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El Choro es sin duda uno de los caminos precolombinos más conocido y fascinante de la ciudad de La
Paz, es el camino del Choro que brinda una hermosa caminata que empieza en la cumbre (4700 msnm)
y se interna en el Parque Nacional de Cotapata. Durante los 3 días de caminata, nos encontraremos con
paisajes y climas muy diversos, caminaremos aproximadamente 60 km.
Quienes realizan esta aventura quedan maravillados con los recorridos y paisajes y se sienten parte de
un pasado fabuloso. Los caminos recorridos sirvieron a los incas hace más de 500 años para comunicarse
entre el Altiplano y los valles y para intercambiar sus productos.
Esta es una caminata que se disfruta al máximo, por la exuberancia y la diversidad de sus paisajes.
Tendremos la posibilidad de atravesar parte de la Cordillera Real, así como ríos y pequeñas poblaciones,
en las cuales apreciaremos el estilo de vida tradicional de la gente.
“Acá es la cumbre, servidos”. Así dijo el chofer del bus reiniciando nuestra intención de CONOCER
BOLIVIA VIAJANDO. Efectivamente, era la cumbre, se podía distinguir al Cristo y una laguna que
adornaba un paisaje andino conocida como Estrellani. Villa Fátima ya había quedado atrás hace más
o menos 50 minutos. Eran las 09:00 de la mañana y para ser sincero costaba en cierta medida el
conseguir transporte aquel jueves de Semana Santa en La Paz, sobretodo para quienes deseaban
aprovechar los días feriados recorriendo sendas caminatas de peregrinación. Al parecer en cierta
manera no iba a ser fácil el aventurarnos cruzando el Camino Prehispánico del Choro dentro el
Parque Nacional y Área de Manejo Integrado Cotapata. El frío desanimaba en cierta medida, pero
ya estábamos allí y debíamos seguir adelante; practicaríamos treeking por alrededor de tres días.
La confirmación del hecho se dio una vez nos registrarnos en las afueras de una cabaña-oficina
perteneciente al parque; claro, después de hacer fila durante un momento. Los números lo indicaban,
muchas personas ya habían ingresado el día anterior, sobretodo aquel jueves, más de 300 pax. solo
este día, estimando una visita de más o menos 700 por estas fechas festivas. Allí, revisaron nuestras
pertenencias para cerciorase de que no ingresaríamos bebidas alcohólicas, ni armas de fuego y
corto punzantes. Sin problema alguno obtuvimos el visto bueno, claro una vez terminé de beber una
lata de cerveza que deseaba trasladar con la intención de abrirla finalizando el primer día del
recorrido (ni modo así es la vida).
Ahora si, nuestros pies suplantarían a cualquier medio de transporte para disfrutar del viaje, pero
antes nuestro guía amablemente nos hizo algunas recomendaciones: “No se separen mucho, eviten
beber mucha agua y descansar demasiado. Caminen a paso firme y con cuidado pues dentro el
recorrido no existe puestos de atención médica, aparte del de Coroico, población que arribaremos al
tercer día. Nuestros descansos no excederán los 20 minutos exceptuando los almuerzos; para evitar
cansarnos tratemos de descansar solo en base a lo programado. Pueden beber agua de las
vertientes si lo desean, pero si desconfían emplearemos pastillas de yodo. Encontraremos algunas
tiendas improvisadas mientras caminamos, pero los precios de los costos duplican o triplican en
relación a los de la ciudad de La Paz –cabe aclarar que Bolivia en este momento es el país con
menor coste de vida de Sudamérica-. La basura que generen llévenla con ustedes, para conservar
el camino. Si tienen cosas que en realidad no han de utilizar déjenlas en el vehículo antes que
partamos, pues su equipaje no debería exceder los 7 kilos. En caso de molestia en sus pies no duden
en avisarme para vendarlos o en otro caso emplear algún ungüento”.
Dejamos atrás a la cabaña-oficina y a la Laguna Estrellani (bello lugar para sacar una fotografía
grupal o al paisaje), quienes así lo deseábamos emprendimos desde allí el paso empleando nuestras
extremidades inferiores, otros tomaron el servicio de transporte motorizado ofrecido en proximidades
a la oficina-cabaña del parque para ascender a la Apacheta. Quienes iniciamos desde allí la caminata
nos cubrimos el cuerpo con unos rompevientos, parecía que iría a llover. Era momento de
ascender.Nuestro primer objetivo por vencer era la Cumbre Chacaltaya, a una altura de los 4600
msnm, para después de vencer una cansadora cuesta situarnos a los 4800 msnm. El sendero era
claro, el frío cuestionaba la necesidad de tener puestas más prendas abrigadoras o dentro nuestras
mochilas. Momentánea e intermitentemente era posible divisar la carretera La Paz-Coroico, además
de algunas aves, vertientes y lagunas. Llegamos a los citados 4800 msnm, la Apacheta de Chucura
Alto, después de casi una hora de caminata. Sin duda un logro importante para habituar a nuestras
piernas a lo que seguiría durante este y los siguientes días. Ya situados en el punto más alto del
camino, se encontraban una cantidad de piedras amontonadas unas sobre otras, al ascender la vista
estas disminuían en cantidad; a decir de investigaciones arqueológicas y antropológicas andinas la
conjunción del espacio sagrado era la representación de dejar atrás lo malo antes de continuar el
camino. El sitio como indiqué tenía la denominación de Apacheta (punto más alto de un camino y
sitio de valor sagrado, dónde se realiza un rito o ch’alla de solicitud de buena suerte
a laPachamama o madre tierra empleando hojas de coca y alcohol). Realizada la ch’alla, dejamos el
lugar sagrado para continuar, ahora cuesta abajo, en medio de un paisaje aún ocre, cambiando en
sus tonalidades poco a poco, rodeados de hermosos nevados, e intermitentemente al borde de
algunos barrancos. La senda tímidamente iba adquiriendo pinceladas verdes entre la tierra y la
piedra pizarra, el agua de las vertientes interrumpía algunas partes del camino; mientras, me percaté
de como algunos pobladores avanzaban en dirección opuesta a la nuestra con sus llamitas, más
tarde me enteré que esto era para ofrecer sus servicios de carga durante el trayecto a los turistas y
guiarlos, o en otro caso para sacar su producción agrícola-ganadera a la venta. Una gran suerte, no
nevó, ni llovió en esta etapa fría del recorrido, aunque quién sabe, pues no faltó quién con la intención
de tentar contó que en una de sus anteriores visitas había visto allí nevar, sintiendo a la cordillera
sumada a esta parte del camino llenos de matices blanquecinos hermosos, un paisaje para tenerlo
en el recuerdo siempre; el viento y el relato explicaban el uso de los rompevientos puestos para
cubrir el cuerpo y las pertenencias. Durante el descenso, se sentía secuencialmente ya un ligero
cambio en el paisaje, podría decirse que estábamos dejando el alto andino para ingresar a la puna.
Llegamos a la primera población: Lama Khuchu, allí habían pastizales intermitentes, también
un Tambo (espacio de descanso e intercambio comercial, construido en tiempos del imperio
incásico), los restos del vestigio arqueológico se conservaban respecto a sus paredes, las cuales
conformaban tres conjuntos en medio del espacio abierto; lastimosamente sufrieron agresiones
conmemorativas de anteriores viajeros quienes dejaron evidencia de que efectivamente estuvieron
allí el año x (ustedes me entienden algo así como graffitis); allí también nos quitamos los
rompevientos por ser ya menos necesarios. En el mismo lugar había unos botes de basura, los
cuales por el lleno en su capacidad, daban a entender que ya había pasado bastante gente por el
lugar, además otro grupo de jóvenes bolivianos estaba detrás de nosotros, quienes adelantaron su
ritmo y nunca más volvimos a ver, esto mientras nosotros merendábamos un refrigerio. Satisfecho
el estómago, continuamos el camino, llegando en media hora a un puesto de control situado
en Samaña Pampa o Inti Wara Wara Yassi para otros; acá Don Eulogio (un poblador) colabora
llevando la cuenta del paso de los viajeros en el libro de registro que le encomendó la policía. Dentro
la tienda, uno puede adquirir mapas fotocopiados del recorrido, los cuales recordaban nuestro
apenas comienzo (dentro, también vendían varios alimentos y bebidas embolsados y embotellados),
al lado una señora dentro su tarima forrada de plástico ofrecía bebidas calientes y sándwiches. Una
vez registrados retomamos camino, avanzando sobre pendientes no muy pronunciadas, cruzábamos
pequeños puentes artesanales, se incrementaba la humedad; los nevados poco a poco se escondían
a nuestra vista. Avanzando más, se podían divisar a lo cerca, algunos bosquecillos
de queñua y kiswara (bellísimos arbustos andinos) y promontorios de rocas volcánicas. Cruzamos
Tambillo, donde existían vestigios arqueológicos habitacionales, y más o menos a las 13:00
arribamosChucura, 3900 msnm, población donde almorzamos y dónde había más gente dentro todo
el recorrido, un pueblito del que gran parte de sus habitantes contratados por las Agencias de Viaje
trabajaban brindando el servicio de porteadores o guías locales (es más las personas quienes
cruzamos con sus animales de carga en el camino eran de allí). En Chucura se encontraba una
especie de tranca donde se hacía un cobro, a decir de los encargados para la limpieza del camino y
la manutención y construcción de puentes artesanales. La población también poseía una descuidada
cancha de fútbol cubierta de pasto a disposición de todo aquel deseoso de practicar el deporte pasión
de multitudes a una altitud de 3900 msnm. Un puente colgante que atravesaba el río dejaba la idea
de que el Choro no era la única ruta precolombina para recorrer, claro no lo averiguamos, pues en
esta ocasión era el Choro nuestro camino a seguir. Pagados los 10 Bs. que solicitaban los pobladores
en la tranca continuamos el avance, rodeándonos cada vez de mayor vegetación, ingresábamos en
los Yungas Altos, de matorrales intermitentes y sitios más empinados y hasta resbaladizos. Cada
cierto trecho la senda se encontraba cubierta de agua, la cual se distribuía por entre los intersticios
de las viejas rocas que formaban el camino, esto justificaba el uso de botas. Evidenciábamos muchas
vertientes de las cuales era posible cargar agua para nuestro consumo, su sabor se aproximaba a
lo dulce y lo obviamente refrescante (algunos amigos y compañeros de viaje disolvieron tabletas de
yodo, pero al menos en el caso mío por el estomago de acero que tengo, jajaja, no vi la necesidad
de tal cosa y para nada sentí daño alguno por consumir tal agua), la tentación me llevó a llenar mi
recipiente en una vertiente que antecedía a una enorme roca sagrada,
denominadaAchachikhala (piedra vieja o antigua), aunque otros la conocen también como Jach’a
Khala (Roca gigante), allí existían sombrillas artesanales y unos asientos que contrastaban de
manera hermosa y acogedora con el entorno, además de unas rocas con bajos relieves que tenían
forma de batanes o tazones; paralelamente a nosotros estaba el río Chucura bramando como debía.
Pasado el descanso, aascensos y descensos estaban a la orden del día, en medio de un clima
húmedo y ligeramente más cálido, nos rodeaba una vegetación arbórea y arbustiva, con troncos
retorcidos y hojas gruesas o endurecidas; pinos y bambúes, además de la khantuta (flor símbolo
patrio del país). Después de una larga caminata de dificultad no muy exigente, llegamos como a las
18:00 a Challapampa, población destino del primer día. Una familia nos atendió muy cordialmente,
ofreciéndonos espacios para asentar nuestras carpas, cobrando 5 Bs./carpa a los visitantes
individuales quienes no tomaron los servicios de una Agencia de Viajes. Había también áreas
techadas y hasta habitaciones precarias. Challapampa se situaba a 2900 msnm a orillas del
ríoChucura., de cuyas aguas aprovechamos para mojar el cuerpo en la única ducha y baño existente
hasta este sector recorrido (obviamente agua fría, temperatura natural). Cenamos unas truchas muy
pequeñitas, lastimosamente de un sabor muy salado, para luego pasear por los alrededores. Sin
querer interactuamos con otros viajeros, escuchando a algunos de ellos interpretar música con una
guitarra criolla, luego opacada por el equipo de sonido de algún desubicado que a base de pilas hizo
funcionar su radio, subiendo el volumen al máximo; obviamente junto al guía exigimos que reduzcan
el volumen o apaguen dicho aparato a los molestosos. Había quienes aún hacían fotografías y
trataban de observar algunos animales y plantas con más detalle, al menos hasta el anochecer; en
mi caso, preferí dormir dentro mi sleeping a la intemperie, bajo un techo de calamina (gracias al cielo
no llovió, sino al contrario tenía a mis ojos un cielo despejadísimo que me permitió ver algunas
constelaciones de estrellas, acompañado por el sonido emitido por los insectos y una ligera brisa,
sumando a ello el curso del río, cosa que al amanecer ya no fue tan de mi gusto pues la escarcha
invadió a mi cobertor y mi cuerpo cambió descendió en su temperatura de una forma nada
agradable). Los ojos cayeron y un día de recorrer un camino prehispánico empedrado atrás quedó,
por el cual corrían arroyos, desniveles vencidos por escalinatas hechas con piedras planas, muros
de contención, muros de seguridad, canales de drenaje conformados por intersticios funcionando
perfectamente como sumideros, alcantarillas y puentes espaciosos; todo pasado 20 km y 8 horas de
andar a pie.
Despiertos, a las 7:00 am llegaba el desayuno en tazas metálicas. Muchos de quienes habían
acampado en Challapampa ya no se encontraban allí, habían emprendido ya la caminata. Partimos
a las 08:00 am, en medio de una ruta más estrecha, más húmeda y resbalosa. Podíamos divisar
inclusive frutillas silvestres, la presencia de árboles retorcidos de hasta 10m de alto, la presencia de
insectos y aves percatados de nuestra presencia era evidente, loros y colibríes escondidos entre el
verde vivo. Poco a poco la vegetación se alzaba en alturas cada vez mayores. Las hojas y ramas de
los altos árboles cubrían buena parte de los rayos del sol que trataban de llegar a nuestros cuerpos.
La mañana estaba por terminar y cerca de las 11:00 tomamos un descanso en Villa Loba, el
almuerzo estaba esperándonos. Pasado el tiempo de la merienda me aleje un poco del grupo y pude
acceder a otro desvío en la ruta que me dirigía para reencontrarme al río Chucura, aprovechando
sus frescas aguas me bañe en ellas, para después nadar un poco, cuando al escuchar llamar por mi
nombre me sequé y vestí, para luego recibir una reprimenda debido a que allí las aguas cambiaban
en la fuerza de su corriente de manera inesperada. Continuando nuestro viaje por aquel lugar en que
coincidían los ríos Chucura yTiquimani, la vegetación cubría a ambos ríos, pudiéndose observar
algunas palmeras, alisos, incienso, o nogales, hasta que arribamos un puente colgante situado sobre
el río Chucura. No necesitábamos finalizar el cruce por el puente colgante para darnos cuenta de
que el resto del camino iría cuesta arriba. Dejando los 2100 msnm para ascender nuevamente a más
de 3000 msnm. La subida llena de curvas, nos hizo notar que estábamos en el población casi
completamente deshabitada donde había una pequeña tienda en medio del camino, casi al borde
del precipicio yungueño, atendida por una señora, quién ofrecía refrescos embotellados y también
artesanales, consumí dos refrescos hervidos de durazno que sentaron muy bien a mi ser.
Evidenciamos a lo lejos dos pequeñas caídas de agua juntándose como una “Y”, tomaban la forma
de un solo chorro de agua, de ahí nos explicaron que derivaba el nombre de la población y por ende
del camino. El calor era muy fuerte ya en este lugar donde casi no existía la presencia de sombra,
peor aún para este habituado toda una vida dentro el altiplano; repentinamente la cuesta arriba se
convirtió en cuesta abajo, la señalización indicaba que estábamos cerca del río Jucumarini, bello
espacio dónde existía una caída de agua y desde el que evidenciaríamos insectos y mariposas de
diferentes tamaños y colores, quienes nos acompañarían este día durante el resto del camino. Poco
a poco iba avanzando la tarde, el resto del trayecto nuevamente sería de ascenso, pero
inesperadamente observamos unos platanales, habíamos cumplido el objetivo del día, llegar a San
Francisco dividido por dos campamentos distanciados a menos de cinco minutos el uno del otro,
nosotros nos asentamos en el segundo espacio. Urgía la necesidad de un mingitorio, encontramos
una letrina bastante utilizada, obviamente, a pesar del deseo no era momento para solicitar una tina,
una taza de baño y agua caliente. En este lugar no había una ducha sino una manguera de la que
emanaba un chorro muy delgado y con muy poca presión, así sin más, con cierto temor a ser
descubierto en plena desnudez, comencé a tomar una ducha ayudado de un bidón, refrescando de
esta manera a mi cuerpo. La noche había llegado, y el saber que solo faltaba un día más para cumplir
con tan hermoso trayecto alegraba y también generaba cierta tristeza; ya había charlado con gente
por completo desconocida anteriormente, hoy grandes amigos. Allí si pude pedir unas botellas de
cerveza, cuyo efecto sumado a la luz de la luna y al borde del abismo generaron en mí una
satisfacción incomparable, todo gracias a el grupo y dos familias quienes vivían en el lugar
denominado oficialmente Kusillinani, pero más conocido como San Francisco(debido al nombre de
la tienta donde acampamos, así se llamaba el dueño). El momento de degustar la noche y de
descansar para continuar el día siguiente llegó.
Batanes, Jiska Ilampata (K.
Allgoewer)
El día tres estaba presente, y con él una indecisión muy fuerte, algo así como una alivio engañoso:
“ya termina el calvario después de 2 cansados días”, más aún para una persona no muy asidua a
caminar tramos largos y llenos de ascensos y descensos; también pero existía una invasión de
tristeza, no faltaba mucho para dejar tan bello ecosistema (muy pesar de no estar conservado en su
plenitud, a veces invadido por la basura, donde tanto habitantes como visitantes desgastaron la
antigua senda, pero no por eso trayecto sin belleza, donde no cualquiera podía estar, atravesando
cambios climáticos y paisajísticos de trascendencia). Ahora casi todo sería descenso, a exceptuar
por un tramo diagonal para su subida no muy amigable, pero de características insuperables. Sin
más cargando nuestras pertenencias, continuamos después de habernos despedido de las familias
del sitio de camping; compré unos cuantos plátanos aún por madurar en el primer campamento a un
precio ridículo, pero de un sabor exquisito. La cosa parecía bastante fácil, además todo el grupo
pudo percatarse de mayores caídas de agua cristalina derivados de vertientes. Muy cerca se
encontraba un muro de contención cuya construcción se hizo aprovechando la jocosidad de la
serranía, de allí se desprendían gotas de agua, el lugar era en sí una peña tornando colores oscuras
hermosos en sus tonalidades. Este día no sufrimos para nada de agua hasta el medio día ya que la
recargábamos constantemente de hermosas cascadas que seguían en el trayecto, pero un grave
error fue el no haber sabido que antes del puente colgante sobre el río Coscada(conector
de la Cuesta del Diablo), estaba la única vertiente hasta llegar a Bella Vista, 2000 msnm (donde por
cierto había una tienda), y que peor, desde Bella Vista, hasta el Chairo, no volveríamos a ver más
lugares donde proveernos del líquido elemento, además, el camino después de la Cuesta del
Diablo hasta Bella Vista ya no era empedrado y era tan angosto que permitía solo el avance cómodo
de una persona (una lástima que pasando esta población haya un promontorio de botellas plásticas
que rompen por completo el entorno). Este trayecto, sin duda fue el de más adrenalina. Desde el
reinicio aquel día en la caminata hasta las primeras horas de la tarde podían evidenciarse en este
tiempo una gran cantidad de orquídeas, nogales y gramíneas de variados tamaños y colores. La
penúltima población por arribar era la deSandillani 2000 msnm, donde se encontraba radicando por
una ya gran cantidad de tiempo todo un personaje a quién denominaban el ermitaño japonés, cuyo
nombre verdadero es Tamiji Hanamura, guarda parque ad honores, quién por voluntad propia lleva
un registro de visitantes a su morada, una amable persona a la que no se justifica el denominarlo
ermitaño, poseedor de un hermoso jardín y algunos vegetales en cultivo. También en el lugar existía
una tienda de los comunarios, pero sobre todo resaltaba un albergue comunitario bastante atractivo,
cómodo y de una gran cantidad de servicios, en el cual si uno deseaba podía hospedarse, para
practicar también turismo de observación y naturaleza transitando senderos muy temáticos, pero
como nosotros ya habíamos planeado el viaje con el presupuesto más o menos ajustado en esta
ocasión no pudimos acceder a tan tentadora opción; el albergue comunitario tenía el nombre
de URPUMA. Descansados nuevamente avanzamos ya por un sendero menos dificultoso y también
menos cubierto de vegetación, rodeados por una gran calor, donde nuevamente no había agua. Sin
embargo al las 14:30, después de vencer un zig-zag ondulado de curvas en descenso, ya habíamos
llegado al Chairo1300 msnm, empapados de agua pues 15 minutos antes de nuestro arribo a la
localidad llovió torrencialmente. Observábamos como turistas individuales buscaban un medio de
locomoción para llegar hasta Coroico o en cambio a La Paz, hablando con uno de ellos, comentaba
que era posible acceder de regreso a La Paz caminando entre 1:30 a 2:00 horas, hasta llegar
a Pacallo, cruce en el que con un poco de suerte y paciencia uno podía encontrar vehículos de
transporte público los cuales los lleven aCoroico o en otro caso a La Paz, siendo lo último más difícil
debido a la temporada y a que los coches que salen de Coroico regularmente pasan por el lugar
llenos, siendo la única posibilidad para obtener transporte vehicular el esperar con mucha paciencia
el paso de alguna de las líneas provenientes del norte del departamento; en otro caso uno podía
alojarse en el Chairo o en la localidad de Pacallo. Son cosas que suceden cuando los únicos medios
de locomoción motorizada son un camión y una vagoneta en aquella locación que arribamos
terminando la senda de tres días. Es un poco molesto y evidente el enterarse que son muy pocas
familias quienes promueven nuevos emprendimientos turísticos en toda el Área Protegida, se podría
pasar más tiempo dentro del Parque Cotapata y el Camino Precolombino del Choro. Terminado el
almuerzo, ya debíamos partir para Coroico en la vagoneta de la Agencia de Viajes, a pasar una
noche de pachanga…
…Sin embargo Coroico, sus atractivos y servicios turísticos, es motivo para otra entrada ya hecha
en esta guía de turismo de Bolivia y espacio de información turística real, donde lo que importa son
las opiniones y bitácoras de los turistas y viajeros reales o potenciales, quienes deseen CONOCER
BOLIVIA VIAJANDO.
En el Camino Precolombino del Choro es imposible dar una altitud, debido a su composición por
bastantes altitudes (desde los 4600 hasta los 1300 msnm), tampoco una temperatura promedio,
pues se calcula que para cada 100m de diferencia de elevación la temperatura promedia cambia
aproximadamente 0,6 °C, con temperaturas pro debajo de 1 °C hasta los 25 °C.; peor aún es tratar de
definir su clima, seco y frío en el Alto Andino, la zona más fría con heladas todo el año; la puna y
yungas altos, con precipitaciones principalmente de nieve y granizo; los yungas medios, con un clima
frío y muy húmedo con frecuentes heladas y lloviznas todo el año; finalmente un clima sub-tropical
húmedo. Mayor estacionalidad con una época seca entre junio y septiembre en los yungas bajos o
bosques húmedos montañosos de yungas.
Su historia básicamente tiene que ver con tiempos precolombinos remotos, en los cuales se
abrieron sendas para establecer intercambio comerciales entre los yungas y los andes u otras
regiones poseedoras de población y cultura, hasta que una vez entrado el imperio Incásico se
emplearon los caminos y refaccionaron, estableciendo incuso establecimientos de hospedaje y
descanso mejor conocidos como Tambos, también por mucho tiempo se empleo la senda como
camino de herradura con la llegada de los españoles, e incluso durante la república, perdiendo luego
importancia con el desarrollo de la carretera desde La Paz hacia los yungas. A partir de los años 60
comenzó el ingreso de turistas y aventureros.
Minas explotadas en diversos sectores utilizaron también el sendero precolombino del actual área
protegida (promulgada como tal desde 1993 por decreto del entonces presidente Jaime Paz
Zamóra). Luego los mineros abrieron caminos carreteros.
Antes de la reforma agraria, ocurrida en 1952, existían en lo que actualmente es el Parque Cotapata,
numerosas haciendas dedicadas, principalmente, a la producción de café, cítricos y coca,
especialmente en la parte baja. En aquellas épocas, familiares y amigos visitaban a los hacendados,
permaneciendo períodos prolongados en el lugar, aprovechando el clima para bañarse en los ríos y
disfrutar de la naturaleza.
Luego de la división de las propiedades, algunas personas de La Paz compraron las antiguas casas
de las haciendas, y las transformaron en casas de veraneo, paralelamente los pobladores emplearon
el camino para prestar servicios turísticos y sacar su producción ganadera agrícola.
Geológicamente hablando podría decirse que la historia del lugar tiene que ver con la llegada de la
glaciación y la posterior creación de sitios empinados por el desliz de aguas de los cursos de
nacientes y ríos al pie de los nevados, generando de esta forma zonas muy húmedas y propicias
para el crecimiento de ecosistemas muy variados en los cuales se presentó luego diferentes
temperaturas según la altitud, generando así diferentes climas y zonas de biodiversidad.
Básicamente en el relato o la bitácora se indica cual es el atractivo, aunque de todas formas esta se
centra en las actividades de observación de fauna o flora, práctica del treeking e interpretación de
espacios patrimoniales o arqueológicos.
Vista del camino precolombino
Grado de dificultad
El grado de dificultad para realizar el trayecto a pie del Camino Precolombino del Choro se encuentra
entre lo poco exigente y exigente, o dicho de otra forma, medio alto y alto. El recorrido se conforma
por 57 km recorridos a pie.
Infraestructura
CHORO
Esta caminata se inicia a 20 km. de la ciudad de La Paz, en la Cumbre de Yungas. La vialidad
precolombina permitió durante la vigencia de las culturas de Tiwanaku e incaica, construir caminos
empedrados que unían los picos montañosos con la suavidad sub tropical de los Yungas.
Durante el recorrido se puede disfrutar de panoramas muy cambiantes desde las nieves eternas,
vegetación florida hasta paisajes selváticos, presentando una variedad de aves, flores exóticas y
puentes colgantes sobre caudalosos ríos.
ATRACTIVOS
Parque Nacional y Área de Manejo Integrado Cotapata, variados pisos ecológicos, flora y fauna del
área actualmente en conservación, ríos caudalosos, puentes colgantes y restos arqueológicos.
Lugar de Inicio y de final: La Cumbre - Coroico
Recorrido del camino prehispánico: 50 km. aprox.
COMO LLEGAR
Servicio público de buses y minibuses que salen desde la zona de Villa Fátima en la ciudad de La Paz,
con dirección a la Cumbre desde donde comienza la caminata.
DATOS TÉCNICOS
Ubicación: Sur del departamento de La Paz. Provincia Nor Yungas.
Altura: Cumbre – Apacheta aprox. 4,700 m.s.n.m.
Distancias: 20 km. (40 minutos aprox.)
Tiempo promedio de 3 días / 2 noches
visita: