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El fósforo es un elemento que solo puede encontrarse en los depósitos de las rocas
terrestres o marinas, razón por la cual su ciclo es sedimentario, porque ocurre en las
rocas y no en la atmósfera, como casi todos los ciclos de los elementos.
Los seres vivos absorben el fósforo en forma de fosfatos, que se obtienen de las
rocas descompuestas por el proceso de meteorización en la cual son liberados los
fosfatos, este proceso es causado por la lluvia, el viento, el deshielo y otros, es decir,
que las rocas se desintegran, desgastan y disgregan lentamente. Tanto el agua de la
lluvia y la contaminación también producen la liberación de fosfatos cuando pasan
sobre las rocas.
Luego estos fosfatos pasan a los vegetales a través del suelo, cada vez que estos
absorben los nutrientes, para luego pasar a los animales, cada vez que estos
excretan, los insectos que descomponen el excremento vuelven a producir fosfatos.
Gran parte de los fosfatos producto de la descomposición del excremento son
arrastrados por las aguas hasta el mar, los ríos o los arroyos, depositándose en los
mismos en forma de sedimentos; las corrientes que salen desde el fondo de las aguas
del mar y los ríos, llevan una parte del fósforo depositado hasta la superficie de las
mismas, donde es aprovechado por las plantas acuáticas que tienen capacidad
fotosintética o fitoplancton.
La otra parte del fósforo permanece en el fondo del mar por muchos años, dando
origen las rocas sedimentarias que se encuentran en lo más profundo del mar.
Luego los animales marinos absorben el fitoplancton, de esta manera el fósforo pasa
a su cuerpo, estos animales son comidos por otros, razón por la cual pasan de un
animal marino a otro por medio de la cadena alimenticia.
Las aves que se alimentan de peces también ingieren el fosforo presente en los
mismos, son estas aves las que producen el guano, este se trata de excremento rico
en fósforo, muy utilizado para la agricultura como fertilizante, al ser usado de esta
manera regresa una vez más a la superficie terrestre.
Los seres humanos absorben el fósforo por medio de la ingesta de pescado y otros
animales acuáticos como el pulpo, la langosta, los camarones, entre otros.
Cuando se depositan los fosfatos de las rocas sedimentarias en el suelo, las plantas
absorben estos fosfatos por la raíz y lo utilizan para llevar a cabo sus procesos vitales.
Cuando las plantas y los animales mueren, las bacterias encargadas de la
descomposición separan la materia orgánica de los cuerpos, y el fósforo regresa a la
superficie terrestre en forma de fosfatos solubles.
Cuando estos fosfatos entran en contacto con el suelo, forman nuevas rocas
sedimentarias formadas por fosfatos inorgánicos que es absorbido por las plantas o
llegan a los fondos marinos.
Todo este proceso por el que atraviesa el fósforo puede tardar mucho tiempo, por esta la
razón su ciclo es uno de los más lentos.
CONSIDERACIONES FINALES
La biota de la Tierra no constituye, en ninguno de los grandes ciclos presentados, un
depósito importante en términos absolutos. Su importancia en la regulación de estos
ciclos, sin embargo, es absolutamente desproporcionado en relación con su capacidad
de depósito. Esto se debe al hecho de actuar como el principal eslabón entre los ciclos,
impidiéndolos de actuar independientemente. Para la comprensión efectiva de los
cambios climáticos globales, sería necesario tener en cuenta, de forma integrada, cada
uno de esos grandes ciclos y ese conocimiento pasa necesariamente por la comprensión
más efectiva del papel de la biosfera en la utilización de estos elementos.
En todos los ciclos considerados, se observa que la actividad humana puede llevar a
cambios significativos en las tasas de flujo y en el balance de los elementos entre las
existencias. Es sintomático que la mayoría de los cambios provocados por el hombre
actúa de manera más deletérea precisamente en las existencias y los flujos que más
interesaría al hombre que se mantuvieran. A pesar de ser imposible para la humanidad
mantener su estilo de vida sin provocar impactos significativos en el medio circundante y
en el metabolismo de la Tierra, sus efectos podrían ser bastante minimizados con la
racionalización de la actividad económica, evitando la sobreexplotación y el
desperdicio. Es de la compatibilidad de las necesidades de una población humana en
crecimiento con la capacidad de soporte del medio ambiente (ya sea a escala local,
regional o global) que depende el futuro del modo de vida del hombre en la Tierra como
lo conocemos actualmente