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CcPe, edición julio 2017 d 1, homilía, p.

EL EVANGELIO DE MARCOS
OBJETIVOS:
1. Encontrar en los Evangelios la síntesis de esta jornada.
1. Estudiar los evangelios sinópticos y en particular Marcos, como evangelio de
Pedro.
2. Vivir la liturgia como en los primeros siglos.

BIBLIA: 1Pe 1,10-16


Sal 89,2-17
Mc 1,14-22

CIC: 75-80; 124-130.

METODOLOGÍA: En la sala o el comedor o la capilla (debajo del presbiterio),


en rueda o varios círculos. Puede haber banquitos bajos, para los que no
puedan sentarse en el suelo. Eucaristía de pie. Brazos extendidos. El
evangelio puede ser actuado.

PERSONAJES: Pedro: Jesús (SAC.):


Salmista:

MATERIALES:
 Pan ácimo amasado para partir, lo más delgado que se pueda.
 Comunión bajo las dos especies.
 Manual, capítulo El Evangelio de Marcos.

PRIMERA LECTURA
LECTOR: Lectura de la primera carta de San Pedro.
Esta salvación ha sido el objeto de la búsqueda y la investigación de los
profetas que vaticinaron sobre la gracia destinada a ustedes. Ellos trataban
de descubrir el tiempo y las circunstancias señaladas por el Espíritu de
Cristo, que estaba en ellos, y anunciaba anticipadamente los sufrimientos
reservados a Cristo y la gloria que les seguiría. A ellos les fue revelado que
estaban al servicio de un mensaje destinado no a sí mismos, sino a
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ustedes. Y ahora ustedes han recibido el anuncio de ese mensaje por


obra de quienes, bajo la acción del Espíritu Santo enviado desde el cielo, les
transmitieron la Buena Noticia que los ángeles ansían contemplar.

Por lo tanto, manténganse con el espíritu alerta, vivan sobriamente y


pongan toda su esperanza en la gloria que recibirán cuando se manifieste
Jesucristo. Como hijos obedientes, no procedan de acuerdo con los malos
deseos que tenían antes, mientras vivían en la ignorancia. Así como aquel
que los llamó es Santo, también ustedes sean santos en toda su
conducta, de acuerdo con lo que está escrito: sean santos, porque yo soy
santo.
Palabra de Dios.

SALMO
G: Respondemos cantando: Tu palabra me da vida; confío en Ti, Señor.
SALMISTA: Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho:
“Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo. R

Yo sellé una alianza con mi elegido,


hice este juramento a David mi servidor:
Estableceré tu descendencia para siempre
mantendré tu trono por todas las generaciones”. R

¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte!


Ellos caminarán a la luz de tu rostro;
se alegrarán sin cesar en tu Nombre,
serán exaltados a causa de tu justicia. R
(Sal 89,2-5.16-17)

(O BIEN, CANTADO: Tu Palabra, Señor, es la verdad (S 19) – Tu Palabra


me da vida (S 119) – El levanta mi cabeza y es mi gloria (S 3) – El que
habita (S 91).
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EVANGELIO
DIÁC. o SC o S: Evangelio de NSJC según San Marcos.
N (DIÁC. o SC o S): Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea
(JESÚS SE ACERCA HACIA LA GENTE). Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios,
diciendo:

JESÚS: El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y


crean en la Buena Noticia.

N: Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano
Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús
les dijo:

JESÚS: Síganme, y yo los haré pescadores de hombres (HACE QUE LO SIGAN).

N: Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron y avanzando un poco


(AVANZA), vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban también en su barca arreglando las redes. Enseguida los llamó
(GESTO) y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros,
lo siguieron.
Fueron hasta Cafarnaúm. (SE DESPLAZAN TODOS). Allí Jesús empezó a
comunicar su doctrina en las asambleas del día sábado, en la Casa de
Oración. Su manera de enseñar impresionaba mucho, porque hablaba como
quien tiene autoridad: era todo lo contrario de los maestros de la Ley.

N (DIÁC. o SC o S): Palabra del Señor.


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EL EVANGELIO DE MARCOS
Jesús empieza su predicación anunciando que ya se ha cumplido el plazo
anunciado por los profetas. San Pedro, por su parte, nos dice que los profetas
trataron de descubrir cuándo se cumplirían las profecías acerca de los
sufrimientos y la gloria de Cristo. Ahora los predicadores del Evangelio nos dan
a conocer eso que ya se ha cumplido para nosotros: el misterio de Cristo que
hasta los ángeles contemplan con admiración.
Cristo Jesús, anunciado por los profetas y proclamado por los apóstoles, es el
centro de toda la Biblia. Tanto unos como otros, según San Pedro, estaban
iluminados por el Espíritu Santo. El Nuevo Testamento está latente (oculto) en
el Antiguo, como una semilla está en la tierra. En cambio, el Antiguo
Testamento está patente (manifiesto) en el Nuevo, como una adivinanza queda
patente en la solución.
Como ejemplo de esa igualdad de doctrina, recién San Pedro ha citado un texto
del Antiguo Testamento: “Sed santos porque Yo soy santo” (1Pe 1,16; Lev
11,44). Esta mañana estudiamos los libros del Antiguo Pueblo y nos detuvimos
en los deuterocanónicos. Ahora que ya estamos en el Nuevo Pueblo, podemos
examinar el kerigma primitivo.
En un principio la predicación consistía en el anuncio de que Jesús había
muerto y resucitado para nuestra salvación. Este es el mensaje o kerigma que
Pedro trasmitía en sus discursos desde la mañana de Pentecostés, tal como lo
hemos vivido en la merienda, y aparece con frecuencia en la primera parte de
los Hechos; en la segunda parte, Pablo retoma ese mismo kerigma.
Este anuncio fue también proclamado por los evangelistas, que eran
colaboradores de los apóstoles. Como en la antigüedad se escribía poco, el
modo de enseñanza estaba basado en la repetición, y como se trataba de
narraciones simples y fáciles de retener, finalmente quedaban grabadas en la
memoria del pueblo antes de que fueran consignadas por escrito.
Además de este eje temático del kerigma, también había otros episodios
referentes a la vida de Jesús que a Pedro le gustaría contar para encuadrar
mejor el mensaje, comenzando desde la predicación de Juan (Mc 1; Hch 1,21-
22).
Pedro no escribió sus palabras; un colaborador suyo lo hizo por él ¿Cómo se
llama? …(espera respuestas). Es amigo nuestro desde la CcPa, en las Misas
de ayer y de hoy hemos leído el comienzo de su Evangelio. ¿Y quién era
Marcos? Su verdadero nombre era Juan; Marcos era el segundo nombre para
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uso en el Imperio Romano. El joven que, al ser aprehendido en el Huerto de los


Olivos, se zafó de la sábana que lo cubría y salió corriendo, era probablemente
el mismo Marcos, ya que es el único que cuenta ese detalle que para el
Evangelio no tiene ninguna importancia y sí para él porque fue su experiencia
personal de Cristo.
Juan Marcos era hijo de doña María, la dueña de la casa en donde se reunían
los primeros cristianos en el año 43 (Hch 12,12) y es posible que allí también
se realizara la última cena (Mc 14,13-16). Ya desde los primeros tiempos de la
comunidad de Jerusalén, Marcos vivía en familia la vocación de discípulo;
además contó con el apoyo de Bernabé, su primo (Col 4,10). Este gran
descubridor de apóstoles fue el que alentó la vocación de Pablo. Marcos
colaboró con los dos (Hch 12,25; 13,5; 15,37-39; Col 4,10; Film 23-24), pero en
el primer viaje apostólico acompañando a su primo y a Pablo, se volvió, quizás
porque extrañaba a los suyos. Pablo se enojó con él, pero Bernabé, que supo
leer en su corazón, lo llevó en su segundo viaje para misionar la isla de Chipre
y lo ayudó a crecer en su vocación. Cuando San Pablo escribe en el año 63 la
2ª Carta a Timoteo, ya ha superado su enojo y le encarga que le lleve a Juan
Marcos porque podría resultarle muy útil.
Marcos acompaña a Pedro, quien lo llama su hijo, en Roma (1Pe 5,13). En
otros escritos primitivos se lo llama su intérprete. Esto puede significar dos
cosas: que Pedro no era muy bueno para el latín o el griego y por lo tanto
hablaba en arameo y quizás Marcos fuera su traductor, o bien que, como era
su secretario y estaba siempre con él, fue quien puso por escrito su mensaje
expresando o “interpretando” lo que tantas veces le había oído predicar a su
maestro. Por eso, sus contemporáneos a veces se referían al evangelio de
Pedro.
Marcos es el primero en escribir el Evangelio. Es el más espontáneo de los
cuatro evangelios, el más simple y el más breve. Después del evangelio de
Marcos, aparece el de Mateo y luego el de Lucas; los tres están escritos con un
mismo enfoque, con una óptica común y por eso los llamamos evangelios
sinópticos. Pero, si los examinamos cuidadosamente, descubrimos que en
algunos detalles coinciden y en otros no; la explicación más razonable la
encontramos en la Biblia de Jerusalén: según esta teoría, hubo tres
elaboraciones de cada uno de los evangelios durante las cuales se fueron
influyendo entre sí.
Marcos sintetizó el kerigma que Pedro predicaba. También Mateo quiso
escribir el kerigma que se usaba ordinariamente, pero le agregó una colección
de frases que pudo haber escrito mientras escuchaba las predicaciones de
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Jesús. Marcos, a partir del trabajo de Mateo, reescribe su evangelio; la tercera


y definitiva redacción del evangelio de Marcos pudo haber ocurrido después de
su muerte, cuando otro autor lo retomó y agregó nuevos detalles según la
tradición de la primera generación cristiana. Por ejemplo, la última parte que
dice “a los que crean les seguirán estos signos…” no está en los primeros
manuscritos sino que fue añadida posteriormente.
El evangelio de Marcos no tiene tantas citas del Antiguo Testamento como el
de Mateo o de Juan. Ellos, que dirigían su mensaje al ambiente judaico,
querían demostrar que en Jesús se cumplían las profecías. Esto, en cambio, no
les interesa tanto a Marcos y a Lucas, que escriben sus evangelios para el
ambiente romano o griego.
* La idea central del mensaje de Marcos es el secreto mesiánico: Jesús en
su humildad y pobreza, es el Mesías, el esperado, el que salva a los hombres
por su muerte en la cruz y su resurrección.
* Marcos nos presenta la vida de Jesús a partir del bautismo de Juan, y narra
las actividades de Jesús en Galilea, donde Pedro vivió su encuentro con el
Señor. Es probable que la casa de Pedro fuera como el centro de operaciones
de la etapa galilaica del ministerio de Jesús. Él no quería que lo honraran como
el caudillo que los liberaría de Roma; por eso se escabulle hacia el norte donde
se practicaba poco el judaísmo y había diez ciudades –la Decápolis– muy
paganizadas. De esta manera, Jesús puede preparar a sus apóstoles en la
intimidad.
* Sigue el momento culminante del mensaje del evangelio de Marcos: Pedro
proclama a Jesús como el Mesías. Una vez que ha sido aceptado como tal y
ha anunciado que va a morir, comienza la narración de su viaje a Jerusalén en
donde consumará el misterio de la redención.
Marcos y Lucas presentan la vida pública como si Jesús hubiera ido una sola
vez a Jerusalén, ya que cada autor acomoda sus datos a la finalidad que se ha
propuesto. Tener esto en cuenta nos permite descubrir el matiz de cada
Evangelio.
El tema con que comienzan ha hecho que los simbolicemos con los cuatro
animales del Apocalipsis.
Mateo, que comienza con la genealogía de Cristo, está simbolizado por el
hombre.
Marcos, que comienza con el Bautista “rugiendo” en el desierto, por el león:
algunos lo llaman San Marcos de León. Lucas, que comienza con los sacrificios
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del templo, por el toro. Y Juan, que vuela altísimo, hasta el origen del Verbo
Divino, por el águila.
Los evangelios que nosotros tenemos no son obra de cuatro escritores, sino
reflejo de la fe de comunidades eclesiales. Dios confió el mensaje divino a
su Esposa-Iglesia que lo fue elaborando en el Antiguo y Nuevo Testamento,
movida e inspirada por el Espíritu Santo.
La Palabra del Señor, promulgada, vivida e interpretada desde los comienzos
de la historia del Pueblo de Dios, es recibida ahora por nosotros. Nos toca
entonces comprender qué nos quiere decir hoy.

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