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Abstract
Decolonizing liberty is a brief article where the author proposes a different conception
for the study of Philosophy of Law, which consists in acknowledging that in countries
with a colonial heritage, the illustrated instruments where the founding categories of the
State rest have a degraded sense. As happened to indigenous people in the discovery of
America, nowadays, humanity from the South still lives in subalternity. By that means,
liberty is actually understood as non-liberty tied to the State, as well as to global localism.
The author suggests, as a starting point, a discussion on the construction of an inversion
of legal assets, in order to halt western humanism’s repetition and replace it from its roots
towards a pluriversal good: the vital conservation as a condition for the preservation of
any culture whatsoever.
Keywords: Decoloniality, freedom from in below, philosophy of law, epistemologies of
the south.
Resumen
Descolonizar la libertad es un breve artículo en el que el autor realiza una propuesta
para la Filosofía del Derecho: la concepción de que, en los países de herencia colonial, los
instrumentos ilustrados sobre los que descansan las categorías fundacionales del Estado
tienen un sentido degradado. Así como los indígenas en el descubrimiento de América,
aún hoy, la humanidad del Sur sigue viviendo en una condición de subalternidad. De este
modo, la libertad se entiende como una no-libertad, que se sujeta tanto al Estado, como
al localismo global. Como punto de partida se sugiere, por tanto, una discusión sobre la
construcción de una inversión de bienes jurídicos, a efecto de detener la repetición del
humanismo occidental y cambiarlo de raíz, sobre un bien pluriversal: la conservación
vital como condición de la conservación de cualquier cultura.
Palabras Clave: Descolonialidad, libertad desde abajo, filosofía del derecho,
epistemologías del Sur.
1 El presente documento es inédito inspirado en la tesis doctoral del autor: La imagen dogmática del derecho.
2 Candidato a Doctor por el Instituto de Investigaciones jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y
profesor de la Facultad de Derecho de la misma universidad.
Hacia la descolonización de la libertad. Una propuesta desde las epistemologías del Sur
1. Introducción
Mucho se ha dicho sobre la libertad como condición del pensamiento, así como de la
naturaleza del ejercicio de aquella por las rutas del saber. El pensamiento ilustrado nos ha
manifestado la íntima relación entre el conocimiento y el régimen de libertad que existe para
crear, concebir y entender al entorno, a la humanidad y al universo. Empero, filosóficamente
hablando, cuando pensamos, estamos ya anclados a las categorías que nos permiten hacerlo,
en una relación esencial y natural, a partir de una serie de pre-concepciones y categorías
que desdoblamos en nuestras formas de vida y con las que construimos nuestra realidad.
Cuando pensamos sobre la libertad, paradójicamente nos concebimos libres para hacerlo,
sin embargo, pensar en ésta, es en si, repetir los moldes epistémicos de la corrección del
pensamiento, desde los que ya no somos libres para pensar. Por ende, hacerlo fuera de la
modernidad, desde el Sur, merece una disertación particular.
Tradicionalmente, desde los instrumentos del saber provenientes del Norte (sobre todo en
la filosofía del derecho), el tema de la libertad se trata a partir del sujeto y de las estructuras
represivas de la acción social. Desde esta posición las luchas por la libertad ilustrada fueron
escritas por la filosofía, estudiadas por la sociología y cristalizadas por la política, mientras que
del otro lado, en el Sur, fueron encadenadas por el sufrimiento, vendidas por los esclavistas y
sometidas por el “poder político”. Sin embargo, la consolidación de este concepto se afirmó
universalmente como el cumplimiento heredado de los fines del hombre renacentista que,
ya en el siglo XIX determinó la orientación de los fines de la modernidad y del capitalismo.
La sociología clásica nos mostró la capacidad determinista de la sociedad sobre el individuo, a
lo que la producción del sujeto ilustrado, desde el ánimo filosófico, resistió con la afirmación
del libre albedrío; por tanto, la pretendida noción de orden y progreso se solidificó en las
3 Arcaute, Rafael et. al., “La bala”, Entren los que quieran, interpretación de Calle 13, Sony Music Entertainment US
Latin, 2010
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normas del Estado a partir del transe paradojal, por el que se cede irrestrictamente la libertad
para lograr su pleno ejercicio. De tal suerte, que el desarrollo de la libertad ilustrada encuentra
su epítome en la ficción del contrato social y en el mito de la creación del Estado, pues existe
una retribución a esta renuncia de la libertad, ya que el sujeto abstracto y universal (blanco,
hombre, cristiano, con propiedad) al ingresar al Estado adquiere una condición en la que
obtiene racionalmente su conservación, y la libertad tiene un significado racional, a partir del
intercambio entre el imperio de la razón sobre la barbarie, la restricción y la indeterminación,
la seguridad y lo incierto, lo legal y lo ilegal, la vida y la muerte. Para el ciudadano de las
metrópolis (sobre todo para los iguales que eran más iguales) el ejercicio de la libertad, tanto
como el de los derechos, sólo era un medio posible al interior de la nueva polis: el Estado
moderno. Afuera, sólo reinaba la barbarie.
Por ello, aun al exterior de la autoafirmación de la potencia ilustrada,4 la libertad se mantuvo
como ideal a continuar en la opresión creada por el colonialismo y expansionismo, de tal
suerte, que su búsqueda se fijó como el fin emancipatorio par excellence, desde la propia
vivencia bárbara de la opresión, justo como se realizó en el mundo colonial de la nueva
España y el tratamiento emancipador de la libertad cristiana. Al cabo del tiempo, en nuestros
días, no es ninguna sorpresa que el esquema de libertades y derechos estén vinculados a la
figura del Estado. Sin embargo, el derecho para la Europa central y para las colonias tiene
diferencias significativas (Santos, 2010b), pues en los países herencia del colonialismo, no
se encuentra materialmente instaurado un proceso que contenga aspiraciones singulares y
que guarde los contenidos de formas de vida interiores de las comunidades, sino que, por
el contrario, están conformados bajo una conceptualización y aplicación universal ajena a su
racionalidad práctica y a su logos histórico. De ello, que a la postre de su “adaptación”, sus
fines adquirieron la relevancia suficiente para instaurar rutas coercitivas y restrictivas por vía
de la regulación.
En el in situ de los bárbaros la libertad no sólo se afirma como una forma de organización
social o ejercicio esencial de la conservación, sino que también tiene otros tintes, pues
históricamente, el ejercicio de los derechos como manifestación de la libertad dentro del
Estado colonial se reservó para ciertas clases de personas y no para toda la colectividad.
La segregación racial, patriarcal y clasista funcionó como criterio de distribución de los
derechos para las élites que convergieron con el ejercicio de poder político, por lo que
consecuentemente, dentro del sometimiento de la libertad por vía de la explotación, las
metrópolis y sus derechos fueron mantenidas en su unidad discursiva, tal como se explica por
la teoría de la dependencia. Sin embargo, otra consecuencia se percibe en el entronque de
estas manifestaciones normativas en el mundo colonial, pues se asumió la sobre regulación
de instituciones jurídicas ajenas para los antiguos sistemas normativos, atribuyendo a éstos
una calidad degradada bajo una dimensión incierta, impositiva, sancionable, e ilegal.5
4 Me refiero a la justificación interna de la supremacía filosófica, histórica y científica del mundo moderno sobre cual-
quier otro pensamiento y realidad posible.
5 En este sentido, la polaridad entre racionalidad e irracionalidad se invierte, pues el orden colonial para las comu-
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A lo que, al paso de los siglos, dentro de los fines coloniales, la libertad adquirió un sentido
dual, pues dentro del Estado existen dos nociones, una fundada en la categorización
normativa del sistema jurídico y, la otra, producida como resistencia y observancia vigente
de sus normas ancestrales, lenguajes y visiones de mundo; una resistencia que se entiende
institucionalmente como un reducto del pasado, una casualidad de la historia, pero que, hoy
en día, se intenta someter ante un eje de organización económica global, desde el que la
limitación de los derechos se utiliza de modo legal e ilegal, para provocar la circularidad de un
bien jurídico que está por encima de la dignidad, la vida y la naturaleza: el capital.
Por tanto, de este lado, la libertad es un ejercicio discursivo desde el cual, el apropiamiento de
fines superiores no está determinado sólo como un medio de legalidades, sino, también, de
ilegalidades, impunidad, crimen organizado, determinismo económico y de sobre-regulación
estatal, que se transforma en violencia institucionalizada, a través de una retórica hueca,
llena de muerte y pletórica de balas. Ahí, donde los bárbaros, la libertad está condicionada
por las normas del derecho, en el que el Estado-discursivo aporta derechos y obligaciones,
mientras que el Estado de facto, con su alta burocracia y desigualdad, destruye, limita y
condiciona esos mismos derechos y obligaciones por los laberintos eternos de las normas
o la impunidad y corrupción. En este sentido vale la pena aclarar las nociones precedentes.
Entiendo Estado-discursivo como el sistema institucional de la organización del Estado
moderno (una versión monista entre derecho y estado), confeccionado a partir de la
separación de poderes y secularización de autoridades, así como sus procesos de satisfacción
retóricos y prácticos de la vida pública y privada sobre los fines de una sociedad determinada.
Tanto la concepción general de las instituciones políticas, como también, la concordia de los
fines de las instituciones jurídicas. Dentro de este tipo de Estado, existe una coexistencia entre
fondo y forma que vincula al orden social y tradicionalmente se limita al espacio territorial
y a la ciudadanía. Como ejemplos puedo referir al municipio, una sentencia jurisdiccional, la
policía, la institución jurídica de matrimonio, las reglas y la sustanciación de una campaña
electoral, la compraventa de bienes en un super mercado, etcétera.
En este mismo tenor, tomo al Estado de facto como el sistema social de organización legal
o ilegal que se afirma en un territorio físico o virtual determinado, a partir de la fuerza
discursiva (retórica) o violencia material (inclusive simbólica) para hacer valer sus normas a
efecto de conservar sus propios intereses, cuyas limitantes exceden al espacio territorial y a
la ciudadanía. Éste tiene dos caras, una hegemónica y otra contrahegemónica. En el caso del
Estado de facto hegemónico, puedo enunciar a las pandillas como los maras salvatruchas,
las asociaciones de taxistas, los grupos transnacionales como Walmart y Dragonmart, las
empresas extractivistas, las casas de bolsa, las calificadoras de riesgo como Standard &
poor’s, grupos de tala ilegal, paramilitares, narcotráfico, miembros del Estado discursivo que
tienen inmunidad bajo cualquier actuación fuera del marco normativo, e incluso, la relación
nidades ancestrales operan de manera contrapuesta, pues sus normas les son ajenas y fueron admitidas sólo como medio de
supervivencia. En la actualidad la interlegalidad y el pluralismo jurídico nos da una idea sobre la construcción forzada de los
estados post-coloniales, que siguen resistiendo y construyendo derecho a la par del Estado moderno.
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de éstos actores, cuando aportan favores o recursos para sostener legal o ilegalmente al
Estado discursivo. Todos éstos son algunos ejemplos de este tipo de Estado.6
En el caso del Estado de facto contra-hegemónico, la diferencia esencial radica en que los
actores actúan ilegalmente a favor de la conservación de la vida, la seguridad, la dignidad
o los derechos humanos. Verbigracia, cuando las normas atacan hegemónicamente a la
dignidad de la sociedad y un grupo social se manifiesta en contra de una ley que no les
permite protestar; en suma, cuando la sociedad desobedece el mandato normativo de
un Estado–discursivo totalitario, el Estado de facto adquiere una configuración contra-
hegemónica cuando defiende la conservación de la vida, la seguridad y principalmente la
libertad. Ejemplos de éste, los encontramos en los ocupas, los indignados, los indígenas,
las manifestaciones políticas y las luchas pacíficas por la libertad de expresión o por la
reivindicación de nuevos derechos. Por ello, en apariencia los actores sociales rompen al
Estado discursivo, empero, contra-hegemónicamente le perfeccionan.
Regresando al tema, las aspiraciones de los Estados emergentes del post-colonialismo se
ven corregidas por la fuerza hegemónica neo-liberal que dentro de la fundación del Estado-
discursivo induce formas degradadas de derechos. Por tanto, es difícil imaginar a Estados
soberanos en medio de la fragmentación de la soberanía en el siglo XXI, a lo que la fragua de
la necesidad del nuevo bien común, “el bien global”, como en el otrora colonialismo, arrastra
a nuestros países al desenfreno sobre la limitación de la libertad. El temido regreso de los
totalitarismos no está en Europa, sino en todo el mundo, emergiendo del Norte en contra
del Sur.
Los procesos constitucionales que atraviesan los estados post-coloniales del siglo XXI
están cada vez más fortalecidos, discursivamente hablando, con los sistemas de libertades
y seguridades atinentes al sistema internacional de derechos humanos; sin embargo,
lo que he denominado Estado de facto hegemónico les debilita, a partir de una doble
estrategia, el incremento de burocracias del Estado-discursivo o la inexistencia de medios
procedimentales para exigir, en cada país, la real y total defensa de tales derechos por la
horizontalidad de sus habitantes. En este punto, cabe advertir que lo que aparentemente se
puede observar como una simple falta de efectividad del sistema normativo, tiene un cariz
más profundo, pues es evidente el ataque del Estado de facto e incluso discursivo, sobre
activistas, defensores de derechos humanos, comunidades indígenas, mujeres y migrantes.
Como mencioné anteriormente la raza, sexo, clase social (y ahora la ideología y pertenencia
política o religiosa) como en el otrora colonialismo, sirven como criterio de distribución y
aplicación de los derechos. De ello, que en el plano legislativo la aplicación y ejercicio de
los derechos se piense de manera horizontal, pero en la realidad, el ensamblaje del Estado
con el crimen organizado, paramilitarismo, las transnacionales o las cúpulas liberales de la
economía neo-liberal imperan de facto y aplican su “ley” sobre cualquier discurso normativo.
Por tanto, los casos que llegan a tribunales internacionales son contados, y las reparaciones,
6 La distinción con el Estado paralelo, la radico en la posibilidad de interacción territorial y virtual sobre el espacio de
dominio.
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aunque efectivas, llegan a ser dilatadas por sus efectos a posteriori de la humillación y daño.
Tristemente, la justicia internacional deviene en un simple muestreo de casos, en un placebo
de simulación, y no en una contención plena de la humillación y barbarie de la civilización
moderna. Justicia como discurso antes que justicia real.
Por lo anterior, el ejercicio de las libertades comprendidas en el régimen normativo de
restricción, opera sobre todo, para el oprimido y los grupos vulnerables, sin que se aplique en
contra de las transnacionales, los ciudadanos privilegiados, o como Boaventura de Sousa Santos
señala, en contra de aquellos que tienen poder, sino normalmente se hace en detrimento de
los sin poder (Santos, 2009b). En este sentido, la libertad tejida en el interior del sistema
normativo se ve limitada por sí misma, por lagunas insondables y contradicciones sistémicas,
que dificultan el pleno ejercicio de las libertades y se usan políticamente en contra de los
oprimidos. Es importante dar cuenta de que esto no es solamente por una administración
política del derecho, sino más bien, es consecuencia de la imposición institucional del
colonizador, por ello no existen raíces sociales o construcciones de pensamiento que sean
capaces de polarizar los fines y medios de la sociedad, sino que se encuentran inmersos en
una circularidad a-crítica limitada al control del Estado y del mass media. De tal suerte que
los fines de la libertad están conducidos por millonarios aparatos televisivos que someten el
criterio a la repetición del consumo, a la imposibilidad e indolencia. La sociedad y su libertad
se ven atrapadas en el consumo, crimen y la opresión legal.
Basta abrir cualquier texto sobre filosofía del derecho y escoger el tema de libertad, para
darse cuenta que lo anterior se comprende como un defecto de la categoría universalizada
de occidente, y se suple con un sin fin de citas que van desde Aristóteles hasta Tomas de
Aquino, de Platón a Hegel, de Demócrito o Epicuro a Marx, de Kant a Kelsen, etcétera,
que confirma la repetición al infinito de una concepción histórica singular hecha pasar por
universal. Sin embargo, del otro lado, los pluriversos y la realidad,7 para esta razón está
silente, ausente, porque no es racionalidad. A propósito de dar voz e insurgencia plena a ese
discurso principal, los textos cimientes de la academia vuelven como el pez al mismo río del
que pretende escapar, porque el pez siempre es el último que se da cuenta que está dentro
del agua. Así, la filosofía del derecho en el Sur aún no encuentra sus propias categorías ni
discusiones, por ello, el pretexto de este documento.
Para América latina y otras expresiones post coloniales, la idea de libertad se reconfecciona
como una rama de la emancipación, pero, en realidad, dentro de la fundamentación de los
límites de aquella. La sociología crítica, el marxismo o la propia filosofía de la liberación
aportan una dimensión singular.8 Por lo que la libertad, como parte del discurso de la
conservación9 en el Sur, filosóficamente hablando, no atiende a las necesidades sociales,
7 Juego de palabras con la que juegan los zapatistas, pues para ellos la noción de “Realidad” adquiere una posición
epistémica desde la que ellos ven al mundo, desde abajo, mientras que la hegemonía la encubre con su saber.
8 En ocasiones atienden a fundamentos de liberación o emancipación, que concurren en las líneas de la visión de
mundo de las que pretenden desatarse, sin embargo, no es un argumento total y existen suficientes excepciones para no gene-
ralizar. Al contrario han aportado enormes cantidades de críticas y fundamentos para dar cuenta de la opresión y humillación.
9 Me refiero a la construcción del Estado como garante de la conservación de bienes superiores como, la libertad, la
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vida, la propiedad, etc. La conservación de este Estado se consigue únicamente con la cesión de la libertad y la restricción de las
mismas por el derecho, por lo que en el Sur, la restricción es irracional.
10 Derechos humanos hegemónicos o contra hegemónicos
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11 Bulas Alejandrinas.
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resaltar más esta metáfora, un ejemplo claro, el grito de Dolores12. En este mismo tenor,
como símil, es menester observar que la filosofía del derecho en el Sur sigue replicando los
fundamentos del sujeto cartesiano, del colonialismo, patriarcado, del estado moderno y de
las instituciones que sostienen al capitalismo. Desde esas fuentes es como el Sur reflexiona
sobre los dominios de su “libertad”.
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forzadas, ejecuciones extrajudiciales por parte del ejército y cuerpos policíacos, vínculos
entre autoridades estatales y crimen organizado, sometimiento a las necesidades legales e
ilegales de EUA, corrupción e impunidad. A lo que también corresponde el debilitamiento de
los derechos a partir de la complicidad silenciosa de los Ombudsman14, y otros encargados
de vigilar la separación de poderes, pues paradójicamente son propuestos por el propio
poder Ejecutivo, como también a los propios Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.15
Paradójicamente, la no-libertad establece una justificación racional de la dependencia ad
infinitum de las instituciones internacionales para el progreso y desarrollo de sus derechos,
pues, para hacer frente a las problemáticas que vive México y otros países, es necesario
exportar modelos de explotación como el fracking, la minería a cielo abierto y combatir el
terrorismo y narcotráfico, disparando el alza de violencia con instrumentos que destruyen
la naturaleza, vulneran la dignidad de las personas y destruyen al propio Estado discursivo.
Ante lo cual, nos encontramos en una paradoja, el sometimiento del discurso del Estado a
si mismo, le debilita y lo somete al Estado de facto que opera en el contexto global. Por ello,
dentro de esta situación es cuestionable sostener la pretensión idílica de la libertad moderna.
Por lo que es fundamental comprender que la libertad que habita de este lado de la línea es
una libertad colonizada, oprimida y degradada.
Engrosando lo anterior, hay que tomar en cuenta que la teoría crítica ha denunciado la
estrecha relación entre la propiedad capitalista y el derecho moderno, así como también la
relación de las sociedades de consumo y el pretendido ejercicio de la libertad. Sin embargo,
su proceso de afirmación es centenario. Basta recordar el mercantilismo, para comprender
cómo el esclavismo reducía a los seres humanos como viles objetos con valor de mercancía.
En 1820 los esclavos que trabajaban en las plantaciones de EUA tenían un valor comercial
cercano a los 4 millones de dólares, cuya producción repercutía en 3 mil millones de dólares.
Hoy en día, como en tiempos no muy lejanos, la relación deshumanizadora convierte al
hombre en un objeto de consumo. Para lo que es necesario limitar los derechos y desechar
la libertad a partir del sometimiento normativo y la violencia de facto. Las cosas no han
cambiado demasiado, pues la opresión solapada por la corrupción de los estados, adquirió
nuevos matices como la explotación sexual,16 el trabajo forzado, la servidumbre infantil, el
matrimonio forzado, el tráfico de órganos, las adopciones ilegales, la explotación militar y
una larga enumeración de etcéteras.
Sin embargo, a pesar de que la idea de la modernidad supone su verticalidad sobre otras
14 El Ombudsman en México es el nombre que se la al titular de la Comisión de Derechos Humanos, tanto nacional
como local. Es un organismo descentralizado. A nivel federal fue creado en 1992 y posteriormente fue implementado tanto en
las 31 entidades federativas como en el Distrito Federal. Dentro de sus funciones están las de promover y proteger los derechos
humanos así como su difusión. Este organismo encuentra su inspiración en las Defensorías del Pueblo, principalmente en el
modelo escandinavo.
15 En el 2015 los Ministros de la SCJN percibirán alrededor de 38, 178,25 dólares por mes.
16 Sólo por mencionar el tráfico de personas, en el 2009 aproximadamente aportó 32 billones de dólares al capital global.
Ver: http://www.unodc.org/toc/es/crimes/human-trafficking.html Consultado 04-06-2014 siendo las 14:56 hrs.
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Hegel, que no hace profecías, que habla tan solo de lo que ha sido y es,
así lo afirma. De acuerdo con su filosofía de la historia, la historia del
planeta entero gira en torno a la historia europea, en su desarrollo y en sus
logros. Es una historia dialéctica que se resume en Europa y que a partir de
Europa ha de ampliarse al resto del planeta. Europa es vista como fin de los
tiempos y como el principio de todo posible futuro. El espíritu conservador
de la historia se va acrecentando en el futuro que de ella vaya surgiendo.
En una serie de infinitas absorciones, absorciones fáusticas, el espíritu
infinitamente sin dejar de ser lo que es. Asia es el pasado de Europa,
como America y África son su futuro. Como el Fausto de Goethe, nada le
satisface. Nada hay antes de Europa ni nada después de Europa. Europa da
sentido al pasado y es la única posibilidad de futuro. (Zea, 1998:226)
Al respecto, es necesario dar cuenta que la historia de la modernidad, lo es en tanto que fue
tejida desde la complicidad del colonialismo y el capitalismo. Las dos principales creaciones
humanas de opresión y explotación, sirvieron como garantes de la riqueza, del progreso
y de “la Libertad”. La acumulación originaria y la esclavitud, son postulados esenciales
del pensamiento moderno, por el que la propia Historia pudo llegar a su fatal cometido.
Sin el colonialismo y los orígenes del capitalismo ¿habría sido posible la ilustración? ¿la
modernidad? ¿Hegel?
Por tanto, la historia del mercantilismo y la esclavitud se debaten la concentración del
capital, y lo producido, se alinea al modelo de producción y de la propiedad privada. El
sistema dialéctico de la producción de la “Historia”, señala una condición causal de su propia
explicación y finalidad. De tal suerte que la producción del derecho y la negación de su
contenido, desde sus fuentes se sostuvo ideológicamente por la burguesía, para garantizar el
despojo de la humanidad, de la propiedad y de la libertad de los oprimidos. Esta tensión es
parte también de la misión histórica de la explicación causal del progreso moderno.
Pero del otro lado de la línea abismal, la repercusión de la creación del estado de sitio de
no-libertad es una cárcel que castra el poder, y que como se defiende, la ciudadanía plena
e incluso la humanidad se sometió al Estado por la apropiación y violencia, a efecto de
conservar su propia vida (sobrevivir sin dignidad), más no a favor del ejercicio pleno de una
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libertad total (vivir con fines dignos). Sin embargo, para los bárbaros, el estado de naturaleza
se asume, desde la racionalidad que explica su degradación –occidente-, como la plenitud de
la justificación de la adopción del pensamiento ilustrado en su propio beneficio.
En la historia de los estados emergentes, tercer mundo o ex colonias, la justificación de
la razón eurocéntrica afanó un discurso moderno sin contenidos, usó sus categorías como
productos automáticos de la utopía moderna y el capitalismo, creando no solamente
degradación de la libertad y derechos, sino también del Ser: Negros, indígenas, mujeres,
homosexuales, pobres, niños, mestizos, etcétera. Teóricamente, desde la posición del
liberalismo esto ha sido superado por las condiciones de igualdad que ofrece la democracia
y el derecho moderno, en tanto que la libertad se encuentra supuesta universalmente para
todos los ciudadanos (no para los migrantes, ni para la naturaleza). Sin embargo, como
he dicho previamente, la configuración tanto del discurso político y jurídico está habitado
parcialmente por la sociedad, pues en su mayor ciframiento, la colonialidad persiste en las
categorías y ejercicio amorfo de la política y el orden social. De tal suerte que la restricción es
el único medio de convivir con los fines mismos de la libertad: El orden coercitivo. De ello que
el derecho estatal se haya impuesto como el guardián de los límites de la libertad y el medio
exterior de la misma, desplazando a cualquier otro tipo de fuentes, libertades, y derechos.
De este lado, para conseguir su dignidad, propiedad y libertad ancestral, humana o ciudadana,
es necesario arriesgar la vida. Por ello, no es posible comprender al Estado sin un telos de
conservación y un uso de poder con fines de la vida; quiero decir, el Estado en sí debe ejercerse
como facultad y potestad de la sociedad en pro de la conservación de la vida. El Estado debe
procurar la noción mínima de conservación, y no hay conservación sin poder. El pensamiento
moderno y la colonialidad del poder y saber lo comprendieron perfectamente, por ello, la
imposibilidad para los explotados de re-pensar los límites del derecho y del estado fuera de
las categorías modernas. De ello, que el uso contrahegemónico de los derechos humanos,
el derecho internacional desde abajo, y el constitucionalismo transformador, acompañen
al Estado de facto contrahegemónico, para contener y construir mecanismos y estrategias
que contengan al Estado discursivo y al Estado de facto hegemónico. De tal suerte, que
es menester enraizar y habitar un fundamento de la libertad fuera del capitalismo y de la
colonialidad del saber y así comprender la paz como medio y la vida como fin.
En este punto cabe señalar que de ninguna manera estoy oponiendo contrarios dialécticos,
sino relativizando las líneas, sus medios e instituciones. Por ende, para el Sur, a efecto de
pensar sobre la libertad, es necesario hacerlo en términos de la refundación del Estado, pues
los fines del mismo, variarán relativamente de las decisiones y saberes que hayan rehabilitado,
su propia dimensión, lo que servirá de directrices y anhelos para orientar a la libertad siempre
en pro de la vida y la dignidad. Empero, para ello, primeramente debemos des-pensar no-
libertad como ejercicio abstracto situado en el yo, y desdoblarla, tanto fuera del humanismo
colonial, como del sistema dialéctico de la historia moderna. La emancipación es posible,
siempre que se siembre sobre un bien superior que oriente su dirección, a efecto de que la
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libertad sea plena y no un apéndice de la propiedad, y por ende, a la par del Estado adquiera
el poder de conservación de “Vida”, por encima de la producción y la explotación. Por tanto,
propongo 4 ejes, para su orientación:
1. No hay globalización contrahegemónica sin la resistencia de luchas
anticapitalistas.
2. No hay lucha anticapitalista sin la insurgencia contra la explotación y la defensa
de la dignidad de la vida (humana y no humana).
3. No hay solidaridad que se afirme en contra de la explotación sin una ecología
de los saberes.
4. No hay ecología de los saberes, sin la relativización de alternativas que reinventen
la emancipación y la libertad.
Estos ejes han nutrido la discusión sobre la reinvención de los saberes y las epistemologías
del Sur. Se debe partir de la afirmación de la re-construcción de los saberes, que permitan
dirigir la conservación de los bienes hacia una dirección alterna, y aquí la reevaluación de la
otra realidad, no como una línea dual, sino como un punto de fuga que tampoco tenga un
efecto causal (sin el materialismo francés), sino convergente con la realidad (como le llaman
los zapatistas). Un desdibujar la línea abismal de su dialéctica, para que se desdoble el núcleo
del fundamento racional y libere las fuentes del pensamiento. Por lo que su implementación,
no debe dirigirse ni con fines ilustrados ni tampoco justificaciones ilegales de facto, sino
reinventando la emancipación social. He aquí la misión de las sociologías de las emergencias
y de las ausencias, la ecología de los saberes y las epistemologías del Sur.
La reinvención de la emancipación debe partir de la reconstrucción de la fuerza del pensar,
que asuma finalidades más allá de lo moderno, y que la libertad no esté sujeta al yo como
centro del universo, sino como un medio de conservación y preservación. La no-libertad, es
un ejercicio afirmativo que evoca la dignidad, y la lucha por un mundo que agoniza y merece
una oportunidad. La no-libertad para la filosofía del derecho, nos muestra no el carácter
dialéctico de una antítesis, sino la oportunidad de replantear los fines del derecho, del Estado
y de la vida, porque aún bajo condiciones de degradación, ésta está comprometida con la
relatividad de sus saberes y la capacidad de traducción.
Pensar en la libertad desde el sur, debe situarse epistémicamente desde un principio
descolonizador, a partir del que categorial y ontológicamente, la libertad no dependa de las
formas de propiedad capitalista, sino más bien, de una transformación del ser, en el que los
contenidos de un nuevo humanismo re-conozca al otro y a sí mismo ante su propia esencia,
advierta nuevos fines y medios de conservación de las formas de vida que habitan nuestras
múltiples realidades, bajo 4 postulados:
1. La libertad no debe ser esclavitud. Y esta con la experiencia del Sur, debe ser
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Hacia la descolonización de la libertad. Una propuesta desde las epistemologías del Sur
redefinida.
2. Las restricciones de la libertad deben asumir un ethos común, que no compita o
reproduzca los fines y medios de la racionalidad que le somete. Evitar la colonialidad
interna desde el alejamiento de las totalidades.
3. El planteamiento de otros derechos, de acuerdo a la experiencia del
constitucionalismo transformador, a partir de un principio descolonial, tiene la
capacidad de refundar el Estado, siempre y cuando, los movimientos sociales y
los actores retomen el poder político con fines generales y de conservación de las
formas de vida.
4. Las experiencias históricas del Sur, deben ser las premisas sobre la reflexión de
la libertad, derecho y estado, como un campo abierto de comunicación, crítica y
evaluación. El Sur y sus anhelos, son el principio de operación de la rehabilitación
del pensamiento y de las utopías.
De lo anterior, debe deducirse que la descolonización de la libertad parte de una premisa: que
las restricciones de la libertad no se sujeten a condiciones de bienes jurídicos tutelados que
refrendan la destrucción de la vida, sino por el contrario, al combate y resistencia del sistema
capitalista neo-liberal. Por tanto, el entendimiento pleno de la libertad, debe estar sujeto a
un nuevo orden jerárquico de valores, dentro de los que se dibujen nuevas alternativas.
Nuestro entorno gira sin rumbo, y el sentido común nos indica que de nada nos sirve un
Estado (conservación) si no hay nada qué conservar, por ende, en ese qué conservar, está
la fundamentación del para qué de la libertad, una libertad debe ser liberal al respecto
de la fundación de la vida, previa al sujeto, pues todo sujeto proviene de algo vivo y para
continuar, necesita esencialmente de la vida en sí. En antaño la justificación del Estado,
partía de guardarse de los bárbaros, mientras que hoy en día en nombre del capitalismo
sólo habitamos la humillación, la incertidumbre y el desenfreno, como si viviéramos en el
barbarismo universal. No sólo hace falta, como en Marx, voltear patas arriba la dialéctica
de Hegel, ni cortarle la cabeza como sugiere Castoriadis, sino afianzar, que otro mundo es
posible, uno, en el que quepan otros mundos y que seguirá luchando por su vida y dignidad.
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Germán Medardo Sandoval Trigo
Referencias
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conocimiento y la emancipación social. México: CLACSO.
Santos, Boaventura de Sousa (2009b), Sociología jurídica crítica. Para un nuevo sentido
común en el derecho. Madrid: Trotta. Traducción de Juan Carlos Curutchet.
Santos, Boaventura de Sousa (2010a), Refundación del Estado en América Latina. Perspectivas
desde una epistemología del Sur. Lima: Instituto Internacional de Derecho y Sociedad.
Santos, Boaventura de Sousa (2010b), Para descolonizar Occidente: Más allá del pensamiento
abismal. Buenos Aires: CLACSO.
Villoro, Luis (2010), El pensamiento moderno. Filosofía del renacimiento. México: FCE.
Zea, Leopoldo (1998), Discurso desde la marginación y la barbarie. España: Anthropos.
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