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La libertad en Spinoza y Hobbes

John Anderson Vargas Rojas

En el presente escrito se pretenden abordar las concepciones de libertad que presentan por
una parte Spinoza en su Ética, partiendo de la afirmación de que, el hombre, al estar determinado
por el todo, no podría considerarse libre y que piensa que lo es pues no conoce la determinación de
las causas que lo movilizan a la acción. Por otra parte, en Hobbes, «libertad significa, propiamente
hablando, la ausencia de oposición» (Hobbes, p.171), lo que implica que para la consecución de
alguna acción no se encuentre algún impedimento externo. Para esto, me remitiré a hacer el rastreo
conceptual pertinente de la concepción de libertad que se encuentra en los dos autores e intentar
identificar puntos en común en las dos teorías.

Para poder entrar a hablar de libertad propiamente en Spinoza, es necesario remitirnos a la


concepción del monismo naturalista. Esto es, que toda la naturaleza es una sola, que cada parte de la
naturaleza responde a un todo. Que cada figura particular de la naturaleza son modos de una misma
substancia distinguibles por sus atributos. Por substancia entiende Spinoza: «aquello que es en sí y
se concibe por sí, es decir, aquello cuyo concepto no necesita el concepto de otra cosa, por el que
deba ser formado» (Spinoza, p.39). Esto se podría interpretar como la idea de un ser en sí mismo
cuyas definiciones ya se encuentran incrustadas en su propio concepto, es causa de sí mismo.

Los atributos son «aquello que el entendimiento percibe de la sustancia como constitutivo
de su esencia» (Spinoza, p.39), es decir, que los atributos son la expresión de la esencia de la
substancia. Por último, los modos don «las afecciones de la sustancia, o sea, aquello que es en otro,
por medio del cual también es concebido» (Spinoza, p.39). En otras palabras, son las apariencias
particulares de la substancia que Spinoza ubica como única como única. Los gatos, los árboles y los
hombres, por ejemplo, son modos de expresión de la substancia infinita que es Dios o la Naturaleza.

Ahora bien, ha de hacerse la claridad de que «el hombre no conoce más que dos [atributos]:
el pensamiento y la extensión [la bastardilla es del autor] (Sciacca, p.239), los cuales son el mundo
de los modos. Tanto pensamiento y extensión, son concebidas como atributos de una única
substancia. Al ser la substancia la posibilitadora de todos los modos, los modos se hayan atados a la
naturaleza infinita de la substancia. En este sentido, pese a que en apariencia se nos muestren varias
formas de las cosas que hay en el mundo, estas, esencialmente, pertenecen a una misma naturaleza
como expresión de la sustancia; es decir, la sustancia es la que determina las causas de los modos.
Pero, ¿qué tienen que ver estas categorías con nuestro problema que es la libertad?

Se llamará libre aquella cosa que existe por la sola necesidad de su naturaleza y se determina por sí
sola a obrar. Necesaria, en cambio, o más bien coaccionada, aquella que es determinada por otra a
existir y a obrar según una razón cierta y determinada. (Spinoza, p.40)

En este sentido, solo sería libre la sustancia que contiene en sí sus determinaciones, en este
caso la substancia primera: Dios. Al ser esta substancia evidente de sí misma en sus acciones, y, al
ser los modos, es decir, los seres que se desprenden de esta sustancia como apariencia en sus
modos, éstos, se encuentran determinados al obrar de la substancia primera. «Dios es libre porque
nada puede impedir el desarrollo necesario (espontáneo) de su naturaleza y no porque pueda elegir
un modo u otro de determinarse» (Sciacca, pp. 330-331). Así, dicha determinación, pone la
aparición de los modos sujetos a la libertad de la naturaleza de Dios. En este sentido, dado que en la
substancia se encuentran las posibilidades de los modos al aparecer como proceso natural, se
excluye toda finalidad.

Antes de seguir adelante, quiero explicar aquí, o más bien advertir, qué debemos entender por
Naturaleza naturante y qué por Naturaleza naturada. Pues estimo que por cuanto precede ya consta
que por Naturaleza naturante debemos entender aquello que es en sí y se concibe por sí, o sea,
aquellos atributos de la sustancia que expresan una esencia eterna e infinita, esto es, Dios, en cuanto
que es considerado como causa libre. Por Naturaleza naturada, en cambio, entiendo todo lo que se
sigue de la necesidad de la naturaleza de Dios, o sea, de cada uno de los atributos de Dios, esto es,
todos los modos de los atributos de Dios, en cuanto que son considerados como cosas que son en
Dios y no pueden ni ser ni ser concebidos sin Dios. (Spinoza, pp. 61-62)

Dicho lo anterior, quisiera abordar la libertad, como libertad de actuar. «Actuar es (…)
deducir o, mejor, desplegar lógicamente una esencia que, por ser una idea de Dios, es una necesidad
inteligible» (Margot, p.30). Toda acción, en este sentido, es una determinación calculada por una
línea causal que parte desde la substancia primera. La idea de libertad que tienen los hombres, es
entonces, una necesidad. Pues, estos ignorar la línea causal que determinan sus acciones, pues se
ciñen a un pensamiento sensitivo el cual ve la parte pero ignora el todo y que por la pasión hace ver
que el todo se encuentra en el poder de su dominio. Para salir de este error, Spinoza nos invita a un
pensamiento racional que nos permitiría alcanzar a identificar las cadenas causales que unen la parte
con el todo. Y más allá de lo racional, es la intuición la que nos pone de frente la unidad de todas las
cosas como emanar del ser infinito de Dios.
Ahora bien, al estar negada la libertad como libertad del movimiento de la acción puesto
que esta se encuentra determinada a una línea causal, las finalidades, como ya se ha mencionado,
desaparecen. Y al desaparecer las finalidades, la necesidad de hablar de leyes morales también
desaparecen. Esto nos pone a pensar en «la resignación de quien nada quiere porque nada quiere»,
de la cual se escapa con el deseo de elevarse sobre las líneas causales al ser consciente de su total
determinación, es decir de la nulidad de su libertad.

II

Hablar de libertad en Hobbes, es hablar de la libertad de movimiento sin oposición y que no


es característica exclusiva de los seres racionales, sino que también atañe a los irracionales. Los
impedimentos del movimiento, es decir, de la libertad, por lo general refieren a causas externas a
los sujetos; cuando son internas, son carencias de la fuerza para ejecutar el movimiento. Así,
Hobbes define al hombre libre como: «quien en aquellas cosas de que es capaz por su fuerza y por
su ingenio, no está obstaculizado de hacer lo que desea» (Hobbes, p.171).

El dejar de realizar ciertas acciones, también son actos de libertad. El temor, actúa de forma
tal que el hombre se incline a tomar una decisión. En aparente contravía de la propuesta de Spinoza,
aparece la libertad como elección al temor de un castigo. No obstante, Hobbes aclara que la única
libertad a la cual puede llamársele así, es a la libertad natural. En esta, se encuentra inmersa la
necesidad. Pues, cada acto volitivo del hombre se halla inmerso en una cadena causal, cuyo primer
eslabón, al igual que en Spinoza es Dios. En este sentido, el hombre también ha creado unos
eslabones causales más débiles y maleables, como, por ejemplo, el Estado. Esto con la finalidad de
dar un orden a sus vidas y su preservación.

Ahora bien, la generación de estos eslabones pone en cierta medida en tensión la definición
de la libertad antes dada. Pero, aclara Hobbes, que la dimensión de la libertad corporal no atañe
directamente a la libertad de decisión. La decisión, se encuentra abierta en dos caminos: la del
Soberano y el Súbdito. En él primero, está la selección de las leyes, y en el segundo su acato que le
da una serie de libertades que provienen del pacto contractual social. No obstante, la sumisión de la
voluntad del súbdito al soberano no es contradictoria. Pues, cada decisión del soberano es producto
de la decisión del súbdito, que, al acogerse al contrato social, ha permitido la libre acción del
soberano sobre el súbdito según la línea causal de las acciones de este. Así, «tenemos así una
libertad corporal y una libertad que se define con el derecho natural. La primera se ve afectada por
oposiciones y la segunda por obligaciones.» (Daguerre, pp.101-102)
Hemos de volver a la idea del movimiento, pues Hobbes indica que hablar de lo inmaterial
es un sinsentido, pues el mundo depende de materia en movimiento. En este sentido, y al ser cada
movimiento causal del otro, no hay posibilidad de que una cosa se pueda cambiar a sí misma. Todo
cambio, al tener un motor causal, es posibilitado por el movimiento de un eslabón. Por ejemplo, el
automóvil no puede pasar de estado de reposo al de movimiento si no ha habido un estímulo, en
este caso el arranque, para generar el movimiento. «En esta sucesión de causas y efectos, la libertad
como ausencia de impedimentos externos, se da en el movimiento del cuerpo en la dirección dada
por los movimientos internos» (Daguerre, p.102)

Ahora bien, retornando a la enajenación de ciertos movimiento del hombre por causa de la
sucesión de libertades al soberano y a la ley natural, pues bien es sabida la postura del hombre
natural hobbesiano, que tiende a la consecución de sus deseos de manera egoísta, aislándolo del
vínculo social. Así, aparece la ley natural, en primer lugar, y consecuentemente la figura del
soberano como elementos de la razón para ayudar a discernir a los hombres el mal menor, que es la
tendencia hacía la cual se inclinan los hombres. En esta procura, la figura del Soberano aparece
como como regulador de los movimientos internos del súbdito mediante las leyes. No obstante, esto
no minimiza la libertad de los súbditos la capacidad de elegir hacer algún acto contrario a la ley.

Así, podríamos decir que toda acción se encuentra encadenada, en Hobbes, a una línea
causal de lo que se hace en el presente y sus consecuencias futuras. En la voluntad del súbdito, que
no es el grado máximo de la libertad, sino, más bien, el paso previo a su consecución. Pues, al estar
encadenada la voluntad de satisfacción de un deseo presente a una probabilidad futura, la libertad se
halla en un círculo donde la capacidad libre del movimiento y la consecución, se encuentra limitada
por las consecuencias legales que el contrato social dispone y cuyos correctivos se encuentran en
manos del soberano para procurar mantener alejado el estado de guerra.

Frente a este panorama, donde la libertad del súbdito se encuentra enajenada a la voluntad
del soberano y las disposiciones de la ley, el súbdito encuentra una cierta defensa frente a esto. Y es
precisamente que la libertad de acción del súbdito se encuentra donde calla la ley. Es decir, que
actuando acorde a lo dispuesto en el contrato social, el súbdito tiene el máximo grado de libertad
donde los dispuesto por la ley no ha contemplado aún los correctivos a una acción que no ha tenido
futuro. No obstante, otra parte de la libertad del soberano se encuentra en la potestad de generar
nuevas disposiciones legales que atenten contra el estado de paz. Pues, al ser la acción materia en
movimientos, este podrá darle movilidad a los eslabones causales de la ley.
III

Ahora bien, podríamos dar un vistazo rápido, a modo de conclusión, a las similitudes que se
encuentran en las concepciones de libertad en los dos autores no sin pasar antes por la gran
diferencia marcada y es la existencia de un sistema de control. Pues, dado que la no existencia de la
libertad por la determinación dada a los diferentes modos por los atributos de la substancia, no
existe la finalidad de un sistema moral de premio y castigo. En tanto que en Hobbes, la naturaleza y
la tendencia del hombre al estado de guerra, pone al soberano como impartidor del temor para el
cumplimiento de las leyes pactadas en el contrato social. No obstante, podríamos decir que tanto en
el uno como en el otro, la libertad se alcanza con el conocimiento: en Spinoza el conocimiento de
las líneas causales; en Hobbes, el conocimiento de la Ley y el libre discernimiento de su
cumplimiento y sus debidas consecuencias.

Bibliografía

Daguerre, M. (1996). Libertad en el Leviatán de Hobbes. Revista de Filosofía y Teoría Política,


101-107.

Hobbes, T. (1994). Leviatan o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil.
Mexico: Fondo de cultura económica.

Margot, J.-P. (2011). Libertad y necesidad en Spinoza. Praxis Filosófica, 27-44.

Sciacca, M. F. (1962). Historia de la filosofía. Barcelona: Luis Miracle.

Spinoza, B. (2000). La ética demostrda según el orden geométrico. Madrid: Trotta.

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