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Fortaleza es un valor del cual se ha escrito y hablado desde siempre, los grandes

pensadores griegos lo abordaron y tiempo después lo retomaron padres y doctores de


la Iglesia Católica, como Agustín de Hipona o Tomás de Aquino. En esta tradición
espiritual se ha considerado a la Fortaleza como una virtud cardinal (esto es que tiene
como objeto el bien) y consiste en vencer al temor y huir de la temeridad. También se
le ha pensado como un don, es decir un regalo de Dios. El propio San Agustín la define
así: “Fortaleza es el amor que todo lo soporta fácilmente por causa de aquello que
ama”. ¿Por qué nos esforzamos, cuál es nuestro motivo para luchar, para mejorar,
para transformar? En las respuestas tendrá su hogar la propia Fortaleza. ¿Qué motiva a
mis alumnos, a mis hijos, a mis padres, a la gente? Son preguntas válidas cuyas
respuestas echarán luz sobre quienes somos nosotros y a quienes amamos. Varios
siglos después, en su principal obra, la Suma Teológica, Santo Tomás considera que la
Fortaleza puede garantizar la estabilidad general de todas las virtudes, y vendría a ser
su firmeza, una especie de piso o cimiento de cualquier otra virtud cultivable para el
ser humano; y definió como sus posibles acciones sólo dos: atacar y resistir; sin
Fortaleza en absoluto, nadie puede llevar a cabo ninguna de éstas. Muchas veces
sentimos que La Fortaleza y su fuente se nos agotaron por completo, pero luego de un
tiempo se hace la luz, recuperamos el antiguo motivo o conseguimos uno nuevo, quizá
sueño o una oportunidad, entonces hemos restablecido nuestra Fortaleza, la firmeza,
la capacidad de incidir en el mundo y nosotros mismos y de adaptación… Todo esto fue
lo que condensó el gran genio Sandro Boticcelli en su primera obra maestra: La
Fortaleza y que ilustra este texto. Para concluir, les dejamos un fragmento de la
entrevista realizada por Elica Brajnovic al profesor David Isaacs, catedrático en
Educación de la Universidad de Navarra y autor del libro clásico La Educación de las
Virtudes Humanas

La confianza, entendida como la seguridad que cada persona tiene en sí misma, es


una cualidad de gran valor en todos los ámbitos de la actividad humana. Es
fundamental en la escuela, el trabajo, los negocios, así como en el medio empresarial,
comercial, artístico o académico.
La confianza nos ayuda a seguir adelante con nuestros propósitos pese a los reveses, el
desánimo o las dificultades. En este sentido, implica la convicción de que, valiéndonos
de nuestras fortalezas y virtudes, seremos capaces de lograr lo que nos propongamos.

Este tipo de confianza se fundamenta en las experiencias acumuladas por cada


persona durante la vida, y se desarrolla y cultiva con el tiempo. Por esta razón, la
confianza varía de individuo a individuo. Alguien con experiencias positivas en
relaciones de pareja, por ejemplo, no tendrá mayores inconvenientes al afrontar una
nueva relación, a diferencia de una persona que siempre ha tenido relaciones
traumáticas o dañinas en el pasado.
Asimismo, confianza también se llama la esperanza o fe de que algo suceda conforme
imaginamos, o que alguien se comporte o actúe de acuerdo con lo que esperamos. La
confianza, pues, vendría a ser la hipótesis que nos formulamos sobre la conducta
futura de algo que no depende de nosotros. En este sentido, la confianza borra la
incertidumbre. Y dependiendo del grado de correspondencia de lo que acontece con lo
que esperábamos, nuestra confianza se fortalecerá o debilitará.
La confianza es fundamental a nivel social. Por eso, la confianza que podamos
desarrollar hacia otras personas (el profesor, el compañero de clases, nuestros padres,
etc.) o hacia otras cosas (el Estado, la policía, el sistema de salud, etc.) son esenciales
en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno y el grado de bienestar que
esta relación nos proporciona.
La confianza es básica a la hora de relacionarnos con la familia, la pareja, un socio, un
cliente, un proveedor, etc. Las relaciones basadas en la confianza mutua son más
sólidas, prósperas y duraderas que las que no lo están. De hecho, las personas
partidarias de una religión suelen basar su fe en una confianza absoluta e inobjetable
en Dios y sus designios.
Asimismo, en el ámbito de la tecnología, la confianza sobre el funcionamiento de
determinado dispositivo o artefacto se basa en la capacidad de predecir su
comportamiento. En este sentido, la confianza es lo contrario a la incertidumbre, la
sensación de no saber o no poder predecir lo que pasará.
Por otro lado, también podemos designar como confianza el grado de familiaridad o
llaneza que tenemos en el trato con alguien, bien sea por amistad o por parentesco, y
que se basa en un afecto recíproco. Por extensión, se llama también confianza cierta
forma de familiaridad o libertad que llega a ser excesiva, al punto de ser desagradable.
Sinónimos de confianza son: esperanza, fe, seguridad, certeza, así como familiaridad,
llaneza o naturalidad. Su antónimo sería desconfianza.

El miedo puede ser desencadenado por una idea en relación a algo desagradable, por
razones imaginarias, sin fundamento o lógica racional, por ejemplo: los fantasmas, o
por un riesgo real. Normalmente, para que el miedo surja es imprescindible la
presencia de un estímulo que provoque la ansiedad e inseguridad en el individuo. Esto,
conlleva a unas reacciones físicas por parte de los individuos como el enfrentamiento o
la huida ante dicha situación.

La idea de que algo o alguna cosa pueda amenazar la seguridad o vida de alguien,
puede causar que el cerebro se active involuntariamente, una serie de compuestos
químicos que provocan reacciones que caracterizan el miedo.

En psicología, el miedo es un mecanismo de defensa, psicológico y fisiológico, que


permite al ser vivo mantenerse alejado o a la defensiva y asegurar su supervivencia
ante un eventual peligro. En referencia a este punto, se puede afirmar que el miedo es
necesario y hasta positivo porque prepara al organismo a reaccionar ante situaciones
que requieren una activación neuronal superior a la de otros eventos.
El miedo se lleva a cabo a través de un proceso, en el cual el primero los sentidos
reconocen el peligro, llevándolo al cerebro para ser interpretado, y de ahí pasa al
sistema límbico que se encarga de regular las emociones del ser humano. Como
consecuencia, se activa la amígdala que se encarga de liberar el miedo, y es cuando se
produce diferentes síntomas o reacciones en el ser vivo:
 Aumento cardíaco.
 Aumento de la glucosa en la sangre.
 Aumento de la velocidad en el metabolismo.
 Aumento de la adrenalina.
 Aceleración de la respiración.
 Contracción muscular.
 Dilatación de la pupila.
El miedo, sin lugar a dudas, una sensación de alerta o de alarma de extrema
importancia para la sobrevivencia de los seres vivos, especialmente para el ser
humano. Existen diferentes tipos y niveles de miedo, que pueden ir desde una ligera
ansiedad hasta un pavor total, la respuesta del organismo se presenta de diferentes
modos de acuerdo con la intensidad del miedo, por ejemplo: escénicos, a las alturas, a
la oscuridad, a enamorarse, a la muerte, a los cambios, rendimiento académico, etc.

Ahora bien, cuando el miedo pasa a ser patológico, es decir, cuando afecta
profundamente al individuo a nivel físico, psicológico y social, los especialistas pueden
diagnosticar a la persona como portadora de un tipo de fobia. Las personas pueden
desenvolver diferentes tipos de fobias por diferentes motivos; miedo a las alturas
(acrofobia), somnifobia (miedo a la muerte), nictofobia (miedo a la oscuridad),
coulrofobia (miedo a los payasos), etc.

Como tal, el miedo puede llegar a la fobia logrando en ciertas ocasiones que se pierda
la magnitud del mismo y el control sobre la conducta de uno mismo.

Para más información, consulte el artículo fobia.

Por otro lado, en el arte el miedo es acentuado en la literatura, también en películas,


obras de teatro, música y pinturas artísticas, siendo interpretado en todas las
vertientes culturales. Por ejemplo: la canción miedo de Pepe Aguilar, titulada de la
misma manera de Pablo Alborán, también algunas películas de miedo como el
exorcista, el conjuro, la señal, etc.
La palabra miedo también se encuentra presente en frases coloquiales, para dar
entender de que algo está muy bien o de que es muy intenso o acentuado. Por
ejemplo: “en la fiesta de anoche la pasamos de miedo”, “tu papá anoche tenía un
enojo de miedo”.
Los sinónimos de fobia son: aversión, manía, temor, horror, asco. A su vez, los
antónimos son atracción, simpatía.

La empatía es la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando


experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo. La palabra
empatía es de origen griego “empátheia” que significa “emocionado”.

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