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PSICOLOGÍA SOCIAL

Reporte De Lectura

La psicología social es la rama de la ciencia psicológica que se encarga del estudio


de la influencia directa e indirecta, del entorno social en la conducta y
comportamiento de los individuos (Iván Labra, citado por Clein Rodríguez, p. 10), es
decir, la psicología social permite esclarecer el entramado de las conductas y
comportamientos desde una interpretación social o de grupo, que nos permitirá
conocer mejor al individuo, contextualizarlo y tomar medidas en prevención de la
salud mental, además de dotarnos de las herramientas necesarias para el trabajo
con grupos.

Para tener una idea general de esta ciencia y su aplicación, Clein Rodríguez nos
lleva por un extenso campo de teorías psicológicas que le dan cuerpo al área social,
y que desembocan en la interpretación de la realidad, por lo que este reporte de
lectura se dividirá en tres apartados: a) Fundamentos de la psicología social; b)
Factores sociales y culturales de la personalidad y; c) psicología diferencial e
integración social.

Fundamentos de la Psicología Social


Como se mencionó, la psicología social se enfoca en estudiar la influencia del grupo,
colectividad o sociedad en el individuo, al tiempo que interpreta la forma en que tal
individuo interpreta a la sociedad y la influye; no debe confundirse con otras ciencias
que tienen un objeto de estudio parecido, como lo son la sociología, la filosofía social
y la antropología.
La sociología estudia las interacciones de la sociedad en el papel del individuo, la
antropología por su parte, estudia los procesos culturales que se dan entre los
sujetos, y la filosofía social se encarga de estudiar y formular los planteamientos de
los procesos de cambio, de renovación cultural-social.

Por lo tanto, estas ciencias pueden ser auxiliares de la psicología social, o trabajar de
manera interdisciplinaria con ella, sabiendo que los procesos sociales son complejos.
Clein Rodríguez menciona tres aportaciones de la teoría psicológica en la
interpretación social, éstos son el movimiento gestaltista, el movimiento conductista y
el psicoanálisis. Del primero rescata el estudio de la percepción, el cual se concentra
en comprender cómo un grupo es más que la suma de las partes, y se basa en la
percepción para distinguir entre el trabajo de los elementos y el todo en proceso y
unidad.

Del movimiento conductista, retoma principalmente, el condicionamiento operante de


Skinner, que postula la influencia de los reforzadores sociales sobre la conducta
individual. De manera específica, la psicología social se interesa en el fenómeno de
la imitación por observación, que lleva al ámbito social como reforzador de conductas
positivas y negativas.

Por último, del movimiento psicoanalítico, toma tres temáticas: 1) La estructura de la


personalidad; 2) la dinámica de la personalidad y; 3) la estructura y dinámica de la
familia, psicología de grupo y la socialización del individuo.

En la primer temática, destacan la dinámica de una personalidad cambiante que


puede desaprenderse y reaprenderse, es decir, la parte consciente del ser humano,
las necesidades que están debajo de la conciencia y el ideal interno de lograr ciertos
estándares propios y sociales.

La segunda temática “gira entorno a la idea de concentración de energía y de la


descarga de la misma” (Clein Rodríguez, p. 14).

La última temática, aborda la influencia del contexto familiar y las relaciones que
mantenemos dentro de los diferentes grupos sociales en los que nos desenvolvemos
y que potencializan o limitan habilidades, capacidades y comportamientos en la
persona.
Factores sociales y culturales de la personalidad
El ser humano en su forma de actuar está influido por aspectos intrínsecos y
afectivos que son necesarios para comprender al individuo en sociedad, y que el
autor desarrolla en todo un capítulo dividiéndolos en tres categorías: Motivación,
conducta emocional y, percepción y memoria; a continuación cada una de éstas.

La motivación es el motor de la conducta y se dirige a la consecución de un objetivo


por lo cual, cada persona desde su ámbito particular, tienen diferentes motivaciones,
los cuales a su vez, son expresiones de las necesidades convertidas en deseos.

“Las necesidades son fuerzas o impulsos motivadores, condicionados


ambientalmente, que empujan, mueven a la persona hacia la consecución de metas
específicas” (Clein Rodríguez, p. 25).
La categoría para las necesidades más conocida es la formulada por Abraham
Maslow y la cual retoma el autor, dividiéndolas en dos grandes tipos, las necesidades
primordiales o fisiológicas, y por las que una persona puede llegar a morir, y; las
necesidades sociales y psicológicas, éstas son secundarias y representan aspectos
a cubrir en la mente y el espíritu.

Por su parte, la conducta emocional ha sido estudiada por autores como Goleman y
el cual encontramos en este manual de psicología social; la conducta emocional es la
forma en la que reaccionamos ante ciertas circunstancias de la vida, es un reflejo
“automático” que el ser humano debe trabajar para evitar los problemas
consecuentes de las conductas no pensadas.
Las emociones que surgen ante cualquier situación según Goleman (citado por Clein
Rodríguez, p. 32), son: Ira, tristeza, miedo, alegría, amor, sorpresa, aversión y
vergüenza; éstas necesitan “educarse”, no para reprimir al individuo en la sociedad,
sino para ayudarlo a experimentar de la mejor manera posible la vida.

La percepción y la memoria está vinculada a un proceso sensitivo, es decir, a un


camino que inicia con los sentidos básicos humanos (vista, tacto, oído, olfato y
gusto), para unirse a una serie de conocimientos previos, así como a la cultural,
idiosincrasia, y demás elementos mentales que conforman al ser humano, para
lograr un entramado que permita recuperarlos en un punto de vista particular.
Así mismo, la memoria está relacionada con los sentidos básicos humanos cuando el
autor se refiere a la memoria sensorial, la cual es como una cámara fotográfica de lo
que escuchamos, olemos, tocamos, vemos y probamos. También están las
memorias de corto plazo o de trabajo, y la de largo plazo o sistemas de archivos que
nos permiten poner la percepción en práctica, es decir, que moldean nuestra
conducta y forma de ser.

Estos tres elementos forman la personalidad del ser humano, la cual tiende a un
conjunto de características que se presentan de forma generalizada más no estática,
es decir, que una persona puede ser introvertida la mayor parte de las veces pero no
siempre.

“Las características que permiten identificarnos y definirnos como individuos son


producto de la interacción social, es decir, el individuo interactúa con otros a través
de su vida, por lo tanto su personalidad será un proceso continuo de modificaciones”
(Clein Rodríguez, p. 64). Por consiguiente la familia, los amigos, los círculos de
personas que frecuentamos y en general, la sociedad, modelan nuestra
personalidad.

La influencia de los círculos sociales es relevante para desenvolvernos de manera


productiva y satisfactoria, aunque también es decisiva para las conductas anormales
y criminales; cuando hablamos de anormalidad nos referimos a “fuera de la norma”,
de acuerdo a la sociedad donde el individuo esté inmerso, por ejemplo, en algunas
culturas no está mal decir groserías mientras que en otras constituye una grave falta.
También debemos considerar el papel de los medios de comunicación, pues ahora
con la Internet, han surgido nuevas formas de relacionarnos y nuevos códigos
sociales que redefinen la normalidad y por lo tanto lo que es socialmente aceptable,
mientras que en el plano legal, se habla de conducta criminal, cuando lo
relacionamos con la violación del marco legislativo en las relaciones sociales.

Psicología diferencial e integración social


Derivado de la información anterior, tenemos la psicología diferencial, la cual se
encarga de conocer el impacto personal de los ámbitos sociales y los elementos
individuales en cada ser humano, puesto que permiten interpretar conductas actuales
y posibles.

Los elementos que permiten diferenciar al ser humano, son principalmente, la clase
social, el estatus, las diferencias sexuales y las diferencias étnicas. La clase social y
el estatus son consecuencia de la situación económica, donde la primera es siamesa
de la segunda; si alguien tiene una buena posición social o pertenece a una clase
privilegiada, posiblemente tenga mayor relevancia (un mayor estatus), valorada
ampliamente en el mundo capitalista y la cultura hegemónica que predomina en el
mundo.

Por otro lado, las diferencias sexuales son producto de la naturaleza, hay quienes
nacen hombres y quienes nacen mujeres, sin embargo también están las personas
que eligen ser de otro sexo, o mejor dicho, cambiar de género y en sus
predilecciones también encontramos diferencias, como son la homosexualidad y la
bisexualidad, aparte de la ya reconocida heterosexualidad.

Las diferencias étnicas se refieren a u conjunto de características que identifican a


los individuos con ciertos grupos, como lo son la religión, el idioma, la raza, la
cosmovisión, la relación con la naturaleza, la identidad y las costumbres.
Un grupo étnico tiene definidos los elementos mencionados, y se identifican con
ellos. El autor lo retoma desde la concepción de las minorías, aunque en el caso de
México, yo apunto a una falta de identidad producto de mucha historia y sobre todo,
de una falta de autoconocimiento y desde luego, a un excelente trabajo de los
medios de comunicación al servicio de la hegemonía económica.

El autor nos plantea que el individuo se ve influenciado por aspectos intrínsecos y


extrínsecos, donde cabe la pregunta ¿hasta qué punto la sociedad influye al
individuo (su personalidad, sus motivaciones, la forma de percibir el mundo y sobre
todo de relacionarse con él), y donde empieza la influencia del individuo sobre los
que lo rodean?
La respuesta no es fácil, como ciencia en parte social, no teorías fijas que nos
permitan crear un modelo exacto para cualquier persona, como apuntamos,
culturalmente hay muchas diferencias entre los pueblos del mundo, entonces, esta
relación dialéctica entre individuos y entre el individuo y el grupo, tiene matices que
relacionales.

En una familia donde se ha inculcado el valor de respetar las opiniones de los demás
se forma un individuo que generalmente, tenderá a evitar los enfrentamientos por
diferencias de criterios, aunque también podría darse que sea alguien a quien le
guste debatir por la falta de este elemento en casa; no hay una receta exacta, porque
el entramado de las relaciones sociales es muy particular en la asimilación.

Sin embargo, si agregamos elementos tanto internos como externos del individuo
podremos usar la psicología social para interpretar conductas individuales y predecir
su impacto para ciertas circunstancias con factores determinados; por ejemplo, las
actitudes provienen de las opiniones, cuando escuchamos a alguien hablar mal de la
caravana migrante, podríamos predecir un individualismo propio del sistema
capitalista y el miedo permanente que los medios de comunicación infunden sobre la
vida conjunta y sin fronteras, lo cual nos llevaría a observar, estigmatización y
discriminación de estas personas hacia lo diferente (prejuicio).

Esto deriva en actitudes que Clein Rodríguez (pp. 86-91), clasifica en conformidad,
condescendencia, obediencia, poder, conflicto y resolución.
La psicología social permite observar a la persona en sus elementos configuradores,
como lo son la personalidad, las motivaciones, las experiencias, el ámbito familiar y
su historia de vida, en un contexto social entretejido a su vez, por otras historias vida,
otras personalidades, otras motivaciones, y dentro de un marco cultural que las
puede colocar en la aceptación o en el rechazo.

Aquí cabe la pregunta, ¿hasta qué punto la sociedad forma a un delincuente o a un


enfermo mental?, ¿la sociedad forma y luego margina?, ¿los desadaptados optaron
por ese sitio o les fue dado por medio de los elementos implícitamente aceptados en
sus relaciones interpersonales?

El autor, apunto a un aspecto muy importante que es la facilitación social, la cual es


“la tendencia de los individuos a desempeñar tareas simples o bien aprendidas ante
la presencia de otros…” (David Myers, citado por Clein Rodríguez, p. 91), y, en qué
situaciones veremos un desempeño de menor calidad ante la misma presencia,
cuándo una persona prefiere esconder sus habilidades y capacidades y por qué
razones lo haría.

Los test psicométricos permiten vislumbrar estos aspectos, y dotan a los grupos
sociales, sean empresas, organizaciones altruistas o cualquier grupo al que nos
queramos unir, a observar esta gama de posibilidades que delimitaran si somos
aceptables para la “normalidad” de ese conjunto de personas en busca de un
objetivo en común, o si simplemente no podemos pertenecer.

La psicología social tiene aplicaciones múltiples pues el ser humano está en


constante relación con otros, y es ahí donde podemos emplear los conocimientos
que ha estudiado y verificado esta ciencia, y encontrar un equilibrio entre la
imprescindible relacionalidad que necesitamos para desarrollarnos y el respeto al
código personal de valores, moral y ética; porque hemos de recordar que aquellas
personas que cambiaron el mundo, no se adaptaron al grupo, lo cuestionaron y
formaron sus posturas a través de una dialéctica constante y respetuosa.

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