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INFOGEP
El conjunto de pueblos fundados por la Compañía de Jesús que habían conformado la región
más organizada y densamente poblada de todo el territorio rioplatense hasta fines del siglo
XVIII terminaba de fracturarse con la ocupación correntina. En 1801 se habían perdido a
manos de los luso-brasileños los Siete Pueblos orientales. La Revolución de Mayo había
desprendido los pueblos al occidente del Paraná, al independizarse el Paraguay. Este estado
ampliaría su conquista hasta las márgenes del Aguapey.
Aquel caos llevó al cabildo de San Roquito, que oficiara de capital del departamento de
Misiones durante la República Entrerriana, a solicitar su anexión a Corrientes, cuyos
cabildantes en nota dirigida al gobernador correntino, aludían que ―en reunion general para
tratar sobre nuestra suerte venidera, en virtud de hallarnos sin proteccion alguna por no haber
Autoridad ni Gefe reconocido en Misiones de donde hemos dependido, por lo que nos
consideramos huerfanos y libres de las obligaciones (...) y debiendo unirnos y vivir en sociedad
con otros pueblos para poder sobrevivir (...) hemos resuelto todos decididamente por un
convenio general unirnos a la Provincia de Corrientes, sugetarnos a su gobierno superior y
estar obedientes a las leyes queriendo vivir en union con nuestros hermanos los Correntinos y
componer una sola familia...‖.
La rápida protesta de Aguirre ante los gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos evitó que esta
incorporación se formalizara. Pero quedaba como antecedente para que Corrientes en un
futuro fundamentara su presencia en Misiones.
San Miguel y Loreto en dos oportunidades, en 1822 y 1826 realizarán similar pedido al
gobierno correntino.
La guerra con el Brasil, dejaría para más adelante la decisión de estas cuestiones.
Anarquía en Misiones
El 28 de agosto, Ferré informaba al Congreso provincial que, ―para afianzar por todos los
medios posibles la seguridad y tranquilidad de la Provincia, ante la tan dolorosa insurrección
acaecida nuevamente en Misiones, (...) he hecho aprestar una fuerza de cuatrocientos
hombres bien armados y municionados...‖.
A principios de noviembre, las tropas correntinas ingresaron a San Roquito, dispersándose sus
pobladores y sus principales caudillos. Aguirre, nuevamente en escena, y Cumandiyú
enfrentaron a las fuerzas correntinas el 12 de noviembre de 1827, a orillas del arroyo Cambay.
La batalla continuó pocos días después en Tuyuné, triunfando dificultosamente las tropas de
Ferré. Los derrotados se refugiaron en Mandisoví y desde allí pasaron a la Banda Oriental. El
territorio de la provincia guaranítica de Misiones quedó así ocupado por Corrientes.
―Los individuos que componen un resto de las misiones residentes en las ruinas del antiguo
pueblo de La Cruz, en uso de su libertad y deseando formar parte de la provincia correntina, se
someten a la autoridad que emana de las leyes que rigen en la provincia de Corrientes.‖
A partir de allí el gobierno de Corrientes empezó a expedir títulos en enfiteusis en el área
incorporada. Bastó sólo una década para que un centenar de hacendados ocupasen las fértiles
praderas y las más importantes rinconadas desde el Aguapey al Miriñay.
Esa ley, que legalizaba el dominio de los pobladores de la región incorporada, fue
complementada por otra, referida a los nuevos límites de la provincia, del 1° de septiembre de
1832. En la misma, la Sala de Representantes de Corrientes aprobaba como límites los que ya
había decretado el Director Supremo, Gervasio Antonio de Posadas en 1814, es decir ―el río
Paraná al oeste y norte hasta la línea divisoria de los dominios portugueses (...) el Uruguay al
este, y al sur una línea imaginaria desde las nacientes del Mocoretá hasta el arroyo Curuzú
Cuatiá...‖. Quedaba así Misiones definitivamente integrada a la provincia de Corrientes. El norte
del Aguapey quedaría aún tres décadas más en poder del Paraguay.
Al finalizar la guerra con el Brasil, Corrientes era la provincia con mayor estabilidad institucional
y política de todo el Litoral. Sobre esta base, dos grandes estadistas, Pedro Dionisio Cabral y
Pedro Ferré iniciaron un ordenado plan de poblamiento de las regiones baldías de la provincia.
Así se fueron expandiendo las fronteras interiores a través de frentes pioneros ganaderos que
formalizaron una ocupación efectiva del espacio merced al facilitamiento de títulos otorgados
por el gobierno provincial. La concentración de hacendados, trajo, como consecuencia, la
fundación de nuevos pueblos. Surgieron así, entre 1828 y 1832, los pueblos de Pay Ubre
(Mercedes), Paso de Higos (Monte Caseros) y Sauce, en puntos estratégicos de la provincia,
cercanos a la única población correntina existente hasta entonces, Curuzú Cuatiá.
Este poblamiento estuvo asegurado por una nueva legislación de tierras, que brindó garantías
a los propietarios.
Para el caso de las tierras misioneras, Ferré reinstauró el hispánico sistema de enfiteusis, a
través de una ley provincial del 3 de julio de 1830. La idea era arrendar esos terrenos, que el
Fisco no podía vender por no haberse reconocido por el gobierno nacional el patrimonio
correntino de esa área. Recién en 1860 esas estancias serían vendidas mediante subasta
pública.
La ley de enfiteusis
La ley de enfiteusis de julio de 1830, permitió la legalización de los terrenos ocupados por
Corrientes en Misiones. Por medio de la misma, se citaba a los denunciantes de terrenos
fiscales en esa área a presentarse ―dentro de los seis meses a partir de su denuncia‖ ante el
Gobierno provincial para legalizar su asentamiento. En caso de no hacerlo, la ley aclaraba que
los ocupantes quedarían prescriptos y su propiedad disponible para su arriendo por parte del
Fisco. El otorgamiento en enfiteusis implicaba el pago de un cánon anual de un tres por ciento
sobre el valor fiscal de la propiedad. Pero esta ley estuvo llena de irregularidades, pues la
mayoría de los primeros denunciantes, en el período 1830-1840 fueron reconocidas
personalidades del gobierno, que estaban exentos del pago ―por los servicios prestados al
Gobierno‖. Por otro lado, hay suficiente información comprobatoria sobre la falta de continuidad
en los pagos del cánon respectivo. A pesar de ello, cuando se otorgan, desde 1860, títulos
definitivos de propiedad, son beneficiarios los mismos enfiteutas que poblaban la región
misionera desde 1830.
La inmensa rinconada que forma el Miriñay en su desembocadura con el Uruguay, fue poblada
en apenas un lustro, entre 1830 y 1835 por una veintena de hacendados, la mayoría
provenientes de Curuzú Cuatiá.
El impulso poblador se frenó hacia fines de la década de 1830, debido a las guerras civiles del
Litoral y a las invasiones de paraguayos, que se reiteraron a partir de 1843, llegando hasta La
Cruz.
En la década de 1850 la ocupación de estancias cobra nuevo impulso, frente a la favorable
coyuntura política de la Organización Nacional. En los mapas se observa el proceso de
ocupación del espacio en ambos períodos. Nuevos pueblos, como Restauración (Paso de los
Libres), Alvear y la reedificación de Santo Tomé, permitieron un afianzamiento de aquel
proceso ocupacional.
La expansión fronteriza de Corrientes hacia el río Uruguay provocó tensiones con el estado
paraguayo que desarrollaba su comercio entre Itapúa y San Borja. Corrientes desafiaba la
presencia paraguaya al norte del Aguapey. Durante la Guerra Cisplatina, el gobierno de
Buenos Aires había incentivado al de Corrientes a repeler las intenciones comerciales
paraguayas. Pero las hostilidades se empezaron a hacer efectivas a partir de la década de
1830. Un curioso episodio motivó el agravamiento de las tensiones: Buenos Aires intentó
recuperar el norte del Aguapey a través de un intento de venta de tierras en esa zona a
inversores británicos para colonizarlas. El dictador Francia respondió inmediatamente que ―las
tierras entre el Aguapey y el Uruguay pertenecen al Paraguay y no a Buenos Aires que durante
los últimos veinte años no ha pensado en ellas. Está claro que Buenos Aires quiere vender
estas tierras a estos Ingleses para impedir y cortar el comercio brasileño con el Paraguay...‖.
La colonización británica nunca se efectivizó, pero el gobierno paraguayo quedó atento a las
intenciones porteñas. Mientras tanto, Corrientes materializaba su acuerdo con La Cruz,
ampliando sus fronteras hasta el Uruguay.
En 1832 una serie de escaramuzas pusieron al borde de una guerra a ambos estados.
Corrientes ocupó en rápida acción la Tranquera de Loreto, llegando hasta la misma Candelaria,
en septiembre de 1832, sin oposición de las fuerzas paraguayas. Recuperada para Corrientes
esa región misionera, su gobierno planificó la industrialización de la yerba mate, invitando a
aquellos comerciantes que quisiesen extraer yerba lo hicieron mediante contratos con el estado
correntino. Éste se reservaba la explotación de los yerbales hortenses, cercanos a los pueblos
en ruinas. Al mismo tiempo, Ferré creó una Receptoría en la Tranquera de Loreto, cobrando
impuestos a quienes ingresaban a Itapúa por aquel corredor. Del mismo modo, ocupado el
puerto Hormiguero, Corrientes instaló allí otra Receptoría para el manejo comercial con el
Brasil.
A pesar del entusiasmo manifestado por Buenos Aires ante la audaz empresa correntina, no
contribuyeron a apoyarla militarmente. Por ello, hacia mediados de 1834, reorganizadas las
tropas paraguayas, ingresaron en las Misiones, territorio que fue rápidamente abandonado por
Corrientes, sin capacidad de defensa. El Paraguay recuperó así su dominio en las Misiones
septentrionales, el comercio con el Brasil cobró nuevo impulso y la ruta entre San Borja e
Itapúa fue fortalecida con la instalación de nuevos puestos militares. No obstante, Francia
impulsó la creación de una ruta alternativa por San Nicolás, más segura y alejada del territorio
correntino.
A partir de allí, el Paraguay afianzó su presencia en las Misiones del norte, área que cobró
especial interés en la política de Francia, por ser el único canal en el comercio exterior de su
país.