la Sección 11, está asegurado de antemano que los autoestados cumplen ∆E = 0, es
decir, que su energı́a está bien definida. La resolución de la ecuación diferencial Hψ = Eψ
para los campos de fuerzas más elementales en una o varias dimensiones (potencial de
paredes impenetrables, oscilador armónico, saltos de potencial, ley de Coulomb, etc), será
tratada en las secciones 17, 20, 23, 24, 25, 26 y 27.
Una vez resuelto el problema de autovalores de la energı́a con un potencial determi-
nado, disponemos de un conjunto de autofunciones y autovalores de la energı́a asociados
{Φn,k (r), En , n = 1, ∞, k = 1, N (En )}, donde k recorre los números cuánticos necesarios
para describir las distintas autofunciones ortogonales de igual energı́a En , en el subespacio
asociado a este autovalor 44 . La dimensión de este subespacio (número de estados orto-
gonales de igual energı́a), recibe en la literatura el nombre de degeneración cuántica
g = N (En ). Aunque el fenómeno de la degeneración existe también en la Mecánica Clásica
(y es, en general, infinita), el elemento esencial es que, en la realidad fı́sica, se trata siem-
pre de un número finito y calculable, que constituye la base para el cálculo de la entropı́a
en la Mecánica Estadı́stica.

Expansión en estados estacionarios


Como los autovectores de norma unidad de una matriz (hermı́tica, en este caso) for-
man siempre un conjunto ortonormal, dentro del espacio vectorial donde actúa dicha
matriz, cualquier función de ondas, en un instante de tiempo determinado, puede expre-
sarse como una combinación lineal de autoestados de la energı́a. Si por sencillez prescin-
dimos del
P ı́ndice k, que no resulta esencial en la discusión queP
sigue, podemos escribir:
ψ(r) = n cn Φn (r), con números complejos cn ∈ C tales que n |cn |2 = 1, estando la
dependencia temporal de la función de ondas determinada por la expansión anterior:
X
ψ(r, t) = cn e−iEn t/~ Φn (r) (48)
n

como se deduce de la ecuación de Schrödinger, al aplicar la fórmula (46) a cada término.


Es importante darse cuenta que tal función no es, en general, un estado estacionario, a
no ser que sean cero todos los coeficientes cn excepto uno. En otras palabras, la condición
necesaria y suficiente para que un estado tenga su energı́a bien definida es que “no se
mueva”, según lo indicado en la expresión (44).
Podemos por tanto decir que el movimiento se origina en fı́sica a través de una
superposición de distintas energias (frecuencias). Esta concepción es por completo aje-
na a la Mecánica Clásica.
Teniendo en cuenta que el producto escalar cn = hΦn |ψi es independente de t, podemos
reescribir, más en detalle:

X Z 
−i E~n (t2 −t1 ) En
X
ψ(r2 , t2 ) = hΦn |ψie Φn (r2 ) = Φ∗n (r1 )ψ(r1 )d3 r1 Φn (r2 )e−i ~
(t2 −t1 )

n n

44
por ejemplo, para una partı́cula de energı́a En encerrada entre las 6 paredes de un cubo, las posibles
orientaciones de su momento. En un potencial de tipo central, los necesarios para indicar su estado de
momento angular: (l, m).

43
Reordenando los factores, y recordando cómo actúa el propagador sobre las funciones
de ondas, según la versión 3D de la fórmula (25), llegamos a la conclusión de que el
propagador de Feynman exacto puede escribirse como :
X En
K(r2 , t2 ; r1 , t1 ) = Φn (r2 )Φ∗n (r1 )e−i ~ (t2 −t1 ) (49)
n

donde la suma se extiende sobre todos los estados estacionarios del sistema. La pro-
pagación puede ser considerada tanto hacia adelante (t2 > t1 ) como hacia atrás en el
tiempo (t2 < t1 ), en la expresión anterior. Nótese que la reversión temporal completa
(r2 , t2 ) → (r1 , t1 ) sólo se logra con la utilización del propagador conjugado K ∗ (r2 , t2 ; r1 , t1 ).
La expresión (49) tiene gran utilidad en problemas de todo tipo, que van desde la dis-
persión de una partı́cula por un potencial determinado, hasta la teorı́a de perturbaciones
dependientes del tiempo. También nos demuestra que los estados estacionarios de energı́a
definida son espacialmente invariantes bajo la acción del propagador, tal como habı́amos
conjeturado al inicio de esta Sección. Para comprobarlo, basta aplicar K sobre un auto-
estado Φm (r), según (25), y tener en cuenta la ortogonalidad de éstos.

El operador de evolución temporal


La expresión (48) nos proporciona una forma alternativa de determinar la evolución
temporal exacta de la función de ondas ψ(r, t), a partir de su valor inicial ψ(r, 0), que
complementa a la que ya tenı́amos con el propagador de Feynman (25), expresada en 3D:
Z
ψ(r, t) = K(r, t ; r1 , t1 ) ψ(r1 , t1 )d3 r1

La nueva forma no requiere sin embargo una convolución, sino que viene dada por
la acción de un operador lineal U(t) en el espacio de Hilbert, que actúa sobre la fun-
ción inicial en la forma: ψ(r, t) = U(t)ψ(r, 0). Suponiendo que hemos resuelto previamen-
te el problema de autovalores de la energı́a, y que disponemos de la base ortonormal:
{Φn (r), En , n = 1, ∞}, donde hemos dejado de lado por sencillez el ı́ndice de degenera-
ción, es evidente que el operador U(t) adopta en dicha base la forma de la siguiente matriz
diagonal:  i 
i
U(t) = diag e− ~ E1 t , e− ~ E2 t , · · ·
que representa matemáticamente la acción de las distintas frecuencias que originan el
movimiento. De igual manera, el Hamiltoniano H se representa también como una matriz
diagonal en esa misma base:
H = diag (E1 , E2 , · · · )
Por tanto, el operador U(t) puede expresarse como la exponencial de una matriz:
i
U(t) = e− ~ Ht (nótese que la exponencial de una matriz diagonal es también diagonal), y
tenemos, con la notación estándar de Dirac | · · · i para los estados cuánticos:
i
|ψ(r, t)i = U(t)|ψ(r, 0)i = e− ~ Ht |ψ(r, 0)i

44
La ecuación anterior juega un papel central en la Mecánica Cuántica. El operador U(t)
se llama en la literatura operador de evolución temporal, y es inmediato comprobar
que se trata de un operador unitario que satisface U + = U −1 , donde U + es la matriz
conjugada y traspuesta.REl operador es unitario porque conserva en todo instante la norma
de la función de ondas |ψ(r, t)|2 d3 r = 1, en perfecta consonancia con su interpretación
probabilı́stica.

13. La fórmula de Bohr


Hemos visto que, de acuerdo con la ecuación de Schrödinger, una combinación lineal
de estados estacionarios genera una dependencia en el tiempo de la función de ondas que
ya no es estacionaria, y que adopta la forma de un pulso que se desplaza.
Vamos a analizar la densidad de probabilidad en el caso en que la partı́cula se encuentra
en un estado que es la superposición de dos estados de energı́as distintas: E2 (estado alto)
y E1 (estado bajo), con E2 > E1 . Esta situación es muy general y puede darse en infinidad
sistemas fı́sicos, dando lugar a un fenómeno llamado oscilación cuántica. Veremos
que la partı́cula se desplaza virtualmente por el espacio de manera periódica, con una
frecuencia ω determinada por la fórmula de Bohr: E2 − E1 = ~ω. En el caso en que
dicha partı́cula tenga carga eléctrica, la oscilación da lugar a la emisión de un fotón de
igual frecuencia, en acuerdo cualitativo con lo predicho por la Electrodinámica Clásica, al
cabo de un cierto tiempo ∆t. Por tanto la fórmula de Bohr no es una mera consecuencia
de la conservación de la energı́a y de la existencia de fotones, sino que tiene su fundamento
en la ecuación de Schrödinger.
En efecto, supongamos que la función de ondas tiene la forma ψ = c1 ψ1 + c2 ψ2 , siendo
ψ2,1 las funciones de onda en el estado alto y bajo respectivamente, con c1,2 ∈ C.
Dado que la fase global carece de significado fı́sico, podemos suponer sin pérdida de
generalidad que c1 es real positivo (c1 > 0), y que c2 = c1 eiφ0 . Si nos fijamos en un
punto r del espacio, es claro que la densidad de probabilidad en dicho punto recibe una
contribución de la interferencia entre ambos estados:
  
(E2 −E1 )t
2 2 2 2 2 2 −i −Φ
|ψ(r, t)| = |c1 ψ1 + c2 ψ2 | = |c1 | |ψ1 | + |c2 | |ψ2 | + 2 Re |c1 c2 ||ψ1 ψ2 |e ~

donde Φ(r) = φ2 (r) − φ1 (r) − φ0 está determinada por la diferencia de fase en ese punto
entre las funciones de onda ψ1 = |ψ1 |eiφ1 (r) y ψ2 = |ψ2 |eiφ2 (r) .
La densidad de probabilidad es una función periódica del tiempo:

|ψ(r, t)|2 = A (r) + B (r) cos ωt − Φ(r)




que oscila entre un valor máximo A + B (interferencia constructiva) y un valor mı́nimo


A − B (interferencia destructiva) con una frecuencia ω que es independiente del punto r,
y que está determinada por la fórmula de Bohr.
Las funciones A y B sı́ dependen del punto: A(r) = |c1 |2 |ψ1 (r)|2 + |c2 |2 |ψ2 (r)|2 y
B(r) = 2|c1 c2 ||ψ1 (r)ψ2 (r)|. Resulta evidente que el aumento de la probabilidad en ese
punto necesariamente significa la disminución de la misma en otros puntos, debido a la
normalización de las funciones de onda, y recı́procamente. Por tanto lo que se produce es
un desplazamiento global de la partı́cula u oscilación, que tiene carácter periódico.

45
Figura 12: Densidad de probabilidad en el plano horizontal (XY ) del estado no estaciona-
rio que resulta de superponer los orbitales 2p (n = 2, l = 1, m = 1) y 1s (n = 1, l = 0) del
hidrógeno. Puede verse cómo la interferencia entre ambos genera un dipolo eléctrico que
es función del tiempo y que gira alrededor del núcleo con la frecuencia de Bohr (periodo
T = 2πω
). La escalas horizontales son unidades del radio de Bohr a0 . El orbital 2p se ha
multiplicado por un factor 50, en el panel de arriba a la izquierda.

La oscilación cesa en el momento en que se localiza la partı́cula, o se mide su energı́a.


Nótese que, durante el proceso de oscilación, la energı́a no se encuentra bien definida
(∆E 6= 0). Es un ejercicio interesante calcular ∆E de forma explı́cita, y comprobar que
∆E = |c1 c2 |(E2 − E1 ).
La medida de la energı́a se logra, para partı́culas cargadas, al detectar el fotón emitido,
lo cual proporciona evidencia de que la partı́cula se encuentra ya en el estado bajo. En
este caso, el tiempo promedio que tarda en emitirse el fotón ∆t puede estimarse a partir
del principio de indeterminación ∆E∆t ∼ ~ 45 .
45
este tiempo ∆t no debe confundirse con el periodo de la oscilación T ≡ 2π/ω.

46
Un ejemplo en 3D de oscilación cargada lo tenemos cuando el electrón en el átomo de
hidrógeno adopta un estado cuántico que es una superposición entre el estado fundamen-
tal con n = 1 (orbital 1s) y el primer excitado con n = 2, l = 1 y m = 1 (orbital 2p).
Estas funciones de onda se obtienen de resolver la ecuación de Schrödinger independiente
del tiempo con el potencial culombiano, y se estudiarán en la Sección 20. En coordena-
das esféricas, tienen la forma genérica: ψ = Rnl (r)Ylm (θ, φ). La densidad electrónica en
el plano horizontal se ha representado en la Figura 12 en función del tiempo, viéndose
cómo gira alrededor del núcleo. Se ha supuesto por claridad c1 = c2 = √12 y la densidad
se ha dividido por la suma de las densidades electrónicas de ambos orbitales, representa-
das también independientemente en dicha figura. El fenómeno anterior se llama emisión
espontánea y la superposición de las funciones de onda ocurre debido a la acción del
campo electromagnético del vacı́o en esa frecuencia (recordar lo visto en la Sección 2.6,
fórmula (13)). El tiempo de vida promedio es calculable en la Electrodinámica Cuántica
a partir de las funciones de onda.
Existen también ejemplos de oscilación con partı́culas eléctricamente neutras, siendo
espectacular el caso relativista de las oscilaciones de sabor p de los neutrinos de mo-
mento p con masas distintas m1 6= m2 (energı́as E1,2 = p2 c2 + m1,2 2 c4 ). El cese de la
oscilación lo provoca en este caso la detección en el laboratorio del neutrino con un sabor
determinado, que se manifiesta a través de su interacción con la materia 46 .
Todos los casos anteriores de oscilación se expresan genéricamente en la forma:
 
−iω1 t −i(ω2 −ω1 )t
| ψ(t) i = e | ψ1 i + e | ψ2 i

donde es claro que el primer factor no contribuye nunca a la densidad espacial |ψ(r)|2 ,
y la oscilación, con su frecuencia caracterı́stica ω = ω2 − ω1 , queda de manifiesto en el
segundo término (|ψ1,2 i son estados estacionarios, con ω1,2 = E1,2 /~).
Otro caso de este tipo, destacable por su interés tecnológico, es la sincronización de
relojes atómicos de muy alta precisión, donde un actuador electromagnético externo
provoca la superposición cuántica anterior en los átomos en movimiento de un gas, ini-
ciándose su oscilación interna . Al cabo de un cierto tiempo se detiene el proceso mediante
otro actuador, sincronizado con el anterior a través de un oscilador externo. Como en los
casos anteriormente mencionados, es el proceso de detección lo que provoca el cese de la
oscilación. En este caso se trata de un detector de átomos que es sólo sensible al estado
alto. De esta forma se puede medir cualquier ı́nfimo desfasaje entre el oscilador externo y
el reloj atómico 47 . Todos los satélites GPS tienen instalado un sistema múltiple de relojes
atómicos, que determina el tiempo de sus señales de manera muy precisa (10−14 o mejor).

46
para analizar este caso, véase el ejercicio propuesto en el curso.
47
véase una descripción más detallada de estos dispositivos en el libro ”The Quantum World”, M. Le
Bellac, World Scientific (2014), junto con el ejercicio del curso dedicado a este caso.

47
14. La Mecánica Cuántica en el marco relativista
Hemos abordado una parte de las leyes de la Mecánica Cuántica suponiendo que la
velocidad de la partı́cula es pequeña en comparación con c, aunque la extensión al dominio
relativista de todas las ideas expuestas se logró históricamente casi al mismo tiempo.
No tratar aquı́ el formalismo plenamente relativista se justifica por dos razones:

• Para el electrón, la ecuación de Schrödinger i~ ∂ψ


∂t
= Hψ es plenamente relativista, si
se adopta una definición adecuada para el operador H. Se la conoce en la literatura
como ecuación de Dirac. Sus soluciones para el movimiento libre siguen siendo ondas
planas (llamadas espinores) pero estas contienen un nuevo grado de libertad interno
(el espı́n), ası́ como la posibilidad de representar a las antipartı́culas (el positrón),
lo cual está ı́ntimamente relacionado con sus propiedades de propagación espacial
hacia atrás en el tiempo. El formalismo exige cálculos algo más largos.

• La mayor parte de las aplicaciones en fı́sica atómica, fı́sica molecular, fı́sica de la ma-
teria condensada, e incluso fı́sica nuclear, tienen lugar a velocidades no relativistas,
y el cálculo con la ecuación de Dirac resulta innecesario (excepto para fenómenos
de precisión, como los relacionados con la polarización del vacı́o). Además, el tra-
tamiento de muchos cuerpos se complica notablemente. Unicamente en fı́sica de
partı́culas está generalizado el tratamiento relativista.

Recapitulando, nos damos cuenta de que en el formalismo tratado anteriormente, sólo


el propagador de Feynman y el Hamiltoniano de la ecuación de Schrödinger fueron expresa-
p2
dos de forma no relativista (basados en la ecuación E = 2m ). En cambio, son esencialmente
relativistas las relaciones de De Broglie, el principio de indeterminación de Heisenberg (re-
lacionado con estas últimas), el conjunto ortogonal de estados estacionarios, y el operador
unitario de evolución temporal. Teniendo esto presente, las ideas anteriores pueden ser
aplicadas en la resolución de todo tipo de problemas con velocidades próximas a c, a
condición de utilizar correctamente la cinemática relativista.
Añadiremos que un análisis relativista detallado del principio de indeterminación,
focalizado en el producto ∆p ∆t, revela que este se hace de hecho más restrictivo 48 : se
hace imposible la localización completa de la posición de una partı́cula, con independencia
de la indeterminación en su momento. La máxima localización espacial (∆x mı́nima) que
puede tener una partı́cula de masa en reposo m, viene dada en relatividad por la llamada
longitud de onda de Compton:
h
λC =
mc
y ningún experimento puede determinar la posición de una partı́cula con precisión
mayor que esta. Para el electrón, λC = 0.02426 Å = 2426 fm. Esta es posiblemente la
implicación de mayor trascendencia de la relatividad en la Mecánica Cuántica.
En un marco totalmente relativista, la Mecánica Cuántica necesita describir la creación
y aniquilación de pares partı́cula-antipartı́cula, y ello requiere su inmersión en otra teorı́a
más perfecta, llamada Teorı́a Cuántica de Campos. Dicha teorı́a extiende a la Mecánica
Cuántica también en aplicaciones no necesariamente relativistas, en la fı́sica de la materia
condensada. En electromagnetismo, recibe el nombre de Electrodinámica Cuántica.
48
véase la discusión preeminente realizada en “Teorı́a Cuántica Relativista Parte 1 (Volumen 4)”, de
L.D. Landau, E.M. Lifshitz, V. B. Berestetskii y L.P. Pitaevski, Fı́sica Teórica de Landau (2005), pp. 1-4.

48
15. El momento angular
Todo cuerpo que ocupe el punto r con momento p gira alrededor del origen de coorde-
nadas, siempre que ambos vectores no sean colineales. El giro se llama en fı́sica momento
angular y se describe por el producto vectorial J = r×p, midiéndose en unidades J ·s en el
Sistema Internacional (SI). Su carácter vectorial expresa el hecho de que toda rotación del
espacio puede descomponerse en tres giros alrededor de cada uno de los ejes coordenados:
J = (Jx , Jy , Jz ). Cuando lo que gira es una partı́cula conocida de masa m (puede ser un
fotón), se denomina momento angular orbital, y se designa con la letra L. El giro de una
partı́cula alrededor de sı́ misma se mide en las mismas unidades, y se denomina espı́n o
momento angular intrı́nseco, designándose con la letra S. De forma general, el momento
angular de un cuerpo se puede escribir como J = L + S.
Obsérvese que el momento angular se mide en las mismas unidades que la constante de
Planck (unidades de acción), y por tanto se trata de la magnitud fı́sica más especı́ficamente
cuántica que podamos encontrar. Dado que su propia definición hace referencia a los
vectores posición y momento, resulta evidente que el principio de indeterminación tiene
mucho que decir acerca de las limitaciones intrı́nsecas sobre la precisión en sus medidas.
Como la función de ondas ψ(r) contiene toda la información sobre el estado de movi-
miento de un cuerpo, debe contener también la información detallada sobre su momen-
to angular orbital, en cada instante de tiempo. Los grados de libertad, necesariamente
cuánticos, que permiten describir su espı́n se traducen en la aparición de distintas com-
ponentes ψi (r) de la función de ondas. Esto lo veremos más adelante.
La implicación exacta del principio de indeterminación en la medida del momen-
to angular es bien simple: resulta imposible medir en el laboratorio sus 3 componentes
(Jx , Jy , Jz ) simultáneamente con total precisión. Se llega fácilmente a esta conclusión por
reducción al absurdo, tal como se indica en la Figura 13. Aunque hemos tomado como
referencia L, lo dicho es igualmente válido para el espı́n. Supongamos que conociésemos el
momento angular, siendo este distinto de cero L 6= 0. Entonces podemos orientar el eje Z
a lo largo de dicho vector, y afirmar que los vectores r y p se encuentran necesariamente
en el plano perpendicular al eje Z. Pero esto quiere decir que conocemos a la vez con total
precisión la posición que ocupa la partı́cula a lo largo del eje Z (z = 0) , y su momento
a lo largo del mismo eje (pz = 0), en violación flagrante del principio de indeterminación,
que exige ∆z∆pz ≥ ~/2.
Como consecuencia de lo anterior, el momento angular no puede proyectarse nunca
ı́ntegramente a lo largo de ningún eje: las fluctuaciones cuánticas a lo largo del eje Z del
vector p necesariamente se correlacionan con las fluctuaciones cuánticas del vector r en
el plano perpendicular (a través de su producto vectorial), como se ilustra en la Figura
13. Por tanto el vector L experimenta fluctuaciones inevitables en sus dos direcciones
perpendiculares. Estas fluctuaciones suponen una energı́a cinética de rotación adicional,
de tal manera que se cumple la desigualdad estricta (con L 6= 0):

|L| > Lz (50)


Para ninguna función de ondas, en ningún instante de tiempo, pueden las medidas
independientes de L2 y L2z arrojar igual valor. La desigualdad anterior marca una vez más
una profunda diferencia entre la Mecánica Clásica (donde la igualdad |L| = Lz es posible)
y la realidad fı́sica. Tiene gran implicación en átomos, moléculas, núcleos y partı́culas
elementales, como veremos.

49
Figura 13: Implicación del principio de indeterminación sobre el momento angular. Las
fluctuaciones cuánticas simultáneas y perpendiculares de los vectores posición y momento
impiden su localización completa en 3D.

En particular, la desigualdad anterior es clave para comprender las leyes que gobier-
nan el fenómeno del paramagnetismo, basadas en el hecho de que el momento magnético
individual de los átomos (consecuencia de su momento angular) no puede orientarse ı́nte-
gramente a lo largo de un campo magnético externo. La limitación no proviene únicamente
de las fluctuaciones térmicas, sino que tiene su origen en las fluctuaciones cuánticas.
Recordemos que en la Mecánica Clásica los campos de fuerza con potencial de tipo
radial U (r) originan trayectorias que se encuentran siempre en un plano. Esto es conse-
cuencia de la constancia en el tiempo de las 3 componentes del vector L, que se mantiene
perpendicular a la trayectoria. La presencia de fluctuaciones cuánticas no viola la con-
servación de L en promedio, pero evidentemente impide que el movimiento pueda estar
confinado en un plano.
Para precisar más las ideas anteriores, se hace necesario encontrar los autoestados
del momento angular, ası́ como sus autovalores permitidos. Dado que p = −i~∇, no
hay ninguna ambigüedad sobre cual debe ser la forma que adoptan los operadores que
describen el momento angular en la Mecánica Cuántica, y a ellos debemos referirnos:

i j k       
∂ ∂ ∂ ∂ ∂ ∂
L = −i~ x y z = −i~ y −z i+ z −x j+ x −y k
∂ ∂ ∂ ∂z ∂y ∂x ∂z ∂y ∂x
∂x ∂y ∂z

Resulta especialmente conveniente para describir el giro en 3D utilizar coordenadas


esféricas, y expresar la función de ondas en dichas coordenadas ψ(r) = ψ(r, θ, φ) 49 , ası́
como los operadores (Lx , Ly , Lz ) anteriores.
49
las coordenadas esféricas establecen una relación 1−1 (x, y, z) ↔ (r, θ, φ) dentro del conjunto R3 a
través de la transformación estándar: x = r sinθ cosφ, y = r sinθ sinφ, y z = r cosθ, con la transformación
del elemento de volumen d3 r = r2 d(cosθ)dφdr.

50
El vector p puede descomponerse (en el plano perpendicular a L) como la suma de
un vector proporcional a r y otro perpendicular al mismo: p = pr ur + pt ut (obsérvese
que uL = ur × ut siendo |ur | = |ut | = |uL | = 1). Al hacer L = r × p sólo contribuye la
segunda componente, por tanto |L| = rpt .
Lo anterior nos permite descomponer siempre la energı́a cinética (aquı́ no relativista)
de un cuerpo de masa m en dos componentes ortogonales:
p2 p2 p2 p2 L2
T = = r + t = r + (51)
2m 2m 2m 2m 2mr2
que reciben el nombre de energı́a cinética radial (acercamiento o alejamiento al origen
de coordenadas) y energı́a cinética de rotación, respectivamente. Nótese que el balance
entre ambas depende de dónde deseemos situar el origen de coordenadas, para referir el
giro (su posición natural es en el centro de fuerza, cuando exista).
Que la energı́a cinética de rotación TR = L2 /(2mr2 ) se hace infinita a distancias muy
cortas, si bloqueamos el momento angular, es un hecho bien conocido en la mecánica.
Esta energı́a se conoce también con el nombre de energı́a centrı́fuga. Queda claro que una
medida de la misma equivale a una medida del cuadrado del momento angular. Indepen-
dientemente, podemos medir en el laboratorio el giro de ese cuerpo alrededor de cada uno
de los ejes coordenados (Lx , Ly , Lz ), utilizando algún tipo de dispositivo mecánico, incluso
aunque se trate de átomos o partı́culas individuales. El teorema de Pitágoras nos asegura
la relación L2 = L2x + L2y + L2z .
Vamos a escribir a continuación los operadores anteriores en coordenadas esféricas,
incluido L2 , tal como resulta simplemente de aplicar la regla de la cadena en la derivación
parcial. En primer lugar:

Lz = −i~
∂φ
Es sugerente la completa analogı́a de este operador con el operador momento a lo largo

de un eje: pz = −i~ ∂z , si tenemos en cuenta que el ángulo azimutal φ representa preci-
samente el ángulo de giro. Nótese que aquı́ el ángulo carece de dimensión, recordándonos
que la dimensión del operador es justamente la de una acción (J · s).
Los operadores en las direcciones perpendiculares resultan ser:
   
∂ cosφ ∂ ∂ sinφ ∂
Lx = −i~ −sinφ − Ly = −i~ cosφ −
∂θ tanθ ∂φ ∂θ tanθ ∂φ
El operador L2 = L2x + L2y + L2z es cuadrático y requiere las derivadas segundas, con
resultado:
1 ∂2
   
2 2 1 ∂ ∂
L = −~ sinθ + (52)
sinθ ∂θ ∂θ sin2 θ ∂φ2
Utilizando la conocida forma del operador de Laplace ∆ en coordenadas esféricas,
podemos expresar la energı́a cinética total como:
p2 −~2 −~2 ∂ 2 ~2 1 ∂2
     
2 ∂ 1 ∂ ∂
T = = ∆= + − sinθ +
2m 2m 2m ∂r2 r ∂r 2mr2 sinθ ∂θ ∂θ sin2 θ ∂φ2
Resulta interesante constatar que las dos expresiones anteriores están relacionadas
entre sı́ por la ecuación:
−~2 ∂ 2 L2
 
2 ∂
T = H0 = + + (53)
2m ∂r2 r ∂r 2mr2
51
ya que el operador L2 es precisamente la parte angular del operador de Laplace. Esto
es en realidad consecuencia del significado fı́sico de la descomposición (51) de la energı́a
cinética que vimos antes . Su verificación en el lenguaje de los operadores confirma la
coherencia de su definición cuántica (y nos indica, por cierto, la definición correcta de p2r ).
Con la misma función de ondas inicial ψ(r), es posible realizar medidas individuales de
cada una de las 3 componentes del momento angular, y asignar a cada medida un vector L
en el espacio R3 . Por la discusión anterior sobre el principio de indeterminación, sabemos
que dichas medidas formarán siempre una nube en dicho espacio, sin poder condensarse
en un único punto. Podemos predecir el centro de esa nube de puntos (su valor medio)
calculando en coordenadas esféricas la 3 integrales triples indicadas en la ecuación:
R ∗ 
ψ (r)(Lx ψ)d3 r
h L i = h ψ |L| ψ i =  ψ ∗ (r)(Ly ψ)d3 r
R 
R ∗
ψ (r)(Lz ψ)d3 r

donde el vector real anterior está unı́vocamente determinado a partir de la función


de ondas, y representa el valor medio del momento angular de ese cuerpo. Igualmente
podemos utilizar el cálculo integral para determinar la dispersión de las medidas anteriores
alrededor de los valores medios en cada eje: ∆Lz 2 = hL2z i−hLz i2 , etc. Independientemente,
es posible realizar una medida directa de L2 , a través de la energı́a cinética de rotación.
Por tanto, tenemos 4 cantidades medibles de forma independiente, a saber: Lx , Ly , Lz y
L2 .
Resulta imperativo resolver el problema de autovalores para cada uno de estos ope-
radores, y determinar los valores cuánticamente permitidos para estas medidas, ası́ como
las autofunciones que les corresponden en cada caso. Ello implica resolver 4 ecuaciones
diferenciales en derivadas parciales, del tipo: Li ψ = li ψ, y L2 ψ = a2 ψ donde li y a2 son
números reales.
Para evitar cálculos innecesarios, respondamos antes algunas preguntas: ¿será posi-
ble encontrar una función de ondas ψ(r) que cumpla simultáneamente las 3 primeras
ecuaciones anteriores, para i = x, y, z? Es evidente que no, pues ello significarı́a cono-
cer simultáneamente las 3 componentes de L, contrario al principio de indeterminación.
Además: ¿puede el conjunto de autovalores que encontremos para Lz ser distinto a los
encontrados para Lx y Ly ? Es evidente que tampoco, pues la elección del eje Z en las
coordenadas esféricas es arbitraria, siendo indistinguibles las 3 direcciones espaciales.
Es fácil convencerse también de que la resolución simultánea de cualesquiera dos de las
ecuaciones diferenciales anteriores, con 2 ejes ortogonales, es igualmente inviable. Basta
analizar el sistema formado por Lz ψ = lz ψ y Lx ψ = lx ψ y comprobar que la función
factorizada ψ = A(θ)eimφ no puede ser solución, teniendo en cuenta que debe cumplirse
∂A/∂φ = 0. Luego sólo tiene sentido intentar resolver simultáneamente las dos ecuaciones
diferenciales siguientes:
Lz ψ(r) = lz ψ(r) L2 ψ(r) = a2 ψ(r) (54)
que fijan el módulo de L y su proyección Lz a lo largo de un eje, tal como se indica en la
Figura 14.
Antes de proceder al análisis matemático de este sistema de ecuaciones diferenciales en
la sección siguiente, podemos poner a prueba nuestra intuición fı́sica, conjeturando cuáles
serı́an las posibles soluciones para los autovalores, es decir, los valores cuánticamente
permitidos para |L| y Lz .
52
Figura 14: Orientación del vector L en los autoestados del momento angular, para l = 1
(izquierda), y para l = 10 (derecha). Las fluctuacionas cuánticas son máximas para l = 1,
e impiden su proyección a lo largo de ningún eje. Para valores altos de l, dicha proyección
se focaliza cada vez más, disminuyendo el ángulo de apertura.

Teniendo en cuenta que el momento angular se mide en las mismas unidades que h,

y a la vista de Lz = −i~ ∂φ , cabe prever que los valores cuánticamente permitidos serán
Lz = ±~, ±2~, · · · , donde el signo ± indica el giro a derechas o a izquierdas. Surge sin
embargo la pregunta: ¿es el cero un valor permitido? Pero aún más importante: ¿podrı́a la
secuencia de valores permitidos para |L| ser la misma (en valor absoluto) que la anterior?
Es claro que la desigualdad |L| > Lz lo hará imposible. ¿Cuál serı́a entonces el valor
mı́nimo no nulo de |L|, y los siguientes permitidos? Si la cuantificación de la acción en
los ejes perpendiculares
√ √al eje Z opera igualmente como múltiplos de ~, esto nos darı́a
un valor mı́nimo 2~ ó 3~. Sólo la resolución detallada de las ecuaciones anteriores nos
puede dar la respuesta. Adelantamos aquı́ el resultado correcto:
√ √ √ √
|L| = 0, 2~, 6~, 12~, 20~, · · · (55)

16. Los autoestados del momento angular


Para abordar el problema de las autofunciones del sistema de ecuaciones (54), vamos
a utilizar el método de desarrollarlas en serie potencias a través de una ley recurrente.
El siguiente Lema nos permitirá identificar las soluciones divergentes, comparándolas con
funciones conocidas. Se deduce de la doble aplicación del teorema de Stolz-Cesaro sobre
la convergencia de sucesiones, y no nos entretendremos en demostrarlo aquı́.
Lema de semejanza asintótica: Si las funciones f (x) = n an xn y g(x) = n bn xn
P P
están definidas dentro de un radio de convergencia (−c, c) ∈ R, y limx→±c g(x) = ±∞ y
limn→∞ [(an+1 /an )/(bn+1 /bn )] = 1, entonces podemos afirmar que en dicho lı́mite la fun-
ción f (x) es también divergente, y se cumple: limx→±c f (x)/g(x) = C, con C ∈ R, C 6= 0.

Estudiemos las soluciones de la primera de las ecuaciones (54), buscando funciones


de ondas factorizadas ψ(rθφ) = R(r)A(θ)B(φ), para valores lz ∈ R. Dada la forma del

operador Lz = −i~ ∂φ , es evidente que sólo la función B(φ) quedará restringida, pudien-
do tomarse como R(r) y A(θ) funciones cualesquiera, que R ∞ garantizen la propiedad de
normalización hψ|ψi = 1. En particular deberá cumplirse 0 r2 |R(r)|2 dr = 1.
53
La solución para −i~∂B/∂φ = lz B no presenta problemas:
i
B(φ) = e ~ lz φ

excepto por el hecho de que la función anterior no es contı́nua en R3 , ni diferencia-


ble, sino que presenta un corte a lo largo del eje X, ya que los lı́mites de la función son en
general distintos para φ → 0 (derecha) y para φ → 2π (izquierda), a no ser que se cumpla
la condición B(0) = B(2π) = 1. Ello automáticamente restringe los valores medibles de
lz :
lz = m~ , m = 0, ±1, ±2, · · ·
Hemos demostrado entonces la conjetura antes enunciada, de que los valores medibles
fuesen múltiplos enteros de ~ (cuantificación de la acción), con el valor añadido de que aho-
ra sabemos con seguridad que la solución m = 0 sı́ es permitida en la Mecánica Cuántica,
donde es estándar utilizar la letra m para designar estos números enteros. Naturalmente,
el signo negativo corresponde al giro a izquierdas alrededor del eje Z.
Observemos la estructura de las autofunciones en coordenadas esféricas:

ψ = R(r)A(θ) eimφ

Vemos que presentan una fase que oscila cuando nos movemos en lı́neas cerradas
alrededor del eje de giro, y lo hace tanto más rápidamente cuanto mayor sea el valor de
m. Toda fase espacial en la función de ondas significa una energı́a, de acuerdo con el
propagador de Feynman. En este caso representa la energı́a cinética de rotación, siendo
cero la variación de la energı́a potencial. Obsérvese, sin embargo, que dicha fase no influye
en |ψ|2 , siendo la probabilidad de encontrar la partı́cula rigurosamente constante a lo largo
de cı́rculos centrados en el eje Z .
Manteniendo estas soluciones con un valor determinado de m (es decir, de Lz ), encon-
tremos ahora la dependencia en θ adecuada para que satisfagan el sistema (54) completo.
Esto nos permitirá determinar matemáticamente la secuencia de valores posibles para el
módulo de su momento angular |L|, compatibles con ese valor de Lz .
Utilizando la expresión (52) para el operador L2 , planteamos el problema de autova-
lores L2 (A(θ)B(φ)) = a2 A · B, con a2 ∈ R. Tras dividir ambos miembros de la ecuación
por B(φ), tenemos:

1 ∂ 2B a2
   
1 ∂ ∂A A
sinθ + + A=0
sinθ ∂θ ∂θ sin2 θ B ∂φ2 ~2

para sustituir aquı́ las soluciones B = eimφ obtenidas antes, tenemos en cuenta que
∂ B/∂φ2 = −|m|2 B. Obsérvese que se ha perdido toda información sobre el signo de m
2

en la ecuación anterior, tras derivar dos veces. Por esta razón debemos escribir, a partir
de ahora, |m| en lugar de m y entender que las conclusiones obtenidas para |L|, ası́ como
la propia función A(θ), no dependen del sentido del giro (a derechas o a izquierdas), como
era previsible.
Obtenemos una ecuación diferencial ordinaria, de segundo orden, para la función A:

a2
 
1 ∂ ∂A A
sinθ − |m|2 2 + 2 A = 0 (56)
sinθ ∂θ ∂θ sin θ ~

54
Resulta conveniente expresar la ecuación anterior en función de la variable estándar
x ≡ cosθ, cambiando A(θ) por y(x), teniendo en cuenta ∂/∂θ = −sinθ∂/∂x:
!
2 2
a |m|
(1 − x2 )y 00 − 2xy 0 + − y=0
~2 1 − x2

que es la ecuación de Legendre asociada, bien estudiada desde el siglo XIX. Es impor-
tante darse cuenta de que no nos interesan todas las soluciones de la ecuación anterior,
sino únicamente aquellas que, dentro del intervalo x ∈ [−1, +1] que corresponde a las
coordenadas esféricas, originen una función ψ admisible en la Mecánica Cuántica. Es de-
cir, regular y de cuadrado sumable en R3 . Esto implica que la función A(θ) = y(x) no
puede ser infinita a lo largo del eje de giro (el eje Z), definido por x → ±1 (polo Norte
y polo Sur de las coordenadas esféricas). Pero la estructura de la ecuación nos indica que
pueden originarse soluciones singulares, precisamente en estos puntos.
Con objeto de poder aislar con claridad este tipo de soluciones, realizamos ahora
|m|/2
un cambio de función: y(x) ≡ (1 − x2 ) v(x) = sin|m| θ v(x). Este cambio no supone
ninguna pérdida de generalidad, pues una vez resuelta la ecuación para v(x), recuperamos
la función de ondas y(x) a través de la relación anterior. Utilizando la regla de la cadena,
obtenemos la nueva ecuación para v(x):
 2 
2 00 0 a
(1 − x )v − 2 (|m| + 1) xv + − |m| (|m| + 1) v = 0 (57)
~2

Ahora utilizamos el método que consiste en establecer una ley recurrente P∞sobre los
coeficientes an del desarrollo en serie de potencias alrededor de x = 0: v(x) = n=0 an xn .
La ley recurrente se establece derivando la serie anterior (hasta un máximo de dos veces),
agrupando los términos con iguales potencias de x, e igualando a cero sus coeficientes.
El cálculo resulta un tanto laborioso, pero se trata de operaciones bien elementales,
cuyo resultado es el siguiente:
2
n + |m| n + |m| + 1 − a~2
 
an+2
= (58)
an (n + 1)(n + 2)

donde cada coeficiente se obtiene en función del anterior en dos unidades. Esto quiere
decir que la serie de potencias está determinada unı́vocamente a partir de los dos coefi-
cientes iniciales: a0 y a1 . Es lo esperable para una ecuación diferencial de segundo orden,
siendo los parámetros anteriores sus dos constantes de integración. Nótese que el desarro-
llo contiene dos series distintas y solapadas, que comparten la misma ley recurrente: la
serie de las potencias pares (proporcional a a0 ) y la serie de las potencias impares (pro-
porcional a a1 ). Cada una de estas familias de soluciones puede activarse o desactivarse
independientemente, haciendo cero uno de los dos parámetros.
Desde el punto de vista técnico, la ecuación está resuelta, y podrı́amos introducir la
ley recurrente anterior en un ordenador para hacer una gráfica de las soluciones y(x). Pero
queremos saber a priori cuando las soluciones serán divergentes para x → ±1, pues no
podemos dibujarlas todas. Y es aquı́ donde vamos a utilizar el Lema enunciado al principio
de esta Sección. Se trata de encontrar una función de prueba conocida, que sea divergente
para x → +1, y cuya ley recurrente en su desarrollo en serie de potencias coincida con la
anterior para valores muy altos de n.

55
Figura 15: Representación 3D de los armónicos esféricos más bajos: l = 0 (izquierda) y
l = 1 (centro y derecha), usando Wolfram Mathematica 11. El valor de |Ylm | es proporcio-
nal a la distancia al origen. La proyección del momento angular de la partı́cula sobre el
eje vertical es m~. Los paneles inferiores muestran en detalle la proyección sobre el plano
YZ (diagramas polares), y la función que ha sido representada en ellos.

Tal como afirma el Lema, son las potencias altas de n las que gobiernan el comporta-
miento asintótico de la función en el lı́mite x → +1 50 .
La función de prueba es la siguiente, para m > 0 51 :

m(m + 1) 2 m(m + 1)(m + 2) 3


(1 − x)−m = 1 + mx + x + x + ···
2! 3!
Se trata de una serie bien conocida (el binomio de Newton), cuya ley recurrente se
comprueba sin dificultad que es:

an+2 (n + m)(n + m + 1)
=
an (n + 1)(n + 2)
50
puede probarse fácilmente, utilizando el test del lı́mite para series, que el radio de convergencia de
la serie anterior es (−1, +1). De hecho, también puede comprobarse con facilidad que la serie diverge
para x → +1 utilizando el test de Raabe-Duhamel, para valores m > 1/4. Sin embargo, nos interesa
caracterizar el tipo de divergencia que se produce en la función de ondas y(x), y para ello utilizar la
función de prueba antedicha.
51
en el caso m = 0 la serie indicada abajo no tiene sentido. Pero puede ser reemplazada, en todo
el razonamiento subsiguiente, por la que corresponde a la función: −ln(1 − x) = 1 + x2 /2 + x3 /3 + · · ·,
también divergente para x → +1, y con ley recurrente: an+2 /an = n/(n + 2)

56
Figura 16: Representación 3D de los armónicos esféricos con l = 2, usando Wolfram
Mathematica 11. El valor de |Ylm | es proporcional a la distancia al origen. La proyección
del momento angular de la partı́cula sobre el eje vertical es m~. Los paneles inferiores
muestran en detalle la proyección sobre el plano YZ (diagramas polares), y la función que
ha sido representada en ellos.

Si la comparamos con la fórmula (58), identificando el ı́ndice entero m > 0 de una con
el |m| de la otra, observamos que efectivamente, en el lı́mite n → +∞ ambas expresiones
son idénticas. Por tanto se cumplen las condiciones del Lema enunciado antes, siendo la
serie inequı́vocamente divergente para x → +1.
Ello nos permite llegar a la sorprendente conclusión de que todas las soluciones de la
ecuación diferencial (57) son divergentes para x → +1. Recordemos sin embargo el cambio
de función y(x) ↔ v(x) que hemos realizado, y que es la función de ondas y(x) quien debe
ser finita. Utilizando el sı́mbolo ∼ para denotar igual comportamiento asintótico para
x → +1, tenemos:
|m|/2
y(x) ∼ (1 − x)−|m| (1 − x2 ) = (1 + x)|m|/2 (1 − x)−|m|/2
|m|/2
de manera que el factor (1 − x2 ) → 0 no es capaz de curar la divergencia, y la
propia función de ondas ψ(r, θ, φ) resulta ser discontı́nua en R3 , como consecuencia del
factor y(x) → ∞ para x → +1, haciéndose infinita sobre el eje de giro. Los postulados de
la Mecánica Cuántica sobre la regularidad de ψ se violan por una buena razón: es absurdo
que los electrones que giran alrededor de un eje (Z) concentren su probabilidad sobre el
eje de giro, con independencia del valor del momento angular Lz .

57
Figura 17: Representación 3D de la colección completa de armónicos esféricos con l = 3,
usando Wolfram Mathematica 11. El valor de |Ylm | es proporcional a la distancia al origen.
La proyección del momento angular de la partı́cula sobre el eje vertical es m~. Los paneles
inferiores muestran en detalle la proyección sobre el plano YZ (diagramas polares), y la
función que ha sido representada en ellos.

La solución a este aparente fracaso de la idea de autofunciones en la Mecánica Cuántica


se obtiene observando más atentamente la ley recurrente (58): ¿qué ocurrirı́a si el valor
de a2 /~2 no fuese un número real cualquiera, sino que fuese el producto de dos números
enteros consecutivos? En ese caso la serie degenera en un polinomio, y no es de aplicación
el Lema utilizado antes, que obliga a proceder hasta infinito en la suma de la serie.
Dado que la solución general incluye dos series solapadas, con potencias pares e impares
respectivamente, es importante comprender que su degeneración a un polinomio sólo puede
producirse en una de ellas. La otra debe hacerse cero anulando una de las constantes de
integración (ya sea a0 = 0 ó a1 = 0).
La condición exacta es que, para algún entero p = 0, 1, 2 · · · ∞ se cumpla:
a2  
= p + |m| p + |m| + 1
~2
o equivalentemente, que el cuadrado del momento angular a2 = L2 tome, en unidades
2
~ , los valores siguientes:
L2 = l(l + 1)~2 l = |m|, |m| + 1, · · · ∞ (59)
donde l = p + |m|. Otra forma muy popular de expresar lo anterior, es que para un
valor fijo del entero positivo l, se obtienen los siguientes 2l + 1 valores permitidos de m,
siendo Lz = m~:
m = −l, −l + 1, · · · , 0, · · · + l (60)
Hemos obtenido ası́ dos leyes fı́sicas enormemente relevantes, representadas por las
ecuaciones (59) y (60). Impactan en todo el campo de la Fı́sica y de la Quı́mica, desde
la propia estructura de la Tabla Periódica de los elementos, que es consecuencia de la
segunda, hasta los fundamentos del Magnetismo y todas sus tecnologı́as derivadas.
58
Lz
3 3
3ℏ

2 2
2ℏ

1 ℏ 1

0 0

-1 -ℏ -1

-2ℏ
-2 -2
-3ℏ
-3 -3

Figura 18: Representación de los valores cuánticos m = −l, · · · , +l para l = 3. Este dia-
grama ignora, por simplicidad, el efecto del principio de indeterminación, pero ilustra con
precisión los valores de Lz . Constituye una representación alternativa a la Figura 17, quizá
adecuada en la enseñanza secundaria. En la Tabla Periódica, caracteriza a los elementos
quı́micos que van del Cesio al Lutecio y del Torio al Laurencio (orbitales f ).

La secuencia de valores obtenidos para |L| viene√ √ a confirmar


√ la que habı́amos ade-
lantado al final de la sección anterior: |L| = 0, 2~, 6~, 12~ · · · . Es evidente que si
Lz 6= 0, dicha secuencia no puede empezar en cero, cumpliéndose de hecho la desigualdad
estricta que habı́amos demostrado a partir del principio de indeterminación: |L| > Lz ,
que, recordémoslo, carece de interpretación clásica.
Recapitulando, hemos visto que existen autofunciones simultáneas para los operadores
2
L y Lz , y que dichas autofunciones son admisibles como estados cuánticos, es decir, se
trata de autoestados. En ellos, tanto el módulo del momento angular |L|, como su proyec-
ción a lo largo de un eje Lz , se encuentran bien definidos. Hemos determinado también
el conjunto completo de autovalores posibles de ambas magnitudes, que se encuentran en
correspondencia con determinadas parejas de números enteros (l, m).
Puede verse en la Figura 14 una representación de estos estados, mostrando la orienta-
ción del vector L en el espacio: las fluctuaciones cuánticas se producen sobre un cı́rculo en
la base de un cono. Para cada pareja de valores (l, m) el ángulo de apertura de ese
pcono está
univocamente determinado, y toma a su vez valores cuánticos: θ = ArcCos(m/ l(l + 1)),
con m = −l, · · · + l. La máxima orientación del vector L (θ mı́nimo) compatible con las
fluctuaciones cuánticas se logra con m = +l, y es justamente la que se ha elegido en la
Figura 14, para l = 1 y para l = 10. Desde un ángulo tan grande como θ = 45◦ para l = 1,
estas van disminuyendo progresivamente hasta cero en el lı́mite clásico l → ∞. Cuando el
momento angular es muy grande frente a ~ (|L|  ~), nos da la sensación de que el giro no
cabecea, pero esto nunca es cierto, manifiestándose con nitidez en la escala atómica. Una
representación más simple es la ofrecida en la Figura 18 para l = 3, donde se muestran
los valores cuánticos del ángulo anterior para todos los valores de m.

59
Tabla 1: Polinomios de Legendre hasta l = 5

P0 = 1 P1 = x
P2 = 12 (3x2 − 1) P3 = 12 (5x3 − 3x)
P4 = 18 (35x4 − 30x2 + 3) P5 = 18 (63x5 − 70x3 + 15x)

Los polinomios que satisfacen la ley recurrente (58) para m = 0 (con los valores cuánti-
cos a2 /~2 = l(l + 1)), no son otros que los polinomios de Legendre Pl (x), ampliamente
documentados en la literatura. Las autofunciones (l, m) que hemos obtenido reciben el
nombre de armónicos esféricos, y se denotan con el sı́mbolo estándar Ylm (θφ). Su interés
va bastante más allá de la Mecánica Cuántica, pues aparecen, como hemos podido ver, en
todas las soluciones con simetrı́a radial de la ecuación de Laplace.
Se trata de funciones complejas regulares, infinitamente diferenciables, definidas sobre
la superficie esférica de radio unidad, y que corresponden a la parte angular de la función
de ondas de un cuerpo que gira con valores determinados de L2 y Lz : ψ = R(r)Ylm (θφ).
Incorporando la información del azimut φ y recordando el cambio de función y(x) ↔ v(x),
tienen la estructura siguiente:
d|m|
Ylm (θφ) = s Nlm sin|m| θ Pl (x) eimφ (m ≥ 0) (61)
dx|m|
donde los polinomios de Legendre deben Rser derivados |m| veces (recordar x ≡ cosθ). La
normalización a 1 de |ψ|2 exige la condición |Ylm |2 dΩ = 1 para la integral doble calculada
sobre la superficie esférica de radio unidad. Este es el origen de la constante de normaliza-
−|m| |m|∗
ción Nlm . Los valores negativos de m deben evaluarse como Yl (Ω) = (−1)|m| Yl (Ω).
m
El signo global vale s = (−1) si m ≥ 0 y s = 1 para m < 0, con la constante:
 1/2
2l + 1 (l − |m|)!
Nlm =
4π (l + |m|)!
Como hemos visto en el desarrollo v(x) = n an xn , los polinomios de Legendre Pl (x)
P
(derivados |m| veces respecto a x) contienen únicamente potencias pares o impares de
cosθ. Esto implica que las autofunciones ψ(r) heredan una paridad bien definida en R3 ,
cumpliendo la propiedad ψ(−r) = ψ(r) (par) ó ψ(−r) = −ψ(r) (impar) ∀r ∈ R3 .
Existe una razón fı́sica para ello, ya que ψ(r) representa una solución a la ecuación
de Schrödinger con potencial radial (como veremos enseguida), y por tanto |ψ|2 debe
tomar igual valor en las antı́podas (r → −r), debido a la simetrı́a esférica del problema.
Es interesante constatar que su paridad como función en R3 está determinada por el
estado de giro orbital. En la Mecánica Clásica no resulta posible hablar de paridad de las
trayectorias, y la idea de asignar una paridad al estado de movimiento de un cuerpo es
especı́ficamente cuántica. Es un ejercicio provechoso comprobar que la paridad de ψ es
exactamente (−1)l , y no depende del valor de m.
Los polinomios de Legendre Pl (x) pueden generarse de forma recurrente utilizando la
conocida fórmula de Rodrigues:
1 1 dl 2 l
Pl (x) = l l
(x − 1)
2 l! dx
60
Tabla 2: Armónicos esféricos hasta l = 3

1 1/2 15 1/2
Y2±2 = sin2 θ e±2iφ
 
Y00 = 4π 32π
3 1/2 7 1/2
 
Y10 = 4π cosθ Y30 = 16π (5cos3 θ − 3cosθ)
3 1/2 21 1/2
Y1±1 = ∓ 8π sinθ e±iφ Y3±1 = ∓ 64π sinθ (5cos2 θ − 1) e±iφ
 

5 1/2 105 1/2


Y3±2 = 32π sin2 θ cosθ e±2iφ
 
Y20 = 16π (3cos2 θ − 1)
15 1/2 35 1/2
Y2±1 = ∓ 8π sinθ cosθ e±iφ Y3±3 = ∓ 64π sin3 θ e±3iφ
 

y se ofrecen tabulados en la Tabla 1 hasta l = 5. En la Tabla 2 damos la expresión


detallada de los armónicos esféricos hasta l = 3.
Una forma conveniente de representar las funciones Ylm (θφ) en 3D es asociarles una
superficie tal que la distancia radial al origen sea proporcional al valor de |Ylm (θφ)| en
el punto de coordenadas (θ, φ) de la superficie. Esto produce una sensación visual que
da una idea de la distribución de probabilidad del electrón en átomos, moléculas, etc.
Sus proyecciones en 2D sobre el plano XZ ó YZ contienen la misma información, y se
llaman diagramas polares. Hemos representado unas y otros en la Figura 15, para los
armónicos esféricos con l = 0 y l = 1, en la Figura 16 para l = 2 y en la Figura 17 para
l = 3, utilizando Wolfram Mathematica 11. La información de la fase no se encuentra sin
embargo representada en este tipo de diagramas, que presentan siempre simetrı́a azimutal.
Los armónicos esféricos forman una base ortonormal dentro del conjunto de funciones
complejas de cuadrado sumable definidas sobre la superficie esférica de radio unidad. Este
conjunto puede entenderse como un subespacio del espacio de Hilbert L2 (R3 ), donde el
producto escalar está definido como una integral doble sobre dicha superficie. De acuerdo
con ello, los armónicos esféricos cumplen la propiedad de ortogonalidad:
Z
0
Ylm∗ (Ω)Ylm
0 (Ω)dΩ = δll0 δmm0

La notación de Dirac de los estados cuánticos resulta particularmente adecuada para


el momento angular, y conviene simplificar la notación como: | lmi ≡ R(r)Ylm (Ω) = |ψi.
El problema matemático de autoestados que hemos analizado puede entonces resumirse
de manera sucinta como:

Lz | lmi = m~| lmi


L2 | lmi = l(l + 1)~2 | lmi
con el rango de valores enteros: l = 0, 1, 2 · · · ∞ y m = −l, · · · , 0, · · · + l. Cualquier
función compleja f (Ω) definida sobre laPsuperficie esférica de radio unidad puede expan-
dirse en armónicos esféricos: |f (Ω)i = lm alm |lmi, siendo alm = hlm|f (Ω)i. El conjunto
de estados {|lmi}m=−l,···+l genera un subespacio de dimensión 2l + 1 dentro del espacio
de Hilbert formado por las funciones f (Ω), con lm |alm |2 = 1.
P

61
17. La ecuación de Schrödinger radial
En un campo de fuerzas de tipo central con potencial U (|r|), el momento angular es
conservado en la Mecánica Clásica. Veamos cómo los autoestados del momento angular
generan soluciones estacionarias a la ecuación de Schrödinger, que son una forma de
representar esa constancia en el marco de la Mecánica Cuántica.
Utilizando en la ecuación de Schrödinger (−~2 /(2m)∆ + U (r)) ψ = Eψ la forma del
operador de Laplace en esféricas (ecuación (53)), y sustituyendo en ella las funciones de
onda ψ = R(r)Ylm (θ, φ) que por construcción verifican L2 (Ylm ) = l(l + 1)~2 Ylm , llegamos
a la siguiente ecuación diferencial ordinaria (tras cancelar el factor Ylm en cada término):

−~2 ∂ 2 R 2 ∂R ~2 l(l + 1)
   
+ − E − U(r) R + R=0 (62)
2m ∂r2 r ∂r 2m r2

donde la energı́a centrı́fuga juega enteramente el papel de un potencial radial adicional


(fuertemente creciente para r → 0 y repulsivo, debido al signo +). Esta energı́a se puede
absorber en la definición del llamado potencial efectivo:

l(l + 1)~2
Ul (r) ≡ U (r) +
2mr2
que reduce la ecuación a la forma:

−~2 ∂ 2 R 2 ∂R
 
+ + Ul (r)R = ER (63)
2m ∂r2 r ∂r

conocida en la literatura como ecuación de Schrödinger radial.


Es frecuente, sin embargo, escribir esta ecuación utilizando como incógnita la función
u(r) ≡ rR(r). La regla de la cadena nos permite escribir de inmediato:

−~2 00
u + Ul (r)u = Eu (64)
2m
Escrita de esta forma, la ecuación radial pierde la derivada primera y adopta la misma
forma para u(r) que tiene la ecuación de Schrödinger en una dimensión (la dimensión
radial). La función de ondas se recupera de la solución obtenida como R(r) = u(r)/r. Sin
embargo las condiciones de contorno no son las mismas: mientras la función u(r) está
sujeta a la condición u(0) = 0, garantizada por el carácter regular de ψ (R(0) 6= ∞), no
existe tal condición para la ecuación (62).
La función u(r) tiene una interpretación probabilı́stica propia, ya que |u(r)|2 representa
la llamada densidad de probabilidad radial:
dP
= r2 |R(r)|2 = |u(r)|2
dr
donde dP es la probabilidad
R∞ de encontrar la partı́cula en el intervalo radial (r, r + dr),
con la normalización 0 (dP/dr)dr = 1. Obsérvese que esta interpretación es posible
porque los armónicos esféricos satisfacen la propiedad |Ylm |2 dΩ = 1 al integrar sobre
R

todo el ángulo sólido a la distancia r.

62
Vamos a enunciar una propiedad general de la ecuación de Schrödinger radial: la
función de ondas se comporta cerca del origen (para r → 0) como ψ ∼ rl , es decir,
decae a cero (si l > 0) tanto más rápido cuanto mayor sea el valor de l. Esta propiedad
es condicional a que se cumpla lim r→0 r2 |U (r)| = 0, es decir, que la energı́a potencial
(negativa) no crezca en valor absoluto para r → 0 más rápidamente que la función −1/r2 .
Para demostrar el comportamiento asintótico anterior, basta despreciar la energı́a po-
tencial U (r) (y consecuentemente E) frente a la energı́a centrı́fuga en la ecuación (64), en
virtud de la consideración anterior, y resolver la ecuación diferencial ası́ simplificada en el
entorno r → 0:
−~2 00 ~2 l(l + 1)
u + u=0
2m 2mr2
que se reduce a u00 = l(l + 1)u/r2 . Buscando como solución u = Crs obtenemos la relación:

s(s − 1) = l(l + 1)

de lo cual se sigue que: s = l+1 ó s = −l. La solución negativa implica ψ = cR(r) ∼ r−(l+1)
que es divergente para r → 0 y no cumple el requisito de continuidad en R3 exigible a la
función de ondas, quedando probado entonces que ψ ∼ rl
El caso U (r) ∼ −β/rs con β > 0 y s = 2 es interesante, aunque no se le conocen
aplicaciones fı́sicas concretas. Dependiendo del valor de l, en este caso todas las soluciones
para ψ son divergentes u oscilantes en el origen, y no existe un estado fundamental de
energı́a negativa y finita. Al ser la fuerza de atracción mayor que la fuerza centrı́fuga, la
partı́cula realmente “cae” hacia el origen y la función de ondas se hace singular. El mismo
comportamiento se produce, por supuesto, para s > 2. 52 . Este fenómeno de la caı́da al
origen ocurre igualmente en la Mecánica Clásica, para esos mismos potenciales.
Es claro que una onda plana de De Broglie de momento p no puede poseer un valor bien
definido del módulo del momento angular |L| (l), ya que la posición de la partı́cula en la
dirección perpendicular a p = (0, 0, p) está completamente indefinida (como consecuencia
del principio de indeterminación, al ser ∆px = ∆py = 0). Por tanto, la partı́cula tiene
la capacidad de generar en un choque valores infinitamente altos del momento angular
(L = r × p). Esta es una nueva manifestación del carácter ideal de la onda plana, pues
las partı́culas provienen siempre de algún dominio finito del espacio, en el que han sido
producidas, y no presentan nunca un frente de ondas infinito en sus colisiones.
Entonces tiene sentido la pregunta: ¿existen estados cuánticos del movimiento libre
con momento angular l bien definido? Es evidente que la ecuación de Schrödinger radial
es la herramienta adecuada para darnos la respuesta. Analicémosla √ primero para l = 0
2 00 00 2
(ecuación (64)): −~ /(2m)u 0 = Eu0 , o bien: u 0 = −k u0 , con k = 2mE/~. Su solución
general es:
1
Aeikr + Be−ikr

R0 (r) =
r
La condición de que R0 (0) debe ser finita nos obliga a elegir A + B = 0, y por tanto:

Ck
R0 (r) = sinkr
kr
52
para un análisis detallado, véanse los libros “Quantum Mechanics I” de A. Galindo y P. Pascual,
Springer-Verlag, 1990, y “Quantum Mechanics” de L. D. Landau y E. M. Liftshitz, Butterworth-
Heinemann (1977).

63
donde Ck es una constante de normalización adecuada. La función de ondas puede
verse en la Figura 19(b). Para analizar el caso l 6= 0 definamos como argumento de la
función ρ ≡ kr y introduzcamos la nueva función χl (ρ) ≡ Rl (ρ)/ρl . La ecuación radial
general (63) puede ser reescrita como:
2(l + 1) 0
χ00 l + χ l + χl = 0 (65)
ρ
de la cual conocemos ya la solución para l = 0: χ0 = R0 = Ck sin(ρ)/ρ. Se trata ahora
de construir todas las demás demostrando la ley inductiva: χl+1 (ρ) = χ0 l (ρ)/ρ. Para ello
derivemos la ecuación (65) respecto a ρ una vez más:
 
000 2(l + 1) 00 2(l + 1)
χ l+ χ l+ 1− 2
χ0l = 0
ρ ρ
y sustituyamos en ella la ley inductiva a prueba χl+1 = χ0 l /ρ para obtener:
2(l + 2) 0
χ00 l+1 + χ l+1 + χl+1 = 0
ρ
que coincide exactamente con la ecuación (65) original, tras reemplazar l por l + 1,
quedando ası́ demostrada la ley inductiva. Por tanto todas las soluciones para l 6= 0 se
obtienen derivando nuestro resultado para l = 0 según la expresión:
 l
1 d  
χl = Ck sin(ρ)/ρ
ρ dρ
pero estas no son más que la funciones de Bessel esféricas, definidas de forma estándar
en la literatura como:  l
l 1 d sinx
jl (x) ≡ (−x)
x dx x
y que indicamos en la Tabla 3 hasta l = 2. Por tanto hemos demostrado que las solu-
ciones (finitas en el origen) de la ecuación de Schrödinger radial (64) para el movimiento
libre se pueden expresar como:

|E lmi = Ck jl (kr) Ylm (θφ) (66)

Las hemos designado con el sı́mbolo |E lmi, ya que se trata de estados cuánticos
caracterizados por su energı́a E = ~2 k 2 /(2m) > 0 y por su momento angular (obsérvese
que k se distribuye sobre una superficie esférica). Es evidente que la energı́a centrı́fuga (en
ausencia de un potencial atractivo) no puede crear estados ligados, y el espectro de energı́a
E > 0 que encontramos es continuo. La ortogonalidad de estos estados en el espacio de
Hilbert para E 6= E 0 necesita ser expresada a través de la función delta de Dirac, en la
forma:
hE 0 l0 m0 |E lmi = δ(E − E 0 )δll0 δmm0
lo cual permite determinar unı́vocamente la constante de normalización Ck . Obsérvese
que estos estados del espectro continuo, al igual que las propias ondas planas, no son
funciones de cuadrado sumable 53 .
53
como
p referencia, damos aquı́ el valor exacto de la constante, en el espectro contı́nuo:
Ck = il 2mk/π/~.

64
Tabla 3: Las funciones de Bessel esféricas hasta l = 2

 
sinx sinx cosx 3 1 3
j0 (x) = j1 (x) = 2 − j2 (x) = 3
− sinx − 2 cosx
x x x x x x

Teniendo clara la idea anterior, podemos ahora mejorar nuestra descripción matemáti-
ca de la onda plana de De Broglie eikr , en la dirección perpendicular al vector k. Es claro
que la onda debe admitir un desarrollo en serie sobre el sistema ortonormal de los estados
base anteriores, para un valor dado de la energı́a E.
Antes de escribirlo, reflexionemos sobre el papel que juega el número cuántico m en la
expresión (66). Recordemos que (fijado l), m nos indica al ángulo que forma el vector L
con el eje Z de las coordenadas esféricas. Pero, en ausencia de un campo magnético B u
otra referencia externa en nuestro Hamiltoniano, la orientación de dicho eje es totalmente
arbitraria. Podemos por tanto orientarlo en la dirección del momento de la partı́cula,
indicado por el vector k. Entonces tenemos kx = ky = 0, y el giro será perpendicular a
dicho eje (Lz = 0), con m = 0. De hecho, ningún armónico esférico con m 6= 0 contribuye
en la dirección θ = 0,pdebido al factor sin|m| θ. En consecuencia debemos tomar el armónico
esférico como: Yl0 = (2l + 1)/4π Pl (cosθ), según (61).
Indicamos a continuación el desarrollo exacto de la onda plana 54 , en la base ortonormal
anteriormente mencionada del espacio de Hilbert, y comentamos su significado:

X
ikr ikrcosθ
e =e = il (2l + 1)Pl (cosθ)jl (kr) (67)
l=0

La simetrı́a azimutal (independencia de φ) de esta expresión alrededor del vector k,


que es consecuencia de m = 0, es bien intuitiva. Nótese que tanto las funciones jl (x) como
las Pl (x) son reales, de tal manera que la fase de la onda plana en el primer miembro de
(67) se construye a través de las potencias:

il = 1, i, −1, −i, 1, i, · · · l = 0, 1, · · · ∞

Es decir, que mientras su parte real la construyen los términos pares de la serie, son los
términos impares los que construyen su parte imaginaria, de manera que sólo se utilizan
fases que son múltiplos de π/2.
Puede observarse también cómo el sentido de propagación ±k de la onda de De Broglie
(recuérdese la Figura 9) está codificado en el paso al complejo conjugado de la expresión
(67), que presenta un factor (−1)l . Este factor es equivalente a un cambio de signo de
todos los polinomios de Legendre acorde a su paridad (−1)l .
54
el alumno interesado puede comprobar
R +1 fácilmente, teniendo en cuenta la ortogonalidad de los po-
linomios de Legendre en la forma −1 Pl (x)Pl0 (x)dx = δll0 2/(2l + 1), que la fórmula (67) se deduce
directamenteR de la siguiente representación integral de las funciones de Bessel esféricas, debida a Poisson:
+1
jl (kr) = 2i1l −1 eikrcosθ Pl (cosθ)d(cosθ) y bien documentada en la literatura.

65
Figura 19: Función de ondas ψl (real) de un electrón libre que se mueve a lo largo del
eje Z con energı́a E bien definida y con l = 20 (izquierda) ó l = 0 (derecha). La función
ψl ha sido evaluada en un plano genérico que contiene al eje Z. Mientras el electrón
de la izquierda gira intensamente alrededor del eje vertical, el de la derecha no gira en
absoluto (onda S). Obsérvese la emergencia del parámetro de impacto clásico b en el
primer caso. Ambas funciones se han representado en la misma escala, tal como aparecen
en el desarrollo en ondas parciales (67), incluyendo el factor 2l + 1. Se indica la longitud
de onda de De Broglie λ que marca la escala de distancia.

La expresión (67) se denomina en la literatura desarrollo en ondas parciales, y juega


un papel clave en la teorı́a de dispersión de partı́culas por un campo de fuerzas de tipo
central, donde describe tanto la onda incidente, como cada una de las ondas parciales
dispersadas. Estas componentes interceptan áreas crecientes de la onda en la superficie
perpendicular al vector k. Como ilustración, se han representado en la Figura 19 dos
componentes concretas del desarrollo en ondas parciales de una partı́cula, con l = 20 y
con l = 0.
Como ya hemos analizado, la coordenada transversal x se encuentra deslocalizada, aún
estando definido |L|. En la Mecánica Clásica hablamos del parámetro de impacto b = x,
presuponiendo que dicha coordenada se encuentra bien definida. Este grado de definición
en las ondas parcialesp es cada vez mayor, al acercarnos al lı́mite clásico l → ∞. Como
|L| = rp sinθ = b~k = l(l + 1)~ ∼ ~l, tenemos: b ∼ l/k = lλ̄, siendo λ̄ ≡ λ/(2π) la lon-
gitud de onda de De Broglie reducida. Por tanto, para θ = π/2, el argumento adimensional
de la función de Bessel kr recorre una versión continua de los valores de l. Precisamente
la función jl (x) es casi nula para x . l, valor en que crece súbitamente, antes de oscilar,
como puede apreciarse en la Figura 19, donde se ilustra la emergencia del parámetro de
impacto en la descripción cuántica.

66
Figura 20: Función de ondas ψl en el plano horizontal de una partı́cula libre con energı́a
E bien definida y l = 1 (onda P ) ó l = 2 (onda D), moviéndose sobre el eje Z. Estando la
escala de distancia referida a su longitud de onda de De Broglie λ, la imagen permanece
igual para cualquier energı́a o masa de la partı́cula. Para un cuerpo macroscópico, se
requerirı́a una precisión en el punto de aplicación de su momento por debajo de la escala
atómica. Se muestra abajo la representación polar de su transformada de Fourier (68)
(armónicos esféricos). Para l = 1 la función debe ser multiplicada por i. Obsérvese en
este caso el carácter impar de la onda (los mı́nimos de signo opuesto quedan ocultos).

Hemos expresado los estados |E lmi en el espacio de coordenadas, pero igualmente


podrı́amos hacerlo en el espacio de momentos. Damos a continuación el resultado 55 :

~2 k 2
 
hk|Elmi = δ E − Bk Ylm (k/k) (68)
2m

que no es más que la transformada de Fourier de la expresión (66). Téngase en cuenta


que los armónicos esféricos representan la amplitud para que la partı́cula ocupe cada
punto de la esfera unidad, que lógicamente corresponde a cada orientación de su momento.
Además debe explicitarse la relación energı́a/momento en la función delta de Dirac.
En la Figura 20 se han dibujado las ondas parciales con l = 1 (onda P ) y con l = 2
(onda D), incluyendo el diagrama polar de sus transformadas de Fourier.
55
para una demostración detallada de la expresión (68), puede consultarse el libro “Modern
√ Quantum
Mechanics” de J. J. Sakurai, Pearson (2014). El valor exacto de la constante es Bk = ~/ mk.

67
18. El magnetón de Bohr
Es claro que toda partı́cula con momento angular no nulo (ya sea orbital o de espı́n),
y que posea carga eléctrica, adquiere automáticamente un momento magnético µ. Para
un electrón con carga −|e| y masa me , que ocupa el punto r con momento p = me v
(no relativista), podemos precisar en cada instante de tiempo cuánto vale ese momento
magnético, y relacionarlo con su momento angular orbital:
 
1 e
µ = (r × ev) = L
2 2me
La expresión anterior es bien conocida en electromagnetismo 56 , y no intentaremos
fundamentarla aquı́ (el factor 1/2 surge de utilizar el producto vectorial). Obsérvese que
el electrón no tiene que recorrer en absoluto una trayectora diferenciable. Lo que nos dice
el electromagnetismo es que, en lo que respecta al giro orbital, los vectores µ y L son
proporcionales en cada instante y establece con precisión el factor de proporcionalidad,
sujeto al signo que tenga la carga eléctrica ±e (vectores paralelos o antiparalelos).
El momento magnético se mide en Am2 (Amperios metro cuadrado) o bién en JT −1
(Julios por Tesla), unidades equivalentes en el Sistema Internacional (SI) 57 . El factor
|e|/(2me ) se denomina factor giromagnético estándar, y toma el valor de 13996 MHz T −1
para un electrón. Obsérvese que si la partı́cula fuese un protón, su factor giromagnético
serı́a 2000 veces menor, aproximadamente.
Todo lo dicho en las secciones anteriores sobre el principio de indeterminación, la
imposibilidad de medir simultáneamente las 3 componentes de L, y sus valores cuánticos,
se aplica ahora ı́ntegramente al vector µ. El momento magnético se pone de manifiesto
en el laboratorio por la aplicación de un campo magnético externo B sobre el dipolo
magnético, que le confiere una energı́a:
E = −µB
Podemos entonces aplicar nuestro conocimiento del momento angular para obtener los
valores cuánticos del momento magnético orbital. El eje natural sobre el que se proyecta el
vector µ para adquirir sus valores cuánticos es el definido por el campo B. La existencia
de un valor mı́nimo no nulo para Lz (±~) se traduce en la existencia de un quantum de
momento magnético para el electrón, que recibe el nombre de magnetón de Bohr en la
literatura:
|e|~
µB ≡ = 9.274 × 10−24 JT −1 = 5.788 × 10−5 eV T −1
2me
Podemos entonces escribir (para el electrón) la siguiente ecuación vectorial genérica,
tanto para las magnitudes fı́sicas como para los operadores que las representan:
µB
µl = − L
~
ecuación que no depende en realidad de ~, pero que es estándar escribir de esta manera.
Consecuentemente, tenemos, para l = 0, 1, · · · ∞:
p
|µl | = l(l + 1)µB µZ = −ml µB ml = −l, −l + 1, · · · , 0, · · · + l
56
véase por ejemplo el libro de D. J. Griffiths “Introduction to Electrodynamics”, Pearson (2013).
57
desaconsejamos fuertemente la utilización de sistemas de unidades obsoletos, que dificultan la
interacción fluida entre los campos de la Fı́sica y de la Ingenierı́a.

68
Si conocemos la función de ondas ψ de ese electrón, podemos evaluar el valor medio
de los operadores anteriores, cumpliéndose evidentemente la ecuación ∀ψ ∈ L2 (R3 ):
µB
hµl i = − hLi
~
Surge la pregunta de cuál serı́a el factor giromagnético que corresponde al espı́n. Ténga-
se en cuenta que una adecuada descripción del espı́n requiere un modelo sobre la naturaleza
fı́sica de aquello que gira dentro de una partı́cula. El modelo puede consistir simplemente
en la especificación de sus valores cuánticos, en el contexto de una teorı́a relativista 58 . En
cualquier caso, sólo el experimento puede validar la descripción cuántica del espı́n de una
partı́cula determinada. En el caso del electrón, el experimento fue realizado en 1922 por
Stern y Gerlach, y lo trataremos en la Sección 21. Se trata de uno de los experimentos
más importantes de la historia de la fı́sica, y supuso en su momento un fuerte reto a la
consolidación de la propia Mecánica Cuántica.
Adelantamos aquı́ que los resultados de dicho experimento violan los fundamentos de
la teorı́a cuántica para el momento angular que hemos visto hasta ahora. No obstante,
escribimos a continuación las ecuaciones más generales que aún permiten un encaje con
dicha teorı́a, dentro de una visión un poco más amplia de la misma. En primer lugar,
admitamos a priori que el factor giromagnético pueda ser distinto del estándar |e|/(2me ),
y designemos la desviación con un factor gs . En segundo lugar admitamos que el espı́n S
(momento angular intrı́nseco) pueda estar cuantificado de forma un poco más general:
p
|S| = s(s + 1)~ Sz = ms ~ ms = −s, −s + 1, · · · + s
donde el valor de s no necesariamente sea entero. Si s no es entero, entramos en con-
tradicción con los resultados obtenidos en la Sección 16, fundamentados en los principios
de la Mecánica Cuántica y en la ecuación de Legendre. Admitamos no obstante que di-
chos principios puedan modificarse sólo ligeramente, para acomodar los resultados del
experimento. Según lo anterior, el momento magnético intrı́nseco debe escribirse como:
µB p
µs = −gs S |µs | = gs s(s + 1)µB µs,z = −gs ms µB
~
y debemos dejar que sea el experimento el encargado de determinar el valor (o valores)
adecuados para s y para gs . En principio, puede darse el caso de que la partı́cula con espı́n
tenga varios estados cuánticos internos, con distintos valores de s (y ası́ ocurre para otras
partı́culas distintas del electrón).
Volvamos ahora a la ecuación E = −µB, la energı́a que adquiere un dipolo magnético
en un campo magnético externo. Una vez que hemos asociado µ con un operador en el
espacio de Hilbert, en el caso del giro orbital, debemos entender que dicha ecuación es la
expresión del Hamiltoniano de interacción de esa partı́cula con el campo B (orientado a
lo largo del eje Z):
µB Bz
H=− Lz
~
Este Hamiltoniano puede utilizarse, como parte de la ecuación de Schrödinger, para
obtener la evolución en el tiempo de la función de ondas ψ de la partı́cula. Sus autovalores
son evidentes. En general, Lz actuará como una matriz dentro del subespacio de estados
cuánticos que corresponde a un valor determinado de l (dimensión 2l + 1).
58
tal es el caso, por ejemplo, de la teorı́a de Dirac para el electrón relativista, que surge de la ecuación
de Dirac.

69
Si se trata de un electrón dentro de un átomo o molécula, el Hamiltoniano anterior
será un término adicional al que ya posee el sistema, produciendo un desdoblamiento de
sus lı́neas espectrales, conocido como efecto Zeeman en la literatura, en reconocimiento
a Pieter Zeeman, fı́sico holandés que estudió por primera vez el efecto de los campos
magnéticos sobre las fuentes de luz. Es claro, por ejemplo, que una transición atómica entre
un orbital p y un orbital s se desdoblará en dos lı́neas adicionales, que corresponden al
incremento de la energı́a superior en ∆E = 0, ±µB B. Puede comprobarse numéricamente
que, incluso para valores de B de varios Tesla, el desdoblamiento es pequeño en términos
relativos. El espı́n del electrón, que trataremos más adelante, contribuye también al efecto
Zeeman.

19. Los estados de polarización lineal


Según lo visto al final de la Sección 16, el estado de giro orbital más general de un cuer-
po será una combinación lineal de autoestados, con coeficientes complejos. Es claro que el
propagador de Feynman permite a ese cuerpo girar simultáneamente en sentidos opuestos,
en plena consistencia con los principios de la Mecánica Cuántica. Veamos en detalle la
estructura y significado fı́sico de algunos de estos estados, profundamente implicados en
toda la fı́sica.
Antes de hacerlo, consideremos la siguiente identidad entre números complejos, fácil-
mente demostrable ∀φ, α ∈ [0, 2π] 59 :
1 iφ  α  iα/2
e + eiα e−iφ = cos φ −

e
2 2
La identidad no tiene ningún misterio: la superposición de dos movimientos circulares
opuestos en el disco unidad (e±iφ ) produce una lı́nea recta que pasa periódicamente por
cero, al correr la fase φ. Nótese cómo la inclinación de esa recta está gobernada por el
desfasaje α entre ambos números. Es muy usada, tanto en mecánica como en electro-
magnetismo. Por ejemplo, nos permite describir con precisión los estados de polarización
lineal de la luz, cuando esa suma representa el vector campo eléctrico E de una onda
electromagnética de frecuencia ω, siendo φ = ωt:
1 iωt  α  iα/2
e + eiα e−iωt E0 = cos ωt −

E(t) = e E0
2 2
Aunque volveremos enseguida al fotón de esa onda, apliquemos primero la identidad
anterior a la superposición cuántica de los estados de giro de un electrón. Dentro del subes-
pacio de Hilbert con l = 1 (de dimensión 3, con la base ortonormal | ml i, ml = −1, 0, +1),
definimos los estados de polarización lineal del electrón:

1 eiα
|ψα i ≡ |lin, α/2i ≡ √ | + 1i + √ | − 1i (70)
2 2
59
de igual manera se demuestra la identidad análoga:
1 iφ  α  iα/2
e − eiα e−iφ = sin φ −

e (69)
2i 2

70
Figura 21: Representación del módulo de la función de ondas de un electrón en coordenadas
esféricas |ψα (θ, φ)|, definida por la expresión (71), para α = −π (azul), y α = 0 (verde
claro). Se representan además cada uno de los estados superpuestos por separado | ± 1i,
que son iguales entre sı́ (naranja). La distancia al origen de las superficies indica la
densidad de probabilidad, donde se ha respetado la escala relativa de las funciones. Los
mismos dibujos representan también, independientemente, los estados de polarización de
un fotón individual que se propaga a lo largo del eje Z, polarizado linealmente a lo largo
del eje X (azul), del eje Y (verde), o circularmente polarizado (naranja). En este caso la
densidad de probabilidad se refiere a la orientación del campo eléctrico E.

Teniendo en cuenta los armónicos esféricos Y1±1 (Tabla 2), podemos escribir, utilizando
la expresión (69), la parte angular de la función de ondas anterior como:
r
3
ψα (θ, φ) = −i sinθ sin (φ − α/2) e+iα/2 (71)

Su parte radial está determinada
R +∞ por el campo de fuerzas que actúa sobre ese electrón,
con: ψ = f (r)ψα (θ, φ) , y 0 r2 |f (r)|2 dr = 1, y define la extensión espacial de la función
de ondas (por ejemplo, si se trata de un átomo o molécula su tamaño se medirá en unidades
del radio de Bohr, a0 ). En la Figura 21 se han dibujado las funciones ψα (θ, φ) para dos
valores concretos: α = −π y α = 0, y también para los estados | ± 1i por separado.
Observemos que el efecto de la superposición lineal es romper la simetrı́a azimutal que
tenı́amos en cada armónico por separado |±1i. Como el electrón gira simultánemente en
sentidos opuestos alrededor del eje Z, la probabilidad “se acumula” en una orientación
especı́fica del azimut φ, aquella donde |ψα |2 es máxima, definida por φ = (α + π)/2. Nótese
el factor 2 que se produce entre el desfasaje y el ángulo de polarización lineal.
Los estados superpuestos con α = −π y α = 0 son los orbitales llamados px y py en
Quı́mica, por razones que son obvias de la Figura 21. El orbital pz corresponde al estado
| 0 i, que orienta su probabilidad a lo largo del eje Z (recuérdese la Figura 15). Es bien
conocida la importancia que tiene la disposición espacial de estos estados en los enlaces
quı́micos del Carbono, Oxı́geno, etc.
71
Una cuestión que debemos plantearnos es qué Hamiltoniano lleva al electrón a estos
estados superpuestos, en contraposición a los autoestados del momento angular. La res-
puesta no es en general simple, y hay que buscarla en los detalles del modelo de fı́sica
molecular en cada caso. De forma general, la simetrı́a aproximadamente central que tienen
los electrones en los átomos individuales (que crea los orbitales p) es rota en el entorno mo-
lecular por un Hamiltoniano que favorece la formación de determinados enlaces, basados
en los estados px,y anteriores.
Un caso interesante se produce cuando, en un estado de polarización lineal, los estados
superpuestos adquieren energı́as distintas E1,2 = ±µB B , debido a un campo magnético
externo B. Entonces la posición del máximo de la densidad de probabilidad en el azimut
definida por (α + π)/2 en la ecuación (71), y representada en la Figura 21 (ya sea px o
py ) adquiere un movimiento de rotación α(t)/2 = α0 /2 + ωL t, siendo α0 la fase inicial,
con una frecuencia bien determinada: ωL = µB B/~ = (E1 − E2 )/2~. En efecto, cada
estado adquiere una frecuencia distinta: ω1,2 = ±µB B/~, en su evolución temporal con la
ecuación de Schródinger ψα (t) = U (t)ψα (0):

e−iω1 t
 
i(α0 +2ωL t)
|ψα i = √ | + 1i + e | − 1i (72)
2
Esta evolución proporciona una interpretación cuántica del fenómeno conocido en el
electromagnetismo clásico como precesión de Larmor, por el cual un dipolo magnético
µ precesa alrededor del campo magnético externo B con una frecuencia proporcional al
producto de los módulos de ambos, la frecuencia de Larmor 60 .
Los estados cuánticos definidos por la ecuación (70) tienen otra aplicación importante,
más allá del marco de los estados de rotación de una partı́cula de masa m (electrón,
protón, neutrón, etc). Y es que representan también los estados de polarización de
un fotón individual.
Para comprender esto, pensemos que en una onda electromagnética circularmente
polarizada, el campo eléctrico E y el campo magnético B giran en el plano perpendicular
a la dirección de propagación de la onda, en sentido dextrógiro o levógiro. Esto significa
que cada fotón individual debe contener esta información. La onda electromagnética es un
campo vectorial, cuyo estado de giro se asocia con el espı́n del fotón. El quantum no sólo
transporta energı́a E = ~ω y momento p = ~ω/c, sino también momento angular, como
la propia onda. Que el momento angular intrı́nseco del fotón es ±~ fue medido en 1931
por los fı́sicos hindúes Raman y Bhagavantam 61 , quienes comprobaron que el grado de
despolarización de la luz dispersada por moléculas de O2 , CO2 y NO estaba en excelente
acuerdo cuantitativo con esta hipótesis.
El valor observado Sz = ±~ (el eje Z se orienta en la dirección de propagación) sugiere
que el módulo del espı́n es s = 1, en nuestra discusión de la Sección 18. Siendo un valor
entero, tiene un encaje natural en la teorı́a cuántica. No obstante, resta por explicar
porqué no se observa en los experimentos el valor Sz = 0.
60
la precesión de Larmor debe tener en cuenta además el espı́n del electrón, que veremos después.
Nótese que en el estado |ψαi anterior se cumple hµi = 0, y la precesión se produce cuánticamente en dos
dipolos opuestos y superpuestos. El desplazamiento anterior de la densidad electrónica es perfectamente
representativo de este fenómeno.
61
C. V. Raman y S. Bhangavantam, Indian J. Phys., Vol 6, p. 353-366 (1931). Para una versión
moderna, con rotación inducida en un dispositivo optomecánico, véase el artı́culo de L. He, H. Li, M. Li
Sci. Adv. 2016; 2:e1600485, Septiembre 2016, 10.1126/sciadv.1600485.

72
Tabla 4: Polinomios de Laguerre hasta q = 5

L0 = 1 L1 = −x + 1
L2 = x2 − 4x + 2 L3 = −x3 + 9x2 − 18x + 6
L4 = x4 − 16x3 + 72x2 − 96x + 24 L5 = −x5 + 25x4 − 200x3 + 600x2 − 600x + 120

La explicación es conceptualmente simple, y hay que buscarla en el carácter relativista


de la onda electromagnética, que se propaga a velocidad c. Si el campo eléctrico E pudiese
girar en un plano que contiene al eje Z, y por tanto vibrar a lo largo de dicho eje,
podrı́an observarse desplazamientos longitudinales de, por ejemplo, un electrón, que serı́a
empujado adelante y atrás por la onda. Pero esto es contrario a la contracción de Lorentz
relativista, que reduce toda longitud a cero a la velocidad c. La no observación de Sz = 0
queda ası́ explicada por la masa nula del fotón, es decir, por su velocidad c.
Por tanto los estados de polarización de la luz son estados de movimiento internos de
cada fotón, que toman valores cuánticos en un espacio de Hilbert de dimensión dos, cuya
base ortonormal | Sz i podemos designar con los sı́mbolos: | +1i y | −1 i (fotón a derechas y
fotón a izquierdas). Existen tantos estados de polarización de la luz como combinaciones
lineales complejas χ = c1 | + 1 i + c2 | − 1 i, con |c1 |2 + |c2 |2 = 1, de los estados anteriores.
En este contexto adquieren pleno sentido los estados de polarización |lin, α/2i definidos
en (70), que reciben de aquı́ su nombre. Es evidente entonces el significado fı́sico de la
diferencia de fase α, que gobierna (dividida por 2) el ángulo de vibración del campo
eléctrico respecto al plano horizontal, en la luz linealmente polarizada.
En consecuencia, los estados dibujados en la Figura 21 representan también las fun-
ciones de onda de un fotón individual, con polarización lineal o circular. La distancia al
origen de las superficies debe ser entendida como la densidad de probabilidad de que el
campo eléctrico se oriente en esa dirección. Téngase en cuenta que tanto el campo eléctrico
como el campo magnético se encuentran sometidos al principio de indeterminación.

20. El átomo de Hidrógeno


Vamos a resolver la ecuación de Schrödinger radial para el potencial de Coulomb,
suponiendo que un electrón está sometido al potencial atractivo de Z protones a una
distancia r:
−Ze2 1
U (r) =
4π0 r
Encontraremos los autoestados de la energı́a que ya conocemos de la Sección 2.3,
confirmando ası́ que la cuantización semiclásica proporciona en este caso el resultado
exacto. Por supuesto, el análisis con la ecuación de Schrödinger nos permitirá conocer en
detalle las funciones de onda, determinar su momento angular y su degeneración.
Dejaremos de lado el problema con E > 0, para el cual podemos encontrar cierta guı́a
conceptual en lo tratado al final de la Sección 17 (cuando el campo es muy débil y el
electrón está casi libre), y nos centraremos en el caso E < 0 que corresponde a los estados
ligados (órbitas de Kepler, en la Mecánica Clásica).

73
Tabla 5: Funciones radiales Rnl del hidrógeno hasta n = 2

 3/2  3/2  
Z −Zr/a0 1 Z Zr −Zr/2a0
R10 =2 e R21 = √ e
a0 3 2a0 a0
 3/2  
Z Zr
R20 = 2 1− e−Zr/2a0
2a0 2a0

Por tratarse de un potencial de simetrı́a central, podemos asegurar que son soluciones
a la ecuación Hψ = Eψ, en coordenadas esféricas, las siguientes:

ψ(rθφ) = Rl (r)Ylml (θφ)

Si codificamos el valor de la energı́a y el acoplo de la interacción en las dos constantes:



−2mE 2mZe2
β≡ >0 γ≡
~ 4π0 ~2
la ecuación radial toma la forma:
 
2 γ l(l + 1)
Rl00 + Rl0 + − β2 − Rl = 0
r r r2

Sin ninguna pérdida de generalidad, conviene ahora realizar un cambio de función de


R(r) a ξ(r), que permitirá una evaluación precisa de las soluciones que son de cuadrado
sumable y las que no lo son:
Rl (r) ≡ ξ(r)e−βr
Utilizando la regla de la cadena, escribimos, ya simplificada, la ecuación diferencial
resultante para la función ξ(r):
   
00 1 0 γ − 2β l(l + 1)
ξ −2 β− ξ + − ξ=0
r r r2

Se trata ahora de investigar el comportamiento asintótico para r → ∞ de las soluciones


de esta ecuación. Si el producto ξ(r)e−βr no va hacia cero en el infinito, la función de ondas
ψ no será de cuadrado sumable, y por tanto no podrá ser aceptada como válida, para los
estados ligados, en la Mecánica Cuántica.
Planteemos el desarrollo en serie de potencias de ξ(r) para r ∈ [0, +∞), y establezca-
mos la ley recurrente que impone sobre esta serie la ecuación diferencial anterior. Antes
de hacerlo, tengamos en cuenta el resultado obtenido en la Sección 17, que establece el
comportamiento asintótico de las soluciones de la ecuación radial para r → 0, como rl
debido a la barrera centrı́fuga. Según ello, el desarrollo en serie debe ser el siguiente:

X
ξ(r) = ak rk = al rl + al+1 rl+1 + · · ·
k=l

74
Tabla 6: Funciones radiales Rnl del hidrógeno para n = 3

√  3/2  2
2 2 Z Zr
R32 = √ e−Zr/3a0
27 5 3a 0 a 0
√  3/2    
4 2 Z Zr Zr
R31 = 1− e−Zr/3a0
3 3a0 a0 6a0
3/2 !
2Zr 2(Zr)2

Z
R30 = 2 1− + e−Zr/3a0
3a0 3a0 27a20

Es decir, no pueden estar presentes términos con k < l. Para establecer la ley recurrente
tenemos que derivar la expresión anterior hasta un máximo de 2 veces, y agrupar los
términos con iguales potencias de r. Es un poco laborioso, y no lo indicamos aquı́ en
detalle. Apuntamos, como guı́a, que ξ 00 , (2/r)ξ 0 y (−l(l + 1)/r2 )ξ están acoplados a las
mismas potencias: rk−2 . El resultado final para la ley recurrente es:
2kβ − γ
ak = ak−1 k ≥l+1 (73)
k(k + 1) − l(l + 1)
Es el momento de utilizar nuevamente el Lema de Semejanza Asintótica enunciado al
principio de la Sección 16, y ya utilizado de forma similar en el contexto de la ecuación de
Legendre. Se trata de establecer el comportamiento asintótico de la solución en el lı́mite
del radio de convergencia de la serie, en este caso r → +∞, a base de comparar su ley
recurrente con la de una función de prueba bien conocida. En este caso la función de
prueba es simplemente la exponencial:
 1 X (2βr)k∞
1 2βr 1 
e = 1 + 2βr + + · · · =
r r r k=0 k!

cuya ley recurrente es, evidentemente:


ak 2β
=
ak−1 k
Esta ley coincide exactamente con la expresada en la ecuación (73) para k → ∞. Como
la función exponencial de prueba es divergente para r → +∞ con β > 0, es de aplicación
el Lema citado anteriormente, que nos permite afirmar que la solución ξ(r) es igualmente
divergente en dicho lı́mite, como e2βr /r. La parte radial de ψ: Rl (r) = e−βr ξ(r) ∼ (1/r)e+βr
es tambien divergente para r → ∞, y en consecuencia las soluciones obtenidas con E < 0
no son aceptables como funciones de cuadrado sumable, para valores cualesquiera β, γ ∈ R.
Pero la aplicación del Lema está sujeta a que la serie expresada en (73) tenga todos
sus términos no nulos. Si β y γ no son números reales cualesquiera, sino que cumplen la
condición:
γ
= n = entero ≥ l + 1

75
Figura 22: a) Densidad de probabilidad en el plano horizontal para el estado 3s del
hidrógeno (n = 3, l = 0), con la distancia en unidades del radio de Bohr. b) Valor absoluto
de la función de ondas radial comparada entre los 3 estados del hidrógeno con n = 3: l = 0
(representado antes), y l = 1, 2, y c) Densidad de probabilidad radial para los 3 estados
anteriores, observándose el efecto de la barrera centrı́fuga sobre el electrón.

entonces la serie degenera en un polinomio, y la función de ondas decae exponen-


cialmente a cero cuando el electrón se encuentra muy alejado del protón. Elevando al
cuadrado los dos miembros de la ecuación anterior, vemos que los valores cuánticos de la
energı́a están gobernados por ese número entero n:

−1 mZ 2 e4 1
En = n = l + 1, l + 2, · · · ∞
(4π0 )2 2~2 n2

que coincide exactamente (no aproximadamente) con la expresión encontrada en la


Sección 2.3 a partir de la cuantización de la acción reducida S0 = nh. Sin embargo ahora
tenemos una comprensión más profunda sobre el papel que juega el momento angular en
el átomo de hidrógeno. En primer lugar, vemos que el estado fundamental corresponde a
l = 0, donde el electrón no gira orbitalmente.

76
En segundo lugar, vemos que la lista de valores permitidos de la energı́a: {En , n = 1, ∞}
es en sı́ misma independiente de l, sirviendo los valores de este parámetro simplemente
para iniciar la energı́a mı́nima de entre ellos. Como es lógico, esta aumenta al aumentar
la energı́a centrı́fuga. Fijado el valor de n, se deduce de lo anterior la lista de valores
permitidos de l:
l = 0, 1, · · · n − 1
Dado que cada valor de l arrastra consigo una degeneración en la energı́a, por los 2l +1
valores posibles de ml , deducimos la degeneración total de cada nivel del hidrógeno, como
la suma de los n − 1 primeros números impares:
n−1
X
gn = (2l + 1) = n2
l=0

No debe contemplarse en absoluto la degeneración en energı́a de los distintos valores


de l como un hecho carácteristico de los potenciales radiales. Antes al contrario, se trata
de un fenómeno matemático accidental, que sólo ocurre con dos campos muy concretos, los
proporcionales a −1/r y r2 (el oscilador armónico, que veremos más adelante 62 ). Cualquier
otro potencial U (r) hubiera generado energı́as Enl dependientes de ambos ı́ndices n y l.
Con independencia de lo anterior, la parte radial de la función de ondas sı́ depende de
ambos ı́ndices n y l, cualquiera que sea el potencial. En el caso del átomo de hidrógeno
está gobernada por los polinomios de Laguerre de grado q, definidos por la fórmula:
 q
d
x
e−x xq

Lq (x) ≡ e
dx
Indicamos en la Tabla 4 los polinomios de Laguerre hasta q = 5. Es necesario derivar
2l + 1 veces el polinomio de Laguerre de ı́ndice q = n + l para obtener la función radial
Rnl (r), obteniéndose un polinomio de grado n − l − 1. El polinomio derivado se denota
generalmente como:  p
p p d
Lq−p = (−1) Lq (x)
dx
e incluye un signo global, que en el caso del hidrógeno, es siempre negativo, por ser
p = 2l + 1 impar. El polinomio no se evalúa en la distancia radial en metros, sino en una
distancia adimensional, medida en unidades del radio de Bohr ρ ≡ 2Zr/(na0 ).
En definitiva las funciones que definen los estados |En l ml i para el hidrógeno son las
siguientes:
ml
ψnlml (rθφ) = Nnl e−Zr/(na0 ) L2l+1 l
n−l−1 (ρ) ρ Yl (θφ)

donde el factor de normalización viene dado por:


" 3 #1/2
2Z (n − l − 1)!
Nnl =
na0 2n [(n + l)!] 3

Recordemos aquı́ la expresión previamente obtenida para el radio de Bohr a0 (por


definición, con Z=1):
4π0 ~2
a0 ≡
me2
62
la ley l = 0, 1, · · · n − 1 no es válida en el oscilador armónico, ni tan siquiera.

77
El conjunto de autofunciones ψnlml (r) ≡ |nlml i del átomo de hidrógeno constituye
una base ortonormal dentro del subespacio de Hilbert de L2 (R3 ) formado por los estados
con E < 0. Ello se expresa, utilizando el producto escalar en 3D (integral triple), con las
siguientes relaciones de ortonormalidad:
hnlml |n0 l0 m0 l i = δnn0 δll0 δml ml 0
R∞ ∗
Las funciones radiales están normalizadas a uno por construcción: 0 r2 Rnl Rnl dr = 1.
Nótese que las relaciones de ortonormalidad anteriores no necesariamente significan que
las funciones radiales sean siempre ortogonales entre sı́ dos a dos.
Damos en las Tablas 5 y 6 todas las funciones radiales hasta n = 3, incluyendo sus
constantes de normalización. En la Figura 22 mostramos la densidad de probabilidad del
electrón en el átomo de hidrógeno en el estado 3s, y los perfiles radiales de todos sus
estados con n = 3, utilizando los polinomios y funciones de las tablas anteriores.
Las autofunciones del hidrógeno no son válidas, siquiera sea de forma aproximada,
para otros átomos, donde no se presenta el caso de la degeneración culombiana. Esto no
debe confundirse con el hecho de que, en los átomos multielectrónicos, el campo eléctrico
al que están sometidos los electrones aún tiene simetrı́a aproximadamente radial. Esto
permite la descripción de sus orbitales como armónicos esféricos Ylm , designados en la
notación estándar como ns, np, nd, nf, ng, · · · para l = 0, 1, 2 · · ·. El número de excitación
radial n estará siempre presente, con energı́as Enl no degeneradas.

21. El espı́n del electrón


Vamos es describir en detalle el experimento realizado en 1922 por los fı́sicos alemanes
Otto Stern y Walther Gerlach, que puso de manifiesto el espı́n del electrón, y que es
considerado uno de los grandes hitos de la historia de la fı́sica. Su interpretación como
giro intrı́nseco del electrón se atribuye a los fı́sicos holandeses George Uhlenbeck y Samuel
Goudsmit en 1925.
Lo que en realidad se midió en dicho experimento fue el momento magnético de los
átomos individuales de Plata (Ag), eléctricamente neutros, que volaban libremente en
forma de vapor. La configuración electrónica de la Plata es la del Kripton (gas Noble)
con un orbital d completo adicional (donde se dan todos los valores de ml con l = 2),
y un único electrón externo 5s con l = 0 (momento angular orbital nulo): [Kr] d10 5s1 .
Por tanto, el momento magnético del átomo de Ag es exactamente igual al momento
magnético originado por el espı́n de ese electrón 5s. Si el momento magnético resultase
nulo, el electrón no tendrı́a espı́n. Por supuesto, los otros electrones también pueden tener
espı́n, pero estos se compensan exactamente entre sı́, en los demás orbitales.
La simple aplicación de un campo magnético B sobre un dipolo magnético libre µ,
que se encuentra en su lı́mite cuántico y no puede alterar el valor de |µ|, no produce
ninguna fuerza neta sobre él. El dipolo se limita a girar sobre un cono alrededor del
campo magnético B, en un movimiento conocido en electromagnetismo como precesión
de Larmor, mientras su energı́a −µB permanece constante. La frecuencia de precesión
mide especı́ficamente la razón giromagnética gs , siendo independiente del ángulo formado
por ambos vectores 63 . Para un magnetón de Bohr µB , valdrı́a 13996 MHz con un campo
de 1 Tesla y gs = 1, como hemos visto en la Sección 18.
63
véase por ejemplo “The Magnetism of Matter”, The Feynman Lectures on Physics Vol II, Ch. 34,
http://www.feynmanlectures.caltech.edu/.

78
Horno S

Colimador

Electroimán

Placa detectora
Figura 23: El experimento de Stern-Gerlach en 1922. El gradiente del campo fue
∂B/∂z = 10 T m−1 , el campo B = 1 T , la longitud del electroimán L = 1m, y la tem-
peratura del vapor de Plata T = 300K. La separación de los haces fue ±2.8 mm en cada
sentido. Se ha indicado en el dibujo la orientación al azar del espı́n del electrón a la
entrada, y la precesión de Larmor con el espı́n del electrón ya orientado a la salida, en
cada uno de los haces separados.

Estaba fuera de las posibilidades de Stern y Gerlach en 1922 plantear un experimento


de resonancia a una frecuencia tan alta, y lo que hicieron fue desviar el dipolo de su camino
a través de una fuerza neta, instalando un campo magnético inhomogéneo. La fuerza sobre
el dipolo libre puede calcularse como el gradiente espacial de la energı́a anterior:
 
∂U ∂B ∂B ∂B
F=− = ∇ (µB) = (µ · ∇) B = µ ,µ ,µ
∂r ∂x ∂y ∂z

En un electroimán se necesita Hierro magnetizado (entrehierro) para dar forma al


campo, y con una geometrı́a asimétrica tal como la que se indica en la Figura 23 no
resulta difı́cil crear un campo magnético cuyas lı́neas de campo sean divergentes de una
cierta región del espacio (la que termina en punta, véanse las flechas rojas de la Figura
23). Si se hacen incidir los átomos del vapor sobre el eje de simetrı́a del imán, la fuerza
de empuje dominante sobre el dipolo depende únicamente del gradiente del campo en
sentido vertical (coordenada z): Fz = µz ∂Bz /∂z. Obsérvese que esta fuerza puede ser
positiva (hacia arriba) o negativa (hacia abajo), dependiendo del producto de los signos
de las dos cantidades involucradas. Por supuesto, el signo del gradiente es conocido.
Es claro que, al promediar sobre cada vuelta, la precesión de Larmor llevará hacia
cero los valores medios hµx,y ∂Bx,y /∂(x, y, z)i = 0. Los gradientes ∂Bz /∂x y ∂Bz /∂y pue-
den ocasionar un desplazamiento lateral del dipolo, en la medida en que el imán no sea
exactamente simétrico, que será visible y fácilmente distinguible del efecto principal.
La velocidad v de los átomos de Ag puede calcularse en promedio a partir de su distri-
bución de Maxwell, como en cualquier gas ideal: (1/2)mv 2 = (3/2)kT , siendo m la masa
del átomo, k la constante de Boltzman y T la temperatura absoluta del horno. Bajo una
fuerza constante, con aceleración a = F/m, los átomos describen una trayectoria parabóli-
ca, desviándose al final del trayecto una distancia ∆z = (1/2)at2 = µz (∂B/∂z)L2 /(6kT )
que es independiente de su masa, siendo L la longitud del imán, con t = L/v.

79
Hay dos aspectos que merecen ser destacados en los experimentos de Stern-Gerlach:
uno es que nunca podrı́an realizarse con partı́culas eléctricamente cargadas (como elec-
trones) debido a la fuerza de Lorentz, mucho más intensa que Fz . Y el otro es que no
estamos hablando de una manipulación de átomos individuales (concebible con técnicas
actuales), sino del desplazamiento promedio de un flujo continuo de ellos.
Habiendo supuesto que la escala del momento magnético intrı́nseco del electrón serı́a
el magnetón de Bohr µB , y con un gradiente de campo de ∂Bz /∂z = 10 T m−1 sobre una
longitud del imán de 1m, las desviaciones esperadas por Stern y Gerlach eran de varios
mm, como puede comprobarse numéricamente de estos datos.
La Mecánica Cuántica, tal como hemos demostrado en la Sección 16, ofrece únicamente
dos posibilidades:
• no hay desviación del haz (espı́n cero del electrón)

• se produce un número impar (2s + 1) de manchas en la pantalla, con una mancha


siempre en el centro. De aquı́ se inferirı́a el valor de s.
Sin embargo lo observado fue distinto de ambas posibilidades: dos únicas manchas,
desviadas ±2.8 mm en cada sentido, sin ninguna mancha central, como se indica en la
Figura 23. La única forma de encajar este resultado, en la visión más amplia de la Mecánica
Cuántica expresada en la Sección 18, es la siguiente:
• el valor del número cuántico s es 1/2 (semientero), de manera que la proyección del
momento angular intrı́nseco del electrón sobre el campo B es: Sz = ±~/2. Es decir,
ms = −1/2, +1/2.

• el factor giromagnético del espı́n del electrón es gs = 2. Es necesario admitir esto, ya


que la desviación observada de 2.8 mm no se corresponde numéricamente con µB /2,
sino con un magnetón de Bohr completo: µB .
Conviene recordar aquı́ la razón por la cual la proyección sobre un eje del momento
angular de un cuerpo debe tomar valores múltiplos enteros de ~: la función de ondas ψ
debe ser continua en el espacio R3 , y no presentar cortes. De no ser ası́, la densidad de
probabilidad de encontrar la partı́cula en un punto podrı́a no ser una función univaluada.
La interpretación probabilı́stica de la función de ondas se vendrı́a abajo, a no ser que los
valores de |ψ|2 coincidiesen en ambos lı́mites direccionales φ → 0, 2π. Hay que admitir
entonces que, por alguna razón, se necesitan dos rotaciones completas del espacio (720◦ )
para que la función de ondas del electrón sea continua. Esto es justamente lo que hemos
representado matemáticamente en la Figura 24, siendo ψ = Aeims φ = Aeiφ/2 .
La evidencia del experimento de Stern-Gerlach es incontrovertible, en cuanto a que
debemos aceptar como válidas este tipo de funciones de ondas con espı́n semientero
(s = 1/2). Pero debemos al mismo tiempo reflexionar sobre el significado fı́sico que se
deduce de ello: el estado cuántico del electrón no permanece igual tras una rotación del
espacio de 360◦ , sino que cambia de signo: ψ → −ψ. Un cambio de fase de π puede oca-
sionar interferencia destructiva entre electrones, y va a tener consecuencias fı́sicas bien
observables, como veremos en la sección siguiente.
Tanto el espı́n s = 1/2 del electrón como el factor gs = 2 fueron interpretados con
éxito en 1932 por el fisico británico Paul M. Dirac, como una consecuencia de su ecuación
relativista para el movimiento libre del electrón, la ecuación de Dirac, que describe también
su propagación hacia atrás en el tiempo en forma de antipartı́cula (el positrón).
80
Re � �ϕ/� 0° < ϕ < 360°
continuación 360° < ϕ < 720°

Figura 24: Parte real de la función de ondas angular ψ = eiφ/2 de un electrón con su
espı́n orientado a lo largo del eje vertical Z (superficie naranja), evaluada en los puntos
del plano horizontal. Puede observarse cómo la función tiene un corte a lo largo del eje X
negativo. Es decir, ψ no retorna al mismo valor después de realizar una rotación de 360◦ ,
sino que cambia de signo: ψ → −ψ. Se ha dibujado en azul la continuación de la función
de ondas en una segunda vuelta (hoja), de manera que la función extendida no presenta
ya discontinuidad alguna. Este comportamiento es caracterı́stico de todos los fermiones
de espı́n 1/2. Se desconoce la escala de distancia relevante de la parte radial R(r) de ψ.

La frecuencia de Larmor ωs = gs µB B/~ para el electrón no fue observada hasta 1944


por el fı́sico ruso Yevgeny Zavoisky, descubridor de la resonancia de espı́n electrónico
(ESR, en inglés). Toma el valor ωs /B = 28025 MHz T−1 , y es la base de buen número
de aplicaciones tecnológicas actuales. De hecho, ya las primeras medidas de precisión
mostraron una desviación pequeña, pero significativa, de gs respecto a 2, y hoy dı́a esta
cantidad (llamada ge − 2 en la literatura), es una de las mejor medidas en el campo de
la fı́sica, con 13 cifras significativas 64 . Gran parte de esas cifras pueden ser interpretadas
por la Electrodinámica Cuántica, incluyendo la polarización del vacı́o, y por el Modelo
Estándar de la fı́sica de partı́culas, aunque no todas.
Habiendo demostrado el experimento de Stern-Gerlach la existencia de dos estados
cuánticos independientes para el espı́n del electrón, queda fijada la dimensión del espacio
de Hilbert en que deben residir todos sus estados cuánticos. Es estándar denotar como:
   
1 0
|↑i ≡ |↓i ≡
0 1
los estados base ortonormales en este espacio de dimensión dos (el primero de ellos re-
presentado en la Figura 24). Consecuentemente el estado de espı́n más general del electrón
puede escribirse, siendo c1 , c2 ∈ C, como:
|χi = c1 |↑i + c2 |↓i |c1 |2 + |c2 |2 = 1
64
ge = −2.00231930436182(52), https://physics.nist.gov/cgi-bin/cuu/Value?gem.

81
Figura 25: Orientación del valor medio del espı́n del electrón en la esfera de Bloch. A
cada punto de la superficie esférica de coordendas (θ, φ) le corresponde el estado cuántico
determinado por la expresión (74), y viceversa. Todos los estados aquı́ representados pue-
den ser preparados en el laboratorio, orientando un imán de Stern-Gerlach en la dirección
(θ, φ).

Podemos contemplar el experimento de Stern-Gerlach como un ejemplo bien repre-


sentativo de lo que es el proceso de medida en la Mecánica Cuántica: la aplicación de la
fuerza sobre el dipolo provoca una respuesta observable que induce el colapso de la función
de ondas, tal como vimos en la Sección 11. Antes de la medida, el espı́n del electrón se
orienta generalmente al azar, como se ilustra en la Figura 23, no estando µz bien definido.
Despúes de la medida, sólo uno de los autovalores permitidos se ha realizado.
Vemos que existe cierta similitud entre los estados de espı́n del electrón |χi y los estados
de polarización lineal estudiados anteriormente, en el espacio de momento angular con
l = 1 ó s = 1. Sin embargo en el caso del espı́n s = 1/2, podemos designar con un único
parámetro θ, sin pérdida de generalidad, ambos módulos: |c1 | ≡ cos(θ/2) y |c2 | ≡ sin(θ/2),
con θ ∈ (0, π). Ello da pie a establecer una relación 1 − 1 entre los puntos de la superficie
esférica de radio unidad, con coordenadas esféricas definidas por (θ, φ), y los estados
cuánticos de espı́n del electrón, definidos por:
 
iφ cos(θ/2)
|χi = cos(θ/2)|↑i + e sin(θ/2)|↓i = iφ (74)
e sin(θ/2)

Esta superficie esférica se denomina esfera de Bloch en la literatura, y la hemos re-


presentado en la Figura 25. Puede demostrarse, imponiendo que tengan las mismas rela-
ciones de conmutación que cumplen las rotaciones espaciales infinitesimales R ≡ r × ∇
65
, qué forma deben tener los operadores cuánticos que representan el momento angular
S = (Sx , Sy , Sz ), en el espacio de Hilbert de dimensión dos ası́ descrito.
65
la expresión indicada para R representa, a través de las derivadas, rotaciones infinitesimales del
espacio alrededor de cada uno de los ejes coordenados. Estas satisfacen relaciones de conmutación cı́clicas:
[Rx , Ry ] ≡ Rx Ry − Ry Rx = −Rz que son, por tanto, propiedades geométricas de las rotaciones espaciales.
Dichas propiedades se trasladan a [Sx , Sy ] = i~Sz para el espı́n, como para cualquier otra forma de
momento angular r × p, al ser p = −i~∇ en la Mecánica Cuántica.

82
En efecto, las relaciones [Sx , Sy ] = i~Sz se encuentran adecuadamente representadas
por la solución: Sx = (~/2)σ1 , Sy = (~/2)σ2 y Sz = (~/2)σ3 , siendo:
     
0 1 0 −i 1 0
σ1 ≡ σ2 ≡ σ3 ≡
1 0 i 0 0 −1

las matrices de Pauli, de tal manera que S = (~/2)σ, siendo σ el vector formado
por las 3 matrices anteriores. Es un ejercicio interesante, y cargado de significado fı́sico,
comprobar que el vector real: hSiχ = hχ|S|χi (valor medio del espı́n del electrón), apunta
precisamente hacia el punto (θ, φ) de la esfera de Bloch que define el estado |χi anterior,
y que hemos representado en la Figura 25. Obsérvese
√ que el radio de la esfera de Bloch
es |h S iχ | = ~/2, que no coincide con |S| = ( 3/2)~.

22. El principio de exclusión de Pauli


La Mecánica Cuántica debe describir correctamente no sólo el movimiento de partı́culas
individuales de masa m, sino también el de conjuntos formados por múltiples partı́culas
idénticas. Pero veamos cómo, sorprendentemente, esta se muestra incapaz de resolver, con
arreglo a sus propios principios, una ambiguëdad genérica para definir el estado cuántico
de dos partı́culas, que afecta drásticamente a la energı́a del sistema.
Para plantear la ecuación de Schrödinger, es necesario definir el estado cuántico ψ
de dos electrones que ocupan las posiciones r1 y r2 del espacio. Supongamos que dichos
electrones tienen estados individuales distintos ψa y ψb (por ejemplo, uno está en un orbital
s y el otro en un orbital p). Si tenemos en cuenta que ambos electrones son idénticos,
van a poder ocupar zonas del espacio simultáneamente (donde sus funciones de ondas se
solapan), situación que no se da en absoluto en la Mecánica Clásica. Se plantea entonces
el problema de calcular la densidad de probabilidad para que se disparen simultáneamente
dos detectores situados en los puntos r1 y r2 .
Es claro que la noción de función de ondas ψ necesita ser extendida al espacio R6 .
O equivalentemente, necesitamos una amplitud de propagación para que dos electrones
ocupen el punto (r1 , r2 ) ∈ R6 .
Estamos obligados a admitir que: |ψ(r1 , r2 )|2 = |ψ(r2 , r1 )|2 , ∀r1 , r2 ∈ R3 , ya que am-
bos electrones son idénticos, y no podemos distinguirlos por el lugar que ocupan. Nuestra
primera opción serı́a tomar el producto: ψ(r1 , r2 ) = ψa (r1 )ψb (r2 ). Sin embargo, la opción
ψ(r1 , r2 ) = ψb (r1 )ψa (r2 ) serı́a igualmente legı́tima, y es distinta de la anterior en el espacio
R6 . Podemos pensar ingenuamente que este problema es puramente formal, √ y tomar sim-
plemente la suma de ambas: ψS (r1 , r2 ) = (ψa (r1 )ψb (r2 ) + ψb (r1 )ψa (r2 ))/ 2 (combinación
simétrica). Esta opción cumple, sin duda, la condición requerida al principio. Sin embargo,
es inevitable la reflexión de que tomar la diferencia √ cumple también la condición requeri-
da: ψA (r1 , r2 ) = (ψa (r1 )ψb (r2 ) − ψb (r1 )ψa (r2 ))/ 2, ya que ψA (r2 , r1 ) = −ψA (r1 , r2 ), pero
sus cuadrados son iguales. Se llama combinación antisimétrica.
Consideremos que estos electrones forman parte, por ejemplo, de un átomo multi-
electrónico, donde tienen estados cuánticos distintos (a 6= b), cuyo Hamiltoniano contiene
la energı́a de repulsión eléctrica entre ambos. Es esencial darse cuenta de que las soluciones
ψS y ψA producen energı́as electrostáticas sensiblemente distintas, en eV.

83
180 °

→ →
r1 ψ⟶-ψ r2

180 °

Figura 26: El intercambio de dos electrones idénticos entre las posiciones r1 y r2 equivale
a una rotación de 360◦ , que invierte el signo de la función de ondas.

Para convencerse de ello, basta hacer el razonamiento siguiente: tomemos la solución


ψA y acerquemos los electrones colocados en r1 y r2 , haciendo: r1 ≈ r2 . La expresión de
arriba nos indica que será entonces |ψA (r1 , r2 )| ≈ 0. Luego la energı́a electrostática de esos
electrones, cuando se encuentren a distancias muy próximas, va a ser pequeña. En cambio,
en la solución ψS no se produce esta situación, cuando acercamos los dos electrones, y su
energı́a alcanzará valores más altos que en el caso anterior. Es evidente que el cálculo de la
energı́a electrostática requerirá de una integral 6D donde se recorran todas las posiciones
relativas posibles, pero el resultado es perfectamente previsible.
Precisémoslo un poco más, calculando analı́ticamente la energı́a de repulsión culom-
biana entre ambos electrones, H12 = (e2 /4π0 )(1/r12 ) con r12 ≡ |r1 − r2 |, con las funcio-
nes ψS y ψA anteriores. Expresemos la integral 6D anterior con el elemento de volumen
dτ = dτ1 dτ2 , siendo dτ1,2 ≡ d3 r1,2 , y simplifiquemos la notación: ψ(r1,2 ) ≡ ψ(1, 2).
Podemos definir la energı́a de interacción culombiana como el valor medio de H12 , y
llegar sin dificultad a la expresión:
Z

ψS,A H12 ψS,A dτ1 dτ2 = C ± K

donde C y K son las integrales 6D 66 , :


Z Z Z Z
2 2
C≡ |ψa (1)| dτ1 H12 |ψb (2)| dτ2 K≡ ψa∗ (1)ψb (1)dτ1 H12 ψb∗ (2)ψa (2)dτ2

El significado fı́sico de la primera integral es evidente: se trata de la repulsión elec-


trostática de los orbitales a y b entre sı́. Es fácil comprender que la carga del electrón
se distribuye por el espacio de acuerdo con su función de ondas, como ocurre en una
distribución continua.
Sin embargo no hay forma de dar una interpretación clásica a la segunda integral,
porque se trata de un efecto cuántico puro. Esta integral refleja el hecho esencial de que
ambas partı́culas están ocupando simultáneamente todos los puntos r del espacio.
66
puede demostrarse que K = K ∗ , intercambiando el orden de las variables de integración 1 ↔ 2, e
igualmente que K > 0.

84
Vemos que es justamente 2K lo que marca la diferencia entre la energı́a electrostática
calculada con el estado simétrico ψS y con el estado antisimétrico ψA . Se denomina en la
literatura energı́a de intercambio, y origina una verdadera fuerza que actúa sobre el
movimiento de los electrones y gobierna toda la fı́sica atómica y molecular. Pensemos que
es precisamente la interacción culombiana la que almacena la energı́a quı́mica.
Volviendo entonces a la situación general: si tenemos dos partı́culas idénticas en un
problema fı́sico concreto, ¿qué función de ondas debemos usar en nuestro Hamiltoniano,
ψS ó ψA ? Por sorprendente que pueda parecer, los principios de la Mecánica Cuántica no
nos permiten dar una respuesta universal a esta pregunta.
En el caso especı́fico del electrón, partı́cula con espı́n 1/2, debemos recordar la peculiar
propiedad de que su función de ondas cambia de signo al realizar una rotación de 360◦
del espacio: ψ → −ψ. Si suponemos que el primer electrón está localizado en el punto 1
y el segundo electrón en el punto 2, el intercambio de sus posiciones lo podemos describir
en dos pasos: traslado del primer electrón entre el punto 1 y el punto 2, y traslado del
segundo electrón entre el punto 2 y el punto 1, tal como se ilustra en la Figura 26. Cada
una de estas operaciones supone una rotación de 180◦ del espacio, y la operación conjunta
supone una rotación de 360◦ de una misma densidad electrónica. Esto significa que la
función de ondas debe cambiar de signo, como hemos visto en la sección anterior, lo cual
indica que debemos elegir especı́ficamente la solución antisimétrica, para todas las parejas
de partı́culas idénticas de espı́n 1/2.
Admitir que la función de ondas de dos electrones deba ser siempre antisimétrica tiene
una consecuencia inmediata: supongamos que los estados cuánticos a y b sean idénticos:
a = b. En este caso es evidente que ψA (r1 , r2 ) = ψa (r1 )ψb (r2 ) − ψb (r1 )ψa (r2 ) = 0. En otras
palabras: en un determinado sistema fı́sico, dos electrones no pueden estar nunca en el
mismo estado cuántico. Este es el famoso principo de exclusión, enunciado en 1925
por el fı́sico austrı́aco Wolfgang Pauli para el electrón. En 1940 Pauli demostró el llamado
principio de conexión espı́n-estadı́stica, o simplemente principio de antisimetrı́a que
recoge la idea de que todas las partı́culas de espı́n 1/2 deben tener una función de ondas
totalmente antisimétrica.
Pensemos ahora en los estados de espı́n que pueden tener dos electrones. Recordemos
que los estados de espı́n residen en un espacio de Hilbert (de dimensión 2) distinto de sus
excitaciones espaciales. Volvamos atrás en la discusión anterior y retomemos la idea de
que ambos electrones son idénticos, y que por tanto no es concebible un estado conjunto
que no sea simétrico o antisimétrico (con independencia de su espı́n 1/2).
Es claro que cuando ambos electrones tienen espı́n arriba o abajo a lo largo del eje
Z, estarán en un estado simétrico: | ↑ ↑ i ó | ↓ ↓ i. Sin embargo, cuando sus espines son
opuestos se presentan dos estados netamente distintos:
1 1
χS = √ (| ↑ ↓ i + | ↓ ↑ i) χA = √ (| ↑ ↓ i − | ↓ ↑ i)
2 2
que se llaman en la literatura estados triplete y singlete, respectivamente.
Es importante darse cuenta de que el carácter antisimétrico de la función de ondas de
dos electrones que acabamos de establecer afecta, de hecho, a la totalidad de su estado
cuántico: no sólo a su parte espacial, sino también a su estado de espı́n. Si escribimos
la función de ondas global como el producto de ambas, tenemos entonces dos únicas
posibilidades: Ψ = ψS χA , o bien: Ψ = ψA χS . Téngase en cuenta que estas dos posibilidades
responden a la libertad de orientación del espı́n de ambos electrones, y no se trata ya de
ninguna ambigüedad en la Mecánica Cuántica.
85
Podemos comprender entonces que en el campo de la fı́sica molecular y atómica se dan
funciones de ondas que pueden ser tanto espacial-simétricas ψS como espacial-antisimétri-
cas ψA , que exhiben grandes diferencias de energı́a electrostática. Lo que señala el principio
de antisimetrı́a es que la presencia de las primeras (de mayor energı́a electrostática, co-
mo hemos visto) estará ligada siempre a estados singlete de espı́n, cuando hablemos de
dos electrones. Los estados singlete y triplete de espı́n también acarrean diferencias de
energı́a, debido a la interacción dipolo-dipolo de sus momentos magnéticos, pero éstas
son en general menores que las inducidas por la simetrı́a espacial, a través del campo de
Coulomb.
Por ejemplo, en el átomo de Helio en su estado fundamental tenemos ambos elec-
trones en el estado singlete de espı́n. Por tanto la parte espacial es simétrica (ψS ), y la
energı́a electrostática de repulsión del orbital 1s (con Z = 2) respecto a sı́ mismo ha-
ce que las integrales C y K sean iguales entre sı́, siendo dicha energı́a 2C. El ejercicio
de integración es largo, aún con el orbital 1s, pero manejable, y conduce al resultado:
2C = (5/2) × 13.6 eV = +34 eV . Si añadimos este resultado a la suma ingenua de las
energı́as del estado fundamental de sendos electrones en presencia del núcleo del He, te-
nemos −2Z 2 × 13.6 eV + 34 eV = −108.8 eV + 34 eV = −74.8 eV , que se encuentra en
acuerdo razonable con la energı́a medida del estado fundamental del He, que es: −79.0 eV .
Este ejemplo, que tuvo importancia histórica, pone de manifiesto la exactitud del principio
de antisimetrı́a.
Cuando hablamos de más de dos partı́culas idénticas, las funciones de ondas anti-
simétricas ψA que hemos visto se extienden fácilmente a determinantes formados por los
estados cuánticos individuales. Independientemente, el principio de antisimetrı́a se extien-
de también a las partı́culas con espı́n semientero que se obtienen sumando espines 1/2
(3/2, 5/2, · · · ).
La implicación del principio de antisimetrı́a va mucho más allá de las moléculas y de
los átomos, y afecta a toda la fı́sica. Para comprenderlo, sepamos primero qué partı́culas
tienen espı́n semientero y cuáles tienen espı́n entero. A las primeras se les llama fermiones
y a las segundas bosones, en la literatura 67 .
Son fermiones las partı́culas que usualmente llamamos materia, las más relevantes
entre ellas son:

• el electrón

• los quarks

• el protón y el neutrón, formados por quarks y gluones

Son bosones las partı́culas que usualmente llamamos radiación, y algunas más. Men-
cionaremos algunos de los ejemplos más relevantes:

• el fotón

• el fonón

• el gluón

• los átomos de Helio


67
en reconocimiento al fı́sico italiano Enrico Fermi (1901-1954) y al fı́sico hindú Satyendra Nath Bose
(1894-1974), respectivamente.

86
A los conjuntos de muchas partı́culas idénticas se les llama en la literatura sistemas
fermiónicos o sistemas bosónicos, respectivamente (cuando interaccionan levemente, es
frecuente llamarles también gases de fermiones o bosones). Los bosones no tienen la pe-
culiar propiedad de que su función de ondas invierta el signo en una rotación de 360◦ , y
por tanto las parejas de bosones idénticos están obligadas a tener una función de ondas
totalmente simétrica.
El simple hecho de no estar los bosones obligados a cumplir el principio de exclusión
confiere a dichos sistemas propiedades fı́sicas radicalmente distintas a las de los siste-
mas fermiónicos. Pensemos que, en los primeros, nada impide que todas las partı́culas
del sistema se encuentren es su estado fundamental. Es claro que esto no podrı́a ocurrir
nunca con los electrones de un átomo, pero ası́ ocurre en un láser, formado por muchos
fotones con igual valor de su momento (totalmente monocromático) y de su espı́n. Análo-
gamente se produce, a bajas temperaturas, el fenómeno del Helio superfluı́do, o el de
la superconductividad, que son también expresión de las propiedades de determinados
sistemas bosónicos. Como también el gas de fotones que llena la cavidad de un horno
en equilibrio a temperatura T , y cuya distribución de frecuencia sigue la ley de Planck
(del cual constituye un caso particular el gas de fotones de microondas que llena todo el
universo a 2.7 K).
Como sistemas fermiónicos de interés, además de los átomos y las moléculas, mencio-
naremos los núcleos atómicos, el gas de electrones libres que caracteriza a todos
los metales, el gas de neutrones que gobierna el cálculo de blindajes en los reactores
nucleares, y las estrellas de neutrones en astrofı́sica.

87
Figura 27: a) Funciones de onda unidimensionales proyectadas sobre cada eje, para una
partı́cula encerrada en un cubo de lado L. b) Momento en 3D de la partı́cula encerrada
en el cubo anterior, que se apoya en celdas elementales de lado h/(2L).

23. La partı́cula encerrada en un cubo


Vamos a analizar con la ecuación de Schrödinger un caso cuya simplicidad analı́tica
no disminuye su utilidad y significación, en muchos modelos de interés. Nos referimos a
una partı́cula encerrada entre 6 paredes impenetrables, situadas a una distancia L.
Empecemos por resolver el problema en 1D. La partı́cula se mueve con U (x) = 0 entre
el punto x = 0 y el punto x = L, y podemos considerar que la fuerza F = −∂U/∂x es
infinita (hacia el interior) en los extremos: U (0) = U (L) = ∞. La ecuación de Schrödinger
−~2 ∂ 2 ψ/∂ 2 x = 2mEψ(x) tiene como solución general:

ψ(x) = Ae−ikx + Beikx A, B ∈ C



con k = 2mE/~ > 0. El significado fı́sico de los dos términos anteriores es claro: la
partı́cula viaja simultáneamente hacia la derecha y hacia la izquierda, de acuerdo con el
propagador de Feynman. Las condiciones de contorno son:

ψ(0) = A + B = 0 ψ(L) = Ae−ikL + BeikL = 0

que implica Ae−ikL − eikL = A[−2i sin(kL)] = 0, cuya solución es kn L = nπ con


n = 1, 2, · · · ∞. Por tanto las soluciones normalizadas para los estados estacionarios son:
r
2
ψn (x) = Cn sin (kn x) Cn =
L
RL RL
siendo Cn las constantes que garantizan: 0 |ψn |2 dx = |Cn |2 0 sin2 (nπ/L)dx = 1 ∀n.

88
Las energı́as de los estados estacionarios son:
π 2 ~2 2
En = n n = 1, 2, · · · ∞
2mL2
La energı́a del estado fundamental E1 podrı́a haber sido estimada utilizando el prin-
cipio de indeterminación ∆x∆p ∼ ~, y como era previsible crece infinitamente al acercar
las dos paredes entre sı́ (L → 0). Vemos que los niveles de energı́a son proporcionales
a los cuadrados de los números naturales n2 , y se separan cada vez más. Sin embargo,
su separación en términos relativos al propio valor de la energı́a, se hace infinitamente
pequeña para n → ∞:
En+1 − En (n + 1)2 − n2 2n + 1
= 2
= →0
En n n2
que es acorde con lo esperable en el lı́mite clásico n → ∞, de manera similar a lo
que vimos en el átomo hidrógeno (a pesar del comportamiento opuesto con n2 ). Obser-
vamos que la cuantificación de la energı́a con n2 es en realidad una consecuencia de la
cuantificación del valor absoluto del momento, en múltiplos enteros de una cantidad fija:
|pn | = nπ~/L. Otra forma de decir esto es que la longitud de la cavidad es un mútiplo
entero de la semilongitud de onda de De Broglie de la partı́cula: L = n(λn /2).
En cuanto a las funciones de ondas, son de hecho idénticas a las que tendrı́amos en
el problema de ondas estacionarias en una cavidad, ya que cuando U (x) = 0 la ecuación
de ondas y la ecuación de Schrödinger coinciden en sus soluciones independientes del
tiempo 68 . Es llamativo que, en el estado fundamental, la partı́cula alcanza el máximo de
su densidad de probabilidad en el centro de la cavidad x = L/2, contrariamente a lo que
ocurrirı́a en la Mecánica Clásica si hiciésemos fotografı́as al azar, las cuales se encontrarı́an
uniformemente distribuidas.
La extensión del resultado anterior a 3D es inmediata, en coordenadas cartesianas. La
condición de contorno es ahora que ψ(r) debe anularse en las 6 paredes de la cavidad.
Resulta obvio que podemos construir tales soluciones para los estados estacionarios como:
 3/2
2  n πx 
1
 n πy 
2
 n πz 
3
ψn1 n2 n3 (r) = sin sin sin
L L L L
que corresponden a las energı́as en 3D:
π 2 ~2 2 2 2

En1 n2 n3 = n 1 + n 2 + n3 n1,2,3 = 1, 2, · · · ∞
2mL2
Obsérvese que ahora la energı́a del estado fundamental E111 es 3 veces mayor que
en 1D. Esto era también previsible a partir del principio de indeterminación, pues el
confinamiento en cada una de las 3 direcciones del espacio produce energı́as que se suman.
Es importante enfatizar que ninguno de los 3 enteros puede ser nulo, pues una función
ψ(r) = 0 no estarı́a correctamente normalizada. Vemos también que en 3D cada nivel de
energı́a adquiere una degeneración cuántica que no tenı́a en 1D, ya que existen distintas
ternas (n1 , n2 , n3 ) de enteros con un valor fijo de n2 = n21 + n22 + n23 . La degeneración
aumenta con el valor de n y es un ejercicio interesante calcularla para los enteros más
bajos.
68
nótese que la cuantificación del momento |pn | = nπ~/L es perfectamente relativista, y por tanto las
soluciones obtenidas son también válidas para un fotón (m = 0) encerrado en esa cavidad, si utilizamos la
fórmula relativista para la energı́a: En = nπ~c/L. Esto es interesante, pues las ondas electromagnéticas
estacionarias en la cavidad representan de hecho la función de ondas de ese fotón.

89
Pero el cálculo que resulta más interesante, por su aplicación en la Mecánica Estadı́sti-
ca y en la dispersión de partı́culas elementales, es el que corresponde a la degeneración
cuántica en el lı́mite clásico, cuando ni  1 para todos los números de excitación. El fun-
damento del mismo lo hemos visualizado en la Figura 27, donde se indica cómo los valores
del vector momento p se apoyan en los centros de una rejilla de cubos elementales cuyo
lado es h/(2L), como consecuencia de la cuantificación del momento en cada dimensión,
calculada anteriormente. Aunque sea infinitesimalmente pequeño desde el punto de vista
del cálculo integral, el elemento de volumen en el espacio de momentos d3 p contiene siem-
pre un número finito y muy elevado de estados cuánticos. Este número entero se calcula
de inmediato como el cociente:
d3 p d3 p/8
dN =  3 =  3
h h

2L 2L
El factor 2 en la fórmula anterior es debido a que tenemos 2 signos posibles del momento
en cada eje (± px,y,z ). Téngase en cuenta que es |p| lo que está cuantificado, mientras que
las integrales que necesitan ser calculadas, lo son en el intervalo (−∞, +∞), dentro del
espacio R3 .
Si tenemos en cuenta el volumen V = L3 de la cavidad, la fórmula anterior indica el
número exacto de estados cuánticos por unidad de volumen en d3 p, en el lı́mite clásico
n → ∞:
dN d3 p
= 3
V h
Nótese que todos los resultados obtenidos hasta el momento son 100 % relativistas, pues
se basan de hecho en la longitud de onda de De Broglie de la partı́cula encerrada. Esto
significa que son válidos para cualquier gas de partı́culas ultrarelativistas o semirelativistas
que llenen la cavidad (fotones, positrones, neutrinos, etc). Podemos particularizar ahora
las fórmulas anteriores utilizando una relación energı́a/momento concreta, con el nivel
deseado de aproximación relativista. Por ejemplo, la relación no relativista E = p2 /(2m),
si se trata de moléculas encerradas a temperatura ambiente 69 . Entonces dE = (p/m)dp,
y podemos encontrar el número de estados cuánticos que cada molécula tiene disponibles
en el intervalo de energı́a cinética (E, E + dE).
Traslademos entonces el cálculo anterior a un intervalo infinitesimal del módulo del
momento (p, p + dp). Fijado un valor de la energı́a E, p = |p| está fijado sobre la superficie
esférica p2 = p2x +p2y +p2z = 2mE, y hemos representado en la Figura 27 dos superficies muy
próximas, con momentos p y p+dp. Como el elemento de volumenR en coordenadas esféricas
d3 p = p2 dp dΩ puede ser integrado sobre el ángulo sólido, con dΩ = 4π, obtenemos el
cálculo que buscábamos:
4πV
dN = 3 p2 dp
h
Que, tras sustituir dE = (p/m)dp, arroja nuestro resultado final sobre el número de
estados cuánticos distintos en el intervalo de energı́a cinética (E, E + dE):
4πV 3 1/2 1/2

dN = g(E)dE = 2m E dE
h3
69
para temperaturas suficientemente bajas, necesariamente se rompe la aproximación que estamos
utilizando (ni  1), pues los niveles de excitación se acercarán al estado fundamental. En este caso el
análisis estadı́stico requerirá tener en cuenta el carácter fermiónico o bosónico de estas partı́culas.

90
En la fórmula anterior hemos utilizado la notación estándar g(E)dE para significar la
degeneración cuántica que corresponde al nivel continuo de energı́a (E, E + dE). Nótese
que dN es en realidad un número entero 70 , como puede apreciarse en la Figura 27. Se
trata del número de estados que la molécula puede ocupar, fijado el valor de la ventana
de energı́a dE, siendo g(E) la densidad de estados. Es la contribución de cada partı́cula
a la entropı́a del sistema, cuando tenemos muchas de ellas. Obsérvese que esta cantidad
serı́a infinita en la Mecánica Clásica.

24. El salto de potencial


Consideremos el caso de una partı́cula de masa m que atraviesa una zona donde se
produce un aumento súbito de la energı́a potencial, que salta desde un valor de base
constante U = 0 para x < 0 hasta un valor positivo y constante E0 para x ≥ 0, tal como
se indica en la Figura 28. Esta descripción matemática simple en forma de función escalón
1D se utiliza con frecuencia, a pesar de que la fuerza F = −∂U/∂x es siempre finita y se
extiende sobre una región finita del espacio, de longitud d 6= 0. Una realización práctica
particularmente ilustrativa es la que se produce cuando hacemos incidir un electrón por el
centro de simetrı́a de dos condensadores cilı́ndricos, colocados a distinto potencial, justo
como se indica en la figura, donde queda clara la imposibilidad conceptual de tener d = 0,
debido al necesario aislamiento entre ambos condensadores.
Vamos a resolver la ecuación de Schrödinger para los estados estacionarios suponiendo
d = 0, debido a su simplicidad matemática, aun sabiendo que ello puede introducir algunas
dificultades de comprensión de las soluciones obtenidas, como veremos.
En todos los problemas con potenciales a saltos de este tipo 71 aparecen evidentemente
ondas planas Ae±ikx en las zonas de potencial constante, que pueden extenderse hasta el
infinito. Dado que se trata de funciones ideales, que no son de cuadrado sumable, es
necesario clarificar la interpretación fı́sica que debemos dar al coeficiente A, que es un
número complejo. Su módulo puede asociarse con el flujo φ ≡ v|A|2 = (~k/m)|A|2 de
partı́culas por unidad de tiempo que circulan en el punto x con velocidad v, en el sentido
indicado por el signo del exponente. Nótese la dimensión φ [s−1 ], que se deriva de las
unidades m−1 de |ψ|2 en su interpretación probabilı́stica en 1D. La fase de A no tendrı́a
sentido si la onda plana estuviese aislada, pero lo tiene cuando la onda se encuentra en
combinación lineal con otras, y codifica justamente el desfasaje que estas han adquirido.
Consideremos primero el caso E = ~2 k 2 /2m > E0 , donde la partı́cula incidente tiene
una energı́a cinética superior a E0 . En la Mecánica Clásica, pasarı́a siempre al otro lado.
Para estudiar lo que ocurre en realidad, lo más simple es buscar las soluciones a la ecuación
de Schrödinger para los estados estacionarios Hψ = Eψ, y considerar como condición de
contorno que la partı́cula incide desde el lado izquierdo. También podrı́amos parametrizar
un pulso incidente con un determinado perfil espacial y temporal, y estudiar su evolución
en el tiempo con la ecuación i~∂ψ/∂t = Hψ. En este caso los resultados obtenidos serı́an
más realistas, pues la partı́cula podrı́a ser seguida en el tiempo con una cierta resolución
∆t 6= ∞, como realmente ocurre en el laboratorio, pero dependerı́an del perfil elegido.
En cualquier caso, nos interesa conocer la probabilidad R de que una partı́cula rebote
en sentido contrario, cuando su energı́a sea superior a la altura del escalón, en el lı́mite
en que su energı́a es perfectamente conocida (∆E → 0).
70
estrictamente, corresponde a la parte entera de la expresión anterior.
71
piece-wise potentials, en inglés.

91
Figura 28: Ejemplo real de un salto de potencial creado por dos condensadores cilı́ndricos
consecutivos, el primero a tierra y el segundo a un potencial V respecto al anterior. El
electrón incide sobre el eje de simetrı́a, donde el campo eléctrico total (flechas amarillas)
es nulo. Debido al necesario aislamiento, es inevitable la caı́da del potencial sobre una
cierta distancia d 6= 0.

Designando como ψ1,2 las soluciones de Hψ = Eψ en el lado izquierdo (x < 0) y


derecho (x > 0), respectivamente, la solución general es:

ψ1 = Aeik1 x + Be−ik1 x ψ2 = Ceik2 x A, B, C ∈ C


√ p
siendo k1 ≡ 2mE/~ y k2 ≡ 2m(E − E0 )/~. Se comprende fácilmente que, por
consistencia con la condición inicial que hemos supuesto de que la partı́cula incide desde
el lado izquierdo, no es admisible incluir en la solución una onda De−ik2 x que se propaga
de derecha a izquierda en el lado derecho. En este planteamiento, es claro que el coeficiente
A debe ser considerado como un dato del problema, que representa el flujo de partı́culas
inicidentes, y que los números complejos B y C deben poder expresarse unı́vocamente en
función de A. La indefinición global de la fase de ψ nos permite tomar A ∈ R.
De acuerdo con nuestra anterior discusión sobre el flujo, resulta evidente cómo debemos
calcular la probabilidad de reflexión R:

|B|2
R=
|A|2

La forma de calcular B y C es simple: tanto ψ como ∂ψ/∂x deben ser continuas en


R, y en particular en x = 0:
∂ψ1 ∂ψ2
ψ1 (0) = ψ2 (0) (0) = (0)
∂x ∂x
Por tanto:
A+B =C ik1 A − ik1 B = ik2 C (75)
de donde se deduce:
   
k1 − k2 2k1
B= A C= A
k1 + k2 k1 + k2

92
Valores que nos conducen a la probabilidad de reflexión:
 2 p !2
k1 − k2 1 − 1 − (E0 /E)
R= = p (76)
k1 + k2 1 + 1 − (E0 /E)
Podrı́amos haber definido también un coeficiente de transmisión T (probabilidad de
que la partı́cula pase al otro lado), teniendo en cuenta en este caso el descenso de velocidad
(k2 < k1 ) para evaluar el flujo. Puede comprobarse fácilmente que esta probabilidad es la
complementaria de la anterior, como era de esperar:
k2 |C|2
T = =1−R
k1 |A|2
Esta expresión se ha representado gráficamente en la Figura 29(b) en función de la
energı́a. Podemos observar que la fórmula (76) es simétrica frente al intercambio k1 ↔ k2 .
Esto nos está diciendo que si hubiésemos planteado la condición inicial como una partı́cula
que incide desde el lado derecho, habrı́amos obtenido el mismo resultado (como puede
comprobarse fácilmente). Sin embargo, ambas situaciones con fı́sicamente distintas: no es
lo mismo que el campo eléctrico actúe en contra del movimiento frenando a la partı́cula,
que acelerándola, en sentido contrario. La probabilidad de rebotar hacia atrás, en cualquier
caso, es la misma, como hemos demostrado. En realidad, un proceso es el reverso en el
tiempo del otro. Nótense los lı́mites R ∼ (E0 /4E)2 → 0 para E → ∞ y R → 1 para
E → E0 .
Aunque el caso electromagnético es el ejemplo más claro para el escalón de potencial,
existen otros casos muy relevantes. Por ejemplo, la caı́da (o subida) de potencial puede
ser debida a la energı́a nuclear. Podrı́a tratarse de un neutrón que incide sobre un núcleo
de gran tamaño, que ejerce una fuerza atractiva sobre él sólo en la superficie. Entonces
el carácter ondulatorio del neutrón le fuerza a rebotar hacia atrás con una probabilidad
calculable con la fórmula (76) si conocemos la caı́da de potencial en MeV.
Vamos a discutir ahora una situación paradójica que se produce cuando llevamos el
cálculo anterior hacia el lı́mite clásico. El cociente (76) puede expresarse también como
R = [(v1 − v2 )/(v1 + v2 )]2 , y depende únicamente de la reducción en velocidad, siendo
independiente de ~. Por tanto, serı́a también válido en el lı́mite ~ → 0. Y esto es absurdo,
pues la probabilidad no nula de rebotar está indudablemente asociada con el carácter
ondulatorio de la partı́cula, cuya λ de De Broglie es proporcional a ~.
La explicación de la paradoja anterior hay que buscarla en el carácter ideal de haber
supuesto una fuerza infinita en x = 0, con objeto de simplificar matemáticamente el pro-
blema. Si hubiéramos supuesto una distancia d 6= 0 finita con un perfil concreto para la
caı́da de potencial (lineal o no), como se indica en la Figura 28, y resuelto la ecuación
Hψ = Eψ para los estados estacionarios, el resultado para R dependerı́a explı́citamente
de ~, e irı́a a cero en el lı́mite clásico: R → 0 para ~ → 0 72 .
Podemos sin embargo seguir utilizando la fórmula (76) para el escalón de potencial
en la Mecánica Cuántica, a condición de admitir que d 6= 0 siempre, y de mantenernos en
el lı́mite cuántico, lo cual exige que la longitud de onda de De Broglie λ de la partı́cula
incidente debe ser igual o superior a la distancia d:
λ&d
72
el cálculo puede encontrarse, para dos perfiles concretos de caı́da de potencial, en el libro “Quantum
Mechanics” de L. D. Landau y E. M. Liftshitz, Butterworth-Heinemann (1977).

93
U (eV) 6 1.0 T
0.8
0.6
3
0.4
0.2
0
-5 0 5 1 2 3
X (Å) E / E0

Figura 29: a) Función de ondas (real) ψ1 (azul) y ψ2 (rojo) de un electrón de energı́a


cinética E = 3 eV que incide sobre un escalón de potencial de altura E0 = 6 eV . La función
de ondas adquiere un desfasaje de φ = −45 ◦ respecto a la que incidirı́a sobre un escalón
de altura infinita E0 → ∞ (verde). Se indica la escala de longitud en Å. La función
de ondas no se mide en unidades de energı́a, y se ha dibujado en una escala vertical
puramente indicativa. b) Comportamiento de la probabilidad de transmisión T = 1 − R
en función de la energı́a (azul) para el escalón de potencial anterior, según la expresión
(76). Se ha dibujado también (naranja) la predicción de la Mecánica Clásica en las mismas
condiciones.

Evidentemente, es muy difı́cil que la relación anterior pueda verificarse para cuerpos
macroscópicos cuya λ sea enormemente corta, pues ello exigirı́a una precisión inverosı́mil
a la hora de establecer la distancia d en el laboratorio.
Consideremos ahora el caso de que la energı́a de la partı́cula sea inferior a la altura
del escalón, E < E0 . La solución general de Hψ = Eψ solo difiere de la anterior en la
presencia de una función exponencial real decreciente en el lado derecho:

ψ1 = Aeikx + Be−ikx ψ2 = Ce−αx A, B, C ∈ C (77)


p √
ya que ahora en el exponente figura α ≡ 2m(E0 − E)/~ > 0, y llamamos k ≡ 2mE/~.
La aplicación de las condiciones de continuidad (75) conduce a las relaciones:
   
ik + α 2ik
B= A C= A
ik − α ik − α

Obsérvese que ahora los números complejos B y C han adquirido una fase con respecto
a A, y que la partı́cula puede residir en el lado derecho, que es clásicamente prohibido. Sin
embargo, el cálculo detallado de la probabilidad de reflexión R revela que esta es siempre
100 %, como clásicamente se esperarı́a:
2
|B|2 ik + α k 2 + α2

R= = = =1
|A|2 ik − α k 2 + α2

94
El desfasaje que se produce en la onda reflejada es un recuerdo matemático del tiempo
que demora la partı́cula en la zona prohibida, cuando ∆t 6= ∞. Hemos dibujado en azul
la superposición entre la onda incidente y la onda reflejada en la Figura 29(a), calculada
ası́:
ik + α  −ikx 2iA
ψ1 (x) = Aeikx +

Ae = kcos(kx) − αsin(kx)
ik − α (ik − α)
La superposición es una función real, ya que la fase global es irrelevante. Puede expre-
sarse como una función seno desfasada 73 en un ángulo φ unı́vocamente determinado:
2iA −k
ψ1 (x) = sin(kx + φ) Tan φ =
(ik − α) α

25. La barrera de potencial


Vamos a considerar ahora el caso en que, tras el salto de potencial, este retorna a su
valor de base U = 0 a una cierta distancia a. Esta situación cambia radicalmente las cosas,
y las propiedades cuánticas del sistema pasan a ser observables de forma espectacular. Este
perfil se conoce generalmente como barrera de potencial de anchura a. Es decir, U (x) = 0
para x < 0, U (x) = E0 para 0 < x < a y U (x) = 0 para x > a.
Como en el caso del simple salto, tenemos dos posibilidades bien diferenciadas: que
la energı́a cinética E sea superior a la altura de la barrera E > E0 , o inferior E < E0 .
Nótese que en todo lo que vamos a tratar a continuación, el valor de E0 puede ser positivo
(E0 > 0) o negativo (E0 < 0), ya que no utilizaremos la información del signo, a pesar de
que en la representación gráfica elegiremos la barrera positiva.
Desde el punto de vista matemático, ambos casos son idénticos, con la única dife-
rencia de que, como ya hemos visto, la solución general en el tramo donde sea E < E0
son exponenciales
p reales e± αx en lugar depser exponenciales complejas e± ik2 x , con los va-
lores α ≡ 2m(E0 − E)/~ > 0 y k2 ≡ 2m(E − E0 )/~ > 0 de antes. Es evidente que
α = ik2 , y dado que estamos tratando con númeors complejos para los coeficientes, pode-
mos pasar inmediatamente de la solución del caso E > E0 a la del caso E < E0 realizando
la sustitución anterior en las funciones obtenidas. No obstante, el significado fı́sico de las
soluciones es completamente distinto, dando lugar a fenómenos de muy distinto tipo, como
veremos.
La estructura matemática que vamos a tratar es general, y puede extenderse fácilmente
a un conjunto de barreras de potencial encadenadas en tramos sucesivos. Como en cada
tramo la energı́a potencial es constante, la solución general de la ecuación de Schrödinger
consta de dos términos con dos coeficientes complejos (como hemos visto en el escalón).
Cada nueva barrera introduce dos nuevas ecuaciones de ligadura, que son la continuidad
de ψ y de ∂ψ/∂x en el nuevo punto frontera. Por tanto, siempre tenemos un sistema lineal
de números complejos (los coeficientes), que presenta solución única. Desde el punto de
vista técnico, basta invertir una matriz compleja N×N para tener la función de ondas
(módulo y fase) en todos los puntos del espacio.
Tomemos como referencia el caso E > E0 , y dividamos el espacio (−∞, +∞) en 3
tramos: x < 0, 0 < x < a, y x > a con función de ondas ψ1,2,3 . La solución general es:

ψ1 = A0 eik1 x + Ae−ik1 x ψ2 = Beik2 x + Ce−ik2 x ψ3 = Deik1 x (78)


73
téngase en cuenta la expresión sin(α + β) = sinα cosβ + cosα sinβ

95
U(eV)

n=1

0 10 X(Å)
Re ψ Im ψ

Figura 30: Parte real y parte imaginaria de la función de ondas de un electrón que incide
con E = 4.3761 eV (valor resonante con n = 1) sobre una barrera de potencial de altura
E0 = 4 eV y anchura a=10Å. Nótense los 4 puntos (en rojo) donde se ha aplicado la
condición de continuidad de ψ y ∂ψ/∂x indicada en (79).

donde A0 ∈ R es el dato que corresponde al flujo√incidente desde p el lado izquierdo


(condición inicial). Los números de ondas son: k1 = 2mE/~ y k2 = 2m(E − E0 )/~.
El sistema lineal para los coeficientes complejos A, B, C, D queda determinado por las 4
ecuaciones de continuidad:
∂ψ1 ∂ψ2 ∂ψ2 ∂ψ3
ψ1 (0) = ψ2 (0) (0) = (0) ψ2 (a) = ψ3 (a) (a) = (a) (79)
∂x ∂x ∂x ∂x
que conducen a las ecuaciones:
A0 + A = B + C ik1 A0 − ik1 A = ik2 B − ik2 C
(80)
Beik2 a + Ce−ik2 a = Deik1 a ik2 Beik2 a − ik2 Ce−ik2 a = ik1 Deik1 a

Este sistema lineal presenta solución única, que hemos representado en la Figura (30)
para un valor concreto de la energı́a E, de la distancia a, de la altura E0 , y de la masa m.
Sin proceder a una inversión formal de la matriz 4 × 4 de dicho sistema lineal, podemos
focalizar nuestra atención en el coeficiente D para determinar el coeficiente de transmisión,
o probabilidad de que la partı́cula pase al otro lado de la barrera, que según la definición
que hemos dado del flujo, viene dada por la expresión:

|D|2 DD∗
T = = (81)
|A0 |2 |A0 |2
Obsérvese que la velocidad en el último tramo es exactamente igual a la velocidad
incidente, como reflejan los valores iguales de k1 en la solución general (78), que expresan
la conservación de la energı́a.
Para obtener D, basta combinar las dos ecuaciones de la primera fila en (80) en una
sola:
2k1 A0 = (k1 + k2 )B − (k2 − k1 )C (82)
96
1
T
2 3 4

0.5
n=1

E / E0

1.0 1.5 2.0 2.5 3.0


Figura 31: Probabilidad de transmisión para una barrera de potencial en función del co-
ciente E/E0 , según la fórmula (84). Los datos corresponden a la barrera de la Figura 30.
Se indican las resonancias más bajas n = 1, 2, 3 y 4, y en amarillo la diferencia que se
produce respecto a la Mecánica Clásica.

y utilizarla para expresar el segundo par de ecuaciones en la forma:


k1 + k2 ik1 a −ik2 a k2 − k1 ik1 a ik2 a
B= De e C= De e (83)
2k2 2k2
La sustitución de B y C en la ecuación (82) nos permite una determinación unı́voca
del número complejo D:
 
4k1 k2 A0 = (k1 + k2 )2 e−ik2 a − (k2 − k1 )2 eik2 a Deik1 a

Multiplicando la expresión anterior por su conjugada aislamos el producto DD∗ y el


coeficiente de transmisión se expresa según (81) como una función seno:
1
T = (84)
sin2 (k2 a)
1+  
E E
4 −1
E0 E0

La expresión obtenida tiene un profundo significado fı́sico. En la Mecánica Clásica, la


partı́cula pasarı́a siempre al otro lado con probabilidad 100 % (T = 1) con total indepen-
dencia del valor de la energı́a E > E0 . Sin embargo lo que vemos es que la probabilidad
pasa por un conjunto de máximos y mı́nimos, fenómeno que se conoce en la literatu-
ra como transmisión resonante. Es claro que los máximos con T = 1 se producen en
los ceros de la función seno: k2 a = nπ, con n = 1, 2, · · · ∞, donde k2 = 2π/λ recoge la
información de la longitud de onda λ de la partı́cula dentro de la barrera.

97
Por tanto tenemos una condición de resonancia bien fácil de memorizar, que la anchura
de la barrera sea un múltiplo entero de la semi longitud de onda de De Broglie:
λ
a=n n = 1, 2, · · · ∞
2
Lo significativo de este fenómeno no es el hecho de que la partı́cula pase adelante (como
ocurre en la Mecánica Clásica), sino la fuerte dependencia con el valor de la energı́a que
adquiere la probabilidad de transmisión, representada en la Figura 31 . Lo que se produce
es una resonancia entre la longitud de onda de De Broglie y las dimensiónes del obstáculo
que la partı́cula atraviesa, supuesto que ambos sean del mismo orden de magnitud. El caso
de mayor importancia se produce cuando el obstáculo lo constituyen átomos individuales,
y la partı́cula es un electrón con energı́a en el entorno del eV. Naturalmente, si el obstáculo
se repite periódicamente (como en una red cristalina), el fenómeno se verá aún reforzado.
La función (84), que hemos representado en la Figura 31 , presenta máximos locales
(resonancias) para los valores enteros n = 1, 2, · · · ∞, y también mı́nimos locales cuando el
argumento del seno pasa por múltiplos de π/2. La curva no es universal como función de
E/E0 , sino que depende crı́ticamente de la masa m de la partı́cula y de la anchura de la
barrera. Obsérvese que la precisión para obtener un valor resonante de la energı́a es cada
vez menor al aumentar n, al ser los valores T ≈ 1 ya insensibles al valor de la energı́a. El
valor de λ es tan pequeño que resulta difı́cil precisar si se produce la resonancia o no. En
otras palabras, para valores altos de n se pone a prueba la precisión con que la longitud a
es conocida. Debido a la imposibilidad intrı́nseca de tener un salto vertical (d 6= 0), dichos
valores altos de n son difı́cilmente observables, en cualquier sistema fı́sico.
En la transmisión de la corriente eléctrica por sólidos y lı́quidos se dan estas resonancias
en función del voltaje. El histórico experimento de Davisson y Germer en 1923, que
supuso la primera evidencia de la longitud de onda de De Broglie, puede considerarse
el mejor ejemplo de la idea anterior de transmisión resonante. Se produce aquı́ la ley
de Bragg: nλ = 2 acos θ en una red cristalina con ángulo de incidencia normal θ, siendo
acos θ la distancia interatómica proyectada sobre el camino del electrón. En este caso
(2D) la onda resonante no es transmitida, sino redireccionada sobre un ángulo θ igual al
de incidencia, debido a la reflexión del electrón sobre todos los planos paralelos de átomos.
El análisis detallado en 2D, considerando al electrón como una onda, confirma lo anterior.
La resonancia sobre obstáculos individuales se observa con mayor claridad en la con-
ducción eléctrica por gases nobles, debido al aislamiento de los átomos y a la rápida caı́da
del campo eléctrico en su exterior. Ramsauer y Townsend observaron ya en 1922 una
resonancia muy significativa a 0.9 eV en la conducción por Xenon, cuya comprensión fue
un desafı́o y un elemento precursor en el desarrollo temprano de la Mecánica Cuántica.
En estos casos, es importante comprender que la fórmula (84) se verifica igualmente
para valores negativos de E0 , que son los que aproximan adecuadamente en 1D el potencial
eléctrico creado por un átomo individual (siendo a su diámetro). Y también, en otra escala
de longitud (el f m), el potencial nuclear creado por un núcleo.
Aunque hemos focalizado nuestro estudio en la transmisión resonante de la barrera de
potencial con E > E0 (valor de D en la expresión (78)), puede también interesarnos el
valor del coeficiente A (módulo y fase) que gobierna la onda reflejada. No ofrece dificultad
obtenerlo, tras una manipulación del sistema lineal similar a la anterior. Su valor es:

(k12 − k22 ) sin(k2 a)A0


A=
(k12 + k22 ) sin(k2 a) + 2ik1 k2 cos(k2 a)
98
26. El efecto túnel
Consideremos ahora el caso en que la partı́cula incidente sobre la barrera de potencial
de anchura a tiene energı́a inferior: E < E0 . Desde el punto de vista matemático, no hay
diferencia esencial respecto al caso E > E0 , como ya hemos comentado. Toda la diferencia
estriba en el hecho de que, ahora,
p el número de ondas k2 se hace imaginario, y podemos
seguir llamando α ≡ ik2 = 2m(E0 − E)/~ a la constante positiva de la exponencial
real, como ya hicimos con el escalón de potencial. La diferencia fı́sica fundamental es que
ahora la partı́cula puede pasar sin retorno a la zona con x > a, ya que el potencial ha
caı́do de nuevo a U = 0 y la partı́cula puede retener la totalidad de su energı́a cinética E
penetrando al otro lado. Este fenómeno se denomina efecto túnel en la literatura.
Reescribamos la solución general (78) de Hψ = Eψ en las 3 zonas, introduciendo el
parámetro α (y suprimiendo el subı́ndice de la onda incidente k ≡ k1 ):
ψ1 = A0 eikx + Ae−ikx ψ2 = Be−αx + Ceαx ψ3 = Deikx (85)
A diferencia del caso anterior con E > E0 , el hecho de que la partı́cula incidente desde
el lado izquierdo pueda ahora pasar al otro lado, con amplitud D, se opone radicalmente
a la Mecánica Clásica. El significado fı́sico del flujo en las ondas planas nos permite
determinar sin ambigüedad el valor de la probabilidad de transmisión:
|D|2 DD∗
T = =
|A0 |2 |A0 |2
Por claridad, vamos a escribir de nuevo la ecuaciones que expresan la continuidad de
ψ y de ∂ψ/∂x en los puntos x = 0 y x = a:
A0 + A = B + C ikA0 − ikA = −αB + αC
(86)
Be−αa + Ceαa = Deika −αBe−αa + αCeαa = ikDeika
La inversión del sistema lineal 4 × 4 determina unı́vocamente las constantes complejas
A, B, C, D ∈ C. En la Figura 32 hemos representado la función de ondas (85) en los 3
tramos, con la solución única obtenida. Los coeficientes pueden obtenerse repitiendo los
pasos realizados en las ecuaciones con E > E0 . Si lo que nos interesa es el coeficiente D,
que determina la probabilidad de transmisión, llegamos sin dificultad a la relación:
−4ikαA0 = (k − iα)2 e−αa − (k + iα)2 eαa Deika
 

Damos también, por completitud, la expresión obtenida para A en este caso:


(k 2 − α2 ) sinh(αa)A0
A=
(k 2 + α2 ) sinh(αa) − 2ikαcosh(αa)
No es ninguna sorpresa que en el paso de E > E0 a E < E0 tengamos que reemplazar
las funciones seno y coseno por el seno hiperbólico y el coseno hiperbólico, como conse-
cuencia de la relación α ≡ ik2 74 . Volviendo a la probabilidad de transmisión, la expresión
final para T es:
1
T = (87)
sinh2 (αa)
1+  
E E
4 1−
E0 E0
99
Figura 32: Función de ondas de un electrón con E = 8 eV que tiene efecto túnel sobre una
barrera de potencial de anchura a = 2Å y altura E0 = 10 eV . Se ha representado su valor
en el plano complejo (Re ψ, Im ψ), en función de la distancia x recorrida por el electrón.
La función ψ2 (x) en el interior de la barrera se encuentra limitada por los 4 puntos de
continuidad de ψ y ∂ψ/∂x en x = 0 y x = a, determinados analı́ticamente por el sistema
lineal (86). La probabilidad de transmisión es T = 0.136. El código de color evoluciona
con la fase. Obsérvese su valor aproximadamente constante en el lado izquierdo, donde la
función es casi real, como consecuencia de la intensa onda reflejada.

La expresión anterior está gobernada por la cantidad adimensional αa. Para valores
de E/E0 que no sean ni muy próximos a cero (E 6→ 0), ni muy próximos a uno (E 6→ E0 ),
que se cumplen en todos los casos de interés práctico, la probabilidad de transmisión se
aproxima de forma excelente a una simple exponencial:
 
E E
T ' 16 1− e−2αa ' e−2αa
E0 E0
La cantidad ~α > 0 se denomina en la literatura momento imaginario, ya que repre-
senta el módulo del valor imaginario del momento que la partı́cula tiene sobre la barrera
(con energı́a cinética negativa). La aproximación T ∼ e−2αa nos ofrece la posibilidad de
calcular la probabilidad de penetración a través de una barrera de potencial cuyo perfil
no sea rectangular, sino arbitrario, definido por la función U (x).
Basta imaginarnos, en este caso, que la partı́cula atraviesa una multiplicidad de ba-
rreras rectangulares muy estrechas (anchura dx), en intervalos sucesivos (x, x + dx). Es
natural asociar la probabilidad de atravesar N barreras sucesivas con el producto de las
probabilidades de cada una:

T ' e−2α1 (x)dx · e−2α2 (x)dx · · · = e−2 α1 (x)+α2 (x)+··· dx (88)
Designemos como x1 y x2 los dos puntos en que se inicia y termina la barrera, definidos
por la ecuación U (x) = E, tal como se indica en la Figura 33. Estos puntos se llaman
puntos de retroceso en la Mecánica Clásica, donde se atribuye erróneamente a la partı́cula
una velocidad nula (inaccesible en realidad).
74
téngase en cuenta las propiedades i sin(ix) = sinhx y cos(ix) = coshx.

100
Figura 33: Puntos de retroceso (x1 , x2 ) para el cálculo de la penetración por una barrera
de potencial con perfil dado por la función U (x), siendo E la energı́a de la partı́cula. La
barrera se aproxima por un conjunto de ellas muy estrechas, y se utiliza la integral de
Riemann del momento imaginario.

Dividamos el intervalo x2 − x1 en N subintervalos iguales con dx = (x2 − x1 )/N . En-


tonces el exponente anterior corresponde a la integral de Riemann de la función continua
α(x) en el intervalo (x1 , x2 ), en el lı́mite N → ∞. Esta función nos indica el momento
imaginario en cada punto. Por tanto la probabilidad de penetración de una partı́cula de
energı́a cinética E a través de la barrera definida por U (x) es:
R √
− 2 x2 2m(U (x)−E)dx
T ' e ~ x1 (89)
Es interesante reconocer en la integral sobre el momento imaginario la acción reducida
que corresponde a la propagaciónR xde la partı́cula
R x2con una trayectoria de velocidad constan-
2
te a través de la barrera: S0 = x1 p(x)dx = i x1 ~α(x)dx. Lo que ocurre, evidentemente,
es que la acción se ha hecho imaginaria. En consecuencia el propagador de Feynman que
corresponde a la amplitud de esta trayectoria es ahora real (i · i = −1). Debemos asociar
la probabilidad de transición con el módulo cuadrado de la amplitud. Por tanto:
2 2
T ' e−iEt/~ eiS0 /~ = e−2|S0 |/~

que coincide con la expresión (89), directamente deducida ahora a partir de los prin-
cipios de la Mecánica Cuántica, sin la larga derivación anterior utilizando la ecuación de
Schrödinger.
Nótese el origen del factor 2 en el exponente (crı́tico en cualquier aplicación numérica),
enraizado en la interpretación probabilı́stica del cuadrado de la función de ondas |ψ|2 . Por
supuesto, esto incluye el caso particular de la barrera rectangular:
T ' e−2αa
Se comprende también que se trata de una expresión aproximada, pues la integración
sobre la trayectoria “clásica” anterior, de velocidad constante, es sólo una (la más próxima
a la Mecánica Clásica) de las que requerirı́a la integral de caminos que vimos en (19). Re-
sumiendo, el efecto túnel consiste en que una partı́cula incidente con energı́a E sobre una
barrera de potencial impenetrable en la Mecánica Clásica (E < E0 ) puede ser observada
al otro lado de la barrera, con una probabilidad calculable.
101
Obsérvese que en el cálculo de dicha probabilidad, conducente a la fórmula (87), hemos
utilizado los estados estacionarios de la ecuación de Schrödinger, con energı́a bien definida
(∆E = 0). Pero pensemos que los estados estacionarios carecen de toda resolución tem-
poral (∆t = ∞), y por tanto no tiene estrictamente sentido hablar de partı́cula incidente
desde la izquierda, pues no podemos distinguir entre antes y después. Recuérdese que la
condición de incidencia desde la izquierda se representó en el cálculo como una condición
de contorno sobre la ecuación diferencial Hψ = Eψ. Los estados estacionarios representan
el caso lı́mite ideal de una partı́cula incidente cuyo tren de ondas es infinitamente largo.
Lo que en realidad tenemos tı́picamente en el laboratorio es algo similar a tres con-
densadores cilı́ndricos como los representados en la Figura 28, donde el último se ha
colocado de nuevo a tierra. La partı́cula puede producir una señal electrónica que dis-
para un reloj dentro del primer condensador y otra que lo para (hipotéticamente) en el
último (∆t 6= ∞), después de tener efecto túnel. El estado estacionario nos ha permitido
aproximar matemáticamente esta situación, suponiendo por simplicidad que ∆t → ∞.
La evolución en el tiempo de un pulso incidente con ∆t 6= ∞ también puede ser anali-
zada numéricamente con la ecuación de Schrödinger i~∂ψ/∂t = Hψ, aunque no lo haremos
aquı́. Simplemente diremos cuál es el resultado: el pulso incidente se distorsiona al llegar
a la barrera, y se divide en dos, que se alejan mutuamente. Uno de ellos regresa en sentido
contrario (con el signo cambiado), y el otro pasa hacia adelante, con una amplitud redu-
cida. Es evidente que la partı́cula real de masa m no puede dividirse de la misma manera
que su función de ondas. Durante el tiempo que sea necesario, la partı́cula coexiste en
ambos lados de la barrera, hasta que se produce el colapso de la función de ondas como
resultado de un experimento, y la partı́cula es observada sólo en uno de los dos lados, con
la probabilidad que hemos calculado.
Destacaremos cuatro aspectos clave del efecto túnel:

• La conservación estricta de la energı́a. La partı́cula que pasa al otro lado retiene


el 100 % de su energı́a total E. Una imagen común del efecto túnel es decir que la
partı́cula toma “prestada” de las fluctuaciones cuánticas la energı́a necesaria ∆E
para superar la barrera, durante un corto intervalo de tiempo ∆t, según el principio
de indeterminación ∆E∆t ∼ ~. Pasado este tiempo, la energı́a es “devuelta” y su
valor inicial restaurado. Esta imagen resulta útil, aunque no describe en absoluto la
situación con el estado estacionario, donde ∆E = 0.

• Su carácter enteramente relativista, a pesar de que hayamos utilizado la forma no


relativista del momento imaginario. Piénsese que la onda relativista de De Broglie
se propaga como una exponencial real, tal como hemos visto en el cálculo.

• La dependencia exponencial con el producto del momento imaginario y la anchura de


la barrera (2αa), que es caracterı́stica del mismo. A igual distancia, se produce una
fuerte supresión al aumentar la masa m de la partı́cula (lı́mite clásico). Para elec-
trones, el efecto se produce tı́picamente en la escala nanométrica, y para nucleones,
en la escala femtométrica.

• El carácter reversible de la probabilidad de transmisión dada por la fórmula (87).


Se habrı́a obtenido la misma expresión con la partı́cula incidente sobre la barrera
desde el lado derecho, aún siendo la barrera asimétrica derecha/izquierda. Esto es
una consecuencia de la reversibilidad temporal que presenta la Mecánica Cuántica.

102
El efecto túnel juega un papel central en numerosos dispositivos tecnológicos cuyo
fundamento cuántico es bien comprendido, y que comentaremos a continuación. Algunos
de ellos se encuentran en la frontera del avance en I+D, como la fusión nuclear controlada.
También juega un papel reconocido el efecto túnel en el campo de la bioquı́mica molecular,
en relación, entre otros temas, con la fotosı́ntesis y la respiración celular. Se ha señalado
asimismo su papel clave en la sı́ntesis primordial de importantes moléculas prebióticas en
astroquı́mica 75 .
Como ejemplo de los temas clásicos de efecto túnel en fı́sica citaremos los siguientes,
tratados, a nivel de introducción, en ejercicios especı́ficos del curso:

• La emisión de partı́culas α. Por su importancia, la discutiremos aquı́ en cierto


detalle, y puede servir como modelo a todos los demás casos. Esclarecida por G.
Gamow en 1928, es uno de los hitos principales de la Mecánica Cuántica.

• El microscopio electrónico de efecto túnel. Los electrones libres de un metal,


que se encuentran atrapados en el mismo en un escalón de potencial (cuyo salto es la
función de trabajo w0 ), pueden ser extraı́dos por la aplicación externa de un campo
eléctrico muy intenso. Permite observar con nitidez el tamaño y la estructura de los
átomos en su superficie.

• Los diodos y transistores de emisión de campo. Permiten la conmutación de


corrientes a frecuencias muy elevadas en determinados semiconductores, no estando
limitados por el fenómeno de la difusión (como los diodos normales), sino por la
frecuencia cuántica de De Broglie. Se trata de un campo amplio, con múltiples
implicaciones en las tecnologı́as de muy alta escala de integración (VLSI), como,
por ejemplo, en los dispositivos móviles.

• La oscilación de la molécula NH3 . El átomo de Nitrógeno no podrı́a pasar al


otro lado del triángulo formado por los átomos de hidrógeno, pero lo hace y regresa
con una frecuencia muy estable. Sirve como ejemplo del desdoblamiento de niveles
del estado fundamental que se produce en potenciales con dos mı́nimos simétricos,
separados por una barrera de potencial. Este tipo de potenciales se repiten en toda
la fı́sica.

• La creación de pares electrón-positrón. Este fenómeno admite una interpre-


tación como efecto túnel, donde los electrones son extraı́dos no de un metal, como
en el caso del microscopio, sino del vacı́o. El campo eléctrico lo proporciona aquı́
la ley de Coulomb, evaluada, por ejemplo, en la superficie de un núcleo. El cálculo
matemático de la probabilidad de creación resulta idéntico al del microscopio. El
positrón se interpreta como el hueco dejado por el electrón en el vacı́o.

• El fenómeno de la fusión termonuclear, y el de la nucleosı́ntesis estelar, que


gobierna la producción primordial de núcleos pesados en las estrellas de mayor masa.
Las estrellas mismas serı́an inviables de no ser por el efecto túnel, ya que la repulsión
eléctrica entre los núcleos impedirı́a la fusión. En cuanto al formalismo, es idéntico
al de la emisión de partı́culas α, pues se trata de su reverso en el tiempo.

75
véase por ejemplo el artı́culo “Quantum Tunnelling to the Origin and Evolution of Life”, F. Trixler
(2013), https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24039543.

103
La vida media de los emisores α
Muchos núcleos pesados son emisores de partı́culas α 76 , como parte del fenómeno de
la radiactividad natural. Sin entrar en un tratamiento detallado en fı́sica nuclear, tiene
sentido considerar que la partı́cula α preexiste dentro del núcleo antes de la emisión,
especialmente en el caso de los emisores con un número par de nucleones. Cada isótopo
emisor α está caracterizado por dos cantidades medibles con gran precisión: su vida media
τ y la energı́a cinética Eα de la partı́cula α. Mientras las primeras presentan un enorme
rango de variación, que va desde el microsegundo hasta los miles de años, los valores de
Eα se encuentran en el rango de una decena de MeV, no muy lejano de las energı́as que
tienen dentro del núcleo. Cuando la vida media es muy corta, un mol de emisor tiene una
enorme actividad nuclear, es decir, emite muchas partı́culas α por minuto (y resulta muy
peligroso). La actividad nuclear λ ≡ 1/τ se mide en s−1 .
Las grandes variaciones observadas en la actividad de los emisores α eran ya conocidas
en la década de 1920, junto con las energı́as Eα , gracias sobre todo a las medidas realizadas
por Geiger y Nutall 77 . Estos autores habı́an establecido una relación empı́rica entre√ambas
cantidades, que consistı́a en una dependencia lineal entre el logaritmo de λ y 1/ Eα , la
llamada ley de Geiger-Nutall, pero esta ley no podı́a ser comprendida con la fı́sica de la
época. En la Figura 34 recogemos datos actuales que muestran la exactitud de dicha ley
con los isótopos pares del Uranio, del Polonio y del Radio, que analizaremos después.
No sólo dicha ley no era comprendida, sino que, cuando se incorporaban los datos de
las medidas de los radios nucleares R (en fm) a los fı́sicos se les planteaba una paradoja
irresoluble en base a las leyes de la Mecánica y al principio de conservación de la energı́a.
Estas medidas de R se lograban gracias al método introducido por Rutherford, consistente
en dispersar precisamente partı́culas α de distintas energı́as sobre los núcleos, y observar
la energı́a lı́mite (máxima) en que éstas eran absorbidas por el núcleo. Se comprende
fácilmente que el parámetro de impacto coincide en este caso con el valor de R.
Para entender la mencionada paradoja, podemos tomar como referencia los datos con-
cretos del isótopo 238 U , que tiene un radio R ≈ 30f m 78 y un valor medido Eα ≈ 4.2 MeV.
La ley de Coulomb arroja la siguiente energı́a potencial para la partı́cula α que se
encuentra en el exterior del núcleo, a una distancia r ≥ R del centro del mismo:

1 2Ze2
U (r) =
4π0 r
76
la partı́cula α es el núcleo del átomo de Helio, y está formada por dos protones y dos neutrones.
77
H. Geiger llevó a cabo en 1909 con E. Marsden el famoso experimento de la lámina de Oro que puso
de manifiesto la existencia del núcleo atómico, y fue el inventor del contador que lleva su nombre, que
sigue siendo en la actualidad el dispositivo de referencia utilizado para la detección de radiactividad α.
La medida de Eα puede lograrse por distintos métodos, siendo el más común la medida de la energı́a
depositada al frenarse la partı́cula. Precisiones de ∼ 70 KeV son perfectamente accesibles hoy dı́a.
78
los radios nucleares no están exentos de incertidumbre teórica, por muy precisas que sean las medidas,
debido al hecho de que el potencial nuclear no sube a su valor máximo en vertical, sino sobre una cierta
distancia, determinada por los detalles del campo eléctrico en la superficie del núcleo. Recuérdese la
discusión conceptual del condensador cilı́ndrico de la Figura 28, ahora con d ∼ 5f m. La paradoja se
ilustra perfectamente tomando el valor promedio de 30fm que se indica.

104
Log10 λ (s-1)
10
● Po
216 212 ■ U
■ ◆ ●
220 ■ ◆ Ra
5 222 ◆ 214


224 ◆ 216
0 ■ ●
0.35 226 0.4 0.45
◆ ●

228 224 Eα -1/2 (MeV -1/2)
-5


230
-10 ■ 226
232 ◆

234
-15 ■
236

238
-20

Figura 34: Actividad λ de los distintos isótopos pares emisores α del Uranio (U), del
Polonio (P o) y del Radio (Ra), en función del inverso de la raı́z cuadrada de Eα . La
dependencia lineal observada en cada serie se encuentra en excelente acuerdo con la ley
de Geiger-Nutall discutida en el texto. Nótese la variación de 25 órdenes de magnitud en
el valor de λ. Fuente: Isotope Data, Wolfram Mathematica 11.

Tomando Z = 92 para el Uranio, podemos evaluar la energı́a potencial en la superficie


haciendo r = R = 30f m. El factor 2 corresponde a la carga de la partı́cula α. El resultado
es B ≡ U (R) = 8.8 MeV, tal como se indica en la Figura 35. ¿Cómo explicar que la
energı́a cinética medida de la partı́cula sea sólo 4.2 MeV? El principio de conservación de
la energı́a nos dice que, si la partı́cula ha atravesado la superficie, necesariamente adquiere
una energı́a de 8.8 MeV que no puede perder, no importa la trayectoria que siga hasta
llegar al contador Geiger, que se encuentra a potencial cero.
En 1928 el fı́sico ruso-norteamericano G. Gamow logró brillantemente explicar la
paradoja anterior, ası́ como la propia ley de Geiger-Nutall, utilizando la ecuación de
Schrödinger. Esto le llevó a introducir el efecto túnel, al que dió nombre, justo en la forma
analı́tica en que lo hemos tratado anteriormente, para una barrera de potencial.
Gamow eligió el nombre de efecto túnel 79 motivado por una versión gravitatoria de
la barrera, que podrı́a estar representada por una carretera ascendente en un puerto de
montaña. Un automóvil abandonado a su propia inercia nunca podrı́a superar una cierta
altura, regresando al punto de partida por el mismo camino, y recuperando la velocidad
que tenı́a originalmente, en sentido contrario. Sin embargo el comportamiento cuántico
consiste en que puede descender por el otro lado de la montaña sin haber alcanzado nunca
la cima, como si se hubiera excavado espontáneamente un túnel en ella.
79
tunneling, en inglés. Como verbo, to tunnel, tener efecto túnel, o tunelear.

105
B
2 Ze2 1
4 πϵ0 r

R r1
r
E0

Figura 35: Energı́a potencial de una partı́cula α dentro y fuera de un núcleo ideal de radio
R, en función de su distancia al centro. En el interior, es debida a la fuerza nuclear, y es
constante. En el exterior, se debe a la fuerza de repulsión de Coulomb. La partı́cula α puede
escapar por efecto túnel, manteniendo su energı́a E constante. Se indican los parámetros
B y r1 referidos en el texto. En particular, la gráfica anterior ayuda a comprender los
valores E = 4.2 M eV y B = 8.8 M eV que corresponden al 238 U .

Vamos a ver a continuación cual fue la derivación que hizo Gamow para deducir la ley
de Geiger-Nutall con la barrera que corresponde al potencial culombiano representada en
la Figura 35. Es necesario para ello comprender que en el interior del núcleo la partı́cula α
está sometida a un potencial nuclear constante, con un valor negativo en MeV especı́fico de
cada núcleo. El potencial ha descendido a este valor debido a la intensa atracción nuclear,
que supera a la repulsión eléctrica.
En el interior del núcleo, es una buena aproximación considerar que la partı́cula α se
mueve con velocidad constante v0 , y rebota al llegar a la superficie, desde el interior, con
una frecuencia v0 /(2R). Por tanto la actividad del emisor viene dada por la expresión:
v0 −2G
λ= e (90)
2R
donde G es la integral del momento imaginario (dividida por ~) entre los puntos de
retroceso indicados en la Figura 35:
1 r1 p
Z
G= 2m (U (r) − Eα )dr
~ R
Los puntos de retroceso se calculan como intersección de la recta horizontal Eα = const
con la barrera, observando la proporción: x ≡ R/r1 = Eα /B. Recordemos el valor de B:

1 2Ze2
B=
4π0 R

106
80
La integral puede calcularse analı́ticamente haciendo un cambio de variable simple ,
y pasamos a escribir directamente el resultado ya simplificado:
Z r1s
(2m)1/2 1 2Ze2 1 2m 1/2 2Ze2 h π √
     i
p
G= − Eα dr = − arcsin x − x(1 − x)
~ R 4π0 r ~ Eα 4π0 2

Considerando que la cantidad adimensional x definida antes es pequeña frente a la


unidad en cualquier emisor, tiene sentido realizar el desarrollo en serie de la expresión entre
corchetes. Observamos además que el factor que pfigura delante incluye especı́ficamente el
inverso de la velocidad de la partı́cula α: vα = 2Eα /m. Es decir, el que figura en la ley
de Geiger-Nutall. La expresión entre corchetes γ(x) incluye una función arco seno, y de
su desarrollo en serie de potencias de x basta tomar los dos primeros términos, siendo el
primero dominante:
π √
γ(x) = − 2 x + · · ·
2
que nos lleva a la expresión final:
r
Ze2 2e ZRm
G' −
20 ~vα ~ π0
Introduciendo ahora la actividad del emisor a través de la expresión (90), queda de-
mostrada la ley de Geiger-Nutall en la forma:

Ze2
r
m  v  4e r ZRm
0
lnλ = − + ln + = −KEα −1/2 + C
0 ~ 2Eα 2R ~ π0
Donde vemos que la pendiente K de la dependencia lineal de lnλ con Eα −1/2 sólo
depende de Z. Esta es la razón de tomar distintas series isotópicas de emisores α para un
elemento Z determinado, como hemos hecho en la Figura 34 con el Uranio (U), el Polonio
(Po), y el Radio (Ra). El término independiente C (intercepto de las rectas) depende
adicionalmente de v0 y de R, parámetros que están fundamentalmente determinados por
el valor de Z, como muestra la propia figura, y cambian en general para otro valor de Z
distinto.
Nótese que la constante v0 representa la velocidad de la partı́cula α en el interior del
núcleo, y recoge la información del potencial nuclear −E0 representado en la Figura 35.
Esta velocidad es distinta de vα , al ser (1/2)mv02 = (1/2)mvα2 + E0 .
El acuerdo excelente de los datos con la hipótesis de Gamow sobre el efecto túnel,
que abarca 25 órdenes de magnitud, constituyó en su momento, y sigue constituyendo
hoy dı́a, una confirmación decisiva del formalismo de la Mecánica Cuántica. No existe
ninguna otra ley fı́sica conocida hoy que mantenga su acuerdo con los datos sobre tal
rango de variación de los parámetros medibles (pensemos en el electromagnetismo, la ley
de Newton, la gravitación de Einstein, etc).
No debemos minimizar lo aprendido del análisis de la paradoja anterior, en cuanto a
la interpretación inequı́vocamente no local de la Mecánica Cuántica. Se hace necesario
admitir que la partı́cula α se encuentra simultáneamente en el interior y en el exterior del
núcleo, mientras ninguna señal haya sido registrada en el contador Geiger.
1/2
80
el cambio es r = r1 sin2 θ. Para r = R tenemos θ = arcsin (R/r1 ) , y para r = r1 , θ = π/2.

107
27. El oscilador armónico
Dedujimos en la Sección 2.4 el espectro de energı́a del oscilador armónico, a partir
de la cuantización semiclásica, y comentamos allı́ su profundo impacto en la fı́sica de
principios del siglo XX. No olvidemos que fue precisamente para el oscilador armónico
que Planck introdujo en 1900 la constante h, conjeturando la posible discretización de sus
energı́as. Vamos ahora a tratar el problema de los estados estacionarios con la ecuación de
Schrödinger Hψ = Eψ, para comprobar, primero, que la solución semiclásica es exacta en
este caso. Pero más importante, podremos determinar las funciones de onda ψn de cada
nivel de energı́a, analizar su extensión a 3D, y establecer su degeneración. p
Tomamos la energı́a potencial en 1D como: U (x) = (1/2)mω 2 x2 (donde ω = k/m
es su frecuencia caracterı́stica), haciendo la elección natural U (0) = 0, donde sólo tienen
sentido energı́as positivas E > 0. Recordemos que la amplitud p de las soluciones clásicas,
unı́vocamente determinada por la energı́a, es: Acl = (1/ω) 2E/m.
La ecuación diferencial toma la forma:
−~2 d2 ψ 1
+ mω 2 x2 ψ = Eψ
2m dx2 2
Definiendo las constantes α ≡ mω/~ y β ≡ 2mE/~2 , se escribe como:
d2 ψ 2 2

+ β − α x ψ=0
dx2
En lugar de medir la elongación x del oscilador en metros, interesa hacerlo en una
escala u adimensional, definida por la nueva variable:

r

u ≡ αx = x
~
que lleva la ecuación a la forma:
d2 ψ
 
β 2
+ −u ψ =0
du2 α
Podemos realizar ahora un cambio de función, que no supone ninguna pérdida de
generalidad en las soluciones, y resolver para la nueva función H(u) definida como:
2 /2
ψ(u) ≡ e−u H(u) (91)
en el bien entendido que, una vez obtenida la solución para H(u), debemos utilizar (91)
para recuperar la función de ondas ψ(u). Utilizando la regla de la cadena establecemos
sin dificultad la nueva ecuación para H(u):
d2 H
 
dH β
− 2u + −1 H =0
du2 du α
Al igual que en casos anteriores, vamos a utilizar el método de resolver la ecuación
planteando el desarrollo en serie de H(u) alrededor de u = 0, y establecer una relación
recurrente para los coeficientes de dicha serie. Deseablemente, obtendremos un radio de
convergencia (−∞, +∞), que es el esperado para la función de ondas del oscilador, pues
suponemos que este podrá propagarse más allá de la amplitud clásica Acl , en virtud del
propagador de Feynman, rompiendo ası́ la Mecánica Clásica.
108
La cuestión clave es si las soluciones obtenidas a la ecuación diferencial para ψ(u)
son de cuadrado sumable para cualquier elección de la energı́a E > 0. Para investigarlo,
escribimos el desarrollo:

X
H(u) = a0 + a1 u + a2 u2 + · · · = al ul
l=0

Establezcamos ahora la ley recurrente sobre sus coeficientes al sumando término a


término las contribuciones proporcionales a H 00 , H 0 y H, y agrupando términos. Omitiendo
este trabajo de agrupamiento, pasamos a escribir directamente el resultado:

(β/α) − 1 − 2l
al+2 = − al l = 0, 1, · · · ∞ (92)
(l + 1)(l + 2)

Puede comprobarse por el test del cociente para series que, en efecto, su radio de
convergencia es (−∞, ∞). Es importante darse cuenta de que la expresión indicada para
la ley recurrente es válida tanto para los términos pares como para los términos impares de
la serie. Esto quiere decir que, fijados los valores de a0 y a1 , están determinados todos los
demás términos. Por tanto estos valores son las dos constantes de integración arbitrarias,
que necesariamente tiene una ecuación diferencial de segundo orden.
Vamos ahora a investigar el comportamiento asintótico de H(u) por comparación con
una serie bien conocida, en aplicación del Lema de Semejanza Asintótica que enunciamos
al inicio de la Sección 16, para u → ±∞ (borde del radio de convergencia).
La serie de referencia, que justifica nuestro cambio de función, es la propia función
exponencial:
2 u4 u6
e u = 1 + u2 + + + ···
2! 3!
Utilizando la notación ∼ para denotar igualdad en el lı́mite indicado, su ley recurrente
es, evidentemente :

al+2 (l/2)! 2 2
= = ∼ para l → ∞
al (l/2 + 1)! l+2 l

Es claro que, para valores muy altos de l, la ley recurrente (92) se aproxima a:
al+2 /al ∼ 2/l, que es asintóticamente equivalente a la anterior, luego la función H(u)
no cumple H(u) → 0 para u → ±∞, condición necesaria para ser de cuadrado sumable.
Obsérvese que el razonamiento se aplica por separado a ambas series: pares e impares. Es
necesario comprobar no obstante si al deshacer el cambio de función realizado en (91) aún
puede restaurarse el decaimiento a cero en el infinito. Pero no es ası́, debido al factor 2
introducido en el exponente:
2 /2 2 /2 2 /2
ψ(u) ≡ e−u H(u) ∼ A2 eu + A1 eu (93)

donde hemos tenido en cuenta que la serie H(u) es la suma de sus términos pares
e impares, ambos divergentes para u → ±∞ en virtud de la aplicación del Lema de
Semejanza. Los coeficientes A2,1 son proporcionales a a 0,1 y a los factores reales previstos
en la aplicación del Lema.

109
Tabla 7: Polinomios de Hermite hasta n = 5

H0 = 1 H1 = 2x
H2 = 4x2 − 2 H3 = 8x3 − 12x
H4 = 16x4 − 48x2 + 12 H5 = 32x5 − 160x3 + 120x

Tabla 8: Funciones de ondas ψn del oscilador armónico 1D hasta n = 3

√ 1/2 2 2 √ 1/2 2 2
ψ0 (x) = (a/ π) e−a x /2 ψ1 (x) = (a/2 π) 2axe−a x /2
√ 1/2 2 2 √ 1/2 2 2
ψ2 (x) = (a/8 π) (4a2 x2 − 2)e−a x /2 ψ3 (x) = (a/48 π) (8a3 x3 − 12ax)e−a x /2

Por tanto, hemos llegado a la sorprendente conclusión de que ninguna solución de


la ecuación de Schrödinger (con E > 0) presenta una función de ondas ψ de cuadrado
sumable. ¿Existe alguna forma de sustraerse a esta conclusión? Basta para ello darse
cuenta de que determinados valores crı́ticos de E hacen que la serie no conste en realidad
de infinitos términos, sino que todos ellos son cero a partir de uno dado. Si observamos
el numerador de la expresión (92), vemos cuál es la condición necesaria y suficiente para
que esto ocurra: que el cociente β/α ∈ R sea un entero impar.
En efecto, la condición es: β/α = 2n + 1, con n = 0, 1, ∞. Sustituyendo los valores de
los parámetros β (energı́a) y α, que habı́amos definido, llegamos a la renombrada fórmula
de cuantificación del oscilador armónico 1D:
 
1
En = n + ~ω n = 0, 1, · · · ∞ (94)
2

confirmando ası́ que el resultado semiclásico es el que se obtiene de manera exacta con
la ecuación de Schrödinger.
Es interesante ahora poder examinar las funciones de onda ψn (x) que corresponden a
cada estado estacionario En . La ecuación (91) nos indica la estructura de dichas soluciones:
se trata del producto de un polinomio por una campana de Gauss. Además podemos
afirmar que dicho polinomio contiene únicamente potencias pares o impares. En efecto,
la condición (94) garantiza que sólo una de las series degenera en un polinomio. Para
conseguir que ψ(u) vaya a cero en el infinito en la ecuación (93), es necesario además
hacer nula la otra constante de integración A1,2 = 0, según corresponda a la paridad de n.
Los polinomios que satisfacen la ley recurrente (92) con β/α impar se conocen en la
literatura como polinomios de Hermite, y puede ser evaluados de manera recurrente con
la conocida fórmula de Rodrigues:

2 dn −x2
Hn (x) = (−1)n ex e
dxn

110
ψn (ax)
7

n=0
-4 -2 2 4

Figura 36: Funciones de ondas ψn (ax) de los estados estacionarios del oscilador armónico
1D, desde n = 0 hasta n = 7. Obsérvese la alternancia en la paridad de las funciones. Por
razón estética, estas se han desplazado en la escala vertical por una cantidad constante.
Se ha coloreado el área del estado fundamental. La curva en negro representa la energı́a
potencial.

Damos en la√Tabla p 7 todos los polinomios hasta n = 5. Teniendo en cuenta que la


constante a ≡ α = mω/~ se mide en m−1 , las funciones de ondas tienen como
argumento la cantidad adimensional ax, y se expresan en la forma:
2 x2 /2
ψn (ax) = Nn Hn (ax)e−a

donde la constante Nn surge de imponer la condición de normalización:


Z ∞
2 2
Nn2 Hn 2 (ax) e−a x dx = 1
−∞

que conduce al valor: r


a
Nn = √
π2n n!
Las funciones de onda de los estados más bajos se indican en la Tabla 8 y se han
dibujado en la Figura 36. Obsérvese
p que la gaussiana que factoriza a todos los estados
tiene como anchura σ = 1/a = ~/(mω), que marca la longitud caracterı́stica de las
fluctuaciones cuánticas en el oscilador, análoga al radio de Bohr en el átomo.
Vemos que el estado fundamental es una simple gaussiana, y presenta el máximo
de la densidad de probabilidad en el origen, donde el oscilador tiene elongación cero.
Este comportamiento es opuesto al predicho por la Mecánica Clásica. En efecto, en esta
última podrı́amos también hablar de probabilidad de encontrar el oscilador en un punto
determinado, si realizásemos fotografı́as al azar de su posición. Entonces la probabilidad
serı́a inversa con la velocidad del móvil en cada punto, y recordemos que, en el origen, la
velocidad del oscilador es máxima.
111
ψ20 (ax)2
1
π Acl 2 -a2 x2

-Acl -5 0 5 Acl

Figura 37: Densidad de probabilidad |ψn (ax)|2 de un oscilador armónico con n = 20. Se
ha superpuesto en naranja la densidad de probabilidad clásica que tendrı́an las posiciones
del oscilador en fotografı́as tomadas al azar. Nótese que esta última se hace infinita en
la amplitud clásica Acl , donde la Mecánica Clásica supone falsamente que la velocidad es
nula. El acuerdo entre ambas curvas es excelente para n → ∞, si tenemos en cuenta que
la falta de resolución espacial arrojará, en ese lı́mite, una probabilidad promedio.

Resulta interesante que la anchura σ de la gaussiana antes mencionada en el estado


fundamental, precisamente
p corresponde al valor clásico de la amplitud tomando la energı́a
E0 = (1/2)~ω, Acl = 2E0 /m(1/ω). Como era esperable, en este estado se produce la
máxima violación de la Mecánica Clásica, y una forma de expresarlo es decir que el
oscilador demora el 32 % (1 − Pσ ) de su tiempo fuera de la amplitud clásica. Aún más
interesante es comprobar que, para valores altos de n, la distribución cuántica de densidad
de probabilidad en los estados estacionarios se asemeja enormemente a su versión clásica,
alcanzándose un máximo absoluto de la probabilidad justamente en Acl , para n → ∞,
como puede apreciarse en detalle en la Figura 37, ya para n = 20.
Los polinomios de Hermite cumplen las relaciones de ortogonalidad:
Z +∞
2 2 2
|Nn | Hn0 (x)Hn (x)e−a x dx = δn0 n (95)
−∞

que aseguran la ortonormalidad de los estados: hψn0 | ψn i = δn0 n .


Por contener únicamente potencias de una paridad definida, y ser la campana de Gauss
una función par, las funciones ψn (x) tienen paridad (−1)n , es decir: ψn (−x) = (−1)n ψ(x).
Es de interés la siguiente relación de recurrencia, bien documentada en la literatura:
Hn+1 (x) = 2xHn (x) − 2nHn−1 (x) (96)
El potencial del oscilador armónico puede extenderse a 3D, y la versión más simple
es considerar que las frecuencias caracterı́sticas son iguales en las 3 direcciones espacia-
les: ωx = ωy = ωz = ω. El potencial ası́ obtenido U (r) = (1/2)mω 2 r2 = mω 2 (x2 + y 2 + z 2 )
tiene simetrı́a central, y la forma natural de tratarlo es resolver la ecuación de Schrödinger
radial.
112
Sin embargo, vemos que dicho potencial presenta la propiedad de ser separable en 3
términos idénticos en cada coordenada cartesiana. Esto nos ofrece la posibilidad de una
extensión directa del resultado anterior en 1D, tomando soluciones en la forma factorizada
ψ(r) = ψn1 (x)ψn2 (y)ψn3 (z):
 2 2
∂2 ∂2
 
−~ ∂ 1 2 2 2 2

+ + + mω x + y + z ψ(r) = Eψ(r)
2m ∂x2 ∂x2 ∂x2 2

Es claro que la ecuación de Schrödinger se rompe en 3 idénticas a la estudiada antes,


con la energı́a suma: E = En1 + En2 + En3 . Es decir, los estados estacionarios estan en
correspondencia 1 − 1 con las ternas de números enteros (n1 , n2 , n3 ), tales que cada uno
de ellos i por separado toma los valores ni = 0, 1, 2, · · · ∞. Esto nos permite establecer de
inmediato el espectro de energı́a del oscilador 3D:
   
3 3
E = n1 + n2 + n3 + ~ω = n + ~ω
2 2

donde n ≡ n1 + n2 + n3 es un número entero que, al igual que en el oscilador 1D, toma


los valores: n = 0, 1, · · · ∞. Las funciones de ondas en detalle, utilizando los polinomios
de Hermite, son:
3
2 2
Y
ψn1 n2 n3 (r) = Nni Hni (axi )e−a xi /2
i=1

Obsérvese que la energı́a del estado fundamental del oscilador 3D es (3/2)~ω, es decir,
3 veces mayor que en 1D. Esto era esperable del principio de indeterminación, donde
el confinamiento en cada eje genera energı́as que se suman. Para designar los estados
estacionarios podemos utilizar la notación de Dirac en la forma |n1 n2 n3 i.
Veamos ahora que, por encima del estado fundamental |0 0 0i (n = 0), que no es dege-
nerado, se presenta una degeneración cuántica gn , que va en aumento al crecer los valores
de n. Por ejemplo, para n = 1 los estados: |1 0 0i, |0 1 0i y |0 0 1i tienen igual energı́a. Para
calcular gn , veamos cuántas ternas de números enteros podemos encontrar fijada la suma:
n = n1 + n2 + n3 . El problema es equivalente a otro combinatorio: de cuántas maneras
podemos distribuir n bolas idénticas en 3 cajas, permitiendo que puedan estar vacı́as.
Pensemos que, una vez distribuı́das dos cajas, la tercera está fijada por la diferencia. Por
tanto se trata de distribuir n + 2 elementos (incluye 2 huecos) en 2 cajas, es decir:
 
n+2 1
g oscilador = = (n + 1)(n + 2) (97)
2 2

Observemos ahora que, al igual que ocurre en el oscilador 1D, cada nivel de energı́a
tiene una paridad determinada en su función de ondas: (−1)n1 (−1)n2 (−1)n3 = (−1)n , que
va alternando su signo al aumentar n.
Pensemos que no solo la energı́a de los niveles En es medible, sino que también lo son
sus niveles de degeneración gn , a través de una medida de la entropı́a, es decir, del calor
especı́fico, de un mol de osciladores. Por tanto, el valor que hemos obtenido para gn en
nuestro análisis en coordenadas cartesianas debe permanecer válido si hacemos el análisis
en coordendas esféricas.

113
Por su valor pedagógico, vamos a dar algunas indicaciones sobre el tratamiento del
oscilador armónico 3D en coordenadas esféricas 81 . Se trata de plantear la ecuación de
Schrödinger radial con el potencial U (r) = (1/2)mω 2 r2 , y encontrar soluciones que sean
de cuadrado sumable en R3 . El comportamiento ul ∼ rl+1 para r → 0 visto en la Sección
2 2
17 y ul (r) ∼ e−a r /2 para r → ∞ observado en 1D sugieren el cambio:
2 r 2 /2
ul (r) = rl+1 e−a vl (r)
La ecuación radial resultante se simplifica
p si hacemos que el argumento de la función
2 2
sea ρ = a r , con wl (ρ) = vl (r), siendo a ≡ mω/~ la longitud inversa propia del oscilador
1D. Al igual que hemos visto en el caso del átomo de hidrógeno y del oscilador 1D, se
plantea un desarrollo en serie de potencias de ρ de la función wl , que satisface una ley
recurrente para los coeficientes de la serie. El requisito de cuadrado sumable puede ser
satisfecho también en este caso exigiendo que la serie degenere en un polinomio de grado
nr − 1, con nr = 1, 2, · · · ∞, que cuantifica los valores de la energı́a.
En consecuencia las soluciones para los estados estacionarios adoptan la forma:
2 a2 /2
ψnr ,l,ml = Nlm rl Ylml (θ, φ) e−r wnr (a2 r2 )
donde wnr es el polinomio de grado 2(nr − 1), y Nlm una constante de normaliza-
ción adecuada (que se puede encontrar, por ejemplo, en la referencia citada de Galindo-
Pascual). El espectro de energı́as resulta ser el siguiente:
 
3
Enr l = 2(nr − 1) + l + ~ω (98)
2
Con nr = 1, 2 · · · ∞ (por supuesto, l = 0, 1, · · · ∞), el espectro es idéntico al encontrado
anteriormente en coordenadas cartesianas, como era de esperar, si hacemos la identifica-
ción: n = 2(nr − 1) + l = n1 + n2 + n3 .
Si nos centramos en el subespacio de Hilbert, de dimensión gn , que corresponde a un
nivel de energı́a determinado del oscilador, los resultados anteriores nos proporcionan un
ejemplo interesante de dos bases ortonormales distintas, en ese mismo subespacio. Las dos
bases están definidas por los estados: {|n1 n2 n3 i} y {|nr l ml i}.
Los estados fı́sicos, y su distribución espacial, son completamente distintos: en la pri-
mera, la energı́a del oscilador a lo largo de cada uno de los ejes coordenados está bien
definida, pero no conocemos su momento angular. En la segunda, conocemos con precisión
su estado cuántico de giro, a través de los números cuánticos (l, ml ), pero una medida
de su energı́a a lo largo de un eje determinado presentarı́a fluctuaciones. Todo estado de
energı́a total bien definida de un oscilador 3D puede expresarse como combinación lineal
de estados de cualquiera de las dos bases, y existe una matriz de rotación gn × gn que
relaciona ambas.
Solo la presencia de un término adicional en el Hamiltoniano del oscilador puede
romper la degeneración en energı́a, con la posible aparición de una nueva base, con nuevos
números cuánticos (donde el nuevo Hamiltoniano es diagonal). La introducción de un
campo magnético intenso B con H = −(µB /~)BLz , por ejemplo, causarı́a una ruptura
parcial de la degeneración, adquiriendo los estados energı́as ligeramente distintas según el
número cuántico ml , debido al efecto Zeeman que vimos en la Sección 18. En este caso,
la nueva base serı́a {|nr l ml i}.
81
el tratamiento completo puede encontrarse, por ejemplo, en “Quantum Mechanics I” de A. Galindo
y P. Pascual, Springer-Verlag, 1990. El conocimiento de las propiedades de la función hipergeométrica
ayuda a sistematizar el resultado, pero no es estrictamente necesario.

114
Observemos con mayor detalle cuál es la multiplicidad de los estados del oscilador con
momento angular bien definido, en la base |nr l ml i. Todos los estados |n1 n2 n3 i tienen
su paridad bien definida: (−1)n . Esta misma paridad es extensiva a los estados |nr l ml i,
que son combinación lineal de los anteriores. Como cada estado l tiene una paridad (−1)l ,
debe cumplirse (−1)n = (−1)l en todos los casos. Esta es precisamente la razón por la
que el primer término de la ecuación n = 2(nr − 1) + l debe ser un entero par. Por tanto,
para un valor dado de n, la secuencia de valores de l con igual valor de la energı́a, en el
oscilador 3D, es: l = n, n − 2, n − 4, · · · 0, o bien: l = n, n − 2, n − 4, · · · 1, dependiendo
de la paridad de n. Es decir, sólo están permitidos los orbitales ns, nd, ng, · · · , o bien los
orbitales np, nf, nh · · · . Es fácil comprobar, dando valores concretos de n, que el valor de
la degeneración gn de la fórmula (97) se confirma en la base |nr l ml i, como no podrı́a ser
de otra forma.
La degeneración en la energı́a que presenta el oscilador armónico 3D, en relación a
los valores de l, se asemeja a la que hemos visto para el potencial de Coulomb, y ambos
potenciales son matemáticamente singulares en cuanto a esta propiedad.
Otra caracterı́stica importante del oscilador es que al emitir o absorber fotones de
acuerdo con la fórmula de Bohr En − Em = ~ω los valores enteros n y m no pueden
ser cualesquiera, sino únicamente m = n ± 1. Antes de nada, debemos darnos cuenta
de que, en el oscilador, se produce una sutil coincidencia entre p dos frecuencias ω que, a
priori, no tendrı́an nada que ver: su frecuenca propia ωosc = k/m, y la frecuencia del
fotón emitido: ~ωfoton . La fórmula de Bohr permitirı́a en principio que la segunda fuese
un múltiplo entero de la primera, pero los datos demuestran que prácticamente nunca se
emite un fotón con energı́a doble, o triple, a la del quantum del oscilador.
Para comprender lo anterior, es necesario realizar una pequeña incursión en la elec-
trodinámica cuántica. En la oscilación cuántica implı́cita en la fórmula de Bohr, domina
siempre la radiación dipolar-eléctrica. Los procesos de emisión o absorción de fotones
llevan aparejada una amplitud que se calcula introduciendo el operador er entre los esta-
dos inicial y final del sistema (suponemos el oscilador cargado, con carga eléctrica e). La
probabilidad de transición es proporcional a la cantidad:

|hψn | er |ψm i|2

Consideremos primero el caso 1D, y tengamos en cuenta la propiedad recurrente (96)


de los polinomios de Hermite Hn (x). Debido a la descomposición: 2xHn = Hn+1 +2nHn−1 ,
resulta instructivo comprobar que, mientras los elementos de matriz hψn | ex |ψn±1 i son no
nulos, en cambio los elementos hψn | ex |ψn±2 i, hψn | ex |ψn±3 i, y en adelante, son todos
nulos, en virtud de la propiedad de ortogonalidad (95). El resultado de que m = n ± 1 se
confirma enseguida en 3D, teniendo en cuenta r = xi + yj + zk.
Ya hemos mencionado en la Sección 2.4 la profunda implicación del oscilador armónico
en toda la fı́sica. Como ejemplo de osciladores 1D, tenemos todas las moléculas diatómicas,
que en su mayorı́a son gases a temperatura ambiente. La rotación de dichas moléculas
puede entenderse también como parte del oscilador-rotor en 3D, que hemos discutido. Por
otro lado, son ejemplos de osciladores intrı́nsecamente 3D todos los sólidos y lı́quidos que
transmiten el sonido con una frecuencia ω determinada. Las ideas anteriores constituyen
la base para abordar el análisis de su energı́a interna y de su entropı́a en la Mecánica
Estadı́stica.

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