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JOSEP MARIA MIRÓ

EL PRINCIPIO DE ARQUÍMEDES

HUMO

NERIUM PARK

UMBRÍO

LA TRAVESÍA

(TEXTOS ORIGINALES EN CATALÁN.


TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DE EVA VALLINES MENÉNDEZ)
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EL PRINCIPIO DE ARQUÍMEDES

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XXXVI Premi Born de Teatre 2011
La elaboración de esta obra ha contado con una ayuda a la creación literaria 2011 de la
Institució de les Lletres Catalanes.

A Xavier Pujolràs, Pol Vinyes y Roberto Pescador,


los nens,
excelentes amigos y amantes de la Magners, el Negroni y el Patxarán.
(Respectivamente.)

“Todo cuerpo sumergido en un fluido


experimenta una fuerza ascendente
igual al peso del volumen del líquido que desaloja.”

Arquímedes

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PERSONAJES

HÈCTOR
JORDI
ANNA
DAVID

Vestuario de un club de natación.

La puerta de entrada deja entrever un largo pasillo; a un lado, grandes ventanales que
dan a la piscina y, al otro, puertas de despachos y otros vestuarios.

/ Indica que la réplica siguiente interrumpe inmediatamente lo que se está diciendo.


// Indica que en este punto la réplica coincide en paralelo con la réplica anterior –se
dice simultáneamente.
(...) Indica una réplica o reacción no verbal. Quizá sólo un suspiro, una mirada o un
pequeño gesto.

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1.

JORDI y HÈCTOR ordenan dentro de unas cajas los corchos y otros objetos de
entrenamiento.

HÈCTOR.- ¿Estás seguro?


JORDI.- ¿De qué?
HÈCTOR.- De eso que te decía. Intentémoslo. Sólo un mes. Tú los Delfines y yo los
Caballitos.
JORDI.- Los Caballitos de mar no se tocan. Son míos. (Pausa.) Ah... Y con Gollum de
por medio... innegociable.

Los dos chicos se echan a reír.


Entra ANNA.

ANNA.- ¿Qué es lo que os hace tanta gracia?


JORDI.- Estaba a punto de ir.
ANNA.- (A HÈCTOR.) No te había dicho/
HÈCTOR.- Sí, es que...
JORDI.- Ahora iba.
ANNA.- ¿De qué es este olor?
HÈCTOR.- No noto nada.
JORDI.- (Refiriéndose a una caja donde están guardados los corchos de los cursillos.)
Voy a dejar esto en su sitio.
ANNA.- Déjalo. Ya lo hará Hèctor. Espero que esto sí.
JORDI.- Es un momento.
ANNA.- Tengo que hablar contigo. Hèctor, ¿te las puedes llevar?

JORDI, que está detrás de ANNA, hace muecas. HÈCTOR se ríe.

ANNA.- Hèctor...

HÈCTOR no dice nada.


Coge un par de cajas y se va.
Ana se asegura de que HÈCTOR esté fuera.

JORDI.- ¿Qué pasa?


ANNA.- ¿Qué ha pasado con Àlex?
JORDI.- ¿Qué ha pasado?
ANNA.- Sí. ¿Qué ha pasado con Àlex?
JORDI.- Nada.
ANNA.- ¿Cómo que nada?

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JORDI.- No sé/
ANNA.- Huele como a... ¿Habéis fumado?
JORDI.- No. Claro que no.
ANNA.- ¿De verdad?
JORDI.- Yo no noto nada.
ANNA.- Ya. (Pausa.) ¿Qué ha pasado esta mañana?

Pausa.

JORDI.- Le da miedo el agua.


ANNA.- No estoy hablando de eso.
JORDI.- Pues no sé/
ANNA.- Jordi...
JORDI.- ¿Qué?
ANNA.- ¿Qué ha pasado esta mañana con Àlex?
JORDI.- Se ha puesto a llorar.
ANNA.- Se ha puesto a llorar, y ¿qué más?
JORDI.- Nada más. Me ha dicho que le daba miedo.
ANNA.- Jordi...
JORDI.- ¿Qué?
ANNA.- No estoy hablando de eso.
JORDI.- Pues, si no me lo explicas, me pierdo.
ANNA.- Será mejor que te sientes.
JORDI.- ¿Por qué tengo que sentarme? No quiero sentarme.
ANNA.- ¿Por qué te pones así?
JORDI.- No me pongo de ninguna manera.
ANNA.- A la defensiva... Estás tenso.
JORDI.- Me parece que la que estás tensa eres tú. (Pausa.) Ya te lo he dicho:
explícamelo o me pierdo. No sé de qué coño va esto.
ANNA.- Normalmente no me hablas así.
JORDI.- Sólo te pido que seas más clara. No sé adónde quieres ir a parar. Entras con esa
cara...
ANNA.- ¿Qué cara?
JORDI.- Esa cara de... de cabreada.
ANNA.- ¿Cara de cabreada? No.
JORDI.- Esa cara, y lo primero que me preguntas es qué ha pasado con Àlex. Te digo
que se ha puesto a llorar y me dices que no es eso. ¿De qué estamos hablando,
entonces?
ANNA.- Se me han quejado.
JORDI.- ¿De mí? Le he dicho que se metiera en la piscina sin burbuja. Sólo eso. Se ha
puesto a llorar. Me ha dicho que le daba miedo. Sólo eso.
ANNA.- ¿Eso nada más?

Pausa.

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JORDI.- El lunes les dije que esta semana se quitarían la burbuja. El lunes sólo los que
quisieran hacerlo. Fueron pocos. No hacía falta que lo hicieran todos ese día. No pasa
nada. Les dije que durante la semana se la irían quitando. Era una manera de que se
fueran mentalizando de que ya tocaba empezar a meterse en la piscina sin burbuja. El
miércoles ya eran bastantes. Sin problemas. Era como... Como si el objetivo fuera que
hoy viernes todos se metieran en el agua sin burbuja. Y ya está.
ANNA.- Y Àlex/
JORDI.- Àlex es el único que hoy todavía continuaba con la burbuja y no se la quería
quitar.
ANNA.- ¿Y qué has hecho?

Pausa larga.

ANNA.- ¿Me lo cuentas?

Pausa.

JORDI.- Anna... Llevo cinco años trabajando aquí.


ANNA.- ¿Qué has hecho?
JORDI.- ¿Me estás cuestionando o es un tercer grado?
ANNA.- Nadie te está cuestionando.
JORDI.- Lo parece. El crío se ha puesto a llorar porque no se la quería quitar. He
hablado con él. Te aseguro que lo he hecho con tacto. Sabes cómo me relaciono con los
chavales. Le he dicho que no tuviese miedo y ya está. Los otros niños se la quitaron y
punto. ¡No veo que sea tan grave!
ANNA.- No te alteres.
JORDI.- ¡Joder! Es que esta situación... Me estás poniendo un poco nervioso.
ANNA.- Jordi... (Pausa.) Cálmate. Hablemos tranquilamente.
JORDI.- (Se sienta.) Esta situación es ridícula.
ANNA.- ¿Estás seguro de que me lo has contado todo?
JORDI.- Es que no hay nada que contar.
ANNA.- ¿Seguro?
JORDI.- Seguro.

Pausa.

ANNA.- Ya te lo he dicho. Se han quejado.


JORDI.- Mira.... No entiendo cómo sus padres se pueden quejar por eso. Me conocen
y... Hablaré con ellos. Les diré lo mismo que te acabo de contar y seguro que lo
entenderán.
ANNA.- No han sido los padres de Àlex los que se han quejado.

Pausa.

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JORDI.- ¿Entonces quién?
ANNA.- La madre de Paula/
JORDI.- ¿De Paula? Pero si Paula se quitó la burbuja el lunes y estaba supercntenta.
ANNA.- Y también/
JORDI.- No entiendo/
ANNA.- Jordi... No es por la burbuja.
JORDI.- Si no es por la burbuja... ¿Qué/
ANNA.- El padre de Arnau/
JORDI.- ¿De cuál de los dos?
ANNA.- Arnau Bosch. Se ha presentado aquí. Hace un rato.
JORDI.- Este hombre no ha venido nunca a la piscina. Siempre viene la madre.
ANNA.- ¿Qué has hecho cuando Àlex se ha puesto a llorar? Eso es lo que quiero que
me cuentes.

Entra HÈCTOR.
Se lleva un par de cajas más.

JORDI.- Estoy cogiendo frío, voy a buscar el albornoz.


ANNA.- Jordi...
HÈCTOR.- Ya me voy.
JORDI.- Ahora vuelvo. Estate tranquila... ¿O quieres que, encima, me quede congelado?

JORDI sale.

ANNA.- Estábamos hablando.


HÈCTOR.- Perdón, pensaba/
ANNA.- Llévatelas. Te agradecería que no nos volvieses a interrumpir.
HÈCTOR.- Pensaba que/
ANNA.- ¿Ya has revisado el botiquín?
HÈCTOR.- Ahora iba/
ANNA.- /a hacerlo. Como avisar a Jordi, ¿eh? (Pausa.) No hay betadine, ni alcohol.
HÈCTOR.- Ah... Lo has/
ANNA.- Sí. Hay que revisarlo siempre, Hèctor. Un niño podría resbalar y... No puede
ser que no tengamos nada para desinfectar. Este mes te encargabas tú, ¿o no?
HÈCTOR.- Sí.
ANNA.- ¿Entonces?
HÈCTOR.- Iba/
ANNA.- Hay que estar atento, Hèctor. No puede ser que tenga que estar siempre detrás
de ti con estas cosas. Es sólo revisarlo. No cuesta tanto.
HÈCTOR.- No volverá/
ANNA.- ¿Habéis estado fumando?
HÈCTOR.- No.
ANNA.- Hèctor... Si todavía huele a...
HÈCTOR.- No. (Pausa.) Yo no.

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ANNA.- ¿Jordi?

JORDI vuelve a entrar. Lleva puesto el albornoz.

JORDI.- Ya las llevo yo. Ya hemos terminado.


ANNA.- No. No hemos terminado. Hèctor... venga.

HÈCTOR sale sin decir nada.

ANNA.- Me has dicho que no y has estado fumando aquí dentro.


JORDI.- ¿Te lo ha dicho Hèctor?
ANNA.- No. Me lo acabas de decir tú.
JORDI.- Cuatro caladas nada más.
ANNA.- Sabes que está prohibido.
JORDI.- Ni me lo he acabado.
ANNA.- Aquí/
JORDI.- Ya lo sé.
ANNA.- Y cuando te lo he preguntado, me lo has negado.
JORDI.- Sí.
ANNA.- Aquí dentro no se puede fumar. Ni tú, ni nadie.
JORDI.- Sí.
ANNA.- Y encima... que me mientas. Eso todavía me molesta más.
JORDI.- No volverá a pasar.
ANNA.- Espero.

Pausa larga.

JORDI.- ¿Te he contado alguna vez lo que me hacía mi entrenador cuando era pequeño?
ANNA.- No.
JORDI.- (Se echa a reír.) A mí sí que me daba miedo el agua. Miedo de verdad. En mi
pueblo sólo podías hacer cursillos en verano. A mí me daba terror el verano, porque eso
significaba ir a la piscina. Nada más llegar, me escapaba y salía corriendo. Ares... Mi
entrenador/
ANNA.- ¿Ares?
JORDI.- Como el Dios de la guerra... Era su apellido... Pero en el pueblo todo el mundo
le llamaba Ares, como si fuese su nombre... Pues eso, yo me escapaba y Ares corría
como un loco detrás de mí. Me atrapaba, me cogía bien fuerte y se lanzaba al agua
conmigo para quitarme el miedo. (Pausa.) ¿Y sabes qué conseguía con eso? Que
todavía me daba más miedo. Por la mañana, cuando me despertaba, sólo de pensar que
tenía cursillo vomitaba el desayuno y me ponía a llorar. Le suplicaba a mi madre que no
quería ir a la piscina. La tenía martirizada con este tema. No aprendí a nadar hasta que
tuve doce, cuando los niños de mi clase ya hacía años que sabían. Me enseñaron unas
amigas de mi madre. Eran unas mujeres mayores que por el verano se reunían a

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mediodía en la piscina para charlar y darse unos chapuzones. Un poco cotillas, pero
buena gente. Mira... Quién hubiera dicho que acabaría siendo entrenador de natación.
ANNA.- No sé con qué me sales ahora.
JORDI.- De lo que estábamos hablando.
ANNA.- ¿Un trauma infantil?
JORDI.- ¡No!
ANNA.- Ahora soy yo la que no sabe adónde quieres ir a parar.
JORDI.- Por lo que me comentabas de Àlex... (Pausa.) Yo nunca asustaría a un niño.
ANNA.- Eso que te comentaba de Àlex... No era un comentario. Te he dicho que se me
han quejado.
JORDI.- Me conoces.
ANNA.- ¿Sí?
JORDI.- Sí. (Pausa.) ¿Qué insinúas?
ANNA.- Nada.
JORDI.- No le he reñido, ni le he gritado... Ni nada por el estilo.
ANNA.- Le has abrazado y le has dado un beso. De eso se han quejado.

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{Sonido de un cuerpo cayendo dentro de la piscina.
De agua saliendo de la nariz y formando burbujas bajo el agua.
Del cuerpo saliendo a la superficie y escuchando el ambiente de la piscina: el
chapoteo, los gritos de los niños y los silbatos de los entrenadores.}

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2.

DAVID a punto de abandonar el vestuario.


Se respira cierta tensión entre él y ANNA.

DAVID.- Perdone...
ANNA.- Hay cosas que no deberían pasar.
DAVID.- No quería... De verdad, lo siento, pero... sabe que una cosa no tiene que ver
con la otra. Le aseguro que los padres no nos quedaremos con los brazos cruzados.

Pausa.

ANNA.- Ahora váyase, por favor.

DAVID se va.
ANNA se queda unos segundos pensativa.
Apaga la luz del vestuario y permanece en penumbra, sólo ligeramente iluminada por
la luz que entra por la puerta y el largo pasillo del fondo.
Se sienta. Empieza a llorar, pero rápidamente intenta sobreponerse y serenarse.
Coge el teléfono y hace una llamada.

ANNA.- Hola, soy Anna. (...) Por favor, asegúrate de que todas las puertas estén
cerradas. (...) Sí. (...) No, no pasa nada. (...) ¿Ya han llegado los chicos? (...) ¿Dónde
están? (...) Vale, da igual... (...) Sí. (...) Pues que llamen al timbre cuando lleguen de
comer y les abres, pero cierra las puertas. (...) Gracias.

HÈCTOR entra en el vestuario. Enciende la luz.


Se encuentra a ANNA a oscuras.

HÈCTOR.- ¿Qué haces a oscuras?


ANNA.- Nada. Tengo dolor de cabeza. Migraña. Debe de ser migraña.
HÈCTOR.- ¿O es que nos querías asustar?
ANNA.- No estoy para bromas. Te he dicho que me duele la cabeza. Cuando llegue
Jordi, le dices que lo busco.
HÈCTOR.- De acuerdo.
ANNA.- Que es importante.

ANNA se va.
HÈCTOR empieza a recoger burbujas, churros y otros objetos de entrenamiento que
ordena en diferentes cajas, una para cada cosa.

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Por el pasillo vemos a JORDI que se acerca. Va en bañador. En una mano lleva los
shorts y la camiseta, en la otra y bajo el brazo algunos corchos de entrenamiento. Deja
la ropa sobre el banco.

HÈCTOR.- Ya era hora. Siempre te desentiendes de recoger.


JORDI.- (Mostrándole los corchos que lleva.) ¿Y quién ha cogido esto?
HÈCTOR.- ¿Dónde estaban?
JORDI.- En la piscina.
HÈCTOR.- No deberías tirarte al agua después de comer.
JORDI.- No me salgas con eso.
HÈCTOR.- ¿Has visto a Anna?
JORDI.- No.
HÈCTOR.- Te buscaba.
JORDI.- ¿Y qué quería?
HÈCTOR.- No lo sé.
JORDI.- ¿No te lo ha dicho?
HÈCTOR.- No. (Pausa.) ¿Le pasa algo?
JORDI.- ¿Cómo voy a saberlo? (HÈCTOR se encoge de hombros. Pausa.) ¿No te ha
dicho qué quería?
HÈCTOR.- No. Te buscaba, nada más. Mejor que no la hagas esperar, me parece que
tiene un mal día.
JORDI.- Uy... Entonces... Calma... Mejor tomárselo con calma.
HÈCTOR.- Venga, todavía pensará que no/
JORDI.- Eh... Ya iré, pero calma. Ella siempre tiene cara de/
HÈCTOR.- Ha dicho que era importante.
JORDI.- Parece que no la conoces. Siempre lo es. “Jordi, falta betadine en el botiquín y
eso hay que revisarlo siempre, porque imagina que un niño resbala y cae. Siempre tiene
que haber betadine. Siempre.”
HÈCTOR.- ¡Hostia!
JORDI.- (Ríe.) Ah, no... ¿Este mes te toca a ti? ¿Ya lo tienes controlado? Me parece que
no, ¿o me equivoco? Tranquilo, que a estas horas ya lo habrá hecho ella y cuando
vuelva tendrá una cosa importante para ti y otra para mí. ¡Ah! Ya está, la mía: Que esté
al tanto porque hay un crío que podría ser alérgico al corcho de la burbuja o que/
HÈCTOR.- Jordi, yo ya te lo he dicho.
JORDI.- (Mientras saca un paquete de tabaco del armario y coge un cigarrillo.)
Demasiado despacho y poco contacto con la/
HÈCTOR.- Pero... ¿Se puede saber qué haces?
JORDI.- Un cigarro. (Ofreciéndole el paquete.) ¿Quieres?
HÈCTOR.- Aquí no.
JORDI.- (Va a encenderlo.) Abre la ducha.
HÈCTOR.- ¿Quieres que nos caiga una bronca?
JORDI.- Si abres el agua caliente/
HÈCTOR.- Aquí no.
JORDI.- A esta hora/
HÈCTOR.- ¡Que no!
JORDI.- Con el vaho no se ve el humo.
HÈCTOR.- ¿Y el olor?
JORDI.- ¿Lo fumamos a medias?
HÈCTOR.- ¡Te he dicho que no!

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JORDI.- Mira que eres...
HÈCTOR.- ¿Qué?
JORDI.- Caguica. Un cigarro. Un cigarro nada más.
HÈCTOR.- Puedes salir/
JORDI.- ¿Así? ¿Quieres que me quede congelado?
HÈCTOR.- Aquí dentro ya lo sabes... La ley/
JORDI.- ¡No me salgas con esas! Ya me la sé.
HÈCTOR.- Pues si la sabes/
JORDI.- ¿Sabes lo que me jode?
HÈCTOR.- No.
JORDI.- Lo que me jode no es la ley, sino la gente a la que no os gusta y acabáis
defendiéndola como si la hubiéseis escrito vosotros.
HÈCTOR.- Haz lo que quieras.
JORDI.- (Enciende el cigarrillo.) No tiene por qué venir nadie.
HÈCTOR.- Si te pillan/
JORDI.- Si me pillan, me lo estoy fumando yo y ya está. Abre el agua caliente... ¿Qué?
Te da miedo una bronca de Anna.
HÈCTOR.- No.

HÈCTOR coge el desodorante de su armario y echa un poco al aire para disimular el


olor a tabaco.

JORDI.- Tú debías de ser de los que no se saltaban nunca ni una clase.


HÈCTOR.- ¡Vete a la mierda!
JORDI.- ¿No te ha apetecido nunca hacer algo simplemente por saltarte las normas?
HÈCTOR.- ¡Ah, sí! Qué heroicidad no poder esperar diez minutos para fumarlo fuera y
buscarte un mal rollo. Mira que eres burro.
JORDI.- No estoy hablando de eso.
HÈCTOR.- Entonces, ¿de qué?
JORDI.- Seguro que si pudieras, te encantaría darle una torta a esa pija... ¿Cómo se
llama?
HÈCTOR.- ¿Quién?
JORDI.- Esa niña insoportable/
HÈCTOR.- No sé, hay unas/
JORDI.- Claro que lo sabes. La del bañador de Hello Kitty.
HÈCTOR.- Adriana.
JORDI.- ¿Lo ves? Te encantaría poder darle un tortazo y decirle: “¡Calla! Calla de una
puta vez y haz pies hasta la hora de marchar”. No, mejor...“Hasta que yo te diga basta”.

HÈCTOR se echa a reír.

JORDI.- ¿Lo ves?


HÈCTOR.- No he dicho eso.
JORDI.- Te encantaría.
HÈCTOR.- ¡Vete a la mierda!
JORDI.- No, no... No es que te encantaría: Lo deseas.

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HÈCTOR.- Anda, cállate.
JORDI.- Y mientras hace pies, aprovechar para follarte a la madre, que de ahí le viene a
la niña ser una pija insoportable. Que he visto cómo la miras, a la madre... Si se te ve en
la cara que piensas: “La madre también es una pija, pero está buena la cabrona”.

HÈCTOR ríe.

JORDI.- Es de esas tías, que te la follarías por rabia, a ver si espabila. Cuatro buenas
embestidas y le saltarían los ositos de Tous de las orejas.
HÈCTOR.- Mira que eres/
JORDI.- (Gesticulando.) Así... Así... Así...
HÈCTOR.- Jordi/
JORDI.- ¡Fuerte! ¡Fuerte!
HÈCTOR.- Estás/
JORDI.- “¡Adriana, mira qué hago con mamá, a ver si aprendes!”
HÈCTOR.- (Riéndose.) /loco.
JORDI.- (Cogiéndolo por sorpresa por detrás y simulando que lo embiste.) ¡Sí, sí, sí!
¡Oh, sí, mamita!
HÈCTOR.- (Quitándoselo de encima.) ¡Anda, calla!

Pausa larga.

JORDI.- Ahora no sé si te has cabreado o te has puesto cachondo. (Pausa.) ¿Una


calada?
HÈCTOR.- No.
JORDI.- Era una broma.
HÈCTOR.- Pues no tiene gracia.
JORDI.- (Burlándose.) No tiene gracia.

Pausa.

HÈCTOR.- Si sólo fuera la pija de Adriana...


JORDI.- Es que tu grupo... Entre ésta y Gollum... Parece que se te ha juntado lo mejor
de cada casa.
HÈCTOR.- ¡Cómo te pasas!
JORDI.- Pero, ¿tú lo has visto?
HÈCTOR.- ¡Cada día!
JORDI.- No me extraña que los otros niños/
HÈCTOR.- Pobre...
JORDI.- ¡Es que es igualito! Mira que te digo... El de la película, incluso un poco más
guapo.

Los dos chicos se ríen.

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HÈCTOR.- Algún día tendríamos que hacer un cambio.
JORDI.- ¿Un cambio de qué?
HÈCTOR.- Tú una temporada con los Delfines y yo con los Caballitos de mar.
JORDI.- Ah, no.
HÈCTOR.- ¿Por qué no?
JORDI.- Yo estoy muy bien con los Caballitos.
HÈCTOR.- Por cambiar.
JORDI.- ¿La pija y Gollum? Ni regalados.
HÈCTOR.- ¡Bah! Si son/
JORDI.- ¿Qué? ¿Son qué? Frikis. ¿Por qué me los quieres cambiar, entonces?
HÈCTOR.- Es mucho tiempo. Los pequeños son más dóciles. Los míos ya empiezan a
ser un poco pesaditos.
JORDI.- No me marees. A mí así me va bien. Preadolescentes... ¡Qué pereza! Piensa
que los míos igual no son tan pesaditos, pero lloran más.
HÈCTOR.- Lloran, pero no se quejan tanto.
JORDI.- Además... El cambio es imposible.
HÈCTOR.- ¿Por qué?
JORDI.- No puede ser.
HÈCTOR.- Dame un motivo.

Pausa.

JORDI.- Con los entrenadores pasa igual que en los campamentos. ¿No te fijaste nunca
cuando ibas?
HÈCTOR.- ¿En qué?
JORDI.- Siempre había el monitor guapo, el enrollado y el aburrido. Con los
entrenadores de natación pasa igual. Yo soy el guapo... ¡Ah! Y también el enrollado.
HÈCTOR.- ¿Y yo?
JORDI.- Tú, el aburrido.
HÈCTOR.- Gracias.
JORDI.- Si tuviese el grupo de doce años habría un problema.
HÈCTOR.- ¿Cuál?
JORDI.- Mensajitos, miradas, insinuaciones...
HÈCTOR.- ¡Pero qué dices! ¡Si sólo tienen doce años!
JORDI.- Ahora con doce años, saben muchas más cosas que tú y yo.
HÈCTOR.- Te aseguro que a mí no me ha pasado nunca.
JORDI.- Porque eres el aburrido.
HÈCTOR.- ¡Joder!
JORDI.- Fíjate un día en las miraditas y cómo hablan en voz baja.
HÈCTOR.- ¿Qué dices?
JORDI.- Sí, sí... Miraditas... (Cogiéndose el paquete.) Sobre todo aquí... ¿O te piensas
que no he pillado a ninguno de tus queridos Delfines mirándome esto?
HÈCTOR.- ¿De verdad?
JORDI.- ¡Claro!

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JORDI y HÈCTOR se ríen.

HÈCTOR.- ¡Estás chiflado!


JORDI.- ¡Cris y Clara son unas salidas! Ésas no pierden detalle y encima las he pillado
más de una vez con los ojos clavados aquí, haciendo comentarios y riéndose.
HÈCTOR.- ¿Pero qué dices? Anda, calla.
JORDI.- ¡Unas guarras! ¿No has visto las fotos de Cris en facebook?
HÈCTOR.- ¿Cris la de los Delfines?
JORDI.- Sí... Unas fotos que/
HÈCTOR.- ¿Y cómo es que la tienes agregada?
JORDI.- Me preguntó si quería ser su amigo.
HÈCTOR.- A mí no me lo preguntó.
JORDI.- ¡Porque eres el aburrido! Ah... Y en tu grupo, aparte de Gollum, que no se sabe
exactamente qué es, al menos hay dos que pierden aceite.
HÈCTOR.- ¡Bah!
JORDI.- Sí.
HÈCTOR.- ¡Cómo van a perder aceite tan pequeños!
JORDI.- ¿Y qué más da que lo sean? Si incluso los hay en mi grupo.
HÈCTOR.- ¿En tu grupo?
JORDI.- Segurísimo.
HÈCTOR.- Pues yo no me fijo en esas cosas.
JORDI.- Que no te fijes es otra cosa. Pero te aseguro que no me equivoco. (Pausa.) No,
no... Nada de cambios. ¡Ni hablar! Dejémoslo como está. Yo me quedo con los
Caballitos de mar, que son más inocentes y traen menos problemas.
HÈCTOR.- Yo que tú borraría a Cris del facebook.
JORDI.- ¿Por qué?
HÈCTOR.- Un amigo me contó que un conocido suyo que vive en Londres y trabaja
con chavales agregó a dos alumnas al facebook. Las tías supieron los pubs a los que iba
y empezó a encontrárselas. Se metió en un buen follón.
JORDI.- ¿Qué edad tenían?
HÈCTOR.- No sé, dieciséis o diecisiete.
JORDI.- No es lo mismo.
HÈCTOR.- Bórrala, de verdad. Hazlo. Yo, en tu lugar, lo haría.

Pausa.

JORDI.- Hablas de Cris como si fuese un peligro público.


HÈCTOR.- Y tú como si fuese una máquina sexual.

Silencio.
Los dos chicos se ríen.

HÈCTOR.- Bórrala.

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Pausa.

HÈCTOR.- ¿Estás seguro?


JORDI.- ¿De qué?
HÈCTOR.- De eso que te decía. Intentémoslo. Sólo un mes. Tú los Delfines y yo los
Caballitos.
JORDI.- Los Caballitos de mar no se tocan. Son míos. (Pausa.) Ah... Y con Gollum de
por medio... innegociable.

Los dos chicos se echan a reír.


Entra ANNA.

ANNA.- ¿Qué es lo que os hace tanta gracia?


JORDI.- Estaba a punto de ir.
ANNA.- (A HÈCTOR.) No te había dicho/
HÈCTOR.- Sí, es que...
JORDI.- Ahora iba.
ANNA.- ¿De qué es este olor?
HÈCTOR.- No noto nada.
JORDI.- (Refiriéndose a una caja donde están guardados los corchos de los cursillos.)
Voy a dejar esto en su sitio.
ANNA.- Déjalo. Ya lo hará Hèctor. Espero que esto sí.
JORDI.- Es un momento.
ANNA.- Tengo que hablar contigo. Hèctor, ¿te las puedes llevar?

JORDI, que está detrás de ANNA, hace muecas. HÈCTOR se ríe.

ANNA.- Hèctor...

HÈCTOR no dice nada.


Coge un par de cajas y se va.
ANNA se asegura de que HÈCTOR esté fuera.

JORDI.- ¿Qué pasa?


ANNA.- ¿Qué ha pasado con Àlex?

20
{Sonido de un cuerpo cayendo dentro de la piscina.
De agua saliendo de la nariz y formando burbujas bajo el agua.
Del cuerpo saliendo a la superficie y escuchando el ambiente de la piscina: el
chapoteo, los gritos de los niños y los silbatos de los entrenadores.}
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3.

JORDI y ANNA en una conversación ya iniciada.

JORDI.- Mira... Quién hubiera dicho que acabaría siendo entrenador de natación.
ANNA.- No sé con qué me sales ahora.
JORDI.- De lo que estábamos hablando.
ANNA.- ¿Un trauma infantil?
JORDI.- ¡No!
ANNA.- Ahora soy yo la que no sabe adónde quieres ir a parar.
JORDI.- Por lo que me comentabas de Àlex... (Pausa.) Yo nunca asustaría a un niño.
ANNA.- Lo que te comentaba de Àlex... No era un comentario. Te he dicho que se me
han quejado.
JORDI.- Me conoces.
ANNA.- ¿Sí?
JORDI.- Sí. (Pausa.) ¿Qué insinúas?
ANNA.- Nada.
JORDI.- No le he reñido, ni le he gritado... Ni nada por el estilo.
ANNA.- Le has abrazado y le has dado un beso. De eso se han quejado.

Pausa.

JORDI.- ¿Qué?
ANNA.- Sí. Dicen que has sido demasiado...
JORDI.- ¿Demasiado qué?
ANNA.- Demasiado...
JORDI.- (...)
ANNA.- ...cariñoso.
JORDI.- A Àlex le da miedo el agua.
ANNA.- A muchos niños.
JORDI.- Se ha puesto a llorar...
ANNA.- Sí.
JORDI.- Sólo quería tranquilizarlo... Que no se asustase...
ANNA.- Ya.
JORDI.- No. “Ya” no. Se te han quejado. Insinúan que...
ANNA.- Jordi...
JORDI.- ¿Y tú?
ANNA.- Los padres...
JORDI.- No, los padres, no; tú. ¿Qué piensas tú?
ANNA.- Son sus hijos.
JORDI.- ¿Tú no has dado nunca un beso a alguno de los niños?

Pausa.

ANNA.- Sí.

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JORDI.- Eres una mujer. No es lo mismo... ¡Claro! (Pausa.) Si le hubiese echado una
bronca... Si le hubiese dado una torta... Eso no. El niño sí que tendría motivos para estar
asustado y no querría meterse nunca más en el agua. Se me echarían encima. Y con
razón. Eso yo, eso, no lo haría nunca. Pero ahora resulta que se quejan porque soy
demasiado cariñoso.
ANNA.- Tranquilízate. Nadie se te ha echado encima.
JORDI.- Están diciendo que... ¿Cómo quieres que me tranquilice?
ANNA.- Jordi...
JORDI.- Es que me cuesta creer que alguien... Hay que ser retorcido. (Pausa.) ¿Y tú?
Todavía no me has dicho qué piensas tú.

Pausa larga.

JORDI.- ¿No dices nada?


ANNA.- No sé qué decir.
JORDI.- Algo.
ANNA.- No lo sé.
JORDI.- Me conoces hace tiempo y sabes perfectamente/
ANNA.- Perfectamente no sé nada. Ni de ti, ni de nadie.
JORDI.- Gracias.
ANNA.- Ha pasado lo de la ludoteca, a veinte minutos de aquí. Es aquí al lado.
JORDI.- Paso todos los días por delante.
ANNA.- Esta misma semana.
JORDI.- Estoy al tanto y lo encuentro repugnante. ¿Crees que sería capaz de... ¿De
verdad piensas que...
ANNA.- Jordi... Es normal que/
JORDI.- ¿Sí? ¿Piensas que es normal?
ANNA.- Razonable, que estén asustados.
JORDI.- Sólo un beso.
ANNA.- ¿Era eso? ¿Sólo un beso?
JORDI.- Un beso es algo inocente.
ANNA.- No. No siempre.

Pausa.

JORDI.- Éste sí.


ANNA.- Créeme que te he defendido y quiero pensar que... Pero/
JORDI.- ¿Pero qué?
ANNA.- Es difícil pensar que un beso en los labios de un niño es algo inocente.
JORDI.- Pero, ¿qué dices? ¡Eso es un disparate!
ANNA.- ¿Es verdad, o no?
JORDI.- ¡No! ¡Claro que no! ¿De dónde has sacado eso?
ANNA.- Paula le ha contado a su madre que Àlex no quería meterse en la piscina y que
no paraba de llorar y que tú le has dado un beso. Ella le ha preguntado que dónde se lo
has dado y ha dicho que en la boca.
JORDI.- Eso no es verdad. Quizá... Yo qué sé... Se habrá confundido.

23
ANNA.- Es lo que la niña ha dicho que había visto.
JORDI.- Ya, pero no es verdad... Igual desde donde lo ha visto, le ha parecido o... No
sé... Pero no es verdad. Eso no lo haría nunca. Te lo juro.
ANNA.- (...)
JORDI.- ¿Ha dicho que lo ha visto o que le ha parecido?
ANNA.- No lo sé.
JORDI.- ¿Lo ves? Seguro que le ha parecido... Que no lo ha visto bien. Se habrá
confundido. Lo que no entiendo... Dices que... Pero... ¿por qué le ha preguntado dónde
le he dado el beso? ¿Qué esperaba/
ANNA.- Le ha preguntado si eso lo haces normalmente y ha dicho que sueles dar besos,
sólo que en la mejilla, pero que el beso de Àlex ha sido diferente.
JORDI.- ¡Mierda!
ANNA.- ¿Entiendes que/
JORDI.- Paula se ha confundido. Créeme.
ANNA.- Dime que no es verdad.
JORDI.- Te lo estoy diciendo. Hace rato que te lo digo. Te lo juro.
ANNA.- Asegúrame que no hay ningún motivo para preocuparme.
JORDI.- ¿Qué es lo que te preocupa?
ANNA.- Lo sabes.
JORDI.- ¡No! No lo sé... ¿Àlex? ¿Yo? ¿Los padres? ¿La imagen de la piscina? ¿Tu
prestigio? ¿El cargo?... ¿O algo más?
ANNA.- ¿Algo más?
JORDI.- Algo que no tiene que ver únicamente con esto.

Pausa.

ANNA.- Sólo quiero que me digas que no tengo nada de qué preocuparme.
JORDI.- No paraba de llorar. Me salió así. Le he abrazado y le he dado un beso. Un
beso en la mejilla. Nada más. Le he dicho que confiase en mí y me parece que se ha
tranquilizado.
ANNA.- Ya...
JORDI.- ¿Ya? No. Para ellos este momento es... Les asusta el agua y tienen que confiar
en mí.
ANNA.- Sí.
JORDI.- ¿Cómo pueden confiar en mí, si no me puedo ni acercar?
ANNA.- Jordi...
JORDI.- ¿Cómo? Si no confías ni tú, y ahora parece que los padres tampoco.
ANNA.- Uno de los padres me ha preguntado cosas de ti y... Realmente no sé nada.
JORDI.- ¿Quién?
ANNA.- El padre de Arnau.
JORDI.- Este hombre no ha venido nunca a la piscina. Ni un solo día.
ANNA.- Hoy sí. Hace un momento estaba aquí. Te buscaba.
JORDI.- ¿A mí?
ANNA.- Sí.
JORDI.- ¿Qué quería? ¿Qué te ha preguntado? (Pausa.) ¿Qué quería saber?
ANNA.- Quizá no hacía falta que besaras a Àlex.
JORDI.- Ya te lo he dicho: Estaba asustado. ¡Le he hecho lo mismo que hubiera hecho
con mis sobrinos!

24
ANNA.- Pero Àlex no es tu sobrino. Ni tampoco ninguno de los niños del cursillo. Son
sus hijos/
JORDI.- Sí. ¿Y qué?

Pausa.

ANNA.- Pasan tantas cosas... Están asustados con lo que ha pasado en la ludoteca.
JORDI.- ¿Y ahora qué se supone que debo hacer?
ANNA.- Intentaremos calmar a los padres. Que no corra la voz y que esto no se exagere
más de la cuenta.
JORDI.- No me refiero a los padres. (Pausa.) ¿Y yo?
ANNA.- ¿Qué?
JORDI.- ¿Qué se supone que tendré que hacer a partir de mañana? Cuando los padres
vengan a buscar a los críos... ¿Cómo les puedo mirar a la cara? ¿Cómo... ¿No podré
sujetar por la barriga a los niños cuando les pido que hagan pies? ¿Ni cogerlos de las
manos? Quiero decir... Es que no sé ni cómo les voy a tocar. O mirar. Quizá si no les
miro... Alguien podría interpretarlo como que...
ANNA.- Basta, Jordi.
JORDI.- No. ¿Y cuando al final de la semana, les cojo en brazos y me lanzo con ellos al
agua? ¿Qué? ¿Eh? ¡Es un juego! Para que pierdan el miedo. Para que se diviertan. Y se
divierten. Les encanta.
ANNA.- Lo sé.
JORDI.- Sí, lo sabes...
ANNA.- Soy la responsable/
JORDI.- ¿De qué? Es que a partir de ahora no podré dejar de pensar en estas cosas. Y si
se corre la voz... ¿Sabes el daño que me puede hacer?
ANNA.- Lo aclararemos. Les tranquilizaremos y nos podremos olvidar de este tema.

Pausa.

JORDI.- Gracias.

Pausa larga.
Los dos se quedan en una situación incómoda, como si quisieran decir algo y no
supiesen cómo.

ANNA.- Jordi... ¿Eres homosexual?


JORDI.- ¿Qué?
ANNA.- (...)
JORDI.- ¿Eso te han preguntado?
ANNA.- Ya te he dicho que yo también quiero cerrar este tema cuanto antes mejor.
JORDI.- No me puedes preguntar eso.
ANNA.- No sé nada de ti.

25
JORDI.- ¿No te basta saber que hace cinco años que estoy aquí y que hago bien mi
trabajo?
ANNA.- ¿Lo eres?

Pausa.

JORDI.- Alucino... Sabes que no tienes ningún derecho a preguntarme eso.

Pausa.

ANNA.- ¿Tienes pareja?


JORDI.- No.
ANNA.- ¿O alguien más o menos estable?
JORDI.- No.

Pausa larga.

ANNA.- ¿Te gustan los niños?

Pausa larga.

JORDI.- ¡No! (Pausa.) No... (Pausa.) Creo que no.


ANNA.- ¿Crees que no?
JORDI.- Me gusta estar y relacionarme con ellos. Quizá soy cariñoso con los chavales,
pero no puedo ser de otra forma. Me sale así... No hay nada malo... ¡Pero no! Nada de
todo eso... Me cuesta creer que... ¿De verdad piensas que eso quiere decir que me
gustan?

Pausa.

ANNA.- No. Creo que no.

JORDI se levanta.

JORDI.- Me voy.
ANNA.- ¿Adónde?
JORDI.- No sé por qué no confías en mí.
ANNA.- Sí confío.

26
JORDI.- No. Le haces más caso a un padre que no había venido nunca a la piscina y a lo
que pueda decir una niña de cinco años... No me digas que confías en mí.
ANNA.- Soy la directora de la piscina.
JORDI.- Ya lo sé.
ANNA.- Los padres...
JORDI.- ¿Qué? ¿Los padres, qué?
ANNA.- Ya te lo he dicho. Todo eso de la ludoteca... Cada día sale algo en la tele... o en
los periódicos/
JORDI.- Una mujer entró en una clase y pegó a la profesora delante de los niños,
porque les había hecho volver del patio y su hijo no había podido acabarse la merienda.
En los periódicos también hay cosas como ésta... No es la primera vez que... Padres que
parece que saben mejor que nosotros cómo hemos de hacer nuestro trabajo... Los
padres, ¿qué? ¿Qué me estás diciendo?
ANNA.- Me preocupo por los niños.
JORDI.- Me dices que no son mis sobrinos, pero tú tampoco eres su madre. ¿Lo
entiendes? No lo eres, ni lo serás nunca. Y, sinceramente, creo que es difícil que nadie
tenga ganas de dejarte preñada con esa cara de amargada.

ANNA le da una bofetada.


JORDI se quita el albornoz y se queda desnudo.

ANNA.- ¿Qué haces?


JORDI.- ¿Qué pensaría ahora alguien que entrase en este momento? ¿Cómo lo
interpretarían? ¿También te preocupa eso?
ANNA.- Vístete.

JORDI se pone el bañador. Coge unas gafas y un gorro de natación.

JORDI.- Necesito hacer unos largos.


ANNA.- Jordi...
JORDI.- Déjame en paz. Me gustaría nadar un poco antes de los entrenamientos de la
tarde porque... Aún haré los de la tarde, ¿no?

JORDI sale del vestuario y se va por el pasillo.


ANNA sale tras él.

ANNA.- Jordi...

ANNA vuelve al vestuario.


Se queda unos segundos paralizada.
Se da cuenta de que la taquilla de JORDI está entreabierta. La abre. Busca algo
dentro.
HÈCTOR, que se ha cruzado con JORDI, se acerca desde el fondo del pasillo.

27
Entra en el vestuario.

HÈCTOR.- ¿Se puede saber qué coño le pasa a éste?

ANNA se precipita y con los nervios le cae una cartera del interior de la taquilla.

ANNA.- (Tras un sobresalto.) Hèctor... Me has asustado.


HÈCTOR.- ¿Pasa algo?
ANNA.- No. Nada.

ANNA y HÈCTOR se miran con desconfianza.

HÈCTOR.- En el suelo... La cartera de Jordi.


ANNA.- Ha ido a nadar. Le debe de haber caído.
HÈCTOR.- No... Acaba de caer ahora mismo.

28
{Sonido de un cuerpo cayendo dentro de la piscina.
De agua saliendo de la nariz y formando burbujas bajo el agua.
Del cuerpo saliendo a la superficie y escuchando el ambiente de la piscina: el
chapoteo, los gritos de los niños y los silbatos de los entrenadores.}

29
4.

Media penumbra.
Sólo está encendida la luz del pasillo que se ve desde la puerta de entrada del
vestuario.
DAVID sentado en el banco, en el mismo lugar donde estaba JORDI en la escena
anterior.
ANNA se va acercando por el pasillo. Al llegar al vestuario enciende la luz.

DAVID.- Perdone.
ANNA.- ¿Qué hace aquí?
DAVID.- ¿Quién es usted?
ANNA.- Me parece que es usted quien me lo tendría que decir.
DAVID.- Me llamo David. ¿Usted quién es?
ANNA.- La directora de la piscina. Aquí no se puede estar. Es un espacio de uso
exclusivo para el personal.
DAVID.- Sí... hay un cartel que lo pone.
ANNA.- Debería irse.
DAVID.- Mi hijo entrena con los Caballitos de mar.
ANNA.- De cualquier forma, aquí no se puede estar.
DAVID.- ¿Cómo se llama el entrenador de mi hijo?
ANNA.- ¿No lo sabe?
DAVID.- No.
ANNA.- Jordi.
DAVID.- ¿Es gay?

Pausa larga.

ANNA.- Perdone, pero... Creo que eso no importa.


DAVID.- ¿Lo es?
ANNA.- No lo sé.
DAVID.- ¿No lo sabe?
ANNA.- No.
DAVID.- ¿No sabe qué tipo de persona es el entrenador del grupo infantil de su
piscina?
ANNA.- Me parece que eso/
DAVID.- No lo sabe.
ANNA.- Usted no sabe cómo se llama el entrenador de su hijo.

Pausa.

DAVID.- Está poniendo en duda... ¿o insinúa que no estoy pendiente de mi hijo?


ANNA.- No he dicho eso. Sólo que llevan más de medio año entrenando.
DAVID.- Lo sé.
ANNA.- Y no sabe cómo se llama su entrenador.

30
DAVID.- No cambie de tema.
ANNA.- Seguro que su hijo debe de haber dicho muchas veces su nombre cuando le
cuenta algo de la piscina.
DAVID.- No me debe de haber quedado. Mi hijo habla de muchas cosas. Debe de haber
dicho este nombre, como el de sus profesores o el de sus compañeros.
ANNA.- Ya... ¿Cómo se llama su hijo?
DAVID.- Arnau.
ANNA.- En este grupo hay dos Arnaus.
DAVID.- Arnau Bosch.
ANNA.- Un niño muy majo... Dice que quiere ser socorrista y... habla mucho de su
hermana. Ha tenido una hermana hace poco, ¿no?
DAVID.- No se haga la simpática conmigo.
ANNA.- (...)
DAVID.- ¿Qué me quiere demostrar, que conoce bien a los niños? No dudo de que haga
bien su trabajo, pero sabe que no he venido a hablar de eso.
ANNA.- Debe de ser la primera vez que viene a la piscina.
DAVID.- Mi mujer se encarga de traerlo y venir a buscarlo.
ANNA.- Y ahora se presenta aquí, fuera del horario de entrenamiento...

Pausa.

DAVID.- Ya se lo he preguntado. El entrenador de los Caballitos... ese tal Jordi, ¿es


gay?
ANNA.- No lo sé. Y creo que si es homosexual o no, es cosa suya y no tiene que
importarle a nadie más. Ni a usted ni a mí.
DAVID.- Entrena a mi hijo.
ANNA.- En el caso de que lo sea, eso no tiene ninguna importancia.
DAVID.- ¿No?
ANNA.- ¿Para usted sería un problema que lo fuese?
DAVID.- No. No tengo ningún problema, de hecho, tengo amigos que lo son. Pero sí si
es un pervertido.
ANNA.- Conozco a Jordi desde hace tiempo. Es uno de nuestros mejores entrenadores.
Es una buena persona y un buen profesional.
DAVID.- No dudo de su profesionalidad, pero ¿cómo sabe que es una buena persona?
ANNA.- Lo conozco.
DAVID.- ¿Sí?
ANNA.- Sí.
DAVID.- Usted misma me acaba de decir que no/
ANNA.- ¿Por dónde ha entrado? A mediodía la piscina está cerrada.
DAVID.- Eso tampoco tiene ninguna importancia.
ANNA.- Aquí no se puede estar.
DAVID.- Sabe de qué estoy hablando.
ANNA.- ¿Le ha venido a buscar?
DAVID.- Sí.
ANNA.- Qué pensaba... Es la hora de comer. No está. Y las cosas no se hacen así.
DAVID.- Se trata de mi hijo.
ANNA.- Le aseguro que no hay ningún problema.
DAVID.- ¿Me lo asegura?

31
ANNA.- Sí.
DAVID.- ¿Cómo me puede asegurar que no es un pervertido o lo que le pasa por la
cabeza cuando coge a uno de los niños? Mi hijo, por ejemplo. ¿Le parece normal que se
dedique a besarles y a abrazarlos dentro del agua?
ANNA.- Un gesto mal interpretado. Eso me parece.
DAVID.- Veo que está al corriente.
ANNA.- Sí.
DAVID.- Los padres de otros niños también se lo han comentado.
ANNA.- Sí. Jordi/
DAVID.- Es una buena persona y un buen profesional.
ANNA.- Sí.
DAVID.- ¿Ha hablado con él?
ANNA.- No.
DAVID.- Y en cambio, pondría la mano en el fuego por este chico.
ANNA.- (...)
DAVID.- No piensa averiguar/
ANNA.- Ya se lo he dicho. No tengo ningún derecho a preguntarle a él, ni a ninguno de
los trabajadores sobre su vida privada. No lo he hecho, ni lo haré. Nunca. (Dirigiéndose
a la puerta.) Y ahora si me hace el favor/
DAVID.- Estamos preocupados. Mi mujer ha visto un comentario que han colgado en el
grupo que tenemos los padres de los entrenamientos en facebook.
ANNA.- ¿En facebook?
DAVID.- Sí.
ANNA.- ¿Quién ha hecho eso?
DAVID.- ¿Y qué más da?
ANNA.- ¿Eso lo puede ver todo el mundo?
DAVID.- Sólo los que están en este grupo.
ANNA.- Es una acusación muy grave.
DAVID.- Es normal que los padres nos preocupemos.
ANNA.- Pero escribirlo así, por las buenas, en facebook... sin estar seguros...
DAVID.- ¿Usted tiene hijos?
ANNA.- Eso es crear una falsa alarma. ¿Se puede borrar un comentario después de
haberlo escrito?
DAVID.- ¿Es eso lo que le preocupa?
ANNA.- Me parece precipitado y...
DAVID.- Es un grupo en el que sólo estamos los padres.
ANNA.- Ya, pero...
DAVID.- Para hablar de los horarios, de los entrenamientos, de nuestros hijos... es un
grupo cerrado.
ANNA.- Pero lo pueden leer todos los padres.
DAVID.- ¿Le parece mal que los padres estemos conectados?
ANNA.- ¡No! Pero... escribir este comentario me parece un poco irresponsable,
sinceramente.
DAVID.- ¿Usted tiene hijos? No. No tiene. Está claro.
ANNA.- ¿Qué quiere decir?
DAVID.- Entonces es difícil que lo pueda entender.
ANNA.- Claro que lo puedo entender.
DAVID.- ¿Usted sigue las noticias?
ANNA.- Sí.
DAVID.- Hace sólo dos días... Ha visto lo que ha pasado en la ludoteca/

32
ANNA.- Sí.
DAVID.- Esta ludoteca está a veinte minutos de aquí. Aquí al lado.
ANNA.- Lo sé.
DAVID.- Es asqueroso.
ANNA.- Sí.
DAVID.- Aquí al lado.
ANNA.- Pero eso no quiere decir/
DAVID.- ¿Qué sabe usted?
ANNA.- (...)
DAVID.- Se ve que también era una buena persona. Una bellísima persona. También un
buen profesional.
ANNA.- Pero eso no tiene nada que ver.
DAVID.- Uno de sus entrenadores se dedica a besuquear y tocar a los niños.
ANNA.- Dicho así... Eso es exagerado.
DAVID.- Ha besado en la boca a un niño.
ANNA.- ¡No sabemos si es cierto!
DAVID.- Pero con algo así, ¿le parece extraño que me preocupe por la persona con la
que está mi hijo y que le acompaña hasta el vestuario, donde todos los niños se
cambian?
ANNA.- (...)
DAVID.- Usted no tiene hijos. Es difícil que lo entienda. Cuando eres padre vas por la
calle o por el parque y no te permites despistarte ni un segundo. Te da un vuelco el
corazón cuando, de repente, aunque sea un momento de nada, tienes la sensación de que
has perdido de vista a tu hijo. La simple idea de que te despistes un segundo y alguien
se lo haya podido llevar o meter dentro de un coche, hacerle vete tú a saber qué cosas y
que no sepas nunca nada más, es... Siempre tienes ese temor. O de que alguien,
aprovechándose de que es un niño, le haga daño. Si me ocurriese algo así, no me lo
perdonaría nunca.
ANNA.- Lo entiendo.
DAVID.- ¿Sí?
ANNA.- Claro que sí, pero me parece que está confundiendo las cosas. Está haciendo
una montaña de algo que no lo es.
DAVID.- También lo ha visto en las noticias.
ANNA.- Y se me revuelve el estómago. Puede estar seguro.
DAVID.- Se le revuelve, pero en cambio/
ANNA.- Ni se atreva a ponerlo en duda. Lo que intento explicarle es que aquello no
tiene nada que ver/
DAVID.- ¿Cómo lo puede asegurar? Ha sido lo primero que me ha dicho: usted no sabe
nada de este chico. De su vida. De sus intenciones. Y parece que no piensa averiguarlo,
ya que para usted el respeto a la vida privada de sus trabajadores está por encima de la
seguridad de los niños y de la preocupación de los padres.
ANNA.- Y, según usted, ¿qué se supone que debería hacer?
DAVID.- Este chico no puede trabajar con críos. Se toma demasiadas/
ANNA.- Ha sido sólo... ¿No ha pensado que quizá no hay mala intención y le ha salido
espontáneamente?
DAVID.- Un beso en los labios.
ANNA.- Ni siquiera sabemos si es verdad. Es lo que ha dicho una niña y... Usted no
puede presentarse así, de esta manera. Las cosas no se hacen así.
DAVID.- Es mi hijo. Usted no es madre.
ANNA.- No es justo que me diga/

33
DAVID.- Tampoco lo es que usted me trate como si fuese un paranoico. Yo y los otros
padres.
ANNA.- Nadie le ha tratado así.
DAVID.- Intenta hacer ver que no pasa nada con algo que a nosotros nos preocupa.
(Pausa.) Desde mi casa, en una de las ventanas del edificio que hay justo enfrente del
nuestro, veo un hombre que se pasa el día pegado al ordenador. Debe de tener mi edad.
Por los gestos, cómo teclea, cómo ríe... Es evidente que habla con alguien. Con alguien
que le gusta. Desde hace días, le he pillado más de una vez poniéndose de pie,
levantándose la camisa e, incluso, desabrochándose los pantalones. Debe de hacerlo
delante de la webcam. Le da igual que le pueda ver yo, mis hijos o cualquier otro
vecino. Imagínese, si este hombre es capaz de hacerlo a la vista de todo el mundo...
Tengo hijos y me preocupa que puedan verle cómo se desabrocha los pantalones, pero
sobre todo me preocupa quién está al otro lado de su ordenador. Que un día al otro lado
estuviese uno de mis hijos y alguien pudiese llegar a engañarlos y convencerlos de
cruzar la calle y subir a su piso. Sabe perfectamente que estas cosas pasan y siempre con
personas que nunca te lo imaginarías. Cada día. Lo hemos oído muchas veces, casos de
niños que les pasan cosas, no lo cuentan o... Cuando tienes hijos no puedes bajar nunca
la guardia. En la calle, en el parque, en el colegio... A veces ves a alguien mirando a tus
hijos. Gente normal. Nunca sabes por qué los están mirando. Nunca. Cuando se trata de
un niño, de tu hijo, no puedes evitar desconfiar de los adultos. ¿Me entiende?

Pausa larga.

ANNA.- Ya se lo he dicho. Aquí no se puede estar.


DAVID.- Ya me voy.
ANNA.- Gracias.
DAVID.- Todavía no me ha dicho qué piensa hacer con este chico.
ANNA.- (...)
DAVID.- ¿No dice nada?
ANNA.- Ha dicho que se iba.
DAVID.- El chico... El entrenador/
ANNA.- Se llama Jordi.
DAVID.- Ese tal Jordi, ¿a qué hora vuelve?
ANNA.- Debería irse.
DAVID.- O sea, que hará los entrenamientos esta tarde como si nada.
ANNA.- Por favor, no me haga repetirlo. Aquí no se puede estar.
DAVID.- Mi hijo no volverá a los entrenamientos.
ANNA.- (...)
DAVID.- Ya puede borrarlo.
ANNA.- El trámite tendría que hacerlo usted en recepción.
DAVID.- ¿Se puede hacer por teléfono?
ANNA.- Sí.
DAVID.- Esta misma tarde.
ANNA.- Es cosa suya. Está en su derecho.
DAVID.- Usted no piensa hacer nada. ¿Le puedo hacer una pregunta?
ANNA.- Me ha hecho unas cuantas y ya le he dicho que de la vida de/
DAVID.- Una sobre usted.
ANNA.- (...)

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DAVID.- ¿Por qué?
ANNA.- (...)
DAVID.- ¿Corporativismo? ¿Porque cree profundamente en la defensa del derecho a la
intimidad? ¿Por prudencia? ¿Inconsciencia? ¿Para ganar tiempo? O... ¿Qué le está
pasando ahora mismo por la cabeza?
ANNA.- (...)

Pausa.
DAVID hace ademán de irse.

ANNA.- Sí. Tengo un hijo.


DAVID.- ¿Por qué no me lo ha dicho cuando se lo he preguntado?
ANNA.- Mi hijo... (Pausa.) Ahora tendría veintitrés años.

Pausa.

DAVID.- Perdone...
ANNA.- Hay cosas que no deberían pasar.
DAVID.- No quería... De verdad, lo siento pero... sabe que una cosa no tiene que ver
con la otra. Le aseguro que los padres no nos quedaremos de brazos cruzados.

Pausa.

ANNA.- Ahora váyase, por favor.

DAVID se va.
ANNA se queda unos segundos pensativa.
Apaga la luz del vestuario y permanece en penumbra, sólo ligeramente iluminada por
la luz que entra por la puerta y el largo pasillo del fondo.
Se sienta. Comienza a llorar, pero rápidamente intenta sobreponerse y serenarse.
Coge el teléfono y hace una llamada.

ANNA.- Hola, soy Anna. (...) Por favor, asegúrate de que todas las puertas estén
cerradas. (...) Sí. (...) No, no pasa nada. (...) ¿Ya han llegado los chicos? (...) ¿Dónde
están? (...) Vale, da igual... (...) Sí. (...) Entonces que llamen al timbre cuando lleguen de
comer y les abres, pero cierra las puertas. (...) Gracias.

HÈCTOR entra en el vestuario. Enciende la luz.


Se encuentra a ANNA a oscuras.

35
HÈCTOR.- ¿Qué haces a oscuras?
ANNA.- Nada. Tengo dolor de cabeza. Migraña. Debe de ser migraña.
HÈCTOR.- ¿O es que nos querías asustar?
ANNA.- No estoy para bromas. Te he dicho que me duele la cabeza. Cuando llegue
Jordi, le dices que lo busco.
HÈCTOR.- De acuerdo.
ANNA.- Que es importante.

36
{Sonido de un cuerpo cayendo dentro de la piscina.
De agua saliendo de la nariz y formando burbujas bajo el agua.
Del cuerpo saliendo a la superficie y escuchando el ambiente de la piscina: el
chapoteo, los gritos de los niños y los silbatos de los entrenadores.}

37
5.

HÈCTOR está solo en el vestuario.


Entra JORDI. No dice nada.
Comienza a recoger sus cosas.
HÈCTOR le observa.

HÈCTOR.- ¿Qué haces?


JORDI.- El grupo de la tarde debe de estar a punto de llegar.
HÈCTOR.- ¿Ya vas?
JORDI.- Sí.

Pausa.

JORDI.- ¿Qué pasa?


HÈCTOR.- Nada. Nunca bajas tan pronto.
JORDI.- ¿Cómo que no?

Pausa.

HÈCTOR.- Siempre te tienen que esperar.


JORDI.- ¿Siempre? Quizá algún día, pero siempre tampoco.

Pausa.

JORDI.- ¿Se puede saber qué miras?


HÈCTOR.- Nada.

Pausa.

HÈCTOR.- En recepción me han dicho no sé qué de un bañador.


JORDI.- ¿Qué? ¿De qué me hablas?
HÈCTOR.- Que si hemos encontrado un bañador y unas chanclas...
JORDI.- No lo sé.
HÈCTOR.- De uno de los críos/
JORDI.- Hèctor... Los chavales todos los días pierden algo... No lo sé.

Pausa.

38
HÈCTOR.- ¿De dónde venías ahora?
JORDI.- ¿Qué te ha contado Anna?
HÈCTOR.- Nada. ¿Tendría que haberme contado algo?
JORDI.- No.
HÈCTOR.- Ha dicho que ibas a hacer unos largos.
JORDI.- Sí.
HÈCTOR.- No te has metido en el agua. Estás seco.
JORDI.- ¿Qué pasa? ¿Me controlas?
HÈCTOR.- No. Es sólo que... Anna ha dicho que ibas a hacer unos largos y vuelves
seco. Completamente seco. Antes... Cuando nos hemos cruzado... ibas a las oficinas,
¿verdad?
JORDI.- (...)
HÈCTOR.- Sólo eso. Me ha extrañado, nada más.
JORDI.- ¿Qué te ha contado Anna?
HÈCTOR.- ¿Qué me tenía que contar?
JORDI.- Déjalo.

Pausa larga.

HÈCTOR.- Has ido a borrar a Cris del facebook.

Pausa.

JORDI.- ¿Por qué me has dicho que no te ha contado nada?


HÈCTOR.- La has eliminado.

Pausa.

JORDI.- Sí.
HÈCTOR.- Me lo he imaginado. ¿Lo ves? Te avisé, no deberías haberla agregado. Te
equivocaste.
JORDI.- ¿De qué me estás acusando?
HÈCTOR.- No te acuso de nada.
JORDI.- Has dicho que/
HÈCTOR.- Que te avisé...
JORDI.- Y desde que he entrado me miras de esa manera. Como si hubiese hecho/
HÈCTOR.- ¿Qué has hecho?
JORDI.- /algo asqueroso.
HÈCTOR.- No te he mirado de ninguna manera.
JORDI.- ¿No? Y las preguntas y las indirectas, ¿qué? ¿Qué pasa? ¿Te lo ha pedido
Anna?
HÈCTOR.- Tranquilízate, ¿eh?

39
JORDI.- ¡Estoy hasta los cojones de que todos me digáis que me tranquilice! Ponte en
mi lugar. Ponte. No he hecho nada y vuelvo de comer y me encuentro en medio de todo
este marrón. Todos... ¿Cómo quieres que esté? Me dices que no sabes nada y en
cambio... ¿Qué se supone, que ya lo sabe toda la piscina y ya me habéis/
HÈCTOR.- Si no hubieses/
JORDI.- ¿Qué? No he hecho nada malo.
HÈCTOR.- Si te hubieses limitado/
JORDI.- También piensas que/
HÈCTOR.- Yo no lo hago. Hago mi trabajo y punto.
JORDI.- No veo qué hay de malo. Les trato... Los niños están bien conmigo y no
entiendo cómo ahora... Cómo a alguien se le puede pasar por la cabeza. Tú también...
HÈCTOR.- No te extrañe. Yo tampoco sé qué pensar.
JORDI.- Nadie me conoce mejor que tú. Somos amigos.
HÈCTOR.- Has ido a borrar a Cris del facebook. ¿Sí o no? ¿Y todo lo que decías hace
un rato de los Caballitos y los Delfines?
JORDI.- ¿Qué?
HÈCTOR.- De las miraditas aquí, de los comentarios y de los que pierden aceite.

Pausa.

JORDI.- ¿Es una broma?


HÈCTOR.- No.
JORDI.- No tiene ninguna gracia.
HÈCTOR.- No es una broma.
JORDI.- Es... Si Anna no te hubiese contado... Lo he dicho sin... Quizá no debería
haberlo dicho, pero... Era un comentario inocente, entre nosotros, de vestuario, sin
ningún tipo de... Hemos dicho muchas cosas así, incluso más bestias...
HÈCTOR.- No. A mí no me metas. Este tipo de comentarios los haces tú. No yo. Yo no.
Nunca. Que quede bien claro eso.

Pausa.

JORDI.- Hèctor... Si Anna no te hubiese contado este...


HÈCTOR.- ¿Este qué?
JORDI.- Malentendido. Esta... confusión/
HÈCTOR.- ¿Confusión?
JORDI.- Sí, confusión... Es evidente que hay una confusión... Si Anna no te lo hubiese
contado, ni te acordarías de estos comentarios. Se habrían quedado en cuatro burradas y
ya está. Ya lo sé... Quizá no tendría que haberlo dicho, pero... Era entre nosotros. Entre
amigos. Aquí. Como siempre. Cuatro burradas nada más. Sólo eso.

Pausa.

HÈCTOR.- ¿Es verdad que le has dado un beso en la boca?

40
JORDI.- ¡No!
HÈCTOR.- Has dicho que no sabías nada de un bañador perdido. ¿Qué hace el bañador
de uno de los niños dentro de tu armario?

Pausa larga.

JORDI.- ¿Has estado hurgando en mi armario?


HÈCTOR.- ¿Por qué no me has dicho que lo habías encontrado?
JORDI.- No me lo puedo creer. Has estado/
HÈCTOR.- ¿Por qué has dicho que no? ¿Qué haces con un bañador de uno de los niños,
eh? Ha pasado algo/
JORDI.- ¡No me he acordado, hostia! ¿Pero qué te piensas? ¿Dónde crees que tengo la
cabeza ahora mismo? ¿Eh? ¿En una mierda de bañador que se ha dejado uno de los
críos? ¿Te crees que ahora estoy pensando en eso? ¿Eh? Pero... ¿Con qué me sales?
HÈCTOR.- ¿Qué quieres que piense? Te he dicho que no deberías tener a Cris en
facebook, que algo así sólo te puede traer problemas. Como eso de... ¿Por qué le has
tenido que dar un beso? Es igual dónde. Un beso. El entrenador “enrollado”. Te debes
creer que eres eso... Dedícate a entrenar y punto.
JORDI.- ¡Es lo que hago! Como/
HÈCTOR.- Deberías saber que hay cosas que es mejor no hacerlas y que si las haces
tienen sus consecuencias.
JORDI.- Veo que tienes muy claro dónde están los límites. Siempre tan correcto con lo
que se puede hacer y lo que no. A mí lo que me parece preocupante es que le hayas
estado dando tantas vueltas.
HÈCTOR.- ¿Qué quieres decir?
JORDI.- Que lo tienes muy claro. Parece que incluso estés obsesionado. La verdad, no
sé por qué has pensado tanto en ello.
HÈCTOR.- Tarado.

Los dos chicos se abalanzan el uno contra el otro. JORDI bloquea a HÈCTOR y se
detiene con el puño en alto con la intención de pegarle un puñetazo.

JORDI.- Eres un hijo de la grandísima...

De repente JORDI suelta a HÈCTOR y se aparta.

HÈCTOR.- ¿Qué piensas hacerme? ¿Eh? Adelante...

JORDI se aleja.

JORDI.- No lo sé... Perdona... Tienes que creerme.

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HÈCTOR.- ¿Creerte? A Anna le has dicho que ibas a hacer unos largos y estabas en las
oficinas.

Pausa.

JORDI.- ¿Quieres saber qué he hecho? He ido a la oficina, sí. He abierto el facebook y
he eliminado a Cris. He repasado bien toda la lista de amigos para asegurarme de que no
tuviese ningún otro niño. Lo he repasado dos veces, incluso las fotos que tengo
colgadas. Me ha entrado dolor de barriga, como si se me revolviese el estómago. He
salido y he ido al lavabo. “¡Imbécil!”. Me he dicho: “Pero... ¿qué estoy haciendo?”
Seguro que si alguien quisiese comprobarlo... Seguro que debe de haber alguna manera
de saber que lo he modificado hoy mismo. Incluso la hora en que lo he hecho. Cualquier
cosa que haga o diga, todavía puede ser peor. Aún podría complicarlo más. Y me he
puesto a llorar. Hèctor... Estoy asustado. ¿Cómo quieres que esté? (Pausa larga.) Ahora
ya sabes qué he hecho. Sal y vete a contárselo a Anna y a quien quieras.

Se oye un impacto.

HÈCTOR.- ¿Qué ha sido eso?


JORDI.- Algo contra las persianas.

Entra ANNA.

ANNA.- Jordi, Hèctor...


JORDI.- ¿Qué pasa?

42
{Sonido de un cuerpo cayendo dentro de la piscina.
De agua saliendo de la nariz y formando burbujas bajo el agua.
Del cuerpo saliendo a la superficie y escuchando el ambiente de la piscina: el
chapoteo, los gritos de los niños y los silbatos de los entrenadores.}
.

43
6.

ANNA le da una bofetada a JORDI.


JORDI se quita el albornoz y se queda desnudo.

ANNA.- ¿Qué haces?


JORDI.- ¿Qué pensaría ahora alguien que entrase en este momento? ¿Cómo lo
interpretarían? ¿También te preocupa eso?
ANNA.- Vístete.

JORDI se pone el bañador.


Coge unas gafas y un gorro de natación.

JORDI.- Necesito hacer unos largos.


ANNA.- Jordi...
JORDI.- Déjame en paz. Me gustaría nadar un poco antes de los entrenamientos de la
tarde, porque... Todavía haré los de la tarde, ¿no?

JORDI sale del vestuario y se va por el pasillo.


ANNA sale tras él.

ANNA.- Jordi...

ANNA vuelve al vestuario.


Se queda unos segundos paralizada.
Se da cuenta de que la taquilla de JORDI está entreabierta. La abre. Busca algo
dentro.
HÈCTOR, que se ha cruzado con JORDI, se acerca desde el fondo del pasillo.
Entra en el vestuario.

HÈCTOR.- ¿Se puede saber qué coño le pasa a éste?

ANNA se precipita y con los nervios le cae una cartera del interior de la taquilla.

ANNA.- (Tras un sobresalto.) Hèctor... Me has asustado.


HÈCTOR.- ¿Pasa algo?
ANNA.- No. Nada.

44
ANNA y HÈCTOR se observan con desconfianza.

HÈCTOR.- En el suelo... La cartera de Jordi.


ANNA.- Ha ido a nadar. Le debe de haber caído.
HÈCTOR.- No... Acaba de caer ahora mismo.
ANNA.- (...)

Pausa.

HÈCTOR.- ¿Te ha pasado el dolor de cabeza?


ANNA.- No. Cada vez es peor.
HÈCTOR.- ¿Te has tomado algo?
ANNA.- /Como si me fuese a explotar.
HÈCTOR.- ¿Qué pasa con Jordi?
ANNA.- /No duermo bien./
HÈCTOR.- No te entiendo.
ANNA.- /Hace tiempo que tengo pesadillas, que/
HÈCTOR.- Pero... ¿qué tiene que ver eso con él?
ANNA.- Nada.
HÈCTOR.- ¿Y te acuerdas de lo que sueñas?
ANNA.- (...)
HÈCTOR.- Es importante recordarlo.
ANNA.- ¿Por qué? ¿Sabes interpretarlos?
HÈCTOR.- Al menos si sabes qué has soñado... ¿Sabes qué hago yo? Cuando me
despierto de repente y he tenido un sueño, intento mantenerme un par de minutos
despierto para retenerlo y así poder acordarme después.
ANNA.- ¿Acordarte, por?
HÈCTOR.- Si no lo haces así, se van. Es difícil saber lo que has soñado.
ANNA.- Hay cosas que es mejor olvidarlas.
HÈCTOR.- ¿Eso quiere decir que no te acuerdas?
ANNA.- Siempre que tengo pesadillas sueño lo mismo. La piscina está llena de niños.
Ríen, corren y se tiran todos al agua. Gritan, chillan. Al principio pienso que se están
divirtiendo. Cuando la piscina está llena de niños que saltan al agua y gritan, no sabes
nunca si es sólo que lo están pasando bien o es que les está pasando algo. Al principio
siempre me imagino que se están divirtiendo, pero después acabo viendo sus caras
asustadas y cómo levantan los brazos pidiendo ayuda antes de hundirse en el agua. Hay
muchos niños. Muchos. La piscina está llena de niños chillando. Los padres están en las
gradas sentados. Ríen y hablan. No se dan cuenta de nada hasta que por fin uno de ellos
lo ve y alerta a los otros. Todo el mundo ve lo que está pasando. Gritan y me piden que
haga algo. Corro de un lado a otro, pero no me puedo tirar al agua. No sé por qué, pero
por mucho que lo intento no puedo. ¿Por qué no puedo? (Pausa.) Y cuando me acerco,
los brazos de los niños desaparecen y se hunden. Corro hacia el otro lado. Allí todavía
están en la superfície. Quizá pueda salvar a uno, aunque sólo sea uno. Pero cuando
llego, les doy la mano y también se hunden. Y otra vez corro hasta el otro lado y
también se hunden. Todos. (Pausa.) Miro a la piscina y está vacía. (Pausa.) En las
gradas los padres gritan. Gritan muy fuerte. Más que cuando lo hacían los niños. La
piscina está vacía y el fondo está lleno de puntos negros.

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Pausa larga.

HÈCTOR.- (...)
ANNA.- No me hace falta estar un rato despierta para recordarlo. Siempre es lo mismo.
HÈCTOR.- ¿Y lo sueñas a menudo?
ANNA.- Demasiadas veces.
HÈCTOR.- No has hablado nunca de ello.
ANNA.- Hay cosas, que... es difícil encontrar las palabras para contarlo.
HÈCTOR.- Ya.
ANNA.- ¿Y tú? ¿Qué sabes?
HÈCTOR.- No... Yo no... No quería... (Pausa.) Alguien de la piscina me lo dijo.
ANNA.- No he hablado nunca de ello. ¿Qué cuentan?
HÈCTOR.- Nada. Sólo que... se te murió un hijo.

Pausa.

ANNA.- Sí.
HÈCTOR.- Lo siento.
ANNA.- Dieciséis años. Ahora tendría veintitrés.
HÈCTOR.- (...)
ANNA.- Vives ya siempre preguntándote por qué y por qué no pudiste hacer nada. De
pequeño era un niño que no hablaba mucho. Cuando volvía de la escuela contaba pocas
cosas, pero nunca dijo nada raro. Nunca. Nada que hiciese sospechar... (Pausa.) Al dejar
el colegio siguió siendo introvertido, pero... Fue como si al empezar en el instituto
respirase un poco, sólo un poco, como si estuviese un poco más aliviado... Pero...
¿aliviado de qué? Seguía hablando poco, pero era como si... Eso, como si comenzase a
respirar... (Pausa.) A día de hoy aún no sé qué pasó, ni por qué lo hizo. Dieciséis años.
Han pasado siete y no lo sé. No lo sabré nunca. He pensado tantas veces: ¿Había pasado
algo en el colegio? ¿Con los otros niños? ¿Con algún profesor? ¿Tenía algún problema
en aquel momento? ¿En el instituto? ¿Con sus compañeros nuevos? ¿Conmigo?
(Pausa.) ¿Con su padre? ¿Con él mismo? No lo sé. Por más vueltas que le doy, no lo sé.
(Pausa.) Todavía ahora me lo pregunto. Lo peor de todo es que no hay ni un solo día
que no piense por qué no supe verlo y, sobre todo, por qué no pude evitarlo. (Pausa
larga.) La cartera de Jordi no le ha caído cuando salía. Era yo que le estaba revolviendo
el armario.
HÈCTOR.- (...)
ANNA.- Jordi ha dado un beso a uno de los Caballitos.
HÈCTOR.- ¿Un beso?
ANNA.- Sí, en los labios. (Pausa.) Bueno... No... Eso es lo que ha dicho una niña. Él
dice que no...
HÈCTOR.- Hostia...
ANNA.- Los padres se han quejado. ¿Sabes? Yo fui monitora de joven. Debía de tener
diecinueve o veinte años. Veintiuno, quizá. Una monitora de uno de estos grupos
progres. Íbamos al río y nos bañábamos en pelota con los chavales... Una vez, otros dos
monitores se metieron en la cama con una de las niñas del grupo que no podía dormir

46
porque echaba de menos su casa y no paraba de llorar... O un día, incluso, hicimos un
juego a ver quién hacía la cadena más larga con prendas de ropa. ¡Nos lo quitamos todo
y yo me llegué a quedar sin sujetador delante de los niños! (Haciendo un gesto con los
brazos cruzados sobre los pechos.) Estuve un rato así. Todo el mundo se reía y los
demás monitores silbaban y me decían que no me tapase. De hecho, ya me habían visto
cuando nos bañábamos juntos, pero en aquella situación resultaba divertido. Todo eso
ahora sería impensable... Ahora hay cosas más inofensivas que ni se nos pasaría por la
cabeza hacerlas. A nadie se le ocurriría, y si las hiciésemos, nos caería una bien gorda.
Al final, para evitarnos problemas, ya no nos atreveremos ni a quedarnos a solas con un
niño. Y sin embargo pasan cosas. Siguen pasando. Como eso de la ludoteca. A veces
parece que muchas más de las que habían pasado nunca. ¿Por qué? ¿Qué está pasando o
qué estamos haciendo para que ocurra esto? (Pausa.) Y ahora... No puedo dejar de
pensar, ¿por qué le ha dado un beso? Es normal que los padres estén preocupados. ¿O
no? Quisiera pensar que Jordi es como éramos nosotros, como la pandilla de monitores
y no como... ¡Como toda esa mierda de la ludoteca! No sé por qué desconfío. Todo este
tiempo he pensado que es un buen entrenador y un buen chaval. Que me gusta su forma
de trabajar. Esa espontaneidad... Nosotros, aquellos monitores, éramos así, pero ahora...
Me gustaría decir lo contrario, pero entiendo como nadie el miedo de estos padres. Es
que no sé quién es, si los padres tienen razón y por qué no dejo de soñar cada noche con
niños que se hunden en la piscina. No sé qué esperaba encontrar en su taquilla, en la
cartera o en el móvil. No sé si tengo derecho a hurgar entre sus cosas... (Pausa.) Es
viernes y... ¿Quizá lo mejor sería que hoy no hiciese los entrenamientos de la tarde y
dejáramos pasar el fin de semana?
HÈCTOR.- (Casi susurrante.) No sé...
ANNA.- ¡No lo sé! Tampoco lo sé. Y tampoco sé por qué te estoy contando todo esto.
(Pausa.) Tú...
HÈCTOR.- ¿Qué?
ANNA.- ¿Te habrías dado cuenta si hubiese algo extraño?
HÈCTOR.- ¿Como qué?
ANNA.- Él... Con alguno de los niños. Un gesto, un comentario... Algo que haya dicho
o hecho...
HÈCTOR.- Jordi...
ANNA.- ¿Qué?
HÈCTOR.- No... No lo sé.
ANNA.- ¿Me lo dirías, verdad? Es importante.
HÈCTOR.- Piensas que...
ANNA.- No lo sé. No sé ni si él mismo sabe lo que le pasa con los niños. Si lo sabe con
claridad. Eso es lo que más me preocupa.

Pausa.

HÈCTOR.- (Refiriéndose a la cartera.) Será mejor que la vuelvas a dejar en su sitio.


ANNA.- Sí.

ANNA la coloca dentro de la taquilla.

47
ANNA.- Un bañador.
HÈCTOR.- ¿Qué pasa?
ANNA.- (Sin atreverse a cogérlo, ni tocarlo.) Un bañador. En la taquilla de Jordi hay
un bañador de un niño.
HÈCTOR.- Siempre recogemos cosas. Los niños siempre se dejan algo.
ANNA.- ¿Sí?
HÈCTOR.- Sí. Chancletas, libretas, el gorrito... De todo. Siempre.
ANNA.- ¿Seguro?
HÈCTOR.- De verdad.
ANNA.- Ya.

ANNA lo deja dentro de la taquilla y cierra la puerta.


Se va.

HÈCTOR.- Anna...

HÈCTOR se queda solo.


Se acerca a la taquilla de JORDI y la abre.
Observa unos segundos y la cierra.
Entra JORDI. No dice nada.
Comienza a recoger sus cosas.
HÈCTOR le observa.

HÈCTOR.- ¿Qué haces?


JORDI.- El grupo de la tarde debe de estar a punto de llegar.
HÈCTOR.- ¿Ya vas?
JORDI.- Sí.

Pausa.

JORDI.- ¿Qué pasa?


HÈCTOR.- Nada. Nunca bajas tan pronto.
JORDI.- ¿Cómo que no?

Pausa.

HÈCTOR.- Siempre te tienen que esperar.


JORDI.- ¿Siempre? Quizá algún día, pero siempre tampoco.

Pausa.

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JORDI.- ¿Se puede saber qué miras?
HÈCTOR.- Nada.

Pausa.

HÈCTOR.- En recepción me han dicho no sé qué de un bañador.


JORDI.- ¿Qué? ¿De qué me hablas?
HÈCTOR.- Que si hemos encontrado un bañador y unas chanclas...
JORDI.- No lo sé.
HÈCTOR.- De uno de los críos/
JORDI.- Hèctor... Los chavales todos los días pierden algo... No lo sé.

Pausa.

HÈCTOR.- ¿De dónde venías ahora?


JORDI.- ¿Qué te ha contado Anna?
HÈCTOR.- Nada. ¿Me tendría que haber contado algo?
JORDI.- No.
HÈCTOR.- Ha dicho que ibas a hacer unos largos.
JORDI.- Sí.
HÈCTOR.- No te has metido en el agua. Estás seco.

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{Sonido de un cuerpo cayendo dentro de la piscina.
De agua saliendo de la nariz y formando burbujas bajo el agua.
Del cuerpo saliendo a la superficie y escuchando el ambiente de la piscina: el
chapoteo, los gritos de los niños y los silbatos de los entrenadores.}

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7.

JORDI con aspecto confundido.


HÈCTOR le escucha.

JORDI.- Hèctor... Estoy asustado. ¿Cómo quieres que esté? (Pausa larga.) Ahora ya
sabes qué he hecho. Sal y vete a contárselo a Anna y a quien quieras.

Se oye un impacto.

HÈCTOR.- ¿Qué ha sido eso?


JORDI.- Algo contra las persianas.

Entra ANNA.

ANNA.- Jordi, Hèctor...


JORDI.- ¿Qué pasa? // HÈCTOR.- ¿Qué ha sido eso?
ANNA.- El cristal.
HÈCTOR.- Sí, el cristal de la ventana.
JORDI.- Es como si hubiesen lanzado/

Se escucha otro impacto contra el cristal.

ANNA.- /Están tirando piedras...

Se irán escuchando nuevos impactos contra los cristales.

ANNA.- Están tirando/


HÈCTOR.- ¿Qué está pasando?
ANNA.- Los padres y los niños están fuera. Delante del edificio. Gritan.
HÈCTOR.- Pero si se oye como si... ¿Qué están tirando? // JORDI.- ¿Qué gritan?
ANNA.- Dicen tu nombre. Te insultan. Que salgas a dar la cara. // Que te vayas.
JORDI.- /Mi nombre...
ANNA.- Y han empezado a tirar piedras contra el edificio. // Contra los cristales.
HÈCTOR.- /Hostia.
JORDI.- No me puedo creer que los padres tiren piedras... que hayan traído a los
niños... Los Caballitos...
ANNA.- No, no son los padres los que tiran piedras. Son los niños.
JORDI.- ¿Los niños?
ANNA.- Sí, los niños. Los padres gritan y los niños van cogiendo piedras del suelo para
tirarlas // contra el edificio.

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JORDI.- /Los Caballitos...
ANNA.- Sí, los Caballitos. Ahora no podemos salir. Tendrías que ver sus caras... La
rabia y... Ahora mismo sería imposible hacerles razonar.
HÈCTOR.- ¿Las puertas están cerradas?
ANNA.- No sé si he hecho bien, pero... Se ve que no paraban de llamar. Padres
pidiendo explicaciones y otros dando de baja a sus hijos. Es como si se hubiesen puesto
de acuerdo en cadena. ¡Mierda! El facebook, claro/
JORDI.- ¿Se lo has contado?
ANNA.- ¿Qué me tendría que haber contado?
HÈCTOR.- ¿Qué has querido decir con el facebook?
ANNA.- Los padres tienen un grupo/
HÈCTOR.- /Qué tiene que ver eso/
ANNA.- /se deben de haber puesto de acuerdo en darse de baja y... No sabía qué hacer y
he dicho en recepción que cierren las puertas y pongan un cartel de que no habrá
entrenamientos hasta el lunes/
JORDI.- ¿Por qué lo has hecho?
ANNA.- Y que no cogiesen más llamadas.
JORDI.- Parecerá que/
ANNA.- ¿Qué querías que hiciese?
JORDI.- ¡Eso aún complicará más las cosas!
ANNA.- ¡No sabía qué hacer! Y ahora... Se deben de haber encontrado el teléfono
desconectado y han venido...
JORDI.- Tengo que salir.
ANNA.- No, de eso nada. También hay cámaras de televisión. Es mejor que no/
JORDI.- /¿Cámaras?/
ANNA.- /Alguien les debe de haber... No, no, de ninguna manera.
JORDI.- Los niños tiran piedras... ¿Qué les habrán contado? ¿Qué les estará pasando
por la cabeza? Son niños. Son niños nada más. Es imposible que entiendan lo que está
pasando, pero están tirando piedras contra el edificio y es como // si me las estuviesen
tirando a mí.
ANNA.- /Los Caballitos.../
JORDI.- /Esta mañana jugaban conmigo en la piscina y ahora me tiran piedras.
ANNA.- ¿Qué hacemos? // HÈCTOR.- Eso, ¿qué hacemos?
JORDI.- No lo sé.
HÈCTOR.- Anna...
ANNA.- (...)
JORDI.- Salgo.
ANNA.- No... Eso no.
HÈCTOR.- Lo mejor es que esperemos.
JORDI.- ¿Esperar qué?
ANNA.- No podemos salir.
HÈCTOR.- Deberíamos...
ANNA.- ¿Qué?
HÈCTOR.- Quizá...
ANNA.- ¿Qué?
HÈCTOR.- Nada.
JORDI.- Anna... ¿Qué podemos hacer?
ANNA.- No lo sé... No tengo ni idea... ¿Por qué me habéis mentido cuando os pregunté
si habíais estado fumando?
JORDI.- Pero con qué/

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ANNA.- Si todavía huele...
HÈCTOR.- Yo no he... ¡Hostia! Están lanzando/
JORDI.- Anna... Ya te he dicho que...
ANNA.- ¡Me has dicho que no y te has fumado un cigarro! ¡Aquí no se puede fumar!

Se escucha el impacto de una piedra que rompe un cristal.

ANNA.- Creo que tendríamos que llamar a la policía.


JORDI.- ¿A la policía?
ANNA.- Claro, Jordi. Tenemos que llamar a la policía. Están tirando piedras contra la
piscina.
JORDI.- Me les tiran a mí.

Pausa larga.
Ninguno de los tres sabe qué hacer.

JORDI.- Sí... Tienes razón. Debes de tener razón. ¿Verdad que sí? Lo mejor que
podemos hacer es llamar a la policía... Un momento. Espera. Espera... No lo hagas. No
llames. No llames todavía.
ANNA.- ¿Qué?
JORDI.- Sólo una cosa. Una cosa nada más. (Pausa. Haciendo un esfuerzo para que no
se le quiebre la voz.) ¿Creéis que yo...? ¿De verdad pensáis...? Si viene la policía...
(Pausa.) ¿Confiáis en mí?
ANNA.- (...)
JORDI.- Anna...
ANNA.- (...)
JORDI.- Hèctor...
HÈCTOR.- (...)
JORDI.- ¿Por qué no decís nada? (Pausa larga.) ¿Me creéis, o no? (Pausa larga. Con
un hilo de voz.) Estoy asustado.
ANNA.- Todos. Todos lo estamos.

La intensidad del ruido de los impactos va creciendo hasta convertirse en un sonido


ensordecedor.
Oscuro.

Barcelona, 2011

53
Humo

54
A Geni Lozano.
Con cariño,
admiración,
incondicionalidad.

Hope there’s someone


who’ll take care of me
when I die, will I go.

Hope there’s someone


who’ll set my heart free
nice to hold when I’m tired.

There’s a ghost on the horizon


when I go to bed.
How can I fall asleep at night?
How will I rest my head?

Oh, I’m scared of the middle place


betwween light and nowhere.
I don’t want to be the one
left in there, letf in there.

Hope there’s someone, Antony and the Johnsons.

55
PERSONAJES

LAURA
ÀLEX
EVA
JAUME

Hall de hotel

Habitación 301, habitación de JAUME y LAURA

Habitación 302, habitación de ÀLEX y EVA

/ Indica que la réplica siguiente interrumpe inmediatamente lo que se está diciendo.


(...) Indica una réplica o reacción no verbal. Quizá sólo un suspiro, una mirada, o un
pequeño gesto.

56
{DÍA 1}

57
1.

Hall del hotel.

ÀLEX está como ausente en una de las butacas.


Tiene un periódico en el regazo.
LAURA se acerca.

LAURA.- ¿Tienes fuego?


ÀLEX.- ¿Cómo?
LAURA.- Que si tienes fuego.
ÀLEX.- Lo siento. No fumo.
LAURA.- ¿Por qué te disculpas?

Pausa.

ÀLEX.- De hecho, no sé si aquí se puede/


LAURA.- Sí. De momento, sí. (Pausa.) Estos infelices se deben de pensar que
conseguirán algo que valga la pena... ¿Y qué? Quizá cambien algo, pero pronto se darán
cuenta de que también acabarán por no poder fumar en ningún sitio. ¿Te molesto?
ÀLEX.- Estaba... leyendo/
LAURA.- Hace rato que lo tienes sobre las piernas. Igual te han entrado ahora ganas de
leerlo. (LAURA saca un encendedor y un paquete de tabaco.) ¿Qué haces escondido en
este rincón?
ÀLEX.- ¿Por qué me ha pedido fuego si tenía/
LAURA.- No me trates de usted o harás que me sienta mayor de lo que soy.
ÀLEX.- Tienes un encendedor.
LAURA.- Supongo que tengo ganas de charlar con alguien que hable mi lengua.
ÀLEX.- ¿Y cómo sabías/
LAURA.- El periódico.
ÀLEX.- Ah... Claro.
LAURA.- Y ayer por la tarde, en recepción, cuando esa chica y tú acababais de llegar al
hotel, os escuché. Mi marido y yo estábamos justo a vuestro lado.
ÀLEX.- Ah... No... No lo recuerdo.
LAURA.- ¿Esperas a tu novia?
ÀLEX.- Sí. Ha salido.
LAURA.- ¿Del hotel?
ÀLEX.- Sí.
LAURA.- ¿La han dejado salir?
ÀLEX.- Sí.
LAURA.- ¿Sola?
ÀLEX.- Sí. Ya llevo un rato... No puedo localizarla... El teléfono... he intentado salir,
pero no me han dejado. Me han dicho que sólo puedo esperar.
LAURA.- Qué atrevida...
ÀLEX.- ¿Te parece?
LAURA.- Sí.
ÀLEX.- No sé si es atrevida o simplemente... No sé dónde está y... Estoy un poco/

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LAURA.- Creo que ya me gusta más que la mayoría de la gente que hay aquí.
ÀLEX.- ¿Qué quieres decir?
LAURA.- Tu novia. ¿No te has fijado? Todo está vacío. Parece que la mayoría prefiere
quedarse en la habitación hasta que... No sé hasta cuándo. Algunos incluso se hacen
subir la comida. Yo no podría.
ÀLEX.- Y... ¿lleváis muchos días aquí?
LAURA.- También llegamos ayer. Tenemos una casa a unos pocos kilómetros. Ya hace
años que venimos de vez en cuando, a veces incluso una temporada larga. Ahora ya
llevábamos un tiempo. Bastante tiempo. Mi marido trabajó para la embajada y desde
hace unos años, se centró en escribir. Libros y también algunos artículos. Le pareció que
aquí era un buen lugar y ha hecho buenos amigos, personas influyentes. Ayer, a media
mañana, le dijeron que sería mejor que cogiéramos una habitación en el primer hotel
que encontráramos y que intentásemos tomar un vuelo cuando vuelvan a abrir el
aeropuerto.
ÀLEX.- Entonces...
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- ¿Crees que es tan...?
LAURA.- Nos dijeron que no es seguro estar aquí y menos a las afueras, donde tenemos
la casa.
ÀLEX.- ¡Mierda! No debería haber salido.
LAURA.- ¿Tu novia?
ÀLEX.- No entiendo por qué/
LAURA.- No será para tanto.
ÀLEX.- Me acabas de decir/
LAURA.- Si fuese por mí, me habría quedado. No habría venido aquí.
ÀLEX.- ¿No estás asustada?
LAURA.- ¿De qué? (Pausa.) ¿De esto? No. Es evidente que tú sí.
ÀLEX.- (...)
LAURA.- Estás asustado.
ÀLEX.- (...)
LAURA.- Por suerte no eres de los que se han encerrado en la habitación. Este lugar...
(Pausa.) Al menos podríamos haber ido a un hotel mejor que éste, pero es el primero
que encontramos.
ÀLEX.- No está mal.
LAURA.- Depende de a qué estés acostumbrado.
ÀLEX.- (...)
LAURA.- Está lleno y, en cambio, parece que no hay nadie. Ayer era difícil encontrar
hotel. La mayoría debían de respirar aliviados al pisar la entrada.
ÀLEX.- En parte...
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Es normal.
LAURA.- ¿Sí?
ÀLEX.- Sensato.

Pausa.

LAURA.- Supongo que sí. Sí. Seguramente sí. Debes de tener razón. Posiblemente lo
que no es sensato es hacer como tu novia y salir ahí fuera.

59
Pausa larga.

ÀLEX.- Mire...
LAURA.- De tú.
ÀLEX.- Disculpa, pero...
LAURA.- ¿Te molesta que fume?
ÀLEX.- No.
LAURA.- ¿De verdad que no quieres?
ÀLEX.- No.
LAURA.- (Sonríe.) Ya que aún no lo han prohibido, aprovechémoslo... ¿Y en qué
planta estás?
ÀLEX.- ¿Cómo?
LAURA.- ¿En qué planta?

Pausa.

ÀLEX.- En la tercera.
LAURA.- ¿En qué habitación?

Pausa.

ÀLEX.- En la trescientos dos.

LAURA ríe.

ÀLEX.- ¿Qué te hace gracia?


LAURA.- Eres un chico... ¿Cómo decirlo? (Pausa.) Enérgico.
ÀLEX.- ¿Por qué lo dices?
LAURA.- Por tu ímpetu.
ÀLEX.- ¿Qué quieres decir?
LAURA.- Ya te lo he dicho, este hotel... cuatro estrellas, pero las paredes son delgadas
como el papel de fumar. Habitación trescientos uno: anoche, mi marido dio unos
cuantos golpes en la pared y os detuvo. Tu novia dijo algo. Quizás se molestó. No lo sé.
Tampoco debíais de tener demasiadas ganas. Cuatro golpes en la pared fueron
suficientes para que paraseis.

Pausa.

ÀLEX.- Perdón.

60
LAURA.- No te vuelvas a disculpar y menos por follar de esa manera.

Pausa.

LAURA.- ¿Te ha molestado?


ÀLEX.- La verdad... No nos conocemos de nada y... Mire, ahora mismo no estoy/
LAURA.- De tú y no sufras... Mi marido y yo estábamos en la cama/
ÀLEX.- ...Es que/
LAURA.- /cada uno con su libro. Fue entonces cuando os oímos, con esa... furia.
Vuestros gemidos, cada vez eran más intensos. Los tuyos, pero sobre todo los de tu
novia. Mi marido se levantó, dejó el libro en la mesita y se fue al baño a lavarse la cara.
Al salir, cogió el libro y volvió a la cama. No se atrevió ni a mirarme. Yo ya no estaba
para libros. Ahora ya no os oía, os escuchaba. En ningún momento pensé que fuerais la
pareja que estaba a nuestro lado en recepción. No os ponía cara, pero sólo por cómo
gemíais, si hubiera podido, me habría levantado y sin vestirme ni nada, habría salido al
pasillo, habría llamado a la puerta de vuestra habitación y habría entrado. Desde la cama
os escuchaba y llegué a imaginaros: cómo erais, vuestra edad, incluso en qué posición
estabais. Detalles... (Le mira de arriba a abajo.) ...muy concretos.

Pausa.

ÀLEX.- Bueno... Yo...


LAURA.- No te sientas incómodo. La que tendría que estarlo soy yo.
ÀLEX.- ¿Sí?
LAURA.- Hombre... ¿Qué quieres que te diga? Leer un libro cuando podría estar...
Ojalá fuera sonámbula. Me hubiera podido levantar de la cama e ir a vuestra habitación
sin crear sospechas. Yo hubiera querido estar en vuestra habitación. No en la mía. Mi
marido dio unos cuantos golpes en la pared y os detuvisteis. Cerré el libro y apagué la
luz de mi mesita. Él también.
ÀLEX.- Mire, yo no/
LAURA.- De tú.
ÀLEX.- No sé por qué me está/
LAURA.- Me acosté con vuestros gemidos y me he despertado con los gritos de la
gente de la calle. Por un momento pareció que hubieran podido entrar en el hotel. ¿Los
has oído?
ÀLEX.- ¡Claro que los he oído!
LAURA.- He tenido un sueño y en mi sueño también había gritos, pero no sé de qué
eran. He soñado que el cielo era de color rojo. De un rojo difícil de describir. Yo
caminaba desnuda y... No debía de estar dormida del todo porque he notado cómo mi
marido se levantaba de la cama y volvía al baño. Incluso creo recordar que ha echado el
pestillo de la puerta. Y los gritos que no paraban, cada vez eran más fuertes y... El cielo
era como si se partiera en dos y, de repente, yo estuviera caminando por donde se iba
abriendo pero... boca abajo. Caminaba boca abajo y el rojo me quemaba la piel y
también me iba abriendo a mí. Y detrás de mí, allí por donde pasaba, sólo quedaba
ceniza. Y un rumor de gritos. Alguien me daba una manta... No sé qué era... De color
rojo... No sé si era un manta... Me daba algo para abrigarme. Después caminaba por el

61
hotel y me sentaba en esa misma butaca. Quizás por eso he venido aquí, a este rincón.
No recuerdo nada más... (Pausa.) Son muy curiosos los sueños.
ÀLEX.- Mira...
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Nada.
LAURA.- ¿Nada?
ÀLEX.- Sí, nada.
LAURA.- ¿Por qué no me invitas a subir a tu habitación?
ÀLEX.- ¿Cómo?
LAURA.- Me parece que he sido muy clara.
ÀLEX.- Esto es...
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Nada.
LAURA.- ¿Nada? ¿Otra vez? ¿Y entonces?
ÀLEX.- ¿Qué?
LAURA.- ¿Qué me dices?

ÀLEX ríe nervioso.

ÀLEX.- No.
LAURA.- ¿No?
ÀLEX.- No.
LAURA.- ¿Por qué?
ÀLEX.- No...
LAURA.- ¿Te he molestado o te has excitado?

Pausa larga.

LAURA.- Tu novia/
ÀLEX.- No es mi novia. Es mi mujer.
LAURA.- ¿Dónde está?
ÀLEX.- Y es una inconsciente.
LAURA.- No te he preguntado cómo es. Te he preguntado dónde está. Si sabes dónde
está.
ÀLEX.- ¡No! ¡Ya te he dicho que no! Ha salido a... ¡No sé!
LAURA.- ¿Por qué no la has acompañado?
ÀLEX.- No sé cuándo se ha levantado, pero de repente ya estaba vestida y me ha dicho
que... Yo estaba adormilado y...
LAURA.- Quería irse sin ti.
ÀLEX.- No.
LAURA.- ¿No?
ÀLEX.- No...
LAURA.- ¿Seguro que no?
ÀLEX.- No he dicho eso. (Pausa.) No tendría que haberla/
LAURA.- Se ha ido por las buenas.
ÀLEX.- Debía de querer salir y ver/

62
LAURA.- (Cogiendo otro cigarrillo y ofreciéndole el paquete.) ¿Seguro que no quieres
uno?
ÀLEX.- No. Ya no fumo.
LAURA.- Ya... Desde hace un rato no dejan entrar ni salir a nadie del hotel.
ÀLEX.- Sí, eso me/
LAURA.- Es temprano y todavía no habrá pasado el servicio de habitaciones.
ÀLEX.- (...)
LAURA.- Que no habrá pasado el servicio de habitaciones. La cama debe de estar por
hacer y tienen que cambiar las toallas. Tu mujer está fuera. Cuando vuelva, a la hora
que sea/
ÀLEX.- ¿Qué quieres decir con “a la hora que sea”?
LAURA.- Tal y como están las cosas ahí fuera, volver al hotel no será fácil. No sé cómo
lo ha hecho. Sin embargo, aunque salir quizá no le haya costado demasiado, volver a
entrar será más complicado.
ÀLEX.- Estoy preocupado.
LAURA.- Podemos subir. Cuando ella vuelva, la habitación ya estará arreglada. No
sufras.
ÀLEX.- Pero... Esto es...
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- ¿Es una broma?
LAURA.- ¿Te lo parece?
ÀLEX.- Te digo que estoy preocupado. No sé dónde está mi mujer. ¿Sabes qué está
pasando? Fuera hay un follón. Un follón de los gordos, no sé nada desde que se ha ido y
tú... No nos conocemos de nada. Te sientas a mi lado...
LAURA.- ¿Y qué?
ÀLEX.- Y me dices que mientras no sé nada de mi mujer ni de qué coño está pasando
en esta mierda de ciudad, en esta mierda de país, que subamos a la habitación a/
LAURA.- ¿A ti tampoco te gusta este país?
ÀLEX.- No he dicho eso.
LAURA.- Esta mierda de ciudad. Has dicho esta “mierda” de ciudad y de país.
ÀLEX.- ¡No sabíamos que pasaría nada de esto! Nos ha cogido por/
LAURA.- ¿Y yo?
ÀLEX.- ¿Qué?
LAURA.- ¿Tampoco te gusto?
ÀLEX.- (...)
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- No te entiendo... Eres...
LAURA.- Directa.
ÀLEX.- Supongo...
LAURA.- ¿De viaje de novios?
ÀLEX.- No...
LAURA.- No sé cómo lo habrá hecho. Yo, si me dejaran salir, también lo haría. Quizá
alguno de estos revolucionarios me destrozaría. No puedo salir y te lo pido a ti. Quizás
tu mujer...
ÀLEX.- ¿Qué?
LAURA.- Quizás también es lo que quiere y por eso ha salido esta mañana
aprovechando...
ÀLEX.- ¿Qué?
LAURA.- Que todavía dormías.
ÀLEX.- ¿Querer qué?

63
LAURA.- Que alguien la destroce. Que no se detenga con cuatro golpes en la pared.
Que la destroce de verdad.

ÀLEX le da una bofetada.


LAURA la encaja serena, casi sin inmutarse.
Pausa larga.

ÀLEX.- Perdón. No sé...

LAURA ríe.

ÀLEX.- ¿Qué pasa? ¿Qué te hace gracia?


LAURA.- Que pidas perdón por todo.
ÀLEX.- Lo siento... No sé por qué lo he hecho.
LAURA.- No lo vuelvas a hacer. No tienes que disculparte, ni por follar de esa manera,
ni por darme una hostia.
ÀLEX.- Yo no...

ÀLEX hace ademán de irse.

LAURA.- ¿Adónde vas?


ÀLEX.- Lo siento. Estoy... Yo no... No quería. Le aseguro que lo siento mucho.

Pausa.

LAURA.- Me llamo Laura, ¿y tú?

64
2.

Habitación 302.

ÀLEX está sentado en la cama.


Entra EVA.

ÀLEX.- ¿Has visto la hora que es?


EVA.- Por un momento/
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- /pensé que no podría volver a entrar/
ÀLEX.- No puedo entender cómo/
EVA.- /y además, he perdido la cámara.
ÀLEX.- ¿Con qué me sales ahora?
EVA.- La he perdido o me la han robado...
ÀLEX.- Son casi las cinco de la tarde.
EVA.- Lo sé. Lo siento. Ya te lo he dicho. Es muy tarde, pero... no sabes cómo me ha
costado que me volviesen a dejar entrar en el hotel.
ÀLEX.- Las cinco de la tarde.
EVA.- Es increíble lo que está pasando ahí fuera.
ÀLEX.- Estaba preocupado.
EVA.- Lo que está pasando es histórico. Había hecho unas fotos... Eran muy buenas...
Estoy segura de que/
ÀLEX.- Te digo que estaba preocupado. Te has ido a no sé qué hora. Has aprovechado
que estaba durmiendo para vestirte e irte. Eres consciente de/
EVA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Aquí y con lo que está pasando. Llevo un montón de horas sin saber nada de ti.
EVA.- Àlex... Tienes razón, tienes razón... No había cobertura en ningún sitio. El
teléfono... Había tanta gente en la calle... El teléfono estaba como bloqueado. No podía
llamar.
ÀLEX.- Podías haber ido/
EVA.- Àlex. Todo esto es/
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- Está pasando esto y nosotros estamos aquí.
ÀLEX.- No. Yo estoy aquí. Yo estaba aquí. Tú estabas en otro sitio.
EVA.- Mira... Estoy cansada y... No te pongas/
ÀLEX.- ¿Cómo quieres que me ponga?
EVA.- Y encima la cámara... Me da una rabia... Todas las fotos. ¡Mierda!
ÀLEX.- ¿Las fotos? ¿Eso es lo único que te preocupa?
EVA.- Àlex...
ÀLEX.- ¿Cómo quieres que esté? No sabía dónde estabas. Si te había pasado algo. Si te
habían...
EVA.- ¿Qué? Si me habían, ¿qué?
ÀLEX.- Cualquier cosa. Si te habías perdido, si... Si te dejarían volver. ¡Es que no sé
dónde tienes la cabeza! Llevo más de ocho horas sin saber nada de ti. ¿Te extraña? ¿A ti
sólo te preocupa haber perdido la cámara y unas fotos? ¿En qué estabas pensando?
EVA.- En la calle... La gente... Toda esta gente ha salido porque a partir de ahora/
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- /todo puede cambiar.

65
ÀLEX.- ¿Y qué?

Pausa.

EVA.- Este país quizás recordará el día de hoy. Y un día nosotros le podremos contar/
ÀLEX.- Querrás decir tú, porque yo no cuento para nada. Si hubieras podido, te habrías
ido de puntillas sin decírmelo.
EVA.- Àlex...
ÀLEX.- ¿Qué? ¿Qué pensabas, que te darían un Pulitzer?
EVA.- Eres...
ÀLEX.- ¿Qué? Venga, di.
EVA.- Mejor que no.
ÀLEX.- Es que no sé qué querías demostrar haciendo esta tontería.
EVA.- Te parece/
ÀLEX.- - Sí. Durante un rato te habrás sentido como si finalmente hubieras hecho algo
importante en la vida.
EVA.- ¿Qué quieres decir?
ÀLEX.- Ya lo sabes.

Pausa.

EVA.- Te estás pasando.


ÀLEX.- Sólo te digo/
EVA.- Estoy cansada.
ÀLEX.- No hemos venido a vivir un momento histórico. Ni a hacer fotos. Ni tampoco
turismo.
EVA.- Ya lo sé.
ÀLEX.- Nadie lo diría.
EVA.- A veces/
ÀLEX.- Sufría por si/
EVA.- Estoy bien. Ya te he dicho que lo siento. No sé qué más quieres que te diga.
ÀLEX.- Te has ido y... Yo siempre he estado a tu lado. Siempre. No entiendo por qué lo
has hecho, por qué no podíamos estar juntos.
EVA.- Estaba tan...
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- Excitada.
ÀLEX.- No te importa una puta mierda/
EVA.- Àlex.
ÀLEX.- Eres...
EVA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Egoista.
EVA.- (...)
ÀLEX.- Y justamente ahora. Estamos juntos en esto.
EVA.- Lo sé.
ÀLEX.- Creía que lo estábamos. No era el momento de salir y pasarte medio día fuera.
EVA.- Tú no lo habrías hecho nunca.
ÀLEX.- ¿Qué?

66
EVA.- (...)
ÀLEX.- ¿Hacía falta que te fueras de esa manera?
EVA.- ¿De qué manera?
ÀLEX.- No tenías ganas de que te acompañara.
EVA.- ¿Me habrías acompañado? No lo habrías hecho, ¿o sí?
ÀLEX.- ¿Eso crees?
EVA.- No habrías querido venir. Me lo habrías quitado de la cabeza y/
ÀLEX.- Claro que/
EVA.- /quizás te habría dicho que me dejaras ir y habrías acabado convenciéndome de
que no lo hiciera
ÀLEX.- Ah... Era eso.
EVA.- Quiero...
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- Te lo he dicho: estoy cansada.
ÀLEX.- Igual no te interesa, pero ha llamado Marianne.

Pausa.

EVA.- ¿Marianne?
ÀLEX.- ¿Te importa?
EVA.- Claro que me importa.
ÀLEX.- Pues hace un rato nadie lo hubiera dicho.
EVA.- ¿Qué ha dicho?
ÀLEX.- Parecía que era más importante salir a la calle. La cámara y las fotografías.
EVA.- ¿Qué ha dicho?
ÀLEX.- Ha llamado hace más de cuatro horas.
EVA.- ¿Me lo quieres decir?
ÀLEX.- Mientras estabas haciendo fotos alegremente.
EVA.- Di, ¿qué ha dicho Marianne?
ÀLEX.- Te importa una mierda. ¡Una puta mierda!
EVA.- Eres un...
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- ¡Di qué te dijo Marianne!
ÀLEX.- ¡Quizás te importa tan poco que no has pensado en ello en todo el día!
EVA.- Cómo puedes/
ÀLEX.- Porque yo estaba aquí. Solo. Tú no.
EVA.- ¿Qué ha dicho?
ÀLEX.- Hemos venido a buscar a la niña, no a vivir un momento histórico. Me parece
que lo has olvidado.
EVA.- No me hagas volver a repetirlo.

Pausa larga.

ÀLEX.- La cita de mañana... nada... Tal como están las cosas... De momento/
EVA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Sólo podemos esperar y ver qué pasa. Quizás...

67
EVA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Que quizás...
EVA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Que todo este tiempo no habrá servido para nada.
EVA.- (...)
ÀLEX.- ¿Todavía te sigue pareciendo un día histórico?
EVA.- Àlex...
ÀLEX.- Igual no nos la dan.
EVA.- Mierda.
ÀLEX.- Hace un rato parecía que no lo pensabas. Te debías de sentir muy importante,
muy valiente, haciendo cuatro fotos.
EVA.- No me hagas sentir/
ÀLEX.- ¿Cómo?
EVA.- Como una puta mierda.
ÀLEX.- ¿Has pensado en cómo me he sentido yo? Esto es algo de los dos.
EVA.- Sí.
ÀLEX.- No.
EVA.- Te he dicho que/
ÀLEX.- Casi cinco años esperando este momento... Ahora que... Quizás no habrá
servido de nada y mientras tanto tú...
EVA.- Lo siento.
ÀLEX.- ¿Sí?
EVA.- ¿De verdad existe la posibilidad...? ¿Piensas que podría/
ÀLEX.- Algunos países han cambiado la ley de un día para otro, modificando los
requisitos y... han llegado a prohibir las adopciones internacionales. Y sin un lío como
el que hay ahora mismo aquí.
EVA.- Pero Marianne te ha dicho...
ÀLEX.- No sé nada más. (Pausa.) Haciendo fotos... (Pausa.) Has dicho que estás muy
cansada, ¿no? Tranquila, de momento nos han cancelado las citas que teníamos y no
podemos salir del hotel vete a saber hasta cuándo. Podrás descansar de tu aventura.

Pausa larga.

EVA.- Te he dicho que lo siento.


ÀLEX.- Ya.
EVA.- No sé qué más quieres/
ÀLEX.- Ya está hecho. Ahora descansa.
EVA.- Basta. No sigas. Insistir es cruel.
ÀLEX.- ¿Te lo parece?
EVA.- Sí.
ÀLEX.- ¿Y no lo es dejarme solo sin saber nada de ti?

Pausa larga.

EVA.- Me han dado un golpe.


ÀLEX.- ¿Qué?

68
EVA.- En la cabeza.
ÀLEX.- ¿Qué dices?
EVA.- He estado un rato... No sé si mucho o...
ÀLEX.- En la cabeza, ¿dónde?
EVA.- Déjame. No es nada. ¡Te digo que me dejes!

Pausa.

ÀLEX.- Pero... ¿Por qué no me has dicho nada?


EVA.- ¿Cuándo? (Pausa.) Estabas demasiado... Tampoco me has dejado hacerlo.
ÀLEX.- Pero... ¿Cómo ha sido? ¿Qué ha pasado?
EVA.- Un golpe en la cabeza. Por eso también he tardado tanto en llegar.
ÀLEX.- ¿Te han pegado?
EVA.- No lo sé.
ÀLEX.- ¿Cómo que no lo sabes?
EVA.- Había mucha gente y... Alguien me ha dado un golpe, por detrás. He estado un
rato inconsciente.
ÀLEX.- Pero qué... ¿Ves cómo no tenías/
EVA.- Lo último que necesito es que me vuelvas a reñir.
ÀLEX.- No lo hago.
EVA.- Está hecho. Ya está. Ha pasado. La he cagado, sí. Ya está.
ÀLEX.- ¿Y ahora estás bien?
EVA.- Sí. Estoy bien. Déjame. Quiero ducharme y punto.
ÀLEX.- Quizá te debería ver/
EVA.- Te digo que estoy bien. Estaba en medio de la gente, a punto de hacer una foto
y...Ya no recuerdo más.
ÀLEX.- Pero cómo/
EVA.- No recuerdo nada. Sólo un golpe fuerte y que... No sé cuánto tiempo habrá
pasado. No lo sé. Cuando he recuperado el conocimiento estaba rodeada de gente. No
les entendía y estaba muy desorientada. Cuando se me ha ido pasando, he vuelto hacia
el hotel y me he dado cuenta de que ya no tenía la cámara.

Pausa.

ÀLEX.- Lo siento. Siento lo que/


EVA.- Quiero ducharme y tumbarme. Sólo eso. Y a poder ser, no volver a hablar de
ello.

69
3.

Habitación 302.

En la habitación, EVA y LAURA en una conversación ya iniciada.

LAURA.- ¿Sí?
EVA.- ¿Qué?
LAURA.- ¿Así que te gusta?
EVA.- Sí... Mucho.
LAURA.- ¿Mucho?
EVA.- Sí, creo que... Me gusta lo que/
LAURA.- Y entonces, ¿le reconociste en seguida?
EVA.- Sí. Bueno... Me da un poco de vergüenza decirlo, pero... Cuando llegamos al
hotel y os vi a nuestro lado, en la recepción, y cuando me di cuenta de que estaba aquí
me sorprendió. Àlex/
LAURA.- ¿Àlex?
EVA.- Sí, mi compañero, ni se fijó. Él no hace demasiado caso de estas cosas... No le
interesan, pero yo/
LAURA.- ¿Él no lo reconoció?
EVA.- No. Bueno... No es exactamente que no lo reconociera... Creo que... No se debió
de fijar. Eso: no se debió de fijar.
LAURA.- Ya.
EVA.- Pero... Sí. A mí me gusta mucho lo que escribe y/
LAURA.- ¿También te gusta como hombre?
EVA.- ¿Cómo?
LAURA.- Has dicho que te gusta mi marido. Que te gusta mucho. ¿También te gusta
como hombre?

Pausa larga.

LAURA.- ¿Eso es un sí? Tantos elogios... Quizá deberías irte con él a nuestra
habitación -está aquí al lado, ya te lo he dicho- y yo quedarme aquí y esperar a que
vuelva tu compañero. Àlex, ¿no?
EVA.- Sí.
LAURA.- Has dicho que ha ido al gimnasio, ¿no?
EVA.- Sí.
LAURA.- Eres joven, a mi marido quizá aún le gustarías, e incluso te podría echar una
mano. No sería la primera vez que lo hace con una chica, como tú. Tienes que aspirar a
algo más que a un periódico local. Has dicho que trabajas en una publicación local, ¿no?
La parte administrativa, ¿verdad? No creo que hayas hecho la carrera para terminar
siendo una administrativa. Falta de talento, ¿o de ambición?

Pausa larga.

70
LAURA.- No pongas esa cara. Un poco de sentido del humor. Bromeaba. ¿No te habrás
pensado que lo decía en serio?
EVA.- No... Claro que no.
LAURA.- En serio, te has/
EVA.- Le admiro... Lo que quería decir es que le admiro y respeto su trabajo y que...
También me gusta lo que hago. Mi trabajo. Quizás no/
LAURA.- Era una broma. No hace falta que me cuentes/
EVA.- No... Es que... Me siento un poco... Quiero decir que... Ahora... Me siento un
poco ridícula. Sólo quería decir que me sorprendió verlo aquí y que... Quizás no me he
sabido... Que me gusta lo que hace. Que me gusta mucho. Sólo eso... Seguro que te lo
han dicho a ti ya él mil veces y debes de pensar... (La voz de EVA se ha ido rompiendo y
no puede seguir. Se contiene.) Perdón.
LAURA.- ¿Qué pasa?
EVA.- Nada.
LAURA.- ¿Estás bien?
EVA.- No es nada.
LAURA.- Es por/
EVA.- Ya está.
LAURA.- ¿Seguro?
EVA.- Me siento muy estúpida. Perdón.
LAURA.- No te tienes que disculpar.
EVA.- No sé...
LAURA.- Has sido muy amable.
EVA.- ¿Por qué?
LAURA.- Estaba harta de estar en la habitación, encerrada. He recordado que os oí en
recepción y he pensado... Mira, como nosotros... de Barcelona... Tenía ganas de
desahogarme, de charlar y... Tú has sido muy amable. Estabas descansando y me he
presentado así. Me has contado tantas cosas de ti. De vosotros. No es demasiado
habitual que alguien te deje entrar en su habitación sin conocerte de nada.
EVA.- Ya te lo he dicho. Pensé que eras Àlex que volvía del gimnasio y que quizá se
había dejado la tarjeta y...
LAURA.- Sí, pero has sido encantadora. Te has sincerado y te has puesto a charlar
como si nos conociéramos. Yo estaba... Te lo agradezco de verdad.
EVA.- A mí también...
LAURA.- Me has dejado entrar y ahora yo/
EVA.- Nada. Ya está.
LAURA.- Una broma desafortunada.
EVA.- No, no es por eso. Es sólo que... Estoy bien. De verdad que lo estoy.
LAURA.- Al menos tú has podido salir fuera esta mañana.
EVA.- Quizás no tendría que haberlo hecho.
LAURA.- ¿Por qué no?
EVA.- He salido. Tenía ganas de verlo... Àlex, cuando he vuelto...
LAURA.- ¿Se ha enfadado?
EVA.- Estaba preocupado. Es normal. Pero yo me he ido sin él, porque quería hacerlo
sin él. Hemos discutido y... Estoy un poco... Nada... Ahora... No es culpa tuya. Estoy un
poco/
LAURA.- Todos estamos nerviosos. Es normal. Yo misma... Estoy cansada de ir de la
habitación al hall, del hall al restaurante y del restaurante a la habitación. Yo, si hubiera
podido, también habría hecho como tú. Ojalá podamos salir pronto. Todo el día aquí
encerrada... Quizás es eso lo que me lleva a hacer estas cosas.

71
EVA.- ¿Qué cosas?
LAURA.- Estar aquí, enjaulada, hace que me comporte... Lo reconozco, ha sido una
broma estúpida. No sé por qué lo he hecho. De verdad, eres encantadora y no lo tendría
que haber dicho.

Pausa.
LAURA coge un cigarrillo y lo enciende.

LAURA.- (Ofreciéndole a EVA.) ¿Quieres?


EVA.- No, lo dejé.
LAURA.- ¿Hace mucho?
EVA.- Un par de años.
LAURA.- Bien hecho. Buena chica.
EVA.- De hecho... Si Àlex nota el olor...
LAURA.- ¿Qué?
EVA.- Se pensará que... No sé por qué, pero se imagina que, de vez en cuando,
todavía... Y a veces, no te creas, tengo muchas ganas...
LAURA.- ¿Quieres uno?
EVA.- No.
LAURA.- ¿De verdad?

Pausa.

EVA.- Una calada.

LAURA se lo da.
EVA echa una calada y se lo devuelve.

LAURA.- ¿Ya estás?


EVA.- Sí.
LAURA.- Cuando acabemos, abrimos la ventana.
EVA.- Nos han dicho que mientras continúen los disturbios es mejor no hacerlo. Ni las
persianas. Nos lo han recomendado. ¿No os lo han dicho a vosotros?
LAURA.- Sí, claro que sí. (Ofreciéndole el cigarrillo.) ¿Otra?
EVA.- No. De hecho no tendría que haber... No.
LAURA.- La abriremos/
EVA.- Mejor que no.
LAURA.- /para notar que fuera hace un calor que no deja respirar.
EVA.- Se está bien. Yo estoy bien. ¿Estás bien? ¿Tienes frío?
LAURA.- Tengo ganas de abrir la ventana y sentir el bochorno otra vez. Aunque sea un
momento.
EVA.- La ventana... No paran de lanzar cosas contra el edificio y han dicho que... Mejor
que no.
LAURA.- Pues... Qué le vamos a hacer...

72
EVA.- Y el cigarro...
LAURA.- ¿Me estás pidiendo que lo apague?

Pausa.

EVA.- Por favor.


LAURA.- ¿Te reñirá tu compañero?
EVA.- No... No es eso...
LAURA.- Tiene mal carácter.
EVA.- ¡No! Es... Àlex es un buenazo.
LAURA.- ¿Sí?
EVA.- Sí. Qué te hace/
LAURA.- Este miedo a que note el olor a tabaco. Si quieres espero a que llegue y le
digo que me lo he fumado yo.
EVA.- No, no... No es eso... Debo parecer...
LAURA.- ¿Qué?
EVA.- Desde que hemos llegado... las cosas no están yendo como esperábamos/
LAURA.- Ya...
EVA.- Lo que te he contado.
LAURA.- Que habéis discutido.
EVA.- Y estamos... A la mínima/
LAURA.- Es normal. Ya te lo he dicho... Esta incertidumbre... La gente está muy
nerviosa: los incidentes en la calle, nadie nos explica nada; estamos encerrados...
EVA.- Sí. Debe de ser eso.
LAURA.- La gente acaba haciendo cosas que no haría. En este país... Siempre lo he
pensado.
EVA.- ¿Qué quieres decir?
LAURA.- En este país. Este calor, el agua... No sé. Algo lo debe provocar. Y ahora,
además, con esta situación.
EVA.- (...)
LAURA.- Mira, sin ir más lejos, esta mañana estaba en el hall y un hombre me ha dado
una bofetada.
EVA.- ¿Qué dices?
LAURA.- Sí, me ha pegado.
EVA.- Pero quién/
LAURA.- Nos acabábamos de conocer.
EVA.- Pero... Cómo...
LAURA.- No lo sé. Estábamos hablando, tranquilamente, y... me ha pegado.
EVA.- No me lo puedo creer.
LAURA.- Pues créetelo. Quizás he dicho algo que no le ha gustado.
EVA.- ¿Y qué? Nadie tiene derecho a/
LAURA.- Lo ha hecho. También debía de estar alterado.
EVA.- ¡Te ha pegado!
LAURA.- No es tan grave.
EVA.- ¿Cómo que no? ¿Cómo puedes estar tan tranquila y decir...? ¡Y tanto que lo es!
LAURA.- De todos modos, ha sido sólo una bofetada.
EVA.- Un desconocido te pega, ¿y dices que no es tan grave?
LAURA.- Sí.

73
EVA.- Y nadie ha/
LAURA.- No. Ha sido muy rápido. Tampoco sé si había alguien. Parece que todo el
mundo prefiere quedarse encerrado en la habitación y esperar. Y, de hecho, si alguien lo
hubiera visto, ya sabes cómo van las cosas en este país...
EVA.- Pero... ¿Qué quieres decir?
LAURA.- ¿Dónde te piensas que estás? En este país tampoco nadie hubiera puesto el
grito en el cielo.
EVA.- ¿Era de aquí?
LAURA.- No. No lo era.
EVA.- ¿Quién coño era ese tipo?

Pausa.

LAURA.- Tu marido.
EVA.- ¿Qué?
LAURA.- Eso. Àlex, tu marido. ¿No te ha contado que esta mañana mientras esperaba
que volvieras al hotel ha estado hablando con una mujer y le ha dado una bofetada?
EVA.- Pero... ¿Qué dices? Sería incapaz de hacerlo.
LAURA.- Sí. Y tanto que sí.
EVA.- Eso no lo haría nunca. Nunca. Vete.
LAURA.- ¿No quieres que te lo cuente?
EVA.- ¿Por qué lo haces?
LAURA.- ¿El qué?
EVA.- Inventarte que Àlex...
LAURA.- No. No me lo invento.
EVA.- ¿Es otra de tus bromas?
LAURA.- No.
EVA.- Eres...
LAURA.- ¿Qué? ¿Qué soy? (Pausa.) No sabes nada. Nada de nada. Ni de mí, ni de este
lugar. Acabas de llegar. Me acabas de conocer.
EVA.- No sé por qué lo haces, por qué te lo inventas, pero no tiene ninguna gracia.
LAURA.- ¿Crees que no sé lo que te pasó? Por eso es por lo que habéis venido aquí a
buscar una niña. (Pausa.) No es ninguna broma. Me ha dado una bofetada. He sonreído
y le he dicho mi nombre. Todavía no nos habíamos presentado. Me he levantado de la
butaca y he ido hacia las escaleras. Él ha venido detrás. Al llegar al tercer piso, me
detuve delante de la puerta de vuestra habitación. Al cabo de unos segundos, ha llegado
y sin decir nada ha sacado la tarjeta del bolsillo, ha abierto la puerta y hemos entrado
dentro. Me ha follado. Dos veces. Tu compañero folla con una energía y una rabia poco
habitual. De alguien que se siente solo. Enfadado. (Pausa.) La bofetada no ha sido nada
comparado con cómo me ha follado.

74
{DÍA 2}

75
1.

Habitación 302.

EVA está tumbada en la cama.


ÀLEX escribe en el ordenador portátil.
De vez en cuando se oye ruido que viene de la calle: gritos, algún impacto.

EVA.- (Reincorporándose.) ¿Algún correo de Marianne?


ÀLEX.- No.
EVA.- Podrían decirnos algo.
ÀLEX.- Ya, pero...
EVA.- Pero ¿qué?
ÀLEX.- No ha pasado ni un día.
EVA.- Ya.
ÀLEX.- Supongo que es normal.
EVA.- Con esta situación es difícil hablar de normalidad.
ÀLEX.- Precisamente, en estas circunstancias supongo que esto debe de ser normal. No
nos impacientemos. No conseguiremos nada. Ya te lo he dicho, no ha pasado ni un día.
EVA.- Ya, pero...
ÀLEX.- Sólo podemos tranquilizarnos y esperar.
EVA.- Estoy tranquila.
ÀLEX.- Ya...

EVA se vuelve a tumbar.


ÀLEX continúa concentrado en el ordenador.
EVA le observa de reojo.

EVA.- Esa mujer... (Pausa.) Àlex, ¿me escuchas?


ÀLEX.- (Sin apartar la vista del ordenador.) Sí. Has dicho “esa mujer”.
EVA.- Sí.
ÀLEX.- ¿Marianne?
EVA.- No.
ÀLEX.- ¿Qué mujer?
EVA.- Cuando desayunábamos. Cuando acabamos y salíamos del comedor.
ÀLEX.- Ah...
EVA.- Sabes que no soporto estar hablando y que estés haciendo otra cosa.
ÀLEX.- Estaba haciendo otra cosa y te has puesto a hablar. No es exactamente lo
mismo.
EVA.- ¿Qué te pasa?
ÀLEX.- ¿Qué me va a pasar?
EVA.- Sólo te he dicho/
ÀLEX.- Que no soportas hablarme y que haga otra cosa. (Dejando lo que estaba
haciendo.) Ya está. Ya estoy contigo.
EVA.- Estás...
ÀLEX.- ¿Qué mujer?
EVA.- Déjalo.

76
ÀLEX.- Eres tú la que estás a la que salta.
EVA.- Supongo que en estas circunstancias también se puede decir que es normal, ¿o
no?
ÀLEX.- Los dos... Tendríamos que intentar...
EVA.- Es que tengo la sensación de que cada vez que digo algo...
ÀLEX.- ¿Y yo? Cada vez que abro la boca... (Pausa.) Intentemos calmarnos, ¿de
acuerdo?
EVA.- ¡Este libro es una mierda! ¡Una puta mierda!

Pausa larga.

ÀLEX.- Venga... ¿Qué me querías decir?

Pausa.

EVA.- Cuando salíamos del comedor, una mujer te ha saludado, como si te conociese.
Tú también la has saludado.
ÀLEX.- Sí.
EVA.- Te he preguntado quién era/
ÀLEX.- Y te he dicho que hablamos un momento, ayer en el hall.
EVA.- Sí, que también es/
ÀLEX.- Sí, de Barcelona...
EVA.- ¿Hablasteis mucho rato?
ÀLEX.- No. Sólo un momento. ¿Por qué?
EVA.- Hay una cosa que no entiendo.
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- Te ha saludado y, en cambio, a mí, no es que no me haya saludado, es que ni me
ha mirado.
ÀLEX.- No sé qué tiene de extraño. Hablamos un momento, me ha reconocido y me ha
saludado. Ya está.
EVA.- Se llama Laura.

Pausa.

ÀLEX.- ¿Sabes cómo se llama?


EVA.- Ayer vino aquí.
ÀLEX.- ¿Aquí?
EVA.- A la habitación.
ÀLEX.- ¿Cuándo?
EVA.- Por la tarde. Casi al anochecer. Yo me había tumbado un rato y tú te habías ido
al gimnasio. Ella y su marido están en la habitación de al lado.
ÀLEX.- No me dijiste nada.
EVA.- No. Tú tampoco me dijiste que habías estado hablando con una mujer.
ÀLEX.- Ya te lo he dicho. Fue sólo un momento. Un momento de nada. ¿Y qué quería?

77
EVA.- Estuvimos hablando.
ÀLEX.- ¿Mucho rato?
EVA.- Sí. Un buen rato.
ÀLEX.- Pero... Se presentó/
EVA.- Sí.
ÀLEX.- ¿Qué quería?
EVA.- Nada. Nada en concreto. Tenía ganas de charlar con alguien. Nos había visto en
la recepción y... Sabía que también somos de Barcelona... Se presentó porque quería
hablar.
ÀLEX.- Hablar.
EVA.- Sí. Hablar. Tan sencillo como eso.
ÀLEX.- ¿Y cómo sabía la habitación?
EVA.- No lo sé. ¿Cómo lo podría saber?
ÀLEX.- No lo sé.

Pausa.

EVA.- No sabías ni cómo se llamaba, ¿verdad?


ÀLEX.- Quizás me lo dijo. No lo recuerdo. Quizá sí. Has dicho Laura. Podría ser que
me lo hubiera dicho. No lo sé.
EVA.- Y en cambio te ha saludado, y a mí ha hecho como si no me conociera.
ÀLEX.- Sí. Es extraño.

Pausa.

EVA.- A mí también me ha extrañado.


ÀLEX.- Sí... Pero... ¿Sobre qué hablasteis?

Pausa.

EVA.- Nada. Sobre nosotros. De ellos. De ella. De su marido. Es el escritor/


ÀLEX.- Ah... aquel... me comentaste/
EVA.- Sí, nos cruzamos en la recepción, cuando llegamos.
ÀLEX.- Quizá por eso lo sabía.
EVA.- ¿El qué?
ÀLEX.- La habitación.
EVA.- Claro. Quizá.
ÀLEX.- Ni nos miraron en la recepción. Y después se presentó aquí. También es
extraño.
EVA.- Sí. Hablamos un poco. Tampoco nada en concreto.
ÀLEX.- Ya. Esta situación.../
EVA.- ¿Qué situación?
ÀLEX.- La gente está asustada, confusa... Es normal... No sabemos muy bien qué está
pasando y...

78
EVA.- Ahora no te entiendo.
ÀLEX.- La gente hace cosas extrañas/
EVA.- ¿Extrañas?
ÀLEX.- Sí... Se comporta/
EVA.- No sé qué quieres decir.
ÀLEX.- Esta pobre mujer/
EVA.- ¿Pobre?
ÀLEX.- Sí.
EVA.- ¿Por qué pobre?
ÀLEX.- Sí, quiero decir que/
EVA.- No te entiendo/
ÀLEX.- A saber dónde tenía la cabeza cuando nos la hemos encontrado.
EVA.- ¿Como para no recordar que ayer por la tarde estuvo aquí charlando conmigo
casi una hora? Quizás más de una hora.
ÀLEX.- Sólo intento...
EVA.- A ti, en cambio/

Se oye un impacto.
Sonidos de gritos en la calle.
El ruido de fondo irá en aumento.

ÀLEX.- Ya vuelven.
EVA.- Es que ha hecho como si no me conociera/
ÀLEX. - ¿No los oyes?
EVA.- Claro que lo oigo. Ya hace rato. Lo que intentaba decir... Lo que quería/
ÀLEX.- Si pudiesen hundirían el hotel y nos reventarían a golpes de/
EVA.- No te importa lo que te estoy contando.
ÀLEX.- ¡Es que yo qué sé por qué no te ha saludado!
EVA.- Y te pones así/
ÀLEX.- ¿Cómo quieres que me ponga? No sé qué pasa. ¿No lo oyes, o qué?
EVA.- Esta gente/
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- Este país/
ÀLEX.- Estamos encerrados, sin poder salir. Vete a saber lo que lanzan. ¿Qué me dirás?
¿Que han sufrido mucho? ¿Que es normal? ¿Que esto es un momento histórico?
EVA.- Sí. Para ellos/
ÀLEX.- No sabemos ni qué reclaman, ni quiénes son, ni cómo se han organizado/
EVA.- ¿Y qué?
ÀLEX.- ¿Sabes? Te repites y eres tan...
EVA.- ¿Tan qué?
ÀLEX.- Me parece una manera tan simple... Sí, eso, simple... de intentar justificar que
un grupo de exaltados/
EVA.- ¿Por qué te pones así?
ÀLEX.- ¿Cómo?
EVA.- Ahora. De repente. De esta manera.
ÀLEX.- ¡Acabarán incluso agujereando las paredes!
EVA.- Como si esta gente te hubiesen/
ÀLEX.- ¿Es que no los oyes?

79
EVA.- ¡Claro que lo oigo! No han parado desde/
ÀLEX.- ¡No se cansan!
EVA.- De repente te pones así contra esa gente. También conmigo.
ÀLEX.- ¿Contigo?
EVA.- Parece que te ríes de lo que digo. "Simple". Has dicho "simple" y lo has dicho
con ese tono...
ÀLEX.- ¿Sabes qué te pasa?
EVA.- No. ¿Lo sabes tú? Di, ¿qué me pasa?
ÀLEX.- Saliste a la calle, respiraste un poco de su euforia y ya piensas que sabes algo
de esa gente.
EVA.- Al menos yo fui.
ÀLEX.- No hace falta que me lo recuerdes. Decidiste que no se hablaba más pero, a la
mínima que puedes, eres tú la que no puedes evitarlo.
EVA.- Y a ti, ¿sabes qué te pasa? Sabes perfectamente que aunque hubieses podido, no
lo habrías hecho.
ÀLEX.- Todo eso que dices es muy bonito. Queda muy bien. Pero recuerda dónde
estamos y qué hemos venido a hacer.
EVA.- Lo sé.
ÀLEX.- Hace un momento estabas impaciente porque no sabemos nada/
EVA.- ¿Y eso qué quiere decir?
ÀLEX.- Te llenas la boca de/
EVA.- ¿De qué?
ÀLEX.- Filosofía barata. Eres la primera que espera que esta situación acabe, porque si
no, sabes que estamos perdiendo el tiempo/
EVA.- No mezcles las cosas. Claro que lo quiero, pero recuerda que ha nacido en este
país/
ÀLEX.- ¡Y ya lo amas! ¡Y también a esta gente! Ah, claro... ¡es eso!
EVA.- Eres/
ÀLEX.- Hace cuatro días te la sudaba esta gente y este país.
EVA.- ¿Cómo puedes decir/
ÀLEX.- Lo digo porque es verdad y si dices lo contrario, mientes. ¿Qué coño sabes tú
lo que está pasando?
EVA.- Me gustaría/
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- ¿Me quieres escuchar?
ÀLEX.- Lo que oigo es que nos lanzan todo lo que pueden. Esto también se lo podrás
contar un día a la niña, cuando sea mayor: que cuando vinimos a buscarla, su gente nos
odiaba de tal manera que si hubieran podido nos habrían matado.
EVA.- No me lo puedo creer...
ÀLEX.- A ti también. No seas ingenua. ¿O no te acuerdas de que ayer te dieron un
golpe en la cabeza y te robaron la cámara?
EVA.- ¿Y me llamas a mí simple? ¡Lo de la cámara no tiene nada que ver!
ÀLEX.- Sí, claro, ¡pero te la quitaron!
EVA.- Me la/
ÀLEX.- Quitaron. Sí, quitaron.
EVA.- En el fondo lo que te molesta es que perdiese la cámara/
ÀLEX.- No: tu actitud. Esta especie de/
EVA.- Sí: “Filosofía barata”.
ÀLEX.- Y el pensar que cualquier cosa que pase, un día, cuando sea mayor, será
importante y se la tendremos que contar.

80
EVA.- Es normal. Es su país. Me gustaría contarle.
ÀLEX.- ¿Sí?
EVA.- Claro.
ÀLEX.- ¿Y qué sabes, eh?
EVA.- Me interesa/
ÀLEX.- ¡Ah! ¡Claro! Te interesa/
EVA.- Sí.
ÀLEX.- Pues vete pensando también qué le contarás y qué no.
EVA.- Que yo me sentí cerca de esta gente y de lo que/
ÀLEX.- Y yo no.
EVA.- Has dicho que son un grupo de exaltados.
ÀLEX.- Pues sal ahora.
EVA.- Pues si pudiese/
ÀLEX.- ¿Qué harías? ¿Volverías a irte?

Pausa.

EVA.- Sí.
ÀLEX.- ¡Bah! ¿Qué te crees que somos para ellos?
EVA.- ¡Al menos ellos no me ven como una mujer a la que tuvieron que vaciar!

Pausa larga.

ÀLEX.- Eso no lo he dicho nunca.


EVA.- Peor: no eres capaz, pero lo piensas.
ÀLEX.- No. No...
EVA.- Claro que sí, hasta para reconocerlo eres un cobarde.

ÀLEX sale de la habitación.


Pausa larga.
Después de unos segundos, EVA se sienta en la cama. Lanza un grito.
Es un grito desgarrador, casi animal.

81
2.

Hall del hotel.

LAURA está sentada. Toma un dry martini.


ÀLEX se acerca.

ÀLEX.- ¿Se puede saber qué quieres?


LAURA.- ¿De qué hablas?
ÀLEX.- ¿Por qué fuiste a nuestra habitación?
LAURA.- ¿Y qué?
ÀLEX.- ¿Y qué?
LAURA.- Sí, ¿y qué?
ÀLEX.- ¿Qué le contaste a mi mujer?
LAURA.- ¿De qué?
ÀLEX.- Me parece que he sido muy claro: ¿por qué fuiste a nuestra habitación y qué le
contaste a mi mujer? ¿Qué...? ¿Qué se supone...? ¿Qué pretendes?
LAURA.- Nada.
ÀLEX.- ¿Te ríes de mí?
LAURA.- No.
ÀLEX.- ¿Te burlas de mí en mi propia cara?
LAURA.- No.
ÀLEX.- Mira...
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- No te vuelvas a acercar ni a ella, ni a mí.
LAURA.- ¿Por qué?
ÀLEX.- No me quiero volver a cruzar contigo, ni que te nos acerques. A ninguno de los
dos. ¿Me has entendido?
LAURA.- Eso que me pides es difícil. No sabemos si esta situación se alargará muchos
días y mientras no nos dejen salir... Sabes que eso que me pides es muy complicado. No
pretenderás que me quede encerrada en la habitación para no encontrarnos. Haz como el
resto de la gente y quédate con tu mujer. Pero a mí no me lo pidas.

Pausa.

ÀLEX.- ¿Por qué lo haces?


LAURA.- ¿El qué?
ÀLEX.- ¿Por qué te me acercaste y...?
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- ¿Qué querías?
LAURA.- Fuego.
ÀLEX.- No.
LAURA.- Quería fuego.
ÀLEX.- Eres...
LAURA.- ¿Qué?
ÀLEX.- ¿Qué quieres?

82
LAURA saca un paquete de tabaco.

LAURA.- Fuego. (Saca un cigarrillo del paquete.) ¿Tienes fuego?


ÀLEX.- No. No fumo. Ya te lo dije.
LAURA.- (Mientras saca un encendedor y enciende un cigarrillo.) Me lo dijiste, pero
en cambio/
ÀLEX.- Si te vuelves a acercar/
LAURA.- ¿Qué harás? ¿Me volverás a dar una bofetada, como ayer?
ÀLEX.- No.
LAURA.- ¿Por qué?
ÀLEX.- Te aseguro que ganas no me faltan.
LAURA.- Pues hazlo.
ÀLEX.- No.
LAURA.- No te cortes.
ÀLEX.- Estás...
LAURA.- Venga... adelante.
ÀLEX.- ¿Qué quieres?
LAURA.- Ya tengo fuego y ahora... Si no puedes darme nada más, vete.

Pausa.
ÀLEX no se mueve.

ÀLEX.- ¿No vas a contarme por qué fuiste a nuestra habitación?


LAURA.- Me sentía sola.
ÀLEX.- ¿Sola?
LAURA.- Sí. Sola.
ÀLEX.- Ya...
LAURA.- Tanto como te podías sentir tú cuando no sabías dónde estaba tu mujer.
Quizá, incluso, tan sola como ella.
ÀLEX.- ¿De dónde has sacado que/
LAURA.- No hace falta ser muy inteligente.
ÀLEX.- ¿Por qué lo dices? (Pausa.) ¿Te lo ha dicho ella?
LAURA.- No.
ÀLEX.- Pues no sé de dónde lo sacas.
LAURA.- ¿Crees que tendría que haberme contado que se siente sola para saberlo?
ÀLEX.- Entonces, ¿qué te dijo?
LAURA.- ¿Y a ti? ¿Qué te ha contado?
ÀLEX.- Que te presentaste en nuestra habitación. Que sabías de dónde éramos y que
tenías ganas de hablar y que estuviste allí charlando con ella un buen rato.
LAURA.- Fue exactamente así. ¿Y qué más?
ÀLEX.- ¿Qué quieres decir?
LAURA.- ¿Te ha dicho de qué hablamos?
ÀLEX.- Que os conocisteis y nada más.
LAURA.- Si te ha dicho eso, no sé qué te preocupa. (Pausa.) ¿Y tú? ¿Qué le has dicho
tú?
ÀLEX.- ¿De qué?

83
LAURA.- ¿Le has dicho que también me conocías?
ÀLEX.- No.
LAURA.- ¿No?
ÀLEX.- Sí.
LAURA.- ¿En qué quedamos?
ÀLEX.- Que ayer nos habíamos presentado.
LAURA.- ¿Sólo eso?
ÀLEX.- Sí.
LAURA.- ¿Qué es lo que te preocupa?
ÀLEX.- Que ayer fueras a nuestra habitación. Que esta mañana me hayas saludado a
mí, y a ella no.
LAURA.- Ah... Ahora lo entiendo...
ÀLEX.- ¿Qué?
LAURA.- Ha visto que te saludaba y, por eso te ha dicho que fui a vuestra habitación y
tú/
ÀLEX.- Me has saludado y a ella ni la has mirado. Lo has hecho adrede.
LAURA.- Posiblemente ahora le preocupa más lo que no le has contado tú, que lo que
le pudiera decir yo.
ÀLEX.- ¿Qué le dijiste?
LAURA.- Eva/
ÀLEX.- No hables como si la conocieses.
LAURA.- Tiene razón cuando dice que...
ÀLEX.- ¿Qué?
LAURA.- Que eres un buen chico. Un buen chico y punto. Un poco simple. Desde que
has llegado debes de haberme hecho la misma pregunta tres o cuatro veces.
ÀLEX.- Dudo que te dijese eso.
LAURA.- ¿Sí? (Pausa.) Empezasteis a salir muy jóvenes. No eras especialmente
brillante y te había costado acabar el instituto. Sólo querías quitártelo de encima y
ponerte a trabajar, y es lo que hiciste. Ella tenía alguna inquietud más y fue a la
Universidad. Cada tarde, cuando salías de trabajar, ibas a buscarla con tu coche. Os
casasteis enseguida. A ella le ofrecieron ir a trabajar un año fuera, en una editorial. Era
una buena oportunidad. Buenísima. Lo ha pensado tantas veces que era una oportunidad
única... pero dijo que no. ¿Qué haría un chico como tú, que con mucho esfuerzo sacó la
secundaria, en un lugar en el que no sabes ni hablar su lengua? Y ahí seguís: tú con tu
trabajo de cuando tenías dieciséis años y ella resignándose en una revistilla local.
¿Cuántos años tenéis ahora?
ÀLEX.- (...)
LAURA.- Sabiendo lo que me habías contado que le pasó a ella... Tuvo que pasarlo
muy mal, pobre chica. También un chico como tú.
ÀLEX.- ¿Qué quieres decir?
LAURA.- Que habíais pasado algún momento muy difícil, como no me podía ni
imaginar, y que tú estuviste siempre a su lado. Que le pasara aquello en un estado tan
avanzado/
ÀLEX.- ¡Calla! No te lo tendría que haber contado.
LAURA.- Está agradecida. De verdad que lo está. Está en deuda contigo, pero...
ÀLEX.- ¿Qué?
LAURA.- Quizás si hubiera sabido que las cosas iban a ir de esa manera, no habría
renunciado a aquella oportunidad, ni tampoco te habría necesitado ahora.
ÀLEX.- (...)
LAURA.- Al menos podréis decir que habéis estado aquí en un momento como éste.

84
ÀLEX.- (...)
LAURA.- ¿Qué pasa? ¿No dices nada?

Pausa.

ÀLEX.- Tengo treinta y ocho años.

Pausa.

ÀLEX.- ¿Qué te hace reír?


LAURA.- Que me hayas dicho tu edad.
ÀLEX.- Tengo treinta y ocho años. Me lo has preguntado y te he contestado. No le veo
la gracia.
LAURA.- Es de una ternura estremecedora.
ÀLEX.- (...)
LAURA.- También que tu mujer piense que conseguirá algo.
ÀLEX.- ¿De qué?

Pausa

LAURA.- Si ahora subes arriba, a vuestra habitación, no la encontrarás.

Pausa.

ÀLEX.- ¿Y dónde se supone que está?


LAURA.- Ha ido a mi habitación, a buscar a mi marido.
ÀLEX.- ¿Qué coño dices?
LAURA.- Vete. Compruébalo.
ÀLEX.- ¿Por qué lo haces?
LAURA.- (Encogiéndose de hombros.) No sé. Te aseguro que no lo sé. Y tampoco es
que me sienta demasiado... (Pausa.) No sé por qué lo hago. De verdad que no lo sé. Me
gustaría tener una respuesta, pero tampoco la tengo. (Coge otro cigarrillo.) ¿En serio
que no quieres?
ÀLEX.- No. ¿Qué te hace pensar/
LAURA.- Le dije que si le quería encontrar, por la mañana le dejaría solo en la
habitación. Que lo intentara.
ÀLEX.- ¿Intentar qué?
LAURA.- Nada más llegar al hotel y cruzárselo, lo reconoció. Te lo dijo. Me di cuenta.
ÀLEX.- (...)
LAURA.- Le admira. No me preguntes por qué, pero le admira.
ÀLEX.- ¡Bah!
LAURA.- ¿Qué?

85
ÀLEX.- Y le dijiste que fuera a la habitación de tu marido... ¿Cómo quieres que/
LAURA.- Conozco perfectamente a mi marido. Algunas veces, en Barcelona, salía e iba
a los sitios precisos, solamente porque aún alguien lo reconociera. Sé lo que necesita.
No me asusta una chica joven que le dirá que lo admira y que como mucho...
ÀLEX.- ¿Qué?
LAURA.- Ya lo sabes. Sé perfectamente lo que puede pasar. No sería la primera vez. Ni
la última. Se ha ido muchas veces de casa. También aquí, se ha ido y me ha dejado sola.
A veces varios días. Pero siempre acaba volviendo.
ÀLEX.- ¿Por qué tendría que ir? Ella...
LAURA.- Ella, ¿qué?
ÀLEX.- (...)
LAURA.- ¿Por qué no? Ella no te necesitaba para nada cuando salió del hotel.

Pausa.

ÀLEX.- (Refiriéndose al paquete de tabaco que LAURA tiene en la mano.) ¿Me darías
uno? (Pausa.) Por favor...

86
3.

Habitación 301.

EVA está sentada en la cama y JAUME en una de las butacas.


JAUME fuma mientras escucha a la chica.

EVA.- Estaba desconcertada. Aturdida. Todavía lo estoy.


JAUME.- Es comprensible. Debemos esperar. Sólo podemos esperar.

Pausa.

EVA.- Había estado toda la mañana fuera, en la calle. Acababa de llegar al hotel y/
JAUME.- ¿Pudiste salir?
EVA.- Necesitaba hacerlo. Quería estar allí. Verlo con mis propios ojos.
JAUME.- Pero no era muy recomendable/
EVA.- Al principio, en medio de la multitud, tuve la sensación de que todo el mundo
me miraba extrañado. Como si no entendiesen qué hacía allí en medio.
JAUME.- Era peligroso. Para alguien como/
EVA.- Sí. Supongo. (Pausa.) Oí disparos y la gente empezó a gritar y correr. Supongo
que eran disparos al aire para disolver los disturbios. No lo sé. Fue muy rápido y
confuso. No me podía mover. Juro que no sé qué me pasó, que no podía moverme. Me
encontré en medio de la multitud. Entre golpes y empujones. No se podía circular por
ninguna parte. Había tanta gente que era como si estuviéramos unos encima de otros.
Apilados. Como animales. Un nudo. Un nudo de personas que intentan soltarse. Quería
salir y no sabía por dónde, ni cómo. Me aplastarían, se me acabaría el aire y me
ahogaría. No entendía qué decían y aún me angustiaba más. Si duraba mucho, no podría
soportarlo y me entraría un ataque de pánico o... vete a saber qué. Y allí en medio, sin
poder moverme, mi frente rozaba la cara de uno de aquellos hombres. Amontonados,
era imposible hacer ni un movimiento. No le veía la cara. Sentía mi cabeza contra su
mejilla. También su cuerpo. Me estaban aplastando y era como si mi cabeza reposara
sobre su hombro y su cuerpo me protegiera. Quizás era yo la que le protegía. No sé
cuánto tiempo estuvimos así. No tengo ni idea. No sabría explicar qué me pasó. Aquel
hombre dijo algo en su lengua y... me tranquilizó. No entendía lo que me estaba
diciendo, pero me tranquilizó. Sentí una... (Pausa.) Admiración. Sí, admiración.
Admiración por aquel hombre que había salido a la calle y se había quedado pegado a
mí... ¿Me invitaría a un cigarro?
JAUME.- (Cogiendo el paquete de tabaco.) Sí, claro. Toma.
EVA.- Me sentí tan... (JAUME le da un cigarrillo.). Gracias. Como si nunca me hubiera
sentido tan unida a alguien. (Pausa larga.) No sé qué me pasó. (Pausa.) Como si
alguien hubiera hecho un simple movimiento y hubiera deshecho ese nudo, la gente
empezó a separarse. A dispersarse. Seguíamos pegados. No sabría decir por qué.
Tampoco cuánto tiempo duró. La multitud se abría. Todavía gritaban. Corrían y
gritaban. Nosotros, como si nos hubiésemos encontrado y quedado atrapados. Allí. De
aquella manera. No nos llegamos a mirar. Hubiera llorado. Finalmente se separó de mí.
(Cruzando los brazos y cogiendo con las manos la parte más alta de sus brazos.) Me
cogió aquí, fuerte, con las dos manos. Se fue. No sé por qué lo hizo. Tampoco por qué

87
no reaccioné. Yo inmóvil, en medio de la calle... La gente continuaba corriendo y
gritando. Oí sirenas. Deambulaba buscando a aquel hombre. Lo estuve buscando un
buen rato. No le había visto la cara, pero estaba segura de que lo reconocería. No lo
conseguí. No. (Pausa.) Me pasó por la cabeza. No volver. Perderme y no volver. Pero
me encontré caminando hacia el hotel. Ya era tarde. Cogí la cámara, le quité la tarjeta
de memoria y me la guardé en el bolsillo. Me deshice de la cámara. No de la tarjeta. La
tarjeta, no. (Pausa.) Llegué y subí a la habitación. Àlex me estaba esperando. Llevaba
todo el día esperando. Hubiera preferido encontrarle durmiendo, tal y como lo había
dejado cuando me fui. Volver, quitarme la ropa y tumbarme en la cama, como si todo
aquello hubiera sido un sueño. O una pesadilla. Pero no. Llegué y estaba en la
habitación, sentado, esperando. Asustado. También enfadado. Yo también lo estaba. No
sé por qué. (Pausa.) Me molestaba. (Pausa.) Hubiera preferido no encontrarlo. No tener
que hablar. Que no me tocase. Le habría insultado. Le conté esa historia. No sé por qué.
Que había perdido la cámara; que alguien me había dado un golpe; que había estado
inconsciente un buen rato. Se preocupó y... Ni siquiera quería que se preocupase, ni que
me preguntara nada. También me molestaba eso. Y le habría dicho...
JAUME.- ¿Qué?
EVA.- Nada. Es igual. Pero no. No lo hice. Sólo quería que las cosas se quedaran como
estaban antes de haber salido a la calle.
JAUME.- Una mentira sin importancia.
EVA.- ¿Sí?

Pausa.

JAUME.- No lo sé.
EVA.- Yo tampoco.
JAUME.- ¿Se lo contarás?
EVA.- No. No... Claro que no.
JAUME.- ¿Por qué has venido aquí?
EVA.- No lo sé. Estaba desconcertada. Ya se lo he dicho. Todavía lo estoy.

Pausa.

JAUME.- Es cuestión de esperar.


EVA.- ¿Esperar qué?
JAUME.- Es lógico. Todo ha ido muy rápido y... Os habéis encontrado aquí en medio,
en un país que no conocéis y... Estuviste ahí fuera y... Se movilizaron en cuestión de
horas y... Quizá todo se quede en nada. Hay que ver cómo evoluciona, qué reclaman, si
realmente están organizados, cómo responde el gobierno...
EVA.- No...
JAUME.- ¿No qué?

Pausa.

88
EVA.- Desconcertada... Desbordada por... como si todo esto de ahí fuera, me estuviera
pasando por dentro.

Pausa.

JAUME.- Ya.

Pausa larga.

JAUME.- Yo... No quisiera parecer... Debería escribir. Tengo que entregar un artículo.
Me han pedido/
EVA.- ¿Me dejaría quedar? Sólo un rato. Por favor.

89
4.

Habitación 302.

ÀLEX está sentado. Entra EVA.

EVA.- ¿Qué hace la ventana abierta?


ÀLEX.- ¿Dónde estabas?
EVA.- Ciérrala.
ÀLEX.- Te he buscado por todas partes. No te encontraba.
EVA.- ¿Has estado fumando?
ÀLEX.- No sabía dónde estabas.
EVA.- ¿Dónde tienes la cabeza? ¡Nos dijeron que no las abriésemos!
ÀLEX.- Por todas partes. No te encontraba.
EVA.- He dado una vuelta.
ÀLEX.- Estamos en el tercer piso. No puede entrar nada.
EVA.- He ido...
ÀLEX.- ¿A dónde?

Pausa.

EVA.- ...a dar una vuelta. Nos debimos de cruzar.


ÀLEX.- Es una precaución estúpida. Hasta aquí no llegan.
EVA.- Por suerte... (Al lado de la ventana, antes de cerrarla.) Todo está tranquilo.
Parece que no pasa nada.
ÀLEX.- He estado más de una hora en el hall, sin moverme.
EVA.- Todavía se oye ruido. Deben de estar en alguna otra parte.
ÀLEX.- Me he fumado un cigarro, sí. Me lo acabo de fumar.

Pausa larga.
Casi un silencio.

EVA.- Hace dos años que no fumamos.


ÀLEX.- Lo necesitaba.
EVA.- Quedamos en que no.
ÀLEX.- Es lo que hay.

Pausa.

EVA.- ¿De dónde lo sacaste?


ÀLEX.- He pedido uno, en el hall.
EVA.- ¿A quién?

90
Pausa.

ÀLEX.- A un hombre.
EVA.- ¿Quién?
ÀLEX.- No lo sé. Fumaba, y se lo pedí.
EVA.- A alguien que no conocías de nada.
ÀLEX.- Mejor eso que comprar un paquete.
EVA.- ¿No lo habrás hecho?
ÀLEX.- No. He pedido uno.
EVA.- ¿Sí?
ÀLEX.- No te engaño. Uno solo.
EVA.- Podías fumar en el hall. No hacía falta que vinieses aquí.
ÀLEX.- No quería que me encontrases fumando/
EVA.- ¿Dónde?
ÀLEX.- Si me hubieses encontrado en ell hall, me habrías/
EVA.- ¿Te preocupaba eso?
ÀLEX.- A nadie le importa.
EVA.- Ni siquiera el esfuerzo de ocultármelo.
ÀLEX.- ¿Habrías preferido que te mintiera?
EVA.- ...que no lo hubieses hecho.
ÀLEX.- Esta situación/
EVA.- ¿Qué te piensas? ¿Que eres el único?
ÀLEX.- Estoy/
EVA.- No estás. Estamos. Todos. Encerrados. También he tenido oportunidades. Pero
ni una calada. Ni una sola. Dijimos que no.
ÀLEX.- Me acuerdo.
EVA.- A medias y dijimos que el último. Y nunca más. Yo no. Ni uno solo. Pero tú...
ÀLEX.- Lo siento.
EVA.- Esta situación te sobrepasaba.
ÀLEX.- Lo necesitaba.
EVA.- Sí, lo has dicho. “Lo necesitabas”.
ÀLEX.- Sí.
EVA.- ¿Ha sido el primero?
ÀLEX.- En dos años.
EVA.- ¿Me lo tengo que creer?
ÀLEX.- Sí.
EVA.- Yo ni uno.
ÀLEX.- Lo siento.
EVA.- Cada vez que te hayas podido sentir/
ÀLEX.- Te lo juro.
EVA.- ¿Me lo juras?
ÀLEX.- Sí.
EVA.- ¡Mierda!

Pausa larga.
Se oye de nuevo un rumor en la calle, que se irá aproximando progresivamente.

91
ÀLEX.- No quería...
EVA.- ¿Qué?
ÀLEX.- No quería hacerlo.
EVA.- Yo también he tenido momentos que...
ÀLEX.- Lo sé.
EVA.- Momentos que/
ÀLEX.- Sí.
EVA.- Difíciles/
ÀLEX.- Siempre he estado a tu/
EVA.- Ha habido tantas veces, durante todo este tiempo/
ÀLEX.- Sé que yo... Quizá no he sido como esperabas/
EVA.- No. No... No... Déjalo.

Pausa.

ÀLEX.- Lo siento de verdad.


EVA.- Ya...
ÀLEX.- Te he buscado por todas partes.
EVA.- ¿Y qué?
ÀLEX.- Lo llevaba en el bolsillo... “Si la encuentras...”. Lo romperé. No me lo fumaré.
EVA.- ¿Te has fumado un cigarro porque no sabías dónde estaba?
ÀLEX.- Ya te lo he dicho. Te he buscado por todo el hotel.
EVA.- El otro día por la mañana...
ÀLEX.- ¿Qué?
EVA.- ¿También lo hiciste?
ÀLEX.- No. Sólo éste. Si te hubiese encontrado...
EVA.- ¡Qué coño! Todavía resultará/
ÀLEX.- Te juro que no quería... Siempre, siempre he querido hacerlo bien. Nada más
que eso. Sólo hacerlo bien y que te sintieses bien a mi lado. Sé que...
EVA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Que has renunciado... a cosas/
EVA.- Sí.
ÀLEX.- /que querías/
EVA.- Déjalo.
ÀLEX.- No.
EVA.- Déjalo.
ÀLEX.- Renunciaste...
EVA.- ¡Te digo que lo dejes!
ÀLEX.- Sé que/
EVA.- ¿Y qué?
ÀLEX.- Me fumo este cigarro y es como si estuviese igual. Como si estuviese en el
mismo punto. Como si no hubiera conseguido nada. No quería hacerlo. Me siento mal
por haberlo hecho. ¡Como un inútil! De verdad que lo siento, que lo siento mucho... No
sé por qué me lo he fumado. No debería haberlo hecho, pero... En todo este tiempo/
EVA.- ¿Qué?
ÀLEX.- Sé que... Te arrepientes/

92
EVA le da una bofetada.
ÀLEX se cubre la cara con las manos.
Se hace un largo silencio.

EVA.- Àlex...
ÀLEX.- Lo siento. De verdad que lo siento.
EVA.- Àlex... No llores, por favor.
ÀLEX.- Quería que estuviésemos bien. Sólo eso.

El rumor de la calle es cada vez más fuerte.

EVA.- Mierda... Ya vuelven... Los gritos y los golpes... ¡Que paren de una vez! ¡Que
paren o nos acabaremos volviendo locos!

93
{NOCHE Y MADRUGADA DÍA 3}

94
1.

Hall del hotel.

El espacio tenuemente iluminado. Algunos reflejos del exterior que provienen de la


calle: luces azuladas de vehículos policiales y de algún fuego encendido.
ÀLEX duerme en una de las butacas. A su lado está JAUME con un vaso de whisky.

JAUME.- No se asuste, se ha quedado dormido.


ÀLEX.- ¿Qué hora es?
JAUME.- Las dos, quizá las dos y cuarto.
ÀLEX.- (Levantándose.) ¿Qué está pasando?
JAUME.- Afuera, en la calle, han quemado algo. Vete a saber... Hay soldados. Aquí la
luz se ha ido. Va y vuelve.
ÀLEX.- ¿Llevo mucho tiempo dormido?
JAUME.- No sé cuánto hace que está aquí. Cuando yo llegué ya dormía.
ÀLEX.- Serían la una pasadas. Quizás la una y media. No podía dormir. Me he vestido
y he bajado aquí. Todo estaba tranquilo.
JAUME.- Hace un rato le aseguro que esto no tenía nada de tranquilo.
ÀLEX.- ¿Qué ha pasado?
JAUME.- No sé cómo lo han hecho pero han llegado hasta aquí. Aquí mismo. Han
atravesado el cordón del ejército. Han comenzado a dar golpes contra el cristal. Por un
momento parecía que lo romperían. Y han quemado algo... ¿De verdad que no ha oído
nada?
ÀLEX.- No.
JAUME.- Era como ver una noticia de la CNN en una pantalla enorme. Aquí. Casi
como si en cualquier momento fuesen a romper la pantalla y lanzarse sobre nosotros.
ÀLEX.- Hostia...

El hombre ríe.
Coge el tabaco. Se lo ofrece a ÀLEX, que coge uno.
Los dos se ponen a fumar.

ÀLEX.- Yo dormía como si nada.


JAUME.- Sí.
ÀLEX.- ¿No se ha asustado?
JAUME.- Me da un poco de vergüenza admitirlo.
ÀLEX.- ¿El qué?
JAUME.- Algo así...
ÀLEX.- ¿Qué quiere decir?
JAUME.- Me ha parecido tan emocionante que he estado a punto de despertarlo.
ÀLEX.- Se lo agradezco.
JAUME.- ¿El qué?
ÀLEX.- Que no lo haya hecho.

95
JAUME.- He preferido quedármelo para mí solo. Un hombre ha empezado a dar
cabezazos contra el cristal. Aquí. No sé si quería atacarnos o, simplemente, que
viéramos cómo se reventaba la cabeza.
ÀLEX.- ¿Eso hacía?
JAUME.- Quizá sólo quería entrar aquí dentro.
ÀLEX.- ¿Cómo era ese hombre?
JAUME.- No lo sé. Me parecen todos iguales. Sería incapaz de recordar su cara.
(Pausa.) Es sorprendente. Estos cristales son tan duros que no dejan pasar ni un poco de
ruido. Gritaba, pero no se oía nada. Era como ver en vivo un documental de la CNN,
pero mudo. Es curioso, en las habitaciones es mucho más escandaloso, se oye el ruido
de los golpes. Aquí, en cambio, se ve como si estuvieras dentro, pero como una película
muda. No se oía nada. Se lo aseguro. Absolutamente nada. Y ni una grieta. ¿Esto será
cristal?
ÀLEX.- ¿De verdad que no se ha asustado?
JAUME.- También lo intentaron anoche. Aprovechan la oscuridad y el descanso,
pensando que será más fácil. Que alguien bajará la guardia y que entonces, sí. Pero no.
Son como hienas.
ÀLEX.- ¿Y en ningún momento ha pensado que/
JAUME.- No. El conserje me ha dicho que mejor subiera la habitación. También me lo
dijo ayer. Le he preguntado si había peligro/
ÀLEX.- ¿Qué le ha contestado?
JAUME.- Que es imposible que rompan estos cristales. Ni aunque fueran veinte
hombres.
ÀLEX.- ¿En serio?
JAUME.- "Si es imposible que rompan los cristales, prefiero quedarme aquí. Es cierto
que pone los pelos de punta, pero no puedo dejar de mirarlo". Le he dicho eso.
ÀLEX.- Ya...
JAUME.- ¿Le molesta ahora que no le haya despertado?
ÀLEX.- No.
JAUME.- ¿Se encuentra bien?
ÀLEX.- Supongo que sí.
JAUME.- Era real. Ahora no se piense que lo ha estado soñando.
ÀLEX.- ¿El qué?
JAUME.- Lo que ha ocurrido. También esta conversación. Usted y yo.
ÀLEX.- ¿Por qué iba a pensarlo?
JAUME.- Aún está adormecido.
ÀLEX.- No lo crea.
JAUME.- Las luces de la calle pueden dar una falsa sensación de irrealidad. Si ahora se
volviera a quedar dormido, cuando se despertarse, el hotel podría volver a tener luz y si
yo no estuviera aquí, a su lado, podría pensar que lo ha soñado. Pero no es un sueño. Un
hombre se ha abierto la cabeza aquí mismo. (Señalando delante de él.) Aquel hombre ha
puesto todas sus fuerzas, tal vez para que lo viésemos, y dentro de poco seguramente no
quedará ni rastro.
ÀLEX.- Este hombre... ¿Qué ha...?
JAUME.- ¿Qué ha pasado con este hombre?
ÀLEX.- Sí...
JAUME.- Dos soldados lo han cogido por los brazos. Seguía dando cabezazos contra el
cristal. Dios mío, le tendría que haber despertado. ¡Qué furia! Dos soldados y parecía
que no podrían despegarlo de aquí delante.
ÀLEX.- Ya...

96
JAUME.- No han sido ellos los que han conseguido detenerlo. Han sido sus propios
golpes, que lo han ido debilitando. Los soldados se lo han llevado, medio arrastrándolo.
Todavía hacía algún movimiento.
ÀLEX.- Ya...
JAUME.- ¿Ya?
ÀLEX.- No sé. Por decir algo.
JAUME.- Le aseguro que no había visto nunca nada igual. Si no lo cree, fíjese en todo
este rastro que ha dejado sobre el cristal.

ÀLEX se adelanta a un primer término.


Se acerca al cristal para comprobarlo.

JAUME.- Esta marca es de aquel hombre. No creo que tarden mucho en limpiarlo.

Pausa.

ÀLEX.- ¿También bajó anoche?


JAUME.- Sí.
ÀLEX.- Y hoy también.
JAUME.- Sí.
ÀLEX.- ¿Por qué?
JAUME.- Laura, mi mujer, tiene el sueño ligero. Creo que no he conocido a nadie tan
frágil como ella. El otro día, en la habitación de al lado, se oía ruido. Una pareja que
hacía el amor. Comenzó a dar golpes en la pared, con aquella rabia.
ÀLEX.- ¿Su mujer?
JAUME.- Sí, ella. Pensé que si seguía, tendría que cogerla por los brazos para detenerla.
Pero no. Se fue calmando, se levantó y se encerró en el baño. Debió de lavarse la cara,
volvió a la cama y se puso a dormir. No nos dijimos nada, pero puedo notar su ansiedad
cuando duerme.
ÀLEX.- Todos estamos/
JAUME.- Sí, todo el mundo lo está. La misma ansiedad que... Fíjese, ayer una chica se
presentó en mi habitación.
ÀLEX.- ¿Una chica?
JAUME.- Sí.
ÀLEX.- ¿No la conocía?
JAUME.- No.
ÀLEX.- ¿Y qué quería?
JAUME.- No lo sé. Se puso a hablar de mí -soy escritor, ¿sabe? -. También de ella, de
lo que está pasando estos días aquí. No habían pasado ni unos segundos y ya había
dejado de escucharla. Era como cuando oigo el ruido de ahí fuera, al principio parece
fuerte, pero acaba convirtiéndose en un rumor y nada más. No sé qué querría. Supongo
que ella debía de pensar que hablaba sobre algo que me podía resultar mínimamente
interesante. No tengo ni idea. Yo tenía la cabeza en otra parte y de una forma educada
insinué que quería escribir un rato más -le he dicho que escribo, ¿verdad? - y me pidió
"por favor" que la dejara quedarse un rato, sólo un rato nada más.
ÀLEX.- ¿La dejó quedarse?

97
JAUME.- Sí.
ÀLEX.- ¿Por qué?
JAUME.- Me pareció que lo necesitaba.
ÀLEX.- ¿Y qué pasó?
JAUME.- Se puso a llorar.
ÀLEX.- ¿De repente?
JAUME.- Sí.
ÀLEX.- ¿Sin que pasara nada?
JAUME.- Sí.
ÀLEX.- ¿Por qué?
JAUME.- No lo sé. Tampoco me lo contó.
ÀLEX.- ¿Y qué hizo?
JAUME.- Le dije que si la podía ayudar en algo y me dijo que no, que "muchas
gracias"... y entonces sí, se fue.
ÀLEX.- Qué extraño.
JAUME.- Sí.

Pausa larga.

JAUME.- ¿Cómo es que ha venido aquí?


ÀLEX.- Con mi mujer, hemos venido a adoptar una niña.
JAUME.- Eso es una buena noticia.
ÀLEX.- Sí, supongo que sí.
JAUME.- ¿Supone?
ÀLEX.- Sí. Sí... Quería decir que sí.

Pausa.

ÀLEX.- Usted/
JAUME.- No. No tenemos. No hemos querido tener.
ÀLEX.- No me ha dado ni tiempo a acabar la pregunta.
JAUME.- ¿Me iba a preguntar eso, no?
ÀLEX.- Sí.
JAUME.- Pues ya se lo he dicho. No.

Pausa larga.

ÀLEX.- La chica que se presentó en su habitación creo que es mi mujer.


JAUME.- ¿Qué le hace pensar eso?
ÀLEX.- ¿A qué hora fue?
JAUME.- Hacia el mediodía.
ÀLEX.- Era mi mujer.
JAUME.- Me lo he imaginado...
ÀLEX.- ¿Por eso me lo ha contado?

98
JAUME.- Sí.
ÀLEX.- Ya...
JAUME.- ¿Tiene idea de qué querría?

Pausa.

ÀLEX.- No... No. No.


JAUME.- ¿Y de por qué se puso a llorar?
ÀLEX.- Tampoco.
JAUME.- Ya.
ÀLEX.- ¿Le dijo que hemos venido a adoptar una niña?

Pausa.

JAUME.- No. Al menos no lo recuerdo. Creo que no me dijo nada.


ÀLEX.- ¿No?

Pausa.

JAUME.- Sí. Me lo contó.

Pausa.

ÀLEX.- ¿Le puedo pedir algo?


JAUME.- ¿Qué?
ÀLEX.- Si la vuelve a ver, no le diga que me lo ha contado. Ni que hemos hablado. Se
lo pido por favor.
JAUME.- Esté tranquilo.
ÀLEX.- Se lo agradezco mucho.
JAUME.- Ni tampoco que yo le he contado que vino a mi habitación.
ÀLEX.- No. Tampoco.

Pausa larga.
Casi un silencio.
ÀLEX hace ademán de irse.

JAUME.- ¿Se da cuenta? Un hombre acaba de abrirse la cabeza ante nosotros. No


sabemos absolutamente nada de esta gente. Vosotros venís a buscar un hijo. Nosotros
hemos estado viviendo aquí una temporada. Yo he escrito artículos y artículos contando
que me gusta este lugar porque la gente es alegre y sabe vivir sin nada, porque todavía

99
se puede fumar un cigarro en los restaurantes... Pero ahora que esta gente tiene una
mínima esperanza de cambio, entonces nos escapamos. Para vosotros también es un
problema. Hemos llegado a desear en tantas ocasiones una revolución..., pero en el
momento en que nos encontramos en medio, preferiríamos que no hubiera pasado.
Estamos aquí encerrados, en nuestras habitaciones, esperando, observando solamente,
mientras delante de nosotros, un hombre se da golpes en la cabeza, hasta el punto de
destrozársela contra el cristal.

100
2.

Hall del hotel.

El espacio está iluminado con una luz suave.


JAUME duerme en una de las butacas. A su lado está sentada EVA.
La chica hace ademán de levantarse y el hombre se despierta.

JAUME.- ¿A dónde vas?


EVA.- Perdone... No quería despertarlo.
JAUME.- ¿Qué hora es?
EVA.- Las cuatro, quizá cuatro y cuarto.
JAUME.- (Reincorporándose.) ¿Llevo mucho tiempo dormido?
EVA.- No sé cuánto tiempo hace que está aquí. Habré llegado hace media hora, quizás
un poco más... Se le veía tan tranquilo que no me he atrevido a despertarle.
JAUME.- ¿Todo este rato has estado a mi lado?
EVA.- Sí.
JAUME.- Han limpiado los cristales.
EVA.- Cuando he llegado, estaban haciéndolo. Deben de haber aprovechado que afuera
todo está tranquilo.
JAUME.- ¿Está tranquilo?
EVA.- Al menos lo parece.
JAUME.- ¿Seguro?
EVA.- Creo que sí. ¿Por qué lo dice?
JAUME.- A veces es difícil distingir si todo está tranquilo.
EVA.- No me lo ha parecido/
JAUME.- Mientras dormía no...
EVA.- ¿Qué?
JAUME.- ¿Ha pasado algo en la calle?
EVA.- Creo que no. No.

Pausa.

JAUME.- ¿Has bajado a ver la ciudad de madrugada?


EVA.- No.
JAUME.- ¿Si todavía continuaban los disturbios?
EVA.- Tampoco.
JAUME.- ¿Qué has bajado a ver, entonces?
EVA.- Nada. De hecho nada.
JAUME.- ¿No podías dormir?
EVA.- Mi marido se ha levantado. Quizás ha ido al lavabo, no sé... Cuando se ha vuelto
a meter en la cama, me ha desvelado. Se ha dormido y yo me he vestido y he bajado
aquí.
JAUME.- ¿Y el hombre?
EVA.- ¿Qué hombre?
JAUME.- Había... Nada.
EVA.- ¿Le puedo ayudar?

101
JAUME.- No.
EVA.- ¿Seguro?
JAUME.- Sí. (Pausa.) Lo debo de haber soñado.
EVA.- ¿El qué?
JAUME.- Un hombre, afuera...
EVA.- ¿Dónde?
JAUME.- Fuera, detrás del cristal. Y otro aquí, a mi lado, que dormía. (Pausa.
Refiriéndose a un vaso que hay encima de la mesita.) ¿Es mío?
EVA.- Supongo. Estaba aquí cuando llegué.
JAUME.- Mejor que fuese un sueño.
EVA.- ¿Por qué?
JAUME.- Había un hombre dando cabezazos contra el cristal. Le he estado observando
un rato. A mi lado había un hombre durmiendo. Cuando se ha despertado se lo he
contado. Quizás lo he soñado.
EVA.- Ahora está despierto. No se equivoque.

Los dos sonríen.


EVA hace ademán de irse.

JAUME.- Puedes quedarte.


EVA.- Gracias.
JAUME.- ¿Por qué viniste a mi habitación?
EVA.- Después de hacerlo... Me dio vergüenza. Disculpe. No sé qué pensaría.
JAUME.- ¿Qué quieres que pensara?
EVA.- Me comporté/
JAUME.- No sé de qué me hablas.
EVA.- Ayer cuando fui/
JAUME.- También es como si lo hubiera olvidado. Como si también hubiera sido un
sueño.

Pausa.

EVA.- Llevamos tres días aquí y, a ratos, me parece que llevamos años.
JAUME.- Ya te lo dije. Sólo podemos esperar a que todo se solucione.
EVA.- ¿Esperar? Hace cinco años que empezamos con esto. Ha habido tantas
dificultades, tantos retrasos... que llega un punto en que este momento parece irreal. Te
preguntas, ¿por qué nosotros? Y mientras pasa el tiempo, ni Àlex, ni yo somos ya los
mismos. A veces tengo la sensación de que si este momento no llega, si esto fracasara,
también habríamos fracasado nosotros dos. Y el primero que se diera cuenta, le
arrancaría los ojos al otro. Es terrible pensarlo, pero es así. Quizás le parecerá egoísta,
pero si nuestra hija no llega, pienso que no habrán servido de nada todos los sacrificios,
todas las renuncias... Àlex es una buena persona. Lo es. Y si algo acaba estropeándolo,
quizás le culparía injustamente a él de muchas cosas.
JAUME.- Es normal/
EVA.- ¿Le parece? (Refiriéndose al tabaco.) Le cojo uno.
JAUME.- Por favor.

102
EVA.- ¿De verdad le parece normal que me escapara de aquella manera? ¿Que le
mintiera con lo de la cámara? ¿Que le reproche que no entienda lo que está pasando ahí
fuera? ¿De verdad cree que yo lo entiendo? No. Yo tampoco. No sé si esto les llevará a
alguna parte. Si lo que llegará será mejor, o quizás mucho peor. No sé nada. Hago como
que sí, pero no sé nada. Y también deseo que se acabe, porque si esta revuelta triunfa,
quizás fracasemos nosotros dos. No sé en qué nos podemos convertir -en qué me he
convertido, me estoy convirtiendo- y me da miedo.

Pausa.

EVA.- Usted al menos...


JAUME.- ¿Al menos, qué?
EVA.- (...)
JAUME.- Tampoco soy demasiado distinto.
EVA.- (...)
JAUME.- El otro día, antes de venir al hotel... Créeme que no me siento orgulloso...
EVA.- ¿Qué pasó?
JAUME.- Tenemos una casa en las afueras. Tenemos un chico y una chica trabajando.
Gente de aquí. Mi mujer se empeñó en que no quería irse sin hablar con ellos. Con
alguno de los dos. Últimamente deben de haber estado más cerca de ella que yo. No sé
ni su nombre. Ella les aprecia. Créeme que intenté hacerle ver que era peligroso. Una
tontería. Que no podíamos estar allí esperando a que vinieran. Quizás con todo lo que
estaba pasando no vendrían y si lo hacían...Vete a saber. Todos decían que teníamos que
coger un avión o un hotel, un lugar seguro, cuanto antes mejor. Pero no... Se le había
metido en la cabeza. Perdí la paciencia. Créeme que la perdí. Entré en el coche y me fui.
La abandoné. Me iba y desde el retrovisor la veía allí, plantada, sin hacer nada. Como si
se hubiera quedado de piedra e intentara hacerse a la idea de que había sido capaz de
irme y dejarla allí. (Pausa.) Debí de hacer unos cuantos kilómetros y, al cabo de cinco o
diez minutos, di media vuelta. Al llegar, salí del coche y grité su nombre, dos o tres
veces. Finalmente salió, se había escondido detrás de unos matorrales. Me había ido con
las llaves y no sólo la había abandonado, sino que también la había dejado fuera de casa.
Cuando salió parecía un animal asustado. Créeme que lo sentí. Sin decir nada entró en
el coche. Le dije que condujera ella. Vinimos aquí al hotel. No fui capaz ni de pedirle
perdón. En estos días, no hemos hablado ni una sola vez. Nos hemos evitado. Mira...
Ahora lo hago con alguien a quien acabo de conocer y no he sido capaz de hacerlo con
ella. Créeme que tampoco sé por qué te lo cuento. Quizás es más fácil contigo, que
posiblemente no nos volveremos a ver nunca más. Créeme que no me siento orgulloso.
Aquí... Solos... A las afueras... y en cambio... Nos hemos llegado a distanciar tanto y
ahora nos dicen que lo mejor es irse. Si aquí... (Pausa.) Me da miedo volver. Por ella y
por mí. En qué nos hemos convertido. Cuando volvamos a Barcelona, nosotros quizá
también habremos fracasado.

103
3.

Habitación 301.

LAURA está sentada al borde de la cama, acaba de vestirse. Observa de reojo a su


marido.
JAUME está sentado en el escritorio delante del ordenador portátil. Tiene la pantalla
en blanco. No escribe nada, como si esperase a que LAURA abandonase la habitación.
La situación transcurre absolutamente silenciosa, cotidiana y sin síntomas de prisa.

Largo silencio.

LAURA.- ¿Bajarás a desayunar?


JAUME.- No.
LAURA.- Podrías/
JAUME.- Me ha vuelto a pasar.
LAURA.- ¿El qué?
JAUME.- La mano.
LAURA.- ¿Qué quieres decir?
JAUME.- Me falla.
LAURA.- ¿Cómo que/
JAUME.- Que no me responde...
LAURA.- ¿Otra vez?
JAUME.- Sí. Otra vez.
LAURA.- ¿Desde cuándo?
JAUME.- Me ha vuelto a abandonar...
LAURA.- ¿Por qué no intentas descansar un poco?
JAUME.- ¿Y qué conseguiré?
LAURA.- ¿Para cuándo has de entregar el artículo?
JAUME.- Lo quieren para el magazine del domingo.
LAURA.- ¿Y cómo lo llevas?

Pausa larga.

JAUME.- En el coche, ya noté este hormigueo. Exactamente lo mismo que la última/


LAURA.- ¿Por qué no me lo dijiste? (Pausa.) ¿Por qué? (Pausa.) Habría podido...
JAUME.- ¿Qué?
LAURA.- No... No sé.
JAUME.- ¿Qué habría conseguido?
LAURA.- Túmbate un rato.
JAUME.- Llevo días sin hacer nada.
LAURA.- Te has pasado la noche fuera, sin dormir.
JAUME.- (...)
LAURA.- Sólo intento ayudarte.

Pausa larga.

104
LAURA.- (Cogiendo una blusa de manga larga.) Me parece que me voy a poner esto.
Ponen el aire acondicionado tan fuerte que consiguen que te olvides de dónde estamos.
JAUME.- No bajaré.
LAURA.- Quizá te iría/
JAUME.- No. No bajaré.
LAURA.- Salir de aquí... Comer algo/
JAUME.- Mejor que me lo suban.
LAURA.- Llevas aquí desde que llegamos/
JAUME.- No saldré.
LAURA.- Las otras veces que te ha/
JAUME.- Llevo tres días así.
LAURA.- No me habías dicho nada.
JAUME.- Déjalo. No es la primera vez. Sé perfectamente lo que me ha ocurrido otras
veces. Se me pasará.
LAURA.- ¿Por eso volviste con el coche?

Pausa.

JAUME.- Por eso te pedí que condujeses tú. Sí.

JAUME entra al baño.


LAURA hace un gran esfuerzo por no desmoronarse.
Se quita la blusa que lleva puesta y se pone una de manga larga. Al acabar se sienta en
el escritorio, frente al ordenador. Se pone a fumar.
JAUME sale del baño. La observa durante unos segundos.

JAUME.- ¿Por qué te has sentado aquí?


LAURA.- ¿Sabes qué podríamos hacer? (Pausa.) Te podría... Me dictas lo que quieres
escribir. Me lo vas diciendo. Todo lo que se te ocurra y... yo lo escribiré. Todo. Aunque
sea desordenado o... Aunque después... Lo escribiré inmediatamente, tal como me lo
vayas diciendo. Después te sientas aquí a mi lado y te lo leo. Así lo puedes ver mientras
te lo voy leyendo. Vamos añadiendo y quitando lo que haga falta y lo vamos
corrigiendo. Así seguro que/
JAUME.- ¿Qué?
LAURA.- Me lo dictas y yo lo escribiré.
JAUME.- No.
LAURA.- La mano... Has dicho que no/
JAUME.- Aún no sé qué quiero escribir.
LAURA.- ¿No se te ha ocurrido nada?
JAUME.- No. En tres días sin salir de la habitación no he sido capaz de que se me
ocurriese nada.
LAURA.- Me gustaría...
JAUME.- ¿Qué?
LAURA.- Que me dejases ayudarte.

105
Pausa.

JAUME.- Por favor...

Se observan.
Laura entiende la mirada de JAUME, se levanta y se separa del escritorio.
JAUME se pone a fumar.

JAUME.- Será mejor que bajes a desayunar.

Suena el teléfono.
LAURA lo coge.

LAURA.- Allô? (...) Depuis quand? (...) Bien sûr... (...) Et vous savez si ce matin/ (...)
Bien... Non, non... Bien sûr. (...) Tant mieux... Je vais le faire. Merci. Merci beacuoup.

LAURA cuelga el teléfono.

LAURA.- Han vuelto a abrir el aeropuerto.

106
{LA ÚLTIMA INSTANTÁNEA}

107
La última instantánea

Hall del hotel.


ÀLEX y EVA están sentados en las butacas.

EVA.- Tienes cara de cansado.


ÀLEX.- Estoy nervioso.
EVA.- Yo también he dormido mal.
ÀLEX.- Mejor que nos vean con buena cara.
EVA.- Igual tendríamos que salir fuera.
ÀLEX.- Marianne dijo que la esperásemos en el hall.

EVA acerca la mano al hombro de ÀLEX.

ÀLEX.- (Apartándose.) ¿Qué haces?


EVA.- Tienes algo aquí.
ÀLEX.- (Buscándolo él y sacudiéndose.) ¿Todavía lo tengo?
EVA.- Sí.
ÀLEX.- ¿Qué es?
EVA.- No sé...
ÀLEX.- Mejor que esperemos aquí.
EVA.- Sí.

Entran JAUME y LAURA con un par de maletas de viaje.

LAURA.- (A ÀLEX.) Hora de irse...


EVA.- Laura...
LAURA.- Parece que todo vuelve a estar en su sitio.
EVA.- Mi marido.
LAURA.- Sí/
ÀLEX.- Ya nos presentamos.
LAURA.- Jaume, mi marido. Es Eva, la chica de la que te hablé/
EVA.- Encantada...
LAURA.- Y tú/
ÀLEX.- Àlex.
JAUME.- Mucho gusto.

Pausa larga.

LAURA.- Cómo tenéis el tema/


EVA.- Dentro de un poco nos vendrán a buscar. Hemos quedado aquí mismo. Deben de
estar a punto de llegar.
LAURA.- Entonces/

108
EVA.- El asunto... Parece que hay buenas noticias... Bueno, eso dicen...
LAURA.- Seguro que sí. (A JAUME.) Han venido a adoptar una niña.
JAUME.- ¡Ah! Eso es una buena noticia.
ÀLEX.- Sí... Una buena noticia.
EVA.- Todo ha sido/
JAUME.- Me lo puedo imaginar.
EVA.- Sí...
ÀLEX.- Ahora por suerte...
JAUME.- Ha habido presiones del exterior/
EVA.- Sí, lo hemos oído en las noticias.
JAUME.- Y que podría haber algún tipo de intervención. Alguna colaboración para
ayudar/
EVA.- Y eso...
ÀLEX.- Debe de ser bueno.

Pausa.

LAURA.- Todo se va poniendo en su sitio, ¿no?


EVA.- Sí, eso es. Y vosotros/
JAUME.- Aprovecharemos que han vuelto a abrir el aeropuerto y cogemos un vuelo
dentro de tres horas. De momento nos han dicho que es lo mejor que podemos hacer.
LAURA.- Pero seguramente volveremos.
JAUME.- Todavía tenemos muchas cosas/
LAURA.- Vivimos aquí, tenemos una casa a las afueras.

LAURA saca un paquete de tabaco.

LAURA.- ¿Tenéis fuego?


EVA.- No.
ÀLEX.- Yo tampoco.
JAUME.- (Dándole su encendedor.) Ten.
LAURA.- (Ofreciéndoles el paquete.) ¿Queréis?
EVA.- No, gracias.
ÀLEX.- No.
LAURA.- (A JAUME.) Dales una tarjeta. Mi marido tiene buenos amigos aquí, nunca se
sabe si alguno os puede echar una mano.
EVA.- (Cogiendo la tarjeta que le da JAUME.) Gracias.
ÀLEX.- Muy amable.
JAUME.- No hay de qué. De verdad. Para eso estamos. Si necesitáis/
EVA.- Gracias. En serio.

EVA coge a JAUME por el brazo, en un gesto rápido pero cariñoso.


Pausa.

109
LAURA.- Para cualquier cosa/
EVA.- Muy agradecida. Esperemos que/
LAURA.- Encontraros en estas circunstancias...
EVA.- Asusta un poco, sí.
JAUME.- Todo es tan inestable. Aquí parece que más.
EVA.- Sí.
LAURA.- Este país/
JAUME.- Todo funciona de otra manera. Todo está por hacer y/
LAURA.- Pero parece que todo se ha solucionado.
JAUME.- Insisto. Si necesitáis cualquier cosa/
EVA.- Gracias.
LAURA.- (Quitándole algo que se había quedado prendido en la camisa de ÀLEX.)
Tenías algo aquí.
ÀLEX.- Gracias.

Pausa larga.

LAURA.- ¿Y qué? ¿Ya tenéis claro cómo se llamará? Muchas parejas, a la hora de
elegir un nombre, no se acaban de poner nunca de acuerdo.
EVA.- Nosotros sí. Nos pusimos enseguida.
LAURA.- Qué bien...
ÀLEX.- Sí... Enseguida.
LAURA.- Al menos habéis tenido tres días aquí para pensarlo a fondo. (Pausa larga.)
¿No?
JAUME.- ¿Y cómo se llamará?
LAURA.- Una fotografía.
EVA.- ¿Qué?
LAURA.- Una cámara. Este momento se merece una foto.

Pausa.

LAURA.- Seguro que un día os hará ilusión recordar este momento.


EVA.- El móvil.
LAURA.- Ya os la hago.
ÀLEX.- Sí. Con el teléfono.

EVA saca el móvil del bolsillo.


Manipula algo.

EVA.- El botón es éste.


LAURA.- (Dándole el cigarrillo a JAUME.) Toma.

EVA y ÀLEX posan para la fotografía.

110
LAURA toma un poco de distancia.
JAUME contempla la escena.

LAURA.- Sonreíd. Sonreíd un poco.

La pareja sonríe.
Oscuro.

Barcelona, noviembre de 2012

111
Nerium Park

112
Premio Ciutat de Manacor de teatre – Jaume Vidal i Alcover 2013

Para Papitu.
Gracias por construir urbanizaciones
y carreteras con conductores que
piden ayuda y personajes que
transitan bajo alertas de peligro.
Gracias por haberlas construido y, años
después, poder circular por ellas.

EL HOMBRE. - Hoy es la primera vez que circulo por aquí.


ELLA. - No.
EL HOMBRE. - La primera vez, se lo aseguro.
ELLA. - Yo le vi.
EL HOMBRE. - Una confusión, no hay vuelta de hoja.
ELLA. - Una mentira. Está mintiendo.
EL HOMBRE. - Para ser más exacto, hace quince años, digamos hace unos quince
años, visité la comarca.
ELLA. - No me interesa, hace quince años.
EL HOMBRE. - No había urbanizaciones ni carretera. Era diferente.
ELLA. - ¿Por qué ha venido hoy?
EL HOMBRE. - No he venido. Estoy de paso. Y de golpe, la avería.
ELLA. - No me he vuelto loca. No vi visiones. No me lo creo.
EL HOMBRE. - No le puedo ofrecer otra verdad.

Josep Maria BENET I JORNET


Deseo (1989)

113
PERSONAJES

GERARD
MARTA

Interior de un piso de una urbanización de nueva construcción


en el extrarradio.

La acción transcurre entre noviembre, cuando GERARD y MARTA


se instalan, y octubre del año siguiente.

/ Indica que la réplica siguiente interrumpe inmediatamente lo que se está


diciendo.
(...) Indica una réplica o reacción no verbal. Quizás sólo un suspiro,
una mirada, o un pequeño gesto.

114
{N O V I E M B R E}

El piso medio amueblado.

La puerta de entrada está abierta de par en par.


Algunas cajas esparcidas por el espacio.

MARTA está en primer término, ante la ventana.


GERARD va metiendo cajas y objetos que constituirán la decoración del piso.

GERARD.- ¿Qué miras?


MARTA.- Me ha parecido ver a alguien.
GERARD.- (Dejando la caja que lleva.) ¿A quién?
MARTA.- No sé. Me ha parecido que había alguien.
GERARD.- ¿Dónde?
MARTA.- Abajo, en la piscina.
GERARD.- ¡Qué ganas de que empiece a hacer bueno y poder bañarnos!
MARTA.- Ahora mismo…
GERARD.- ¿Qué? ¿Quieres bañarte ahora?

115
MARTA.- No. Quería decir que ahora mismo tenemos bastante trabajo con el traslado.
No estoy para/
GERARD.- ¿Qué te pasa?
MARTA.- Nada. No me pasa nada. ¿Por qué tendría que pasarme algo?
GERARD.- ¿No estás contenta?
MARTA.- ¿Contenta? No sé. Un poco agobiada, eso es lo que estoy.
GERARD.- Pero... ¿No te hace ilusión?
MARTA.- Dicen que las tres cosas más estresantes en la vida son un traslado, una
ruptura y un cambio de trabajo.
GERARD.- Tenemos trabajo.
MARTA.- Sí.
GERARD.- No me vas a dejar, ¿verdad?
MARTA.- No, de momento/
GERARD.- ¿De momento?
MARTA.- De momento, no.
GERARD.- Qué bien... (Pausa.) ¿Entonces?
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Un traslado, sí. Una de tres. En una semana lo tendremos listo.
MARTA.- Ya.
GERARD.- Entonces, ¿qué?
MARTA.- Los cambios/
GERARD.- ¿No estás contenta con este piso?
MARTA.- Sí... Supongo que sí.
GERARD.- ¿Supones?
MARTA.- Sí.
GERARD.- El antiguo piso/
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Humedades, ruido, los vecinos, no teníamos espacio y estábamos hasta las
narices de pagar el alquiler. ¿Continúo con la lista?
MARTA.- Ya.
GERARD.- Piso nuevo, en las afueras, tranquilo, soleado, el doble del piso que
teníamos... Nuestro...
MARTA.- Treinta años para pagarlo.
GERARD.- Joder... Cuando te pones así ...
MARTA.- Estoy contenta, Gerard, de verdad que lo estoy.
GERARD.- Nadie lo diría.
MARTA.- Ya sabes que/
GERARD.- Que te ahogas en un vaso de agua.
MARTA.- Los cambios...
GERARD.- Es un cambio a mejor.
MARTA.- Supongo.
GERARD.- ¿Supones?
MARTA.- Los cambios... me asustan.
GERARD.- ¿Qué te asusta?
MARTA.- Ya lo sé... Tienes razón... Ya lo sabes. Cualquier cambio, aunque sea bueno.
Me pasa algo bueno y no puedo dejar de pensar que si todo va tan bien es porque algo
acabará torciéndose.
GERARD.- Es que parece que quieres que pase.
MARTA.- No. Claro que no.
GERARD.- Cuando te pones así/

116
MARTA.- Lo siento. (Pausa. Le mira con ternura. Sonríe.) Me encanta este piso.
GERARD.- Hace un momento no lo parecía.
MARTA.- Sólo pienso que el otro estaba bien.

Pausa.

GERARD.- ¿Lo dices en serio?


MARTA.- Tenía su encanto.
GERARD.- No me lo puedo creer.
MARTA.- Me acostumbraré.
GERARD.- Flipo.
MARTA.- Me acabará gustando. Supongo que me acabará gustando.
GERARD.- ¿Pero oyes lo que estás diciendo?
MARTA.- Sí, ¿qué?
GERARD.- Tenemos una piscina aquí abajo.
MARTA.- Sí.
GERARD.- Este piso, nuevo.
MARTA.- Sí.
GERARD.- Noventa y cinco metros cuadrados.
MARTA.- Sí.
GERARD.- Aire acondicionado.
MARTA.- Sí.
GERARD.- Se acabó pasar aquel calor en verano.
MARTA.- Sí.
GERARD.- Luz todo el día.
MARTA.- Sí, sí... Sí. Lo sé. Lo sé.
GERARD.- ¿Entonces?
MARTA.- Me encanta.
GERARD.- Eso es lo que quería oír.
MARTA.- A veces no sé cómo me aguantas.
GERARD.- Yo tampoco. Ahora tenemos bastante trabajo con el traslado, añadirle una
ruptura sería demasiado estresante.
MARTA.- Mira que eres...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Tonto.

Se ríen.

GERARD.- ¿Y a quién has visto?


MARTA.- No sé.
GERARD.- Quizás enseñaban algún piso. Vecinos...
MARTA.- A saber qué tipo de gente vendrá.
GERARD.- Al menos...
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Que venga alguien, ¿no?
MARTA.- ¿Por qué?

117
GERARD.- Somos los primeros. ¿No querrás que seamos los únicos en toda la
urbanización?
MARTA.- (Sonríe.) ¿Por qué no? Tendríamos la piscina para nosotros solos.

118
{D I C I E M B R E}

El mismo piso, ahora amueblado.

GERARD, que ha llegado hace poco a casa, se quita el abrigo


y deja la bolsa.
MARTA mira un catálogo de electrodomésticos.

GERARD.- Nos han dicho que esperásemos antes de salir/


MARTA.- ¿Por qué?
GERARD.- /Por eso llego a estas horas...
MARTA.- Patrícia dice que va muy bien. Lo programas cuando no estás en casa y lo
limpia todo.
GERARD.- ¿Es muy caro?
MARTA.- ¿Has podido subir en ascensor?
GERARD.- (Desde la cocina, a la que acaba de entrar.) No.
MARTA.- Tendremos que avisar para que vengan. Los botones parpadean y no se cierra
la puerta. He tenido que subir por la escalera.
GERARD.- ¿Quieres una cerveza?
MARTA.- No. (GERARD sale de la cocina con dos cervezas.) Sería un buen regalo de
reyes...
GERARD.- ¿El qué?
MARTA.- Este robot, para limpiar el suelo.

119
GERARD.- Ah...
MARTA.- Gerard...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- ¿Me escuchas?
GERARD.- Sí, pero/
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Nada. Vas cambiando de tema.
MARTA.- ¿Yo?
GERARD.-Sí.
MARTA.- Parece que estás en otra parte.
GERARD.- Claro...
MARTA.- ¿Claro? ¿Estás ahí?
GERARD.- Sí, sí...
MARTA.- ¿Dónde tienes la cabeza?
GERARD.- En el trabajo y/
MARTA.- ¿Por qué?
GERARD.- /Y en algo extraño que me acaba de pasar en la carretera.
MARTA.- ¿En la carretera?
GERARD.- Ahora, cuando volvía, en la carretera ha pasado algo...
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- (Después de pensárselo unos segundos.) Nada.
MARTA.- ¿Qué ha pasado?
GERARD.- Nada, una tontería.
MARTA.- ¿Me lo cuentas, o no?
GERARD.- Quizás no ha pasado nada.
MARTA.- ¿En qué quedamos?

Pausa.

GERARD.- Un poco después de la rotonda/


MARTA.- ¿Cuál?
GERARD.- La que hay antes de pasar el polígono/
MARTA.- Ah... Sí...
GERARD.- De repente, de un arcén, ha salido un hombre. De entre los matorrales y...
arbustos... De golpe. Debí de dar un pequeño giro con el coche. No me esperaba que
saliera de allí. Y el hombre... Juraría que levantó una mano. Tampoco lo tengo claro,
pero creo que levantó una mano.
MARTA.- ¿Pedía ayuda?
GERARD.- No, creo que no.
MARTA.- Entonces, ¿qué?
GERARD.- No sé. Sonreía y creo que me ha saludado/
MARTA.- ¿Te ha saludado?
GERARD.- No lo sé. Ha sido muy rápido.
MARTA.- ¿Lo conocías?
GERARD.- Tampoco lo sé. No. Me parece que no. ¿Por qué?
MARTA.- Dices que te ha saludado.
GERARD.- Sí, o... me lo ha parecido.
MARTA.- ¿Le pasaba algo?

120
GERARD.- Si le pasara algo no estaría riéndose... Los brazos los movería de otra
manera... No sé... No, no pedía ayuda. Diría que me ha saludado.
MARTA.- Qué extraño.
GERARD.- Reduje la velocidad y paré el coche.
MARTA.- ¿Por qué lo hiciste?
GERARD.- Miré por el retrovisor. Lo primero que pensé también era que quizás le
pasaba algo.
MARTA.- ¿Pero has bajado del coche?

Pausa.

GERARD.- No... Di la vuelta. Ya sabes que por esta carretera no pasan demasiados
coches. Ha sido un momento. He girado, he ido más despacio, y he dado la vuelta a la
rotonda, pero nada... Ni rastro.
MARTA.- No se te ocurra subir a nadie en el coche.
GERARD.- Es imposible que haya tenido tiempo de volver al arcén o... pero... No lo he
visto por ninguna parte.
MARTA.- Te estoy diciendo que no se te ocurra/
GERARD.- Es extraño.
MARTA.- Y menos cuando está oscuro.
GERARD.- ¿Y si hubiera necesitado algo?
MARTA.- Dices que parecía que no le pasaba nada.
GERARD.- Me sonreía.
MARTA.- No me deberías contar estas cosas.
GERARD.- Pero si/
MARTA.- Ahora cada vez que pase por allí/
GERARD.- Si la mayoría de días volvemos juntos.
MARTA.- Hay muchos días que no.
GERARD.- Dos días a la semana.
MARTA.- A veces tres. Ya son más de la mitad.
GERARD.- Quizás me lo he imaginado.
MARTA.- Ahora seré yo la que se lo imagine cada vez que pase.
GERARD.- Es que era imposible/
MARTA.- ¿Y no has visto ningún coche aparcado en algún sitio?
GERARD.- No.
MARTA.- Pues/
GERARD.- No, no... Seguro que no.
MARTA.- Cuando sales de la autopista y coges esta carretera... Este lugar es tan...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Inhóspito.
GERARD.- Desde que dejas la autopista hasta aquí son apenas diez minutos. Es un
momento.
MARTA.- No pasa nadie y ahora encima me dices...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Que me puede salir un hombre del arcén saludando: “¡Hola! ¿Qué tal?”
GERARD.- (Se ríe.) Quizás me lo he imaginado.
MARTA.- ¡No me digas ahora que te lo has imaginado!
GERARD.- Podría ser.

121
MARTA.- Lo haces para no asustarme.
GERARD.- En cualquier caso no debía de ser nada malo.

Pausa.

MARTA.- Has bajado del coche.


GERARD.- No.
MARTA.- No... No te lo he preguntado. Es una afirmación.
GERARD.- ¿Por qué lo dices?
MARTA.- Lo dices tan seguro, que era imposible que...
GERARD.- Antes de que... Sí, he bajado del coche.
MARTA.- ¿Ves? (Pausa.) ¿Cómo se te ocurre bajar del coche porque has visto a un
hombre saliendo de un arcén en una carretera donde no hay nadie?
GERARD.- Sólo...
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Para comprobarlo.
MARTA.- ¿Y si te hubiera hecho algo?
GERARD.- ¿Como qué?
MARTA.- No sé... No sé...
GERARD.- No tenía por qué pasar nada.
MARTA.- ¿Cómo quieres que/
GERARD.- ¿Y si a ese hombre le pasaba algo?
MARTA.- Tú mismo has dicho que te habrías dado cuenta.
GERARD.- Si fuera así... Sí que debería haber parado para ayudarle, ¿o no?
MARTA.- No sé. (Pausa.) Sí... Supongo...
GERARD.- Es igual... Lo más seguro es que me lo haya imaginado.
MARTA.- No me hagas creer que... ¿Desde cuándo tienes alucinaciones?
GERARD.- No tengo/
MARTA.- Pues si no quieres que lo piense, no vayas diciendo que lo más seguro es que
te lo has imaginado.
GERARD.- Venía preocupado.
MARTA.- ¿Por qué?
GERARD.- Por el trabajo.
MARTA.- ¿Pasa algo?
GERARD.- Cuando hemos acabado nos han reunido.
MARTA.- Ah, ¿sí?
GERARD.- Te lo he dicho antes. Por eso he llegado a estas horas.
MARTA.- ¿Me lo has dicho?
GERARD.- Lo intentaba.
MARTA.- ¿Y por qué os han reunido?
GERARD.- Va a haber despidos.
MARTA.- ¿Cuándo os enterasteis?
GERARD.- Hoy. Nos han reunido. Por eso llego tan tarde.
MARTA.- ¿Qué más os han dicho?
GERARD.- Al menos ocho personas.
MARTA.- Vaya... Y piensas que...
GERARD.- No, no... Mi trabajo... No. Pondría la mano en el fuego que no.
MARTA.- Nunca hay nadie imprescindible.

122
GERARD.- ¡Joder! Justo lo que necesitaba oír... ¡Siempre tan optimista!
MARTA.- Sólo he dicho/
GERARD.- Que podrían prescindir de mí.
MARTA.- Que nadie es imprescindible. No es exactamente lo mismo. Sé de lo que
hablo.
GERARD.- Claro: la jefa de recursos humanos.
MARTA.- Pues sí, es mi trabajo y estoy acostumbrada/
GERARD.- Sólo somos dos en toda la empresa los que hacemos este trabajo. Es más
fácil que se carguen/
MARTA.- Tienes razón.
GERARD.- /A algún administrativo, informáticos/
MARTA.- No estoy segura.
GERARD.- /Yo que sé... pero no, creo que a mí no/
MARTA.- No tendría que haberlo dicho. Ha sido un comentario... desafortunado...
(Pausa.) ¿Y cuándo lo sabréis?
GERARD.- Este mes. Por eso venía preocupado, dándole vueltas.
MARTA.- Pero de ahí a imaginar a alguien...
GERARD.- Es por encontrar una explicación.
MARTA.- Ya...

Pausa larga.

MARTA.- Hoy, cuando he llegado, estaban enseñando uno de los pisos.


GERARD.- ¿Sí?
MARTA.- Una pareja joven, más o menos de nuestra edad. Parecían majos.
GERARD.- Qué bien.
MARTA.- Cada vez vienen menos visitas.
GERARD.- ¿De?
MARTA.- ¿De qué va a ser? Por los pisos.
GERARD.- Ah...
MARTA.- Estaría bien empezar a tener vecinos y que abrieran alguna tienda y bares y...
GERARD.- Ya llegarán. Y más vale solos que mal acompañados.
MARTA.- Y ahora con esto que me has contado...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Del hombre de la carretera...
GERARD.- Marta...
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- No vuelvas con eso.
MARTA.- Al menos si venden algún piso... Cuando vuelva a casa y no estés me sentiré
más acompañada.

123
{E N E R O}

MARTA va en albornoz, está tumbada en el sofá.


Está ocupada con varios informes de trabajo.

GERARD sale de la habitación.

GERARD.- ¿Qué te parece si esta noche...


MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Podríamos ir al cine.
MARTA.- ¿Has pensado en alguna película?
GERARD.- No.
MARTA.- ¿Sabes qué ponen?
GERARD.- Vamos, miramos qué hay y si no, cenamos en algún sitio. ¿Qué dices?
MARTA.- Ahora...
GERARD.- Ahora, ¿qué?
MARTA.- Coger el coche...
GERARD.- ¿Qué quieres decir?
MARTA.- Media hora para ir y luego media hora más para volver.
GERARD.- ¿Y?
MARTA.- Nada. Sí. (Pausa.) Vale... Vamos al cine .
GERARD.- No, no... No tienes ganas.
MARTA.- No es eso.
GERARD.- ¿Entonces?
MARTA.- No sabía que querías ir.
GERARD.- Es sábado. Llevamos todo el día aquí. Es por hacer algo.

124
Pausa.

MARTA.- (Dejando los informes con los que estaba trabajando.) ¿Estás enfadado o
quieres que salgamos?
GERARD.- ¿Por qué lo dices?
MARTA.- No sé... Te has encerrado en la habitación, con el ordenador y ahora sales
con esto del cine.
GERARD.- Sí.
MARTA.- Ya... Como si nada.
GERARD.- Es que no lo entiendo.
MARTA.- ¿Qué es lo que no entiendes?
GERARD.- Por qué te has puesto de esa manera.
MARTA.- ¿De qué manera?
GERARD.- ¿De qué manera?
MARTA.- Sí. (Pausa.) Es que es/
GERARD.- ¿Lo ves?
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Ya está. Es que lo estoy viendo. Ya sé lo que me dirás. No quiero volver a
empezar.
MARTA.- ¿Y qué hacemos?
GERARD.- No sé.
MARTA.- ¿Vamos al cine y lo dejamos?
GERARD.- No es eso.
MARTA.- Es que no es para tomárselo a la ligera.
GERARD.- ¿Crees que no lo sé?
MARTA.- Sí, pero/
GERARD.- No entiendo por qué no quieres ni oír hablar de ello.
MARTA.- No es eso.
GERARD.- ¿No?
MARTA.- No.
GERARD.- ¿Qué te asusta? (Pausa.) ¿Qué te asusta, ahora?
MARTA.- ¿Por qué dices "ahora"?
GERARD.- Porque siempre hay algo.
MARTA.- ¿"Siempre"?
GERARD.- Sí.

Pausa.

GERARD.- Si fuera por ti, nunca haríamos nada.


MARTA.- Vamos al cine.
GERARD.- No estoy hablando de ir al cine.

Pausa larga.

125
MARTA.- Ya llevamos tres meses aquí.
GERARD.- Sí, ¿y qué?
MARTA.- Estoy intranquila.
GERARD.- ¿Qué quieres decir?
MARTA.- Últimamente me están poniendo reuniones a última hora y siempre llego
tarde. Cuando vuelvo ya está oscuro.
GERARD.- No sé qué tiene que ver con/
MARTA.- Cuando llego con el coche, veo las luces de la calle encendidas, pero ninguna
en los pisos... Parece un desierto. Perfecto, pero un desierto. Da cosa y todo.
GERARD.- Pronto crecerán los días.
MARTA.- ¿Y qué?
GERARD.- ¿Qué pasa? No has tenido un buen día. Es eso.
MARTA.- Hace días que tengo esa sensación.
GERARD.- Los venderán y esto empezará a cambiar.
MARTA.- Llevan meses sin vender ni uno. Desde que llegamos no han abierto ni una
sola tienda. Ni un bar. ¿Para qué lo van a abrir? No tiene sentido. ¡Menudo negocio!
Sólo podríamos ir nosotros dos.
GERARD.- El otro día vi a alguien de la agencia que enseñaba uno de los pisos.
MARTA.- Los enseñan, pero no venden ni uno. Y cada vez los enseñan a menos gente.
Las obras se han paralizado. Al menos antes había albañiles. Ahora, ni eso.
GERARD.- No hagas/
MARTA.- ¿Cómo quieres que me plantee/
GERARD.- Marta...
MARTA.- En lugar de plantearnos tener hijos, lo que deberíamos hacer es pensar en
vender este piso.

Pausa.

GERARD.- ¿Venderlo?
MARTA.- Sí.
GERARD.- Pensaba/
MARTA.- No...
GERARD.- Si apenas nos hemos instalado hace.../
MARTA.- Sí.
GERARD.- /...Hace nada.
MARTA.- Sí.
GERARD.- Insististe en que no querías vivir en el centro. En la ciudad.
MARTA.- Sí.
GERARD.- Insististe en que teníamos que comprarnos un piso aquí.
MARTA.- Sí.
GERARD.- Estábamos de acuerdo.
MARTA.- Ya...
GERARD.- Y ahora...
MARTA.- Te estoy diciendo...
GERARD.- Has tenido un mal día. Es eso, ¿no?
MARTA.- ¡No! Te estoy diciendo que no me gusta llegar a casa. Que me da pánico.
GERARD.- ¿"Pánico"?

126
MARTA.- Sí, pánico.

Pausa larga.

MARTA.- Cuando vengo en coche/


GERARD.- No vuelvas con esa/
MARTA.- Me parecía bonito, entrar aquí, con las adelfas a ambos lados de la carretera/
GERARD.- Y eso qué tiene que ver/
MARTA.- Crecen y crecen. Nadie las poda. Las ramas parece que arañan el coche/
GERARD.- Mira que llegas a ser/
MARTA.- ¿Qué? Veo las flores rosas y... Me producen angustia/
GERARD.- Exagerada.
MARTA.- ¿Exagerada? Y cuando llego aquí, este cartel: "Nerium Park. Promoción en
venta". Y la luz encendida de esta ventana. Nuestro comedor. Siempre nuestro comedor.
Y nada más.
GERARD.- Anda...
MARTA.- Es desolador.
GERARD.- Pronto/
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Eso...
MARTA.- Van pasando las semanas y los meses y no venden nada. Cuanto más tiempo
pase... La gente tendrá menos ganas de venir aquí.
GERARD.- ¿Pero qué dices?
MARTA.- Ni regalados los querrán.
GERARD.- ¡Eso! ¡Ahora regalarán los pisos!
MARTA.- Digo que ni regalados. Todo se irá estropeando y no habrá nadie. Nadie
querrá ir a un lugar nuevo donde todo se estropea porque no hay nadie.
GERARD.- ¿Qué se ha estropeado?
MARTA.- ¡El ascensor! Joder, ya hace casi un mes que deberían haber venido a
arreglarlo.
GERARD.- Dijeron que vendrían.
MARTA.- Y cada vez será una cosa más. Y otra. Y otra/
GERARD.- ¿Estás diciendo...
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Tonterías.
MARTA.- No. No son tonterías.
GERARD.- Has tenido un mal día.
MARTA.- No.
GERARD.- Es eso.
MARTA.- Y tú insistes/
GERARD.- Yo sólo/
MARTA.- Insistes. Aquí, no. Aquí nadie querría tener hijos. Eso es lo que pasa.
GERARD.- Pensaba que/
MARTA.- Insistes. Te molesta que te diga que... Pero... ¿No lo ves? ¿Quieres un hijo en
un parque en el que no hay otros niños con los que jugar? Bueno... Ni en el parque, ni
en la piscina... Ni en ninguna parte. Ni otros niños, ni nadie más. Ahora mismo, en este
lugar, no dan ganas de tener hijos, al contrario. Ni de tener hijos, ni de vivir.

127
Pausa.

GERARD.- No me habías dicho nada.


MARTA.- ¿Qué te tenía que decir?
GERARD.- Que... Esto. Que te pasa esto.
MARTA.- No me gusta este lugar. De esta manera, quiero decir. Eso es lo que pasa.

Pausa larga.
MARTA coge de nuevo los informes y vuelve a tumbarse en el sofá.
GERARD se queda unos segundos ausente.

GERARD.- Lo que no me gusta es que estemos así.


MARTA.- Ya... ¿Crees que a mí sí?
GERARD.- No. Claro que no.
MARTA.- La culpa es... Es todo esto que... Estoy nerviosa. No me gusta. Y me hace
estar... De verdad que lo siento.
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- (Cogiendo los informes que estaba leyendo.) Tendremos que prescindir de al
menos un diez por ciento de los trabajadores. Un diez por ciento, Gerard. Es mucha
gente. ¿Te crees que me gusta tener que tomar este tipo de decisiones?
GERARD.- Es parte de tu/
MARTA.- ¿Sí?
GERARD.- Sabes que/
MARTA.- Contratar es una cosa, pero... Pero últimamente parece que sólo es renovar o
despedir. Bueno... renovar cada vez menos,.. Y eso de mirar resultados, caso por caso,
para ver cuáles son las personas... Y lo peor es tener que comunicarlo. Al menos dos de
estas personas tienen nuestra edad y tienen hijos. Entiendes que esté/
GERARD.- Sí. Pero entonces no haríamos nada.
MARTA.- Y en tu empresa, tres cuartos de lo mismo... Sabes cómo van las cosas.
GERARD.- No te/
MARTA.- Y encima, cada día vuelvo más tarde/
GERARD.- Te entiendo, pero...
MARTA.- Sí... Tienes razón. Sí... Lo siento.

GERARD comienza a acariciarle las piernas.


Se observan.

MARTA.- ¿Tienes ganas de salir?


GERARD.- La verdad, no. ¿Tú?
MARTA.- ¿Nos quedamos?

GERARD sonríe y sigue acariciándole las piernas.


Finalmente, las separa suavemente.

128
MARTA.- (Sonríe.) Ah...
GERARD.- ¿Qué? ¿Qué pasa?
MARTA.- Nada.
GERARD.- ¿Seguro?
MARTA.- Mmmm... Ah...
GERARD.- Me encanta cuando te pones caliente tan rápido...

MARTA Sonríe. Está excitada.


GERARD le quita las bragas y pone la cabeza entre sus piernas.
MARTA se deja hacer.
Empieza a suspirar.
MARTA observa algo y se incorpora repentinamente.

MARTA.- (Sin dejar de mirar al frente.) Gerard...


GERARD.- Pero...
MARTA.- Déjalo. ¡Déjalo ya!
GERARD.- ¿Qué pasa?

MARTA se levanta del sofá y se sitúa en primer término.

GERARD.- ¿Me lo dices?


MARTA.- ¡Había alguien mirándonos!
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Un hombre. Allí, en esa ventana. Cuando se ha dado cuenta de que lo he
visto ha apagado la luz.
GERARD.- Quizás/
MARTA.- ¡Estaba allí, mirándonos!
GERARD.- ¿En el piso que enseñan?
MARTA.- ¡No, en ése!
GERARD.- No es el que enseñan/
MARTA.- No... Por eso... ¿Cómo podía ser que hubiera luz?
GERARD.- Quizás te lo ha parecido/
MARTA.- No... ¡He visto luz! ¡Nos estaba mirando! Estoy segura.
GERARD.- El reflejo de una de las farolas…
MARTA.- ¡Que no!
GERARD.- Quizás/
MARTA.- ¿Quizás qué?
GERARD.- (...)
MARTA.- ¿Quién puede estar en un piso un sábado por la noche?

129
{F E B R E R O}

MARTA con una taza en las manos.


GERARD la escucha.

MARTA.- ...Ha sido muy desagradable.


GERARD.- ¿Pero te ha hecho algo?
MARTA.- Me esperaba en la puerta, a la salida.
GERARD.- Pero... ¿Qué quería? ¿Qué ha hecho?
MARTA.- Me ha llamado, por mi nombre, y me ha cogido por el brazo.
GERARD.- ¿Ibas sola?
MARTA.- Sí...
GERARD.- ¿Ha sido agresivo?
MARTA.- Sabía mi nombre. Me ha cogido por el brazo. ¿Qué te parece?
GERARD.- Trabajáis en la misma empresa.
MARTA.- Yo le he preguntado quién era/
GERARD.- ¿No lo conocías?
MARTA.- La empresa es muy grande. Trabaja mucha gente.
GERARD.- Pero él te conocía.
MARTA.- Sí, pero yo no sabía quién era él. (Pausa.) En cuanto me lo dijo, ya me he
dado cuenta.
GERARD.- ¿No lo habías visto nunca?
MARTA.- Está en otra planta.

130
GERARD.- No había ido nunca a firmar un documento o/
MARTA.- Sí, quizá sí. Pasa mucha gente. Tampoco es tan grave que no lo haya visto
nunca o no lo haya reconocido, ¿no?
GERARD.- No. No te estaba diciendo eso.

Pausa.

MARTA.- El caso es que me ha dicho quién era y que si le echaban le estaban haciendo
una putada enorme. Que su ex mujer está en el paro desde hace más de un año, que
tienen una niña... Que no sabe cómo hará si le echan a la calle. "Si le ponemos en la
calle". Esto ha dicho. Si le echamos…
GERARD.- Pobre...
MARTA.- Es lo único que se te ocurre/
GERARD.- Debía de estar desesperado.
MARTA.- Ni que fuera yo la que me dedico a despedir a la gente...
GERARD.- Relacionaría que eres de recursos/
MARTA.- ¿Y qué?
GERARD.- Ha hecho asociación de ideas/
MARTA.- Te lo estoy contando y...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Parece que le justificas. O que me acusas.
GERARD.- No. Sólo intentaba... No. No lo hago.

Pausa.

MARTA.- No tiene ningún derecho a esperarme, a atacarme de esa manera y decirme


cosas como que hará un disparate.
GERARD.- ¿Eso te ha dicho?
MARTA.- Sí.
GERARD.- ¿Y qué has hecho?
MARTA.- Le he dicho que yo no lo decido... Que sólo me dedico a hacer informes y
evaluar y... que no me parecía bien que me dijera todo aquello.
GERARD.- ¿Y él?
MARTA.- Estaba fuera de sí. Le he dicho que me soltara el brazo. Y me ha dejado.
GERARD.- ¿Estás bien?
MARTA.- Estoy alterada. ¿Cómo quieres que esté?
GERARD.- No sé qué decirte...
MARTA.- Ya me lo has dejado claro. Has dicho que "debía de estar desesperado".
GERARD.- Es comprensible.
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Que esté desesperado.
MARTA.- Ya... pero eso no le da derecho a... Y después todavía me ha dicho que para
mí era muy fácil desentenderme y decir que no soy yo... Y también que mientras a unos
se los quitarán de encima de mala manera -"nos los quitaremos de encima", esto es lo
que ha dicho-, otros podemos comprarnos un piso en una buena urbanización...
GERARD.- ¿Cómo lo sabía?

131
MARTA.- No sé... Trabajamos en la misma empresa...
GERARD.- Pero has dicho que no os conocíais.
MARTA.- Parece que eso sí lo sabía…
GERARD.- Y también quién eres.
MARTA.- Antes de irse me ha mirado fijamente a los ojos...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- "El día que seas madre, me entenderás". Eso me ha dicho.

Pausa.

GERARD.- La gente suele decir cosas así y/


MARTA.- ¿Sí?
GERARD.- Sí, claro/
MARTA.- Era como si lo supiese.
GERARD.- ¿Qué iba a saber?
MARTA.- No sabes cómo lo ha dicho y cómo me miraba... Desafiante.
GERARD.- ¿Se lo has contado a alguien?
MARTA.- No. Todavía no. Es demasiado pronto... Ya te dije que al menos querría
esperar un par de semanas.
GERARD.- De la manera que lo ha dicho... Es una forma de hablar... No lo tienes que
interpretar literalmente. ¿No lo has dicho a nadie de la empresa?
MARTA.- No.
GERARD.- ¿Ni a Patrícia?
MARTA.- No, tampoco. A nadie.
GERARD.- Dijo esto como podría haber dicho cualquier otra cosa/
MARTA.- Era como si lo supiera. Por cómo lo ha dicho y cómo me miraba... Me ha
asustado, Gerard.

Pausa larga.

GERARD.- ¿Y qué piensas hacer?


MARTA.- ¿Qué quieres decir?
GERARD.- Es uno de los... ¿Es posible que lo despidáis?
MARTA.- Podría ser cualquiera.
GERARD.- Cualquiera, no.
MARTA.- Sí. Cualquiera.
GERARD.- Su caso concreto... ¿Es posible? Su nombre está entre las personas...
MARTA.- No es de los peores... Su rendimiento no es brillante, pero... (Pausa.)
Supongo... No. No lo sé. No es de los peores casos. No sé...
GERARD.- Pues... Quizás... Podrías tranquilizarlo o...
MARTA.- No puedo hacer eso.
GERARD.- ¿Por qué no?
MARTA.- Hay muchas personas como él: colgando de un hilo, con familia, con
responsabilidades... Ni podía darle esa información, ni él tenía que actuar de esta
manera.
GERARD.- Pero has dicho/

132
MARTA.- Haciendo lo que ha hecho...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- No se lo pone fácil.
GERARD.- ¿Qué quieres decir?
MARTA.- Que no debería haberlo hecho. Sencillamente.

MARTA se va a la cocina a dejar la taza.


GERARD se queda solo, ensimismado.

GERARD.- Mierda...

GERARD se pone a llorar.


MARTA vuelve a entrar. Le cuesta reaccionar.

MARTA.- Pero... ¿Qué te pasa? ¿Qué... ¿Qué significa esto?


GERARD.- Nada.
MARTA.- ¿Cómo que nada?
GERARD.- Estoy bien.
MARTA.- Te pones/
GERARD.- Ya está...
MARTA.- ¿Cómo que ya está? ¿Cómo puedes decir/
GERARD.- Sí, estoy bien.
MARTA.- Pero/
GERARD.- Pensaba que no, que no podía ser yo, pero sí. Estoy entre los ocho.
MARTA.- ¿Qué quieres decir?
GERARD.- Que me han despedido, hostia.
MARTA.- Pero... ¿Por qué no me has dicho/
GERARD.- No sabía...
MARTA.- ¿Cuándo te lo han dicho?
GERARD.- Hace tres días.
MARTA.- ¿Tres días?
GERARD.- (...)

Pausa.

MARTA.- Encontraremos algo. No sufras. Seguro que sí/


GERARD.- Ya...
MARTA.- Con mi sueldo no debemos preocuparnos y/
GERARD.- No entiendo por qué yo... Cualquier otro...
MARTA.- Eso...
GERARD.- Es que no me lo explico, hay mucha otra gente que/
MARTA.- Eso es...

133
Pausa.

MARTA.- Gerard... (Pausa.) ¿Por qué no me habías dicho nada antes?


GERARD.- Es que no sabía cómo decírtelo.

134
{M A R Z O}

El piso a oscuras.
El equipo de música está encendido.

La puerta de la entrada está entreabierta.


Entra MARTA y enciende la luz. Ya se le empieza a notar
un poco la barriga.
Hay algunas cervezas y un cenicero lleno.
También hay un par de cajas apiladas y algunos objetos.
MARTA mira extrañada.
Apaga el equipo de música.
Se acerca a donde están las cervezas.
Hace un gesto de malestar, como si le dieran náuseas.

MARTA.- ¿Gerard? (Pausa.) ¿Gerard? (Pausa.) ¿Estás aquí? Gerard...

MARTA abre las puertas de las otras habitaciones.


Vuelve al living con una bolsa de basura. Vuelve a hacer
un gesto de malestar, como si fuera a vomitar.

Lo tira todo dentro de la bolsa.


Se acerca a la ventana que hay en primer término. La abre.
Observa durante unos segundos.
Finalmente saca el teléfono móvil y se dispone a llamar.
La puerta se abre. Entra GERARD.

135
MARTA.- Se puede saber qué quiere decir/
GERARD.- ¿Qué pasa?
MARTA.- Eso me gustaría, que me contaras qué pasa.
GERARD.- Tranquila.
MARTA.- ¡La puerta estaba abierta!
GERARD.- He salido a/
MARTA.- Te vas, dejas la puerta abierta como si nada, pero/
GERARD.- Volvía ahora.
MARTA.- ¿Volvías de dónde?
GERARD.- (Yendo a cerrar la ventana.) Hace fresco.
MARTA.- Déjalo, que se ventile un poco. A ver si se va ese olor a... (Refiriéndose a los
restos de bebida y tabaco.) ¿Y esto? Al menos podrías recogerlo... Me han entrado
ganas de/
GERARD.- ¿Te encuentras bien?
MARTA.- Este olor a tabaco y cerveza...
GERARD.- Lo siento/
MARTA.- Y la música... (Donde están las cajas.) Y estas cajas, el colchón hinchable...
GERARD.- ¿La música?
MARTA.- Estaba a todo volumen.
GERARD.- Ah...
MARTA.- Me he asustado.
GERARD.- ¿De qué?
MARTA.- ¿De qué va a ser? Me encuentro la puerta abierta, la música... Todo esto
aquí. No estabas... No entiendo nada.

MARTA hace un gesto para llevarse la bolsa.

GERARD.- Déjalo.
MARTA.- ¿Te has bebido todo esto?
GERARD.- Marta...
MARTA.- ¿Qué coño has estado haciendo?
GERARD.- Hemos estado hablando y bebiendo un poco... Me parece que te estás
pasando... Si me escuchas....
MARTA.- ¿Tú y quién?
GERARD.- ¿Me dejas que te lo cuente? (Pausa.) Sergi/
MARTA.- ¿Qué Sergi?
GERARD.- Hace un par de días que se ha instalado aquí. Hemos ido abajo... a
enseñarle/
MARTA.- No sabía que había llegado alguien nuevo.
GERARD.- Todo esto nosotros no lo usamos y a él le haremos un favor.
MARTA.- Pero no había que dejar la puerta abierta/
GERARD.- ¿Quién querías que entrase?
MARTA.- No sé... Pero no hacía falta.
GERARD.- Era un momento y/
MARTA.- Ni dejarlo todo así.
GERARD.- Lo siento.
MARTA.- Me he asustado. Tampoco me parece tan extraño...
GERARD.- Tienes razón...

136
MARTA.- Ya está. Yo también lo siento.

Pausa.

GERARD.- ¿Todo bien?


MARTA.- Complicado. Un día complicado.
GERARD.- He preparado la cena.
MARTA.- No tengo mucha hambre...
GERARD.- ¿Te encuentras bien?
MARTA.- Sí, me encuentro bien.
GERARD.- ¿Se te ha pasado el mareo?
MARTA.- Ya está.
GERARD.- ¿Seguro?
MARTA.- No empieces... Los primeros meses es normal.
GERARD.- Podría haber abierto la ventana.
MARTA.- No pasa nada.
GERARD.- Lo acabo de recoger y cenamos.
MARTA.- ¿Y cómo es?
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- El vecino.

Pausa.

GERARD.- Ah... Un tío... normal.


MARTA.- Pero... Es una familia o...
GERARD.- No. Es él solo.
MARTA.- Ah... Solo... Aquí... Un piso grande... Pensaba que sería una familia o... o
una pareja...
GERARD.- No.
MARTA.- ¿Y qué edad tiene?
GERARD.- (Encogiéndose de hombros.) La nuestra. Más o menos.
MARTA.- ¿Y a qué se dedica?
GERARD.- ...No lo sé.
MARTA.- ¿No lo sabes?
GERARD.- Acabamos de conocernos esta tarde.
MARTA.- (Mirando las cervezas.) ¿Habéis estado aquí, tomándoos todo esto y... no
sabes lo que hace?
GERARD.- No.
MARTA.- Pues... ¿De qué ha hablado?
GERARD.- (...)
MARTA.- Gerard...
GERARD.- De todo y de nada en concreto.
MARTA.- ¿Qué quieres decir? (Pausa.) ¿Qué... qué pasa?

Pausa larga.

137
GERARD.- Pues que... No trabaja de nada.
MARTA.- ¿Qué quiere decir que no trabaja de nada?
GERARD.- Eso: no trabaja de nada.
MARTA.- ¿No trabaja de nada y se compra un piso aquí?
GERARD.- Ya...
MARTA.- No, "ya", no.
GERARD.- Eso.
MARTA.- "Eso"... ¿Qué?
GERARD.- Se ha instalado aquí, pero no... no se ha comprado ningún piso.
MARTA.- Pero... ¿Qué... ¿Qué me estás diciendo?
GERARD.- Eso.
MARTA.- ¿Es una broma?
GERARD.- No. Se ha instalado en el trastero.
MARTA.- En el trastero.
GERARD.- En uno de los cuartos para las bicicletas.

Pausa larga.

MARTA.- Eso no tiene ninguna gracia.


GERARD.- El colchón hinchable no lo usamos y a él... Y las otras cosas...
MARTA.- Te digo que no tiene ninguna gracia.
GERARD.- No es una broma.
MARTA.- Me cuesta creerlo.
GERARD.- ¿El qué?
MARTA.- Un sin techo.
GERARD.- Sí.
MARTA.- Deberías haber empezado por ahí. No es un vecino. No es alguien que ha
venido a vivir aquí. Es alguien que no tiene casa. Le querías... Ni hablar, no dejaremos
que se instale.
GERARD.- ¿Por qué no?
MARTA.- ... Porque...
GERARD.- Sí. ¿Por qué?
MARTA.- Porque... (Pausa.) ¡Eso no tiene ningún sentido!
GERARD.- Hasta hace cuatro días, te quejabas de que estábamos solos/
MARTA.- ¡No es lo mismo!
GERARD.- Este hombre/
MARTA.- ¡Esto es absurdo!
GERARD.- /Lo necesita.
MARTA.- ¿Qué quieres? ¿Que esto se convierta en el centro de acogida de la gente que
no tiene casa?
GERARD.- Me ha parecido una buena persona, alguien que está pasando un mal
momento/
MARTA.- Debemos llamar a la inmobiliaria, eso es lo que tenemos que hacer.
GERARD.- Este hombre dormía a la intemperie.
MARTA.- Gerard... (Pausa. Intenta serenarse.) ¿Cuántos días hace que este hombre
está corriendo por ahí?

138
GERARD.- Dos.
MARTA.- ¿Te acuerdas de aquel hombre que nos observaba, que apagó la luz cuando lo
vi?
GERARD.- De eso hace meses.
MARTA.- ¿Qué te hace pensar que no era él?
GERARD.- No era él. Dijiste que era en uno de los pisos/
MARTA.- Sí, ¿y qué?
GERARD.- Ni siquiera sabemos seguro si había alguien/
MARTA.- Yo lo vi/
GERARD.- Ha dicho que lleva dos días aquí.
MARTA.- Podría mentir. ¿Por qué tendría que ser verdad?
GERARD.- ¿Y por qué tendría que inventárselo? No me ha parecido que/
MARTA.- No me lo puedo creer... Le has dejado entrar en casa; le enseñas
no sé qué... Le das cosas... ¿Qué más... ¿No pensabas ni consultarme?
GERARD.- No me imaginaba que te lo tomarías de esta manera.
MARTA.- Es que... Me cuesta creerlo. Te lo juro. No ves que/
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- ¿Cómo quieres que me ponga?
GERARD.- Tiene nuestra edad. No tiene trabajo. No tiene nada.
MARTA. – Lo siento mucho, sí... Pero... No es problema nuestro.
GERARD.- ¿No?
MARTA.- No.
GERARD.- Sólo unos días... Está de paso... Y con este tiempo... ¡No se ha metido en
ningún piso! ¡En el trastero, Marta! ¡En el trastero! ¡La habitación para guardar las
bicicletas! ¡Y ni siquiera tenemos bicicletas!

Pausa larga.

MARTA.- Es que...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- No me gusta.
GERARD.- ¿Por qué?
MARTA.- No me siento tranquila.
GERARD.- ¿Y qué te hace no estarlo?
MARTA.- ¿Crees que lo puedo estar con un hombre como éste corriendo por ahí? ¿En
qué trastero?
GERARD.- Y eso qué/
MARTA.- ¿En el que hay al lado de nuestro aparcamiento?
GERARD.- No.
MARTA.- ¿En cuál?
GERARD.- En el primer bloque. Ni siquiera está en nuestro edificio. Marta... No tienes
ni por qué cruzártelo. Le estamos haciendo un favor.
MARTA.- No somos una ONG. No sabemos quién es, de dónde viene... ¿Por qué no
tiene a nadie, eh? ¿Has pensado en eso?... Vete a saber qué historial tiene... Si es un
alcohólico, si está enfermo... Si/
GERARD.- Pero... ¿tú te oyes? ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?

139
Pausa larga.

MARTA.- Es que... (Pausa.) No sabemos nada de este hombre.


GERARD.- Ni de él ni de nadie.
MARTA.- No me gusta que un desconocido se haya instalado aquí, de esta manera.
GERARD.- ¿Qué lo hace diferente de otro vecino?
MARTA.- Que no lo es, Gerard... No ha comprado ningún piso/
GERARD.- ¡Pero si no puede! ¡Ni quiere un piso! Marta: El trastero... ¡Con
esto le basta! ¿Le negaremos que duerma en el trastero?

140
{A B R I L}

MARTA está al lado de la mesa. Hace números de algo.


GERARD está acostado en el sofá.

MARTA.- Nos faltan dos sillas.


GERARD.- En la terraza hay cuatro.
MARTA.- De todas formas nos faltan dos. Ya contaba con esas.
GERARD.- ¿Y los taburetes de la cocina?
MARTA.- Para comer no son muy cómodos.
GERARD.- Si no hay otra cosa...
MARTA.- Son demasiado altos.
GERARD.- Ya nos sentaremos nosotros.
MARTA.- Pero es que/
GERARD.- Sí que seremos un montón.
MARTA.- A Patrícia y a mí nos hacía ilusión celebrarlo y queríamos que viniera toda la
gente de recursos.
GERARD.- ¿Todos?
MARTA.- Hombre... Es feo. Si alguien sabe que hemos hecho una comida y que no le
hemos dicho nada...
GERARD.- Ya...
MARTA.- Además, ya se lo hemos dicho a todo el mundo.
GERARD.- Ah... caray... Soy el último en/
MARTA.- Es que si no pones una fecha, las cosas terminan no haciéndose. Vamos
hablando, hablando... Y al final ya habremos parido las dos.
GERARD.- Pues que alguien traiga dos sillas.

141
MARTA.- Sí, hombre...
GERARD.- ¿Por qué no?
MARTA.- Lo encuentro...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- No sé... Queda como... No, no...
GERARD.- Pues si no quieres usar los taburetes y no hay más sillas...
MARTA.- Compraré un par.
GERARD.- No necesitamos dos sillas.
MARTA.- Si hacemos una comida y quedamos cortos de sillas, quizá sí las
necesitamos.
GERARD.- Quedarán plegadas en un rincón.
MARTA.- Pero es que de aquí al sábado... Es ya.
GERARD.- No me parece tan mal decir que no tenemos suficientes sillas y que alguien
traiga dos.
MARTA.- No, no...
GERARD.- ¿Y qué haremos con ellas después?
MARTA.- Dos sillas nunca sobran.
GERARD.- Lo que no nos sobra/
MARTA.- No seas... Tenemos espacio y... las hay baratas.
GERARD.- Conociéndote...
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Las acabarás comprando y no serán las más baratas.

Pausa.

MARTA.- Patrícia dijo que vendrá a echarme una mano con la comida.
GERARD.- Me parece que escaparé.
MARTA.- Es buena tía...
GERARD.- Habla mucho. Demasiado.
MARTA.- Pues es muy eficiente.
GERARD.- Y cotilla.
MARTA.- Es mi amiga.
GERARD.- Seguro que querrá ayudarme a encontrar trabajo... Todo un equipo de
recursos humanos... Y un parado. Parece un chiste. Será divertida esta comida.
Podríamos invitar a Sergi.

GERARD se ríe de lo que él mismo ha dicho.


Pausa.

GERARD.- ¿Y de cuánto está ella?

Pausa.

MARTA.- Tres semanas más que yo.

142
GERARD.- Parece que vais sincronizadas.
MARTA.- Mañana cuando salga voy a comprar las sillas.

Pausa.

GERARD.- ¿Le has contado lo de Sergi?


MARTA.- ¿A quién?
GERARD.- A Patrícia.
MARTA.- ...Sí.
GERARD.- No me lo habías dicho.
MARTA.- Sí, se lo he contado.
GERARD.- ¿A alguien más?
MARTA.- No.

Pausa.

GERARD.- ¿Qué te ha dicho?


MARTA.- Que deberíamos avisar a los servicios sociales. Ella también lo piensa.
GERARD.- ¿Y si él no quiere?
MARTA.- Esta conversación ya la hemos tenido y siempre acabamos/
GERARD.- Tiene que querer él.
MARTA.- Cuanto más tardemos en solucionarlo, más costará que se vaya.
GERARD.- Ah... Es eso. ¿Eso lo ha dicho Patrícia, o lo piensas tú?
MARTA.- Dijiste que serían unos días y ya hace un mes que está aquí. Incluso más.
GERARD.- Sí.

Pausa.

MARTA.- Patrícia...
GERARD.- ¿Qué más dijo?
MARTA.- Si ocurriera cualquier cosa...
GERARD.- ¿De qué?
MARTA.- Un accidente.
GERARD.- ¿Qué tipo de accidente?
MARTA.- Sergi fuma, ¿no?
GERARD.- ¿Cómo lo sabes, si no lo has/
MARTA.- Porque lo hizo aquí. El día que lo conociste y le invitaste a subir.
GERARD.- Sí, fuma. Fuma. Fuma…
MARTA.- Espero que no vuelvas/
GERARD.- ¿A dejarlo subir? Tranquila que está lejos/
MARTA.- La idea de encontrármelo/
GERARD.- No molesta. Y está en otro bloque. Ni te lo has encontrado... ¿A que no? No
te lo has encontrado, si eso es lo que te preocupa.
MARTA.- Quería decir que no te vuelvas a enganchar.

143
GERARD.- Hace meses que no/
MARTA.- Y mejor que no fume en el trastero.
GERARD.- ¿Por qué?
MARTA.- No sé... Podría...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Un accidente.
GERARD.- Un accidente, ya lo has dicho.
MARTA.- Si ocurriera cualquier cosa...
GERARD.- ¿Como qué?
MARTA.- Los del seguro, si supieran que hemos dejado que este hombre/
GERARD.- Se llama Sergi/
MARTA.- /Que Sergi... que lo hemos dejado quedarse...
GERARD.- ¿Qué pasaría?
MARTA.- Si hubiera un accidente... quizás el seguro no nos lo cubriría...
GERARD.- ¿Eso podría ocurrir?
MARTA.- Le hemos dejado quedarse.
GERARD.- ¿Podría pasar eso?
MARTA.- Deberíamos cargar con la hipoteca y unos desperfectos que la aseguradora
quizá no querría cubrir. Deberíamos pagarlo nosotros y no nos lo podemos permitir. ¿Lo
has pensado?
GERARD.- ¿Por qué no iba a cubrirlo?
MARTA.- Porque hemos dejado que este hombre se quede. Porque lo hemos
permitido. No nos la podemos jugar porque/
GERARD.- Eso te ha dicho Patrícia...
MARTA.- ...Sí.
GERARD.- ¿Y ella cómo lo sabe?
MARTA.- No lo sé.
GERARD.- ¿De dónde lo ha sacado?
MARTA.- Tampoco lo sé...
GERARD.- No sabemos si es verdad.
MARTA.- Pero si lo es... Deberíamos informarnos.
GERARD.- Te ha dicho eso sin saberlo a ciencia cierta.
MARTA.- Podría ser.
GERARD.- No está en nuestro bloque.
MARTA.- Ya...
GERARD.- Y quizás no es verdad lo que ha dicho Patrícia.
MARTA.- Ya... Pero... No me extrañaría nada.
GERARD.- ¿Hace mucho que se lo contaste?
MARTA.- Deberías decirle que no fume en el trastero. Que tenga cuidado.
GERARD.- ¿Por qué se lo has contado?
MARTA.- No sé por qué no iba a hacerlo.
GERARD.- No sé por qué se lo tenías que contar.
MARTA.- Trabajamos juntas. Somos amigas. Por eso se lo he dicho.
GERARD.- Ya.
MARTA.- ¿Te parece mal que lo haya hecho?
GERARD.- No. Claro que no.

Pausa.

144
GERARD.- Y de los que vendrán a comer... ¿Quién más lo sabe?
MARTA.- Sólo Patrícia.

Pausa.

GERARD.- Y el sábado... ¿Estarán mucho rato?


MARTA.- No sé. ¿Qué quieres decir?
GERARD.- ¿A qué hora vendrán?
MARTA.- A la hora de comer. Patrícia un poco antes, para ayudarme.
GERARD.- ¿Les vas a dejar fumar en casa?
MARTA.- Gerard... La idea es que si hace buen tiempo/
GERARD.- Sobremesa.
MARTA.- Sí, que estén aquí un rato. Me hace ilusión.
GERARD.- Claro... Lo de las sillas/
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Yo iré a correr. Al bosque.
MARTA.- ¿Qué quieres decir?
GERARD.- Una silla menos.
MARTA.- ¿Cómo que vas a correr?
GERARD.- Es lo que me apetece.
MARTA.- ¿Vienen mis compañeros y tú vas a correr?
GERARD.- Sí.
MARTA.- ¿Lo dices en serio?
GERARD.- Con Sergi.
MARTA.- Pero... ¿qué me estás diciendo?
GERARD.- Vamos a correr.
MARTA.- Gerard... No jodas...
GERARD.- De verdad.
MARTA.- No sé qué te dio ahora.
GERARD.- Hace días que lo hablamos.
MARTA.- ¿El qué?
GERARD.- De ir a correr al bosque.
MARTA.- ¿Pero el sábado? ¿Precisamente el sábado? El sábado, no.
GERARD.- ¿Por qué no?
MARTA.- ¿Qué van a pensar?
GERARD.- Inventa algo.
MARTA.- Parecerá... Será raro que no estés.
GERARD.- Son tus compañeros de trabajo. A algunos ni los conozco.
MARTA.- No te entiendo.
GERARD.- ¿Qué es lo que no entiendes?
MARTA.- Eso.

Pausa.

145
GERARD.- Es muy fácil. Iré a correr con Sergi. Podéis estar tranquilos, que no nos
veréis a ninguno de los dos.

146
{M A Y O}

GERARD está sentado en el sofá.


MARTA sale de una de las habitaciones.

GERARD.- ¿Cómo os deshacéis del personal cuando los echáis de vuestra empresa?
MARTA.- ¿Perdón?
GERARD.- ¿Cómo os libráis de ellos?

Pausa.

MARTA.- No me gusta esta/


GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Pregunta/
GERARD.- ¿Qué pasa?
MARTA.- Esta mala leche.
GERARD.- Es que/
MARTA.- ¿Qué? Sabes que lo pasé muy mal con todo lo de los despidos.
GERARD.- Llevo dándole vueltas todo el día. No me lo has contado nunca. Me gustaría
que lo hicieras.
MARTA.- Estoy cansada. Llevo todo el día trabajando.
GERARD.- Claro. (Pausa.) A veces pienso que no sé nada de ti, allí, de cómo eres en el
trabajo.
MARTA.- No sé si te entiendo, ni tampoco si quiero entenderte.
GERARD.- ¿No me contestas?

147
Pausa.

GERARD.- Sergi/
MARTA.- ¡Otra vez! ¿Qué pasa con Sergi?
GERARD.- Oyes su nombre/
MARTA.- Te dije que no me gustaba y ya lleva dos meses o más por aquí. Cuánto
tiempo se supone/
GERARD.- Lo que necesite.
MARTA.- ¡Ah! Tú tienes la última palabra...
GERARD.- Sergi/
MARTA.- ¿Qué te ha metido en la cabeza?
GERARD.- ¡Nada! (Pausa larga.) ¿Quieres saber cómo se lo quitaron de encima en su
empresa? (Pausa.) Le dijeron que le echaban y que ese mismo día se podía llevar sus
cosas. Una persona se encargó de acompañarle hasta su sitio y se quedó allí junto a la
que había sido su mesa durante todo el tiempo que estuvo trabajando. Esa persona no se
movió de su lado mientras él vaciaba los cajones e iba cogiendo todas y cada una de sus
cosas. Estuvo allí, pendiente de él y controlando que no se llevara nada de la empresa,
ni siquiera un folio o una carpeta. O que no se le ocurriera llevarse documentos o
cualquier otra cosa del ordenador con un lápiz de memoria. Esa persona estuvo allí a su
lado, solamente observándolo y sin ni siquiera dirigirle la palabra para que esto no
ocurriera. Cuando lo recogió todo, lo acompañó hasta la puerta. Sólo le dijo: "Adiós y
buena suerte". (Pausa.) ¿También lo hacéis así vosotros?

Pausa.

MARTA.- Las empresas tienen que evitar que los trabajadores que se van/
GERARD.- Le echaron.
MARTA.- /Se lleven información que les pueda perjudicar.
GERARD.- También lo hacéis.

Pausa.

MARTA.- No es agradable, pero es una práctica muy habitual para evitar el espionaje...
que algunos trabajadores se lleven información y la utilicen en contra... por despecho o
por encontrar otro trabajo.
GERARD.- No creo que se dedicara al espionaje.
MARTA.- Ya... pero/
GERARD.- Supongo que sólo quería mantener su trabajo. Nada más.
MARTA.- Pero deben asegurarse de que no utilicen nada en contra de la empresa.
GERARD.- Le echaron a la calle. Tampoco hacía falta humillarlo.

148
Pausa larga.

GERARD.- Hablas como/


MARTA.- ¿Como qué?
GERARD.- Como si lo encontraras normal pero, en cambio, te desentiendes.
MARTA.- ¿Qué quieres decir?
GERARD.- Lo cuentas como si yo fuera el despedido/
MARTA.- No digas/
GERARD.- /Como si quisieras dejar claro que esto no tiene nada que ver contigo.
MARTA.- ¡Es que esto no tiene nada que ver conmigo! ¡Yo no me he inventado
las normas!
GERARD.- ¿Lo has hecho alguna vez?
MARTA.- ¿El qué?
GERARD.- Comunicar a alguien que no tiene que volver y acompañarlo hasta su mesa
y asegurarte de que no se lleva nada.

Pausa larga.
Casi un silencio.

MARTA.- Ya te lo he dicho, llevo todo el día trabajando.


GERARD.- Sergi/
MARTA.- Otra vez...
GERARD.- Cuando me lo contó... Ya sé que no te gusta, pero... ¿También piensas que
había que tratarlo de esta manera? Bastantes problemas tenía. No me extraña que...
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- Que lo abandonara todo. Que tirara la toalla.
MARTA.- Si todo el mundo hiciera lo mismo...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Hay mucha gente que tiene problemas y lucha por intentar salir.
GERARD.- La hipoteca... Su ex mujer, que ya llevaba tiempo en el paro, la
mensualidad... Y por si fuera poco, su hija tiene una enfermedad...

Pausa.

MARTA.- ¿Qué enfermedad?


GERARD.- Una discapacidad.
MARTA.- Una discapacidad... pero... ¿qué tipo de/
GERARD.- No lo sé.
MARTA.- Y con su hija/
GERARD.- No sé.
MARTA.- Dices que está enferma/
GERARD.- Es como si no existiera toda esa parte de su vida. No quiere hablar y yo
tampoco le pregunto. Le respeto.
MARTA.- Pero... Se fue y...
GERARD.- ¿Y ahora por qué te ha entrado este interés? Te digo que no lo sé.

149
Pausa.

MARTA.- No sé por qué me haces esto...


GERARD.- ¿El qué?
MARTA.- No me hace ninguna gracia.
GERARD.- No te entiendo.
MARTA.- Y no me gusta.
GERARD.- ¿De qué hablas?
MARTA.- Me estás...
GERARD.- Me lo dices, ¿o no?

Pausa.

MARTA.- ¿Recuerdas hace unos meses que te conté que un hombre me esperó a la
salida del trabajo, pidiéndome -suplicándome- que no lo echáramos?
GERARD.- Sí.
MARTA.- También se llamaba Sergi.
GERARD.- Es un nombre... Debe de haber muchos Sergis.
MARTA.- ¿Separado? ¿Y con una hija discapacitada?

Pausa.

GERARD.- ¿Fue uno de los despedidos?


MARTA.- Sí...
GERARD.-Me dijiste que no era de los que estaba en una situación más complicada.
MARTA.- Fue uno de ellos. Podía haber sido cualquiera.
GERARD.- ¿Por qué él?
MARTA.- Ya te lo he dicho, podía haber sido cualquiera.
GERARD.- ¿Por qué te esperó a la salida? ¿Por eso?

Pausa.

MARTA.- Unas semanas después de haberlo despedido... Llamó su exmujer.


GERARD.- ¿Qué quería?
MARTA.- Hablar con él. Había desaparecido. Llevaban días sin saber nada. No había
contado a nadie que ya no trabajaba allí. Por la empresa comenzó a correr el rumor de
que se había... Pero, oficialmente, nosotros sólo tenemos aquella llamada de su exmujer
preguntando por él. Estaba divorciado y tenía una hija con una enfermedad. Una
discapacidad. Parece que dejó de pasarles la pensión y... Quizá si no hubiera sido por
eso, habría desaparecido, pero nadie habría llamado preocupándose. No le habrían
echado en falta. (Pausa.) Aquel día en la calle, me dijo que si le despedían haría un

150
disparate. (Pausa.) Yo sólo hice los informes. Me tocó comunicárselo, sí. Y también...
tuve que...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Nada. Yo no me he inventado las normas.

Pausa.

MARTA.- Quiero que Sergi se vaya de aquí. Mañana mismo.

151
{J U N I O}

MARTA observa unas gotas de sangre en el suelo.


Entra GERARD. Va con bañador y lleva una toalla,
que deja en algún sitio.

GERARD.- A esta hora, el agua está buenísima.


MARTA.- ¡Me has asustado!
GERARD.- ¿Qué pasa?
MARTA.- La puerta estaba abierta.
GERARD.- Ah... Debe de haber/
MARTA.- Hay gotas de sangre en el suelo.

Pausa.

GERARD.- Sí...
MARTA.- Llego, encuentro la puerta abierta y gotas de sangre en el suelo...
GERARD.- No te alteres...
MARTA.- No me altero es sólo que/
GERARD.- Tiene una explicación.
MARTA.- ¿Sí? ¿Qué ha pasado?
GERARD.- Estaba en la piscina con Sergi/
MARTA.- /Sergi/

152
GERARD.- /No sé cómo se ha hecho un rasguño y ha empezado a sangrar. Él no tenía
nada para echarse y le he dicho que subiera aquí y se lo curara.
MARTA.- ¿Ha subido solo?
GERARD.- Sí.
MARTA.- ¿No lo has acompañado?
GERARD.- No. Le he dado las llaves/
MARTA.- ¿Le has dado las llaves?
GERARD.- Sí.
MARTA.- ¿Qué ha venido a/
GERARD.- Ha cogido algo del armario del baño/
MARTA.- Le das las llaves y... Ha entrado en nuestra casa/
GERARD.- Marta...
MARTA.- ¡Es que no me lo puedo creer! ¿Dónde está ahora?
GERARD.- Todavía debe de estar en la piscina.

MARTA se acerca a la ventana.

MARTA.- ¡No veo a nadie!


GERARD.- Hace un segundo aún estaba.
MARTA.- No está... ¡No hay nadie!
GERARD.- ¡Pues ha dicho que se quedaría un rato!
MARTA.- ¡Pues no!
GERARD.- Se habrá ido.
MARTA.- No me gusta que des las llaves de casa a un desconocido.
GERARD.- Pero si es/
MARTA.- ¡Un desconocido!
GERARD.- El día que lo conozcas/
MARTA.- Yo no lo conozco. De momento, aún no lo he visto nunca. Entra y sale de
aquí como si fuera su casa. Eso no me gusta.
GERARD.- Calma...
MARTA.- Es que/
GERARD.- Es un buen tipo.
MARTA.- No es un vecino.
GERARD.- Vive aquí.
MARTA.- Ya sabes lo que pienso.

Pausa larga.
MARTA se vuelve a acercar a la ventana.

MARTA.- Quizás está al otro lado... Sólo funciona una de las luces de alrededor de la
piscina.
GERARD.- Sí, deberíamos avisar.
MARTA.- Todo se está estropeando/
GERARD.- Les tendríamos que decir/
MARTA.- ¡Hace un mes que se lo dije y no me hacen caso! Hoy he vuelto a llamar al
administrador de fincas.

153
GERARD.- ¿Por lo de la luz?
MARTA.- Parece como si…
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Nada. Me ha parecido que algo se movía.
GERARD.- Quizás es él.
MARTA.- No. No hay nadie. ¡En la piscina no hay nadie!

Pausa.

GERARD.- Debió de irse. ¿Por qué te pones así?


MARTA.- Ya sabes que este hombre/
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Desde que llegó/
GERARD.- Estás exagerando...
MARTA.- No se puede quedar más tiempo/
GERARD.- Ya te lo he dicho una y mil veces: no era él. No trabajaba en tu empresa. Te
expliqué cómo era y me dijiste que no coincidía con cómo era ese hombre...
MARTA.- Yo todavía no lo he visto y... De todas formas... ¿Ha entrado otras veces?
¿Ha revuelto nuestras cosas? ¿De dónde lo sacó?
GERARD.- ¿El qué?
MARTA.- Lo que te contó/
GERARD.- ¿Qué es lo que no te gusta? ¿Él? ¿Que te recuerde a aquel hombre al que
despedisteis/
MARTA.- ¡Te pasas aquí todo el día!
GERARD.- O que yo no tenga trabajo, como él. ¿Es eso lo que te molesta de verdad?
¡Es eso! ¡Es eso!
MARTA.- Dejémoslo estar.

Pausa larga, incómoda.

GERARD.- Así que has llamado al administrador de fincas.


MARTA.- Sí.
GERARD.- ¿Te han dicho cuándo lo arreglarán?
MARTA.- He pedido que instalen una cámara.
GERARD.- ¿Una cámara?
MARTA.- Sí.
GERARD.- ¿Dónde?
MARTA.- En el garaje. Y quizás alguna más fuera.
GERARD.- ¿Por qué?
MARTA.- Me sentiré más tranquila.
GERARD.- ¿De qué hablas?
MARTA.- ¿Te ha devuelto las llaves?
GERARD.- ¿Qué llaves?
MARTA.- ¡Sergi!
GERARD.- Claro, ¿cómo iba a entrar si no?

154
MARTA.- ¿Porque yo estaba dentro? Y si no hubiera llegado, porque este amigo tuyo, a
quien le dejas las llaves de casa, se ha dejado la puerta abierta. ¿Dónde tienes las llaves?
GERARD.- ¿Qué he hecho?
MARTA.- ¿Dónde están?
GERARD.- Quizás me las he/
MARTA.- ¿Dónde las has metido?

GERARD coge la toalla.

GERARD.- ¡Ah! (Enseñándolas.) Aquí, están aquí.

Pausa.

MARTA.- No quiero que le vuelvas a dejar las llaves.


GERARD.- ¿Qué dices?
MARTA.- Que no quiero que le vuelvas a dejar las llaves y entre en nuestra casa como
si fuera...
GERARD.- ¿Qué? ¿Como si fuera qué?
MARTA.- ¡No quiero que vuelva a entrar en nuestra casa!
GERARD.- ¿Lo dices en serio?
MARTA.- ¡Claro que sí!
GERARD.- ¡Has pedido que instalen cámaras!
MARTA.- Sí.
GERARD.- Ni me has consultado.
MARTA.- Tú también hiciste lo que te dio la gana con este hombre.
GERARD.- Sergi/
MARTA.- Parece que no te importa mi opinión. Se instaló aquí/
GERARD.- En el otro bloque/
MARTA.- Y te dije que no/
GERARD.- No molesta/
MARTA.- Ya lleva meses y no me haces caso. ¡No quieres!
GERARD.- ¡Has pedido que pongan cámaras!
MARTA.- La puerta del garaje también se ha estropeado. Tengo que bajar del coche
para abrirla/
GERARD.- Y eso/
MARTA.- ¡Sólo se estropean cosas desde que este hombre está aquí!
GERARD.- No me hagas reír.
MARTA.- Y me da miedo que... en cualquier momento, en el garaje o donde sea, pueda
salir por algún sitio.
GERARD.- Está en el otro bloque/
MARTA.- De uno de los trasteros/
GERARD.- ¡Estás/
MARTA.- ¡De cualquier rincón!
GERARD.- /paranoica!

155
Pausa larga.

GERARD.- Deberíamos calmarnos.


MARTA.- Sí. Deberíamos calmarnos.

Pausa.

MARTA.- ¿Qué te has hecho aquí?


GERARD.- ¿Dónde?
MARTA.- Aquí, detrás de la pierna.
GERARD.- No sé.
MARTA.- Aquí.
GERARD.- No me había fijado.
MARTA.- Es un arañazo. No puede ser que no te hayas/
GERARD.- ¡No sé cuándo me lo habré hecho!
MARTA.- Es muy grande y... ¿Estás seguro?
GERARD.- Claro. (Pausa.) Claro que estoy seguro.
MARTA.- Has dicho que era Sergi/
GERARD.- Sí...
MARTA.- Eres tú el que/
GERARD.- Él también.

Los dos se quedan mirándose sin decir nada.


Finalmente, GERARD se va.

MARTA.- ¡Gerard! ¿Dónde vas? ¡Gerard!


GERARD.- Me voy al baño, a limpiármelo.

GERARD entra al baño.


MARTA se queda preocupada.

156
{J U L I O}

No hay nadie en el living.


Se abre la puerta que da afuera. Entra GERARD.
MARTA sale de la cocina.

MARTA.- Cuando tengamos a nuestro hijo, ¿lo alimentaremos a base de congelados,


pastelería industrial y latas de refrescos?

Pausa.

GERARD.- Qué recibimiento... (Sonríe irónicamente.) "Hola".


MARTA.- ¿De dónde vienes?
GERARD.- "Hola".
MARTA.- Dijiste que hoy irías al supermercado.
GERARD.- ¿Lo dije?
MARTA.- Sí.
GERARD.- Algo debe de haber/
MARTA.- Sí, algo... Suerte que he comprado comida, cuando he salido del trabajo.
GERARD.- Pues ya está. Iré mañana.
MARTA.- También lo dijiste ayer. Y algún día me podrías acompañar/
GERARD.- ¿Adónde?
MARTA.- A veces parece que ni te acuerdes de que/
GERARD.- Claro que me acuerdo.
MARTA.- Siempre sola.

157
GERARD.- Estás cabreada.
MARTA.- No. No es eso/
GERARD.- /Yo sí. Yo sí lo estoy/
MARTA.- Que te estés todo el día aquí... que no vengas a... El problema es llegar a casa
y tener la sensación de que es como vivir en un piso de estudiantes y que nunca sabes
qué te encontrarás al abrir la nevera. Bueno... Mejor dicho... Si habrá algo... Si no lo
hubiera hecho... ¿Qué comeríamos?
GERARD.- Se me ha pasado. Mañana iré.
MARTA.- Es que no sé qué has estado haciendo que no pudiste ir.
GERARD.- Lo haré.
MARTA.- También dijiste que limpiarías... Que podarías las adelfas de la entrada y del
jardín... Se nos acabarán metiendo en casa...
GERARD.- También lo haré. Ya te lo he dicho.
MARTA.- Es que ya no te creo.
GERARD.- Te he dicho que yo sí que estoy cabreado.
MARTA.- ¡Ah! Estás cabreado... Me paso el día currando/
GERARD.- A la mínima que puedes me lo restriegas por la cara.
MARTA.- No me gusta que me hables en ese tono.
GERARD.- A mí tampoco.

Pausa.

MARTA.- ¿Cómo se supone que te he/


GERARD.- Con esos aires de superioridad.
MARTA.- Me paso ocho horas trabajando/
GERARD.- No hace falta que me recuerdes que/
MARTA.- No, no... Ocho horas trabajando y llego aquí y tú te pasas el día sin hacer
nada y... ¿Me hablas de aires de superioridad?
GERARD.- Sí.
MARTA.- No estás haciendo nada para ponerte a trabajar.
GERARD.- ¿Cómo puedes decir/
MARTA.- Y encima no haces nada en casa.
GERARD.- ¿Tú qué sabes?
MARTA.- Cada día lo mismo.
GERARD.- Julio no es el mejor mes para buscar trabajo.
MARTA.- Tampoco lo era el pasado, ni el anterior... Tampoco seguramente los
siguientes...
GERARD.- ¿Eso es lo que piensas?
MARTA.- Te aseguro que aunque me encontrara mal preferiría ir a trabajar a estar aquí.
Me pongo nerviosa sólo de pensar que el próximo mes será agosto y tendremos
vacaciones/
GERARD.- ¿Tan desagradable te resulta estar a mi lado?
MARTA.- No te reconozco. Te estás abandonando. (Pausa.) ¿"Cabreado"? ¿Te atreves
a decirme que estás "cabreado"?
GERARD.- Pues lo estoy.
MARTA.- ¿Sí? ¿Por qué?
GERARD.- Puedes estar contenta.
MARTA.- ¿Por qué tendría que estarlo?

158
GERARD.- Sergi se ha ido.

Pausa.

MARTA.- ¿Se ha marchado?


GERARD.- Te saliste con la tuya. Instalaron las cámaras, pero no debías de tener
bastante/
MARTA.- ¿Qué quieres decir?
GERARD.- Esta mañana han venido dos hombres de la inmobiliaria.
MARTA.- ¿Quién/
GERARD.- ¿Qué les dijiste?
MARTA.- ¿Qué ha pasado?
GERARD.- Han merodeado durante toda la mañana por la urbanización. Parece
que han ido piso por piso, puerta por puerta. Han recorrido todos los rincones de la
urbanización. Se lo han mirado todo. También los aparcamientos y los trasteros.
MARTA.- Yo...
GERARD.- Me han encontrado abajo, en el jardín, junto a la piscina. Me han tratado
como... Me han preguntado quién era. A qué me dedico. En cuál de los pisos vivo. Me
han preguntado si les podía acompañar hasta mi piso. Si les podía enseñar mi
documentación. Me he negado. Les he dicho que no tenían ningún derecho a hacerlo.
Que esto es mi casa. Me han dicho que eran de la inmobiliaria. Que lo hacían por
seguridad. Que había entrado un extraño en la urbanización. Un "extraño", dijeron. Sí,
un "extraño"... (Pausa.) Como no me quería identificar, se han mirado entre ellos, como
si ya hubieran encontrado lo que buscaban: un hombre que no les quería dar el nombre,
que no tiene trabajo y que está en el jardín, junto a la piscina. Me han cogido por el
brazo y me han dicho que si les podía acompañar... "Yo vivo aquí". Les he dicho que yo
vivo aquí y que no tenían ningún derecho a... Me han dicho que si vivía aquí, por qué no
les decía mi nombre y en cuál de los pisos. Se han puesto un poco... Han dicho que era
mejor que les ayudara, que no estaban para cuentos. Al final les he dicho mi nombre y
desde abajo, les he señalado el piso. Y uno de ellos va y dice: "Si es verdad... vamos
allí, entonces". Me han acompañado hasta aquí arriba. No sé qué me ha pasado, pero por
un momento, cuando subíamos, todas las puertas me han parecido iguales y ha sido
como si... "Me he confundido de puerta". He metido la llave y... "Es la de al lado"... Les
he dicho que era la de al lado. Marta... No sé cómo me ha podido ocurrir algo así... Se
han mirado entre ellos con desconfianza. Yo he abierto el piso y hemos entrado aquí
dentro. En nuestra casa. Han insistido en que les enseñara los papeles. Se esperaban
aquí, plantados, mirándome, mientras yo los buscaba. Les he enseñado la
documentación. Se la han mirado bien. Finalmente, me han dicho que tenía razón y me
han pedido disculpas. Me han dicho que son de la inmobiliaria y que tenían constancia
de que había entrado… Han vuelto... Han vuelto a repetirlo: "un extraño". "¿Un
extraño?", he dicho yo. "Sí, un intruso". Les he preguntado si lo habían encontrado. Han
dicho que no, pero que no se les escaparía si volvía a rondar por aquí. "¿Saben dónde
está? ¿Qué clase de intruso?". No me han respondido. "¿Cómo saben que hay un... ". No
me han dejado terminar la frase. Se han vuelto a disculpar y se han ido. (Pausa.) Tienes
que estar contenta. Esto es lo que has conseguido. ¿Te sientes más tranquila a partir de
ahora? Ya hay cámaras. Han venido estos hombres. No sé si volverán. Si vendrán de
vez en cuando para comprobar que la gente que vive aquí es la que tiene derecho a vivir.
Incluso si hay alguien en los trasteros. No en los pisos, en los trasteros. No sea que...

159
(Pausa.) Llevo todo el día buscando a Sergi y no lo encuentro por ninguna parte. Se ha
ido. Ya no tienes que preocuparte.

Pausa larga.

MARTA.- Piensas que yo/


GERARD.- Hiciste instalar las cámaras.
MARTA.- ¡Yo no les he llamado!
GERARD.- Ya...
MARTA.- No. No... No he sido yo. Te lo juro. ¿Cómo sabes que eran de la
inmobiliaria?
GERARD.- Es lo que me han dicho.
MARTA.- Te han enseñado algún papel o/
GERARD.- No.
MARTA.- ¿No les has pedido algo que lo demostrara?
GERARD.- ¿Por qué debería haberlo hecho? Me lo han dicho y yo me lo he creído.

160
{A G O S T O}

GERARD se quita las zapatillas.


MARTA sale de la habitación.

MARTA.- Gerard...
GERARD.- Perdona. ¿Te he despertado? Lo siento.
MARTA.- ¿Qué haces?
GERARD.- Me quito las zapatillas.
MARTA.- Ya lo veo.
GERARD.- Vuelve a la cama.
MARTA.- Vas arañado.
GERARD.- He ido a correr, hasta el cerro.
MARTA.- Pero... Hasta...
GERARD.- Sí, hasta el cerro.
MARTA.- Llevo rato despierta.

Pausa.
MARTA le acaricia.

MARTA.- Son las seis.


GERARD.- Sí, ya lo sé...
MARTA.- Son las seis de la mañana. Dices que vienes de correr. Del cerro. ¿A qué hora
has salido?
GERARD.- Serían las cuatro.

161
MARTA.- Ya... A correr. (Pausa.) Venga, cuéntamelo.
GERARD.- Contarte, ¿el qué?
MARTA.- Eso.
GERARD.- No hay mucho que contar.
MARTA.- Has ido a correr.
GERARD.- Sí. He ido a correr.
MARTA.- Te has levantado de madrugada y te has ido a correr. ¿Por qué has ido a
correr?

Pausa.

GERARD.- No paraba de dar vueltas en la cama. Tampoco quería despertarte. He


empezado a pensar. En muchas cosas. Al final me he dicho, sólo tienes dos opciones:
dormir o ir a correr hasta el cerro.
MARTA.- Y has pensado que lo mejor era levantarte a esas horas e irte hasta allí arriba.
GERARD.- Si quería ir hasta el cerro, sólo podía hacer una cosa, ponerme las zapatillas.
Y lo he hecho.
MARTA.- Me he despertado y me he dado cuenta de que no estabas. Me he asustado.
He pensado que quizá estabas fuera. Tomando el aire. Pero no he me he atrevido a salir
a buscarte. Me daba miedo. Te he llamado al móvil, pero no te lo has llevado. Ha
sonado a mi lado. Me he asustado. Si te hubiera pasado algo... No podrías ni haberme
avisado... Si me hubiera pasado a mí, tampoco habría podido hacerlo.
GERARD.- He ido a correr. ¿Por qué me tenía que pasar nada? ¿Por qué te iba a pasar
algo?
MARTA.- Son las seis, Gerard. Las seis de la mañana.
GERARD.- Quería comprobar si era cierto que el sol sale a las cinco y treinta y dos
minutos. Lo he buscado. Ponía que hoy el sol saldría a las cinco y treinta y dos minutos.
Marta... Es falso. Ha salido casi a las cinco y cuarenta. Ponía que el sol saldría a esa
hora. Y no. No es verdad. Un engaño de ocho minutos. Otro engaño.
MARTA.- Has salido para comprobar la hora a la que sale el sol...
GERARD.- Es agradable salir a esa hora.
MARTA.- Me has dejado aquí, sola.
GERARD.- Correr hasta el cerro.
MARTA.- Pensaba que...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Llevábamos unos días...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Tranquilos.
GERARD.- Sí...
MARTA.- ¿Sí?
GERARD.- No paraba de...
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- (...)
MARTA.- Gerard...
GERARD.- (...)
MARTA.- ¿Es la primera vez que haces esto?
GERARD.- (...)
MARTA.- ¿Gerard?

162
GERARD.- (...)

Pausa.
GERARD sonríe. Se va a la habitación. MARTA se queda sola y pensativa. Se va a la
cocina y coge algo para comer. Sale de la cocina. Mira a su alrededor. Se sienta en el
sofá. Empieza a comer.

GERARD.- (Volviendo a entrar.) ¿Marta? ¿No vienes?


MARTA.- He pensado que podríamos vender el piso.
GERARD.- ¿Venderlo?
MARTA.- Volver a la ciudad.
GERARD.- ¿Con qué me sales ahora?
MARTA.- Volver a tener de todo cerca. Estar rodeados de gente...
GERARD.- No han vendido ni un piso durante todo este tiempo... ¿Cómo piensas que
venderemos el nuestro?
MARTA.- No sé... Al menos... Ponerlo a la venta... He pensado que... Quizás
podríamos coger un piso de alquiler, algo barato... Deberíamos apretarnos un poco el
cinturón, pero... He estado pensándolo mucho. Creo que sería bueno para los dos. Para
los tres.
GERARD.- ¿Los tres?
MARTA.- Sí, los tres.

Pausa.

GERARD.- Yo no me pienso mover de aquí.

Pausa.

MARTA.- No ves que esto es de locos.


GERARD.- No, no, no...
MARTA.- ¿No, qué?
GERARD.- ¿Qué es de locos?
MARTA.- Que te levantes de la cama a estas horas y te vayas a correr hasta el cerro...
que quieras comprobar a qué hora sale el sol/
GERARD.- ¿Y no lo es que me quieras convencer de volver a la ciudad a las seis de la
mañana? Además... Lo que es una locura es lo que me propones... Pero... No nos lo
podemos permitir. Lo sabes perfectamente.

Pausa.

MARTA.- Gerard...

163
GERARD.- Desde arriba en el cerro, he visto luces en medio del bosque.
MARTA.- ¿Luces?
GERARD.- Sí. También se oía un ruido/
MARTA.- ¿De qué?
GERARD.- Voces.
MARTA.- ¿Qué quieres decir?
GERARD.- He pensado que quizá Sergi está allí.
MARTA.- ¿En el bosque?
GERARD.- Y aquel hombre que me encontré una vez en la carretera, que me hacía
señales/
MARTA.- Pero... ¿Qué dices?
GERARD.- Que salió de un arcén y me sonreía.
MARTA.- Gerard, eso que dices...
GERARD.- Como si estuviesen allí, en el bosque.
MARTA.- Ese hombre que viste en la carretera... Sergi...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- Quizás te confundiste… Con aquel hombre… Que viste en la carretera.
Como yo, ese día que vi a alguien que nos miraba desde una ventana.
GERARD.- Dijiste que estabas segura de que había alguien que nos estaba mirando.
MARTA.- Quizás... Quizás me confundí.

Pausa.

GERARD.- ¿Te confundiste?

Pausa.

MARTA.- Quizás... Quizás, sí.


GERARD.- En el bosque... Había luces. Se oían voces.
MARTA.- Volvamos a la ciudad. Nos irá bien, a los dos. También por nuestro
hijo.
GERARD.- Esta noche no podía dormir. Llevo días sin poder dormir. ¿Sabes la
cantidad de gente que da vueltas en la cama y no puede dormir y se consume? Esta
noche lo he visto claro, sólo podía hacer dos cosas: dormir o ir a correr hasta el cerro.
Me he puesto las zapatillas. Marta... Me quiero quedar aquí. Ya no me imagino en la
ciudad. No quiero volver.

Pausa larga.

MARTA.- Gerard... (Lo acaricia.) Metámonos en la cama.


GERARD.- Sí.
MARTA.- Sí, vamos a la cama.

164
GERARD se queda unos segundos mirándola sin decir nada.

MARTA.- ¿Qué pasa? (Pausa.) ¿Por qué me miras así?


GERARD.- Tengo ganas...
MARTA.- ¿Ganas...?
GERARD.- Sí. (La arrastra con él al sofá. Le pone las manos sobre la barriga.) Tengo
ganas.
MARTA.- Es...
GERARD.- ¿Qué?
MARTA.- ...Tarde.
GERARD.- Estamos de vacaciones.
MARTA.- De esta manera... Estoy... Ahora... No sé.
GERARD.- ¿No te apetece?

Pausa.

MARTA.- ... Sí...


GERARD.- Así, estás tan/
MARTA.- Gorda. Estoy gorda.
GERARD.- ¿Y?
MARTA.- ... Nada... No sé...
GERARD.- Cuando llegamos...
MARTA.- Cuando llegamos, ¿qué?
GERARD.- Al principio, a veces, te despertabas, de madrugada...
MARTA.- (...)
GERARD.- Y me despertabas/
MARTA.- Sí...
GERARD.- Y me gustaba/
MARTA.- No estaba...
GERARD.- ¿Cómo?
MARTA.- Así... Era...
GERARD.- Excitante.
MARTA.- (...)
GERARD.- Me gustaba que me despertaras de esa manera... Dormía... te me ponías
encima. Me despertabas.
MARTA.- (Levantándose.) ¿No lo has oído?
GERARD.- ¿Qué debería haber oído?
MARTA.- Un ruido.
GERARD.- ¿De qué?
MARTA.- No sé...
GERARD.- Sí.

GERARD se acerca a la ventana.

165
GERARD.- Algo se ha movido. Como si hubiera marchado volando. Era como si
hubiera algo en la piscina.

166
{S E P T I E M B R E}

MARTA habla un poco acelerada.


GERARD la escucha, con actitud distante.

MARTA.- Parecíamos gemelas. Cuando llegamos a la oficina y nos vimos nos echamos
a reír. Ya es casualidad que lleváramos una prenda igual, ¡pues imagínate todo el
conjunto! Las dos embarazadas y vestidas igual. El caso es que habíamos ido a la
misma tienda y ésta era la combinación que habían puesto en un maniquí del escaparate.
Al que tuvo la idea de conjuntarlo, habría que felicitarlo, porque funcionó. Pero mira
que comprarlo dos personas que trabajan en la misma empresa y ponérselo el mismo
día... Y además, ese día venía el director general con una gente de fuera. Una visita.
Cuando llegó y nos vio dijo que parecíamos clónicas, que todavía se pensarían que
obligaban al personal a ir uniformados.
GERARD.- Dicen que la gente de tanto estar juntos, acaba mimetizándose.
MARTA.- Sí...
GERARD.- Algún día acabaré pareciéndome a un sofá o a una silla.

Pausa larga.

GERARD.- No sé cuándo y cómo lo hiciste, pero te llevaste muchas de tus cosas. Hace
días que no vienes a dormir a casa.
MARTA.- De eso también quería hablar.
GERARD.- Pues haber empezado por ahí, ¿no?
MARTA.- Sí... Es sólo que... no sabía cómo...

167
GERARD.- Iguales, iguales no debían ser. Patrícia me parece que es más delgada que
tú. Al menos antes de estar embarazada.
MARTA.- Sí... una talla o dos menos.
GERARD.- Ya me parecía... ¿Todavía están juntos ella y Òscar?
MARTA.- Sí.
GERARD.- Qué bien.

Pausa.

MARTA.- Me he instalado en casa de mis padres.


GERARD.- ¿Ni se te pasó por la cabeza que podía estar preocupado?
MARTA.- Ya sé que no lo he hecho de la mejor manera.
GERARD.- No.
MARTA.- No sabía cómo decírtelo.
GERARD.- Si ahora no te llego a decir que hace días que no vienes a dormir a casa,
¿qué? ¿Hubieras continuado hablando y hablando y te hubieras ido sin decirlo?
MARTA.- He venido a hablar de eso.
GERARD.- ¿Seguro?
MARTA.- Sí, claro que sí.
GERARD.- Nadie lo hubiera dicho.

Pausa larga.

GERARD.- Y lo de ir a casa de tus padres...


MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- ¿Han sido sólo estos días? ¿Serán más? ¿Es algo provisional o definitivo?

Pausa.

MARTA.- Definitivo. (Pausa.) Creo que es definitivo.


GERARD.- Suerte que has venido.
MARTA.- Para mí es muy difícil.
GERARD.- Claro...
MARTA.- Sí. No dudes de que lo es.
GERARD.- ¿Y de qué quieres hablar?
MARTA.- Del piso... De qué hacemos... De si lo ponemos en venta o... si quieres
comprar mi parte...
GERARD.- No se venden los nuevos, ¿y crees que venderemos el único que ya
es de segunda mano?
MARTA.- Ya...
GERARD.- Yo estoy en el paro. No puedo comprarte tu parte.

Pausa.

168
MARTA.- El dinero de la indemnización...
GERARD.- No sé cuándo me lo pagarán, y tal y como están las cosas, no quiero
tocarlo.
MARTA.- Ya... (Pausa.) Quizá podríamos hablar con los de la inmobiliaria, o el
banco...
GERARD.- ¿Sí? ¿De qué?
MARTA.- Quizás hay alguna fórmula... No sé... Puede que perdamos dinero, sí, pero
quizás hay alguna manera de arreglarlo...

Pausa.

GERARD.- ¿Venías sólo a decirme eso?


MARTA.- Sí...
GERARD.- Desapareces. No das ni una explicación. Te presentas aquí y empiezas a
hablar de todo menos de eso y, cuando finalmente lo haces, sólo se te ocurre decir que
qué hacemos con el piso.
MARTA.- No es agradable, pero en algún momento tendremos que solucionarlo.
GERARD.- ¿Y nosotros?
MARTA.- ¿Qué?
GERARD.- ¿Eso no lo tenemos que solucionar? No hemos hablado de nosotros.

Pausa larga.

MARTA.- Yo ya he dicho lo que te tenía que decir.


GERARD.- ¿Ya está?
MARTA.- (Haciendo ademán de irse.) Sí, ya está.
GERARD.- Me cuesta entenderte. En este piso no hemos vivido ni un año. Nosotros
llevamos nueve. Estamos esperando un hijo.
MARTA.- Mira... Piénsalo... Nos encontramos dentro de unos días y vemos qué
hacemos...
GERARD.- (La coge por el brazo.) ¿Te vas?
MARTA.- Sí.
GERARD.- Me parece/
MARTA.- Suéltame. Te digo que me sueltes. No me lo hagas repetir. Déjame.

GERARD le suelta el brazo.

MARTA.- La que no te entiendo soy yo. ¿Ahora quieres que hablemos de nosotros?
¿Ahora me hablas de nuestro hijo? Incluso de eso parece que te has olvidado.
GERARD.- Como/

169
MARTA.- Llevas meses sin salir de aquí. Dejaste de buscar trabajo. El único contacto
que has tenido en todo este tiempo ha sido con Sergi, alguien a quien todavía no he
visto nunca.
GERARD.- Ahora vendrá.
MARTA.- Dijiste que se había ido.
GERARD.- Aquellos hombres del la inmobiliaria no han vuelto y... De vez en cuando
viene a verme.
MARTA.- ¿Viene a verte?
GERARD.- Sí, vigila que no esté esa gente/
MARTA.- Gerard...
GERARD.- Y me dijo que hoy vendría.
MARTA.- No. No vendrá.
GERARD.- Debe de estar a punto de llegar.
MARTA.- No lo he visto nunca. Desde que lo conociste, cada día le veías en un
momento u otro, y yo, en cambio, todavía no lo he visto nunca.
GERARD.- No ha coincidido/
MARTA.- En casi medio año no lo he visto nunca. Un poco raro, ¿no?
GERARD.- Te pasas el día fuera. No lo has visto por eso.
MARTA.- No. No lo he visto porque no existe. Perdiste el trabajo. Te dijeron que "no"
en un montón de entrevistas. Te fuiste desanimando hasta el punto de que dejaste de
presentarte. Por eso llevas meses pasando la mayor parte del día solo en casa y te has
inventado a alguien.
GERARD.- ¿Pero qué dices?
MARTA.- Sí. No sé por qué extraña razón lo imaginaste así, por qué tenía que ser un
sin techo... ni por qué tenía que vivir en uno de los trasteros... Ni tampoco por qué le
pusiste el nombre de uno de los trabajadores que despedimos... No sé si era una forma
de desafiarme o de hacerme sentir mal o...
GERARD.- ¿Has estado pensando eso durante todo este tiempo?
MARTA.- Sí, y lo encuentro cruel.
GERARD.- ¿Piensas que me he inventado a alguien para hacerte daño?
MARTA.- No sé por qué. Pero te lo has inventado.
GERARD.- ¿Crees que estoy loco?
MARTA.- Necesitas ayuda, pero no te dejas ayudar.
GERARD.- Te digo que está a punto de llegar.
MARTA.- Ya me conozco esa historia.
GERARD.- Ya debería estar aquí.
MARTA.- Siempre acaba pasando algo y no lo puedo ver.
GERARD.- No te ha interesado conocerlo. Desde el primer momento le quisiste fuera.
MARTA.- Sí. Cuando pensaba que existía, sí.
GERARD.- Y ahora dices que me lo he inventado.
MARTA.- Sí.
GERARD.- ¡Joder!
MARTA.- Piénsalo... Ponte en mi lugar...
GERARD.- Cada vez me cuesta más.
MARTA.- ¿A ti? Pues a mí... Hace tiempo que haces cosas raras.
GERARD.- Si te esperas un minuto, sólo un minuto, lo verás.
MARTA.- No. Has perdido el contacto con la realidad.
GERARD.- Pero, ¿qué dices?
MARTA.- Salir de madrugada a correr/
GERARD.- ¿Qué tiene de raro?

170
MARTA.- Y todo lo de aquellos hombres de la inmobiliaria corriendo por aquí,
buscando a Sergi, y preguntándote quién eres y qué haces...
GERARD.- ¿Tampoco te lo crees?
MARTA.- No. También te lo inventaste.
GERARD.- ¿De verdad piensas eso?
MARTA.- Sí.
GERARD.- ¿Y eso te da derecho a irte de casa sin decirme nada?
MARTA.- Es que me das miedo.

Pausa larga.
Casi un silencio.

MARTA.- Pensaba que... Pero cada vez me cuesta más.


GERARD.- Si te vas...
MARTA.- ¿Qué? Si me voy, ¿qué?
GERARD.- (...)
MARTA.- ¿Qué vas a hacer, eh?
GERARD.- (...)
MARTA.- Me has cogido por el brazo... Igual que lo hizo ese chico, Sergi, el día que
me esperaba a la salida del trabajo y me suplicó que no lo despidieran... Aquel chico
que desapareció y que tiene el mismo nombre que tu amigo... Él dijo que haría un
disparate. ¿Es eso lo que me ibas a decir? ¿Es eso lo que piensas hacer?
GERARD.- (...)
MARTA.- No es cosa mía. Ya no lo es.

171
{O C T U B R E}

MARTA está en primer término, mira por la ventana.


Se va al sofá y saca el móvil del bolso.
Marca un número, pero cuelga.
Vuelve a la ventana. Mira de nuevo.
Tiene el teléfono en la mano. Duda si llamar o no.
El móvil suena.

MARTA.- ¿Diga? (...) Sí, soy yo. (...) ¿Cómo? ¿De qué me habla? (...) Sí, sí... Hace
meses (...) El ascensor... (...) De mantenimiento... Ya... Es que... No... (...) ¿Sabe qué
pasa? Estoy un poco... Ya sé que puede parecer extraño, pero no... Con Gerard, mi
compañero... Todo se fue a la mierda... Estábamos bien. Nos comprarnos este piso...
Espero un hijo y... Parecía que... Pero no. Le dejé y me fui. (...) Sí, sí... Sé que
no me llamaba por eso, pero ... Necesitaba hablar con alguien. Usted me ha llamado.
(...) Escúcheme... (...) Gerard se inventó a alguien que no existía o quizás... Yo no lo he
visto nunca. No estaba pasando un buen momento y quizás por eso se inventó a alguien
y ahora... Sí, sí... Escúcheme. Alguien que se instaló en uno de los trasteros (...) Sí, en
uno de los trasteros... En una de las habitaciones para guardar bicicletas... Yo no lo he
visto nunca. Parece una locura, lo sé, pero... (...) Le pido sólo... que me escuche (...) Ya
sé que usted está haciendo su trabajo y que me llamaba para...

Pausa.

Por favor: El cuerpo de mi compañero está en la piscina. Flotando. Está hinchando.


También hay patos. No sé cómo han llegado. No sé cuánto tiempo llevará. Ya hace días
que no respondía las llamadas y cuando he venido... En este lugar no hay nadie. No

172
parece el mismo... Todo está descuidado. El césped parece hierbajos. Las ramas de las
adelfas se meten por todos los rincones... Y... En la piscina hay... ¿Cómo han llegado
los...? Llevo un rato mirándolo y no sé qué hacer. (...) No sabía a quién llamar. Usted
me ha llamado. (...) Es su cuerpo, su ropa... Pienso que quizás todavía existe la
posibilidad de que no sea él. Que tenga un cuerpo y una ropa como la suya, pero no sea
él... pero sé que me engaño, pensando que tal vez no sea él... Y ahora... No me atrevo a
salir del piso... bajar a la piscina... En la carretera, no paraba de ver matorrales que se
movían y el rumor de voces... Cuando he llegado aquí, me ha costado incluso encontrar
el piso donde vivía. No hace ni un mes que vivía aquí y cuando he llegado, en el pasillo,
no sabía qué puerta era. Me he equivocado de puerta dos o tres veces...

Se gira, apartando el teléfono del oído, observando, como si hubiese escuchado algún
ruido o algo a su alrededor. Vuelve a colocarse el teléfono.

(...) Escúcheme... No cuelgue... (...) Se debía de sentir solo y tuvo que inventarse a
alguien y yo no lo vi hasta que fue demasiado tarde. No supe hacer nada. Pero... ¿Y si
era verdad todo lo que me decía? Se debía de sentir tan solo… Lo siento. Lo siento
mucho. Perdón… (...) ¿Me escucha? Es aquí. (...) No, no... Le digo la verdad. Le
aseguro que es verdad. (...) Ya sé que debería... Pero no sabía a quién llamar. Usted me
ha llamado... No sé qué hacer. (...) Por favor, no me deje. Se lo pido por favor. No me
cuelgue. (...) Necesito... Estoy en el bloque 7... En el segundo piso... La puerta ocho...
La urbanización se llama Nerium Park y está a media hora de... (...) ¿Oiga? ¿Oiga? (...)

Pausa. Con un hilo de voz.

¿Me ha oído lo que le he dicho? Nerium Park...

MARTA se queda con el teléfono en la mano.


Se queda unos segundos ausente.
Pone un gesto de dolor.

Se levanta. Camina desorientada.


Rompe aguas. Pone la mano entre las piernas. Cuando la saca está manchada de
sangre. Tiembla. Da un grito aterrador.

173
Nerium Oleander es el nombre latino de la adelfa, un arbusto de la familia de las
Apocináceas que tiene entre dos y cuatro metros de altura de hojas perennes lisas y
largas que alcanzan entre 10 y 20 centímetros, lanceoladas coriáceas y con el borde
entero, dispuestas en verticilos. Tienen un nervio principal, bien marcado y muchos
secundarios que se disponen de forma paralela.
Presenta flores rosadas o blancas muy abundantes y aromáticas, reunidas en corimbos
terminales. Tiene cinco estambres soldados a la corola. El fruto tiene forma de folículo
y puede llegar a los 15 centímetros. Las semillas son peludas.
Esta especie es cultivada como arbusto ornamental. La adelfa es tóxica debido a su
contenido en glucósidos.

Barcelona, octubre 2012

174
UMBRÍO

175
Finalista XL Premio Born de Teatre 2015

Para Albert Prat


y esas cosas que nos hacen felices y deseamos que no acaben nunca,
como los días de verano en Celrà.

He quedado destruído, o al menos transformado


hasta el punto de no reconocerme, porque en mí
se ha destruído la ley, que
-hasta este momento-
me había hecho hermano de los demás:
un chico normal, o al menos no anormal,
o anormal como todos... aunque
(¿es necesario decirlo?) rebosante
de todos los errores que mi clase
y mi nivel social dentro de ésta,
lleva aparejados –y que de todas maneras el privilegio resarce.
No obstante,
yo, antes de que entrases en mi vida
-poniéndola en discusión
y transformándola en un mundo de escombros-
era como todos mis compañeros.
Es, pues, a través de la destrución de todo esto
que me hacía igual a los demás,
como me convierto ahora
-cosa inaudita e inaceptable- en DIFERENTE.

Teorema, Pier Paolo Pasolini

176
PERSONAJES

ROGER
JÚLIA
TONI
OLGA
DÍDAC

Interior de un dúplex

/ Indica que la réplica siguiente interrumpe inmediatamente lo que se está diciendo.


(...) Indica una réplica o reacción no verbal. Puede ser sólo un suspiro, una mirada, o un
pequeño gesto.

177
1.

ROGER.- ¿Qué se han llevado?

Pausa.

JÚLIA.- Nada...
ROGER.- ¿Cómo que nada?
JÚLIA.- Sí... Nada.
ROGER.- ¿Hace mucho que estás aquí?
JÚLIA.- Acabo de llegar.
ROGER.- ¿Estás bien?
JÚLIA.- ¿Cómo quieres que esté?

Pausa.

ROGER.- Quiero decir...


JÚLIA.- Sí, sí... Estoy bien.
ROGER.- Pero/
JÚLIA.- Han forzado la puerta y/
ROGER.- No tendrías que haber entrado.
JÚLIA.- ¿Qué querías que hiciese?
ROGER.- No tendrías que haberlo hecho. ¿Y si hubiera alguien dentro todavía?

Pausa.

JÚLIA.- No... No lo sé. No. No... no sé... ¿Qué iba a hacer? ¿Quedarme en el rellano?
No lo he pensado. Ahora me lo dices y... pero he entrado, sí... y cuando te llamé me has
dicho que estabas abajo en el garaje aparcando/
ROGER.- Imagínate que/
JÚLIA.- ¡Roger! ¡No lo he pensado!
ROGER.- No lo notas... Es como/
JÚLIA.- Por eso he abierto las ventanas.
ROGER.- ¿De qué es?
JÚLIA.- No lo sé. Cuando he entrado era insoportable. Ahora ya no/
ROGER.- Pues todavía/
JÚLIA.- Pues ya se ha ido un poco...
ROGER.- Dices que no se han llevado nada.
JÚLIA.- Parece que no.
ROGER.- No has echado de menos/

178
JÚLIA.- El anillo.
ROGER.- ¿Qué anillo?
JÚLIA.- El de boda.
ROGER.- ¿No lo llevabas?
JÚLIA.- He ido a la piscina. Siempre me lo quito y lo dejo cuando voy a la piscina. En
la habitación, en la mesita.
ROGER.- Han venido con el tiempo justo.
JÚLIA.- Llegué a casa. Cogí las cosas de la piscina y me fui. No ha pasado ni una hora
y media entre que he salido y que/
ROGER.- Debían de saber/
JÚLIA.- Sí... Sí... Tenían claros los horarios o estaban vigilando, esperando que no
hubiese nadie. No lo sé.
ROGER.- Quizás hace días que nos controlaban.
JÚLIA.- Quizás han venido justo cuando marchaba/
ROGER.- Ya...
JÚLIA.- Si llego a encontrarme a alguien... No quiero ni pensarlo...
ROGER.- Seguro que sabían que no estábamos/
JÚLIA.- ¿Cómo es que llegas tan temprano?
ROGER.- Tú aún deberías estar en la piscina.
JÚLIA.- Teníais junta. Dijiste que hoy llegarías por la noche.
ROGER.- Han cancelado la reunión.
JÚLIA.- Esta hora en la piscina... Creo que me cambiaré de horario. A mediodía debe
de estar más tranquilo.
ROGER.- Cuando has llamado estaba llegando.

Pausa.

JÚLIA.- Se podrían haber llevado el televisor... los ordenadores... yo qué sé... la tablet...
Hay dos portátiles. A la vista.
ROGER.- Ya...
JÚLIA.- Un montón de cosas... ¡pero nada!
ROGER.- ¡No les habrá dado tiempo!
JÚLIA.- Han dejado el televisor encendido.
ROGER.- ¿El televisor?
JÚLIA.- Sí.
ROGER.- ¿Qué quieres decir?
JÚLIA.- Está encendido.

Los dos se quedan mirando al televisor.

JÚLIA.- Han puesto un DVD.


ROGER.- ¿Cómo que/
JÚLIA.- De la ecografía de Aïna.
ROGER.- ¿La ecografía?
JÚLIA.- Sí. El DVD de la ecografía.
ROGER.- Por qué coño/

179
JÚLIA.- ¡Yo qué sé!
ROGER.- No has tocado nada, ¿verdad?
JÚLIA.- No. Claro que no...
ROGER.- Mejor que no hayas tocado nada.
JÚLIA.- No. No he tocado nada. Sólo dura veinte minutos. Cuando he llegado estaba
casi al final. Eso quiere decir que hace un momento aún estaban aquí. No dura nada…
veinte minutos. ¡No sé!
ROGER.- Mejor que no hayas tocado nada.
JÚLIA.- Sí...
ROGER.- Qué te hace pensar que han/
JÚLIA.- Por la ecografía... Vete a saber cuánto hacía que no/
ROGER.- Ya... No la habías/
JÚLIA.- ¡No! Estaba guardada en uno de los armarios. Igual no lo habíamos mirado
desde... Años... La han tenido que buscar. Lo han hecho expresamente. No... no sé por
qué/
ROGER.- Llamemos a la policía y a la aseguradora. Eso es lo que tenemos que hacer.
JÚLIA.- Y los cajones. De las habitaciones. Todos abiertos. Algunas cosas fuera...
ROGER.- Pero dices que no han cogido nada.
JÚLIA.- No. Ya te lo he dicho... no sé... Al menos a primera vista... no.
ROGER.- Quizá no les ha dado tiempo.
JÚLIA.- Quiero cambiar las sábanas. Limpiar el piso y...
ROGER.- Sí. Sí... Pero lo primero que tenemos que hacer es llamar/
JÚLIA.- Sí... Sí... Lo sé... Claro...
ROGER.- ¿Y Aïna?
JÚLIA.- He llamado a tu madre y le he dicho que iremos más tarde a buscarla.
ROGER.- ¿Se lo has contado?
JÚLIA.- ¿A tu madre?
ROGER.- Sí.
JÚLIA.- No.
ROGER.- Mejor.
JÚLIA.- No quería alarmarla... Que venga la policía y los de la aseguradora y quien sea,
pero... La cama...
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- Siempre la dejamos bien hecha... Cuando entré en la habitación... es como si
alguien se hubiese tumbado.
ROGER.- ¿Qué quieres decir?
JÚLIA.- Se han echado en nuestra cama.
ROGER.- Pero... por qué iban/
JÚLIA.- ¡No lo sé!
ROGER.- ¡Cabrones!
JÚLIA.- No se han llevado nada, pero han tenido tiempo de echarse en la cama. ¿Por
qué?
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Y en la habitación de Aïna...
ROGER.- ¿Qué pasa?
JÚLIA.- Han sacado todos los juguetes de las cajas.
ROGER.- ¿Eso han hecho?
JÚLIA.- Sí. Los han dejado todos sobre su cama.
ROGER.- Hijos de puta... Espera. No te muevas de aquí.
JÚLIA.- ¿Qué pasa?

180
ROGER.- Espera...
JÚLIA.- Pero/
ROGER.- Ahora vuelvo...

ROGER sale de escena. Rápido.


JÚLIA se queda plantada expectante.
Está así, sin hacer nada durante un buen rato.
Llora silenciosamente.
No se oye nada.
Finalmente, ROGER vuelve.
La detiene con un gesto, antes de que JÚLIA pueda decir nada.
Sube las escaleras que dan al piso de arriba.
JÚLIA continúa expectante.
Finalmente, ROGER baja las escaleras y vuelve a su lado.

JÚLIA.- Roger... ¿dónde estabas? ¿Qué has ido a hacer?


ROGER.- He mirado si había alguien en la terraza. Y arriba, en el solárium. Por si
todavía hubiera alguien... escondidos o/
JÚLIA.- ¡Mierda! Ni lo había pensado... Mierda... (Se sienta.) He entrado, así, de golpe,
pero... ahora me tiemblan las piernas.

ROGER también se sienta a su lado.

ROGER.- A mí también.

Pausa.

ROGER.- (Enseñándoselo.) El anillo.


JÚLIA.- ¿Dónde estaba?
ROGER.- En la mesa de la terraza.
JÚLIA.- ¿En la mesa de la terraza?
ROGER.- Sí. Has dicho que lo habías dejado en la/
JÚLIA.- Claro... Lo he dejado en la mesita de noche.
ROGER.- ¿Seguro?
JÚLIA.- No tendría ningún sentido que lo hubiera dejado en la terraza.
ROGER.- Igual te lo has quitado y/
JÚLIA.- Que no. Si ni siquiera he salido a la terraza.
ROGER.- Pues estaba allí.

Pausa.

181
JÚLIA.- ¿Por qué lo han dejado en la mesa de la terraza? Pero, ¿qué se supone...? No
entiendo nada... Nada...
ROGER.- Tranquila... Ya está. Ahora llamamos... Necesito... yo también necesito... un
segundo... un momento.

Pausa larga.

JÚLIA.- No se han llevado nada. Nada. Se han tumbado en nuestra cama. Han abierto
todos los cajones de la habitación de Aïna... Sus juguetes sobre la cama. Y no se han
llevado nada. Han dejado el anillo en la mesa de la terraza. Y el televisor encendido.
(Pausa.) Hubiera preferido que se hubieran llevado cualquier cosa. Lo que fuera. Pero
no lo han hecho. No se han llevado nada y lo hubiera preferido.

182
2.

ROGER.- Le encantará.
JÚLIA.- Ha quedado preciosa.
ROGER.- Ya tengo ganas de que/
JÚLIA.- Y la cenefa, ¿qué? ¿Eh? ¿Qué me dices?
ROGER.- Sí... Tenías razón... Lo reconozco. Es muy buena idea...
JÚLIA.- Me gusta más que la de la revista/
ROGER.- ¿Qué revista?
JÚLIA.- Lo vi en una revista.
ROGER.- Eso no me lo habías dicho...
JÚLIA.- Claro que sí...
ROGER.- ¡Ah! Así que no era idea tuya...
JÚLIA.- La cenefa, no. Tampoco voy a decir que me lo he inventado yo. Se hace mucho
ahora..., pero que fuesen sus personajes favoritos, sí. Eso sí que es idea mía. Lo vi en
una revista... había una cenefa con dibujos de una granja y todos los animales y... pensé
que la podríamos personalizar con los personajes que le gustan a Aïna.
ROGER.- Ha quedado muy bien. Le encantará.

Pausa.

JÚLIA.- ¿Quieres que te enseñe lo que he comprado?


ROGER.- ¿No quedamos en que/
JÚLIA.- Sí, sí, sí... pero...
ROGER.- (Ríe.) Venga... ¿Qué más has comprado?
JÚLIA.- Es que lo he visto y... es tan bonito...
ROGER.- Pero deberíamos parar ya...
JÚLIA.- Sí... Ya sé... Lo sé... Es que no me he podido resistir...
ROGER.- Ay, Dios mío...
JÚLIA.- Lo he visto y/
ROGER.- Sí, sí... Lo has dicho: no te has podido/
JÚLIA.- No... No me he podido aguantar... pero es que...
ROGER.- (Ríe.) Que sí, que sí... Seguro... Pero es que hemos comprado el doble de
cosas que tenía...
JÚLIA.- Lo sé, lo sé... Pero es que cuando lo veas...
ROGER.- Sí, estoy seguro de que me encantará, pero... (Pausa.) Anda... Enséñame qué
has comprado ahora...

JÚLIA coge una bolsa y saca un juguete móvil para colgar del techo.

JÚLIA.- ¿Qué me dices? No me negarás que es precioso.


ROGER.- Tienes toda la razón. Es precioso.
JÚLIA.- Es que, además, ¡va perfecto con el color de las paredes!

183
ROGER.- Sí... Quedará perfecto.

JÚLIA observa el juguete móvil unos segundos.


ROGER la observa. Se la ve contenta.

JÚLIA.- Gracias, Roger.


ROGER.- ¿Gracias? ¿Por qué?
JÚLIA.- Por la paciencia.
ROGER.- ¿Qué dices?
JÚLIA.- Sí. Llevamos casi dos semanas haciendo vida en casa de tus padres.
Podríamos habernos quedado aquí. Pero hemos estado viviendo entre aquí y allí.
ROGER.- Nos pareció/
JÚLIA.- Sí, pero/
ROGER.- Júlia, no hace falta/
JÚLIA.- Sí que hace falta. Yo no he estado... He estado unos días un poco irascible.
Quiero decir que... tiramos todos los juguetes y los hemos comprado nuevos. La
habitación... lo hemos cambiado todo. La habitación de Aïna es nueva. Sabes la
angustia que me daba que hubieran tocado sus cosas. La simple idea de que Aïna
pudiera tocar cualquier cosa de la habitación. Meterse un juguete en la boca o/
ROGER.- Y a mí. A mí también.
JÚLIA.- Ya, pero... yo insistí: la habitación de Aïna nueva. Todo. Nosotros... La ropa de
cama y cuatro cosas. Me hacía sentir... todos estos días hemos ido como locos entre el
trabajo, arreglar la habitación e ir a dormir a casa de tus padres. Para Aïna ha sido como
una aventura. Mañana volverá aquí, se encontrará con la sorpresa de una habitación y
juguetes nuevos y... para nosotros ha sido un trajín, para ella una aventura y, por suerte,
no entenderá nada, pero se lo habrá pasado bien.
ROGER.- Hemos hecho lo mejor. Así que no tienes que/
JÚLIA.- Sí. Pero podría haberte parecido un capricho o... que estaba llevando mal todo
esto. Tú en cambio... Siento que no lo he llevado tan bien como tú. Pero ahora me siento
más tranquila. Sólo eso. Quería que/
ROGER.- Eh, eh, eh... (Abrazándola.) Lo entiendo. Lo entiendo. Hemos hecho lo
mejor. Eso sí... Se acabó comprar más cosas.
JÚLIA.- (Sonríe.) Ya... Ya está.

Pausa.

ROGER.- Y hoy aprovecharemos que duerme en casa de los abuelos para salir a cenar
fuera, para pasar nuestra primera noche aquí -solos, sin niña- y celebrar que mañana
volveremos a la normalidad.
JÚLIA.- (Sonríe.) ¿Qué te apetece?
ROGER.- No sé... ¡Un cebiche! ¿Qué te parece? ¿Por qué no vamos a ver qué tal el
restaurante nuevo? El peruano.
JÚLIA.- No es peruano.
ROGER.- Claro que sí.
JÚLIA.- Fusión.
ROGER.- Eres una esnob. Peruano. Cocina fusión, quizá sí. Peruano.

184
JÚLIA.- Lo llevan unos argentinos.
ROGER.- ¡Chilenos!
JÚLIA.- Unos argentinos que hacen cocina fusión peruana.
ROGER.- Podemos bajar paseando. Es aquí al lado. Vamos, les preguntamos,
resolvemos este misterio y nos comemos un buen cebiche.
JÚLIA.- Muy bien. Vamos a probar "el peruano" que no es peruano.
ROGER.- Exacto.
JÚLIA.- Cuando he llegado caían cuatro gotas.
ROGER.- Miremos qué tiempo hace y... si no, nos quedamos en casa. Pero si nos
quedamos, pedimos que nos traigan algo, que estamos de celebración.
JÚLIA.- Perfecto. Me parece bien. Nada de cocinar.

ROGER se acerca a la ventana para ver si todavía llueve.


JÚLIA coge el móvil para irse al piso de arriba, donde están las habitaciones.

JÚLIA.- ¿Todavía llueve, o qué?


ROGER.- (...)
JÚLIA.- ¿Me oyes?
ROGER.- (...)
JÚLIA.- ¿Llueve o no?

Pausa.

ROGER.- Mierda...

Pausa.

JÚLIA.- ¿Qué pasa?

Pausa.

ROGER.- Nada.
JÚLIA.- ¿Nada?
ROGER.- Cuatro gotas.
JÚLIA.- ¿Pasa algo?
ROGER.- Otra vez...
JÚLIA.- Otra vez, ¿qué?
ROGER.- Me ha visto y... cuando me ha visto aquí, en la ventana... ha tirado calle
abajo.
JÚLIA.- ¿Quién?
ROGER.- Llevo días que... No quiero que te asustes, pero...
JÚLIA.- ¿Qué pasa, Roger?

185
ROGER.- No es la primera vez que lo veo plantado, aquí delante del edificio. Ha visto
que lo he pillado y ha tirado calle abajo.
JÚLIA.- Pero ¿quién es?
ROGER.- Un chico. No lo sé. Pero no me gusta.
JÚLIA.- Pero... ¿tiene mal aspecto o...?
ROGER.- ¿Qué quieres decir?
JÚLIA.- No sé... ¿Por qué has dicho que... ¿Cómo es?
ROGER.- Un chico joven. Debe de tener poco más de veinte años. Tampoco te lo sabría
decir...
JÚLIA.- Pero de aspecto... te ha parecido...
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- No sé... Peligroso.
ROGER.- ¿Peligroso?
JÚLIA.- Sí, peligroso. No sé. Sospechoso.
ROGER.- No sé cómo es alguien/
JÚLIA.- ¡Ya me entiendes! ¡No sé! Por eso te decía si tenía mal aspecto o... algo que/
ROGER.- No. Es... un chico normal... Al contrario. Bien vestido. Atractivo... No es su
aspecto. No es eso...
JÚLIA.- Entonces, ¿qué?
ROGER.- Es su actitud. Me lo he encontrado demasiadas veces aquí... delante de casa.
Observando.
JÚLIA.- Observando, ¿qué?
ROGER.- No sé... En nuestra calle... Esta calle es tranquila. No es muy transitada...
Sólo vecinos y...
JÚLIA.- Quizás es del barrio.
ROGER.- Sí. Quizás, sí. Quizás es del barrio.
JÚLIA.- El hijo de alguna familia que/
ROGER.- Sí, sí... Seguramente, sí. No lo sé. Me lo he encontrado varios días, plantado
en la acera. La del otro lado de nuestro edificio. Plantado. Mirando nuestra casa.
JÚLIA.- Y dices que no parece/
ROGER.- No. Ya te lo he dicho. Un chico joven. Bien vestido. Me siento un estúpido
ahora hablando de cómo va vestido, como si eso... No... Podría ser un vecino, sí. Pero
ya te lo he dicho, no es su aspecto. Es sólo cómo observa nuestra casa. Sólo eso. Y
cómo lo hace...
JÚLIA.- Tienes razón, la calle no es muy transitada, pero... la gente que pasa mira este
edificio. Es singular. A nosotros cuando nos lo enseñaron/
ROGER.- Sí/
JÚLIA.- Nos encantó. Sólo cómo es por fuera. Y nos dijeron que... Arquitectónicamente
aquí no es muy habitual y cuando se construyó/
ROGER.- Sí, pero no... No se mueve como si fuera del barrio. No sabría explicártelo.
Me lo he encontrado demasiadas veces por aquí y... no me parece del barrio. Es su
actitud. O quizás soy yo. Y Ahora cuando... (Pausa.) Nada. Déjalo. No me hagas caso.

Pausa.

JÚLIA.- ¿Qué pasa? (Pausa.) Y ahora, ¿qué?


ROGER.- (...)
JÚLIA.- No me hagas esto de empezar las cosas y no terminarlas. Me lo cuentas, ¿o no?

186
ROGER.- Hacía una fotografía. Con el teléfono móvil.
JÚLIA.- ¿Una fotografía?
ROGER.- A saber. Quizá no hacía una fotografía. Quizá se hacía una foto a sí mismo.
Hoy en día ya no puedes saber si alguien está haciendo una fotografía a lo que tiene
delante de los ojos o si se la hace a sí mismo. Parecía que hacía una fotografía a nuestra
casa. Desde el otro lado de la calle. Como si hubiera cogido distancia para fotografiarla,
pero... bien mirado, también podría ser que se hiciera una fotografía a sí mismo. ¿No?
Podría ser... No lo sé. Ahora me siento estúpido. Me decías que lo he llevado tan bien
y... ahora monto este numerito...
JÚLIA.- No... No. No, claro que no. ¿Por qué fotografiaba nuestra casa?
ROGER.- Quizás no.
JÚLIA.- Ya...
ROGER.- Tú misma lo has dicho.
JÚLIA.- ¿El qué?
ROGER.- Este edificio. Que no es habitual. Es un tipo de construcción que/
JÚLIA.- ¡Anda ya!
ROGER.- Sí...
JÚLIA.- Un chico de veinte años fijándose en este edificio porque/
ROGER.- Tú misma lo has dicho/
JÚLIA.- Antes de que me dijeras que estaba haciendo una foto.
ROGER.- He dicho que me lo ha parecido...
JÚLIA.- No quieres que me preocupe.
ROGER.- Es que no/
JÚLIA.- Ya... Pero si tú has sido el primero que/
ROGER.- Eh... No. Basta. No. (Pausa.) No quiero que todo esto nos trastorne.
JÚLIA.- ¿Más aún?

Pausa larga.

ROGER.- No quiero que lo estemos. No debemos estarlo. No hay motivo. Seguro que
es una tontería que, si lo supiéramos, veríamos que nosotros hemos pensado dios sabe
qué y nos daría la risa... seguro que es una tontería...
JÚLIA.- ¿Cómo quieres que no lo esté? No sé quién puede querer hacernos daño y por
qué.
ROGER.- Nadie nos quiere hacer daño...
JÚLIA.- Asustar.
ROGER.- Nadie nos quiere asustar.
JÚLIA.- ¿Qué quieres que piense? El día que entraron... si hubieran querido algo, se lo
habrían llevado.
ROGER.- Ya hemos hablado de eso. Y no.
JÚLIA.- Me pregunto... ¿por qué? Nosotros... ¿Por qué alguien iba a querer/
ROGER.- Basta. No se llevaron nada porque no les dio tiempo. Y ya está. Como esto de
este chico. No tiene ninguna importancia. No la tiene.

187
3.

JÚLIA.- ¿De verdad que no quieres tomar nada?


TONI.- No, gracias.
JÚLIA.- Una cerveza o/
TONI.- Gracias, estoy bien.

Pausa.

JÚLIA.- Debe de estar a punto de llegar.

TONI frunce los labios, como si quisiera sonreír.


Pausa larga.

JÚLIA.- Le llamo.
TONI.- Por mí... no hace falta.
JÚLIA.- Al menos que sepa que/
TONI.- No me importa esperar.
JÚLIA.- A veces... no tiene horarios. Pierde la noción del tiempo. (Pausa.) Hago una
llamada, no me cuesta nada.

TONI frunce los labios, como si quisiera sonreír.


JÚLIA coge el teléfono. Llama.
Pausa.

JÚLIA.- Lo tiene desconectado.


TONI.- A mí no me importa esperar.
JÚLIA.- Quizá está en el coche, de camino. Quizá por eso lo tiene desconectado.
TONI.- ¿Quieres que pase en otro momento?

Pausa.

JÚLIA.- No... No, hombre, no... Ahora estás aquí... le gustará verte. Seguro.
TONI.- Entonces espero.
JÚLIA.- Debe de estar a punto de llegar.

Pausa larga.

188
JÚLIA.- Nunca ha hablado demasiado.
TONI.- ¿No?
JÚLIA.- No. (Pausa.). Me parece que no le debía de gustar o/
TONI.- ¿Eso dice?
JÚLIA.- No... Sólo que... como no suele hablar...
TONI.- Piensas que/
JÚLIA.- Es un decir. Sólo eso.
TONI.- Ya...

Pausa larga.

JÚLIA.- Quiero decir...


TONI.- (...)
JÚLIA.- Medio año. Nunca había estado tanto tiempo fuera. (Pausa.) Le gusta esta
ciudad. Estar aquí. La familia. Los amigos. Y además...
TONI.- Además, ¿qué?
JÚLIA.- Yo, entonces, estaba embarazada.
TONI.- Sí.
JÚLIA.- Ahora nuestra hija tiene cinco años. Casi seis.
TONI.- (...)
JÚLIA.- Eran los primeros meses de embarazo. Le hubiera gustado estar aquí. A mi
lado, pero... salió aquella oportunidad. No sé. Le pareció -nos pareció- que era... lo hizo
y... ya está... contento, sí. Contento, supongo/
TONI.- Contento.
JÚLIA.- Sí...
TONI.- Es raro estar contento si dices que no le gustó.
JÚLIA.- No quería decir que no le gustara. Quiero decir que... se fue, pero tenía claro
que era un tiempo. Cuatro meses. Al final resultó medio año. Medio año y ya está. Algo
temporal. Era una buena oportunidad. Lo fue. Para la empresa. También para él. Que no
le gustó es una suposición mía... no porque me lo haya dicho. Una suposición ya que...
(Pausa.) Nunca lo ha dicho. Una suposición nada más. Como no suele hablar...
TONI.- Ya...

Pausa larga.

JÚLIA.- Tú... (Pausa.) ¿Hace mucho que has vuelto?


TONI.- No.

Pausa larga.

JÚLIA.- ¿Cuándo volviste?


TONI.- Ayer.
JÚLIA.- Ah... ¿Justo ayer?

189
TONI.- Sí.
JÚLIA.- Ostras... Talmente acabas de llegar.
TONI.- Sí.
JÚLIA.- ¿Y te piensas quedar mucho tiempo?
TONI.- No.
JÚLIA.- ¿Vas a volver?
TONI.- Sí.
JÚLIA.- A ti sí que te debe de gustar...
TONI.- ¿El qué?
JÚLIA.- Estar allí...
TONI.- No. No... ¿Por qué me iba a gustar?

Pausa.

JÚLIA.- Como has dicho... pensaba/


TONI.- Si tuviera algo que hacer aquí, tal vez. O en algún otro lugar. Pero no. (Pausa.)
¿Has estado alguna vez? ¿Sabes cómo es la vida allí?
JÚLIA.- No.
TONI.- Claro... No.

Pausa.

JÚLIA.- No sé por qué tarda tanto...


TONI.- Puedo volver en otro momento.
JÚLIA.- No, no, no... No lo decía por eso.
.

JÚLIA vuelve a llamar.


TONI observa sin decir nada.

JÚLIA.- Desconectado.

Pausa.

TONI.- Un dúplex.
JÚLIA.- (...)
TONI.- Esta escalera va al piso de arriba... Un dúplex.
JÚLIA.- Sí...
TONI.- Está bien.
JÚLIA.- Es el único que hay en el bloque. Compramos dos e hicimos uno. Justo unos
meses antes de... casi siete años. Estamos contentos. Fue una buena idea.
TONI.- Sí... Claro.

190
JÚLIA.- Por el tema de tener hijos.
TONI.- Sólo Aïna. Aïna. Se llama Aïna, ¿verdad?

Pausa.

JÚLIA.- Sí... Aïna. Sólo Aïna.


TONI.- Está bien...
JÚLIA.- Sí...
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Es tranquilo. El barrio está muy bien. Esto parece un oasis en medio de la
ciudad. Dos calles más abajo hay una parada de metro. También el autobús. En un
momento estás en todas partes.
TONI.- Bien comunicado.
JÚLIA.- Sí. Muy bien comunicado. (Pausa.) ¿Has venido en metro o en autobús?
TONI.- A pie. He venido a pie.
JÚLIA.- Ah... A pie es otra cosa. Ya no está tan... Tú... (Pausa.) ¿De dónde venías?
TONI.- En el piso de arriba tenéis las habitaciones, ¿verdad?

Pausa.

JÚLIA.- Sí.
TONI.- La de la niña, Aïna; la vuestra; la de los invitados... también un baño.
JÚLIA.- Sí...
TONI.- Y una azotea. De esas en que se puede tomar el sol sin que te vean.
JÚLIA.- Sí...
TONI.- Y en esta planta el comedor, sala de estar, la cocina y un despacho.
JÚLIA.- Y otro baño.
TONI.- Exacto: Otro baño. Y una terraza. Una terraza grande. Con una mesa.
JÚLIA.- (...)
TONI.- Podéis hacer comidas y/
JÚLIA.- Sí...

Pausa.

TONI.- Me hablaba siempre. Hablaba tanto, que es como si ya hubiera estado. Tenía
ganas de volver. Muchas. Sobre todo por ti. No le gustaba estar fuera mientras tú
estabas embarazada.
JÚLIA.- Sí.
TONI.- Cuando volvió...
JÚLIA.- ¿Qué?
TONI.- ¿Cuánto te faltaba?
JÚLIA.- Un par de meses.
TONI.- Exacto... Un par de meses.
JÚLIA.- Sí...

191
TONI.- Aïna ya tiene casi seis años.
JÚLIA.- Sí...
TONI.- Cómo pasa el tiempo...

Pausa.

TONI.- Pero en ese medio año vino un par de veces.


JÚLIA.- Dos... Sí. Dos o tres... Tres. Tres veces en medio año. Pero muy pocos días.
Eran muy pocos días los que se quedaba aquí cuando venía.
TONI.- Sí. Se complicó todo un poco. Lo deberíamos haber resuelto en cuatro meses...
Incluso en menos tiempo.
JÚLIA.- Ya...
TONI.- Estaba preocupado. No quería que se alargara. Por tu embarazo. Quería estar
aquí, a tu lado. El trato era sólo cuatro meses. Al final fueron seis. Los últimos dos
meses todos estábamos preocupados. No fue fácil. ¿Te contó que no fue fácil?

Pausa.

JÚLIA.- Sí...
TONI.- ¿Sí? Creía que no. Habría jurado que no.
JÚLIA.- (...)
TONI.- Así que te dijo que no fue fácil. Que estábamos preocupados.
JÚLIA.- No...
TONI.- ¿No?
JÚLIA.- No...
TONI.- Claro... no te quería preocupar. Normal. Estabas embarazada.
JÚLIA.- (...)
TONI.- Y tu padre...
JÚLIA.- (...)
TONI.- ¿Hacía poco que se había puesto enfermo, no?
JÚLIA.- Sí.
TONI.- Pobre...
JÚLIA.- Sí. Fueron un par de años y...
TONI.- Me lo puedo imaginar.
JÚLIA.- Sí...
TONI.- ¿Cuánto hace?
JÚLIA.- Aïna debía tener... un año... entonces, hace algo más de cuatro años.
TONI.- Fue muy rápido.
JÚLIA.- Sí...
TONI.- Te acompaño en el sentimiento.
JÚLIA.- Gracias.
TONI.- Roger...
JÚLIA.- (...)
TONI.- Ocupó su lugar y... estaría contento. Se las arregló muy bien.
JÚLIA.- (..)

192
TONI.- Era complicado convencer a algunos. Allí las cosas... todo es diferente.
Tuvimos que...
JÚLIA.- (...)
TONI.- Se podría haber alargado aún más tiempo, pero... Tuvimos que cambiar de
estrategia. Eso... cambiar de estrategia...
JÚLIA.- (...)
TONI.- ¿Está contento?
JÚLIA.- Sí...
TONI.- Está contento.
JÚLIA.- Sí... supongo que sí. Sí, lo está.
TONI.- Aquella operación... un buen negocio. (Alza la mirada y observa a su
alrededor.) Es bonito este piso. El dúplex.
JÚLIA.- Gracias.
TONI.- Un buen piso. Una buena zona.
JÚLIA.- (...)
TONI.- Vosotros también hicisteis una buena operación. Un buen negocio.
JÚLIA.- ¿Aún trabajas para la empresa?
TONI.- No, no... qué va. Yo hice de enlace. Sólo aquel tiempo. Me conozco bien todo
aquello. Era el enlace, trabajamos codo a codo con tu marido.
JÚLIA.- Ya... Sólo puntualmente.
TONI.- Eso. Puntualmente. Para aquella operación.
JÚLIA.- Ya hace tiempo. Mucho tiempo... ¿desde entonces no lo has vuelto a ver?
TONI.- No. Ningún contacto desde entonces. Tampoco suelo venir aquí. He tenido que
venir por... Cuestiones personales. (Pausa.) Me dio vuestra dirección. Me dijo que si
algún día venía, le viniese a ver... que se enfadaría mucho si sabía que había venido y no
le había visitado. Estas cosas se suelen decir. A veces sólo por compromiso o... Pero
estoy aquí y he venido a verle. Ya casi ni debe acordarse de mí.
JÚLIA.- Hombre... seguro que sí... seis meses/
TONI.- Ya... (Pausa.) ¿Te había hablado de mí?

Pausa.

JÚLIA.- Sí...
TONI.- ¿Y qué te contó?
JÚLIA.- Pues...

Pausa.

TONI.- Qué cosas te pregunto...


JÚLIA.- (...)
TONI.- Hace años y debe de haber tratado con tanta gente...
JÚLIA.- Sí... Se llevará una sorpresa cuando llegue. Debe de estar a punto de llegar. Ya
debería estar aquí.
TONI.- Me apetecía verle.
JÚLIA.- (...)
TONI.- Y a ti.

193
JÚLIA.- (...)
TONI.- Era como si ya te conociera. Me había enseñado alguna fotografía tuya. Era
como si ya conociera este piso. El dúplex. Me hablaba de él siempre. Eres exactamente
como te recordaba. No has cambiado demasiado. Y esto... exactamente como me lo
imaginaba.
JÚLIA.- (...)
TONI.- ¿Sabes? (Sonríe.) Decía que eres salvaje...

Pausa.

JÚLIA.- ¿Eso decía?


TONI.- Sí. Salvaje. Un animal salvaje. Como un animal salvaje difícil de domar.

Pausa.

JÚLIA.- No sé por qué tenía que decir eso.


TONI.- Lo decía. Me lo había dicho más de una vez. Y que cuando estás asustada/
JÚLIA.- ¿Asustada de qué?

Pausa.

TONI.- No lo sé. (Pausa.) Asustada. Que cuando estás asustada, ya es totalmente


imposible domarte.

Pausa larga.

TONI.- Tendría que marchar.


JÚLIA.- (...)
TONI.- Es tarde. Pasaré en otro momento.
JÚLIA.- No sé por qué tarda tanto. Debería haber llegado. Debe de estar a punto de
llegar.
TONI.- Otro día...

TONI se levanta y hace ademán de irse.


JÚLIA se adelanta y le acompaña hasta la puerta de entrada, sin decirle nada.
Abre la puerta.
TONI se queda plantado observándola.
Después de unos segundos JÚLIA le tiende la mano.
TONI, obviando este gesto, se acerca mucho a ella.

194
JÚLIA.- Estás muy cerca.
TONI.- Sí. Mucho. Muy cerca.
JÚLIA.- Le diré... que has venido.
TONI.- Sí. Que he venido. Un momento. Sólo un momento.
JÚLIA.- Sí. Sólo un momento.
TONI.- ¿Pasa algo?
JÚLIA.- No...
TONI.- Me ha parecido que temblabas.
JÚLIA.- (Sonríe.) No.
TONI.- Me lo ha parecido.
JÚLIA.- Pues no.
TONI.- (Separándose de JÚLIA.) Un momento de nada.
JÚLIA.- ¿Estarás por aquí muchos días?

Pausa.

TONI.- No. No... Sólo... Todavía no lo sé. Unos días, tal vez... un tiempo. (Pausa.)
Salúdale de mi parte.
JÚLIA.- Lo haré.

TONI sale.
JÚLIA cierra la puerta.

195
4.

OLGA.- Dan mucho trabajo, pero... aprovecha ahora que puedes. Esta época pasa
volando y, después, cuando se hacen mayores... Al nuestro, a veces, ni le vemos el pelo.
Va a lo suyo. Es normal. A veces pueden pasar semanas que ni una llamada.
JÚLIA.- Ya...
OLGA.- (...)
JÚLIA.- Ahora... ¿hace días que no lo veis?
OLGA.- En este momento andan muy atareados. ¿Te dije que se ha comprado un piso
con Marta?
JÚLIA.- No.
OLGA.- En una urbanización. Un sitio bonito. Están contentos.
JÚLIA.- Ah... Muy bien.
OLGA.- ¿Estás cansada?
JÚLIA.- No... Olga... Es sólo que...
OLGA.- ¿Qué?
JÚLIA.- Son casi las cinco de la mañana.

Pausa.

OLGA.- Sí... claro. Perdona. Me sentía...


JÚLIA.- (...)
OLGA.- Me sentía tan a gusto... aquí... contigo... que... (Haciendo ademán de irse.) Es
normal: Querrás volver a la cama.
JÚLIA.- No... No lo decía por eso. De hecho...
OLGA.- (...)
JÚLIA.- No... no hay prisa.
OLGA.- (...)
JÚLIA.- Es sólo que... estabas fuera... sola... a estas horas.
OLGA.- Tú también.
JÚLIA.- No... Yo estaba aquí, en casa. He salido al balcón y... te he visto abajo, en la
calle.
OLGA.- ¿Tampoco podías dormir?
JÚLIA.- (...)
OLGA.- ¿No podías?
JÚLIA.- No. No podía dormir.
OLGA.- Hace un calor insoportable.
JÚLIA.- (...)
OLGA.- No se puede aguantar.
JÚLIA.- Tenemos aire acondicionado.
OLGA.- Tienes razón. Nosotros también tenemos. (Pausa.) Entonces... ¿qué es lo que
no te deja dormir?

Pausa.

196
JÚLIA.- El caso es que... te he visto. He bajado porque... no te quería llamar desde el
balcón. Pensé que si lo hacía... no quería despertarlos. Te he visto en la calle y me he
preocupado. Por eso he venido y te he dicho que subieses.
OLGA.- ¿Por qué?
JÚLIA.- Olga... las cuatro. Cuatro y media de la madrugada... en la calle. Sentada en un
portal... ¿A ti qué te parece?
OLGA.- Ah... era eso...
JÚLIA.- Claro...
OLGA.- Vivo aquí al lado. Aquí mismo. He salido a dar un paseo.
JÚLIA.- Tu marido...
OLGA.- ¿Qué pasa?
JÚLIA.- ¿Lo sabe?
OLGA.- ¿El qué?
JÚLIA.- Que no estás en casa... que has salido a... a dar una vuelta.
OLGA.- Sí, he salido. No, no lo sabe.
JÚLIA.- Pues... Eso... Podría despertarse/
OLGA.- ¿Por qué iba a despertar?
JÚLIA.- No lo sé...
OLGA.- Mi marido...
JÚLIA.- (...)
OLGA.- Suele dormir como un tronco. No creo que se despierte.
JÚLIA.- A estas horas... de madrugada.
OLGA.- Quería salir. Que me diese el aire.
JÚLIA.- Seguro que se preocuparía. Imagínate que ahora se despierta...
OLGA.- ¿Y el tuyo?
JÚLIA.- ¿El mío qué?
OLGA.- Roger... si ahora se despertase tampoco te encontraría en la cama.
JÚLIA.- Está durmiendo y yo estoy aquí... en casa.
OLGA.- Ya... (Pausa.) ¿Qué te hace pensar que duerme?

Pausa.

JÚLIA.- (...)
OLGA.- ¿Te pasa a menudo?
JÚLIA.- ¿El qué?
OLGA.- ¿Nos pueden oír?
JÚLIA.- (...)
OLGA.- En el piso de arriba... donde duermen... ¿nos pueden oír?
JÚLIA.- No...
OLGA.- Me daría pena. Despertarlos...
JÚLIA.- No. No te preocupes.
OLGA.- Si te ocurre a menudo: No poder dormir; levantarte; salir de la habitación;
bajar hasta este piso; irte al balcón.
JÚLIA.- (...)
OLGA.- Y pensar que Roger no se da cuenta; que aún no se ha dado cuenta; que
continúa durmiendo; que por la mañana se levantará pensando que toda la noche has
estado a su lado.

197
JÚLIA.- (...)
OLGA.- Pues yo, en lugar de ir a otra parte del piso o al balcón, he salido a la calle. Lo
hago a veces. No es la primera vez. (Pausa.) ¿Hace mucho que no puedes dormir?

Pausa larga.

OLGA.- ¿Qué pasa? (Pausa.) Eh... ¿estás bien?

Pausa larga.

JÚLIA.- Estoy bien. Qué te hace pensar/


OLGA.- Como no dices nada. Sólo te lo pregunto.
JÚLIA.- Lo estoy.

Pausa.

OLGA.- Lo he adivinado... Hace tiempo que no puedes dormir.

Pausa larga.

JÚLIA.- Un tiempo...
OLGA.- Ya...
JÚLIA.- Ya, ¿qué?
OLGA.- (Sonríe. Le hace un gesto rápido, afectuoso.) Te llevo unos años... podría ser tu
madre...
JÚLIA.- (...)
OLGA.- ¿Todo bien en el instituto?
JÚLIA.- Sí.
OLGA.- ¿Estás contenta?
JÚLIA.- Sí... Claro.
OLGA.- ¿Claro?
JÚLIA.- Sí... Contenta.
OLGA.- Roger...
JÚLIA.- (...)
OLGA.- ¿Todavía viaja?
JÚLIA.- No. Ya no. Bueno... No como antes. Como al principio. Muy de vez en
cuando. Sólo muy de vez en cuando. No aquellas temporadas largas. Ahora... cuando lo
hace... pocos... pocos días.
OLGA.- ¿Mejor?
JÚLIA.- ¿Qué?
OLGA.- ¿Tenerlo aquí o que viaje?

198
JÚLIA.- (...)
OLGA.- Mi marido se va dentro de una semana. Un poco más de una semana. Dos
meses y medio. Más o menos. Quizá más. No lo sé.
JÚLIA.- En los laboratorios, ¿todo bien?
OLGA.- Sí. Todo bien. Ha sido un año complicado, pero bien. Ahora hay un par de
proyectos... interesantes. Sí, interesantes.
JÚLIA.- Siempre me ha resultado curioso...
OLGA.- ¿Mi trabajo?
JÚLIA.- Sí.
OLGA.- No es demasiado conocido. La gente -como mucho- sabe de la existencia de
los perfumistas... y -ya te digo-, como mucho.
JÚLIA.- Pasarte el día oliendo...
OLGA.- Todo el día... tampoco es eso.
JÚLIA.- Ya me entiendes.
OLGA.- Oler y clasificar olfativamente productos de mercado de distintos países...
Conocer la librería de fragancias para poder trabajar nuevos productos. Dicho así...
parece un poco técnico... pero es apasionante, te lo aseguro.
JÚLIA.- Estoy segura.
OLGA.- De hecho es mucho más sencillo... esencialmente... trabajar con los
perfumistas para saber qué quieren y poder diseñar una fragancia concreta de... no sé...
champús, suavizantes... ambientadores… detergentes... cosas tan básicas que... la gente
ni piensa que hay personas que trabajamos para diseñar olores. Alguien tiene que
hacerlo. Las cosas no tienen un olor determinado porque sí.
JÚLIA.- Claro...
OLGA.- Hay momentos en que parece que sólo piensas con la nariz. (Ríe.) Ahora,
cuando vuelvas a la cama... si yo fuera Roger... cuando te volviera a tener al lado... si
estuviera medio dormido... no del todo dormido...
JÚLIA.- ¿Qué?
OLGA.- Lo primero que pensaría es que te has fumado -como mínimo- un par de
cigarros y has bebido... ¿Qué? ¿Qué has bebido? ¿Una cerveza?

Pausa.

JÚLIA.- Sí... (Pausa.) ¿Qué te hace reír?


OLGA.- Que te preocupe qué pensaría mi marido si supiera que yo estaba en la calle y
no qué puede pensar el tuyo de que necesites un cigarro y una cerveza a estas horas...
JÚLIA.- (...)
OLGA.- Mi marido... cuando vuelve de viaje... tiene un olor muy diferente. Bastante
extraño. Estos países donde les toca trabajar... (Pausa.) Cuando vuelven a casa... ¿te has
fijado?
JÚLIA.- Ya te lo he dicho... Ahora ya no viaja tanto.
OLGA.- Claro... Deberías dejar de fumar.
JÚLIA.- Sólo... de vez en cuando.
OLGA.- A escondidas.
JÚLIA.- Delante de la niña prefiero...
OLGA.- Ni de él tampoco.
JÚLIA.- (...)

199
OLGA.- Júlia, no sé a quién quieres engañar. Decide si quieres hacerlo, o no. Así de
simple. Pero mejor déjalo. No te hace ningún bien y, además, te atrofia el olfato. Te lo
aseguro.

Pausa.

JÚLIA.- Antes...
OLGA.- Antes, ¿qué?
JÚLIA.- Lo que intentaba decir... No sé si es muy buena idea salir a estas horas a la
calle. Era eso.
OLGA.- Ah... se está bien.
JÚLIA.- Sí, pero... no hay casi nadie. Es un poco...
OLGA.- En este barrio nunca pasa nada.
JÚLIA.- A nosotros... nos pasó aquello hace un par de meses... quizás por eso estoy...
estamos...
OLGA.- Ya... ¿Y qué? ¿Nada nuevo?
JÚLIA.- No... No. Nada. Bueno... Sí.
OLGA.- ¿Qué?
JÚLIA.- Nada.
OLGA.- ¿En qué quedamos?

Pausa.

JÚLIA.- Seguramente fue una broma de mal gusto y no tiene nada que ver con que nos
entraran en casa...
OLGA.- ¿Qué pasó?
JÚLIA.- Alguien nos envió un correo electrónico, a Roger y a mí, con unas fotografías
hechas aquí dentro... Sólo aquel correo. Nada más.
OLGA.- ¿Quién podría haceros eso?
JÚLIA.- No lo sé. Ni idea. Sólo aquel correo. No han vuelto a mandar nada.
OLGA.- ¿Fuisteis a la policía?

Pausa.

JÚLIA.- No...
OLGA.- ¿Por qué no?
JÚLIA.- Nos pareció... No. No. Debía de ser... No lo sé. Una broma de mal gusto.
OLGA.- Da igual... quizá lo deberíais haber denunciado.
JÚLIA.- En los delitos informáticos... te piden permiso para poder rastrearte. Se lo dije
a Roger... (Pausa.) No nos hacía gracia que la policía tuviera acceso a nuestros correos,
nuestros contactos, a... Y como sólo fue ese correo... Nos pareció que... una broma de
mal gusto.
OLGA.- Ya...
JÚLIA.- Y tienes razón. Éste es un lugar tranquilo.

200
OLGA.- Sí... en este barrio nunca pasa nada. (Pausa.) Bueno... casi nunca. A esta hora -
no suele haber normalmente- pero a esta hora no hay tráfico. Parece la calle de un
pueblo. Es muy agradable.
JÚLIA.- Precisamente. Es tan tranquilo... tan poco transitado...
OLGA.- (Ríe.) A mi edad -cuando ya pasas de los cincuenta largos te vuelves invisible,
o casi invisible-, dudo que alguien... Quizás para robarme, sí. Pero he bajado sin nada.
No me podrían quitar nada. Nada. (Se mira la alianza que lleva en uno de los dedos.
Ríe.) Sólo esto. Se la regalaría.
JÚLIA.- No te asusta que... si pasara cualquier cosa... de madrugada, en la calle, sola...
tu marido en casa, durmiendo... No sé.
OLGA.- ¿Tú no bajas por eso? (Pausa.) ¿Por miedo a que te pase algo o, simplemente,
por miedo a que alguien se despierte y no te encuentre en casa?
JÚLIA.- (...)
OLGA.- Quiero decir... ¿qué te asusta? ¿Tú? ¿Tu hija? ¿Tu marido? No acabo de
entender si lo que te asusta está ahí fuera o aquí, en tu casa.
JÚLIA.- (...)
OLGA.- Antes de bajar... ¿me has estado observando mucho rato?
JÚLIA.- No... Te he visto y he bajado.
OLGA.- Pero llevabas tiempo en el balcón...

Pausa.

JÚLIA.- Bueno... Me había levantado de la cama y había venido hasta aquí. He estado
un rato tumbada en el sofá. Sin hacer nada. Un buen rato. Me he tomado... sí, una
cerveza. Después salí al balcón y encendí un cigarro. La calle parecía desierta. Se
respiraba una quietud... una tranquilidad que... asustaba. Al cabo de un rato, alguien
caminando. Un hombre... un chico. Un chico, sí. Ha abierto uno de los contenedores y
apoyado en él, se ha asomado. Casi como si quisiese lanzarse dentro. Pero no lo ha
hecho. Al cabo de unos segundos, se ha movido, como si volviera a salir a la superficie.
Ha continuado caminando calle arriba. Pasaba al lado de los coches que hay aparcados.
Iba probando con la cerradura de las puertas de cada uno de los coches. Sólo las
cerraduras del lado por donde caminaba. Como si probara suerte, a ver si alguien se
hubiera dejado una abierta. Pero sólo las del lado por donde caminaba. En uno de los
coches se ha detenido. Se ha agachado. Ha mirado algo debajo. No sé qué podía mirar, o
qué podía hacer. (Pausa.) Y continuó andando. También probando con las cerraduras.
Incluso con algún maletero. Pero nada. Tenía pinta de volver a casa. Quizás había
bebido un poco más de la cuenta. No lo sé. Esto de las puertas era como un juego,
simplemente como un juego, a ver si por casualidad se abría alguna. Una vez aquí,
delante de casa, ha levantado la cabeza y me ha parecido que miraba aquí. Aquí arriba.
Quizás me ha visto. No sé... no creo. Tenía las luces apagadas y es difícil que... yo, en
cambio, lo veía perfectamente. Ha mirado unos segundos. Yo no me he movido, ni
siquiera me he escondido. Al contrario. He estado a punto de decirle: "¿Qué pasa? ¿Qué
quieres, eh? ¿Qué miras? ". Sé que le habría asustado.
OLGA.- (Ríe.) Puedes estar segura. (Pausa.) ¿Era atractivo?

Pausa.

201
JÚLIA.- No sé... creo que no mucho... No, no lo era. Entonces he oído la risa de una
chica. Era bajo el balcón. Con un chico. De pie, contra un coche. Él contra el cuerpo de
ella. Parecía mulata. La calle no está demasiado iluminada y era difícil distinguir el
color de su piel. Era más bien pequeña. Tenía el cabello rizoso. Quizá por eso he
pensado que era mulata. No lo sé. En cualquier caso... Ella apoyaba su cuerpo contra la
puerta del coche y sobresalía por la parte de arriba su cabello rizoso. Bajo la presión del
cuerpo de él sobre el suyo y tan arrimada al coche, daba la sensación de un cabello
voluminoso. Electrizado. Como si se le hubiera puesto la piel de gallina y el efecto le
hubiera llegado hasta el cabello. Él la cogía fuerte por la cintura. Se besaban. Era tan
intenso que...
OLGA.- ¿Qué?
JÚLIA.- Nada... Reía. Reía muy fuerte. Supongo que era por eso...
OLGA.- Sí, yo también los he visto.
JÚLIA.- ¿Sí?
OLGA.- Sí.
OLGA.- Y me has visto a mí.
JÚLIA.- No.
OLGA.- Todavía no.
JÚLIA.- No... Me he fijado en que estabas allí, cuando la pareja se ha ido.
OLGA.- He visto cómo les has lanzado el cigarro. Sin apagarlo. Hacia ellos.
Expresamente. Lo has lanzado sobre ella. Y después de hacerlo... esta vez sí que te has
escondido. Has entrado dentro del piso. Y ellos... quizás han notado una chispa o... han
levantado la cabeza, extrañados. No han sabido de dónde venía. Se han separado del
coche y han tirado calle abajo. Él era atractivo. Él, sí. Corpulento. Tenía los brazos...
grandes. Al poco has vuelto a salir, tímidamente. (Pausa.) Tú mirabas qué pasaba en la
calle y yo hacía rato que te miraba a ti. Lo he visto todo. Cuando has vuelto a salir, no
había nadie en la calle. He hecho como que miraba hacia otro lado. Ha sido entonces
cuando te habrás dado cuenta de que estaba sentada en uno de los portales y has bajado.

Pausa.

JÚLIA.- Sí...
OLGA.- En el fondo tenías ganas de salir.
JÚLIA.- Sí... Supongo que sí.

202
5.

JÚLIA.- ¿Cómo que le has hecho subir?


ROGER.- Sí.
JÚLIA.- Al chico que hace días...
ROGER.- Sí... Te lo acabo de decir. El de la calle.
JÚLIA.- No lo entiendo.
ROGER.- Ya verás que... te hará gracia/
JÚLIA.- De momento no me/
ROGER.- Ya verás, resulta que... le he preguntado qué miraba. Que lo había visto en
más de una ocasión merodeando por aquí. Le he dicho que si buscaba a alguien.
JÚLIA.- ¿Y qué te ha dicho?
ROGER.- Me ha contado que estudiaba dos calles más arriba, en la Facultad de
Arquitectura. Que una antigua profesora suya vivía aquí. En este edificio. "Yo también
vivo aquí". (Pausa.) Le he dicho que yo también vivo aquí. En este edificio. Me ha
contado que la vio entrar un día. A su profesora. Que la vio cómo abría la puerta. Hace
un tiempo. Que la llamó y ella no le oyó. Le he preguntado cómo se llama su profesora.
Me ha dicho que la había tenido hace pocos años, antes de entrar en la facultad. En el
bachillerato. Le he vuelto a preguntar el nombre de su profesora y me ha dicho tu
nombre. Júlia. "¿Qué dices? Mi mujer también se llama Júlia y es profesora". No ha
dicho nada. Se ha quedado parado. Como si le diera vergüenza. No sé.

Pausa.

JÚLIA.- Y ¿cómo... cómo se llama?


ROGER.- Dídac.
JÚLIA.- (...)
ROGER.- ¿Te suena?
JÚLIA.- Sí... Me parece que sí...
ROGER.- ¿Te parece?
JÚLIA.- (...)
ROGER.- Dídac Vilaplana.
JÚLIA.- Sí... Me suena. Ya hace unos años que lo tuve. Sí, claro... Dídac. Sí.
ROGER.- Le he preguntado si te quería ver por algún motivo en concreto. Me ha dicho
que no. Simplemente te vio un día, cuando entrabas en el edificio, y te quería saludar.
Saludarte sólo. Que pasa a menudo por esta calle. Que baja por aquí cuando sale de la
facultad para ir a coger el metro. Que siempre que pasa por aquí, mira por si te vuelve a
ver. Para saludarte. Para saludarte nada más. Que le hubiera gustado hablar contigo y
contarte cómo le van las cosas. Me ha dicho que eres una buena profesora. Que eres de
las mejores profesoras que tuvo en el instituto. Que qué lástima que ese día -el día que
te vio- no lo hubieras oído. Que le hubiera gustado saludarte y contarte cómo le van las
cosas.

Pausa.

203
JÚLIA.- Dídac... (Pausa.) ¿Te ha parecido que estaba... se le veía contento?
ROGER.- Me ha parecido que estaba nervioso.
JÚLIA.- No me extraña. Es un poco...
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- Extraño... que le hayas invitado a casa.
ROGER.- No he tenido que insistir mucho.
JÚLIA.- No tendrías que haberlo hecho.
ROGER.- ¿Por qué no? No veo qué tiene de malo. No me lo ha parecido.
JÚLIA.- Es un exalumno. No me gusta que... No. Una cosa es el trabajo y... aquí, a casa
no le tendrías que haber... No me gusta mezclar las cosas.
JÚLIA.- ¿Ha estado mucho rato?
ROGER.- No. El tiempo justo para tomar una cerveza.
JÚLIA.- ¿Le has dado una cerveza?
ROGER.- Sí.
JÚLIA.- (...)
ROGER.- ¿Te parece mal?
JÚLIA.- No. Supongo que no.
ROGER.- Estudia en la facultad. En la Universidad.
JÚLIA.- Ya...
ROGER.- Cuando era alumno tuyo...
JÚLIA.- ¿Qué?
ROGER.- Que entonces no le habría dado una cerveza.
JÚLIA.- No, claro que no. Entonces, no.
ROGER.- Entonces aún no tendría la edad.
JÚLIA.- No. No tenía la edad.
ROGER.- Pero seguro que con dieciséis años ya se debía tomar alguna cerveza, incluso/
JÚLIA.- Da igual, con dieciséis o diecisiete años, no estaría bien que le invitases a una
cerveza. Que le invitásemos. No está bien dar cerveza a un menor.
ROGER.- Pero ahora ya no es menor...
JÚLIA.- Ya... Sólo digo que/
ROGER.- Pero cuando era alumno tuyo no habría subido a casa. Porque tampoco habría
estado por aquí rondando. Cuando era alumno tuyo es evidente que no iba a la facultad
y no... No andaría por aquí... No tendría por qué hacerlo. Y entonces tú lo verías cada
día -o tal vez no todos los días, pero casi- y no te estaría buscando para decirte cómo le
están yendo las cosas...
JÚLIA.- No... No. Claro que no.
ROGER.- Y yo no le habría hecho subir a casa y no le habría invitado a una cerveza.
JÚLIA.- Roger... Esto/
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- No tiene ningún sentido.
ROGER.- (Ríe.) Tienes razón. Estoy diciendo tonterías.
JÚLIA.- ¿Cuántas cervezas te has bebido?
ROGER.- Una él y una yo. Ahora no sé por qué he dicho esto.
JÚLIA.- ¿Ha aceptado enseguida?
ROGER.- ¿El qué?
JÚLIA.- Subir a casa.
ROGER.- Sí.
JÚLIA.- ¿Y la cerveza?

204
ROGER.- También.

Pausa.

JÚLIA.- Después de lo que nos pasó...


ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- Que nos entraran en casa...
ROGER.- ¿Qué tiene que ver?
JÚLIA.- Deberíamos tener más cuidado.
ROGER.- ¿Qué quieres decir?
JÚLIA.- Que no le tendrías que haber invitado a casa.
ROGER.- Crees que alguien como tu alumno podría/
JÚLIA.- No. No... No. Claro que no.
ROGER.- ¿Entonces?
JÚLIA.- Nada. Que deberíamos tener cuidado con quién entra en casa. Que... no
podemos dejar entrar al primero que pasa. Que no me gusta que le hayas invitado. Sólo
eso.
ROGER.- Me ha parecido que tenía ganas de saludarte y que quizás te gustaría verlo.
JÚLIA.- Ya...

Pausa larga.

ROGER.- ¿Era un buen alumno?


JÚLIA.- Normal.
ROGER.- Creía que...
JÚLIA.- ¿Qué?
ROGER.- Para entrar en Arquitectura hay que tener buena nota.

Pausa.

JÚLIA.- Sí. Era un buen alumno.


ROGER.- ¿Era la carrera que quería hacer?
JÚLIA.- Supongo.
ROGER.- Supones... ¿No lo sabes?
JÚLIA.- No... Sí. Supongo que sí.
ROGER.- ¿Teníais buena relación?
JÚLIA.- Roger...
ROGER.- ¿Qué pasa?
JÚLIA.- Nada. Me porto bien con mis alumnos. Ya lo sabes.
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Sabes que... me gusta que haya buen ambiente. Pienso... que es bueno. Un trato
cordial. Una buena relación con los alumnos... es bueno... para ellos. Para sus estudios.
Para el grupo.
ROGER.- Ya...

205
JÚLIA.- Sí. Es bueno.
ROGER.- No me ha parecido un chico demasiado abierto.
JÚLIA.- Debe de tener... veintipocos...
ROGER.- Ya...
JÚLIA.- A esta edad...
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- Quizás estaba incómodo. Cohibido.
ROGER.- ¿Por qué iba a estarlo?
JÚLIA.- No sé... Estar en casa de su profesora... con su marido, al que no conoce de
nada... tomando una cerveza... La situación... Quizás era eso.
ROGER.- Ya...
JÚLIA.- No era un chico muy extrovertido.
ROGER.- Me ha parecido que no lo era. (Pausa.) Le debe de gustar el deporte.

Pausa.

JÚLIA.- No lo sé.
ROGER.- Tiene planta. Está cuadrado.
JÚLIA.- Sí... Creo recordar que sí.
ROGER.- Atractivo.
JÚLIA.- (...)
ROGER.- No muy extrovertido. Debe de practicar algún tipo de deporte. Seguro que le
dedica horas. Se nota. (Pausa.) Yo tendría que volver al gimnasio. ¿No te parece?
JÚLIA.- Te lo digo siempre.
ROGER.- Sí...

Pausa.

JÚLIA.- ¿Qué te ha contado?


ROGER.- Ha pasado algo curioso.
JÚLIA.- ¿Qué ha pasado?
ROGER.- Cuando hemos entrado... nos hemos quedado aquí. Le he dicho si quería
tomar algo y me ha dicho que no. Se ha sentado en el sofá. Ninguno de los dos decía
nada. No era incómodo -no creas que lo era- pero nadie decía nada.
JÚLIA.- Me acabas de decir que ha aceptado enseguida...
ROGER.- ¿El qué?
JÚLIA.- La cerveza.
ROGER.- Sí. De hecho sí. Primero le he preguntado si quería tomar algo y ha dicho que
no. Nos quedamos aquí callados y he pensado que... ha sido cuando le he dicho que iba
a la cocina a buscar un par de cervezas. Una para él y otra para mí. Yo he dicho que iba
a buscar un par de cervezas y dijo "gracias". He entendido que quería. (Pausa.) Sí, ha
aceptado enseguida. He ido a la cocina a buscarlas y me ha seguido.
JÚLIA.- Y ¿qué ha pasado? Has dicho que ha pasado algo... curioso.
ROGER.- Sí... (Pausa.) He abierto la nevera y le he dicho "coge un vaso". Yo no le
había dicho dónde los tenemos guardados, pero, en cambio, ha abierto el armario donde
están los vasos. Podía ser en cualquiera de los armarios de la cocina. La cocina es

206
grande. Pero ha abierto el armario donde los tenemos guardados. A la primera. No lo
dudó ni un segundo. Como un acto reflejo.
JÚLIA.- ¿Eso es lo curioso que ha pasado?
ROGER.- Me lo ha parecido. ¿No te lo parece?
JÚLIA.- No, no me lo parece.
ROGER.- Le he dicho "coge un vaso" y ha ido directamente al armario donde los
tenemos guardados.
JÚLIA.- Ya... Me lo has dicho.
ROGER.- Directo allí.
JÚLIA.- Sí... Lo he entendido. No soy tonta.
ROGER.- No te pongas así. Me ha parecido/
JÚLIA.- ¿Una casualidad? Eso es lo que me parece a mí...
ROGER.- Seguramente.
JÚLIA.- ¿Te crees que nuestra cocina es diferente a la de los demás?
ROGER.- ¿Qué quieres decir?
JÚLIA.- Pues que debemos tener una organización semejante a la de otras muchas
cocinas... Y los vasos y las cosas colocadas en el mismo lugar donde la gente suele
poner las cosas...
ROGER.- Seguramente...
JÚLIA.- Vasos: un armario de los de la parte de arriba. Cerca de la nevera... por
ejemplo... Yo qué sé...
ROGER.- Ya...
JÚLIA.- Y estudia Arquitectura...
ROGER.- ¿Qué quieres decir?
JÚLIA.- Que pensará con la lógica de alguien que hace casas. Yo qué sé. ¿Tienes sed?
ROGER.- Sí.
JÚLIA.- ¿Vino?
ROGER.- No. Una cerveza va bien.

JÚLIA va a la cocina.
Sale con las dos cervezas.

JÚLIA.- La semana que viene será complicada. No tengo ni una tarde libre.
ROGER.- ¿Ninguna?
JÚLIA.- Claustro, tutorías... Cada día tengo una cosa u otra.
ROGER.- Yo tres cuartos de lo mismo.
JÚLIA.- Deberíamos hablar con tus padres/
ROGER.- Sí, llámalos.
JÚLIA.- Sí.
ROGER.- A ver cómo nos organizamos.
JÚLIA.- Bastantes horas tengo en el instituto como para que tú/
ROGER.- Como para que yo, ¿qué?
JÚLIA.- Será mejor que no vuelvas a invitar a casa a ninguno de mis alumnos -un
alumno, o un exalumno-. No lo encuentro adecuado. Prefiero que no.
ROGER.- De acuerdo. No volverá a pasar.
JÚLIA.- Y después de que nos entrasen... deberíamos ser un poco precavidos.
ROGER.- ¿Precavidos?
JÚLIA.- Sí. Con dejar entrar en casa a según quién.

207
ROGER.- Hace unas semanas dejaste entrar a aquel hombre.
JÚLIA.- Dijo que era amigo tuyo.
ROGER.- No sé quién podía ser. Ya te lo dije. No conozco a nadie así. No sé quién era.
JÚLIA.- Sí, pero... me dijo que habíais trabajado juntos durante/
ROGER.- Este chico... Dídac... era alumno tuyo, ¿verdad?
JÚLIA.- Sí...
ROGER.- Sólo te quería saludar. Me ha parecido que te gustaría saber que a un
exalumno le van bien las cosas. Se notaba que te aprecia. No me ha parecido que
estuviese haciendo nada malo.
JÚLIA.- Yo no lo dejé entrar. Abrí la puerta, me preguntó por ti y le dije que no estabas.
Dijo que pasaría otro día. No lo invité a entrar aquí dentro, ni le di una cerveza, ni le di
conversación. No dejo entrar al primero que pasa o acabo de conocer. Dije que no
estabas y que mejor que pasara en otro momento.
ROGER.- Vete a saber qué quería. Ten cuidado con esa gente que llama y que piden un
recibo de la luz o/
JÚLIA.- No pidió ningún recibo de la luz/
ROGER.- A saber qué quería. Sólo te digo que tengas cuidado. A veces, dicen que son
de la compañía de la luz o de cualquier otra cosa y piden un papel. No enseñes nada a
nadie que llame a la puerta. Aunque se identifique. Di que, si acaso, ya nos pondremos
en contacto con la compañía/
JÚLIA.- Roger... Te digo que... no me pidió ningún recibo ni/
ROGER.- Y yo sólo que hay que tener cuidado/
JÚLIA.- ¡No soy una vieja confiada que se deja embaucar por el primero que llama al
timbre!
ROGER.- Pero aquel hombre -no sé cómo, ni quién lo dejó pasar- entró por la puerta de
abajo y una vez aquí le abriste la puerta del piso. Y te dijo que era amigo mío. Que me
conocía. Yo no tengo ni idea de quién era, ni qué quería.
JÚLIA.- Claro que me lo creí. Dijo cosas muy concretas/
ROGER.- Me dijiste que sólo fue un momento.
JÚLIA.- Fue un momento... un momento de nada. Pero por lo poco que me dijo no dudé
de que lo habías conocido cuando/
ROGER.- Pues no. Y no lo compares con lo de hoy. Es alumno tuyo. Él sí que lo era. Y
mira... Al menos me he quitado de encima la preocupación de haberlo visto varias veces
rondando por aquí y observando nuestra casa.
JÚLIA.- Ya... Pero mejor no...
ROGER.- ¿Qué es lo que te preocupa tanto?
JÚLIA.- ¿Y lo de las fotografías? Alguien nos envió fotografías de nuestra casa -hechas
dentro de casa- a nuestros correos electrónicos. Por eso te digo que tenemos que ser más
precavidos. Sólo por eso.
ROGER.- ¿Qué tiene que ver eso con Dídac?
JÚLIA.- Él no... Es un buen chico... Era un buen chico... Eso me parece/
ROGER.- A mí también me lo ha parecido/
JÚLIA.- Pero... seguramente aquello del correo... quizás era una broma de mal gusto,
pero... Es tan fácil entrar en casa de alguien y... no sé... sacar el móvil o... y hacer una
fotografía... No sé. No me gusta que en casa entre alguien que/
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Alguien que no es de nuestro entorno...
ROGER.- Ya...
JÚLIA.- Además... podría traerme problemas subir a un alumno a casa. Problemas con
el centro, o con alguno de los padres si lo llega a saber.

208
ROGER.- Es un exalumno.
JÚLIA.- Podría tener amigos o... o alguien en el centro. ¿Qué pensarían si supieran que
le has invitado a casa? Y en todo caso, no me parece…
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- Profesional. El trabajo y la casa. Me gusta separar las dos cosas. Me podría
traer problemas.
ROGER.- No volverá a pasar. Te lo prometo.

ROGER la coge con fuerza.


Se besan y se magrean con un punto de agresividad.

JÚLIA.- (Separándose.) Para... Para...


ROGER.- ¿Qué pasa?
JÚLIA.- Ahora no...
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Aïna...
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- Voy a ver si Aïna se ha dormido.

209
6.

OLGA ríe con fuerza.

TONI.- (Poniéndose el índice sobre los labios.) ¡Tssssst!


OLGA.- (Controlando la risa.) Tienes razón... Tienes razón...
TONI.- No querrás despertarla...
OLGA.- No, claro que no... Tienes razón... (Imitándolo.) ¡Tssssst!

OLGA coge una botella de vino.


La observa. Queda un poco menos de la mitad.

OLGA.- ¿Un poco más?


TONI.- Estoy bien...
OLGA.- ¡Si casi no has bebido nada!
TONI.- ¡Claro que sí!
OLGA.- Me has dicho que me acompañarías.
TONI.- Y lo he hecho.
OLGA.- Y lo has hecho... Dice que lo ha hecho. "Y lo he hecho".
TONI.- Sí. Lo he hecho.
OLGA.- ¡Eres un mentiroso!
TONI.- No soy un mentiroso...
OLGA.- Lo eres. (Refiriéndose a la botella.) ¿Seguro que no?
TONI.- Seguro.
OLGA.- (Sirviéndose una copa.) Me has dicho que me acompañarías...
TONI.- Lo he hecho.
OLGA.- (Le mira.) Lo has hecho...
TONI.- Sí...
OLGA.- Sí...
TONI.- ¿Has bebido más de la cuenta?
OLGA.- (Ríe.) No...
TONI.- ¿No? (Pausa.) ¿Estás bien?
OLGA.- Estoy bien. Muy bien.
TONI.- ¿Seguro?
OLGA.- Tengo una resistencia etílica poco habitual.
TONI.- Caray... ¿De verdad?

Pausa.

OLGA.- Te sorprenderías. (Acercándose mucho a TONI, casi pegándosele.) ¿De qué es


este olor?
TONI.- ¿Qué olor?

210
OLGA.- Este...
TONI.- Es mi...
OLGA.- Ya...
TONI.- Mi olor.
OLGA.- Curioso...
TONI.- ¿Curioso?
OLGA.- Sí...
TONI.- ¿Huelo a cerrado?
OLGA.- (...)
TONI.- He estado vaciando un piso... Llevo días... entre trastos... ¡Mierda!... Se me
habrá quedado aquel olor a cerrado.
OLGA.- No sé... (Ríe.) Es curioso...

Pausa larga.

TONI.- (Despegándose.) Debería irme. Si hubiese venido antes...


OLGA.- Si nos acabamos de conocer...
TONI.- Ya, pero...
OLGA.- Pero, ¿qué?
TONI.- (...)
OLGA.- Tienes que marchar... ¿seguro? Es mi día...
TONI.- Sí...
OLGA.- Quédate un rato más...
TONI.- Tengo que marchar.
OLGA.- Pues nada...
TONI.- Sí... Lo que me da pena es irme y no ver a Aïna.
OLGA.- Hemos estado jugando y... la he dejado en la cama un poco antes de que
llegaras.
TONI.- Sí... Me lo has dicho... Pues nada... Esta vez me tendré que ir sin haberla visto...
¿A qué hora volverán?
OLGA.- Tarde...
TONI.- Tarde.
OLGA.- Sí, tarde.
TONI.- Lástima...

Pausa larga.

TONI.- Entonces... (Pausa.) Nada... Tendría que irme/


OLGA.- Mira...
TONI.- ¿Qué?

Pausa.

211
OLGA.- Si no hacemos ruido... Subimos arriba y... si nos quedamos en la puerta, en
silencio... así podrás verla.
TONI.- ¿De verdad?
OLGA.- Sí...
TONI.- Qué bien... Gracias. No sabes cómo... Muchas gracias.

Pausa.

TONI.- No te preocupes... Iremos con mucho cuidado... No la despertaremos.


OLGA.- Por suerte es muy tranquila y coge el sueño enseguida.

Los dos se disponen a subir al piso de arriba.


Suena el teléfono móvil de OLGA.

TONI.- El teléfono...
OLGA.- (Observa el móvil.) Mi marido...
TONI.- Cógelo. Subo. No haré ruido...
OLGA.- (...)
TONI.- Cógelo... No sufras... Sé en qué habitación es... será un momento.

TONI sube al piso de arriba.


OLGA se queda en el primer piso mientras habla por teléfono.

OLGA.- (Al teléfono.) ¿Cómo estás? (...) Claro que estoy bien. Todo bien... ¿Qué
tiempo hace? Mucho calor, ¿no? (...) ¿Preocupado? ¿Por qué? (...) Ya... Claro... ¿Te has
encontrado tantas llamadas mías? (...) ¿Tantas? (...) Puede que te haya llamado tantas
veces. (...) Sí, estoy bien... Claro que estoy bien. (...) No... No estoy en casa. ¿Has
llamado a casa? (...) Es que estoy en casa de Júlia y Roger. Me han pedido si podía
hacerles un favor. Han salido con los padres de él y... Se ve que la chica que les hace de
canguro se ha puesto enferma... (...) Ya... (...) Les he dicho que lo haría encantada.
Tampoco tenía nada que hacer y... (...) Hemos jugado un poco y la he dejado en la cama
hace un rato... (...) Ya... (...) Sí, te he llamado un montón de veces. Lo sé. Lo sé... (...)
No, no... Claro que no. No pasa nada... ¿Qué iba a pasar? Es que... esta tarde se han
dado los premios de innovación/ (...) Sí... Era hoy... esta tarde... en el ayuntamiento/ (...)
Sí... Te lo dije. Claro que te lo dije/ (...) Es igual. Déjalo. Si a ti te parece que no...
déjalo/ (...) ¿Lo quieres saber o no? (...) ¿Te puedes creer que me la han dado a mí? (...)
Sí... a mí... (...) Claro que estoy contenta. Muy contenta. No te puedes imaginar cómo
estoy de contenta. Mucho. Muchísimo. Por eso te había llamado/ (...) Ya... Pero no
quería enviarte un mensaje, prefería/ (...) No... No... No les he dicho nada a Roger y
Júlia. No... no lo saben... Se habrían sentido mal y... les hago un favor, y yo encantada...
(...) ¿Con quién has cenado? (...) El intérprete... ¿Qué tal? ¿Te llevas bien? (...) ¿Es
bueno traduciendo? (...) Qué bien. Muy bien. (...) ¿Qué edad tiene? (...) ¿Y qué? ¿Es
simpático? (...) Está bien... (...) Ya... (...) Han hecho la recepción en el ayuntamiento y/

212
(...) Después he venido hasta aquí. (...) A mí no me importa. Me lo he pasado muy bien
con la niña. (...)

TONI ha bajado del piso de arriba y la observa en silencio, sin que OLGA se dé cuenta.

OLGA.- (...) Ya... (...) Con quién querías que... (...) No. Con los del trabajo, no. (...) Sí,
muy contenta. Mucho. A ti ¿qué te parece? (...) Lo celebraremos cuando vuelvas, ¿eh?
¿Verdad que sí? (...) Ya sé que falta/ (...) ¿Cuántos días más? (...) ¿Tanto? (...) ¿Pero va
todo bien? (...) Ya...

Finalmente advierte la presencia de TONI. Se miran. OLGA sonríe.

OLGA.- (...) Oye... Ya te llamo en otro momento... Es que... me da rabia despertar a


Aïna. (...) Sí... (...) Adiós.

OLGA cuelga el teléfono.

OLGA.- Disculpa...
TONI.- No pasa nada.
OLGA.- Mi marido...
TONI.- (...)
OLGA.- Está fuera. De viaje. Por eso/
TONI.- No pasa nada. (Pausa.) ¿Todo bien?

Pausa.

OLGA.- Sí... (Pausa.) Sí, todo bien.


TONI.- ¿Sabía lo del premio?
OLGA.- No...
TONI.- Imagino que se ha puesto contento.

Pausa.

OLGA.- Sí. Mucho. Muchísimo. Muy contento. Me ha dicho que lo celebraremos


cuando vuelva. (Pausa.) ¿Qué? ¿Has visto que guapa? ¿Qué te ha parecido?
TONI.- Sí. No he hecho ruido. Dormía tan/
OLGA.- Es una niña muy buena.
TONI.- La he mirado desde la puerta. Ha crecido mucho.
OLGA.- ¿Cuánto hacía que no la veías?
TONI.- Tiempo. No sé. Mucho tiempo. Está muy grande.

213
OLGA.- Me alegro de que hayas podido verla.
TONI.- No me he podido aguantar y...
OLGA.- (...)
TONI.- He entrado -con mucho cuidado, ¿eh?- y le he dado un beso. Supongo que se
había desabrigado y le he subido un poco las sábanas. Ni se ha movido. Lo he hecho
con mucho cuidado para no despertarla. Ni se ha movido. Me ha gustado verla. Me ha
gustado mucho. ¿Les dirás que he venido?
OLGA.- Claro... Por supuesto.
TONI.- Cuéntales que he venido. Que he visto a Aïna. Que me hubiera gustado mucho
verlos. Que la niña ya dormía, pero que la he visto. Que he entrado en la habitación y le
he dado un beso. Que me ha dado pena no haberlos visto a ellos, pero... a la niña, sí.
Que he podido ver a la niña y darle un beso. Que incluso la he arropado.
OLGA.- Cuando lleguen se lo diré.
TONI.- Les hará ilusión. Estoy seguro. (Pausa.) Bueno, yo...

TONI hace ademán de irse.

OLGA.- No te vayas todavía.


TONI.- (...)
OLGA.- Quédate un rato más.
TONI.- (...)
OLGA.- Sólo un rato.
TONI.- (...)
OLGA.- Es mi día. Me has dicho que me acompañarías.
TONI.- Lo celebrarás con tu marido, cuando vuelva. ¿Cuándo vuelve?
OLGA.- Tenía que volver dentro de diez días. Pero... se lo han alargado. Una semana
más.
TONI.- Vaya...
OLGA.- No es la primera vez...
TONI.- Ya...
OLGA.- Cuando vuelva ya habrán pasado muchos días.
TONI.- (...)
OLGA.- Para celebrarlo. Quizás ni se acordará. Quizá ni yo. Quizás ya no habrá nada
que celebrar.

Pausa larga.

TONI.- ¿Por qué lo dices?


OLGA.- No, por nada... Supongo que nos hemos acostumbrado a vivir de esta manera.
TONI.- Debe de ser complicado.
OLGA.- ¿Qué te lo parece?
TONI.- Temporadas fuera... lejos... separados.
OLGA.- Mi marido... ahora cada vez viaja menos y está más días aquí. A veces tienes la
sensación de que vives junto a un desconocido. Nuestro hijo también vive aquí. Tiene
treinta y cinco años. También... nos vemos poco. A veces tan poco como a su padre.
También siento que es otro desconocido. No lo digo como... Quiero decir... no me

214
gustaría que pareciera que los culpo de nada. Sé que yo también soy una desconocida
para ellos. Me pregunto qué no hemos sido capaces de construir en todos estos años. Por
qué no hemos sabido. No sé por qué no he sido capaz de retener nada, ni a nadie a mi
lado... Creo que no he hecho nada malo para... A veces me lo pregunto. (Pausa.) No son
estas temporadas, ni la distancia... No. No es eso. Es sólo que algo te pone en alerta de
que acabas no sabiendo nada de las personas que tienes al lado. De si están bien. Mal.
Contentos. Tristes. Preocupados. Qué quieren. Que no quieren. (Pausa.) A Roger y
Júlia... los aprecio mucho. Vienen de vez en cuando. Me aprecian. Me gusta estar con
ellos. Que confíen en mí, como hoy, dejándome con Aïna.
TONI.- (...)
OLGA.- Con Roger y Júlia...
TONI.- (...)
OLGA.- ¿Hace muchos años que sois amigos?
TONI.- Amigos... Bueno... Mi padre trabajó en el negocio del padre de Júlia. La que
ahora es la empresa donde trabaja Roger. Y yo trabajé codo a codo con Roger la
temporada que vino para allá. Qué casualidades, ¿no?

Pausa.

OLGA.- Sí... ¿Cómo es que Roger fue/


TONI.- Abrieron un par de fábricas. Yo le ayudé en... había que hacer... no fue fácil...
permisos... convencer a alguna gente...
OLGA.- Ya...
TONI.- Pero todo funciona. Ahora todo funciona. Han abierto en más sitios. Sé que no
paran de abrir en otros países.
OLGA.- Sí... Roger/
TONI.- Se las apaña bien. Además cuando trabajamos juntos coincidió con la
enfermedad del padre de Júlia y comenzó a coger más responsabilidades.
OLGA.- Ya... (Pausa.) Tú... ¿no te planteas volver?

Pausa.

TONI.- No... Hace un tiempo... tal vez. Pero... no. Ya no.

Pausa.

TONI.- ¿Están contentos Roger y Júlia?

Pausa.

OLGA.- Sí.
TONI.- Hacen una buena pareja.

215
OLGA.- Sí.
TONI.- Son majos.
OLGA.- Sí...
TONI.- Lo debieron de pasar mal cuando su padre/
OLGA.- Sí... Estas cosas/
TONI.- Yo lo conocí poco, pero... le dio trabajo a mi padre. (Pausa.) Sí, es bien
curioso...
OLGA.- Sí...

Pausa.

TONI.- Venga, sí... una copa más. Una copa más y ya está. Quince minutos y me voy...

Pausa.

OLGA.- Nos acabamos de conocer, pero sé que eres un buen hombre. Una buena
persona.
TONI.- No me conoces de nada. Tú misma lo has dicho... Me acabas de conocer.
OLGA.- Pero lo eres. Hoy es mi día. Te agradezco que no me hayas mentido y que me
acompañes.

216
7.

ROGER.- ¿Cuántas veces a la semana?


DÍDAC.- Si puedo cada día.
ROGER.- No está nada mal...
DÍDAC.- Sólo si puedo. Pero mínimo... tres, cuatro veces a la semana.
ROGER.- ¿A qué hora sueles ir?
DÍDAC.- Por la tarde. A última hora.
ROGER.- Buena hora.
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- No debe de haber mucha gente a esa hora.
DÍDAC.- No. Se está bien.
ROGER.- Eres constante.
DÍDAC.- Lo intento.
ROGER.- Ya...

Pausa.

DÍDAC.- A final de evaluación... que tendré exámenes... será un poco más complicado.

Pausa.

ROGER.- ¿Combinas los cuatro estilos?


DÍDAC.- Sí.
ROGER.- ¿Alguno en especial?
DÍDAC.- Crol. También me gusta mucho mariposa.
ROGER.- Pero es más complicado.
DÍDAC.- Sí... Exige/
ROGER.- Sí, exige más. (Pausa.) Yo debería hacer algo.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Pero no acabo de encontrar el momento. Con el trabajo y una niña es
complicado.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Y no te creas. Yo era muy deportista. Mucho. A tu edad... y a la mínima que
hago un poco de deporte... nada... correr, o ir al gimnasio... enseguida me pongo... será
que tengo buena constitución o por... no lo sé. Hay gente que se tiene que matar, pero
yo... un poco de deporte y dieta, y en cuatro días...
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Debería volver.

Pausa larga.

217
ROGER.- ¿Los estudios bien?
DÍDAC.- Sí, bien.

Pausa.

ROGER.- ¿Otro quinto?


DÍDAC.- Gracias. Todavía no he acabado éste.
ROGER.- Yo me tomaré otro.

ROGER va a la cocina.
DÍDAC saca el teléfono móvil.
ROGER vuelve a entrar enseguida.

ROGER.- ¿Tienes prisa?


DÍDAC.- No...
ROGER.- Si tienes prisa...
DÍDAC.- No.

Pausa.

ROGER.- A Júlia... cuando le conté que te había conocido... que habías estado en casa...
le hizo ilusión. Se puso contenta de saber que las cosas te van bien.

Pausa larga.
DÍDAC bebe un trago. ROGER le observa. DÍDAC mira de reojo una fotografía.

ROGER.- Es de cuando nos conocimos.


DÍDAC.- (...)
ROGER.- La foto... Me he fijado: la has mirado.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Es de hace quince años. Era preciosa. Todavía lo es. ¿No te parece que es
preciosa?

Pausa.

ROGER.- ¿No?
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- Tiene cuatro años más que yo pero nadie lo diría.
DÍDAC.- ¿Cuántos años tienes?

218
ROGER.- (Ríe.) Cuando nos conocimos yo aún no había terminado el bachillerato. Ella
ya iba a la Universidad. A mí me debía faltar... medio año. Quizás un poco más.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Me dijiste que... ¿en qué curso estás?
DÍDAC.- Cuarto.
ROGER.- Ya...
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Así que ya te falta poco.
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- Me recuerdas un poco a mí.
DÍDAC.- Ah, ¿sí? ¿Por qué?
ROGER.- Esta actitud...
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Yo tampoco era de hablar demasiado.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- También deportista, como tú.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Me caes bien.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Créeme: Me gustas, me caes bien.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- ¿Contento con la carrera?
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- Es la que querías hacer, ¿no?
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- Está bien que tengas claro cuáles son tus objetivos.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Eres un chico inteligente.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Vaya que si lo eres. Créeme. Lo eres. Sé darme cuenta.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- ¿Y ambicioso?
DÍDAC.- (...)
ROGER.- ¿Eres ambicioso?
DÍDAC.- (...)
ROGER.- ¿Qué? ¿Qué ocurre?
DÍDAC.- No sé...
ROGER.- ¿Cómo no lo sabes? ¿No sabes si eres ambicioso? No me hagas reír...
(Pausa.) No es malo ser ambicioso. A alguna gente no le gusta admitirlo. Les gusta
decir que es algo malo. Sermonear. Tal vez, incluso, en su interior, deben pensarlo. Pero
no. No lo es. Sólo los mediocres piensan que la ambición es mala. Tú no eres un
mediocre.
DÍDAC.- No. No lo soy.
ROGER.- Yo tampoco.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Júlia nunca se habría fijado en alguien mediocre. (Pausa.) Quince años y...
todavía me sigue volviendo loco.

Pausa.

219
ROGER.- Te habrá extrañado que haya ido a la Universidad -a la facultad- a buscarte y
que te haya dicho que pasaras cuando salieras.
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Me lo puedo imaginar...
DÍDAC.- Un poco...
ROGER.- Hoy tengo libre hasta media tarde.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Me caiste bien. Tenía ganas de que volvieras y tomáramos una cerveza.
Charlar un rato.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- ¿Sabes? Yo no debía de tenerlo tan claro como tú. Estudié Humanidades. Me
gustaba la filosofía, la literatura... escribía. Incluso escribía algo. Lo dejé a la mitad y
me puse a hacer Administración y Gestión de Empresas. Júlia, a veces, bromea y dice
que la estafé. Que se enamoró de un poeta y que terminó casada con un yuppie. ¿Sabes
que es un yuppie?
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Ahora ya no se utiliza demasiado. Ya hace tiempo que quedó desfasado eso
de los yuppies.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Tampoco me la imagino viviendo con un poeta. No... Imposible. El padre de
Júlia era accionista de una empresa de calzado. Terminé la carrera y me colocó. No
tengo reparos en contarlo. Quiero decir que... a estas alturas nadie cuestionará mi
capacidad de trabajo, los resultados, ni que siempre hago una hora más que el trabajador
que hace más horas. (Pausa.) Supongo que... me di cuenta a tiempo de lo que nos
convenía. De lo que nos iría bien. Y aquí estamos. Y nos va bien. Nos ha ido. Quince
años después, me sigue volviendo loco. Y quiero -queremos- con locura a nuestra hija,
Aïna. (Pausa.) Sólo... la mínima posibilidad de que algo... que ella esté intranquila...
que no esté bien... que alguien... la simple idea... (Pausa.) ¿De verdad que no quieres
otro quinto?
DÍDAC.- No... gracias.

Pausa.

ROGER.- ¿Estás a gusto?


DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Qué bien... y qué bien que hayas venido.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Pero... (Pausa. Ríe.) ¿Qué haces tan abrigado? ¿No tienes calor? Quítate eso,
hombre. Estarás más cómodo.
DÍDAC.- (...)

DÍDAC se quita el jersey.


Debajo lleva una camiseta de manga corta.

220
ROGER.- La natación es genial. Se te nota. Brazos. Hombros.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- ¿A qué piscina vas? ¿A la del barrio, junto a la avenida?
DÍDAC.- Sí, me queda cerca de la facultad.
ROGER.- Las instalaciones están muy bien.
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- Y de horarios. Abren muy temprano y cierran a las diez.
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Júlia también va a esta piscina. Se cambió de horario. Antes iba por la tarde...
le parecía que había demasiada gente... No sé. No se había quejado nunca... pero... un
día -no sé por qué- dijo que le parecía que había demasiada gente a esa hora y por eso
suele ir al mediodía. Dice que es más tranquilo.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Tú dices que sueles ir por la tarde...
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- Y que está bien...
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Podríamos ir juntos.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- ¿Qué te parece?
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Podríamos hacer eso. Ir a nadar juntos.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Tú y yo.
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Seguro que si vamos juntos, me animo.
DÍDAC.- Sí... Podemos hacerlo.
ROGER.- Y después, un día, venir aquí a cenar, con Júlia. Los tres.

Pausa.

DÍDAC.- Sí...

Pausa.

ROGER.- Cuando tú... si ahora haces cuarto... el año que tuviste a Júlia de profesora...
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Estaba embarazada, ¿no?
DÍDAC.- Sí. Cuando empezamos el curso ya estaba embarazada. De muy poco.
ROGER.- No terminó aquel curso.
DÍDAC.- Nos pusieron un sustituto los dos últimos meses.
ROGER.- Y aún así... sin haberla tenido todo el curso... una de las mejores profesoras
que has tenido.
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- No sabes cómo me alegra oír eso.
DÍDAC.- Es muy buena profesora.

221
ROGER.- Sí... (Pausa.) ¿Sabes que desde hace dos años la han hecho directora?
DÍDAC.- No.
ROGER.- Sí.
DÍDAC.- Se lo merece.
ROGER.- Sí.

Pausa.

ROGER.- Y en la Universidad, ¿has hecho amigos?


DÍDAC.- Algunos.
ROGER.- Pero pocos.
DÍDAC.- Sí.
ROGER.- Elige. Elige bien.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Y amigos de siempre... ¿tienes?
DÍDAC.- Sí... También pocos. Pero sí.
ROGER.- Está bien.
DÍDAC.- No sé...
ROGER.- Sí. Está bien que sean pocos. A medida que cumplas años, te darás cuenta de
que son menos. Menos que estos pocos. Menos que los muchos o pocos que uno tiene o
se pensaba que tenía.
DÍDAC.- Supongo...
ROGER.- Te lo aseguro. Escoges. Vas escogiendo. Hay gente que asegura que es amigo
tuyo, pero no. (Pausa.) Acabas escogiendo y sabes estas cosas: a quién dejarías entrar
en tu casa; con quién tomarías una cerveza; a quién le darías permiso para usar tus
cosas; también a quién no le dejarías tus cosas. (Pausa.) Distingues. Vas distinguiendo.
Tú y yo podríamos llegar a ser amigos. Buenos amigos.

DÍDAC asiente tímidamente.


Pausa.

ROGER.- El día... el día que te invité a subir...


DÍDAC.- (...)
ROGER.- ¿Recuerdas ese día?
DÍDAC.- Sí, claro.
ROGER.- Hacía días que rondabas por aquí. Me acerqué y nos pusimos a charlar. Y te
invité a subir.
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- No era la primera vez que venías a casa.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Ya habías estado antes.

Pausa.

222
DÍDAC.- No...
ROGER.- Dídac...
DÍDAC.- ¿Qué?
ROGER.- Ya te lo he dicho. Eres inteligente. Me lo pareces. Te he invitado a subir a
casa. Es la segunda vez que te invito. Y me caes bien. De verdad que me caes bien.
Estamos tomando unas birras y...
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Ya habías venido, ¿verdad?

Pausa.

DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Varias veces...
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Unas cuantas veces...
DÍDAC.- Sí...

Pausa larga.
Casi un silencio.
Los dos permanecen sin decir y hacer nada.

ROGER.- Cuando el padre de Júlia me colocó en la empresa... Fui paciente. A veces


está bien quedarse en la sombra. Saber que, posiblemente, no te llevarás los méritos de
nada, aunque los hagas. Aunque los hayas hecho. Saber cuál es tu sitio. Ir haciendo,
pero... no reclamar nada. No poner los pies allí donde no te corresponde. Allí donde no
te dejarían que los pusieras. No sé si me explico. Si me entiendes...
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Lealtad. Estoy hablando de lealtad. Por eso te decía que tienes que elegir bien
los amigos. La gente de la que te rodeas. Es importante que sepas escoger, pero también
discernir. Y saber cuál es tu lugar en cada momento. Tú y yo podríamos ser amigos.
Buenos amigos.
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Dídac... Habías estado aquí antes de que yo te invitara. Varias veces. Unas
cuantas. Seguramente muchas. No quiero que vuelvas a venir. Sólo si yo te invito. Esta
calle te coge de camino entre la Universidad y el metro. Seguro que hay otro trayecto.
Quizás hasta más corto. Seguro que lo sabrás encontrar. No te quiero volver a ver
rondando por aquí. Dices que por la tarde no hay demasiada gente en la piscina, que se
está tranquilo. Júlia se cambió de horario. Dice que por la tarde hay demasiada gente.
Ahora suele ir al mediodía. Las cosas están bien así. (Pausa.) Me parece que se te está
haciendo tarde...
DÍDAC.- Sí... Debería marchar.

DÍDAC se levanta y se dispone a irse.


ROGER se adelanta y le acompaña hasta la puerta de entrada, sin decirle nada.
Hace ademán de abrir la puerta.

223
ROGER.- No me importa que Júlia... no quisiera que me malinterpretases... todos
tenemos...
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Es mentira que hay personas con las que no tienes secretos. Todo el mundo
tiene. Yo mismo. Es normal que los tengamos. No me importa. Quiero que siga así.
También que Júlia piense que los tiene y que yo no los conozco. Hay que preservarlos,
ser hábil. No ponerlos en peligro y que alguien esté intranquilo, como si hubieran
entrado en su casa sin pedir permiso. Por eso es mejor que encuentres otro trayecto entre
la facultad y el metro. Lo encontrarás, ¿verdad?
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- (Acercándose mucho.) ¿Te vuelves a la facultad?
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- ¿Pasa algo?
DÍDAC.- No...
ROGER.- Me ha parecido que temblabas.
DÍDAC.- No.
ROGER.- Me lo ha parecido.
DÍDAC.- Pues no.

Pausa.

ROGER.- Volveré a pasar por la facultad. No sé cuándo. Cualquier día. Iré a buscarte,
como hoy. Quedaremos para ir a la piscina. Tú y yo. Y después vendrás a cenar. Aquí,
con Júlia. Los tres.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- El otro día. La primera vez que te invité a casa... ¿cuánto hace?
DÍDAC.- Un par de semanas.
ROGER.- Eso... un par de semanas. A partir de ahora, el día que nos volvamos a
encontrar... Si te invito y vienes otra vez... Si un día vamos a la piscina y luego vienes a
cenar... ese día, de hace dos semanas, será la única vez que habrás estado aquí.

DÍDAC asiente.
ROGER le toca la nuca cariñosamente.
DÍDAC se va.
ROGER cierra la puerta.
Se queda plantado unos segundos.
Va al sofá y se pone a llorar.

224
8.

TONI.- No me invitas a...


ROGER.- Invitarte, ¿a qué?
TONI.- A algo. Un vaso de agua, por ejemplo.
ROGER.- (...)
TONI.- Júlia, el día que estuve aquí, hablando con ella, me invitó a una cerveza. No
tomé nada, pero me invitó. Estuvimos charlando... un rato... un buen rato... fue muy
agradable. Me pareció encantadora.

Pausa.

ROGER.- ¿Tienes sed?


TONI.- No.
ROGER.- ¿Entonces no quieres tomar nada?
TONI.- No... No quiero tomar nada. Simplemente me extrañaba que no me hayas
ofrecido algo.
ROGER.- No quieres tomar nada, ¿verdad?
TONI.- No.
ROGER.- Pues ya está.

Pausa.

TONI.- ¿Te hace ilusión verme?


ROGER.- (...)
TONI.- Me alegra ver que estás bien.
ROGER.- Ya llevas días aquí.
TONI.- Unos cuantos.
ROGER.- ¿Te vas a quedar mucho tiempo?

Pausa.

TONI.- No... Volveré pronto.


ROGER.- ¿Qué has venido a hacer?
TONI.- Tenía que arreglar algunas cosas.
ROGER.- ¿Qué cosas... qué tenías que arreglar?
TONI.- He venido a vaciar el piso de mi madre. Hacía tres años que estaba cerrado.
Desde que se murió. Nos lo dejó a mi hermano y mí. He venido para arreglar lo del
piso. Lo hemos vaciado. Mi hermano y su mujer lo quieren vender. De momento parece
que hay alguien que lo quiere alquilar. En todo este tiempo no han encontrado nadie a
quien alquilarlo. Pero ahora parece que hay alguien interesado. No sé quién puede
querer vivir allí. No es demasiado grande. Lo debieron de construir a finales de los

225
sesenta. Principios de los setenta. Tiene humedad y... entra poca luz, pero... casi no le da
el sol en todo el día... El barrio no es precisamente un lugar que den ganas de vivir allí.
Es de este tipo de construcciones que... nichos. Un hormiguero. Parecen. (Pausa.) Mis
padres vinieron a probar suerte, con la esperanza de que acabarían en otro lugar. Un
lugar mejor. Al menos que diera el sol. Es bonito este piso, Roger, debéis de tener luz
todo el día. Está muy bien. (Pausa.) Lo que te decía... sí... estos días hemos vaciado el
piso. Todas las cosas a la calle. No había casi nada que aprovechar. Tampoco ningún
mueble lo bastante... muebles que alguien quiera comprar. No creo. Lo dudo. La
mayoría los hemos dejado en la calle. Mi hermano y su mujer se han querido quedar
algo. Yo no. Trastos. Sólo trastos. Y tampoco tiene mucho sentido llevarme allí nada de
todo esto. (Pausa.) Yo también pensaba que sería un tiempo. Que acabaría volviendo.
Que sería un tiempo hasta que encontrara algo mejor, pero no... ¿te acuerdas de que te
decía que acabaría volviendo? Pero no... ahora no me siento de ninguno de los dos
sitios. A veces pensaba que mi madre se estaba haciendo mayor y que tenía que volver.
Que desde que se había quedado viuda, estaba sola y se hacía mayor. Que aquí todavía
la tenía a ella y a mi hermano. Y la familia de mi hermano que, en el fondo, es la mía.
Ni siquiera pude venir cuando mi madre murió. Pero, ahora, cuando estoy aquí...
tampoco siento que éste sea mi sitio. Y empiezas a pensar si han valido la pena todos
los esfuerzos... si ha compensado haber tenido que hacer determinadas cosas... Mis
padres se pasaron la vida trabajando... Pero bueno... Estos días hemos ido vaciando el
piso. Hemos hecho trámites. Con mi hermano hemos comido juntos algunos días, pero...
es extraño. Es mi hermano, pero... supongo que el hilo se va volviendo cada vez más
delgado. (Pausa.) El piso... mejor si algún día lo compra alguien. Tampoco nos darán
demasiado y una vez repartido... Pero que lo compren. Me entristece pensar que le
hubiera gustado vivir en otro lugar, donde al menos diera el sol. En un lugar diferente.
(Pausa.) No tenía la intención de visitarte. Créeme que no, pero... estos días, vaciando
el piso, he pensado... No sé si te lo conté nunca... Una noche... hace años... yo era
pequeño. Un niño. El padre de Júlia vino a casa. A hablar con mi padre. En nuestro
piso... en el mismo piso que hemos vaciado... Las habitaciones dan al comedor. Está
muy bien el vuestro. Tenerlo separado. Aquí abajo la parte de hacer vida y arriba las
habitaciones... Lo que te decía, que nuestras habitaciones daban al comedor. Yo estaba
en la cama y... mi hermano y yo dormíamos en la misma habitación. No sé si mi
hermano dormía. Yo no. Les oía hablar: El padre de Júlia y mi padre... de trabajo. Vino
de noche para... cosas de trabajo. Le veía con la puerta entreabierta. De vez en cuando,
cómo miraba hacia dentro. Esa voz... y esa seguridad... no como mi padre. Era un buen
hombre, pero... sin carácter. (Pausa.) Al cabo de un rato, le dijo a mi padre que quizás
era mejor cerrar la puerta, que estaba entreabierta y que les oiríamos hablar y quizás nos
despertarían. Ni siquiera eso hizo mi padre... ni siquiera se atrevió a hacer eso en su
casa. Él mismo se acercó a cerrar la puerta de nuestra habitación. Yo tenía los ojos
abiertos y él, antes de cerrarla, se quedó mirándome directamente a los ojos. Y al fondo
veía a mi padre, sentado en una silla dejándolo hacer. En nuestra casa. (Pausa.) Un poco
como nosotros, cuando íbamos a visitar a alguna gente. Aquella gente... Cuando los
teníamos que convencer. Algunos no nos lo pusieron fácil pero... los convencimos.
Encontramos la manera de hacerlo. Neutralizarlos. Recuerdo perfectamente lo que me
dijiste la primera vez: “Tenemos que entrar en su espacio. Invadirlo sin que lo parezca.
Coordiales. Educados. Demostrarles que estamos en su casa y que dominamos algo que
no saben. Acercarnos más de la cuenta, como si fuera absolutamente normal, pero que
sientan que hemos traspasado su espacio vital. Decirles o preguntarles si tiemblan o
tienen frío. En ese caso lo sentirán más intensamente, si no, simplemente, les parecerá
que comienzan a notarlo. (Pausa.) Para empezar, siempre cordial... si no lo

226
conseguimos… Ya veremos… Tendremos que cambiar de estrategia”. (Pausa.) La
fábrica bien. Va bien, ¿verdad? Habéis abierto más, en otros países. (Pausa.) Estos días,
vaciando el piso, he estado pensando: En aquella noche cuando yo era un niño. En toda
aquella gente que tú y yo tuvimos que convencer. Y también en el otro día, cuando vi a
Aïna, mientras dormía.

Pausa larga.

ROGER.- Toni... ¿Qué quieres?


TONI.- ¿Qué te hace pensar que quiero algo?
ROGER.- Es la tercera vez en pocos días que vienes a mi casa.

Pausa.

TONI.- No quiero nada. Sólo saber cómo te van las cosas. Que te van bien. Me alegro
de que las cosas te vayan bien.
ROGER.- (...)
TONI.- Saber que valió la pena. Todos los esfuerzos que hiciste -que hicimos-.
ROGER.- (...)
TONI.- Y también para que sepas que, aunque marcharé dentro de pocos días, de vez en
cuando pienso en ti. Que tú has salido adelante. Tú sí: la familia; el trabajo; el dúplex. Y
que... como lo pienso -a menudo lo pienso, más de lo que te imaginas- no te extrañe que
si vuelvo os venga a visitar de nuevo. Que puedo volver en cualquier momento. Que me
gusta saber que estáis bien. (Pausa larga.) Te parpadea un ojo. (Pausa.) No pongas esa
cara. Tienes que notarlo. Te parpadea desde que he llegado. ¿Qué pasa? ¿Estás
nervioso?

227
9.

JÚLIA.- ¿Qué vas a hacer?


DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- ¿Te quedas?
DÍDAC.- ¿Me quedo?
JÚLIA.- (...)
DÍDAC.- ¿Quieres que me quede?
JÚLIA.- ¿Te lo tengo que decir yo?
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- Tú sabrás...

Pausa.

DÍDAC.- ¿Te parece mal que haya venido?

Pausa.

DÍDAC.- Quieres que me quede.


JÚLIA.- No he dicho eso.

Pausa larga.

JÚLIA.- ¿Qué quieres?


DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- ¿Te quedas o te vas?
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- ¿No dices nada?
DÍDAC.- Me gustaría saber si tú/
JÚLIA.- Lo que yo quiera... no importa. Me parece que no te importa.
DÍDAC.- ¿Por qué lo dices?
JÚLIA.- ¿A ti qué te parece? En la piscina... en la calle... los correos electrónicos...
mensajes...
DÍDAC.- Te cambiaste de horario. Ahora ya no vas a nadar por la tarde. No me has
respondido a... (Pausa.) Aquí en la calle... te llamé un día, cuando abrías la puerta. Ni te
giraste. Hiciste como que no me habías oído.
JÚLIA.- ¿Aquí en casa?
DÍDAC.- Sí.
JÚLIA.- No me acuerdo.
DÍDAC.- ¿No?
JÚLIA.- No.

228
DÍDAC.- Ni tampoco por teléfono.
JÚLIA.- Dídac... me parece que el mensaje es bastante claro.

Pausa.
JÚLIA se acerca a DÍDAC.
Mete la mano dentro del pantalón del chándal y le coge el paquete.
Pausa.

JÚLIA.- ¿Qué pasa?


DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- Veo que...
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- No respondes...
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- Estás nervioso...
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- No te pondrás a llorar, ¿no?

Pausa.

DÍDAC.- No...
JÚLIA.- ¿Seguro que no?
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- El mensaje es bastante claro, pero insistes.
DÍDAC.- Fuiste tú la que me viniste a buscar.
JÚLIA.- (...)
DÍDAC.- La que me viniste detrás.
JÚLIA.- (...)
DÍDAC.- Y de golpe...
JÚLIA.- Veo que... nada... debes de estar nervioso.
DÍDAC.- Tu marido... Roger...
JÚLIA.- ¿Qué pasa?
DÍDAC.- Está arriba. Leyendo un cuento a vuestra hija.
JÚLIA.- Ah... es eso.
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- Claro...
DÍDAC.- Me buscabas. A todas horas.
JÚLIA.- Ya...
DÍDAC.- Y me parece que te gustaba. Mucho.
JÚLIA.- (...)
DÍDAC.- Me dijiste que me querías. Que me deseabas.
JÚLIA.- Ya...
DÍDAC.- Y ahora...
JÚLIA.- Tengo derecho a cansarme. A aburrirme... a elegir. Lo que quiero. Lo que me
conviene. Tengo derecho, ¿verdad?
DÍDAC.- (...)

229
JÚLIA.- No respondes.
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- No te pondrás a llorar, ¿verdad?
DÍDAC.- Hoy ha sido él el que me ha venido a buscar.

JÚLIA mueve ligeramente la cabeza. Como si prestase atención a si escucha algo.


JÚLIA saca la mano de dentro del chándal de DÍDAC.
La desliza suavemente hacia arriba, levantándole durante unos segundos la camiseta y
descubriendo durante un momento su cuerpo.
Se separa de DÍDAC.
ROGER, que viene del piso de arriba, baja las escaleras y llega donde están JÚLIA y
DÍDAC.

JÚLIA.- ¿Duerme?
ROGER.- Sí... ya duerme.
JÚLIA.- ¿Qué cuento le has leído?
ROGER.- ¿A ti qué te parece? ¿Cuál dirías?
JÚLIA.- (Sonríe.) El de siempre... (A DÍDAC.) A Aïna le encantan los cuentos de
princesas.
ROGER.- Mira que nosotros no/
JÚLIA.- Todo eso... cocinitas, muñecas, princesas... a esta edad les encantan. Mira que
nosotros precisamente no/
DÍDAC.- ¿Cuántos años tiene?
JÚLIA.- Cinco. Casi seis.
DÍDAC.- Ya es mayorcita.
JÚLIA.- Sí...
DÍDAC.- Cómo pasa el tiempo...
ROGER.- El año que tuviste a Júlia de profesora...
DÍDAC.- Sí...
ROGER.- Ahora es directora, ¿lo sabías?
DÍDAC.- No.
JÚLIA.- Mucho trabajo, pero contenta.
DÍDAC.- Enhorabuena.
JÚLIA.- Gracias.
ROGER.- Qué bien que hayas venido.
JÚLIA.- Me ha dicho que no se quedará a cenar.
ROGER.- ¿Qué dices? ¿Cómo que no te quedarás?

Pausa.

DÍDAC.- No...
ROGER.- Venga, hombre... me ha hecho ilusión coincidir en la piscina.
DÍDAC.- Sí... Qué casualidad.
JÚLIA.- No sabía que vamos a la misma piscina. Yo antes también iba a esa hora.
DÍDAC.- Y ahora no...
JÚLIA.- No... me parecía que... al mediodía se está mejor. Me va mejor. Me gusta más.

230
DÍDAC.- A mí me va bien por la tarde. Por los horarios. Por todo. Es perfecto.
JÚLIA.- A mediodía es una hora tranquila. Me gusta estar tranquila.
ROGER.- ¿No habíais coincidido nunca?

Pausa.

JÚLIA.- No.
DÍDAC.- No...
ROGER.- Has de quedarte a cenar.
JÚLIA.- Sí, Dídac... quédate.

Pausa.

DÍDAC.- Otro día.


ROGER.- ¿Cómo que otro día?
DÍDAC.- Sí... De verdad, otro día.
JÚLIA.- Aïna ya ha cenado y está en la cama... Haremos lo mismo que comeríamos
nosotros/
ROGER.- Ahora que estás aquí...
DÍDAC.- Gracias, de verdad. Otro día.
JÚLIA.- Pero si...
DÍDAC.- Además, hoy...
JÚLIA.- Quizás tiene planes.
DÍDAC.- (...)
ROGER.- Claro...
DÍDAC.- Otro día/
ROGER.- Que coincidamos en la piscina.
DÍDAC.- Exacto.
ROGER.- Sí.
JÚLIA.- Aunque Roger no suele ir mucho...
ROGER.- Sólo de vez en cuando, pero/
JÚLIA.- Debería ir más/
ROGER.- Si tuviera más tiempo... no te creas que no me gusta, pero... el trabajo, Aïna,
aquí en casa... No se llega a todo. Ya me gustaría poder hacer como tú y... se nota que
eres constante. Este cuerpo. Los hombros. Sobre todo los hombros. Los hombros y los
brazos te delatan. Y en bañador... deberías verlo, Júlia. Llama la atención. Parece un
atleta. La natación va muy bien. Dicen que es de los deportes más completos.
DÍDAC.- ¿Puedo sentarme un momento?

Pausa.

JÚLIA.- Sí, claro...

231
DÍDAC se sienta.
No dice nada.
JÚLIA y ROGER le observan.

JÚLIA.- ¿Estás bien?

Pausa.

ROGER.- ¿Pasa algo, Dídac?

Pausa.

JÚLIA.- Dídac...

Pausa.

DÍDAC.- Sí... Estoy bien...


JÚLIA.- Necesitas/
ROGER.- ¿Quieres algo?
DÍDAC.- (...)
JÚLIA.- ¿Seguro que estás bien?
ROGER.- Voy a buscarte un vaso de agua.
DÍDAC.- No...
ROGER.- (Yendo a la cocina.) Sí, hombre... Sí...

ROGER va a la cocina.
DÍDAC está sentado, per no se atreve ni a mirar a JÚLIA, que está de pie,
observándole, impasible, sin decir nada.
ROGER vuelve con un vaso de agua.

ROGER.- (Dándoselo.) Ten...


DÍDAC.- Gracias...

DÍDAC bebe.

JÚLIA.- ¿Te pasa?


DÍDAC.- Sí... Ya está... No sé... (Levantándose.) Sí... Tendría que irme...
JÚLIA.- Seguro, ¿eh?
DÍDAC.- Sí...

232
ROGER.- ¿Estás bien?
DÍDAC.- Sí...

DÍDAC coge la mochila.

DÍDAC.- Gracias. Adiós. Gracias.


JÚLIA.- Que te vaya bien...

ROGER le acompaña a la puerta.


En la puerta se despiden, rápido.
DÍDAC se va.
Pausa.

JÚLIA.- Qué extraño, ¿no?


ROGER.- Sí...
JÚLIA.- ¿Qué le habrá pasado?
ROGER.- No lo sé. Es como si se hubiera mareado.
JÚLIA.- Quizás deberíamos haberle acompañado.
ROGER.- Si salgo quizás todavía/
JÚLIA.- Dijo que/
ROGER.- Sí, tenía mejor cara.
JÚLIA.- Sí... ¿Verdad que sí?
ROGER.- Sí.
JÚLIA.- Ha sido un momento. Un momento de nada. De golpe...
ROGER.- Sí...

Pausa.

JÚLIA.- Ahora me deja preocupada, pobre chaval.


ROGER.- Seguro que está bien.
JÚLIA.- Sí, ¿verdad?
ROGER.- Sí, mujer.
JÚLIA.- Ya...
ROGER.- No lo pienses.
JÚLIA.- Te parecerá una tontería, pero...
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- Por un momento pensé que se pondría a llorar.
ROGER.- ¿Por qué lo dices?
JÚLIA.- No sé... Me parece tan frágil...
ROGER.- Sí... Lo parece.
JÚLIA.- Al ser tan... introvertido... ya lo era cuando le daba clase...
ROGER.- Sí, no es de mucho hablar...
JÚLIA.- Eso todavía hace que/
ROGER.- Está bien. Seguro. Seguro que lo está. No le des más vueltas.

233
Pausa.

ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- ¿Cenamos?
ROGER.- Sí, vamos a cenar.

234
10.

OLGA.- Me dijo que conocía a tu padre.


JÚLIA.- Me lo dijiste.
OLGA.- Que tu padre/
JÚLIA.- Mi padre está muerto y te agradecería que no/
OLGA.- Y con Roger/
JÚLIA.- Olga... ¿Has visto la hora que es?
OLGA.- He visto luz aquí arriba. Te he visto en el balcón. Por eso te he llamado.
JÚLIA.- ¿No has pensado que podrías haber despertado a Roger y a Aïna?
OLGA.- Te he visto y había luz aquí/
JÚLIA.- Ya...
OLGA.- Desde hace días... me evitáis.
JÚLIA.- Nadie te evita.
OLGA.- Antes te llamaba y me cogías el teléfono.
JÚLIA.- Estamos muy ocupados.
OLGA.- Por eso ahora/
JÚLIA.- Ahora son las tres y media de la madrugada.
OLGA.- Desde ese día...
JÚLIA.- Olga, de verdad... vuelve a tu casa. No es bueno salir a la calle a estas horas.
Sería mejor que te quedaras en casa. Ya te lo dije.
OLGA.- Sabes cómo quiero a Aïna... a vosotros...
JÚLIA.- (...)
OLGA.- Nunca... haría nada que... me equivoqué, sí. Me he disculpado. Desde aquel día
no la he vuelto a ver. Antes venía de vez en cuando y... desde que... sabes que la quiero
como si fuera/
JÚLIA.- Pero no lo es.

Pausa larga.

OLGA.- Ya... Sólo quería decir que...

ROGER ha bajado del piso de arriba.


Acaba de salir de la cama. Sólo lleva un pantalón de pijama.

ROGER.- Olga... Es tarde.


OLGA.- Sí... Lo siento... Lo sé...
ROGER.- No son horas.
OLGA.- Lo sé, pero...
ROGER.- Pero, ¿qué?

Pausa.

235
OLGA.- Ya os lo dije. Lo siento mucho.
ROGER.- Confiábamos en ti. Te confiamos a Aïna, nuestra hija. Te quedaste en casa
con ella. Y nosotros confiábamos en ti. Y tú, en quien confiábamos, dejaste entrar a un
desconocido en casa. Estuviste no sé cuánto tiempo con él. Hablando con él... como si
nada. Como si lo conocieras de toda la vida. Un desconocido. Bebisteis. Los dos.
Quizás bebiste más de la cuenta. ¿Bebiste más de la cuenta, Olga?
OLGA.- No...
ROGER.- Pero dejaste que subiera solo a la habitación de Aïna. Y, mientras tanto, te
quedaste aquí abajo... hablando por teléfono. Y ese hombre -ese hombre que no
conocías de nada, que no conocemos de nada- estaba en la habitación de nuestra hija...
Aïna... nuestra hija. No sé cuánto tiempo, ni por qué. Le dio tiempo a mirarla, arroparla
y darle un beso. Podría haber... (Pausa.) Te extraña que...
OLGA.- Lo siento tanto... Muchísimo.
ROGER.- Ya...
OLGA.- Yo...
ROGER.- Olga... No son horas.
OLGA.- (...)
ROGER.- Tu marido... está en casa durmiendo, ¿verdad que sí?
OLGA.- Sí...
ROGER.- ¿Sabe que estás aquí?
OLGA.- No...
ROGER.- Cómo quieres que...
OLGA.- (...)
ROGER.- Deberías estar en casa. No aquí.
OLGA.- No podía dormir.
ROGER.- Da igual, deberías estar en casa. Si no puedes dormir... no debes despertarnos
a nosotros.
OLGA.- Me dijo que era amigo tuyo. Amigo vuestro.
JÚLIA.- No es amigo nuestro. No lo es.
OLGA.- Ya... Pero... me lo dijo y yo/
JÚLIA.- No lo es. Roger no lo conoce de nada. Yo tampoco. Te dijo que había estado
aquí en casa, hablando conmigo, y no es cierto. Se lo inventó. No sé por qué. Vino una
vez sí, llamó la puerta, pero no lo dejé entrar.
OLGA.- Dijo/
JÚLIA.- Se inventó que había estado aquí hablando conmigo.
ROGER.- Si Júlia dice que no lo dejó entrar... yo la creo. Quiere decir que no le dejó
entrar. ¿O es que lo estás poniendo en duda? (Pausa.) Si yo te digo que no lo conozco
de nada... quiere decir que no lo conozco de nada. ¿O también lo pones en duda?
(Pausa.) Pasó. Ya está hecho. Te has disculpado. Hemos aceptado tus disculpas.
OLGA.- Gracias.
ROGER.- Pero ahora será mejor que vuelvas a casa... a tu casa... con tu marido. Que
intentes dormir. Y que dejemos pasar un tiempo... vale más... Será mejor para todos... y
de aquí a un tiempo, ya se verá... pero ahora mismo... será lo mejor.

OLGA se levanta y hace ademán de irse.

236
ROGER.- ¿Quieres que me vista y te acompaño?
OLGA.- No...
JÚLIA.- Olga... Si quieres te puedo acompañar yo.
OLGA.- No... Si vivo aquí mismo...
JÚLIA.- Ya, pero...
ROGER.- No nos cuesta nada... podemos/
OLGA.- No. No, gracias.

Pausa.

ROGER.- Descansa.

OLGA sale.
Pausa larga.

JÚLIA.- No debería haber dejado/


ROGER.- No pasa nada.
JÚLIA.- Es que me ha llamado y/
ROGER.- Ya... me lo puedo imaginar... (Pausa.) ¿Piensas que he sido demasiado...
JÚLIA.- No... No. Después de lo que pasó y... se ha tomado demasiadas confianzas
pensando que se podía presentar a estas horas. Que puede/
ROGER.- Sí... Se lo teníamos que decir.
JÚLIA.- Sí.

ROGER se sienta en el sofá.


JÚLIA se acerca a la ventana, con precaución.

JÚLIA.- Está abajo.


ROGER.- ¿En la calle?
JÚLIA.- Sí.
ROGER.- ¿Vuelve a su casa?
JÚLIA.- Se ha sentado en el escalón de un portal.
ROGER.- ¿Qué hace?
JÚLIA.- Nada.
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Se ha sentado nada más.
ROGER.- (...)

Pausa.

ROGER.- ¿Todavía?
JÚLIA.- Sí...
ROGER.- (...)

237
JÚLIA.- Sentada. Mirando al suelo.
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Se acerca las manos a la cara...
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Las mueve...

Pausa.

ROGER.- ¿Qué hace?


JÚLIA.- No lo sé...
ROGER.- (...)
JÚLIA.- Parece que se huele las muñecas.
ROGER.- ¿Eso hace?
JÚLIA.- Sí...
ROGER.- Ten cuidado...
JÚLIA.- (...)
ROGER.- Que no te vea.
JÚLIA.- (...)
ROGER.- Pobre mujer... créeme que me da lástima.
JÚLIA.- A mí también.
ROGER.- Hemos hecho lo mejor.
JÚLIA.- Supongo.
ROGER.- Yo también. Y mejor que a partir de ahora...
JÚLIA.- Sí, mejor.

Pausa larga.

JÚLIA.- Volvamos a la cama.


ROGER.- (...)
JÚLIA.- (Sonríe.) ¿Qué?
ROGER.- Echo de menos...
JÚLIA.- ¿El qué?
ROGER.- Antes...
JÚLIA.- Antes, ¿qué?
ROGER.- Antes de que compráramos este piso. Antes de que me marchase fuera.
Medio año fuera. Antes de que las cosas nos empezaran a ir mejor. Antes de que las
cosas nos fueran mejor. Antes de que tuviéramos a Aïna. Antes de estos últimos meses.
JÚLIA.- ¿Qué echas de menos?
ROGER.- A veces ponía música. Te ponías a bailar para mí. Te movías... de aquella
manera... me volvías loco.
JÚLIA.- Qué dices...
ROGER.- (...)
JÚLIA.- ¿Estás bien?
ROGER.- Lo echo de menos. ¿Tú no?
JÚLIA.- Tenemos este piso. A Aïna. Todo lo que queríamos. Estamos bien.
ROGER.- Pero echo de menos cómo bailabas.

238
Pausa.

JÚLIA.- ¿Quieres que baile?

Pausa.

ROGER.- Sí.
JÚLIA.- Busca algo de música que te guste.
ROGER.- Te movías de aquella forma...
JÚLIA.- Es que... no sé qué quieres decir... no sé de qué forma...
ROGER.- Claro que lo sabes.
JÚLIA.- No. No lo sé...
ROGER.- Salvaje.
JÚLIA.- ¿Salvaje?
ROGER.- Sí, salvaje. Como un animal salvaje, imposible de domar.
JÚLIA.- ¿Has encontrado algo de música?
ROGER.- Sí...
JÚLIA.- Ponla.
ROGER.- Después haremos el amor.
JÚLIA.- Haremos el amor.
ROGER.- Como antes.
JÚLIA.- Como antes...

Pausa.

ROGER.- Sólo tengo ganas de que bailes. Que bailes de esa manera. Que volvamos a
hacer el amor.
JÚLIA.- ¿Sabes?
ROGER.- ¿Qué?
JÚLIA.- Estoy asustada.
ROGER.- ¿Estás asustada?
JÚLIA.- Sí. Asustada. Asustada como no lo he estado nunca antes.

Se oye un grito que proviene del piso de arriba.


Es el grito de AÏNA que ha tenido una pesadilla.

JÚLIA.- Aïna...

Pausa.

239
ROGER.- Una pesadilla. Es sólo eso.
JÚLIA.- Empieza a tener pesadillas.
ROGER.- Es la edad.
JÚLIA.- Sí. La edad.
ROGER.- Empieza a tener pesadillas...
JÚLIA.- Ha dejado de gritar...
ROGER.- Ha parado.
JÚLIA.- Ha parado de gritar, ¿verdad?
ROGER.- Sí.
JÚLIA.- Voy a/
ROGER.- No. No te muevas... déjala.
JÚLIA.- Pero...
ROGER.- Es mejor.
JÚLIA.- ¿Sí?
ROGER.- Ha dado un grito. Un grito nada más. No debe ni de haberse despertado. Si
vamos la despertaremos y... ahora, en cambio, dormirá. Ni sabrá que ha tenido una
pesadilla.

Pausa larga.
Casi un silencio.

ROGER.- ¿Lo ves? Ya ha pasado...


JÚLIA.- ¿Ha pasado?
ROGER.- Ha pasado...
JÚLIA.- ¿Ya está?

Pausa.

ROGER.- Sí, ya está. Baila. Como si no estuvieras en este piso. Como si nunca lo
hubiésemos tenido. Como si Aïna no tuviera pesadillas. Como si no las hubiera tenido
nunca. Como si Aïna aún no hubiera llegado. Como si aún fuéramos tú y yo, sin saber
nada el uno del otro. Como cuando no teníamos nada. Como entonces.
JÚLIA.- Como entonces.
ROGER.- ¿Estás asustada?
JÚLIA.- Sí, lo estoy.
ROGER.- ¿Muy asustada?
JÚLIA.- Como no lo había estado nunca antes.
ROGER.- Cuando estás asustada ya es totalmente imposible domarte.

ROGER pone en marcha el equipo de música.


JÚLIA comienza a bailar. Lo hace tímidamente.
ROGER apaga la luz de la habitación y sólo queda encendida una lámpara.
Vuelve a sentarse en el sofá y la observa.
JÚLIA se va dejando llevar.
Se mueve de una forma cada vez más salvaje.

240
Oscuro.

Barcelona, septiembre de 2014

241
LA TRAVESÍA

242
Premio Frederic Roda – LXV Nit de Santa Llúcia, fiesta de las letras catalanas 2015

“Cuando un escarabajo ciego se arrastra sobre la superficie de una rama doblada, no


se da cuenta de que el camino que recorre en realidad es una curva.”
Albert Einstein

A Laurent Gallardo,
Amigo y cómplice.
Gracias.

243
PERSONAJES

HERMANA CECÍLIA
RAI
ISAAC
ÒSCAR
HERMANA ISABEL

/ Indica que la réplica siguiente interrumpe inmediatamente lo que se está diciendo.

(...) Indica una réplica o reacción no verbal. Quizá sólo un suspiro, una mirada o un
pequeño gesto.

244
1.

Mediodía.
Interior de un barracón con material sanitario y de ayuda humanitaria.
Ventanas estrechas y altas por donde entra un potente rayo de luz.

En una silla está sentada la HERMANA CECÍLIA con la cabeza baja. Lleva un rato así
cuando entra RAI.

RAI.- ¿Se encuentra bien?


HERMANA CECÍLIA.- Sería mejor que...
RAI.- Sólo quería...
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- Si necesita...
HERMANA CECÍLIA.- Sería mejor que saliera de aquí.
RAI.- Sólo... quería...
HERMANA CECÍLIA.- ¿Le importaría guardarla?
RAI.- ¿La cámara?
HERMANA CECÍLIA.- Sí. Claro.
RAI.- Créame que... no pensaba/
HERMANA CECÍLIA.- ¿La puede retirar?
RAI.- La llevo colgada, pero... esté tranquila. De verdad.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- ¿Se encuentra bien?
HERMANA CECÍLIA.- ¿A usted qué le parece? ¿Qué clase de...? ¡Váyase! ¡Aquí no se
puede estar! (Pausa.) Sí. Sí... Estoy bien. Lo estoy. (Pausa.) Disculpe.

Pausa.

RAI.- No... No. No tiene que disculparse.


HERMANA CECÍLIA.- Siento haberle hablado de esta forma.
RAI.- Insisto. No tiene que disculparse. Por nada.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- La niña...
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- Lo siento. Créame que lo siento.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- ¿Buscaba... a alguien? ¿Necesita algo?


RAI.- No.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Entonces?

245
RAI.- Bueno... de hecho... sí...
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- A usted.
HERMANA CECÍLIA.- A mí...
RAI.- Sí. A usted.
HERMANA CECÍLIA.- ¿En qué le puedo ayudar?
RAI.- No... más bien... era si yo...
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- Si yo la puedo ayudar. (Pausa.) A usted... En lo que sea. En serio.
HERMANA CECÍLIA.- No. No necesito/
RAI.- ¿No?
HERMANA CECÍLIA.- No...
RAI.- ¿Seguro?
HERMANA CECÍLIA.- Seguro.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué le hace pensar que podría necesitar algo?


RAI.- ¿Siempre piensa que puede ofrecer ayuda, pero...
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- ...pero, en cambio, no piensa que también la puede recibir?

Pausa larga.

HERMANA CECÍLIA.- No nos hemos presentado.


RAI.- Rai. Me llaman Rai.
HERMANA CECÍLIA.- Soy la hermana Cecília.
RAI.- Encantado.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Cuánto tiempo lleva aquí?
RAI.- Empiezo a pensar que... suficiente.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Cuánto tiempo es eso?
RAI.- Casi tres meses. En la zona, quiero decir... Voy... moviéndome... siempre que
puedo... que la situación lo permite... Aquí... concretamente aquí... tres días. Me voy
dentro de unas horas. Muy temprano, de madrugada. (Pausa.) Con usted... nos
habremos/
HERMANA CECÍLIA.- Sí... Le había visto. Nos hemos... varias veces. Yo también le
había visto. Pero no nos habíamos presentado.
RAI.- Hermana Cecília... (Pausa.) ¿Y usted? ¿Cuánto tiempo lleva aquí?
HERMANA CECÍLIA.- Ojalá también pudiera decir "suficiente". Que me voy en unas
horas. Pero no. Yo no. (Pausa.) Desde el principio... cuando pusimos en marcha el
proyecto... Supongo que le han contado: un proyecto de escolarización y atención
sanitaria. Casi cinco años... Un proyecto de integración. Hemos hecho mucho trabajo.
RAI.- Sí. Es admirable.
HERMANA CECÍLIA.- El problema es que... el nivel de violencia en este último año
ha crecido tanto que... estamos haciendo el mismo trabajo que si se tratara de un campo
de refugiados. Y no lo es. No lo somos. Sería necesario. Se trata, pues, de un caso de

246
urgencia. También habría que reconocer que lo que está pasando ahí fuera no es sólo un
estallido de violencia... es... una guerra... Sí, una guerra. (Pausa.) Nosotros seguimos
trabajando, pero... sólo lo que podemos. Con los recursos que tenemos.
RAI.- ¿La niña vivía aquí?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Sí.


RAI.- No les preocupa...
HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué?
RAI.- Con lo que ha pasado... ¿qué les hace pensar que respetarán unas vallas y un par
de banderas blancas en la entrada?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Tenemos que confiar. Confiar en Dios y en los hombres. No


nos queda otro remedio.

Pausa.

RAI.- (Sacando un paquete de tabaco.) ¿Le molesta?


HERMANA CECÍLIA.- No. (Pausa.) Si no tira la ceniza al suelo, no. Fume.

RAI saca un tubo de guardar carretes de fotografías analógicas.

RAI.- (Refiriéndose a la cámara.) Es digital. (Refiriéndose al tubo.) Pero todavía


conservo unos cuantos de éstos. Van bien, ¿sabe? Para no tirarla al suelo. Siempre llevo
encima. Siempre son útiles para algo. (Coge un cigarrillo y le ofrece el paquete.)
¿Quiere uno?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- No. Gracias. (Pausa.) ¿Qué le hace gracia?


RAI.- Ha tardado un poco en contestar.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué quiere decir?
RAI.- A mi ofrecimiento. A si quería un cigarro.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Piensa que debería haber sido un poco más rápida en decir
que no?
RAI.- Simplemente que ha tardado un poco más de lo que sería habitual... y también...
HERMANA CECÍLIA.- ¿También? ¿Qué más?

247
RAI.- Un pequeño gesto. Cómo ha levantado la mirada y... algo en su frente...
HERMANA CECÍLIA.- Sí que se ha fijado en cosas...
RAI.- Parte de mi trabajo es observar. Fijarme en detalles... algunos aparentemente
insignificantes como éstos. Rápidos. Inmediatos. Lo de la fotografía... créame... más
allá de la técnica... lo más importante es saber mirar.
HERMANA CECÍLIA.- Ya...
RAI.- Si hubiera fotografiado este instante... revisando las fotografías quizá podría
averiguar si este momento y este pequeño gesto era que se lo estaba pensando o,
simplemente, que no está acostumbrada a que la inviten a fumar. Quizás no es habitual
invitar a fumar a una monja. ¿Está mal que lo haya hecho?
HERMANA CECÍLIA.- Aunque hubiera hecho una fotografía, lo que hubiera
interpretado con ella, no necesariamente debería coincidir con la realidad.
RAI.- Es verdad. (Pausa.) ¿De verdad que no quiere uno?
HERMANA CECÍLIA.- No.

Pausa larga.

RAI.- ¿Cuántos años tenía?


HERMANA CECÍLIA.- ¿Cree que es importante?
RAI.- (...)
HERMANA CECÍLIA.- ¿Piensa que cambiaría algo que hubiera tenido siete... ocho
años... o que hubiera tenido doce? Era una niña. Una criatura.
RAI.- No... Tiene razón. No.
HERMANA CECÍLIA.- Ocho años. Creemos que tenía ocho años. Quizá nueve.
RAI.- Ya...
HERMANA CECÍLIA.- A veces es complicado saber las edades.
RAI.- Me lo imagino.
HERMANA CECÍLIA.- Es muy complicado. Ni los padres nos lo saben decir y... es
difícil. Usted viene a observar. A hacer fotografías. Se va dentro de unas horas. Aquí el
día a día es muy complicado. Ni se lo puede imaginar.
RAI.- Saben/
HERMANA CECÍLIA.- ¿Me está haciendo una entrevista?
RAI.- No... No. Claro que no. ¿Le ha parecido?
HERMANA CECÍLIA.- No... No lo sé... Sólo que está intentando acercarse a mí, para
que le diga no sé qué. Eso me parece. (Pausa.) ¿Qué quiere saber? ¿Qué quiere que le
cuente?
RAI.- ¿La he molestado?
HERMANA CECÍLIA.- En absoluto, pero sea claro.
RAI.- Esté tranquila. No estoy intentando hacerle una entrevista. Ni sacarle
información. Ni que me cuente... No sé a qué se refería. No es mi trabajo. Usted lo ha
dicho. Observo. Hago fotografías. Intento que mis fotografías lo digan todo por sí
mismas, sin necesidad de que vayan acompañadas de ningún tipo de explicación. Le
preguntaba por... intentar entender...
HERMANA CECÍLIA.- Entender... (Pausa.) Ojalá le pudiese dar una explicación para
entender determinadas cosas. No la tengo.
RAI.- No quería sacarle información... ni... una entrevista. Si se lo ha parecido... Pues
no. No era mi intención. (Pausa.) Disculpe.

248
RAI hace ademán de irse.

HERMANA CECÍLIA.- Espere.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Invíteme a un cigarro...


RAI.- (...)
HERMANA CECÍLIA.- No ponga esa cara. ¿Me invita a un cigarro, o no?
RAI.- Claro. (Le da el paquete. La HERMANA CECÍLIA coge uno). Tenga...
(Refiriéndose a otro tubo de carrete fotográfico.) También esto. Es para usted. Tengo
más. Se lo regalo. Se lo puede quedar. (Coge otro cigarrillo para él.) Yo también me
fumaré otro.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Dos seguidos?
RAI.- Sí... No debería... Aquí intento administrarlos, pero/
HERMANA CECÍLIA.- Si no le importa...
RAI.- ¿Qué?
HERMANA CECÍLIA.- Le agradecería... sólo le pediría... si podemos estar en silencio.
Al menos mientras nos lo fumamos.
RAI.- Claro...

Los dos fuman sin decir nada, como si estuviesen solos.


RAI la observa, tímidamente, de reojo, pero no dice ni hace nada. Al cabo de unos
instantes le coge la mano con ternura. Ella la mantiene y tras unos segundos la aparta.
Permanecen en silencio.

HERMANA CECÍLIA.- (Apagando el cigarrillo. Refiriéndose al tubo.) Tenga.


RAI.- Ya se lo he dicho: para usted.
HERMANA CECÍLIA.- Gracias pero no me hará ningún servicio. Quizás tarde meses
en volver a fumar otro. Quizás no fume nunca más ninguno.
RAI.- (Sonríe.) Ojalá pudiera decir lo mismo.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué le ha traído hasta aquí?


RAI.- ¿Y a usted?
HERMANA CECÍLIA.- No ha pensado nunca en llevar una vida...
RAI.- ¿Una vida qué?
HERMANA CECÍLIA.- “Normal”...
RAI.- “Normal”...
HERMANA CECÍLIA.- Sí.
RAI.- ¿Y usted?

249
HERMANA CECÍLIA.- ¿Yo? (Pausa.) Ya veo que es del tipo de personas que utiliza la
misma pregunta, cuando no quiere responder a algo.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- ¿Cuántas fotografías hace al día?


RAI.- Muchas. No lo sé.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Por la noche vuelve a mirarlas todas?
RAI.- Por encima. Borro y descargo. Selecciono algunas. Compruebo.
HERMANA CECÍLIA.- Comprobar...
RAI.- (...)
HERMANA CECÍLIA.- Me ha fotografiado.
RAI.- (...)
HERMANA CECÍLIA.- ¿Verdad que sí?
RAI.- Sí.
HERMANA CECÍLIA.- También cuando le he entregado la niña a su madre.
RAI.- Es mi trabajo.
HERMANA CECÍLIA.- Ya...
RAI.- Servirá para...
HERMANA CECÍLIA.- ¿Sí? ¿De qué servirá? ¿De algo?
RAI.- Esperemos que sí.
HERMANA CECÍLIA.- Ya...
RAI.- Aquella mujer... verla... créame que he visto muchas... Rompía el corazón.
HERMANA CECÍLIA.- Alguien ha destrozado a su hija.
RAI.- Cuando la encontró... ¿aún estaba viva?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- No la estoy entrevistando.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- Cuando la llevaba... en brazos... me ha parecido que le decía algo. Que intentaba
decirle algo...
HERMANA CECÍLIA.- Sí. Aún lo estaba.
RAI.- Cuando se la ha dado a su madre/
HERMANA CECÍLIA.- Se ha muerto en mis brazos. Se acababa de... Sí.
RAI.- Aquella mujer... cuando ha cogido a la niña... cómo la ha recogido... parecía una
Piedad.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Eso le ha parecido?
RAI.- Sí.
HERMANA CECÍLIA.- Yo no he visto ninguna Piedad. Se lo aseguro. Yo he visto una
madre deshecha porque alguien ha sido capaz de hacer esta atrocidad a su hija. No se lo
tome a mal... y gracias por el cigarro... pero si lo que ha visto es una Piedad... Mire... no
dudo de que debe ser un buen fotógrafo. Seguro que sí. No lo pongo en duda. No lo
haré. Seguro que está haciendo un trabajo magnífico. Posiblemente gracias a sus
fotografías, este lugar, para alguna gente y durante algunos días, existirá. Y le
aplaudirán. Por haber llegado hasta aquí y haber hecho estas fotografías. Tal vez,
incluso, recibirá algún reconocimiento. Pero no se confunda. Si ha visto una Piedad, en
todo el tiempo que lleva aquí aún no ha sido capaz de captar el sufrimiento de esta
gente... Le aseguro que el dolor no tiene nada de estético. Y ahora, si no le importa... yo

250
debería... Seguro que usted tiene trabajo con sus fotografías. Salga. Todavía hay buena
luz...

Pausa larga.

RAI.- Antes de llegar aquí... He visto cómo quemaban todo un pueblo... En la carretera
he visto tiradas hileras de cadáveres... No sea injusta conmigo.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- Todo el mundo me ha hablado bien de usted... Sólo la quería... La he visto tan/
HERMANA CECÍLIA.- Una niña se ha muerto en mis brazos. Después se la he
entregado a su madre, cómo quiere que/
RAI.- Entiendo que/
HERMANA CECÍLIA.- ¿Sí? ¿Lo entiende?
RAI.- (...)
HERMANA CECÍLIA.- Un grupo... de niños... corriendo... hacia mí... han tirado de mí
y... estaba un trozo de la valla abierta... Los niños sabían que por allí se podía salir... Les
he dicho que no se podía... Fuera no... pero... todos gritaban... Casi me han arrastrado...
Se oía un grito... como de un animal... un conejo... Me ha parecido que oía el chillido de
un conejo... He salido con ellos... Tiraban de mí... y allí... en unas zarzas o... unas zarzas
o lo que fueran... Estaba allí... Los gritos salían de allí... de entre las ramas... una mano y
un brazo arañado... como si fuera la mano de un ángel, entre las zarzas... La he sacado
con mucho cuidado... no paraba de gritar... he intentado hacerlo con mucho tacto, pero...
no dejaba de gritar... El cuerpo estaba destrozado... totalmente... era imposible no
hacerle daño, pero la tenía que sacar. (Pausa.) Y finalmente... la he cogido en brazos...
intentando no... Tenía todo lleno de ramas y espinas pegadas por todo el cuerpo. Sin
ropa y... la he intentado cubrir con un pañuelo... Casi no podía tapar nada... pero cubrirla
un poco... por dignidad, al menos... Tenía el cuerpo absolutamente destrozado y los
ojos... Le habían reventado los ojos. (Pausa.) El resto... Usted mismo lo ha visto. Habrá
hecho unas cuantas fotografías.

Pausa larga.

RAI.- Sí, la he oído gritar... pidiendo ayuda... Fue entonces cuando la vi. Y sí, la he
fotografiado. Corría. Los niños a su alrededor. Gritando. Entonces... Me ha parecido que
la niña intentaba decirle algo... que usted se le acercó...
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- ¿Me equivoco?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- Le ha dicho algo... (Pausa.) Y a usted se le ha transformado la cara.
HERMANA CECÍLIA.- Debería... Si no le importa/
RAI.- No me equivoco, ¿verdad?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
RAI.- ¿Qué le ha dicho?
HERMANA CECÍLIA.- ¿Se va de aquí a unas horas, no?
RAI.- Sí... En unas horas.

251
Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- ¿Le puedo pedir un favor?


RAI.- ¿Qué favor?
HERMANA CECÍLIA.- Borre esas fotografías. (Pausa.) ¿Lo hará?

252
2.

Noche.
Interior del mismo barracón.

La HERMANA CECÍLIA revisa el material y hace anotaciones en una libreta.

ISAAC.- ¿Has visto la hora que es?


HERMANA CECÍLIA.- Estaba revisando y... haciendo un poco de inventario... estamos
bajo mínimos/
ISAAC.- Ahí fuera dicen que casi no te han visto a la hora de la cena y que de repente...
habías desaparecido. Será que estás asustada.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Asustada... yo? ¿De qué?
ISAAC.- La revancha. Que por eso te has escapado. El último día ganaste tres partidas...
pero que la próxima... irán todos a por ti. Deben de estar a punto de empezar... todavía
estás a tiempo.
HERMANA CECÍLIA.- No estoy para partidas. Pasado mañana vendrá el camión y
quería tener claro qué hay, qué falta... y dejarlo todo en orden con lo que traigan.
ISAAC.- ¿No puede esperar? Vendrán pasado mañana y todavía tienes todo mañana y
cuando vengan, para/
HERMANA CECÍLIA.- Es que cuando venga y haya dejado la carga... me iré con el
camión hacia la capital. Desde allí volveré a/
ISAAC.- Un segundo... ¿Qué me estás diciendo?
HERMANA CECÍLIA.- Que me voy, Isaac. Eso es lo que estoy diciendo.

Pausa.

ISAAC.- Un momento... Explícamelo bien para que lo entienda. Dices que te vas... así...
¿de un día para otro?
HERMANA CECÍLIA.- Pasado mañana.
ISAAC.- ¿El padre Felipe ya lo sabe?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- No... Todavía no.


ISAAC.- Quizás se lo tendrías que contar.
HERMANA CECÍLIA.- Eres el primero al que se lo digo y te agradecería que/
ISAAC.- Aquí te necesitamos. Nos hacen falta todas las manos. Toda la ayuda... y te
vas.
HERMANA CECÍLIA.- Sí.
ISAAC.- Pero... Se puede saber/
HERMANA CECÍLIA.- Estoy cansada...
ISAAC.- ¿Cansada?
HERMANA CECÍLIA.- Sí.

253
ISAAC.- ¿Qué quiere decir que estás cansada?
HERMANA CECÍLIA.- Quizás no es cansada... Es sólo que... no puedo. Es eso: no
puedo más.
ISAAC.- No lo entiendo.
HERMANA CECÍLIA.- He estado dándole muchas vueltas. Te lo aseguro. Y sí: me
marcho.
ISAAC.- ¿Qué te creías? Sabías que/
HERMANA CECÍLIA.- He estado siempre al pie del cañón. Siempre. Y ahora/
ISAAC.- Y ahora... quieres irte.
HERMANA CECÍLIA.- Ya te lo he dicho. No es una decisión que haya tomado a la
ligera.
ISAAC.- Ya...
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- Cinco años en este proyecto. Cinco. Y ahora –precisamente ahora- decides que
te vas. No lo entiendo... Estos últimos meses ha vuelto a crecer la violencia en la zona.
Nos llegan cada día un montón de personas a las que atender... Sabes que no damos
abasto, que... No es ahora el momento de irte. De dejarnos. Ahora no es el momento de
estar cansada.
HERMANA CECÍLIA.- Me he dejado la piel. Sabes que/
ISAAC.- Me gustaría saber por qué. Y no me salgas ahora con eso de que "estás
cansada". No me jodas... No me engañes. A mí no. (Pausa.) ¿Es eso? ¿De verdad?
(Pausa larga.) Tendrás tus motivos... Los debes tener... pero nos harás una putada. Una
buena putada. Pero bueno... No es cosa mía... ni de la ONG. Esto lo tienes que hablar
con el padre Felipe... Con tus... no conmigo.
HERMANA CECÍLIA.- Eres el primero al que se lo cuento y querría que/
ISAAC.- No es a mí a quien se lo tienes que explicar. Ni con la ONG con la que tienes
que rendir cuentas.
HERMANA CECÍLIA.- Lo sé. Estoy tratando de ver cómo lo hago...
ISAAC.- ¿Cómo lo haces? ¿El qué? (Pausa.) ¿Qué explicación darás?... Quiero decir...
¿También les dirás que estás cansada...?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- A ellos les puedes decir eso... pero a mí no. Eres una de las personas más
fuertes que he conocido... Siempre tienes una respuesta para todo... Una solución...
Nunca te rindes... No te extrañe ahora que no te entienda...
HERMANA CECÍLIA.- Puedes estar en medio del mar y ahogarte de dos maneras: por
no saber nadar, o sabiendo y no tener claro por dónde tienes que tirar. Así es como me
siento, Isaac... sabiendo nadar, pero a punto de ahogarme porque no sé en qué dirección
debo ir.
ISAAC.- (...)

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Pediré que se abra una investigación. Por eso quiero irme.

Pausa larga.

254
ISAAC.- Una investigación...

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Sí.

Pausa.

ISAAC.- Se puede saber/


HERMANA CECÍLIA.- Lo he estado pensando mucho. Creo que es lo que tengo que
hacer.
ISAAC.- Haber empezado por ahí...
HERMANA CECÍLIA.- Todo esto... me resulta... muy complicado. Créeme.
ISAAC.- Una investigación...
HERMANA CECÍLIA.- Sí.
ISAAC.- ¿Hay algo más que debería saber? ¡Me gustaría que me lo contaras todo!
¡Todo! ¿Me entiendes? ¿Una investigación de qué? ¿Sabes lo que implica? ¡Poner en
peligro todo el trabajo que hemos hecho hasta ahora! ¡Que este proyecto se vaya a la
mierda! ¡Es que no sé qué ha pasado y dónde tienes la cabeza!
HERMANA CECÍLIA.- ¡Se murió en mis brazos! Anteayer. Una niña... Cuando la
encontré... la habían destrozado... ¿Me entiendes? (Pausa.) En mis brazos...

Pausa larga.

ISAAC.- Una investigación... ¿Qué quieres que investiguen?


HERMANA CECÍLIA.- Quién le hizo eso... (Pausa.) Ha sido alguien de aquí...
ISAAC.- ¿Qué quieres decir?
HERMANA CECÍLIA.- Alguien de aquí dentro...
ISAAC.- Pero... ¿qué estás diciendo?
HERMANA CECÍLIA.- Lo que he dicho. No tiene nada que ver con lo que está
pasando ahí fuera. Fue alguien de aquí dentro... de los nuestros.

Pausa larga.

ISAAC.- ¿De la ONG? ¿De tu orden?


HERMANA CECÍLIA.- (...)

Pausa.

255
ISAAC.- ¡Joder! Si tienes la confianza de contármelo, me gustaría que no fuera a
medias tintas... que seas más clara...
HERMANA CECÍLIA.- ¿Por qué crees que le reventó los ojos? (Pausa.) Para que no lo
viera. Para que no lo reconociera. Porque era alguien que conocía. Tras... hacerle...
eso... la persona que lo hizo sabía que había un agujero en la valla. Un lugar por
donde... por donde salir de aquí. Lejos de la entrada principal. Quizá lo hizo él mismo.
No lo sé. Después... arrojó el cuerpo a las zarzas. Fuera... para que pareciera... Tal vez
no le dio tiempo... No sé... No contaba con que la encontraría... y menos, viva... Estoy
segura de que fue alguien de aquí dentro. (Pausa.) ¿Por qué la niña iba a haber salido?
¿Por qué iba a hacerlo?

Pausa.

ISAAC.- Eso que dices.../


HERMANA CECÍLIA.- Sí.
ISAAC.- /¿...en qué te basas?
HERMANA CECÍLIA.- En lo que te he contado. Y tengo mis razones. Sospechas.
ISAAC.- Tienes sospechas.
HERMANA CECÍLIA.- Sí.
ISAAC.- Les dirás eso.
HERMANA CECÍLIA.- Sí.
ISAAC.- ¿De quién?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- Quién crees... ¿Sabes lo que estás diciendo?
HERMANA CECÍLIA.- Sí.
ISAAC.- ¿De quién sospechas?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- ¿No me lo vas a decir?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- No. No me lo vas a decir. (Pausa.) Y cuando pidas que se actúe... ¿También
les dirás que tienes sospechas?
HERMANA CECÍLIA.- Sí.
ISAAC.- ¿Les dirás que tienes sospechas?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- Cecília... ¿Se lo dirás?
HERMANA CECÍLIA.- Por lo menos que se abra una investigación. Que no se vuelva
a repetir...
ISAAC.- Si te piden un nombre...
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- ¿Sí o no?
HERMANA CECÍLIA.- ¡No lo sé!
ISAAC.- No lo sabes... Si te piden un nombre/
HERMANA CECÍLIA.- Si me piden un nombre... Quizá/
ISAAC.- Tienes alguna prueba o...
HERMANA CECÍLIA.- No... ¡No la tengo!
ISAAC.- Si te piden... un nombre... nombres.
HERMANA CECÍLIA.- Sí. Se lo diré.

256
Pausa larga.

HERMANA CECÍLIA.- En los últimos meses... medio año más o menos... han
desaparecido cuatro niñas/
ISAAC.- La gente... las familias... vienen buscando ayuda... y una vez atendidos... a
veces, sin dar explicación... sin decir nada... se van. Intentan volver a sus casas. Si las
pueden recuperar. A sus pueblos... a la ciudad, para intentar empezar de nuevo... Nos
encontramos muy a menudo con/
HERMANA CECÍLIA.- Cuatro niñas, Isaac. Todas, aproximadamente, de las mismas
edades. Todas de aquí. No sus familias/
ISAAC.- Algunos niños han perdido a sus familias antes de llegar aquí/
HERMANA CECÍLIA.- Cuatro niñas. Que una vez dentro... de un día para otro... no
hemos sabido nada más. Si a ésta no la hubiera encontrado... quizás hubiéramos
pensado que era otra... la quinta que desaparecía... que marchaba... sin explicación.
Siempre niñas. Todas de las mismas edades...
ISAAC.- (...)
HERMANA CECÍLIA.- No seas ingenuo. Una podría haberse escapado... perdido...
haber salido para... haber ido a otra área... No sé. Cuatro. En menos de medio año. Ésta
habría sido la quinta. Me parece demasiada casualidad...

Pausa larga.

ISAAC.- Sabes que...


HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué?
ISAAC.- Según lo que digas... Acusar a alguien, sin saber si es cierto. Poner todas las
miradas sobre alguien. Pero también sobre el trabajo que hacemos aquí. Eso significa
poner en peligro lo que estamos haciendo.
HERMANA CECÍLIA.- Pero en el caso/
ISAAC.- En caso de que te equivoques, estarías poniendo en peligro todo lo que se ha
hecho. Todo lo que hemos hecho. Lo que estamos haciendo. Todo porque tienes una
sospecha. Una niña...
HERMANA CECÍLIA.- Sí. Una niña. Y las otras.
ISAAC.- ¿Y si estás equivocada?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- ¿Lo has pensado?
HERMANA CECÍLIA.- ¿Y si no me equivoco?
ISAAC.- (...)
HERMANA CECÍLIA.- Se trata de una cuestión de principios.
ISAAC.- (...)
HERMANA CECÍLIA.- Sería muy grave que alguien de aquí lo hubiera hecho. ¿O no?
ISAAC.- Lo que intento decirte es que... si se abre una investigación... (Pausa.) ¿Crees
que la solución es irte y señalar que aquí las cosas no se están haciendo bien? Poner la
lupa aquí, en el culo del mundo... porque esto es lo que es... y decir... allí... en el culo
del mundo... donde no sabéis ni qué coño está pasando... donde llegan cada día decenas
de heridos y de gente huyendo para que no los maten en sus pueblos... en uno de los
pocos lugares donde esta gente puede confiar... de los pocos lugares con ciertas

257
garantías de seguridad... donde hay un montón de gente que está trabajando día a día
con numerosas dificultades... Fijaos bien... porque allí las cosas se están haciendo mal.
Se están cometiendo abusos. Esto es lo que piensas hacer. ¿Sabes lo que implica?
(Pausa.) Esta gente nos necesita. Más que nunca. Sabes cuál es la situación... cómo está
de jodida la cosa... Se pondrá en duda nuestro trabajo. El de todos: el de la ONG... el de
vuestra... Mientras haya una investigación abierta... se puede paralizar -interrumpirse- lo
que estamos haciendo... los recursos... nuestras demandas para que nos envíen más
gente... Ahora no es el momento. Esta gente... Es el único lugar seguro que tienen. El
único lugar adonde pueden ir. Donde los podemos/
HERMANA CECÍLIA.- ¿Proteger? (Pausa.) Si el mal también viene de aquí dentro...
¿Qué quieres que haga?

Pausa larga.

ISAAC.- Tienes razón... La tienes... La debes tener... Sé que... Pero piénsatelo bien,
Cecília. Es un tema muy serio. ¿Lo entiendes?
HERMANA CECÍLIA.- Ponte en mi lugar.

Pausa.

ISAAC.- Pienso que tienes que estar segura -muy segura- de lo que dices.
HERMANA CECÍLIA.- Lo estoy.
ISAAC.- No seré yo quien te detenga... pero piensa en las consecuencias... Piénsalo, de
verdad. (Pausa.) Somos amigos... En el tiempo que llevamos aquí... Me gusta tu forma
de trabajar... Al margen de creencias y de... te aprecio. Sabes cómo te aprecio. Eres...
HERMANA CECÍLIA.- Isaac...
ISAAC.- Lo que quiero decir es que... tengas la confianza de decirme de quién
sospechas. En qué te basas... ¿Quién piensas/
HERMANA CECÍLIA.- No... Eso no te lo pienso decir.
ISAAC.- ¿Es de la ONG? Alguien de mi grupo de cooperantes...

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- No... No. (Pausa.) ¿Te quedas más tranquilo así?
ISAAC.- ¿Me lo dices para tranquilizarme?
HERMANA CECÍLIA.- No. Te lo digo porque pienso que no es ninguno de los
cooperantes.
ISAAC.- Pues no te voy a negar que me alivia.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- Pero... eso quiere decir que... es alguien de los tuyos...

Pausa larga.

258
HERMANA CECÍLIA.- Ahora puedes entender cómo me siento. (Pausa.) Sí... de los
míos.

259
3.

Mañana.
Interior de un barracón muy parecido al anterior, pero con material escolar y una
pizarra.

Entra la HERMANA CECÍLIA y se encuentra con ISAAC.

HERMANA CECÍLIA.- Pero, ¿qué te has creído, eh?


ISAAC.- ¿Qué pasa?
HERMANA CECÍLIA.- Confié en ti... Te lo conté y te pedí que no dijeras nada a
nadie... que estaba/
ISAAC.- Cecília... cálmate.
HERMANA CECÍLIA.- Anoche. Aquí mismo... y te faltó tiempo para correr y
decírselo al padre Felipe.
ISAAC.- Precisamente, te venía a buscar para contarte/
HERMANA CECÍLIA.- Ya te contaré yo lo que ha pasado. Acabo de ir a la misa de la
mañana. Estaba en la cola. Iba a comulgar. Cuando me tocaba a mí... el padre Felipe ha
bajado la cabeza y sin mirarme, me ha dicho muy bajito: "Te podrías apartar, por
favor."...Me he quedado que no sabía ni cómo reaccionar y me ha dicho que no le
hiciera repetir que me apartase de la fila. Me ha negado la comunión.
ISAAC.- Mira... Me gustaría que te calmases y habláramos... tranquilamente... Tú
quizás estás enfadada, pero yo/
HERMANA CECÍLIA.- Tú, ¿qué?
ISAAC.- Yo... después de hablar con él... casi no he podido dormir en toda la noche.
Ahora salía a buscarte para/
HERMANA CECÍLIA.- ¿Para qué?
ISAAC.- Tienes razón en estar enfadada conmigo. Confiaste en mí. Me pediste que no
dijera nada a nadie... pero sentí la necesidad de hablar con el padre Felipe. Me pareció
que era lo que tenía que hacer. Te quieres ir ya... para pedir que investiguen qué pasó...
Lo que me dijiste es muy grave.
HERMANA CECÍLIA.- Claro que lo es.
ISAAC.- Me pareció que lo estabas retrasando hasta el último momento... Que no sabías
cómo afrontarlo... Me pareció suficientemente importante como para plantearle el tema:
tanto lo que dices que ha pasado como la decisión que has tomado. Era con él, como
responsable de la orden, con quien tenías que haber hablado desde el primer momento,
no conmigo. Siento haber interferido, pero él es tu superior y tenía que estar al corriente
para/
HERMANA CECÍLIA.- Te pedí... No tenías ningún derecho a hacerlo.
ISAAC.- Al padre Felipe no le sorprendió en absoluto. Mientras se lo contaba, él estaba
impasible. Me escuchaba, atento, pero sin decir nada. No manifestó ni un pequeño signo
de sorpresa.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- Cuando terminé me dijo que no le resultaba nada nuevo lo que le acababa de
contar.

Pausa.

260
HERMANA CECÍLIA.- ¿Eso te dijo?
ISAAC.- Sí.
HERMANA CECÍLIA.- Ahora soy yo la que...
ISAAC.- El padre Felipe no sólo no se sorprendió, sino que añadió que tú no habías
dicho de quién sospechabas, pero que él sabía quién era.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- ¿De quién sospechas, Cecília?
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- ¿Aún sigues sin querer decírmelo? (Pausa.) El padre Felipe no tuvo ningún
problema en hacerlo. Dijo que es a él a quien vas a acusar.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- ¿Eso te dijo?


ISAAC.- Sí.

Pausa larga.

HERMANA CECÍLIA.- Así que... lo admite... por eso esta mañana me ha negado/
ISAAC.- No... no... nada de eso.
HERMANA CECÍLIA.- Acabas de decir/
ISAAC.- Dijo que le acusarías a él, no que admitiese que lo hubiera hecho.
HERMANA CECÍLIA.- Yo... no... no entiendo...
ISAAC.- ¿Por qué el padre Felipe?
HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué quieres decir?
ISAAC.- ¿Es de él de quien sospechas?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Sí.

Pausa.

ISAAC.- Cecília, te hablo como amigo. Te estás metiendo -y de paso también a todos
nosotros- en un lío muy grande. Por eso quisiera... te pido... que seas del todo sincera
conmigo y me digas cuáles son tus intenciones con/
HERMANA CECÍLIA.- ¿Mis intenciones? ¿Qué quieres decir? Creo que fui bastante
clara: una niña fue/
ISAAC.- ¿Es realmente ése el motivo?
HERMANA CECÍLIA.- Claro... ¿Qué más quieres que sea?

261
ISAAC.- Él asegura que... sólo buscas notoriedad. Que se trata de vanidad/
HERMANA CECÍLIA.- Pero ¿qué estás diciendo?
ISAAC.- Es lo que dice el padre Felipe.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Notoriedad, de qué?
ISAAC.- Que tu relación con él nunca ha sido buena y que/
HERMANA CECÍLIA.- Isaac... Esa niña... cuatro niñas desaparecidas en sólo/
ISAAC.- También se refirió a tu desacuerdo con que él asumiera el relevo al frente de la
misión hace siete meses/
HERMANA CECÍLIA.- No me lo puedo creer. Crees que sería capaz de inventarme
algo así por... (Pausa.) Isaac... No me digas que por un solo momento se te ha pasado
por la cabeza que/
ISAAC.- Yo sólo me limito a trasladarte lo que me dijo cuando se lo conté.
HERMANA CECÍLIA.- Eso es... (Pausa.) No te lo tendría que haber dicho. Gracias.
Confié en ti y lo que hiciste fue salir corriendo a contárselo... Precisamente a él...
ISAAC.- Yo no sabía... no me podía imaginar... Me pareció que era lo más correcto/
HERMANA CECÍLIA.- Inventarse que... ¡Y que haya tenido el cinismo de retirarme la
comunión! Es que no me lo puedo creer/
ISAAC.- Cecília...
HERMANA CECÍLIA.- Y que ahora tú me estés cuestionando a mí...
ISAAC.- No lo hago. De verdad que no. (Pausa.) También dijo que...
HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué? ¿Qué más? Es que ya no sé con qué más puede salir...
Este hombre es... (Pausa.) Venga... Di... es que ya me espero cualquier cosa...

Pausa.

ISAAC.- Dijo que tu actitud en la enfermería ha sido inapropiada.


HERMANA CECÍLIA.- ¿Inapropiada? ¿Qué quiere decir inapropiada?
ISAAC.- Eso quisiera que me contaras.

Pausa.

ISAAC.- Que quería abrirte un expediente disciplinario... dar parte... que quizás estabas
al corriente y que por eso te has adelantado y te has aprovechado de lo que pasó/
HERMANA CECÍLIA.- Aprovecharme/
ISAAC.- /que has decidido acusarlo. Inventarte esto. "Salpicarlo". Dijo salpicarlo con...
habló de "mancha oscura", de "calumnia sucia e inmoral". Esas fueron las palabras que
usó.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- ¿Te dijo a qué se refería exactamente con “actitud


inapropiada”?
ISAAC.- Has hecho algo en la enfermería/
HERMANA CECÍLIA.- ¿A qué se refería?

262
ISAAC.- /por lo cual podría acusarte/
HERMANA CECÍLIA.- Di... Venga... Es evidente que te lo dijo... ¡Ya da igual!

Pausa.

ISAAC.- Un chico... joven... llegó herido.


HERMANA CECÍLIA.- Llegan a decenas. Cada día. Jóvenes y de todas las edades/
ISAAC.- Un chico que llegó con quemaduras en diferentes partes del cuerpo: en la
cara... en los brazos... las manos... Estuvo unos días aquí y finalmente... no pudisteis
hacer nada para salvarlo...

Pausa larga.

HERMANA CECÍLIA.- Hará dos meses...


ISAAC.- Sí... Eso me dijo. Un par de meses. ¿Sabes a quién se refería?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Sí.


ISAAC.- ¿Qué pasó con este chico?

Pausa.

ISAAC.- Cecília...
HERMANA CECÍLIA.- Le habían echado gasolina encima y le habían prendido
fuego... Los rebeldes... Llegó con quemaduras... en la cara. Las manos. Intentamos
hacer todo lo posible... parecía que se iba recuperando, pero... al final... una infección...
una simple infección... no salió adelante.

Pausa.

ISAAC.- Entonces... sabes de quién me estaba hablando...


HERMANA CECÍLIA.- Sí...
ISAAC.- ¿Qué pasó?
HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué te ha dicho?
ISAAC.- Por favor... cuéntame qué pasó.

Pausa.

263
HERMANA CECÍLIA.- ¿Cómo le ha llegado? ¿De dónde lo ha sacado?
ISAAC.- Necesito que me lo cuentes... que me digas si es verdad.

Pausa larga.
Casi un silencio.

HERMANA CECÍLIA.- Un día cuando pasé a curarlo... a limpiarle las quemaduras...


Me dijo algo... Costaba entenderlo... las quemaduras en la cara... la boca... le dije que lo
estaba intentando hacer con el máximo cuidado... No entendía qué decía... le pregunté si
necesitaba algo... si podía hacerlo de manera que... (Pausa.) Fue entonces cuando...
levantó la sábana que lo cubría de cintura para abajo y... una vez descubierto me cogió
la mano y la llevó hasta... allí... Eso es lo que me pidió... (Pausa.) Y lo hice... Le calmé
de esa manera.

Pausa larga.

ISAAC.- ¿Fue sólo aquel día?


HERMANA CECÍLIA.- No. (Pausa.) Muchos otros días. (Pausa.) Cada vez que lo
necesitó hasta el día que le perdimos.

Pausa larga.

ISAAC.- ¿Por qué accediste a hacerlo?


HERMANA CECÍLIA.- Porque aquello le daba consuelo. Le calmaba. Por caridad
cristiana.
ISAAC.- Caridad cristiana...
HERMANA CECÍLIA.- Sí, claro: ¡caridad cristiana!

Pausa larga.

HERMANA CECÍLIA.- ¿Cómo lo podía saber el padre Felipe?


ISAAC.- No sé... Tal vez se lo dijo... en una confesión... Quizás el chico se lo contó a
otro y este otro... No sé... No sabría decírtelo. No me lo dijo. (Pausa.) ¿Lo sabe alguien
más de la enfermería?
HERMANA CECÍLIA.- No.
ISAAC.- ¿Erik? ¿La hermana Teresa? ¿Matthias? ¿Cloe?
HERMANA CECÍLIA.- No... ¡No sé! (Pausa.) No... no... al menos que yo sepa...
ISAAC.- De acuerdo.
HERMANA CECÍLIA.- No sé cómo le ha llegado. No tenía ni idea de que lo supiera.
No sospechaba que... Nunca me llamó la atención, ni me hizo ningún comentario.
(Pausa.) Me conoces de sobra. Lo que te dije, no es una falsa acusación buscando

264
notoriedad o... ni por vanidad... ni tampoco por justificarme de nada. Para defenderme.
Pero tampoco puedo negar que esta "actitud inapropiada" -como él ha dicho- sea falsa.
Es lo que hice.

Pausa larga.

ISAAC.- Mierda...
HERMANA CECÍLIA.- Mierda, ¿qué?
ISAAC.- Sabes perfectamente lo que pasa...
HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué me vas a decir? ¿Que mi acto te parece más grave que el
hecho de que se haya podido cometer un crimen?
ISAAC.- No estoy hablando de eso.
HERMANA CECÍLIA.- Entonces ¿de qué?
ISAAC.- No tienes ninguna prueba contra él. Sólo una sospecha. No tienes ninguna
certeza de que fuera el responsable. En cambio tú me acabas de reconocer/
HERMANA CECÍLIA.- Por su actitud... A veces es más generoso con algunas
raciones... como si premiara o... pequeños gestos/
ISAAC.- Todo eso no es nada... ¡Impresiones nada más!
HERMANA CECÍLIA.- El día que pasó eso... antes me lo había encontrado en la
enfermería. Le pregunté qué había pasado. Me dijo que se había hecho un corte. Pero
intentaba quitarse algo. Estoy segura de que era un arañazo... de las zarzas... que
intentaba sacarse una espina.
ISAAC.- ¿Lo viste?
HERMANA CECÍLIA.- Vi cómo se limpiaba y cómo se quitaba algo... dijo que era un
corte pero no/
ISAAC.- Sólo suposiciones...
HERMANA CECÍLIA.- No llevaba el anillo... ¿Por qué no llevaba el anillo?... a la niña
le reventaron los ojos/
ISAAC.- Todo esto que dices...
HERMANA CECÍLIA.- No te parece sospechoso/
ISAAC.- Te recuerdo que él tiene constancia de algo que sí ha ocurrido.
HERMANA CECÍLIA.- Espero que no lo pongas en la misma balanza.
ISAAC.- ¿Y tu iglesia dónde crees que lo pondrá? ¿Qué vas a hacer? ¿También les dirás
que era un acto de caridad cristiana?
HERMANA CECÍLIA.- Sí. Lo es.
ISAAC.- Sabes perfectamente que utilizarán los mismos términos que ha utilizado el
padre Felipe/
HERMANA CECÍLIA.- Una actitud inapropiada.
ISAAC.- Sí. Una actitud inapropiada. Y un acto lascivo. También dijo eso: "un acto
lascivo".

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- No me asusta.


ISAAC.- Es que no estamos hablando de si te asusta o no. Estamos hablando de que
tienes todas las de perder.

265
HERMANA CECÍLIA.- Isaac... No es una cuestión de ganar o perder. No pienso ceder
ante él, ni ante nadie. Ante sus amenazas. Porque todo lo que te ha dicho no es más que
eso: amenazas. Para que me lo hicieras llegar y que cambie de opinión. Lo sabes
perfectamente. (Pausa.) ¿Alguna cosa más?
ISAAC.- No... bueno, sí... Por él, te puedes ir mañana mismo cuando venga el camión...
que está muy tranquilo y también su conciencia. No hará nada para detenerte. Dijo que
tú misma... Adelante...
HERMANA CECÍLIA.- Pues eso: adelante.
ISAAC.- Un momento... un momento...
HERMANA CECÍLIA.- Un momento, ¿por qué? (Pausa.) ¿Qué crees que debo hacer?
ISAAC.- Esto que me acabas de contar. Ni una palabra a nadie. Ni a él, si te lo
encuentras. Ni una palabra.
HERMANA CECÍLIA.- No me avergüenzo de ninguno de mis actos. No me tengo que
esconder de nada.
ISAAC.- ¡Es que no sé qué pretendes! Es tu palabra -sobre algo de lo que no tienes
ninguna certeza- contra la suya sobre algo que tú no tienes ninguna intención de negar.
Si lo reconoces te pondrás a todo el mundo en contra/
HERMANA CECÍLIA.- El problema no es lo que hice yo/
ISAAC.- ¡Por supuesto que lo es! También. Si se sabe... tu iglesia te apartará... ¡No seas
ingenua! Lo sabes perfectamente...
HERMANA CECÍLIA.- Yo te digo que una niña/
ISAAC.- Sería un escándalo/
HERMANA CECÍLIA.- Y no te parece un escándalo/
ISAAC.- Parece que no me entiendes...
HERMANA CECÍLIA.- Es increíble. Parece que sea más grave que yo/
ISAAC.- Explica que es un acto de caridad cristiana... explícaselo y ya verás lo que te
dicen... Y si esto llega a la opinión pública...
HERMANA CECÍLIA.- ¿Eso te preocupa?
ISAAC.- Me preocupan las consecuencias que puede tener en todo el trabajo que hemos
hecho aquí... también en tu persona... Me preocupo por ti.
HERMANA CECÍLIA.- No me digas ahora que te preocupas por mí...
ISAAC.- ¡Claro que sí!
HERMANA CECÍLIA.- Ha conseguido exactamente lo que pretendía: meterte el miedo
en el cuerpo y hacerte creer que/
ISAAC.- Es que ya te lo he dicho... tienes todas las de perder... y de paso... también nos
afectará a nosotros. A la imagen/
HERMANA CECÍLIA.- ¡Ah! La imagen... Es eso.
ISAAC.- ¡Claro que sí! Lo mejor que podrías hacer...
HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué es lo mejor que podría hacer? (Pausa.) ¡Venga! Di...

Pausa.

ISAAC.- Tragarte el orgullo, Cecília. Hacer como si no hubiera pasado nada. Continuar
trabajando como lo has hecho hasta ahora... atentos a que no se pueda cometer otro
abuso... si es que se ha cometido alguno. Evitar un escándalo y que pueda perjudicar la
imagen y el trabajo que hacemos. Vosotros y nosotros. Pensar en las necesidades de
toda la gente que estamos recibiendo cada día. Pensar que la prioridad es esta gente.
(Pausa.) Si cerramos el tema... él también sabrá que estaremos atentos a todos sus

266
movimientos... que estaremos encima... que a la mínima... Esto es lo mejor que
podemos hacer.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Me duele que pienses que es una cuestión de orgullo, tanto
como que él me pueda acusar de vanidad y de buscar notoriedad. Lo que puedan decir
de lo que pasó en la enfermería, me importa bien poco. (Pausa.) Es una cuestión de
justicia. De dignidad. Por esa niña... y su familia.

Pausa.

ISAAC.- Pienso que es lo mejor. Y lo de la enfermería... de aquel chico... Negarlo.


Decir que es falso.
HERMANA CECÍLIA.- Pensaba que eras mi amigo.
ISAAC.- ¡Precisamente! ¡Lo soy!
HERMANA CECÍLIA.- ¿Eres mi amigo y me pides que mienta? ¿Que haga algo que va
contra mis principios?
ISAAC.- Lo que hiciste/
HERMANA CECÍLIA.- Lo que hice, ¿qué?
ISAAC.- ¡Es que no sé dónde tienes la cabeza!
HERMANA CECÍLIA.- ¿Sabes qué es lo que más me duele? Que tú... que tú me
condenes.
ISAAC.- No lo he hecho.
HERMANA CECÍLIA.- Claro que lo has hecho: me juzgas y me condenas.
ISAAC.- ¿Y qué crees que hará tu iglesia si esto se llega a saber?
HERMANA CECÍLIA.- Antes de que lo hagan ellos, ya lo has hecho tú...
ISAAC.- Yo no/
HERMANA CECÍLIA.- Tú también... De la misma forma -incluso más duramente- que
lo puedan hacer ellos. Tú... que seguramente encuentras ridículos algunos de los
planteamientos católicos... Tú... que te crees que tu moral es libre... Has sido el primero
en condenarme. Ni siquiera te has planteado si te parece bien o mal lo que hice. ¿Qué
piensas, eh? ¿También lo encuentras un acto inapropiado? ¿Lascivo? Sólo has pensado
en las consecuencias de lo que hice. Porque piensas que te perjudicará. Todavía es peor.
Ni siquiera es porque lo creas. Por tu moral. Sino por interés. Fíjate qué... qué pequeños
son tus principios. (Pausa.) No pienso mentir. Quiero que te quede bien claro eso.
ISAAC.- No es justo que me hagas sentir como una mierda.
HERMANA CECÍLIA.- Nadie te ha hecho sentir así.
ISAAC.- Has dicho que mis principios son pequeños, pero... (Pausa.) ¿Quieres saber
una cosa? Tu iglesia no te condenará. ¿Sabes por qué no? Te perdonará. Por supuesto
que lo hará. Te perdonará... pero ¿sabes cómo? ¿Sabes a qué precio? (Pausa.)
Confesándote. Haciéndote reconocer que has cometido una falta. Son capaces de
aceptarlo y perdonarte, siempre que tú reconozcas que te has equivocado... cosa que
parece que no tienes ninguna intención de hacer. (Pausa.) No te equivoques, Cecília: tu
iglesia es así. Funciona de esta manera. Me imagino que estás al tanto.

267
Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Qué golpe más bajo.

Pausa.

ISAAC.- Cecília... Quiero ayudarte. Estoy intentando ser sensato. Pensar en ti y en todo
esto. Mira... Lo único... que se me ocurre... para tener algo a tu favor... Cuando
encontraste a la niña... todavía estaba viva, ¿verdad?
HERMANA CECÍLIA.- Sí. Murió momentos antes de que se la entregara a su madre.

Pausa.

ISAAC.- ¿No te dijo nada? Un nombre... algo... Eso sería... realmente valioso... ¿No
recuerdas...? Trata de recordar si te…
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ISAAC.- Lo que estoy tratando de hacerte entender es que no tienes nada. Nada más
que una sospecha. Una intuición. Y además... está eso de la enfermería... Se te comerán.
¿No lo ves? Lo que quieres hacer, Cecília, es un suicidio. Un auténtico suicidio.

Pausa larga.

HERMANA CECÍLIA.- Si lo único que me tenías que decir es que me calle y mienta...
ya me lo has dicho y repetido. Lo he entendido. (Pausa.) Los niños deben de estar
llegando. No te molesto. Haz lo que tengas que hacer.

268
4.

Noche.
Espacio desértico.

Únicamente una pequeña luz de un hornillo de gas que tiene en las manos la
HERMANA CECÍLIA.
ÒSCAR se acerca a ella con una linterna.

ÒSCAR.- Creía que te había dejado claro que mientras yo durmiera, intentaras hacer lo
mismo. Que si no tenías sueño, intentaras sacarlo de donde fuera y que, por ningún
motivo, bajaras del camión. Éste no es lugar para salir de cualquier manera a dar un
paseo. Pensaba que podía echar una cabezada tranquilamente, sin tener que pensar que
cuando me despertara habrías salido a no sé dónde...

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Lo siento.


ÒSCAR.- Si necesitabas estirar las piernas, te podías esperar a que me despertara... o
avisarme. No me habría molestado. En serio.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
ÒSCAR.- No te tomes a mal lo que te he dicho. Seguridad. Tomar algunas
precauciones. No tiene por qué pasar nada, pero mejor... Ya sé que sólo llevábamos seis
horas de trayecto... que lo podría hacer todo de una sola tirada, pero... hace un tiempo
un hombre me leyó el futuro. ¿Tú crees en estas cosas? Yo no sé si creo. Me dijo que
tuviese mucho cuidado cuando fuera al volante. No sé si sabría que toda la vida he
conducido. Yo no le dije nada. No creo en esas cosas, pero prefiero no darles
información. Transportista. Siempre. Antes de que aquel hombre me dijera eso, siempre
había imaginado un final así. Violento. Un trompazo. Una buena hostia. De esas de las
que no te libras. Pero desde que me dijo aquello, cuando tengo sueño... sea donde sea...
me paro y echo una cabezada. (Pausa.) Ahora te pensarás que soy supersticioso. No. No
creas. Nos deben quedar por lo menos siete horas. A buen ritmo siete horas. Tal vez un
poco más. Siete horas y media. Estoy bien descansado. Me ha ido bien echar una
cabezadita. Me había entrado un sueño... Viajar solo es diferente a cuando vas
acompañado, pero... tú no eres de charlar mucho. Yo tampoco. Fuera del camión, sí.
Cuando conduzco, no abro la boca. Pero me gusta que me hablen. Me he acostumbrado
a la soledad de conducir. No es un reproche, que no me hayas dado conversación. No lo
es. Eres poco habladora. Yo también. Con según quién, sí. Estoy acostumbrado a
conducir solo. La radio... la música... me hacen compañía. Y cuando voy acompañado...
siempre como si estuvieran aturdidos... con la cabeza quién sabe dónde... Es como si
fuera solo. Contigo pensaba... ¿Qué le vamos a hacer?... Casi no has abierto la boca
desde que salimos. Te has dormido un rato y ha sido cuando más has hablado. Debías
de estar soñando. Murmurando algo. La gente que más calla es la que tiene más cosas
que contar. Siempre lo decía mi madre. Quizás no te tendría que haber dicho lo de aquel
hombre... el que me predijo el futuro. Igual te estropea lo que nos queda de viaje.

269
(ÒSCAR saca un paquete de tabaco y enciende un cigarrillo.) Estate tranquila. Voy
bien descansado. No tienes que preocuparte, ¿eh?
HERMANA CECÍLIA.- Me podría... Le importaría...
ÒSCAR.- ¿Qué?
HERMANA CECÍLIA.- Si me podría... ¿Qué he dicho cuando soñaba?

Pausa.

ÒSCAR.- Ah... No lo sé. Tenía la radio puesta. ¿No te acuerdas de lo que soñabas?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- No...


ÒSCAR.- Aquí tienes que tener los ojos bien abiertos. Tienes que estar atento... la
carretera... si se le puede llamar carretera... Un desastre. Kilómetros y kilómetros sin
nada. Lo poco que había se lo han cargado. ¿Qué te voy a contar?... (Pausa.) Supongo
que es importante... el motivo por el que te vas... por eso estás tan callada. No hace falta
que me cuentes nada. No quisiera parecer... No te lo he preguntado. (Pausa.) Cuando
me dijeron que tenía que llevarte... igual te pareció que ponía mala cara. Que fruncía el
ceño. Quizás te dio esa impresión. Nada de eso... bueno... sólo que... llevar a alguien
quiere decir que tendrás menos espacio y que no podrás cargar según qué en el camión...
también que no podrás subir a alguien que lo necesite... Debe de ser importante... tu
motivo. (Pausa.) En el tramo que entraremos ahora... a veces, te encuentras gente por el
camino... alguien que huye... y te hace señales para que le subas... saben que si los
puedes llevar hasta la capital o a un pueblo más o menos grande... están salvados...
(Pausa.) Da pena... Lo han arrasado todo... o casi todo... las zonas rurales... poblados...
casas... monumentos... Por donde pasan, no dejan nada. "Lo que más quería, ya no
existe". Me lo dijo un chico que huía. Un chaval joven. Lo subí. Sentado en el mismo
sitio donde vas tú. Se me quedó grabado. Aquí. Bien grabado. Si lo que más quieres ya
no existe, ¿qué te queda? (Pausa.) ¿Qué es lo que más quieres tú? (Pausa.) Todo. Da
pena. Pone los pelos de punta este sitio. (Pausa.) Antes... a veces, te paraban. Una boda.
Siempre guardan una silla vacía y un plato en la mesa para algún invitado de más. Te
paraban y te invitaban a celebrarlo con ellos. Sin conocerte de nada. Recipientes llenos
de comida y música. No tienen nada, pero... no he visto bodas tan bonitas como éstas.
De aquellos pueblos... pueblos por decirlo de alguna manera... ya no queda nada...
cuatro casas. Se lo han cargado todo. No han dejado nada. Cuatro casas y alguien que se
resiste a marcharse. Como aquel hombre que me leyó el futuro. Me lo presentaron en
una boda... cuando aún quedaba gente... Pero todo el mundo se va... alguna gente
decide... no me preguntes por qué... quedarse... Como aquel hombre... Ya no hay más
bodas... Niñas de quince años. Aquí se casan a partir de esta edad. Siempre una silla
vacía y un plato para un invitado de más. Ahora ves a esas chicas escapando. Dándose
cuenta de lo que dejan atrás. Chicas que se les pone esa cara seca y triste de las vírgenes
maduras... (Pausa.) Perdona, hermana... no quería... Era una forma de hablar. No era mi
intención ofenderte. Lo que quería decir es que... este lugar, ya hace tiempo, ha perdido
la alegría de vivir... (Pausa.) Un camión de ayuda humanitaria... la bandera blanca...
piensan que eres intocable... ¿Quién sabe? Vuestra zona... más de una vez habréis

270
pensado que... cualquier día esos bestias vendrán y se lo cargarán todo... sin
miramientos... Son unos salvajes. Unos auténticos salvajes. No respetarán que tengáis
unas banderas blancas colgadas ni... Debería estar el ejército protegiéndoos... Cualquier
día... esos no respetan nada... Cuando entras... vida... la vida que ya no queda en
ninguna parte. Te gusta el fútbol. Sé que te gusta. Alguna vez, entrando con el camión,
te he visto jugando con los niños. Te llaman hermana gol. ¿Sabes que te llaman así?
Hermana gol. Quizás no te tendría que haber dicho que te llaman así. Espero que no te
moleste. Después de ver tanta miseria... entrar y ver a los chicos jugando a la pelota
reconforta... la música dentro de los barracones... cómo aprenden a tocar los
instrumentos. Sus padres y abuelos se han matado entre ellos. Ahora juegan al fútbol.
Hacen música. Quizá sueñan que algún día podrán formar una orquesta. Un equipo. Les
habéis enseñado que no podrán hacerlo solos. El fútbol y la música es lo único que aún
les puede salvar. (Pausa.) Toda esta gente huyendo... A veces, por el camino... te
encuentras a más de uno: tres... cuatro... cinco... una familia... grupos... Es mejor
encontrarte uno o dos. Cuando son más de dos es un problema. Piensas... si me paro, no
podré subirlos a todos. Tendré que decirles que no caben. Y ellos tendrán que decidir
quién puede subir y quién no. Es una elección terrible. También ves gente que te da
mala espina. Que no te fías. Yo no sé pensar fríamente. Te miro a ti. Esa serenidad que
desprendes. Ese silencio. Envidio esa serenidad. Yo no la tengo. Yo soy un hombre de
intuición. Me guío por la intuición. Déjate de intuiciones... A ti, esa serenidad no te
perderá, mi intuición cualquier día me jugará una mala pasada. (Pausa.) Son tres.
Quizás sí cabrían, pero... son tres. Yo solo. No me fío. No lo veo claro. Miras por el
retrovisor y ves cómo van quedando atrás. Cómo siguen haciendo señales. Cómo gritan.
Cómo te maldicen. Te insultan. Los podías salvar y no lo has hecho. Quizás te habrían
degollado allí mismo. Éstos no se andan con bromas. (Pausa.) Lo siento. No me la
puedo jugar. Es mejor. No puedes jugártela. Ni por ti, ni por la carga que llevas. La
carga es importante. Cuando llevas tantos viajes como yo, aprendes a no mirar por el
retrovisor. Si lo haces, te quedará esa sensación de que los has dejado allí. Que los
podías llevar. Que no has hecho nada por ellos. (Pausa.) Si nos cruzamos con alguien...
hoy la cabina va llena... no podríamos meter a nadie más. Un consejo: no mires por el
retrovisor. Sobre todo, evita mirar por el retrovisor. (Pausa.) ¿Sabes dónde estamos
ahora? En el cruce de la niña y el cachorro. Éste es el punto que lo separa todo.
HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué quiere decir?
ÒSCAR.- Siempre hay un punto que lo separa todo: los lugares... las cosas... Tú lo
sabes mejor que nadie.
HERMANA CECÍLIA.- A veces... ese punto... no está tan claro.
ÒSCAR.- Dirás lo que quieras. El camino que acabamos de dejar atrás es el de la
salvación. Es el que lleva al campamento. Si cogen ese camino... si aguantan la
travesía... si no les pasa nada en todas las horas que tienen de trayecto... podrán llegar al
campamento, a vuestra misión... Ahora... si se equivocan y cogen éste... el que haremos
ahora... entonces están perdidos. Ya lo verás... kilómetros y kilómetros donde no hay
nada. Nada de nada. Algún camión, como el nuestro... el milagro. Pero si va cargado y
alguien como tú, ocupa el otro asiento de la cabina... un milagro que pasa de largo.
Siempre de un lado a otro... esta gente... huyendo... jugándosela... buscando algún
lugar... Todos estos esfuerzos y saber que como mucho tú y los tuyos no viviréis más de
cincuenta años... Aquí la gente no vive mucho más. Terrible. (Pausa.) Algunas cajas las
he llevado de ida y vuelta. Productos y medicamentos caducados. O ya vinieron
caducados, o han caducado por el camino justo al llegar al campamento. Si me llevo
material para reparar... mi viaje tiene sentido. Si vuelvo y tengo que recoger cajas
caducadas, me cabreo. Espacio desaprovechado en el camión. Aquí cada milímetro tiene

271
sentido o deja de tenerlo. Cada decisión. ¿Qué te voy a contar?... lo sabes tan bien como
yo. Me jode lo de los medicamentos caducados. (Pausa.) Cuando amanezca... verás la
inmensidad... Te puede llegar a emocionar y, a la vez, hacerte morir de miedo... Hoy
viajo contigo, acompañado... kilómetros y kilómetros de nada... y la inmensidad. Una
vez conocí a un chico joven... informático... leía un libro sobre la creación del universo.
Me dijo que el mundo está hecho de átomos. Me lo intentó explicar, pero... la verdad...
me pareció muy complicado. Yo no creo en el átomo. Yo creo en Dios. ¿Ahora qué
coño me cuenta éste de átomos? ¿Quién sino Dios puede haber creado todo esto? ¿Estás
de acuerdo conmigo, hermana, verdad? Cuando amanezca... verás la inmensidad.
Desierto... ¡Átomos!... ¿Qué cojones decía aquel? Pero, a veces, cuando veo lo que
veo... pienso que me gustaría más creer en el átomo. (Pausa.) Ya no sé si creo en Dios...
Perdóname, hermana... no quiero ofender... Como la madre de aquel hombre... el que
me leyó el futuro... Él hacía todo un ritual en la misma habitación donde tenía a su
madre tumbada en una cama... No te lo he contado, ¿verdad? La madre de aquel hombre
debía de tener más de noventa años... parecía muerta... Yo habría dicho que no
respiraba... tenía los brazos y la cara llenos de picaduras... No tenían techo... Una ráfaga
de viento se lo había llevado y aunque lo habían intentado arreglar... había un agujero
bastante grande... los pájaros entraban dentro de la casa... e iban picando los brazos y la
cara de la mujer... por eso de vez en cuando, la mujer lanzaba algún gemido... Era por
aquellos gemidos por lo que sabía que estaba viva... si no habría pensado que estaba
muerta... que no respiraba... Entonces el hombre -el que me dijo que tuviera cuidado al
volante- se levantaba y los asustaba... en cuanto se sentaba, los pájaros ya volvían a
estar todos sobre el cuerpo de su madre dándole picotazos. (Pausa.) Ahora no sé por
qué te decía esto... (Pausa.) ¿Qué te estaba diciendo? (Pausa.) La carretera... el
trayecto... Ah... Los medicamentos caducados... Me cabrea eso de los medicamentos
caducados... Cuentan que un camionero se deshizo de ellos una vez... a medio camino...
tiró unas cuantas cajas... al parecer, algún animal, muerto de hambre, se lo comió... royó
el papel y el plástico... Imagínate si tendría hambre... se ve que se debió de intoxicar... y
antes de morir, otro animal más rápido lo cazó y al morderlo... también se intoxicó... y
en ese caso... la cadena ya no se puede parar. Si muerdes un animal intoxicado, lo más
posible es que también te intoxiques y que la espiral sea ya... imparable... una
desgracia... eso es lo que es: una desgracia. Una catástrofe. La historia de la humanidad
es exactamente eso: la cadena de un animal que se intoxica después de morder a otro...
Guerras... Todo esto... Destrucción... No aprendemos. No aprendemos y parece que no
aprenderemos nunca. También cuentan que en un grupo que escapaban por este
camino... había una niña que se acercó a un animal intoxicado. Sin miedo. Alguien la
quiso detener: que si la mordería; que si era un animal enfermo; que si no sé qué... Pero
no. La niña ya lo estaba tocando, cuando quisieron detenerla. La sorpresa fue que el
animal se dejó acariciar. La gente de aquí tiene creencias muy extrañas. Alguien dijo
que si se dejaba acariciar era señal de que aquella criatura podía purificarlo y que,
quizás, ese gesto serviría para salvarlos. La gente cuando está más desesperada y
perdida se agarra a cualquier cosa... por pequeña que sea. Después de aquel gesto, la
niña se acercó aún más al animal que estaba acostado en el suelo... agonizando... y se
tumbó con la cabeza sobre su panza y se puso a dormir... y el animal, cuentan que
suspiró aliviado. Por la mañana, cuando se levantaron, el animal ya estaba muerto... y
aquel grupo continuó su camino. Llevaron a la niña a hombros. "¡La princesa!". La
llamaban la princesa. La niña... cuentan que... de repente... enfermó... se le puso cara de
anciana... y al cabo de unas semanas... entre gritos de dolor... parió un cachorro... lo que
oyes, un cachorro... medio hombre, medio animal... pero un animal que no se ha visto
nunca antes. Y a "la princesa", a la que habían llevado a hombros, le dijeron que no la

272
querían con ellos, que se fuera por el otro lado... La niña, con el cachorro en brazos, la
placenta en el suelo y aún unida con el cordón umbilical a aquella extraña criatura, les
seguía... y le decían que no... que no la querían... que se apartara y no se les acercara... y
ella no paraba de llorar... Era eso: una niña... sólo una niña. ¿Qué querían que hiciera? Y
era tanta la insistencia que cogieron piedras del suelo y le dijeron que si continuaba
siguiéndoles... no se lo pensarían y la apedrearían... a ella y a su cría. En el grupo
estaban sus padres... sus hermanos... tampoco la querían. La niña no paraba de llorar...
sin despegarse del cachorro que había parido. ¡Mierda de medicamentos caducados!
(Pausa.) Ya ves... qué cosas... Eso cuentan. No sé qué hay de cierto o no. Quizás no es
verdad. Éste es el punto que lo separa todo: el cruce de la niña y el cachorro. Por eso
llaman así a este lugar. Yo no sé si creo en estas historias... pero si alguna vez me
encontrara a una niña... ahora quizás ya debe de ser una mujer... con un cachorro en
brazos... o una bestia detrás, siguiéndole las pasos... Quizás es una vieja... ¡quién sabe!...
Llevan tantos años así, que a saber qué edad tendrá ahora... a mi camión no subirá. Te lo
aseguro. Ni me lo voy a pensar. Ni un segundo. Aquel hombre me dijo que si un día
viaja conmigo la mujer que cuando muere canta… después la sangre y el dolor se unirán
a este trayecto. No sé por qué me lo decía. No lo entendí nunca, pero se me ha quedado
bien grabado… sus palabras. ¿Qué quería decir? No sé a qué se refería. Yo no pienso
llevar a la niña del cachorro… por si a acaso… (Pausa.) Me entiendes, ¿verdad? Por eso
te decía que es mejor no salir del camión... De noche... un simple insecto... una bestia...
Aquí hay que andar con cuidado... Siempre... Una serpiente es capaz de engullir un
animal del tamaño de un ternero... un animal de preñar a una criatura humana... Aquí ya
no te puedes fiar de nada. Del hombre, no; de la naturaleza, tampoco... Aquí, a Dios... y
perdóname por lo que voy a decir... la naturaleza y el hombre se le han ido de las
manos. (Pausa.) Ah, sí... No era eso... ya sé por qué te contaba lo del hombre que me
predijo el futuro... Ya sé lo que te quería decir. Era eso... Aquí la gente sabiendo que
vivirá cuarenta o cincuenta años como mucho... y aquella mujer de aquella manera... en
la cama... más de noventa años... ¿Por qué vivir tanto tiempo cuando la mayoría vive tan
poco? Su hijo... eso lo vi bien claro en sus ojos... preocupado porque ya no quedaba casi
nadie en el pueblo... habían huido casi todos... y tenía miedo... lo noté en sus ojos... de
que la muerte le llegara antes que a su madre... y entonces quién podría espantar a
aquellos pajarracos que la estaban picoteando allí tumbada en la cama... Si no hubiera
sido por su madre... postrada en la cama... viva pero sin respirar... él también se habría
ido... ¿Qué clase de Dios es éste capaz de dar menos años de vida al hijo y dejar a la
madre en una casa sin tejado y donde los pájaros la picotean? Perdóname, hermana...
pero... ese hombre se quedaba sólo por su madre... para protegerla hasta que pudiera... si
no también se habría ido... Todo el mundo se va de aquí... de un lado a otro... a
docenas... veintenas... cientos... huyendo... siempre huyendo. Si decides hacer una
travesía como ésta... es que la cosa está muy mal... que tienes un motivo de peso. Tú
también lo debes de tener. Por eso estás tan callada. ¿De verdad que no te acuerdas de lo
que has soñado?
HERMANA CECÍLIA.- No... Ya le he dicho... No lo sé.
ÒSCAR.- No intentes hacerme creer que no lo recuerdas. Si no me lo quieres contar, no
pasa nada. Murmurabas. Te dio un pequeño sobresalto y abriste los ojos. Los volviste a
cerrar de golpe. Desde entonces ya no has dormido más. Hiciste como que dormías,
pero no lo hacías. No hace falta que me lo cuentes si no quieres.

Pausa larga.

273
HERMANA CECÍLIA.- Nevaba... pero los copos que caían eran de color negro. Había
fuego... Extraño... Nevaba y había fuego. Quemaba no sé qué. Del fuego salía alguien.
Era la figura de una persona, pero no sabría decir si era mayor, joven o un niño.
Tampoco si era un hombre o una mujer. Alguien lleno de espinas y fuego. No se le veía
ni un trozo de piel. Salía del fuego y estiraba el brazo. El puño cerrado. Estiraba el brazo
como si quisiera darme algo... Yo le tendía la mano. La abría sobre la mía y dejaba caer
lo que tenía guardado. Un par de ojos. Eso es lo que tenía dentro del puño. Yo me los
quedaba y no sabía qué hacer con ellos.

274
5.

Tarde.
Heladería.

La HERMANA ISABEL y la HERMANA CECÍLIA sentadas en un taburete en una


barra.
Prácticamente se han acabado las copas de helado que tienen ante sí.

HERMANA ISABEL.- Estaba bueno, ¿verdad?


HERMANA CECÍLIA.- Sí... Muy bueno.
HERMANA ISABEL.- Sabía que le gustaría. Está muy bien este sitio.

Pausa larga.

HERMANA ISABEL.- La hermana Agnès me ha dicho que el domingo fue a ver a una
sobrina.
HERMANA CECÍLIA.- Sí, la única que tengo.
HERMANA ISABEL.- Pensaba que tenía más. Así que sólo ésta...
HERMANA CECÍLIA.- Sí, sólo ésta.
HERMANA ISABEL.- ¿Tiene más familia?
HERMANA CECÍLIA.- Familia cercana... sólo me queda esta sobrina.
HERMANA ISABEL.- ¿Cuánto hacía que no la veía?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Lo menos... siete... ocho años.


HERMANA ISABEL.- Madre mía... ¿La llamó usted?
HERMANA CECÍLIA.- Sí... claro... de hecho, ella no sabía que había vuelto... Me
parece que quedó conmigo, más por compromiso que porque le apeteciera verme.
HERMANA ISABEL.- ¿Por qué dice eso?
HERMANA CECÍLIA.- Parecía que ninguna hora le venía bien... Me había dicho de
quedar para comer. Al final, me dijo que mejor quedar a media tarde. Que se le había
complicado el día.
HERMANA ISABEL.- Todo el mundo está/
HERMANA CECÍLIA.- Sí... Muy atareado.
HERMANA ISABEL.- ¿En su casa?
HERMANA CECÍLIA.- Me dijo que quedáramos en una salida de metro. Pensaba que
iríamos a su casa, pero no. Me llevó a una cafetería. Por eso te digo que me parece que
fue más por compromiso que por otra cosa.
HERMANA ISABEL.- Ya...

Pausa.

275
HERMANA ISABEL.- ¿Cómo se llama? ¿Cuántos años tiene?
HERMANA CECÍLIA.- Patrícia. Treinta y dos años.
HERMANA ISABEL.- ¿De quién es hermana, de su padre o de su madre?
HERMANA CECÍLIA.- Su madre. Se murió hace tres años. Un cáncer.
HERMANA ISABEL.- Vaya... lo siento.
HERMANA CECÍLIA.- Gracias.

Pausa.

HERMANA ISABEL.- Le debía sorprender que haya vuelto. Seguro que le preguntó un
montón de cosas.
HERMANA CECÍLIA.- No. La verdad, no. Yo le pregunté sobre ella... también de mi
hermana. Le dije que me hubiera gustado estar aquí y acompañarla. Me dijo que no pasa
nada. Que la enfermedad fue complicada... que... que es comprensible... que yo había
elegido llevar esta vida y no pasa nada. Se ve que mi hermana había preguntado muchas
veces por mí. Que le hubiera gustado verme antes de morir. (Pausa.) Ella no me
preguntó mucho sobre mí. Fue educada... agradable... pero no me preguntó casi nada.

Pausa larga.

HERMANA ISABEL.- Todo este tiempo fuera... debe de haber encontrado la ciudad
cambiada.
HERMANA CECÍLIA.- No he tenido demasiado tiempo, pero... no pensaba que la
encontraría peor que cuando me fui. Hay más gente durmiendo en la calle... El comedor
está lleno cada mediodía.
HERMANA ISABEL.- Con las hermanas y los otros voluntarios...
HERMANA CECÍLIA.- Bien... todo bien.
HERMANA ISABEL.- Hoy ha ido a la cocina... No ha servido, ¿verdad?
HERMANA CECÍLIA.- Me ha parecido que sería más útil en la cocina.
HERMANA ISABEL.- Ya...
HERMANA CECÍLIA.- Me parece que nos hemos organizado mejor así.

Pausa.

HERMANA ISABEL.- Patrícia, ¿no? Su sobrina...


HERMANA CECÍLIA.- Patrícia, sí.
HERMANA ISABEL.- ¿No estaba sorprendida?
HERMANA CECÍLIA.- ¿De qué?
HERMANA ISABEL.- De su vuelta.
HERMANA CECÍLIA.- Hablamos muy poco.

276
Pausa.

HERMANA ISABEL.- Es un poco extraño...


HERMANA CECÍLIA.- Extraño... ¿qué?
HERMANA ISABEL.- Lleva poco más de una semana aquí. Ha vuelto... de un día para
otro... sin avisar... Se ha reincorporado y nos está echando una mano en el comedor...
pero... ¿qué ha pasado? ¿Cuál es el motivo?

Pausa larga.

HERMANA ISABEL.- La hermana Agnès...


HERMANA CECÍLIA.- ¿Qué pasa con la hermana Agnès?
HERMANA ISABEL.- El padre Felipe...
HERMANA CECÍLIA.- ¿El padre Felipe?
HERMANA ISABEL.- Sabe cómo está de difícil la comunicación. Tres días después de
que se fuera... el padre Felipe... a uno de los camiones que fue al poblado... aprovechó
para darle un mensaje para que cuando llegara a la capital, fuese a correos y lo hiciese
llegar a la hermana Agnès. Suponía que volvía al convento. ¿Cómo es que el padre
Felipe no sabía adónde iba?
HERMANA CECÍLIA.- El padre Felipe me dio su aprobación para que marchase.
Dices que escribió al convento. Pues eso quiere decir que sabía que habría vuelto al
convento. No entiendo/
HERMANA ISABEL.- Ya, pero...
HERMANA CECÍLIA.- ¿El mensaje era para saber si había regresado al convento o
para qué era exactamente?
HERMANA ISABEL.- Decía que suponía que había vuelto. Esto le extrañó a la
hermana Agnès: que lo supusiera.
HERMANA CECÍLIA.- Querría decir que suponía que ya había llegado.
HERMANA ISABEL.- Ya... (Pausa.) También... preguntaba cómo se encontraba. Que
la cuidásemos. Que reposara. Que unos días de reposo le podían ir bien antes de
reincorporarse... pero cuando llegó el mensaje ya se había reincorporado. Usted quiso
hacerlo justo al día siguiente de haber llegado.
HERMANA CECÍLIA.- Sí... (Pausa.) ¿Cómo es que me lo dices tú y no la hermana
Agnès?
HERMANA ISABEL.- Me lo ha comentado esta mañana. Me ha enseñado el mensaje.
Ella no sabe nada... ni quisiera que... era sólo que/
HERMANA CECÍLIA.- No hay nada extraño. No quieras ver nada extraño. Así que...
voy a pagar.
HERMANA ISABEL.- No. Le dije que la invitaba yo.
HERMANA CECÍLIA.- Pensaba que me invitabas porque sabes que me gustan/
HERMANA ISABEL.- Y es por eso...
HERMANA CECÍLIA.- /no que con el pretexto de un helado, de la misma manera que
se engaña a un niño con golosinas, intentarías interrogarme.

Pausa.

277
HERMANA ISABEL.- ¿Por qué está tan a la defensiva? Me parece que/
HERMANA CECÍLIA.- A mí lo que me parece es que te interesaba muy poco el
encuentro con mi sobrina y lo que te he contado de mi hermana...
HERMANA ISABEL.- ¿Cómo puede decir eso?
HERMANA CECÍLIA.- Porque estás llevando la conversación a donde querías.
HERMANA ISABEL.- Me parece que... está muy susceptible.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
HERMANA ISABEL.- Piénselo bien: su sobrina... dijo que quedó con usted por
compromiso... ahora yo... que intento interrogarla... ¿Qué es lo que le pasa?
HERMANA CECÍLIA.- Nada.
HERMANA ISABEL.- Lo que intentaba decirle... a veces nos equivocamos y
pensamos/
HERMANA CECÍLIA.- ¿El padre Felipe ha dicho que me había equivocado en algo?
HERMANA ISABEL.- No, no, no... ¿Por qué iba a decirlo? (Pausa.) Su mensaje sólo
ponía lo que le he contado. Nada más. Sólo lo que le he dicho. Eso solamente. Era muy
breve y sólo se interesaba por cómo estaba. Nada más. (Pausa.) Se nota que la aprecia.
Que se preocupa por usted.
HERMANA CECÍLIA.- Veo que era de verdad...
HERMANA ISABEL.- ¿De verdad, el qué?

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Que se preocupa... (Pausa.) ...por mí...


HERMANA ISABEL.- Y tanto... mucho se preocupa. No lo dude. (Pausa.) Cuando
decía que, a veces, nos equivocamos... Lo decía yo, no el padre Felipe. Hablaba de
nosotros mismos. Pensamos que podemos con todo. Nuestra entrega es absoluta...
incondicional... sin descanso. Va mucho más allá de... (Pausa.) El padre Felipe elogió
su trabajo en la misión... su dedicación... pero también decía que había estado sometida
a una presión enorme... agotadora... a unas vivencias muy duras y un grado de
compromiso sobrehumano. Que llevaba mucho tiempo allí y que/
HERMANA CECÍLIA.- Pensaba que ya me habías contado todo lo que ponía en el
mensaje del padre Felipe. Ahora veo que era un mensaje... largo. Mucho más largo.

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- Conociendo a la hermana Agnès veo que te tiene bien


enseñada.
HERMANA ISABEL.- ¿Qué quiere decir?
HERMANA CECÍLIA.- Mira, jovencita/
HERMANA ISABEL.- Hermana Cecília, no le consentiré que se dirija a mí en estos
términos, ni en este tono. (Pausa.) Hermana Isabel, ¿le queda claro?

Pausa.

278
HERMANA CECÍLIA.- Sí...
HERMANA ISABEL.- Creo que ha sido precipitado que se incorporara al comedor.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
HERMANA ISABEL.- La hermana Agnès no me ha dicho que le dijera nada. Es a mí,
como responsable del comedor, a quien me ha parecido conveniente hablar con usted...
Hoy por ejemplo: le tocaba servir, no ir a la cocina.
HERMANA CECÍLIA.- Mire... hermana Isabel... (Pausa.) Me ha parecido que allí era
más útil y hemos/
HERMANA ISABEL.- Hay una forma de funcionar, hermana Cecília... Tenemos una
organización. Evidentemente que todo se puede modificar en función de las
necesidades, pero no se puede ir por libre. Tomar las decisiones que le parezcan más
oportunas en cada momento.
HERMANA CECÍLIA.- Lo siento. Fue con la mejor intención.
HERMANA ISABEL.- De buenas intenciones, hermana, está el mundo lleno.

Pausa larga.

HERMANA ISABEL.- Pienso que el padre Felipe tenía razón. Debería haber
descansado unos días. Ha sido precipitado nada más llegar incorporarse. Asumo la
responsabilidad.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
HERMANA ISABEL.- Me parece que aún está/
HERMANA CECÍLIA.- ¿A qué se refiere, hermana Isabel?

Pausa.

HERMANA ISABEL.- Lo que decía el padre Felipe... Ha estado sometida a una presión
y una realidad muy dura.
HERMANA CECÍLIA.- Creo que no hay ninguna queja de mí... Lo de la cocina ya le
he dicho que... lo siento.
HERMANA ISABEL.- Que se fuera así... sin motivo... que vuelva y decida
incorporarse... que también funcionase por libre en la enfermería...

Pausa.

HERMANA CECÍLIA.- ¿En la enfermería...? ¿También decía eso en el mensaje?


HERMANA ISABEL.- Sí.

Pausa larga.

HERMANA CECÍLIA.- Ya...

279
Pausa.

HERMANA ISABEL.- ¿Ya? (Pausa.) ¿No me lo niega, hermana?

Pausa larga.

HERMANA ISABEL.- No hace falta que diga nada. Este "ya" y su silencio son bastante
elocuentes. (Pausa.) El padre Felipe es alguien a quien respetamos... de una calidad
humana única... que se preocupa por usted... alguien que la elogia, pese a admitir, que
su carácter la ha llevado a actuar, en ocasiones, por libre. Conociéndolo... sé que habrá
hecho la vista gorda ante esas pequeñas licencias que usted se ha tomado y, ya ve, ha
sido bastante discreto como para no dar detalles en este mensaje... Como lo de hoy, en
la cocina... El padre Felipe no ha dado detalles y, en cambio, ha pedido que cuidemos de
usted. Que repose. Que se recupere. Su calidad llega hasta el extremo de aprobar que se
fuera -sabiendo cómo están allí y las necesidades que tienen- sin pedirle ni una sola
explicación.
HERMANA CECÍLIA.- (...)
HERMANA ISABEL.- Hermana Cecília... no hay que correr. Precipitarse. Asumo
también mi responsabilidad de que se incorporara tan rápido. No pasa nada. Descanse,
si es lo que necesita. Aclárese, si le hace falta. Pensamos que somos fuertes, pero... el
dolor, a veces, nos puede confundir y nos puede llevar por el camino equivocado.
(Pausa.) Quizás podría ir a pasar unos días en casa de su sobrina. Patrícia, ¿verdad?
(Pausa.) Lo que sea más conveniente. Lo que consideremos más apropiado. Lo
importante es que hagamos las cosas bien, como se deben hacer. Es sólo eso. Yo, como
el padre Felipe y la hermana Agnès, sólo estoy preocupada por hacerlo lo mejor posible.
Me entiende, ¿verdad? (Pausa.) Espere aquí. No se mueva. Voy a pagar los helados.

280
6.

5 años después.

Atardecer.
Parque.

RAI.- (La coge del brazo, deteniéndola.) Disculpe...


CECÍLIA.- (...)
RAI.- ¿Se acuerda de mí?
CECÍLIA.- Me parece que se confunde/
RAI.- Hermana...
CECÍLIA.- /con otra persona.
RAI.- No. No me equivoco... Es la hermana Cecília.

Pausa.

CECÍLIA.- Disculpe... ahora no... ¿Quién es usted?


RAI.- Rai... Fotógrafo... Coincidimos hace años... en el poblado... en el campamento...
Hablamos... No mucho, pero/
CECÍLIA.- Perdone... no le había reconocido.
RAI.- No pasa nada. Hace años.
CECÍLIA.- Cinco. Casi seis. No le había... Y usted... incluso se acuerda de mi nombre...
RAI.- Hermana Cecília.
CECÍLIA.- Cecília... (Pausa.) Hermana, ya no...

Pausa larga.
Casi un silencio.

RAI.- Me alegro de verla. Pensé que... Fue terrible lo que pasó. Me alegro de que esté
bien. De haberla encontrado. Mucho.

Pausa larga.

CECÍLIA.- Sí... Terrible.

Pausa larga.

RAI.- ¿Ya hace tanto?


CECÍLIA.- Cinco años y medio. Casi seis.

281
RAI.- ¿Vive por aquí?
CECÍLIA.- Trabajo muy cerca. Tres calles más arriba es donde cojo el autobús para
volver a casa...
RAI.- Qué coincidencia.
CECÍLIA.- Sí, qué casualidad.

Pausa larga.

RAI.- ¿Dónde trabaja?


CECÍLIA.- Un hostal. Un lugar familiar. De jueves a lunes, que es cuando tienen más
trabajo. Cambiar sábanas... toallas... arreglar las habitaciones. Es un buen trabajo. Los
otros dos días, voy a un par de pisos. Se ve que buscaban a alguien de confianza. Me
recomendaron los propietarios del hostal. Buena gente. Me encuentro a gusto. (Pausa.)
A mi edad ya no es muy fácil encontrar trabajo.
RAI.- Me lo imagino...
CECÍLIA.- Usted... Las fotografías...
RAI.- Sí. Las fotografías.
CECÍLIA.- ¿Todavía de un lado a otro?
RAI.- No... Ya llevo casi tres años aquí. Publicidad. También dando clases... Vivo con
mi pareja... Tengo un hijo de siete años...
CECÍLIA.- ¿Siete años?
RAI.- Sí.
CECÍLIA.- Entonces cuando/
RAI.- Sí... Cuando volví... buscaba un poco de estabilidad y... sinceramente... no le voy
a engañar. No sé si era tan bueno/
CECÍLIA.- No diga eso/
RAI.- No... Lo digo en serio. Sin pesar. Ni si era tan bueno, ni tampoco -quizás sobre
todo esto- ...tampoco si era tan fuerte.
CECÍLIA.- Estoy convencida... las fotos que hizo...
RAI.- Sí... No se lo negaré. Tuvieron cierta repercusión. Sobre todo una de ellas.
CECÍLIA.- La del niño... en medio de las llamas.
RAI.- Sí. ¿También la ha visto?
CECÍLIA.- Sí, claro.
RAI.- La foto... durante unos días... salió en todas partes... Tuve la sensación de que
estuvo en boca de todos. Ahora, cuando lo pienso, creo que fui un poco ingenuo...
créame.
CECÍLIA.- ¿Por qué lo dice?
RAI.- Se habló... inspiró numerosas ilustraciones... gente que usó esa imagen para...
Apareció por todas partes/
CECÍLIA.- Todo eso... en principio... debería ser bueno.
RAI.- ¿Sí? (Pausa.) Mucha gente aseguraba que le había conmovido aquella fotografía.
Posiblemente es verdad. Pero no era el niño. Ni lo que estaba pasando allí. Era una
imagen. Aquel niño dejó de ser un niño para convertirse en... no sé. Otra cosa. Un
icono. Otro icono. No sé si me explico. Lo vi clarísimo el día que un periódico dedicó
dos páginas a una colección de fotografías que habían causado una gran... conmoción...
impacto... en la población. La mía era una más de una serie de fotografías que son eso...
iconos... pero que no han servido para cambiar nada. (Pausa.) He tirado la toalla, sí...
¿Desencanto? ¿Cansancio? ¿Comodidad? No lo sé. Pero la he tirado... Publicidad, sí.

282
Ahora, al menos, mi trabajo es más claro. En los objetivos. Los resultados. No sé si me
entiende... si me explico.

Pausa.

CECÍLIA.- Me alegro de que esté bien.


RAI.- Yo también.

Pausa larga.

CECÍLIA.- No sé cómo decirlo. Me tiene que perdonar.


RAI.- Perdonar... ¿por qué?
CECÍLIA.- Le he mentido.
RAI.- ¿Qué quiere decir que me ha mentido?
CECÍLIA.- Esperaba que me reconociera porque yo hubiera sido incapaz de acercarme
a usted. Cuando se ha dirigido a mí, sabía perfectamente quién era. Le he reconocido
desde el primer momento. (Pausa.) De hecho, ya lo he visto por aquí en más de una
ocasión y, cada vez, esperaba que en algún momento me viese y me reconociese. No ha
sido una coincidencia... era yo que quería encontrarlo. (Pausa.) Aquel día de hace cinco
años -quizás, usted no lo recuerda- me invitó a un cigarro. Yo temblaba. Posiblemente,
nadie se habría dado cuenta, pero usted sí se fijó. Por eso puso su mano encima de la
mía. Unos segundos. Al poco, yo la aparté. Fue un instante, muy rápido... pero quiero
que sepa que realmente necesitaba ese gesto tan cálido que me proporcionó en ese
momento. Sentí su ternura, y noté que era auténtica. Y me conmovió. Créame. Todavía
me conmueve. Y le estoy agradecida. Por eso quería encontrármelo, para agradecerle
ese gesto. También aquel cigarro.

Pausa.

RAI.- ¿Quiere un cigarro?


CECÍLIA.- ¿Tiene?
RAI.- Sí... Claro. (Ofreciéndole el paquete.) Tenga.
CECÍLIA.- Le quedan muy pocos...
RAI.- Compraré más. No se preocupe. (Pausa.) Quédese el paquete.
CECÍLIA.- Gracias. (Mete el paquete en el bolso.) Muchas gracias.
RAI.- Pero no lo guarde todavía... ¿Me da uno?
CECÍLIA.- Sí... (Sacando el paquete.) Tenga...
RAI.- Gracias.
CECÍLIA.-¿Tiene fuego?
RAI.- Sí.
CECÍLIA.- Gracias.

Pausa.

283
RAI.- Encontrarla de nuevo... me alegro... pensaba que estaba en el campamento cuando
lo atacaron... Fue horroroso... Vi las imágenes... los periódicos... las noticias... Una
brutalidad. Hacía tan poco que había estado, que... eso todavía me impactó más y tenía
muy presente a la gente que conocí allí. Me alegro de que no estuviera, que hubiera
salido... que se pudiera salvar.
CECÍLIA.- ¿Salvar? No sé si es exactamente la palabra. Me fui pocos días después que
usted. Dos o tres. Tenía sospechas... graves... muy graves. Por eso me fui. Venía
dispuesta a que se abriera una investigación de... pensaba que había habido
irregularidades... que se habían cometido... abusos... Por eso me fui. (Pausa.) Cuando
llegué, estuve casi dos semanas como... bloqueada... sin saber qué hacer... por dónde
empezar. Había que hacerlo... por justicia... por ética... por... había venido para eso...
pero si le soy sincera, no puedo negar que también me preocupaba mi persona. Había
circunstancias... hechos... con los que me atacarían a mí... y en algún momento, eso me
pesó mucho -tanto o más- que el motivo por el que había venido hasta aquí. Me había
dicho y repetido que estaba decidida... que no me importaba lo que pasara... pero...
dudé... de hecho, no hubo ni un solo momento que no dejara de dudar si estaría
haciendo lo correcto y también cómo me podría perjudicar. (Pausa.) Y en este lapso de
tiempo... en el que yo tendría que haber actuado... fue cuando ocurrió. Nos creíamos que
era una zona segura... tenía que serlo... El ejército... Un despliegue de las Naciones
Unidas tendría que haberlo evitado... Una masacre. Refugiados... niños... mujeres...
voluntarios... religiosos... todos mis compañeros. Sin excepción. Con una brutalidad y
una crueldad que... no hay palabras para definirlo. (Pausa.) Después de aquello... ya no
tenía sentido lo que había venido a hacer... Ya no era el momento para contar, ni para
denunciar nada. Mi decisión, mi viaje -ocupé un lugar útil en un camión- no había
tenido ningún sentido. ¿De verdad cree que me salvé? (Pausa.) Desde entonces, no ha
habido ni un solo día que no lo piense. No puedo... No encuentro ni un poco de paz en
ninguna parte. Ni un momento... Este tormento... y sé que... no lo conseguiré... Es como
si... (Pausa.) Me siento tan sola... Nunca hubiera imaginado que me sentiría tan sola.
Incluso en mis oraciones. Ni así puedo... Y tengo miedo. Un miedo que no había sentido
nunca... de haber fallado... a mis hermanas... a los hombres... y a Dios. Por eso me
siento tan sola. (Pausa.) Me he pasado buena parte de la vida junto al dolor... casi
abrazándolo... capaz de ofrecer a todos un lugar y unas palabras confortables. Tenía un
refugio... un lugar que me daba seguridad... paz... tranquilidad... Lo he perdido. Ahora
pienso que quizás en algún momento pequé de soberbia... y la soberbia es el peor de los
pecados... Éste es el infierno que me toca pagar. (Pausa.) A veces la gente me decía que
hay un momento en que... no sabrías explicar cómo, ni por qué... te das cuenta de que
algunas personas... de un día para otro, no son las mismas... algo en su rostro... en su
cuerpo... ha cambiado... de golpe. Es imperceptible en qué momento ha sido, pero ha
pasado. No hablo de las canas... ni de las arrugas. No es eso. Hablo de cuando los
rostros y los cuerpos empiezan a acumular las cicatrices de la vida, el dolor y la muerte
de las personas a las que aman. Hablo de cuando en los rostros está el trastorno y la
conmoción de lo insoportable. No hablo de cumplir años. Dios me libre. No hablo del
paso del verano al otoño. Ni de muchos veranos y otoños. Hablo de un paso del tiempo
que lleva cosas irrecuperables... Yo... no sabía qué era eso. En mi refugio... me creía
intocable. Por eso pienso que también he pecado de soberbia. Yo me había negado la
ternura que usted me dio desinteresadamente... con aquel cigarro... la compasión.
(Pausa.) En su momento ni lo supe, pero... No era capaz de nada. No sabía qué era...
qué me pasaba. Ahora no me da vergüenza admitirlo: depresión. Sufrí depresión.

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Durante meses no me habría levantado... habría dormido todas las horas del día... Todo
me costaba. La cosa más pequeña y la más ínfima. Me dejó de importar todo y todos.
Créame si le digo que he tenido que hacer esfuerzos enormes para no convertirme en
una figura desdibujada... borrosa... para intentar ser... humana... o para no dejar de serlo.
Para no perder del todo el alma. Tal vez, por eso, también necesito gestos egoístas,
como éste de hoy... acercándome a usted... para agradecerle un cigarro y que aquel día
fuera compasivo conmigo. (Pausa.) En el hostal estoy bien. Con esto y los dos pisos,
me voy arreglando. No pagan mucho, pero suficiente para ir tirando. Tampoco necesito
demasiado. Vivo en un apartamento de treinta y cinco metros cuadrados. Suficiente.
Esta ciudad es muy cara. Carísima. Por suerte, no tengo demasiadas distracciones, ni
caprichos... Siempre he vivido austeramente y ahora, como antes, no necesito más que
lo justo para vivir. La gente para la que trabajo son buenas personas. Siempre han sido
agradables y educados conmigo. Nunca me han preguntado nada: dónde vivo... si soy
soltera... casada... divorciada... tampoco de qué había trabajado antes. (Pausa.) El
tiempo libre... leo. Paseo. Alguna vez voy al cine, pero me he dado cuenta de que no me
gusta demasiado el cine que se hace ahora. ¿Usted va al cine? ¿No le parece que es muy
malo? Alguna vez he visto una buena película... pero pocas. Muy pocas. Una lástima.
(Pausa.) Ya no voy a la iglesia, pero, eso sí, vengo a menudo al museo... aquí hay de
todo... me encuentro... Eso: me encuentro bien. (Pausa.) Es aquí donde le vi hace días.
Le he visto como tres o cuatro veces.
RAI.- Me han pedido unas fotografías para una campaña publicitaria. He venido
algunos días para hablar con el departamento de comunicación y marketing. Vengo de
vez en cuando para ver la colección e ir cogiendo ideas.
CECÍLIA.- ¿No le parece extraordinario los fondos que tienen?
RAI.- Sí... realmente... extraordinarios.
CECÍLIA.- Quizás... ¿Sabe?... ¿Quiere que le cuente algo?
RAI.- Cuénteme...
CECÍLIA.- Como ya no voy a la iglesia... a veces rezo delante de algunos cuadros. Es
incomprensible que en este museo no haya nunca casi nadie. Algún día, mientras rezo,
levanto la cabeza y me encuentro a alguien con una audioguía o haciéndose una
fotografía con algún cuadro. Qué absurdo hacerse una fotografía con un cuadro y no
contemplarlo. Dicen que sólo vienen turistas, pero... no se crea... ni eso... hay muchos
días que estoy yo sola. Espero que haga una buena campaña aunque este sitio pierda
esta paz que aún se respira. Seguro que la hará. Según quién está en la entrada no me
hacen pagar... La entrada tampoco es tan cara, pero... deben de pensar... otra vez ésta... y
me dejan pasar gratis. (Pausa.) Me ha hecho mucha ilusión volverlo a ver... hablar con
usted.
RAI.- A mí también...
CECÍLIA.- No le quiero distraer más... seguro que tiene cosas por hacer y/
RAI.- No se preocupe. Nada importante. (Pausa.) Tengo el coche aquí al lado... ¿Quiere
que la acerque hasta su casa?
CECÍLIA.- ¿A mi casa?
RAI.- Sí, a su casa...

Pausa.

CECÍLIA.- No, gracias. Cogeré el autobús. Es un momento.


RAI.- De verdad... Cualquier cosa...

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CECÍLIA.- Es muy amable.
RAI.- Pero... sólo una cosa... Perdóneme... Pero me gustaría preguntarle algo. Se lo
debe de imaginar. (Pausa.) Ese día, no me quiso contestar. Quizás tampoco me lo
querrá contar ahora.

Pausa.

CECÍLIA.- No sé de qué me habla.


RAI.- Claro que lo sabe.
CECÍLIA.- (...)
RAI.- La niña, antes de morir... en sus brazos... le dijo algo. Entonces su cara se
transformó.
CECÍLIA.- Es por eso por lo que me vino a buscar...
RAI.- Sí.
CECÍLIA.- ¿Por qué?
RAI.- Me pareció que me necesitaba. Quizás no a mí. Que necesitaba a alguien. Que
usted también podía necesitar a alguien.
CECÍLIA.- Fue compasivo y se lo agradezco.
RAI.- No borré aquellas fotografías. Me lo pidió, lo sé... pero no lo hice. Tampoco las
he enseñado a nadie. Esté tranquila. No me pregunte por qué, pero no las borré ni
tampoco se las he enseñado a nadie.
CECÍLIA.- Gracias.
RAI.- Las miré muchas veces... Capté el momento en que... No sé qué le dijo, pero... su
cara se transformó... Ahora, al contarme que se marchó a los pocos días del
campamento me parece que entiendo su malestar... lo que le pasaba...
CECÍLIA.- (...)
RAI.- Le dijo un nombre, ¿verdad? El nombre de quien había sido... y era alguien que
conocía... Era eso, ¿verdad?
CECÍLIA.- (...)
RAI.- Esté tranquila/
CECÍLIA.- No. No he vuelto a estar nunca más tranquila.
RAI.- Pues, creo que debe estarlo. Actuó correctamente... Las cosas han ido como han
ido, pero... usted hizo lo que tenía que hacer. Usted tenía la certeza/
CECÍLIA.- Certeza, ¿de qué?
RAI.- (...)
CECÍLIA.- No se equivoque. Yo no tengo la certeza de nada.
RAI.- Claro que sí. Al poco se fue. Lo que me acaba de contar. (Pausa.) Es por este
motivo por el que/
CECÍLIA.- El motivo por el cual hace uno las cosas, a veces, puede acabar
convirtiéndose en un problema... Aunque ahora no sabría decirle si fue por
convicciones... o por miedo. El límite entre una cosa y otra le aseguro que es muy
delgado.
RAI.- ¿Por qué lo dice? La niña le dijo un nombre. Le dijo quién había sido.

Pausa larga.

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CECÍLIA.- No. Le juro que no. Ojalá, pero no.
RAI.- Entonces... ¿qué le dijo?

Pausa larga.

CECÍLIA.- Me preguntó si se moriría. Le dije que no. Le mentí. Le dije que no y sabía
perfectamente que la tenía en brazos y la estaba perdiendo. "No te vas a morir". Le dije
que estuviera tranquila. Y ella... me respondió: "Si me muero, se lo contaré todo a
Dios".

Oscuro.

Barcelona, septiembre de 2015

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