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12 HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

La disputa sobre la explicación entre positivistas y causalistas tiene como fondo


un desacuerdo sobre el realismo, y esta cuestión es la más difícil de resolver no sólo
por la filosofía de la ciencia sino por la propia ciencia. Probablemente, la mayoría de
las personas son realistas de corazón, pero la física cuántica amenaza con establecer
el antirrealismo como una explicación correcta no sólo del mundo que observamos,
sino también del universo, por muy paradójica que nos pueda parecer. ¿Cómo puede
ser en realidad el universo imaginario? De acuerdo a la física cuántica, es bien cono-
cido que no puede determinarse la posición y el momento exactos de una partícula
subatómica. La corriente pri'ncipal de la física afirma que las partículas no poseen
localizaciones y momentos reales, así que, de acuerdo con el modelo epístémico de
explicación, las teorías físicas son descripciones de nuestras medidas y no pueden ser
nada más. Como escribió Niels Bohr, «No hay un mundo cuántico. Sólo existen des-
cripciones cuánticas abstractas» (Herbert, 1985, p- 17).
Por otra parte, se podría seguir al realista Einstein y afirmar que las partículas tie-
nen posiciones y momentos genuinos y que nuestra capacidad para determinarlos
simultáneamente es un fracaso de nuestros sistemas de medida, no una propiedad de
la naturaleza. Como dijo Einstein. «Dios no juega a los dados con el universo». Desde
esta perspectiva, la teoría cuántica actual resulta fatalmente imperfecta y deberá
reemplazarse por una teoría que descubra las variables más ocultas que existen
detrás de la descripción cuántica abstracta. Está completamente fuera de lugar en este
libro realizar una revisión de la evidencia relevante, pero los resultados más recientes
apoyan a Bohr antes que a Einstein, sugiriendo que si existe una realidad más allá de
la observación es una realidad muy extraña, en la que cada evento del universo está
potencialmente conectado a otro de forma instantánea (Herbert, 1985). El debate
entre realistas y antirrealistas continúa (Kitcher y Salmón, 1989).

Teorías
La ciencia explica el mundo con teorías, se considere a éstas como verdaderas (la pers-
pectiva causalista-realista) o meramente útiles (la perspectiva positivista-antirrealista).
Sin embargo, el estudio de la naturaleza de las teorías científicas es el área menos asen-
tada de la filosofía de la ciencia actúa! (Savage, 1990). Este autor identifica tres aproxi-
maciones amplias a las teorías, con variaciones en cada una de ellas: (1) el punto de
vista sintáctico, que mantiene que las teorías son conjuntos de sentencias axíomatíza-
das; (2) el punto de vista semántico, que mantiene que las teorías son modelos contra-
factuales del mundo; (3) un punto de vista que denominaremos naturalismo, que sos-
tiene que las teorías son colecciones amorfas de ideas, valores, prácticas y ejemplos. A
partir de estas aproximaciones, hemos elegido tratar cuatro aspectos que tienen una
relevancia particular para la psicología. El primero versará sobre el punto de vista sin-
táctico más antiguo, la visión heredada sobre las teorías, que ha ejercido una gran
influencia en la psicología. En segundo lugar, consideraremos brevemente el punto de
vista semántico que considera a las teorías como modelos, lo que nos llevará al tema
final de esta sección: la contrastación de las teorías. En la sección siguiente, que versa
sobre racionalidad, trataremos la perspectiva naturalista.

La aproximación sintáctica a las teorías: El positivismo lógico


A finales del siglo XTX, el positivismo de Comte y Mach se unió a los avances de la
lógica y las matemáticas para producir un movimiento llamado •'positivismo lógico»,
PSICOLOGÍA, HISTORIA Y CIENCIA

que dominó la filosofía de la ciencia durante algunas décadas. La influencia de este


movimiento fue tan grande que se le llegó a conocer como ia visión heredada sobre
las teorías (Suppe, 1977). Los atomistas habían ganado el debate sobre la existencia
de los átomos. Por tanto, los herederos de Comte y Mach. los positivistas lógicos,
tuvieron que reconocer, a pesar de los escrúpulos filosóficos, que la ciencia podía
incorporar en sus teorías conceptos hipotéticos inobsérvateles, e intentaron mostrar
cómo podía hacerse sin caer en prácticas metafísicas peligrosas. Haciéndolo de ese-
modo, propusieron una receta sobre cómo hacer ciencia que ha ejercido una gran
influencia.
Los positivistas lógicos _cHvidÍeron el lenguaje de la ciencia en tres conjuntos de
términos: de observación, teóricos y matemáticos. No debe sorprendernos que dieran
una prioridad absoluta a los términos de observación. La tarea fundamental de la
ciencia seguía siendo laúdese ripc ion; los términos de observación se referían a pro-
piedades de la naturaleza observables directamente y se consideraron verdaderos sin
lugar a dudas. Lo más fundamental de la ciencia eran las sentencias protocolarias,
descripciones de ia naturaleza que sólo contenían términos de observación .CLas gene-
ralizaciones supuestas a partir de los datos, que aspiraban a ser leyes de la naturale-
za, eran denominadas axiomas,jj sólo contenía términos teóricos interconectados
entre sí por términos lógico-matemáticos.
El uso de términos teóricos del tipo de «átomo» o -campo magnético» suscitaba el
problema del realismo y, para los positivistas lógicos, e! aliciente peligroso de la infe-
rencia metafísica. Mantuvieron el antirrealismo del positivismo inicial negando que
los términos teóricos tuvieran referente alguno. En cambio, se afirmó que los térmi-
nos teóricos obtenían su sentido y su significación epistemológica por la vía de las
definiciones operacionales explícitas (conocidas familiarmente como definiciones
operacionales). Las definiciones operacionales eran el tercer tipo de sentencias que
los positivistas lógicos aceptaban, sentencias mixtas que contenían un término teórico
y otro de observación con el que el primero estaba conectado. La imagen de la cien-
cia resultante se parece a la de un pastel con diferentes capas. En el fondo, represen-
tando a la única realidad aceptada por los positivistas, estaban los términos de obser-
vación: la parte superior estaba compuesta exclusivamente de términos teóricos que
se organizaban en axiomas; entre ambas, se intercalaban las definiciones operaciona-
les que conectaban la teoría y los datos.

Los AXIOMAS contienen TÉRMINOS TEÓRICOS (por ejemplo


I MASA)
i

LAS SENTENCIAS PROTOCOLARIAS contienen TÉRMINOS DE OBSERVACIÓN (por ejemplo


peso al nivel del mar)
14 HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

Vamos a tomar un ejemplo de la física para aclarar la visión heredada. Un axioma


importante de la física clásica es F = M x A, ía fuerza es igual a la masa multiplicada
por la aceleración. Fuerza, masa y aceleración son términos teóricos. No los observa -

mas; cuyos términos se uennen explícitamente por rereí


observación. Advirtamos que, para la visión heredada, así como para cualquier filoso-
fía de la ciencia antirrealista, las observaciones no constituyen la prueba de la exis-
tencia de las entidades inferidas y de sus propiedades, pero las definen por orden.
La visión heredada lleva con naturalidad al modelo de explicación de Hempel y
Oppenheim. Las leyes de la naturaleza son sentencias teóricas a partir de las cuales
deducimos ios
aeaucimos los renomenos
fenómenos lógicamente o, más mas exactamente, semencias
sentencias de
ae observa-
onserva-
ción. Como veremos, entre los años 1930 y 1960, la psicología recibió enormes
influencias de ias ideas formales rigurosas del positivismo lógico, y todavía en la
actualidad sigue influenciada por el concepto de definición operacional.
La visión heredada sobre las teorías se ha encontrado con distintas dificultades,
incluyendo aquellas que obstruyen el tratamiento nomoíógico deductivo de la expli-
cación. La dificultad más importante con la que se ha encontrado este punto de vista
es la absoluta separación que realiza entre la teoría y los datos. Los positivistas han
dado siempre por supuesto que la ciencia se basa en la observación y que ésta es
completamente independíente de la teoría. Sin embargo, la concepción positivista
sobre la percepción era muy simplista. Como mínimo, resulta imposible observar
todo durante todo el tiempo; debemos tener alguna preconcepción acerca de qué
observar en una situación dada, alguna idea de cuáles son los eventos importantes y
cuáles ios irrelevantes, de forma que la significación de un evento está determinada

ÍSO inmaculado que ios positivistas pensaron que era. v


uciíiniciiLc, J.JUUIUÍU1US uarie la vuelta a la concepción positivista y considerar una vir-
tud y no un pecado al hecho de que la observación esté guiada por una teoría. Puede
ilustrarse este aspecto con un pasaje de la historia «Silver Blaze» de Sherlock Holmes:
Entonces. Holmes se agachó en el hoyo.... (y) estirando su cara y apoyando su barba sobre
sus manos realizó un estudio cuidadoso del lodo pisoteado que tenía enfrente.
-¡Pero bueno!», dijo súbitamente, "¿qué es esto?» Era una cerilla de cera (un tipo de ceri-
lla), medio quemada, que estaba tan cubierta por el lodo que a primera vista parecía una
astlllita de madera.
«No se me ocurre cómo se me pudo pasar por alto-, dijo el inspector, poniendo una
expresión de enojo.
°No se podía ver, enterrada en el lodo. Yo la vi porque la estaba buscando."
-¡Que! ¿Esperabas encontrarla?»
"Pensé que no era improbable."

Aquí podemos ver lo importante que resulta disponer de una teoría que le indique a
los investigadores qué hay que buscar. Holmes encontró la cerilla porque había con-
cebido una teoría del crimen que le llevó a imaginarlo, mientras que la policía -que
no tenía teoría- fracasó en encontrarla a pesar de su registro meticuloso. Para el reco-
PSICOLOGÍA, HISTORIA Y CIENCIA 15

lector de hechos, todos carecen de sentido y son igualmente significativos. Para el


investigador guiado por una teoría, cada hecho ocupa su lugar apropiado dentro de
un marco global.

La aproximación semántica a las teorías


Ahora vamos a dirigirnos de nuevo a la aproximación semántica a ¡as teorías, un tipo
de aproximación que rivaliza con la visión heredada (por ejemplo Suppe, 1989). La
aproximación semántica se erige sobre algunos desarrollos sumamente técnicos de la
lógica moderna, pero, para nuestros propósitos, la importancia de la aproximación
semántica radica en que le asigna un papel central a los modelos en la ciencia, y en
la relación indirecta entre las teorías científicas y el mundo que pretenden explicar
esas teorías. Esta aproximación considera a las teorías como estructuras matemáticas
abstractas que no se aplican al mundo tal y como es, sino a un mundo idealizado que
ha sido purgado de todas las consideraciones irrelevantes.
A partir de una teoría, el científico construye un modelo de la realidad, una simu-
lación parcial del mundo, sumamente idealizada. Esta simulación describe a lo que se
parecería el mundo si la teoría en la que está basada fuera cierta y si las variables que
se encuentran en la misma fueran las únicas que tienen que ver con su comporta-
miento. Por ejemplo, la teoría física de la mecánica de partículas describe un bloque
que se desliza por un plano inclinado como un sistema de tres puntos de masa sin
rozamiento, ni dimensiones: un punto para el bloque, otro para el plano y el último -
para la tierra. En el mundo real, estos cuerpos se extienden en el espacio, y existe
rozamiento entre el bloque y el plano; en el modelo, desaparecen los factores de
complicación o son irrelevantes. De esta forma, el modelo, que es una versión ideali-
zada y simplificada de la realidad, es todo a cuanto tiene que enfrentarse una teoría.
Es importante que nos demos cuenta de lo limitada que es una teoría científica. Sólo
se propone explicar algunos fenómenos, y únicamente algunos aspectos de los mis-
mos. Una teoría científica no versa sobre el mundo real tal y como lo experimenta-
mos, sino sobre modelos abstractos idealizados. A diferencia del modelo, el mundo
real es demasiado complicado para que se pueda explicar por una teoría. Tomando
un ejemplo psicológico, una teoría del aprendizaje de pares asociados describe a un
aprendiz ideal no afectado por neurosis o por factores motivacionales, los cuales, por
supuesto, determinan el recuerdo de los sujetos reales.
Estos modelos dan a la ciencia un poder enorme. Primero, liberan al científico de
la tarea imposible de describir la realidad completa, que, a causa de su infinita com-
plejidad, nunca se ajustará a la teoría. El modelo permite al científico imaginarse
cómo es el mundo y ponerlo a prueba, refinando sus teorías antes de enfrentarse a
él. Muchos de los experimentos más importantes de la física han sido experimentos
de pensamiento que nunca fueron realizados realmente. Einstein construyó su teoría
de la relatividad con muchos experimentos de ese tipo.
En segundo lugar, estos modelos y teorías idealizados, capacitan al científico para
realizar explicaciones poderosas y de amplio rango sobre los fenómenos observados.
El modelo encarna ciertos ideales del orden natural descripciones de un mundo ide-
alizado (Toulmin, 1961). Estas descripciones, aunque no observadas, suministran la
base para explicar lo observable.
Por ejemplo, la teoría de Kewton proporciona este ideal del orden natural: todo el
movimiento natural de los objetos en el espacio sigue una línea recta que continúa
hasta el infinito. Este movimiento no puede observarse. El movimiento que no se
16 HlSTORLA DE LA PSICOLOGÍA

ajusta a este ideal se explica como el resultado de otros factores. Por ejemplo, una
bola rodando por la hierba se detiene rápidamente, pero afirmamos que el movi-
miento hubiera continuado para siempre sino fuera por el rozamiento. El científico
no explica el ideal del orden natural, en vez de eso lo utiliza (así como otros factores)
para explicar los fenómenos que no se ajustan a este ideal, como la bola que se para.
La explicación científica es siempre indirecta y metafórica. El científico sólo puede
describir a qué se parecería el mundo si la teoría fuera cierta, y entonces explicar por
qué el mundo no es de esa manera.

Racionalidad
Los griegos antiguos definieron al ser humano como un animal racional, pero desde
los tiempos de Freud esta definición ha resultado cada vez más sospechosa. No obs-

parece a un acontecimiento puramente racional que sigue una metodología abstracta


vacía de contenido y que no cambia. Los científicos son seres humanos, y a pesar de
su riguroso entrenamiento, sus destrezas perceptivas y de razonamiento están sujetas
a las mismas •es que las del
o lo í míctrv.3 c r^Qf H ¡"íHf^ni^e v i^riv^ri^c: n i 1
*
=
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están entrenados por y trabajan en una comunidad de científicos que comparten


metas, valores y criterios que cambian históricamente. En la ciencia, como en otras
profesiones, lo que a una persona le parece sumamente racional a otra le resulta una
estupidez.

ogos y psicólogos
^ . .^ ^,^,^^, ...^ ^ . ^ ^ ^ como aproximación naturalista a la ciencia, ya que consi-
dera a ésta como una institución que debe examinarse empíricamente más que orde-
narse filosóficamente. Existen muchas formas de llevar a cabo una aproximación natu-
ralista a la ciencia, en esta sección discutiremos tres de ellas: (1) los teóricos de la
PSICOLOGÍA, HISTORIA Y CIENCIA 17

Weltanschauung. liderados por Thomas S. Kuhn, que han ejercido un liderazgo direc-
to sobre la psicología en las tres últimas décadas; (2) los teóricos que consideran a la
ciencia como un asunto de evolución intelectual a lo largo de linajes darvinistas; y (3)
el marco orientado al contenido de los thematas científicos que compiten entre sí.
Después, retornaremos a las respuestas racionalistas al desafío naturalista.

La aproximación naturalista a las teorías:


Kuhn y los paradigmas
El desafío más dramático que ha sufrido el modelo racional de la ciencia es el que
han preparado unos metacientíñeos que consideran a la ciencia como una forma de
vida socialmente construida, tal y como Ludwig Wíttgenstein la definió (véase Capítu-
lo 13). Una cultura humana constituye una forma de vida, y moldea nuestra percep-
ción y comportamiento en maneras que con frecuencia ignoramos. Absorbemos valo-
res,.prácticas e ideales con muy poca o ninguna enseñanza explícita, y lo damos por
supuesto de igual modo que hacemos con el aire que respiramos. Cuando los antro-
pólogos estudian una cultura, intentan penetrar y describir las visiones del mundo
que hay ocultas, o Weltanschauung. y que comparten todos su miembros, mostrando
cómo funcionan y cómo cambian con el tiempo. Algunos investigadores naturalistas
de la ciencia proponen adoptar una aproximación a la ciencia semejante a la del his-
toriador y el antropólogo y captar las visiones del mundo que tiene la ciencia, así
como las revoluciones ocurridas en las mismas.
El historiador Thomas S. Kuhn ha proporcionado la expresión más completa de ía
aproximación Weltanschauung a la ciencia en su libro Structure ofScientific Revolu-
tions (1970) (La estructura de las revoluciones científicas). Kuhn describe la historia
de la ciencia como un ciclo repetitivo de etapas y proporciona una explicación acer-
ca de cómo la práctica científica va tomando forma a partir de asunciones arraigadas
profundamente en una visión del mundo de la cual los científicos en activo apenas
serían conscientes. Una de las innovaciones de Kuhn fue la de enfatizar la naturaleza
social de la ciencia. La ciencia la practican comunidades de científicos, no hombres y
mujeres aislados. Por tanto, para entender la forma en la que la ciencia funciona,
debemos comprender la comunidad científica y sus normas compartidas, las cuales
constituyen en su conjunto lo que Kuhn denomina ciencia normal.
Si se quiere que la investigación científica vaya progresando, debe existir un
acuerdo sobre ciertos aspectos básicos en un área particular de investigación. Sus
miembros deben estar de acuerdo sobre las metas de su ciencia, sobre las caracterís-
ticas básicas del mundo real que son relevantes para su materia, sobre lo que se con-
sidera que es una explicación válida de los fenómenos y sobre los métodos de inves-
tigación y las técnicas matemáticas que son lícitas. Kuhn denomina paradigma a esta
visión del mundo sobre la que existe acuerdo. La existencia de un acuerdo sobre
estos aspectos, permite a los científicos continuar analizando la naturaleza a partir ele
un punto de vista colectivo unificado; si no existe tal acuerdo, cada investigador o
investigadora tendrán sus propios puntos de vista y existirá una discusión infructuosa
sobre multitud de cosas distintas. Podríamos modificar la metáfora arquitectónica tra-
dicional de la ciencia para ilustrar este punto. Un edificio debe construirse siguiendo
un plano y sobre unos cimientos firmes. Hasta que no se haya decidido el proyecto y
los cimientos, no habrá construcción, no se progresará. Únicamente se podrá comen-
zar a construir cuando se esté de acuerdo con los planos.
HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

Los paradigmas, al saldar las cuestiones metafísicas irrefutables, liberan al científi-


co para continuar con el trabajo de solución de los problemas de la ciencia. De la
misma forma que solucionamos un rompecabezas porque conocemos a qué se pare-
ce la fotografía, los científicos conocen el aspecto de la naturaleza gracias al paradig-
ma; todo lo que resta es elaborar los detalles.
Durante los periodos de ciencia normal, ios experimentos no ponen a prueba el
paradigma, sino que son intentos de solucionar los rompecabezas que el paradigma
plantea. Si un científico fracasa al solucionar uncí ele estos problemas, es un fracaso
del científico, no dei paradigma. Considere lo que sucede en sus propios cursos prác-
ticos de laboratorio. Se siguen todas las instrucciones, pero no siempre se produce el
resultado "Correcto». Cuando informa a sus profesores, no se tiran de los pelos y gri-
tan -¡Todas nuestras teorías están equivocadas!». Por el contrario, asumen que debe
haberse equivocado en algún momento y le califican con una nota baja. Lo mismo les
ocurre a los científicos durante los períodos de ciencia normal. La comunidad cientí-
fica reconoce que hay ciertos problemas lo suficientemente maduros como para ser
resueltos, y, excepto bajo circunstancias extraordinarias, cuando un científico trata de
resolver uno de ellos son él o ella y sus teorías las que se ponen a prueba y no el
paradigma implícito.
Durante los periodos de ciencia normal, la investigación es progresiva, se va solu-
cionando un problema tras otro. Sin embargo, Kuhn afirma que la ciencia normal es
sólo una de las fases del desarrollo científico. Un paradigma es un logro histórico
específico en el que uno o unos pocos científicos establecen un nuevo estilo científi-
, co basado en un éxito descacado en la comprensión de la naturaleza. Los paradigmas
también fracasan y se reemplazan cuando ya no son capaces de guiar correctamente
la investigación de una comunidad. Ei primer paradigma de una ciencia surge de una
fase precientífica en la historia de esa ciencia; los paradigmas se reemplazan periódi-
camente durante las revoluciones científicas.
De acuerdo con Kuhn, el cambio científico no es siempre gradual y continuo.
Existen ocasiones en ias que cuando una ciencia experimenta un cambio radical en
un periodo de tiempo breve, dicho cambio es tan radical que aquéllos que antes eran
grandes individuos llegan a convertirse muchas veces en antigüedades olvidadas, y
los conceptos y cuestiones que ocuparon las mentes de los científicos, sencillamente
desaparecen. Este tipo de cambios parecen constituir revoluciones más que evolucio-
nes y dependen de principios que están más allá de los de variación, selección y
retención. Kuhn (1959) afirma que la sustitución de la antigua cosmología geocéntri-
ca de Ptolomeo por la cosmología heliocéntrica de Copérnico constituyó una de estas
revoluciones, y algunos observadores opinan que la psicología ha tenido sus propias
revoluciones.
La imagen de la ciencia que nos presenta Kuhn y sus seguidores ha resultado con-
trovertida. Kuhn ha ayudado a dirigir la atención de los especialistas hacia la historia
real de la ciencia antes que a versiones idealizadas de la misma. Sin embargo, los
estudios sobre la historia científica han vertido juicios muy variados sobre la suficien-
cia del modelo de cambio científico de Kuhn, especialmente en lo que respecta a la
existencia de revoluciones (Guttíng, 1980). Algunos historiadores han encontrado
muy pocas evidencias de que alguna ciencia haya cambiado alguna vez de una
manera revolucionaria (Laudan, 1980), y el propio Kuhn ha retrocedido bastante de
sus afirmaciones revolucionarias (Kuhn, 1977). Por otra parte, uno de los más distin-
guidos historiadores vivos de la ciencia, I. Bernard Cohén (1985), amplía los tenias
PSICOLOGÍA, HISTORIA Y CIENCIA 19

tratados por Kuhn a través de un detallado estudio de casos sobre las revoluciones
científicas exitosas, fracasadas, reales y pretendidas, y lamenta que Kuhn se haya
retractado tanto. La suficiencia del modelo histórico específico de Kuhn no está
resuelta, aunque muchos reconocerían que ha mostrado que el conocimiento de la
ciencia debe incorporar las influencias históricas, sociales y personales que están más
allá de la metodología científica.
Las aproximaciones Weltanschauung han sido atacadas, desde dentro de ia filoso-
fía, por describir a la ciencia como una empresa irracional. Por ejemplo, Kuhn sugie-
re que no puede compararse racionalmente a los paradigmas rivales, haciendo que la
adherencia a un paradigma sea más un asunto de fe que de pruebas. Sin embargo,
los trabajos históricos y filosóficos han mostrado que los puntos de vista rivales se
han evaluado racionalmente, incluso durante momentos de crisis profundas, utilizán-
dose criterios racionales tales como los de simplicidad, suficiencia de las pruebas dis-
ponibles y aprovechamiento de la investigación. De nuevo, Kuhn ha dado marcha
atrás a sus afirmaciones revolucionarias, asegurando que muchas veces le habían
entendido mal {Kuhn, 1970, Postscript). Pero ambas retractaciones han hecho que las
tesis de Kuhn sean menos excitantes y bastante más convencionales. No ha quedado
mucho de la tesis Weltanschauung, excepto la valiosa noción de que los científicos
trabajan en comunidades para las que se les socializa durante su formación y que los
valores que aprenden moldean su pensamiento e investigación.

Aproximaciones naturalistas a las teorías:


Epistemología evolucionista
Otra explicación naturalista de la ciencia aplica la teoría de la evolución de Darwin a
la historia de la misma (Toulmin. 1972). Las especies evolucionan a lo largo del tiem-
po por el proceso de selección natural. Los individuos poseen rasgos variantes que se
producen por mutación y recombinación genética. Las variantes exitosas se desarro-
llan y reproducen por sí mismas y las variantes ineficaces mueren. Con el tiempo
suficiente, la selección natural puede alterar completamente el cuerpo y la conducta
de una especie, dando lugar a algo enteramente nuevo. En efecto, los seres humanos
descendemos de los primeros animales unicelulares. Aunque la tasa de evolución
podría varían no hay revoluciones en la historia de la naturaleza.
Quizá las ciencias evolucionan por selección natural entre ideas. Los científicos
individuales buscan mejorar su ciencia proponiendo variantes conceptuales que
esperan, serán aceptadas por la comunidad científica. La comunidad debate las nue-
vas ideas y las somete a pruebas empíricas. Los conceptos que ganan aceptación son
seleccionados y pasan a la siguiente generación de científicos a través de los libros de
textos y la educación; las ideas no aceptadas acaban extinguiéndose. A io largo del
tiempo y gracias al proceso de selección científica natural, podría cambiar completa-
mente el surtido de conceptos que una comunidad científica acepta. Sin embargo, no
existen revoluciones en el modelo evolucionista. Podría haber períodos de evolucio-
nes conceptuales relativamente rápidas, pero tales periodos no son revoluciones por-
que los procesos habituales de variación, selección y retención explican tanto las
evoluciones rápidas como las lentas.

Aproximaciones naturalistas a las teorías: Themata


Un posible problema tanto con los análisis evolucionistas de ía ciencia como con los
de Kuhn es que no son lo bátante naturalistas. Cada uno de ellos respeta la historia
2O HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

de la ciencia más de lo que lo hacen sus adversarios metodológicos, pero, de todas


maneras, cada uno de ellos parece extraer una trama metodológica de sus estudios.
Una alternativa verdaderamente naturalista podría dejar de buscar procesos subya-
centes y. en su lugar, considerar los compromisos sustantivos que guían la investiga-
ción científica. Gerald Holton (1973, 3978, 1984) lo ha hecho con su análisis de los
themata científicos. Los themata son compromisos metateóricos, incluso metafísicos,
que motivan y guían el trabajo de los científicos y que, a menudo, se presentan en
forma de pares. Por ejemplo, uno de estos viejos pares de themata opuestos en la
física, es la creencia de que puede analizarse el universo en un número pequeño de
partes discretas versus la creencia de que no hay partes fundamentales, de que el
universo es un continuo. Podemos buscar los orígenes de cada uno de estos temas
al menos en la Grecia clásica, y ninguno de ellos ha triunfado todavía (Herbert,
1985).
Fl concepto de themata está basado en los contenidos. En el esquema de Holton,
no existe un proceso científico subyacente constante más alíá de la formulación del
físico Percy Bridgman: "El método científico hace todo lo que puede, no le pongan
impedimentos» (Holton, 1984, p. 1232). Por supuesto, lo que moldea a la ciencia son
las creencias que mantienen los científicos sobre la naturaleza del mundo. A veces,
thematas opuestos entran en conflicto profundo y uno de ellos llega a ser abrumado-
ramente dominante durante un tiempo, dándose una imagen de ciencia normal esta-
ble interrumpida por revoluciones. Por otra parte, los thematas perduran; así que no
hay revoluciones reales, lo cual garantiza que la ciencia de hoy es totalmente conti-
nua con la de ayer e incluso con la deí pasado distante. Al igual que pasa con la
racionalidad, la ciencia no tiene un método especial. Las personas son racionales;
intentan alcanzar una comprensión razonable de los demás, de sus planes personales
y políticos, de su arte, etcétera. La razón científica es simplemente la razón humana
aplicada a la naturaleza, y en la ciencia, la razón se guía por thematas históricos que
comprometen a los científicos con una cierta forma de hacer las cosas.

Ciencia y pseudodencia: ¿Cuál es la diferencia?


Quizá el más determinado e influyente de los nuevos racionalistas tiene sus raíces
en una filosofía de la ciencia que aparece al mismo tiempo y en el mismo íugar que
el positivismo lógico. Desde sus comienzos, esta filosofía ha estado preocupada,
incluso obsesionada, por demostrar la racionalidad de la ciencia y separarla limpia-
mente de la superstición y la metafísica, a saber el falsacionístno de Sir Karl Popper
(1902-1994), originariamente de Vtena y posteriormente de la London School of Eco-
nomics.
Popper erigió su filosofía de la ciencia sobre la búsqueda de un criterio de demar-
cación por el que separar la verdadera ciencia de la falsa o pseudociencia (Popper,
1963). Al igual que los positivistas, creyó que la ciencia era un asunto racional por
excelencia y que debe existir alguna regla metodológica firme que constituya la
racionalidad científica. Cuando Popper era joven, existían muchos sistemas de pensa-
miento que se presentaban a sí mismos como ciencia, incluyendo entre ellos a la teo-
ría de la relatividad y al psicoanálisis. Popper quería saber cuáles de estas reivindica-
ciones había que tomar en serio y cuáles debían descartarse. Se aproximó al
problema estudiando casos de ciencia netamente definidos, tales como la física new-
toniana, y casos claros de pseudociencia, como eí de la astrología, intentando enten-
der la diferencia entre ellos. Los positivistas acentuaban la contrastabilidad de las
PSICOLOGÍA, HISTORIA Y CIFNCIA

tecinas como la prueba de su status científico. Es decir, a partir de una teoría con defi-
niciones operacionales correctamente elaboradas, podemos deducir predicciones
cuya confirmación le dé crédito a la misma. Las teorías metafísicas o pseudocientífi-
cas no serán capaces de definir sus términos operacionalmente y, de esta manera,_no
podrán derivar" predicciones dé'eventos y apoyar sus afirmaciones. Las buenas teorías
acumulan confirmaciones; las malas no.
No obstante, Popper vio que las cosas no eran tan sencillas. Las^seiidociencias
podían reivindicar muchas confirmaciones. El astrólogo puede señalar predicciones
verificadas —ascensos en el trabajo obtenidos, parejas conseguidas— y puede defender-
se de las predicciones fracasadas empleando vías de escape tales como las influencias
olvidadas de planetas menores. La contrastabilidad no ayudó con los casos inciertos,
ni con la relatividad ni con el psicoanálisis; ambos reclamaban una y otra vez la con-
firmación de sus teorías.
De hecho, fue escuchando a los psicoanalistas y comparándolos con Einstein
como Popper formuló una metodología de demarcación. Popper descubrió que al
psicoanálisis no le importaba con cuantas dificultades parecía encontrarse un caso,
un buen analista, al igual que un buen astrólogo, siempre podía reinterpretarlo para
ajustado a la teoría analítica. En la misma época, poco tiempo después de la Primera
Guerra Mundial, se organizó una expedición para contrastar una de las predicciones
de la relatividad: la de que la luz se curva en presencia de un campo gravitacional.
Los astrónomos descubrieron, a partir de las fotografías tomadas a las.estrellas cerca-
nas aL borde del sol durante un eclipse total, que los rayos de luz se curvaron de la
manera exigida por la teoría de Einstein. Aunque, a primera vista, esta prueba exitosa
parecía consistente con el requerimiento de confirmación de los positivistas lógicos,
Popper encontró una diferencia decisiva entre la relatividad y el psicoanálisis: los dos
podrían reivindicar la confirmación de sus teorías, pero sóloja rela_tividad__se arriesgó
a \a. falsación. Lo importante acerca de la predicción de Einstein no fue que se pudie-
ra probar que era cierta, sino que__r)u_diera_probarse que fuera falsa. Existían algunos
eventos que la relatividad reconocía que no podía explicar. En contraste con esto, el
psicoanálisis -como la astrología- podía explicar cualquier cosa fácilmente. En otras
palabras, de acuerdo con Popper, la racionalidad científica no consiste en buscar la
comprobación de que se está en lo cierto, sino en permitir la posibilidad de que se
pruebe que se está equivocado, en asomar el cuello y arriesgarse a que nos decapite
un hecho.
No obstante, la falsación^ el criterio simple de demarcación propuesto por Popper,
tropieza con dos dificultades y el reconocimiento de las mismas ha guiado las filoso-
fías de sus seguidores en su búsqueda de un criterio de racionalidad científica. En
primer lugar, las teorías no son nunca derrotadas por un único y decisivo experimen-
to; y en segundo lugar, las teorías compiten unas con otras, además ele con la natura-
leza. Un único experimento no puede decidir el destino de una teoría, ya que cada
uno de ellos se basa en ciertas suposiciones metodológicas que no tienen nada que
ver con la propia teoría. Cualquier experimento puede estar viciado al elegir el apa-
rato equivocado, al seleccionar Lina muestra errónea de sujetos, al utilizar mal los
métodos estadísticos, o al cometer cualquier otro error. En resumen, podría defender-
se la veracidad de una teoría contra los datos que la falsean atacando la validez de
estos datos. Además, Popper asumió que la ciencia era una competición de dos ban-
dos entre una teoría y el mundo, pero es tan importante poseer una teoría que el
científico prefiere tener una pobre a no tener ninguna en absoluto. La investigación
científica no es una competición entre dos bandos, IÍI teoría y el mundo, sino entre
tres, dos teorías rivales y el mundo.
Al combinar estos puntos, el problema para los filósofos popperianos llega a ser
el de formular una metodología por la cual los científicos puedan elegir racionalmen-
te entre un programa de investigación que se desarrolla a partir de una teoría, u otro
(Lakatos, 1970). El criterio desarrollado por Lakatos y, a partir de é!, por Laudan
(1977) es el del éxito en la solución de problemas. Lakatos y Laudan consideran a la
ciencia fundamentalmente como una empresa de solución de problemas -o, como
diría Kuhn, de solución de anomalías y rompecabezas. Antes que comprobar una teo-
ría por uri sólo experimento, tal y como Popper propuso originalmente, los progra-
mas de investigación que se construyen alrededor de una teoría intentan solucionar
una serie de problemas a lo largo del tiempo. Entonces, el científico racional adopta-
ría el programa que solucione e! mayor número cié problemas con el menor número
posible de llamamientos ad hoc a rutas metodológicas de escape, mientras que fructí-
feramente propone nuevos problemas a los que enfrentarse.
El problema principal con la propuesta de Lakatos es que virtualmente ignora
todo lo que el naturalismo ha establecido, a saber: que la ciencia se moldea por fuer-
zas personales, sociales e históricas, no por una metodología impersonal. Por ejem-
plo, Lakatos (1970) afirma que la historia de la ciencia debería ser ante todo una
reconstrucción racional. Es decir, el historiador narraría cómo debería haber sucedido
racionalmente la consecución de un logro, e indicaría solamente en notas a pie de
página cómo sucedieron realmente las cosas, criticando a la historia por desviarse del
camino de la verdadera razón. Lakatos recurre a una historia de cuentos de hadas
para preservar a la racionalidad científica -y a la civilización occidental, como parece
creer- de los «maníacos religiosos actuales» (Lakatos, 1971), puesto que espera, por lo
visto, que los científicos se transformen en lunáticos cuando conozcan la historia de
sus disciplinas. Una de las propias reconstrucciones racionales de Lakatos, la de los
trabajos iniciales de Nieís Bohr sobre el átomo, -es una parodia histórica que pone los
pelos de punta» (Holton, 1978, p. 106).
Los puntos de vista de Laudan han sido criticados por su antirrealismo (Newton-
Smith, 1981). Si las teorías no son otra cosa que conveniencias y no descripciones del
mundo potencialmente verdaderas, llega a ser difícil dar una definición firme de un
problema y de su solución. Xewton-Smith escribe, «A menos que la verdad juegue un
papel regulador (en la ciencia), cada uno de nosotros puede seleccionar caprichosa-
mente su propio conjunto de afirmaciones, que pueden ser proposiciones de proble-
mas porque hayamos elegido considerarlos de esta manera. Cada uno ele nosotros
erige sus propias teorías para solucionar estos problemas. ¡No importa cómo es el
mundo, lo único que tienes que hacer es solucionar tus problemas!» (Newton-Smith,
1981, p. 190). De esta forma, volvemos a la anarquía en ciencia, el estado del que
Lakatos y Laudan habían afirmado que iban a salvarnos.
Al igual que con otras cuestiones que hemos propuesto, el asunto de si la ciencia
es racional y en qué sentido lo es, permanece sin resolver. La perspectiva anarquista-
naturalista tuvo su apogeo en los despreocupados años 60; los naturalistas de hoy
adoptan una pose más modesta y menos romántica {véase por ejemplo, los ensayos
recopilados en Nersessian, 1987). Al mismo tiempo, los racionalistas no tienen la
intención por más tiempo de sentar precedentes a los científicos como hizo Lakatos,
buscan un papel más modesto para la filosofía normativa de la ciencia (por ejemplo.
Nersessian, 1987). Algunos filósofos con inclinaciones metodológicas esperan que los
PSICOLOGÍA, HISTORIA Y CIENCIA

desarrollos de la estadística, aquéllos particularmente referidos al teorema de Bayes,


que nos dice cómo modificar las creencias en hipótesis a partir de hallazgos mani-
fiestos, pueden ofrecer un nuevo fundamento al racionalismo (Savage, 1990).

Reducción y Sustitución
¿Qué sucede cuando dos teorías se ocupan de los mismos problemas? Una posibili-
dad es la reducción. La ciencia explica el mundo a diferentes niveles; los niveles
superiores tratan de los objetos y fuerzas mayores, los niveles inferiores tienen que
ver con los objetos y fuerzas más pequeñas. En su intento de conseguir una imagen
unificada de la naturaleza, los científicos intentan reducir las teorías mayores a teorías
más elementales —más básicas—, mostrando que la verdad de la teoría superior es una
consecuencia de la verdad de la más básica. La teoría reducida todavía se considera
válida y útil en su nivel de explicación. Por otra parte, en algunas ocasiones una teo-
ría es sencillamente incorrecta y se sustituye o elimina por una rival superior.
La relación de reducción puede ilustrarse por la reducción de las leyes clásicas de

una ecuación matemática denominada ley del gas ideal: P = V x T. Utilizando esta ley
—un ejemplo paradigmático de cobertura legal— los físicos podían describir, predecir,
controlar y explicar la conducta de los gases de forma útil y precisa. Uno de los pri-
meros triunfos de la hipótesis atómica fue la teoría cinética de los gases, que dio una
explicación causal de la ley del gas ideal. La teoría cinética sostenía que los gases

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aire de un globo se expandirá y que si lo enfriamos se desinflará (colocado en nitró-


geno líquido, se desinflará completamente). La teoría cinética explica por qué. Al
calentar el aire, las partículas que lo componen aumentan su movimiento, rebotando
contra las paredes interiores del globo, empujando hacia el exterior durante la expan-
sión. Al enfriar el aire, los átomos disminuyen su velocidad, golpeando la pared del
globo menos vigorosamente, y si se ralentizan lo bastante, no existirá ninguna pre-
sión. La teoría cinética muestra por qué la ley del gas ideal funciona a! postular un

siderarse que todavía es una teoría científica, pero se


inás amplia del universo.
Podría contarse una historia similar acerca de la genética mendeliana. Mendel pro-
puso la existencia de una unidad de transmisión hereditaria, el gens que era comple-
tamente hipotética. Este concepto proporcionó la base de la genética de poblaciones,
pero nunca nadie había visto o conocía el aspecto que tenía un gen, Sin embargo, a
comienzos de los años cincuenta empezó a desentrañarse la estructura del ADK, que
apareció como e! portador de íos rasgos hereditarios. Conforme ha ido progresando
la genética molecular, hemos aprendido que las secuencias de codificación del mode-
lo del ADNT son los "genes» reales y que no siempre se comportan de forma tan senci-
lla como creía Mendel. No obstante, la genética mendeliana sigue siendo válida para
24 HISTORIA DE IA PSICOLOGÍA

sus propósitos -la genética de poblaciones-, pero, al igual que la ley del gas ideal, ha
quedado reducida y unificada a la genética molecular.
En el caso de la reducción, la teoría científica más antigua se sigue reconociendo
como científica y válida dentro de su esfera de aplicación; simplemente adopta un
papel subsidiario en el gran esquema de la ciencia. Por otra parte, el destino de la
teoría reemplazada es muy diferente. A menudo, resulta que la vieja teoría está-sim-
plemente equivocada y no puede entretejerse al extenso tapiz de la teoría científica.
En este caso, se abandona y reemplaza por una teoría mejor. La teoría Ptolemaica de
los cielos, que situaba a la tierra en el centro del universo y describía al sol, la luna y
las estrellas como girando alrededor de ella en improbables y complejos círculos, fue
aceptada por los astrónomos durante siglos porque daba una explicación precisa y
útil de los movimientos de los cuerpos celestes. Utilizándola., podían describir, prede-
cir y explicar eventos como los eclipses. A pesar de sus poderes predictivos y des-
criptivos, se ha mostrado, tras una larga lucha, que el punto de vista ptolemaico esta-
ba totalmente equivocado, y ha sido reemplazado por el sistema Copernicano, que
situaba al sol en el centro y al resto del sistema solar girando alrededor de él. Como
un viejo paradigma eliminado de la ciencia, el punto de vista ptolemaico murió,
El asunto de la reducción o la sustitución resulta especialmente importante para
la psicología. Al tornar el camino de la fisiología, los psicólogos intentaron vincular
los procesos psicológicos con los fisiológicos. Pero si dispusiéramos de una teoría
sobre algún proceso psicológico y descubriéramos de hecho el proceso fisiológico
subyacente, la teoría psicológica ¿sería reducida o reemplazada? Algunos observado-
res creen que la psicología, al igual que la astronomía Ptolemaica, está destinada a
desaparecer. Otros sostienen que la psicología se reducirá a la fisiología, llegando a
ser un puesto avanzado de la biología, pero algunos optimistas creen que. al menos,
una parte de la psicología no podrá ser ni reducida ni reemplazada por la neurofi-
siología. Descubriremos que la relación entre la psicología y la fisiología ha sido de
lo más agitada.

Psicología de la ciencia
La psicología ha sido la disciplina más reciente que ha contribuido al estudio de la
ciencia ÍGholson, Shadish, Niemeyer y Houts, 1989; Tweney, Mynatt y Doherty,
1981)- Es un campo nuevo, que abarca aproximaciones a la ciencia desde la psicolo-
gía tradicional, tales como la descripción de la personalidad del científico creativo
(por ejemplo, Simonton, 1989), hasta la psicología reciente, tales como aplicar a la
ciencia las técnicas de evaluación de programas desarrollados para los negocios y el
gobierno (Shadish, 1989). Sin embargo, el área más activa de la psicología de la cien-
cia, sin ninguna duda, es la de la aplicación de los conceptos de la psicología cogni-
tiva a la forma en la que los científicos investigan y teorizan (por ejemplo, Giere,
1988; Thagard, 1988; Tweney, 1989).
Sí bien no ha aparecido todavía ninguna perspectiva consumada a partir de los
estudios cognitivos de la ciencia, puede tomarse como ejemplo el trabajo de Ryan
Tweney (por ejemplo, 1989). Tweney ha estudiado experimentalmente el razona-
miento científico en no científicos y ha abordado históricamente el estudio de casos
científicos reales. En la primera línea de investigación (Mynatt, Doherty y Tweney,
1978), los sujetos interactúan con una realidad generada por ordenador, realizando
experimentos para descubrir las leyes que gobiernan el movimiento en ese universo

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